Page 1 of 14
1 2 3 14

Anna Freixas: “El feminismo debe convertirse también en salvavidas de las viejas”. Libro PDF

Por:  Selma Tango

Aprender a envejecer debería ser una asignatura obligatoria en la escuela y también en el feminismo. Con el libro ‘Yo vieja’ Anna Freixas nos regala una guía para poner los puntos sobre las íes de la vejez de las mujeres para ser más libres.

Que el término vieja denota algo negativo no es nuevo para nadie, aunque no debería ser así porque la vejez es el objetivo de la vida. Es por ello que el título del libro Yo vieja de Anna Freixas, doctora en psicología, escritora e investigadora feminista, llama la atención de primeras. La obra es una guía para las mujeres mayores que quieren mejorar su vejez, tener autonomía, disfrutar o entender muchas de las cosas que les pasan. Aunque quizás sea más útil para las generaciones más jóvenes de mujeres que van a encontrar entre sus páginas información útil de lo que les espera. Es importante reivindicar vivir la vejez con dignidad y empezar por la palabra es una buena forma de naturalizar algo que en otras culturas no supone un problema, envejecer. Como dice Anna Freixas “la palabra vieja, viejo, vejez está connotada socialmente de manera negativa y es sorprendente porque en realidad viejo es un estadio del ciclo vital. Eres niño, eres adolescente, eres adulto, eres viejo, por lo tanto no tiene que ser más negativo que cualquier otro estadio. Lo que pasa es que en nuestra sociedad hay una connotación negativa respecto a la vejez porque implica una cierta exclusión social, una desvalorización, una pérdida de poder y esto es lo que tememos, la exclusión y la soledad”.

Yo vieja es un repaso a las cuestiones básicas que afectan a la vida de las mujeres mayores como la belleza o la aceptación de los signos de la edad, cuando la dictadura de la imagen y la belleza a la que nos vemos sometidas las mujeres desde tiempos inmemoriales es feroz. El uso de las redes sociales y el aumento de personas mayores en ellas puede estar afectando de forma negativa a la percepción que las mujeres mayores lleguen a tener de si mismas, al igual que está ocurriendo con las más jóvenes. Al hablar del ideal de belleza, la autora sostiene que “contiene dos elementos: la juventud y la delgadez. Ser joven y viejo no es posible y la delgadez es algo que cuesta cuando somos mayores por diversos factores. Evidentemente el mito de la belleza nos afecta a las mujeres desde que somos niñas porque vivimos con un ideal inalcanzable por lo tanto estamos siempre persiguiendo algo a lo que no podemos llegar y esto es de una perversidad total”.

Esto genera una presión estética, prosigue la investigadora. “Esta presión está sobre nosotras a todas las edades, en la menopausia, en la juventud. Si tú le preguntas a una niña sobre su cuerpo ya sabe lo que no le gusta y cuando llegas a vieja sigues luchando. Aunque no te hagas una cirugía ni nada, intentas disimular las arrugas o te pones un pañuelo en el cuello para que no se te vea tan arrugado, por lo tanto, sí hay una presión estética“. Para Freixa ”nosotras nos centramos en la belleza y no en la salud, si gastásemos esa energía que empleamos en tratar de alcanzar ese ideal imposible de belleza en nuestra salud, si nos cuidásemos, comiésemos bien, hiciésemos ejercicio, nos riésemos con nuestras amigas, veríamos que eso contribuye mucho más a la belleza que la tristeza que se deriva de algo inalcanzable”.

“Somos pobres y en vez de gastarnos el dinero en viajar, en comer bien, ir a un balneario o a disfrutar con las amigas, lo gastamos en nuestro cuerpo, en torturarlo de diversas maneras”

La industria en torno al cuerpo de las mujeres es una de las luchas más eternas del feminismo. Los productos anti envejecimiento llenan los estantes y escaparates de infinidad de tiendas. Las propuestas de la obra de Anna Freixas van mucho más encaminadas a vivir la vejez con dignidad, desde la perspectiva de aceptar sus signos como parte de la vida. Cuidarse sin sucumbir al marketing esclavista de la belleza y la vejez, que hace del cuerpo de las mujeres el gran negocio, como ella misma reconoce: “Es el gran negocio de todas las industrias, la industria médica, la industria farmacéutica o la estética.  Vas a una tienda y la cantidad de ropa que hay para una mujer no la hay para un hombre. Ellos se han cuidado de tener cuatro modelos pero nosotras tenemos que cambiar, tenemos que tener modelos de todo tipo. Somos las pobres del planeta y sin embargo gastamos lo que no tenemos en querer gustar. Tratamos de llegar a unos ideales de belleza que no podemos conseguir nunca. Somos pobres y en vez de gastarnos el dinero en viajar, en comer bien, ir a un balneario o a disfrutar con las amigas, lo gastamos en nuestro cuerpo, en torturarlo de diversas maneras”.

En contra de los clichés

En la obra también hay alegato en contra de los clichés obsoletos y castrantes de las mujeres mayores, como el de la viejecita pasiva a la que atribuir un montón de defectos o la que tiene apariencia joven llena de energía que se mantiene pretendiendo no envejecer nunca y torturándose a si misma en esa lucha contra el tiempo. Los estereotipos que manejamos de las mujeres mayores no atienden a la realidad, como bien nos cuenta la escritora. “Se dice que las mujeres mayores podemos tener apariencia juvenil pero entonces ves imágenes de viejas con unas ropas, unos peinados y unas gafas completamente exageradas, demostrando que soy vieja pero no lo parezco. Yo creo que lo que tenemos conseguir es querer ser viejas y poder parecerlo. Viejas que nos desplazamos por nuestras ciudades con nuestras arrugas, con nuestra cojera, con nuestras gafas y con nuestro bastón con toda normalidad de manera natural”.

“Esta ruptura con la vejez es una ruptura de las sociedades ultracapitalistas, es decir, en otras sociedades eso no ocurre”

Esta visión negativa del envejecer es una respuesta que tiene relación con las políticas y formas de vida capitalistas y excluyentes. En otras culturas la perspectiva de la vejez no es tal. En las sociedades tribales, ancestrales y en otras sociedades actuales no tan capitalistas, las personas ancianas tienen un lugar dentro del grupo social, no están excluidas y forman parte de la toma de decisiones. Suelen tener la función de aconsejar o aportar a la comunidad una visión desde la experiencia. Como dice la investigadora, “esta ruptura con la vejez es una ruptura de las sociedades ultracapitalistas, es decir, en otras sociedades eso no ocurre, esa valoración solamente de lo joven, de lo nuevo y de lo de usar y tirar eso es de una sociedad capitalista sin alma que es la que tenemos ahora”.

Tan denostada está la vejez que incluso las propias mujeres y hombres que envejecen se ven a si mismos como más jóvenes que sus iguales. Tienden a compararse para ponerse en un lugar privilegiado porque es muy dura la idea de hacerse viejas. La frase  “yo no estoy tan vieja como esa” o “yo me siento joven” son respuestas a un engaño en el que caemos y que nos impide verle bondades al hecho de envejecer. Así lo explica la autora: “Solemos tratar de situarnos en el espacio de las escogidas, “las viejas son las demás pero yo soy joven” o “ mi madre no es la típica mujer mayor, todas las mujeres mayores son horribles pero mi madre no lo es”. Este edadismo que tenemos incrustado nos lleva a despreciar la vejez, incluso la nuestra o la de nuestras iguales. Mientras no valoremos los cuerpos de nuestras iguales, mientras no nos respetemos unas a las otras valorando quienes somos, vamos a sentir este desprecio por la vejez. El tema es cómo podemos entre todas respetar la vejez, respetarnos y con dignidad mostrar todos los signos de la edad con elegancia, con tranquilidad. Soy vieja y tengo 70, 80, 90 y tengo cuerpo de 70, 80 ó 90”.

Salud mental en la vejez de las mujeres

Que la incidencia de la depresión en mujeres mayores es más alta que en otros grupos de población es un hecho, doblando en muchas etapas al de los hombres como en la mediana edad y estando muy por encima del de las mujeres más jóvenes. En Yo vieja  se pone de manifiesto cómo aún se nos tilda a las mujeres de histéricas y se nos medica. De hecho España es el primer país del mundo en el consumo de psicofármacos, según el informe de 2021 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), dependiente de Naciones Unidas. En el caso de las mujeres es muy significativo que a partir de los 35 años los índices de depresión comienzan a crecer, duplicándose prácticamente en la década de los 55 a los 65 años y creciendo en casi 5 puntos más en la década de los 75 a los 84, según datos del ministerio de Sanidad de 2017.

Pese a que en ocasiones y como indica la autora a veces la medicación sea necesaria, esta medicalización del malestar de las mujeres “tiene que ver con las opciones de vida, con la falta de reciprocidad por parte de las parejas, con la falta de comunicación y de agradecimiento, con la excesiva responsabilidad que nos otorgamos hacia los cuidados. A veces somos nosotras las que no sabemos, no queremos o no podemos repartir la carga de cuidados ya que hay momentos en los que podríamos dejar una parte de esto en mano de otras personas y no lo hacemos. Es una tarea personal pero también una tarea colectiva”. Describe que en realidad lo que han demostrado las mujeres es tener una salud mental a prueba de bombas que se resiente según envejecemos y en muchos casos  la única terapia que encontramos es la conversación con amigas. Es una realidad que a mayor edad mayor sensación de soledad.

Una de las herramientas naturales de las mujeres para luchar contra esa soledad impuesta es precisamente su facilidad para comunicarse con otras mujeres. Tratar de no aislarse manteniendo el contacto es de los apoyos más efectivos. En palabras de la escritora, “las redes de intimidad son fundamentales a lo largo de toda la vida. Éste es uno de los capitales que tienen las mujeres que históricamente hemos sabido mantener la comunicación con otras, el participar de nuestras penas y alegrías, el compartir lo bueno y lo malo. Eso crea una red fundamental para sobrevivir, para darte cuenta de que lo que te pasa a ti no solo te pasa a ti, le pasa a muchas personas y es significativo para la vida. Compartirlo te permite relativizar, encontrar apoyo, comprender lo que te pasa, elaborar estrategias para superarlo, aprender de otras, sentirte comprendida y escuchada”. De esta manera las mujeres han luchado históricamente con la soledad y la incomunicación.

