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Bernice McCarthy: “Ser profesor exige adaptar la enseñanza a los cuatro tipos de alumnos que existen en un aula”

Así era…

Bernice McCarthy

Profesora de inglés, consultora, creadora de la metodología 4MAT.

Con apenas 6 años ya enseñaba a sus vecinos más pequeños a leer en una pequeña aula que montó por su propia cuenta en el sótano de su casa. Cuando mira hacia atrás, recuerda lo divertido que fue y lo orgullosa que se sentía de ella misma cuando los niños y niñas entendían el significado de un símbolo o aprendían a leer una palabra entera. Ese amor por aprender y por enseñar no le ha cesado nunca.

El modelo 4MAT define cuatro estilos de aprendizaje y los relaciona según el hemisferio cerebral al que pertenecen. El modelo es una réplica del ciclo de aprendizaje natural en el que intervienen cuatro cuadrantes; los parámetros de sentir y pensar y los de reflejar y actuar. Lo hemos desarrollado desde una perspectiva holística y está basado en diferencias humanas esenciales que tienen relación con cómo percibimos, procesamos, entendemos y transmitimos información.

¿Qué metodologías se pueden utilizar en cada uno de los cuatro estilos de aprendizaje propuestos?
Los estudiantes del primer cuadrante destacan en sentir y reflexionar, tienen muchas discusiones, intercambian conversaciones y comparan distintas percepciones. El segundo tipo de alumnos destacan en pensar y reflexionar, por lo que realizan tareas de lectura dirigidas por el maestro. Los del tercer cuadrante sobresalen en pensar y actuar, es por ello que su aprendizaje debe ser práctico y es necesario que realicen tareas experimentales. Por último, el sentir es una cualidad que resalta en el cuarto tipo de estudiantes, por lo que deben crear proyectos que sean beneficiosos para la comunidad.

¿Puede un estudiante pertenecer a más de un estilo?  
Durante el aprendizaje continuamente surgen situaciones que requieren tener habilidades en los cuatro cuadrantes. En general, todos los estudiantes que aprenden con 4MAT recorren de principio a fin todo el ciclo, desde sentir y experimentar hasta reflexionar, pensar, actuar y adaptar el aprendizaje a sus propias vidas. 

¿Qué similitudes tiene este modelo con las inteligencias múltiples que propone Gardner o la evaluación de competencias que se desarrolla en países como España?
El trabajo de Gardner se basa principalmente en las diferencias sensoriales y en las nueve inteligencias. 4MAT trata solamente el acto de aprendizaje y las posibles combinaciones de los cuatro estilos. No estoy familiarizada con la evaluación de competencias en España, pero comparto lo que defiende el movimiento “Common Core” americano, el cual promueve que las competencias se conviertan en el enfoque de toda escolarización.

¿Cuál ha sido el motor para realizar todas sus investigaciones?
El objetivo de nuestras investigaciones ha sido siempre avanzar y mejorar mediante el análisis de datos recopilados por nuestro propio equipo, que está compuesto por graduados en capacitación avanzada y por especialistas que ponen a prueba 4MAT dentro de sus organizaciones.

Hablando de alumnos… ¿Sufren discriminación por parte del sistema escolar actual?
Definitivamente sí. La mayoría de las aulas tienen cuatro tipos de alumnos, y existen investigaciones que confirman que algunos maestros tienden a enseñar el estilo que a ellos les parece más adecuado, olvidándose de cuál es el más conveniente para cada estudiante. Tal y como apuntaba Einstein, si juzgas a un pez por su capacidad de trepar árboles, pensaremos siempre que es un inútil…. Por desgracia, este juicio ocurre a menudo en la escolarización actual. Ser profesor exige adaptar la enseñanza a los cuatro tipos de alumnos que existen en un aula.

Su modelo no habla de calificaciones. ¿Qué método debería utilizarse para medir el aprendizaje y la inteligencia de un alumno?
Hay que medir el aprendizaje de los alumnos para que ellos mismos puedan ser conscientes de su progreso y para que los maestros puedan implementar las modificaciones oportunas para cada estudiante. Además, evaluar a un alumno implica también hacerlo con el maestro. Por otro lado, hay que olvidarse de cualquier método que mida la inteligencia del alumno, a menos que todos hayan tenido acceso a la misma buena educación. Hasta que esto no suceda, tales medidas son clasistas, racistas y sexistas.

