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Estados Unidos: Una escuela tradicional y una charter comparten un mismo techo; esto podría ser una ventana al futuro

Estados Unidos/22 mayo 2017/Fuente: Hoy Los Angeles

Bajo la sombra en una calle del lado oeste de L.A., acurrucada justo debajo de la curva donde la Autopista 10 se encuentra con la 405, dos visiones diferentes de cómo enseñar a los estudiantes en Los Ángeles se ubican una al lado de la otra.

Daniel Webster Middle School es una escuela pública tradicional, que atiende a unos 430 estudiantes tanto del vecindario como de otros lugares de la ciudad. En la orilla del campus, más allá de un pequeño estacionamiento, está Magnolia Science Academy 4, una charter (o ‘independiente’) que recibe financiamiento público pero se administra de forma independiente, y recibe a cerca de 200 estudiantes entre los grados 6 a 12, con clases más pequeñas.

El próximo año, una segunda escuela charter, Citizens of the World Charter Mar Vista, se unirá al campus y colocará a los niños de kindergarten en aulas junto a los preadolescentes de Webster.

Esta ha sido la forma de las escuelas en L.A. en los últimos años, mientras las charter aumentan de forma rápida. El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) ya tiene más escuelas independientes y más estudiantes en ellas que cualquier otro sistema escolar, aunque aún representan sólo el 16% de la matrícula.

Los resultados de las elecciones han traído esperanzas y temores al campus de Webster y a otras escuelas de toda la ciudad. Algunos creen que el cambio de política proporcionará más opciones para educar a sus hijos. Pero otros se preocupan de lo que podría suceder con las escuelas tradicionales del LAUSD, y están alarmados por el enorme gasto realizado por las fuerzas pro-charter, que superó los $14 millones de dólares, gran parte de los cuales fueron recaudados por partidarios de estas instituciones.

Fuente: http://www.hoylosangeles.com/noticias/educacion/hoyla-lat-un-campus-de-l-a-compartido-por-una-escuela-tradicional-y-una-charter-podria-ofrecer-una-ventana-al-20170518-story.html

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“Para que la escuela pueda servir realmente a la sociedad debe estar protegida de los intereses corporativos que insisten en infiltrarla” Entrevista a Carlos Fernández Liria, Olga García Fernández y Enrique Galindo, autores de Escuela o barbarie (II)

Carlos Fernández Liria es profesor de filosofía en la UCM. Entre sus numerosos libros cabe citar En defensa del populismo (2015), Para qué servimos los filósofos (2012) y El orden de El Capital (2010, con Luis Alegre Zahonero. Olga García Fernández es profesora de enseñanza secundaria. Milita en las Marea por la Educación Pública de Toledo. Enrique Galindo Fernández es también profesor de enseñanza secundaria. Activista de la Marea Verde.

Nos centramos, en esta conversación, en algunas de las temáticas desarrolladas en su libro Escuela o barbarie. Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda, publicado por Akal, Madrid, 2017.

***

Estábamos aquí. Habláis en vuestro libro de Daniel Noya, un ejemplo para la escuela pública afirmáis. ¿Quién es Daniel Noya?

Carlos.- Aparte de ser un gran poeta que vive y da clase de filosofía en el valle del Tiétar, es un hombre normal (lo que no es tan habitual), un hombre noble y honrado que lleva toda su vida dedicado a la enseñanza en el mundo rural. Le he citado en el libro como un ejemplo más de esos millares de profesores que aman su profesión, que han instruido a generaciones y generaciones de alumnos de una forma bella y desinteresada, muy por encima de sus obligaciones laborales. Son estos profesores, a los que yo calificaría de verdaderos héroes anónimos, los que han convertido la escuela pública en un milagro ilustrado de la humanidad. La propaganda neoliberal y el delirio izquierdista, en cambio, los denigran día a día, cada vez más, con calumnias lobotomizadas sobre el desempeño de su profesión, con controles delirantes que limitan su libertad de cátedra, llegando incluso a sugerir, desde no se sabe qué tribunas académicas de élite, que deben ser «enseñados a enseñar», vigilados y disciplinados para una continua innovación suicida, reciclados en entrenadores del gimnasio laboral que reclaman los mercados cada día de forma más imprevisible. Y este diagnóstico lo hacen tecnócratas que jamás han pisado un aula.

Para aclararnos de aquí en adelante. ¿De qué deberíamos hablar, de educación o de instrucción?

Olga.- De las dos. En el parágrafo titulado «Instrucción vs. Educación» lo explicamos. Instruir, en tanto que ejercicio de la filomatía (amor por aprender) es una dinámica en la que el profesor enseña conocimientos que le han sido costosos de aprender y en los que es experto. Y los enseña para que el alumno los haga propios a través de la reflexión y de la crítica, para que en esa dialéctica, realmente «piense por sí mismo». Esta forma de enseñar y aprender exige el reconocimiento de la diferencia entre el profesor y el alumno. Una diferencia «geométrica», entre el que posee el conocimiento y el que se hace con él. Y fundamentalmente exige «respeto»: del que aprende por el que sabe, por la pasión con la que lo enseña, y del que enseña por el que aprende, por la capacidad que tiene para ello. Ese respeto exige esa previa distancia, garantía del reconocimiento entre uno y otro a través de lo aprendido, y nunca a través de lo afectivo. Es esencial que esto quede claro: educar, en el sentido de acompañar (lo que hace el pedagogo), de identificarse afectivamente, es lo contrario que aportar herramientas al alumno para la crítica y la emancipación. Esto no significa dejar de lado la educación del corazón por la del intelecto, como decía Aristóteles en la Política, sino entender esa educación del corazón como respeto hacia una persona en formación, que aun está por ser adulto. La educación de lo afectivo es paidocentrismo, es educar en la consideración de que el alumno es un ente acabado como niño o adolescente, y no un ser humano emancipable en potencia.

