Incluyen materia de “la felicidad” en las escuelas de la India

Asia/India/02 Agosto 2018/Fuente: Aweita

Gobierno de la India ha decidido incluir una materia de «la felicidad» en la educación primaria con el fin de mejorar la salud mental y psicológica de los futuros profesionales del país.

Muchas escuelas alrededor del mundo suelen competir por el nivel de enseñanza académica que imparten, y que se ve reflejado en sus alumnos cuando obtienen los más altos puntajes y/o calificaciones en concursos o a la hora de ingresar a la universidad, pero, ¿qué pasa con la enseñanza en valores, que también deberían impartir las escuelas y que contribuye de forma fundamental en la actitud y la formación personal de los futuros profesionales?

Precisamente esta pregunta, que ha generado debate en la enseñanza académica durante los últimos años, es la que ha decidido atender la educación primaria de la India, reconocida como una de las mejores del mundo, ya que agregó nueva materia que el gobierno considera crucial para el futuro del país: la clase de la Felicidad.

Se trata de una asignatura que se dicta justo al inicio de cada jornada escolar, y en la que, durante 45 minutos, los niños no repasan libros de matemáticas o historia ni muestran sus tareas del día anterior al profesor, sino que reciben lecciones sobre autocuidados, salud mental, meditación e, incluso, terapia de la risa.

De acuerdo con el gobierno de la India, el objetivo general de esta materia es hacer de la India la cuna de las mejores mentes académicas y, al mismo tiempo, de las personas más felices de mundo.

Resultado de imagen para india materia de la felicidad

La clase sobre cómo ser feliz es un programa piloto que inventó el ministro de Educación en la India, Manish Sisodia, quien se hizo famoso en 2011 por su protagonismo en un fuerte movimiento social contra la corrupción.

«Tenemos el mejor talento del mundo (…) India es conocida por tener a los mejores profesionales en cada industria del mundo. Hemos sido exitosos en eso. Pero, ¿hemos sido exitosos en formar a los mejores seres humanos para nuestra sociedad, nuestra nación?», señaló el ministro Sisodia al periódico The Washington Post.

Según informó el medio, el programa es la respuesta del gobierno a un viejo problema social: en la India, como en Japón o Alemania, los niños y jóvenes reciben desde muy pequeños la enorme presión de tener calificaciones excelentes, lograr becas, obtener un empleo con un buen sueldo y formar una familia. Debido a estas altas expectativas, se han registrado  generaciones enteras de chicos estresados y exhaustos.

Salud mental

Las clases también incluyen conversar sobre personajes nacionales e internacionales que inspiran a mejorar la calidad de vida, escuchar música y hacer ejercicios en los que los niños deben visualizar lo que les hace felices y cómo hacer que ese estado mental permanezca con ellos.

Fuente: https://aweita.larepublica.pe/sociedad/1289510-india-incluyen-materia-felices-escuelas-primarias

Comparte este contenido:

Los Países Bajos, lideres en la satisfacción juvenil en el ámbito educativo

Europa/Países Bajos/21 Junio 2018/Fuente: Cuatro

La doctora Simone de Roos, investigadora del Instituto Holandés para la Investigación Social (SCP), explica las causas para ahondar en la satisfacción juvenil desde una perspectiva optimista. La muestra analizada se fundamenta con 7.000 adolescentes.

