Mundo: Crean novedoso software que detecta emociones de alumnos en clases virtuales

El software sería capaz de leer las expresiones faciales de los estudiantes para determinar su estado de ánimo.

A raíz de la pandemia, la virtualidad se ha tomado muchos aspectos de la vida cotidiana. La educación no es la excepción. Las dinámicas que tradicionalmente se desarrollaban en un aula de clases, o en el colegio, se han ido perdiendo y hoy es más difícil para los profesores saber cómo los alumnos reciben su metodología o si están comprendiendo los temas de clase, entre otras cosas.

Desde hace mucho tiempo el lenguaje corporal de una persona se ha vuelto fundamental en el día a día, y este incluso comunica mucho más que las palabras. Con el objetivo de responder a este limitante, la empresa Fine Solutions desarrolló un software de inteligencia artificial que es capaz de analizar las expresiones faciales de los alumnos y así registrar sus emociones.

A través de la posición de sus ojos, cejas y boca la nueva tecnología detecta emociones como felicidad, enojo, tristeza, miedo, disgusto e incluso sorpresa, con un rango de efectividad del 85 %. La empresa tecnológica es una de las muchas que hacen parte de la industria de reconocimiento facial y detección de emociones.

Este sector de innovación y tecnología ha estado en constante crecimiento y desde la pandemia ha logrado incrementar su productividad significativamente, se estima que para 2014 el sector moverá al menos 56 mil millones de dólares en todo el mundo.

A través de la posición de sus ojos, cejas y boca la nueva tecnología detecta emociones como felicidad, enojo, tristeza, miedo, disgusto e incluso sorpresa, con un rango de efectividad del 85 %. La empresa tecnológica es una de las muchas que hacen parte de la industria de reconocimiento facial y detección de emociones.

¿Qué es el reconocimiento facial y cómo funciona?

El reconocimiento facial es un de la tecnología que además de emocionante puede resultar problemático. Es una forma de autenticación biométrica que utiliza medidas corporales para verificar tu identidad. Funciona gracias a un subconjunto de datos biométricos que identifica a las personas mediante la medición de la forma y estructura únicas de sus rostros.

El reconocimiento facial ha sido una las mayores revoluciones tecnológicas e importantes de la década, se puede considerar un adelanto tecnológico problemático porque ha generado debates sobre la protección de datos y la legislación que debería existir al respecto.

Uno de los primeros países en utilizar esta novedosa tecnología fue China, que la han usado a modo de salvaguarda de la seguridad en las calles, allí existen más de 300 millones de cámaras de seguridad, motivo que les permite reconocer en pocos segundos a una persona entre la multitud.

Otros países que se utiliza

En estados Unidos, hace más de dos años se realizó una prueba piloto de una tecnología similar, sin embargo, su eficacia fue casi que nula. No obstante, Estados Unidos sigue adelante con la implementación del sistema, inclusive, el propio FBI lleva un registro de criminales en 16 estados gracias a que las bases de datos tienen el registro facial de la mitad de la población adulta.

Por su parte las autoridades de Londres y Gales lo han implementado como conejillo de Indias logrando varios arrestos. No obstante, su uso generó varias protestas pues la población sentía que estaban violando su privacidad.

Otros países como Emiratos Árabes, India, Malasya y singapur, usan estos mecanismos con frecuencia, puesto que su sistema de vigilancia está basado en el reconocimiento facial. En la pequeña y millonaria ciudad estado, que incorporó tecnología china y japonesa, tienen incluso un avance aún más futurista: reciben ayuda de un robot autónomo. Se trata del Multi-purpose All-Terrain Autonomous Robot.

Fuente: https://www.semana.com/tecnologia/articulo/crean-novedoso-software-que-detecta-emociones-de-alumnos-en-clases-virtuales/202140/

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Producción Científica China Bajo La Lupa

Por: Sofía García-Bullé

En tiempos de alta tensión internacional, el conocimiento puede volverse un arma y los académicos fuentes de información confidencial codiciada.

Las universidades son espacios donde se genera y comparte conocimiento y donde se llevan a cabo grandes descubrimientos científicos y tecnológicos a través de la investigación científica. El propósito de la investigación científica es aportar conocimiento y recursos que contribuyan al  avance de la humanidad. En algunas ocasiones, el proceso de investigación implica la producción y manejo de información altamente sensible y confidencial, por lo que se exige a los científicos evitar verse influenciados o comprometidos por intereses políticos o económicos ya que un caso de deshonestidad académica en este tipo de situaciones puede provocar incidentes internacionales.