Enrique.- Lo que intentamos es salir de la falsa polémica entre instrucción y educación que considera que la primera es algo así como rellenar las cabezas de los alumnos con contenidos que les son completamente ajenos. Hay que decir que la instrucción, que, como acaba de explicar Olga, entendemos como filomatía (término este que tomamos de la excelente tesis doctoral de José Sánchez Tortosa), es en sí misma educativa. A este respecto hay un dato que me parece significativo: la II República mantuvo el nombre de Ministerio de Instrucción Pública y fue el primer gobierno de Franco, en fecha tan temprana como 1938 el que lo cambió por Ministerio de Educación Nacional. Este cambio de nomenclatura no es inocente, pues implica privilegiar los elementos de guía y conducción, haciendo del pedagogo (conductor de niños) el preparador del terreno para el éxito del demagogo (conductor de pueblos o, en este caso concreto, Caudillo).

Carlos.- A veces hay que educar para poder instruir, pero la pretensión de hacer cargar a la escuela con todos callejones sin salida sociales es una barbaridad. La escuela no puede dar trabajo a los padres de los alumnos que están en paro, por ejemplo. En esta sociedad hay problemas gravísimos que tienen que ser resueltos políticamente. Y los profesores, que son los primeros en vivirlos cotidianamente, al convivir con alumnos de todas las edades a diario, se están comportando, en general, como verdaderos héroes, desplegando una generosidad de gran sensibilidad social. Pero en lugar de agradecimiento (que suelen tenerlo, en cambio, y muy sincero, por parte de los alumnos), se encuentran con que los poderes fácticos les responsabilizan por no lograr solucionar lo que esos mismos poderes deberían estar solucionando por otros vías. Los medios de comunicación, manejando además tópicos pedagógicos execrables, no han parado de difamar y calumniar, echando basura mediática sobre la profesión de profesor. De este modo, los profesores han perdido el prestigio y el respeto de la sociedad en general. Esto es un desastre de la civilización.

No parecéis muy entusiastas de la pedagogía. Pero personas muy entrañables y muy reconocidas en las tradiciones de izquierda e ilustradas fueron pedagogos. Pienso, por ejemplo, en Ferrer i Guàrdia o en Makarenko. ¿Dónde se ubican vuestras principales críticas a la Pedagogía?

Olga.- En primer lugar, en su autoproclamación de ciencia experta en el arte de enseñar a enseñar, cuando no tiene cuerpo teórico alguno. Postularse como la metaciencia que enseña cómo enseñar más allá de los contenidos específicos de cada disciplina es grotesco desde un punto de vista científico. Como mucho, la pedagogía es una técnica o conjunto de recomendaciones formales. En segundo lugar, precisamente, el discurso pedagógico moderno (de origen jesuita) es «forma vaciada de contenidos». Es lo que se denomina «formalismo pedagógico»: el progresivo vaciamiento de los contenidos en favor de sucesivas metodologías cuyo fin es, exclusivamente, el reajuste del aprendizaje en términos rentables, en la producción de determinado tipo de persona, del «hombre nuevo» necesario en cada momento. En tercer lugar, al formalismo pedagógico le acompaña como sustituto del conocimiento, el establecimiento del afecto, de lo emocional. El discurso actual de la pedagogía está transido de estructuras biensonantes y, por lo tanto, muy difíciles de desmontar como «democratizar la enseñanza», «educar en la autoestima y en lo emocional», «construir el propio aprendizaje», «iniciativa emprendedora»….. Es un lenguaje a favor de los intereses neoliberales que requieren un ciudadano adaptable a todo tipo de circunstancias. Por lo tanto, no se trata tan sólo de que, en origen, la Pedagogía se considere a sí misma indispensable para las disciplinas que sí son científicas, sino que en su labor de «tutela» desacredita la importancia de los conocimientos aportados por las mismas, promueve el vaciamiento de contenidos de la escuela frente a lo afectivo y obedece históricamente a los intereses y tendencias innovadoras de reforma de los «agentes sociales».

Enrique.- Fíjate que tanto Ferrer i Guàrdia como Makarenko son pedagogos en tanto que reflexionaban sobre su propia práctica como maestros; se enfrentaban directamente en su día a día con los problemas que surgían en sus escuelas y en el trato directo con los alumnos y a partir de ahí hacían una teorización, por así decir, enraizada en su propia praxis. Eso es enteramente diferente de erigirse en los detentadores de una presunta (e imposible) «ciencia de la educación» que exacerba el formalismo del que habla Olga. Las teorías pedagógicas se van alejando de la práctica concreta y de los contenidos concretos y se convierten en prescriptivas e invasivas del principio fundamental de la libertad de cátedra, además de puramente formales. Al concebirse como una ciencia positiva más pretende ocupar un lugar autónomo e independiente en la ciudad científica, pero eso la lleva al formalismo y este al delirio pedagogista del que hablábamos antes. Esto lo localizó muy bien Hannah Arendt en los años 50 del siglo pasado, cuando decía aquello de que bajo la influencia del pragmatismo y la psicología la pedagogía se separó de los contenidos a transmitir y con ello de las normas básicas de la sensatez. Por ello, nuestras críticas se centran en las pretensiones cientificistas de la Pedagogía, que terminan sirviendo a intereses espurios legitimándolos.