“Cuando las abuelas cuidamos a las nietas estamos retrasando una generación porque estamos impidiendo que nuestras hijas negocien con sus parejas, con sus empleadores y con el Estado”

Para mantener esta actividad y conexión una de las cosas más sencillas es aprovechar puntos de encuentro, gustos comunes y ocio con el fin de mantener estas redes, reforzar lazos de unión y cultivar el placer de hacer cosas por gusto. El ocio no ha sido algo a lo que las mujeres en general le hayan podido dedicar mucho tiempo históricamente, responde Anna Freixas. “Hemos estado tan ocupadas con el trabajo, con la familia, con los cuidados, con la casa que no hemos tenido mucho tiempo para jugar, para distraernos, entonces ahí es importante participar en cosas de carácter público, en los centros cívicos, en las asociaciones de vecinos o de mujeres que suelen organizar actividades, es un camino para mujeres que no han encontrado otros caminos de ocio”. Es de hecho la vejez un buen momento para las mujeres que se pueden liberar de tareas y dedicar el tiempo a ellas mismas. Así debería ser entendida la vejez de hecho, un momento vital en el que aprovechar para hacer cosas que con anterioridad no pudimos por falta de tiempo, pero no siempre es entendida así, como una oportunidad.

Cuidados y residencias

Una de las realidades de las mujeres mayores en nuestro país es que algunas, muchas, continúan trabajando, ejerciendo tareas de cuidados no remuneradas de sus nietas y nietos. Cómo quitarles esa responsabilidad nos enfrenta a la realidad de que muchas familias de este país se sostienen en parte en el apoyo familiar, con la carga en las personas mayores que dan soporte económico y de cuidados a los nietos y nietas para que sus madres puedan trabajar. Esto tiene que ver con esa perspectiva de familia arrastrada desde la dictadura y que condena a las “abuelas” a estar trabajando cuidando a sus nietas en la vejez. Anna Freixas es rotunda en cuanto a esta situación. “Cuando las abuelas cuidamos a las nietas estamos retrasando una generación porque estamos impidiendo que nuestras hijas negocien con sus parejas, con sus empleadores y con el Estado. Nosotras estamos poniendo un parche temporal a un problema que va a seguir existiendo y si nosotras no existiésemos esto se resolvería de otra manera. Nosotras podemos hacer apoyos puntuales pero no estructurales, eso es lo que debería ser por el bien de la hija, por el bien de la abuela y por el bien de la nieta. Si la abuela no existiera alguien lo haría, y la pregunta es ¿por que las abuelas somos las que  hacemos ese trabajo gratuito? nadie más lo hace, hay algo que falla ahí ahora resulta que este es un trabajo gratuito que hacemos nosotras, resulta que a estos niños si no existiésemos las abuelas los cuidaría alguien que cobraría”.

Anna Freixas

En cuanto a las instituciones dedicadas al cuidado de las mayores, tras la pandemia se han puesto de manifiesto muchas carencias asistenciales así como la importancia de que haya un cambio de modelo mucho más humanizado. A día de hoy la perspectiva de las residencias y centros de día es eminentemente clínica y no tiene demasiado en cuenta lo emocional, siendo una de las cuestiones capitales en las personas mayores. Tener unas instituciones dedicadas a que estas personas puedan desarrollarse de manera activa, como personas adultas mayores y aportando a la comunidad, es esencial para su bienestar. Igual de importante es que los colectivos que trabajan con personas mayores tengan la formación y las cualidades necesarias para tratarlos con una mayor dignidad. Que se hagan respetar los espacios, los cuerpos y la intimidad de las personas mayores, sin despersonalizarlas y homogeneizarlas para poder sistematiza el trabajo, desposeído de perspectiva emocional solo facilita la productividad del personal para que las tareas de cuidados se lleven a cabo con mayor rapidez.

La realidad de la institucionalización de los cuidados dista de ser un modelo que apueste por la autonomía e independencia de las personas mayores en la actualidad. Como explica la autora, “esta atención no puede ser un negocio, no podemos dejar que el cuidado en la última etapa de la vida, que es donde se requiere una mirada más atenta, siga siendo un negocio. No podemos dejarlo en manos privadas de una gente que hace negocio con el trato, con la alimentación, con los pañales o pagando mal al personal. Un personal mal pagado no puede atender las necesidades de la gente”.

La gestión de estas instituciones ha mostrado su cara más negra con la pandemia. “Creía que después del covid iba a haber una reflexión colectiva social y política acerca de la vida en las residencias— asegura Freixas— Parece que esto no se ha hecho o se ha hecho una cosa ínfima. Realmente hay una reflexión que hacer y el cambio estructural respecto a qué se entiende por residencia, qué es lo que debe ofrecer una residencia y cómo debe ser el modelo de residencias es algo que debemos hacer todas y todos de manera urgente y necesaria“. La escritora considera que mientras esto no se haga las residencias seguirán siendo un aparcamiento de personas para sacarlas de la circulación. ”Hay gente que podría estar en su casa pero al estar en una residencia poco a poco se hacen dependientes porque no tienen nada que hacer, lo tienen todo hecho y no hay cosa que incapacite más. Que no tengas que hacer tus cosas te hace perder autonomía. A veces los hijos intentan solucionar la vida de los mayores pero lo que están haciendo es incapacitarlos ”.

“Igual que hay muchos protocolos de atención, protección y respeto a la infancia, debería haber también protocolos de atención y respeto a la vejez. En cuanto al trato a las personas mayores, todo es una asignatura pendiente”

Desentendernos de la vejez no va a hacer que el problema no exista o no nos llegue. Como dice la autora, “lo que tienen que pensar las generaciones más jóvenes es que o lo transformamos o se encontrarán con lo mismo. Es urgente que se haga esa reflexión aunque sea por egoísmo. Hay modelos interesantes que se están desarrollando en algunos centros de España como el modelo de atención centrado en la persona y que atienden a las personas como individuos con sus necesidades, sus características, sus manías y sus gustos. Somos personas desde el principio hasta el final y merecemos respeto hasta el último momento de nuestra vida. Igual que hay muchos protocolos de atención, protección y respeto a la infancia, debería haber también protocolos de atención y respeto a la vejez. En cuanto al trato a las personas mayores, todo es una asignatura pendiente”.

El cambio no solo tiene que ver con las instituciones si no también con las estructuras, transportes, medios y con los espacios que habitan las personas mayores. El tema de la adaptación de los espacios en relación con la dependencia o teniendo en cuenta a las personas de movilidad reducida es una asignatura pendiente, como casi todo en lo referente a la vejez, a la dependencia e inclusión. En Yo vieja, se ponen de manifiesto algunos de los factores necesarios a tener en cuenta para preparar nuestra vida para la vejez que llegará. La autora hace hincapié en que esto “implica que preparemos los medios que doten de seguridad y comodidad a nuestra casa”.

Aprender a ser viejas

Debería haber alguna asignatura que nos enseñe a ser viejas, una reflexión necesaria pues a la vejez tarde o temprano todas tenemos que hacerle frente. Al preguntarle a Anna Freixas por ello responde: “O deberíamos tener la vejez como un objetivo vital al que llegar con el mayor equilibrio y bienestar. Que ya desde la escuela tú sepas que las elecciones, que determinadas opciones que tú tomas en tu vida, marcarán tu futuro. Que serás probablemente una vieja pobre si tomas determinada opción en un momento de tu vida, a los 12 a los 14 ó a los 16 años“. En este sentido, Freixas considera que no nos hacemos pobres el día que vamos a cobrar la pensión, ”nos hacemos pobres cuando a lo largo de la vida hemos ido eligiendo opciones en las que no hemos priorizado nuestro futuro. Entonces la visión del ciclo vital como algo importante a lo que tenemos que llegar a través de los diversos paso de la vida, es importante que se aprenda en la escuela y en la explicación de todas las ciencias naturales y no naturales eso debería estar presente”.

Por último se echa de menos una perspectiva feminista en esta situación. Como asegura en el libro la autora “el feminismo debe convertirse también en salvavidas de las viejas. En todas las políticas, en todas las acciones, en todas las campañas, en todos los anuncios de publicidad, en todo, siempre habría que tener, mujeres viejas y hombres viejos, participando en la creación de este proyecto y luego ofrecer siempre en todas las situaciones imágenes de todas las edades y sobre todo imágenes de viejas, de viejas de verdad viejas, no viejas imposibles, no mujeres de 80 que parece que tengan 25, no, mujeres de 80 que se muestran con sus cuerpos de 80 dignamente y sus signos de vejez sin disimular”.

“No es la vejez lo que nos amenaza, son nuestras ideas, nuestras conductas y sobre todo nuestra disposición interior de obediencia y el conformismo las que nos precipitan a ella”, concluye Anna Freixas.

https://www.elsaltodiario.com/feminismos/anna-freixas-feminismo-debe-convertirse-tambien-salvavidas-viejas

Descarga el libro aqui:

Yo vieja – Anna Freixas

Comparte este contenido:

Afganistán: Tras condenar a prohibición de los talibanes a las mujeres de ir a la universidad, la ONU pide su revocación inmediata

La exclusión sistemática de las mujeres en prácticamente todos los aspectos de la vida en el país no tiene parangón en el mundo.

La ONU, todas sus agencias y los expertos en derechos humanos han condenado la decisión de los talibanes de cerrar las universidades a las mujeres y han solicitado a las autoridades de facto que gobiernan Afganistán que «revoquen inmediatamente la decisión».

En un comunicado, la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) instó a tales autoridades a «reabrir las escuelas para niñas más allá del sexto grado y poner fin a todas las medidas que impiden a las mujeres participar plenamente en la vida pública cotidiana».

Violación clara del derecho a la educación

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, describió la prohibición como «otro golpe atroz y cruel a los derechos de las mujeres y niñas afganas y un revés profundamente lamentable para todo el país».

Tras recordar que su exclusión sistemática de prácticamente todos los aspectos de la vida «no tiene parangón en el mundo», sostuvo que prohibir a las mujeres la educación terciaria es «aún más desgarrador» si se tienen en cuenta sus vitales contribuciones a lo largo de los años.

«Además de la prohibición de que las niñas asistan a la escuela secundaria, basta pensar en todas las doctoras, abogadas y maestras que se han perdido, y que se perderán, para el desarrollo del país», dijo el alto funcionario de la ONU.

Afirmó que suspender el acceso de las mujeres a la educación terciaria y superior supone una «clara violación» de las obligaciones contraídas por Afganistán en virtud del derecho internacional, y añadió que su derecho a acceder a todos los niveles educativos sin discriminación es «fundamental e incuestionable».

Unas niñas leen sus libros de texto en el centro educativo Dasht-e-Barchi de Kabul (Afganistán). (archivo)
© UNICEF/Shehzad Noorani
Unas niñas leen sus libros de texto en el centro educativo Dasht-e-Barchi de Kabul (Afganistán). (archivo)

Confinamiento entre cuatro paredes

La prohibición de que las mujeres asistan a la universidad es una continuación de las políticas de discriminación sistemática de los talibanes.