En artículos anteriores hemos hablado sobre cómo el panorama geopolítico puede afectar el trabajo y hasta la integridad física de académicos de diversas áreas del conocimiento. Estas situaciones suelen darse ante el temor constante de los regímenes políticos del uso indebido de la información que pueda comprometer la seguridad nacional de países enteros. A continuación presentamos tres casos en los que malas prácticas y el manejo inadecuado de información confidencial, se extendieron más allá del rubro académico para convertirse en un conflicto entre naciones.

Un conflicto sobre declaración de fondos

El pasado martes 11 de febrero, autoridades federales estadounidenses arrestaron a Charles Lieber, uno de los principales expertos en nanotecnología a nivel mundial. El científico mantenía su posición como presidente del departamento de Química en la Universidad de Harvard cuando aceptó un puesto de asesor en la Universidad de Wuhan, China. El objetivo era apoyarlos como experto en la fundación de un laboratorio y crear propuestas de investigación estratégicas y visionarias.

De acuerdo a los reportes del Buró Federal de Investigación (FBI por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, el Dr. Lieber recibió 15 millones de dólares en fondos por parte de el Instituto de Salud y el Departamento de Defensa estadounidenses; a la vez  que sus empleadores en China, le pagaban 50,000 dólares mensuales para fondos para investigación, pagos que no habían sido reportados por el científico.

El conflicto se debe a que, en Estados Unidos, todo investigador debe revelar si recibe fondos de otros países. Tras encontrar este encubrimiento, el Departamento de Defensa cuestionó al Dr. Lieber al respecto, quien a su vez proporcionó información falsa. Actualmente Lieber se encuentra suspendido de su posición en Harvard y enfrenta cargos federales por mentir al Departamento de Defensa.

¿Un posible caso de espionaje exitoso?

Yanqing Ye trabajó como investigadora en el departamento de Física, Química y Bioingeniería Médica de la Universidad de Boston hasta abril del 2019, posteriormente la Dra. Ye regresó a China. Los problemas con su estancia surgieron recientemente cuando fiscales federales de los Estados Unidos denunciaron que en la aplicación para su visa, la científica ocultó su posición como teniente en el Ejército Popular de Liberación, el ejército nacional de la República Popular China. Sin embargo, el currículum que la investigadora presentó a la Universidad de Boston al aplicar,  incluía información sobre un grado académico obtenido en la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa, la institución de educación superior del Ejército Popular de Liberación.

Los fiscales además sostienen que durante su estancia de investigación en Estados Unidos, la Dra. Ye siguió recibiendo y llevando a cabo órdenes de sus superiores en la milicia china. El gobierno estadounidense levantó cargos contra la investigadora por fraude de visa, realizar declaraciones falsas y conspiración con un gobierno extranjero, pero no ha sido arrestada, dado que se encuentra en China.

Publish or perish”: un cáncer de la academia

Otro caso es el de Zaosong Zheng. El investigador afiliado a la Universidad de Harvard fue descubierto tratando de salir del país con 21 ampolletas robadas de un laboratorio del Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Boston.

Las ampolletas contenían material de una importante investigación relacionada con el desarrollo del cáncer. Tras ser arrestado, el académico admitió haber intentado escapar con estas muestras para publicar la investigación bajo su nombre en China e impulsar su carrera científica. Zhen enfrenta cargos por contrabando y falso testimonio, y actualmente se encuentra bajo la custodia del gobierno estadounidense.

¿Qué pasa cuando solo es un error desafortunado?

Los arrestos y procesos mencionados anteriormente forman parte de un despliegue del gobierno estadounidense ante las sospechas y amenazas de espionaje y robo de información motivadas por las tensiones internacionales entre Estados Unidos y China. El gobierno estadounidense ha comentado repetidamente la necesidad de proteger agresivamente el conocimiento generado en el país que pudiera ser robado y utilizado por otras potencias mundiales. Casos como los anteriores podrían darle la razón, pero, ¿qué tan estrictos pueden ser en términos de colaboraciones internacionales académicas sin caer en un caso extremo de paranoia? y ¿Cómo afectaría esta práctica a la apertura científica y colaboración académica?

En agosto del año pasado, Feng Tao, quien trabajaba como químico en la Universidad de Kansas fue acusado de fraude por el supuesto fallo en comunicar una posición de tiempo completo en una universidad china, mientras recibía fondos federales estadounidenses. A diferencia del caso del Dr. Lieber, por ejemplo, el académico no proporcionó información falsa y aparentemente no mostró malicia ni dolo en la omisión de la información sobre su puesto en China.

