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La educación siempre es imperfecta

Salvador Rodríguez Ojaos

«En algunas ocasiones, la verdad se halla no escindiendo el mundo en ‘o … o …’, sino abarcándolo en una actitud de ‘y … y …’. A veces, la verdad es la unión paradójica de aparentes contrarios, y si queremos conocer esa verdad, tenemos que aprender a abrazar ambos opuestos como si constituyesen una unidad.» Parker J. Palmer: El coraje de enseñar

La educación que ofrecemos en nuestras escuelas está basada, excepto contadas excepciones, en una concepción del mundo «o … o …», es decir, en contrarios: o cabeza o corazón, o libertad o disciplina, o hechos o sentimientos, o teoría o práctica, o hablar o escuchar, o correcto o incorrecto, o aprobado o suspendido…

Cuando la educación debería estar llena de matices, como sucede con la vida misma. En vez de excluir y enfrentar deberíamos incluir y ofrecer una imagen del mundo «y … y …», es decir, en equilibrio: y cabeza y corazón, y libertad y disciplina, y hechos y sentimientos, y teoría y práctica, y hablar y escuchar… No hay necesidad de decidirnos por uno u otro extremo, cada uno debe buscar el equilibrio adecuado entre ambos.

Este tipo de educación nos permite elegir de forma razona y coherente, nos permite tener criterio propio, nuestra propia percepción del mundo. Por eso, la educación es inevitablemente imperfecta, ya que requiere de toma de decisiones, de espíritu crítico, de capacidad de elección.

Necesitamos una educación paciente, pues la impaciencia nos conduce a escoger entre un extremo u otro y nos obliga a dejar de lado los matices. Necesitamos una educación colaborativa, pues nos permitirá ir juntos y llegar mucho más lejos. Necesitamos una educación creativa, pues no se trata solamente de reproducir el saber heredado sino de ir más allá.

La educación siempre es imperfecta, pero es que el mundo, la sociedad y las personas también lo son. La imperfección de la educación es la característica que le otorga un papel fundamental en la construcción de un mundo mejor.

Fuente del articulo: http://www.salvarojeducacion.com/2017/07/la-educacion-siempre-es-imperfecta.html

Fuente de la imagen: https://3.bp.blogspot.com/-Ree4ZAgEuJs/WVSwq4jZH8I/AAAAAAAABkE/kFPvH__2RGQGY7horpOEfz7OFDoYxwZwwCLcBGAs/s200/opposites

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La educación matemática en Iberoamérica: entre las TIC y el reciclaje

16 Julio 2017/Fuente y Autor:EFE

Las nuevas tecnologías se imponen en la enseñanza de las matemáticas en Iberoamérica, aunque las escuelas con menos recursos aguzan el ingenio y optan también por los materiales reciclados para acercar esta ardua materia a los alumnos.

Poliedros hechos con latas, formas geométricas de papiroflexia o los tradicionales ábacos se han convertido en los últimos años en los mejores aliados para las escuelas más modestas, donde, en muchas ocasiones, no hay acceso a ordenadores, aplicaciones móviles o tabletas.

Encontrar una hoja de ruta para la enseñanza de matemáticas en la región se ha convertido en una de las principales tareas de los cerca de 1.600 asistentes al VIII Congreso Iberoamericano de Matemáticas (CIBEM), que se celebra estos días en Madrid.

Los docentes, que proceden de dieciséis países iberoamericanos, se dan cita en este foro para la reflexión y el debate, que busca mostrar la belleza de las matemáticas y hacerlas así accesibles al público.

«Es fundamental incorporar la tecnología en la sociedad, pero evidentemente, cuando las condiciones no son favorables hay que convivir con el resto de recursos», cuenta en una entrevista con Efe el secretario general de la Federación Iberoamericana de Profesores de Matemáticas, el español Agustín Carrillo de Albornoz.

Para Carrillo de Albornoz, el reto al que se enfrentan los docentes de esta asignatura es el de «encontrar materiales accesibles para cualquier país independientemente de su nivel económico».

El libro de texto ha sido tradicionalmente el principal apoyo de estos profesores, ya que, según el catedrático, «da la seguridad de tener una guía a seguir, aunque deja poco lugar a la imaginación de los profesores».

La investigadora peruana María del Carmen Bonilla es un ejemplo de docente que se aleja de los manuales para encontrar nuevas formas de enseñar matemáticas a las comunidades indígenas del país.

Desde el año 2014, Bonilla trabaja en un programa de educación dirigido a estudiantes de los pueblos originarios del Perú, a los que enseña esta materia, en la que, según constató, tenían «muchas deficiencias por los procesos de enseñanza de las comunidades rurales».

Para esta tarea, a la docente se le ocurrió usar la Geometría Dinámica, un software con el que los alumnos se mostraron muy hábiles y que les permitió reproducir los diseños de sus culturas usando conceptos matemáticos, según explica a Efe.

A raíz de esa experiencia, diseñó un proyecto de investigación con el que viajaron a las comunidades para identificar dentro de sus actividades diarias cuáles eran las nociones matemáticas que utilizaban.

«En general, las comunidades usan conceptos matemáticos de manera inconsciente, tanto para elaborar sus diseños, como para tejer o construir sus casas», afirma.

El profesor de matemáticas e investigador mexicano Eduardo Basurto Hidalgo apuesta por las nuevas tecnologías para motivar a los estudiantes y hacer que superen «sus inseguridades y falta de autoestima en esta materia».

«La enseñanza de las matemáticas en Iberoamérica está cambiando y busca formas más eficientes de llegar a los alumnos», señala Basurto, quien propone sistemas de enseñanza más centrados en los estudiantes y útiles para sus actividades diarias.

