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Axel Rivas, director del Programa de Educación del Cippec: «Justicia pedagógica es creer que todos los alumnos son capaces»

El investigador se refirió a tres modelos. “Uno de ellos, el meritocrático, es muy injusto”, dijo. Si bien advirtió que sería “absurdo” eliminar el valor del esfuerzo, indicó que el desafío es crear prácticas de enseñanza que favorezcan el aprendizaje en la diversidad.

 Sábado 04.06.2016 |Mariela Goy

Axel Rivas estuvo en mayo en Santa Fe para disertar en el Instituto Nº 8 Alte. Brown, en una actividad organizada por el diputado Paco Garibaldi. También visitó El Litoral. 

El modelo meritocrático, que hoy está siendo tema de debate educativo, “premia los esfuerzos del alumno pero castiga mucho las diferencias de contexto; ignora o aprovecha que existen grandes desigualdades”. Lo dice Axel Rivas, máster en Ciencias Sociales y Educación, y al frente del área de Educación del Cippec, una organización apartidaria que se ocupa de analizar y promover políticas públicas para la equidad y el crecimiento en la Argentina.

El especialista -que recientemente fue seleccionado por la Fundación Konex como una de las 100 personalidades destacadas de la última década en las Humanidades Argentinas- se refirió a los tres modelos de justicia educativa que “están insertos en las prácticas escolares, en las creencias y no se presentan de forma pura, por lo cual tenemos que hacerlos conscientes y explícitos para poder tomar decisiones”.

“Todos nuestros alumnos son infinitamente capaces de hacer muchas cosas. Nuestro trabajo como docentes es explorar y expandir ese potencial. Nuestras creencias de justicia tienen que estar en relación a sentir que todos nuestros alumnos son capaces”, definió Rivas.

—¿Cuáles son esos tres modelos de justicia educativa?

—Uno de ellos es el “modelo meritocrático”, en el cual básicamente los alumnos son responsables de su aprendizaje y los docentes, de enseñar. Por lo tanto, si un docente cumple en enseñar los contenidos, toda la responsabilidad por aprender, aprobar y avanzar es de los alumnos. La meritocracia premia los esfuerzos del alumno pero castiga mucho las diferencias de contexto. Esas desigualdades se manifiestan en los resultados de los aprendizajes, con lo cual es un modelo muy injusto. También es muy tentador y a veces cómodo para el docente porque sólo se responsabiliza de enseñar.

El segundo es el “modelo compensatorio”, que empieza a surgir en los últimos 25 años, y que tiene una gran ruptura con el anterior porque se hace responsable de los alumnos. Trata de dar más oportunidades a los que tienen peor contexto social o alguna situación de desventaja. El sistema educativo ha creado muchas prótesis: becas, apoyos escolares, horas extraturno, tutores, comedores, planes de apoyo a las escuelas más vulnerables. Todo eso ayuda y construye mejores condiciones de justicia, más oportunidades para los desaventajados, pero muchas veces evita la discusión pedagógica.

Eso nos lleva al tercer modelo, el de “justicia pedagógica”, en el cual no podemos mantener la misma enseñanza homogénea, ritualizada y memorística para grupos de alumnos extremadamente diversos y dispares. Por el contrario, es necesario crear pedagogías diferenciadas; es decir, tener distintas trayectorias de enseñanza que puedan favorecer a todos los alumnos, no en escuelas y aulas diferenciadas, sino en aulas compartidas, comunes, donde la diversidad enriquezca el aprendizaje.

Es un gran desafío porque es muy difícil desarrollar pedagogías diferenciadas, que se acerquen más a las trayectorias de los alumnos, que los reconozcan como sujetos, que puedan ser creativas, aprender de su propia experiencia y no repetirse ritualmente. Requiere de mucha capacidad de los docentes, tiempo y buenos salarios. Y a veces hay una brecha entre el ideal y las posibilidades concretas.

“No anularnos como educadores”

—Una de las observaciones que haría un docente a este tercer modelo es que en aulas con más de 30 alumnos es difícil aplicar una pedagogía diferenciada…

—Hay dos planos que todos los docentes deben distinguir. Uno, el de los contextos de vida de los alumnos, que son a veces muy difíciles y diversos, y de las condiciones de trabajo: infraestructura, salarios, falta de tiempo. Esas condiciones son, en definitiva, las que más deciden lo que ocurre dentro de las aulas, las que más inciden en los aprendizajes.

La otra dimensión es el margen de intervención de la propia práctica institucional de las escuelas y de los docentes. Que las condiciones externas de los alumnos sean reconocidas como las que más inciden en los aprendizajes, no debe generar el efecto de excusa de que no es posible mejorar y trabajar con esos alumnos. No creo que tengamos que convertir a los educadores en héroes que salen de la realidad sociológica para cambiar la vida de los alumnos -eso sería irreal y mentiroso-, pero tampoco tenemos que anularnos como educadores y pensar que ya está todo decidido. El trabajo del educador es ampliar márgenes, no justificar la imposibilidad de hacer su trabajo.

Los educadores deben salir de un cierto clima de derrota, de estar como fuera de eje, fuera de época. Hoy nuestros niños y jóvenes tienen más acceso al conocimiento que nunca, pero desorganizado y disperso. Las escuelas tienen el potencial de aprovechar el acceso a Internet, y crear nuevas visiones de aprendizaje, más disfrutables. (Axel Rivas, Cippec)

—¿Cuál es su postura sobre la vuelta de las notas 1, 2 y 3 como aplazos en Buenos Aires?

 —Hay que salir del debate muy simplificado de posiciones enfrentadas. La práctica pedagógica siempre es compleja, es una combinación y no una toma de posición única. Es necesario mantener siempre un sentido de valor del esfuerzo -sería absurdo e injusto eliminarlo- así como todo tipo de rituales, de varas, de reglas, de medidas que disciplinan el aprendizaje. Pero creo que tienen que tener mucho menos peso del que tenían tradicionalmente. Hay que reemplazarlos con nuevos conductores de aprendizaje: no a partir de la orden exterior al miedo, a la falta o al castigo, sino al revés: a partir de apasionar a los alumnos y hacerlos a ellos mismos constructores del conocimiento. Reitero que el gran desafío es cómo crear prácticas de enseñanza que favorezcan el aprendizaje en la diversidad, y evaluaciones que funcionen.

La “buena” evaluación

—¿Cuál sería una buena evaluación?

—Es aquella que trabaja junto a la enseñanza, que acompaña, que es casi imprescindible, que permite una retroalimentación constante. Una evaluación de procesos y no esa prueba final, ritual, que de alguna manera pone todo el peso del aprendizaje en el alumno. El docente tiene un gran desafío: mantener la vara meritocrática sólo que subsumida a una vara de justicia pedagógica. Es decir, que el ordenador tiene que ser el potenciar a cada alumno, el reconocer sus dificultades, apoyarlo, crear distintas trayectorias para llegar a cada uno, a su forma de participar.

—¿La evaluación debe considerar también el contexto del alumno, su acceso al capital simbólico?

De una forma tal que uno pueda potenciar a ese alumno, porque el riesgo siempre es caer en una visión de “promoción social” donde uno reconoce una situación desfavorable y por compasión no mantiene la vara de lo que ese alumno tiene que aprender. La pregunta típica que se hace el docente es: ¿enseño para el promedio del curso o bajo la vara para que todos puedan aprobar aún cuando los aventajados no aprendan mucho más?. Es una pregunta errada y mal planteada en términos pedagógicos: la cuestión es cómo uno se enriquece a partir de la diversidad y cómo uno plantea un proyecto de enseñanza que genere trayectos paralelos y sinérgicos. El ejemplo es el “multigrado” de las escuelas rurales, donde un docente tiene chicos de 6, 10 y 15 años y no se le ocurre decir: “no les puedo enseñar porque ustedes son muy distintos”. Lo que hace es crear una trayectoria acorde a su edad, a su nivel de desarrollo y, por otro lado, hace actividades compartidas. Esto no es un aula degradada, que no funciona, muy al contrario.

—¿Cómo opera la calidad allí?

— Dependerá mucho de la capacidad que tengan los docentes de llevar adelante un programa curricular, de entender cómo se contecta aquello que tienen que enseñar con la vida de los alumnos. El gran desafío de un docente es ser él mismo un apasionado del conocimiento, que tenga ganas de enseñar aquello que sabe, de transmitir el valor por aquello que aprendió. Eso es mucho más importante que el aplazo sí o no, que mantener la vara o bajarla.

El secundario es el bastión más complejo del sistema educativo. Fue diseñado para seleccionar “a los mejores” pero en los últimos 20 ó 30 años, se avanzó en un nuevo paradigma. El problema es que eso no se traduce en una nueva organización de la escuela secundaria, que sigue teniendo muchas materias, exámenes, y pruebas de obstáculos para los alumnos. (Axel Rivas, Cippec)

– ¿Qué pasa con el nivel secundario que incluyó a más alumnos pero sigue sin encontrar la fórmula?

 – Claramente, el secundario es el bastión más complejo del sistema educativo, siempre fue diseñado para elegir “a los mejores”, y en los últimos 20 ó 30 años -especialmente desde el retorno de la democracia-, con distintos hitos y hasta la ley de educación nacional que lo hace obligatorio, se avanzó de distintas formas en un nuevo paradigma. El problema es que eso no se traduce en una nueva organización de la escuela secundaria, que sigue teniendo muchas materias, exámenes y pruebas de obstáculos para los alumnos. Por más que creemos apoyos, tutorías, intentos de hacerla más inclusiva, será muy difícil lograrlo sin cambiar la matriz.

 Entonces ahí hay un desafío de política muy complejo de ser abordado. Hay que crear un equipo institucional con pertenencia a la escuela -no de profesores “taxi”- y un proyecto de mejora institucional. También hay que abordar una dimensión crítica de la enseñanza tradicional; si no lo hacemos, todo lo demás va a ser un retoque, un paliativo que nunca va a alcanzar a tocar lo de fondo. ¿Qué es lo de fondo? Cómo proyectamos en nuestro alumnos la ciencia, la matemática, qué preguntas les generamos a ellos, cómo los involucramos en el conocimiento, cómo los sacamos de una trayectoria extremadamente ajena, de un recorrido por contenidos que ellos no saben para qué sirven ni para qué están ahí.

 – ¿Qué se puede hacer para revivir las aulas, que es el título de uno de sus últimos libros?

 – Hay un plano de la política educativa, donde vienen los cambios más profundos en la participación del Estado, en la distribución de los recursos, en el planeamiento educativo, en crear políticas para fortalecer la docencia, para crear programas de mejora en cada escuela. Por otro lado, está el plano más propio de los educadores, de las escuelas, de las aulas, donde también hay mucho para hacer.

 Para este último, tiendo a usar el esquema simple de las “cuatro C”. Fortalecer la C del Colectivo: del trabajo institucional con los colegas, de crear una cierta mística y un clima de trabajo institucional para sentirse acompañado y que vale la pena. La segunda C es de las Creencias: cuáles son nuestras ideas de justicia, cómo defendemos a nuestros alumnos desde lo que creemos, porque lo que pensamos sobre nuestros alumnos, tiene un efecto sobre ellos. Con lo cual, cuando pensamos que un alumno es incapaz, estamos proyectando en ellos esa incapacidad y probablemente generemos una desventaja en ellos. No podemos pensar que está decidido su destino, que son por definición, por naturaleza, por genética o por crianza, incapaces, disminuidos o que no tendrían que estar ahí.

 La tercera C es de las Capacidades: tiene que ver con tener herramientas pedagógicas, de la propia experiencia porque los años de la trayectoria docente dan muchas herramientas, pero también lo da el diálogo con colegas, la lectura, la capacitación, el ejercicio de reflexión sobre la práctica. La cuarta C es la del Coraje: que es una forma de expresar un plus, un extra que hoy es más importante en las escuelas y que es el entusiasmo, las ganas, el poner el sentimiento de que vale la pena estar ahí. Y no sentirse derrotado. Esto a veces es más importante que todo lo otro.

 – ¿Usted dice que el docente puede poner todo esto en práctica al margen de las políticas educativas que a veces acompañan y otras veces no llegan a las escuelas? ¿El docente, la escuela sola lo puede hacer?

 – Claramente las condiciones de trabajo de los docentes a veces son difíciles; la vida de los alumnos nos pone en juego, muchas veces de forma para las que no estábamos preparados. El trabajo de uno está en tensión, poniéndose en juego uno mismo, y es un trabajo rodeado de humanidad en todo sentido: estamos rodeados de niños, de jóvenes; también estamos todo el tiempo bajo juicio de los alumnos, padres, colegas, con lo cual es un trabajo muy difícil.

Pero, al mismo tiempo, tenemos que tener la capacidad de salir, como colectivo de educadores, de un cierto clima de derrota, de estar como fuera de eje, fuera de época. Me parece que al contrario: hoy nuestros niños y jóvenes tienen más acceso al conocimiento que nunca, pero desorganizado y disperso. Las escuelas tienen el potencial de aprovechar el acceso a Internet, y crear nuevas visiones de aprendizaje, más disfrutables, que sean apasionantes para los alumnos. Antes, la escuela era donde empezaba y culminaba el conocimiento. Ahora, esas fronteras son ilimitadas pero tenemos que ayudarlos a navegar ese mundo y apasionarlos para que quieran navegarlo, y hacer del mundo del conocimiento su propia vida, su propio destino.