Su abogado, Peter R. Zeidenberg, declinó comentar sobre el caso específico del Dr. Tao, pero sugirió que los fiscales estadounidenses podrían estar persiguiendo desmedidamente a académicos chinos con lazos internacionales que solamente cometieron un error de comunicación y no necesariamente son espías. “Los profesores tienen periodos libres en verano, a veces toman trabajos en China durante ese tiempo, y no creen que sea necesario reportarlo”, comentó el abogado. Zeidenberg agregó que el estar desinformados sobre la obligación de reportar asignaciones en el extranjero puede costarle muy caro a profesores y académicos, a los que se les pueden imputar cargos por fraude con penas de hasta 20 años, más aún si se levantan cargos por contrabando, espionaje o conspiración.

Una política de cero tolerancia

A partir del 2018, el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Session, inició una estrategia para enfrentar la posibilidad de espionaje internacional, especialmente de China. Hoy en día hay cientos de investigaciones abiertas involucrando el trabajo de académicos de procedencia china o de aquellos que tienen lazos con instituciones de este origen.

En muchos casos se investigan y persiguen conducta que ocurrieron hace muchos años, en los que los criterios de seguridad no eran los que se aplican hoy en día. Frank Wu, profesor de leyes y ex-presidente del Comité de los 100, una organización de chino-americanos prominentes, ha calificado estas nuevas estrategias como innecesariamente agresivas y potencialmente devastadoras para el desarrollo de la ciencia americana, debido a que el país asiático contribuye financieramente a la producción científica de Estados Unidos y, más aún, un enorme número de colaboradores académicos tiene conexiones con China.

El miedo al espionaje y al robo de conocimiento por parte de Estados Unidos, viene no solo de la noción de China como un enemigo potencial en la arena científica, sino en la idea de que solo en Estados Unidos se produce conocimiento tecnológico de punta, lo cual aumenta el peligro de que otras potencias mundiales intente apropiarse de este. Tomando en cuenta el panorama geopolítico actual, las medidas precautorias para proteger la información pueden ser útiles, pero es crucial que las autoridades y las instituciones de educación superior encuentren una forma de asegurar un buen uso de la información en las instancias de cooperación científica internacional sin dejar de habilitar las plataformas que hacen posible esta cooperación y generan el conocimiento científico en primer lugar.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/ciencia-china-bajo-la-mira-estados-unidos

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

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No a la privatización de las escuelas

Puerto Rico / 18 de marzo de 2018 / Autor: Cándida Cotto / Fuente: Claridad

El gobierno utiliza el mismo cuento de que “no sirven” contra de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y el Departamento de Educación (DE) para convencer al pueblo de la privatización. Coincidieron en denunciar el ex presidente de la UTIER (Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego), Ricardo Santos, y la presidenta de la Federación de Maestros, Mercedes Martínez Padilla, en un diálogo sobre las pretensiones del gobierno de privatizar ambos haberes públicos.

Martínez Padilla, denunció que cuando el gobierno habla de la escuela pública dice que ‘no sirve’, mientras cada año la compañía privada Pearson se gana $20 millones en el contrato por preparar las llamadas pruebas estándar de “aprovechamiento” y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se encuentra investigando un fraude por mil millones de dólares por parte de compañías privadas contratadas para el programa de las tutorías.

Al describir la postura de la FM en contra de la privatización de la escuela pública, Martínez Padilla, apuntó que los planes de privatización se vienen cuajando desde el 1993, luego hubo otro intento mediante los vales educativos en el 1980. En ambos casos reclamó que la militancia del magisterio mediante la FMPR logró detener la privatización.

En esta ocasión todas las organizaciones magisteriales, además de la FMPR, la Asociación de Maestros (AMPR), el grupo EDUCAMOS, UNETE, Educadores Puertorriqueños en Acción (EPA), Organización de Directores y Administradores Escolares (ODAE) y la Organización Nacional de Directores de Escuela (ONDEPR), constituidos en el Frente Amplio en Defensa de la Educación Pública (FADEP) coinciden en denunciar que el proyecto PC 825 lo que pretende es promover la privatización de la educación pública a través de las Escuelas Charter y los vales educativos, cerrar cientos de escuelas, eliminar miles de plazas, despojar a las comunidades de cualquier tipo de participación en las decisiones de las escuelas, eliminar derechos como la lista de turnos, permanencia y antigüedad.

