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En todos los espacios y en todas las luchas: activistas reflexionan sobre la situación del movimiento feminista en Uruguay

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Movilización en el Día Internacional de la Mujer, Montevideo, Uruguay (archivo, marzo de 2020). · Foto: Agustina Saubaber
Movilización en el Día Internacional de la Mujer, Montevideo, Uruguay (archivo, marzo de 2020).

Foto: Agustina Saubaber

En todos los espacios y en todas las luchas: activistas reflexionan sobre la situación del movimiento feminista en Uruguay

 6 minutos de lectura

Desde sus distintas experiencias de militancia, coinciden en que hay dificultades en el encuentro y el diálogo, aunque eso no significa que estén “desmovilizadas”.

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Leído por Andrés Alba.
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El calendario vuelve a marcar 8 de marzo, día emblemático donde los feminismos se manifiestan en todo el mundo para visibilizar las desigualdades estructurales, denunciar las violencias machistas que impactan en las vidas de las mujeres todos los días y defender los derechos conquistados.

En Uruguay, es un 8M que transcurre en pleno año electoral, todavía entre los coletazos pospandémicos, que no pierde de vista los escenarios brutales que se desarrollan en otras latitudes del planeta y que también medirá, una vez más, la potencia del movimiento feminista en las calles.

La fecha se presta así para frenar un poco y analizar cuál es la situación actual de los feminismos en nuestro país. Con esa misión en el horizonte, y en lo que pretende ser apenas un primer intento de acercamiento a la realidad, activistas feministas compartieron sus reflexiones y miradas con la diaria.

Entre la precarización y el desencuentro

“¿Dónde están las feministas?” es una pregunta que los personajes antigénero usan con frecuencia y con cinismo cada vez que algún acontecimiento sirve de excusa para atacar al movimiento. Pero también es una pregunta que surge últimamente en conversaciones cotidianas entre las propias feministas, en este caso para problematizar la realidad, generar intercambios constructivos y buscar soluciones colectivas ante posibles problemas. Si bien las respuestas son variadas, suele quedar en el aire una sensación de desestímulo o cansancio. ¿Surfeamos la cresta de la ola entre 2015 y 2018, y ahora estamos llegando a una especie de valle? ¿Nos ganó la impotencia frente a tanta violencia? ¿La precarización de la vida hizo que la militancia se enfocara en la supervivencia? ¿Cuánto tuvo que ver la pandemia?

Para Lilián Celiberti, coordinadora de Cotidiano Mujer, no hay “desmovilización”, sino, más bien, “dificultades de encuentro y de diálogo”. La referente feminista dijo que esas dificultades tienen que ver con “condiciones precarias de la vida, de tener que afrontar de mil maneras la sobrevivencia, que es la realidad de muchas mujeres y que quitan mucha energía”. En ese paquete, incluyó también la gestión de los cuidados, que sigue recayendo en las mujeres y que es un tema que “no está resuelto”.

En esa línea, consideró que “no logramos tener espacios que articulen esta precariedad de la vida con la participación”, y que esto constituye “un nudo grande para resolver”. “Los espacios en sí requieren de muchos esfuerzos para realizar algo concreto y entonces eso desmotiva, porque todas necesitamos saber que lo que ponemos en tiempo y energía reditúa rápidamente”, agregó. Al mismo tiempo, reconoció que la pandemia “tuvo muchos efectos en las pequeñas organizaciones”, que atravesaron “dificultades de participación”.

De todas formas, destacó que existen “otras transformaciones que difícilmente vuelvan atrás”, por lo que “hay que balancear lo que es el aspecto organizativo concreto con lo que tiene que ver con otros cambios subjetivos”.

“También creo que hay momentos y momentos”, matizó Celiberti, que acumula casi 40 años de militancia feminista. “Muchas veces, a lo largo de estos años, nos preguntamos ‘qué está pasando que no nos encontramos, no nos movilizamos, no estamos presentes’, y, mientras tanto, vemos el crecimiento de los cambios en las vidas de las mujeres, las conquistas de las disidencias. […] Es decir, la subversión, no en las reuniones sino en la vida cotidiana, es impresionante”, reflexionó.

De todas formas, opinó que una de las características distintivas del momento actual es presenciar “cómo la frustración y la impotencia puede generar figuras como [Jair] Bolsonaro o [Javier] Milei”. “Por supuesto que siempre hubo sectores conservadores, pero no con esta ferocidad y odio frente a la diversidad y al feminismo. Ahora destruir el feminismo es el centro de un retroceso conservador, y eso hace a un escenario nuevo”, advirtió.

En todos lados y en todas las luchas

La militante feminista y sindicalista Tamara García está segura de que, si bien actualmente “no tenemos la gran explosión de colectivas que hubo en años anteriores”, las feministas hoy están activas en todos los espacios. “Este gobierno no nos ha dado tregua y estamos en todos los espacios, porque, por lo general, las que militamos no lo hacemos exclusivamente en una colectiva; ya sea en el movimiento estudiantil, en un sindicato, en un sector político partidario o a nivel territorial, nos termina llevando a esta lógica de tener que estar en todos lados”, señaló a la diaria.

A su entender, eso es “lo interesante de esta cuarta ola de los feminismos”: “que la perspectiva feminista se está intentando transversalizar en nuestros espacios de militancia; no es exclusivamente militar feminismo, sino cómo logramos que la perspectiva feminista esté en todas las luchas y todas las reivindicaciones”.

Por otro lado, planteó como desafío la construcción de “espacios más unitarios”, que vayan más allá de la organización de una marcha específica, porque “en esto de que estamos todas en todos los espacios, no logramos encontrarnos siempre”. A su vez, dijo que es necesario desarrollar una “estrategia de acción política feminista” que, además de ser “más unitaria”, sea “más abrazadora”, para que “ninguna compañera se sienta sola cuando sufre violencia en su hogar, en su lugar de trabajo o en un espacio de representación”. García también abogó por “no perdernos en fundamentalismos” y, en esa línea, advirtió con preocupación sobre la “avanzada” de un “feminismo transexcluyente” que, “si bien sigue siendo minoritario, existe”.

“Desapasionado” e “institucionalizado”

Ivana Silvera, integrante de la Coordinadora de Feminismos, usó la palabra “desapasionado” para referirse a la situación, sobre todo después de la pandemia. En una reflexión que hizo a título personal, dijo que hubo un momento “de expansión, efervescencia y pasión sobre las cuestiones que tenían que ver con cómo organizarnos y pensarnos juntas y de, más allá de nuestras profundas diferencias, tejer entre nosotras vínculos y acciones”, pero que, “junto con la pandemia, se desinfló y muchos colectivos se desarmaron”.

La activista aseguró que, cuando terminó la pandemia y se pudo salir de nuevo al espacio público, “algunos colectivos se recompusieron, volvimos a hacer algunas cosas juntas, pero ya con un movimiento bastante desapasionado”, sobre todo respecto de “lo que fue en 2015, 2016, 2017 y aún en 2018”. En su opinión, esto no se ve sólo en los espacios feministas, sino también “en otras organizaciones sociales”, donde existe “un apagamiento, que no tiene que ver sólo con la pandemia”.

Por otra parte, opinó que el movimiento feminista “también se fue institucionalizando” y que “por eso desde hace unos años también se habla de feminismos”, en plural; “porque existen feminismos de derecha, de izquierda, anarquistas, autónomos, y a veces se puede coordinar y hacer acciones juntas, y otras veces no”.

Un contexto que “desestimula”

Para la activista transfeminista Josefina González hubo una “desestimulación” que en gran parte tiene que ver “con el impacto del contexto sociopolítico”. “Estamos bajo un gobierno que ha arremetido contra un montón de derechos, hemos dado pasos hacia atrás en conquistas y eso ha desestimulado”, puntualizó.

Además, según consideró, “las cosas surgieron de una manera tan veloz, que no dio mucho tiempo para un análisis, un detenimiento y una reacción compartida”. Como ejemplo, dijo que cuando se debatía la ley de tenencia compartida “el movimiento no salió a la calle masivamente como tendría que haber sucedido”. “Hay organizaciones que han activado y denunciado, por supuesto, pero no en conjunto, no desde una plataforma plural, interseccional y diversa”, puntualizó González.

En la misma línea que Celiberti y García, también consideró que hay un “desencuentro” que se da porque las militantes están “en un montón de cosas a la vez”.

Acerca de la participación de las mujeres trans en el movimiento, en particular, dijo que “son muy pocas” las que “activan desde los feminismos” y que, si bien “siempre está el anhelo de que cada vez seamos más”, es complicado porque tienen “otras urgencias”. En ese sentido, señaló que “si no acceden a la Justicia, al mercado laboral, al sistema educativo, está difícil que puedan saber sobre sus derechos y sobre todo tener una cercanía con cuestiones que tienen que ver con los feminismos”.

Por su parte, la activista afrofeminista Ada González, integrante de Mizangas y de la Coordinadora Nacional de Asentamientos, aseguró que, antes, “las feministas populares, de barrio, de a pie” siempre estaban “muy solas” y “no eran incluidas”, pero que el panorama se empezó a revertir “en este último tiempo”, por lo que el desafío es “seguir en ese camino”.

Las potencias

Frente a los distintos desafíos, y más allá de las amenazas externas, se impone la necesidad de poner el foco en las fortalezas y en eso que hace que hoy el movimiento feminista constituya uno de los movimientos sociales más convocantes y masivos del país.

Para Celiberti, su principal potencia es indudablemente “la transformación de las expectativas y de las vidas” de las personas. También la “potencia discursiva”, dijo, “porque nuestras formas de mirar la realidad son más amplias y articulan distintas vertientes, como el ecologismo, los problemas actuales, pero también en una lógica íntima y personal, y ahí vuelve a ser vigente que lo personal es político”.