«Los cálculos muy grandes o muy engorrosos han quedado obsoletos y ahora se busca desarrollar ideas relacionadas con la variación, que permitan entender un poco mejor el contexto que rodea a los individuos», afirma.

No obstante, y a pesar de los avances en la metodología de enseñanza de las matemáticas, todos los docentes consideran que se ha producido un importante descenso en las vocaciones científicas, una brecha que se acentúa en el caso de las mujeres.

Carrillo de Albornoz culpa de esta caída a las leyes educativas que «no forman a los alumnos» y a la falta de inversión en programas de ciencia.

«No estamos haciendo que los alumnos vean a las matemáticas útiles y además son difíciles, por lo que se decantan por otras vocaciones», concluye. Edurne Morillo García

Fuente de la noticia: https://www.efe.com/efe/america/sociedad/la-educacion-matematica-en-iberoamerica-entre-las-tic-y-el-reciclaje/20000013-3324677

Fuente de la imagen: https://estaticos.efe.com/efecom/recursos2/imagen.aspx?lVW2oAh2vjPujFnBLNDB4Hf78zPoffeIQ4TncnkXVSTX-P-2bAoG0sxzXPZPAk5l-P-2fU5UUVKmAQPgWJ5

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Colombia: Educación no-cognitiva

América del Sur/Colombia/16 Julio 2017/Fuente:entornointeligente /Autor: JAIME HERNÁNDEZ AMÍN

Si bien recuerdo del colegio algunos pasajes de García Márquez o la fórmula química del agua, nunca me enseñaron cómo conseguir un trabajo o cómo pagar impuestos. Puede que haya aprendido el himno de Cartagena o a identificar ciertos órganos del cuerpo, pero no aprendí cómo votar ni mucho menos a entender eventos o noticias actuales.

Me hacían memorizar hechos de nuestra historia y quiénes fueron nuestros padres de la patria, pero nunca me explicaron cómo y por qué funcionan las leyes o a cuenta de qué existen y deben existir los derechos humanos. Hice ejercicios para saber cómo elaborar ciertas fórmulas aritméticas pero nunca me dijeron como adquirir estabilidad financiera.

Salimos del colegio y la universidad con un arsenal de herramientas para afrontar una vida y un mundo social que poco entendemos. Y no estoy hablando de enseñarle al estudiante en qué creer o si Dios existe o no, para eso está la familia, de lo que hablo es que solo nos están enseñando cómo funciona un carro cuando también deberíamos aprender a manejarlo.

La educación cognitiva es importante,»lo cognitivo es aquello que pertenece o que está relacionado al conocimiento?, y es la materia prima para poder ser seres humanos útiles. Ahora bien, si buscan en Google»educación no-cognitiva?, encontrarán pocos resultados, y esto es precisamente porque es una tendencia educativa que apenas se está formando en el mundo y es preciso que la conozcamos para poder seguir avanzando.

Los países desarrollados están empezando a formar a las nuevas generaciones (además de en lo cognitivo) en cómo vestirse adecuadamente para una entrevista o una reunión de trabajo, en cómo hablar correctamente dentro de los diferentes ambientes sociales y profesionales, en la importancia de mirar a los ojos cuando se habla y se da la mano, o en modales cordiales y de respeto que generan confianza entre las personas, entre otros. Esto no tiene el propósito de ser una educación parroquial e imponer un régimen de conducta, por el contrario, su propósito es el de liberar las capacidades sociales de las futuras generaciones para que estas tengan mayores posibilidades de ingresar a trabajar y complementarse con el mundo laboral, construyendo una sociedad más equilibrada y productiva.

En Colombia, seguimos esforzándonos por nivelarnos en educación cognitiva, las no tan altas calificaciones en las pruebas PISA así lo evidencian. Tal vez, la falta de motivación por el estudio en los jóvenes se dé a causa de las pocas oportunidades de trabajo que ofrece el esfuerzo de haber estudiado.

Si paralelamente empezamos a aplicar esta nueva tendencia mundial para que los estudiantes vean una correlación positiva entre; más estudio, más trabajo y mejor ingreso, podremos empezar a romper el círculo vicioso que tiene la educación en Colombia.

Fuente de la noticia: http://www.entornointeligente.com/articulo/10297920/COLOMBIA-Educacion-nocognitiva-15072017

Fuente de la imagen:

http://www.eluniversal.com.co/sites/default/files/styles/120x160_columnista/public/fotoscolumnistasnuevo/jaime_hernandez_amin.jpg?itok=O

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Deshacer la telaraña del género: un reto en la mejora de la formación de maestros

Por: Isabel Carrillo Flores

En la formación de maestros se vive un exceso de tolerancia ante las desigualdades de género. Las ausencias en los planes de estudio de asignaturas y contenidos sobre igualdad y género se acompañan de otros problemas no resueltos.

El día 1 de mayo ha vuelto a poner de manifiesto que, si bien desde algunos sectores se anuncia una mejora económica, esta no traspasa el mundo del trabajo que continúa su tendencia de precariedad. Entre los grupos de personas en situación más precaria están las mujeres. La igualdad no es para ellas. Esta realidad se recordó el pasado 22 de marzo, cuando se celebró el décimo aniversario de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Algunas noticias valoraron que era poco lo que se podía celebrar respecto a la traducción práctica de la normativa y que el cambio no se ha producido.

Este es un hecho tangible en las universidades y en la formación de maestros, como se puso de relieve en el XXXV Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación sobre Democracia y la Educación en la Formación de Maestros, que dedicó una de las ponencias al género. En este espacio se expusieron los resultados de un estudio sobre 44 universidades españolas que imparten los grados de Educación Infantil y Educación Primaria, constatando una anecdótica presencia de contenidos sobre igualdad y género. Solo 11 universidades incorporan asignaturas con contenidos explícitos. En 9 de ellas la asignatura es obligatoria.