Carlos.- Por mucho que tengo fama de antipedagogo, yo no tengo nada contra la pedagogía. Siempre y cuando, por supuesto, sea cosa de profesores. Cuando los profesores reflexionan sobre su propia práctica docente tienen, sin duda, cosas importantísimas que decir, en el terreno de la didáctica y en el de la pedagogía. Yo sería partidario, incluso, de que se reservara una porción importante del tiempo de trabajo de los profesores para estas reflexiones. Pero lo que es un idea disparatada es instituir una carrera universitaria en la que se pretende enseñar como «enseñar a enseñar» a los profesores y eso, además, sin haber enseñado nunca. Yo no sé cómo puede parecer sensata una cosa así. Luego, ocurre lo que ocurre. Cada vez que hay que hacer un plan educativo o implementar un política para la enseñanza, se convoca a los «expertos en educación» en lugar de a los profesores. Hasta en Podemos ha pasado esto. Es así como el destino de la educación en este país ha quedado en manos de tecnócratas que jamás o apenas han pisado un aula, pero que se han pasado la vida elaborando libros blancos para los ministerios. Se trata, además, de una estafa que ha sido muy interesadamente ocultada. A los egresados de Ciencias de la Educación, hace ya décadas, se les regaló el CAP, un cursillo ignominioso del que jamás ningún profesor ha dicho nada bueno (quizás haya alguna excepción, vale). Ese cursillo jamás se evaluó, jamás se hicieron públicos los datos sobre su aceptación entre el profesorado que tenía obligatoriamente que pasar por él. Y luego, aprovechando el revuelo del Plan Bolonia, el CAP se transformó en un flamante Master de Formación del Profesorado, diez veces más caro y cinco veces más largo. Es curioso ver que, por ejemplo, el MFP de la UCM es el único máster sobre el que no hay manera de encontrar los datos de su autoevaluación, que son obligatorios. No sé cómo será en otros sitios, pero me temo que pasará algo parecido.

Se suele hablar de una educación, de una Universidad, de una escuela a favor de la sociedad. ¿Os parece razonable una finalidad formulada en estos términos?

Carlos.- En los tiempos de la lucha contra el Plan Bolonia, escribí, junto con mis alumnos, dos libros contra ese pernicioso lema: una escuela, una universidad, «al servicio de la sociedad». Decía Humboldt que en la enseñanza secundaria el profesor debe estar al servicio del alumno, y que en la enseñanza superior, en cambio, ambos dos, el profesor y el alumno, se deben a la verdad. Esto me parece una manera adecuada de plantear las cosas. Pero una Escuela o una Universidad al servicio de la sociedad es un lema envenenado, sobre todo si se trata de una sociedad tan mala como esta. En una sociedad en la que ni siquiera los parlamentos pueden nada contra la dictadura de los corporaciones económicas, poner la enseñanza al servicio de la sociedad es una estrategia suicida, que sólo sirve para acelerar el molino de la destrucción turbocapitalista que se avecina. Supongo que nadie aceptaría un lema que alentara poner el derecho al servicio de la sociedad. Porque no es el derecho el que debe estar al servicio de la sociedad, es la sociedad la que debe estar en «estado de derecho». ¿No es así? Pues lo mismo pasa respecto al uso teórico de la razón. No hay que considerar verdad lo que la sociedad opina a través de sus aparatos mediáticos e ideológicos, sino que la sociedad debe aprender a distinguir la verdad de la basura ideológica. Para eso se inventó la escuela pública. La sociedad no es quién para opinar sobre la verdad o la falsedad del teorema de Pitágoras. En resumen, bajo el lema «una enseñanza al servicio de la sociedad» lo que se esconde es el proyecto de poner las instituciones estatales al servicio de las necesidades mercantiles. Es un plan muy astuto para que las empresas puedan aspirar dinero público para sus propios negocios, logrando, para empezar, que todo un ejército de becarios trabaje para ellas sin pagarles nada, cobrando con el dinero estatal, es decir, con el dinero que pagan otros trabajadores con sus impuestos. En resumen, es el plan perfecto del neoliberalismo: que el sueldo de los trabajadores lo paguen otros trabajadores.

Olga.- La única posibilidad de que la escuela, en cualesquiera de sus niveles, pueda servir realmente a la sociedad, es si está protegida de los diferentes intereses corporativos que insisten en infiltrarla. Una escuela que sirva a la sociedad es aquella que, de alguna forma, está aislada de la misma, a la que no se exige que enseñe algo aplicable en términos de «impacto social», «trasferencia de activos» o rentabilidad económica. Es una escuela que forma ciudadanos «útiles» en el sentido ilustrado: personas instruidas en profundidad en el corpus teórico de la carrera elegida y aptas para el ejercicio de la ciudadanía; es decir, críticas con las instituciones.

¿Dónde creéis que es más clara y más enérgica la privatización de la escuela preuniversitaria?

