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«La ausencia de límites es una forma de maltrato infantil»

Por: lacapital.

Lucas Raspall, médico psiquiatra y psicoterapeuta, miembro de Fundación América por la Infancia, señala que no hay nada que justifique una agresión verbal o física hacia un niño. Cuáles son las consecuencias de la violencia que se soporta a edades tempranas.

—¿Qué acciones u omisiones de los progenitores son consideradas maltrato infantil?

—Hay muchas conductas que pueden ser consideradas como malos tratos, más allá de esa violencia física que nadie dudaría en reconocer y señalar, como puede ser un golpe de puño. Los tirones de pelo u oreja, zamarreadas, pellizcones, chirlos y cachetadas son también malos tratos, nunca justificados. No hay razón para seguir sosteniendo que «un correctivo» cada tanto está bien: es maltrato y punto. Luego, las omisiones suelen entrar en los malos tratos por negligencia, esos casos en los que el cuidador se desentiende o expone al niño a situaciones de riesgo o daño. En el otro extremo, la sobreprotección puede también ser considerada una forma de maltrato, dado que inhibe o traba en el niño el desarrollo de recursos que son fundamentales para su vida.

—¿Qué dice la ley al respecto en términos generales? Se dieron cambios significativos con el nuevo Código Civil…

—Históricamente en el Código Civil la patria potestad incluía en el derecho de corrección de los padres hacia los hijos. Quizás sea en el término «corrección» donde el cuidador se amparaba para el uso de la violencia para educar. Me interesa señalar que no es una forma de violencia «menor» sino que es, ante todo, violencia. Efectivamente, en el artículo 647 del nuevo código se establece la prohibición de los malos tratos. Es más, la idea de «patria potestad», que refiere a un poder de los padres sobre los hijos, viró hacia la función de protección y cuidado de los niños, a favor de ellos y respetando siempre sus derechos.

Un niño o niña que es criado en un ambiente violento desde que nace o cuando es muy pequeño, ¿qué consecuencias psíquicas suele sufrir? ¿Es igual el impacto si la violencia se ejerce en forma directa sobre el niño o si por ejemplo su madre es víctima de violencia de género o bien hay una relación de violencia entre los padres (o nuevas parejas de los padres)?

—Las consecuencias de la crianza de un niño en un ambiente violento las conocemos hoy con profundidad desde distintas miradas. Las conclusiones de importantes investigaciones son terminantes a la hora de afirmar que los malos tratos generan en el niño un estrés tóxico que daña el organismo en su totalidad. No sólo repercute negativamente sobre el desarrollo psicológico (con su sustrato neurobiológico) sino que agrede todo el sistema, evidenciado luego en alteraciones endócrinas, dificultades en la adquisición de aprendizajes o capacidades propias de la etapa evolutiva, síntomas aislados, enfermedades y, en algunos casos, trastornos psicopatológicos. El impacto de este daño en la infancia puede ser lo suficientemente grande como para tener consecuencias a largo plazo, fenómeno que explica la mayor predisposición o vulnerabilidad que estos niños tienen en la vida adulta de padecer depresión, trastornos de ansiedad, dependencia a sustancias y tantos otros cuadros. Sin detenerme a cuantificar el nivel de daño, podemos afirmar que para un niño tanto la experiencia de ser violentado o que un familiar o cuidador con el que tiene un vínculo íntimo e importante lo sea es suficiente como para dañarlo de manera significativa.

Cuando un niño es maltratado, ¿siempre va a tener consecuencias negativas en su desarrollo?

—Las consecuencias van a depender de distintos factores: primero, el tipo de maltrato, cuánto se sostuvo en el tiempo, quién fue o es el agresor —es tanto peor cuánta más relación e intimidad tienen—, la posibilidad de salir o no de ese circuito… Luego, el momento de la vida del niño en que sucede, si tiene una red sobre la que apoyarse —otras relaciones importantes que lo acompañen—, si existen otros problemas en su entorno inmediato. También la fortaleza psicológica y biológica del niño, reconociendo que hay quienes tienen mayor resistencia —resiliencia— y otros que son más vulnerables.

En el caso en que se manifiestan las consecuencias, algunas se presentan en el corto plazo, mientras suceden las agresiones, y otras en el largo plazo, incluso cuando estas situaciones ya han quedado atrás.

¿Cómo se logra que los padres reviertan las conductas de maltrato sobre los hijos? ¿Es posible? ¿De qué depende ese cambio?

—El primer paso es siempre tomar conciencia. Que los límites son necesarios, de eso no hay ninguna duda. La ausencia de límites es una forma de maltrato -por negligencia-. De que la forma para marcarlos no es con malos tratos, físicos o psicológicos, de eso tampoco. Después de una sincera introspección, reconociendo que esos tironeos o dolorosas palabras no fueron realizadas con mala intención sino por desconocimiento de otras formas, viene el paso en el que aprender otros recursos es posible. Si la decisión de cambio es firme, pronto comprenderá la madre, el padre o el cuidador que existen modos en los que el límite se señala con igual fuerza sin dejar de tratar con afecto y cuidado.

¿Puede suceder que un padre y o una madre sean violentos con un hijo y no con otro u otros?

—Sí puede ser. Toda madre y padre sabe que con cada uno de sus hijos le pasan cosas diferentes, le cuestan más unas cosas y otras se le hacen más sencillas. En ocasiones, el niño que exige al cuidador en ese aspecto que más le cuesta podría desencadenar en el adulto reacciones -nunca justificadas- que trepan en una escalada de violencia. Por esto, quien detecte dentro suyo esa irritación o malestar que precede a las reacciones que debemos siempre evitar, debe buscar -de hacer falta- la ayuda que corresponda para entender el por qué de su conducta y cómo cambiarla.

Alguien que fue violentado por sus padres o entorno familiar, ¿será agresivo con sus propios hijos?

—Esto depende del grado de conciencia que cada uno tenga de su historia y cómo explica lo sucedido. No se trata de indagar la relación con los padres y cuidadores con fines rencorosos o para culparlos por todo lo malo que hoy nos pasa, sino para cortar la cadena de maltrato -de una vez por todas-. Si no se toma conciencia -repetiré esto hasta cansarme-, entonces las cosas se seguirán dando de la misma manera, aumentando las chances de tratar mal a los propios hijos.

Hoy es muy común que existan familias no tradicionales en su constitución ¿es incorrecto pensar que las nuevas formas de familia por sí mismas pueden ser nocivas para los niños o niñas? Qué opinión tenés al respecto….

—No creo que sean nocivas en sí mismas, pero sí plantean nuevos escenarios que es necesario empezar a observar con detenimiento y estudiar a fines de encontrar los huecos en los que las necesidades de los niños queden sin cubrir. Cada momento de la historia, cada etapa, presenta novedades; de poco sirve quedarnos en señalar si nos gusta o no, es una realidad y punto. Veamos qué podemos hacer para que ellos crezcan sanos y felices: es lo que más importa.

¿Cómo se suelen detectar los casos de maltrato infantil?

—Los casos de maltrato suelen ser detectados en servicios de atención médica, en escuelas, cuando no ya en tribunales -en la Justicia-. Pero en todos estos casos es ya tarde. Es preciso trabajar en la promoción de los buenos tratos en la infancia, concientizando y ofreciendo a los cuidadores espacios para aprender. Y en esto quiero ser claro, tenemos que entender que el maltrato no debe quedar solamente ligado a los golpes que dejan moretones o fracturas de huesos y tampoco a las humillaciones permanentes. Hay malos modos que gozan aún -y lamentablemente- del aval de la sociedad.

—¿Qué señales da un niño o niña víctima de maltrato? ¿Es la escuela un lugar donde se ven esas señales claramente?