Desde agosto de 2021, han prohibido a las niñas cursar estudios secundarios, han restringido la libertad de circulación de mujeres y niñas, han excluido a las mujeres de la mayor parte de la población activa y les han prohibido utilizar parques, gimnasios y baños públicos.

Estas restricciones culminan con el confinamiento de las mujeres y niñas afganas a las cuatro paredes de sus hogares, según la UNAMA.

«Impedir que la mitad de la población contribuya de forma significativa a la sociedad y a la economía tendrá un impacto devastador en todo el país».

Hacerse daño a sí mismo

La UNAMA recordó que estas prácticas expondrán a Afganistán a un mayor aislamiento internacional, penurias económicas y sufrimiento, «lo que repercutirá en millones de personas durante años».

«La ONU estima que restringir el trabajo de las mujeres puede suponer una pérdida económica de hasta 1000 millones de dólares, o hasta el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) del país», explicaron, y añadieron que prohibir el acceso de las mujeres a las universidades, incluidas las maestras y profesoras, contribuirá a pérdidas económicas adicionales.

La educación es un derecho humano básico, recordó la misión de la ONU. Excluir a las mujeres no sólo les niega este derecho, «sino que niega a la sociedad afgana en su conjunto el beneficio de sus contribuciones».

Repercusiones

La exclusión de facto de mujeres y niñas de la educación, el lugar de trabajo y otros ámbitos de la vida por parte de las autoridades aumenta los riesgos de matrimonios forzados y de menores, así como la violencia y los abusos, señaló la UNAMA.

«La discriminación continuada contra más de la mitad de la población del país se interpondrá en el camino de Afganistán hacia la consecución de una sociedad inclusiva en la que todos puedan vivir con dignidad y disfrutar de igualdad de oportunidades», aseguraron los responsables de la Misión.

La ONU recuerda a los talibanes que arrebatar el libre albedrío a las mujeres y excluirlas de todos los aspectos de la vida pública y política va en contra de las normas universales de derechos humanos en las que se basan las sociedades pacíficas y estables.

«Esta decisión será un factor negativo para los afganos en el extranjero que se planteen regresar y obligará a más personas a huir del país», continúa el comunicado.

Un grupo de niñas de primaria sentadas en su clase en un instituto de la provincia afgana de Nuristán.
© UNICEF/Sayed Bidel
Un grupo de niñas de primaria sentadas en su clase en un instituto de la provincia afgana de Nuristán.

Cerrar la puerta al futuro

El máximo representante de la ONU en el país, Ramiz Alakbarov, afirmó en Twitter que la Organización «habla con una sola voz», al compartir la indignación de millones de ciudadanos, así como de la comunidad internacional.

«La educación es un derecho humano fundamental», tuiteó.

«Una puerta cerrada a la educación de las mujeres es una puerta cerrada al futuro de Afganistán».

Persecución de género

Al mismo tiempo, 19 expertos independientes en derechos humanos nombrados por la ONU condenaron la decisión en los términos más enérgicos, señalando que, entre otras muchas «restricciones irracionales», esta medida puede equivaler a persecución por motivos de género, un crimen contra la humanidad.

El anuncio es «una violación flagrante de sus derechos humanos consagrados en múltiples tratados internacionales, de los que Afganistán es signatario, y tendrá consecuencias desastrosas para los afganos», afirmaron en un comunicado.

Los expertos también señalaron que otros eruditos islámicos afirmaron que no existe ninguna justificación religiosa o cultural para ello.

Impacto profundo

Educar a mujeres y niñas sienta las bases de la autonomía económica de las mujeres y es fundamental para lograr la igualdad de género.

Sin mujeres instruidas, habrá menos profesionales para atender a la población y sacar adelante a Afganistán, sostuvieron los expertos.

Señalaron que las doctoras son necesarias para proporcionar a las mujeres una atención médica adecuada, ya que las autoridades de facto restringen a los médicos varones el tratamiento de mujeres y niñas.

Sin maestras, que antes constituían el 82% del Ministerio de Educación, el aprendizaje de los niños se resentirá, y sin abogadas, las mujeres y sus familias tendrán acceso a la justicia.

«Las repercusiones intergeneracionales de tal restricción serán profundas y desastrosas para Afganistán».

Instaron a los talibanes a «dejar de utilizar la seguridad de las mujeres y las niñas como pretexto para imponerles restricciones severas y desproporcionadas y, en su lugar, abordar la causa fundamental de la violencia y la discriminación contra las mujeres y las niñas, a saber, el comportamiento y las actitudes de los hombres que las consideran inferiores y subordinadas a los hombres y los niños».

Mujeres veniendo sus pertenecencias en la provincia afgana de Balkh.

Los más afectados

Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) presentó los resultados de una encuesta que revela que las mujeres y las niñas de Afganistán son las más afectadas por la crisis humanitaria y económica actual.

Las limitaciones para trabajar hacen imposible que muchas de ellas puedan alimentarse a sí mismas y a sus hijos, lo que aumenta el riesgo de que adopten estrategias desesperadas para hacer frente a la situación, como vender sus bienes, sacar a sus hijos de la escuela o saltarse por completo las comidas, explicó el PMA.

Restricciones y más restricciones

La movilidad de las mujeres se ha visto aún más limitada al obligarlas a ir acompañadas de acompañantes masculinos, lo que ha dificultado su acceso a mercados, clínicas y puntos de distribución.

Las trabajadoras humanitarias, esenciales para las mujeres y niñas vulnerables, se enfrentan a retos similares.

Se calcula que en Afganistán hay unas 800.000 mujeres desnutridas embarazadas y lactantes, la cifra más alta jamás registrada en Afganistán, lo que perpetúa un círculo vicioso de madres desnutridas que dan a luz a niños desnutridos.

Fuente: https://dppa.un.org/es/tras-condenar-la-prohibicion-de-los-talibanes-las-mujeres-de-ir-la-universidad-la-onu-pide-su#:~:text=21%20Dic%202022-,Tras%20condenar%20la%20prohibici%C3%B3n%20de%20los%20talibanes%20a%20las%20mujeres,tiene%20parang%C3%B3n%20en%20el%20mundo.

Comparte este contenido:

Acoso escolar en América, la delgada línea entre la prevención y el crimen

Entre el 50 % y el 70 % de los estudiantes latinos y del Caribe han sido víctimas de algún tipo de acoso escolar, según un documento de Unicef que alerta sobre el aumento de la violencia en los colegios. Golpes, lesiones con objetos, palabras soeces y hasta abuso sexual están prendiendo las alarmas en países como Colombia, Perú, Paraguay y México y refuerzan la necesidad de la prevención.

El más reciente informe de Unicef “Violencia contra niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe 2015-2021”, publicado en octubre de 2021, señala que los niños y adolescentes hombres experimentan el acoso escolar con más frecuencia, excepto por el acoso de exclusión (ser apartado del grupo, que se difundan los rumores) que ocurre con mayor frecuencia entre las niñas y adolescentes mujeres, además de que cada tres niños en edad escolar han sido víctimas de alguna forma de intimidación, incluyendo el acoso cibernético.

Un fenómeno que es reflejo de varios factores: las desigualdades sociales, la violencia intrafamiliar, la intolerancia, la homofobia y la pandemia que hoy imperan en el continente americano.

“Esta violencia, actitudes y tendencias están presentes desde antes de la covid-19. Es el caso por ejemplo de Sergio Urrego, en Colombia, un caso que hizo que activáramos los planes y que estemos mirando el tema de violencia escolar pasando por género y orientación sexual”, explica a Efe Mary Guinn Delaney, asesora regional de Educación para la Salud y el Bienestar de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El caso mencionado por Delaney ocurrió en 2014 en Colombia, donde Sergio Urrego, un adolescente de 16 años, se quitó la vida después de haber sufrido discriminación constantemente por parte de las directivas del colegio donde estudiaba por su orientación sexual, abriendo así una discusión sobre la manera en la que las instituciones educativas tratan la diversidad sexual. El caso tuvo consecuencias penales, legales y de adopción de protocolos.

Para la representante de Unesco, se trata de un problema a tratar urgentemente por parte de los sistemas educativos, que se enfrentan a grandes desafíos para garantizar el acceso a la educación, la seguridad e integridad física en los colegios.

“Ahora tenemos un proyecto de apoyo a los Ministerios de Educación. Es evidente que los colegios, los profesores y los estudiantes necesitan ayuda”, recalca Delaney.

La ONG Bullying Sin Fronteras muestra en su primer mapa mundial, realizado entre enero de 2021 y febrero de 2022, que los casos continúan en aumento. Concretamente, seis de cada diez niños sufren algún de tipo de acoso y/o ciberacoso todos los días.

“El bullying y el ciberbullying son asesinos silenciosos que cada año matan a 200.000 niños y jóvenes en todo el mundo. Son asesinos que se nutren de tres venenos: la soledad, la tristeza y el miedo”, señala el informe de la ONG.

¿ACOSO ESCOLAR ES SINÓNIMO DE DELITO?

Varios hospitales de América Latina han tenido que atender en las últimas semanas episodios graves relacionados con el acoso escolar. Uno de los que generó mayor alarma social fue el de abuso sexual ocurrido Paraguay con un menor de 6 años por parte de otros niños mayores. El caso, ocurrido en el baño del colegio el pasado 26 de abril, fue denunciado por la madre días después y obligó a las autoridades a abrir una investigación.

En Lima, un menor de 10 años tuvo que ser atendido en urgencias del Hospital de Niños tras una paliza que le propinaron varios compañeros de clase por el hecho de ser venezolano. Le ocasionaron un esguince cervical y un derrame cerebral.

Para el abogado penalista y profesor en Derecho de la Universidad del Rosario en Colombia Francisco Bernate, el acoso escolar no figura como delito porque hasta los 16 años (en Colombia) y hasta los 14 (en Paraguay y Perú) los adolescentes no pueden ser juzgados como adultos.

“Lo que ocurra de ahí para atrás no tiene una connotación legal. Tenemos una serie de guías y rutas de atención que buscan generar un impacto preventivo frente al acoso escolar, el matoneo y la agresión entre niños, pero es responsabilidad de las instituciones”, remarca.

De otro lado están los padres, que “no cuentan con muchas alternativas” y se enfrentan a una situación delicada con sus hijos». Según explica a Efe Bernate, “muchas veces los hechos no ocurren dentro del colegio» y entonces los centros educativos se desentienden de su responsabilidad.

CUANDO LA ESCUELA ES UN TORMENTO

En febrero de este año, Drayke Hardman, un menor de 12 años, se suicidó en Salt Lake City (Utah, EE.UU.), debido al acoso que sufría en la escuela. Sus padres difundieron una carta conmovedora en las redes sociales en la que expusieron la situación de su hijo y visibilizaron las consecuencias de lo ocurrido.

