Libro(PDF): «Heteronomías en las ciencias sociales. Procesos investigativos y violencias simbólicas»

Reseña: CLACSO

Este trabajo no busca cuestionar ni desacreditar la imprescindible actividad académica, ni sus enormes aportaciones sociales, ni dejar de reconocer el trabajo serio, riguroso y socialmente incidente que han realizado y realizan una gran cantidad de científicos sociales. Sabemos y reconocemos que desde las ciencias sociales se imprime mucho esfuerzo, conocimiento y compromiso en aras de resolver problemas económicos, políticos, psicosociales y ecológicos y que esta labor la realizan de manera cotidiana y sistemática colegas que trabajan con una enorme empatía social y respeto a las comunidades, los grupos o los sectores sociales con quienes investigan. Sin embargo, también reconocemos sesgos importantes inscriptos en el propio campo científico donde prevalecen orientaciones vinculadas con enfoques neoliberales de la ciencia, donde más allá de la perspectiva teórica con la que se investiga, predomina la impronta neoliberal monológica, heteronómica y extractivista que incluye violencia simbólica y participa en la reproducción de las relaciones de poder dominantes.

De la Introducción de José Manuel Valenzuela Arce

Autor (a): José Manuel Valenzuela Arce.

Editorial/Edición: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-633-1

Idioma: Español.

Descarga: Heteronomías en las ciencias sociales. Procesos investigativos y violencias simbólicas

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2215&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1406

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Epistemicidio: así es como la modernidad suprime formas marginales de conocimiento

Por: Andy Philipps Zeballos

«Se trata de la liquidación de algunas formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente tras el nacimiento y uso del método científico como el único validador por parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte de garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo irracional.»

No es un concepto sencillo de definir. Para explicar en qué consiste y qué consecuencias tiene el ‘epistemicidio’ tal vez deberíamos empezar por intentar explicar qué significa ‘episteme’. Según la RAE, episteme tiene 3 acepciones:
  1. En la filosofía platónica, el saber construido metodológicamente en oposición a las opiniones individuales.
  2. El conocimiento exacto.
  3. El conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas.

Sin querer ahondar más en una discusión muy teórica, se puede decir que episteme es, partiendo de la primera y tercera acepción, el conjunto de conocimientos construidos bajo un paradigma metodológico que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en un determinado espacio-tiempo. Además, este episteme se intenta distinguir de las creencias y opiniones.

Ahora tal vez, el concepto “epistemicidio” puede tornarse un poco más fácil de entender. Se trata de la liquidación de algunas formas de apre(he)nder, crear y transmitir conocimientos-saberes comunitarios, ancestrales o los propios de ciertas culturas de naturaleza genuina especialmente tras el nacimiento y uso del método científico como el único validador por parte de las clases dominantes, convirtiéndose éste en una suerte de garante de la objetividad que nos protege de la subjetividad, de lo irracional.

Para Boaventura de Sousa Santos, se trata de simplemente de la destrucción de saberes propios de los pueblos causada por el colonialismo europeo y norteamericano (europeos desplazados).

Esta liquidación puede materializarse de muchas formas: la más obvia quizá es la aniquilación física de seres humanos de cierta comunidad o cultura, luego está la asimilación cultural, la imposición-chantaje por la cual el estado ofrecerá ciertos servicios si éstas comunidades abandonan ciertas prácticas por otras (“si asiste a un colegio donde se hable la lengua oficial del Estado te daremos comida a cambio”). A esta práctica se la relaciona también con las políticas de “blanqueamiento” que se practicaron especialmente en los países sudamericanos. Otra, es el desplazamiento de esto pueblos y su consecuente “desarraigo”. Es por esto que algunos académicos como de Sousa Santos afirman que no es posible una justicia social global sin una justicia cognitiva global, y que el conocimiento científico de la modernidad es un gran epistemicidio al haber suprimido en la marginalidad a conocimientos distintos. Él mismo diferencia 5 modos de producción de deslegitimación racional en y desde las ciencias sociales:

  • La monocultura del saber y del rigor que descacredita los conocimientos alternativos
  • La monocultura del tiempo lineal y la idea de que la historia tiene un sentido de progreso, de desarrollo al que deben de aspirar los otros pueblos no europeos
  • La monocultura de la naturalización de las diferencias que ocultan las jerarquías
  • La monocultura de la escala dominante donde lo global es hegemónico y lo particular-local no cuenta, y
  • La monocultura del productivismo capitalista que se aplica tanto al trabajo como a la naturaleza y desecha toda otra lógica productiva.

Cabe recordar en este punto que no se debe confundir episteme, ni epistemicidio con epistemología, la cual se define comúnmente como la rama de la filosofía que estudia el método científico.

El epistemicidio andino

En una entrevista a la filósofa boliviana Silvia Rivera Cusicanqui se dice que para los estudiantes universitarios que vienen de zonas rurales donde la transmisión de cultura y conocimientos se da sobre todo verbalmente y a través de las madres y las abuelas. Una forma de aprendizaje y evaluación más eficaz para ellos se da cuando se realizan las dinámicas de clase y los exámenes oralmente, donde en lugar de escribir y leer en silencio, se escucha y se lee en voz alta. Los estudiantes tienen mejores resultados, en general, en los exámenes orales que escritos. Esto tiene que ver no sólo con la forma en que se ha transmitido conocimientos (historias, mitos, relatos, anécdotas, etc.) generación tras generación, sino con una cultura “de lo verbal” que puede materializarse en cantos y música. Un buen ejemplo puede observarse en la película “La Teta asustada” en donde la protagonista conoce la (terrible) historia de su madre a través de armoniosos y calmados cantos que entonaba ella en quechua.