—En la escuela se pueden observar, tanto como en otros lugares de concurrencia asidua del niño. Las señales, más allá de las consecuencias físicas que pueden tener algunos golpes, se advierten en el comportamiento. Cambios de humor, irritabilidad, ensimismamiento, deterioro de algunas relaciones con pares, pérdida de confianza en los adultos, mala conducta, impulsividad, agresividad, miedos infundados. Todas éstas podrían ser manifestaciones de una víctima de maltrato. Por otro lado, síntomas en el cuerpo -somatizaciones— como dolores frecuentes de panza, cabeza u otro, síntomas gastrointestinales, en piel, sistema nervioso…

¿El entorno, la crisis socioeconómica, la falta de recursos de todo tipo, cuánto influye en la violencia familiar? Hay más violencia contra los chicos en familias de bajos recursos económicos o es sólo un mito…

—La violencia traspasa toda barrera… sí pueden cambiar sus formas en determinados sectores o lugares pero, en la medida en que toda la sociedad no tome conciencia, se trata de una sombra que se escurre por debajo de la puerta de cada hogar, club, escuela… También es cierto que hay determinados entornos que son violentos en sí mismos, como lo es crecer en una casa en la que no hay qué comer. La desigualdad violenta; no es tanto la pobreza, sino la percepción de una desigualdad que no es justa de entrada. Las necesidades básicas no satisfechas violentan, las urgencias también.

—Si uno conoce que en su familia hay alguien que maltrata a los hijos, debe denunciarlo, intentar hablar… Siempre es una situación difícil. ¿Qué recomendás? ¿Y si es un vecino?

—Siempre hay que intentar acercarse y hablar con ese vecino o familiar, en el momento y el lugar adecuado, sin exponerlo ni juzgarlo: no somos quiénes para hacerlo. Buscar que tome conciencia, ofrecer ayuda. Si el caso es más severo, entonces quizás sí corresponde la denuncia para impedir que esa forma de violencia se repita o que el riesgo o daño sea aún mayor.

¿Cuáles son los pilares de una infancia feliz? ¿Es posible una infancia feliz?

—¡Claro que es posible! Y sé que muchos a esta altura de la nota responderán «yo tuve una infancia feliz y soy normal a pesar de que mi papá o mi mamá cada tanto me daba un chirlo»… No dudo en que, en tales casos, prevaleció el amor y la disposición de ellos sobre lo otro, pero podemos convenir en que los malos tratos no fueron los que construyeron esta imagen o recuerdo de la infancia. Ahora, cuáles son los pilares, no me resulta sencillo escribir una suerte de receta. Pero estoy seguro de que un trato afectuoso y respetuoso de las necesidades del niño (para esto, hay que saber reconocerlas), una disposición sensible que sepa interpretar lo que le pasa y una adecuada disponibilidad para acompañarlos son la base de una infancia feliz.

Fuente de la entrevista: https://www.lacapital.com.ar/mas/la-ausencia-limites-es-una-forma-maltrato-infantil-n1757064.html?

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«La ausencia de límites es una forma de maltrato infantil»

Por: Florencia O’Keeffe.

—¿Qué acciones u omisiones de los progenitores son consideradas maltrato infantil?

—Hay muchas conductas que pueden ser consideradas como malos tratos, más allá de esa violencia física que nadie dudaría en reconocer y señalar, como puede ser un golpe de puño. Los tirones de pelo u oreja, zamarreadas, pellizcones, chirlos y cachetadas son también malos tratos, nunca justificados. No hay razón para seguir sosteniendo que «un correctivo» cada tanto está bien: es maltrato y punto. Luego, las omisiones suelen entrar en los malos tratos por negligencia, esos casos en los que el cuidador se desentiende o expone al niño a situaciones de riesgo o daño. En el otro extremo, la sobreprotección puede también ser considerada una forma de maltrato, dado que inhibe o traba en el niño el desarrollo de recursos que son fundamentales para su vida.

—¿Qué dice la ley al respecto en términos generales? Se dieron cambios significativos con el nuevo Código Civil…

—Históricamente en el Código Civil la patria potestad incluía en el derecho de corrección de los padres hacia los hijos. Quizás sea en el término «corrección» donde el cuidador se amparaba para el uso de la violencia para educar. Me interesa señalar que no es una forma de violencia «menor» sino que es, ante todo, violencia. Efectivamente, en el artículo 647 del nuevo código se establece la prohibición de los malos tratos. Es más, la idea de «patria potestad», que refiere a un poder de los padres sobre los hijos, viró hacia la función de protección y cuidado de los niños, a favor de ellos y respetando siempre sus derechos.

Un niño o niña que es criado en un ambiente violento desde que nace o cuando es muy pequeño, ¿qué consecuencias psíquicas suele sufrir? ¿Es igual el impacto si la violencia se ejerce en forma directa sobre el niño o si por ejemplo su madre es víctima de violencia de género o bien hay una relación de violencia entre los padres (o nuevas parejas de los padres)?

—Las consecuencias de la crianza de un niño en un ambiente violento las conocemos hoy con profundidad desde distintas miradas. Las conclusiones de importantes investigaciones son terminantes a la hora de afirmar que los malos tratos generan en el niño un estrés tóxico que daña el organismo en su totalidad. No sólo repercute negativamente sobre el desarrollo psicológico (con su sustrato neurobiológico) sino que agrede todo el sistema, evidenciado luego en alteraciones endócrinas, dificultades en la adquisición de aprendizajes o capacidades propias de la etapa evolutiva, síntomas aislados, enfermedades y, en algunos casos, trastornos psicopatológicos. El impacto de este daño en la infancia puede ser lo suficientemente grande como para tener consecuencias a largo plazo, fenómeno que explica la mayor predisposición o vulnerabilidad que estos niños tienen en la vida adulta de padecer depresión, trastornos de ansiedad, dependencia a sustancias y tantos otros cuadros. Sin detenerme a cuantificar el nivel de daño, podemos afirmar que para un niño tanto la experiencia de ser violentado o que un familiar o cuidador con el que tiene un vínculo íntimo e importante lo sea es suficiente como para dañarlo de manera significativa.

Cuando un niño es maltratado, ¿siempre va a tener consecuencias negativas en su desarrollo?

—Las consecuencias van a depender de distintos factores: primero, el tipo de maltrato, cuánto se sostuvo en el tiempo, quién fue o es el agresor —es tanto peor cuánta más relación e intimidad tienen—, la posibilidad de salir o no de ese circuito… Luego, el momento de la vida del niño en que sucede, si tiene una red sobre la que apoyarse —otras relaciones importantes que lo acompañen—, si existen otros problemas en su entorno inmediato. También la fortaleza psicológica y biológica del niño, reconociendo que hay quienes tienen mayor resistencia —resiliencia— y otros que son más vulnerables.

En el caso en que se manifiestan las consecuencias, algunas se presentan en el corto plazo, mientras suceden las agresiones, y otras en el largo plazo, incluso cuando estas situaciones ya han quedado atrás.

¿Cómo se logra que los padres reviertan las conductas de maltrato sobre los hijos? ¿Es posible? ¿De qué depende ese cambio?

—El primer paso es siempre tomar conciencia. Que los límites son necesarios, de eso no hay ninguna duda. La ausencia de límites es una forma de maltrato -por negligencia-. De que la forma para marcarlos no es con malos tratos, físicos o psicológicos, de eso tampoco. Después de una sincera introspección, reconociendo que esos tironeos o dolorosas palabras no fueron realizadas con mala intención sino por desconocimiento de otras formas, viene el paso en el que aprender otros recursos es posible. Si la decisión de cambio es firme, pronto comprenderá la madre, el padre o el cuidador que existen modos en los que el límite se señala con igual fuerza sin dejar de tratar con afecto y cuidado.

¿Puede suceder que un padre y o una madre sean violentos con un hijo y no con otro u otros?

