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Trata transatlántica: Una mancha indeleble en la historia de la humanidad

Redacción: Cambio 16

Sojourner Truth fue subastada a los 9 años junto a un rebaño de ovejas, gracias a la trata de esclavos que imperó en el mundo durante 4 siglos. Luego de eso fue vendida dos veces más, golpeada diariamente, acosada, acusada y despojada de sus pocos derechos.  Hoy 23 de agosto su historia resuena como la de muchos otros seres humanos en el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición.

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Este día fue propuesto por la Unesco con el fin principal de no borrar de la memoria global el capítulo más abyecto de la historia universal: la trata transatlántica de esclavos. De manera que se pueda resaltar y abordar las formas de opresión y racismo que existen en la actualidad.

La trata en el “comercio triangular”

Entre 1501 y 1830, 15 millones de mujeres, hombres y niños aproximadamente, fueron víctimas de la trata transatlántica que transportaba esclavos desde África hacia América. Tanto fue la marea humana venida desde el África que en aquel momento existían 4 esclavos por cada hombre blanco en el nuevo continente. Durante la trata trasatlántica existían dos rutas de comercio:

  • Una al norte, dominada por británicos y franceses.
  • Otra al sur, dominada por portugueses y brasileños.

El comercio de esclavos se conoció como “comercio triangular”. Consistía en la salida de barcos desde la Europa occidental (Portugal, Francia, Inglaterra y los Países Bajos) con suministros de todo tipo.

Los barcos llegaban hasta la costa occidental de África, donde algunos de los productos de Europa se intercambiaban por esclavos negros. De allí partían hacia las Antillas o las costas americanas, donde los esclavos junto a la mayor parte de la mercancía europea se intercambiaban por azúcar, tabaco, cacao y metales preciosos para su vuelta a Europa. España se integraría más tarde a este tipo de comercio.

La mayoría de los cautivos de la trata transatlántica provenían de las zonas centrales y occidentales de África. Ya en Norte y Sudamérica eran obligados a trabajar en plantaciones de cacao, café, algodón, coco, tabaco; en las minas de oro y plata; en los campos de arroz, en la construcción de barcos y en las casas como sirvientes.

Impacto en las mujeres

La trata transatlántica tuvo un impacto mayor en las mujeres, quienes debieron soportar no solo explotación laboral, sino también explotación sexual. Señala la ONU que a medida que estaba más cerca el término del comercio de esclavos, los propietarios aumentaron la presión sobre las mujeres para acrecentar la población de esclavos.

Para esos años, la población de africanos fue tan grande que aún hoy se observa su influencia en América. De allí que este 2019 el tema escogido para la conmemoración del Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición sea “Recuerdo de la Esclavitud: El Poder de las Artes por la Justicia”.

Las artes que liberan

Las artes son y han sido una vía para enfrentar la esclavitud, empoderar a las comunidades esclavizadas y rendir homenaje a aquellos que lucharon por la libertad y la hicieron posible, de acuerdo con la ONU.

De hecho, en Estados Unidos surgieron  “canciones de trabajo” que estaban asociadas a la herencia de los africanos víctimas de trata. Las canciones se utilizaban para recordar su lugar de origen y son consideradas por algunos autores antecedentes del blues.

 

El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición rinde un tributo a la noche entre el 22 y 23 de agosto cuando en Haití los esclavos de distintas plantaciones se sublevaron y arrasaron con el estado de Tremes. La finalidad de este día es continuar la lucha contra los prejuicios raciales y combatir las nuevas formas de esclavitud que afectan a 21 millones de personas en la actualidad, según la UNESCO.

Fuente: https://www.cambio16.com/la-trata-un-negocio-de-vieja-data-dia-internacional-del-recuerdo-de-la-trata-de-esclavos-y-de-su-abolicion/

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Un recorrido por la trata y el grooming, como otro medio para tal fin

Redacción:  El Editor Platense

El flagelo de la trata de personas no es un fenómeno de nuestros tiempos. Este se encuentra íntimamente relacionado con la esclavitud y se remonta al período precolombino. En aquella época, el tráfico y la prostitución en América Latina era una práctica de los españoles cuando tomaban o entregaban “el botín de mujeres” al vencedor, dando origen al comercio sexual y creando establecimientos para su ejercicio.

Posteriormente, en la colonia, aparecen las primeras normas por las cuales se castigaba dicha actividad, así como al proxenetismo, con sanciones que podían llegar hasta la muerte. El término “trata” nace en el año 1869 cuando la Real Academia lo introdujo en su diccionario en cuya definición se hacía referencia a comercio de esclavos negros (mayormente provenientes del África). La expresión “trata de blancas” surgió tiempo después y su origen es francés. Este concepto se desarrolló en la sociedad burguesa para diferenciarlo de la trata de negros. Posteriormente, con la venida del Moralismo Reformador anglosajón surgió el interés en cuestiones como el proxenetismo y la prostitución de mujeres y niños.

Con el devenir de los años, se vio la necesidad de regular la explotación sexual de mujeres. Por tal razón, en el año 1902 la Reina María Cristina creó “El Patronato Real para represión de trata de Blancas”, que perduró hasta el año 1931, siendo reemplazado por el “Patronato de Protección de Mujeres”. Dos años después, en París, se firmó el Acuerdo Internacional para asegurar una protección eficaz a la trata de blancas.

Posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, el comercio de mujeres con fines de explotación sexual fue en aumento, debido a que el conflicto bélico trajo aparejado grandes corrientes migratorias (principalmente desde Europa hacia América Latina) y con ello pobreza y hambre. También migraron las prácticas proxenetistas europeas.