– De ahí nos vamos a la formación docente ¿hay un déficit?

– Sí, es uno de los grandes desafíos. Hay un camino muy complejo por delante para lograr la institucionalización de una política nacional y federal de organización, de crear una verdadera carrera de formación docente. Hoy es muy dispar, tenemos más de 1.300 institutos formadores. Lo veo como un desafío que no está ajeno a la visión general de para qué se forman los docentes, cómo se los convoca, cómo se logra tener una carrera profesional atractiva. Los salarios son fundamentales para tener una carrera docente. Si uno ofrece un salario bajo, va a reclutar a personas que no están interesadas en el mismo.

 – ¿Qué opina de la idea del gobierno nacional de crear un Instituto de Evaluación Educativa?

 – La creación de una instancia de evaluación, que por ahora es una secretaría, es un avance. Necesitamos una política sólida de evaluación de la calidad integral que no mire solamente los aprendizajes si no toda las dimensiones de la escuela. Que permita que los alumnos y docentes participen de una autoevaluación institucional. La evaluación de los aprendizajes tiene que ser censal, para todos; hasta ahora lo era sólo para el último año de la secundaria. Pero no para publicar y crear rankings por escuelas, porque sería una forma equivocada de comunicar. Las escuelas se pueden ver perseguidas, en un momento en el cual ya se sienten tensionadas, tratadas peyorativamente por la sociedad y los medios. No hay que generar más ataques a las escuelas, sino diagnosticar, devolver resultados, hacer un plan de mejoras y ser muy críticos, honestos y sinceros sobre lo que aprenden los alumnos para mejorar. Ahí me parece que una instancia como la que se está creando puede ayudar.

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/id_um/131157-justicia-pedagogica-es-creer-que-todos-los-alumnos-son-capaces-axel-rivas-director-del-programa-de-educacion-del-cippec

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En España: Malos tiempos para la educación pública, ni más presupuesto ni pacto de Estado ni más calidad

La FP será el único nivel de estudios que se salvará, según los expertos
Se esperan menos colegios públicos y más privados-concertados

Al menos el 75% de los docentes, técnicos en educación y orientadores educativos son «pesimistas o escépticos» ante una hipotética mejora de los presupuestos para educación, una revalorización de la profesión docente o un «acuerdo social y político» (un pacto de Estado) que garantice la estabilidad normativa de aquí a 2020 y creen que «no mejorará la excelencia» de la educación española en este plazo.

Estas son algunas de las conclusiones de dos estudios (uno cuantitativo sobre la situación actual y uno cualitativo de prospectiva) presentados este viernes por la plataforma educativa ‘Acción Magistral’ que impulsan el Centro Reina Sofía de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y BBVA y que reúnen la situación actual de la educación y las opiniones y previsiones a corto y medio plazo de un total de 300 profesores y expertos en educación en todos los niveles, tanto de centros públicos como privados y concertados. El segundo estudio identifica aquellas posturas y opiniones en las que hay un consenso mínimo de al menos tres de cada cuatro encuestados (el 75%).

«Es una visión bastante desesperanzada, en primer lugar porque no creen que mejore el apoyo presupuestario -los estudios se hicieron en junio y octubre de 2015- en los próximos cinco años, no mejorará la excelencia ni la imagen de los profesionales de la educación y no se logrará un pacto social y político. Creen que la FP será el único nivel de estudios que se salvará de esta situación», explican dos de los responsables del informe, los investigadores Ana Sanmartín y Miguel Ángel Rodríguez.

Estas perspectivas incluyen, según han indicado, una ligera reducción de los colegios públicos, la reducción de la plantilla de profesores (así como plantillas «más inestables» y con puestos temporales) e incremento de la ratio de alumnos por aula y un ligero incremento de los centros concertados y privados. «Se podría aventurar que la opinión mayoritaria es que la gran perjudicada de la crisis ha sido y va a seguir siendo la enseñanza pública», ha subrayado Rodríguez. Como excepción, creen que la FP continuará su expansión y tendrá «más y mejor oferta» y una dotación presupuestaria mayor que en años anteriores.

Menos inversión
Desde el punto de vista del gasto en educación, el primer informe pone de relieve que, de 2009 hasta 2014, España ha pasado de invertir el 5,1% de su PIB en gasto final en Educación a un 4%, con reducciones más acusadas (entre 2007 y 2013) en Castilla-La Mancha (10,2% menos), Asturias (9,1% menos), Madrid (7,7% menos), Castilla y León (6,2% menos) y Canarias (5,6% menos). Mientras la media de la UE ha reducido el porcentaje del PIB que destina a Educación en 5 puntos entre 2009 y 2014, España lo ha hecho en 11 puntos durante el mismo periodo.

Además, en el caso concreto de las becas, España es el sexto país que menos porcentaje de su gasto educativo en becas y ayudas al estudio (el 9,4%) y, según las encuestas a profesores y expertos en educación, «se concederán menos becas, las que se concedan serán de menor cuantía y se concederán tras un proceso más exigente» que el actual. De hecho, la mayor parte de ellos cree que de aquí a 2020 las familias «continuarán abonando las actividades extraescolares sin ayuda de la Administración», así como el material escolar, salvo en aquellos casos en que se concedan becas.

Escepticismo sobre política
En cuanto a la posibilidad de un pacto educativo que garantice la estabilidad de las normativas y currículos, los docentes y expertos en educación creen que en los próximos cuatro años, la situación «seguirá siendo inestable y poco consensuada». «Las leyes seguirán cambiando conforme lo hagan los gobiernos de turno, no se consolidará un modelo estable ni se podrá evaluar, el sistema se modificará antes de que se pueda evaluar su eficacia real», señala el documento.

De hecho, también son escépticos acerca de una mayor implicación de la comunidad educativa en las normas y políticas sobre el sector y creen que «no será consultada». «No se percibe que la educación vaya a ocupar un lugar prioritario en la agenda de las administraciones ni en lo que tiene que ver con el incremento de las partidas presupuestarias, ni en fomentar el debate público sobre el papel de la escuela y el profesorado, ni con los esfuerzos por dotar de prestigio la figura del docente», aseguran. En lo que se refiere a este último punto, la valoración de la profesión docente, los responsables del estudio señalan que en la actualidad y en los cuatro próximos años, el perfil mayoritario el de los profesores será el de profesionales «desmotivados y poco valorados».

Aún así, señalan que existe y se irá afianzando una «minoría enormemente activa» de profesores «promotores del cambio, inspiradores, y comprometidos con su propia formación, con la innovación educativa, la búsqueda de nuevas fórmulas de relaciones escolares» y «más activos en las protestas y reivindicaciones acerca de las necesidades del sistema educativo».

Para el jefe de Responsabilidad Corporativa de BBVA, que ha participado en la presentación de los estudios, se trata de «un punto positivo», en medio del «pesimismo». «Sí se identifican ya emprendedores docentes, que pretenden de verdad transformar la educación, que trabajan de forma muy proactiva y están consiguiendo un impacto social muy relevante en sus centros», ha asegurado.

Evaluación para todos

En general, la opinión mayoritaria de los expertos que han participado en la encuesta es que el nivel de preparación del profesorado en España «es bueno», aunque «se enfrenta a muchos retos», entre ellos la actualización de los currículos para dar respuesta a unas necesidades «todavía desconocidas», según ha subrayado el director del Centro Reina Sofía de la FAD, Ignacio Calderón, y la formación necesaria para aprovechar las herramientas que ofrecen las TIC en el ámbito educativo.

«La actualización de las capacidades de los profesores no se puede hacer de la noche a la mañana. Estamos hablando de unos 700.000 trabajadores, que es como una empresa grande grande y da como para hacer una política de recursos humanos complicada», ha resaltado Calderón.

En este sentido, la mayor parte de los participantes en el estudio creen que durante los próximos años se endurecerán las condiciones para acceder a la docencia y se implantarán sistemas de evaluación al profesorado que serán «obligatorios y periódicos». También creen que los rankings (especialmente PISA) tendrán «incluso más importancia» que la que tienen ahora y que los currículos educativos serán «más flexibles» y centrados en competencias instrumentales y se implantará el bilingüismo, aunque dudan que de aquí a 2020 desaparezca la religión del currículo oficial e indican que seguirá siendo evaluable.

