Entrevista con Raúl Rodrigo: «A alguien que está sufriendo acoso escolar le diría que deje de responsabilizarse y que pida ayuda»

Por: Carlota Fominaya

Entrevista con Raúl Rodrigo, autor de «Mi receta contra el acoso escolar» (Desclée).

Si hay que escuchar a alguien en los casos de bullying, es a las propias víctimas. En este caso, se trata del propio testimonio de Rodrigo, cuya historia personal le ha llevado a escribir este libro: «Mi receta contra el acoso escolar» (Desclée). En su libro encontramos una historia de superación y crecimiento personal en primera persona, donde el autor nos regala un manual con el que afrontar y poner fin de una manera pacífica y constructiva a esta lacra.

¿Cuál sería su principal receta para combatir el acoso escolar?

Una de mis primeras recetas es no buscar un por qué. Si buscas un por qué, cometes el error de responsabilizarte a ti. Durante mucho tiempo llevé a cabo esa búsqueda, aunque afortunadamente hace ya unos años que pude salir de ella. A la conclusión que llego es que no hay que buscar el por qué, porque además corres el riesgo de disfrazarte de quien no eres, y eso tiene unas conclusiones muy peligrosas. El ejercicio pasa más por reflexionar en por que ellos ponen el foco en tu persona. El responsable siempre es quien te acosa.

De alguna forma, ¿se suele acosar siempre al diferente…?

La conclusión es que no, pero siempre hay un punto común, que es algo que en ti no pueden soportar ver. Por ejemplo, la niña con la que se meten porque es adoptada… Quizás lo que hay detrás de ese caso es la envidia de saber que esa chica tiene unos padres que se han recorrido miles de kilómetros para formar una familia en la que sí hay amor. O, por ejemplo, si el foco se pone en alguien gay, quizás lo que está detrás es la envidia de que ese joven tiene para mostrar una opción sexual en una edad tan temprana. Siempre hay un motivo, pero no hay que buscarlo en la víctima, sino en la otra persona. Lo resumiría diciendo que el acosador es una persona herida y que tiene problemas. Pero esto también tiene dos lecturas: que ya no lo vemos como un monstruo, sino como una persona que lo está pasando mal, y que también necesita ayuda.

Ahora usted utiliza su experiencia para ofrecer charlas en los colegios. ¿Cuál es su objetivo con los alumnos?

Parte de mi labor pasa por hacer reflexionar a los chavales y hacerles tomar partido. El acoso es muy doloroso. El aislamiento y la soledad que supone son muy perjudiciales, y muy difíciles de detectar. Las cicatrices del aislamiento todavía perduran en mi. Hoy ya no duelen, me sirven como mapa de mi pasado, pero durante muchos años quemaron a rabiar. Para los docentes, los padres e incluso las víctimas luchar contra ese acoso es harto difícil.

¿Por qué a los adultos, padres, profesores, nos resulta tan difícil de identificar este tipo de acoso?

Porque normalmente quien lo ejerce «se disfraza» o se comporta bien en casa y en clase, saca buenas notas…. No tiene por qué ser una persona agresiva, ni con malos comportamientos. Son personas muy inteligentes, y ejercen un maltrato orquestado y premeditado, que requiere de intelecto y planificación.

Creo que poco a poco está cambiando la percepción del acoso, y del papel del acosador…

Poco a poco, aunque a lo mejor no veo toda la realidad. Creo que en los colegios los profesores en general están muy alerta, están implicados… . Los propios compañeros hoy están muy vinculados. Existen alumnos mediadores, los hermanos mayores supervisan a los jóvenes… Hay mucho por hacer pero en este sentido, estoy muy esperanzado.

Pese a este avance, todos los años se suicida algún chaval.

Es que el acoso sigue existiendo y es un problema. Por eso me sumo a esta lucha. Por desgracia tenemos que aceptar o asumir que probablemente nunca llegaremos a conseguir que desaparezca, porque hay algo intrínseco al ser humano que es la maldad. La maldad existe, y los malos comportamientos y las situaciones injustas también. Otra cosa es que por supuesto tengamos que establecer los mecanismos para que sean mínimos y se solucionen a la mayor celeridad posible.

¿Cuál es la gran diferencia entre este libro y otros escritos sobre recetas contra el bullying?

Sobre todo hablo desde mi experiencia, acompañada eso sí de un gran crecimiento emocional y un trabajo psicológico. Esto creo que me permite analizar las cosas sin rencor, sin revanchismos, ni victimismos. Creo que eso es a nivel general la gran diferencia con otros textos: la ausencia de triunfalismo. Y sobre todo, insisto, mi experiencia personal, porque creo que sí que hay cosas buenas o interesantes, escritas desde el rigor de un psicólogo, o un pedagogo, que te dan buenas pautas pero que no lo han vivido.

¿Por dónde crees que deberíamos empezar para luchar contra este grandísimo problema?

El primero, y aunque suene a cliché o a obviedad, es pedir ayuda. Porque primero, si no lo cuentas, los demás no lo saben. Mis padres se enteraron cuando yo tenía 35 años… Cometemos el error de dar por hecho de que la gente más próxima o de nuestro entorno conoce nuestro sufrimiento, y no es verdad.

En segundo lugar, porque un adolescente no tiene los recursos suficientes para gestionar una situación tan compleja. Este segundo mensaje iría enlazado con el primero, e iría dirigido a padres y profesores. Hay una frase de Almudena Grandes que me gusta mucho, que utilizo siempre, que dice que hay que ser muy valiente para pedir ayuda, pero más valiente todavía para aceptarla. ¿Por qué digo esto? Porque un menor que esté sufriendo acoso escolar va a estar muerto de miedo y, por tanto, no va a pedir ayuda.

¿Alguna recomendación directa para padres y profesores u otros adultos de referencia?

Sí, les diría que intenten generar un clima de confianza en el que los niños o adolescentes se sientan en la tranquilidad de poder contarnos. También que estén muy atentos a los cambios de comportamiento.

¿Y para alguien que está siendo víctima de acoso?

Y como tercer ingrediente, yo le diría a alguien que está sufriendo acoso escolar que no busque porqués, que deje de responsabilizarse. También le aconsejaría que se construyese un mundo que le haga feliz. Eso no significa resignarse a lo que está ocurriendo, no significa no luchar por volver al instituto con confianza y tranquilidad… Pero sí saber que fuera del centro escolar hay un montón de cosas y de gente con la que puedes conectar, entablar nuevas amistades, y reconstruir tus fortalezas y tu autoestima.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-alguien-esta-sufriendo-acoso-escolar-diria-deje-responsabilizarse-y-pida-ayuda-202001160141_noticia.html

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