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Enseñar Filosofía en la Escuela Secundaria

Relato de una experiencia

Miguel Andrés Brenner

 

“A mis maestros, de quienes tanto aprendí, los alumnos de la Escuela de Educación Técnica nº 1 de Almirante Brown, ciudad de Longchamps, Provincia de Buenos Aires.”

PRELIMINAR

¿Vale la pena enseñar Filosofía a modo de un relato según lo que se consideran ciertos autores clásicos? ¿Vale la pena enseñar filosofía como si los alumnos de escuelas secundarias fueran a formarse en calidad de “mini” licenciados o especialistas en dicha disciplina? ¿Vale la pena enseñar Filosofía sin posicionamiento político alguno que incida en dicho avatar? ¿Puede haber una enseñanza políticamente comprometida si hacia la mitad del curso el tema se sitúa en la “Alegoría de la caverna”  del Libro VII de la República de Platón o si cerca de fin de año todavía se enseñan algunos aspectos de la Crítica de la Razón Pura de Kant, siempre descontextualizados del presente histórico?

¿Tiene sentido en la actualidad “enseñar” Filosofía, cuando lo que pareciera importar desde las pedagogías neoliberales es más el aprendizaje y las habilidades, más allá de los contenidos?

Si Filosofía es pensamiento crítico, y éste implica “ser libre”, ¿puede “obligarse” a ser “libre”?,  ¿puede obligarse a pensar críticamente? ¿Puedo decir a mis alumnos: los voy a calificar (evaluación sumativa) en Filosofía, o sea, les voy a calificar el pensamiento crítico?

¿Hasta qué punto es posible el pensamiento crítico cuando los alumnos carecen al respecto de experiencia, cuando éste es dialogal o no lo es, cuando en una época de “pos verdad” tiende a debilitarse la mismísima verdad?

¿Puede encasillarse el pensamiento crítico dentro del armado del sistema escuela con sus espacios y tiempos rígidos, con la planificación de la materia Filosofía desde el criterio de los estados administrativos?

¿Puede enseñarse filosofía como pensamiento crítico cuando en la institución escuela se margina la crítica en virtud de que lo que más importa es “ejecutar” las políticas educativas, donde vale más lo instituido que lo instituyente?

PRÓLOGO

Este prólogo es lo último que escribo luego de haberse publicado mi libro hacia fines del 2011. ¿Por qué la presente ocurrencia?

La escuela como práctica política[1]  tiene como dedicatoria a mis maestros, los alumnos de la escuela secundaria, en particular, los de la materia Filosofía. Podría aparentar dicha expresión a una especie de cliché sin sustento real, mera apariencia vacía de contenido. Es por ello que sentí necesidad de poner en limpio por qué los adolescentes de sectores populares de la escuela pública son “mi cable a tierra”. La redacción no es definitiva.

¿A quiénes va dirigido? Usualmente, un libro de didáctica deambula más que nada por el sendero de textos y autores[2]. De ahí en oportunidades las expresiones: “como dice”, “siguiendo a”, “el autor señala o presenta”. En el mejor de los casos, confronta posiciones a partir de lo que se denomina “el estado de la cuestión”. Mi propósito es la divulgación[3]. Si bien mi área de indagación no es la didáctica como disciplina, no puedo dejar de reconocer que, al ser docente, enseño, y si enseño hay una praxis didáctica, y merece su reflexión.

Tenía ideas dispersas. Vaya a saber por qué maduró el tiempo de su exposición.

A MODO DE INICIO

El presente texto hace referencia a la enseñanza de la filosofía, pero va más allá de ese nudo conceptual, pues tiene que ver con una política-didáctica dentro del capitalismo/neoliberal[4] globalizado, expoliador, excluyente. Aclaro que no me instalo en la mera crítica, también hago una propuesta. Y consta de dos secciones: 1) Quienes enseñamos, compromiso con la vida; 2) Quienes aprendemos a enseñar, compromiso político. Se le agregó a posteriori una especie de apéndice: relato de una experiencia más, repensando las experiencias pedagógicas y un epílogo.

Algo más, particularmente para quien conoce, al menos, un poco de pedagogía. En el pie de página nº 14  hago referencia a Comenio, cuyos escritos me suenan bellos. ¿Qué hace ahí ese autor? En realidad está demás. Entonces, por qué lo aludo (a veces aprovecho ciertos escritos a fin de decir otras cosas): injustamente se lo ha “ninguneado” en favor de Rousseau, a quien considero fruto de la perversión del liberalismo y capitalismo del siglo XVIII, pues considera que la educación no es para los pobres, de ellos nada puede obtenerse, solo se encuentra dirigida a los niños de “linaje” [5]. Es decir, lo valioso se reduce a los niños de la nobleza o de los sectores dominantes.

Enseñar a niños o adolescentes de sectores populares es hermoso, en las condiciones actuales desafío y orgullo, de pronto doloroso parto pleno de esperanza y gratitud que vale la pena disfrutar[6], no una pasión inútil.

 

QUIENES ENSEÑAMOS, COMPROMISO CON LA VIDA

Luego de muchos años, ahora marzo de 2010, iniciamos nuevamente el curso de filosofía en la Escuela Secundaria Técnica nº 1 de Almirante Brown, sita en el conurbano bonaerense, Ciudad de Longchamps, donde concurren alumnos de sectores populares, cuyas edades promedio oscilan entre dieciséis y diecisiete años.

Considero pedagógicamente la unidad sentir-pensar, sin embargo, la tendencia del profesor que enseña  es priorizar el pensar como base de su enseñanza, mientras el alumno prioriza el sentir como base de su aprendizaje[7].

Agradeciéndoles encontrarme con ellos en el pensar afectuoso, en el afecto del pensar, les digo que de entrada no definiré lo que es filosofía, ellos lo intentarán a partir de lo que trabajamos, pero recién hacia fin de año. Formulo algunas problemáticas. Así, valga un ejemplo: pregunto a un adolescente “cómo te llamás”, responde a mi solicitud, teatralizando le señalo la falsedad de su enunciado, aparece en los discentes una incógnita, manejo los silencios, de pronto le señalo “te pusieron un nombre para que otros te llamen”. Entonces, reflexionamos acerca de lo acontecido: qué es lo que sintieron, qué piensan[8], e intento deconstruir entender la realidad según la sustancia individual, precisando la importancia de su comprensión en el plexo de las relaciones y la existencia humana desde la instituyente interpelación del otro.

De pronto, un alumno pide la palabra y dice: “Profe, filosofía es la crítica de lo que creemos obvio”. Entonces, afirmo, no crean obvio lo que les digo, no crean obvio lo que leen en cualquier texto, no crean obvio lo que escuchan y ven por televisión o por otro medio, no sean adictos como que no tienen palabra por decir. Tampoco, quienes les enseñamos, creamos obvio que los alumnos son indolentes, insolentes, no ponen esfuerzo alguno, hay que bajar el nivel, nada les interesa, etc. Si lo creyéramos obvio, sería la muerte del pensamiento crítico fundado en el amor, sería la muerte del amor al prójimo. Próximo o prójimo no es el que se encuentra a mi lado (no pasa la cosa por una cuestión espacial), sino aquél de quien me hago cargo, según la Parábola del Buen Samaritano[9] . Apreciamos, aquí, una similitud con Immanuel Lévinas.

Nuestros alumnos no son objetos a llenar con informaciones (en este caso provenientes de la filosofía), que sienten demasiado alejadas, y confunden “no estoy de acuerdo” con “no lo entiendo”. El alumno de hoy tiende a rechazar ese modelo de enseñanza, pero también rechaza que no le enseñemos. El problema actual, en general, no es la educación bancaria, sino que ni educación bancaria haya. En este contexto, aparece el currículum simulado, es decir, simulamos enseñar lo que no enseñamos (a diferencia del currículum oculto, ocultamos enseñar lo que sí enseñamos).

El desafío consiste en que nos animemos a que los alumnos pronuncien su palabra, que digan lo que no se les ocurre decir, lo que no se les permite decir, pues los significantes no están del todo presente, el sentido se ve diferido, según la expresión que le asigna Jacques Derrida, o bien no puede comprenderse lo dicho si no se hace un trabajo a la manera de un arqueólogo que excava con pasión y esfuerzo, con dedicación y responsabilidad por el otro, a fin de descubrir, en lo dicho, lo no dicho[10]. Así, también nosotros, en nuestra formación debiéramos aprender, cuando estudiamos al mismo Derrida, qué es lo que no está presente en sus discursos, al estudiar a Foucault, qué es lo no dicho en sus discursos, cuando aludimos enunciados descalificativos a partir de nuestro malestar docente, qué es lo que no decimos.

¿Nada interesa a nuestros alumnos? Si no hubiere interés alguno, tampoco habría deseo; si no hay deseo, tampoco hay vida. No creo que el alumno, ser viviente como yo, carezca de deseos, en última instancia, carezca de vida.

Ya casi sin esperanza decimos: “nada les interesa, no quieren estudiar”. ¿Es cuestión de bajar el nivel? Creo, aquí, se cristalizó un concepto, “bajar el nivel”[11]. Además, ¿qué significaría subirlo? ¿Quién establece dónde se halla el nivel? ¿Cuál es la base horizontal desde la que habría que ascender hasta la cúspide? Referimos a categorías espaciales homogeneizando el punto de partida de los conocimientos previos de los alumnos con el de llegada o estándares preestablecidos. Pienso que ni hay que subirlo ni bajarlo, no es cuestión de transportar espacialmente hacia arriba o hacia abajo. Si el Otro (el adolescente situado) constituye mi subjetividad docente, mi estar es radicalmente diferente.  Si enseño con pasión, debo partir de las posibilidades de mis alumnos, de sus experiencias de vida que entren en diálogo transformador con nuestras experiencias de vida enseñante. Entonces, ya no hablaría más ni de subir ni de bajar el nivel, sino de intentar una “traducción” adecuada. En otros términos, el dilema no es “enseño con calidad o enseño con menor calidad” según estándares preestablecidos, válidos tanto para un adolescente de Bélgica como para un adolescente bantú como para un adolescente colla o de la villa o favela o country de cinco estrellas.