Martínez Padilla afirmó que, este mes de marzo viene otro cierre de 300 escuelas y el despido de unos siete mil maestros. “Que sepa la Secretaria de Educación que ya hemos ofrecido 80 charlas y vamos a seguir haciéndolo no me cabe ninguna duda de que nosotros vamos a vencer”, expresó. El diálogo auspiciado por el Movimiento Socialista de Trabajadores (MST) se llevó a cabo este viernes dos de marzo en el local de la UTIER. .Además del expresidente de la UTIER participó el maestro activista Hugo Mártir, quien puntualizó en la necesidad de desarrollar una definición amplia de la privatización, la cual dijo no es solo el traspaso de los haberes públicos, es la sub contratación, y otras modalidades. En el caso de las escuelas charter destacó que el propósito además es profundizar en las mentes la ideología liberal. En esa dirección llamó la atención y denunció que no es casualidad el que el DE esté atacando primero a las escuelas que están bien organizadas.

 

Tensión en las escuelas 

En tanto entre las y los maestros, padres y estudiantes desde finales del mes de febrero prevalece la tensión por sus puestos de trabajo, el futuro de los planteles y de los estudiantes, a raíz de que muchos maestros han estado recibiendo una carta en la cual les declaran como “recursos disponibles”. Según la secretaria del DE, Julia Keleher, el envío de la carta fue una por “error”. Por su parte la Asociación de Maestros como representante sindical reconocido por el patrono anunció que se proponía acudir al tribunal para dejar sin efecto el memorando que faculta la declaración.

El memorando en cuestión fue circulado el 28 de febrero y dispone la “Política Pública para establecer Procedimiento Especial para la Asignación o Designación Administrativa del Personal Docente”, y en ella dicta las pautas y autoriza a los directores de región, conocidos por LEA y a la secretaria Auxiliar de Recursos Humanos para declara al personal docente como “recurso disponible”, lo que no es otra cosa que se quedaría sin plaza en la escuela donde se encuentra y removerlos de escuela.

Ante esta maniobra por su parte la portavoz de Educamos, Eva Ayala, en expresiones por escrito alertó que la circular provoca que en los próximos meses se establezca un movimiento de personal de manera abrupta de muchos planteles escolares del país. “Nuestros maestros son padres y madres que requieren de un salario y condiciones óptimas por la labor que realizan. Mover maestros a estas alturas es cometer un asesinato a nuestra escuela puertorriqueña. Muchos pudieran quedar sin empleo o ser movidos hasta del distrito o región educativa donde trabajan. Están creando las bases para facilitar la imposición del proyecto de la supuesta reforma educativa”.

El memo firmado por la secretaria Keleher establece que se identificara al personal docente como “recurso disponible”, como resultado de las siguientes situaciones: reducción en el total de la matrícula de la escuela a que está asignado; reducción en la matrícula por grado; cierre o consolidación de escuela; eliminación de fondos o consolidación de programas, proyectos o cursos; y reorganización del sistema de educación pública.

La comunicación da a entender que el movimiento del personal docente será de inmediato. Además dispone que el personal declarado como “recurso disponible” podrá ser asignado para atender a dos escuelas “cercanas” para completar su carga académica.

Fuente del Artículo:

http://www.claridadpuertorico.com/content.html?news=D6F85DE0BCF463B45DAEC818C3C195C4

 

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Trump Versus Comey: The Politics of Lawlessness, Lying and Fake News

by Henry A. Giroux
Contributing editor

Donald Trump’s firing of James Comey as the director of the FBI has caused a firestorm around the country, but for the wrong reasons. Rather than see Trump’s actions as another example of the unraveling of a lawless and crooked government, the mainstream press largely focused on the question of whether Trump or Comey are lying. Even worse, the debate in some quarters has degenerated into the personal issue and question of whose side one is on regarding the testimony.  Testifying before a Senate Intelligence Committee, Comey claimed that in meetings with the president, Trump had not only asked him if he wanted to keep his job, but also demanded what amounted to a loyalty pledge from him. Comey saw these interventions as an attempt to develop a patronage relationship with him and viewed them as part of a larger attempt to derail an FBI investigation into National Security Adviser Michael Flynn’s links to Russia. What Comey implies but does not state directly is that Trump wanted to turn the FBI into the loyal arm and accomplished agent of corrupt political power.

Comey also stated that he did not want to be alone with the president, going so far as to ask Jeff Sessions, the Attorney General to make sure in the future that such meetings would not take place because he did not trust Trump.  Comey also accused Trump of lying about the FBI being in disarray, slandering him, and misrepresenting the reasons for his firing.  And most importantly, Trump had possibly engaged in an obstruction of justice. In fact, Comey was so distrustful of Trump that he took notes of his exchanges with him and leaked the content of some of the memos to a friend at Columbia University who passed on the contents to a reporter at The New York Times. Comey stated outright he leaked the information because he thought Trump would lie about their conversations and that he wanted to prompt the appointment of a special counsel.

Suffering from what appears to be malignant narcissism and a pathological contempt for the truth, Trump has tweeted that Comey’s testimony had vindicated him and that Comey was a liar and a leaker. Of course, Trump made no mention of the fact that Comey leaked non-classified information because he did not trust anyone at the Department of Justice, especially since it was  led by Trump’s crony, Jeff Sessions. Since it goes without question that Trump is a serial liar, there is a certain irony in Trump accusing Comey, a lifelong Republican and highly respected director of the FBI, of lying. As Mehdi Hasan, appearing on Democracy Now, observes:

            From a political point of view, we know that one of the biggest flaws in Donald Trump’s presidency, his candidacy, his ability to be president, is that he’s a serial fabricator. Now you have the former top law enforcement officer of this country going in front of the Senate, under oath, saying he—that, you know, “Those are lies, plain and simple,” he said, referring to Trump’s description of his firing. He said, “I was worried he would lie.” He says, “I was worried about the nature of the man.” …And there was a quite funny tweet that went viral last night, which said, you know, “Trump is saying he’s a liar. Comey is saying Trump’s a liar. Well, who do you believe? Do you believe an FBI director who served under two—who served under three presidents from two parties? Or do you believe the guy who said Obama was born in Kenya? And, you know, that’s what faces us today.” [1]

Let’s be clear. Trump is a salesman and a bully. He constantly assumes the macho swagger of a loud TV used car salesman in an annoying commercial while at the same time, as Rebecca Solnit observes, he bullies facts and truths as well as friends and acquaintances. He is obsessed with power and prides himself on the language of command, loyalty, and humiliation. His biggest fear is that the United States still retains the memory of a real democracy.

Trump cannot be trusted because he not only infects political discourse with a discourse of hate, bigotry, and lies, but also because he has allowed an ideology to take over the White House built on the use of a species of fake news in which the truth is distorted for ideological, political, or commercial reasons. Under the Trump administration, lying and fake news have become an industry and tool of power. All administrations and governments lie, but under Trump lying has become normalized, a calling card for corruption and lawlessness, one that provides the foundation for authoritarianism.

A democracy cannot exist without informed citizens and public spheres and educational apparatuses that uphold standards of truth, honesty, evidence, facts, and justice. Under Trump, fake news has become a weaponized policy for legitimating ignorance and civic illiteracy. Not only has Trump lied repeatedly, he has attacked the critical media, claimed journalists are enemies of the American people, and argued that the media is the opposition party. There is more at stake here than the threat of censorship or the normalization of lying, there is also an attack on traditional sources of information and the public spheres that produce them. Trump’s government has become a powerful disimagination machine in which the distinction between fact and fiction, reality and fantasy are erased. Trump has democratized the flow of disinformation and in doing so has aligned himself with a culture of immediacy, sensationalism, and theater where thoughtful reading, informed judgments, and a respect for the facts disappear. Trump’s propagation of fake news as a way to discredit facts, if not thinking itself, operates in the service of violence because it infantilizes and depoliticizes the wider public creating what Viktor Frankl has called in a different context, “the mask of nihilism.”[2]  Trump capitalizes on a digital culture of immediacy and short attention spans in which complexity collapses in a barrage of tweets and the need for a narrative that offers a sense of consistency, a respite from fear, and a vision of the future in which people no longer experience a sense of invisibility.