Los Países Bajos encabezan los países de la OCDE con una alta satisfacción de vida entre sus jóvenes. La felicidad de los niños holandeses destaca frente a la de otros países. A pesar de la mala reputación del país por fumar cannabis o su clima lluvioso, los menores en edad escolar aseguran estar en su día a día con una sonrisa.
El ambiente en el que se crían es vinculante, pues «generalmente tienen interacciones positivas en todos sus entornos sociales», dice de Roos. En todos los ámbitos de su vida – en su casa, con sus amigos y en la escuela –  reciben mucho apoyo. Les resulta fácil hablar con sus padres. Además, en los centros educativos existe un clima igualitario, que refuerza los sentimientos de los alumnos.
Sus hábitos alimenticios y las relaciones sociales que crean son otras de las claves de su éxito. Los Países Bajos también se encontraban entre los cinco primeros para desayunar los días de semana, tener compañeros amables y serviciales, y tienen menor probabilidad de experimentar intimidación o sentir la presión del trabajo escolar.
El último informe de HBSC, que comparó niños de 11, 13 y 15 años, calificó con una puntuación de ‘bien’ su felicidad; dato que se convierte en un ‘notable alto’ en un estudio realizado por la Oficina Holandesa de Estadísticas en 2016.
Buenos resultados de aprendizaje
La investigación se centra en el ámbito escolar, obteniendo unos resultados “muy satisfechos”. Es por eso que algunos docentes holandeses han querido explicar el significado de sus valores. Los educadores que dan lecciones positivas contribuyen a disminuir nuevas presiones sobre el logro educativo.
«Si mira a través de Europa, los holandeses y los daneses son los más indulgentes y se centran más en desarrollar la autonomía que en dar prioridad a la obediencia, y eso se ajusta a la sociedad», declara un profesor para The Guardian. «Los niños son más libres de hacer lo que quieren, y al hacer lo que quieren, desarrollan una idea de lo que realmente les gusta y las habilidades sociales. Un niño feliz a veces no es un niño muy bueno».
También algunos de los alumnos exponen su testimonio: «Si la gente trata de intimidarme, simplemente lo ignoro. Tengo mis propios amigos con quienes me relaciono. No tengo una ‘imagen’ social o pienso que a todos les tengo que gustar, no es realista».
«Si estoy estresado por la escuela, la mayoría de mis amigos es bueno en ese tema, así que los llamaré y me ayudarán. Me tranquiliza», describe Saffron Jones, de 16 años. Por su parte, Tjalling es tajante: la razón por la cual los niños son felices es su organización en la escuela o en la sanidad.
Fuente: https://www.cuatro.com/noticias/educacion/felicidad-jovenes-holandeses-escuela-apoyo-libres-amigos_0_2580900165.html
Comparte este contenido:

Entrevista a Martin Seligman: «La felicidad se puede medir y se puede enseñar»

21 Agosto 2016/Fuente:lavanguardia.com/Autor:lacontra 

Martin Seligman , Pasó de estudiar la depresión a investigar las bases, tanto psicológicas como neurológicas, del bienestar y la felicidad y cómo conquistarlas estimulando las fortalezas y virtudes humanas. Tiene varios libros publicados y un interesante test que está colgado en la red: Cuestionario VIA de Fortalezas Personales. Dirige el Centro de Psicología Positiva Penn (Universidad de Pensilvania) e imparte el máster Penn del programa de Psicología Positiva Aplicada. Me sorprende cuando al final de la entrevista, al explicarme que somos los humanos los que crearemos a Dios y que todo se resume a luz, estalla en llanto. Ha venido a Barcelona a dar un talleral equipo directivo de Bioibérica sobre cómo conquistar el bienestar.

¿Qué le llevó a estudiar las fortalezas humanas?

Cuando me nombraron presidente de la Asociación Americana de Psicología me propuse hacer bien mi trabajo y me dediqué a preguntar por el mundo qué hacíamos bien y qué hacíamos mal los psicólogos.

Eso es curioso, humilde e inteligente.

Descubrí que investigar y tratar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (la ansiedad, el estrés, la depresión, el suicidio, las adicciones…) sabemos hacerlo muy bien; pero nadie se ocupaba de los aspectos positivos, de manera que la psicología no explicaba a la gente cómo llevar una buena vida.

De eso se encargaron algunos filósofos.

…Y no se trata de mostrar a la gente cómo no estar deprimido, no enfadarse o no tener ansiedad, sino de enseñarle a ser feliz. Me propuse estudiar las bases del bienestar psicológico y de la felicidad; y las fortalezas y virtudes humanas, todo dentro del marco de la ciencia.

¿A qué conclusiones ha llegado?

Que las emociones positivas, la calidad de las relaciones, en definitiva, la felicidad, se pueden medir y se pueden enseñar.

Pero uno tiene su carácter.

Se puede cambiar. Yo era un pesimista depresivo y he aprendido a ser optimista y alegre.

Pues cuénteme cómo.

Si analizamos las estadísticas de violencia, riqueza real, sanidad, educación, no hemos hecho más que progresar. La queja sobre el mundo en el que vivimos hay que repensarla, y en la vida personal hay que cambiar de actitud.

Sin señalar lo negativo, ¿cómo lo mejoras?

Supongamos que identificando los aspectos negativos de un paciente la psicoterapia consigue sacarlo de su pozo (lo que sólo ocurre en el 65% de los casos), es decir, que pase de menos diez a cero; pero así no se consigue que sea feliz.