El desafío consiste en, conociendo los modos culturales de mis alumnos en tanto sujetos colectivos, hacer de mis palabras un discurso que pueda lograr que ellos lo atrapen desde sus propios códigos y, por lo tanto, logren pronunciar la propia palabra, trascendiéndola. A tal fin, el diálogo. Éste supone que yo pueda ponerme en el lugar de ellos y, a la vez, ellos puedan ponerse en mi lugar, y no como mero artilugio de la palabra, sino como praxis liberadora/transformadora.

Vayamos a un ejemplo. En el Espacio de Construcción de la Práctica Docente II, segundo año de la carrera de profesorado en filosofía a mi cargo en el Instituto de Formación Docente nº 41 de la Provincia de Buenos Aires, entre otros, intento establecer agenda diciéndole a mis alumnos, futuros docentes, lo siguiente: nunca entren a clase para enseñar a adolescentes la razón en Descartes, la muerte de lo absoluto en Nietzsche, la alienación en Marx. Tensionen la experiencia de los alumnos con la teoría que presentan. Cierto, a partir de aquí habrían múltiples aristas posibles para la enseñanza-aprendizaje, que nos puede llevar a que no cumplamos con el programa. Pero, la pregunta es: ¿nuestros adolescentes para el programa, o el programa desde nuestros adolescentes?

Cuestiones a enseñar, ejemplos:

  • ¿Enseñar Platón para que los alumnos conozcan la Alegoría de la Caverna, donde algún elegido que ha descubierto la verdadera realidad trate de salvar a los condenados a las sombras?, ¿o enseñar Platón para que los adolescentes se cuestionen qué es para ellos su propia realidad, si el cuerpo que viven es la cárcel del alma, cómo son las pasiones del cuerpo que viven, si esas pasiones permiten ser atento al otro desde el otro mismo, etc.?
  • ¿Enseñar Descartes para que los alumnos conozcan las Meditaciones Metafísicas?, ¿o enseñarlas para que los adolescentes interpreten si pueden explicarse a ellos mismos por la mera razón?, ¿cómo pueden explicarse desde las experiencias vividas en un boliche?, etc.
  • ¿Enseñar Marx para que los alumnos conozcan la explotación capitalista?, ¿o enseñar Marx para que los adolescentes interpreten las propias experiencias laborales o las de sus padres a través de los Manuscritos Económico Filosóficos de 1844?
  • ¿Enseñar Nietzsche para que los alumnos comprendan que no hay hechos sino interpretaciones?, ¿o enseñarlo para que los adolescentes se interpreten a sí mismos desde distintas miradas y aprendan construir una perspectiva crítica de los textos, de las voces, de las imágenes?, etc.
  • ¿Enseñar Foucault para que entiendan el ejercicio del poder, sus dispositivos?, ¿o enseñarlo a fin de comprender la propia institución escolar que viven, si la resistencia es posible, si la utopía es posible, aún independientemente del mismo Foucault?
  • ¿Enseñar ciertas líneas de pensamiento posmoderno conservador para mostrar a los alumnos que no hay futuro, que la moral es light, que son indolentes, que no ponen esfuerzo en el estudio, que hay que bajar cada vez más el nivel?, ¿o enseñarlas a fin que piensen si encuentran cerrado el propio futuro, si carecen de deseo, si quienes conviven con ellos, o más allá de ellos, carecen de deseo alguno, qué les importa de la vida, en qué pondrían todo su esfuerzo y cómo viven lo que acontece en la escuela secundaria?
  • ¿Enseñar Lévinas y Dussel para intentar dilucidar textos crípticos o para comprenderse como comunidad de víctimas, en qué sentido comunidad -si es que así se sienten- y en qué sentido víctimas -si es que así se sienten-?

Por cierto, a tal efecto hay que tener el tino adecuado, sensibilidad a fin de seleccionar textos simples de los pensadores/filósofos, o bien construir textos sencillos en tanto respeten sus ideas, tarea nada fácil, tarea proba.

La enseñanza de la filosofía no significa el conocimiento de los filósofos, cuya luz se troque en sombra y produzca pobreza de la experiencia de vida de nuestros  adolescentes.

La práctica de una enseñanza alternativa apunta a que los alumnos se apropien de lo propio, pronuncien la propia palabra, y puedan liberarse de la mera disciplina o disciplinamiento, de la mera bajada del currículum, libro de texto o manual [12]. Sólo así  nuestra enseñanza, nuestros textos, se involucrarán en horizontes significativos diferentes, a efectos de ayudar a intuir mundos reales posibles más justos y solidarios.

En tal sentido, pedagógicamente, radica la importancia de la “traducción”. Traducir: indagar en significaciones lógicas o narrativas, indagar en las argumentaciones o palabras, en las preocupaciones o intereses que surgen como propios de nuestros alumnos, no contemplados en textos o normativas ya construidos. Lo que importa es re-inventar lo que les enseñamos desde sus propias realidades, para que ellos nos interpreten a nosotros/docentes en tanto los interpretamos en sus identidades.

Luchan contra el olvido de la experiencia, o sea, contra el olvido de la lectura de sí mismo -desde encuadres teóricos diferentes- Walter Benjamin, John Dewey, Giorgio Agamben. A partir de aquí, pero en el contexto de una perspectiva decolonial, en la línea freireana, entiendo que en nuestras escuelas la separación entre la experiencia de las comunidades o pueblos y los textos tiene que ver con el olvido de aquélla y la sobrevaloración de “lo dado”, tan caro al positivismo. Ese “dado” se hallaría más allá de los avatares históricos, y respondería solamente al saber constituido en el Norte político, colonial de por sí, colonizador, capitalista y desde los inicios de la modernidad hasta nuestros días. Su propuesta es que los educandos debieran incorporar el saber que los haría “civilizados”, desconociendo la propia experiencia.

Una de las vías para comprender la educación básica es precisamente la concepción unitaria de la lectura de textos y de la lectura de sí mismo. ¿En qué sentido la lectura de textos implica la lectura de sí mismo? ¿Cuáles son las condiciones históricas a partir de las que se separa en pedagogía la lectura de textos de la lectura de sí mismo? Formulo esta apreciación por cuanto pareciera que el texto es un objeto que miro desde fuera y digo lo que dice, sin darme cuenta que en el mismo proceso de leerlo me estoy diciendo a mí mismo, o dicho de otra manera, me pongo a mí mismo en palabras. O bien, me constituyo como persona en la palabra, palabra que es diálogo. Es decir, no es una constitución aislada, sino con-otros, comunitaria, con la posibilidad de múltiples interpretaciones como diálogo abierto o, en su defecto, en su borradura, cierre del discurso, muerte de la palabra, silencio comprimido en la palabra de quienes ejercen el poder, de quienes señorean pretendiendo constituirse en dominus.

 

QUIENES APRENDEMOS A ENSEÑAR, COMPROMISO POLÍTICO

Una institución que forma a docentes en el área de la filosofía, ¿debe formar doctos? Si entendemos docto como muy sabio, ciertamente, sí. El problema radica en cómo definir sabiduría. Sapere, en latín, propiamente, tener gusto, ejercer el sentido del gusto, tener tal o cual sabor.

Kant afirma en ¿Qué es la Ilustración?[13] que la salida del hombre de la minoría de edad requiere de la libertad de hacer uso público de la razón, lo que producirá el tránsito hacia la madurez,  la emancipación de la humanidad. Uno mismo es culpable de la minoría de edad “debido a la pereza y la cobardía”, y en ello incurre la mayoría de los hombres. Es la razón de los doctos de la Europa[14] moderna y colonialista. Nos dice el filósofo: Entiendo por uso público de la propia razón el que alguien hace de ella, en cuanto docto, y ante la totalidad del público del mundo de lectores.”  Si confrontamos dicha idea al absolutismo político europeo es revolucionaria, si la confrontamos con los saberes populares es reaccionaria. ¿Podemos acusar a Kant de reaccionario? Sería tonto juzgarlo desde nuestras categorías y problemáticas actuales, y más considerando sus aportes al pensar humano. El problema no es Kant, sino lo que se hace con él.

¿Cuál es, entonces, el sentido que le asigno al gusto, al saber, sapere?

Entender lo docto como muy conocedor en algún arte y ciencia, con el status de mayor reconocimiento institucional[15], cuestión estrictamente kantiana, es obviar a los pueblos como comunidades de víctimas, es obviar el sentido nacional (natio: relativo al origen, al nacer) de lo popular, es obviar a las mayorías sufrientes.

Veamos.

¿Es la filosofía algo para doctos? ¿Es el debate público para los doctos? Reiterando, muy kantiana y problemática la cuestión en la línea de “Qué es la Ilustración”. El problema radica en la disociación filosofía-praxis. Aparece una filosofía entroncada en los cánones de occidente, donde filósofos hablan a filósofos, pero no hablan al común de los mortales. ¿Eso es bueno o malo? Las disquisiciones argumentales son válidas en cuanto a su sentido. Si sólo para un mundo de doctos, se reducen a un infructífero onanismo intelectual. Dentro de mi praxis en el ámbito del catolicismo aprendí que un discurso teológico tiene sentido si su finalidad es intervenir en la comprensión de las prácticas humanas en orden a la liberación del pecado, en orden al Hombre Nuevo, expresión paulina. La comprensión de esas prácticas dialogalmente, mediatizado un mundo en común. En tanto ello, si el mundo en común es opresor no vale otra cosa que la militancia, pensar con el compromiso de transformar la realidad. A tal fin la resistencia no alcanza, es un imperativo la utopía o un criterio mesiánico que implique lucha. Ésta se inicia no en el más allá sino en las batallas que dan las mismas comunidades de víctimas o pueblos victimizados[16] en el aquí y ahora, en el hoy.