Enrique.- Si te refieres a en qué comunidades autónomas se percibe más claramente creo que hay que decir que la Comunidad de Madrid es la campeona de la privatización con diferencia. Es el laboratorio privilegiado de este tipo de políticas. Aunque creo que en Cataluña o la Comunidad Valenciana (al menos hasta el cambio de gobierno) tampoco se han quedado mancos en ese sentido. En otro orden de cosas hay que atender también a dimensiones de la privatización que van más allá de favorecer descaradamente a la privada-concertada en detrimento de la pública, lo que llamaríamos privatización exógena. Los cambios, por ejemplo, que la LOMCE introduce en el modelo de gobierno y gestión de los centros públicos significan un tipo de privatización endógena, al implantar en los centros públicos los principios de la gestión empresarial con el objetivo de ponerlos a competir en el cuasi-mercado educativo que se está creando. Y esto es igual para todas las regiones. Si preguntamos por ese «dónde» en el terreno ideológico, la retórica de la igualdad de oportunidades (en vez de hablar, como se debería, de igualdad de derechos) y de la libertad de elección (o el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, cosa muy discutible tal y como se suele plantear), con su corolario de defensa del cheque escolar, son ejemplos de que la ideología privatizadora se ha naturalizado hasta convertirse en hegemónica.

Conviene preguntar lo mismo pensando en la Universidad pública.

Carlos.- Si entiendo la pregunta en el mismo sentido que ha respondido Enrique, hay que decir que es un fenómeno absolutamente global. Viajando a Colombia, a México, a Grecia, a Holanda, te das cuenta de que en todas partes se manejan los mismos tópicos, la misma jerga pedagógica, los mismos lemas. Los objetivos son los mismos en todas partes. Esto me ha sorprendido muchísimo. Parece una conspiración global. Me recuerda a los comienzos de la lucha contra el Plan Bolonia, cuando se trataba de luchar contra el Informe Bricall. En el año 2000, hubo unas manifestaciones multitudinarias contra un documento, el Informe Bricall, que ni siquiera había sido todavía publicado. El propio artífice del informe declaró su sorpresa porque se protestara tanto contra un texto que todavía no existía oficialmente. ¿Qué había pasado? Pues que una generación de estudiantes, entre los que se contaban, según recuerdo, Miguel Urban, Luis Alegre y algunos protagonistas más de Podemos, se habían encerrado en la Universidad para traducir del inglés las ponencias sobre educación de la última cumbre de la OMC, en Nueva Zelanda. Y antes de que se publicara el famoso «Informe», ellos ya sabían lo que iba a decir. Lo malo ha sido que esas directrices han sido un destino insoslayable a nivel mundial. Una verdadera apisonadora. Si no se hubiera presentado resistencia, sin duda que el resultado habría sido mucho peor. Pero, de todos modos, el destino ha sido el destino, no ha habido forma de pararlo. De un lado a otro del planeta, las autoridades académicas de derechas y de izquierdas se han plegado a los planes de la OMC.

Seguimos en breve.

Cuando quieras. Tomémonos un descanso.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226467

Fuente de la Imagen: https://i.ytimg.com/vi/kZMrO3fR9ps/maxresdefault.jpg

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La recuperación de la escuela pública.

Por: Santiago Alejandro Frigolé.

Si existe algo que diferenció a la escuela pública argentina fue su excelente nivel. Esto permitió que los que tenían acceso a ella lograran una formación destacada que permitía a los adolescentes desempeñarse adecuadamente en la escuela secundaria y, a los alumnos del secundario, hacerlo en la universidad.

Aquellos que concluían el primario y no continuaban sus estudios, pues optaban por el aprendizaje de un oficio, disponían de las herramientas necesarias: la lengua y la matemática.

De este modo se configuró una gran base social caracterizada por su educación. Una buena escuela que, a diferencia de los países anglosajones y europeos, no se restringía a un pequeño sector social.

La situación hoy es otra: sólo un tercio de los adolescentes saben matemática y sólo 50% comprende lo que lee. De la escuela secundaria sólo egresan aproximadamente entre 50% y 60% de los alumnos que ingresan. El panorama de la universidad no es más alentador: la misma debe preparar a los aspirantes con un pre-universitario en el que la preocupación fundamental es la escritura y la comprensión de textos. ¿Es posible que luego de 12 ó 13 años de trayectoria escolar (7 de educación primaria y 5 de secundaria) debamos enseñar a leer a nuestros alumnos? Parece un mal sueño pero no lo es. Debemos despertar y dejar de ostentar galardones: hemos erradicado el analfabetismo, creamos miles de escuelas por año, incorporamos nuevas tecnologías, etc.

Asistimos hoy al “derrumbe de la escuela pública”, que Etcheverry ya pregonaba en 1999 cuando publicó “La tragedia educativa”. Los lamentos no ayudan. Debemos pensar que 70% de nuestros jóvenes son estudiantes en la escuela pública. De allí el desafío: recuperarla.

Su recuperación no es problema de recursos: “Entre los aciertos del año, se mencionó la aplicación de la Asignación Universal por Hijo (AUH)” que produjo, según Llach, una “escolarización silenciosa”. También se destacó el plan de infraestructura. “El país construyó unas 1.000 escuelas en los últimos cinco años”, dijo Tedesco, que resaltó también el aumento en el número de becas universitarias. Resumió Iaies que existen los recursos pero que no se logra cambiar conductas en el interior del sistema” (Silvina Premat, Balance del año en la enseñanza / Mesa redonda en La Nación, La educación espera un “salto cualitativo”, http://www.lanacion.com.ar/1336494-la-educacion-espera-un-salto-cualitativo, 26 de diciembre de 2010).