Silvera, por su lado, consideró que la potencia fundamental es la de “seguir saliendo a la calle”, para “manifestarnos y ver desde qué lugar poder crear cosas nuevas entre nosotras y para nosotras”.

Por el mismo lado reflexionó Josefina González, que dijo que “el hecho de que hayamos logrado estos últimos años tomar las calles” es “muy poderoso, muy gráfico, pero también muy emotivo, porque no podemos quitarle a la lucha política la emoción de encontrarnos”.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/feminismos/articulo/2024/3/en-todos-los-espacios-y-en-todas-las-luchas-activistas-reflexionan-sobre-la-situacion-del-movimiento-feminista-en-uruguay/

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Seminario: Hacia políticas públicas feministas. México

CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

Hacia políticas públicas feministas

EVENTOS

Hacia políticas públicas feministas

Hacia políticas públicas feministas

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La Universidad Nacional Autónoma de México, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades en el marco de su Programa Derecho y Sociedad invitan al

Seminario

Hacia políticas públicas feministas. Diálogos e intervenciones para erradicar la violencia contra las mujeres

Programa de Investigación

Derecho y sociedad

 

Participan

 

Dra. Leticia Sánchez García, CEIICH-UNAM

Dra. Aleida Hernández Cervantes, CEIICH-UNAMDra. Sayuri Herrera Román, Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México

Mtra. Marcela Figueroa, Secretaría de Seguridad Ciudadana

Mtra. Suhayla Barbaz Kuri, Cohesión Comunitaria e Innovación Social AC.

 

Inscripción: https://forms.gle/apiygR4ZhYddopAQ8

 

Cinco sesiones, jueves, 7, 14, 21 de marzo; 4 y 11 de abril.

 

Presencial y por zoom.

 

7, 14 y 21 de marzo en la Sala del Anexo del CEIICH

4 y 11 de abril en la Sala 2 del 5° piso, Torre II de Humanidades

Informes: Departamento de Difusión /difusion@ceiich.unam.mx

Fuente: https://www.comecso.com/eventos/hacia-politicas-publicas-feministas

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Marta Curran: “Las chicas que abandonan están invisibilizadas y están sobrerrepresentadas en la clase trabajadora”

Los últimos datos de la EPA señalaban la bajada, ya muy discreta, del AET en la última oleada. Pero también daban fe de como en algunas comunidades, las chicas empeoraban sus datos en varios puntos en los dos últimos cursos. Marta Curran asegura que estas jóvenes Siempre han estado ahí pero no les hemos prestado atención porque eran pocas “siempre han estado ahí pero no les hemos prestado atención porque eran pocas”. Intentamos conocer cuáles son las razones por las que ellas deciden abandonar los estudios: salud mental asociada a lo ocurrido en la pandemia, desafección con los estudios o una oferta de postobligatoria demasiado enfocada hacia los hombres podrían estar entre las causas.

Revisando los datos de los últimos 20 años, la curva descendente del abandono temprano (AET), la distancia entre chicas y chicos cada vez se estrecha más. No sé si es porque ellos vienen desde más arriba y su caída es mayor o si hay algo de ralentización en los datos de ellas.

Creo que es más que los chicos tenían unas cifras muy altas. Por ejemplo, si observas la media de la Unión Europea y la distancia entre chicos y chicas, era muy pequeña y, en cambio, en España despuntaban mucho los chicos.

Creo que cuestiones como la crisis económica, el mercado laboral, los programas educativos, han hecho que se haya reducido el abandono de los chicos. El coste de oportunidad de irse al mercado laboral que hacía que los chicos hace unas décadas  se fueran al sector de la construcción sin necesitar la ESO, ahora ya no ocurre pasa. Han visto que ahora necesitan algo más. Pero aún la diferencia sigue siendo, comparado con la media europea.

En Castilla-La Mancha hay una diferencia de 10 puntos entre ambos. Me hablaban en su momento de la mayor facilidad de ellos para entrar en el mercado laboral. Me gustaría conocer tu punto de vista sobre los posibles motivos para estas diferencias, a veces, tan grandes.

Sí, siempre se pone mucho foco en el mercado laboral y ese efecto pull, es decir, que el mercado laboral los atrae, los saca del instituto. Yo, sin embargo, he trabajado mucho más qué pasa en la escuela, qué pasa en la familia y creo que ahí, sin duda, hay una intersección de temas de clase social.

La cuestión familiar es innegable, la situación de desventaja de la que parten muchos jóvenes cuyos progenitores tienen niveles educativos más bajos. En Sociología hablamos de capital cultural y nivel de renta. Entre ambas cuestiones, importa más el nivel educativo que la renta. Pero, sin duda, estos jóvenes tienen una situación de partida de desventaja: por los centros a los que acceden, el tipo de apoyo que reciben, el tiempo que tienen para que las familias puedan conciliar y darles soporte, el acceso a actividades extraescolares que enriquecen y no solo las de apoyo o refuerzo… Todo esto está muy claro y está muy comprobado.

Por ejemplo, en la pandemia se vio muchísimo el gap entre quienes tenían más apoyo en la familia, porque ahí era esta la que tenía que responsabilizarse principalmente de las actividades extraescolares. El impacto de la clase social está muy claro

Pero hay una parte que se relación con cómo están los chavales en la escuela, lo que llamamos actitudes escolares. Y los chicos, por su socialización en términos de género, presentan más esa actitud de resistencia, más antiescolar. O podemos decirlo en positivo: las chicas hacen más los deberes, asisten más, participan más, están más atentas, cuando hay actividades voluntarias están ahí. Son mejores estudiantes, cumplen más con la norma escolar.

El AET es multifactorial y toda esta acumulación de circunstancias y factores nos han explicado tradicionalmente que los chicos hayan dejado los estudios. Siempre ha habido un porcentaje de chicas que lo han hecho, que están sobrerepresentadas en chicas de clase trabajadora.

Por esto te quería preguntar, por la correlación entre clase social y género, relacionado con las chicas. Yo no manejo esta información…

Ni tú ni nadie, porque ha sido completamente invisibilizada. Siempre han estado ahí pero no les hemos prestado atención porque eran pocas.

Hay un gran sector de chicas que están en riesgo de dejar los estudios, que son invisibles, que les cuesta mucho, se sienten muy inseguras

Me interesa su situación en el largo plazo porque, tal vez los últimos datos sean algo más bien anecdótico…

En mi tesis establecía una tipología de estudiantes, en relación a cómo están en la escuela, cómo se manejan, cómo están con los compañeros, cómo se relacionan con los docentes… Todo lo que tiene que ver con la familiar y con el mercado laboral creo que está muy estudiado.

Yo establecía esta tipología con un gran sector de chicas que están en riesgo de dejar los estudios, que son invisibles, que están bien en la escuela, que tienen algún colega, alguna colega, que con los profesores tampoco se rebotan mucho, pero que les cuesta, se sienten muy inseguras, algo más común en las mujeres: el desconfiar en tu potencial. Pasan desapercibidas, no nos fijamos en ellas.

Otro sector de chavalas a las que les pasaban muchas historias familiares, trastornos alimenticios,… bastantes cosas que las hacían desvincularse de la escuela, del instituto, pero tampoco la liaban: “No estoy en esto, no tengo la cabeza en esto porque tengo la cabeza en otros sitios”.

Y había un tercer tipo que eran las resistentes, las que la lían. Y ahí hay un tema de clase total. Además, estas chicas generan mucho rechazo entre el profesorado, porque tú toleras más que un chico cause problemas, porque está más normalizado. Pero que una chica lo haga, que se enfade, que tenga una cierta estética, sin meterme mucho en esto… Estas chicas están y siempre han estado.

Las chicas que la lían generan rechazo en el profesorado porque tú toleras más que un chico cause problemas, está más normalizado

 

¿La escuela tiene margen de maniobra, más allá de las políticas educativas para sacar a la luz a estas chavalas y garantizar de alguna manera su éxito escolar?

Te comento un último factor antes de hablar de lo que puede hacerse. En el corto plazo, aunque creo que necesitamos un poco más de tiempo para ver si el AET entre las chicas realmente aumenta, están influyendo temas de salud mental.

Creo que en ellas ha influido el confinamiento y su impacto emocional. Ellas manifiestan más estas cuestiones de salud mental. Creo que este periodo que han vivido puede estar jugando un papel importante en la su situación.

Sobre aquello que se puede hacer, lo relaciono con la salud mental porque creo que en los centros tiene que haber psicólogos, integradores sociales, todo un perfil de profesionales más allá del maestro y el profesor, que son necesarios. Y no como ese recurso que viene de una fundación u ONG en un momento concreto, sino en plantilla, que tengan todas esas funciones, además de los orientadores. Y que estos no tengan solo sesiones aisladas en tercero o cuarto de ESO, para pensar “tú tienes talento para hacer no sé qué”, sino una orientación de acompañamiento. La orientación no es solo “a qué te quieres dedicar”, la orientación es: “¿Cuál es tu proyecto de vida?”. Y esto es muy complicado, nos cuesta mucho a todo el mundo, más a las y los adolescentes. No debe focalizarse solo en lo laboral, sino en una orientación integral de su vida, para acompañarles en todos estos aspectos.

Y, además, pueden hacerse acciones en relación a la FP. Y no solo sobre las becas, que está muy demostrado que en las clases trabajadoras hay sectores importantes que dejan los estudios por cuestiones económicas. Esto ya no debería ser de discusión, hay que asegurar que chicas y chicos tengan las condiciones económicas para no plantearse dejar los estudios si han encontrado un trabajo, o sea, que esto no sea un debate.