Para muchos niños, ir a la escuela es un tormento debido al ambiente que los rodea y lo que soportan en silencio por temor a contar lo que les ocurre. A ello hay que añadir la falta de apoyo de los colegios, que en ocasiones optan por minimizar la gravedad de los sucesos.

Delaney señala que en situaciones de menores con discapacidad o que son inmigrantes, se enfrentan a una fuerte discriminación. Por este motivo, la Unesco trabaja para “ayudar a los estudiantes en países de alto flujo migratorio que no estaban acostumbrados a recibir un alto flujo de inmigrantes, como Chile, a reconocer las diferencias» culturales y de hábitos de vida.

Delaney advierte sobre un problema creciente en América Latina, como es la orientación e identidad de género. “Muchas veces es una violencia más sistemática y hay un silencio por parte de los sistemas y de los adultos, que no responden aun sabiendo lo que está pasando”.

¿CRIMINALES EN POTENCIA?

Según Bullying Sin Fronteras, el país donde la situación es más preocupante a nivel mundial es México con 180.000 casos al año, seguido de EE.UU., con 160.000 casos totales y donde 6 de cada 10 niños y adolescentes sufren de acoso, especialmente los de ascendencia hispana. En tanto, Colombia ocupa el décimo lugar, con 8.981 casos graves.

Recientes episodios de acoso escolar de gran violencia ocurridos en las ciudades colombianas de Manizales y Bogotá han despertado en este país un debate acerca de si los menores de 14 años que cometen este tipo de acciones pueden ser considerados como sujetos criminales en potencia.

Al respecto, Bernate asegura que puede llegar a suceder, porque se trata de individuos «que no conocen claramente los límites, que no respetan la integridad física del otro».

Pero puntualiza que la solución «no es la represión penal» y recuerda el caso de la masacre en la escuela preparatoria de Columbine ocurrida en abril de 1999, a resultas de la cual, los dos muchachos que perpetraron la matanza cumplen cadena perpetua en una cárcel de adultos.

Más que por un centro de detención para adolescentes, el tema debe pasar por «una política pública de prevención, educación y formación”, recalca.

Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/acoso-escolar-am%C3%A9rica-delgada-l%C3%ADnea-072323393.html?guccounter=1&guce_referrer=aHR0cHM6Ly93d3cuZ29vZ2xlLmNvbS8&guce_referrer_sig=AQAAAAmEFFYdyNJo0wTnnJ7fjuTIHRsKrbP-VZz-zcMDpOkuXbof8o8vZxUZC0Giu5fID10zqGxjgHv1AswAe0zY5B46OixZJ8sp0aVQWjH0RELTrePZv35nio9xzzVXZJqgshmfYnSG-nNvlBvmfFEg1Wld9I5NEq1XjUOkfTKEQICg

Comparte este contenido:

Javier Tolcachier: Por el derecho a una internet con derechos

¿Qué duda cabe que la época está atravesada por una rasante revolución tecnológica, con la irrupción de la digitalización en casi todas las actividades sociales?

Internet, un espacio tan vital para nuestra interacción social ha ido mutando en sus características, alejándose de todo posible control democrático y siendo cada vez más permeado por los intereses mercantiles corporativos. Intereses que concentran poder y riquezas en un puñado de empresas transnacionales que van ejerciendo un control de facto sobre los contenidos que circulan por la red.

¡Sí!, la internet y sus tecnologías conexas, que idealmente pudieran servir para una mayor democratización del conocimiento y del quehacer político, que pudieran contribuir a una mejor distribución del bienestar y el patrimonio colectivo de la humanidad, se encuentran intervenidas por intenciones monopólicas particulares, que impiden o dificultan que aquello se realice.

De allí que es imprescindible analizar con mayor precisión cuáles son las intenciones y procesos que subyacen a la instalación de este modelo tecno-digital, cuáles son sus principales impactos y su posible devenir.

Los procesos en curso

Suele suceder que procesos que guardan alguna similitud externa, pero que son movilizados por distintas intenciones son confundidos y asimilados como idénticos, pese a constituir direcciones históricas distintas y hasta opuestas.

Tal es el caso de procesos como la mundialización [1] y la globalización. Mientras la primera corresponde a una tendencia histórica de conexión entre pueblos y culturas, llegando en la actualidad a formar un mosaico de diversidad plenamente interconectado y en camino a una posible Nación Humana Universal, la globalización responde al interés de empresas capitalistas de ampliar sus operaciones sin límites geográficos, intentando a su vez evadir toda responsabilidad localizada.

Es obvio que mientras la mundialización tiene una clara dirección de evolución, conllevando la posibilidad de compartir la acumulación histórica de cada cultura y de colaborar mutuamente para sortear los desafíos comunes y también los particulares de cada pueblos, la globalización actúa de manera regresiva, concentrando capital y poderío y alejando de la base social las capacidades de decisión democráticas, de por sí menguadas por la propia descomposición de la democracia formal en la institución Estado.

Algo similar acontece con las tecnologías digitales y la internet, encuadradas como están en los procesos anteriormente mencionados.

Si uno observa el avance de la digitalización a la luz de la mundialización, se hace evidente la utilidad de acortamiento del tiempo y las distancias en la comunicación junto a la posibilidad de acceder a conocimientos y compartirlos de forma libre.

Desde un espíritu mundializador, internet es una vía positiva para expresarse, cotejar hábitos, compartir experiencias, fortalecer proyectos, comunicar utopías, convocar a transformaciones y percibir al mundo y la humanidad como un todo, unido por un destino común.

Pero si se mira a estos mismos portentos tecnológicos bajo la lupa de la globalización, se devela que estamos ante un momento de reconversión del sistema capitalista, inmerso en una encrucijada por la monstruosa derivación especulativa de sus excedentes, y la reducción para el capital de espacios con márgenes de ganancia apetecibles en actividades productivas de la economía real para su afán de lucro ilimitado y presuroso.

La economía digital globalizada constituye una puerta de escape, junto con la promocionada “revolución verde”, de un sistema de acumulación excluyente e injusto que tiende, por su misma esencia, a la concentración de riqueza, a la segmentación social y, contrariamente a lo que se pretende pregonar, a la depredación del hogar común, privatizando el bienestar y socializando tan solo dificultades.

No es de extrañar entonces que el mismo Foro Económico Mundial, un cónclave de los poderosos e insensibles del mundo, haya abrazado con fervor al mismo tiempo la causa digital y el discurso de transformación ecologista. Para Naomi Klein, “El gran reinicio” – programa presentado en Davos 2020 por Klaus Schwab, director del FEM y también miembro del consejo de administración del elitista club Bilderberg y el príncipe Carlos, conspicuo miembro de la realeza Británica- es un lugar para pregonar soluciones tecnológicas con fines de lucro para problemas sociales complejos; para escuchar a los jefes de los gigantes petroleros transnacionales opinar sobre la necesidad urgente de abordar el cambio climático; para escuchar a los políticos decir las cosas que dicen durante las crisis: que esto es una tragedia pero también una oportunidad, que se comprometen a reconstruir mejor y a marcar el comienzo de un «planeta más justo, más verde y más saludable».

No por nada, entre los principales oradores en esa ocasión estuvo también el presidente de Microsoft, Brad Smith, quien señaló de modo explícito: «Los datos, y la tecnología en general, son herramientas indispensables para resolver casi todos los problemas a los que nos enfrentamos».

Tampoco es casual que ya en marzo de 2017, el Foro Económico Mundial (WEF) inaugurara el primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial en San Francisco, Estados Unidos, en una zona de alta concentración de incubadoras y empresas tecnológicas.

Los dos caminos 

Estamos ante una clara bifurcación de caminos. Un camino corto y veloz, el de una tecnologización digital acrítica, que conduce a una mayor dependencia de poderes concentrados y un aumento de la desigualdad y la exclusión social. El otro camino, con la mirada puesta en el interés común y la participación social, es quizás  más largo y lento, pero conduce a más autonomía, equidad, inclusión y complementación social.

Por el camino que pretende el capital concentrado, internet perderá todo componente social y humano. La ansiada conectividad universal será entonces tan solo el aprovechamiento por parte de ávidos hombrecillos del negocio corporativo de la inversión social en infraestructura ejecutada por los Estados.

Por esta vía, se multiplicarán las plataformas digitales ofreciendo trabajo precarizado. El teletrabajo, lejos de servir a la reducción de la jornada laboral, la aumentará. Se agudizarán las diferencias salariales entre trabajadores del conocimiento y empleos de segundo o tercer orden. Para las mujeres, la nueva explotación digital se sumará al trabajo de cuidado no remunerado y las diferencias de paga con los hombres.

Si internet se convierte definitivamente en la autopista del negocio transnacional, continuarán proliferando los instrumentos de manipulación informativa, de vigilancia y control, transformando a las personas en objetos de un extractivismo de datos ilimitado.

El avance corporativo digital sobre la educación y la salud traerá consigo la intervención ideológica de sus contenidos y la invasión de la privacidad de las comunidades involucradas, siempre para mayor gloria y riqueza de los accionistas de fondos de inversión.

Por este camino, aumentará la desigualdad entre el Norte y el Sur global, que continuará abasteciendo al Norte con materia prima digital y física a través del consumo extendido sin gozar de los beneficios que otorgan la propiedad de las patentes y licencias de tecnología.

Por ese sendero, las corporaciones irán primero  invadiendo y después capturando todo resquicio de actividad democrática, tornándose en una suerte de gobierno global corporativo, avanzando sobre el sistema multilateral de relaciones internacionales  y convirtiéndolo en mera pantalla para legitimar sus intereses.

El camino alternativo es el de la apropiación común de la tecnología digital para beneficio exclusivo de la comunidad humana en su conjunto.

Para que el derecho a internet constituya una ampliación efectiva de derechos, como en cualquier otro campo y ocasión de la historia, es imprescindible la participación decidida de los pueblos y sus organizaciones.

De este modo, podrá establecerse una alianza entre el Estado y la comunidad organizada, una alianza público-comunitaria que desplace la nefasta “asociación público-privada”, que en el marco neoliberal legitimó la intromisión del capital en regiones hasta entonces vedadas a sus negocios.

Desde esa alianza público-comunitaria podrán acometerse proyectos de conectividad universal de gestión compartida o autónoma para que las infraestructuras, herramientas y conocimiento y la necesaria inversión estatal se orienten al bien común y a la formación de usuarios activos y críticos.

