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La Felicidad: un asunto de la universidad

Por: Héctor Rodríguez Cruz

Aproximadamente más de 200 universidades del mundo vienen realizando cursos y postgrados sobre la “felicidad”, que se enseña como se hace con matemáticas, literatura y otras asignaturas.

Hoy día los cursos sobre “Felicidad” comienzan a ser de los más solicitados en prestigiosas universidades del mundo. Las universidades e instituciones de educación superior dominicanas, más temprano que tarde, deberán sumarse a esta tendencia mundial, de lo contrario quedarán a la zaga de las buenas universidades del siglo XXI.

Siendo que en tiempos de redes sociales hay una sobre exposición sobre el tema de la felicidad (por ejemplo en Instagram hay más de 6,5 millones de publicaciones con el HT #Felicidad), en el escenario de la educación superior, este concepto está asociado no sólo al éxito académico de los estudiantes, sino también a su permanencia.

La “Felicidad” es asunto de la universidad. Uno de los pioneros de la enseñanza de la felicidad en Harvard es el profesor Tal Ben-Shahar. Dicho curso se llama “Mayor felicidad” y atrae a unos 1400 alumnos por semestre y el 20% de los graduados de Harvard toman este curso electivo. Para Tal Ben-Shahar debe enseñarse “felicidad” así como se enseña matemáticas, literatura y otras asignaturas.

También en la Universidad de Yale estudiantes  de todos los años y carreras toman el curso «Psicología y la buena vida«, que enseña sobre la felicidad. Al igual que en Harvard, este curso se convirtió en el más popular en la historia de la Universidad de Yale. La  Universidad de Yale no sólo se preocupa por formar profesionales capaces, sino también personas felices.

Otras universidades como Stanford, George Mason, McGuill y el Instituto de Tecnología de Massachusetts, entre otras, se han sumado a esta tendencia. En Inglaterra se enseña felicidad en el  Wellington College mediante  “la cátedra para el bienestar y la felicidad”. El London School of Economics la enseña Paul Dolan, autor del libro “Diseña tu felicidad”, en el que explica que la fórmula para ser feliz es lograr un equilibrio entre el goce y el propósito.

En Copenhague, Dinamarca, se realizan cursos de felicidad a través del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, Dinamarca y se enfoca en encontrar por qué se es más feliz en unas ciudades o países más que en otros. En la Universidad de Adelaide en Australia, se enseña felicidad y se considera que ciertamente la felicidad y el bienestar se pueden aprender, son medibles y enseñables.

América Latina no es ajena a esta tendencia. En Chile la Universidad Católica de Chile y la Universidad “Adolfo Ibáñez” ofrecen Diplomados en Educación para la Felicidad. Los programas están dirigidos a profesores y agentes formadores en el sistema escolar y no formal y tienen como propósito que los participantes se transformen en agentes de cambio que generen ambientes educativos acogedores, resilientes y solidarios.

En Colombia este tipo de espacios se iniciaron en el 2013.  En el Centro de Estudios Superiores de Administración (CESA) se ofrece el curso “The Happy Business” También en la Universidad Sergio Arboleda con el nombre “Make it Happy”. En la Universidad del Rosario con el nombre “Educando para la felicidad”.  La Universidad de La Sabana y la Universidad EAFIT también ofrecen varios cursos relacionados con la felicidad.

En Argentina, la universidad de Palermo ofrece un postgrado con 12 módulos. Conformado por tres cursos: Bienestar Psicológico y Emociones Positivas; Rasgos Positivos, Fortalezas y Flow; Comunidades y Organizaciones Positivas.  En Uruguay, la Universidad de Montevideo  ofrece un curso de 30 horas presenciales.

En España, en el 2018, a través de la Universidad de Alcalá, irrumpió el método de educación “So-Ka”, que significa en japonés “creación de valor”. En dicho sistema educativo se da formación desde la Educación Infantil hasta la universitaria, en la Escuela Infantil de Sapporo, el campus de Kansai en Osaka y Kyoto (Educación Primaria y Secundaria) y dos universidades en Tokio y en Aliso Viejo, en California. Además de estos centros, existen actualmente escuelas infantiles en Singapur, Malasia, Hong Kong, Brasil y Corea del Sur que utilizan este método.

En la Educación Soka se destaca la  importancia del desarrollo de los profesores, con la idea de que si los estos no crecen, los alumnos tampoco lo harán. Un buen ejemplo de su filosofía de trabajo es su idea de que los profesores están “demasiado ocupados”. En japonés esto se expresa con dos ideogramas que significan “corazón” y “olvidar”. Los profesores que no tienen tiempo para sus estudiantes son los maestros que han olvidado su corazón.

La Universidad de Granada  a través de la Escuela Internacional de Posgrado ofrece el Diplomado en Educación Positiva, Bienestar Docente y Felicidad en las Aulas. Otro ejemplo es el de la Cátedra sobre las Condiciones Sociales para la Felicidad Humana que ofrece la Universidad Erasmo de Róterdam en Holanda.

La Felicidad es un asunto de las universidades. Aproximadamente más de 200 universidades del mundo vienen realizando cursos y postgrados sobre la “felicidad”.

Esperemos que  las universidades dominicanas asuman el deber de enseñar “felicidad” en  sus comunidades académicas y en la sociedad en general. ¡Que las que se atrevan lo digan y que lo lleven a la práctica!

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-felicidad-un-asunto-de-la-universidad-8935495.html

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El trabajo : ¿felicidad o desdicha?

Texto del filósofo, matemático y premio nobel de Literatura, Bertrand Russell, publicado en su libro  «The Conquest of Happiness» 