—Sí puede ser. Toda madre y padre sabe que con cada uno de sus hijos le pasan cosas diferentes, le cuestan más unas cosas y otras se le hacen más sencillas. En ocasiones, el niño que exige al cuidador en ese aspecto que más le cuesta podría desencadenar en el adulto reacciones -nunca justificadas- que trepan en una escalada de violencia. Por esto, quien detecte dentro suyo esa irritación o malestar que precede a las reacciones que debemos siempre evitar, debe buscar -de hacer falta- la ayuda que corresponda para entender el por qué de su conducta y cómo cambiarla.

Alguien que fue violentado por sus padres o entorno familiar, ¿será agresivo con sus propios hijos?

—Esto depende del grado de conciencia que cada uno tenga de su historia y cómo explica lo sucedido. No se trata de indagar la relación con los padres y cuidadores con fines rencorosos o para culparlos por todo lo malo que hoy nos pasa, sino para cortar la cadena de maltrato -de una vez por todas-. Si no se toma conciencia -repetiré esto hasta cansarme-, entonces las cosas se seguirán dando de la misma manera, aumentando las chances de tratar mal a los propios hijos.

Hoy es muy común que existan familias no tradicionales en su constitución ¿es incorrecto pensar que las nuevas formas de familia por sí mismas pueden ser nocivas para los niños o niñas? Qué opinión tenés al respecto….

—No creo que sean nocivas en sí mismas, pero sí plantean nuevos escenarios que es necesario empezar a observar con detenimiento y estudiar a fines de encontrar los huecos en los que las necesidades de los niños queden sin cubrir. Cada momento de la historia, cada etapa, presenta novedades; de poco sirve quedarnos en señalar si nos gusta o no, es una realidad y punto. Veamos qué podemos hacer para que ellos crezcan sanos y felices: es lo que más importa.

¿Cómo se suelen detectar los casos de maltrato infantil?

—Los casos de maltrato suelen ser detectados en servicios de atención médica, en escuelas, cuando no ya en tribunales -en la Justicia-. Pero en todos estos casos es ya tarde. Es preciso trabajar en la promoción de los buenos tratos en la infancia, concientizando y ofreciendo a los cuidadores espacios para aprender. Y en esto quiero ser claro, tenemos que entender que el maltrato no debe quedar solamente ligado a los golpes que dejan moretones o fracturas de huesos y tampoco a las humillaciones permanentes. Hay malos modos que gozan aún -y lamentablemente- del aval de la sociedad.

—¿Qué señales da un niño o niña víctima de maltrato? ¿Es la escuela un lugar donde se ven esas señales claramente?

—En la escuela se pueden observar, tanto como en otros lugares de concurrencia asidua del niño. Las señales, más allá de las consecuencias físicas que pueden tener algunos golpes, se advierten en el comportamiento. Cambios de humor, irritabilidad, ensimismamiento, deterioro de algunas relaciones con pares, pérdida de confianza en los adultos, mala conducta, impulsividad, agresividad, miedos infundados. Todas éstas podrían ser manifestaciones de una víctima de maltrato. Por otro lado, síntomas en el cuerpo -somatizaciones— como dolores frecuentes de panza, cabeza u otro, síntomas gastrointestinales, en piel, sistema nervioso…

¿El entorno, la crisis socioeconómica, la falta de recursos de todo tipo, cuánto influye en la violencia familiar? Hay más violencia contra los chicos en familias de bajos recursos económicos o es sólo un mito…

—La violencia traspasa toda barrera… sí pueden cambiar sus formas en determinados sectores o lugares pero, en la medida en que toda la sociedad no tome conciencia, se trata de una sombra que se escurre por debajo de la puerta de cada hogar, club, escuela… También es cierto que hay determinados entornos que son violentos en sí mismos, como lo es crecer en una casa en la que no hay qué comer. La desigualdad violenta; no es tanto la pobreza, sino la percepción de una desigualdad que no es justa de entrada. Las necesidades básicas no satisfechas violentan, las urgencias también.

—Si uno conoce que en su familia hay alguien que maltrata a los hijos, debe denunciarlo, intentar hablar… Siempre es una situación difícil. ¿Qué recomendás? ¿Y si es un vecino?

—Siempre hay que intentar acercarse y hablar con ese vecino o familiar, en el momento y el lugar adecuado, sin exponerlo ni juzgarlo: no somos quiénes para hacerlo. Buscar que tome conciencia, ofrecer ayuda. Si el caso es más severo, entonces quizás sí corresponde la denuncia para impedir que esa forma de violencia se repita o que el riesgo o daño sea aún mayor.

¿Cuáles son los pilares de una infancia feliz? ¿Es posible una infancia feliz?

—¡Claro que es posible! Y sé que muchos a esta altura de la nota responderán «yo tuve una infancia feliz y soy normal a pesar de que mi papá o mi mamá cada tanto me daba un chirlo»… No dudo en que, en tales casos, prevaleció el amor y la disposición de ellos sobre lo otro, pero podemos convenir en que los malos tratos no fueron los que construyeron esta imagen o recuerdo de la infancia. Ahora, cuáles son los pilares, no me resulta sencillo escribir una suerte de receta. Pero estoy seguro de que un trato afectuoso y respetuoso de las necesidades del niño (para esto, hay que saber reconocerlas), una disposición sensible que sepa interpretar lo que le pasa y una adecuada disponibilidad para acompañarlos son la base de una infancia feliz.

Fuente de la entrevista: https://www.lacapital.com.ar/mas/la-ausencia-limites-es-una-forma-maltrato-infantil-n1757064.html

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Entrevista: «La ausencia de límites es una forma de maltrato infantil»

Por: lacapital.

Lucas Raspall, médico psiquiatra y psicoterapeuta, miembro de Fundación América por la Infancia, señala que no hay nada que justifique una agresión verbal o física hacia un niño. Cuáles son las consecuencias de la violencia que se soporta a edades tempranas.

omingo 21 de Abril de 2019

—¿Qué acciones u omisiones de los progenitores son consideradas maltrato infantil?

—Hay muchas conductas que pueden ser consideradas como malos tratos, más allá de esa violencia física que nadie dudaría en reconocer y señalar, como puede ser un golpe de puño. Los tirones de pelo u oreja, zamarreadas, pellizcones, chirlos y cachetadas son también malos tratos, nunca justificados. No hay razón para seguir sosteniendo que «un correctivo» cada tanto está bien: es maltrato y punto. Luego, las omisiones suelen entrar en los malos tratos por negligencia, esos casos en los que el cuidador se desentiende o expone al niño a situaciones de riesgo o daño. En el otro extremo, la sobreprotección puede también ser considerada una forma de maltrato, dado que inhibe o traba en el niño el desarrollo de recursos que son fundamentales para su vida.

—¿Qué dice la ley al respecto en términos generales? Se dieron cambios significativos con el nuevo Código Civil…

—Históricamente en el Código Civil la patria potestad incluía en el derecho de corrección de los padres hacia los hijos. Quizás sea en el término «corrección» donde el cuidador se amparaba para el uso de la violencia para educar. Me interesa señalar que no es una forma de violencia «menor» sino que es, ante todo, violencia. Efectivamente, en el artículo 647 del nuevo código se establece la prohibición de los malos tratos. Es más, la idea de «patria potestad», que refiere a un poder de los padres sobre los hijos, viró hacia la función de protección y cuidado de los niños, a favor de ellos y respetando siempre sus derechos.

Un niño o niña que es criado en un ambiente violento desde que nace o cuando es muy pequeño, ¿qué consecuencias psíquicas suele sufrir? ¿Es igual el impacto si la violencia se ejerce en forma directa sobre el niño o si por ejemplo su madre es víctima de violencia de género o bien hay una relación de violencia entre los padres (o nuevas parejas de los padres)?