Así que una vez llegados a este punto, resulta harto complicado no advertir que la manera occidental de crear conocimiento (la ciencia/el método científico), aunque dominante, es una más entre el mar de posibilidades y maneras que existen de conocer, de observar y transmitir conocimiento, conocimiento no-occidental. Junto con el genocidio acontecido de forma tanto directa (asesinatos y torturas sistemáticas), como indirecta (contagio de enfermedades infecciosas) tras la “conquista de América”, la evangelización forzosa o la prohibición de ritos/prácticas paganas (como hablar lenguas no romances), entre otros, en Indio-latino América se ha cometido -y se sigue cometiendo- por parte de los estados-nación heredados de la última etapa de reordenamiento de las élites del virreinato, uno de los mayores epistemicidios de todos los tiempos. Esto, por ejemplo, ha quedado bien ilustrado con el mestizaje o blanqueamiento, una política oficial en algunos países de América “Latina” basada en el olvido, haciendo que la idea de la memoria atente contra la paz mental del mestizo, el cual, no quiere ser indio nunca más. Estas heridas no están cerradas en la memoria de los pueblos indígenas e incluso un neoconservador como S. Huntington reconoce que “Occidente no ganó la guerra por la superioridad de sus ideas o valores o religión, sino por la superioridad en capacidad de aplicar mayor violencia organizada”.

De la reducida variedad de epistemes también es consecuencia cierta falta de respuestas tanto en una dimensión filosófica como técnica. Hoy, nadie puede negar el profundo y sorprendente conocimiento que los Mayas poseían de los astros y su medición (un ejemplo es su significante influencia en la modificación del calendario juliano al gregoriano) o el que tenían los Incas de arquitectura y agricultura. Asimismo, actualmente, en un tiempo donde se buscan formas alternativas de coexistencia entre los seres humanos y el planeta tierra, no son nada desdeñables algunas de las lecciones que pueblos indígenas han compartido, y todavía comparten, sobre las distintas formas de convivencia sostenible con nuestro entorno haciéndonos ver y saber al resto del mundo que la vida humana es compatible (e incluso armonizable) con la “pacha mama”.

Y es que precisamente el éxito del sistema mundo moderno/colonial, como sostiene Ramón Grosfoguel en su obra “La descolonización de la economía política y los estudios poscoloniales”, consiste en “hacer que sujetos socialmente ubicados en el lado oprimido de la diferencia colonial, piensen sistemáticamente como los que se encuentran en las posiciones dominantes”. Ya que las perspectivas epistémicas subalternas son un conocimiento que al venir desde abajo, producen una perspectiva crítica del conocimiento hegemónico en las relaciones de poder involucradas.”

Ojalá no sea demasiado tarde

No somos los primeros que se lamentan de este trágico suceso, la pérdida de la riqueza intelectual, cultural y epistémica. En la literatura esta idea de desaparición de la alteridad, la imposición del pensamiento único y la hegemonía cultural de occidente en los 5 continentes acongojaba al propio Levi-Strauss, quien escribía durante su viaje a las selvas occidentales del Brasil: “cuanto menores eran las posibilidades de las culturas humanas para comunicarse entre sí y, por lo tanto, corromperse por mutuo contacto, menos capaces eran sus respectivos emisarios de percibir la riqueza y la significación de esta diversidad.” (Tristes Trópicos, 1955).

Aunque tal vez, donde mejor quede capturada esta sensación de vacío y desidia es en la siguiente escena de “Cien Años de Soledad”, cuando uno de los hijos ilegítimos del Coronel Buendía pregunta a su bisabuela Úrsula si la historia que cuentan los mayores sobre los ‘exóticos’ objetos que traían los gitanos (especialmente Melquíades) a Macondo era verdad o no:

Asombrado, le preguntó a Úrsula si todo aquello era verdad, y ella le contestó que sí, que mucho antes los gitanos llevaban a Macondo las lámparas maravillosas y las esteras voladoras.

-Lo que pasa -suspiró- es que el mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas.

Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Epistemicidio_asi_es_como_la_modernidad_suprime_formas_marginales_de_conocimiento#.WNw7pC-Fhfs.facebook

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¡Muerte al conocimiento de los pueblos originarios!

Por: Saúl Rivas Rivas 

Notas sobre su exposición en el diplomado Espiritualidad Indígena y Cosmovisión del Instituto de Idiomas Indígenas en el Ministerio del poder popular para la educación- Diciembre de 2016)

A la memoria imperecedera del Comandante Supremo Hugo Chávez, quien en su legado del Socialismo del siglo XXI incluyó los Indosocialismos.

«Nosotros no somos ningún Nuevo Mundo. Somos tan viejos y tan nuevos como Europa». Comandante Hugo Chávez

Es muy conocida, sobre todo en los medios de izquierda y entre los amantes de la paz con justicia, de la vida frente a la muerte, aquella frase de un desquiciado nazi-fascista del siglo pasado, quien -a confesión de parte, relevo de pruebas- afirmó:

– ¡Cuando oigo la palabra cultura preparo mi revólver!