La guerra también trajo otra consecuencia: la redacción de Convenios y Protocolos internacionales (entre los que podemos nombrar el “Convenio para la Represión de la Trata de Persona y de la Prostitución Ajena” firmado el día 2 de diciembre del año 1949), los cuales ya no se referían a la “trata de blancas” sino a “trata de mujeres”, dando lugar a una concepción más amplia a la trata.

El concepto fue evolucionando hasta que, en el año 2000, se firmó el Protocolo de Palermo -el cual entró en vigor en el año 2003 y ya son 171 países que lo han ratificado-. En el mismo se abandona definitivamente el término “trata de blancas” o “trata de mujeres”, adoptándose de manera definitiva “trata de personas” o “tráfico de personas”, definiendo dicho crimen. Esencialmente, «tratar» o «traficar» es el transporte de personas, por medio de coerción, engaño, o consentimiento para el propósito de explotación como trabajo forzado o consentido o prostitución. La «trata de personas» puede significar el reclutamiento, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, bajo amenaza o por el uso de la fuerza u otra forma de coerción, secuestro, fraude, engaño, abuso de poder o una posición de vulnerabilidad, o recibir pago o beneficios para conseguir que una persona tenga bajo su control a otra persona, para el propósito de explotación.

La explotación puede incluir, como mínimo, la explotación de la prostitución de otros u otra forma de explotación sexual, trabajo forzado o servicios, esclavitud, o prácticas similares a la esclavitud, servidumbre, o remoción de órganos.

En consonancia con la promulgación del Protocolo de Palermo, el 29 de abril del año 2008, Argentina -uno de los países ratificantes del protocolo- sancionó y promulgó la Ley 26.364 de «Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus víctimas» que busca prevenir y sancionar la trata de personas, tanto de adultos como de niños, niñas y adolescentes y también de asistir a las víctimas, y sancionar a los
tratantes.

La ley 26.364 fue modificada por la Ley 26.842 -promulgada el 27 de diciembre del año 2012-, suprimiéndose la distinción entre víctimas mayores y niños, niñas y adolescentes y agrava las escalas penales. Además, incorporó dos finalidades de explotación que no estaban expresamente contempladas en la ley 26.364. Una de ellas, agregada en el inciso d del artículo 1, es la promoción, facilitación o comercialización de la pornografía infantil o la realización de cualquier tipo de representación o espectáculo con dicho contenido. Aquí cabe hacer una aclaración, la llamada “pornografía infantil” se encuentra reprimida el art. 128 del Código Penal Argentino.

Ahora bien, la trata de personas “… en su vertiente más avanzada, implica la cosificación del ser humano, la pérdida absoluta de la libertad (ya sea psíquica o física) y su dominación absoluta por el sujeto activo quien se aprovechará de su fuerza de trabajo con el objetivo último de obtener una mayor ventaja económica” .

LA EXPLOTACIÓN SEXUAL DIGITAL

Bajo estas premisas surge un interrogante: ¿es posible la explotación sexual digital?  Recordemos que nos encontramos transitando una era donde lo digital va ganando espacios en las actividades cotidianas de las personas. Basta con mencionar que al día de hoy uno puede adquirir desde un teléfono celular hasta un inmueble o, incluso, ser usuario de lo que se denomina “billetera digital”. También, vale mencionar que las relaciones interpersonales se han llevado a este mismo plano. Hoy en día, existe un sinfín de redes sociales, aplicaciones, etc. (Facebook, Twitter, Instagram y otras no tan conocidas como Grinder, Amino, Tinder), donde los usuarios crean un perfil, suben fotografías, comparten historias y concretan citas.

A partir de ello, podemos advertir cómo las nuevas formas de comunicación empiezan a jugar un rol preponderante en la manera en que se ofrecen servicios de índole sexual. Vemos que a través de redes sociales se publicitan servicios de acompañantes, se ofrecen packs (compilación de fotografías pornográficas) a cambio de dinero, o como ha proliferado el sistema de contratación de pornografía a través de cámaras web (donde el cliente abona una suma de dinero a cambio de ver en vivo y en directo al actor/actriz e interactuar con ellos).

Pues bien, todo comienza a oscurecer cuando estas redes son utilizadas por uno de los segmentos sociales más vulnerables: los niños, niñas y adolescentes. Esto nos obliga a enfocar la mirada y ser más precavidos a la hora de analizar la explotación sexual. No es nada nuevo que este grupo eterio pasa la mayor parte de sus horas detrás de un celular o una computadora interactuando a través de redes sociales (la llamada cultura de la habitación ), muchas veces sin conocer a su interlocutor en “la vida real”.

Al analizar estas nuevas costumbres que tienen los niños, niñas y adolescentes se empiezan a vislumbrar nuevas conductas delictivas como el grooming.

Recordemos que lo que se tipificó con el grooming, es el hecho que un adulto, mediante las tecnologías de la información y la comunicación, se contacte con un niño, niña o adolescente, con el propósito de cometer un ataque contra su integridad sexual.  Y ¿cómo actúa el pederasta digital? En muchos casos, todo comienza a partir de ganarse la confianza de los niños, niñas y adolescentes para que estos brinden una fotografía o video intimo (comprometido) y, luego, a través de amenazas, coacción o, básicamente, chantaje, obtener de la víctima otros actos cuya consecuencia resultan mucho más graves.

A esta altura, el que en sus inicios aparecía como un groomer, pudo haber provocado en el niño, niña o adolescente la pérdida absoluta de su voluntad psíquica –por las amenazas y/o coacción- y dominarlo. A partir de ese momento, se comienza a transitar hacia conductas mucho más graves.

