Cómo impacta el estrés infantil sobre el proceso de aprendizaje

Por: Educación 3.0

Óliver Jiménez, formador e investigador en mindfulness y gestión emocional, analiza por qué sufrir estrés durante el proceso de aprendizaje puede repercutir de manera muy negativa a la hora de afianzar conceptos y contenidos.

Pablo acaba de recibir la calificación de su primer examen de matemáticas. Es una nota de sobresaliente, así que su profesora lo felicita delante de todos sus nuevos compañeros mostrándolo como modelo a seguir en su asignatura. Cualquiera podría pensar que Pablo debe estar muy contento con su nota y, sobre todo, por empezar así su nueva etapa. Para Pablo, es todo lo contrario. Piensa que a partir de ahora tendrá que sacar siempre un sobresaliente en esa asignatura para cumplir con la expectativa de su nueva profesora, siendo cualquier otro resultado un tremendo fracaso. Sobre todo, desde que sus padres se han divorciado y está viviendo con su madre en un lugar diferente, lo que hace que la situación sea especialmente difícil. Desde el punto de vista de Pablo, sentirse estresado por ello es muy lógico, sobre todo teniendo en cuenta el cúmulo de circunstancias que se dan en su vida en ese momento, pero de mantenerse en el tiempo ese nivel de alerta y activación, Pablo podría desarrollar un estrés negativo. Esta es una manera de demostrar que el estrés infantil impacta sobre el proceso de aprendizaje.

estrés infantil

El concepto de estrés, debido a su extendido uso de forma coloquial o a su mal uso, suele ser confundido con otros conceptos (por ejemplo, con el de ansiedad), lo que conlleva en muchas ocasiones a patologizar situaciones puntuales de estrés, como pueden ser la vuelta al trabajo después de las vacaciones, o enfrentarse a un mal resultado. Ello implica que valoremos frecuentemente el estrés como algo negativo que hay que evitar en todo momento. Sin embargo, el estrés que podemos experimentar en estas situaciones es totalmente adaptativo y necesario, lo que nos ayuda a lidiar con las nuevas demandas del contexto que tenemos que afrontar.

El lado positivo del estrés

El estrés se puede definir como la respuesta (cognitiva, fisiológica y conductual) que da nuestro organismo cuando el entorno al que nos exponemos es evaluado como desbordante, ya sea por falta de recursos o por suponer una amenaza para nuestro bienestar (Lazarus y Folkman, 1984). La respuesta de activación fisiológica, cognitiva o conductual (dependiendo de la duración y la intensidad), puede provocar un estrés puntual que sea adaptativo y nos permita desarrollar nuevas herramientas para afrontar la situación (ej: aumentar nuestros momentos placenteros, priorizar tareas o pedir ayuda), o un estrés negativo (distrés) que puede incluso llegar a ocasionarnos algún trastorno psicofisiológico o psicosomático, como pueden taquicardia, asma bronquial, psoriasis, etc… (Labrador y Crespo, 1993).

Es por ello que el estrés negativo depende totalmente de la vivencia personal, lo que hace que una misma situación pueda ser evaluada de forma totalmente opuesta por personas diferentes. Por eso Pablo estaría experimentando su sobresaliente como algo estresante, aunque para cualquier otro sería una situación positiva y digna de celebración.

estrés infantil

Pablo podría tener una serie variada de conductas como respuestas al estrés: evitar la situación (poner excusas para no ir clase de matemáticas), sentir hostilidad, llorar, bloquearse ante problemas que antes solventaba, o la más frecuente, experimentar cansancio, agotamiento o ansiedad (Sapolsky, 2015). Todas estas respuestas tendrán consecuencias negativas en el entorno familiar y escolar, por lo que Pablo podría experimentar un deterioro en la relación con sus compañeros, ver la escuela como una amenaza o pensar que no puede afrontar o soportar las demandas del nuevo contexto. Jermott y Magloire (1985) relacionan altos niveles de estrés prolongados en el tiempo con una disminución del sistema inmunitario, haciendo a Pablo más susceptible de caer enfermo y reducir su asistencia a clase, lo que podría afectar a su rendimiento académico, su autoestima o sentirse fracasado o indefenso frente a las demandas del nuevo contexto, entrando en un círculo vicioso que incrementaría el estrés.

