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El fantasma de Ayotzinapa y la matrícula en normales

28 de junio de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

Hace unos días, en una amena charla que sostuve con varios colegas de algunas escuelas normales del país, el tema de la escasa demanda de ingreso que se vive en estas instituciones formadoras de maestros y maestras – a últimas fechas –, salió a relucir. Entre otras cuestiones, hablamos de las grandes complejidades que el mismo subsistema encierra, así como también, de las grandes bondades que trae consigo la formación de docentes.

El tema, polémico en sí, dio para varias horas de plática. Desde luego, la pregunta sobre qué han hecho las normales para posicionarse como instituciones de educación superior dio, para que los hablantes en esa cálida tarde, fijáramos una postura al respecto. Como parece obvio, muchos, hablamos desde nuestra experiencia y construcciones que hemos hecho a partir del trabajo que desarrollamos en estas escuelas, otros, tal parece que marcaron una distancia entre su labor y lo que el mismo medio ofrece dada su inserción a algún puesto directivo o a las tan cuestionadas organizaciones sindicales (SNTE o CNTE). Sin embargo, dentro de ese cúmulo de ideas, coincidimos en una parece que tal parece, ha marcado la pauta para que hoy, la escasa demanda de ingreso al medio normalista, sea una cruda realidad que viven poco más de 200 normales en mi querido país. Veamos.

Las diversas políticas educativas internacionales que han surgido a partir de la década de los 90’s, han traído consigo, la transformación de los sistemas educativos en el mundo entero. Es obvio que ante los avances científicos y tecnológicos, así como también, de la constante evolución e involución de las sociedades, la educación debe y tiene que transformarse, y no es para menos. Ciertamente la sociedad y, de manera particular, los estados-gobierno, para lograr ese tan anhelado bienestar, progreso y desarrollo de sus habitantes, han fincado sus esperanzas, deseos y aspiraciones, en esa educación que se brinda en millones de escuelas. Así de simple y así de complejo.

Y para ello, la principal política que se ha implementado para lograrlo, es la transformación de la curricula y del quehacer docente. Como si esto fuera lo único que debería transformarse pero bueno. En este tenor, como sabemos, la evaluación ha jugado un papel preponderante para que se “alcancen” los niveles de calidad que satisfagan los requerimientos internacionales y de los estados; sin embargo, su fracaso es un hecho ineludible e innegable. ¿Cómo asegurar eficientes procesos de evaluación cuando en los hechos la educación ha sido vista como el botín político de quienes ostentan el poder? El más claro ejemplo de ello lo tenemos en México donde, para acabar pronto, con base en las “visiones” políticas que han tenido los distintos gobiernos federales, han hecho y deshecho en el medio educativo, lo que se les ha venido en gana. Ahí está el “súper nuevo” modelo educativo y su entrada en vigor en 2018. Una “absurdez” en todos los sentidos. Esto, es la más clara evidencia de ese binomio del que no ha habido buenos resultados hasta la fecha: política y educación.

Y en medio de todo este asunto, se encuentran las normales. Escuelas que, a pesar de los vaivenes de la política gubernamental, han formado a millones y millones de docentes en mi México querido. Algunas, como lo he referido en este y otros espacios, han “desaparecido”; otras, por el contrario, han sorteado la suerte y han impulsado un trabajo que les ha permitido gozar de ese prestigio, tan merecido pero pocas veces otorgado, como la Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen. Institución de la que su trabajo colegiado y académico, habla por sí solo.

Por qué ya no hay demanda de ingreso a las normales, es una buena pregunta que tendríamos que pensarla y repensarla; sin embargo, para el caso mexicano, tendríamos que reconocer que del año 2000 a la fecha, los gobiernos panistas y priistas, las organizaciones civiles como “Mexicanos Primero”, las grandes televisoras nacionales, algunos medios de comunicación “chayoteros”, y buena parte de los funcionarios de cada una de las entidades de mi querida República Mexicana, han propiciado que a los maestros y futuros maestros, se les vea como aquellos profesionales que no han cumplido con su función: educar al pueblo; pero, todos ellos se equivocan. Y se equivocan porque quienes han tenido la oportunidad de adentrarse al maravilloso mundo del normalismo mexicano, han descubierto que tal afirmación es “simplista” y sin fundamento.