Si no se trata de recursos, ¿dónde buscar las causas? ¿En la familia que no entusiasma al niño en la tarea de aprender? ¿En las políticas educativas, en la desvalorización social de la educación, en la tarea de los maestros? Existe una combinación de todas ellas pero la que me interesa, especialmente en este artículo, es la tarea de los maestros y de los profesores.

En la últimas décadas, la noble tarea de educar ha sufrido un notable deterioro. Muchos son los factores, uno de ellos es el económico. Los bajos salarios hacen que los jóvenes busquen profesiones mejor remuneradas, y es comprensible. Es aquí donde la figura del Estado debe emerger suscitando políticas que procuren un honorario justo para quienes desarrollan tan noble tarea.

Los docentes hoy lo exigen como un derecho, y lo es. Pero todo derecho tiene relación con un deber. Y nuestro deber es evitar la estafa a la que asistimos: estudiantes que no saben y, lo más peligroso, que no son conscientes de su ignorancia. Pues el que reconoce que no sabe, intentará saber.

¿Cuál es ese deber? Ser profesores solventes, que continúan estudiando, leyendo, investigando. Todos tenemos la experiencia de docentes que repiten cada año sus clases con la misma carpeta amarillenta que armaron hace años o que simplemente repiten el manual de turno, donde todo está digerido. De este modo, otorgamos a las editoriales el poder de establecer lo que debe o no enseñarse y hasta con qué actividad.

Sus manuales y revistas tienen un gran éxito: saben de la pasividad de muchos docentes que, por evitar el esfuerzo personal de buscar en las fuentes de la ciencia, de la moral y del arte -Pascal, Einstein, Cervantes, Kepler, Euclides, Maquiavelo, Platón, Hernández- (no en los manuales) los textos más provechosos y las actividades más adecuadas; reducen su labor a ser meros repetidores estériles. ¿Cómo encenderemos, entonces, el corazón de los jóvenes y los entusiasmaremos con el saber? ¿Cómo los haremos sensibles al dolor, al sufrimiento, a la injusticia?

Y frente a este deterioro quiero participar de una rebelión que no se reduzca a lo económico. Quiero que nos rebelemos frente a la mediocridad que nos azota; quiero que sacudamos el polvo de nuestros libros y hagamos partícipes a nuestros estudiantes del diálogo que puede entablarse con los hombres más brillantes.

Frente al derecho de reclamar por un derecho (nuestros honorarios) quiero que cumplamos con nuestro deber: ser faros ejemplares que sirvan de guía a la recuperación de la escuela.

Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/la-recuperacion-de-la-escuela-publica

Imagen: http://www.losandes.com.ar/files/image/2017/03/08/1211707.jpg

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El Estado de la Educación

Perú/04 mao 2017/Fuente: clacso.edu

El mejoramiento de la escuela pública es un reto de primer orden para el desarrollo nacional; avanzar en este sentido requiere de un adecuado balance entre propuestas pedagógicas pertinentes y una gestión estatal eficiente. ¿Cuáles son los problemas que enfrenta la implementación de programas educativos?, ¿en qué nivel de la jerarquía estatal se diluyen o se traban las decisiones y acciones? Este libro analiza el Estado realmente existente en el sector educación, presenta variada evidencia de las limitaciones que derivan de la debilidad institucional y plantea argumentos clave en favor de una reforma profunda del aparato estatal.

Para leer, descargue aqui:  http://biblioteca.clacso.edu.ar/Peru/iep/20170327051246/pdf_168.pdf

Fuente:http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?novedad=si&c=pe-009&d=12550

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Entrevista: Los culpables de lo que pasa en educación no son los maestros, es el sistema

Entrevista a: Alain Touraine

El sociólogo francés Alain Touraine reflexiona sobre del papel de la educación, la escuela y los maestros en el modelo social que describe para nuestros tiempos.

Sus 91 años no le impiden seguir pensando y compartiendo con claridad y lucidez sus ideas acerca de la sociedad que viene. El sociólogo francés, uno de los máximos representantes del pensamiento europeo y premio Príncipe de Asturias 2010 junto a Zygmund Bauman, advierte que hemos pasado de una sociedad posindustrial a un modelo postsocial donde la sociedad, tal y como la conocemos, se descompone en favor de un sistema donde predomina el individualismo. Durante su visita a Barcelona con motivo de la conferencia Encuentros BCN reflexiona en exclusiva para AIKA acerca de la educación que viene:

Ayer pensaba que no podría dar una conferencia en español, estaba casi seguro de que me iban a salir puras palabras italianas, porque actualmente hablo italiano todos los días y español casi nunca. Estaba un poco asustado, la verdad, pero ha funcionado.

Le escuché y se le entendió perfectamente. Ha explicado que lo social ha desaparecido, y que hemos de pensar en términos individuales.

¿Cómo encaja la educación en el paradigma que usted plantea?

Es muy sencillo. La educación en nuestras sociedades era definida como socialización. ¡Eso era horrendo! Es horrendo utilizar la educación como una manera de incorporar los individuos a la sociedad, que es un sistema de poder. La cuestión es reemplazar la socialización, como meta de la educación, por la famosa subjetivación. El papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo, especialmente de cada joven. No solamente, pero la población más importante es esa.