En efecto, aquí el grooming es el punto de partida para aquellos que, a costa de las vulnerabilidades económicamente perjudicándolos, toda vez que son ellos quienes mayoritariamente utilizan las redes de los niños, niñas y adolescentes, pretenden beneficiarse.

Esta nueva especie, a la que podemos denominar “explotador sexual digital”, recurre a perfiles falsos, donde simula ser un niño de la edad de sus interlocutores con la finalidad de ganar su confianza. Pretenden ser sus amigos y los seducen para obtener imágenes sexuales. Lo novedoso es que ya no lo hacen con el fin de contactar a los niños, niñas y adolescentes con fines sexuales o para obtener material pornográfico, sino que son captados y sometidos a fin de que realicen prácticas sexuales.

Para ello, utilizan los servicios de teleconferencia que permiten las distintas plataformas (como whatsapp, Facebook, o páginas de streaming, que posibilitan la transmisión en vivo y en directo, etc.).

Son contactados por personas (a las que podríamos encuadrar como clientes), que se vinculan con el sujeto que las “controla” –tratante-. Este les da el contacto (ya sea el número telefónico o el usuario de determinada red social), para luego interactuar. Claramente esta situación no encuadra en lo que actual y tradicionalmente conocemos como “trata de personas”, delito que se encuentra previsto y reprimido por el artículo 145 bis del Código Penal, puesto que no contempla las acciones descriptas anteriormente.

Fuente: https://eleditorplatense.com.ar/nota/9741/un_recorrido_por_la_trata_y_el_grooming_como_otro_medio_para_tal_fin

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«Su casa era mi cárcel». Trabajadoras domésticas en situación de esclavitud

Redacción: Amnistía Internacional

Más de 250.000 personas, la mayoría mujeres, procedentes de países como Etiopía, Filipinas, Bangladesh, Sri Lanka o Ghana, entre otros, son esclavizadas como empleadas domésticas en Líbano. Solo pueden entrar al país si una familia libanesa las solicita, entonces el Ministerio de Trabajo les concederá un permiso de trabajo vinculado a sus empleadores. Estos las recogen en el aeropuerto y a partir de ahí controlarán todos sus movimientos.

¡Bienvenidas al infierno!, acaban de quedar atrapadas por el sistema Kafala, un régimen al margen de las leyes laborales libanesas que encubre la esclavitud de las personas que se dedican al trabajo doméstico. La renovación de este permiso, el cambio de trabajo e incluso el regresar a sus países dependerá única y exclusivamente de quienes las contrataron.

Amnistía Internacional ha entrevistado a 32 mujeres trabajadoras domésticas en Líbano para el informe Su casa es mi prisión. Y son ellas las que nos relatan cómo es su calvario.

1. Largas jornadas laborales, sin descanso.

«Trabajaba desde las 4 de la mañana hasta las 10 de la noche cada día, sin descanso y sin días libres. Un día, lavé 16 alfombras y estaba cansada y me senté un poco en el sofá. La mujer me dijo que me levantara que les iba a contagiar mis bacterias. Le dije: ‘cuando trabajo no tengo bacterias, si me siento sí las tengo. Si no está contenta, mándeme a mi país'». Cuenta Sebastian de Costa de Marfil. 19 de las 32 entrevistadas por Amnistía Internacional trabajaban más de 10 horas, y 14 de ellas no tenían días libres.

2. Impagos, reducciones salariales.

«No me pagaron los tres primeros meses. Cuando le pregunté por mi salario, me dijo: lo que quieres es irte». Bizu de Etiopía no cobró nada hasta seis meses después. Entonces descubrió que le habían reducido el sueldo para que asumiera los gastos por su llegada al país. Cinco de las entrevistadas señalaron que sus empleadores no les pagaron los primeros meses para recuperar los gastos necesarios para su llegada a Líbano.

3. Pasaporte confiscado.

«En los 22 años que pasé allí, nunca vi mi pasaporte», relata Sarah de Madagascar. Veinte de las 32 mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional aseguraron que las autoridades libanesas entregaron directamente sus pasaportes a los empleadores una vez aterrizadas en el país.

4. Restricción de movimiento y comunicación.

«No me permitían hablar con nadie. Si abría la ventana y saludaba a otra filipina, mi empleadora me tiraba del pelo y me pegaba. Durante 3 años me encerró en la casa. Nunca salí a la calle», detalla Eva de Filipinas. «Cuando logré escapar, y estaba andando por la calle, sentí que volaba». Diez de las 32 entrevistadas tenían prohibido abandonar la casa en la que trabajaban.

5. Comida escasa.

«Cada 16 días, la señora me deba un paquete de pan de pita. Solo me permitía comer al día media pita. Contaba cuántas quedaban y si notaba que faltaban más de las que tenía permitidas, me gritaba. Tenía prohibido abrir el frigorífico», explica Tsega de Etiopía. Numerosas de las mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional aseguraron no recibir suficiente comida.

6. Alojamientos inadecuados y falta de intimidad.

«No tenía habitación. Dormía en el sofá en el salón. Dejaba mi ropa y mis pertenencias en mi maleta porque no tenía armario», refiere Nethmi de Sri Lanka. Solo 4 de las 32 mujeres entrevistadas tenían una habitación propia y 8 dormían en el salón, en la cocina, en la alacena o en el balcón, incluso una de ellas aseguró haber dormido en el baño hasta que se completaron las pruebas médicas exigidas por el Ministerio de Trabajo para permanecer en el país.

7. Abusos verbales y psíquicos.

«Deja tu plato y tu vaso separados de los de la familia. Cuando el señor llegue, permanece en la cocina. Y no te sientes en ningún sofá». La empleadora de Kanshena, de Sri Lanka, le cortó además el pelo en contra de su voluntad. Cuando se quejó, la pegó y la encerró. La mayoría de las mujeres entrevistadas por la organización habían sufrido algún tipo de trato humillante.