Esta frase de Göring, lugarteniente de Hitler, constituye por sí misma la confesión de un fascismo cultural, un atentado al conocimiento de todo pueblo o cultura, que pudiera atribuirse en su conjunto a una de las múltiples consecuencias de esa visión hegemónica, expansiva, envolvente y disolvente de otras civilizaciones por parte del Occidente imperial, racista y colonialista, como lo definió Robert Jaulín. No es la de Göring, la frase aislada de un hombre sino la expresión más alta de la intolerancia de su propia cultura, para no hablar de la intolerancia hacia el otro y la otra diferente. El nazi fascismo es la cumbre de la epilepsia de un sistema decadente, cuando ya no soporta lo más lúcido y extraordinario de su propia cultura, de los poderes creadores de nuestros pueblos y desenfunda la pistola contra sus propios orígenes. Aquí en Nuestra América el nazi-fascismo nació disfrazado desde México como supuesta «raza cósmica» y en cualquier caso, la llamada «cultura única mestiza» no es otra cosa, que una de las modalidades del apartheid criollo, encarnación de un fascismo cultural y educativo que nos aniquila moral y espiritualmente. Pero que ahora, por el explosivo poder mediático global, se transfiere a la Era del idiotismo digital: la cumbre de todos los epistemicidios históricos ocurridos hasta hoy, tal vez con un saldo de muerte mucho mayor que las conquistas y colonialismos anteriores .¡Porque no sólo quieren matar el cuerpo! ¡También nos quieren matar el alma! Lo más irreductible a toda conquista, como lo recordara alguna vez Mariano Picón Salas, aunque todavía permanecía en una óptica hispanocéntrica, sin incluir nuestras múltiples espiritualidades.

EL CAPITALISMO NO ES UNA CULTURA

Realmente, el capitalismo no es una cultura. Primero es anti-natura, contrario a la naturaleza y a los ciclos de la vida. Segundo, es anti-cultural, porque destruye civilizaciones .Es por naturaleza contrario a la vida, a las intuiciones, al intelecto y a las más elevadas manifestaciones intelectuales y espirituales, contrario al amor, a lo afectivo de todo lo viviente y a la solidaridad. No sólo es machista sino también misógino(1). Es simplemente el celaje de la racionalidad que camina con la velocidad de la luz para la reproducción del capital contra el tiempo de reproducción de la vida. Tampoco podemos hablar de contraponer una supuesta cultura socialista a la cultura capitalista. En todo caso, trataremos de contraponer una ética eco-socialista y ecohumanista a la hecatombe capitalista. Los nuevos socialismos del siglo XXI, como aspiraba Chávez, nacerán contextualizados en las culturas ancestrales, en el presente histórico y en la identidad de cada pueblo, superando la demoledora dicotomía civilización o barbarie.»Me siento más indoamericano y afroamericano, que hispanoamericano, que iberoamericano y que latinoamericano». Hugo Chávez (desde Brasil)

LA DES-CIVILIZACIÓN PATRIARCAL Y DE CASTAS

La des-civilización occidental, de carácter patriarcal, logo-centrista, eurocéntrica y racista, de castas, clases y estamentos, niega –y destruye- otras formas de conocer, de pensar, de amar, de sentir y de vivir. Niega las distintas formas de fundamentar y operar el conocimiento por parte de los pueblos y civilizaciones diferentes. Esta actitud es fundamentalista, cientificista y tecnocrática, amparada en la llamada «razón segunda», «razón instrumental» de la pan-modernidad, en la lógica intrínseca del capital neoliberal. Esta forma de conocer y su operatividad científico-técnica–autodestructiva y genocida- ha promovido el desequilibrio planetario más descomunal en siglo y medio, con un andamiaje de conquista y colonización montado en medio milenio, desde la llegada del europeo a la América; el advenimiento del renacimiento, a partir del siglo XV; la primera revolución industrial y sobre todo, con el llamado siglo de las luces a partir de los finales de los siglos XVIII y comienzos del XIX, que marcó el proceso ideológico de nuestra primera independencia, con todo el peso de la sociedad de castas de la colonia. (Que trajo como consecuencia una independencia política formal sin ir a la raíz de una descolonización de fondo y de una revolución cultural y educativa que afianzara la cultura y educación propia de nuestros pueblos, sin negar por ello, la herencia occidental grecorromana y judeo-cristiana adquirida en tres siglos de la colonia). De allí que –como lo han visto muchos investigadores- la ilustración es a la vez, un hecho externo y al mismo tiempo interno a nuestras realidades colonizadas. Sin embargo, nuestra historia, como pueblos y como realidades específicas, no se limita a la historia del capitalismo y la modernidad o a la llegada del hombre blanco a este continente. El llamado «fin de la historia» no es tampoco un fenómeno que aparezca con la advertencia de Fukuyama a raíz de la caída del Muro de Berlín y el desplome de la URSS. El anuncio del fin de la historia, tiene mucho que ver con el climax, la conciencia límite del ascenso en el poder de una clase dominante y el comienzo de su declinación. Entonces anuncia el paraíso, el fin de la historia, el fin de la política, el fin de las ideologías. Vale decir, la ideología del fin de las ideologías. De allí el cuento de la «desaparición de la nación» y la llegada de la «Aldea Global».