En esa perspectiva, las prioridades son garantizar la soberanía y la autonomía con la generación de alternativas tecnológicas descentralizadas, no invasivas, interoperables y de libre elección; forjar redes de cooperación entre organizaciones para pasar de ser meras receptoras a generadoras y hacedoras de políticas sobre tecnología y posibilitar el acceso irrestricto y compartido al conocimiento estratégico entre naciones.

Es ineludible colocar hoy fuertes impuestos a las grandes empresas tecnológicas y plataformas digitales y evitar su fuga a guaridas fiscales para financiar una Renta Básica Universal Incondicional. Asimismo exigir leyes que garanticen la protección y propiedad individual o comunitaria de los datos y regulen el accionar de plataformas digitales comerciales desde el interés público.

Es fundamental apropiarse no solo del uso, sino también de la creación de tecnología y redes sociales no tuteladas ni extractivistas para favorecer la comunicación, la organización y el acercamiento social.

En definitiva, el progreso científico-tecnológico es un logro de los pueblos y de su acumulación histórica. Las herramientas digitales deben servir para la plena realización del ser humano. De lo contrario, no solo son inútiles, sino también perjudiciales.

Esta ponencia fue expuesta el 6/10/21 en el marco de la sesión del Grupo de Educación, Academia, Ciencia y Tecnología (GEACT), mecanismo de la sociedad civil en la agenda de desarrollo sostenible (Agenda 2030) y en el Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible (FPALCDS). Algunos de los contenidos vertidos forman parte de los diagnósticos y propuestas colectivas de las Jornadas “Utopías o distopías. Los Pueblos de América Latina y el Caribe ante la era digital” organizadas por el espacio Internet Ciudadana.

Nota:

[1] Para ampliar el concepto de mundialización ver: Silo, Diccionario del nuevo humanismo. Obras completas Vol. II. pag. 538 (2002)  México. Editorial Plaza y Valdés.

Javier Tolcachier es investigador en el Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en agencia internacional de noticias de Paz y No Violencia Pressenza.

Fuente: https://rebelion.org/por-el-derecho-a-una-internet-con-derechos/

Comparte este contenido:

Posibles causas (condiciones de producción) de la violencia de, hacia y en la escuela

Andrés Marcelo Sarlengo

Desde hace bastante tiempo, incluso antes de la conocida “Masacre de Carmen de Patagones” en el 2004, la violencia en, hacia y de la escuela (Daniel Lemme) preocupa a docentes, alumnos, directivos, funcionarios, gobernantes y padres de los estudiantes, más allá de las diversas miradas que tienen sobre la problemática.

Lo que tratamos con este trabajo monográfico es aproximarnos a este fenómeno de un modo crítico, articulando la bibliografía leída, los audiovisuales vistos y escuchados y una experiencia docente de más de diecisiete años que nos permite comprender desde la práctica educativa una temática urgente que precisa “alumbrarse” también desde las teorías. De ahí, que al decir de Norberto Boggino en Cómo prevenir la violencia en la Escuela recurrimos al paradigma de la “racionalidad compleja”, cuyos referentes conceptuales relevantes son “la idea de relación” y que “pensar desde la complejidad supone apelar a formas de conocer e intervenir que no mutilen ni atomicen lo real, que no reduzcan el todo a las partes”. En las propias palabras de Boggino se afirma: “Para comprender y plantear cualquier estrategia preventiva o propuesta de resolución de escenas de violencia en el aula y en la escuela hay que conocer los procesos estructurales que impactan y atraviesan la institución educativa y el modo en que es percibido por los actores; aun cuando la resolución de los procesos estructurales escapen a las posibilidades de los directivos y docentes”.

A modo de resumen de nuestras primeras intenciones queremos pensar e indagar sobre las posibles condiciones de producción de la violencia en esa triple relación con la escuela: en ella, hacia ella y desde ella. Esa es nuestra unidad de análisis e intervención y desde el enfoque de la racionalidad compleja nos remitimos “siempre a lo multidimensional, a lo complejo, a los procesos, a las interretroacciones entre los componentes y entre lo nuclear y lo general” (Cómo prevenir la violencia en la Escuela. Norberto Boggino).

¿Cuáles son las posibles condiciones de producción de la violencia escolar? Precisamente debemos pensar en relaciones: qué sucede en los grupos, las instituciones escolares, el orden escolar y social…para que desde el bullying, el ataque y roturas a edificios y el aburrimiento acontezcan cotidianamente y resulten puntos ciegos en muchos casos. Tomando a Ana Quiroga y Josefina Racedo debemos examinar lo real concreto, las relaciones entre los individuos, los grupos, las clases sociales y el orden sociohistórico que atraviesa lo escolar.

En Venado Tuerto y su región aledaña, sur de Santa Fe, predomina el modelo extractivista sojero biotecnológico que se refleja en los medios masivos locales con sus noticias e imaginario social, al mismo tiempo que coexiste una estigmatización y barbarización de ciertos barrios populosos y sus escuelas donde concurren niños, adolescentes y adultos. He ahí un ejemplo de lo abordado por Daniel Lemme: las escuelas del “sojalismo” como frontera entre la inclusión y la exclusión social. “Los parias urbanos”- en efecto, diría Loic Wacquant- producto del orden socioeconómico.

En un artículo que escribiésemos en junio de 2020 sostenemos: “La pedagoga Ana Campelo se preguntaba: ¿cómo promover vínculos solidarios, pluralistas y basados en el respeto mutuo? Y nosotros nos preguntamos –complementando esa inquietud-: ¿cómo promover el aprendizaje social para que las palabras y el diálogo desplacen al accionar violento? Antes que nada vale traer nuevamente las reflexiones de Campelo: “La consecuente desigualdad económica y social tuvo como correlato el desmantelamiento de los mecanismos solidarios de protección social, lo cual provocó la ruptura de los lazos sociales indispensables para hacer comunidad”.

Y tras leer el material “Convivencia y conflicto en los centros educativos” del libro Debates y propuestas sobre la problemática educativa de Ezequiel Ander-Egg sus reflexiones van en la misma dirección: “Si bien la violencia en la escuela es un problema específico de las instituciones educativas, esta situación expresa también la violencia que se genera fuera de la escuela, es decir, la violencia que existe en la sociedad (…) A todo esto debemos añadir las situaciones de violencia estructural: una sociedad injusta con grandes desigualdades sociales y desigualdades entre hombres y mujeres que son también causa de violencia. No se puede comprender de manera clara lo que acontece en la escuela sin tener en cuenta lo que acontece en la sociedad”.

¿Cómo se cuela la desigualdad social y emerge como acto, drama, movimiento o discurso violento en las escuelas? Aún nos debemos la tarea de profundizar en estos interrogantes. Si los educandos son sujetos relacionados, también lo son producidos: Inés Rosbaco en El desnutrido escolar cita a Piera Aulagnier: “La realidad de la opresión social sobre la pareja desempeñara un papel en el modo en que el niño elaborará sus enunciados identificatorios”. En palabras de Ezequiel Ander-Egg resulta contundente: “Estas circunstancias de violencia estructural que se viven en el ámbito social penetran en la vida escolar. Cuando los centros educativos están en sectores muy empobrecidos, los que se sienten frustrados y marginados no tienen reparos ni escrúpulos de cometer actos de venganza contra la sociedad. El vandalismo que sufren ciertos locales escolares es prueba de ello”.

A nuestro entender no vale (y científicamente menos) mirar el “acto violento” por fuera del proceso socioecónomico y sus implicancias subjetivas. Si creemos que los “delincuentes u negros chorros” (como le dicen) eligieron ser eso y no otro cosa: es un enfoque que  termina en la pura represión, castigo y hasta la supresión de las personas. Se termina cayendo en un enfoque individualista y defensivo: los otros son nuestros enemigos. Otra vez Ana Campelo nos enseña a pensar: “Así, los dispositivos que se crean para abordar la violencia – en las escuelas y también en la sociedad- parten de una lógica de defensa. Sin embargo, nos encontramos ante una paradoja, la paradoja de la seguridad, ya que lejos de defendernos, estos dispositivos aumentan el circuito de la violencia”. Aquí lo social se combina con lo institucional en un orden trágico que recae en la pedagogía de la “seguridad”:  los funcionarios que hoy se preocupan por las “balas y los disparos” y “la delincuencia” en los barrios, como de la violencia escolar, con su decir y políticas refuerzan este esquema: desigualdad socioeconómica=fragmentación del lazo social= violencia=miedo y desconfianza en los otros=dispositivos de represión que fragmentan más aún los lazos= más violencia y miedo= más dispositivos de represión (y en muchos casos de supresión).

Para reafirmar lo anterior y que no quede como pura opinión nuestra deseamos destacar el importante párrafo que cita Daniel Lemme de Parias Urbanos (Loic Wacquant): «Mientras que antaño, en las metrópolis occidentales, la pobreza era en gran medida residual o cíclica, estaba fijada en comunidades de clase obrera, era geográficamente difusa y se la consideraba remediable mediante una mayor expansión del mercado, hoy parece ser cada vez de más largo plazo si no permanente, y está desconectada de las tendencias macroeconómicas y establecida en barrios relegados de mala fama en los que el aislamiento y la alienación sociales se alimentan uno al otro, a medida que se profundiza el abismo entre las personas allí confinadas y el resto de la sociedad….».

¿Dónde está la violencia cuando es el Estado (en crisis o no) quien con sus dos herramientas (el monopolio legítimo de la fuerza-M.Weber; el monopolio legítimo de la violencia simbólica-P. Bourdieu) establece y garantiza un orden y reglas de juego donde el mercado tiene las de ganar y caemos bajo su designios e intereses?

Hasta aquí podríamos sostener que nos centramos en cómo el orden social genera violencias en las escuelas: una relación dialéctica, compleja, que no vale simplificarla. Y a modo de indagar cómo la escuela misma (su organización institucional) produce y reproduce violencias sobre los sujetos (provocando respuestas que a la vez se naturalizan) vamos a tomar una definición de Norberto Boggino como guía y referencia de estudio: “En el marco de la complejidad y del entramado de los componentes de producción de escenas de violencia, proponemos como unidad de análisis para las intervenciones en el aula y la escuela, a las escenas que protagonizan los sujetos singulares en el seno del microsistema institucional donde se manifiestan, considerando conjuntamente, los atravesamientos contextuales y, específicamente, las relaciones vinculares entre los actores inmersos en dichas escenas”. Boggino propone estudiar desde esa perspectiva escenas y fenómenos como los siguientes: la violencia, la indisciplina, la formación de valores, la construcción de normas sociales, la convivencia escolar.