La orientación no es solo “a qué te quieres dedicar”, la orientación es: “¿Cuál es tu proyecto de vida?”. Y esto es muy complicado

En la FP tiene mucho que ver con chicos y chicas. Tanto los programas que se crean para rescatar a quienes dejan los estudios, los conocidos como de segunda oportunidad o la FP básica. Más allá, existe un sesgo de género muy importante en la oferta.

¿En la oferta?

Si tú ves las familias profesionales, todo es electromecánica, mantenimiento de vehículos, electricidad… no solo en los grados medios, sino también en los programas entre la ESO y la FP para aquellos chavales que dejan los estudios. Estas formaciones han estado pensadas siempre para chicos, y hay muchos más chicos. Y no les estamos prestando atención a esas chicas.

Es verdad que esta cuestión también me genera dilemas, ¿Quiere decir que tenemos que hacer más oferta de imagen personal? No. Pero tiene que ampliarse más, con formaciones menos sesgadas, en las que tengan más opciones las chicas. Cuando van a una formación tan masculinizada no se sienten cómodas.

Existe un sesgo de género muy importante en la oferta de formación profesional

Claro, esto lo tenía claro, como lo del sesgo de género pero en la demanda, no en la oferta.

¿Has visto los datos? En algunas familias hay un 97% de chicos.

Sí, que era mayoritario el acceso de los chicos a según qué ramas y de las chicas a según qué otras parece evidente, pero no tan claro que esto ocurriera en la propia oferta.

Claro, porque ha estado pensada para ellos. Tendríamos que replantearnos muchas cosas si queremos darles a ellas más opciones. Es prioritario que vuelvan todos los que lo han dejado.

Hace unos días hablé con José Saturnino Martínez, sobre el crecimiento del AET entre las chicas en Canarias. Él me hablaba de la posibilidad de que muchas jóvenes hubieran dejado los estudios para hacer trabajos domésticos porque sus madres habían encontrado trabajo pero no muy bien pagado. Era una hipótesis con la que él trabajaba, además de posible errores muestrales.

Yo me decantaría más por el tema de salud mental como explicación de estos últimos años. Me resuena como más plausible. Es verdad que hay una  una crisis brutal y ves los datos de umbral de pobreza y exclusión y es alucinante, o sea, que sí, puede ser esto que comenta, pero creo que quizá deben ser ambas.

El hecho de que también pasara en lugares como Baleares y Canarias, que son dos territorios que siempre han despuntado en temas de abandono, y en las que hay un factor muy vinculado con el sector productivo y el turismo, me hace pensar en que sea una combinación de todo esto que estamos hablando. Pero creo que tenemos que esperar.

En estos años se han producido repuntes en ciertas ocasiones, muy vinculados, parece, a la economía. No sé si la bajada relacionada con el confinamiento se esté frenando por una vuelta a la normalidad en los suspensos y la repetición… Desde tu punto de vista ¿cómo puede estar influyendo esto?

Insisto en que creo que hay que ser prudente con estos datos. Y no me atrevo a sacar muchas conclusiones de los últimos.

Además, la tasa de abandono escolar hay muchas cosas que no capta. Por ejemplo, si tú te cambias de modalidad de bachillerato o si interrumpes un año pero luego vuelves… esto no es abandono. Hay muchas cosas que ese indicador no lo capta. Además tenemos muy poca información en la FP, está muy infradiagnosticado lo que está pasando en ella y es una parte de lo que se incluye en el abandono. Tenemos muchas limitaciones en cómo recogemos estos datos.

Y sobre lo que decías, del cambio entre ser más rígidos con la expedición de títulos o con últimas regulaciones sobre repetición. Esto lo analiza quien fuera director del Instituto Vasco de Evaluación del País Vasco, Francisco Luna. Él siempre muestra un gráfico que relaciona el nivel de los rezagados que mide PISA, los que no llegan al nivel de competencia, con el abandono. Y dice que es mayor el número de estos que el de los rezagados. Ahí sí puede haber un elemento de rigidez de la política y de los institutos.

Pero también hay una parte de abandono porque tienes problemas a nivel personal, o con la familia. No hay esa relación entre que te vayan mal los estudios e incluso suspendas o repitas, con el hecho de que abandones. Hay muchos otros factores que están influyendo más allá del rendimiento académico.

Es algo en lo que quiero insistir porque todo el rato hablamos de rendimiento académico y de PISA como si lo único importante es ser bueno académicamente y no es lo único para un chaval para seguir estudiando. Le pasan muchas otras cosas en su vida. Eso sí, si suspendes y repites tienes más probabilidades de abandonar.

Has hablado de la FP. Creo que la de grado medio es clave. Diría que la matríacula aquí no termina de crecer…

Sí crece…

¿Sí? Cuéntame en qué punto está el grado medio y en qué medida puede ser un salvavidas para quienes están dispuestos a abandonar.

Sí que ha aumentado bastante, al menos, en Cataluña. La FP se presenta como la solución pero también la causa; como una de las etapas más problemáticas en relación al AET.

Se plantea como la solución del alumnado al que le va mal y que no les gusta estudiar. Y esto es perjudicial para la propia oferta porque le quita dignidad y prestigio, pero es lo que se dice. Mejor hacer FP que no un bachillerato que estás harto de estudiar.

Creo que tiene que haber muchas más vías, muchas más pasarelas para ir pasando de un itinerario a otro; facilitar que si estás en una FP y estás muy motivado puedas continuar… Se ha ido haciendo, pero creo que aún hay que fomentarlo mucho más, para quienes quieren continuar.

Para quienes van muy apurados en la FP también hay buscar mecanismos: que sea más flexibles, horarios para quien quiere combinar con trabajar, hacerlo modular (ahora saco unos módulos y el año que viene, otros). Que no tenga que ser de uno o dos años, que pueda ser de tres si el estudiante lo necesita porque le cuesta o lo necesita porque tiene un trabajo.

Lo de dignificarla es muy complicado porque todos somos muy hipócritas y decimos que es genial y hablamos de la inserción laboral mucho mayor, pero los padres quieren que los hijos vayan a bachillerato y los profesores mandan a la FP a quienes creen que son malos. Estas dinámicas son más complicadas de romper.

Varios expertos con los que he hablado me aseguran que la EPA no ofrece unos buenos resultados para hablar de abandono temprano… No sé si las administraciones educativas tienen su propia forma de medir o cómo debería ser esta para tener una foto más real del abandono temprano

No estos segura de cómo es la situación ahora mismo, pero en Cataluña hay un identificador, un DNI de estudiante, con eso se soluciona el problema. Puedes ver el itinerario, la trayectoria y qué ha ido haciendo cada estudiante, si ha cambiado de curso, seguirle la pista. Esto es lo que hay que hacer. Esto se está empezando a hacer. Diría que en Cataluña se está haciendo desde hace algunos años. Y ya hay bastantes investigadores que lo están usando, aunque al principio eran muy opacos cediendo los datos. Ahora los tienen que dar.

En España, estuve hablando con Xavier Celorrio cuando estuvo de asesor que insistió para que se implementase. Creo que no se ha hecho. Pero esto solucionaría bastante muchas cuestiones de este tipo.

Qué opinas de la existencia del título de la ESO como elementos causante de las cifras de AET. En alguna ocasión ha habido investigadores que han hablado de la posibilidad de eliminarlo o de que no sea necesario para seguir los estudios.

No tengo una posición clara, me decanto más por la flexibilidad, por facilitar la cosas, no presionar con los tiempos y dejar más margen. Hay una cuestión de esos cursos prelaborales, para quienes dejan los estudios, que están en manos de las consejerías de Empleo. Entre estas y Educación no se comunican, con dos lógicas diferentes que no se conectan. Y estos chavales quedan en un limbo burocrático muchas veces. Si se hablase, intercambiasen información y se traspasasen los trámites entre ambos, facilitaría muchísimo todo. Regalar más o menos la ESO no lo tengo claro.

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Entrevista a Carla Gaudensi: “Milei lo explicó bien, las feministas somos enemigas del capitalismo”

Por: Fundación Rosa Luxemburgo – Argentina

 

Conversamos con Carla Gaudensi, Secretaria General de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) y trabajadora en la Agencia pública de Noticias Télam, acerca del paro convocado por las principales sindicales del país para este 24 de enero en rechazo a las decisiones neoliberales del presidente “libertario”.

En sus primeros días de gobierno el presidente argentino Javier Milei ha propuesto medidas disruptivas que han generado el rechazo entre sus detractores e incertidumbre entre sus votantes. Sus políticas económicas se centran en la reducción del gasto público, la simplificación del sistema impositivo y la promoción de la libre competencia. Todas medidas en detrimento de las clases medias y populares de la Argentina. Algunos, como en su reciente alocución en el Foro Económico Mundial en Davos, lo ven como un defensor apasionado del liberalismo económico, mientras que otros y otras cuestionan la viabilidad y los impactos regresivos de sus propuestas.

En medio de este escenario económico y político críticos, conversamos con Carla Gaudensi, Secretaria General de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) y trabajadora en la Agencia pública de Noticias Télam, acerca del paro convocado por las principales sindicales del país para este 24 de enero en rechazo a las decisiones neoliberales del presidente “libertario”.

FRL: ¿Por qué realizar un paro general de trabajadores a poco más de un mes del gobierno de Javier Milei?      

CG: Creemos que se da con tanta rapidez porque ya desde el primer día que asume este gobierno provoca una devaluación brutal de más del 120 por ciento, que deteriora mucho más el poder adquisitivo de los asalariados y asalariadas y ni hablar de los trabajadores que están en la informalidad o que están en la economía popular. Esa devaluación se traduce directamente a los precios, afectando a los sectores más humildes de nuestro país, un país donde la riqueza está muy concentrada en pocas manos. No pasaron ni diez días de esa primera devaluación y tuvimos la presentación de un Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU), donde no había ninguna necesidad ni ninguna urgencia.