En el caso concreto del aprendizaje, cuando nuestro organismo se encuentra bajo una amenaza (real o subjetiva), la reacción funcional y adaptativa es la de abordar de forma inmediata dicho peligro e intentar solventarlo, por lo que nuestra atención y recursos van destinados a ello, afectando al modo en que pensamos, sentimos y actuamos. Pablo entraría en ‘modo supervivencia’, pasando a un segundo lugar (o dejando de lado) todo lo relacionado con el proceso de aprendizaje: memorización de contenidos a corto y largo plazo, la atención sostenida, la retención de conceptos novedosos, la resolución de problemas, entre otros. Un estudio reciente pone de manifiesto que los estudiantes de entre 6 y 8 años que experimentan altos niveles de ansiedad en matemáticas, sufren una reducción en el uso de la memoria de trabajo, impidiendo solucionar problemas complejos de forma eficaz, aunque posean una gran capacidad para solventarlos (Ramirez, Chang, Maloney, Levine y Beilock, 2016).

El aprendizaje de Pablo, por tanto, se ve afectado al estar puesta su atención en los pensamientos, emociones o sensaciones relacionadas con la fuente de su estrés, experimentando frecuentemente culpabilidad por la separación de sus padres o pensar habitualmente que tiene que sacar buenas notas para agradar a sus nuevos compañeros. Por ello es normal que Pablo se sienta agotado o fatigado a diario, duerma mal y experimente tristeza o ganas de llorar constantes.

” El aprendizaje se ve afectado al poner la atención en pensamientos, emociones o sensaciones relacionados con la fuente de estrés “

Es normal, por tanto, que Pablo se distraiga con facilidad, sienta frustración o desarrolle conductas hostiles que antes no mostraba, experimentando continuamente una gran inestabilidad emocional y viéndose perjudicado, una vez más, su proceso de aprendizaje y adaptación al nuevo entorno, desarrollando menor flexibilidad a los cambios y experimentando una peor relación con sus profesores, sus compañeros y el entorno educativo (Jensen, 2003).

Por ello es importante la realización de intervenciones preventivas en los entornos escolares que doten (tanto a docentes como a su alumnado) de herramientas que reduzcan la exposición de forma continua a experiencias estresantes, minimizando su impacto a fin de lograr una mayor salud psicológica a corto y largo plazo.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/como-impacta-el-estres-infantil-sobre-el-proceso-de-aprendizaje/115626.html

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Niños estresados por exceso de estimulación

Por: María Antonia Casanova

Los fines de semana, cada vez más, los restaurantes de comida rápida e insana se llenan de familias con niños. Los únicos días que podrían comer en casa -los otros lo hacen en colegios-, a los padres no les apetece cocinar. En realidad, están cansados de todo, incluso de sí mismos, sus parejas y su progenie, el vértigo de sus vidas los mantiene agotados, frustrados, incluso hirientes. Antes en una familia de cinco o seis, trabajaba solo el padre, ahora en una de tres trabajan ambos y, a veces, posiblemente, en más de un empleo. De acuerdo con la terminología moderna, están estresados, lo que deriva en que consiguen también estresar a los hijos -o el hijo-, a lo que además se colabora llenándole los días de actividades extraescolares variopintas que van desde baile a kárate, idioma o deporte, ajedrez o cocina… Parece que la vivencia general es que parar es morir, que no aprovechar el ocio para hacer algo utilísimo es perder magníficas oportunidades de progreso actual o futuro.

 Algunos niños empiezan con la atención temprana o la estimulación precoz, por lo que, en muchos casos, se les exigen ciertos resultados antes de tener la maduración necesaria para conseguirlos, lo que les acarrea ansiedad, frustración y, paradójicamente, bloqueo y retraso en determinadas situaciones. Y es que toda la familia sobrevive cotidianamente a la velocidad del AVE y pronto a la de la transportación frecuente. En el colegio se les ocupan de seis a ocho horas, especialmente si el centro es privado o concertado (en algo debe mostrarse la diferencia) y, a menudo, para casa quedan los deberes. Por otra parte, a cualquier hora y en todo lugar no dejan de utilizar el móvil o la tableta e, incluso, los videojuegos; fuera el relax en plena naturaleza, la convivencia informal con amigos, la lectura personal… La consecuencia suele ser el desarrollo de niños y adolescentes con dificultades de atención, bajo rendimiento, personalidad impulsiva y violenta o pasota en la juventud, distracciones compulsivas en solitario y falta de interrelación familiar.