8. Restricciones al acceso a la salud.

«Una vez me puse enferma. Le pedí a mi empleadora que me llevara al doctor, pero se negó. Me dio una medicina inadecuada y empeoré. Empecé a vomitar. Solo entonces me llevó al médico, pero me advirtió que no le contara que me había dado medicamentos. Cuando el médico me preguntaba, contestaba ella. No me dejó hablar», cuenta Mary de Etiopía.

9. Impacto en la salud mental.

«Estuve encerrada durante un año. Lloraba todos los días. Intenté suicidarme tres veces. Su casa era mi cárcel. Desde entonces parte de mi mente se ha perdido, no me acuerdo de muchas cosas», relata Mary de Etiopía. Seis de las 32 mujeres entrevistadas habían intentado suicidarse.

10. Tráfico de personas.

«Durante seis meses, trabajé para tres familias. El dueño de la agencia de selección de personal me ofrecía como un regalo: una vez a la familia de la novia de su hijo, otra vez a su hija y a la familia de su marido», explica Banchi de Etiopía.

Ninguna de las mujeres entrevistadas denunció su situación, no confiaban en que las fueran a creer, tenían miedo a ser detenidas y deportadas, a no volver a encontrar un nuevo empleo, a que las acusasen falsamente de robo. Muchas de ellas siguen atrapadas en Líbano.

Los datos del informe de Amnistía Internacional son tremendos, pero los que manejan otros organismos confirman una situación mucho más grave. El nuevo ministro de trabajo libanés anunciaba recientemente que está elaborando un anteproyecto de ley para proteger a las trabajadoras domésticas que llegan al país. En Amnistía Internacional estaremos alertas para que así sea.

*Todos los nombres son ficticios por motivos de seguridad.

Fuente: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/su-casa-era-mi-carcel-trabajadoras-domesticas-en-situacion-de-esclavitud/

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Pensamiento latinoamericano: La descolonización como clave del pensar

Por: Fernando Buen Abad

Un caudal portentoso de ideas y de acciones, emancipadoras, constituye un tesoro (no exclusivo) de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Desde la caídamisma de la “Gran Tenochtitlan” (13 de agosto de 1521) hasta las luchas más recientes contra la neo-colonización económica, cultural y comunicacional… tenemos un inventario de pensadores “nuestros” que lo son no sólo por razones geográficas sino por objetivos descolonizadores en todas sus líneas. Moctezuma, Netzahualcóyotl, Cuauhtémoc… a cual más, desde las luchas de resistencia contra la invasión española hasta el presente, somos herederos y deudores de un “tesoro de pensamiento” empeñado en recuperar la tierra, las fuerzas productivas, la libertad y la identidad. Es la “Batalla de las Ideas” entendida y extendida, también, como producción y profundización de simientes nacidas con cargas geográficas relativas. Si bien el pensamiento reclama identidades, al mismo tiempo relativiza “pasaportes”. De esa “lógica”, emana un caudal vigoroso de contribuciones teóricas y prácticas, que son irreductibles al individualismo, mientras reconocen el valor del aporte personal.

Parte de esa herencia es, también, el repertorio de sus debates internos y externos. Línea por línea el temario núcleo del pensamiento latinoamericano ha sido teñido por el debate Capital-Trabajo, por la contradicción entre la supremacía del Capital sobre la especie humana…y por el desarrollo de las luchas sociales. Tal repertorio del debate recorre una gama completa que va desde desacuerdos menores hasta francas guerras irreconciliables y todos han sido fuente (voluntaria e involuntaria) de enseñanzas y aprendizajes de todo tipo. Y eso que parecería “obvio” no lo es si se toman en cuenta las condiciones concretas que la lucha de clases ha impuesto en las miles de carencias educativas a que han sido sometidos nuestros pueblos, especialmente las educativas, las culturales y las comunicacionales.

Se han puesto en debate las tradiciones filosóficas y sus ejes metodológicos. Se han debatido hermenéuticas y propedéuticas, físicas y metafísicas, lógicas y estéticas, morales y éticas… debatió Sor Juana con Carlos de Sigüenza y Góngora; debatió Borges con Sábato; debatió Paz con Arreola… y casi no existe aporte al pensamiento latinoamericano que no haya saldado su -o sus- debates necesarios. Insistamos. Pero más allá de los debates inter-personales, tenemos la huella continental amplísima marcada por los debates históricos de un pensamiento que no sólo abarca un territorio sino que abarcan las claves emancipadoras para la especie humana en su totalidad, es decir, el debate Capital-Trabajo… el debate clase opresora vs clases oprimidas. Insistamos. Pensamiento con fuerzas internas que luchan, con todos los medios disponibles, por la libertad y contra la alienación neocolonial ante las condiciones históricas de opresión. Y en especial durante el siglo XX.

Lucha por la libertad está inmersa en el ser de los pueblos, rompiendo esclavitudes y creando bases para una comunidad humana finalmente organizada para su emancipación y cuyo resultado debería ser una sola y gran patria de la humanidad, donde nadie sería “débil” y nadie será el más “fuerte”. Esta línea de ideas no sólo es componente identitario sino que se desarrolla como una de las más altas realizaciones teóricas del pensamiento latinoamericano hasta nuestros días. En eso cabe Frantz Fanon como caben Ricardo Flores Magón, Juan Carlos Mariátegui, José Vasconcelos, Eli de Gortari, Leopoldo Zea, Arturo Jauretche… por sólo mencionar algunos y corriendo a sabiendas el peligro de la omisión por espacio escaso. Una multitud de problemas abordados, a veces, hacia sus soluciones que son expresión de una multitud de culturas. Culturas, que por cierto, van hacia una universalidad que es la Cultura necesaria en un comunidad organizada para sí, bajo el rigor de sus necesidades históricas y su desarrollo. Universalidad de la comunidad de hombres y pueblos unidos por metas emancipadoras semejantes.