Eso es mucho pedir.

Las habilidades (optimismo, templanza, coraje, humanidad, autoestima, gratitud…) están por encima de cero. Potenciar nuestras fortalezas es una forma de potenciar el bienestar.

¿Cómo lo hizo usted?

Durante veinte años investigué el pesimismo. Pero personalmente, cuando me sorprendía pensando de manera negativa, reconocía esos pensamientos pesimistas y buscaba argumentos realistas que los desmontaran.

¿Hay que discutir con uno mismo?

Sí, hasta desmontar la negatividad. Luego, para alcanzar el bienestar, hay que centrarse en cómo potenciar y desarrollar aquellas áreas en las que eres bueno en lugar de dedicarte a la prevención de lo problemático.

Aplíquelo, por ejemplo, a la depresión.

Las investigaciones demuestran excelentes resultados con la estimulación de emociones positivas como la alegría, la esperanza o la ilusión.

¿Hay pruebas científicas?

Muchísimas. Hemos demostrado que esas fortalezas humanas que se pueden aprender son eficaces barreras del trastorno mental. Y los estudios muestran que el optimismo tiene un efecto directo sobre nuestra respuesta inmune.

Deme un ejemplo.

En EE.UU. hemos medido condado a condado el pesimismo, la infelicidad y el aburrimiento; y resultan ser predictores mucho más eficaces de los infartos que la etnia, los ingresos, la educación, el sedentarismo o la obesidad.

Increíble.

Preocupados por la alta tasa de estrés postraumático en el ejército norteamericano (5%), me encargaron un estudio y un plan de choque. Y de nuevo el principal predictor no resultó ser la intensidad o crudeza del combate, es decir, el trauma en sí, sino el hecho de ser una persona catastrofista, que aumenta un 30% el riesgo de tener estrés postraumático.

Deme una pequeña herramienta.

Hay 24 virtudes que trabajar, pero, por ejemplo, en las relaciones es fundamental pasar de una actitud constructiva pasiva (“¡Felicidades por tu discurso!”) a la constructiva activa (“¿En qué momento te aplaudieron?”, ¿Qué dijiste?”, “¿Qué fue lo más emocionante?”…).

Eso sí es empatía.

La psicología siempre ha considerado que los motivos de la tristeza, la depresión o la ansiedad venían de fuera, pero hoy sabemos que dependen de lo que tú piensas sobre lo que te ha acontecido, eso es lo que genera el sentimiento.

Una cosa es lo que pasa fuera y te afecta, y otra, la falta de autoestima.

Es el mismo proceso, por eso en muchas escuelas de Estados Unidos enseñamos a los niños las habilidades del optimismo y hacemos un seguimiento en la pubertad, así hemos conseguido reducir a la mitad la tasa de depresiones.

¿Todo pasa por el raciocinio?

Yo trabajo sobre las estructuras cerebrales, ¡y estamos haciendo avances increíbles en neurociencias! Dentro de un mes se publicará un avance importantísimo sobre la indefensión aprendida (la sensación subjetiva de que no podemos hacer nada ante una situación). Steve Miller ha encontrado los circuitos cerebrales que la activan y desactivan. Yo los llamo los circuitos de la esperanza, podremos desactivar la depresión.

¿Cuáles son los elementos esenciales que pueden elevar el grado de felicidad?

Aumentar las relaciones y las emociones positivas, el compromiso (poner en práctica las fortalezas personales), el sentido y el logro (establecer metas que nos motiven a conseguirlas).

Fuente de la entrevista: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160627/402783364322/la-felicidad-se-puede-medir-y-se-puede-ensenar.html

Fuente de la imagen: http://www.lavanguardia.com/ra/lowres/GODO/LV/p3/WebSite/2016/06/27/Recortada/img_jroviralta_20160511-165329_imagenes_lv_colaboradores_jroviralta__r0h7421-k6LF-KNSWRBDSABVV78NI-992×558@LaVanguardia-Web.jpg

Comparte este contenido:

«La educación no está contribuyendo a desarrollar la inteligencia emocional en los niños»

Entrevista/4 de agosto de 2016/Fuente: abc

La psicóloga María Jesús Álava Reyes reflexiona sobre cuál es la manera para conseguir que niños y adultos sean felices.