Ciertamente, el medio normalista y las escuelas normales, adolecen de varias cuestiones, mismas que bien podríamos enmarcarlas en las áreas sustantivas que a partir de 1984 les fueron asignadas: docencia, investigación y difusión y extensión de la cultura; no obstante, su trabajo, nuestro trabajo, va más allá de dichas áreas. Y eso de sobra se sabe pero, aun con ello, se insiste hasta el hartazgo, que no están haciendo su trabajo.

Del caso de la Normal Isidro Burgos en Ayotzinapa, poco se sabe, pero eso sí, muchos se han atrevido a juzgar a los padres que siguen en la búsqueda de sus hijos, de esos 43 que aún siguen “desparecidos”. Muchos se han dedicado a denostar el trabajo que en esta normal se hace, aún sin conocerlo. Muchos han generalizado la situación que se vive una escuela normal en particular, con lo que la mayoría experimenta. Muchos… si muchos han contribuido para que la profesión docente, haya dejado de ser atractiva para los miles de jóvenes que egresan del bachillerato.

Y es que mire usted, las normales lamentablemente se hicieron visibles después del terrible suceso de Iguala en Guerrero y, quiérase o no, los medios de comunicación, la torpeza en las investigaciones por parte de las autoridades, y la paupérrima postura que asumió y ha sumido el gobierno federal y el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, en torno a estos hechos, ha sido uno de los factores que han influido en la percepción de los padres de familia y los jóvenes, en cuanto al deseo de ingresar a una escuela normal de mi amado México.

En suma, no se trata de aplicar una curricula cuyo diseño y elaboración está en duda, tal y como lo hemos visto con el modelo educativo 2018; tampoco, de aplicar una reforma educativa que no ha hecho otra cosa más que afectar los derechos laborales del gremio, sin que verdaderamente se hable de una transformación de un trabajo docente. Considero pues, se trata de entender y comprender una profesión y el origen de ésta que, por más que se diga lo contrario, ha formado a millones de mexicanos, y para ello Sr. Aurelio Nuño, pregúntele a Alberto Arnaut, él sabe de ello.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/el-fantasma-de-ayotzinapa-y-la-matricula-en-normales/

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¡Fuerza Escuelas Normales, fuerza!

Por:

El día 21 de junio, de nueva cuenta estudiantes normalistas fueron agredidos por las fuerzas de “seguridad pública”. No, no se trató del conflicto que hace días le compartía en este mismo espacio y que se suscitó en Cañada Honda, en el hermoso estado de Aguascalientes; no, tampoco se trató del lamentable y trágico suceso de Ayotzinapa, en la bella entidad de Guerrero; tampoco se trató de estudiantes provenientes de alguna de las normales del singular estado de Oaxaca. Se trató pues, de normalistas de Tiripetío en Michoacán.

Hasta el momento en que cierro estas líneas. Las versiones, que corren a raudales en los medios de comunicación, mencionan que ante una manifestación estudiantil, los elementos que integran la “flamante” policía michoacana, dispararon sus armas para “disuadir” al grupo de “rijosos” que se concentraron en torno a unas vías del tren para impedir el tránsito del mismo, con el objetivo de que sus demandas fueran escuchadas y atendidas por el gobierno perredista.

De hecho, existen videos – grabados por los mismos estudiantes y pobladores de esa entidad – que dan cuenta de las agresiones de las que fueron objeto los alumnos de la escuela normal Vasco de Quiroga. Ante tales circunstancias, por la mañana del 22 de junio, se informó que fue destituido el Subdirector de Seguridad Pública, Antonio Paniagua Arce, por los “errores” cometidos en el operativo, mientras que el director de la dependencia, Fidel Ortiz Barragán, estaba siendo investigado por las autoridades correspondientes.

Estos hechos violentos, como los cientos que a diario ocurren en mi querida República Mexicana, podrían no ser trascendentales, de no ser porque en días pasados – cuando el conflicto entre las estudiantes de la Escuela Normal Justo Sierra Méndez y autoridades del estado de Aguascalientes llegó a su clímax – el gobernador Silvano Aureoles declaró ante los medios de comunicación – dada la agresión que sufrieron los alumnos de la normal de Tiriperío que apoyaban el movimiento de Cañada Honda –, que era justa la “garrotiza” que recibieron los normalistas y que de ésta, esperaba hubieran aprendido.

Nada más lamentable que este tipo de declaraciones, pero lo es aún más, el que este funcionario, falto de sensibilidad política y humana, se haya atrevido a mandar ese mensaje a la ciudadanía. ¿Acaso no se ha aprendido nada en temas de seguridad pública y atención a los conflictos sociales en los últimos años?, ¿acaso el tema de Ayotzinapa y Nochixtlán no dejó un aprendizaje en los mandos únicos policiales?, ¿acaso merecemos este tipo de gobernantes?