EPISTEMICIDIO EN LA IDEOLOGÍA TECNOCRÁTICA

El capitalismo monopólico a partir de finales de la década del 50 del siglo pasado, nos legó la llamada ideología tecnocrática y comenzó a privarnos del estudio de la historia y la geografía, generó una guerra santa contra las carreras humanísticas, emparentándolas con supuesto «atraso» y «sub-desarrollo». Nos contó el Dr. Acosta Saignes, que él vivió esa realidad cuando se propuso la fundación de la Facultad de Humanidades de la UCV. Sólo las «carreras científicas», estarían a tono con el nuevo espíritu académico y universitario. Los idiomas particulares de las culturas y clases dominadas, desde la ilustración -aquí en América con Carlos III- procesadas arbitrariamente como simples variantes dialectales y no como sistemas lingüísticos completos, estarían al servicio del «idioma general» que fundamentaría a la llamada «ciencia única» y sus complejos teórico- metodológicos. Así como a los idiomas metropolitanos de los imperios europeos, dominantes en cada colonia (lingüicidio, intento de liquidación de los idiomas indígenas en beneficio de la españolización compulsiva y unilateral del imperio y la expulsión de los jesuitas de América por su sistema de misiones no compatible en esa coyuntura con el Estado español)(1767). Los idiomas metropolitanos tendrían de alguna forma, primero, los dones de «la alta espiritualidad» y luego los dones de «la cientificidad» o de la razón instrumental, aunque finalmente, tal facultad se le atribuyera unilateralmente al inglés como el idioma paradigmático que entiende o que habla en el lenguaje de la ciencia. El latín quedaría -como lengua muerta- para las viejas taxonomías del lenguaje humanístico de las ciencias y como parte de la liturgia católica, aunque ya en desuso: también desaparecería -mucho antes- de la Universidad Real y Pontificia, con la Independencia política. Mientras que lo latino y la latinidad quedó devaluada ideológicamente por la hegemonía anglosajona y particularmente por el modelo de los pueblos europeos transplantados (como Estados Unidos y Canadá)., defendidos en su «pureza racial» nazi-fascista por organizaciones tan tenebrosas -entre otras- como el ku-klux-klan, nacido en 1865 al 67, con renacimientos posteriores en 1871, 1915 y con coletazos en la década de los 60 del siglo pasado. Estas sectas resucitan de sus cenizas en tiempos de crisis como brazos del fascismo. Incluso del nazi-fascismo, pasando por la xenofobia de los imperios y el malinchismo de nuestras dirigencias criollas.

EL IDIOMA MATERNO, LA CLAVE CONTRA EL MONOLINGUISMO

Volvamos a la importancia del idioma materno, como código matriz de todo el conocimiento de un pueblo. Y como claves para la descolonización: de allí el paso necesario a la educación intercultural bilingüe.

Entendamos que todo idioma materno, tiene -o construye- sus metalenguajes para la espiritualidad, las ciencias, las artes, sus filosofías y cosmovisiones al calor de la cosmovivencia familiar y comunitaria a través del chamanismo y otras variantes de la espiritualidad. Muchos de ellos, de estos lenguajes especializados, son portadores de expresiones científicas, de la filosofía o de la espiritualidad, que –en algunos casos- son intraducibles a otros idiomas. Pero en lo esencial, todos son -como dice el profesor EE Mosonyi, perfectamente comunicables entre sí. No representan, como ideológicamente lo sostienen las ideologías occidentales, la matriz de una Babel lingüística y cultural o confusión de lenguas, al emparentarlas con un fundamentalismo pan-bíblico del mundo. Esta tendencia a la «lengua única» es la clave de todos los epistemicidios, para perseguir, negar y destruir las formas particulares de articular el conocimiento cada pueblo y cultura del planeta (colonizado o en vías de re-colonización). Pasando por la reducción de la espiritualidad y la imposición de los calendarios de conquista para dejarnos de alguna forma desubicados en el tiempo y en el espacio. El prócer César Rengifo, desde su arte nos hablaba de la anti-conquista, con el espíritu de una nueva descolonización de fondo. Volvamos al meollo del asunto:

¿SE NOS PROPONE UNA NUEVA EDAD MEDIA CIENTIFICISTA?

Durante la llamada Edad Media europea, la tendencia fue la de reducir todo a lo uno. Un solo Dios, una sola religión, búsqueda de un solo gobierno político-religioso, un discurso único construido sobre la base de la teología….(¿?) Una visión pan-teológica del mundo. Como hoy todavía, muchos pretenden explicar la complejidad actual con una visión pan-bíblica del mundo. Debemos rehuir cualquier fundamentalismo, cualquier dogmatismo: sea filosófico, ideológico, político, racial, religioso, étnico, nacional, de género, generacional o de cualquier tipo.

EL EPISTEMICIDIO RADICAL Y SISTEMÁTICO COMENZÓ EN AMÉRICA

El epistemicidio radical ya sistematizado, en América comenzó con la conquista y la colonia, con la búsqueda de El Dorado, con las llamadas reducciones, que implicaban también reducción de la mente, el cuerpo y el espíritu, de «los que matan el alma» y se declaran «sal de la tierra» en los llamados «pueblos de misión» y en los «pueblos de doctrina», pasando por la crueldad esclavista de las encomiendas y sus encomenderos, siempre con justificaciones pseudorreligiosas, apartando al niño y niña indígena de su comunidad, de su idioma, de su cosmovivencia, de sus padres y abuelos y de la familia extensa como trasmisores de la cultura materna, a la que se atribuía un sentido pagano y diabólico. Las misiones -so pretexto de «evangelizar» y luego «civilizar»- «modernizar», «desarrollar», operaban y operan con sus internados o bien , en otros casos se regalaban los niños y niñas indígenas a las familias pudientes de pueblos y ciudades bajo la promesa de «mandarlos a estudiar», convertidos en semi-esclavos, sirvientes domésticos, siendo las niñas objetos de ensayo y curiosidad sexual del padrastro o ya de los padroticos, los hijos de la familia que adoptaba, transformándolas en dóciles sirvienticas, en un medio totalmente extraño, hostil y desarraigado para transformarlas en traumas vivientes. Había una gran diferencia entre hijos y criados: otro tipo de criados eran los llamados «hijos expósitos», de padre y madre verdaderamente desconocidos para ¡el qué dirán! de la sociedad colonial. Así comenzó nuestro amargo exilio cultural, educativo, espiritual, social y personal, en las soledades de las culturas y dioses del destierro. Los esclavizados africanos y sus descendientes estaban incorporados directamente a la sociedad colonial, aprovechando la circunstancia del trasplante de un continente a otro y su compra directa como fuerza de trabajo, lo cual facilitaba mucho más la esclavización y la aculturación. Sin embargo, las cimarroneras negras hicieron en muchos casos, causa común con la resistencia indígena desde las altas montañas.