Aprender a quererse a uno mismo y, sobre todo, a perdonarse. Esta es una de las bases que, María Jesús Álava Reyes, psicóloga y directora de Apertia Consulting y de la clínica de psicología Álava Reyes, asegura que puede acercar a las personas a la felicidad. Sin embargo, la educación que los padres dan a sus hijos también es clave no solo para alejar a los niños del sufrimiento, sino también a los adultos.

Álava Reyes, autora de varios libros relacionados con su materia, partcipa en Santander en el curso «Cómo mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida», organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Durante sus ponencias, trata de acercar a los asistentes al Palacio de la Magdalena a la felicidad, transmitiéndoles las claves para lograr afrontar el sufrimiento.

¿Cómo se puede evitar el sufrimiento?

Siendo conscientes de nuestros pensamientos, de que la mayoría de las veces sufrimos por temas que no son tan importantes, son evitables, y que no son las circunstancias las que condicionan nuestra vida, sino la actitud con la que afrontamos el día a día. Ante circunstancias muy difíciles, hay gente que las vive bien, y hay personas que con una vida regalada son tremendamente infelices.

¿De qué manera se puede controlar esa actitud con la que afrontamos el día a día?

Primero, lo que tenemos que hacer es intentar conocernos mejor, conocernos en profundidad. Y para ello, deberíamos llevar siempre un lápiz o directamente en el móvil, para apuntar, cada vez que nos sentimos mal, qué estamos pensando en ese instante. Y lo mismo cada vez que nos sintamos bien. Al cabo de un par de días veremos que la mayoría de las veces, cuando nos hemos sentido mal, los pensamientos que hemos apuntado no son demasiado racionales, a veces son poco objetivos, a veces incluso distorsionados. En muchas ocasiones son interpretaciones erróneas que hacemos. Pero nuestra mente, nuestro cerebro, se cree fielmente lo que pensamos y es el pensamiento el que produce la emoción, el que produce el sufrimiento. Si nosotros conseguimos modificar esos pensamientos, pararlos cuando están en automático y luego reconvertirlos para que luchemos contra las dificultades y no nos dejamos hundir, cambia nuestra actitud frente a la vida, y con ella nuestro estado emocional. Si controlamos nuestros pensamientos, seremos dueños de nuestras emociones.

¿Y cómo se pueden llegar a controlar esos pensamientos?

Una vez que eres consciente, hay una serie de técnicas que podemos aplicar, que intento detallar mucho en «La inutilidad del sufrimiento», uno de mis libros, que es, cuando nos afecta mucho, tenemos que parar el sufrimiento. Y la mejor forma de pararlo es intentar llevar nuestro pensamiento a otro sitio. Puede ser algo que nos interese mucho, pero que no nos cause tensión, o algo simplemente que nos distraiga. A veces nos podemos hacer incluso pequeñas preguntas mentales, juegos de palabras… etc. Trasladar nuestro pensamiento a otro sitios, nos centramos en la actividad que tengamos en ese momento, dándonos órdenes a nuestro cerebro. Sea la actividad que sea, aunque sea cenando, da igual. Es decir, lo que tenemos que hacer es dar órdenes a nuestro cerebro para que se centre en lo que está haciendo, porque si no le damos órdenes, cuando nos sentimos mal de nuevo va a ir al pensamiento que nos hace causarlo.

Luego hay que tener siempre que podamos una interacción con los demás (preguntar algo a alguien, llamar a alguien por teléfono…) o hacer un poquito de ejercicio. El ejercicio físico produce una modificación en nuestros neurotransmisores que hace que nos sintamos bien. Pero si intentamos hablar con una persona que nos caiga bien, un amigo, normalmente cambia también nuestro estado de ánimo. Y hay un tema que es fundamental: tenemos que aprender a ser nuestros mejores amigos, porque somos las únicas personas que vamos a estar permanentemente a nuestro lado. Y para ser nuestros mejores amigos, una de las cosas que deberíamos hacer, es cada hora, por ejemplo, decirnos algo agradable, porque cuando estamos mal en un espacio de una hora son tantos los pensamientos negativos que nos vienen a la cabeza que tenemos que intentar contrarrestar, tener una actitud de cierta positividad ante la vida, de tal manera que ante las dificultades, veamos que son una oportunidad siempre para aprender. Y cuando fallamos, somos personas y cometemos errores, y eso es algo que tenemos que saber asumir. Para ser felices, tenemos que aprender a perdonarnos. Tenemos que perdonarnos bien, querernos mejor, y coger las riendas de nuestra vida.