Hace días, reflexionaba sobre el planteamiento que he venido escuchando de varios colegas, analistas, intelectuales, académicos, medios de comunicación, en fin; de aquellos que piensan, razonan, reflexionan, comprenden y entienden los grandes problemas que enfrenta México, y hoy más que nunca, lo confirmo: el país se le ha ido de las manos a Enrique Peña Nieto. Y se le ha ido por la falta de capacidad que ha mostrado desde el inicio de su gobierno para enfrentar los conflictos que él mismo ha generado con su pésima forma de gobernar el territorio mexicano.

Tal parece que los gobernadores, cual virreyes en una pequeña isla, hacen y deshacen lo que se les venga en gana, y no hay nada ni nadie que pueda obligarlos a actuar con mesura, prudencia, paciencia, diálogo y acuerdos.

Del “flamante” Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, puede decirse mucho al respecto, dado que las normales son también, ámbito de su competencia; sin embargo, como hemos visto, sabido y comprobado, está más preocupado por posicionarse ante sus posibles electores con miras al 2018, que en atender los problemas educativos que, como en esta entidad michoacana y en las diversas que integran el país, existen. Y existen porque son reales, nada ficticias, nada utópicas.

Tales argumentos mi apreciable lector, me constan. Y me constan porque en mis veinte años de servicio, he tenido la maravillosa oportunidad de visitar varias escuelas normales del país. De ahí que pueda afirmar, sin ningún miramiento, que las normales han sido, son y serán, instituciones que por años han formado a maestros destacados en cada uno de los niveles educativos a los que se han insertado.

Duele, efectivamente, que se den estos lamentables hechos, pero duele aún más, ver y darse cuenta de las agresiones que otros seres humanos cometen en contra de sus iguales, por una estúpida – sin que sea peyorativo el uso de la palabra – orden “ejecutiva” que alguien desde su escritorio otorga a quienes tienen la responsabilidad de salvaguardar la vida humana.

En estos días, se habla de 2,186 homicidios dolosos cometidos en mi amado México. ¿Qué está pasando?, ¿quién está fallando? Cuestionamientos que, si usted analiza, buscan un culpable y un responsable; sin embargo, ¿por qué no le apostamos al fortalecimiento de este tipo de instituciones formadoras de docentes para mejorar el entorno que nos rodea? Programas contra de la violencia son necesarios, no lo niego, pero ojo, son programas que buscan remediar un mal, y no una probable prevención mediante la cual, se eduque al pueblo.

Ciertamente, y comparto las ideas que mi querido amigo Alberto Arnaut escribió en días pasados en su muro (Facebook, Junio 20, 2017) sobre una columna que tan amablemente publicaron Educación Futura y Profelandia (Hasta la victoria siempre: las normales viven); no basta con una reforma curricular a las escuelas normales para solucionar los problemas que enfrenta el normalismo mexicano. Las problemáticas van más allá de ello y del actuar de algún funcionario como lo es el Director de la DGESPE. Eso se sabe, no se desconoce; lo importante y verdaderamente trascendental, es trabajar de manera conjunta y coordinada para lograr una mejora sustantiva en el subsistema normalista.

Las normales viven, y seguirán viviendo, porque muchos, al menos así lo considero, creemos en ellas.

Sí, basta de injusticias. Sí, basta de represión. Sí, basta de todo. El diálogo debe ser el medio a través del cual se diriman los conflictos. Las normales, seguro estoy, pueden y podrán con los grandes retos que se les asignen. No obstante, no pueden navegar solas, requieren de acompañamiento y eso, dudo mucho que don Aurelio Nuño quiera hacerlo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/fuerza-escuelas-normales-fuerza/

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Malestar de las normales y de los normalistas

21 de junio de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/

Por: Carlos Ornelas

Los hechos que inquietaron a Aguascalientes la semana pasada son el síntoma de una desazón mayor. Las alumnas de la Escuela Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, protestaron contra el gobierno local y la Secretaría de Educación Pública por dos causas. Primera, las autoridades limitaron la convocatoria de inscripción a 100 candidatos, cuando era de 120. Segunda, la quieren hacer una escuela mixta, cuando, por tradición, es para mujeres.