Tampoco vale la argumentación: “como filósofos los maestros no nos entienden”, “los economistas no nos entienden”, etc. El sentido de la filosofía es pedagógico, al decir de Juan Amós Comenio (1592-1670) en su Pampedia[17], salvadas las distancias, tendiente a la paz universal.

Cuando ingreso a un aula plagado de adolescentes y comienzo a enseñarles el racionalismo cartesiano, la “famosa” alegoría de la caverna o lo que fuere, ¿para qué? ¿Sigo como docente en el mundo de las ideas intentando no atravesar el río del olvido por miedo a caer en la historia que vivimos, pues me compromete materialmente?

¿Y cuando proponemos una filosofía intercultural liberadora pero no dialogamos, por ejemplo, con economistas? ¿No haremos, quizá, un “corralito” para significar lo intercultural subsumido en procesos dialogales, si bien necesarios no suficientes, pues ignoran cómo los seres humanos resuelven sus necesidades materiales de existencia?

Si deseo hacer filosofía de la educación debo partir de la praxis educativa, caso contrario, el terreno abandonado es cooptado por los discursos economicistas. Y es lo que aconteció, mientras la filosofía pensó[18], la economía capitalista en su modalidad neoliberal actuó. Así, v.gr., mientras las filosofías reaccionarias pos modernas referían a la muerte de los meta relatos, se imponía el meta relato neoliberal/capitalista.

Si deseo hacer ética filosófica o política debo conocer desde las prácticas concretas de las relaciones de fuerza en el ámbito del sistema “democrático” en que nos hallamos, con nombre y apellido. Por ahí no va el discurrir filosófico, ¡no sea haya compromiso con la realidad!

Concluyendo. ¿Qué es lo que hay que gustar?: simplemente, la vida de los pueblos y su propia liberación de todas formas de opresión.

Relato de una experiencia más

Casi resulta, desde cierta perspectiva, una verdad de Perogrullo la educación bancaria. Tan de Perogrullo que el simple hecho de mencionarla en el ámbito académico pareciera ser redundante, hasta el punto de no querer  pensar más en ella. Valgan, al respecto, algunas experiencias educativas con mis alumnos:

La enseñanza, en general, adolece la ausencia de pensamiento crítico. Me refiero, explícitamente, a lo que denomino crítica interna y crítica externa referida a un texto. La primera bucea en sus posibles incoherencias o limitaciones, la segunda confronta posiciones. Como señalé, en la escuela secundaria ese discurrir brilla por su ausencia. La enseñanza tiende a ser lineal, secuenciada y en la exposición de respuestas por parte de los alumnos. Es que solamente, como tendencia, enseñamos a responder cuestiones que ellos no se han formulado, pero no a preguntar cuestiones que nosotros los docentes no nos hemos planteado. Si, en el sentido de una pedagogía de la pregunta (Paulo Freire), pretendo inquietar a mis alumnos, se vuelven temerosos. Simplemente, por cuanto sus prácticas de aprendizaje no van en tal sentido. Así, dos ejemplos muy concretos que acontecieron en mis aulas:

  1. Explico a mis alumnos que les enseñaré “x” posición filosófica con la cual no estoy de acuerdo. Me preguntan: “si no está de acuerdo, ¿por qué la enseña?” Es decir, supuestamente debo enseñar la posición correcta. Si enseño un contenido, éste es verdadero. ¿Qué aprendieron en sus años de escuela primaria y secundaria? , que el maestro o profesor les baja la verdad, les interese o no la certeza. Y esto último será apreciado en la siguiente experiencia.
  2. Cuando solicito a mis alumnos que tomen posición personal respecto algún texto, muchos de ellos me preguntan, mientras elaboran lo solicitado, “¿está bien, profe?”. No les respondo, y les explico por qué: “si es tu posición, es tu posición, lo que me cabe como docente es señalar limitaciones en la argumentación, pero no valorar ‘si está bien o no’.” ¿Qué ocurre?: los enseñantes y las políticas educativas establecen las condiciones para que a los alumnos les interese más identificarse con el poder para sentirse seguros y no descubrir dentro de un proceso de lucha, dialéctica, la propia identidad y las diferencias en un proceso de diálogo intercultural con otros. ¿Cuál la consecuencia? En principio importa aprobar, secundariamente aprender.
  3. A efectos de un proceso dialógico con otros, ciertas condiciones interesan: 1) un mínimo dominio de los contenidos enseñados, 2) un sentimiento de libertad que el docente estimule en tanto los discentes no se sientan reprimidos u obnubilados por un saber superior establecido, y en tanto no se sientan inseguros al exponer argumentaciones que puedan ser rechazadas por sus compañeros, o porque las consideren inadecuadas o por su afán, también, de identificarse con el poder o por cuanto desvaloricen la palabra de un compañero como pérdida de tiempo.
  4. Luego de haber trabajado “qué significa el pensamiento crítico”, cosa que llevó en juego varias semanas, solicité a mis alumnos que evaluaran la situación de clase (al respecto las pautas fueron muy abiertas para que pudieran explayarse como quisieran). Me llamó la atención la coincidencia, entre otros, en un ítem: “nos dimos cuenta que estamos aprendiendo a debatir entre nosotros”.
  5. Quiero señalar que el aprendizaje de una argumentación crítica mediando el debate por parte de los alumnos no significa que yo, como docente, no les presente mi posición. Sin embargo, desde un perfil ético-político, interpreto como deber, propio de mi rol docente, colaborar con el alumno que mantenga disidencias conmigo, ayudarlo a poner en palabras adecuadas su postura. Para que comprendan dicho propósito, les digo: “¿no les ha ocurrido a veces que no acuerdan con la posición de un profesor y aceptan sus palabras porque carecen de la dialéctica pertinente, pero en el fondo continúan sintiendo una fuerte disonancia con él?

Repensando las experiencias pedagógicas

Al inicio de cada encuentro semanal con mis alumnos sé presuntivamente como transcurrirá la clase. ¿Por qué presuntivamente? Aparece en mí una especie de incertidumbre, pues intuyo que en cualquier momento la certeza se desvanece. Es que no puedo atrapar en el diseño previsto a los alumnos. Los dos grupos a mi cargo, 6º1ª y 6º2ª, de la materia filosofía, son diferentes. El contenido planificado se procesa a través de las experiencias de vida de los alumnos[19]. De ahí que los contenidos que pretendo enseñar, si bien anticipadamente pueden ser similares, en proceso no lo son. Es por ello que la seguridad que me ofrece el limitado[20] saber que creo saber, de pronto, se desvanece. En el imaginario de los alumnos aparezco en calidad de soporte seguro, cuando mi propio imaginario carece de estabilidad, en tanto lo que importa es delinear un camino juntos, de modo tal que al finalizar la clase nadie sea el mismo que al inicio, nadie sepa lo mismo que al inicio.

Y en tal rampa de partida disfruto de lo que será una aventura que, como tal, no siempre al concluir “siento” sea enriquecedora, más allá de mi perspectiva cargada de subjetividad en la apreciación, aunque comprenda que la materia no es una clase.

Transmito a mis alumnos la situación de “disfrute”, cosa que no entienden, pues un profesor “viene a cumplir con su obligación de enseñar” y en otros casos “viene a robar”. En una oportunidad les dije “estoy enamorado de Uds., los amo”. Me miran perplejos como diciendo “eso se dice a una chica”[21]. Cuando comento que expondré en un evento las experiencias de clase que tengo con ellos, de pronto, alguien me dice “profe, supongo que no va a decir que está enamorado de nosotros”. Trabajamos, entonces, el sentido del “disfrute”. Etimológicamente significa sacarle jugo al fruto  y, en nuestro estar, matarlo para que acontezca una vida más rica, más plena. Sin embargo, intento reflexionemos que no siempre se “disfruta” con ese espíritu, pues hay disfrutes que concluyen en muerte y nada más, muerte de la experiencia de vida. Y mi disfrute aquí es enseñar pasionalmente compartiendo, amén del sello personal que imprimo en los contenidos.

Cuando les agradezco la clase que compartimos pues “disfrutamos mucho aprendiendo”, al unísono aplauden espontáneamente con algarabía. Es que necesitan ser reconocidos personal y comunitariamente.

Usualmente, en el inicio de una clase me anticipo a la enseñanza con algunas gracias (chistes o algo parecido) que, independientemente de sus ocasionales enunciados, también implican códigos a aprender. Intento provocar distensión, debilitar el temor, no tomar “en serio” lo que yo como docente les diga, y no por mero relativismo, pues la seriedad recién aparece cuando ellos pueden disfrutar creativamente el encuentro o clase. Hasta que algún alumno me dice: “profe, me aburro”, afirmación que significa un “cable a tierra” si ese estado de ánimo es generalizado.

Valga la siguiente aclaración: a mi criterio la enseñanza de la filosofía no es como un juego, pero tampoco un suplicio ni una especie de tercera posición que pretende combinar juego con esfuerzo. Mientras el juego tiene finalidad en sí mismo[22], más allá de los logros reales, la enseñanza de la filosofía es crítica al sentido común para transformar liberadoramente la propia realidad como sujeto comunitario. De ahí la valía del pensamiento crítico.

Pensar críticamente es pensar libremente. Pensar libremente no es desechar los saberes constituidos históricamente, mas bien partir de aquéllos. Les digo: “nadie puede amar obligadamente, como así tampoco nadie puede pensar[23] obligadamente”. Entre tanto, mantengo la fuerte convicción que la libertad es por justicia, pues la justicia no es consecuencia de la libertad[24], sino a la inversa, la libertad es el desarrollo de la justicia.

Y con la finalidad de ese pensar, siempre explico los criterios pedagógicos con los que enseño, criterios que además son contenidos de enseñanza, aunque pretenda ignorarlos. Cuando los explico, utilizo la palabra “creo”. Ahí me preguntan: “¿profe, por qué dice a cada rato ‘creo’?” Les respondo: “porque no tengo la verdad absoluta, el profesor no enseña la verdad”, cuestión que da pie a trabajar el problema de la verdad o al menos algunas vetas del problema, que reiteraré en otros momentos. La prudente reiteración de conceptos fundamentales resulta imprescindible, precisamente porque no tengo a mi disposición los artilugios de las técnicas publicitarias.

Epílogo

Siendo que el libro La escuela como práctica política, publicado por la Asociación del Magisterio de Entre Ríos, AGMER, lo dedico “a mis maestros, de quienes tanto aprendí, los alumnos de la Escuela de Educación Técnica nº 1 de Almirante Brown, ciudad de Longchamps, Provincia de Buenos Aires”, sentí la necesidad de relatar qué es lo que aprendí de esos mis maestros[25], y en un lenguaje sumamente sencillo para su difusión, sin una explícita carga conceptual erudita de textos académicos, aunque quienes conocen de dichos ámbitos se darán cuenta acerca del sustento de autores y posiciones. Y para finalizar: gracias.

 Créanme, como docente me siento muy débil, muy limitado. Y, precisamente, mi fuerza está en mi debilidad, cuando me dejo atrapar por el Otro, cuando me dejo interpelar por el Otro, mi alumno, mis alumnos.

 

 APÉNDICE. NO A MODO DE RECETA

Digamos, lo siguiente como pauta, aunque a veces hubieren modificaciones, pero siempre partiendo de la lectura de un texto filosófico.

Para comprender filosóficamente, los alumnos tienen que toparse con textos filosóficos. Pero… los estudiantes tienden a no leer en sus casas. Entonces, preparaba algunos textos de filósofos (a veces tenía que traducirlos a un lenguaje comprensible por ellos). Primero les enseñaba a leer un texto, no muy extenso, de no más de dos páginas (ojo, para un alumno de escuela secundaria quizá sea extenso):

  1. lectura global sin detenerse demasiado aunque no entendieran, luego lectura párrafo por párrafo, para nuevamente hacer una lectura global, obvio, esto requería absoluto silencio y concentración en la lectura,
  2. acto seguido, conversar con el compañero de banco acerca de la intelección del texto,
  3. luego la puesta en común, para todos, así poder apreciar, todos juntos, cómo se había interpretado el texto,
  4. desde ahí, un nuevo momento de trabajo, para que pudieran ver cómo impactaba la cosa en la vida de ellos (a veces individualmente, otras con el compañero, otras de a cuatro, depende de la problemática en juego),
  5. y finalizar con una puesta en común y discusión, tensionando el texto con las experiencias de vida de los estudiantes adolescentes.

Ciertamente, este tipo de tarea hacía que “no cumpliera”  con el programa oficial por cuestiones de tiempo, pero, entonces, mentía en el libro de temas bajo la consigna de que había que mentir bien para poder enseñar.

Autor: Miguel Andrés Brenner

[1] Brenner, Miguel Andrés (2011). “La escuela como práctica política.” Paraná, Provincia de Entre Ríos, Argentina. Editorial AGMER (Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos).

[2] Pueden haber ejemplificaciones, pero difícilmente una reflexión acerca de la propia práctica.

[3] Término que no me resulta muy agradable pues alude a “poner al alcance del vulgo”.

[4] Dejo constancia que no toda crítica al neoliberalismo es crítica al capitalismo.

[5] Emilio es la obra pedagógica de Rousseau. La afirmación que comento aparece en el capítulo primero del texto: “El pobre no tiene necesidad de educación; la de su estado es forzada y él no sabría alcanzar otra…”  “Escojamos, pues, a un rico; estaremos seguros al menos de haber hecho un hombre más, en lugar de que un pobre pueda llegar a ser hombre.” “…no me pesa que Emilio tenga linaje.”  Rousseau, Juan Jacobo. Emilio.  Biblioteca EDAF. Madrid. 2003. Pg.54.

[6] Disfrutar: el prefijo “dis” significa negación, en nuestro caso “negación del fruto”. Muerte del fruto no en vano, no como mero acto de consumir o placer fugaz y luego la nada. Sí, muerte del fruto que fecunda la esperanza.

[7] No sólo afirmo la presente cuestión desde mi experiencia docente, pues realicé una indagación acerca de la imagen que tienen del “buen” y del “mal” profesor.

[8] Diferencio didácticamente entre sentir y pensar, para los que doy diferentes momentos secuenciados.

[9] Evangelio según San Lucas 10, 29-37.

[10] El sentido de la arqueología del saber es revelar como una disciplina ha desarrollado normas de validez y objetividad.

[11] Nivel: del latín vulgar libellum, en latín clásico libella diminutivo de libra o balanza. Instrumento que sirve para reconocer si un plan es horizontal o no, y para averiguar la diferencia de altura entre dos puntos.

[12] Las siguientes ideas pertenecen al capítulo de mi libro titulado “Las reformas educativas y los manuales”. Publicado por la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos -AGMER- en Paraná, noviembre de 2011.

[13] Kant, Immanuel. ¿Qué es la ilustración? <www.biblioteca.net> (consulta: 2 de abril de 2008)

[14] “Jamás hay que olvidar que la ‘Aufklärung’  es un evento o un conjunto de eventos y de procesos históricos complejos, que se ubican en un cierto momento del desarrollo de las sociedades europeas.” Foucault, Michel. ¿Qué es la ilustración? < www.biblioteca.net>  (consulta: 2 de abril de 2008) El periódico alemán Berlinische Monatschrift publicó, en noviembre de 1784, el escrito de Kant ¿Was ist Aufklärung? Foucault, con el mismo nombre, hace un análisis del mismo.

[15] La inflación de títulos en un sistema de mercado hace a su devaluación, se perfila al menos como tendencia. Actualmente comienza a hablarse de “pos doctorandos”.

[16] Aclaro, si digo comunidades de víctimas es porque también hay comunidades de victimarios; si digo pueblos victimizados es porque también hay pueblos victimizadores. Esta disquisición no aparece en la obra de Enrique Dussel.

[17] Comenio (nació en  Checoslovaquia, 1592-1670) apelaba a una consulta, De rerum humanatio emendatione consultatio catholica (Consulta general para el mejoramiento de las cosas humanas) pues sin dicha emendatio (liberación) ninguna reforma educativa era suficiente. En ese contexto, bregaba por una escuela donde enseñar todo a todos, varones y mujeres, ricos y pobres, nobles y plebeyos. Sugiero no ingresar en la crítica acerca de qué significa todo, ya en aquella época su postura era revolucionaria. Cfr. Comenius, Jan Amós. Didáctica Magna. Ediciones Akal. Madrid. 1986. Alguno de sus capítulos: VIII. Es preciso formar a la juventud conjuntamente en escuelas, IX. Se debe reunir en las escuelas a toda la juventud de uno y otro sexo, X. La enseñanza en las escuelas debe ser universal. Algunas ideas más de Comenio: a) el maestro debe primero conocer lo que enseña, enseñar lo que convenga por la edad, enseñar todo por los sentidos y para el uso presente, b) en cada pueblo una escuela con patios, jardines y las paredes de los salones adornados con cuadros, c) los niños de escasos recursos deben recibir gratis ropa, libros y materiales escolares, d) los padres hagan de su visita a la escuela una fiesta y los niños vayan con alegría.

[18] Al respecto menciono la obra de Carlos Cullen “Crítica de las razones de educar” (publicado en Buenos Aires, 1997, por la Editorial Paidós), pues en la década del noventa, tratando de resignificar (actualmente nos encontramos con la moda de la resignificación, que significa ni más ni menos el triunfo del capitalismo vigente con sus políticas de incertidumbre) no formuló una crítica transformadora, perdió el tren de la historia, o lo dejó perder. Así, por ejemplo, el capítulo 4º  referido a las “competencias” educativas, término que me produce escozor, término revulsivo. Veamos, entre otras, la siguiente afirmación: “Digamos, finalmente, que la competencia científico-tecnológica, como logro de este nivel educativo /polimodal/, es componente esencial del perfil generalista y flexible, que parece hoy el más adecuado para aprender las continuas variaciones de la demanda laboral.”  Pg. 103.

[19] Ocurre que grupos de alumnos no comprenden la noción “experiencias de vida”.  Así, cuando solicito relaten o narren algunas, a fin de tensionarlas con cierta posición teórica constituida, me preguntan “qué significa ‘experiencias de vida’.” Y reconozco a veces tengo dificultades para clarificar dicho significado. Es que dentro de sus experiencias de aprendizaje ellos son “desaparecidos”, pues las prácticas  curriculares no los consideran. Los contenidos a enseñar son los establecidos en los saberes tales como, v.gr., la ley de Ohm, el teorema de Tevenin, el Quijote de la Mancha, que supuestamente los conducirían a desarrollarse en calidad de ciudadanos.

[20] En el imaginario de los discentes, el docente que consideran sabe lo que enseña, lo sabe absolutamente.

[21] Los dos grupos de alumnos pertenecen a una escuela técnica con modalidades tradicionalmente “varoniles”.

[22] El juego también puede ser competitivo, donde uno gana porque otro pierde.

[23] Diferencio pensar de entender, en un sentido hegeliano y freireano. Pensar implica la dialéctica y la dialógica a la vez, mientras que entender implica un recorte, un fragmento arbitrario, donde la horizontalidad del otro difícilmente pueda ser considerada en tanto el docente transmite saberes constituidos.

[24] Ideario propio del liberalismo. Es uno de los serios problemas de la democracia liberal que, aún muchos sectores “progresistas”, obvian como problema.

[25] Siempre que considere oportuno,  señalo a mis alumnos qué estoy aprendiendo de ellos. Es importantísimo se sientan valorados.AQutpt

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La educación filosófica en la era digital

Por: Pedro Feal Veira.