Si bien las universidades han ido desarrollando las unidades de igualdad y se han creado centros de estudio de mujeres y género y organizado grupos de investigación, el discurso de la igualdad no ha impregnado de forma plena ni las concepciones ni las prácticas docentes. La telaraña del género presente en las sociedades del mundo globalizado también adorna los centros universitarios y pasa que, tanto por lo que se hace como por lo que no se hace, se contribuye a reproducir una cultura arraigada en el binomio sexo-género que se opone al principio de justicia. No sirven las razones de las pedagogías de la igualdad y la diferencia, ni tampoco las de la propia normativa, por lo que los contenidos de la ley quedan en el papel y, ante el no cumplimiento, parece que no pasa nada, o más bien lo que pasa es una no reacción o reacción de tono bajo por parte de la propia comunidad universitaria reforzada por la permisividad política.

Las ausencias en los planes de estudio de asignaturas y contenidos sobre igualdad y género se acompañan de otros problemas no resueltos. Entre otros, la escasa inclusión de referencias bibliográficas de aportaciones de mujeres en asignaturas no específicas de género; la naturalización de la feminización del oficio de maestros, especialmente en infantil y primaria; la debilitación del análisis específico de las situaciones de desventaja que viven las mujeres a nivel global, como es el caso de una mayor negación del derecho a la educación de las niñas, o la perpetuación de una normativa de género que niega las identidades plurales. Estos hechos se acompañan y se refuerzan mediante los usos de un lenguaje que excluye la diferencia sexual. La consecuencia es que en la formación de maestros se vive un exceso de tolerancia ante las desigualdades de género.

No hay educación neutral. Las ausencias muestran vacíos que expresan lo que intencionalmente está y lo que también se procura que no esté. Ser conscientes del trasfondo ideológico abre la posibilidad de (re) pensar política y éticamente la formación universitaria de maestros, para que las personas que deciden caminar por la educación, y desarrollarse en el oficio de maestros, necesariamente tienen que vivir procesos formativos que muestren las partes visibles e invisibles de los impactos negativos de género, una realidad injusta que no es normal, ni natural, y resulta intolerable. Las desigualdades de género no son de segundo orden y no deberían quedar excluidas de la toma de decisiones política y pedagógica.

En esta orientación desde el Programa de Mejora e Innovación en la Formación de Maestros (MIF) el grupo de trabajo de Género ha elaborado el documento Relaciones de poder, violencias y otras formas de relación abusiva. La transversalidad del género que propone que en los grados de formación de maestros de infantil y primaria se revisen los fundamentos y orientaciones pedagógicas con el fin de adoptar un enfoque ético, de derechos humanos y de justicia social. Es una propuesta abierta y flexible que plantea definir en la formación cuatro bloques de contenidos referentes a dimensiones de la educación que se complementan entre sí.

  • La dimensión relacional de la educación, que se ocupa del significado de las relaciones educativas como relaciones de poder en una doble orientación. Por un lado, como relaciones que pueden ser abusivas y hacer uso de violencias. Por otra parte, como reconocimiento de que el poder no solo es lo que se nos impone, oprime y subordina, sino también lo que poseemos. Este poder, que muchas veces desconocemos, es expresión de apoderamiento que puede orientarse individual y colectivamente a la transformación de las desigualdades.
  • La dimensión de interrelación de las diferencias que supone corregir en los planes de estudio el hecho de hablar de la diferencia sexual sólo como un dato biológico fija, porque no lo es. Es necesaria una formación que explique como desde el momento de nacer este dato queda asociada a un género que prescribe como ser y como actuar, y como la diferencia sexual en interacción con otras prescripciones que imponen la clase, la etnia, la cultura, el edad, el territorio donde se vive, entre otros, obligan a adoptar identidades no libremente deseadas.
  • La dimensión política y ética de la educación es otro de los contenidos a incorporar en la formación, alejando, como ya se ha dicho, la sombra de las falsas neutralidades. El compromiso ético docente debe ser compromiso por la equidad y la responsabilidad individual y colectiva. En esta orientación el compromiso ético debe formar parte de un oficio que se impregna de los valores de los derechos humanos y contribuye a transformar las desigualdades, no a reproducirlas.
  • La dimensión práctica de la educación es el espacio de confluencia de los ejes anteriores. El objetivo es proyectar una formación en la acción compleja que no aísla las asignaturas en espacios impermeables a contenidos que se considera son ajenos, menores o no necesarios en la formación, como a menudo ocurre con los contenidos relativos a las teorías de género y los feminismos. En las transiciones de la teoría a la práctica y de la práctica a la teoría hay que abrir las fronteras disciplinarias para conformar pensamientos y acciones integradoras, y este proceso requiere un cambio en las concepciones sobre los principios organizadores del conocimiento que generan estas fronteras.

La igualdad tiene aún mucho camino por recorrer, también en la formación de maestros. No todo está dicho y está hecho para incorporar términos como coeducación, equidad, o inclusión -aunque este último término no es habitual en los discursos sobre diferencia sexual-.

El debate no está cerrado y se hace necesario reactivar espacios de reflexión compartida en las universidades y en las escuelas, en la formación inicial y en la formación permanente, durante el curso y en las escuelas de verano, que permitan mostrar aquellas partes no visibles del género que históricamente no han sido resueltas. En esta orientación, la reciente publicación Deshacer la telaraña del género desde la educación quiere contribuir al análisis crítico del juego de las apariencias de la igualdad formal. También quiere desvelar la toma de conciencia sobre el hecho de que las realidades no están determinadas y que hay que deshacer el entramado de las resistencias de género que se oponen a las transformaciones justas. Este es un reto irrenunciable para la mejora de la formación de maestros.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/12/deshacer-la-telarana-del-genero-un-reto-en-la-mejora-de-la-formacion-de-maestros/

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El abuso de andar recomendando lecturas

Ilka Oliva Corado

Cuando me recomiendan lecturas me entra por un oído y me sale por el otro, lo considero un abuso, ¿qué se creen los otros para andar recomendando lecturas, y peor aún, dando consejos sin que se los pidan? (Dice una amiga, que parezco sombrerito de Esquipulas, -solo mierdas-). Yo no recomiendo lecturas ni doy consejos, lo más que he llegado a decirle a alguien es que use preservativo, siempre. Por lo demás uno aprende con la caída y cuando se da en la cara, y eso es inevitable, a la gente no se le puede negar vivir ni experimentar.
Todos los días recibo mensajes de personas que me envían textos, me dicen: “aquí te envío esto para tu lectura,” “lectura recomendada”, te recomiendo esta lectura.” Y yo pienso para mis adentros, ¿quién les dijo que yo quiero leer lo que todo el mundo lee? Es que es fácil, es cosa de sentido común, ¿quién dice que porque yo leo algo y me gustó y sea mi estilo y me identifique, también deba gustarle a otra persona? ¿Por qué voy a tener la arrogancia de decirle que se lo recomiendo? En todo caso para eso están las redes sociales, se publican ahí y ya, y quien quiere lo lee y el que no pues no.
Me sucede seguido que gente me pregunta, ¿has leído a fulano?, ¿a mengano? ¿Leíste ya a zutanito? Deberías leer a perencejo. Mi respuesta siempre es no, porque la verdad leo muy poco, y lo que leo no lo hago público, no me interesa que la gente piense que soy erudita, o que cultivo mi mente, ni nada de esas babosadas. No cito autores, es muy raro, solo cuando un texto lo necesita. No asisto a reuniones sociales de artistas o literatos y esas hierbas, me aburro rápido, no me interesa comentar acerca de la vida de otros, yo tengo la mía y apenas puedo con ella como para andar fisgoneando en estilos, en ideologías o en técnicas. En lo que hizo o dejó de hacer mengano.
No me interesa imitar a nadie, cambiar de estilo para ganar lectores, aprender de formas de redacción, yo escribo porque es mi oxigeno la poesía, porque escribir es mi catarsis. No me interesa memorizarme biografías, párrafos de clásicos y recitarlos para recibir aplausos y para pretender ser culta. Apenas me sé mi nombre y con eso es suficiente, con que yo sepa quién soy me basta.
Siempre pienso que es bueno que la gente lea, pero no considero a la lectura como el último vaso de agua en el desierto, no es vital para la vida de una persona, sino hay que ver a los Pueblos Originarios, las tribus nómadas de África, que su cultura y sus tradiciones son orales, pasan de generación en generación de boca en boca. No es mejor alguien que ha leído mil libros que un campesino que ha trabajado la tierra, el lector puede saber de nombres, de conceptos, de ortografía, como el campesino sabe de semilla, de cosecha, de vida. Alguien pudo haberse leído todos los clásicos de la literatura griega, pero no sabe de cómo agarrar un azadón y preparar el terreno para sembrar la milpa.
Todo es relativo y no nos hace mejores personas que leamos cinco libros al mes, alguien puede estar al día con las lecturas recomendadas, pero si ve en la calle niños pidiendo limosna, niños viviendo en los basureros, niñas siendo violadas en los bares y casas de citas, y si no hace nada al respecto, de nada le ha servido tanta lectura. La lectura no es señal de humanización, es lectura nada más. No nos vuelve mejores personas.
Y cultivar la mente no es sinónimo de lectura tampoco, los Pueblos Originarios la han cultivado y sin libro alguno, y siguen sobreviviendo a pesar de tantos siglos de abuso. Antes que los médicos existieron las comadronas. ¿Con qué libro aprendieron? Las mujeres siguen pariendo solas sin ayuda de médicos. Entonces creo que ante todo debemos tener humildad, dejar de menospreciar a quien no lee. Como repito pueden llegar a un campo miles de agrónomos con las mejores técnicas y jamás lograrán superar la capacidad y la sabiduría de un campesino que ha trabajado la tierra. Jamás.
Que vaya alguien que sabe inglés o que hable cuatro idiomas a decirle a una comadrona cómo debe hacer su trabajo, o que porque habla cinco idiomas pueda realizar el trabajo artístico de un albañil. Ni los arquitectos pueden.
A lo que me refiero con todo esto es que no porque alguien no lee es inferior a nosotros, o que es sinónimo de desconocimiento, porque ahí nos estamos equivocando, que vaya un abogado a tomar un serrucho y a hacer el trabajo de un carpintero, a ver si puede. O que vaya un literato a hacer pan, no podría, necesita saber la receta, cómo se amasa la harina, el tiempo en el que tiene que estar en el horno el pan para que no se queme. Que vaya una periodista con sus perchas de reconocimientos a ordeñar una vaca, a sacarle la crema a la leche y a hacer queso: fresco, oreado y seco, como lo hace una mujer de pueblo que nunca ha leído un libro. No podría.
Entonces, como decía todo es relativo, un título universitario no   sirve si lo que hay que hacer es adobe, o hacer teja. Ese título muy bien lo podrían hacer un rollito los que creen que con él tienen al mundo en sus manos. Las mil lecturas no sirven a la hora de hacer un polletón o colocar un comal y hacer un batido de barro o hacer jabón de aceituno. A la hora de hacer chicha de piña o de máiz. No serviría tanta lectura a la hora de cocer el nixtamal, hay que saber tantear muy bien la cal.
No porque alguien no lea es bruto, hay muchos que leen y son imbéciles y deshumanos. Nunca leo lo que lee todo el mundo, nunca me visto con lo que está de moda, leo poco porque quiero leer poco, quiero tiempo para hacer otras cosas también, como rascarme la panza, por ejemplo, o subirme en mi bicicleta y perderme durante horas en la reserva forestal. Eso también es vida, ejercita los músculos y es remedio para el alma y el espíritu. La ortografía no cabe a la hora de cortar nances y sentarse a comerlos a la sombra del árbol. No cabe a la hora de echar tortillas y no cabe tampoco a la hora del retozo, la ortografía no cabe en el alma, ni en las heridas, ni en la felicidad. Porque todo eso es superior, es superior a nosotros y a nuestro mundo diminuto de arrogancias.
Y no busco lecturas, no programo lecturas, leo lo que me encuentro en el camino, como la vida misma, uno la va haciendo con lo que está en el camino, de nada sirve planificarla, porque la vida y el tiempo son más sabios que nosotros.
Fuente del articulo:https://www.aporrea.org/cultura/a242741.html
Fuente de la imagen: http://3.bp.blogspot.com/-LLEtZRqMnvM/UycA8oXsiSI/AAAAAAAABFs/pGtVHPzDoOI/s1600/Leer1.j`pg
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México rasgado

Blanca Heredia

Recién celebramos el Día de la Bandera, uno de los símbolos nacionales que nos quedan. En la ceremonia de ese día, presidida por el presidente Peña Nieto, la bandera nacional se rasgó. Esa imagen me llevó a pensar en el libro más reciente de Claudio Lomnitz, La nación desdibujada, y en la situación que enfrenta la idea de México en el momento presente.

Hoy cuesta decir y saber quiénes somos. Cuesta, sobre todo, encontrar canales y espacios de representación capaces de expresar y darle algún armazón común a nuestras diferencias. Marchas convocadas desde la intención de hacer presente lo que nos une que terminan evidenciando y amplificando nuestras divisiones.

Corrupción fuera de control, cuya exhibición pública no consigue producir castigos ni consecuencias. Violencia que no cesa, inseguridad que no termina, feminicidios que siguen ocurriendo sin que se vislumbre justicia, salida u horizonte de resolución posible. Mexicanos divididos tanto en lo material como en lo simbólico; somos habitantes de un mismo territorio que no encuentran cabida en nada compartido, nada que suene deseable o, incluso, presentable.

Como bien señala Lomnitz, la idea de México, al igual que el relato nacional de muchos países periféricos –en especial en América Latina–, ha estado tensado, desde su origen, por el riesgo siempre presente del desdibujamiento. La fragilidad de los relatos nacionales en países como México tiene muchísimo que ver con la dificultad para lograr reconciliar tradición con la posibilidad del futuro –eje argumental clave del constructo ‘nación’ en general– en contextos económicos, sociales, políticos y culturales que no terminan de poder armar futuros/modernidades viables para la mayoría de sus habitantes. Al viejo patrón de impulsos transformadores –que acaban produciendo modernidad trunca, excluyente y deforme–, se han sumado procesos adicionales que han contribuido al deshilvanamiento acelerado de la idea de México dentro del cual nos encontramos actualmente inmersos.

Destacan, entre los apuntados por Lomnitz, los siguientes: Primero, la creciente desconexión entre una economía globalizada y un espacio político estructurado en torno a lo nacional/territorial. Esta es una tendencia que México comparte con muchos otros países desde hace ya varias décadas y que ayuda a explicar el debilitamiento de los Estados nacionales para conducir la evolución de sus respectivas economías y sociedades, así como la creciente incapacidad de los sistemas políticos nacionales para representar y procesar la diversidad de los conglomerados que les toca organizar. En el caso mexicano, la naturaleza especialmente asimétrica de la globalización y de la integración con Estados Unidos, tanto en lo geográfico como en lo relativo a las fuertes diferencias en la movilidad internacional entre capital y trabajo, han contribuido a una crisis de representación política especialmente aguda.

Un segundo proceso que ha incidido en el desdibujamiento de la idea de México en años recientes tiene que ver con la profunda erosión de las figuras simbólicas centrales en nuestro relato identitario heredado, así como de sus correlatos institucionales y organizacionales concretos, en particular la familia y el Estado.

La erosión de estas figuras centrales es resultado, en parte, de la desconexión progresivamente mayor entre la estructura económica y la política, pero también y muy centralmente de las particularidades desinstitucionalizantes y fuertemente corruptoras de nuestra transición a la competencia electoral plena (carretonadas de dinero a los partidos junto con descentralización sin rendición de cuentas), así como de los desgarramientos sociales, culturales y morales, y la espiral de violencia provocados por la guerra contra el narcotráfico iniciada durante la administración de Felipe Calderón. Desdibujados, familia y Estado parecen irreconocibles en su operación cotidiana y en su capacidad de interpelarnos y articularnos simbólicamente.

¿Qué es el Estado mexicano hoy? ¿Cuál alianza sustenta esa cosa, después de lo evidenciado por Ayotzinapa? ¿El Estado incluía al alcalde de Iguala, a su mujer y a sus cuñados en septiembre de 2014? ¿Dónde termina el Estado y empieza lo ‘otro’ (los grupos criminales, los grupos de interés que se valen de él, las camarillas políticas)? ¿Quiénes integran y representan hoy al Estado mexicano en Tamaulipas, en Michoacán, en Oaxaca y en todo el país? Preguntas que no tienen una respuesta clara en la práctica.

Para lidiar con los retos asociados al giro a una economía globalizada y a la competencia político-electoral plena, las élites mexicanas decidieron parchar lo existente en lugar de refundarlo. Recurrieron, esto es, a formas de complicidad cada vez más excluyentes y ofensivas socialmente; a la coacción pura, desentendida de la ley y de cualquier relato que abarcase a todos los mexicanos; y al uso de los retazos que iban quedando de la idea y la realidad de Estado para su propio beneficio como medio para asegurar una gobernabilidad crecientemente precaria y desprovista de narrativas legitimadoras mínimamente creíbles.

La imagen de la bandera rasgada simboliza a la nación rasgada. A una comunidad dentro de la cual a muy pocos nos queda claro qué pudiera entrañar la expresión ‘México’ hoy y su defensa frente a los embates de Trump. Tocaría imaginar y darle tracción, vía hechos y cambios reales animados por la indignación frente a la injusticia y un deseo compartido de futuro incluyente, a un nuevo relato sobre lo que somos. Sin cambios en serio capaces de sustentar un nuevo relato nacional, sólo se vislumbran más y más rasgaduras.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/mexico-rasgado.html

Fuente de la imagen:

 http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/02/24/58b07a0036e66.jpg

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Entrevista a Toni Ramoneda: “La única certeza es que no existe ningún método para aprender. Y es una suerte”

26 Febrero 2017/Fuente: elconfidencial/Autor:HÉCTOR G. BARNÉS

El último libro del barcelonés intenta establecer «una voz democrática desde la escuela más fea del mundo». Pero ¿qué ocurre entre los muros de sus aulas?

“Este libro está escrito desde la distancia que supone escribir en español cuando se vive en Francia, pero la distancia también que separa los tres componentes del relato”, escribe Toni Ramoneda en la introducción de su último libro, ‘La escuela más fea del mundo’ (Clave Intelectual). Se trata de una obra en dos movimientos y un intermedio articulados entre una conferencia sobre Europa, el colegio donde imparte clase y el cabezazo de Zinedine Zidane en la final del mundial de 2006.

Ramoneda (Barcelona, 1978) es doctor en Ciencias de la Comunicación y profesor de español en el instituto Louis Aragon de Givors, además de miembro del equipo de investigación ELLIAD de la Universidad de Besançon. Hijo del periodista y filósofo Josep Ramoneda, su segunda obra después de ‘Europa como discurso’ (RBA) se encuentra en un punto intermedio entre el ensayo, la conferencia, la divagación filosófica y la narración.

Una clase no es un equipo de fútbol que debe competir unido, es un grupo de personas que construyen un espacio común

Desde su posición privilegiada –o, mejor dicho, única–, nos internamos con él a través de un cuestionario por correo electrónico en su colegio, su ciudad, su país, su sistema educativo y lo que le aguarda a la Unión Europea. ¿Fue todo un sueño?

PREGUNTA. Europa es el tema principal de su libro. Sin embargo, ¿se ha construido Europa desde las escuelas, ha habido un verdadero proyecto? Es más, ¿debería haberlo?

RESPUESTA. Yo no diría exactamente que Europa sea el tema de mi libro. Su hilo conductor es más bien la manera en que al aprender construimos un mundo común. Eso, con la particularidad de que este libro está escrito en Francia y que en francés el verbo aprender significa a la vez enseñar y recibir. A partir de ahí, de este movimiento que intento trasladar también a la escritura, Europa surge en el libro como una realidad que se construye a sí misma. Y llego a sus preguntas. Porque Europa es una realidad que estamos construyendo y por lo tanto que también desmontamos, destruimos y reconstruimos por momentos.

En términos institucionales, es decir como conjunto de tratados, de edificios, de directrices y demás, esta realidad tiene cincuenta años. Por lo tanto, Europa como institución no se ha construido, sino que todavía se construye y eso –la capacidad de otorgarnos reglas comunes, espacios de representatividad, formas de reconocimiento mutuo, dispositivos para el debate y también, por supuesto, sus contrarios, es decir imposición de normas mediante una negociación falseada, debates sin espacio para la crítica o formas de representación alejadas de las realidades que representan– de algún modo lo hemos aprendido en las escuelas y forma parte también de un cierto proyecto ligado a la ilustración. Pero insisto: todo. El debate real y el consenso burocrático, la representatividad y el ‘marketing’ político, el reconocimiento mutuo y el falso reconocimiento de la negociación desigual.

A mi parecer el proyecto Europeo tendría que ver, y eso pretende expresar mi libro, con la capacidad de construir espacios comunes que no se reduzcan a formas de pertenencia y esto es el acto de aprender: construir lo común mediante las palabras, cada uno desde su propia posición, sin pretender convertirnos en una unidad. Supongo que volveremos a ello, pero una clase no es un equipo de fútbol que debe competir unido, una clase es un grupo de personas interdependientes que construyen un espacio común. Ya sé que suena naïf y pasado de moda, pero este, a mi entender, es también el proyecto europeo. Por lo menos el de ‘La escuela más fea del mundo’.

P. Señala que los alumnos creen que la escuela debe proporcionarles un buen trabajo (y, por extensión, un buen salario). Lamenta que, además, parezca algo contradictorio con ser más sabios. ¿Corren el peligro tanto la escuela como la universidad de convertirse en fábrica de trabajadores, pero poco sabios?

R. Lo creen sobre todo los padres, que son antiguos alumnos, claro, y probablemente lo creerán mis alumnos cuando sean padres. No hay que olvidar que todos hemos sido alumnos, también los profesores. Pero sí, lo que lamento es el aspecto utilitario, incluso cuando se reviste de ideas muy loables como crear personas o incluso contribuir a la realización personal de los alumnos, incluso así, atribuir una función a la escuela es ya un indicio de lo poco que creemos en el aprendizaje como experiencia. Aprender, insisto, es construir. Aprender y enseñar es apoderarse de un presente, de un tiempo que nos es propio, que nos pertenece a los alumnos y al profesor y que puede estar contenido en las cuatro paredes de un aula, en un jardín botánico o en un taller de mecánica, pero un tiempo que es nuestro y que sirve para ese momento, es decir para estar ahí juntos, porque si no el utilitarismo se carga el aprendizaje y el futuro viene a robarnos este presente. No digo que nos dé igual el futuro, digo que vamos a ir hacia él desde aquí y no al revés.

P. Hay una expresión muy potente en su libro: «aulas colonizadas por la angustia del futuro». ¿Se ha trasladado la angustia propia de la edad adulta a los niños, a los que les exige que elijan su destino a una temprana edad, y por lo tanto dejen de ser niños?

R. Es cierto que yo, cuando veo a chicos de catorce años a los que les exigimos que sepan lo que quieren hacer de mayores, me siento muy mal. ¡Pero también es posible que sea porque yo mismo no sé todavía qué quiero ser de mayor! En fin, sea como fuere, tanto ellos obligados a decidir, como yo incapaz de hacerlo estaríamos colonizados por este futuro del que hablo. No sé si el problema es dejar de ser niños, tampoco me gusta la idolatría de la inocencia en la que se cae a veces, pero una vez más, lo que me parece problemático es la desconfianza que mostramos hacia el aprendizaje como experiencia. Desde el momento en que estamos articulando de manera tan insistente el aprendizaje a una elección y a una situación futura, estamos impidiendo esta experiencia que, por sí misma, ya nos puede ir guiando. Insisto, creo que no confiamos en el aprendizaje. En la experiencia de aprender.

En Francia, nadie se cree ya que el sistema educativo sirva para romper las dinámicas de reproducción social

P. En España hay una cierta idealización de la educación extranjera; sobre todo Finlandia, pero también países como Francia. Sin embargo, cita una «nueva tautología republicana» de manera bastante ácida: «somos un país culto porque somos un país culto». ¿Qué pasa en la escuela francesa?

R. Pues precisamente yo diría que sufre, quizás como Francia en general –pero esto ya sería otra cuestión–, de una falta de confianza en sí misma tremenda. Nadie confía ya en el proyecto republicano de una escuela emancipadora, igualitaria y laica. Por eso lo extendía al país en su conjunto que no confía en su propio proyecto republicano. En la educación, esto significa que nadie se cree ya que el sistema educativo sirva para romper las dinámicas de reproducción social. Desde el famoso libro de Bourdieu ‘Los herederos’, en el que este sociólogo demostraba como la escuela está construida por y para quienes ya saben cómo funciona y por lo tanto se manejan mucho mejor que los demás en ella y parten con una ventaja añadida, además de la de pertenecer a una clase superior, desde entonces se ha seguido reflexionando y se han multiplicado dispositivos, programas, métodos y directrices para tratar de ofrecer las mismas posibilidades a todos los alumnos.

Ahora, por ejemplo, nos centramos en la individualización, es decir en tratar de ofrecer a quienes no tienen los medios, ya sean económicos o culturales, en su casa para comprender las reglas del sistema, la posibilidad de manejarse en él. Dicho de otro modo, adoptamos como profesores un rol de tutor ilustrado. El problema es que esto ya existía antes en forma de dispositivos, con profesionales que trabajaban y cobraban por hacerlo y alumnos que podían recibir esta ayuda como parte de su educación. Se cerró porque era muy caro y ahora lo transformamos en seguimiento individual. Un poco como cuando un país no controla su deuda y llegan los expertos de Bruselas. En el mejor de los casos, lo que transmitimos a los padres es algo como ‘no se preocupe, usted no sabe hacerlo muy bien, pero ya me ocupo yo de su hijo’.

De hecho mi respuesta cabría en una frase: la escuela francesa es extremadamente cara y hay que reducir la deuda. La cuestión, por lo tanto, más allá de si está bien o mal sacrificar la educación pública para salvar la deuda es ¿por qué hoy Francia, que ha hecho de la educación uno de sus mitos fundadores, está dispuesta a sacrificarla? Pues porque ya no confían en la escuela. De ahí mi frase, que usted llama ácida.

P. «Podría tratar de explicar ahora las razones por las que somos tantos los que sufrimos con un trabajo que debería hacernos sentir partícipes de nuestro mundo común», escribe a propósito de su labor diaria. ¿Por qué no me lo explica ahora?

R. ¿Cómo se sentiría usted si tuviera la impresión de que cada vez más personas están dejando de confiar en su trabajo? De hecho, deslegitimar el periodismo como profesión es uno de los ejes discursivos de Donald Trump, pero también lo vemos en la derecha francesa ahora que se acercan las elecciones y en la extrema derecha de Marine Le Pen. Lo que quiero decir es que la educación, como el periodismo, además de profesiones, son instituciones ligadas a la democracia y por lo tanto las vivimos como un ejercicio que contribuye al bien común. Eso, como todo, puede derivar en abuso de poder, ya sea en el caso del periodismo mediante la voluntad de ejercer un poder, digamos, fáctico o en la educación cuando se cae en el adoctrinamiento, ya sea moral o ideológico.

Pero sin perder nuestra capacidad crítica, creo que podemos estar de acuerdo en que muchas personas deciden hacer periodismo o meterse a enseñar en un aula para contribuir al debate público o a la construcción de este mundo común del que ya he hablado. Por lo tanto, cuando uno se encuentra en que no solo este trabajo es mucho más exigente en términos incluso psicológicos y morales, porque los adolescentes son más crueles entre ellos y con los demás de lo que pensaba, sino que además no se le reconoce ningún otro valor más allá de la evaluación en términos de resultados, pues sí, uno sufre. Pero insisto, el sufrimiento está presente en muchos trabajos, lo dramático es cuando a la falta de confianza en sí mismo que uno puede sentir frente a treinta alumnos que muestran desdén se le añade la falta de confianza que uno siente por parte de la sociedad en su conjunto.