En este aspecto, ¿qué papel juega la inseguridad de cada uno?

La inseguridad, como la poca confianza en uno mismo, es un elemento muy perturbador. La inseguridad mina nuestras defensas, nos impide creer en nosotros mismos. Ante cualquier dificultad, inmediatamente la agranda, ve peligros por todas partes, y hace que nuestros pensamientos sean muy inseguros. Siempre decimos que tenemos que empezar por conocernos bien, en profundidad, y cuando tenemos inseguridad, miedo, desconfianza, es lo primero que tenemos que empezar a trabajar. Por eso comentaba que nos tenemos que perdonar, porque hay gente que sienta mal porque tiene un fallo, que a lo mejor hace mucho tiempo pero sigue presente en él, entonces te tienes que aprender a perdonar. Y a partir de ahí realmente dirigir tu vida. Si no, la gente que tiene mucha inseguridad, es muy manipulable, tremendamente manipulable, y esto es una de las cosas más trágicas que puede suceder. Los jóvenes actuales tienen una inseguridad en sí mismos, y cuando hemos analizado por qué, entre otras cosas es producto de una educación donde les hemos sobreprotegido en exceso. Y esa sobreprotección ha hecho que les hayamos impedido enfrentarse a las dificultades, no tienen resistencia ante la frustración. Y ante las primeras dificultades fuertes ante las que se encuentran solos, no tienen recursos para afrontarlas. Y esto es un auténtico drama. Cuanto más insegura es una persona, más débil, más frágil, más vulnerable y más manipulable.

Entonces, ¿cuál es la clave para que unos padres consigan que su hijo sea una persona segura de sí misma?

Siempre es un equilibrio entre una serie de límites que hay que poner clarísimos. Es decir, con los niños hay que empezar desde bebés, tenemos que considerar que en los seis primeros años se forman un poquito las bases de lo que va a ser la personalidad y el carácter. Entonces los padres tienen que saber muy bien, primero qué etapa está atravesando su hijo, y cómo fortalecerle. Cuanto más claros estén los límites, las pautas, las normas que tengan establecidas, más seguro se va a sentir un niño, pero también un adolescente. Hay normas con las que a lo mejor se puede intentar dialogar, pero hay límites que no se deben de mover. Desde pequeños, les tenemos que dar confianza en lo que realmente valen. Los que tienen dificultades, hacer que lo asuman como una parte de su vida, hay que enseñarles cómo es la vida en realidad, con sus dificultades, con sus problemas, con gente maravillosa, con gente tremendamente egoísta, con gente manipuladora y con gente agresiva, para que aprendan a enfrentarse contra ellos. Y saber que cuando algo no sale bien, si seguimos luchando, normalmente terminamos consiguiendo el objetivo. Pero que a veces las cosas no salen como nos gustaría o llegan mucho más tarde, que lo importante es el esfuerzo, no tanto el éxito.

Los padres tienen que saber poner límites y enseñarles a que den valor a las cosas. Los niños empiezan por no dar valor a las cosas y terminan por no dar valor a las personas. Las cosas se consiguen con esfuerzo, lo que se regala realmente ni se valora ni te produce felicidad, y ese esfuerzo es el que ellos tienen que aprender a desarrollar, sabiendo que muchas veces no obtienen lo que van a intentar buscar.

¿Y esa educación que se da hoy en día a los niños provoca que cada generación sea más infeliz que la anterior?

Hay un drama ahí. La educación no está contribuyendo a desarrollar la inteligencia emocional, es decir, los niños, los jóvenes de ahora, son los que tienen más nivel de aprendizaje, han crecido mucho en conocimientos generales, y sin embargo han bajado en inteligencia emocional. Están menos preparados para la vida, valoran menos lo que tienen, tienen menos recursos, menos defensas para enfrentarse a las dificultades, y les hemos educado casi en una insatisfacción permanente. Esto es un error enorme. Hace unos años, quizás dábamos más importancia a ese esfuerzo desde que eran pequeños, ahora mismo es uno de los principales errores que hemos podido cometer.