Por: Bertrand Russell

«¡Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna!» – Bertrand Russell

Puede que no esté muy claro si el trabajo debería clasificarse entre las causas de felicidad o entre las causas de desdicha. Desde luego, hay muchos trabajos que son sumamente desagradables, y un exceso de trabajo es siempre muy penoso. Creo, sin embargo, que si el trabajo no es excesivo, para la mayor parte de la gente hasta la tarea más aburrida es mejor que no hacer nada. En el trabajo hay toda una gradación, desde el mero alivio del tedio hasta los placeres más intensos, dependiendo de la clase de trabajo y de las aptitudes del trabajador. La mayor parte del trabajo que casi todo el mundo tiene que hacer no es nada interesante en sí mismo, pero incluso este tipo de trabajo tiene algunas grandes ventajas. Para empezar, ocupa muchas horas del día, sin necesidad de decidir qué vamos a hacer. La mayor parte de la gente, si se la deja libre para ocupar su tiempo a su gusto, se queda indecisa, sin que se le ocurra algo lo bastante agradable como para que valga la pena hacerlo. Y decidan lo que decidan, tienen la molesta sensación de que habría sido más agradable hacer alguna otra cosa. La capacidad de saber emplear inteligentemente el tiempo libre es el último producto de la civilización, y por el momento hay muy pocas personas que hayan alcanzado este nivel. Además, tener que decidir es ya de por sí una molestia. Exceptuando las personas con iniciativa fuera de lo normal, casi todos prefieren que se les diga lo que tienen que hacer a cada hora del día, siempre que las órdenes no sean muy desagradables. Casi todos los ricos ociosos padecen un aburrimiento insoportable; es el precio que pagan por librarse de los trabajos penosos. A veces encuentran alivio practicando la caza mayor en África o dando la vuelta al mundo en avión, pero el número de sensaciones de este tipo es limitado, sobre todo cuando ya no se es joven. Por eso, los ricos más inteligentes trabajan casi tan duro como si fueran pobres, y la mayor parte de las mujeres ricas se mantiene ocupada en innumerables fruslerías, de cuya trascendental importancia están firmemente convencidas.
Así pues, el trabajo es deseable ante todo y sobre todo como preventivo del aburrimiento, porque el aburrimiento que uno siente cuando está haciendo un trabajo necesario pero poco interesante no es nada en comparación con el aburrimiento que se siente cuando uno no tiene nada que hacer. Esta ventaja lleva aparejada otra: que los días de fiesta, cuando llegan, se disfrutan mucho más. Si el trabajo no es tan duro que le deje a uno sin fuerzas, el trabajador le sacará a su tiempo libre mucho más placer que un hombre ocioso.
La segunda ventaja de casi todos los trabajos remunerados y de algunos trabajos no remunerados es que ofrecen posibilidades de éxito y dan oportunidades a la ambición. En casi todos los trabajos el éxito se mide por los ingresos, y esto será inevitable mientras dure nuestra sociedad capitalista. Solo en los mejores trabajos deja de ser aplicable esta vara de medir. En el deseo de ganar más que sienten los hombres interviene tanto el deseo de éxito como el de los lujos adicionales que podrían procurarse con más ingresos. Por aburrido que sea un trabajo, se hace soportable si sirve para labrarse una reputación, ya sea a nivel mundial o solo en el propio círculo privado. La persistencia en los propósitos es uno de los ingredientes más importantes de la felicidad a largo plazo, y para la mayoría de los hombres esto se consigue principalmente en el trabajo. En este aspecto, las mujeres cuya vida está dedicada a las tareas del hogar son mucho menos afortunadas que los hombres y que las mujeres que trabajan fuera de casa. La esposa domesticada no cobra salario, no tiene posibilidades de prosperar, su marido (que no ve prácticamente nada de lo que ella hace) considera que todo eso es natural, y no la valora por su trabajo doméstico sino por otras cualidades. Por supuesto, esto no se aplica a las mujeres con suficientes medios económicos para montarse casas magníficas con jardines preciosos, que son la envidia de sus vecinos; pero estas mujeres son relativamente pocas, y, para la gran mayoría, las labores domésticas no pueden proporcionar tantas satisfacciones como las que obtienen de su trabajo los hombres y las mujeres con una profesión.
Casi todos los trabajos proporcionan la satisfacción de matar el tiempo y de ofrecer alguna salida a la ambición, por humilde que sea, y esta satisfacción basta para que incluso el que tiene un trabajo aburrido sea, por término medio, más feliz que el que no lo tiene. Pero cuando el trabajo es interesante, es capaz de proporcionar satisfacciones de un nivel muy superior al mero alivio del tedio. Los tipos de trabajo con algún interés se pueden ordenar jerárquicamente. Empezaré por los que solo son ligeramente interesantes y terminaré con los que son dignos de absorber todas las energías de un gran hombre.
Los principales elementos que hacen interesante un trabajo son dos: el primero es el ejercicio de una habilidad; el segundo, la construcción.
Todo el que ha adquirido una habilidad poco común disfruta ejercitándola hasta que la domina sin esfuerzo o hasta que ya no puede mejorar más. Esta motivación para la actividad comienza en la primera infancia: al niño que sabe hacer el pino acaba no gustándole andar con los pies. Muchos trabajos proporcionan el mismo placer que los juegos de habilidad. El trabajo de un abogado o de un político debe de producir un placer muy similar al que se experimenta jugando al bridge, pero en una forma más agradable. Por supuesto, aquí no solo se trata de ejercer una habilidad, sino de superar a un adversario hábil. Pero aunque no exista este elemento competitivo, la ejecución de proezas difíciles siempre es agradable. El hombre capaz de hacer acrobacias con un aeroplano experimenta un placer tan grande que por él está dispuesto a arriesgar la vida. Me imagino que un buen cirujano, a pesar de las dolorosas circunstancias en que realiza su trabajo, obtiene satisfacción de la exquisita precisión de sus operaciones. El mismo tipo de placer, aunque en forma menos intensa, se obtiene en muchos trabajos de índole más humilde. Incluso he oído hablar de fontaneros que disfrutaban con su trabajo, aunque nunca he tenido la suerte de conocer a uno. Todo trabajo que exija habilidad puede proporcionar placer, siempre que la habilidad requerida sea variable o se pueda perfeccionar indefinidamente. Si no se dan estas condiciones, el trabajo dejará de ser interesante cuando uno alcanza el nivel máximo de habilidad. El atleta que corre carreras de cinco mil metros dejará de obtener placer con esta ocupación cuando pase de una edad en que ya no pueda batir sus marcas anteriores. Afortunadamente, existen muchísimos trabajos en que las nuevas circunstancias exigen nuevas habilidades, y uno puede seguir mejorando, al menos hasta llegar a la edad madura. En algunos tipos de trabajos cualificados, como la política, por ejemplo, parece que la mejor edad del hombre está entre los sesenta y los setenta; la razón es que en esta clase de profesiones es imprescindible tener una gran experiencia en el trato con los demás. Por esta razón, los políticos de éxito pueden ser más felices a los setenta años que otros hombres de la misma edad. Sus únicos competidores en este aspecto son los que dirigen grandes negocios.
Sin embargo, los mejores trabajos tienen otro elemento que es aún más importante como fuente de felicidad que el ejercicio de una habilidad: el elemento constructivo. En algunos trabajos, aunque desde luego en muy pocos, se construye algo que queda como monumento después de terminado el trabajo. Podemos distinguir la construcción de la destrucción por el siguiente criterio: en la construcción, el estado inicial de las cosas es relativamente caótico, pero el resultado encarna un propósito; en la destrucción ocurre al revés: el estado inicial de las cosas encarna un propósito y el resultado es caótico; es decir, lo único que se proponía el destructor era crear un estado de cosas que no encarne un determinado propósito. Este criterio se aplica al caso más literal y obvio que es la construcción y destrucción de edificios. Para construir un edificio se sigue un plano previamente trazado, mientras que al demolerlo nadie decide cómo quedarán exactamente los materiales cuando termine la demolición. Desde luego, la destrucción es necesaria muy a menudo como paso previo para una posterior construcción; en este caso, forma parte de un todo que es constructivo. Pero no es raro que la gente se dedique a actividades cuyos propósitos son destructivos, sin relación con ninguna construcción que pueda venir posteriormente. Muy a menudo, se engañan a sí mismos haciéndose creer que solo están preparando el terreno para después construir algo nuevo, pero por lo general es posible destapar este engaño, cuando se trata de un engaño, preguntándoles qué se va a construir después. Entonces se verá que dicen vaguedades y hablan sin entusiasmo, mientras que de la destrucción preliminar hablaban con entusiasmo y precisión. Esto se aplica a no pocos revolucionarios, militaristas y otros apóstoles de la violencia. Actúan motivados por el odio, generalmente sin que ellos mismos lo sepan; su verdadero objetivo es la destrucción de lo que odian, y se muestran relativamente indiferentes a la cuestión de lo que vendrá luego. No puedo negar que se puede gozar con un trabajo de destrucción, lo mismo que con uno de construcción. Es un gozo más feroz, tal vez más intenso en algunos momentos, pero no produce una satisfacción tan profunda, porque el resultado tiene poco de satisfactorio. Matas a tu enemigo y, una vez muerto, ya no tienes nada que hacer, y la satisfacción que obtienes de la victoria se evapora rápidamente. En cambio, cuando se ha terminado un trabajo constructivo, produce placer contemplarlo, y, además, nunca está tan completo que no se pueda añadir ningún toque más. Las actividades más satisfactorias son las que conducen indefinidamente de un éxito a otro sin llegar jamás a un callejón sin salida; y en este aspecto es fácil comprobar que la construcción es una fuente de felicidad mayor que la destrucción. Tal vez sería más correcto decir que los que encuentran satisfacción en la construcción quedan más satisfechos que los que se complacen en la destrucción, porque cuando se ha estado lleno de odio no es fácil obtener de la construcción el placer que obtendría de ella otra persona.
Además, pocas cosas resultan tan eficaces para curar el hábito de odiar como la oportunidad de hacer algún trabajo constructivo importante.
La satisfacción que produce el éxito en una gran empresa constructiva es una de las mayores que se pueden encontrar en la vida, aunque por desgracia sus formas más elevadas solo están al alcance de personas con aptitudes excepcionales. Nadie puede quitarle a uno la felicidad que provoca haber hecho bien un trabajo importante, salvo que se le demuestre que, en realidad, todo su trabajo estuvo mal hecho. Esta satisfacción puede adoptar muchas formas. El hombre que diseña un plan de riego con el que consigue hacer florecer el desierto la disfruta en una de sus formas más tangibles. La creación de una organización puede ser un trabajo de suprema importancia. También lo es el trabajo de esos pocos estadistas que han dedicado sus vidas a crear orden a partir del caos, de los que Lenin es el máximo exponente en nuestra época. Los ejemplos más obvios son los artistas y los hombres de ciencia. Shakespeare dijo de sus poemas: «Vivirán mientras los hombres respiren y los ojos puedan ver». Y no cabe duda de que este pensamiento le consolaba en tiempos de desgracia. En sus sonetos insiste en que pensar en su amigo le reconciliaba con la vida, pero no puedo evitar sospechar que los sonetos que le escribió a su amigo eran mucho más eficaces para este propósito que el amigo mismo. Los grandes artistas y los grandes hombres de ciencia hacen un trabajo que es un placer en sí mismo; mientras lo hacen, se ganan el respeto de las personas cuyo respeto vale la pena, lo cual les proporciona el tipo más importante de poder, el poder sobre los pensamientos y sentimientos de otros. Además, tienen excelentes razones para pensar bien de sí mismos. Cualquiera pensaría que esta combinación de circunstancias favorables tendría que bastar para hacer feliz a cualquier hombre. Sin embargo, no es así. Miguel Ángel, por ejemplo, fue un hombre terriblemente desdichado, y sostenía (aunque estoy seguro de que no era verdad) que nunca se habría molestado en producir obras de arte si no hubiera tenido que pagar las deudas de sus parientes menesterosos. La capacidad de producir grandes obras de arte va unida con mucha frecuencia, aunque no siempre, a una infelicidad temperamental tan grande que, de no ser por el placer que el artista obtiene de su obra, le empujaría al suicidio. Por tanto, no podemos decir que una gran obra, aunque sea la mejor de todas, tiene que hacer feliz a un hombre; solo podemos decir que tiene que hacerle menos infeliz. En cambio, los hombres de ciencia suelen tener un temperamento menos propenso a la desdicha que el de los artistas, y, por regla general, los grandes científicos son hombres felices que deben su felicidad principalmente a su trabajo.
Una de las causas de infelicidad entre los intelectuales de nuestra época es que muchos de ellos, sobre todo los que tienen talento literario, no encuentran ocasión de ejercer su talento de manera independiente y tienen que alquilarse a ricas empresas dirigidas por filisteos que insisten en hacerles producir cosas que ellos consideran tonterías perniciosas. Si hiciéramos una encuesta entre periodistas de Inglaterra o Estados Unidos, preguntándoles si creen en la política del periódico para el que trabajan, creo que comprobaríamos que solo una minoría contesta que sí; el resto, para ganarse la vida, prostituye su talento en trabajos que ellos mismos consideran dañinos. Este tipo de trabajo no puede proporcionar ninguna satisfacción auténtica; y para reconciliarse con lo que hace, el hombre tiene que volverse tan cínico que ya nada le produce una satisfacción sana. No puedo condenar a los que se dedican a este tipo de trabajos, porque morirse de hambre es una alternativa demasiado dura, pero creo que si uno tiene posibilidades de hacer un trabajo que satisfaga sus impulsos constructivos sin pasar demasiada hambre, hará bien, desde el punto de vista de su felicidad, en elegir este trabajo antes que otro mucho mejor pagado pero que no le parezca digno de hacerse. Sin respeto de uno mismo, la felicidad es prácticamente imposible. Y el hombre que se avergüenza de su trabajo difícilmente podrá respetarse a sí mismo.
Tal como están las cosas, la satisfacción del trabajo constructivo es el privilegio de una minoría, pero, no obstante, puede ser privilegio de una minoría bastante grande. La experimenta todo aquel que es su propio jefe, y también todos aquellos cuyo trabajo les parece útil y requiere una habilidad considerable. La cría de hijos satisfactorios es un trabajo constructivo muy difícil, que puede producir una enorme satisfacción. Cualquier mujer que lo haya logrado siente que, como resultado de su trabajo, el mundo contiene algo de valor que de otro modo no contendría.
Los seres humanos son muy diferentes en lo que se refiere a la tendencia a considerar sus vidas como un todo. Algunos lo hacen de manera natural y consideran que para ser feliz es imprescindible hacerlo con cierta satisfacción. Para otros, la vida es una serie de incidentes inconexos, sin rumbo y sin unidad. Creo que los primeros tienen más probabilidades de alcanzar la felicidad que los segundos, porque poco a poco van acumulando circunstancias de las que pueden obtener satisfacción y autoestima, mientras que los otros son arrastrados de un lado a otro por los vientos de las circunstancias, ahora hacia aquí, ahora hacia allá, sin llegar nunca a ningún puerto. Acostumbrarse a ver la vida como un todo es un requisito imprescindible para la sabiduría y la auténtica moral y es una de las cosas que deberían fomentarse en la educación. La constancia en los propósitos no basta para hacerle a uno feliz, pero es una condición casi indispensable para una vida feliz. Y la constancia en los propósitos se encarna principalmente en el trabajo.
Fuente e imagen:  https://www.bloghemia.com/2021/03/el-trabajo-felicidad-o-desdicha-por.html