—Las consecuencias de la crianza de un niño en un ambiente violento las conocemos hoy con profundidad desde distintas miradas. Las conclusiones de importantes investigaciones son terminantes a la hora de afirmar que los malos tratos generan en el niño un estrés tóxico que daña el organismo en su totalidad. No sólo repercute negativamente sobre el desarrollo psicológico (con su sustrato neurobiológico) sino que agrede todo el sistema, evidenciado luego en alteraciones endócrinas, dificultades en la adquisición de aprendizajes o capacidades propias de la etapa evolutiva, síntomas aislados, enfermedades y, en algunos casos, trastornos psicopatológicos. El impacto de este daño en la infancia puede ser lo suficientemente grande como para tener consecuencias a largo plazo, fenómeno que explica la mayor predisposición o vulnerabilidad que estos niños tienen en la vida adulta de padecer depresión, trastornos de ansiedad, dependencia a sustancias y tantos otros cuadros. Sin detenerme a cuantificar el nivel de daño, podemos afirmar que para un niño tanto la experiencia de ser violentado o que un familiar o cuidador con el que tiene un vínculo íntimo e importante lo sea es suficiente como para dañarlo de manera significativa.

Cuando un niño es maltratado, ¿siempre va a tener consecuencias negativas en su desarrollo?

—Las consecuencias van a depender de distintos factores: primero, el tipo de maltrato, cuánto se sostuvo en el tiempo, quién fue o es el agresor —es tanto peor cuánta más relación e intimidad tienen—, la posibilidad de salir o no de ese circuito… Luego, el momento de la vida del niño en que sucede, si tiene una red sobre la que apoyarse —otras relaciones importantes que lo acompañen—, si existen otros problemas en su entorno inmediato. También la fortaleza psicológica y biológica del niño, reconociendo que hay quienes tienen mayor resistencia —resiliencia— y otros que son más vulnerables.

En el caso en que se manifiestan las consecuencias, algunas se presentan en el corto plazo, mientras suceden las agresiones, y otras en el largo plazo, incluso cuando estas situaciones ya han quedado atrás.

¿Cómo se logra que los padres reviertan las conductas de maltrato sobre los hijos? ¿Es posible? ¿De qué depende ese cambio?

—El primer paso es siempre tomar conciencia. Que los límites son necesarios, de eso no hay ninguna duda. La ausencia de límites es una forma de maltrato -por negligencia-. De que la forma para marcarlos no es con malos tratos, físicos o psicológicos, de eso tampoco. Después de una sincera introspección, reconociendo que esos tironeos o dolorosas palabras no fueron realizadas con mala intención sino por desconocimiento de otras formas, viene el paso en el que aprender otros recursos es posible. Si la decisión de cambio es firme, pronto comprenderá la madre, el padre o el cuidador que existen modos en los que el límite se señala con igual fuerza sin dejar de tratar con afecto y cuidado.

¿Puede suceder que un padre y o una madre sean violentos con un hijo y no con otro u otros?

—Sí puede ser. Toda madre y padre sabe que con cada uno de sus hijos le pasan cosas diferentes, le cuestan más unas cosas y otras se le hacen más sencillas. En ocasiones, el niño que exige al cuidador en ese aspecto que más le cuesta podría desencadenar en el adulto reacciones -nunca justificadas- que trepan en una escalada de violencia. Por esto, quien detecte dentro suyo esa irritación o malestar que precede a las reacciones que debemos siempre evitar, debe buscar -de hacer falta- la ayuda que corresponda para entender el por qué de su conducta y cómo cambiarla.

Alguien que fue violentado por sus padres o entorno familiar, ¿será agresivo con sus propios hijos?

—Esto depende del grado de conciencia que cada uno tenga de su historia y cómo explica lo sucedido. No se trata de indagar la relación con los padres y cuidadores con fines rencorosos o para culparlos por todo lo malo que hoy nos pasa, sino para cortar la cadena de maltrato -de una vez por todas-. Si no se toma conciencia -repetiré esto hasta cansarme-, entonces las cosas se seguirán dando de la misma manera, aumentando las chances de tratar mal a los propios hijos.

Hoy es muy común que existan familias no tradicionales en su constitución ¿es incorrecto pensar que las nuevas formas de familia por sí mismas pueden ser nocivas para los niños o niñas? Qué opinión tenés al respecto….

—No creo que sean nocivas en sí mismas, pero sí plantean nuevos escenarios que es necesario empezar a observar con detenimiento y estudiar a fines de encontrar los huecos en los que las necesidades de los niños queden sin cubrir. Cada momento de la historia, cada etapa, presenta novedades; de poco sirve quedarnos en señalar si nos gusta o no, es una realidad y punto. Veamos qué podemos hacer para que ellos crezcan sanos y felices: es lo que más importa.

¿Cómo se suelen detectar los casos de maltrato infantil?

—Los casos de maltrato suelen ser detectados en servicios de atención médica, en escuelas, cuando no ya en tribunales -en la Justicia-. Pero en todos estos casos es ya tarde. Es preciso trabajar en la promoción de los buenos tratos en la infancia, concientizando y ofreciendo a los cuidadores espacios para aprender. Y en esto quiero ser claro, tenemos que entender que el maltrato no debe quedar solamente ligado a los golpes que dejan moretones o fracturas de huesos y tampoco a las humillaciones permanentes. Hay malos modos que gozan aún -y lamentablemente- del aval de la sociedad.

—¿Qué señales da un niño o niña víctima de maltrato? ¿Es la escuela un lugar donde se ven esas señales claramente?

—En la escuela se pueden observar, tanto como en otros lugares de concurrencia asidua del niño. Las señales, más allá de las consecuencias físicas que pueden tener algunos golpes, se advierten en el comportamiento. Cambios de humor, irritabilidad, ensimismamiento, deterioro de algunas relaciones con pares, pérdida de confianza en los adultos, mala conducta, impulsividad, agresividad, miedos infundados. Todas éstas podrían ser manifestaciones de una víctima de maltrato. Por otro lado, síntomas en el cuerpo -somatizaciones— como dolores frecuentes de panza, cabeza u otro, síntomas gastrointestinales, en piel, sistema nervioso…

¿El entorno, la crisis socioeconómica, la falta de recursos de todo tipo, cuánto influye en la violencia familiar? Hay más violencia contra los chicos en familias de bajos recursos económicos o es sólo un mito…

—La violencia traspasa toda barrera… sí pueden cambiar sus formas en determinados sectores o lugares pero, en la medida en que toda la sociedad no tome conciencia, se trata de una sombra que se escurre por debajo de la puerta de cada hogar, club, escuela… También es cierto que hay determinados entornos que son violentos en sí mismos, como lo es crecer en una casa en la que no hay qué comer. La desigualdad violenta; no es tanto la pobreza, sino la percepción de una desigualdad que no es justa de entrada. Las necesidades básicas no satisfechas violentan, las urgencias también.

—Si uno conoce que en su familia hay alguien que maltrata a los hijos, debe denunciarlo, intentar hablar… Siempre es una situación difícil. ¿Qué recomendás? ¿Y si es un vecino?

—Siempre hay que intentar acercarse y hablar con ese vecino o familiar, en el momento y el lugar adecuado, sin exponerlo ni juzgarlo: no somos quiénes para hacerlo. Buscar que tome conciencia, ofrecer ayuda. Si el caso es más severo, entonces quizás sí corresponde la denuncia para impedir que esa forma de violencia se repita o que el riesgo o daño sea aún mayor.

¿Cuáles son los pilares de una infancia feliz? ¿Es posible una infancia feliz?