“El papel de la educación no es socializar, sino aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo”

Yo fui educado en un liceo público, pero también en mi familia, con los métodos antiguos. Es decir, el profesor, el maestro —una palabra clave: ¡el maestro!—, transmitía ideas universales: la ciencia, la patria, la familia, la cultura (con una C grande), los grandes valores, etc. a jóvenes que vivían en un espacio limitado. Hay que eliminar eso. Entonces, la idea era realmente muy buena: frente a un mundo campesino donde la gente estaba dominada por una burguesía local rentista, se podían acercar temas universales a través de la escuela pública (y contra la Iglesia católica prácticamente, en el caso francés). Yo he vivido eso durante muchos años, largos años de guerra, y no era el momento para discutir órdenes, pero recibir esa educación para mí fue realmente un sufrimiento. Yo fui muy infeliz en la escuela.

¿La escuela de hoy en día está preparada para este cambio?

No. Yo creo que está muy atrasada, pero ha cambiado un poco. Lo que he descubierto, en el caso francés, es que un porcentaje relativamente alto de los maestros han cambiado. No son un 10% los que hacen otras cosas sino que hay un 30 o 40% que están tratando de cambiar la capacidad de expresión y de iniciativa de los jóvenes.

También he descubierto, con más distancia, que no son los maestros realmente los culpables de lo que pasa, es el sistema. El sistema es el ministerio centralizado y los sindicatos que viven del sistema. Aumentar el grado de autonomía e iniciativa para mí es fundamental. Primero, de los maestros, y segundo, y en consecuencia, de los alumnos. La burocratización de la escuela, de la educación, es responsable de este tipo de reproducción social. Cuando se discute sobre educación y hacen huelga en Francia, los sindicatos dicen que con 25 alumnos no se puede hacer nada, pero con 22 es muy fácil. ¡Es estúpido! No quieren cambiar nada. Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más.

“Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más”

El cambio no consiste en transformar la abstracción en actividades prácticas y de trabajar en una máquina. No se trata de eso, sino de dar más importancia, incluso en las notas de los alumnos (aunque hay que eliminar las notas lo máximo posible) a los medios técnicos y tecnológicos. Usando las palabras del mejor especialista en educación en Francia: hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia. Experiencia significa tecnología, pero también emociones y comunicación. No se puede aislar el conocimiento matemático, o a Platón, o la teoría de la relatividad, sino que es necesario vincular la experiencia, la interpretación y el análisis, no romper a favor de la abstracción, que es la reacción a lo concreto. No se debe eliminar lo concreto. Hay que pensar, por ejemplo, en colores, en formas, en movimiento…

 ¿Cómo encajan las nuevas tecnologías en ese marco?

Yo creo que las tecnologías como tales no son tan importantes. Lo importante es si la tecnología favorece la reintroducción de la experiencia, incluso en el aspecto de la comunicación y el aspecto afectivo. No hay que aislar el mundo escolar, no aislar al maestro del padre, de la madre, del amigo, de la amiga o del estudiante.

¿Las nuevas tecnologías ayudan a socializar o a desocializar, en el mundo educativo?

Depende de las tecnologías. La mayor parte de las tecnologías son colectivas, son máquinas. Yo diría que lo importante en las tecnologías es la información, porque no hay conocimiento sin información. Pero la información no tiene que estar aislada de la comunicación, que es fundamental, ni de las emociones, de lo afectivo. Es una idea clásica muy elemental pero fundamental.

“Hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia”

Del mismo modo, no se debe aislar lo mejor de lo inferior, que no hable solo la elite científica. No es fácil, porque necesitamos una elite científica, y no cualquier persona puede estudiar, por ejemplo, matemáticas a un nivel alto. Pero lo importante es que esta gente tenga la capacidad de ascender en su imaginación y no oponerse, no decir: “si tu eres bueno en matemáticas, no pierdas tu tiempo con pintura, juegos, amistades, conflictos o peleas”. Hay que subir hacia la abstracción y la creación científica o intelectual, pero en relación con toda la vida, como conjunto de experiencias afectivas y de comunicación. El éxito de una nación o un individuo está en la capacidad de pensar de forma abstracta y científica, pero eso no puede eliminar lo concreto, porque eso es una motivación de clase social.

Hablando de clase social, había dicho usted que la escuela era importante para disminuir las desigualdades…

No en el momento actual. La escuela, y hablamos de la escuela pública, aumenta las desigualdades. No las mantiene o las reproduce, sino que las aumenta. Hay que respetar la experiencia del alumno o de la alumna. Eso es importante. Por ejemplo, en Francia, no sé en España, está prohibido hacer estadísticas según el origen étnico de los estudiantes. Se hace por buenas razones, es muy respetable, pero el resultado es que cuando se habla en sociología de sectores especiales de la escuelas, de gente en situación difícil, son todos árabes. Ahí el efecto es absolutamente negativo por no utilizar las palabras, los datos, lo que todo el mundo sabe. ¡En el barrio todo el mundo sabe que en esa escuela son todos árabes!

“La escuela pública no mantiene o reconduce las desigualdades, sino que las aumenta”

Lo interesante es que la discriminación étnica es muy fuerte con los hombres y casi nula con las mujeres. Las mujeres, si buscan un empleo, dicen “yo me llamo Leila no se qué” y pueden conseguir el empleo. Si dices “Mohamed”, nunca lo vas a tener. La discriminación y la segregación afectan a los hombres, porque los hombres son considerados superiores.