Tal filosofía, hacia una comunidad organizada -y organizadora- para su planificación material y simbólica, ha reflejado siempre los problemas que se le han presentado a la humanidad que se organiza localmente para resolver sus problemas en las etapas más críticas de su historia, en épocas de crisis económica, moral y social. Épocas en las que es necesario alcanzar una nueva moral social, un pensamiento que ha sido alterado e hibridado por diversas circunstancias. Época, también, de crítica multiplicada. Nuestro pensamiento plantea no pocos problemas que aún no han sido resueltos. Y por eso es también un pensamiento cuyo núcleo sigue siendo el de la crisis del racionalismo, del empirismo, del criticismo, del nacionalismo… que algunos autores vieron como una reacción anticolonial. Han corrido “ríos de tinta” académica y de todo género, al respecto.

Pero nuestro Pensamiento, ha hablado de libertad y dignidad, de soberanía, de los derechos humanos y del respeto inalienable al trabajo como valores hacia la universalización de su vigencia para ampliar las posibilidades de la humanidad -y de la naturaleza- Espíritu presente en el pensar sobre las relaciones que mantienen los “pueblos originarios” y sus herederos con los pueblos que, se han transformado en naciones nuevas. Espíritu en el pensar que afirma la igualdad de las identidades descolonizadas y se suma a la universalización de la Cultura: universalización nunca vista. Pensamiento que es universalización de las rebeldías que refleja, en la filosofía… en el espíritu que recorre nuestro tiempo.

Nuestras tareas hoy deben atender la organización dialéctica en las luchas de los pueblos que han hecho vigente la lucha por la identidad emancipada en la realidad y en su desarrollo. La capacidad de la organización para convertirse en lucha y la lucha en organización para crear condiciones que permitan su ampliación. Está en juego la sobrevivencia no sólo de nuestros pueblos sino de la humanidad y para eso es necesaria la comunidad organizada para sí, en una serie de tareas -que ya son comunes- (comunitarias) a todos los seres humanos. Derrotar todo exclusivismo, haciendo a un lado la discriminatorio racial, económica, política, religiosa o social. Hacia un humanismo que ahora trasciende las fronteras en la América Latina, y sus pensadores o filósofos: El desarrollo de las capacidades críticas para la organización de la comunidad de iguales que es, hoy por hoy, una asignatura pendiente.

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Pensamiento-latinoamericano-La-descolonizacion-como-clave-del-pensar-20180822-0002.html

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“¡Poder de las mujeres africanas. La nueva generación!”

Redacción: El País

La artista marfileña Manou Gallo acude con la fuerza de su voz, su bajo de cinco cuerdas y su ‘looper’ a la XXVII edición del Festival Internacional de Jazz de Saint Louis, en Senegal

Fuerza, potencia y ritmo. Hace suyo el espectáculo ataviada con un bajo de cinco cuerdas y un elegante traje de chaqueta de tela de wax azul fuerte con figuras naranjas. Lidera la banda, lidera el instrumento y lidera su voz, a veces rasgada otras brillante. La marfileña Manou Gallo abre uno de los conciertos oficiales del XXVII Festival Internacional de Jazz de Saint Louis, donde las mujeres han protagonizado la programación de este histórico encuentro que revoluciona la isla de la ciudad senegalesa. «Es un gran símbolo que las mujeres estén delante. Así poquito a poco la mentalidad cambia», dice satisfecha tras terminar el concierto en el que invitó a subir al escenario a la también bajista, de Senegal, Maah Keita. «Es mi hermana», le dice cómplice y emocionada durante la actuación en la que el dúo sacó a bailar a parte de los asistentes.

«¡Poder de las mujeres africanas. La nueva generación!», exclama al entregado público esta artista que nació en 1972 en la localidad marfileña de Divo, rodeada de la percusión y los tambores de su comunidad. Atiende amable después de dejar a la audiencia variedad de ritmos, armonías, acordes y energía que pasan por el jazz, el funk y el groove. Se sienta en la furgoneta aparcada tras el escenario dispuesta a descansar para volar al día siguiente a Burkina Faso, donde actuará en Ouagadougú. Se mueve por África, Europa o América con su último disco, titulado Afro Groove Queen, donde marca los tiempos, no solo musicales a cinco cuerdas, también de otra era. «La situación de la mujer africana está cambiando, hay una emancipación, una nueva generación. Gracias a las nuevas tecnologías, las mujeres ya no están tan aisladas, ni la juventud tampoco. Esto permite la apertura que África necesita», señala la artista.

«Gracias a las nuevas tecnologías, las mujeres ya no están tan aisladas, ni la juventud tampoco. Esto permite la apertura que África necesita»

«En mi época, como yo comencé en la música, no había Internet, no se conocían muchas mujeres bajista. Ahora, las jóvenes que he visto en Saint Louis tienen la posibilidad de ver vídeos en Internet… Ahora ellas proponen, componen, escriben. Todo esto es positivo para el mundo. Y es importante para el poder de las mujeres que sea en todos los dominios, en la medicina, donde sea. Deben tomar el lugar que se merece. Hace falta mostrar que cambian las cosas», señala la artista, que ahora, convertida en referente, considera un honor haber sido invitada al histórico festival «como marfileña, como africana y como ciudadana del mundo».