—¡Claro que es posible! Y sé que muchos a esta altura de la nota responderán «yo tuve una infancia feliz y soy normal a pesar de que mi papá o mi mamá cada tanto me daba un chirlo»… No dudo en que, en tales casos, prevaleció el amor y la disposición de ellos sobre lo otro, pero podemos convenir en que los malos tratos no fueron los que construyeron esta imagen o recuerdo de la infancia. Ahora, cuáles son los pilares, no me resulta sencillo escribir una suerte de receta. Pero estoy seguro de que un trato afectuoso y respetuoso de las necesidades del niño (para esto, hay que saber reconocerlas), una disposición sensible que sepa interpretar lo que le pasa y una adecuada disponibilidad para acompañarlos son la base de una infancia feliz.

Fuente de la entrevista: https://www.lacapital.com.ar/mas/la-ausencia-limites-es-una-forma-maltrato-infantil-n1757064.html

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La educación sexual también tiene que enseñar qué es el amor

Por:  saposyprincesas.elmundo.es.

En la mente de todos los padres aparece una pregunta recurrente, ¿cuándo debo hablar de sexo con mis hijos? Desde la infancia aparecen las primeras dudas sobre las diferencias anatómicas y cómo funcionan cada unos de los aparatos reproductores. Otra cuestión frecuente es, “¿de dónde vienen los niños?” Y la respuesta nos pone en un compromiso porque no sabemos cómo responder a los pequeños a esta curiosidad tan natural. Quizás, el hecho de que sea un tema tabú es uno de los problemas por los que no sabemos cómo abordarlo y los niños crecen desinformados y buscando su educación sexual fuera del entorno familiar, por ejemplo a través de Internet o la pornografía.

Y aquí está uno de los problemas claves, quizás estas referencias (poco realistas por su contenido) son las únicas que ellos tienen y desarrollan de una manera incorrecta. A través de estos métodos, quizás aprendan la parte más mecánica, pero ¿qué hay de la parte ética y emocional que envuelve esta parte de la vida de todo ser humano? Cada vez más voces se alzan a favor de una educación sexual que también enseñe a amar y a respetar, sin importar el género o la orientación de cada uno.

Además, ante la creciente aparición de violencia de género durante la pubertad y la juventud, es fundamental enseñarles en qué consiste una pareja sana basada en valores. De hecho, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Columbia titulado ‘La Iniciativa de Salud Sexual para Fomentar la Transformación’ apoya la importancia de orientar a los estudiantes para que construyan relaciones sentimentales basadas en el bienestar y alejadas de los estereotipos de género. Según este informe, esto podría minimizar los casos de acoso y agresión entre los más jóvenes.

Los adultos tienen una papel fundamental en la educación sexual de los jóvenes

Educación sexual: menos clases prácticas y más conversaciones profundas

En España, la educación sexual en la escuela es escasa, y en los casos en los que hay algún taller, se centra sobre todo en la prevención de ETS y el empleo de anticonceptivos. Y aunque esta labor es completamente necesaria a la hora de informar a los más jóvenes para que practiquen sexo seguro, no es lo único que se debe abordar. Y es que las nuevas generaciones está adelantando la edad media a la hora de mantener la primera relación.

Según el último estudio de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), “la edad de inicio osciló entre los 19,4 años en el caso de las mujeres que actualmente tienen de 45 a 49 años, y los 16,37 de las mujeres que tienen entre 15 y 19”. Esto significa un salto de 3 años y una gran diferencia en el desarrollo físico y emocional de las chicas. Ante esta situación, es fundamental mantener una charla para que comprendan de manera más profunda cómo funciona su sexualidad y cómo ejercerla con total libertad, desde el respeto y la igualdad.

Informes como el que ha publicado Making Caring Common, un proyecto de la Universidad de Harvard, advierten sobre el papel que tienen los adultos, ya sean padres, docentes, psicólogos u orientadores en la educación sexual. El texto titulado ‘La charla’ habla de cómo los adultos debemos prevenir la misoginia y el acoso, ya que son unos de los principales problemas a los que se enfrentan los jóvenes, además de evitar situaciones de violencia o degradación.

Enseñar a amar es parte de la educación sexual de los jóvenes

Hay que hablar sobre el amor

Los adolescentes deben entender que hay una diferencia entre la atracción física y el amor. Los adultos deben aprovechar su sabiduría y compartirla con sus hijos mediante un lenguaje apropiado. Además, deben abordar temas como la diferencia entre el encaprichamiento, el amor y las relaciones obsesivas y tóxicas.

Enseñarles a distinguir las relaciones saludables de las que no lo son

Una buena manera de hacerlo es repasar ejemplos tanto en la vida real como en los medios de comunicación y series de ficción. Hablar con ellos sobre cómo creen que son esas relaciones y qué valores debería tener una pareja que se respeta y se ama.

¿Qué es el respeto?

Emplear frases como “hay que tratar a tu pareja con respeto” no es suficiente. Muchos adolescentes no entienden en qué consiste y realmente no saben diferenciarlo. Por eso, la educación sexual debe ir más allá y ser un tema de conversación constante entre adultos y jóvenes. Es responsabilidad de los más mayores identificar y transmitir qué situaciones no son adecuadas. Por ejemplo, controlar a través del teléfono móvil o insultar y degradar por motivos de sexo son algunas conductas que se deben contrarrestar.

Ser una parte activa

A la hora de evitar malas conductas es fundamental que los adultos se involucren y llamen la atención ante comportamientos desagradables. Para los jóvenes, el silencio puede ser entendido como permiso y aprobación de esos gestos. Entablar diálogos con los adolescentes, y entre los padres y la escuela es fundamental para ayudarles a desarrollar su sexualidad de la manera adecuada.

Fuente de la reseña: https://saposyprincesas.elmundo.es/bienestar/psicologia-infantil/educacion-sexual-relaciones-adolescentes/

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Karmele Marchante: «Viajé a Nigeria para ver a las niñas, vendidas a los 10 años»

Redacción: Última Hora

La periodista y feminista Karmele Marchante (Tortosa, 1946), muy conocida por su presencia en programas de prensa rosa, presentará este viernes a las 20.00 horas en La Biblioteca de Babel Puta no se nace, un libro en que denuncia la explotación sexual de mujeres y niñas en España.

En Puta no se nace sigue el rastro de las prostitutas de origen africano que ejercen en Europa.
— Al hacer este libro me planteé hacer la ruta de la trata. Prostitución y trata están ligadas porque existen putómanos, que no puteros, y que compran los cuerpos de las mujeres. La trata europea viene fundamentalmente de Nigeria. Y viajé a Nigeria para ver a estas chicas que a los 10 años son vendidas por sus familias, con la intermediación de la iglesia pentacostal, para acabar en manos las mafias, en la industria del sexo.

Estas chicas saldrán de entornos de pobreza…
— Siempre salen de entornos de pobreza, de países pobres o campos de refugiados, que también visité. Pero Nigeria, que es el núcleo de la trata, tiene una explosión demográfica impresionante, con un 75 por ciento de analfabetismo y con familias polígamas que pueden tener 30 o 40 criaturas. No les pueden alimentar y luego venden a las chicas.

¿Cómo llegan a Europa?
— Por dos rutas, una que va por Argelia y otra por Marruecos. Desembarcan en lo que yo llamo el sarcófago mediterráneo y son dirigidas a España o a Italia, desde donde se las distribuye por Europa. En la travesía por la África subsahariana sufren violaciones, palizas… Recuerdo el caso de una niña a la que la mafia había apartado porque se rebelaba constantemente y que a los 11 años consiguió escapar. Cuando la cogieron le pusieron una cuchara ardiente en el ano y la vagina. Me enseñó las cicatrices. Jamás lo podré olvidar.

De vez en cuando vemos que la policía desmantela esas organizaciones.
— Muy de vez en cuando. Aquí la prostitución es alegal y la trata delictiva. Entonces, si la policía no tiene una constancia fehaciente no puede entrar. Y España, quiero decirlo, es el primer paraíso sexual del mundo, por delante de Tailandia y Puerto Rico.