Brigadas de estudiantes de otras escuelas rurales se manifestaron junto con sus compañeras, desquiciaron el tráfico en una ciudad ya congestionada y rechazaron la oferta de diálogo con el gobierno. Los estudiantes de la Normal Rural de Tenería, Estado de México, retuvieron más de 40 autobuses y usaron unos cuantos para trasladarse a Aguascalientes. Otros, de la Normal Rural de Tiripetío, se enfrentaron con la policía, que arrestó a alrededor de 25 de ellos porque el autobús que habían secuestrado se impactó contra una patrulla y otro automóvil particular. Tras esos hechos, ganaron las normalistas, el gobierno cedió.

Otros resienten la caída de la matrícula como un efecto de una maquinación destinada a disipar a las normales del panorama. Rogelio Alonso, un maestro de Colima, manifiesta: “…al inicio del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, durante el ciclo escolar 2012-2013, se registró una matrícula de 131 mil 25 alumnos en todas las escuelas normales del país. Para el ciclo escolar 2016-2017, disminuyó a 93 mil 766 estudiantes, es decir, 37 mil 259 (28.5%) menos que en 2012”. Relata que la decadencia de la matrícula “pudo haber sido motivada por las campañas de desprestigio hacia la figura del docente y la precarización de las condiciones laborales magisteriales a partir de la promulgación de la Ley General del Servicio Profesional Docente en 2013”. Educación futura, 2 de junio.

Además, seguido escucho quejas de maestros —involucro a algunos de mis estudiantes que cursaron su licenciatura en escuelas normales— sobre las relaciones con los alumnos y sus padres. Ven como un desafío de titanes imponer algo de orden en ciertos grupos; los directores los conminan a no emplear ningún método disciplinario y, si lo usan, se arriesgan a sufrir maltrato por parte de papás o mamás que toleran las faltas de sus hijos. Incluso, sufren amenazas de recurrir a las comisiones defensoras de derechos humanos. Hoy, acusan, los niños tienen derechos, los maestros no. Se sienten víctimas. Ellos también padecen de violencia escolar.

A graduados de escuelas normales no les agrada que egresados de universidades u otras instituciones de educación superior compitan con ellos por las plazas docentes de primaria, que es donde los normalistas tenían el monopolio hasta 2015. En secundaria, desde la fundación de las primeras escuelas, imparten clases profesionales de otras disciplinas ajenas a la pedagogía.

Manuel Navarro Weckmann reclamó: “No se trata de ver con ojos lastimeros la profunda crisis en que la profesión está cayendo de manera intencional por el actual gobierno federal, se trata de exigir, en cada espacio y en cada oportunidad, el respeto por la profesión docente que le ha dado a México las más valiosas, representativas y profundas raíces de su historia nacional y de su pueblo”. Educación futura, 7 de junio.

En resumen, aunque también hay maestros que apoyan la Reforma Educativa, identifico un descontento del gremio con los cambios y con el gobierno de Peña Nieto. La reforma atacó santuarios del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, puso orden en un sistema caótico, impuso límites a la herencia, venta y renta de plazas docentes y hoy los egresados de universidades compiten con ellos por puestos que antes eran de su “propiedad”.

La moral de los normalistas va a la baja, no nada más la matrícula. Los compromisos del gobierno, planteados desde 2014, de diseñar y poner en marcha un programa de fortalecimiento de las escuelas normales se pospone a cada rato. El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación emitió en 2015 cuatro directrices para la formación inicial de docentes, pero no hay noticias de que se pongan en práctica.

Aunque la autocrítica no se da entre los normalistas descontentos —no ven las fallas de su subsistema, la culpa siempre es de otros, del gobierno en particular—, no extraña que el malestar cunda entre sus filas y alimente posturas contra la Reforma Educativa. ¡Se sienten los objetivos de un ataque demoledor!

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/06/14/1169631

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Educación e historia

Fernando Ayala

Hace unos días acudí a unas Jornadas de Historia de la Educación. Allí, nos juntamos poetas, escritores, profesores de Universidad, maestros, historiadores, filósofos… Durante una amplia doble sesión, de mañana y tarde, estuvimos compartiendo reflexiones sobre el reciente pasado de la educación en nuestro país.

Hablamos de maestros, del papel de la enseñanza. De la necesidad de dignificar su figura y de cómo todo esto no se puede llevar a cabo sin la implicación de la política. Sí, la política.

A veces demandamos un Pacto de Estado y al mismo tiempo criticamos que el partidismo se inmiscuya en el mundo docente. Pero no somos conscientes de los inexorables puntos de unión entre la educación y la política.