«Con nuestros instrumentos tenemos la oportunidad de participar en la evolución de la mujer africana y del mundo», dice la intérprete, convencida del cambio. Ella lidera la banda con el bajo y canta a la vez. Hace la base y la melodía al mismo tiempo, una tarea compleja que ha conseguido con la formación que desde pequeña recibió de la percusión, los tambores, y el ritmo de su Divo natal y después de estudiar durante ocho años sin descanso en Bruselas. «Empecé siendo percusionista, y mezclando los ritmos africanos con el jazz. Conocí lo de aquí y posteriormente incorporé los instrumentos de hoy. Así puedo desprender toda la energía. En esto no hay fronteras ni color, solo emoción y compartir», reflexiona.

Detalla que practicó la polirritmia para desarrollar sus destrezas. «Fueron muchos años, estudiando todos los días, trabajando la capacidad intelectual que se necesita para asimilar las cosas, con mucho tiempo», dice la artista, que culmina el espectáculo grabándose a sí misma en diferentes pistas en un lopper. Encuentra en la improvisación de su música una forma de expresión de libertad, como lo fue el jazz cuando se desprendió de la esclavitud. «La improvisación es libertad. Eres libre con esta música. En esto no se puede ser racista. La fuerza del mundo nos hace diferente y que nos encontremos cada uno con nuestra cultura es lo que da la riqueza».

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/02/africa_no_es_un_pais/1556799756_701563.html

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La esclavitud: el mal que no se desvanece

Por: Daniel Rosselló.

 

Cuando escuchamos la palabra esclavitud nos vienen a la mente imágenes de tiempos remotos: de galeras, de hombres y mujeres encadenados andando por caminos de tierra, o siendo vendidos en los mercados como cualquier otra mercancía. De hecho, a nivel legal, el siglo XIX supuso el fin de la esclavitud con el Acta para la abolición del comercio de esclavos promulgada por el parlamento británico en 1807, y que aunque sólo prohibiría la esclavitud dentro de las fronteras del Reino Unido, sería el desencadenante de su prohibición a nivel mundial. Pero, ¿y si nos preguntaran acerca de la esclavitud hoy en día? ¿Podemos encontrar en nuestros días, en los tiempos donde ya existe una carta que recoge los derechos humanos fundamentales e instituciones para defenderlos, más o menos esclavos? No es una pregunta fácil y su respuesta requiere de un análisis concienzudo. Lo que está claro es que a pesar de estar ilegalizada, la esclavitud continuó existiendo y evolucionando.

Problemas: la definición y el número

Según el Diccionario de la Real Academia Española un esclavo es aquella persona que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra. No obstante, en la actualidad la esclavitud no siempre se manifiesta de manera tan obvia por una mera relación de propiedad de una persona sobre otra. Según la Organización Internacional del Trabajo(ILO por sus siglas en inglés) un esclavo es toda persona obligada a trabajar por medio de la coerción y la violencia, ya sea de tipo mental o física, pero también por métodos más sutiles como las deudas, la retención de los documentos identificativos o, en el caso de tratarse de personas en situación irregular, mediante la amenaza de denuncia a las autoridades, limitándose así su libertad de movimiento. Por otra parte, ser mujer, menor, parte de una minoría étnica o religiosa o migrante ilegal constituirían las principales categorías de riesgo para sufrir esclavitud en la actualidad, siendo necesario acentuar la enorme feminización de este tipo de explotación, constituyendo las mujeres y las niñas más de la mitad del número de personas esclavas a nivel mundial.

Según esta definición, la ILO cifraría la cantidad de personas esclavizadas en torno a los 21 millones de personas. No obstante, según diversas ONGs dedicadas a recabar información local al margen de los gobiernos y de las Naciones Unidas dichas cifras serían muy optimistas, situándose el número real en torno a los 27 millones en todo el mundo. Sin embargo, la organización Walk Free Foundation situaría la cantidad real en casi 36 millones de seres humanos, asegurando que nuevas investigaciones les han permitido localizar mucha más esclavitud de la que se creía en diversas partes del mundo. Además este grupo considera también, a diferencia de la ILO, el fenómeno de los niños soldado como una forma de esclavitud. India, China, Pakistán, Uzbekistán y Rusia concentrarían el 61% de todos los esclavos y esclavas del mundo. No obstante, en proporción a su población, Mauritania se encuentra a la cabeza, con un 4% de su población –lo que significan unas 150.000 personas de entre 4 millones– sometida a esclavitud. Por todo ello nos encontraríamos en la época de la humanidad con más personas esclavizadas en todo el planeta, un dato que si bien podríamos achacar al aumento exponencial de la población humana en todo el mundo, no debe de dejar de ser considerado como algo preocupante.

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Del esclavo al esclavizado

Dejando de lado las discusiones acerca de la definición y del recuento de personas esclavizadas en el mundo, entramos en la tarea de la clasificación. No se trata de algo fácil y, como hemos podido comprobar por el caso de Walk Free Foundation y de su inclusión de los niños soldado en dicha categoría, también está sujeto a debate. A pesar de todo podemos considerar las tipologías establecidas por Anti-slavery como una guía para intentar comprender mejor el fenómeno de la esclavitud moderna. Según esta organización, que dedica sus esferzos a intentar combatir cualquier tipo de esclavitud a lo largo y ancho del mundo, actualmente podríamos encontrar hasta seis tipologías de esclavitud.