FRL: ¿Cuáles serían los reclamos principales contra este DNU?

Entre otros puntos, pretende una reforma laboral incluyendo cambios sustanciales en la organización sindical. Buscan debilitar la estructura laboral y las regulaciones en materia económica. También ataca a los inquilinos, la mayoría de quienes son trabajadores y trabajadoras en nuestro país tienen el acceso a la vivienda muy limitado. Hoy la clase trabajadora en general no puede acceder a una vivienda. La desregulación en materia de alquileres también es una transferencia de riqueza a sectores económicamente más poderosos en nuestro país o para las inmobiliarias. Otra norma que contiene este decreto que nos involucra a quienes somos trabajadores y trabajadoras de prensa es el que atenta contra las empresas del Estado, pretendiendo transformarlas en sociedades anónimas. Nosotros tenemos los medios de comunicación públicos nacionales como Radio Nacional, la Televisión Pública y la agencia de noticias Télam, que es el lugar donde yo trabajo. Son tres medios públicos nacionales. En su conformación los medios públicos nacionales tienen un rol social y buscan cambiar esa identidad para transformarla en una sociedad con fines de lucro. Se altera el sentido de cumplir con ese carácter social que garantiza acceso a toda la ciudadanía.

En la Cámara de Diputados el gobierno presentó una “Ley Ómnibus”, que no sólo contenía el DNU, sino que contenía un montón de leyes más que apuntaban a cada sector de la economía, a cada sector de la actividad económica y productiva de nuestro país y que apuntaba a destruir, no solo la organización en la sociedad como la concebíamos, sino que seguía apuntando los cañones cada vez más a los sectores populares, beneficiando a las élites concentradas. Lo han dicho en las exposiciones en la Cámara de Diputados, cada artículo parece que tiene nombre y apellido de alguna empresa.

FRL: ¿Qué tipo de actores sociales son los que convocan al paro?

CG: Históricamente la Confederación General del Trabajo (CGT) es la central más aglutinante y de mayor cantidad de gremios, pero en los años noventa, en un momento histórico neoliberal muy parecido a este, tuvieron variadas visiones de cómo enfrentar esa etapa histórica, así surge la Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina (CTA), que actualmente tiene una división. Lo que podemos inferir de estas últimas décadas es que cuando hay gobiernos que vienen a atacar a los intereses de la clase trabajadora, la unidad se vuelve urgente y se teje por arriba y por abajo; se cristaliza en el objetivo central que es defender a la clase. Creo que esos momentos, los más regresivos en materia de derechos sociales, laborales y económicos, nos han llevado a poder generar esa gran articulación y que hoy se está dando también con quienes están en los movimientos sociales o en la economía popular, que son trabajadores no registrados en la formalidad pero que generan aportes a la producción nacional, sea de bienes y servicios generando riqueza económica y social. De hecho, a partir de la victoria de Milei pareciera que hay una ausencia de liderazgos políticos y ante eso hoy la CGT y la CTA junto a los movimientos sociales, son los que están encabezando esta reacción en la sociedad para demostrar que hay una resistencia a estas medidas empobrecedoras. Incluso se están sumando al paro sectores de la sociedad que en otras etapas históricas han tenido bastante reticencia a la organización sindical porque los medios de comunicación, entre otros sectores, estigmatizan muchísimo a quienes están en los sindicatos.

Es casi impensado que haya un paro a un mes y medio de gobierno cuando en general siempre se pide que haya seis meses de contemplación o de “luna de miel”. Pero no existió porque es muy brutal la intención de destruir todo el tejido social. Esta política de “shock”, como ellos la llama, realmente no perjudica a ningún sector concentrado. En ninguna norma se plantea discutir las grandes riquezas. Todo lo que propone es transferencia de los que menos ingresos tienen a los que más ingresos tienen, entonces ahí hay un ataque claro a las grandes mayorías. Tal vez es mejor que en este momento los protagonistas sean las organizaciones de los trabajadores y trabajadoras que son los que ven afectado el corazón de su organización. Si el DNU se aprueba, en nuestro país desaparece la organización de los trabajadores como la tenemos concebida a la fecha.

FRL: ¿Cómo crees que se recompone, en ese sentido, el campo popular y de izquierdas en general, en este momento de avance de la ultraderecha en lo social, económico, político? 

CG: Está faltando que emerja de todo este proceso una conducción política natural. Apenas salió el DNU hubo una protesta espontánea, los famosos cacerolazos que son parte de un emergente que surge en el 2001, en la crisis más importante que tuvimos en nuestro país. Esa fue la muestra de contrarrestar el discurso que ellos habían implantado: “ganamos por el 56%, podemos hacer lo que queramos”. Entonces no fue un cheque en blanco para que nos sigan empobreciendo. Se empieza a ver en los sectores que lo votaron incomodidad, pero todavía no un enojo contundente. Otros dicen que hay que darle tiempo. Y ¿qué se está haciendo? Me parece que quienes de alguna manera estamos en distintas organizaciones estamos ampliando nuestro alcance a través de multisectoriales, que es algo que, de alguna manera, surge en la provincia de Buenos Aires y las impulsa el gobernador opositor al gobierno, el peronista Axel Kicillof. Él mismo dice que estas iniciativas no tienen un sello partidario, que es amplio a toda la sociedad civil afectada por estas políticas neoliberales y pide que abran en lo posible la participación.

Nuestra idea es armar algo más transversal, más sectorial, para empezar a caminar los barrios y ver cómo va decantando ese malestar social hablando con los vecinos. Eso se está haciendo en varios puntos de la provincia de Buenos Aires y en las provincias del país. Ya no son solamente las centrales sindicales, sino que empiezan a participar vecinos, vecinas en asambleas.

FRL: ¿Qué rol cumplen los feminismos en esta recomposición del antagonismo social y teniendo como antecedente el discurso de Milei en Davos donde apuntaba al movimiento como uno de los responsables de la crisis actual en Argentina y “Occidente”?

CG: No sorprende que Milei ataque a los feminismos porque sabemos cuál es su idea política, conocemos su rechazo desde siempre. Creo que en líneas generales no se puede reproducir lo que dijo en Davos, realmente es una brutalidad, no tengo palabras para describirlo. Aunque quizás lo explicó muy bien. Él define al capitalismo como enemigo del feminismo y sí, entendió todo, las feministas somos enemigas del capitalismo. El patriarcado y el capitalismo son uno solo y ahí está la lucha de los feminismos para combatirlos. El feminismo es una absoluta lucha contra la opresión. Y es una lucha de clases y de géneros contra esa opresión que sostiene el capitalismo en sí mismo. Así que me parece que él lo entiende bien. En las últimas horas nos preguntaban en algunos medios de comunicación si nos indignaba el discurso, pareciera que querían que nos indignáramos. Y a nosotras nos pareció tan natural lo que sucedió. En todo caso es un discurso que rechazamos completamente. No hay dónde enfocarse ahí. No nos vamos a indignar por esa parte, me indigno desde que arrancó. Dijo que Occidente estaba en peligro. Es como el DNU que promulga, no se pueden analizar seriamente, lo rechazamos en su conjunto. Lo mismo con el discurso en Davos. Me parece que es todo reprobable. Y lo del feminismo ni hablar, pero creo que lo entendió bien.

Desde los feminismos hay que repensar una agenda más arraigada en la clase que, desde mi punto de vista, un poco se fue perdiendo. Se perdió mucho la calle también. Perdimos el protagonismo y la agenda en la calle. Costó entender cuál era la agenda. Después del logro con la legalización del aborto pareciera que se diluyó la agenda feminista. Y ahí nos costó repensar. Nosotras tenemos que estar al frente de la pelea. Es así lisa y llanamente. De hecho, en las asambleas feminisas últimamente hay compañeras que nos dicen que esperan realmente que se deje de hablar de determinadas cosas y discutamos más bien cómo vamos a poner el cuerpo en las movilizaciones y en los paros. Cómo vamos a poner el cuerpo a los distintos lugares, en vez de seguir teorizando sobre lo mismo.

Fuente de la información e imagen:  Fundación Rosa Luxemburgo – Argentina

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Entrevista a Bárbara Tardón: «Ninguna feminista está preparada para enfrentar la violencia que ha enfrentado el ministerio»

 

Entrevista a Barbara Tardón feminista, asesora y experta en violencias sexuales hacia las mujeres.

 

Asesora de la ministra de Igualdad del Gobierno de España, Irene Montero —de Podemos— en la legislatura que toca a su fin con el acuerdo de Gobierno entre PSOE y Sumar, Bárbara Tardón (Madrid, 1976) agota sus días en la calle Alcalá, donde tiene su sede esta institución, tras casi cuatro años de trabajo. Tardón fue antes asesora de la Secretaria de Estado de Igualdad, Soledad Murillo de la Vega —socialista—, y sabe de las críticas a las políticas de igualdad y al anterior Ministerio de Igualdad, el que lideró Bibiana Aído entre 2008 y 2010. Pero cree que lo que se ha vivido en el ministerio de Irene Montero, que la ministra ha señalado como “violencia política”, no tiene precedentes.

 

Cuando en España se empezó a hablar de violencias sexuales al hilo de las movilizaciones feministas que pusieron en el centro el “no es abuso, es violación”, que acabaría impulsando la Ley de garantía integral de la libertad sexual, ella ya estaba ahí: desde 2006 Tardón trabajaba con supervivientes de violencias sexuales y de esa experiencia dio el paso a los estudios académicos.