¿Cómo y por qué emerge la violencia en la escuela? ¿Acaso la escuela como institución no debe ser analizada (un analizador) en el proceso de producción de esos acontecimientos? Daniel Lemme pareciera tomar a Fernando Ulloa cuando plantea “los aspectos institucionales implicados en la emergencia de la violencia escolar”; si bien Ulloa no hizo análisis institucionales aplicados puramente a lo escolar, si aporta a pensar esos “aspectos institucionales” como la distribución de tiempo, espacio, roles/funciones/responsabilidades/normativas que se mueven generando fracturas o articulaciones. De ahí, como afirma Lemme, que la estructura normativa, su aplicación rígida, situacional o vaga pueden favorecer “las situaciones de violencia escolar”. Aun así, la escuela debería además de establecer normativas (jurídicas, sociales o éticas) promover espacios para un “insight” de los sujetos que la habitan, dicho de otro modo, espacios de aprendizajes que tomen a la convivencia, las normativas y la ley simbólica como objeto de estudio, abierto y enriquecedor. Asimismo, Lemme subraya que una inadecuada propuesta de enseñanza a los alumnos también puede producir comportamientos agresivos, autoagresivos, desvalorización subjetiva y violencia simbólica. ¿Qué es sino el aburrimiento y la indiferencia de los alumnos frente a las clases ofrecidas? Fastidiar con una perorata y cansar con un currículo arbitrario también es violencia, violencia materializada por el rol docente y la institución. Lemme especifica así las causas de la “indiferencia” de los estudiantes: – los contenidos –las acciones que realiza el docente para facilitar la actividad de aprendizaje – el tipo de actividad a resolver, en forma individual o grupal. Es decir, en esa dialéctica entre la estructura del contenido y la estructura de participación surge el aburrimiento o lo que la farmacología llama déficit de atención cuando uno niño o adolescente no deja de moverse. La interacción en el aula, en el grupo, puede dar lugar a la adaptación pasiva al mismo, la puesta en acto de malestares internos no reconocidos, o bien- promover la autoría de la palabra/pensamiento (Isabel Requejo). En definitiva, podríamos sintetizarlo así: o se construye en el aula un marco de referencia compartido, un universo de significados compartidos; o los malentendidos, el desprecio del capital cultural traído por los alumnos, la no escucha del otro…puede que cierre un momento de orden en la clase (y de clase) pero de alguna manera emergerá lo subyacente: calificado de violencia por la institución; pero según Silvia Bleichmar podría ser agresividad en respuesta a un intento simbólico de supresión. Por supuesto que la institución escuela es una frontera entre el derecho social de educarse o la exclusión. Pero en esta región- como en varias del país- el extractivismo sojero hace lo propio –mediante las relaciones sociales que genera- en nuestras escuelas. La biotecnología parece extraer toda la savia y nutrientes de vegetales y la tierra, al mismo tiempo que extrae nuestra sabia/sabiduría clivando nuestros conocimientos a un simple estar pasivo, a mirar el mundo desde una tecné que nos embrutece y nos hace más violentos. ¿No es violencia acaso poner el sistema educativo al servicio de la formación de recursos humanos que la concentración empresarial requiere? ¿Hay allí un marco referencial pedagógico compartido o es un corpus que se baja con la excusa de la teoría del capital humano y la modernización? Hay que readmirar que se excluye y que se incluye en los contenidos curriculares.

Asimismo, Lemme señala cómo se dan ciertos procesos de exclusión en las escuelas: “La exclusión como movimiento o acción de la institución escolar, «representante» de la sociedad, impulsa movimientos de inclusión (y pertenencia) en otros grupos – en general «marginales/dos»- que responden desde la agresión o violencia correlativa a esta acción de ser excluidos de la circulación de ciertos bienes, servicios o posiciones en las redes sociales y comunitaria”. O sea, la escuela que excluye motoriza que los excluidos se incluyan en otros grupos donde la violencia hace sincretismo con el sobrevivir. El investigador describe dos procesos importantes de tener en cuenta al respecto: 1) Se produce la exclusión social, hay una crisis de pertenencia e identidad y de ahí provienen las actuaciones agresivas. 2) El proceso es similar pero la crisis de pertenencia se “elabora” perteneciendo a grupos de riesgos (pandillas, patotas, etc) que actúan agresivamente hasta de modo delictivo.

Ana Quiroga resume –en efecto- esa relación entre escuela, orden social, marginación y subjetividad: “Fracasada la supuesta utopía del nuevo orden, los hechos devastan a los sujetos y la vida social. A la vez que el discurso, como hemos dicho, sentencia: “éste es el único mundo posible”. La máscara cae, desnudando la crueldad de las relaciones de poder y su presencia en el plano de lo interpersonal. La situación de desamparo que esto genera, daría lugar a diversas respuestas. Una de ellas es la sobre-adaptación, que lleva a la construcción de un falso self, una falsa identidad, en la que el sujeto se aliena, se desconoce en sus necesidades. Asume entonces, como conducta espontánea, lo que es mandato y discurso de otro, en una relación de sumisión. Otra forma de respuesta es la personalidad light, en la que el sujeto pareciera dispersarse en la superficie de las cosas, en una relación de exterioridad y banalización, hacia sí mismo y hacia los otros. La vivencia de futilidad y vacío, que subyace a esa conducta puede ser signo de una depresión silenciosamente instalada. Otros, ante la imposibilidad de simbolizar y elaborar su angustia, de dar la respuesta supuestamente adecuada, descargan la frustración e ira que les invade, en la acción destructiva, buscando aniquilar la fuente de ansiedad en el mundo externo, situación en la que fracasan una y otra vez, pero que no cesarán de repetir, yendo de víctima en víctima. En tanto han registrado y asumido, desde los inicios de su vida, la desvalorización social de su existencia, de su condición humana, buscarán hacer experimentar a otros su propio pánico, en un fallido intento de desprendimiento del mismo. Su refugio es la droga y la banda, que acompañan y potencian esta conducta de daño hacia sí y el otro. La violencia sin sentido, cruel, criminal, presente en nuestra cotidianidad, tiene una de sus causas en este proceso”.

Resta para terminar esta breve monografía el reflexionar sobre nuestra tarea e implicancia. Como docente, apostar al diálogo, a la creación de espacios donde la palabra y el sentido compartido disminuya la violencia puesta en acto (Proyectos de consejos de convivencia, asambleas de alumnos, talleres creativos, formación en resolución de conflictos grupales e institucionales, articulación de redes escuela-comunidad, talleres de educadores), conseguir demorarse, escuchar al otro y producir un curriculum cada día menos arbitrario. Y en lo personal, saber y apropiarnos de la idea que los proyectos siempre van de la mano de la esperanza colectiva. Enrique Pichon Riviere se repetía: “tirar de la sano”. Y seguir aprendiendo, por eso realicé este esclarecedor seminario.

Bibliografía:

• Convivencia y conflicto en los centros educativos. Ezequiel Ander-Egg. 2005. Debates y propuestas sobre la problemática educativa. Rosario. Homo Sapiens.
• Convivencia escolar. Construcción de un modelo para su análisis. Daniel Lemme. 2004. Convivencia escolar. Ensayos y experiencias. Horacio Maldonado Compilador. Buenos Aires. Lugar Editorial.
• Complejidad de escenas de violencias y construcción de la convivencia. Norberto Boggino. 2007. Cómo prevenir la violencia en la escuela. Rosario. Homo Sapiens.
• Los grupos y las quejas. Ana Quiroga. Marzo 2009. Primera Escuela Privada de Psicología Social A-1245. Buenos Aires.
• Inseguridad en Venado Tuerto: aprendizaje social o supresión. Andrés Sarlengo. Venado 24. 11-06-2020

Fuente: https://rebelion.org/posibles-causas-condiciones-de-produccion-de-la-violencia-de-hacia-y-en-la-escuela/
Comparte este contenido:

La explotación laboral como característica estructural de México

Parte 2. La precariedad laboral, un rasgo persistente en el trabajo en México

Por: Irving Góngora

Jorge[1] nunca pensó que ser profesionista fuera tan miserable. Él soñaba con ser abogado; perseguía el sueño inocente de estudiar derecho para servir a la sociedad en búsqueda de un país más justo; por eso se esforzó en la escuela y logró excelentes calificaciones. Ahora, se retrasó su salario, de nuevo: mañana vence su renta, aún no paga sus deudas; confió en que su patrón le pagaría a tiempo y, por eso, decidió consumir lo último que le quedaba de su despensa mensual. En el camino a casa se compró un pan dulce, aunque hubiera deseado comprar dos, uno para el camino y otro para la cena. -No importa-, se dijo a sí mismo; -mañana aprovecho los bocadillos de la oficina y, al salir, voy a casa de mamá para comer y traer comida a casa-; también conserva la esperanza de que ahora sí, le paguen. -No puedo-, pensó de nuevo. Su jefe le recordó que debe doblar turno, nuevamente. -Ni modos que le diga que no puedo-, se dijo; el trabajo que tiene, si bien no es el mejor, es el único que pudo conseguir en, al menos, 6 meses. Sabe lo difícil de la situación para un abogado y cuidará su empleo por el tiempo que pueda o que aguante. -Lo bueno de estar muy cansado y llegar tarde al trabajo-, pensó, -es que puedes ahorrarte la cena y aprovechar a dormir- (práctica que aprendió en su época de universitario). Antes de conciliar el sueño diversos pensamientos le abruman su mente: desesperación, estrés, ansiedad y remordimiento: – ¿Cuánto más tiempo soportaré esto?, ¿qué haré si sigo así?, ¿qué estoy haciendo con mi vida? – Recordó que terminó una relación con su novia tan estable que incluso habían pensado vivir juntos y tener hijos; ahora carece de certeza sobre cómo solucionará su hambre de mañana, mucho menos puede pensar en planes para este año o a futuro. No puede dormir. – ¿Dónde está mi diazepam? -, pensó. Se levanta a buscarlo y ve que sólo le queda uno: – ¿Habré abusado mucho de él? Y ¿si mejor no lo tomo? -. Pensó un tiempo: -Tengo que tomarlo, mañana trabajaré, otra vez, 16 horas, no puedo darme el lujo de estar cansado-.

