Los niños vuelven al colegio en Yemen, en escuelas en ruinas

Asia/Yemén/Octubre 2020/https://www.swissinfo.ch/

La escuela Al Wehdah, cerca de la ciudad de Taiz (suroeste de Yemen), recibe a sus alumnos al inicio del año escolar con paredes pulverizadas por los bombardeos, techos destrozados y vigas que se tambalean, en un país devastado tras seis años de guerra.

No hay puertas, ni ventanas, ni mesas. Los niños se conforman con viejos cuadernos para asistir a las clases que valientes maestros dictan bajo techos de hormigón que corren el riesgo de derrumbarse en cualquier momento.

Ali Sultan, padre de un alumno, muestra a la AFP una pared en la que se lee en color rojo «peligro de minas». Esta escuela, destruida en parte por un bombardeo en 2016, se encuentra en medio de un campo minado que ha sido limpiado para permitir el regreso de los alumnos de manera gradual.

«Tuvimos que tomar una decisión difícil: o los dejábamos en casa o tomábamos el riesgo de hacerlos estudiar bajo los escombros», asegura Sultan.

«Pasamos momentos muy difíciles», remarca el padre del alumno haciendo referencia a los combates que tuvieron lugar en esta gran ciudad entre las fuerzas oficialistas y los rebeldes hutíes, que no dudan en disparar contra cualquier objetivo para responder a los ataques.

 

Según el director de Educación de toda la provincia de Taiz, Abdel Wasseh Chaddad, solamente en la capital homónima «al menos 47 escuelas fueron destruidas totalmente en los combates».

– «Peligro de derrumbe» –

Chaddad se refiere también a la difícil decisión que debió tomar.

Asegura haber sido obligado a cerrar las escuelas destruidas y a dirigir a los estudiantes hacia los lugares donde pudieran recibirlos, incluso si eso implicaba que algunos de ellos tuvieran que hacer varios kilómetros para llegar allí.

Sin tener un pizarrón, Jamila al Wafi escribe el tema de la clase en lápiz sobre una viga de soporte. Los alumnos, sentados en el suelo, escuchan con atención y escriben en sus cuadernos.

Terminada la lección, bajan del aula, ubicada en el primer piso, utilizando un techo colapsado que hace las veces de escalera.

«Tenemos 500 alumnos», asegura a la AFP Wafi, vestida de negro con el rostro cubierto por un niqab, aclarando que niños y niñas asisten a clases por separado.

«Pedimos al mundo entero y a los empresarios que salven esta escuela que puede derrumbarse en cualquier momento», implora.

En el patio, los niños y las niñas se alinean en silencio mientras esperan para ingresar a las aulas o hacer deporte.

– «¿Una generación perdida?» –

En todo Yemen, más de 2.500 escuelas quedaron sin funcionamiento en 2019 según la ONU, de las cuales dos tercios fueron dañadas por los ataques, un 27% cerradas y un 7% son utilizadas por el ejército o como refugios para personas sin hogar.

Dos de los siete millones de niños yemeníes en edad escolar no están escolarizados, según la misma fuente.

La guerra en Yemen enfrenta a los rebeldes hutíes, cercanos a Irán –que controlan Saná– y gran parte del norte del país- con el gobierno, apoyado militarmente por una coalición liderada por Arabia Saudita.

El conflicto se ha cobrado decenas de miles de vidas, en su mayoría civiles, según oenegés internacionales y ha provocado lo que la ONU ha descrito como la peor crisis humanitaria del mundo.

Alrededor de 3,3 millones de personas han tenido que partir y más de 24 millones –más del 80% de la población– necesitan asistencia, según la ONU.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/los-ni%C3%B1os-vuelven-al-colegio-en-yemen–en-escuelas-en-ruinas/46087338

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Guerra civil en Sudán del Sur crea otra generación perdida

Sudán del Sur/10 de Abril de 2017/La Hora

Santo, de seis años, viste orgulloso una camiseta de Harvard como si acabara de ser aceptado en la prestigiosa universidad. Pero las letras estropeadas, las capas de suciedad y los agujeros revelan más sobre el futuro del joven refugiado.

Tras huir de la guerra civil iniciada en Sudán del Sur hace tres años, Santo y su familia se ven en el endeble asentamiento de Bidi Bidi, en el norte de Uganda, con cientos de miles de personas que protagonizan la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en el mundo.

El padre de Santo, Godfrey Moro, describió las desoladoras condiciones en las que vive su hijo: no hay escuela, ni electricidad o agua corriente. La comida escasea y hay poca protección del sol abrasador.