 

Ha investigado sobre violencia sexual para diferentes organizaciones e instituciones de Europa Occidental, Europa Oriental y Latinoamérica, entre ellas, Médicos del Mundo o Amnistía Internacional, organización donde dirigió la investigación Ya es hora de que me creas, publicado a finales de 2018, uno de los informes de referencia en España sobre la atención de las instituciones a la violencia sexual.

 

Cuando salga definitivamente del Ministerio de Igualdad, dice, piensa convertirse en activista de la ley del sí es sí, que defiende como una ley integral sin precedentes. Y descansar de varios años de vértigo. “No ha habido un día en donde el ministerio y el equipo ministerial y la ministra no fueran noticia en este país, lo cual es sintomático de lo que supone para el patriarcado y para toda esa estructura patriarcal el ministerio”.

 

En enero 2020 se crea el Ministerio de Igualdad de esta legislatura, que ha acompañado y promovido un amplio debate en torno a otras violencias machistas más allá de la violencia de género en pareja, y especialmente sobre violencias sexuales. Tu trayectoria en la investigación de las violencias machistas empieza antes. ¿De qué violencias se hablaba cuando empezaste a especializarte en violencia sexual?

Yo tengo 46 años y empecé a trabajar con 28 acompañando a las víctimas de violencia en pareja o expareja. Trabajaba en entidades del tercer sector y ONG. No entré directamente en la academia, sino que a raíz de toda mi experiencia laboral acompañando a mujeres, empecé a adentrarme en la investigación de la violencia sexual. En 2006 me contrató una entidad que trabajaba con las supervivientes de violencias sexuales y empecé a meterme. ¿Qué es lo que descubrí a raíz de eso? Pues que no solamente de manera teórica, sino en la realidad del día a día, nos encontrábamos con una desatención institucional hacia las supervivientes de violencias sexuales radical y absoluta. Pero, desgraciadamente, tengo que decir también que, al menos en el contexto español, y me atrevo a decir que en Occidente —no tanto en América Latina y quizás en Estados Unidos un poquito menos— las violencias sexuales contra las mujeres tampoco estaban dentro de la agenda, tanto política como social. Las violencias sexuales no eran centrales en ningún caso y el sujeto político por excelencia de las políticas públicas en materia de violencia contra las mujeres eran las víctimas supervivientes de violencia en pareja o expareja. Todo lo que tenía que ver con el deber del Estado y de las instituciones en la atención, en la reparación integral, se centraba solo en la violencia en pareja o expareja.

 

Poquito a poco, por distintas circunstancias, el movimiento feminista fue adentrándose en la visibilización de las violencias sexuales, fue incorporándolo en su agenda. Entiendo que también venía arrastrado por América Latina y por un MeToo norteamericano que no quiero dejar de recordar que viene de mucho antes de lo que podemos llegar a imaginar, y que fueron las mujeres racializadas norteamericanas las primeras que quisieron denunciar esas violencias sexuales estructurales.

 

Con ese bagaje profesional, decidí dar el paso y empecé en 2013 a investigar para mi tesis doctoral, que defendí en el año 2017, que es precisamente sobre la historia de las violencias sexuales y la desatención del Estado español a las violencias sexuales. A partir de 2016 esto coincide con el caso de la chica agredida sexualmente en Sanfermines y con todo el poder del movimiento feminista. Y creo que ahí juegan un rol fundamental muchas periodistas feministas que, por primera vez, empiezan a incluir en sus agendas, también comunicativas, las violencias sexuales. Porque si rastreamos en cómo se representaban los medios, las violencias sexuales estaban totalmente desatendidas también.

 

O estereotipadas…

Totalmente. Por eso, el trabajo de Nerea Barjola [Microfísica sexista del poder] para mí es la obra maestra de las violencias sexuales en el contexto de nuestro país, porque en nuestro país no teníamos una referente teórica que nos cambiara el paradigma. Y Nerea es eso. Y precisamente de lo que habla es de esa representación del terror sexual. Como decía, en 2016 diferentes vectores se aúnan para por fin situar en la agenda las violencias sexuales. Luego Amnistía Internacional me contrata para elaborar la investigación de Ya es hora de que me creas.

 

Cuando yo realicé mi investigación de violencias sexuales, no había ni informes teóricos del movimiento feminista. Acsur Las Segovias hizo uno estupendo, no quiero dejar de nombrarlo, pero el informe de Amnistía Ya es hora de que me creas cambia también en términos de incidencia política y de dar el toque a las instituciones. Poco a poco empieza esa fuente de obras que empiezan a hablar de la violencia sexual. Y el recorrido biográfico termina con una oportunidad en mi vida que es que primero me llama la secretaria de Estado, Soledad Murillo, en el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, y luego me llama la ministra para formar parte de su equipo, junto con otras compañeras, para tomar las riendas y por fin empezar a elaborar políticas públicas y relatos políticos que estén dirigidos a visibilizar las violencias sexuales y a acompañar a las supervivientes.

 

En el año 2018 el movimiento feminista toma las calles para decir “no es abuso, es violación”. ¿Qué pensabas entonces de ese lema?

El “nombrar para politizar” famoso de Celia Amorós era un paso fundamental que teníamos que dar como activistas, como feministas y como teóricas. Y la realidad es que “abuso” era una palabra insignificante para lo que son las violencias sexuales en las vidas de todas, en nuestra biografía. Cuando el movimiento feminista empieza a señalar que no es abuso y que es violación, creo que más allá de lo que implica nombrar, se produce un giro radical que en la representación cultural que marca un antes y un después también. Ya no nos conformamos con palabras nimias, estamos hablando de una agresión sexual, estamos hablando de violencias sexuales, estamos hablando de un continuo que nos atraviesa a todas las mujeres en nuestras biografías, en todo el planeta. Creo que esa conceptualización es clave también.

 

Estamos en 2023, ha pasado poco tiempo pero “no es abuso, es violación” ya no solo es un lema feminista sino el principio de una ley. ¿Qué impacto tiene eso?

El impacto que tiene es doble. En primer lugar porque podemos, desde la integralidad de una norma de estas características, no solamente trabajar para prevenir las violencias, las agresiones sexuales, las violaciones, sino que por primera vez vamos a penalizar también esas agresiones sexuales que se ejercen de manera constante y continua contra las mujeres. Eso implica reclamar una deuda histórica que es la justicia feminista para todas. Para mí eso es clave, que esté en una norma, que se visibilice, pero que hablemos también de ese derecho a la justicia feminista al que yo por lo menos no quiero renunciar.

 

Y que se penalice de una forma distinta no significa que las feministas estemos abogando como única salida por las medidas punitivas, ni mucho menos. Porque las penas tienen que ser proporcionales a un delito. Lo que estamos abogando es por un derecho del que nos han despojado a lo largo de los siglos, que es el derecho a la justicia y por el que vamos a seguir peleando muchas, a pesar de que la derecha, la ultraderecha o el negacionismo intenten robárnoslo.

 

Hay un debate interno dentro del feminismo, sobre si la ley es punitivista o si hay que rendirse al Código Penal para hacer justicia con las mujeres. ¿Qué piensas?

Creo que eso es de una gran ignorancia. Para empezar, porque es una ley integral y creo que quien centraliza el debate de la ley solo en el Código Penal es quien lo mantiene en el marco punitivista. Es una ley integral que tiene más de 60 artículos y habla de la prevención, de la sensibilización, del derecho histórico a la reparación integral de las víctimas, de la educación. Lo que viene es a paliar todo ese gran vacío histórico que existe para intentar enfrentar y para intentar erradicar las violencias sexuales. Cuando me hablan de que es punitivista y se centra en el Código Penal… pues me indigno un poco, tengo que reconocerlo, porque al final me temo que lo que estamos haciendo cuando catalogamos a esta ley como punitivista es agarrarnos precisamente al discurso más punitivista, que es focalizar en el cambio del Código Penal, que ni mucho menos es el espíritu de esta norma. Sabemos es que cada víctima es única y cada víctima tiene unos derechos, unas necesidades vitales y biográficas. Pero la mayoría de las supervivientes y de las víctimas lo que desean es el reconocimiento de la verdad y, por supuesto, reparar todos los derechos vulnerados de la mejor forma posible. Unas lo desean a través del Código Penal, otras a través de unos recursos de atención integrales como los centros de crisis 24 horas, y otras en sus espacios.

 

Si echamos un vistazo a cómo nuestro sistema judicial ha operado en ese derecho de las víctimas, nos damos cuenta también de que es es una indecencia lo que se encuentran las víctimas. En el informe de Amnistía Internacional, lo que nos dijeron la mayoría de las víctimas es que si llegan a saber lo que pasaría tras denunciar, no lo hubieran hecho. Eso es un mensaje evidente de cómo nuestro sistema judicial sigue operando desde unos marcos patriarcales y con enormes prejuicios, ejerciendo una violencia institucional que es inadmisible. Y ahora que estoy en el Gobierno como parte del equipo de este Ministerio de Igualdad, nuestro deber es impulsar políticas que intenten precisamente atenuar todo ese dolor. Es nuestra obligación atenuar el dolor de las víctimas que sí quieren esa justicia.

 

Existe el precedente del Ministerio de Igualdad del Gobierno de Zapatero, donde la cartera de Igualdad fue objeto de muchas críticas. Sabiendo lo que ocurrió entonces, ¿estabais preparadas para todo lo que ha pasado? ¿La reacción contra el Ministerio de Igualdad estaba en vuestros planes comunicativos y personales?

Voy a hablar por mí: ninguna feminista está preparada, ninguna, para enfrentar la violencia que el equipo del Ministerio ha enfrentado. El sufrimiento de estos cuatro años no lo voy a olvidar nunca, lo tengo clarísimo. Y la violencia extrema que han sufrido la ministra de Igualdad, la secretaria de Estado, la delegada del Gobierno y el resto del equipo es de una violencia indescriptible, inaudita en la historia de nuestra democracia.