Es imprescindible que el sistema contribuya a la formación de un criterio propio, autónomo y crítico en las mentes de los más jóvenes

En una sociedad de la información como la nuestra, plenamente mediatizada por la tecnología digital y por la que circulan continuamente millones de datos sin contrastar, es imprescindible que el sistema educativo contribuya a la formación de un criterio propio, autónomo y crítico, en las mentes de los más jóvenes que les ayude a discernir entre lo verdadero y lo falso, lo valioso y lo desestimable, lo decente y lo indecente, lo justo y lo injusto, dentro del inmenso aluvión de mensajes que reciben a diario en sus móviles, ordenadores y demás aparatos electrónicos. Discernir, por ejemplo, entre bulos (fake news) y auténticas noticias, o entre romanticismo y pornografía, o entre una teoría política coherente y el fervor populista sustentado en un manejo interesado de las emociones por parte de líderes más o menos carismáticos.

Por este motivo, la enseñanza de la Filosofía, antigua pero —como el mar del poema de Valéry— siempre recomenzada y perenne disciplina del pensamiento, se vuelve más necesaria que nunca, siendo como es una reflexión racional en la que se analiza con rigor qué es real y qué no lo es (ontología), qué es la verdad y cómo conocerla (epistemología o teoría del conocimiento), cuáles son los valores y normas morales que debemos seguir (ética), qué son la belleza y el arte (estética) y en qué consiste lo justo en la sociedad y en el ejercicio del poder (filosofía política). Además, la lógica estudia las formas válidas de razonamiento en contraposición a las falacias, y la metodología, los procedimientos de investigación, descubrimiento y comprobación científica de las afirmaciones y hechos. El aprendizaje de estas disciplinas filosóficas entrena al intelecto a discernir lo legítimo de lo espurio, lo auténtico de lo simulado, lo cierto de lo manipulado. Y el resultado es el desarrollo de una capacidad de juzgar (krinein, en griego) o criterio, que hace posible aplicar, en un primer momento, la duda metódica como filtro de las múltiples informaciones que recibimos sin desbastar, y en una segunda fase, asumir como válidas aquellas que pasen la prueba de la veracidad, la fiabilidad y la transparencia, así como los controles intelectuales de la ética, la estética y la política racional.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/02/06/opinion/1549445588_649435.html

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Darío Sztajnszrajber, el profe de filosofía que la rompe en Argentina

Argentina / 21 de octubre de 2018 / Autor: Karen Espíndola / Fuente: El Desconcierto

Darío se ha convertido en un fenómeno en el país trasandino logrando sacar del aula a la filosofía, llevándola a la radio, la televisión, ¡y a las calles!. Sus últimos libros son “¿Para qué sirve la filosofía? (2013) y “Filosofía en 11 frases” (2018). El 6 y 7 de noviembre estará en Chile y nos adelanta sus reflexiones y propuesta en una conversación con El Desconcierto.

“Yo diría que la filosofía en sí misma es un ejercicio de desnaturalización permanente, y en eso radica su fuerza y también su molestia”.

Es docente de filosofía de la Universidad de Buenos Aires y su apellido se pronuncia –según reza la biografía de su Twitter (@sztajnszrajber)– “Shtain-Shraiber”. Darío se ha convertido en un fenómeno en el país trasandino logrando sacar del aula a la filosofía, llevándola a la radio, la televisión, ¡y a las calles! Sus últimos libros son “¿Para qué sirve la filosofía? (2013) y “Filosofía en 11 frases” (2018). Este último, lleva 23 semanas entre los más vendidos de Argentina. Pero Sztajnszrajber no es solo un docente, escritor y comunicador innato. También ha sido un comprometido luchador por la emancipación de la mujer.

Y aunque tiene una pesada agenda recorriendo Argentina con sus charlas, se detuvo por un momento para contestar algunas de nuestras inquietudes sobre la filosofía, la religión, su posición frente al debate acerca del aborto y su próxima visita a Chile, en el mes de noviembre.

– Hace unos meses atrás, en Chile se puso en cuestión la enseñanza de la filosofía (idea que finalmente no prosperó). Por su parte, la enseñanza de educación cívica fue eliminada de la malla curricular obligatoria en 1998 y solo el 2019 volverá a ser obligatoria bajo el nombre de “Educación Ciudadana”. ¿Qué te parece esta situación? ¿Qué importancia le das a la enseñanza de la filosofía y la educación cívica en los colegios?

-Creo que todo intento de extirpar de la currícula la disciplina filosofía es una manera que tiene la educación de inmunizarse así misma de sus propias contradicciones, porque básicamente lo que la filosofía genera al interior de una currícula, casi como una voz de alerta socrática, es recordar que no estamos produciendo entidades subjetivas al servicio de un dispositivo gerentocrático sino que reviviendo la vieja paideia griega. Lo que estamos es formando seres conscientes de sus propias ambigüedades, de su propia contingencia, y sobre todo de la necesidad de construcción con otro. Obviamente la filosofía es un espacio anti disciplinario, que tiene que vérselas con las paradojas de promover pensamiento crítico en un marco normativo, pero que más allá de eso, siempre resultó una materia molesta porque de algún modo está provocando en los alumnos el cuestionamiento permanente de aquello que van vivenciando en su cotidianidad. Entonces, lo fácil en todo proceso de autoinmunidad, es sacarse de sí mismo lo que uno considera elementos nocivos, pero sabemos como muchas veces termina la autoinmunidad, generando esta especie de manías de seguridad o de obsesión de defensa contra sí misma que muchas veces termina autodestruyéndose.

-Ligado al tema educativo, un científico y escritor que he seguido últimamente, Richard Dawkins, afirma que el adoctrinamiento religioso infantil debiera ser considerado una especie de abuso infantil. ¿Qué opinas?

-Yo creo que el abuso del que habla Dawkins es igualmente pensable para todo abordaje dogmático de cualquier disciplina. Yo creo que el adoctrinamiento religioso, que se encierra en su concepción metafísica como única verdad, obviamente tiene un profundo rasgo antidemocrático. Pero te soy sincero, me hace más ruido cuando el pensamiento supuestamente crítico o ateo en el caso religioso, termina siendo más religioso que el religioso, haciendo del lema ateo, un dogma. Yo creo que el problema no es la religión sino el dogmatismo y creo que en ese sentido si uno liberase lo religioso de sus dogmas, se encontraría con textos, reflexiones y preguntas fascinantes. De hecho, gran parte de la filosofía o incluso de la ciencia, y ni hablar de la política, permanentemente están secularizando y resignificando motivos religiosos. Entonces, como decía Nietzsche, el problema con la muerte de dios no es dios sino la verdad, de la cual dios es solo una imagen más. Habremos matado a dios –dice Nietzsche en La Gaya Ciencia– pero aún seguimos adorando sus sombras, y a veces esas sombras son las que construyen estas prisiones en las que estamos encerrados. O tal vez dios sea siempre una sombra de la que uno cree que no puede salir.

Digo, en conclusión, es evidente el dogma religioso, y estamos todos del otro lado junto a Dawkins, combatiéndolo, pero también está buenísimo que nos peleemos contra todo dogma, incluso contra aquellos que a nombre del dogma cuestionan el dogma religioso, porque terminan reproduciendo –en el fondo– lo mismo que quieren combatir.

– ¿Crees que en la actualidad es necesaria la idea de un dios?

-A mí me parece claro el esquema. O sea, retomando la pregunta anterior, incluso te diría que el problema es “La Verdad” –con mayúscula– más que con qué contenido rellenamos ese dispositivo de producción de lo verdadero. Y en ese sentido creo que tanto un creyente como un ateo están reproduciendo una metafísica, de manera soterrada, porque ambos en algún punto sostienen afirmaciones desde la verdad y a mí por lo menos me hace ruido eso: la posibilidad de acceder de modo tan taxativo a una verdad. Yo no podría firmar con tanta soltura que no hay algo más, del mismo modo que podría afirmar, con mucha soltura, que ninguna de las interpretaciones dogmáticas de las religiones institucionales a mí me convence, porque no me pueden dar una respuesta acerca de esa pregunta.

Por eso creo, de nuevo siguiendo a Nietzsche –y a Derrida también–, que no se trata de matar a Dios, sino que se trata de, una vez muerta la verdad, entender la metáfora de Dios en función de nuestras necesidades existenciales (por llamarlo de algún modo). Y entonces, sí creo que hay una necesidad siempre de la pregunta para cada época. Para mí, dios es apertura. Es la pregunta que irrumpe ante la conciencia de nuestras propias limitaciones. Que lo hayan llamado dios y lo hayan empezado a adorar es traicionar esa pregunta. Nadie ha traicionado más nuestra voluntad, nuestro deseo religioso, que la religión. Entonces, no me peleo con lo religioso, que no lo veo más que como el impulso permanente por trasgredir el límite; esa necesidad de siempre seguir preguntando y de no contentarte con lo que se te dice que se resuelve en el más acá.

Ahora, claramente las religiones institucionales son más un producto del más acá, porque justamente abandonan la pregunta por el más allá.

-¿Qué opinas del concepto “naturaleza humana”, usado muchas veces como un eufemismo para sugerir la idea de que los seres humanos son de una determinada manera (principalmente en cuanto a su sexualidad)?