EUROPA SE LABRÓ Y SIGUE LABRANDO SU PROPIO EPISTEMICIDIO

Pero aún en el vientre de Europa, se confundió la lucha contra el feudalismo de la Edad Media, como una lucha contra otras formas de conocer, de sentir, de vivir, de amar y de pensar: era una lucha contra los múltiples mundos que habíamos heredado del chamanismo ancestral desde las profundidades insondables de una historia todavía no registrada por la escritura y lo documental, patrimonios estos, junto con la educación, ahora de las clases y sectores dominantes. Una cultura de esos múltiples mundos, la había reivindicado de alguna forma –aunque siempre excluyente como cultura esclavista- la misma cultura griega, sin haber roto todavía el cordón umbilical de la comunión del microcosmos con el macrocosmos en la búsqueda ansiosa de la unidad del género humano, aunque al principio, la paideia griega, su proyecto civilizatorio, incluía sólo al que hablaba griego y finalmente al que cultivaba los «altos valores del espíritu», confundidos éstos con los valores de la cultura griega. Posteriormente, el monoteísmo cristiano y luego, por un proceso laico radicalmente distinto, las llamadas «leyes generales de la ciencia», empujaron a una gran fragmentación del conocimiento y de la vida a partir del siglo XVIII, desencadenando la hiper-especialización. Con la visión de progreso indefinido en el dominio total de la naturaleza, incluso con una visión uni-lineal de la evolución darwineana, sin tomar en cuenta el complejo entramado de la co-evolución de la naturaleza y de la vida. El llamado «Estado laico» persiguió a veces con mucha más crueldad inquisitorial a las espiritualidades indígenas, emparentadas con «la oscuridad más absoluta», en contraste con el mundo de la escritura como acceso a «la historia»; en oposición con» la luz de la ciencia y la tecnología» dominante. Vistas como parte de una «fase prehistórica» de la humanidad, y como sobrevivencia arbitraria del supuesto «primitivismo» en la modernidad. Que ideológicamente se suponía «globalmente superada». Pero no hay superación global, ni de una cultura por otra, ni de una etapa histórica por otra. Ni todo tiempo pasado fue mejor, ni todo presente es globalmente superior a todo pasado. Sin embargo, la intelectualidad eurocéntrica de nuestros países se extrañaba de que los pueblos indígenas, no compartieran con entusiasmo el advenimiento del Estado laico. Pero ese Estado laico también desconocía, lo esencial de las espiritualidades de los pueblos originarios vistas desde una periodización lineal de la historia y de las sociedades, de las ciencias, del arte y de la cultura donde los primeros pobladores ocuparían el último escalón de la evolución humana.

LO MACRO VERSUS LO MICRO, LA CARA DEL COLONIALISMO

Se acentuó en la misma Europa –incluso a lo interno, desde el Renacimiento- una lucha encarnizada entre macrosociedades y microsociedades, entre Mundo y Micromundo, entre lo general y lo particular, hasta llegar a la negación radical del otro y de la otra (pretensión imperial excluyente que estaba ya muy lejos de cualquier etnocentrismo primario, común a todas las culturas del planeta; lo que se asumía como «general» y como «universal», incluso como «uni-versidad» o saber académico, era la expansión del mundo blanco sobre nosotros a través del monopolio y la colonización del conocimiento para negar el acceso a la justicia y equidad, a la construcción progresiva de lo que hoy llamamos, la inter-culturalidad). Muchos idiomas y culturas locales –de la misma Europa- las procesaban como simples variantes «dialectales» , «campesinizadas» y vaciadas de su etnicidad bajo pretexto de ascender a la cultura nacional en sincronía con la llamada «cultura general» o «universal», legitimada como «saber universitario» o «académico»..Se llegó al extremo de negar nuestra consanguinidad con el universo, con los animales y las plantas y los elementos fundamentales que sustentan la vida: agua, aire, tierra, fuego, tratados todos como simples «recursos» y en la peor degradación de las cosas, como mercancías.(Marx señaló que el capitalismo degrada la tierra y el hombre, pero que también degradaba las cosas) Se privilegió el fuego sobre los demás elementos y se rompió el pachacuti, el equilibrio entre el yin y el yang. La misma Asia se acomplejó ante el Occidente colonialista, dejando en parte relegada su proteica diversidad cultural y humana y sobre todo, su patrimonio sociocultural. Es ahora, como apunta Enrique Dussel, que la misma China observa haber dejado de lado una buena parte de su historia nacional, restableciendo una serie de museos en reparo ante aquella ausencia. La herencia asiática de Occidente se procesaba como «la prehistoria de Europa» en base a las ideologías occidentales del atraso y del progreso. Incluso Occidente ayer y hoy atentó contra sus propios orígenes. Sean éstos orígenes asiáticos, africanos y de 500 años para acá, indoamericanos y caribeños. ¿Cómo tiene Occidente hoy a lo que ayer fue Mesopotamia, como tiene a Siria, Palestina, Libia, la misma Grecia; Roma es parte de una latinidad excluida del modelo anglosajón y anglonorteamericano de poblamiento dominante, como lo confiesa abiertamente el nuevo Presidente de USA Donald Trump. Hay una visión ecónomo-céntrica y productivista que atenta contra la biodiversidad en su conjunto y las posibilidades de sobrevivencia. Pero esto se presenta, no como fenómenos socio-naturales creados por el hombre y el sistema capitalista dominante, sino que se pretende presentar como parte de la evolución y cambios internos del mismo planeta. Se ha pretendido descalificar la misma posición del Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si, en defensa de la Casa Común, el planeta. Vale decir, se naturaliza la destrucción del planeta por este sistema económico y social. Surge así la ceguera de un cientificismo dogmático, envolvente y autodestructivo que pretende dar clases de «alta democracia» y de «convivencia humana». Es ahora una nueva religión laica, al sostener que la llamada ciencia es la única vía posible para dar respuesta a todo. Es la religión del positivismo: el paso del llamado pensamiento mágico al pensamiento teológico, de éste al metafísico y del metafísico al pensamiento positivo o científico. Se trata de un positivismo acrítico, pseudo-religioso, al amparo del mito-ciencia. Esto a pesar de que a partir de la década del 80 del siglo pasado, comenzó una tendencia denominada autocrítica de la ciencia, que no caminó mucho en la negación de sus fundamentos excluyentes de otras ciencias y saberes porque era encontrarse con su naturaleza ecoetnogenocida. Hasta que la cultura académica se tambaleó frente al reino de la imagen y lo mediático, con la llamada posmodernidad. Otros quisieron entrar a la construcción de la interculturalidad por la puerta grande de la llamada transmodernidad. Pero al fin y al cabo, la modernidad se había convertido en fundamentalismo más abigarrado de Occidente, con dificultades para salir de su pan-modernidad.