Todos los estudios destacan el aumento de las actividades extraescolares y la extensión de estas a campos cada vez más especializados como robótica, fotografía, ecología, violín. ¡Incluso la televisión les ofrece realizarse como grandes chefs…! Obviamente, estos aprendizajes no son negativos en sí mismos, pero sí cuando saturan al niño, están impartidos por profesionales desconocedores de la psicopedagogía adecuada en relación con la edad del receptor y, sobre todo, cuando impiden que el alumno sea lo que es: un niño que debe jugar, tomar el sol, relacionarse con sus vecinos, primos, montar en bicicleta y tantas otras cosas de su edad. Pero en esta época, los niños ya no saben jugar, solo seudojugar o tecnoentretenerse, a veces visionando en la televisión programas porno.

 Tiempo atrás, solo con los hermanos se conformaba una tribu para divertirse con juegos como el simple escondite, pero en la actualidad los niños se entretienen a la manera de previejos, sin moverse, ni arriesgarse a perder, ni saber negociar con los compañeros. El vulgo interpreta a su manera las aportaciones neurocientíficas y no asume que obligar a aprender más y más puede resultar contraproducente. Siempre será más eficaz aprender mejor y mejor, lo que requiere de estudiantes predispuestos y de buenos profesores y padres atentos al proceso de aprendizaje de sus hijos. Sin embargo, parece demostrado que las escuelas a las que más van los padres son aquellas que funcionan peor. Y ¿por qué sucede esto? Pues porque solo van a protestar por las malas notas, alguna regañina o la solicitud del tutor para encarrilar conductas inadecuadas o la falta clamorosa de rendimiento; la mayoría no aparece para cooperar, intentar acompañar a sus hijos en su aprendizaje, interesarse por si está bien integrado o cosas por el estilo.

 El exceso de cacharros tecnológicos, encendidos incluso de noche -lo que distorsiona o disminuye las horas de sueño-, la concesión constante de caprichos para que no molesten o para autopercibirse como buenísimos padres, la no exigencia de colaboración doméstica, la hiperestimulación…, no beneficia a los niños: en buena medida les perjudica. En lugar de las extraescolares, lo fundamental sería mejorar los aprendizajes de las materias básicas que, supuestamente, garantizan que se alcancen las competencias exigidas en cada etapa, en lugar de saturar a los niños de extras para tenerlos ocupados o controlados incluso por personal no específicamente capacitado. Este círculo genera padres ansiosos, críos desaforados y no siempre una atención docente de garantía, lo que al final puede ocasionar que los alumnos rechacen el estudio por miedo al fracaso o por agotamiento mental. Obviamente, los progenitores quieren que sus hijos triunfen, que disfruten lo que ellos no tuvieron, sin reconocer que los niños no son una inversión, ni una compensación, ni una revancha existencial; sus pequeños lo que más valorarían es contar con su tiempo, con su dedicación. Pero los mayores tampoco tienen tiempo, evidentemente, incluso menos que los niños y, desde luego, cargan con muchas responsabilidades, lo que les impide colaborar en los deberes escolares y piden que desaparezcan. Consecuencias de ello son las rabietas de unos y los enfados de los otros, los desafíos a la autoridad paterna, la falta de comunicación y, en los jóvenes, la tentación del alcohol o las drogas cuyo consumo va en aumento, pues a los adolescentes les falta arraigo y experiencia de vida en común. Hay que escuchar a los hijos, demostrarles el cariño que se les tiene y dejarles tiempo para descansar, jugar, fantasear y dar alas a su creatividad.