La primera de ellas sería el de la servidumbre, considerada la más extendida de todas. Se basa en la relación de dependencia que se establece cuando una persona obliga a trabajar a otra como forma de pago de una deuda. La deuda a pagar se va haciendo constantemente mayor, con lo que la persona deudora es esclavizada, muchas veces pasando esta deuda de generación en generación y, por lo tanto, llevando a la existencia de niños y niñas que nacen esclavos. Al ser el tipo de esclavitud más extendido podemos encontrarlo en todas partes del mundo, pero es especialmente común en el sudeste asiático y el subcontinente indio, donde se utilizan los lazos de servidumbre, en ocasiones combinados con las relaciones jerárquicas entre las castas, para trabajos de todos los sectores, desde la agricultura a la industria, como en el caso de las fábricas de ladrillos.

En segundo lugar nos encontramos con la esclavitud infantil, que afectaría a más de 5,5 millones de niños y niñas en todo el mundo. Se trata de un tipo de esclavitud que no incluye sólo trabajo forzado en la agricultura, en fábricas o en el servicio doméstico, sino también cualquier tipo de uso abusivo y coercionado de los menores para conseguir una ganancia, ya sea por medio de su prostitución, en forma de material pornográfico, criminalización y mendicidad forzadas…y por supuesto el reclutamiento de niños y niñas para su participación en conflictos armados.

Tenemos también la esclavitud basada en la institución del matrimonio, cuando esta se implementa de manera forzosa y/o cuando implica a menores. Se trataría de un tipo de esclavitud que, pese a la existencia de niños varones involucrados en procesos matrimoniales infantiles, afecta mayoritariamente a las niñas y a las mujeres. Si bien el matrimonio infantil no significa necesariamente esclavitud, especialmente cuando las menores tienen más de 16 años, lo cierto es que, primeramente, significa por lo general el fin de su carrera educativa, además de tener graves consecuencias para la salud mental y física, especialmente cuando se producen violaciones dentro del matrinomio. Por otra parte lo que sí está claro es que el matrimonio se utiliza para encubrir casos de esclavitud y sirve de nexo para esclavizar de por vida a la niña que se casa y a la mujer en la que se convertirá.

Asimismo nos encontramos con el caso obvio del trabajo forzado. Abarca los casos en los que alguien es obligado a trabajar en contra de su voluntad bajo amenza de algún tipo de castigo. Si bien todas las tipologías de esclavitud tienen en su esencia algo de trabajo forzado, debemos distinguirlas de ésta. Involucra a más de 20 millones de personas en todo el mundo, lo que significa que tres de cada mil personas empleadas en todo el planeta está sometida a procesos de trabajos forzados. Afecta principalmente a adultos (74%) frente a menores y más a las mujeres (55%) frente a los hombres. Se produce en todos los sectores económicos, aunque el 90% se da en la economía privada y en empresas, y más del 20% de los mismos implican explotación sexual –algo que, de nuevo, afecta principalmente a las mujeres–. En cuanto a su distrubución, si bien está claramente concentrado en la región de Asia-Pacífico, donde se localizan más de 11 millones de personas sometidas a trabajo forzado, los encontramos en el resto de regiones, incluyendo los países más desarrollados. Y es notable que en un 10% de los casos el Estado, generalmente por medio de las fuerzas armadas, está implicado en este fenómeno, por ejemplo cuando lo imponen a los habitantes de regiones rebeldes.

Del mismo modo tendríamos el caso de la esclavitud por descendencia, muchas veces vinculada a la noción de una ‘clase’ o ‘casta’ esclava. Se basa, en resumen, en que una persona será esclava si su madre lo es. Es una esclavitud que dura de por vida y que obliga a trabajar de manera gratuita para el ‘amo’, especialmente en el ámbito doméstico. Son tratados como propiedades, pudiendo ser heredados, vendidos o regalados. Además se les niega la posibilidad de trabajar fuera de la relación amo-esclavo, y se les son negados todos los derechos, además de ser sometidos a abusos de todo tipo por parte de sus dueños, incluído el matrimonio forzado como forma de prostitución encubierta, como es el caso de las wahaya, en Níger. Es un fenómeno propio de estructuras sociales fuertemente jerarquizadas, y que persiste aún en países de África occidental como Níger, Malí o Mauritania.

Por último tenemos la esclavitud derivada del trafico de personas. Es la más compleja de medir, puesto que las personas con las que se trafica raramente son localizadas. No obstante habría una cantidad constante de 2,5 millones de personas sometidas a este tipo de abuso. Afecta principalmente a personas que, buscando huir de guerras o de situaciones de pobreza, acaban siendo esclavizadas en cualquiera de las formas descritas anteriormente. Y, aunque suele ocurrir a través de varios estados, existe también a nivel nacional –entre zonas rurales y las grandes ciudades, por ejemplo–.

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Global Slavery Index, datos para 2014. En tonos rojos más oscuros, los países con mayor presencia de la esclavitud moderna. Más información en: http://d1p5uxokz2c0lz.cloudfront.net/wp-content/uploads/2014/11/Global_Slavery_Index_2014_final_lowres.pdf

Buscando a los culpables

Al observar todas estas cifras uno no puede sino preguntarse: ¿Quién es el responsable? Pues si bien está claro, tal y como se ha visto, que determinadas estructuras sociales incluyen la esclavitud como una pieza más de la jerarquía entre los individuos, 36 millones de personas no están sometidas a este yugo sólo por esta causa.