Algo que es claro para los académicos, pero no tanto para la población general, es que las condiciones pésimas que ofrecen los empleos son parte estructural del trabajo en México. Primero cabe recapitular lo que dijimos en la primera parte de esta disertación: el triunfo del capitalismo es ocultar que la riqueza de los súper ricos sucede por la participación de todos, especialmente de los trabajadores, y que esto ocurre en condiciones de explotación. En este segundo escrito nos detendremos en esto último: una expresión de la explotación es la precariedad laboral (concepto que definiremos más abajo). Algo debe quedar claro: todo empleado mexicano tiene derechos por el simple hecho de trabajar en el país; éstos deberían ser inalienables e irreductibles. ¡Oh, sorpresa!, tales garantías parecen privilegios, pues gran parte de la población carece de éstos. ¿Por qué? Puedo adelantar una respuesta, un tanto superficial, pero útil para empezar este texto: porque al empleador le cuesta dinero brindar derechos a sus subordinados. Aquí seré directo: ¡entiende, tú, empleado, lo que tu patrón se ahorra evitando pagar tu Infonavit, tu IMSS, tus vacaciones pagadas, tu prima vacacional, tu reparto de utilidades, una jornada justa, un salario decente se lo embolsa como capital! He sido testigo de quienes dicen: – A mí no me interesa tener nada de eso, no lo utilizo, además me descuentan mucho -. Sin importar que lo quieras o no tú patrón está obligado a dártelo (no hay de otra), claro, a menos que quieras renunciar a tus derechos; además, ahora, tal vez no los utilices, pero en algún momento enfermarás y necesitarás descanso y vivienda; cuando vivas eso implorarás que se respeten las garantías laborales que emanan de la ley.

Para entender la precariedad laboral definamos primero a qué nos referimos con la palabra “precariedad”. Éste es un fenómeno social y económico que se relaciona con la incertidumbre de ser dañado; es decir, un perjuicio latente e inesperado contra el individuo. La filósofa Judith Butler en su libro Precariedad vital dice, al referirse a la precariedad vital: Sin duda, el hecho de que puedan hacernos daño, de que otros puedan sufrir daño, de que nuestra vida dependa de un capricho ajeno, es motivo de temor y dolor (Butler, 2006, p. 14). La reacción del individuo a sentimientos de temor y dolor son repuestas esperadas ante situaciones negativas: el temor lleva al individuo a tener ansiedad por la huida o se paraliza por el terror. Pero este sentimiento no está originado en el propio individuo, sino en un capricho ajeno. El capricho es una determinación arbitraria inspirada por un antojo; pero en la definición de Butler este antojo no es propio. Si lo primero refiere al individuo, esto segundo se relaciona con lo social. El capricho ajeno puede ser un “otro”; pero para que éste pueda hacer daño basta que el individuo reconozca la legitimidad de su poder; este otro no se trata de un individuo en igualdad de condiciones, sino de alguien con jerarquía como: un gerente, un empleador, un patrón o cualquier superior. Otra de las palabras claves en esta definición es la condicional puedan, pues esto indica la incertidumbre, algo que puede o no suceder. Entonces, la precariedad implica la incertidumbre de que nuestra vida está vulnerada por lo que “otro”, con poder reconocido, quiera hacernos. No sabemos si hoy sí me pagará o no; si podré salir temprano o me tendré que quedar para terminar pendientes; si me condicionará mi pago sólo si cedo a concederle favores. Esta precariedad indica la vulnerabilidad en las relaciones sociales donde existe desigualdad de poder.

Al poner el adjetivo “laboral” a la precariedad, encontraremos algunos paralelismos con las ideas de Marx. Primero, veamos cómo se define la precariedad laboral por el organismo que vigila el trabajo en el mundo, la Organización Internacional del Trabajo. La define como un medio utilizado por los empleadores para trasladar los riesgos y las responsabilidades a los trabajadores[2] (2012, p. 32). Es claro que este concepto alude a una relación de un empleado con su patrón. Si bien, existen otros autores que extienden esta noción a otras formas de trabajo, pierde la precisión que quiero dejar claro en este escrito. En una relación salarial el trabajador vende su trabajo por un salario a un empleador. La única obligación del primero es hacerse cargo de su trabajo, mientras que el último, toma el riesgo por toda la producción; a fin de cuentas, es éste quién más riqueza genera. Las diversas luchas obreras resultaron en que los patrones se hicieran responsables de brindar un sueldo justo por el trabajo, una jornada adecuada y otorgar acceso a la seguridad social. La precariedad laboral es vulnerar los derechos de los trabajadores mediante el arrebato de los derechos laborales. Esto se traduce en bajos salarios, jornadas laborales extensas, falta de claridad en la contratación, falta de seguridad y poca posibilidad para exigir que se garanticen los derechos de trabajo.

La seguridad social surgió como una forma de distribución de la riqueza del empresario al reconocer la situación insegura de su subordinado. El Estado interviene entre el capitalista y el obrero para garantizar que este último trabaje seguro mientras el primero disfruta de sus riquezas. Si bien lo anterior sólo termina por justificar la desigualdad social, al menos, en teoría, permite la distribución de la riqueza generada en la producción. A través de la seguridad social el trabajador puede acceder a satisfactores para la reproducción de su vida que no podría alcanzar de otra forma con su nivel de sueldo, tales como acceso a servicios de salud ante accidentes de trabajo o de otra índole, descanso pagado, reparto de utilidades, etc. Lo anterior, en gran parte del mundo, se ha cristalizado como derechos laborales dentro de las constituciones de los países. Trasladar el riesgo del trabajo del empleador al trabajador es una forma de evitar la distribución de la riqueza producida por los propios trabajadores.

Cuando digo que tal precariedad es parte estructural del trabajo en México, me refiero a que es necesaria su existencia. La estructura, según se define en la RAE, es la disposición o modo de estar relacionadas las distintas partes de un conjunto. La precariedad al ser parte del conjunto del trabajo se vuelve necesaria. Pero hay que ser claros con lo que sigue: no todo el conjunto del trabajo es precario, pero gran parte sí lo es. Obtener un trabajo sin precariedad se convierte en una gran proeza en nuestro país. Por paradójico que suene, tal proeza no se relaciona directamente con el mérito del individuo. Hay condiciones sociales como el lugar donde se nace: ciudad o campo, localidad pequeña o grande, mercado de servicios, mercado industrial, familia empobrecida o familia acomodada. La manera en la que se acomodan las condiciones sociales se traduce en el tipo o nivel de oportunidades de la población. En nuestro país, si naces con pocas oportunidades tal vez no las incrementes a lo largo de tu vida; pero, si naciste con muchas oportunidades lo más seguro es que las mantengas o las incrementes. La desigualdad de nuestra nación se traduce en un mínimo de población con gran cantidad oportunidades y una gran mayoría con escasas oportunidades. Esta última población es la que está en riesgo de trabajar precariamente.

El asunto no es únicamente poblacional, pues la disponibilidad de trabajos decentes es un problema económico y de la organización del empleo. México se convirtió en el patio trasero de Estados Unidos después de los años 80. Nuestra economía transitó de una que protegía la producción mexicana y limitaba las importaciones a otra completamente opuesta. A partir de los años 90, México abrió sus fronteras al mercado mundial y desmanteló la industria estatal. Ha sido en estos años que nuestro país ha dependido de la inversión de capitales extranjeros, mayormente norteamericanos. Pero, es bueno esto ¿no? ¿No supuestamente el desarrollo de un país alcanza sus límites internos por lo que se volvería necesaria la inversión externa? Bueno, si esto fuera así, ¿por qué México no se desarrollado económicamente como se prometía en los años 90? Al abrirse las fronteras se dio paso libre a la explotación de parte de las empresas transnacionales hacia los mexicanos. Pero ¿cómo hizo México para convencer a los héroes gringos de que vinieran a “salvarnos”? Concesiones y mano de obra abaratada. Se crearon condiciones para que las empresas se instalaran: reducción de competencia con la empresa nacional, exenciones al pago de servicios, construcción de infraestructura y desregulaciones laborales para flexibilizar las contrataciones de mano de obra. También, se desprotegió el trabajo de los mexicanos y se abarató su precio: nuestro país es uno con grandes desigualdades, con un gran ejército de mano de obra sin preparación, empobrecida, con muchas necesidades, que aceptaría cualquier trabajo para poder sobrevivir nuestra cruda realidad. Y todo salió bien en las cuentas y en los libros: México hizo convenios con nuestro vecino del norte, se dispararon las inversiones, aumentaron las transacciones con el extranjero, los ricos se volvieron más ricos; pero todo salió mal para el grueso mexicano: empleo precario.

Es necesario que haya empleos mal remunerados y explotados para que nuestra economía “avance” (noten las comillas). Son escasos los empleos decentes (trabajo sin precariedades) y abruman los precarios; según investigaciones sólo 3 de 10 empleos son decentes. Nos pintan que el esfuerzo individual basta para conseguir buenos empleos. Antes dijimos que la disponibilidad de empleos no depende de las características poblacionales, sino de la forma en la que está organizado el trabajo y nuestra economía. Por mejor preparada que esté nuestra población en términos educativos y laborales no se generarán nuevas plazas laborales decentes. Es necesario que muchos estén con trabajos de mierda, para que otros se enriquezcan. Pues – lógico-, dirían los privilegiados, -ni modo que un intendente o velador gane lo mismo que un profesionista-. Parece tan natural en nuestra cultura culpar a los individuos por fallas estructurales. Lo que no es natural es la abrumadora desigualdad: un país que tiene a la mitad de su población en pobreza y a uno de los hombres más ricos del mundo.

Por diversos estudios, se ha descubierto que a menores niveles de educación o experiencia laboral aumenta la propensión de tener un trabajo precario. Se espera que a más educación mejoren las posibilidades de lograr un trabajo decente. Pero la realidad de México dista de este ideal. Una parte sustantiva de la población en México apenas termina el nivel secundario. Si bien, la educación básica ha incrementado, su calidad es insuficiente y la población no tiene los medios y recursos para mantenerse estudiando. Sólo una porción menor de la población estudia y termina una licenciatura y, una porción aún menor, estudia algún posgrado y especialización. Las condiciones desiguales del país provocan que la acumulación de capital humano aún diste de lo ideal. Pero si bien, estudiar una licenciatura aumenta las posibilidades de tener un empleo sin precariedades, no lo asegura. Nuevas investigaciones en la población profesionista han descubierto que una parte significativa de los jóvenes con licenciatura encuentran trabajos precarios.