-Claramente el concepto naturaleza humana es el que mejor plasma el nexo constitutivo que hay entre el poder y el saber, donde cualquier tipo de poder, en la medida en que logra postular su propio interés como algo propio de la naturaleza del ser humano, consigue de ese modo detener cualquier ejercicio de resistencia. Nadie va a pelearse ni hacerle la revolución a algo que se presenta como parte de la naturaleza de las cosas. Por eso los que abogamos por una filosofía de la deconstrucción, entendemos que no hay mejor manera de hacer una filosofía revolucionaria que deconstruyendo sobre lugares comunes donde se postulan rasgos naturales de cualquier cosa para justificar primacía. El caso de la sexualidad es el caso extremo, o el caso donde, por ahí, más cuesta verlo. Por eso, no es casual que a partir de Foucault se haya puesto tanto el acento en la deconstrucción de la identidad sexual. Porque uno puede ir entreviendo muchas construcciones culturales que luego se hacen pasar por naturales, pero en la sexualidad uno sigue creyendo que implica un rasgo orgánico, algo que viene con nosotros y todas esas características profundamente economicistas que tiene la sexualidad, y que justamente la sacan fuera de todo ese horizonte abierto, infinito de opciones que promueve lo sexual. Entonces, es una pelea deconstructiva diaria, ir todo el tiempo desnaturalizando. Yo diría que la filosofía en sí misma es un ejercicio de desnaturalización permanente, y en eso radica su fuerza y también su molestia.

-Argentina viene saliendo de un gran debate sobre el aborto (en Chile recién el año pasado se aprobó la despenalización del aborto bajo tres causales específicas). ¿Cómo viste el debate en general? ¿Qué fue lo que más te impactó (positiva y/o negativamente)?

-Mirá, por un lado, te diría que fue muy positivo el cómo se fueron estructurando las posiciones. La visibilización de la lucha de la mujer por su propia emancipación es un gran logro que el debate por la ley del aborto logró de algún modo representar o espejar. O sea, la derrota en la votación en el Senado no opaca la posibilidad de que el tema haya circulado y que entonces, siempre los que creemos en la educación, los que somos docentes, vamos a ponderar cuando en la opinión pública un tema puede ser debatido.

Después lo que tenés es obviamente posiciones muy pobres. Era muy difícil encontrar en aquellos que están en contra del aborto, postulaciones o justificaciones convincentes, profundas, desarrolladas. No sé si en todos los casos –hablaron 700 personas, distintos expertos– pero en la mayoría, las posiciones en contra del aborto no podían sino salirse de posturas muy simplistas, reduccionistas o profundamente metafísicas, que imposibilitaban cualquier tipo de cruce. Me parece que el hecho de que el debate haya circulado por todos lados, genera la necesidad de repensar estos temas en la agenda. O sea, cuando la agenda se corre un poco de lo que el poder –principalmente económico-mediático-político– impone como temas importantes, siempre es bienvenido, más allá de que después se haya o no aprobado. Obviamente los que estamos a favor de la ley, seguiremos trabajando año a año para que la ley finalmente se apruebe Y el dolor por esta derrota no opaca esta toma de conciencia social y la posibilidad de seguir dando esta lucha en los años venideros.

Sacando la filosofía fuera de las aulas

-¿Cómo surge la idea de realizar clases de filosofía para un público general que le interesa el tema, pero que no tienen mayores conocimientos o que no son estudiantes de filosofía? ¿Fue tu idea difundir las clases en Youtube?

-Lo que pasó fue que en Argentina hubo un proyecto muy específico, muy concreto, llamado “Canal Encuentro” que es una apuesta por parte de la gestión anterior a la de Macri, la de los gobiernos kirchneristas, por crear el canal de televisión del Ministerio de Educación y trabajar fuertemente en nuevos formatos audiovisuales que pudieran acercar y generar un acceso –sobre todo en principio– al público escolar de las temáticas tradicionales del saber, pero que, en términos de crisis áulica, no convocaban, no erotizaban, no producían transferencia. Antes que nada, Canal Encuentro fue una revolución pedagógica. Al día de hoy se siguen usando muchísimos de nuestros programas en las aulas. Entonces, ese fue el comienzo, que por ser un canal de televisión que estaba en la grilla, empezó a ser visto por gente más allá de la comunidad escolar. Y entonces nos fuimos dando cuenta que haber abierto el aula a un público masivo también rendió sus frutos en términos de convocatoria, de interés. Yo creo que es una gran reivindicación de la labor docente que, en general, nuestra sociedad la reduce a una cuestión institucional. A todo el mundo le encanta poder seguir trabajando su deseo de saber (de ahí viene la palabra filosofía) y en la medida en que vós les propongas formatos entretenidos, conmovedores, que cotidianicen las grandes temáticas epistémicas en la vida diaria y que uno se la puede apropiar como para pensar su propia existencia, siempre va a ser valorado.

Acá hubo una gran apuesta a renovar lo que podemos llamar, a grandes rasgos, la televisión cultural y educativa que siempre se reducía a dos tipos de barba hablando con potos en el medio. ¡Y funcionó! Y funcionó tanto que desbordó el aula tradicional y te diría, nietzscheanamente, generó la muerte del aula en algún punto. Lo digo distinto: En tiempos de muerte del aula, el parangón de la muerte de Dios nietzscheano, hoy, todo es aula, también un programa de televisión, también este tipo de construcción con un otro (el estudiante) que va por otro lado. Muchos devotos fanáticos de nuestros programas de televisión se aburren en el aula. ¡Y aprenden! Y no porque el canal de un programa de televisión pueda, o una clase en YouTube como después fuimos subiendo, o programas de radio o porque nuestros espectáculos teatrales y musicales puedan resumir todo lo que se hace en el aula. Porque el problema del aula no es hoy de contenido sino de transferencia. De que le suceda algo al alumno, que no lo vio burocráticamente como un momento perdido. Creo que algo de eso pasó con el proyecto Canal Encuentro, y me parece que a partir de ahí hubo muchos divulgadores que empezamos ahí y después fuimos llevando nuestra disciplina y nuestros proyectos en otro formato, pero siempre con esa vocación de generar divulgación.

-Si tuvieras todo el tiempo que quisieras para escribir un libro, ¿sobre qué trataría? 

-Mira, claramente ese libro tendría que ver con las grandes preguntas existenciales. No dejan de ser las clásicas y las que se van –diría Baudelaire– vistiéndose con el ropaje de la época. Pero no dejan de ser, por nombrar a tres, la muerte, dios y el amor. De hecho, mi próximo libro lo estoy pensando un poco en una de esas líneas; pero si tuviera todo el tiempo iría por ahí, tal vez elegiría a dios. La muerte es el tema, en realidad, que más me preocupa, pero como diría Heidegger, sigo pensando que todavía falta mucho tiempo, que ya voy a tener tiempo para pensar la muerte cuando esté más cerca. Muy loco, porque me podría morir ahora, pero es como que uno no quiere verlo.

Pero el tema desde entender el sinsentido originario es como lo que más me calienta (decimos acá, de excitación) para encarar un trabajo de investigación abrumador. Tratar de entender el porqué del porqué.

-¿Cuál es tu libro de filosofía preferido? ¿El que más te voló la cabeza? 

-Fueron cambiando a lo largo del tiempo. Hoy te diría, “Dar el tiempo” de Derrida es un libro que me sigue partiendo la cabeza mal. Y el Zaratustra de Nietzsche fue como un hito, El Manifiesto Comunista también, para ir a los clásicos. Hoy me impacta y me convoca mucho toda la filosofía biopolítica, la obra de Roberto Espósito, por ejemplo, me encanta por donde va, y bueno, la filosofía de género hoy en día tiene el punch que tuvieron otros movimientos en otros tiempos. Leer a Judith Butler o a Paul Preciado me parece imprescindible y todavía como que me abre la cabeza. Y bueno, de los clásicos, Epicuro es un autor que me lo leí de más jovencito. Me descolocó. Y “El Banquete” de Platón es un libro para llevar a todos lados. “Ser y el tiempo”, de Heidegger también, son esos libros que me lo llevaría a la tumba. Y también La Biblia me la llevaría enterita, con el antiguo y el nuevo testamento, son esos libros que cuando uno se anima finalmente a perderles el respeto, los abre y empieza a aprovecharlos desde otro lugar.

-Finalmente, ¿Vendrás pronto a Chile a dar alguna clase pública o a presentar tu último libro “Filosofía en 10 frases”?

-Sí, se supone que el 6 y el 7 de noviembre. Estamos ultimando detalles, pero estaríamos en Santiago, en principio, con alguno de los sellos del grupo editorial Planeta. Estaría presentando “Filosofía en 11 frases”, además de hacer notas como esta en los medios, y de hacer una presentación abierta en algún teatro donde estaríamos dando una charla de dos horas, en algunos de esos dos días.

Así es que felicísimo de ir para Santiago finalmente. Estuve el año pasado, pero de vacaciones, y era fuerte porque me pasó –no te miento– que por lo menos una vez por día alguien me paraba porque me conocía por los videos o por los programas. Así es que más allá de la cantidad, es impresionante la gente que me escribe en las redes, de distintos lugares de Chile. Sé que siguen un poco esta línea y que hay mucha avidez por la filosofía Así que yo estoy absolutamente entregado y deseoso de poder visitar Chile y de poder no sólo presentar el libro sino después hacer los shows de filosofía y música y todo lo que se pueda.

Fuente de la Entrevista:

http://www.eldesconcierto.cl/2018/10/15/dario-sztajnszrajber-el-profe-de-filosofia-que-la-rompe-en-argentina1/

ove/mahv

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España: El Congreso pide por unanimidad que la Filosofía vuelva a ser obligatoria en Secundaria

Europa/España/18 Octubre 2018/Fuente: El país

La intención es que los alumnos tengan que cursar Ética en 4º de secundaria e Historia de la Filosofía en 2º de bachillerato

Los grupos PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos han aprobado este miércoles una proposición no de ley en la comisión de Educación del Congreso de los Diputados que refuerza la presencia de la asignatura de Filosofía en los institutos. La intención de los partidos es que Ética vuelva a impartirse en 4º de secundaria con carácter obligatorio, y en 2º de bachillerato Historia de la Filosofía. El PP, que fue quien arrinconó la asignatura, desde el pasado año mostraba su interés en recuperarla. “No podemos permitir que ningún alumno termine la enseñanza obligatoria sin tener conocimientos filosóficos», apuntó entonces su portavoz de Educación, Sandra Moneo.