Mientras Moro hablaba con The Associated Press, el pequeño se mordisqueaba las manos para distraerse.

“La guerra ha afectado a estos niños de muchas maneras”, dijo Moro.

Sudán del Sur es conocida por sus “niños perdidos”, unos 20 mil huérfanos que huyeron a pie del sur de Sudán en la década de 1980 durante la lucha por la independencia de la región. Tres décadas más tarde, el joven Santo forma parte de otra generación perdida. Su país, apenas mayor que ellos, se ha visto desgarrado por la violencia.

El personal de Naciones Unidas alerta del riesgo de limpieza étnica, y sus datos describen un sombrío paisaje de inocencia perdida: Más de 200 mil niños corren peligro de muerte por falta de comida. Más de 17 mil han sido niños soldados para el gobierno o para algún grupo rebelde. Un funcionario de la ONU expresó una creciente preocupación por los suicidios de menores en los abarrotados campos de desplazados que gestiona la ONU en Sudán del Sur, en condiciones penosas.

Las autoridades sursudanesas reconocen el nivel del desafío.

“Las escuelas quedaron en ruinas, algunas ocupadas por bandos combatientes, las muertes de inocentes son rampantes”, comentó en un correo electrónico Michael Lopuke, subsecretario del Ministerio de Educación.

Joyce y Florence son dos chicas adolescentes en el asentamiento de refugiados de Bidi Bidi, al que han llegado más de 270 mil personas desde julio, cuando la violencia volvió a estallar en la capital de Sudán del Sur. Las dos perdieron a sus padres en septiembre, en asesinatos por motivos étnicos. Ambas encontraron una familia de acogida en Moro, su esposa y sus hijos.

Cuando les preguntan por qué los adultos pelean en su país, Joyce tuvo problemas para explicar las complejidades de una guerra que ha trastocado su vida. “No lo sé”, dijo con timidez.

Las dos forman parte de una creciente población de niños a los que la guerra civil ha dejado huérfanos. En torno al 25% de los estudiantes en el asentamiento de Bidi Bidi son huérfanos, según Amanda David, profesora jefa en una de las escuelas recién habilitadas. Muchos de los niños viven con familias de acogida.

Los niños estudian en un mosaico de grandes tiendas grises que sirven de aula. Hay más de 100 alumnos por maestro, sin material escolar, y muchos niños no reciben cuidados médicos o higiene adecuada en casa.

Aun así, los niños refugiados tienen más posibilidades de conseguir una educación que los que quedaron atrás. La ONU dijo el año pasado que en torno al 50% de los menores en Sudán del Sur, o 1,8 millones de niños, está sin escolarizar, la tasa más alta del mundo. Muchos profesores no han cobrado en meses.

El gobierno de Sudán del Sur dice estar comprometido con poner fin a la miseria de los niños. El presidente, Salva Kiir, dijo en agosto que pasa “noches en vela y paso cada momento del día pensando en el niño sursudanés que está hambriento en la aldea”.

Sin embargo, grupos observadores y otros han señalado que el gobierno de Sudán del Sur gasta unas 10 veces más dinero en su ejército que en educación, según el presupuesto nacional. Todos los bandos en la guerra civil siguen utilizando niños soldados, pese a las promesas de detener la práctica.

Un informe de Naciones Unidas describió el año pasado cómo el ejército sursudanés había atacado escuelas y describió “niños a los que se obligó a matar a civiles”. La ONU verificó que 430 niños en todo el país habían sido víctimas de violencia sexual por parte militares del país, y añadió que “según los registros, los chicos sufrieron castraciones y mutilaciones sexuales, mientras que las niñas que se resistieron a la violación fueron asesinadas”.

Un reporte interno de la ONU al que tuvo acceso Associated Press describió cómo funcionarios de Naciones Unidas habían visitado en marzo una escuela en la zona de Jongley que había sido tomada por una milicia local en la que había niños. Los funcionarios encontraron “rifles AK-47 y lanzagranadas apoyados contra la pared y junto a la puerta del aula”, según el informe.

A finales del año pasado, un grupo de niños y chicos jóvenes de entre 14 y 19 años dijeron a AP que habían sido secuestrados por soldados del gobierno en la localidad de Mayom y obligados a unirse al ejército.

Un chico de 14 años describió cómo había escapado a un campo de desplazados de la ONU.

“Quiero decirle a Salva Kiir que deje de reclutar soldados jóvenes”, dijo el chico. “Quiero unirme a los que van a la escuela”.

Fuente: https://lahora.gt/guerra-civil-sudan-del-sur-crea-otra-generacion-perdida/

 

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