En la escuela, los niños sobreestimulados suelen ser tachados de hiperactivos, pero en la mayoría de los casos no tienen este problema (TDAH), sino el del aburrimiento en clase; están quemados y malhumorados, exhaustos de tener que sobrevivir a tantos estímulos y expectativas. En nuestro país, al menos un 10% está medicado contra la falta de atención o hiperactividad, aunque no siempre haya sido bien diagnosticado, lo que puede producir efectos secundarios negativos. Un escolar descansado, curioso ante lo que le enseñan y confiado porque sabe que en su casa se le comprende y ayuda sin exigirle que ponga a prueba permanentemente que es o será un triunfador, rendirá más y tendrá menos problemas de aprendizaje e, incluso, de integración en el grupo. No destruyamos la infancia saturándola de obligaciones y exigencias mientras contradictoriamente la llenamos de regalos innecesarios. No convirtamos a los niños en viejos antes de tiempo.

Fuente: http://educacioncalidadydiversidad.blogspot.mx/2017/10/ninos-estresados-por-exceso-de.html

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Los tímidos esfuerzos de China por paliar el estrés escolar

Por: EFE

Montañas de deberes, múltiples actividades extraescolares y poco tiempo para jugar, así es la vida para decenas de millones de niños en China, un país con una histórica y estricta educación que empieza a hacer leves esfuerzos por paliar el estrés infantil.

En la ciudad de Shanghái, en el este del país, la Comisión de Educación anunció la pasada semana una campaña para reducir la presión que sufren los niños desde temprana edad por lograr buenos resultados académicos.

Entre otras cosas, los profesores tendrán prohibido recetar a los alumnos clases extraescolares y, además, durante las dos primeras semanas del semestre, que comenzó hace unos días, no podrán hacer exámenes de clasificación.

Como respuesta, tres entidades organizadoras de competiciones matemáticas anunciaron  que no habrá concursos este año, para aliviar la presión sobre los escolares.

Y es que muchos padres ven en los concursos un punto extra que puede darles a sus hijos ventaja a la hora de solicitar entrar en una escuela superior y para ganarlos los someten a intensas clases extraescolares.

Tras diez años como profesora en Pekín, Tania Saleem lo sabe bien. «La mayoría de mis niños tienen clases extraescolares de música, baile, idiomas… es demasiada presión para tan corta edad, ya que los padres esperan que sus hijos sean perfectos», explica a Efe esta profesora de 33 años, originaria de Pakistán.

Los niños empiezan a vivir esa presión desde muy pequeños, pues la educación es vista como un «paso a paso», primero buscar entrar en «la mejor escuela superior» para luego poder acceder a «la mejor universidad». «Es muy agotador para los niños, no es sano», apunta Saleem.

La obsesión por los padres es tan grande, asegura, que en ciudades como Pekín muchos buscan vivir en zonas cercanas a las mejores universidades (escasas en el país, comparado con el gran número de estudiantes), donde también están las mejores escuelas secundarias.

Toda la educación primaria y secundaria está enfocada hacia el «gaokao», el examen de acceso a la universidad al que se enfrentan cada año unos 10 millones de estudiantes, todo un acontecimiento que decide el futuro de los jóvenes.

Para que sus hijos logren buenos resultados y entren en la universidad deseada, que les facilitará tener un buen y bien remunerado trabajo, los padres invierten durante años enormes cantidades de dinero en tutores, escuelas privadas o clases particulares. Y los hijos, tiempo y mucho esfuerzo.

En opinión de Scholastica Tanyi, de 30 años, profesora originaria de Carolina del Norte (EEUU), esta concepción tan sacrificada del estudio está cambiando poco a poco. «Algunos padres más jóvenes son más relajados y entienden que sus hijos necesitan otro tipo de esparcimiento», explica a Efe.

El fin de la política del hijo único ayudará también a rebajar la presión, pues durante décadas los padres sólo han tenido un descendiente en el que volcar sus esfuerzos.

Tanyi enseña inglés en una academia y ve cómo con solo 9 años los niños se llevan libros y libros de deberes a sus casas. «Muchas veces llegan a la clase de inglés preocupados porque no les ha dado tiempo de hacer los deberes», comenta.

Por las noches se acuestan tarde para hacer las tareas y por las mañanas madrugan mucho si no les ha dado tiempo. La presión es tal que en algunos lugares como Hong Kong han saltado las alertas.

El año pasado, 35 estudiantes se suicidaron en Hong Kong, según datos de la Oficina de Educación y en los últimos diez días, en coincidencia con el arranque del semestre, lo ha hecho otros tres estudiantes.