En las zonas turísticas de Mallorca es corriente ver a prostitutas de origen africano ejerciendo.
— Ejerciendo no, obligadas a trabajar por la mafia de la industria del sexo. Les hacen el vudú, una ceremonia que les subyuga mentalmente, y si no cumplen amenazan a sus familias y les reclaman la deuda. Son vendidas por 50.000 o 60.000 euros.

Antes ha distinguido entre ‘putero’ y ‘putómano’.
— No, no he distinguido. A los puteros les llamo putómanos.

¿Cuál es el perfil del ‘putómano’?
— Cualquiera. Puedes ser tu, el señor que está allí… De cada diez varones españoles cuatro son putómanos.

Pablo Casado ha dicho que es partidario de retrasar la expulsión de mujeres inmigrantes si dan a su hijo en adopción. Después lo ha matizado.
— Para empezar, todo lo que dice Casado es una locura. Segundo, es un fascista nazi porque esto se hacía con las mujeres judías en los campos de concentración. Les cogían sus bebés y los daban en adopción. También se hacía con las presas políticas argentinas durante la dictadura, para darlos a familias fachas. Es traficar con las criaturas. Alguien que dice esto debería estar en la cárcel por nazi.

Vox crece con un discurso…
— Vox es lo mismo que el PP, no hago diferencias. Lo que acabo de decir del PP es para Vox. Si dicen esto, deberían estar en la cárcel.

Usted se mostró partidaria del referéndum catalán. ¿Qué le parece que ahora los presos digan que no declararon la independencia y la justicia española defienda que sí?
— Hemos llegado aquí porque no ha habido diálogo. Se declaró la independencia por un minuto, y luego Puigdemont no convocó elecciones, cosa que fue un error. Son personas presas políticas, nada más. Lo que dicen ahora creo que es una estrategia de juicio. De todas maneras, La Haya declarará nulo el juicio dentro de unos años.

¿La volveremos a ver colaborando en algún programa del corazón?
— No, jamás, he tenido una época para esto pero también una trayectoria muy ilustrativa en la que he hecho de todo. He vuelto a lo que es lo mío, prensa escrita y periodista.

Fuente: https://www.ultimahora.es/noticias/local/2019/03/15/1065065/karmele-marchante-viaje-nigeria-para-ver-ninas-vendidas-anos.html

 

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Entrevista a Heike Freire: “Los niños de hoy necesitan adultos que sepan asumir su responsabilidad”

25 septiembre 2017/Fuente: El Diario de la Educación

Heike Freire apuesta por ampliar los espacios educativos, que no sean tan cerrados, para que la infancia pueda buscar sus propios intereses. También reclama que las familias se preocupen menos de la normalidad y mejoren sus relaciones con niñas y niños.

Conferenciante, educadora, psicóloga, filósofa, periodista, formadora de padres y maestros, Heike Freire tiene una gran preocupación por los entornos en los que estamos educando a nuestros niños y niñas. “Apasionada” de la naturaleza, defiende una educación más humana, que salga a la calle y en la que se valoren las cualidades de cada niño como algo único. Autora de un centenar de artículos sobre infancia, naturaleza, arte, aprendizaje, etc, Freire acaba de reeditar y actualizar el segundo libro que escribió, Estate quito y atiende (Heder).

¿Por qué ha decidido reeditar su libro?

Esta nueva edición es mucho más el tipo de libro que yo quería desde el principio. El anterior editor quiso venderlo con la idea del TDAH, que ha levantado mucho interés y controversia, pero yo ni soy una experta en ello ni lo pretendo. No es un libro sobre TDAH. Es un libro sobre la infancia, sobre los trastornos que tienen los niños y las niñas y cómo muchos de ellos, la mayoría, tienen que ver con los entornos en los que están. El libro es una apuesta por una transformación de los entornos para que sean más saludables para la infancia.

¿Hablamos de los entornos físicos o en general?

De todo tipo. Para una criatura, el primer entorno es su padre o su madre. Pero además están los ambientes naturales, familiares, escolares, urbanos.… El ser humano es igual que una planta: se desarrolla en interacción con un entorno que satisface o no sus necesidades. En mis conferencias a veces pongo la imagen de una plántula que acaba de brotar de la semilla. ¿Por qué brota esa plántula? ¿Cómo brota? Por las condiciones de humedad, los nutrientes de la tierra, la luz del sol. Todo ello hace que se desarrolle de una forma u otra. Del TDAH ha habido mucho sobrediagnóstico, forma parte del tipo de enfermedades promovidas por la industria farmaceútica —esto lo dice un informe de la Comunidad Europea—. Que haya generado tanta controversia, que muchas personas nieguen su existencia, no significa que no haya problemas, que los niños y niñas no sufran o tengan dificultades. A mí no me interesa tanto de qué se trata sino cómo lo resolvemos, y desde mi punto de vista tiene que ver con los entornos.

Ha mencionado el TDAH. ¿Qué otros trastornos se dan entre niños y niñas?

¿Son trastornos modernos, que antes no existían?

Sí. Una persona que se dedica a estos temas en Canadá comentaba que hace 30 años la mayor parte de los niños y niñas que tenía en terapia presentaban problemas físicos. Ahora la mayoría tiene trastornos del comportamiento o el aprendizaje. El TDAH, como la depresión en el mundo adulto, son trastornos del estilo de vida, que tienen mucho que ver con la forma en que vivimos. Ahora muchos orientadores que empiezan a desobedecer: se niegan a clasificar a los niños y niñas en cajitas y ven las cosas de otra manera. También hay que dejar de situar el problema en el niño o la niña, aunque esto alivie a muchos padres, madres, maestras y maestros que no quieren sentirse culpables. La mayoría se molesta cuando el psicoterapeuta o el psiquiatra les habla de la forma de criar, de relacionarse y entender a los niños y niñas, de la forma de vida. Liberarnos de la culpa y empezar a asumir nuestras responsabilidades es una forma de madurez. Y lo que necesitan los niños, niñas y jóvenes de hoy mucho más que cualquier otra cosa, es adultos y adultas maduros, que digan sí a la vida, que asuman sus errores y sean capaces de corregirlos.

Usted trabaja con adultos. Es complicado siempre generalizar, pero, ¿es común encontrarse padres que no están preparados para educar a sus hijos?

Vivimos en una sociedad adolescente. Es muy difícil encontrar personas maduras, y este es uno de los mayores problemas que tienen los niños y niñas.

Cambio de tema. Usted aboga por educar en la naturaleza, volver al campo. ¿Qué beneficios aporta?

Muchos. Aporta relajación, un espacio abierto. Las maestras más jóvenes reconocen que una parte del tiempo que pasan en el aula lo dedican a evitar que se escapen los niños. Cuando a un mamífero lo estabulas, lo metes en una jaula, el mero hecho de estar encerrado le genera estrés. La naturaleza suaviza nuestro sistema nervioso. Aporta salud: cuando andamos descalzos nos ajustamos al campo electromagético de la tierra y se armonizan todos los sistemas orgánicos. Aporta aprendizaje, es una gran maestra. Aporta relación, comunidad. Cuando estás en un lugar abierto es más fácil comunicarse con los demás porque estás más relajado. Un árbol te enseña muchas cosas también, hay que saber escuchar. Lo más importante es que te conecta con la vida que hay en ti, con lo que es importante. Te conecta con un deseo de vida, con tu felicidad, con las cosas que te gustan y te hacen sentir bien. A los niños y niñas les ayuda a reconocer mucho mejor cuáles son sus necesidades, si necesitan correr, hablar, llorar… Su estimulación suave y no invasiva es ideal para desarrollar el sistema sensorial del ser humano, que es fundamental, y también el sistema locomotor. En la ciudad todo quiere atrapar tu atención. Un cartel, un sonido. Y ese sonido lo que hace es cerrarte el oído, mientras el canto del pajarito te lo abre. La atención continua, concentrada que demanda el mundo social y construido es agotadora, especialmente para los más pequeños.