 

Y lo más doloroso para mí de todo este proceso es que una parte del movimiento feminista se ha subido al carro de la violencia. Vengo del movimiento feminista, de una militancia de base. Ha sido dolorosísimo. La crítica no es dolorosa. La crítica unas veces nos gusta en lo personal, otras veces nos indigna, otras nos abre los ojos. No. Lo que es inaudito es que haya una parte, creo que pequeña, del movimiento feminista, que deliberadamente haya ejercido esa violencia. Creo que todavía tenemos mucho dolor. Voy a ser sincera: acarreo rabia encima y necesito que la rabia se me pase porque, si no, no puedo seguir siendo militante feminista.

 

De la misma forma, no voy a olvidar a las compañeras que nos han acompañado en el proceso y al feminismo que incluso siendo crítico con el Ministerio, porque no pasa nada (yo soy crítica con su propio equipo dentro del ministerio, no pensamos igual todas), han decidido no mirar a otro lado y sobre todo han decidido acompañarnos. Esas son las compañeras que ya están tatuadas en mi biografía y a algunas no las conozco, pero no se nos van a olvidar nunca.

 

Irene Montero nombró lo que ocurría como violencia política de forma más o menos reciente y llegó a haber cierto apoyo de otras políticas y políticos. Creo que fue importante, porque ha habido una parte de la legislatura donde se ha entendido como crítica legítima, como mucho se ha leído como troleo. Una vez que se ha nombrado como violencia política la reacción contra el ministerio, ¿ha cambiado algo?

La ministra y el equipo del ministerio han conseguido por primera vez hablar en nuestro país de violencia política contra las mujeres. No hay que olvidar que este tipo de violencia ya está reconocida en numerosas legislaciones de América Latina porque tiene una gran experiencia con sus defensores de derechos humanos y sus políticas como víctimas y supervivientes. Y también hay que recordar que en Europa hay países donde han asesinado también a políticas más bien de tiempo.

 

Entiendo que el reto futuro, porque la reacción patriarcal es cada vez más cruenta, va a ser incluir en nuestros marcos normativos y de políticas públicas la violencia política contra las mujeres. Porque creo que el avance que estamos dando es tan grande que el patriarcado no lo va a tolerar. Por lo tanto, desgraciadamente, también vamos a tener que ampliar nuestros marcos en materia de protección y garantía de derechos.

 

¿Qué hace un ministerio en funciones?

Un ministerio en funciones hace exactamente lo mismo que cuando no está en funciones, pero con la diferencia de que hay algunos proyectos o iniciativas que no puedes desarrollar y que tampoco puedes comunicar. Pero nosotras vamos todos los días en nuestro horario, que es súper importante decirlo porque esta es otra de las cosas que nos dicen cuando nos maltratan, que no trabajamos. Seguimos cada día junto con todo el equipo funcionarial del ministerio trabajando mano a mano e implementando las políticas públicas que ya hemos aprobado en esta legislatura. Y luego, es fundamental, con la presidencia europea. Tenemos mucho trabajo.

 

Luego hay un asunto muy importante, que son los fondos europeos de recuperación y resiliencia que caducan el 31 de diciembre, y hemos aprobado desde el Ministerio de Igualdad medidas importantísimas para la garantía de los derechos de las mujeres, como son los centros de crisis, como es el sistema Atenpro, como son los dispositivos… Un montón de medidas.

 

Si tuvieras que hacer balance, ¿de qué te sientes más orgullosa y qué cambiarías?

De lo que más orgullosa me siento es de haber sido parte del equipo de Irene Montero y de un ministerio que ha apostado por políticas feministas transformadoras para la vida de las mujeres.

 

¿Qué habéis hecho mal? ¿En qué os habéis equivocado?

Cambiaría muchas cosas, evidentemente, y estoy convencida de que nos hemos equivocado cada día. Quizás lo que cambiaría sería el ritmo frenético al que hemos estado sometidas para, ante la angustia de que esto terminara, sacar adelante toda esa batería de políticas públicas y de leyes que hemos hecho. Porque creo que quizás las políticas públicas se tienen que hacer de una forma un poquito más tranquila. Pero es verdad que los tiempos y el momento político no nos lo permitían.

 

Desde los medios también ha habido esa sensación de vértigo. El ministerio ha acaparado muchísima atención mediática, diría que desproporcionada si se tiene en cuenta su tamaño, ya que es uno de los ministerios más pequeños.

 

Ha sido una locura. No ha habido un día en donde el ministerio y el equipo ministerial y la ministra no fueran noticia en este país, lo cual creo que es sintomático de lo que supone para el patriarcado y para toda esa estructura patriarcal el ministerio.

 

Igualdad ha sido blanco de críticas, de ataques y de fake news de forma constante, eso es indudable. Sin embargo, las rebajas de condenas a presos condenados por violencia sexual a raíz de la ley del solo sí es sí supusieron un punto de inflexión, porque ya no hablamos de fake news o de críticas reaccionarias de medios conservadores, sino de hechos. ¿Ha sido esa la mayor crisis del ministerio?

Yo creo que sí, la verdad. Porque hay un relato objetivo y demoledor que es el relato de “violadores a la calle”. Y frente a ese relato es muy complicado defenderse porque objetivamente hay una serie de juezas y jueces que están aplicando una serie de criterios que no se corresponden con el espíritu de la ley ni con la circular de la propia Fiscalía, ni con los criterios de otros jueces y juezas que no han traducido penas ni han revisado las condenas. Yo lo tengo claro: es un relato funcional y es un relato también disciplinario, pero es muy complicado de desmontar como relato. Porque yo no puedo objetar nada a una mujer que ha sido agredida sexualmente y que considera que la condena es proporcional cuando ve que el agresor ha sido puesto en libertad o ha visto reducida la condena… Es que no tengo nada más que decir, lo que hago es solidarizarme con esa víctima. Para mí ha sido lo más complicado de toda esta legislatura.

 

La ley es una gran ley, pero ese relato es demoledor. Sobre todo cuando hay toda una maquinaria que opera al servicio de destruir al Ministerio de Igualdad. Y, desgraciadamente, en la Ley de Libertad Sexual y en el Código Penal ha encontrado la horma perfecta.

 

Se han pedido dimisiones de responsables del ministerio casi desde que se creó, sin muchas repercusión. Pero, ¿se llegó a plantear alguna dimisión cuando se conocieron las rebajas?

Internamente no, porque defendemos la ley. Me temo que es complicado de trasladar pero la ley, tal y como se redactó, es conforme a los estándares internacionales de derechos humanos, y a lo que establecen todos los informes preceptivos. Era una ley que se planteaba que no iba a producir estos efectos.

 

En un contexto tan débil y tan debilitado como fue el de que se estaba poniendo en la calle a los agresores, lo facilón habrían sido las dimisiones, los ceses inmediatos. Lo fácil no ha sido señalar qué es lo que está fallando dentro de este patriarcado judicial. Porque los agresores han sido puestos en libertad en la mayoría de los casos a lo largo de los últimos veinte años. O sea, si echamos un vistazo a la jurisprudencia o entramos en los buscadores de jurisprudencia, observamos una inmensa impunidad contra las agresiones sexuales, observamos que en la mayoría de los casos nunca llegan al sistema judicial y que los que llegan muchas veces terminan en absoluciones, precisamente por cómo está construido el propio sistema judicial, por los estereotipos de género, por los prejuicios, por el machismo judicial.

 

También fue llamativo que medios, tertulianos y partidos solicitaran dimisiones en Igualdad, cuando sabemos que es una norma en la que se han visto implicados otros ministerios y principalmente el Ministerio de Justicia. Mientras tanto, es un escándalo que comunidades autónomas como las del Partido Popular, que tienen millones de euros para crear los centros de atención a víctimas de violencia sexual, hayan pedido que se posponga al año que viene, después de dos años, al tiempo que están cada día en todas las instituciones atacando a la Ley de Libertad Sexual. Para mí, todo esto ha superado con creces lo que yo me podía llegar a imaginar que era trabajar en un ministerio de estas características.

 

¿Era más fácil dimitir que tratar de explicar lo que estaba pasando?

Nosotras hemos intentado en numerosas ocasiones explicar lo que estaba sucediendo y lo vamos a seguir explicando. Y yo personalmente voy a seguir explicando durante los próximos años de mi vida en qué consiste esta ley, que no es del ministerio, sino que es de todas. Es tan poderoso el relato que se ha impuesto que complica en términos comunicativos el entender la trascendencia de esta norma. Pero yo espero que a lo largo de los próximos años y en los próximos meses podamos ir poco a poco explicando y, sobre todo, que todas se puedan apropiar de esta norma.

 

Entonces, ¿crees que tus próximos años van a estar ligados a la ley del sí aunque ya estés fuera del ministerio?

Mis próximos años van a ser de un activismo absoluto y extremo. Voy a hacer que la ley sea mi activismo y específicamente algunos elementos de la ley que creo que son trascendentales para la vida de todas. Uno es la atención especializada, que todavía no existe. Cambiar una ley es fácil, cambiar una cultura es muy difícil. Con la ley del sí es sí tenemos que llegar a todo el mundo y mi activismo va a estar centrado en todo lo que tiene que ver con las medidas de prevención y sensibilización y rendición de cuentas. Porque no puede ser que todavía las víctimas, las supervivientes, los familiares, el entorno íntimo, se acerquen a las instituciones y las instituciones sigan sin responder como se merecen las víctimas como ocurría antes cuando no había ley.

 

Vienes del movimiento feminista de base. Estás hablando de volver a ese movimiento feminista de base. Como feminista de base, cuando entras a la institución, ¿a qué tienes que renunciar?

Vengo del movimiento feminista de base, pero yo soy una de las feministas que cree que en las instituciones se pueden cambiar muchas cosas. Es evidente que yo he tenido que renunciar a algo, para empezar a hacer un activismo de base. Muchas compañeras critican que las feministas que estamos en las instituciones tenemos que renunciar a algunas demandas que se hacen desde el movimiento feminista. Y, en ese sentido, yo tengo que ponerme de perfil, no puedo formar parte de entornos de militancia donde se deciden acciones legítimas y que apoyo por completo contra las políticas institucionales que no están funcionando.

 

Pero luego hay otras cosas muy bonitas que hemos podido hacer gracias al movimiento de base del que vengo. Hemos podido hacer cosas que nunca la institución tan patriarcal en la que estamos, incluso el Ministerio de Igualdad, podría plantearse que podrían modificarse. Por ejemplo, yo he descubierto un mundo que es el derecho administrativo. Y yo digo que necesitamos más juristas que sepan de derecho administrativo, porque el patriarcado se cuela por la burocracia por todos lados.

 

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/violencia-sexual/barbara-tardon-ninguna-feminista-preparada-enfrentar-violencia-ha-enfrentado-ministerio

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Judith Morales Pérez: «La literatura es uno de los medios más poderosos que tenemos los puertorriqueños para expresar lo que somos y lo que deseamos ser». Puerto Rico

Judith Morales Pérez (Ponce, Puerto Rico) es escritora, docente e investigadora. Ha ejercido la cátedra universitaria de español, géneros literarios y redacción y estilo por unas tres décadas, entre la Universidad de Puerto Rico y el Colegio Universitario de San Juan. En la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico ha ofrecido el curso de Redacción Jurídica. Se ha destacado como poeta y narradora. Toca guitarra, compone y declama. Es bruja -si bien nació leona- por pueblo de residencia habitual. Judith ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace poco publicasteis El Club de las Gordas: ¿Una novela policial? (2022). ¿De qué trata o tratas en esta novela y cómo recorres entre la literatura y la realidad o no ficción? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

– Judith Morales Pérez (JMP, en adelante) – Este relato gira en torno al proceso de investigación de un crimen pasional, con la diferencia de que, en este caso, la víctima es una mujer gorda. Siempre he pensado que la literatura es un discurso que, aunque imaginario, reproduce la vida en todos los sentidos, y entre todos esos, mi novela expone el feminicidio, un mal que aqueja, lamentablemente, a mi país y a otros países hispanoamericanos. Caracterizar a la víctima de esta manera, me sirvió para aludir a otro problema social: la gordofobia. Trabajar este tema surge de una honda preocupación por esas mujeres gordas a las que se les dificulta enfrentarse al prejuicio y al discrimen.

– WRS –¿Qué relación tiene El Club de las Gordas: ¿Una novela policial? con vuestro trabajo creativo anterior y hoy?

– JMP – En narrativa, porque también he trabajado la poesía, el Club de las Gordas es mi segunda novela y está íntimamente enlazada a la primera, cuyo título es Lo que pasó después de Lady. En ambas, se expone la situación social de la mujer puertorriqueña, aunque desde distintas perspectivas. En la primera, hay una propuesta crítica hacia el feminismo; en la segunda, hacia la mirada que la sociedad moderna exhibe hacia la mujer gorda. Son temas afines, lo que cambió con la segunda fue el género. Como sabe, la novela policial requiere de una estructura particular que no me requirió la primera.

– WRS – Si compara su crecimiento y madurez como persona y escritora, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo o no inicial con el de hoy?

– JMP – Ambas experiencias, tanto la primera novela como la segunda, representaron una oportunidad de crecimiento y de exposición de unas ideas en las que creo y defiendo. Fueron oportunidades únicas para el aprendizaje de técnicas narrativas, dominio del diálogo, caracterización. Definitivamente, todavía debo mejorar muchos aspectos de la escritura para enriquecer aun más el disfrute que cualquier lector podría tener al acercarse a mi trabajo literario, así que creo que, si estas dos novelas contribuyeron en algo, las que vienen continuarán con el proceso. Como persona, disfruté muchísimo ver el impacto que la propuesta de ambas novelas causó en mis lectores. Los comentarios, particularmente con la segunda, reflejan que hubo en ellos un proceso de concienciación en torno al tema y un interés por adoptar la propuesta como estilo de vida.

– WRS – Judith, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico y fuera?

– JMP – Admiro el trabajo literario de esta generación de autores puertorriqueños y, sobre todo, me emociona ver la cantidad de mujeres que desde la década del setenta se han lanzado a la aventura literaria. Creo que comparto con ellas el deseo de hacer acto de presencia en un medio en el que por siglos se nos ha invisibilizado. No busco, sin embargo, ningún protagonismo que no sea el de narrar las historias que se me ocurren para que quienes las lean reflexionen sobre ellas, y las disfruten.

– WRS – ¿Cómo concibes la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico, y la de sus pares, bien sean escritores de novela u otro género?

– JMP – Buena pregunta. Con relación a mi primera novela, tengo el conocimiento de que recibió una injusta crítica por parte de un sector que se atribuye la propiedad de algunos temas, como el de la negritud; pero como creo que las luchas no tienen nombre y apellido, eso no me preocupa en lo absoluto. Quienes la han leído afirman que hace una excelente aportación a ese tema, y eso es suficiente. Con la segunda, logré que los lectores rieran, aun en medio del análisis de temas tan importantes y serios como son un feminicidio o el discrimen contra la mujer gorda.  Soy de las que piensa que un relato no existe solo para que un grupo de expertos lo apruebe o rechace, y no es, precisamente, esta opinión a la que le doy peso. Para mí es más importante el juicio que puede producir un lector común. Me basta con escuchar que me digan: “Me encantó la novela, ya estoy esperando la próxima”. Eso sí que es valioso, porque mi trabajo pudo carecer de muchísimas cosas que son pura teoría literaria, o no cumplió con las expectativas ideológicas de un grupo; sin embargo, si logró que alguien que nunca lee, o que no le gusta leer, no quiera abandonar la lectura y lleve mi libro a todas partes, para mí es suficiente.

– WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera una autora puertorriqueña o no? O, más bien, una autora de literatura, sea esta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

– JMP – La experiencia humana es universal, está y estará en cada uno de mis relatos, ocurra en Puerto Rico o en China; pero confieso que me encanta ese adjetivo unido al sustantivo del oficio. La literatura es uno de los medios más poderosos que tenemos los puertorriqueños para expresar lo que somos y lo que deseamos ser; por eso, elijo escribir una literatura que exponga mi identidad caribeña y puertorriqueña.

– WRS – ¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo?

– JMP – Soy latina, mujer, y fiel creyente de la libertad de pensamiento. Todo lo que se relacione con esa fórmula estará presente en todo lo que escriba. Hasta este momento, la única ideología que he dejado entrever en mis escritos es la que gira en torno a la posición social de la mujer, la que, evidentemente, hace una defensa valiente y ataca contundentemente al sistema que la oprime o le dicta cómo existir.

– WRS – ¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritora hoy?

– JMP – Confieso que soy muy observadora, y suelo grabar lo que veo a mi alrededor: la forma en que las personas hablan, los gestos, sus posturas ante la vida; todo eso lo utilizo para crear mis personajes. Muchas veces, un personaje es el resultado de una combinación de características de varias personas que conozco. El Club de las Gordas fue la novela en que más hice esto, allí están mis amigas de la universidad, e incluso yo, pero, claro, dirigidas hacia la propuesta temática. Mi experiencia de vida está íntimamente relacionada con este trabajo creativo porque, como mujer gorda, me he enfrentado al discrimen, lo he vivido en carne propia, aunque con una actitud distinta a la que adoptan muchas mujeres. Creo que ningún escritor puede deslindar su experiencia de vida de su quehacer literario, quizás podemos distanciarla un poco, solo eso.

– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

– JMP – Mi primera novela se publicó en el 2019; la segunda, en 2022. La primera dejó un buen gusto en mis lectores, tanto así que me preguntaban constantemente cuándo lanzaría la segunda. He visto, sin embargo, una mayor respuesta (en términos de venta) con la segunda, quizás porque el tema de los cuerpos y las normas impuestas por la sociedad es un tema moderno y de interés actual. Muchas de mis lectoras se identifican con la novela con solo leer el título (porque son gordas o conocen a alguna mujer gorda), y una vez comienzan a leerla, disfrutan la perspectiva trágica y cómica, a veces burlesca, con que se trata el tema.  La opinión de quienes la han leído coincide con que la propuesta les ha ofrecido una manera particular de enfrentar el discrimen y, definitivamente, se sienten empoderadas.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

– JMP – Estoy dando los últimos toques a un libro mixto que llevará por título “Sandeces”. Es una mezcla de relatos breves, comentarios, anécdotas familiares y poemas jocosos. ¿Pendientes?, varias novelas, solo necesito el tiempo para sentarme a escribirlas…

Entrevista realizada en septiembre de 2022. Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Fuente: https://rebelion.org/la-literatura-es-uno-de-los-medios-mas-poderosos-que-tenemos-los-puertorriquenos-para-expresar-lo-que-somos-y-lo-que-deseamos-ser/

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¿Soberanía o dependencia?: la necesidad de un ambientalismo antisistémico

Por: Florencia Trentini, Nicolás Castelli

En las últimas semanas el debate sobre la explotación de hidrocarburos en el mar Argentino y en paralelo la ola de calor que azotó al país pusieron sobre la mesa la discusión sobre el modelo de desarrollo. ¿Es posible que el desarrollo económico dialogue con el cuidado del ambiente y además garantice inclusión social?

La crisis climática se hace sentir cada vez más fuerte y frente a esto el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), grupo científico reunido por las Naciones Unidas para monitorear y evaluar toda la ciencia global relacionada con el cambio climático, sostuvo en su último informe publicado que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando. Ante este escenario, los planes actuales no van a alcanzar para limitar el calentamiento a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, umbral que los científicos consideran necesario para evitar impactos aún más catastróficos.

Alrededor del 90% del dióxido de carbono -el peor de los gases de efecto invernadero (GEI)- emitido en la actualidad proviene de la combustión de petróleo, carbón y gas natural. Estos se usan para la obtención de la energía para sostener las actividades industriales, producir alimentos, garantizar el funcionamiento de los medios de transporte, calefaccionar o refrigerar hogares y lugares de trabajo, etc. Para evitar un colapso ecosocial no solo será necesario reducir las emisiones, sino también eliminar parte del carbono que ya está en la atmósfera.

Y lejos de ser necesaria una innovación tecnológica aún no creada, la solución para esto ya existe naturalmente y se llama fotosíntesis. Sí, ese proceso mediante el cual las plantas absorben el dióxido de carbono del aire y lo almacenan en sus raíces y en el suelo. Se estima que las plantas podrían proporcionar casi un tercio de las reducciones de emisiones para lograr el umbral de 1,5°.

Es decir, nuestra forma de habitar el planeta modificó el ciclo del carbono: emitiendo mediante algunas actividades humanas mayor cantidad de gases de los que son posible de absorber naturalmente, y destruyendo con otras actividades humanas los territorios (bosques, selvas, humedales) que podrían absorber más emisiones. Solo en Argentina, entre 1990 y 2015 se arrasaron 7,6 millones de hectáreas de monte nativo para dar lugar al agronegocio y el extractivismo. O en otro nivel de la problemática, las plazas de la Ciudad de Buenos Aires tienen cada vez más cemento y menos árboles, mientras se cuentan canteros como superficies verdes. Esto tiene un correlato directo en la temperatura, que en algunos casos puede variar más de 20 grados dentro de la misma ciudad, entre zonas con espacios verdes y zonas sin ellos.

El informe del IPCC también deja en claro que las responsabilidades por este desastre son desiguales: los países más ricos son responsables de una mayor cantidad de emisiones, pero las consecuencias se sienten con mayor impacto en los países más pobres. EE.UU. y Haití pueden sufrir huracanes, pero cómo cada país afronte este hecho va a depender de sus condiciones socioeconómicas y estas son resultado de desigualdades estructurales.

Con EE.UU. a la cabeza, las mayores emisiones históricas de GEI se concentran en diez países y un puñado de grandes empresas transnacionales. Esta desigualdad se ve claramente cuando se discute la transición energética y la descarbonización de las economías. Actualmente solo el 15% de la energía proviene de fuentes bajas en emisiones de GEI. Esto es la energía eólica, hidroeléctrica o solar, y aproximadamente un 4% corresponde a energía nuclear. La transición energética ya es un hecho en pleno desarrollo. En esta carrera de sustitución de hidrocarburos por energías limpias -que por el momento dominan las grandes potencias europeas- se plantean diversos problemas y desafíos para los países del sur global.

Desde un neodependentismo económico y tecnológico hasta convertir a la región en depositaria de los pasivos socioambientales de la descarbonización de las economías del Primer Mundo, el riesgo de profundizar asimetrías y desigualdades está presente. Ahora bien, esta discusión se da mientras el 13% de la población del mundo no tiene acceso a servicios modernos de electricidad, cerca de 3 mil millones de personas dependen del carbón para cocinar y el 29% de los hogares del mundo no tiene acceso a servicios públicos modernos.

A nivel internacional, el accionar frente al cambio climático se categoriza en dos ejes: la mitigación y la adaptación. La primera se refiere a las acciones que buscan reducir la concentración de GEI, mientras la segunda a las medidas que se adoptan para hacer frente a los cambios del clima, con el objetivo de evitar o limitar los daños. En la última Conferencia de las Partes (COP) realizada en Egipto, una de las mayores discusiones se centró en quién debe pagar los daños y las pérdidas en los países en desarrollo vulnerables a los efectos del cambio climático. En el caso de adaptación se logró la reafirmación del compromiso adoptado en Glasgow, Escocia, para duplicar los recursos destinados a estas acciones. En el caso de mitigación no se lograron avances claros sobre la reducción de emisiones de GEI, porque esta discusión implica la transformación del modelo de desarrollo actual.

Crisis socioecológica y crisis económica: siempre pierden los mismos

Ahora bien, Argentina, además de ser parte de esta crisis climática a nivel mundial se encuentra viviendo una crisis económica, y muchas veces el ambiente y los bienes comunes parecen ser una respuesta para salir de la misma. De hecho, algunas personas suelen sostener que oponerse a algunas actividades extractivas es condenar a nuestro país al hambre y la pobreza. En otros casos se sostiene que el problema no son las actividades extractivas sino la disputa por la soberanía. En este mundo desigual, donde los países ricos del norte a través de sus formas de desarrollo extractivista casi nos dejaron sin planeta, parecería ser casi un acto de justicia poder ahora explotar en nombre de la patria nuestros propios recursos y lograr así nuestro desarrollo económico.

En los últimos tiempos esta discusión ha llevado a que quienes se autodefinen como ambientalistas se peleen entre elles, supuestamente entre posiciones más o menos desarrollistas o más o menos patrióticas y posturas más o menos cancelatorias de ciertas actividades productivas. El problema es que mientras estas discusiones suceden nuestros bienes comunes siguen siendo saqueados, la gente que vive en las zonas extractivas sigue sufriendo las consecuencias en sus territorios, cuerpos y vidas, y los dólares siguen yendo a otro lado. Sin duda los grandes ganadores de estas dicotomías ambientales son quienes jamás se van a definir como “ambientalistas”.

Más allá de estas posiciones, la realidad es que es una falacia pensar que el problema de la Argentina es la falta de divisas. Porque aunque éstas hoy se piensen en función de las metas de ajuste impuestas por el FMI para cumplir con el pago de una deuda odiosa y fraudulenta, lo cierto es que hay un problema estructural de redistribución de la riqueza y los ingresos. Ya van tres años de crecimiento macroeconómico sostenido, pero hace siete años que la puja distributiva de los ingresos viene siendo cada vez más regresiva para el conjunto de la clase trabajadora dejando a los sueldos cada vez más retrasados con respecto a los precios.

Esto provoca, entre otras variables, que la recuperación económica no llegue al conjunto de la población, sino que, por el contrario, recaiga sobre los bolsillos de los trabajadores y trabajadoras formales y de la economía popular. Entonces, ¿es posible conciliar los objetivos de la sostenibilidad económica y ambiental, y además hacerlo con inclusión y justicia social? Lejos de una simple dicotomía entre dependencia y soberanía el problema es la discusión sobre el modelo de desarrollo, porque aun soberano podría seguir teniendo las mismas graves consecuencias para humanos y no humanos.

En nuestro país una clara muestra de la desigualdad social se refleja en la caída de la participación de los trabajadores y trabajadoras en el PBI que pasó de ser del 51,8% en 2016 a un 43,1% en 2021. Pero esto también es evidente en políticas concretas como las del dólar soja, un nuevo tipo de cambio equivalente a 230 pesos que resultó en un beneficio al agropower para que liquiden sus dólares mientras los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, el eslabón más precarizado de la clase obrera, recibirá un mísero bono de fin de año.

El avance de la frontera sojera es sin dudas uno de los grandes problemas ambientales de la Argentina por su extensión: millones y millones de hectáreas de soja y pueblos enteros fumigados con agroquímicos para garantizar la producción, pero que a la vez causan daños irreversibles en la salud humana. A esto hay que sumarle la deforestación que se necesita para su desarrollo y las consecuencias ecológicas posteriores, como la erosión hídrica.

Desde que se liberó el uso de la soja transgénica a mediados de los noventa, las plantaciones del “oro verde” cubrieron el 60% de las superficies aptas para el cultivo. Incluso en 20 años, el uso de agrotóxicos aumentó un 800% generando altos niveles de cáncer, abortos espontáneos, niños y niñas que nacen con malformaciones, enfermedades respiratorias y de piel, entre otras. El lado oscuro y mortal del “boom de los commodities”.

Mientras se beneficia a estos grandes señores del campo que tienen la posibilidad de almacenar su producción del monocultivo de soja en silobolsas y esperar, mientras especulan y manejan los ritmos de la venta y sus precios, los pequeños productores y productoras de la agricultura familiar están sufriendo las consecuencias de la crisis climática que pone en riesgo su ciclo productivo y su economía. Las tormentas de las últimas semanas, en algunos casos con temporales de viento y granizo, se suman a las sequías extremas que se viven en algunas regiones del país, y a los incendios que afectan a distintas provincias. Estos eventos impactan directamente en la calidad, cantidad y en los precios de sus producciones, vulnerando sus derechos y su calidad de vida.

El problema radica en que mientras se siga apostando a una política de concesiones a los grupos económicos y a la desmovilización, con claras consecuencias que terminan pagando siempre las mayorías populares, las discusiones entre ambientalistas sobre la forma de explotar nuestros bienes comunes solo sigue dividiendo lo que podría unirse en busca de una alternativa que ponga a discutir, por ejemplo, la gestión social de esos bienes o la participación popular en el control de los mismos. De lo contrario, el debate se seguirá dando en una cancha marcada de antemano por un modelo global, capitalista, patriarcal, androcéntrico y colonial. En este sentido, el ambientalismo -como el feminismo y la economía popular- tiene la posibilidad de imaginar y construir una respuesta antisistémica que modifique el rumbo de aquello instituido y que a su vez plantee soluciones diferentes a las acostumbradas.

Fuente de la información e imagen:  https://primera-linea.com.ar

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