¿La falta de escolarización no suele afectar más a las mujeres?

No. Incluso para los inmigrados, el nivel de escolarización es más alto para las mujeres que para los hombres. Hay que hablar de forma precisa. Las alumnas, las mujeres, obtienen un nivel de escolaridad más alto, pero tienen un nivel de expectativas más bajo. Hay un viejo estudio muy conocido de estudiantes de química. Las niñas estudiantes de química han resultado mejores y estudian más que los hombres, pero ¿cuánto ganarán dentro de cinco años como ingenieras químicas? Las expectativas de las mujeres son más bajas, a pesar de que hay más escolarización o mejores resultados escolares. La contradicción es impresionante, es una demostración de la sociología. Es evidente que no es un problema de competencia, de calidad o de inteligencia, es un puro mecanismo de interiorización, de discriminación. Las expectativas han resultado.

¿Qué papel le queda al profesor?

Más y más, se ve una relación inversa. En general, el alumno utiliza la tecnología para dar solución a los problemas, y el papel básico del maestro es ayudar al alumno o la alumna a incorporar un conocimiento o una técnica dentro de la experiencia multidimensional, afectiva y comunicativa del joven.

Touraine, durante su conferencia en la Universidad de Barcelona. Foto: Anna Montero.

A lo largo de su larga carrera profesional ha escrito usted muchísimos libros. En la era de la tecnología, permítame la curiosidad, ¿escribe usted a mano?

(ríe) Es cierto que en mi caso hay dos cosas. Primero, es un aspecto físico o emotivo, tengo una relación del tipo amorosa-erótica con la escritura. Es hermoso, es un poco como hacer nacer, es una visión femenina, de crear. Segundo, empecé en la profesión muy joven, como profesor. Cuando escribí mi primer libro tenía 28 años.

Yo hablaba mucho con un amigo, y él me decía que en matemáticas el 10 % produce el 90 % del conocimiento. Le dije que lo mismo pasa con las ciencias sociales, solo que aquí no es el 10 sino el 5 % quién produce el 95 % del conocimiento. Yo creo que esa lógica es un mundo que atrae a los mediocres. Es un trabajo mal pagado, realmente muy mal pagado y con un estatus social muy limitado, pero te da mucha libertad. Ninguna persona me ha dado en toda la vida una orden.

¡Qué afortunado!

Es una suerte, he hecho absolutamente lo que quería hacer.

¿En este mundo en el que se valora tanto la ciencia y la tecnología, cree que se le da poco valor a las ideas de pensadores, de filósofos o sociólogos como usted?

Yo creo que en el momento actual hay un cambio de mundo, y tratar con ideas es difícil. Yo tenía un amigo físico que recibió un premio Nobel y decía: “Yo era incapaz y fui a un colegio experimental”. Y no le fue tan mal, ¡ganó un premio Nobel!. Es un poco lo mismo. La sociología no es un mundo exacto, es un trabajo de imbéciles muchas veces, aunque no siempre.

Hay muchos sociólogos hoy aquí…

¡Pues seguramente muchos de ellos son tontos!

Fuente: http://webdelmaestrocmf.com/portal/alain-touraine-los-culpables-lo-pasa-educacion-no-los-maestros-sistema/

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Sin educación pública no hay democracia.

Racionalizar los conciertos educativos hace valer la importancia que para la sociedad tiene una red de colegios públicos inclusiva, de calidad y en igualdad de oportunidades.

 

Por: Erika Sanz.

Laura es una maestra de Educación Infantil en la escuela pública. Ejerce desde hace veinte años, los últimos doce en un colegio público de Zaragoza. Sabe como nadie qué es eso de ser maestra vocacional. Cada año, se ha tenido que ir adaptando –o, como decimos en el gremio, reciclando– para atender a una clase cada vez más diversa, sabiendo que aquello que es innovador cuando es inclusivo tiene un alto valor añadido. Lejos queda el tiempo en que el colegio tenía tres vías; pronto quitaron dos al disminuir la población escolar ante la bajada de la natalidad. Ahora el centro tiene una vía y el curso pasado sólo recibió 11 solicitudes. La pérdida de unidades, los recortes, fueron un quebranto para el colegio. Perdieron profesorado. Aún recuerda los maestros desplazados: primero Juan, luego Lourdes… Recuerda cómo iban haciendo cada vez con menos, hasta hoy, porque tampoco llegaban ni llegan los interinos que se integran cada curso en la dinámica del cole. Por si fuera poco, se han suprimido programas, apoyos y recursos. Aún así, sigue con las mismas ganas de enseñar cada día.

¿Qué pasa con nuestro colegio? Se lo pregunta más de una vez cuando llegan estas fechas de período de escolarización. La administración no ha puesto todo el empeño que debería, a pesar de los escritos y peticiones para mejorar la situación: una mayor inversión y atención en la planificación educativa. Es necesario hacer una oferta equilibrada entre todos los centros porque no hay colegios buenos y malos. Lo sabemos los compañeros, lo sabe la administración. Entonces, ¿por qué?