Trump’s attack on Comey goes beyond a personal insult and act of egregious lying if not an obstruction of justice, it is also a register of his attempt to discredit criticism and the shared public reality among institutions that is central to a democracy. In an age in which the dissolution of public goods and the public sphere have been underway since the late 1970s, Trump attempts to both depoliticize and bind the American people through a kind of dystopian legitimacy in which words no longer matter and anything can be said functions largely to undermine the capacity for truth telling and political speech itself.  Under the Trump regime, consistent narratives rooted in forms of civic illiteracy and a deep distrust of the truth and the ethical imagination have become the glue of authoritarian power. All of which is reinforced by a disdain for measured arguments, an embrace of the spectacle, and an alignment with a banal theater of celebrity culture. In this context, rumors are more important than truth telling and in this theater of the absurd society loses its auto-immune system as a safeguard against lies, corruption, and authoritarianism. In a culture of short attention spans, Trump provides the lies and theater that offer up a tsunami of misrepresentations and values in which thinking is done by others, power is exercised by a ruling elite, and people are urged to dispense narrating their  own experiences and give up their ability to govern rather than be governed. Trump offers his followers a world in which nothing is connected, diversion functions as theater, destabilized perceptions reinforce a politics that turns into a pathology and community becomes dystopian, unconnected to any viable democratic reality.

Roger Berkowitz in a brilliant analysis of Trump and his followers that draws upon the work of Hannah Arendt argues that his supporters don’t care about his lies or immunity to facts. What they prefer is a consistent narrative of a reality in which they are a part. Berkowitz is worth citing at length. He writes:

The reason fact-checking is ineffective today — at least in convincing those who are members of movements — is that the mobilized members of a movement are confounded by a world resistant to their wishes and prefer the promise of a consistent alternate world to reality. When Donald Trump says he’s going to build a wall to protect our borders, he is not making a factual statement that an actual wall will actually protect our borders; he is signaling a politically incorrect willingness to put America first. When he says that there was massive voter fraud or boasts about the size of his inauguration crowd, he is not speaking about actual facts, but is insisting that his election was legitimate. ‘What convinces masses are not facts, and not even invented facts, but only the consistency of the system of which they are presumably part.’ Leaders of these mass totalitarian movements do not need to believe in the truth of their lies and ideological clichés. The point of their fabrications is not to establish facts, but to create a coherent fictional reality. What a movement demands of its leaders is the articulation of a consistent narrative combined with the ability to abolish the capacity for distinguishing between   truth and falsehood, between reality and fiction.[3]

As important as the Trump-Comey affair is, it runs the risk of both turning politics into theater and reinforcing what Todd Gitlin refers to as Trump’s support for an “apocalyptic nationalism, the point of which is to belong, not to believe. You belong by affirming. To win, you don’t need reasons anymore, only power.”[4] Trump values loyalty over integrity and he lies in part to test the loyalty of those who both follow him and align themselves with his power. The Trump-Comey affair must be understood within a broader attack on the fundamentals of education, critical modes of agency, and democracy itself.  This is especially important at a time when the United States is no longer a functioning democracy and is in the presence of what Zygmunt Bauman and Leonidas Donskis refer to as “the emergence of modern barbarity.”[5]  Trump’s discourse of lies, misrepresentations, and fakery give new meaning to what it means to acknowledge that education is at the center of politics because it is crucial in the struggle over consciousness, values, identity, and agency. Ignorance in the service of education targets the darkness and reinforces and thrives on civic illiteracy. Trump’s fake news machine is about more than lying, it is about using all of the tools and resources for education to create a dystopia in which authoritarianism exercises the raw power of ignorance and control.

Artists, educators, young people, and others need to make the virtue of truth-telling visible again. We need to connect democracy with a notion of truth-telling and consciousness that is on the side of economic and political justice, and democracy itself. If we are going to fight for and with the powerless, we have to understand their needs, speak to and with them in a language mutually understandable, and create narratives in which they can both identify themselves and the conditions through which power and oppression bear down on their lives. This is not an easy task, but nothing less than justice, democracy, and the planet itself are at risk.

 


 

[1] Amy Goodman, “Is the President a “Serial Fabricator”? Fired FBI Director Comey Says Trump Repeatedly Lies,” Democracy Now (June 9, 2017). Online: https://www.democracynow.org/2017/6/9/is_the_president_a_serial_fabricator

[2] Tom McWilliam, “Death of the Word?,” Arena Magazine, Issue No. 134, (April/May 2015), 41.

[3] Roger Berkowitz, “Why Arendt Matters: Revisiting “the Origins of Totalitarianism”,” Los Angeles Review of Books, [March 18, 2017].Online: https://lareviewofbooks.org/article/arendt-matters-revisiting-origins-totalitarianism/

[4] Todd Gitlin, “The Management of Unleashed Insanity,” CommonDreams (March 17, 2017). Online: http://www.commondreams.org/views/2017/03/17/management-unleashed-insanity

[5] Zygmunt Bauman and Leonidas Donskis, Liquid Evil (London: Polity, 2016), p. 79.

Source:

Henry Giroux: Trump vs. Comey

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