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Entrevista a Danae C Diéguez: “ser feminista es un principio de vida que me ha hecho más libre, más lúcida y mejor persona”

Por: Mayra Pombo 


A veces en el camino por el que transitamos en la vida, y la circunstancias de las que somos blanco-tanto las elegidas como aquellas del azar- se torna complicado y la vez reto mantener una actitud consecuente en la que comulguen armoniosamente nuestros principios con nuestro actuar.


Danae C Diéguez, investigadora cubana y experta en temas de género y profesora de lengua española en el Miami-Dade County Public Schools ha devenido institución, palabra, voz, activismo y luz si de feminismo se trata.

Graduada del Diplomado del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM) en el Colegio de México, otrora colaboradora del Festival de Cine Pobre dirigido por Humberto Solás, especialista para sus Muestras Temáticas dedicadas a Género (2008-2010) y miembro de la fundación non-profit Funcionarte, la Diéguez cuenta con un vasto trabajo investigativo que la posicionan como referente incuestionable en lo relativo a estudios de la mujer y violencia de género.

Latina, emigrante, madre, consejera, amiga, mujer… la Dana, como me gusta llamarle, nos regala hoy esta entrevista en la que nos comparte sus experiencias y retos y nos invita a analizar nuestras realidades a través de su prisma violeta…

Háblame de Funcionarte. Cómo surge y qué puntos en comunes tiene con Mirar desde la sospecha y el Ojo sexuado.

Funcionarte ha sido un regalo en esta ciudad. Lo creó una amiga muy querida, Yovana Martinez, su fundadora y presidenta  y nos llamó a mí y a Kelly M. Grandal para que la acompañáramos en el proceso. Es una non-profit que tiene el arte como fundamento esencial para empoderar a mujeres y a otros grupos con inequidades sociales.  Te digo es un regalo porque esta ciudad se puede volver árida si no encuentras tu camino y parece que las diosas se organizaron para que yo las conociera a ellas y empezara a ver esta ciudad con otros ojos. Trabajamos para visibilizar mujeres creadoras, mujeres que están fuera de catálogo- como se llama uno de nuestros eventos- hacemos talleres con mujeres sobrevivientes de violencia de género en alianza con Survivors Pathway- otra organización maravillosa y otro regalo que me ofreció esta ciudad  junto a su director, Francesco Duberli- y en esa alianza hacemos, creamos proyectos que nos permitan enfocarnos en este trabajo que es casi una hermandad porque necesita de nuestro tiempo extra pero creo que si algo tiene Yovana es que sabe muy bien lo que quiere y sabe que nosotras, Kelly y yo, estamos más que comprometidas, estamos enamoradas del proyecto. Me preguntabas qué en común con Mirar desde la Sospecha. creo que las dos tienen el arte como línea fundamental, el arte como sanación, el arte como empoderamiento, tienen en común que siempre he trabajado con gente que está muy ligada a estos temas y los siente como principios de vida, pero hay diferencias: desgraciadamente en Cuba no tenemos acceso a cifras de mujeres víctimas de violencia, no accedemos a datos que nos delineen la población con la que trabajamos, acá esa información la tenemos y podemos perfilar mejor hacia dónde va dirigido nuestro trabajo. Y otra diferencia importante, en Cuba no existe una Ley de Violencia de género – que aclaro no es la solución a este flagelo- pero permite conocer los caminos y las mujeres que pasan o han pasado por situaciones como estas acá, en las que sí existe una Ley, tienen derechos importantes y nosotras podemos acompañarlas en el proceso y guiarlas, sobre todo a las mujeres latinas que en muchos casos no saben cuánto la Ley las puede beneficiar. Con esa diferencia nosotras hacemos mucho. El ojo sexuado es mi blog, lo hice para no olvidar lo que escribí y obligarme a seguir escribiendo. El ojo sexuado es mi personal mirada y por cierto, ese título me lo sugirió Dean Luis Reyes, un día de tantos que compartimos mesa y debates… me dijo que mi libro debería llamarse así y la verdad, me sedujo, pero es sobre todo ese pequeño espacio virtual en el que me reencuentro con mis pensamientos feministas, mis miradas y me ayuda a mí misma- como dice nuestra querida maestra Teresa Díaz Canals- a “ver claro en lo oscuro”.

Coméntame de tu experiencia como mujer latina emigrante. Desafíos y alegrías, obstáculos y logros…

Esta pregunta es desestabilizadora. Medio en broma te lo digo, pero medio en serio… porque es la pregunta que me hace reflexionar sobre esas categorías que tanto estudias en la academia y que de pronto se cruzan y no precisamente en un estudio de investigación sino en mi propia historia de vida: Mujer, latina, emigrante y otras… qué decirte Mayra si ha sido uno de mis retos personales, entre otras cosas porque me encuentro con otras formas de entender las feminidades asociadas a lo religioso más ortodoxo,  a estereotipos muy arraigados en la cultura latina y he tenido que aprender a dialogar con todas esas opciones, mi trabajo con la comunidad latina joven acá, me ha obligado a repensar las formas de dialogar y darme cuenta con mucha más facilidad si de pronto mi discurso puede ser colonizador, en la medida de creer que mi verdad debiera ser asumida porque sencillamente la siento justa. Así que he aprendido a seguir siendo la misma y a la vez, sin perder quién soy- a escuchar, dialogar y repensar perspectivas. Uno de mis grandes impactos es ver cómo la industria de la “belleza” hace de las suyas en una comunidad tan vulnerable a esos modelos encorsetados de femineidad, porque es un mundo que compra esa “belleza” como la solución a la felicidad y el éxito. Los retos han sido muchos, ser emigrante es siempre uno de los más fuertes, sobre todo cuando tienes más de 40 años y vienes de haber ganado profesionalmente ciertos espacios y de pronto aprendes y ese ha sido el mejor de todos, aprendes a ser más humilde, aprendes a volver a nacer solo que consciente de tu vida anterior, pero renacimiento al fin y al cabo es doloroso y es,  a la vez, crecimiento. He tenido suerte como te dije anteriormente, he conocido gente maravillosa, creo que las energías se alinean para que las personas que vienen a tu vida sean tu gente, así de sencillo y mi gente en esta emigración me apoyan, comparten mucho conmigo de mis criterios sobre estos temas y esa familia pequeña que creas, esa familia escogida como dice mi querida Yovana, me permite ser yo misma la Danae feminista e inclaudicable contra la violencia por razones de género. Y eso me hace feliz amén de ciertos espacios que persisten en discriminar y devaluar.

A tu modo de ver, cómo se te ha presentado esta nueva sociedad en la que te insertas con respecto a la trilogía patriarcado-hegemonía-poder. Desde tu posición de resistencia qué retos, diferencias y nuevas miradas te has encontrado.

Esa trilogía la hemos vivido siempre. Vengo de conocerla muy bien. Las hegemonías se travisten muchas veces pero con el ojo entrenado sabes que suele ser lo mismo solo que  las vestimentas varían. La sutilización del patriarcado suele ser el reto más grande, estés donde estés, esa sutilización se manifiesta en aquellos espacios en los que pareciera las mujeres hemos conquistado casi todo lo conquistable y ahí las hegemonías patriarcales (eso es una redundancia) revisten un carácter de aparente avance cuando en realidad solo han hecho guiños contemporáneos y han aprendido a simular simbólicamente. Ese es el reto mayor, darnos cuenta de esa diferencia entre  la apariencia que se muestra con leyes y derechos- muy importantes sin dudas- y la verdad que se esconde detrás de esas dinámicas. Ahí vienen en mi ayuda las herramientas del feminismo que te enseñan a mirar desde la sospecha y a cuestionarte hasta donde esos cambios realmente erosionan la base, la estructura patriarcal que genera las inequidades y que responde al verticalismo. Esa mirada cuando la tienes te das cuenta que el reto es desmontar esa falacia, no importan los espacios que habites, la lengua que hables, la resistencia está en verlos, desmontarlos,  hacer y decir. Provocar la erosión desde algún pequeño espacio que pueda hacer la diferencia.

Violencia estructural, acoso, cánones de belleza, maternidad, exigencias en el ámbito doméstico, comunidad, movimiento #NiUnaMenos y un sinfín de temas relativos comulgan entre sí en la bandera del feminismo y su lucha por la igualdad. Por qué a pesar de la sensatez detrás de todo aquello, la lógica y la coherencia del movimiento en sí hay tanta resistencia aún al mismo, incluso en mujeres.

La resistencia al feminismo viene de lo mismo que te venía diciendo antes. Proviene de cómo el patriarcado ha logrado demonizarlo y sobre todo en cómo se ha  anclado en los errores que pueda tener un movimiento que por ser dinámico, tiene vida y por supuesto aprende de sus errores. La estrategia de demonización en algunos casos ha sido tan efectiva que de feminismo opina cualquiera y el resultado ha sido el desconocimiento. Cualquiera te dice el disparate conceptual de “ni feminista ni machista” como si fueran conceptos que se presuponen. Cualquiera emite una opinión como si fuera a hablar del café que se toma pero muy pocas personas han leído, estudiado y entendido de qué va un movimiento, un pensamiento que ha descrito como ninguno las estructuras de poder que generan tantas desigualdades que reposan en las mujeres todas,  incluyo acá las variables que nos diversifican como mujeres: clasistas, raciales, de identidad sexual, generacional, geográfica, entre otras, variables que sabemos se cruzan y que refuerzan muchas de las desigualdades , pero es muy fácil hacerse eco de saberes que pululan sin basamento que  dedicarse a entender el fenómeno, al menos tener argumentos y discutirlos con propiedad. Insisto: el patriarcado ha logrado sostener y modelar cada vez más esa aura llena de adjetivos que nos califican como amargadas, acomplejadas, anorgásmicas, resentidas y feminazis y muchas mujeres han cooperado con esa idea… ¿por qué? Porque ellas también han aprendido de la dinámica patriarcal y la reproducen pues sabemos está naturalizada y sutilizada y por tanto, pareciera no ser cuestionable. Divide y vencerás funciona muy bien como axioma en este camino de conquistas, pero también ponte a pensar realmente cuánto desmonta, erosiona, desestabiliza el feminismo al poder hegemónico, cuánto remueve y subvierte, para muchas personas es demasiado fuerte porque nadie quiere perder los privilegios del poder. Súmale a ello que nosotras tenemos mucho que aprender aún, mucho que crecer y sobre todo alejarnos de cualquier lenguaje colonizador que hable la lengua de “otro poder”, escuchar a nuestras hermanas negras, trans, lesbianas,  indígenas y hablar mejor la lengua de la sororidad, aún tenemos mucho que aprender de eso y  de ahí se resienten muchas veces nuestras ideas, porque no podemos reproducir hegemonías con el lenguaje y con el activismo, eso va en contra de lo mejor del feminismo, de los feminismos, diría yo,  y es,  sencillamente, lo opuesto, que ya sabes qué nombre tiene: patriarcado

¿Qué opinión le merece la reciente marcha a nivel internacional del movimiento feminismo? ¿Qué potencialidades le atribuye y cual opina que haya sido su real impacto?

Todo lo que se haga para visibilizar desigualdades, para denunciar y que logre avanzar nuestras conquistas es algo que apoyo y en lo que creo fervientemente. No podemos renunciar a esos espacios de visibilidad, no podemos renunciar a la palabra que nombra la injusticia, que dice las cosas por su nombre, no podemos renunciar a caminar con la fuerza de la resistencia, no podemos hacerlo por nuestras predecesoras, por las hermanas que han sido víctimas del terrorismo machista, por las que aun ni siquiera tienen mucha conciencia que conviven con tanta violencia manifiesta de muchas formas, a veces tan sutiles. La marcha es un grito simbólico, pero un grito de BASTA YA, es un grito estremecedor, las cifras de mujeres víctimas de violencia machista sigue siendo escalofriante y por eso es tan importante salir, defender, gritar, zarandear al planeta. Como todo proceso es perfectible, nosotras tenemos que unirnos en nuestras diferencias, yo no puedo hablar desde la voz de mis hermanas negras, mis hermanas trans u otras. La marcha tiene que ser la voz de todas, pero de todas de verdad, no podemos imponer una verdad que por muy justa que parezca, desconoce a otras mujeres. El reto está ahí, lograr esa mezcla de voces en las que el coro cante sin privilegios de unas por encima de otras. Ese ha sido y seguirá siendo nuestro gran aprendizaje en este camino, pero qué bueno, así crecemos y así nos fortalecemos.

A modo de conclusión y a la vez inserción en lo personal ¿cómo mantiene Danae la coherencia de su causa en su día a día? ¿Cómo se le presenta el reto de ser coherente en sus principios y acciones en medio de una sociedad tan adversa?

Ser feminista me cambió la vida totalmente. El día que vi claro de qué iba todo me di cuenta que mi vida iba poco a poco a transformarse. Y quien te diga que es fácil en un mundo en el que el patriarcado y la ideología machista que lo sostiene goza de tan buena salud, te engaña. Pero tengo herramientas que antes no tenía para explicarme las cosas y para defender y ser lo que creo.  Mi día a día más intenso en ese sentido ha sido educar a mi hijo varón en un mundo tan adverso para lo que yo le propongo como formas de ejercer su masculinidad y te confieso creo ha salido bastante bien, el otro día me decía: – vieja (así me dice)  yo si me crié con una mujer feminista de verdad- eso me lo decía en medio de unos comentarios que había oído en su grupo cercano en los que algunas muchachas se decían feministas y a la vez él se daba cuenta que le hacían daño a otras y otros desde una posición de altura que con el feminismo no compagina.  Su educación ha sido mi reto y me enorgullece el hombre que es hoy. En otros espacios personales ha sido más difícil y me ha tocado repensar muchas veces mi vida y comenzar de nuevo pero de eso va vivir con los lentes violetas siempre puestos y te confieso sé muy bien   que el reto continúa porque vivir así en un mundo que te desoye, que intenta colonizar tus acciones y tus pensamientos puede ser complejo, pero te aseguro que ser feminista es un principio de vida que me ha hecho más libre, más lúcida y mejor persona y para mí ese ha sido un camino que transito porque creo en la felicidad. Y eso es el feminismo: felicidad.

Fuente e imagen:  https://www.sicologiasinp.com/entrevistas/danae-c-dieguez-ser-feminista-es-un-principio-de-vida-que-me-ha-hecho-mas-libre-mas-lucida-y-mejor-persona/

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El secreto de la felicidad de Matthieu Ricard, «el hombre más feliz del mundo»

Hace años que los científicos de la Universidad de Wisconsin estudian el cerebro del Matthieu Ricard, doctor en biología molecular, monje budista en el monasterio Shechen Tennyi Dargyeling de Nepal y asesor personal del Dalái Lama, así como su traductor. Y están absolutamente fascinados con la mente de este francés de 74 años.

Los investigadores sometieron el cerebro Ricard a constantes resonancias magnéticas nucleares de hasta tres horas de duración.

Le conectaron a la cabeza hasta 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y otras decenas de sensaciones diferentes. Y lo mismo hicieron con cientos de voluntarios.

Los resultados obtenidos medían el nivel de felicidad de cada participante en una escala que iba desde el 0,3 (muy infeliz) hasta el -0,3 (muy feliz).

Matthieu Ricard logró nada menos que un -0,45, superando no sólo a todos los demás participantes sino los propios límites previstos en el estudio.

A partir de ahí, fue declarado «el hombre más feliz del mundo»

Ricard —hijo del conocido filósofo francés Jean-François Revel y de la pintora Yahne Le Toumelin— ha escrito un libro delicioso junto a sus amigos el filósofo Alexandre Jollien y el psiquiatra Christophe André que ha sido superventas en Francia y ahora sale en español bajo el título «¡Viva la Libertad!» (Editorial Arpa).

Un libro en el que los tres autores explican cómo superar los miedos, traumas, prejuicios y adicciones que nos acechan. En definitiva: cómo sortear los obstáculos que nos impiden ser felices.

De todo eso y más hablamos con Ricard.

Fue declarado «el hombre más feliz del mundo». ¿Cómo se siente con ese título?

Piense durante cinco segundos: ¿cómo puede nadie conocer el nivel de felicidad de 7.000 millones de seres humanos? No tiene sentido, desde luego no desde el punto de vista científico.

Todo comenzó con un artículo de un periódico británico que, basándose en una investigación realizada en el laboratorio de neurociencia de Richard Davidson en Wisconsin, demostró que las personas que como yo llevan tiempo haciendo meditación (había 15 entre los que participaron en el estudio) mostraban al meditar una magnitud de activación en ciertas áreas del cerebro sobre la compasión (¡no la felicidad!) más alta de lo que nunca se había detectado antes en neurociencia.

Así que es más bien como la «broma más grande del mundo», pero sigue resurgiendo una y otra vez.

Ricard.
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«La felicidad no es simplemente una sucesión interminable de sensaciones placenteras (lo que parece más bien una receta para el agotamiento)», dice Ricard.

¿Qué es la felicidad para usted?

La felicidad no es simplemente una sucesión interminable de sensaciones placenteras, lo que parece más bien una receta para el agotamiento.

Es más bien una forma óptima de ser que resulta del cultivo de muchas cualidades fundamentales como el altruismo, la compasión, la libertad interior, la resiliencia, el equilibrio emocional, el equilibrio interior, la paz interior y otros.

A diferencia del placer, todas estas cualidades son habilidades que pueden cultivarse mediante la práctica y el entrenamiento de nuestra mente.

¿Se considera un hombre feliz?

Bueno, incluso si no soy la «persona más feliz del mundo», por las razones que acabo de explicar, tampoco puedo decir que sea infeliz.

He tenido una vida maravillosa, gracias a conocer hombres y mujeres sabios, mis maestros espirituales.

También estoy bien porque me siento satisfecho fácilmente con muy poco. Doné toda la recaudación de mis libros y fotografías a causas humanitarias.

Hace 20 años fundé una organización humanitaria, Karuna-Shechen, que ahora ayuda a más de 300.000 personas cada año en el campo de la salud, la educación y los servicios sociales, principalmente en India, Nepal y el Tíbet, pero pronto también en Francia. Y ese es un gran motivo de satisfacción.

Gracias a mi práctica espiritual, personalmente disfruto cada momento de la vida y trato de estar al servicio de los demás.

¿Y cuál es el secreto de la felicidad?

Altruismo y compasión.

La búsqueda de la felicidad egoísta no funciona, es una situación en la que todos pierden. Uno hace miserable su propia vida mientras hace miserable la vida de todos los demás.

Por el contrario, el altruismo es una situación en la que todos ganan.

El objetivo es traer felicidad a los demás y remediar su sufrimiento y, como beneficio adicional, uno siente una gran felicidad al ser amable y benevolente.

Usted es célibe, no practica sexo desde que tenía 30, y no tiene dinero, todo lo que gana lo dona a obras decaridad. El sexo y el dinero son los dos signos más destacados de la cultura moderna. ¿Qué hay de malo en ellos?

No hay nada malo. No es el deseo como tal y la riqueza lo que causan sufrimiento, sino nuestro apego a ellos.

En el momento en que el aferramiento, el aferramiento y la obsesión se instalan, puedes estar seguro de que vendrá el tormento.

Aferrarse es el problema, nos volvemos adictos a ellos.

Dalai Lama y Ricard.
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En opinión de Ricard, ser el más feliz del mundo está al alcance de cualquiera que haga lo correcto. En la foto, el monje y biólogo habla con el Dalái Lama.

Ahora una pregunta para el biólogo: ¿la tristeza es algo que creamos en nuestro cerebro o es la sociedad la que nos hace infelices?

Bueno, varios estudios han demostrado que una mente distraída no es una mente feliz, que una mente rumiando no es una mente feliz y que la sensación de autoimportancia exacerbada tampoco conduce a la felicidad.

¿Es posible ser feliz en el mundo actual sin ser un monje budista?

¡Por supuesto! ¡Sería una lástima que la felicidad se limitara a los budistas y más aún a ser monje!

Cualquiera puede ser la mujer o el hombre más feliz del mundo (¡no de una manera competitiva!) simplemente siendo amable, compasivo, abierto a los demás y sintiéndose fácilmente satisfecho con las condiciones externas.

¿Usted siempre ha sido una persona feliz o le llevó un largo camino serlo?

Los amigos que me conocieron cuando era un adolescente (todavía quedan algunos vivos) dicen que era un joven gruñón.

Así que supongo que hice un pequeño progreso, aunque todavía tengo un largo camino por recorrer.

¿La felicidad es un don genético, algo con lo que se nace, o es algo que se puede aprender?

Todos tenemos varias tendencias naturales, relacionadas con nuestra herencia genética. Pero eso se puede cambiar en gran manera.

Sabemos a través de los estudios de epigenética que los genes pueden expresarse o no, dependiendo de las condiciones externas.

También sabemos a través de los estudios del cerebro que podemos cambiar a través del entrenamiento, gracias a la neuroplasticidad cerebral.

Y sabemos a través de las tradiciones contemplativas que si practicamos durante mucho tiempo las cualidades humanas básicas que mencioné, el altruismo sobre todo, definitivamente podemos cambiar para el futuro.

Matthieu Ricard.
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El hombre más feliz también puede estar triste, «pero esta tristeza debe llevar a una acción compasiva», sugiere.

¿Se pone triste el «hombre más feliz del mundo«?

Por supuesto, es absolutamente normal y deseable estar triste frente a una masacre, una injusticia, una discriminación, un abuso, una injusticia social, la pobreza en medio de la abundancia, la explotación ciega de los animales, etc.

Pero esta tristeza debe llevar a una acción compasiva para hacer algo sobre los diversos sufrimientos relacionados.

La tristeza no es desesperación, es compatible con el florecimiento genuino.

En su último libro, «Viva la libertad», reflexiona sobre cómo alcanzar la libertad interior. ¿Qué es la libertad interior?

La libertad interior es estar libre de rasgos mentales, cavilaciones y proyecciones mentales que eventualmente se traducen en frustración y sufrimiento.

Matthieu Ricard.
Pie de foto,
En su nuevo libro «¡Viva la libertad!» explica cómo superar los miedos, traumas, prejuicios y adicciones que nos acechan.

Si no alcanzamos la libertad interior, ¿significa que somos esclavos? ¿Esclavos de qué?

«Esclavo» es quizás una palabra importante, pero cuando estamos completamente dominados por el odio, el deseo compulsivo, los celos persistentes y el orgullo arrogante, de alguna manera somos esclavos de nuestras propias fabricaciones mentales.

En ese caso, nuestra mente está lejos de ser libre y sigue ciegamente sus atracciones y repulsiones, atribuyéndoles una especie de existencia sólida: creemos que algo es inherentemente deseable o alguien inherentemente detestable, lo que nunca es así.

¿Todo el mundo puede alcanzar la libertad interior?

¿Por qué no? Después de todo, esta es nuestra propia mente.

Nuestro control de las condiciones externas es limitado, efímero y, a menudo, ilusorio, pero podemos trabajar con nuestra propia mente mientras lidiamos con ella desde la mañana hasta la noche.

Nuestra mente puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo; es la mente la que traduce las circunstancias externas en felicidad o desdicha.

Así que si podemos entrenar un poco a este niño mimado que es la mente y dominarlo un poco, será de gran ayuda para liberarnos de nuestras tendencias habituales y pensamientos automáticos y así ser más felices.

Matthieu Ricard.
Pie de foto,
En las pruebas que le hicieron para medir su felicidad, Matthieu Ricard rompió los propios límites previstos en el estudio.

¿Cuál es el mayor obstáculo para alcanzar la libertad interior?

Hay muchos obstáculos, incluido el ser adicto al sufrimiento, seguir ciegamente todos nuestros estados mentales aflictivos y no reconocer el potencial de transformación que hay dentro de todos nosotros.

Pero el principal obstáculo es la confusión mental, la falta de discernimiento y sabiduría.

Si sólo pudiera dar un consejo para alcanzar la libertad interior, ¿cuál sería?

No existe un solo consejo. Se necesita tiempo y perseverancia, pero es la aventura más inspiradora de la vida.

Una cosa es segura: debemos deshacernos del egoísmo y cultivar la bondad, la benevolencia y la compasión.

¿Nuestro cerebro está diseñado para conseguir la libertad interior? Y si es así, ¿por qué es tan difícil conseguirla?

Nuestro cerebro no está diseñado de una forma u otra.

Gracias a la plasticidad del cerebro, este se convierte en aquello a lo que le acostumbramos: si nos enfadamos todo el tiempo, las redes correspondientes se verán reforzadas en la mente.

Si cultivamos el altruismo y el equilibrio emocional, se reforzará la red cerebral correspondiente.

Todos los estudios neurocientíficos han demostrado que cultivar la atención, la compasión y el liberarnos de pensamientos obsesivos produce cambios tanto funcionales como estructurales en el cerebro.

Monsieur Ricard, usted es biólogo molecular y monje budista. ¿Qué ha aprendido de la biología y del budismo para alcanzar la libertad interna?

Gran tema, de hecho.

La ciencia me enseñó el gusto por un enfoque riguroso de la realidad, lo opuesto a la creencia ciega.

La ciencia me libró de creer en todo tipo de locuras, como sucede cada vez más en estos días.

En cuanto al budismo, me da las claves para una libertad interior que se puede lograr a través de una vida de práctica.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-55274906

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Francisco Castaño: “Educamos a los hijos en Walt Disney y la vida es ‘The Walking Dead’ ”

Por: Educación 3.0

Las familias no cuentan con un manual de instrucciones para saber cómo educar a sus hijos. Por esta razón Francisco Castaño, docente y autor del libro ‘La mejor versión de tu hijo’, cree que lo mejor es formarse para aprender a educar.

La mejor versión de los hijos no tiene nada que ver con conseguir que sean mejores que el resto. Ni tampoco hay que confundir ‘autoridad’ con ‘autoritarismo’ cuando se habla de educar. Francisco Castaño, docente, asesor familiar y autor del libro ‘La mejor versión de tu hijo’, tiene claro que educar no es fácil y que, por ello, hay que aprender a hacerlo. Pero, ¿cómo? Ahí va una primera pista: “Tener herramientas y habilidades educativas”. O lo que es lo mismo: “Dar recursos a los padres para educar”, algo que, por cierto, es el objetivo principal de su última obra.

Pregunta: Según su experiencia, ¿cuáles son las preocupaciones más comunes de los padres de hoy en día? ¿Y de los adolescentes respecto a sus familias?

Respuesta: Normalmente me llegan familias que tienen problemas de conducta con sus hijos. Su mayor preocupación es que cumplan con sus responsabilidades; y las reacciones de sus hijos cuando los padres intentan hacerlas cumplir suelen ser desmesuradas. Los adolescentes se acostumbran a quejarse de incomprensión y de no ser escuchados. Por ello, es importante recordarles a los padres cómo actuaban y se comportaban cuando tenían su edad porque, a veces, pierden un poco la memoria.

P: ¿Además de la memoria, se ha perdido también el sentido común?

R: El objetivo de las familias es que sus hijos sean felices. Sin embargo, lo que entienden por felicidad y lo que realmente hace a los adolescentes felices es, muchas veces, muy diferente. Los adultos pueden llegar a actuar con poco sentido común para conseguir una falsa felicidad.

P: ¿Esa falsa felicidad tiene que ver con la sobreprotección?

R: Educamos a los hijos en Walt Disney y la vida es ‘The Walking Dead’. La sobreprotección hace que los niños no maduren como deben, no asuman responsabilidades, no aprendan a resolver sus problemas y tengan la autoestima baja. Cuando llegan a la adolescencia se van despegando de sus progenitores, entonces ya no quieren que se les ayude, pero no son capaces de resolver muchas cosas y culpan a los padres, aunque estos no tengan nada que ver.

educar hijos

P: Educar no es fácil…

R: En la actualidad, educar es mucho más difícil que en la época de nuestros padres. La sociedad ha cambiado, se ha hecho más compleja, todo evoluciona más rápido… Normalmente, para educar intentamos hacer lo que hicieron con nosotros o, a veces, todo lo contrario, porque no nos gustó nuestra propia experiencia. Pero, ninguno de estos dos comportamientos suele funcionar, porque nada tiene que ver el presente con la sociedad de cuando éramos pequeños. Por ello, es importante tener herramientas y habilidades educativas que nos faciliten esta labor. De hecho, este es el objetivo de mi libro: dar a los padres recursos para la educación.
Entrevista Francisco Castaño

P: ¿Cómo podemos las familias aprender a educar?

R: Lo primero es tener claro que hemos de aprender a educar. Nos formamos para temas laborales, hacemos cursos sobre aficiones y, en muchas familias, se olvida invertir tiempo en formarse para la mayor responsabilidad que se tiene en la vida, que es educar a un hijo. Por suerte cada vez hay más madres y padres que se intentan formar: hay libros, cursos, talleres… Todo es cuestión de ponerse manos a la obra.

P: ¿Cómo ha afectado el confinamiento a los adolescentes?

R: Aunque para algunos ha sido complicado, en general, diría que los adolescentes son los que mejor lo han llevado. Se han adaptado bien y con la afinidad y el hábito de comunicarse a través de las nuevas tecnologías, lo han superado con nota. Sin embargo, la vuelta a la nueva normalidad les va a resultar un poco más difícil. El guardar las distancias o cumplir las normas de seguridad les cuesta por la propia idiosincrasia de la adolescencia: la rebeldía, el posicionamiento, la falta de conciencia de riesgo y las hormonas en ebullición.

P: ¿Por qué ha titulado su libro ‘La mejor versión de tu hijo’?

R: Porque el objetivo de educar a un hijo ha de ser conseguir la mejor versión de sí mismo, no que sea mejor que los demás. Los padres y las madres, muchas veces, queremos que hagan lo que nosotros no pudimos hacer y tenemos una serie de expectativas: que estudien la carrera que creemos que es la mejor para ellos o, simplemente, que sean el alma de la fiesta cuando el niño es introvertido. Nuestra labor al educarle es aceptarle tal como es y conseguir sacarle el máximo partido apoyándole, comprendiéndole, queriéndole, dejando que se equivoque y, sobre todo, enseñándole a dar todo su potencial para alcanzar los objetivos que se proponga en la vida.

P: En su libro explica la diferencia entre autoridad y autoritarismo.

R: Las madres y padres hemos de tener autoridad sobre los hijos, aunque, a veces, esta palabra provoca una especie de sarpullido en algunos progenitores. Una cosa es el autoritarismo: el menor ha de hacer lo que digan sus padres simplemente porque lo han dicho ellos. Y otra la autoridad: se han de cumplir con una serie de normas y respetar unos límites y los encargados de supervisar que esto se cumplan somos los padres. Pero hay algo que aún es más importante, que es la autoridad moral. Si quiero que mi hijo no use el móvil en la mesa, yo no lo he de usar. Si quiero que sea puntual, primero he de serlo yo. No nos podemos olvidar de que educamos más con el ejemplo que con lo que decimos.

P: ¿Es posible mantenerse firme dando cariño?

R: Esa es la clave de mi libro. Para educar hacen falta dos ingredientes: la firmeza y el cariño. Los niños necesitan el afecto incluso más que la comida. Pero darles amor no está reñido con mantenerse firme en ciertos aspectos. Por ejemplo, con mis hijos nos damos ‘abrazos de oso’ cada noche y estos no están reñidos con que tengan que acostarse a la hora pactada. Los abrazos son el cariño y la hora la firmeza.

P: ¿Cómo se puede propiciar la comunicación con los hijos?

R: Lo más importante para incentivar la comunicación con los hijos es escucharlos. A veces, cuando nos vienen a hablar de algo que no consideramos importante, no les atendemos como es debido. Eso sí, cuando vienen a contarnos algo del colegio o del instituto enseguida prestamos atención. Por otro lado, se abusa del interrogatorio y esto es algo que provoca el efecto contrario al deseado. Como ven que los padres queremos saber, en vez de interesarse, dejan de contarnos cosas. La clave está en la comprensión y en entender lo que es importante para ellos.

P: ¿Cómo se debe hablar de sexo con ellos?

R: Hablar de sexo es algo que en algunas casas es aun tabú y en otras da un poco de aprehensión, aunque, por suerte, cada vez menos. Hay que hablar de sexo con los hijos con toda la naturalidad del mundo, sin dar rodeos y con un lenguaje adecuado a su edad y madurez. También hay que estar preparados para escuchar cosas que no nos gustan y poder responder a sus dudas con tranquilidad. Como todo, el concepto del sexo que tienen ellos no tiene nada que ver con el que tenemos los adultos y una comunicación asertiva hará que se les pueda educar en esta faceta tan importante para la vida.

P: ¿Cuál es la principal misión como padres?

R: Conseguir la mejor versión de nuestros hijos, además de enseñarles que lo más importante en la vida es ser feliz.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/educamos-hijos-walt-disney-vida-es-the-walking-dead/

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Diez ideas de Bertrand Russel sobre la educación perfectamente vigentes

Por: Jaume Carbonell

Se cumplen cincuenta años de la muerte de uno de los filósofos -también fue un gran matemático- más influyentes del siglo XX. También merece ser destacada su aportación a la educación. Aquí se rescatan algunas de sus ideas y textos.

Este pensador galés (1872-1970) recibió el Premio Nobel de Literatura en 1950, por la profundidad de sus textos y su humanismo. Russell fue un liberal progresista en el más noble sentido de la palabra, nada que ver con la pléyade de los numerosos políticos actuales que pervierten este término para alentar las políticas neoliberales y conservadoras más duras.

Dejamos la filosofía, y nos centramos en sus aportaciones educativas, recogidas sobre todo en su ensayo Sobre educación –con especial referencia a la primera infancia– (Espasa, Madrid, 1998), y que continúan siendo de una enorme actualidad.

¿De dónde le viene a Russell la preocupación por la educación? De dos acontecimientos que marcaron su biografía: la Primera Guerra Mundial, cuando se dio cuenta de que las escuelas convencionales fomentaban el militarismo. “Las escuelas públicas, a fin de conseguir hombres dispuestos a luchar, tenían que promover la estupidez”. El segundo fue el nacimiento de sus hijos. Frente a la insatisfacción de la educación autoritaria vigente, junto con su esposa Dora, decidieron abrir su propia escuela, con el nombre de Beacon Hill, a la que enviar a sus dos hijos. Un centro con carácter experimental, con poco alumnado en régimen de internado y externado, situada en plena naturaleza, siguiendo la estela de las escuelas activas y libres de la época. Una experiencia que Russell dirigió desde sus inicios, en 1927, hasta 1934, tomando el relevo Dora hasta una década después.

Las ideas educativas de este humanista se condensan, sumariamente, en estos diez puntos.

1.Oposición frontal a la escuela del Estado y de la Iglesia. Según él, sus enseñanzas impedían el desarrollo de la inteligencia, la libertad e independencia de criterio de la ciudadanía, sometida al adoctrinamiento y la propaganda: del Estado, al fomentar el patriotismo, el militarismo y el nacionalismo; y de la Iglesia, por perpetuar el dogma y la superstición, negando el acceso a la verdad y a la felicidad. “El nacionalismo y el cristianismo se imponen así en las mentes de los ciudadanos desde su más tierna infancia, cuando aún no tienen la oportunidad de pensar por su cuenta. La influencia del ‘rebaño’ acaba de completar esa tendencia hacia el conformismo”. Cabe recordar que la militancia pacifista de Russell frente a la II Gerra Mundial le provocó diversos problemas, como la expulsión del Trinity College de la Universidad de Cambridge.

2. Extensión del derecho a la educación. Esta va estrechamente ligada a la democracia: no se entiende una sin la otra. De aquí su empeño por el logro de la universalización del derecho a la escolarización en clave igualitaria, tratando de dar las mismas oportunidades a toda la población. “Es deseable como experimento que los padres tengan la oportunidad de ensayar nuevos métodos. Pero estos métodos debieran ensayarse con el fin de que llegaran a universalizarse en caso de éxito, en vez de relegarse al beneficio de unos pocos”. Por eso ponía como ejemplo las escuelas infantiles en los barrios más pobres impulsados por la doctora Montessori, de quien se convirtió en un fiel estudioso y admirador.

3. Educación útil y “ornamental”. Russell dedicó muchas páginas a discurrir sobre el concepto de utilidad, sobre sus diversas acepciones, tanto en los procesos como en los resultados, contraponiéndolo al de “ornamental”, que asociaba a la belleza, a la ética y al conocimiento valioso. Se hacía las mismas preguntas que otros muchos autores han formulado a lo largo de la historia de la humanidad acerca de la relevancia del “conocimiento inútil”, situado en la lógica económica del utilitarismo. ¿Es cierto que solamente el conocimiento útil es intrínsecamente valioso? ¿Es cierto que todo conocimiento intrínsecamente valioso es útil? Este pensador lo ilustra a partir de una obra de Shakespeare: “La comprensión de Hamlet puede no ser de gran utilidad práctica, pero da al hombre un dominio mental del que sería desagradable carecer y, en cierto modo, lo convierte en mejor ejemplar humano. Y este último conocimiento es el que prefiere quien arguye que la utilidad no es el único fin de la educación”. ¡Cuánto placer se obtiene del conocimiento inútil!

4. Curiosidad hacia el conocimiento. La curiosidad, el espíritu de libertad y aventura y la amplitud de criterio son cualidades a las que debe aspirar la educación para acceder al conocimiento, al tiempo que se hace tabla rasa de las creencias. “El espíritu científico exige, en primer término, el deseo de encontrar la verdad; cuanto más ardiente sea este deseo, mejor. Supone además ciertas cualidades intelectuales”. Entre estas se citan la observación, el rigor en el método, la disciplina científica, la paciencia y la concentración. El pensador galés propone que esta aventura intelectual no abrume al alumnado, sino que sea estimulante y sugestiva, al tiempo que la educación formal conecte con la vida: “Hagamos que la relación del conocimiento con la vida real sea palpable para los alumnos, y hagámosles comprender cómo puede transformarse el mundo por medio del conocimiento”.

5. Independencia desde la cooperación. Russel sostiene, al propio tiempo, la más absoluta independencia con la necesidad de cooperación, por aquello de la sociabilidad de los seres humanos. Ni el aislamiento intelectual ni la disolución en la masa conducen a ninguna parte. El saber precisa ser compartido, sobre todo en una sociedad que se dice democrática: “Donde quiera que haya competencia debe haber independencia. Pero el hombre no debe ser un erizo rodeado de púas para mantenerse siempre a distancia. La mayor parte de nuestras actividades ordinarias debieran ser cooperativas y la cooperación debe tener una base instintiva. Sin embargo, todos debiéramos capacitarnos para pensar por nosotros mismos en nuestra especialidad”.

Foto: Bassano Wikipedia. Dominio Público

6. La disciplina como hábito, no como obligación. La tesis es tan simple como conocida: la verdadera disciplina consiste, no en obligaciones externas, sino en hábitos cerebrales que conducen a actividades deseables. Su fuente de inspiración es, una vez más, María Montessori y su pedagogía científica, a la que dedicó múltiples comentarios elogiosos. “Cuando envié a un hijo mío de tres años a una escuela Montessori, pude notar que inmediatamente se hizo más disciplinado, y que aceptaba de buen grado las reglas de la escuela. Pero él no experimentaba sentimiento alguno de obligación externa: las reglas eran como las de un juego y eran obedecidas como un placer. Antiguamente se creía que a los niños no les interesaba aprender, y que sólo se decidían a estudiar atemorizándoles. Hoy se ha averiguado que la culpa no era de los niños, sino de los pedagogos”.

7. La enseñanza de la literatura. “A nada conduce, al enseñar literatura lo mismo a pequeños que a mayores, el que aprendan las fechas de los autores, los nombres de sus obras, etc. Lo que se puede hallar en un manual no tiene valor”. Sin embargo, y a diferencia de la opinión de psicólogos y educadores modernos, sí era partidario de la memorización para familiarizarse con pasajes de buena literatura: para gozar de la belleza del lenguaje hablado y escrito. Porque entiende que el entrenamiento memorístico también contribuye al desarrollo del pensamiento. Por otro lado, reivindica la necesidad de disponer de bibliotecas espaciosas y adecuadas en todos los colegios.

8. La enseñanza de la Historia y la Geografía. Sostiene este Premio Nobel que la historia debe conocerse de manera veraz y completa, y que no puede darse la espalda a la realidad por muy dramática que sea. “Yo he conocido a algunos pacifistas que querían que la historia se enseñase sin mencionar las guerras y creían que los niños vivían, durante el mayor tiempo posible, ignorando la crueldad del mundo. Pero no puedo elogiar ‘la virtud fugitiva y enclaustrada’, que depende de la ausencia de conocimiento”. Por otro lado, es partidario de enseñar geografía a partir de la fascinación que producen en la infancia los viajes imaginarios con barcos y trenes, mediante el soporte del Atlas, fotografías, cine y otros recursos que encienden su imaginación.

9. La conquista de la felicidad. Este es, precisamente, el título de uno de sus libros más emblemáticos. La educación y la democracia, que aplicó en su escuela y que teorizó en sus escritos, son de suma importancia para combatir las principales causas de la infelicidad actual: mala salud, pobreza y vida sexual insatisfactoria. Para ello hay que lograr la universalización de otros derechos democráticos y superar los prejuicios y la represión sexual. Russell conocía a fondo la obra de Freud y, aunque no era un entusiasta seguidor, sí le sirvió para desvelar los efectos que condicionaban la libertad sexual. Su discurso también aboga por la contención y la austeridad en la obtención de deseos materiales y de otro tipo: “Carecer de alguna de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad”.

10. Debate libre contra el adoctrinamiento. “Lo que se necesita no es la voluntad de creer, sino el deseo de averiguar, que es exactamente lo contrario”. Y en esta búsqueda de investigación de la verdad, presenta el debate, seriamente dirigido, como uno de los instrumentos más pertinentes. “En ellos el maestro no debería adoptar ningún partido, aun cuando sus convicciones fueran muy enérgicas. Cuando la mayor parte de los alumnos se pronuncian en un sentido, el maestro debe contradecirles, tan sólo para avivar la discusión. De otro modo, su actuación se reduciría a corregir equivocaciones en cuanto a los hechos. Así los alumnos verían en la discusión un medio de averiguar la verdad y no una contienda para obtener una victoria retórica”.

Tras leer textos como este, ¿quién puede negar la enorme actualidad de Bertrand Russell? Todas las grandes cuestiones educativas de hoy disponen de ilustres y sabios antecedentes. Desde hace un siglo, y desde mucho antes.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/02/26/diez-ideas-de-bertrand-russel-sobre-la-educacion-perfectamente-vigentes/

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Vídeo: Cómo educar para que le pasen cosas buenas a tus hijos, por Marian Rojas Estapé

Por: Gestionando Hijos.

«Cuando comprendes cómo funciona tu mente, cuando aprendes a gestionar tus emociones y enseñas a tus hijos a gestionarlas de forma correcta, les estás impulsando para que les pasen cosas buenas. El cerebro es plástico, crece, cambia, se modifica según el entorno, el cariño y la actitud. Aprender de estos temas ayuda a mejorar nuestra vida. Además, podemos aprender a ser felices, o lo más parecido a la felicidad que se alcanza en la tierra. Los estudios respaldan esta teoría, y cuanto antes enseñas a tus hijos, más probabilidades tienes de que tu hijo se enfrente a la vida de la mejor manera posible» nos cuenta Marian en esta maravillosa ponencia. Sigue a Gestionando hijos en redes: Facebook: @gestionandohijos Instagram: @gestionandohijos Twitter: @GestionaHijos

Fuente del vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=Pmxn6Vj3_PI

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