¿Cuál es su propuesta concreta de trabajo con la naturaleza?

Darle la vuelta a las escuelas y transformarlas, que partan de la conexión con la naturaleza y lo concreto: puede ser en su entorno inmediato o cambiando su estructura. Una de las cosas que hacemos es acompañar a las escuelas en la transformación de los patios para convertirlos en espacios de vida. Para que los niños puedan tener ese contacto con la naturaleza: que haya bosquecillos, pequeñas granjas, huertos….que sean espacios vivos, que se pueden compartir con la ciudad (en algunos casos pueden ser jardines de fin de semana) y sobre todo que sean espacios donde los niños puedan desarrollarse. A partir de esa conexión con la naturaleza se transforma todo. Se transforma la manera de trabajar, ya no es media hora de recreo. Es todo lo que yo puedo desarrollar y aprender, porque el aprendizaje tiene mucho que ver con un desarrollo saludable. Si no te sientes bien, si tu organismo no se desarrolla plenamente y es difícil que puedas aprender de verdad, tu aprendizaje será más bien superficial.

¿Qué habría que cambiar en los centros educativos?

Hay tres aspectos de la escuela de hoy que es necesario transformar. Uno es acompañar a las personas para que entren en conexión con su vitalidad, sus deseos, esa vida que se mueve dentro de ellos, ese algo especial que pueden aportar al mundo. Cada ser humano es milagroso, único, y eso debería apoyar la educación. Por otro lado, la conexión con el otro. Ahora mismo, al darle tanta importancia al aspecto congnitivo, a la competencia, la evaluación, etc. se pierde la capacidad de entrar en relación, el diálogo, la amistad entre las personas. Las escuelas tendrían que ser lugares donde se hacen los mejores amigos, donde se establecen relaciones profundas de compañerismo. Donde se aprende a tomar decisiones democráticamente, a pactar, a negociar… También deben ser faros hacia fuera, abrirse al entorno, a la comunidad, expandir valores ecológicos y democráticos, de respeto e igualdad entre todos los seres vivos. Esta conexión con uno mismo, con los demás a través del diálogo —la democracia es diálogo— y la relación con la comunidad son tres aspectos básicos en la escuela de hoy en día.

Comentaba antes que hay orientadores que están dejando de etiquetar tanto a los niños, que ahora las escuelas cambian su perspectiva. ¿Cree que hay un pequeño cambio de mentalidad en la escuela?

Hay muchos cambios. Hace 18 años no me hubiera imaginado que pudiera haber escuelas públicas en este país donde los niños y las niñas no se pasan 7 horas atados a una silla sino que pueden circular entre el espacio interior y el exterior, elegir las actividades que quieren desarrollar, juntarse en pequeños grupos o trabajar individualmente, y que están acompañados en todos sus procesos, no solo los cognitivos sino también emocionales, sociales… Y cada vez pasa más y en más escuelas. Los orientadores se están dando cuenta de que los problemas no son de los niños. Yo suelo decir que muchas criaturas no tienen un trastorno, lo que tienen es una historia. Para cualquier persona que viene al mundo es muy difícil que se reúnan todas las condiciones para que se desarrolle correctamente. En vez de etiquetar a las personas con un trastorno, vamos a ver de qué manera su historia puede brillar. De todo se puede sacar brillo. Incluso de los errores y los problemas. La singularidad de cada persona, lo que podríamos llamar su estilo tiene que ver precisamente con los errores que comete, con sus pequeños y grandes defectos, especialmente cuando se hacen conscientes, cuando se trabajan… En cambio, vivimos en una escuela en la que se persigue el error….

Se persigue y se castiga.

Se persigue y se castiga en general lo diferente. Tenemos que ser todos normales, los padres están obsesionados con eso. Entras en cualquier foro y todos preguntan si sus hijos son normales: si es normal que coma, que no coma, que duerma, que no duerma. En lugar de preocuparnos tanto de la normalidad, de buscar a todo precio la conformidad, deberíamos mirar a las personas, a ese milagro que es cada uno y ver cuáles son sus cualidades, qué hace latir a esa persona, qué aporta esa persona de único.

Uno pensaría, sin conocer las escuelas tan bien como usted, que estamos lejísimos de todo esto…

Depende. En España hay muchas diferencias. Sería interesante hacer un estudio de lo que puede estar pasando en Cataluña o en algunos lugares del País Vasco o de Valencia y las diferencias con el resto del territorio. En Madrid, a un amigo mío le llevaron a visitar colegios innovadores de estos donde los niños van con corbata y maletín a los tres años y tienen que aprenderse los 44 morfemas de la lengua inglesa con cuatro. Son colegios de altas capacidades cuyo único objetivo es, como decía una orientadora, tirar de los niños. Algo que nunca nos plantearíamos hacer con una planta. Aunque sí podemos echarle abonos químicos… Se trata además de potenciar a toda costa sus capacidades cognitivas y nada más: nadie se pregunta cómo está esa persona a nivel emocional, qué aptitudes tiene, qué valores, qué cosas le gustan o le disgustan. Estamos haciendo máquinas cognitivas, máquinas de hacer cálculos y pensar. Las demás dimensiones de las personas, ¿no le importan a la educación? Contenidos, contenidos y la competición continua. ¿Eso es educar?

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/09/21/los-ninos-de-hoy-necesitan-adultos-que-sepan-asumir-su-responsabilidad/
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Entrevista: Diana de Horna y Diego Gutiérrez (Esto no es una escuela): “La escuela tiene que abrirse al mundo”

Entrevista a Diana de Horna y Diego Gutiérrez 

Esto no es una escuela es un proyecto puesto en marcha por Diana de Horna y Diego Gutiérrez que quiere acercar a la comunidad educativa y a las familias las escuelas innovadoras que han tenido oportunidad de visitar en diferentes países del mundo.

Su experiencia se podrá ver en un documental que se financia a través de una campaña de crowdfunding, en la que aún estáis a tiempo de colaborar. Hablamos con ellos sobre esta experiencia y sus impresiones.

Desde Educación 3.0 hemos tenido la oportunidad de contar vuestro proyecto ‘Esto no es una escuela’. ¿Cómo surgió la idea de embarcaros en esta iniciativa y buscar escuelas innovadoras?

Cuando nació nuestra hija hace 4 años empezamos a conectar otra vez con la infancia, volvimos a recordar cómo la habíamos vivido nosotros, pero no tanto desde lo racional sino desde las emociones. Y al recordar la escuela, el instituto o incluso la carrera, nos dimos cuenta de que queríamos otra cosa para nuestra hija, sobre todo porque redescubrir la curiosidad inmensa de una niña y su afán de aprender nos hizo replantearnos para qué y cómo educamos. Fuimos investigando y encontramos autores como John Holt, Alice Miller, María Montessori, Paulo Freire, John Dewey… que nos fascinaron. Así, al tirar del hilo nos topamos con experiencias educativas fantásticas que son muy poco conocidas y quisimos divulgarlas. ¿Qué mejor manera de hacerlo que con un viaje en familia y en bici compartiéndolo en redes sociales? De esta manera nació nuestro blog y también la idea deproducir un documental que reflejara esta experiencia y las iniciativas y personas que hemos conocido, y que forman parte de un cambio profundo en la forma en que educamos a nuestras hij@s.

esto no es una escuela2

¿Qué ha sido lo más llamativo de esta experiencia?, ¿es posible una escuela alejada de los métodos de enseñanza tradicionales?