Veamos cómo ha sucedido la precariedad en México. Para 2008, Mora realizó un análisis para identificar niveles de precariedad laboral en los empleados[3]. Descubrió que sólo el 37% de la población trabajó sin alguna condición de precariedad; es decir, el 63% laboró con alguna modalidad de precariedad. Encontró que casi el 42% de la población trabajó con alta y muy alta precariedad. La precariedad en nuestro país se ha mantenido constante desde los años 90. Mora y Oliveira (2010) realizaron un ejercicio histórico para encontrar la prevalencia de los distintos niveles de precariedad desde 1991 hasta 2004[4]. Para ello clasificaron las condiciones laborales como no precario, precariedad moderada y precariedad extrema. La primera se ha mantenido constante con cifras alrededor de 32% a 37%; algo similar a lo que reportó Mora para 2008. La precariedad moderada también ha visto ligeros cambios pues se ha mantenido constante entre 15% y 18%. La precariedad extrema se ha mantenido similar, pero con cifras alarmantes entre 49% a 48%. De 1991 a 2008 la problemática de las condiciones laborales ha cambiado poco, a pesar de la alternancia política del 2000. Más bien, existe una continuidad económica que privilegia la desregulación del trabajo y el deterioro de la clase trabajadora. La precariedad es alarmante, veamos las estadísticas de nuestro país en 2019. En ese año 44.1% de los asalariados carecieron de acceso a los servicios de salud por el trabajo. Éstos ante un accidente laboral no están amparados por su empleador y, como quedó evidenciado, carecieron de servicios médicos durante la pandemia de 2020. Para el mismo año, el 36% de los asalariados carecieron de acceso a prestaciones sociales como el aguinaldo, reparto de utilidades y vacaciones pagadas; formas para distribuir la riqueza de las empresas. El 43% careció de contrato escrito indefinido, de planta o base; tener contrato, en términos ideales, da certeza de la permanencia en el trabajo hasta que la relación se rompa justificadamente o que el trabajador renuncie como manda su derecho; su falta ocasiona discrecionalidad en los despidos o en las renuncias, o bien, incertidumbre en que mañana un trabajador contará con su trabajo y, por tanto, con su sueldo. Para ese mismo año, 20% trabajó con jornada parcial por razones de mercado, es decir gente subempleada que no pudo ser contratada con jornada completa a pesar de que el trabajador quisiera, lo que evita que éste goce de los derechos laborales propios de la jornada completa. El 27% trabajó más de las 48 horas máximas legales en México, cosa que está prohibida, pues, incluso, las horas extras están condicionadas. Un 54% trabajó con una paga de hasta 2 salarios mínimos, que este es el límite para considerar un ingreso precario.

El trabajo es importante pues es una forma de integrarnos a la sociedad, pero también puede significar enajenación y exclusión social. Algo que nos diferencia como seres humanos es nuestra capacidad creativa que se expresa a través de la fabricación de un objeto o una habilidad. El trabajo concretiza nuestra habilidad creativa. Desde una perspectiva sociológica el trabajo permite que nos integremos socialmente. Nosotros, como individuos, podemos aportar nuestra capacidad creativa al servicio de los demás. Una de las consecuencias de nuestra participación en forma de trabajo es la garantía de seguridad. Como maestro, yo puedo hacer mi trabajo con la certeza de que hay personas que aportan su creatividad en forma de agricultura, ganadería, medicina, y un sinfín de actividades; como no puedo hacerme mi propia comida o curarme tengo la seguridad de contar con otros que lo puedan hacer por mí; pero también esos que producen alimentos pueden estar seguros de que hay profesores como yo para brindar educación. Ese reconocimiento de nuestra aportación social se traduce en forma de disponibilidad de puestos de trabajo, ingresos suficientes, prestaciones sociales y buenas condiciones de trabajo. Cuando todo lo anterior sucede se puede decir que el trabajo permite inclusión social.

Cuando no sucede lo anterior podríamos decir que el trabajo se enajena o provoca exclusión social. En Mérida, una de las ciudades más caras para vivir en el país, en la que los salarios están por debajo de la media nacional podemos observar cosas como la siguiente. Existen restaurantes de lujo que emplean cocineros que cocinan los mejores platillos; platillos que por los cuales tal restaurante se volvió famoso. La capacidad creativa de los cocineros (su trabajo) es reconocido por los comensales. Pero ellos, los cocineros, con sus ingresos actuales, no podrían comprar lo que ellos mismos cocinan; no proveyeron los insumos, no les pertenecen los ingredientes, sólo su trabajo; pero es su trabajo lo que hizo que ese pescado y esa pasta se cocinarán tan bien. Qué paradójico, el restaurante enajena el producto creativo de los cocineros. Además, los cocineros: no tienen acceso a seguridad social, sus ingresos son bajos, no tienen vacaciones, sus días de descanso son rotativos, trabajan horas extras superiores a las legalmente permitidas y no se las pagan; les rotan turnos, les extienden la jornada sin avisar, tienen atrasos en sus pagos, existe burnout en el espacio de trabajo, acoso, mobbing y se les cobran los platillos mal hechos. Algunas de las consecuencias de estas pésimas condiciones son: falta de tiempo para dedicarle al descanso, a la familia (si es que tiene), al estudio, a la cultura, falta de solvencia económica para participar en el consumo y permitir el acceso a diversos bienes, cansancio, estrés, ansiedad y, en última instancia, la renuncia. Este restaurante no sólo enajena el trabajo reconocido, sino que sus condiciones precarias vulneran al trabajador.

Jorge pudo comer al llegar a su trabajo. Por fortuna, una amiga le convidó de su comida. El patrón de Jorge lo encontró en el pasillo y le dijo – ven a mi oficina más tarde -. – ¿Qué querrá? -, pensó Jorge. – Tal vez por fin me pagará -. La alegría del pago lo puso con buen ánimo, tanto que se le olvidó que no llevó nada para comer, incluso se le olvidó su hambre. Toda su jornada de 16 horas se las pasó tomando agua y café. Inspirado por su buena noticia pensó: – he trabajado bien; la semana pasada me felicitó por mi informe. ¿Y si me ofrece otro puesto o me aumenta mi salario? -. Esto lo inspiró a trabajar tanto que acabó todos sus pendientes con 5 horas de anticipación. Se le olvidó preguntarle a su jefe a qué hora debía ir a verlo. Decidió esperarlo hasta que lo llame. Todos se habían ido, sólo Jorge se mantuvo en la oficina. – Olvidé mis llaves en la oficina. Estaba yendo a mi casa y recordé que las dejé-, oyó decir a su jefe. – ¡Jorge, cierto! Se me olvidó, ven a mi oficina-. Ambos entraron y empezó el jefe: – espero que estés bien. Yo lo estoy. Mi sobrino acaba de graduarse de la universidad; la verdad le iba tan mal en la escuela que es un logro que la haya terminado. Bueno, por eso te llamo. Mi hermana me pidió que lo contratara y si no lo hago se molestará. Lamento decirlo, pero tengo que despedirte. Eres el más nuevo, si despido a otra persona tendré que pagarle mucho de finiquito. Tienes que firmar tu baja -. Jorge no podía con la noticia: trabajó días enteros, no comió y tampoco le habían pagado. – De hecho-, continuó tu jefe: – no tienes que firmar, recordé que firmaste una hoja en blanco cuando te contratamos. Qué bueno, eso aligera más los trámites. Como recomendación para tu futuro, Jorge, nunca firmes hojas en blanco. Ahora, vete, si necesitas una carta de recomendación pídemela, la verdad eres un gran elemento. Ten tu paga y mil pesos de finiquito, de nada-. Jorge salió del edificio. -Sé positivo-, pensó. Se dirigió rumbo a casa de sus papás, lo más seguro es que se quede allá unos días, así puede ahorrarse algunos gastos en lo que encuentra otro trabajo.


Irving Góngora es Maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de México.

[1] “Jorge” es un personaje típico resultado de la información recabada mediante entrevistas en una investigación sobre la precariedad laboral en jóvenes profesionistas.

[2] OIT (2012). Del trabajo precario al trabajo decente: documento final del simposio de los trabajadores sobre las políticas y reglamentación para luchar contra el empleo precario/ Oficina Internacional del Trabajo. Ginebra: OIT.

[3] Mora, M. (2012). La medición de la precariedad laboral: problemas metodológicos y alternativas de solución. Revista Trabajo, 9: 89-124.

[4] Mora, M; Oliveira, O. (2010). Las desigualdades laborales: evolución, patrones y tendencias. En Los grandes problemas de México. V, Desigualdad, pp. 101-140. Publicaciones COLMEX, Ciudad de México.

Fuente de la información e imagen:  https://cemees.org

Comparte este contenido:

España| Deporte con valores: Un balón de oxígeno para 300 menores en riesgo de exclusión social

Por: Fernando Morales

Un campamento les inculca valores a través del deporte y dota a los niños de cuatro comidas diarias durante tres semanas

Un campamento de verano no está al alcance de cualquier familia, ni tan si quiera muchas tienen la oportunidad de poder ofrecer a sus hijos una alimentación adecuada en el periodo estival, cuando muchos de los comedores de los colegios están cerrados. Es para ellos, menores en riesgo de exclusión social, para los que está dirigido la primera edición del programa Campus Social Basket Kellogg´s, un campamento de baloncesto por el que pasarán en tres semanas hasta 300 menores pertenecientes a familias con problemas socioeconómicos de Madrid.

El objetivo de este campus, que se presentó este martes aunque había dado comienzo el pasado lunes, es inculcar valores como el esfuerzo, el trabajo en equipo, el respeto, la deportividad y el juego limpio a través de la práctica del baloncesto. De esta forma se pretende que estos menores, procedentes de tres colegios públicos de la capital, vean que el deporte no es solo competir sino que se pueden «sacar lecciones y valores que les van a servir en su día a día», cuenta José Antonio Paraíso, exjugador profesional de baloncesto y director general de Gigantes, compañía que junto a Kellogg´s ha organizado este campus en el CEIP Eduardo Rojo de Vallecas.

Pero este campamento, en el que los menores no cuentan con una experiencia ni conocimientos técnicos previos sobre baloncesto, pretende que estos alumnos de entre 6 y 14 años se alimenten de manera «saludable y equilibrada» durante el verano.

Por ello, los pequeños pasan toda la jornada en las instalaciones del colegio y reciben hasta cuatro comidas diarias alternadas con las actividades que realizan enfocadas, asimismo, a que aprendan a utilizar de manera adecuada las redes sociales y a tener respeto por el medio ambiente. «Van a poder disfrutar de una semana de valores, alimentación y diversión», aseguró este martes en la presentación del campus Susana Entero, directora general de Kellogg Iberia.

Los menores aprenden a jugar al baloncesto con entrenadores federados, aunque para desarrollar las actividades lúdicas y de aprendizaje de otras materias el Ayuntamiento de Madrid ha puesto a su disposición a más de 70 voluntarios del programa Voluntarios X Madrid.

Un día después de que diera comienzo este campus, y con los pequeños ya disfrutando con las pelotas, los entrenadores y sus compañeros en el patio de un colegio de un distrito «tan vulnerable» como Puente de Vallecas, Borja Fanjul, concejal presidente del Distrito de Puente de Vallecas, consideró fundamental que a estos chicos puedan tener un verano como «el resto de menores de Madrid, de diversión una vez que ha acabado el periodo escolar».

Fuente de la información e imagen:  https://www.abc.es

Comparte este contenido:
Page 1 of 14
1 2 3 14