Además, prevén que los centros tengan más autonomía en cuanto a funciones del equipo directivo y metodologías pedagógicas, se implementará «lentamente» la educación en valores y las familias aumentarán su participación en los centros (de forma menos pronunciada en los centros públicos)

Fuente: http://ecodiario.eleconomista.es/espana/noticias/7611536/06/16/Malos-tiempos-para-la-educacion-publica-ni-mas-presupuesto-ni-pacto-de-Estado-ni-mas-calidad.html

Imagen tomada de: https://farm1.staticflickr.com/189/479845158_577c4992e2_o_d.jpg

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En Luxemburgo: Ministerio de Educación Nacional, de Formación Profesional y Deportes tras la calidad de la educación no formal

Luxemburgo/ Ministerio de Educación

Al confiar a sus hijos a  servicios de educación no formal, las familias tienen derecho a esperar una formación de calidad que cumpla con las necesidades del niño, ofreciéndole diversas oportunidades y experiencias de aprendizaje fomentando su desarrollo y la integración social.

La misión de los servicios de educación no formal es aún más importante porque son frecuentados por más de 80% de los niños en Luxemburgo. De allí lo relevante de que estos puedan ofrecer el mejor apoyo posible a todos los jóvenes, independientemente de su origen, oportunidades de equidad de relevo en los servicios de educación no formal en la escuela.

Para hacer frente a esta realidad social y educativa y preparar mejor el futuro de la próxima generación, el gobierno tiene la intención de establecer un sistema de calidad de la enseñanza que se aplica a toda la educación no formal: guarderías , hogares de relevo , casas , casas de juventud y asistentes de los padres .

El proyecto de ley relacionados (proyecto de ley sobre la Juventud, 6410) fue aprobada por la Cámara de 23 representantes de febrero de 2016.

Un marco nacional

Establecido por un período de tres años, en el marco nacional de educación no formal de niños y jóvenes (0 a 29) se describen los objetivos generales y principios educativos básicos que los servicios de educación no formal debe implementar, asi como sus campos de acción.

1. La creatividad, el arte y la estética: Una oferta artística variada debe ofrecerse a los niños: actividades musicales, la danza y el ritmo, la creación y presentación de espectáculos, introducción a las obras de arte, …

2. Lenguaje, Comunicación y Medios: La oferta educativa debe incluir la valoración de los idiomas nativos, teniendo en cuenta el perfil lingüístico de la interacción del niño con sus compañeros, juegos de rol, el acceso a los libros, historias, etc.

3. Movimiento, la conciencia corporal y la salud: Las actividades deben animar a los niños a moverse, por fuera y por dentro, para que puedan desarrollar sus habilidades motoras. Los niños aprenden a comer sano en la facilidad de uso.

4. Los valores, la participación y la democracia: A través de las diversas actividades de la vida diaria, los niños aprenden a vivir juntos, a participar, a aceptar al otro, de integrar en el proceso del grupo.

5. Las emociones y las relaciones sociales: la vida comunitaria, jugar con sus compañeros y relaciones con los adultos deben haber tantas oportunidades de aprendizaje para la colaboración, el respeto de los puntos de vista y la gestión de las emociones y conflictos opuestos.

6. Ciencia y tecnología: El espacio debe estar distribuidas de forma que se facilite un acercamiento lúdico a las matemáticas, la ingeniería o las ciencias naturales y más en general de la naturaleza.

7. Las transiciones (para el sector de la juventud): Para ayudar a los jóvenes a completar su transición a la edad adulta, actividades y educativa, informativa y de orientación se implementan.

El sistema de aseguramiento de la calidad

1. El concepto de acción general

Con base en el marco nacional, cada departamento de la educación no formal se desarrolla un concepto de acción general para un período de 3 años. Este concepto describe las opciones metodológicas, las prioridades y los recursos educativos, así como la continua personal plan de educación que el servicio tiene la intención de poner en práctica.

2. El libro de registro

Cada servicio de la educación no formal debe tener un registro que incluye el extracto diario de las actividades educativas y la documentación de las normas y procedimientos internos, así como la continua del personal educativo plan de educación.

3. La formación del profesorado

El tiempo completo de gestión de personal contratado debe asistir por lo menos 32 horas de educación continua durante un período de dos años.

4. La evaluación externa de la calidad educativa por funcionarios regionales

La nueva ley establece un sistema de vigilancia sistemática de la calidad docente de los servicios de educación no formal. Este control es proporcionado por 22 agentes regionales asignadas al Servicio Nacional de Menores (Estado de Nueva York).

Las visitas a los funcionarios regionales se llevan a cabo dos veces al año y se anuncian al menos dos semanas de antelación. Los agentes deben escribir un informe que transmiten al Ministro, el municipio y el gestor de que se trate.

Fuente: http://www.men.public.lu/fr/actualites/grands-dossiers/enfance-jeunesse/qualite/index.html

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