La situación descrita se vive actualmente en decenas de colegios de Aragón y es necesario revertir la situación. No podemos permitir que se firme el descalabro de la educación pública. No podemos quedarnos mano sobre mano viendo cómo se normaliza la deriva hacia una pública meramente asistencialista. El momento es ahora. Racionalizar los conciertos educativos supone hacer valer la importancia para la sociedad que tiene la existencia de una educación pública, inclusiva, de calidad y en igualdad de oportunidades para todos los niños y niñas. Esto, por encima de todo: un gobierno debe velar por la educación pública, lo que es tanto como decir que apuesta por una sociedad justa, cohesionada y que avanza en democracia. Si dejamos que paulatinamente se vaya desmantelando, algo no estamos haciendo bien. Y, lo que es peor, no vamos hacia una sociedad mejor si nos deshacemos de la mayor herramienta que tenemos para compensar desigualdades.

Hemos llegado al Parlamento aragonés con el firme propósito de influir en el Gobierno para que ponga en valor a la pública como se merece, porque hemos constatado que son ya muchos años en los que los titulares de los centros privados, subvencionados 100% con dinero público, no han hecho sus deberes, en connivencia con gobiernos de uno y otro color. Mucho tiempo, excesivo, en el que la equidad y la transparencia han brillado por su ausencia, en el que ha habido un claro incumplimiento de la ley pero sin aplicar las medidas sancionadoras. Tiempo suficiente, en el que han demostrado que tienen sus mecanismos para no ser como la pública pero querer aparentarlo. No es justo para los aragoneses tener que vivir una vuelta de tuerca más en la privatización de un bien público que debería preservarse para estar a la altura de la sociedad que queremos ser. La educación pública no puede ser equiparada a un servicio público como el transporte urbano o el cuidado de los jardines (que nunca deberían haberse externalizado), es un derecho básico y fundamental. Si se la debilita con políticas segregadoras, acabará siendo meramente asistencial y desaparecerá definitivamente la igualdad.

Por eso mismo, desde Podemos solo hemos planteado lo que corresponde por derecho: proteger nuestra educación pública. Y, para ello, es necesario poner en marcha políticas transformadoras que le devuelvan a los centros públicos sus comunidades educativas, para que los que son y están, se queden. Ya va siendo hora.

En estos dos años que quedan de legislatura nos vamos a dejar la piel por que esas políticas sean un hecho y transformen una realidad que actualmente está dejando a muchos aragoneses y aragonesas fuera.

Fuente: http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/sin-educacion-publica-no-hay-democracia_1193890.html

Imagen: https://pbs.twimg.com/media/CDrByeZWEAIGH5n.jpg

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Argentina: No caemos en la escuela pública, la defendemos

Argentina/10 de Abril de 2017/Izquierda Diario

Diferentes instituciones educativas de la provincia salen a las calles, en defensa de la educación pública, apoyando a las trabajadoras de la educación en su lucha, reclamando por su situación edilicia y poniendo en evidencia el poco presupuesto que el gobierno destina a la educación pública.

El día viernes a las 17 horas se llevó a cabo una clase pública impulsada por docentes y estudiantes del Instituto de Formación Docente en educación especial N° 4 y la Escuela Superior de Música. La falta de presupuesto, la falta de edificios propios y en condiciones, las demandas salariares del colectivo docente, entre otras reivindicaciones, trasladan las problemáticas que atraviesan los diferentes terciarios a las calles mediante una clase pública en el monumento a San Martín. En este marco se debatió el rol de los docentes frente a qué hacer cuando se sufren estos ataques por parte del gobierno, como al salario que no alcanza para vivir.

También se hicieron presentes en la jornada la escuela especial N°3 y la escuela especial N°22 de la ciudad de Neuquén. Está última compartió su situación actual que se suma a la problemática de las escuelas públicas, reflejando el desfinanciamiento educativo y la falta concreta de edificio propio. La misma no cuenta con un edificio para dictar clases debido a que el año pasado fueron desalojados por vencimiento del contrato de alquiler en el que se encontraban, teniendo que trasladar documentos, materiales, etc., a otra institución. Actualmente, meses después de estos hechos todavía no tienen respuesta.

Como cierre de la clase pública se realizo una actividad de percusión en la que participaron todos los presentes finalizando con una pequeña marcha por la vereda rodeando el edificio de la escuela de música de Neuquén.

Mientras tanto el gobierno sigue sin dar respuesta de fondo a las problemáticas de la educación pública, y proponiendo paritarias salariales por debajo de la línea de pobreza a los trabajadores de la educación.

Sumando a las iniciativas en defensa de la educación pública, el lunes 10 del corriente mes, desde el centro de estudiantes de Bellas Artes se viene organizando lo que será, una próxima clase pública que saldrá a la calle donde además de las demandas propias de la institución, se levantaran los reclamos de los terciarios de la ciudad de Neuquén y brindando nuestro apoyo y por el triunfo de la huelga que vienen protagonizando los sindicatos docentes a lo largo y ancho del país. Esta unidad que se viene forjando entre el movimiento estudiantil organizado en distintos terciarios, y docentes que vienen llevando adelante medidas de lucha en el marco del paro, vienen marcando el camino a seguir al conjunto de los padecimientos que provoca la desinversión educativa.

Los verdaderos actores de la educación, que vivimos la cruda realidad de la situación en la que se encuentran los colegios contraponemos los dichos que esgrime el presidente Macri, nosotros no caemos en la educación pública, estamos orgullosos de estar en las escuelas públicas, por eso nos organizamos para defenderla, y llamamos al conjunto de los estudiantes a sumarse y organizarse.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/No-caemos-en-la-escuela-publica-la-defendemos

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