Es verdad que los niños al principio son muy felices, que a veces cuando llegamos a la adolescencia y a la juventud hay un momento más delicado, y que luego a medida que cumplimos años, a partir de los 55 o así, la gente vuelve a ser más feliz, entre otras cosas porque son capaces de relativizar más las cosas, porque son más tolerantes y mucho más flexibles. Es normal que un adolescente no sea flexible, está en esa etapa. Lo que no tenemos que dejar es que realmente su agresividad traspase todos los límites, y no podemos caer permanentemente en sus provocaciones, o que sea él quien dirija su vida, en una etapa en la que aún no está preparado para ello.

¿La facilidad de acceso de los niños a las nuevas tecnologías puede afectar también a su estado de ánimo?

Las nuevas tecnologías pueden ser un avance fantástico y un peligro brutal. Hay que saberlo dosificar. El problema es que la mayoría de los padres no están controlando el uso y el acceso que tienen los niños ahí. Muchos han perdido completamente la información de lo que hacen sus hijos. Muchas veces nos vienen casos muy dramáticos donde los hijos han tenido vidas en paralelo y los padres no se han enterado en absoluto. Y las nuevas tecnologías en muchos casos producen enormes aislamientos, chicos con dificultades para relacionarse que se pasan la vida delante del ordenador. Y están desarrollando nuevas adicciones difíciles de tratar. Y en este sentido, cuanto antes se detecten mucho mejor.

¿Es necesaria la sobreprotección en este caso?

No, nunca. Cuanto más sobreprotección, más van a hacer los hijos lo que quieren, entre otras estar enganchados todos los días. Los padres, lo que tenemos que hacer, es ir al lado, en paralelo, viendo las dificultades e intentando prepararles para que las puedan afrontar. La sobreprotección en este punto siempre es negativa. Cualquier cambio repentino en nuestros hijos debería ser señal de alarma. Cuanto antes intervengamos, mayores posibilidades de éxito.

¿Y cuál es la actitud que deben tomar los padres ante estos cambios repentinos?

Inmediatamente tienen que dar la señal de alarma, ver si en el resto de las áreas de su vida, como en los estudios, se ha producido algún cambio o modificación, y cuando estén algo perdidos tienen que pedir ayuda psicológica de forma inmediata.

En general, ¿somos mayoritariamente infelices?

No exactamente, pero los españoles, cuando se les hacen encuestas, la mayoría dicen que son muy felices, y hay muchas personas que mienten. Les da miedo reconocer que no son realmente felices. Los niños en general son felices, los adolescentes están en una etapa de crisis en la que les cuesta identificarse con ellos mismos, los jóvenes se encuentran ante un futuro en el que a veces les faltan recursos, y en la madurez el problema es que hay muchas personas adultas que se quedaron en la adolescencia y siguen teniendo una insatisfacción permanente. En términos generales, podríamos decir que además de los niños, son algo más felices los hombres que las mujeres, y si pensáramos por qué, es por dos temas fundamentales: los hombres perdonan bien en general, y a sí mismos, mientras que a las mujeres nos cuesta perdonarnos, y además nos llenamos de responsabilidades hasta un extremo casi imposible. Y hay algo que las mujeres hacemos muy mal, no nos dejamos tiempo para nosotras mismas, no nos dejamos de media una horita al día, cosa que los hombres suelen hacer, y lo hacen bastante bien. A veces a las mujeres nos puede nuestra complejidad. Los hombres en este sentido son más pragmáticos, y tienen un sentido de la vida algo más positivo.Cuando hay una dificultad, intentan afrontarla pero no se enredan dando tantas vueltas.

¿Tan importante es ese tiempo para uno mismo?

Es fundamental. Si no nos lo damos, el esfuerzo del día a día nos va vaciando nuestra hucha emocional. Cada día nos tenemos que buscar ese tiempo, no solo el fin de semana, e ir llenando nuestra hucha emocional. Si no reflexionamos, no aprendemos. Esta es una tragedia que no nos podemos permitir, y para reflexionar tenemos que tener ese espacio de tiempo con nosotros mismos.

¿Considera que le damos la suficiente importancia a nuestra salud mental?

No, desgraciadamente no. Las personas que necesitan ayudan psicológica desde el sistema público de salud tienen el acceso muy restringido. No le estamos dando la importancia que necesita.

Y pese a estas dificultades, ¿hay alguna manera en que nosotros mismos podamos cuidarla?