Ahora parece que todo el mundo ha descubierto la necesidad de sorprender a los alumnos para que deseen aprender

P. «La obligación del profesor, decía, es llevar a los alumnos a la frontera para que naveguen en un discurrir extraño que no harían de otro modo y que podrán seguir haciendo en el futuro»: se dirá que ahora los nuevos profesores, o los de los colegios de excelencia, sí que saben hacerlo, no como «los de antes». Pero eso no es verdad, ¿verdad?

R. Sí. Ahora parece que todo el mundo ha descubierto los llamados métodos accionales, la necesidad de sorprender a los alumnos para que deseen aprender, la motivación extrínseca que hay que aportarles sin esperar que estén motivados por sí mismos, el desarrollo de competencias, en fin, todo lo que ya sabemos desde hace más de cien años. Y no hay nada que decir, pues mejor si al fin se pone de moda. Pero vuelvo al principio: ¿qué discurso hay detrás? El discurso de que así se aprende mejor, de que así los alumnos son competentes y se adaptan mejor a cualquier situación, de que con estos nuevos profesores y estas nuevas pedagogías, que no tienen nada de nuevas repito, el aprendizaje es, en suma, más eficaz.

O sea, que lo que nació como una forma de desligar el aprendizaje de la transmisión, es decir de la idea de que hay un saber que tiene que pasar de un punto A, el profesor, a un punto B, el alumno. Esta idea, que es absurda porque es lo propio de las máquinas, no de los hombres, sigue estando presente como discurso. Se le llama eficacia. Pues para eso, que desarrollen la inteligencia artificial y sí, seguro que transmitirán datos completos de A a B, pero el acto de aprender, la experiencia del aprendizaje, habrá desaparecido. En definitiva, lo que me da miedo en algunos de estos discursos que leo u oigo sobre educación actualmente en España es que se centran en la presentación o en la búsqueda de métodos, del ¡método final!, diría. Y la única certidumbre que tengo en lo que respeta a la educación es que no existe ningún método para aprender. Lo cual es una suerte, por cierto.

P. Como profesor de lengua extranjera en Francia, ¿cuáles son las diferencias entre la escuela española y la francesa? Y, sobre todo, ¿qué tienen en común?

R. Nunca he ejercido en España así es que la verdad es que no lo sé. Pero a nivel anecdótico, una cosa que es muy sorprendente en Francia y que comparto con otros compañeros españoles es la obsesión por el silencio. El silencio como símbolo de respeto hacia el profesor y de la autoridad que representa. Yo me obligo a dar clase con la puerta abierta para quitarme la vergüenza de encima si en mi clase se oye ruido. Pero no es fácil porque entre compañeros se sabe en qué clases hay silencio y en cuáles no. Cuando uno enseña un idioma, que lo valoren en función del silencio que impone, pues tiene su gracia…

P. En una entrevista explicaba que busca en sus clases «crear un deseo de aprender pero a la vez crear conciencia de lo que no se sabe». Como profesor, ¿cuáles son sus principios, a nivel práctico?

R. Lo de ser conscientes de lo que no sabemos ya sé que es el primero de los tópicos del aprendizaje, pero es que muchos alumnos todavía no lo han oído y hay que transmitírselo. A nivel práctico, mi obsesión principal es construir ejercicios que nunca se puedan acabar. Esto es muy difícil y rara vez lo consigo, porque claro, tampoco puedes frustrar al alumno con algo que no podrá hacer o que tendrá la impresión de no haber conseguido hacer. El equilibrio, en este sentido, aparece cuando consigo encontrar una actividad en la que un alumno dice «ya he acabado» y entonces le puedo señalar otra cosa en la misma actividad y decirle pues yo creo que todavía puedes seguir y así, de manera ideal, hasta el infinito. A parte de mostrar el hecho de que el aprendizaje es un movimiento y una experiencia y no sólo la adquisición de un conocimiento, esto permite que cada alumno pueda a la vez participar de un trabajo colectivo, porque todos tienen que realizar la misma actividad y llegar hasta donde le lleve su propio trabajo y su propio ritmo.

P. ¿A qué clase de personas da lugar el sistema educativo actual?

R. No lo sé. Pero precisamente creo que deberíamos dejar de pensar que el sistema educativo tiene que dar lugar a determinadas personas porque así es como nos quitamos de encima nuestra responsabilidad como miembros de una sociedad. Las personas las creamos en las escuelas, en los bares, en casa mirando la televisión, en las redes sociales, en los campos de fútbol, cuando vamos de vacaciones y en el Congreso de los Diputados. Nadie se escapa y los profesores, cuando caemos en la tentación de pensar que jugamos un papel diferente, nos atribuimos una responsabilidad que no nos incumbe, al tiempo que se la quitamos a los demás. La escuela es una institución democrática, cierto, como lo es el periodismo, ya lo dije antes, pero ello no significa que produzca algo. Eso ocurre, precisamente, cuando se la utiliza como lugar de adoctrinamiento, pienso en los regímenes totalitarios. En democracia, una escuela no debería producir nada. Algo así como un gran silencio en medio de un mundo que produce ruidos sin parar.

Fuente de la entrevista: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-02-25/entrevista-toni-ramoneda-escuela-fea-mundo_1336906/

Fuente de la imagen:

http://4www.ecestaticos.com/imagestatic/clipping/4ce/8ce/4ce8ced1abc4c0066c92d86d0552323b/imagen-sin-titulo.jpg?mtime=148778160

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