La Filosofía salió muy mal parada en la reforma del currículo que estableció la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), más conocida como ley Wert, que se aprobó en 2013. En esta ley se mantuvo como troncal la materia de Filosofía de 1º de bachillerato, pero se eliminó el carácter troncal de la Historia de la Filosofía de 2º de bachillerato y de Ética de 4º de la ESO.

En 4º de secundaria Ética es una optativa sin apenas carga horaria y alternativa a Religión. Para muchos, un hueso en comparación con Religión considerada una «maría» que se aprueba sin dificultad. En Madrid, de hecho, las matriculaciones en Religión se dispararon con el cambio de currículo.

«La Filosofía es la única materia de bachillerato que se encuentra en una situación anómala, ya que es troncal en 1º de bachillerato y obligatoria para la prueba final de etapa, pero el alumnado puede no volver a verla en 2º de bachillerato», explica Unidos Podemos en su proposición respaldada por unanimidad. Muchas comunidades autónomas, que tienen un pequeño margen de actuación en los currículos, han incluido estos años Historia de la Filosofía como obligatoria en muchas ramas del bachillerato. Pero ahora lo que se quiere imponer es su carácter común e ineludible en todos los itinerarios formativos.

La Red Española de Filosofía (REF), que aúna a 56 asociaciones de filósofos de toda España, ha estado movilizada desde la promulgación de la LOMCE en 2013 contra la supresión de esta materia. Durante estos seis años han organizado olimpiadas, congresos, debates e incluso justas callejeras, para llamar la atención sobre la necesidad de la filosofía para la articulación democrática de la sociedad.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2018/10/17/actualidad/1539790211_552468.html

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España: Una asignatura pendiente: la filosofía en la secundaria

Europa/España/19 Julio 2018/Fuente: El país

El miércoles conocíamos la batería de medidas con las que el Ministerio de Educación quiere desactivar los elementos más controvertidos de la LOMCE. La Red Española de Filosofía (REF) ha estado movilizada, incesantemente desde su promulgación, contra dos de los aspectos de esta Ley: -la eliminación de la Historia de la Filosofía como asignatura obligatoria en 2º de Bachillerato y -el hecho de que el alumnado no tuviera acceso, en condiciones de igualdad, a la formación ética y cívica. Asimismo, hemos criticado, con determinación, que la LOMCE, en convergencia con recortes draconianos, abundaba en la inequidad y la segregación y erosionaba la escuela pública.

La ministra Celaá anunció en su comparecencia la introducción de una asignatura obligatoria para todo el alumnado con el nombre de “Valores cívicos y éticos” que recoge la aspiración de la comunidad filosófica española de una formación integral, igualitaria e inclusiva en ética y competencias ciudadanas. La REF, sin embargo, alerta de la necesidad de no incurrir en errores pasados, en cuanto a la implementación de la asignatura, para asegurar su carácter vertebrador tal y como recomiendan las directivas europeas y la UNESCO, en el currículo de Educación Secundaria. El profesorado de Filosofía es el más indicado, dada su cualificación, para abordar los contenidos y el desarrollo de las competencias de una asignatura que contemple núcleos temáticos relacionados con la ética individual y pública, con la igualdad, la equidad y la justicia social, así como con la enseñanza de los marcos normativos de los Derechos Humanos y la Constitución.

Sin embargo, al mismo tiempo, la preocupación se extendía en la comunidad filosófica española, y en gran parte de la ciudadanía que ha participado en las campañas de “Salvemos la Filosofía”, por no encontrar referencia a la restitución de la Historia de la Filosofía como asignatura obligatoria en el Bachillerato que, recordamos, contaba con el consenso de todas las fuerzas políticas en la mesa del malogrado Pacto Educativo. La REF mantiene que la vuelta a la situación anterior a la LOMCE es fundamental, y así lo defendió, en su momento, la misma ministra de Educación, en el Parlamento de Euskadi, al reaccionar con prontitud contra la LOMCE y defender una Proposición No de Ley que instaba a utilizar el margen autonómico para no abandonar aspectos fundamentales de la LOE. Asimismo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se comprometió públicamente a restituir a la Filosofía en el lugar que le corresponde cuando se le preguntó a este respecto en el contexto de la campaña de “Salvemos la Filosofía”. Desde la promulgación de la LOMCE la mayoría de las Comunidades Autónomas han utilizado su margen de actuación para garantizar la obligatoriedad de la Historia de la Filosofía en todas o casi todas las ramas del Bachillerato. El dato anterior evidencia la necesidad que estamos planteando y la REF ha sido un elemento activo en estos avances, a través de negociaciones en todos los territorios del Estado. El objetivo ineludible es restituir a la Historia de la Filosofía su carácter común y extender su obligatoriedad.

Queremos argumentar, en lo que sigue, a favor de por qué la vuelta a la Historia de la Filosofía, en el marco de un ciclo formativo que fuera de 4º de la ESO a 2º de Bachillerato, es urgente y necesaria como elemento ineludible de un sistema educativo de calidad que confronte los retos sociales del presente y el futuro.

La Historia de la Filosofía, en primer lugar, remite al legado de las corrientes de pensamiento que han construido nuestra idiosincrasia europea. Al eliminarla para una gran mayoría del alumnado es obvio que los orígenes griegos de nuestra civilización, el Renacimiento, las Revoluciones científicas o la misma Ilustración –origen de las democracias modernas- no serán referentes accesibles para los futuros profesionales ni servirán de marco inspirador para el ejercicio de la ciudadanía. Esta pérdida del hilo genealógico nos conduce a fomentar una anomia social, una desorientación, que, en el contexto de los retos de la era digital, no podemos seguir permitiéndonos. Sin el acervo filosófico y humanístico, además, difícilmente, una persona puede considerarse culta e instruida y esto lastra su acceso a los bienes culturales tal y como ha expresado con claridad el actual Ministro de Cultura José Guirao. No debemos desoír las advertencias del filósofo Emilio Lledó a este respecto y privar del Sapere Aude, del “Atrévete a saber”, a las jóvenes generaciones.

En segundo lugar, el ciclo formativo en Filosofía, que debe ser articulado en tres asignaturas y cursos consecutivos, es imprescindible para el desarrollo de competencias básicas de análisis lógico, argumentación y pensamiento crítico. En este sentido, la REF ha auspiciado la celebración exitosa de cinco ediciones de la Olimpiada Filosófica de España, la última en Extremadura y dedicada a pensar sobre Revolución y Utopía, que fomentan la Disertación, la dilucidación de Dilemas morales y que han incluido, además, el reto del embate de los medios audiovisuales en las modalidades de Fotografía y Video filosófico como muestra de innovación educativa. La Educación Secundaria no puede seguir viendo mermada su función central de ser Escuela de Pensamiento. Como reitera la UNESCO, la Filosofía es una Escuela de Libertad.

Hemos constatado, finalmente, que la apuesta por la especialización y la profesionalización temprana se ha estrellado estrepitosamente contra la realidad, como ya advertíamos. Ante la llamada Cuarta Revolución Industrial – que conjuga Inteligencia Artificial, Automatización y Robótica- el mercado de trabajo está sufriendo transformaciones decisivas que exigen una formación integral que fomente las capacidades para el aprendizaje permanente a lo largo de la vida. No hay disciplina que prepare mejor que la Filosofía para la renovación y el cambio consciente tanto en la vida personal como en la laboral y profesional y, más aún, en esta vertiginosa y frenética era digital. Asimismo, frente a la irrupción de la denominada posverdad en la esfera pública, el entrenamiento que se proporciona en las disciplinas filosóficas en el interrogar incisivo, la duda metódica y el escepticismo prudente-– desde Sócrates a Descartes y a Hume- son hoy un requisito ineludible si no queremos que la democracia sucumba ante los cantos de sirena de la manipulación mediática que reverbera en las redes sociales. Si hay que invocar a Kant, en este convulso siglo XXI, es, sobre todo, por su formulación de la Crítica del Juicio, del ejercicio del discernimiento, que debe ser el modus operandi de todo ser humano que aspira a pensar por sí mismo y a construir una sociedad decente y justa.

Solicitamos, por tanto, que se anuncie, cuanto antes, la vuelta de la Historia de la Filosofía al Bachillerato como asignatura obligatoria. Solo así se complementará el ciclo que tendrá como objetivo la formación integral de nuestras jóvenes generaciones con el fin de prepararlas para un siglo XXI que nos aguijonea con viejos y nuevos retos civilizatorios. No dejemos, por favor, otra vez, esta asignatura para septiembre.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2018/07/13/actualidad/1531503590_595129.html

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‘No interesa que la gente piense demasiado’: Francesc Orella

España / 10 de junio de 2018 / Autor: Julia Alegre Barrientos / Fuente: El Tiempo

La serie ‘Merlí’, que emite Netflix, ha reabierto el debate sobre la importancia de la filosofía.

Al otro lado del teléfono retumba una voz poderosa, lúcida, de hombre curtido y experimentado. Saluda de forma correcta y se prepara para recibir el aluvión de preguntas de la periodista. “Tienes 15 minutos”, advirtió su representante antes de concertar la entrevista telefónica.

Es Francesc Orella (Barcelona, 1957), el catalán que da vida a Merlí, el profesor de filosofía sobre el que gira la trama de la serie del mismo nombre, producida por la televisión de Cataluña TV3 en 2015 y que Netflix convirtió en un éxito después de comprar los derechos de emisión en 2016.

¿Le esperabas el éxito mundial de la serie?

Para nada. Éramos conscientes de que los guiones eran muy interesantes y atractivos y que valía la pena cuidarlos.

Sobre todo teniendo en cuenta que es una serie en catalán…

Sí, pero es bueno que los productos locales tengan una proyección internacional.

¿Le resulta llamativo que el público avale una serie 100 por ciento catalana en un momento en el que Cataluña está inmersa en una situación política tan particular respecto a España? 