En primer lugar, está claro que los problemas de desarrollo, la pobreza y, por supuesto, las guerras, conforman un caldo de cultivo idóneo para la esclavitud al originar situaciones de vulnerabilidad total frente a la explotación y al no garantizarse la seguridad para los seres humanos. Las mafias constituirían uno de los actores que más se benefician de estas situaciones, atrapando a los emigrantes en su periplo hacia un lugar mejor en el que vivir. La servidumbre por deudas, el tráfico y la explotación laboral se combinan de manera cruenta en muchos de estos casos. Las víctimas principales son, de nuevo, las mujeres, y el destino más común es su explotación con fines sexuales, una lacra de la que ningún Estado se libra, incluidos los europeos. Se calcula que este problema afectaría a 4,5 millones de mujeres en todo el mundo, estando en todos los contienentes y países. Así, por ejemplo, en el año 2014 sólo en España se habrían destapado 14.000 casos.

No obstante, no sólo los grupos criminales se aprovechan de la precariedad para esclavizar. Grandes compañías multinacionales, especialmente aquellas dedicadas al sector textil, producen utilizando mano de obra, muchas veces infantil, en condiciones de esclavitud a través de un entramado de subcontratas. Zara, Mango y H&M son unas de tantas firmas acusadas de utilizar este tipo de prácticas, a pesar de que muchos de los activistas y trabajadores que denuncian este tipo de situciones terminan en el exilio o en la cárcel. Situaciones similares se repiten en todos los sectores, desde la electrónica hasta la agricultura, pasando por la minería, el sector alimentario y la fabricación de juguetes.

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Y, por supuesto, muchos estados participan de manera directa o indirecta en procesos de esclavización. Ya sea por no dedicar los esfuerzos necesarios para combatirla, permitirla de manera tácita dentro de sus fronteras mediante leyes laborales que no protegen los derechos de los trabajadores, o por beneficiarse sistemáticamente de la misma. Un caso muy llamativo es el de Uzbekistán, donde cada año se lleva a cabo un proceso de explotación laboral estatal para la cosecha del algodón, estando implicadas de nuevo varias multinacionales occidentales de renombre, y en la cual se obliga a hombres, mujeres, niños y ancianos a trabajar de manera gratuita, suministrándoseles tan sólo un plato de comida al día. Gracias al mantenimiento de esta dinámica el estado ingresa millones de dólares en sus arcas. Nos encontramos también con Eritrea, donde el presidente Issayas Afeworki, antiguo líder guerrillero que luchó por la liberación nacional, ha impuesto el servicio militar obligatorio e indefinido, convirtiendo el país en un gigantesco campo de trabajos forzados. Asimismo, diversos estados, como Myanmar, Sudán del Sur o República Democrática del Congo utilizan niños soldados entre sus filas, lo que implica que niños y niñas han sido alejados de sus familias y privados de educación para servir en combate, llevar a cabo tareas de limpieza o ser explotados sexualmente.

De la misma forma, los grupos armados en general, ya sean gubernamentales o fuerzas rebeldes, constituyen otro de los actores que lleva a cabo procesos de esclavismo. Un caso llamativo es el del Estado Islámico, que entre sus métodos de financiación incluye el tráfico de seres humanos, y que ha sometido a explotación sexual a miles de mujeres.

Por un futuro sin cadenas

En definitiva, la esclavitud continúa siendo un fenómeno actual, diverso y de enorme magnitud, enraizado en fenómenos como la pobreza, la exclusión social, las guerras y la falta de garantías para la protección efectiva de los derechos humanos. Por todo ello, si se quiere erradicar será necesario el compromiso efectivo de los gobiernos y la movilización de los agentes sociales, ya sean ONGs o sindicatos, que deberán promover cambios estructurales a nivel social y económico, la imposición de legislaciones laborales que defiendan los derechos de los trabajadores y todo ello presionando a su vez a las empresas para que abandonen sus prácticas esclavistas, primándose la dignidad humana sobre los beneficios económicos. Sin duda, los intereses que se entremezclan con la esclavitud son muchos y se trata de un fenómeno muy lucrativo, con lo que acabar con estas prácticas no será una tarea fácil. No obstante la voluntad política y la denuncia constante de este tipo de situaciones no deberán dejarse de lado si se quiere, realmente, hacer de la esclavitud un problema del pasado.

Fuente del artículo: https://elordenmundial.com/la-esclavitud-el-mal-que-se-desvanece/

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Estudiantes de EE.UU. crean fondo de compensación de esclavitud

Redacción: Telesur

El dinero recolectado será utilizado para financiar proyectos en comunidades donde viven los descendientes de los esclavos que la institución educativa vendió en 1838.

Estudiantes de la Universidad de Georgetown, ubicada en Washington, capital de Estados Unidos (EE.UU.), decidieron crear un fondo para compensar a los descendientes de esclavos que fueron vendidos por el recinto escolar en 1838.

Tras votación, los alumnos acordaron aportar una cuota de 27.20 dólares por semestre en memoria de los 272 esclavos vendidos por la Universidad de Georgetown en el año 1838 para evitar la bancarrota.

El dinero recolectado, que se estima supere los 400 mil dólares, será destinado a financiar proyectos en comunidades donde viven los descendientes de los esclavos.

“No podemos eliminar el precontexto histórico de nuestro contexto actual. La calidad de vida de estas personas que fueron utilizadas como objetos y equipamiento para nuestra universidad puede vincularse directamente con las decisiones que tomó nuestro profesorado de Georgetown en la época”, dijo una de las impulsoras de la idea, Nile Blass.

La estudiante Amalia Rubin señaló por su parte que “hoy más que nunca me siento orgullosa de ser estudiante de Georgetown. Como parte de nuestra tradición jesuita, es importante responsabilizarnos de nuestro pasado”.

En 2016, el centro de estudios, como una manera de expiar su pasado, decidió dar preferencia en la admisión a los descendientes de sus antiguos esclavos.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/estudiantes-de-universidad-de-georgetown-crean-fondo-por-esclavitud-20190413-0002.html

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