Lo más llamativo ha sido encontrar espacios de aprendizaje en medio del bosque (lasWaldkindergartens  de Alemania), donde las niñ@s pueden correr y jugar al aire libre todo el día, sin más instalaciones que una simple cabaña, sin juguetes o sillas; o conocer una escuela pública con cerca de 1.500 estudiantes y una larga tradición que apuesta por eliminar los deberes y los exámenes, y aprender haciendo (St. John’s, en Inglaterra). También hemos encontrado una escuela pública donde los alumn@s, a partir de los 5 años, pueden votar en asamblea decisiones sobre el presupuesto, el currículum, las disputas y otras cuestiones que normalmente están reservadas a los adultos (Bealings, Inglaterra). Ver escuelas donde las chicas y chicos aprenden desde hace décadas siguiendo su propia curiosidad, sus intereses, sin asignaturas ni exámenes, y relacionándose en un plano de igualdad con los docentes, es posible como las iniciativas llevadas a cabo en el centroSands de Inglaterra o De Vallei en Holanda.

esto no es una escuelaTambién nos gustaría hablar de la escuela norteamericanaTinkering Scholl: está ubicada en una nave industrial y en ella los estudiantes aprenden a usar casi solos herramientas pesadas como taladros y radiales, recuperando la sensación de control y de confianza en sí mismos En nuestro país hemos tenido la oportunidad de conocer escuelas libres que llevan décadas funcionando como cooperativas, y escuelas públicas que están siendo pioneras en aplicar una metodología “viva y activa” que cambia por completo la experiencia de ir al cole.

Todas estas escuelas se alejan mucho de lo que habitualmente se hace en los colegios e institutos, no sólo por la metodología que emplean, sino por cómo y con qué objetivo están diseñados los espacios, la importancia que se da al juego y la iniciativa de los chic@s, así como el tipo de relaciones humanas que se promueven y que están basadas en la colaboración y la participación. Algunas de ellas llevan muchos años funcionando con éxito, pero no sin dificultades, porque desgraciadamente esta visión de la educación sigue encontrando desconfianza y mucha incomprensión.

¿Cómo son las escuelas innovadoras que os habéis encontrado en vuestro camino?, ¿y sus alumn@s?

Hemos visitado cerca de 30 escuelas en España, Alemania, Holanda, Inglaterra y Estados Unidos. Algunas son centros públicos, otras son iniciativas privadas. Unas tienen ‘profesores’, otras tienen ‘acompañantes’ o ‘facilitadores’. Las hay que están en grandes ciudades, y otras han querido instalarse en plena naturaleza. Lo que todas comparten es un sentimiento de confianza en las capacidades de los chic@s, y donde la responsabilidad no nace de la obediencia sino de la confianza y la participación en la comunidad.

Entre los alumn@s, lo que más nos ha llamado la atención es la madurez de algunos de ellos, su sentido crítico y cómo son capaces de reflexionar acerca de su propia educación. Much@s son personas que han podido recuperar la autoestima y la esperanza gracias a la posibilidad de experimentar otro modelo de escuela más libre y menos basada en la competitividad.

Cada vez se está oyendo hablar más de nuevas metodologías de enseñanza: aprendizaje basado por proyectos, inteligencias múltiples, la clase al revés… ¿Cuáles son vuestras favoritas y por qué?

esto no es una escuelaCreemos que la mayor aportación de estas metodologías reside en poner en cuestión la forma en que la escuela viene funcionando desde sus orígenes, en obligarnos a replantearnos qué es aprender, para qué aprendemos y cómo hacerlo de forma que no anulemos la curiosidad, la motivación y el espíritu crítico de los estudiantes. No sirve de nada aplicar estas metodologías sin un cuestionamiento de la propia escuela, de sus fundamentos y de las relaciones humanas en que se basa, y esto nos obliga a revisar nuestros valores y forma de actuar. Hay que romper con esas ‘tradiciones educativas’ malsanas y con esa pedagogía tóxica que venimos arrastrando y que aún está muy basada en la obediencia, en los premios y los castigos, en los juicios y críticas. Esto no ayuda a aprender ni nos hace mejores personas, sino al contrario.

Es decir, aplicar las inteligencias múltiples es muy interesante siempre y cuando ello no nos lleve a encasillar a los estudiantes, a generar un nuevo corsé que les impide fluir con sus intereses, que pueden ser eclécticos y cambiantes; o ensayar el modelo de la clase al revés. Está bien, pero no debe impedirnos darnos cuenta de que es el alumn@ quien debería poder dirigir su aprendizaje desde lo que le motiva, porque es la única forma de que aprenda de verdad.

Una propuesta que nos parece muy interesante, precisamente por esa puerta que abre a una nueva concepción de la escuela, es la comunidad de aprendizaje. Creemos que la escuela tiene que abandonar las cuatro paredes del aula y abrirse al mundo, a las familias, al barrio, a las iniciativas sociales punteras, a la universidad, a los intercambios y diálogos con centros de otros lugares… al mundo de hoy en definitiva. Un aspecto que debería incorporarse más a la escuela (y a la vida en general) es el juego, el juego espontáneo como base del aprendizaje, como fuente de estímulo, de descubrimiento y de creatividad. El énfasis en la evaluación, en los exámenes y en las clasificaciones, echa por tierra el espíritu de juego que es requisito para querer aprender algo.

Por otro lado, el ser humano es ante todo un ser emocional: las emociones condicionan cómo y qué aprendemos, además de ser la base de la convivencia social y un elemento clave en la felicidad de una persona. La educación no puede seguir descuidando esto, y es necesario que los docentes tengan una formación adecuada en este sentido también, no como formación teórica sino desde la práctica cotidiana de herramientas como la comunicación no violenta. Y algo que echamos muy en falta en la escuela es la mezcla de edades, que los estudiantes no estén separados por cursos ni clases de forma rígida. Las posibilidades que brinda esto al desarrollo social y al aprendizaje (un aprendizaje significativo desde la perspectiva constructivista) son muchísimas y están relacionadas con el aprendizaje entre iguales (hay que recordar que el hecho de que dos estudiantes tengan la misma edad no implica que tengan el mismo nivel de habilidades en un área concreta).

Habéis estado trabajando en un documental donde habláis de las escuelas que habéis visitado, la gente que habéis conocido y entrevistado… La financiación es a través de crowdfunding. ¿Qué les diríais a los docentes y padres para que se animen y con sus aportaciones contribuyan al proyecto?

Les diría que hay muchísimas personas que quieren avanzar hacia una escuela y una educación diferentes. Lo que necesitamos es una base sólida de información contrastada pero también una inyección de moral y de esperanza, algo que nos impulse a conseguir ese cambio. ‘Corriendo por las olas’ es un documental independiente y cofinanciado por ya por más de 300 personas que aúna la razón y la emoción, y que podrá verse de forma gratuita.

Esto no es una escuelaNuestra iniciativa no tiene afán comercial ni ánimo de lucro, pero para poder producir un documental independiente como éste, sin patrocinadores ni subvenciones, necesitamos apoyo, porque los costes de un proyecto así son altos (sobre todo si quieres hacer un trabajo profesional que aspire a tener una difusión importante). Por eso quienes colaboren estarán aportando su granito de arena para que estas iniciativas educativas tengan más visibilidad, que sean mejor entendidas, para que más docentes y familias se impliquen en esta revolución silenciosa.

¡Encima tenemos una sorpresa para quien participe! Además de aparecer en los créditos del documental, a quienes colaboren con la campaña les ofrecemos varios regalos: la edición en castellano del libro ‘Aprender en libertad’ de Peter Gray (un libro imprescindible para entender cómo debería ser la escuela del futuro), y el cuento ilustrado ‘Los náufragos de Tonga’, relato basado en un hecho real que cambiará la forma en que vemos a los niñ@s y que les ayudará a confiar en sí mismos. Os mostramos a continuación el vídeo de dos minutos con el que lanzamos la campaña.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/diana-de-horna-y-diego-gutierrez-esto-no-es-una-escuela-la-escuela-tiene-que-abrirse-al-mundo/31683.html

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