¿Los docentes tienen las herramientas suficientes para responder a la diversidad de alumnos en el aula?
Los docentes no responden a la diversidad de los alumnos de su aula. A muchos ni siquiera se les ha enseñado cómo funciona realmente el aprendizaje de un alumno, así como la esencia de las disciplinas que se les pide que enseñen. Si no somos capaces de responder a estas necesidades, estamos contribuyendo al fracaso escolar, del cual somos culpables todos nosotros.

Si los actuales alumnos se siguen formando en un tipo  de educación totalmente “anticuado”, ¿qué aportaran a la educación de las futuras generaciones?
Los actuales estudiantes y futuros profesores tienen la obligación de saber cómo funciona el aprendizaje, para mejorarlo y potenciar a sus alumnos, y hacerles sentir cómodos en cualquiera de los cuatro estilos de nuestro modelo en el que se esté trabajando.

… ¿Y cómo pueden ayudar los padres?
Los padres son quienes mejor conocen a sus hijos y cuentan con un instinto natural.  Es conveniente que profundicen en conocer cómo funciona el aprendizaje, lo que les ayudará a desarrollar la mente, el corazón y las aptitudes de sus hijos.

¿Qué repercusiones puede tener para un adulto que se ha sentido inferior a otro durante toda su escolarización?
Dependerá de cómo se ayude a estas personas en el futuro. Lo más probable es que no sea suficiente para reparar los fallos de la etapa escolar. Además, tenemos que tener en cuenta  que el estado no tiene capacidad para rectificar los errores cometidos durante esta etapa.

Fuente: http://blog.tiching.com/bernice-mccarthy/

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Mexico: IPN desarrolla sistema para facilitar aprendizaje de las matemáticas en niños de primaria

América del Norte/México/reporteindigo.com

La herramienta del IPN está construida con base en el plan de estudios de la SEP; se basa en evaluar el estilo de aprendizaje e inteligencia de manera individual

Ante la dificultad que tienen los alumnos de aprender las matemáticas, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrolló el Sistema Experto Aplicado para Niños de Sexto de Primaria, el cual proporciona a los maestros alternativas en la enseñanza, basado en las fortalezas y debilidades de los alumnos y evalúa el estilo de aprendizaje e inteligencia de manera individual.

La herramienta está construida con base en el plan de estudios de la Secretaría de Educación Pública (SEP)  de Sexto de Primaria, en el modelo de Bandler y Grinder, así como en las inteligencias múltiples de Howard, de acuerdo con los creadores, Guadalupe Monserrat Sandoval Vizcaíno y Gabriel Candia Lemus, de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), Unidad Culhuacán.

Para poder desarrollar este trabajo, los politécnicos recolectaron información proporcionada por los expertos en el campo de la educación, interpretada como variables con valor probabilístico diferente, acorde al objeto de estudio al momento de aplicarse.

Posteriormente, elaboraron una base de conocimiento de acuerdo en el estilo del aprendizaje e inteligencias múltiples de los alumnos. Por último, un docente trabajó un subsistema de justificación que permitiera visualizar soluciones a una problemática definida.

El Sistema Experto Aplicado en Matemáticas para Niños de Sexto de Primaria está disponible en dos versiones: en la web en la que se tendrá un acceso limitado, porque sólo muestra el tipo de aprendizaje e inteligencia del alumno. Y la versión de escritorio con sistema Windows y conexión a internet, estará enfoca a los docentes para que éstos tengan un control de los avances y homogenización del aprendizaje.

Los estudiantes precisaron que la metodología se puede aplicar en cualquier asignatura y nivel educativo, sólo se modificarían las variables de estudio.

Finalmente expresaron que la motivación que tuvieron para desarrollar dicho sistema fueron los resultados que arrojó la prueba Planea de Educación Básica que realiza anualmente la SEP, en la que se constató la dificultad que tienen los alumnos para aprender las matemáticas

Fuente: https://www.reporteindigo.com/piensa/ipn-desarrolla-sistema-facilitar-aprendizaje-matematicas-en-ninos-primaria/

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La memorización es imprescindible para lograr que los alumnos aprendan. Todo aprendizaje implica memoria

España / Autor: Gema Lendoiro / Fuente: La Razón

Entrevista a Marta Ferrero, maestra e investigadora

Marta Ferrero es maestra e investigadora, es autora del imprescindible blog “Si tu supieras” donde aboga también por una pedagogía basada en pruebas. En su perfil de twitter pide que se paren las pseudociencias referentes a la eduación. Charlamos con ella sobre la importancia de la memorización en la época en la que se desprecia.