Según un estudio del Instituto de Educación de Hong Kong en 20015, cerca del 50 % de los estudiantes de secundaria presentan algún signo de depresión, mientras que una cuarta parte del alumnado habría considerado la opción del suicidio.

Algunas escuelas están tomando cartas en el asunto, como el Colegio I de Nankín, un centro internacional que ha implementado una especie de sistema bancario escolar, que permite a los alumnos pedir prestadas décimas de su nota si suspenden, con la condición de que las devuelvan después haciendo méritos o en exámenes posteriores.

Según explicó a la prensa local Yu Hongmei, profesora del centro, este plan funciona, ya que no solo reduce el estrés de los alumnos sino que también los estudiantes que solicitan puntos tienen «más interés en el estudio y estén más concentrados».

Fuente: http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=453744

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Los esfuerzos de China por aliviar el estrés escolar

China/18 febrero 2017/Fuente: El Tiempo

El gigante asiático busca salirle al paso a la estricta educación que reciben los menores.

Montañas de deberes, múltiples actividades extraescolares y poco tiempo para jugar, así es la vida para decenas de millones de niños en China, un país con una histórica y estricta educación que empieza a hacer leves esfuerzos por paliar el estrés infantil.

En la ciudad de Shanghái, en el este del país, la Comisión de Educación anunció la pasada semana una campaña para reducir la presión que sufren los niños desde temprana edad por lograr buenos resultados académicos. Entre otras cosas, los profesores tendrán prohibido recetar a los alumnos clases extraescolares y, además, durante las dos primeras semanas del semestre, que comenzó hace unos días, no podrán hacer exámenes de clasificación.

Como respuesta, tres entidades organizadoras de competiciones matemáticas anunciaron que no habrá concursos este año, para aliviar la presión sobre los escolares. Y es que muchos padres ven en los concursos un punto extra que puede darles a sus hijos ventaja a la hora de solicitar entrar en una escuela superior y para ganarlos los someten a intensas clases extraescolares.

Tras diez años como profesora en Pekín, Tania Saleem lo sabe bien. «La mayoría de mis niños tienen clases extraescolares de música, baile, idiomas… es demasiada presión para tan corta edad, ya que los padres esperan que sus hijos sean perfectos», explica a Efe esta profesora de 33 años, originaria de Pakistán. Los niños empiezan a vivir esa presión desde muy pequeños, pues la educación es vista como un «paso a paso», primero buscar entrar en «la mejor escuela superior» para luego poder acceder a «la mejor universidad». «Es muy agotador para los niños, no es sano», apunta Saleem.

La obsesión por los padres es tan grande, asegura, que en ciudades como Pekín muchos buscan vivir en zonas cercanas a las mejores universidades (escasas en el país, comparado con el gran número de estudiantes), donde también están las mejores escuelas secundarias. Toda la educación primaria y secundaria está enfocada hacia el «gaokao», el examen de acceso a la universidad al que se enfrentan cada año unos 10 millones de estudiantes, todo un acontecimiento que decide el futuro de los jóvenes.

Para que sus hijos logren buenos resultados y entren en la universidad deseada, que les facilitará tener un buen y bien remunerado trabajo, los padres invierten durante años enormes cantidades de dinero en tutores, escuelas privadas o clases particulares. Y los hijos, tiempo y mucho esfuerzo.

En opinión de Scholastica Tanyi, de 30 años, profesora originaria de Carolina del Norte (EEUU), esta concepción tan sacrificada del estudio está cambiando poco a poco. «Algunos padres más jóvenes son más relajados y entienden que sus hijos necesitan otro tipo de esparcimiento», explica a Efe. El fin de la política del hijo único ayudará también a rebajar la presión, pues durante décadas los padres sólo han tenido un descendiente en el que volcar sus esfuerzos. Tanyi enseña inglés en una academia y ve cómo con solo 9 años los niños se llevan libros y libros de deberes a sus casas. «Muchas veces llegan a la clase de inglés preocupados porque no les ha dado tiempo de hacer los deberes», comenta. Por las noches se acuestan tarde para hacer las tareas y por las mañanas madrugan mucho si no les ha dado tiempo.

La presión es tal que en algunos lugares como Hong Kong han saltado las alertas. El año pasado, 35 estudiantes se suicidaron en esa ciudad, según datos de la Oficina de Educación y en los últimos diez días, en coincidencia con el arranque del semestre, lo ha hecho otros tres estudiantes.

Según un estudio del Instituto de Educación de Hong Kong, en 20015, cerca del 50 % de los estudiantes de secundaria presentan algún signo de depresión, mientras que una cuarta parte del alumnado habría considerado la opción del suicidio. Algunas escuelas están tomando cartas en el asunto, como el Colegio I de Nankín, un centro internacional que ha implementado una especie de sistema bancario escolar, que permite a los alumnos pedir prestadas décimas de su nota si suspenden, con la condición de que las devuelvan después haciendo méritos o en exámenes posteriores.

Según explicó a la prensa local, Yu Hongmei, profesora del centro, este plan funciona, ya que no solo reduce el estrés de los alumnos sino que también los estudiantes que solicitan puntos tienen «más interés en el estudio y estén más concentrados».

Fuente:http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/los-esfuerzos-de-china-por-aliviar-el-estres-escolar-/16822777

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Enterevista: Mejor Educación, Estrés Infantil

Entrevista/08 de septiembre de 2016/Fuente: beta.noroeste

El exceso de estímulos hace que los pequeños vivan cada vez con más tensiones, generando con ello el mal que nos aqueja.

Los niños de hoy están sometidos todos los días a conflictos viales, ruido en exceso y tensiones por las prisas de sus padres, que tienen la presión del trabajo, la economía, la salud y la crianza de los hijos.

Los niños modernos, además, tienen sus propias obligaciones: académicas, sociales y las afectivas, de la mayoría se espera que sean exitosos, pero humildes; obedientes, pero autosuficientes; afectivos, pero independientes, y además de ser los primeros de su clase, los mejores deportistas, los mejores artistas y, sobre todo, felices.

Todo ello los pone en una muy alta probabilidad de desarrollar estrés y con ello enfermedades como gastritis, colitis, ansiedad, depresión y hasta diabetes.

Mucho se habla del estrés en los adultos, sin embargo, la vida ajetreada que ellos llevan, no permite detenerse a pensar que los niños también sufren de los efectos de este mal.

La velocidad, el vivir en el ahora y lo efímero de las cosas, hacen que nuestros niños también padezcan este trastorno contemporáneo.

Un exceso de estrés durante la infancia, propicia cambios negativos a nivel psicológico, así como un importante déficit en el aprendizaje.

En este sentido, vale la pena preguntarse: ¿se les está brindando un entorno saludable? Como padres, siempre deseas darle lo mejor a tus hijos y por ello, en el afán de lograrlo, muchas veces se termina dando en exceso.

No permitas que pierdan su capacidad de soñar por causa del estrés.

Para que no se estrese debe ser niño, ya tendrá tiempo suficiente para ser un adulto. Mientras tanto, tú como padre, disfruta esta etapa porque jamás volverá.

* Con información de Deseret News y Peques.com.mx

¿Qué puede estresar a un niño?

Un niño puede padecer estrés ante situaciones que no puede controlar. Por ejemplo, hay factores en el ámbito familiar como el divorcio de los padres, un nuevo matrimonio, la pérdida de uno o ambos padres, enfermedad grave, abuso sexual o emocional, maltrato físico, y hasta la llegada de un nuevo hermano.

El ámbito escolar es otro de los factores estresantes que más padecen, siendo el más notable su preocupación por su rendimiento. También puede ser el cambio de escuela o aunque sea solo de salón, hablar en público, y más recientemente se identifica al acoso escolar, también conocido como bullying.

SÍNTOMAS DEL ESTRÉS

Cando un niño padece estrés se comporta de manera distinta a la acostumbrada. La manera en que un niño maneja el estrés varía de acuerdo a su carácter y a su entorno particular. Los sintomas que es posible identificar son emocionales, de conducta y físicos.

– Factores emocionales y de conducta

Sensibilidad.

Están temerosos.

Tienen poca confianza en sí mismos.

Están preocupados innecesariamente.

Tristeza.

Ansiedad.

Indiferencia.

Tienden a postergar sus deberes.

Despistados.