IDOLATRÍA DE LA MODERNIDAD Y FETICHISMO DEL DÓLAR

Otros, anclados en la llamada «razón segunda» de Occidente o la «razón instrumental», continuaron desarrollando la idolatría de la modernidad y el fetichismo del dinero y de la mercancía. Sin embargo, el llamado fetichismo se le venía endosando a las llamadas culturas «primitivas». La ambigüedad político-ideológica y a veces, la supuesta amplitud, cuando no la neutralidad y la complicidad con el status quo político, también se convirtió en una constante de una serie de tendencias y movimientos tanto cientificistas como pseudo-espirituales, pasando por esoterismos, teosofías, espiritismos, escuelas del cuarto camino, intuicionismos y múltiples variantes de pseudorreligiosidades mercantilizadas y atrapadas por el fetichismo del dios dólar, en pleno esplendor imperialista de la religiosidad positivista. Con todo esto se desmovilizaba la parte más subversiva y revolucionaria de las espiritualidades sembradas históricamente y culturalmente en sus propios contextos geográficos, sociales y políticos. Ya desde su tiempo el Maestro Simón Rodríguez venía anunciando esta siembra política y cultural de sectas religiosas, pasando por la religiosidad dominante de cada imperio, en cada fase de su esplendor histórico. No le hables a los españoles de libertad de cultos, porque ellos no entienden sino de una sola iglesia, decía el maestro de Libertadores. El intuicionismo krisnhamurtiano, que criticó a Occidente como una cultura de evasión, que siempre estaba o en el pasado o en el futuro; a pesar de sus aportes en el autoconocimiento, llevó a un sin número de jóvenes en el mundo a la evasión social y política para no asumir responsabilidades concretas, ni con su realidad social, ni con la humanidad de su tiempo. Él mismo, se fue a los Alpes Suizos a dictar conferencias a los turistas europeos y americanos, aburridos de su propio mundo hiperconsumista, fantasioso y mediático. Sin embargo, nos habló siempre del fracaso de hombres y mujeres paradigmáticos como Jesús, Mahoma, Gandhi, Bolívar, Miranda, presentando sus luchas como inútiles y equivocadas…Judy Krisnhamurti decía que él podía vivir auto-observándose y soportar cualquier sociedad. Pero no pudo soportar la consumista e hiper-alienada sociedad norteamericana. Se quedó encontrándose a sí mismo y de espaldas a la miseria del mundo y de un sistema cruel y eco-etno-genocida.

POTENCIALIDADES INHIBIDAS DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

Sin embargo, los pueblos originarios han dado pasos significativos, con aciertos y errores en la construcción del conocimiento y sus múltiples operatividades desde los complejos entramados del universo, de totalidades en distintos planos, donde todo está relacionado con todo. Donde la relación con la tierra, lo interplanetario y la vida comunitaria pasa por el equilibrio con todo el universo: con todos los seres vivos, hombres y mujeres, animales y plantas, por su unidad también con el mundo mineral, con todos los elementos que sustentan la vida y un conjunto de espiritualidades irreductibles, al mismo tiempo que inseparables del mundo viviente. Su alianza con el universo, no es de dominación. Es de convivencia mutua como condición necesaria para el pleno desenvolvimiento de su vida espiritual. Busca el pachacuti, el equilibrio entre lo masculino y lo femenino, entre lo que los asiáticos llaman el yin y el yang. Pero que aquí toma distintos nombres en el idioma de cada cultura. En la cultura wayuu juyá, la lluvia, es masculino, porque preña la tierra; en cambio entre otras culturas, masculino es el padre sol y femenina la madre tierra. Entre los zuñi, de México, el Sol, que todo lo puede, preñó a María y parió morochos. El dos como principio de la unidad de la organización del universo.