La situación política viene de lejos y es un momento delicado, complicado. Se han radicalizado las posiciones; estamos en un momento difícil realmente. Esto ha coincidido con la grabación de la serie, pero, independientemente del tema político, la serie refleja la situación actual de la sociedad, el mundo de los adolescentes, de la enseñanza, de eso trata y con eso se pueden identificar muchas personas. Es un producto en el que no se niega la realidad de la sociedad catalana y, de hecho, en algunos momentos se reflejan esas cuestiones. La verdad es que esta coincidencia tiene algo de irónico.

¿Qué tienen en común Francesc y Merlí?

Hay muchas cosas en común, como por ejemplo el sentido del humor o el ser políticamente incorrecto. También que es un hombre que empatiza con la gente joven o el hecho de que es un poco gamberro –incómodo, sinvergüenza–, un provocador. Y también en el tema de las mujeres: Merlí es un seductor compulsivo y eso no me es ajeno (se ríe).

¿Cómo fue el proceso de acercarte a la filosofía?

Antes de empezar la serie tuve algunas reuniones con profesores para conocer detalles de lo que es la enseñanza en las aulas y acceder a experiencias personales. Reconozco que cuando empecé a estudiar los capítulos, cada uno dedicado a un filósofo, sí que me entró curiosidad por conocer más y he echado mano de libros de filosofía y me he comprado otros. Por supuesto, hay pensadores claves: Sócrates, Nietzsche, Schopenhauer, Platón… Pero me gustaría señalar de los contemporáneos a Zygmunt Bauman, Walter Benjamin o Slavoj Žižek.

¿Qué aprendizajes se pueden extraer de la serie?

La serie habla del mundo de la enseñanza y el mundo de los adolescentes como ejes centrales a través de la filosofía, y cómo la filosofía, y en general las asignaturas de humanidades, es una materia que se debe reivindicar. Hay que replantearse esa obsesión porque los alumnos tengan una formación científica y técnica porque el objetivo de la sociedad es producir y producir… Las humanidades y las asignaturas artísticas están más desprestigiadas. De hecho, en varios sistemas educativos de diferentes países se están cuestionando acabar con ellas.

¿Por qué?

La filosofía es una asignatura incómoda que pretende crear una reflexión en los alumnos. Motiva la capacidad de reflexión, de crítica y de análisis en ellos. Invita a replantearse y preguntarse cosas, a cuestionarse. Más que dar respuestas, es hacer preguntas, ser activo, no pasivo; a ser un sujeto pensante que se cuestione todo. Eso en la sociedad capitalista actual es cada vez más incómodo: no interesa que la gente piense demasiado.

¿Cuál es el principal problema de la educación?

La enseñanza tiene que replantearse. Los profesores tienen que esforzarse en enseñar sus asignaturas de una forma más estimulante, más creativa y más motivadora para los alumnos. No hace falta ser un Merlí para lograrlo, porque él es radical y extremo en muchas cosas, pero la serie reivindica que el sistema educativo debe evolucionar y cambiar en el contenido y las formas.

¿Qué puede hacer la filosofía para cambiar la realidad social?

El mundo atraviesa por un momento de resignificación de valores, con políticas que tienden más al individualismo y el nacionalismo. Creo que las bajas pasiones o la emocionalidad tienen que ver con ese populismo, nacionalismo e incluso separatismo imperante en las sociedades. La extrema derecha está resurgiendo y esto se está viendo claramente en Europa y en todo el mundo. Mira, por ejemplo, quien gobierna en Estados Unidos. Estamos en un ciclo de retroceso en el mundo, y esto lo que hace es excitar las ideas primarias, la xenofobia o incluso el racismo, el sentirse superior al otro. Hay que combatirlo y hacerlo con filosofía, con una educación integral y humanística. Estamos en un momento complicado y a la deriva intelectual. Realmente soy pesimista y creo que hace falta más que nunca esa formación humanística, empezando por las escuelas.

¿Nos volvemos menos filosóficos a medida que crecemos o no es una cuestión de edad?

Es verdad que con la edad nos volvemos más egoístas y la reflexión está muy mediatizada y muy limitada a la sociedad de consumo, que ha producido seres limitados a nivel mental. Estamos más ocupados en el tener que en el ser, en el consumir que en el crear, y las consecuencias las estamos viendo: una crisis de valores.

Fuente de la Entrevista:

http://www.eltiempo.com/cultura/cine-y-tv/protagonista-de-merli-francesc-orella-habla-de-la-serie-de-netflix-222794

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La enseñanza de la filosofía: más allá del currículo, más cerca del aula

Por: José de la Cruz Garrido

En el reciente debate que ha suscitado la aparente “exclusión” de la filosofía de la educación media hay que precisar algunos puntos. Primero que nada, cabe destacar que el CNED realizó observaciones, las cuales buscan la “clarificación de la orientación [de la asignatura] desde un punto de vista disciplinar y la incorporación de habilidades de lecturas y análisis crítico de textos”. En resumen, exigen situar la asignatura dentro de un campo y ampliar las temáticas tratadas, incluyendo la ética y la metafísica.

Como precisa Carlos Ruz en su blog, “el CNED no tiene atribución alguna para eliminar asignaturas del currículo nacional, sino que están focalizadas en los siguientes puntos, consagrados en la Ley Nº 20.370 conocida como “Ley General de Educación” (LGE), y que vino a reemplazar la Ley Nº 18.962 llamada “Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza”. La polémica por tanto se centraría en la siguiente observación: el considerando Nº6 inciso a), se dice que “Si bien existe consenso en que las asignaturas de Filosofía y Ciencias Naturales son necesarias y aportan significativamente al desarrollo del pensamiento crítico, lógico y científico de los estudiantes, no existe acuerdo entre los consejeros acerca de la pertinencia de que formen parte de la Formación General Común para todos los estudiantes de III y IV medio”. Es importante aclarar que por formación General Común se comprende al núcleo de asignaturas que son obligatorias para todos estudiantes. A estas asignaturas se sumarían, en III y IV medio, las asignaturas de Formación General Complementaria (con obligación de la escuela de impartir, pero alguna flexibilidad para el estudiante para elegir) y las asignaturas electivas.

En mi opinión, el centro de la cuestión sin embargo no está en observaciones más, observaciones menos sobre la obligatoriedad o no de un curso, el detalle de su contenido y otras minucias. En rigor, la filosofía hace años que no se enseña en Chile como asignatura obligatoria (ni sus contenidos responden a sus preguntas fundamentales). Un esbozo de historia y algo de psicología es lo que ofrecen sus programas. Los temas de fondo son dos: ¿Es este paradigma de obligatoriedad curricular la idónea para responder la pregunta qué y cómo enseña filosofía en un proyecto educativo público? ¿No se pone, por lo mismo, a la filosofía, una disciplina esencialmente metodológica, de razonamiento y reflexión, en un orden que le es ajeno, esto es, como una parcela más entre otras de asignaturas?

Los temas de fondo son dos: ¿Es este paradigma de obligatoriedad curricular la idónea para responder la pregunta qué y cómo enseña filosofía en un proyecto educativo público? ¿No se pone, por lo mismo, a la filosofía, una disciplina esencialmente metodológica, de razonamiento y reflexión, en un orden que le es ajeno, esto es, como una parcela más entre otras de asignaturas?

El enfoque de derechos que se le ha querido dar en la esfera de la defensa pública de la enseñanza de la filosofía tampoco da respuesta a cómo enseñamos filosofía y cuál es su rol dentro de lo que se ha llamado la formación general. En definitiva, cuál es el rol del filósofo en el contexto de la educación escolar. Parece más bien una defensa corporativa con buenas intenciones, la que no comparto en el fondo, no obstante soy parte del “gremio”. Y es que, a mi juicio, lo anterior se debe principalmente a que el paradigma curricular impide abrirnos a comprender los cambios que se están produciendo en la oferta de plataformas para visualizar actividades y contenidos escolares. Videojuegos, animación, cine documental, plataformas web, repositorios en línea ya ofrecen contenidos de manera más económica y de mejor calidad que la grosera oferta de textos escolares, comprados o no por el Ministerio de Educación. La pregunta seguirá siendo cómo enseñamos y cómo logramos generar habilidades asociadas a los “contenidos” de la filosofía, que además son transversales y se entrecruzan con todas las disciplinas impartidas en la escuela. Dudo que detrás de Coursera (https://www.coursera.org/), Kahn Academy (https://www.khanacademy.org/), The Purdue Online Writing Lab (https://owl.english.purdue.edu/), MIT OpenCourseWare (https://ocw.mit.edu/index.htm), etc., estén expertos curriculares del tipo de los que están construyendo las bases observadas. La oferta educacional de estas plataformas surge de ejercicios flexibles y bottom up, y no de planificaciones rigidizantes top down del tipo que proponen el Mineduc y que se discuten el CNED. Y en eso radica su rotundo éxito.

Debemos reconocer que las  bases curriculares y los programas son instrumentos, y no fines, y cabe enfocarnos mejor en lo que más importa: la pregunta de cómo enseñamos dentro del aula (con todas las contingencias prácticas que enfrenta un docente en el siglo XXI), y así daremos luz a un debate más fructífero, que clarifique cuál es la contribución que puede dar la filosofía al desarrollo del pensamiento crítico del estudiante, y explicite cómo lograr su enseñanza de manera exitosa, en su relación con otras “materias”. Esto, más allá de la discusión circular sobre la obligatoriedad o no de una asignatura estanca, concebida en un contexto institucional rigidizante que debe ser cuestionado desde sus origenes. En efecto, a mi juicio parte importante de la discusión curricular hoy día debiera enfocarse en problematizar la idoneidad de la existencia de un currículum centralizado basado en la coacción. Y, de paso, hacer justicia con la idea platónica del carácter voluntario de abrirse a la formación y diálogo filosófico, no obstante está implícito en todo proceso educativo.

*Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2018/03/06/la-ensenanza-de-la-filosofia-mas-alla-del-curriculo-mas-cerca-del-aula/

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