Presentan bajo rendimiento escolar.

Son exigententes y desafiantes.

Su temperamento se exalta, molestan a otros niños.

Síntomas Físico-emocionales

Lloran sin causa alguna.

Sudor en las palmas de las manos.

Dolores de cabeza y de estómago.

Se tuercen o arrancan los cabellos, se muerden las uñas.

Perturbación del sueño, tienen pesadillas.

Mojar la cama, por primera vez o de manera recurrente.

Disminución del apetito.

Cambios en los hábitos alimentarios.

Síntomas emocionales en el niño con estrés excesivo

Ansiedad.

Se siente preocupado.

Irritabilidad.

Miedos que pueden ser nuevos o recurrentes.

No quiere estar solo, se aferra a sus padres.

Comportamiento agresivo.

Se muestra necio.

Puede presentar regresiones, es decir comportamientos típicos de etapas.

DETONADORES DEL ESTRÉS

Según el profesor y Máster en Educación Kim John Payne, existen 4 pilares del estrés infantil, que tienen que ver con el exceso, mismos que a continuación te comparto.

1. Demasiadas cosas

Los niños de hoy suelen tener todo en demasía. Incontable cantidad de juguetes, dispositivos electrónicos, libros y ropa por doquier. Esto termina siendo un círculo interminable: entre más tienen, más desean, más piden y más sus padres les dan. Cuando no es posible, ambos se frustran y angustian.

2. Demasiadas libertades

Está muy bien darle opciones a los niños para que escojan y puedan decidir por sí mismos, pero cuando esas opciones son abrumadoras, el niño pierde su capacidad de reflexión y análisis. Si piensas que eres buen padre porque tu hijo es libre de hacer lo que quiera, le estás haciendo un gran daño a futuro. Tu hijo necesita límites sanos para poder ser un adulto responsable. La principal función de los padres es guiar a sus hijos, no la olvides.

3. Demasiada información

En la era de la tecnología es difícil restringir la información. Sin embargo, es indispensable que, como padre, propicies que tus hijos tengan momentos de autoconocimiento y exploración. Propónles momentos donde el celular, la tableta y la televisión se apaguen y surja un espacio para el diálogo personal y libre. Si lo haces desde la más temprana edad, lo irán asumiendo como un hábito.

4. Demasiada velocidad

Todo sucede a pasos agigantados. Cuando los adultos nos vemos apresurados, aceleramos a nuestros hijos y sin darnos cuenta, generamos en ellos una gran ansiedad por el aquí y ahora. De esta forma, aun sin proponérnoslo estamos generando que tengan poca paciencia y tolerancia a la frustración. Tenemos que bajar los decibeles y disminuir el ritmo de vida. A veces, menos significa más.

APOYO Y PREVENCIÓN

Para que factores como las cosas, las libertades, la información y la velocidad en demasía no sean detonadores, es necesario simplificar la infancia: volver a jugar y a descubrir el mundo. Como padres y madres hay que ofrecer a los hijos tiempo libre para que desarrollen su ocio creativo, así como tiempo de calidad para pasar junto a ellos.

También es importante una habitación libre de dispositivos electrónicos, así que saca la televisión de su cuarto y coloca una mesa de luz con una lámpara para favorecer la lectura antes de dormir.

Otro punto fundamental para impedir el estrés, es garantizar a los niños un buen descanso y crear un espacio de tranquilidad antes de irse a la cama, evitando que se lleve el celular o la tableta “para arrullarse”.

Cada niño es diferente por lo tanto reacciona de distinta manera ante el estrés; así también los síntomas que el niño presente como respuesta ante éste, varían de acuerdo al entorno familiar y escolar, por lo que debes estar atento a su conducta en todo momento.

Los padres son quienes pueden ayudar a un niño a superar su estrés, con su amor, cuidados y atención. Y los padres pueden encontrar ayuda en profesionales para superar esta problemática que ellos mismos también están sufriendo.

Fuente: http://beta.noroeste.com.mx/publicaciones/view/mejor_educacion_estres_infantil-1045738

Imagen:26f2f.http.cdn.softlayer.net/8026F2F/beta.noroeste.com.mx/files/Publicacion/1045738/Foto/note_picture/estresado-76304.jpg

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