EL CHAMÁN, NO ES UN SER INDIVIDUALISTA, QUE SE QUEDA BUSCÁNDOSE A SÍ MISMO, ENCERRADO EN SU INTERIORIDAD, AL MARGEN DE LA COMUNIDAD, TAMPOCO ES UN SER SUMERGIDO EN LA NATURALEZA SIN CONCIENCIA DE SU MISMIDAD

Es una visión errada ver al chamán como un ser sólo individualizado, ignorando su entramado con la naturaleza y con su comunidad y cultura local. Su viaje hacia el inframundo y hacia el mundo superior no está marcado por una huída y escape de su presente y de su entorno social. No es un ser esoterizado, ni un ser exoterizado al disponer de un manejo simultáneo de su realidad física interior y exterior. En este mismo orden, las teologías de la liberación nos hablan de un encuentro con Dios desde la comunidad, desde el prójimo, mientras que las teologías de la dominación nos hablan de una relación vertical e individual con Dios, que no pasa por la comunidad: ¡Cristo y yo mayoría aplastante! (Cursillos de cristiandad). De la misma manera, también pueden haber peligrosas desviaciones en el chamanismo y otras espiritualidades, usadas muchas veces con un sentido autodestructivo y destructivo del otro, dentro de la cadena de la vida. No se trata de idealizar nada, ni de fanatizar en ningún sentido.

Destaquemos que antes de surgir la universidad ya se contraponía, «cultura general» a las culturas locales. Y lo general, era lo occidental. Si bien en un plano más amplio, no sólo el cristianismo y el judaísmo, también el islam, el budismo y otras manifestaciones espirituales ya pretendían reorientar el curso de la humanidad en detrimento de los pueblos, culturas y civilizaciones locales, predominando otras formas de conquista y colonización imperiales en detrimento del patrimonio de las microsociedades en nombre de «la humanidad». Cualquier forma de conquista, en cualquier tiempo histórico, en cualquier espacio del planeta, traía la tendencia a la negación del otro, más en coyunturas en que mediaba la propaganda de guerra.

LA FARSA DE LAS ENCICLOPEDIAS OCCIDENTALES

Ocurre que en las enciclopedias y diccionarios occidentales se contrapone cultura general a culturas particulares, de paso, declarando que sabemos a ciencia cierta de la existencia de una «cultura general», poniendo en duda la cultura propia, la educación propia, la historia propia y en definitiva, la identidad de los pueblos y civilizaciones colonizadas. Mejoramiento de raza o blanqueamiento y cuando no, los llamados «sincretismos» culturales o religiosos. Esto le ha permitido a Occidente presentarse como «raza y civilización superior» y como «la única civilización», dando las medidas exactas de lo humano y lo divino.

EL MONOTEÍSMO DE «LA CIENCIA» O LA MONO-CIENCIA

Si llegáramos a encontrarnos con un Marx de esta época, probablemente nos diría que la mono-ciencia es el opio de los pueblos. Y tal vez le pediría perdón al mono y a la mona, por tan arbitraria comparación.

La destrucción de las múltiples vías del conocimiento ha afectado a todos los pueblos del planeta, incluso a los mismos pueblos europeos, las primeras víctimas en su empeño de dominar la naturaleza. Allí está hoy el presidente electo de los Estados Unidos Donald Trump preparando no sólo su revólver sino también sus misiles, frente a quienes pretendan hablarle de ¡calentamiento global!(invento según él, de los enemigos del «progreso» de los Estados Unidos y de la libertad, la democracia y la humanidad).El fascismo es hijo de la crasa ignorancia de las clases dominantes; enemigo no sólo de la humanidad sino también, de todo el mundo natural. De los animales y las plantas, de toda espiritualidad y de la vida en su conjunto. De la Madre Tierra y de lo inter-planetario, donde todo está relacionado con todo, según podían afirmarlo muchos milenios antes del surgimiento de la ciencia occidental, los sabios chamanes hasta hoy. No esperaron a San Francisco de Asís, a San Antonio de Padua o al paleontólogo Teilhard de Chardín para saberlo desde la óptica católica o cristiana (éste último víctima del índice de los libros prohibidos). La óptica cientificista de Occidente, como nueva religión laica, comulgó con la fragmentación del conocimiento, del mundo y de la vida. La ciencia, la pretendida «única ciencia», nacida para prever el futuro, nunca vio -aparentemente- la destrucción de la capa de ozono o el calentamiento global, ocultando el sol con un dedo para satisfacer la irracionalidad y los intereses del gran capital. Las ciencias humanas o sociales, tampoco han servido para prever los últimos acontecimientos mundiales de gran envergadura en los últimos 40 años. Sin embargo Bronilaw Malinowski, un antropólogo al servicio de la corona inglesa y salpicado incluso por influencias nazi, que hablaba todavía de supuestos pueblos «primitivos», no se atrevió en cambio a afirmar que existieran «pueblos sin ciencia», entendiendo por ciencia en sentido muy general, toda su macro-estrategia para prever y abordar el futuro. En cambio, se le seguía negando historia a los pueblos de tradición oral, sea por no conocer la escritura o por no tener Estado, en el caso de Hégel. Los pueblos originarios tenían siempre o casi siempre su calendario orientado hacia los ciclos que permitieran la reproducción de la vida de acuerdo con su visión del mundo, como el caso de los indígenas americanos, que hemos producido la mayor diversidad agroalimentaria del planeta. Darcy Ribeiro a pesar de su neo-evolucionismo unilineal y de su ideología de «los pueblos nuevos», sabía que el modelo de adaptación a cada ecología específica es complejísimo, con procesos de maduración de miles de años, muy lejos de ser empíricos o improvisados. Por eso, entre otros factores, se retractó al final de su vida, pero un poco tarde, de esa visión de los «pueblos nuevos» en sus configuraciones histórico culturales americanas. (El hombre nuevo del Che, sería hoy tan viejo y tan nuevo a la vez)

EN CONCLUSIÓN:

1.-La civilización que nos domina –grecorromana y judeocristiana- es hija de un fascismo cultural y lingüístico, epistemicida, destructor de las vías del conocimiento de los pueblos conquistados y colonizados. Mientras que el fascismo político se incrementa en mayor grado en las grandes crisis económicas y sociales del capitalismo, como comenzamos a percibirlo en este momento histórico. Pero el elemento constante, sostenido, es el epistemicidio cultural, educativo y espiritual, tanto en la paz como en la guerra desde la conquista y la invasión de América. Aunque cualitativamente, la resistencia y emancipación indígena, de alguna forma ha prolongado su marcha hasta hoy, dando lugar a los Estados plurinacionales de Bolivia y Ecuador y al Estado multiétnico y pluricultural de la República Bolivariana de Venezuela, convocado a la interculturalidad de sus políticas públicas, incluyendo su política exterior, más en el caso de tener la presidencia de los países no alineados el camarada Nicolás Maduro, la segunda organización planetaria, después de la ONU. Así como por ser un país geoestratégico y bio-estratégico, con las mayores reservas de petróleo del mundo, con 15 de los 17 elementos que hoy necesitan las transnacionales. De allí que estemos en el ojo del huracán.

2.-El chamanismo tal vez ha sido la manifestación espiritual más antigua, más constante, más específica en los ámbitos locales, más generalizada a los pueblos y civilizaciones y por tanto más universal en su contribución al conocimiento humano. No ha dicotomizado lo cercano y lo lejano, lo local y lo universal, tiempo cotidiano y eternidad. Sin embargo, no es una religión, ni una fe, ni una filosofía en particular, no es una idolatría totémica, aunque tampoco está vacunado de antemano contra desviaciones humanas, pero siempre ha representado los primeros escarceos de la ciencia, la filosofía, el arte, el teatro, la danza, la pintura y la espiritualidad del pensamiento humano. En todo caso, es como la primera referencia teórica y metodológica de las etnociencias de la humanidad, incluyendo a la etnociencia occidental. No es casual que en las primeras pinceladas griegas, la persona, es aquel «que habla detrás de las máscaras». Ver: Enmanuel Mounier, El Personalismo. Cuadernos Eudeba. Bs As. 1961.

3.-El chamanismo está entre las primeras búsquedas de la unidad del género humano y su consanguinidad con el universo, con el mundo mineral, vegetal y animal, sin por eso negar de antemano la especificidad de lo propiamente humano, pero sin el derecho o la pretensión de dominar la naturaleza. Se trata de una alianza con todo lo viviente para convivir, siempre en comunión con ese entramado de mundos que conforman el tejido de la vida, como la araña que en colectivo entreteje sus propios mundos. Las mujeres wayuu expresan muy bien esta cosmovisión en el entramado de sus tejidos, con hilos de vivos colores para alumbrar el paisaje semi-desértico.

4.-Si el chamanismo y otras manifestaciones espirituales milenarias –no sólo de Egipto o de Asia- contribuyeron a buscar la unidad del género humano, también dieron los primeros pasos fundamentales para estructurar la unidad del universo y del mismo monoteísmo.

5.-Enfrentando como estamos una crisis de grandes dimensiones ecológicas, civilizatorias, económicas, política, social, cultural y espiritual, las potencialidades inhibidas de los pueblos y culturas indígenas pueden dar una gran contribución al ecumenismo, al diálogo intercultural, a la reorientación y refundación del aparato científico-tecnológico, de las filosofías del Buen Vivir en nuestras sociedades caribes y arahuacas; al acceso real y concreto a las facultades sentí-pensantes, proclamadas por el maestro Simón Rodríguez, a la patria para los indios, proclamada por la guerra federal, a la inclusión comunitaria y socialista de todos nuestros pueblos y culturas, abriendo el abanico de nuestras diversidades y unidades en los todos y en el todo de las complejidades actuales y de todos los tiempos, vividos y por venir. Siempre desde un presente vital y cotidiano, desde el aquí y ahora de la política en busca de lo extraordinario. ¡Cuando lo extraordinario se vuelve cotidiano, hay la revolución! (Che).

6.-Venimos proponiendo la elaboración de un conjunto de marcos referenciales, teórico-metodológicos, de construcción colectiva, participativa y protagónica, que permita el libre ejercicio de la democracia comunal y multisocietaria, con el propósito de desmontar los proyectos históricos de la dominación cultural y educativa, cuya culminación ha sido hasta ahora, la dominación política, económica y social mediante una sutil y prolongada dominación espiritual, ahora con el uso apabullante del aparataje científico-tecnológico al servicio de la racionalidad del capital y de su globalización unilateral en la era del idiotismo digital, mediático y trans-mediático de sus redes, de sus mundos virtuales que fomentan el individualismo y el aislamiento más apestante en nombre del conocimiento y de la comunicación humana. (¡Teme más a los que matan el alma!)

6.1.-La construcción colectiva implica asumir en su conjunto lo que el Comandante Chávez denominó las múltiples fuentes del socialismo del siglo XXI: indosocialismos, movimientos indígenas y de indo-descendientes, afroamericanismos y movimientos afrodescendientes, marxismo crítico y movimientos de trabajadores, ecosocialismos y movimientos de salvación del planeta, teologías de la liberación y movimientos ecuménicos, feminismos y movimientos de género contra el Estado patriarcal y la misoginia de los fascismos; movimientos juveniles contra los falsos conflictos generacionales que hablan del fin de la historia y del fin de la política; movimientos campesinos contra el desequilibrio rural-urbano, semi-urbano y sub-urbano, que afecta el equilibrio ecológico, la producción de alimentos y la organización comunal, rural, urbana, semi-urbana y sub-urbana, con todas sus intermediaciones; filosofías, antropologías y pedagogías de la liberación con la finalidad de promover una verdadera revolución cultural, educativa y espiritual.

Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/a239692.html

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