-¿Por qué es importante la memoria?, ¿podemos aprender sin memoria?, ¿qué tipo de contenidos cree usted que son innegociables a la hora de memorizar?, ¿qué importancia tiene en primaria?, ¿qué puede decir ante esto?

-La memorización es imprescindible para lograr que los alumnos aprendan. Todo aprendizaje implica memoria. De hecho, si como maestros aspiramos a que nuestros alumnos puedan realizar tareas complejas, de orden superior, como la resolución de problemas o el pensamiento crítico, antes tenemos que lograr que memoricen, que automaticen, una serie de conceptos, de procesos. Por ejemplo, durante la etapa de primaria, para que un alumno pueda alcanzar una comprensión lectora óptima, que es el fin último de la adquisición de la lectura, antes tiene que leer palabras de forma automática y, para ello, previamente necesita memorizar la asociación de todas las letras del alfabeto con sus sonido. De la misma forma, para que un estudiante pueda razonar y resolver problemas matemáticos, es preciso que antes haya memorizado (automatizado) operaciones aritméticas básicas, como por ejemplo, las tablas de multiplicar. Y lo mismo ocurre con el resto de materias. La evidencia demuestra que cuánto más conocimientos tiene una persona, más fácil le resulta aprender nuevos contenidos y habilidades.

– ¿La memoria es un tipo de inteligencia?

-Las baterías de evaluación de la inteligencia sí incluyen tareas destinadas a medir la memoria de trabajo. Desde esta perspectiva, sí podemos decir que la memoria es una parte integrante del intelecto. Ahora bien, lo interesante aquí es el uso que se hace de la facultad de memorizar y no la memoria en sí. Podríamos decir lo mismo del lenguaje. Todos los seres humanos tenemos esta capacidad pero, claramente, las diferencias entre cómo nos expresamos unos y otros son enormes.

-Usted no cree en las pseudociencias. Como profesora y en su opinión, ¿cómo se consigue que un alumno tenga un buen nivel si de ello depende el profesor?

-No se trata de lo que yo crea sino de qué prácticas están respaldadas por la evidencia y cuáles no. La pseudociencia, como su propio nombre indica, es una «falsa ciencia». Esto es, no sigue un método científico válido y, por tanto, las afirmaciones que de ella se desprenden no deben ser tomadas como fiables. En educación hay muchas teorías, y métodos que de ellas se desprenden, que no cuentan con respaldo científico y que, sin embargo, gozan de gran aceptación en el ámbito escolar. Por ejemplo, la teoría de los estilos de aprendizaje y su aplicación en el aula. De acuerdo con esta teoría, si se adapta la forma de enseñar del maestro a los estilos de aprendizaje de los alumnos (por ejemplo, auditivo, visual o cinestésico), el rendimiento de éstos mejora. De forma similar, la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner sostiene que las personas no tenemos una sino ocho inteligencias diferentes (lógico-matemática, lingüística, interpersonal, visual-espacial, musical, corporal-cinestésica, intrapersonal y naturalista). Al igual que en el caso anterior, su aplicación en el aula pasa por adaptar las enseñanzas del maestro a las inteligencias de sus alumnos. Sin embargo, ninguno de los dos métodos ha demostrado tener efectos positivos en el aprendizaje.

El aprendizaje de un estudiante depende de múltiples factores y muchos de ellos no están en manos del maestro. Sin embargo, los profesionales de la educación sí pueden y deben tratar de usar metodologías que cuenten con pruebas sólidas sobre su eficacia siempre que sea posible. Me refiero, por poner algunos ejemplos, al método alfabético de enseñanza de la lectura o la instrucción directa en aprendices nóveles en una materia. Sin duda, esta medida no va a resolver todos los problemas que presenta nuestro sistema educativo actual pero es un paso crucial para caminar hacia una educación de calidad. Las metodologías infundadas suponen un coste de tiempo y de recursos personales y materiales muy alto. Y, en ocasiones, pueden incluso ser perjudiciales para los alumnos, especialmente para aquellos más desaventajados. Ante esta realidad, el profesorado debe aspirar a una educación basada en la evidencia, alejada de modas, corazonada, ideologías o experiencias aisladas, y que dote al oficio de autoridad y autonomía.

Y ahora hablemos de los padres. Si los padres son….los hijos serán….y la contra.

-La investigación demuestra que el nivel socio-económico de las familias (la educación de los padres y madres, sus ingresos, su ocupación) tiene un impacto notable en el rendimiento académico de los hijos. Ante esta realidad, el papel fundamental de la escuela es democratizar la educación, hacerla accesible a todos los niños, brindarles las mismas oportunidades de desarrollar su potencial, con independencia del hogar del que procedan. Y de ahí la imperativa necesidad de emplear metodologías eficaces que maximicen los efectos de la escolarización.

Ahora bien, también hay abundantes estudios que muestran cómo la implicación de las familias en la educación de los hijos tiene un fuerte efecto en su rendimiento académico, incluso controlando su puesto laboral o su nivel de estudios. En concreto, las familias pueden crear una cultura de conocimiento dentro del hogar que favorezca la educación ¿Cómo? estimulando intelectualmente a los hijos (acudiendo a exposiciones, museos, compartiendo el placer por la lectura con ellos, etc.), participando en las actividades escolares y manteniendo un contacto fluido con los profesores o mostrando un interés y unas expectativas altas por sus logros académicos.

-¿Qué le parecen los sistemas pedagógicos nuevos que buscan que el niño sea feliz en el colegio?

-No creo que nadie cuestione la importancia que los niños crezcan felices, tanto dentro como fuera del aula. De hecho, ¿quién no desea eso para cualquier ser humano? Ahora bien, aquí me uno a las palabras del profesor Alberto Royo: la principal tarea de una maestro es enseñar a sus alumnos, dotarlos de conocimientos que, por cierto, además de autonomía y libertad, los van a dotar de felicidad. El interés, la pasión por lo que sucede en el mundo crece a medida que se sabe más sobre él, y no al revés. El profesor tiene que apostar por despertar el interés del niño, por lograr que éste acuda al aula motivado pero, no nos engañemos, en muchas ocasiones habrá aprendizajes que al niño no le interesen, que incluso le disgusten, y no por ello el maestro ha de evitarlos. Es más, lejos de evitarlos, está ampliamente demostrada la conveniencia de que el profesor introduzca ciertas «dificultades deseables» durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, como por ejemplo, la evaluación frecuente de los conocimientos o la sustitución de la práctica masiva por una práctica distribuida a lo largo del tiempo. De esta forma, se promueve un aprendizaje más duradero en los alumnos que es, al fin y al cabo, la misión de cualquier maestro.

– ¿Qué le falla al sistema educativo español para que haya tanto fracaso escolar?

-Me temo que no tengo una respuesta firme para esta pregunta. Como decía antes, son muchas las variables que entran en juego durante la etapa escolar de una persona y, por tanto, son muchos los motivos que pueden conducir a su fracaso. A lo largo de los años, se ha apuntado a diferentes razones como el recorte en personal docente, la cada vez mayor diversidad de alumnado en las aulas, la insuficiente formación del profesorado, el uso de métodos obsoletos para las nuevas generaciones de estudiantes, la falta de una cultura de conocimiento en nuestra sociedad, la pérdida de respeto hacia la figura del maestro… Desde luego, la educación en España puede y tiene que mejorar. Sin duda, la sucesión de una ley educativa tras otra, a menudo bajo el único deseo por parte de los partidos políticos de turno de dejar su impronta, sin evaluar los efectos que sus medidas han tenido en las aulas, no ha contribuido nada a avanzar en materia educativa. En mi humilde opinión, hace falta un diagnóstico riguroso de nuestro sistema educativo, alejado de intereses políticos, que permita determinar cuáles son los puntos fuertes y débiles, qué cambios se deben introducir y cómo y cuándo se va a evaluar su efecto. Y para todo ello hace falta tiempo y mucho conocimiento.

Fuente de la Entrevista:
https://www.larazon.es/familia/la-memorizacion-es-imprescindible-para-lograr-que-los-alumnos-aprendan-todo-aprendizaje-implica-memoria-AE17756170
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¿Existen los estilos de aprendizaje?

Javier Tourón

Este es un asunto controvertido (quizá) que se entiende de modos diversos y ello conduce a que muchos autores pongan en tela de juicio la misma existencia de los estilos de aprendizaje. ¿Existen realmente los estilos de aprendizaje? ¿Hay evidencias que lo prueben? Os traduzco un interesante artículo sobre el particular al que se refiere el enlace anterior.

«Existe un interés generalizado entre los profesores en el uso de los resultados de la investigación neurocientífica en la práctica educativa. Sin embargo, también hay conceptos erróneos y mitos que supuestamente se basan en la neurociencia sólida que prevalecen en nuestras escuelas. Deseamos llamar la atención sobre este problema centrándonos en una práctica educativa, supuestamente basada en la neurociencia, que carece de evidencia suficiente y, por lo tanto, creemos que no debe promoverse ni apoyarse.

Generalmente, conocido como «estilos de aprendizaje», es la creencia de que los individuos pueden beneficiarse de recibir información en su formato preferido, basados en un cuestionario de auto-informe. Esta creencia tiene un atractivo muy intuitivo, porque las personas son mejores en algunas cosas que en otras y, en última instancia, puede haber una base cerebral para estas diferencias. Los estilos de aprendizaje prometen optimizar la educación al adaptar los materiales para que coincidan con el modo preferido de procesamiento de la información sensorial del individuo. 

Sin embargo, hay una serie de problemas con el enfoque de los estilos de aprendizaje.

Primero, no existe un marco coherente de estilos de aprendizaje preferidos. Por lo general, los individuos se clasifican en uno de los tres estilos preferidos de aprendices auditivos, visuales o quinestésicos, basados ​​en autoinformes. Un estudio encontró que había más de 70 modelos diferentes de estilos de aprendizaje que incluían, entre otros, «left v right brain», «holistic v serialists», «verbalisers v visualisers», y así sucesivamente. El segundo problema es que la categorización de individuos puede conducir a la suposición de un estilo de aprendizaje rígido o fijo, que puede perjudicar la motivación para aplicarse o adaptarse.

Finalmente, y lo más duro, es que ha habido estudios sistemáticos de la efectividad de los estilos de aprendizaje que, constantemente, no han encontrado  evidencia o evidencia débil para apoyar la hipótesis de que el material coincidente con en el formato apropiado para el estilo de aprendizaje de un individuo es selectivamente más efectivo para el logro educativo.

Los estudiantes mejorarán si piensan en cómo aprenden, pero no porque el material se corresponde con su supuesto estilo de aprendizaje. La Educational Endowment Foundation en el Reino Unido ha concluido que los estilos de aprendizaje son de «bajo impacto a muy bajo costo, sobre la base de pruebas limitadas».

Estos neuromitos pueden ser ineficaces, pero no son de bajo costo. Consideramos que cualquier actividad que se base en recursos de tiempo y dinero que podrían dirigirse mejor a las prácticas basadas en la evidencia es costosa y debe ser expuesta y rechazada. Tales neuromitos crean una falsa impresión de las habilidades de los individuos, lo que lleva a expectativas y excusas que son perjudiciales para el aprendizaje en general, lo que es un costo a largo plazo.

Una forma de avanzar es llamar la atención sobre las prácticas que no están basadas en la evidencia y alentar a los neurocientíficos y educadores a promover la necesidad del pensamiento crítico al evaluar los reclamos de beneficios educativos supuestamente basados ​​en la neurociencia (…). 

El profesor Jason Burns realiza una serie de reflexiones sobre la existencia, o no, de los estilos de aprendizaje que se puede acceder desde aquí.

También os recomiendo leer este artículo breve sobre el tema, elaborado por el Center for Teaching de la Universidad Vanderbilt.

Finalmente os incluyo un infográfico muy ilustrativo sobre el particular. Traduzco las ocho razones por las que este «concepto» debe ser desbancado a la luz de la evidencia científica:

  1. No hay evidencias convincentes que prueben que cuando un instructor cambia el modo de presentación de una materia, para adaptarse al estilo de aprendizaje del alumno, esto le ayude a aprender.
  2. No hay un estilo «mejor» o más «rápido» como resultado de implantar en una materia las preferencias individuales. Se trata de un estilo que no produce diferencias en el aprendizaje.
  3. Los instructores no deberían tener en cuenta solo el estilo de aprendizaje de sus alumnos, sino su background e intereses.
  4. El contenido es el parámetro que debería afectar al modo de presentación y no el estilo de aprendizaje de los alumnos.
  5. Definitivamente es más eficiente crear un curso basado en las características motivacionales de los estudiantes que en sus estilos de aprendizaje, y siempre estar preparados para ajustar los métodos y las técnicas de aprendizaje para implicar a varios sentidos y no uno solo.
  6. El aprendizaje perceptivo tiene que ver con los sentidos y no hay nada restrictivo en esto. Pero ello no prueba que alguien sea un tipo de aprendiz dado. Simplemente sugiere que las personas tienen estilos preferidos para aprender.
  7. No todo el aprendizaje se produce del mismo modo, como no debe hacerlo la enseñanza. Lo que es crucial es decidir qué técnica es mejor para qué resultado de aprendizaje y no diseñar un curso basado en los estilos de aprendizaje.
  8. La mayoría pensamos en los estilos de aprendizaje, de facto, sin cuestionarnos su auténtico valor, propósito o relevancia. Y la verdad es que no hay correlación entre los estilos y el aprendizaje exitoso.

Fuente del articulo: https://www.javiertouron.es/estilos-de-aprendizaje/

Fuente de la imagen: https://www.javiertouron.es/wp-content/uploads/2018/01/shutterstock_263

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Óptimo aprendizaje…¿con estilo?

México / 19 de noviembre de 2017 / Autor: Luis Javier Plata / Fuente: Revista ¿Cómo ves?

Los padres de Francisco estaban muy contentos: acababan de inscribir a su hijo en una escuela que maximizaría la capacidad de aprender de su retoño. » Su hijo no está usando ni el 50% de sus capacidades naturales», había dicho la directora del plantel, un centro educativo que antes que imponerle una sola forma de enseñanza a todos sus alumnos, mediante un simple cuestionario determinaba a través de qué sentido (vista, oído o tacto) Paco aprovecharía al 1»% el nuevo ciclo escolar. «¿Son tus hijos visuales, auditivos o cinestésicos? a) ¿Aprende más cuando lo ve? Enséñale con videos y palabras escritas en un pizarrón. Le conviene tomar notas; b) ¿Aprende mejor escuchando? Entenderá mejor si lee en voz alta o si mueve los labios al leer; c) ¿Su aprendizaje es óptimo cuando toca las cosas? Viajes y juegos de roles le ayudarán a recordar. Necesita descansos frecuentes». «¡Las aplicaciones de la ciencia del cerebro en la educación son impresionantes!», concluyó el papá de Panchito.

Uno de los mitos del cerebro (los también llamados neuromitos) más extendido en el ámbito de la educación es el de los estilos de aprendizaje, según el cual preferimos usar diferentes sentidos para procesar la información que recibimos, por lo que aprendemos de manera más eficiente cuando la lección es diseñada para cada tipo de persona tomando en cuenta la vía sensorial que prefiere. Algunos promotores de los estilos de aprendizaje (y uno que otro despistado en revistas de divulgación como Publicaciones Didácticas de octubre de 2016) llegan incluso a asegurar sin mayor cuestionamiento y sin explicación ni evidencia alguna de por medio, cosas tan absurdas como que «el primogénito de una familia elige ser visual o auditivo», o que  «la persona táctil es muy emocional», pues «lleva el corazón a flor de piel».

Escuelas de todos los niveles (de kinder a universidad) gastan cada año cantidades masivas de dinero en cursos y talleres de «actualización» para enseñar con los imaginarios estilos de aprendizaje, por no hablar de los incontables padres que están convencidos de que si su hijo no recita al derecho y al revés la tabla del siete, es culpa de sus profesores, quienes aún no se enteran de que el estilo de aprendizaje de Paquito o Lupita es táctil y necesitan «sentir las cifras» con sus manos en vez de escuchar 100 veces durante cada recreo el disco: ¡Multipliquemos con Pepa Puerquita!

Y a pesar de que no hay ninguna evidencia sólida que respalde la teoría de los estilos de aprendizaje, y sin importar que haya sido refutada desde hace más de cuatro décadas por numerosos estudios (varios de ellos enlistados, entre otras partes, en Theory and Research in Education, 2015), tan errónea idea sigue siendo ampliamente conocida y aceptada hasta hoy. Investigaciones recientes en diferentes partes del mundo muestran que para un alto porcentaje de maestros, está más que comprobado (no es verdad) por la ciencia moderna del cerebro que sus alumnos visuales se verán (perdonando la redundancia) beneficiados con lecciones preparadas para ese estilo de aprendizaje, y que lo mismo ocurrirá si se enseña a cada uno de los tipos de alumnos con el estilo que le corresponda.

Maestros de míticos estilos

Dos estudios son ilustrativos de la adopción de los estilos de aprendizaje por los maestros: en el primero, en el que participaron 283 maestros de la parte francesa de Suiza, prácticamente todos (o para ser rigurosos 95% de ellos) estuvieron de acuerdo con la afirmación de que algunas personas eran visuales, mientras que otras eran auditivas, y casi todos los maestros (85%) creían que las investigaciones del cerebro apoyaban esto y que un enfoque pedagógico que tomase en cuenta las pregonadas diferencias favorecería el aprendizaje de sus alumnos (Mind, Brain and Education, 2015). En el segundo estudio, para casi el total (95%) de los 573 futuros maestros inscritos en el Departamento de Educación de la Universidad de Atenas, los estilos de aprendizaje fueron, entre varios neuromitos, el más conocido y aceptado. Por ello sería bastante deseable -tanto para los profesores como para sus alumnos- que quienes impartan clases algún día, griegos o de la nacionalidad que sean, incluyan en su currículo universitario un curso de neurociencias con el fin, no ya de convertirse en investigadores en esta área ni en neurocirujanos, sino tan solo de desechar mitos sobre el cerebro tan o más perniciosos que el que aquí nos compete.

La idea de clasificar a las personas por su supuesto estilo de aprender data de los años 40, cuando surgieron propuestas bastante discutidas y discutibles en psicología, como el test de personalidad de Myers-Briggs, aunque este llamado «modelo visual-auditivo-cinestésico» es fruto setentero de la pesudocientífica programación neurolingüística (la misma que cuenta, entre sus descubrimientos «científicos», que si los ojos de nuestra madre miran hacia la izquierda mientras nos dice que somos su hijo consentido, nos está diciendo una mentira piadosa).

Habilidades o hábitos

Como acertadamente señalan los psicólogos Doug Rohrer y Harold Pashler, aun suponiendo que en verdad existieran diferentes estilos de aprendizaje, una asignatura pendiente sería probar que los beneficios serían suficientes para considerar el gasto de dinero y tiempo en preparar múltiples versiones de cada curso dirigidas a estudiantes visuales/auditivos/táctiles (Medical Education, 2012). Y con «suficientes» se refieren a que estos beneficios por lo menos sean iguales o mayores que los de otras alternativas pedagógicas, como reducir el tamaño de los grupos de estudiantes o introducir y promover las tutorías personalizadas.

Si tuviesen razón los defensores de los estilos de aprendizaje (que no la tienen), sería interesante ver su propuesta de, digamos, una clase de música para estudiantes visuales, que supuestamente sacarían más jugo de ella viendo un piano en lugar de escucharlo o tocarlo. Rohrer y Pashler sugieren también que la popularidad de este neuromito puede deberse a una confusión entre estilos y habilidades de aprendizaje, ya que es verdad que, por ejemplo, las habilidades visual y verbal varían de una persona a otra, sin que esto signifique que alguien con gran habilidad verbal aprenda mejor oyendo un audiolibro que leyéndolo.

En definitiva, lo que Paco, sus padres y el resto de nosotros requerimos para aprovechar al máximo las lecciones de nuestros maestros no son estilos, sino hábitos de aprendizaje.

Fuente:

Tomado de la Edición Impresa de la Revista ¿cómo ves?, Revista de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, Año 19, No. 228, Páginas 28 y 29.

Más información en:

http://www.comoves.unam.mx/

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