La teoría es esencial, la necesidad de extraordinarios intelectuales que nos iluminen, también, la presencia de miles de vocaciones que la pongan en marcha, resulta crucial. Ahora bien, sin la presencia de la voluntad expresada en los Boletines Oficiales, en los Presupuesto, todo queda en el aire.

Así, nos pasó, hablamos de los impresionantes avances ocurridos durante parte del periodo republicano. En aquellos momentos se conjugaron todos los elementos que acabo de citar. Sin duda, lo que posibilitó pasar de la teoría a la acción fue el incremento brutal del Presupuesto dedicado a la educación. La dignificación de la figura del maestro al otorgarle un sueldo oficial y sobre todo al crearse un Plan de Estudios a través de las Escuelas Normales. A lo que se unió la creación de unas 27.000 escuelas. Todo junto posibilitó la lucha contra el cruel y elevadísimo porcentaje de analfabetismo. Además, habría que sumar todas estas condiciones a las penalidades que se pasaban en el mundo rural o en zonas periféricas, alejadas de los centros de decisión, como era Extremadura.

Y alguien preguntó, ¿de todo esto qué se puede proyectar para el futuro?: la memoria de nuestros maestros hace que mantengamos vivo su legado. El olor, el tacto, de lo que algunos denominan “tesoros”, los libros, posibilita su crecimiento. La actualización al mundo que nos rodea de lo que ellos llamaron Misiones, junto con las Bibliotecas escolares y el impacto que tuvo en aquellos lugares más alejados de la cultura posibilitarán el resto. En definitiva la Historia, la Educación, la Política.

Fuente del articulo:http://diario16.com/educacion-e-historia/

Fuente de la imagen: http://diario16.com/wp-content/uploads/2016/11/colegio-educacion-diferenciada-644×362-1.jg

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México: Reforma educativa empezó al revés, señala académico de la UNAM

México/01 de Abril de 2017/Vanguardia

Afirmó que es una tarea pendiente para el gobierno el establecer un proyecto para las escuelas normales.

Ángel Díaz Barriga, investigador emérito del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, señaló que la reforma educativa que se implementa en México “está al revés”, ya que primero se establecieron regulaciones a la relación entre profesores y gobierno, y cuatro años después se analizó en el contenido pedagógico.

Durante su participación en la mesa de análisis “Retos y perspectivas de la educación básica en México”, dijo que “cuando se habla de reformas educativas no se sabe a qué se refieren: a política, al sistema educativo, curricular, o es solamente la primera parte de una reforma laboral”.

Para el experto, el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) no conforma un sistema de retroalimentación, “sólo permite un escándalo social que señala el lugar que ocupan los alumnos mexicanos con respecto a los de otros países, pero ni siquiera se ha hecho un taller para preguntarnos a qué se deben esos resultados y qué podemos hacer al respecto”, afirmó.

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María de Ibarrola, académica del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), destacó que otras reformas fueron fallidas y la actual tiene un objetivo estructural, que plantea calidad y un sistema integral de información para saber cuántos maestros son, qué plaza tienen y cómo es la infraestructura de los planteles.

La especialista subrayó que quedan desafíos, como que el país tiene que hacerse responsable de una escolaridad obligatoria de 15 grados, desde preescolar hasta nivel medio superior; con 30 millones de estudiantes y diferentes modalidades de servicio, como escuelas rurales, indígenas y comunitarias.

En tanto, el titular de la Coordinación de Humanidades, Alberto Vital, refirió que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), para 2015 los habitantes de 15 años y más tenían nueve años de escolaridad en promedio, es decir, un poco más de la secundaria; y lamentó que el dato varíe gravemente en cada entidad. “Ésta es una más de las desigualdades en las cuales hay que seguir trabajando”, apuntó.

“La educación es un punto neurálgico de la compleja realidad contemporánea, y la Universidad Nacional puede aportar ideas concretas para mejorar ese aspecto tan importante para México”, subrayó.

El rector de la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Romualdo López Zarate, consideró que la confianza que tiene la sociedad en las universidades públicas se debe a que forman jóvenes competentes y les enseñan valores.

“Se trata de hechos como que el ingreso es por méritos, mediante un proceso de selección, sin corrupción; que se respeta la diversidad sexual, de opiniones. Ése es el gran aporte que pueden hacer las instituciones de educación superior a la sociedad”, puntualizó.

Fuente: http://www.vanguardia.com.mx/articulo/reforma-educativa-empezo-al-reves-senala-academico-de-la-unam

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Mucho Modelo Educativo, ¿y las normales?

26 de abril de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

Muy pocos somos los que nos hemos detenido a escribir sobre un subsistema que, desde mi punto de vista, es fundamental dentro del complejo Sistema Educativo Mexicano (SME). Me refiero pues, al subsistema de educación normal que por más que se diga lo contrario, desde 1984 a la fecha, no ha sufrido verdaderas transformaciones educativas.

Intentos ha habido, no lo niego. Sin embargo, éstos son escasos si los comparamos con lo que ha acontecido con el nivel básico de enseñanza de nuestro país pero, como siempre digo, vayamos por partes, porque de este asunto varias cuestiones se desprenden.

Como recordaremos, el pasado 13 de marzo con bombos y platillos, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, presentó ante la sociedad el Nuevo Modelo Educativo – versión 2017 – que, salvo algún agregado en la propuesta curricular, nada de nuevo tiene. Si, ya sé que algunos de ustedes me cuestionarán sobre tal afirmación pero, permítanme por el momento, sostener este argumento, en razón del espacio que amablemente me brindan mis colegas de Educación Futura.

Pues bien, en dicho modelo se hace referencia al papel que desempeña la formación inicial de maestros. Como parece obvio, se le asigna un papel trascendental a las escuelas normales para el logro de este propósito; vaya, para acabar pronto, se asegura que solo puede existir una “buena” educación si en las normales se forman a los mejores maestros, y es cierto. Este planteamiento me parece de lo más importante; de hecho, en las diversas entrevistas que el Secretario de Educación brindó a diversos medios de comunicación, así lo confirmó, y no se equivocó, solo que en medio de todo este pronunciamiento, algo parece estar en el aire: ¿cómo hacer para que las instituciones formadoras de docentes cumplan con la encomienda que les fue conferida en el nuevo modelo?

En este sentido, debo reconocer que el “qué hacer” es importante pero, desde mi perspectiva, resulta trascendental que se mencione el “cómo pueden lograrlo”, y es ahí donde de manera clara y precisa, entra mi planteamiento: ¿cómo hacer que las escuelas normales cumplan con las tres áreas sustantivas que le fueron  asignadas después de 1984 si en los hechos no se han fortalecido a las mismas en el ámbito pedagógico, administrativo y laboral? Me explico.

Después de que el subsistema de educación normal se separó de la educación básica, la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), dependiente de la Subsecretaría de Educación Superior, se hizo cargo de todo lo concerniente a las normales. No sé qué tantos beneficios haya traído esta decisión, lo que tengo claro es que a partir de la misma, se abrió una brecha que ha traído como consecuencia una desvinculación con lo que acontece en el nivel básico del propio SEM. ¿Cómo lograr que los estudiantes de las normales tengan una adecuada y pertinente vinculación con lo que a su egreso será su campo de trabajo si las reformas a la educación básica han marcado la pauta en y para el trabajo docente mientras las normales y sus respectivas licenciaturas (preescolar, primaria y secundaria) no van a la par de dichas reformas? Basta con revisar los Planes de Estudio de las licenciaturas que refiero para darse cuenta de ello. Algo que se antoja bastante ilógico y sin mucho sentido que digamos.

Ciertamente desde hace unos años, la Mtra. Marcela Santillán, ex directora de la DGESPE, y en estos días, el Dr. Mario Chávez, han hecho un trabajo considerable con la intención de que las instituciones formadoras de docentes adquieran ese papel protagónico que los anteriores Secretarios de Educación, expresaron en sus discursos. Lo malo de este asunto, es que los cambios se han quedado en eso, en meros discursos y hasta la fecha no se ha logrado posicionar a las normales como se ha esperado.

Motivos para que no se hayan tomado las decisiones que pudieran mejorar al subsistema, son muchos y muy variados pero, por el momento, me concentraré en el que, desde mi punto de vista, parece marcar esas decisiones de quien dirige los destinos de la educación del país desde la Calle de República de Argentina en la Ciudad de México: el político.

Recuerdo que hace días, en tremenda conversación que sostuve con algunos colegas normalistas, uno de ellos expresaba: “me gustaría saber quién le pondrá el cascabel al gato”; haciendo alusión a la necesaria reforma que tiene que darse en las normales del país, sobre todo, por la serie de implicaciones políticas que traería consigo. Lo que sucedió en el 2011, con la implementación del nuevo plan de estudios (2012), fue un claro ejemplo de ello. No sé si usted lo conozca o se haya enterado, pero ante la implementación en ese año de dicho plan de estudios, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tiró la propuesta que la Secretaría de Educación (SEP) había dado a conocer a varias “escuelas normales piloto”. Así sin más ni más, la tiró. ¿Los argumentos? No se había considerado su opinión ni su consentimiento para la aprobación de esa propuesta curricular. Así de simple, así de complejo.

Quienes me conocen en persona y a través de este espacio, sabrán que soy un defensor apasionado – siempre objetivo o al menos lo intento – del normalismo mexicano. De hecho hace unos días, tuve la oportunidad de dar una conferencia en la Escuela Normal Rural “Emiliano Zapata” de Amilcingo, Morelos, y ahí mismo, aseguré como lo he asegurado, que el normalismo es y será la piedra angular de la educación de nuestro país, y no me equivoco. Miles de maestros que hoy día se encuentran prestando un servicio educativo en mi México querido, se formaron en estas instituciones cuya tradición es necesario entender para comprender las complejidades del SEM.

Esperemos que la tan anunciada reforma a la educación normal se lleve a cabo y en los mejores términos posibles, no bastan los recursos asignados mediante el famoso “PACTEN” o el de las Escuelas Al Cien para el logro de tal propósito. Como seguramente sabrán en la SEP, se requiere de un análisis concienzudo sobre la situación que guardan éstas, de largas charlas con sus actores directos para asegurar un buen proceso de transición, de tomar las decisiones que deban tomarse en base a ese consenso y convencimiento; esto, sin pretender cambiar esa tradición que por años ha permeado la formación de maestros y maestras de mi querida República Mexicana. En concreto, parafraseando a un gran investigador, Manuel Gil Antón: ¿se debe transformar la educación normal?, sí, pero no así.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/mucho-modelo-educativo-y-las-normales/

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¿Existe la educación rural?

Pluma Invitada

Diego Juárez Bolaños*

La respuesta a esa pregunta depende de quien la responda. Para los millones de alumnos que asisten a centros de educación inicial, escuelas preescolares, primarias, secundarias, bachilleratos, universidades y tecnológicos insertos en territorios definidos como rurales, la respuesta evidentemente es afirmativa. Pero para las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que diseñaron tanto el plan La Escuela al Centro como El Modelo Educativo 2016, su respuesta es “no”. Quizá de esa misma manera respondería buena parte de habitantes de zonas urbanas que, concentrados en su vida cotidiana citadina, y cada vez más ensimismados, se alejan de formas de vida que se desarrollan en otros territorios. 

Para dimensionar la importancia que tienen las escuelas rurales en México, basta mencionar que, de acuerdo a cifras oficiales, casi un 56% de los preescolares, un 58% de las primarias, un 57% de las secundarias y un 30% de los establecimientos de media superior existentes durante el ciclo escolar 2013-2014, se ubicaban en localidades menores a 2500 habitantes (INEE, 2015, p. 66). criterio que –hay que recordar– es el que usa el INEGI para definir a una población rural. A estos planteles asisten casi 7 millones de alumnos de todas las entidades federativas del país.

Para el caso de alumnos que acuden  a escuelas rurales multigrado; es decir, en donde un maestro atiende a estudiantes de más de un grado escolar; cabe señalar que, durante el ciclo escolar ya mencionado,  esa modalidad constituyó un 53% de las escuelas preescolares del país, un 51% de las primarias y un 25.4% de las telesecundarias (inee, 2015, p. 305).

Con esas cifras pretendo enfatizar que la educación rural es una realidad que viven millones de familias, de estudiantes, docentes, directores, supervisores, asistentes técnico-pedagógicos y demás figuras educativas en todo el territorio nacional. Sin embargo, la SEP los desconoce y así lo confirman tanto sus planteamientos y acciones que los acompañan. Por ejemplo, en el plan La Escuela al Centro se “parte de la premisa de que existe un único sistema de organización [administrativo] idóneo para todas las escuelas” (SEP, 2016, p. 22), sin reconocer las profundas diferencias que existen en materia de gestión escolar entre las llamadas escuelas regulares y las multigrado. En éstas últimas los docentes deben cumplir también con labores directivas.

Ese mismo desconocimiento de lo rural se ve reflejado en los planes de estudio de las escuelas Normales y de las Universidades Pedagógicas Nacionales, además de los cursos de formación continua que se ofrecen a los maestros, donde la formación y capacitación sobre el trabajo en escuelas rurales y multigrado son casi inexistentes.

De frente a lo anterior y con el interés de impulsar y visibilizar la educación rural, se creó la Red de Investigadores de Educación Rural (RIER), proyecto que encabeza el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. En la RIER participan alrededor de 30 especialistas provenientes de 17 estados del país. Como parte de las actividades que desarrolla, cabe destacar que recientemente realizó –en el mes de octubre de 2016– el “Primer Coloquio Iberoamericano de Educación Rural”, en el que  se congregaron más de 50 investigadores provenientes de México, Colombia, Perú y España. Se organizaron cinco mesas con las siguientes temáticas: Reflexiones teórico-conceptuales de la educación rural; políticas educativas dirigidas a los habitantes de los espacios rurales; formación docente inicial y continua para la educación rural; prácticas y saberes docentes en el medio rural y procesos de aprendizaje en escuelas de contextos rurales.

Fruto de las ponencias y conferencias derivadas del Coloquio destaco tres aspectos importantes, a fin de comprender y contextualizar los eventos presentes:

  1. Para el caso de México es indispensable conocer los antecedentes históricos que nutren las acciones y omisiones de las actuales políticas educativas dirigidas a los pobladores rurales. De ahí que no se pueden desconocer los contextos históricos y los procesos de la llamada “Escuela rural mexicana”, las “Misiones culturales” que impulsó José Vasconcelos durante la década de 1920; la creación de las normales rurales, sus planteamientos y las acciones que se desarrollaron en el marco de la educación socialista durante el gobierno de Lázaro Cárdenas; los procesos de urbanización derivados de transformaciones económicas y políticas gubernamentales durante la segunda mitad del siglo XX; la creación del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) durante el sexenio de Echeverría (instancia estatal que atiende a las escuelas de las localidades menores a 200 habitantes) o el impulso y la creación de las universidades interculturales durante el gobierno de Fox.
  2. En prácticamente todas las naciones iberoamericanas: básicamente consideramos que no existen instancias o actividades que incorporen visiones de “lo rural” que se dirijan específicamente a la formación inicial y continua de los docentes, quienes, en buena parte, durante algún periodo de su carrera profesional trabajarán en escuelas ubicadas en espacios rurales.
  3. Para los encargados de la educación: la diversidad y las particularidades de los contextos rurales obliga a considerar el desarrollo de diversos modelos pedagógicos, materiales didácticos, equipamiento, e infraestructura escolares, así como apoyos dirigidos a los estudiantes rurales, tales como transporte gratuito, alimentación, becas y materiales.

En relación a este último punto señalo lo que una autoridad educativa de Puebla dijo sobre el sistema educativo mexicano: que está planteado de manera tal que ignora que más de la mitad de sus escuelas se ubica en espacios rurales, de ahí se explica que los modelos pedagógicos, los libros de texto, los materiales didácticos, la formación docente, la gestión escolar, los procesos de planeación y de evaluación e incluso la misma arquitectura de los planteles, están diseñados y desarrollados igual que  las escuelas urbanas. A excepción de contadas iniciativas que autoridades educativas han desarrollado en algunas entidades como en Durango, Puebla, Zacatecas, Veracruz, San Luis Potosí o Tabasco y por el Conafe. Cabe señalar pues que durante los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña la atención educativa  especialmente dirigida a las poblaciones rurales ha sido prácticamente nula.

Ante ese panorama, es necesario reconocer el esfuerzo de miles de docentes y agentes educativos que día a día laboran en territorios rurales, en contextos con una marcada diversidad cultural, social, política y medioambiental, pero también donde se viven situaciones de inseguridad, pobreza, marginación, despojos  territoriales y  carencia de servicios. El empeño del personal que trabaja en las escuelas rurales debe de ser reconocido. Las escuelas rurales conforman la única presencia permanente del Estado en decenas de miles de pequeñas localidades del país.

Para terminar me parece conveniente recordar las ideas que la RIER expresó en un comunicado: “Habría que destacar las bondades de las interacciones de aprendizaje que se dan en las escuelas rurales multigrado y las ventajas que estas escuelas traen en el funcionamiento y desarrollo mismo de sus comunidades. Se requiere ir revirtiendo la idea de déficit de la escuela multigrado y plantear que la convivencia de alumnos de diferentes grados […] es una oportunidad para el desarrollo cognitivo y afectivo”.   

*Investigador titular del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México y coordinador de la Red de Investigación en Educación Rural. Texto publicado originalmente en el Blog de Educación de Nexos

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/existe-la-educacion-rural/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/05/escuela-rural-e1431705278482-300×201.jpg

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