Primero, yo le diría a la gente que cuando se sienta mal vaya a su centro de salud y pida que le deriven a salud mental, que aunque sea un camino largo, lo haga, que lo intente. Pero podemos hacerlo, protegiéndonos, conociéndonos de verdad y haciéndonos ese traje a medida que nos haría un psicólogo profesional. Viendo dónde están nuestras debilidades, cómo podemos luchar contra ellas, nuestros puntos de mayor vulnerabilidad… y trabajando para que alcancemos la seguridad y la estabilidad emocional que la mayoría necesitamos. Y eso lo podemos hacer. Y yo le diría a la gente que de la misma forma que no le importa ir al médico cuando se ha roto un brazo o cuando tiene un dolor agudo, una infección… que el hábito de empezar a ir al psicólogo sea algo normal en sus vidas, que no esperen a estar muy mal.

Fuente: http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-educacion-no-esta-contribuyendo-desarrollar-inteligencia-emocional-ninos-201608032107_noticia.html

Imagen: http://www.viu.es/wp-content/uploads/2015/05/iStock_000013091991_Large1-1024×682.jpg

Comparte este contenido:

Clases de Felicidad

Si la educación debe ser un proceso de aprendizaje para la vida…la buena educación debe mostrar el camino a la felicidad. Nos preocupamos por el bienestar de los niños. Queremos que estén bien, que tengan lo mejor, que crezcan felices, que tengan una buena educación… y es posible que en este intento, sin querer, pese más la inercia del “siempre se ha hecho así”.
El objetivo final de la educación no es la acumulación sistemática de conocimientos, sino la preparación para la vida. Por ello, ya conoces mi opinión: Las emociones sí importan.
Sabemos que el cariño puede acelerar el crecimiento del cerebro… las investigaciones nos muestran que el afecto es un instrumento enormemente poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo de los niños.
También sabemos que el entorno directo del niño —especialmente la familia— es determinante en su futuro profesional y personal, tal y como han demostrado los estudios de James Heckman, premio Nobel de Economía del 2000.
Si las emociones importan… deberíamos aprender a reconocerlas y a gestionarlas.
CLASES DE FELICIDAD
FELICIDAD-03-INED21
La buena educación debe mostrar el camino a la felicidad
No hemos sido educados para conectar con nuestro mundo emocional, pero la educación debe cambiar.
“La educación está aún en una etapa pre-científica”, según señala la OCDE en su informe “Hacia una nueva ciencia del aprendizaje”. Y es que la educación funciona como ha funcionado durante siglos y toca incorporar los avances científicos a las aulas.
Uno de los cambios que debería introducir la educación es enseñar a los niños a ser felices. Algo así como incluir “clases de felicidad”.
Algunos centros educativos ya han introducido las “clases de felicidad”. Wellington College introdujo una clase sobre la felicidad, en la que profesores especializados ayudan a los alumnos a fijarse objetivos vitales positivos, a sobrellevar la tensión del día a día y promueven debates sobre las emociones.
El profesor Richard Layard, experto en felicidad de la London School of Economics participó este año enWorld Innovation Summit en Doha, donde señaló que la educación debe dar tanta importancia a los conocimientos para vivir como la que se da a saber leer y escribir. Y afirmó que los niños felices tienen más éxito y obtienen mejores resultados en su vida.
FELICIDAD-INED21
El afecto, enormemente poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo 
He descubierto recientemente a una experta maravillosa en felicidad: Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California y autora del libro “La ciencia de la felicidad”. Ella expone que “la felicidad cuesta trabajo”. Sus trabajos de investigación han demostrado que las personas que se esfuerzan por ser más optimistas y agradecidas son más felices. Conseguir la felicidad requiere hacer un esfuerzo para conseguirla.
Saber matemáticas es importante, nadie lo duda… pero ¿no es importante saber ser feliz?
Debemos desprendernos de prejuicios y reconocer la importancia de educar para la felicidad. Porque sabemos que la felicidad no es un algo fortuito o aleatorio, sino que es algo que cada persona debe construir. Si queremos lo mejor para los niños, no podemos olvidarnos de darles herramientas para que sean felices, porque
La felicidad NO es un regalo, la felicidad es…
una conquista
Fuente: http://peleandoconlastic.blogspot.mx/
Imagen: http://ined21.com/wp-content/uploads/FELICIDAD-04-INED21.jpg
Comparte este contenido: