El falso feminismo de las marchas anti Trump

Ilka Oliva Corado

Marchas de feministas pro Hillary Clinton. No se necesita tener más de dos dedos de frente para saber que estas manifestaciones son manipuladas y que tienen intereses que nada tienen que ver con los derechos de género.   Sin embargo entiendo lo geniudo de la decisión de muchas en participar y no voy a generalizar.

Toda mujer que crea que Hillary Clinton es feminista no ha entendido en lo más mínimo el feminismo, y peor aún que la apoye y le dé su voto.   Y es lo que ha sucedido en Estados Unidos con la ola de mujeres jóvenes que se han dejado llevar por la emoción y el discurso anti género de Trump. Y satanizan a Trump cuando tienen a un ejemplar a cada dos metros de distancia: en sus casas, en las escuelas, en su comunidad, en su trabajo; porque los hombres como Trump son producto del sistema como lo es el un falso Obama que resultó más kukluxklan que el más caucásico de los racistas. Obama es un negro pro sistema. Y que se disfrace y que la gente le crea es otra cosa, como lo hace Clinton con el feminismo.

¿Por qué estas feministas que marchan contra Trump no marcharon contra Obama durante su mandato, cuando murieron cientos de niñas, adolescentes y mujeres sirias y yemeníes, por la invasión estadounidense en esos países? ¿Por qué no se plantaron tomando las calles cuando soldados estadounidenses violaron a por lo menos 53 niñas colombianas? ¿Acaso estas niñas, adolescentes y mujeres no importan como las nacidas en Estados Unidos? ¿Por qué estas mujeres feministas no se interesan por la política exterior de su país, más bien la solapan, callando o justificando que su país lo único que hace es defenderse de ataques terroristas e intenciones de invasión?

¿Por qué apoyar a una mujer como Clinton que representa igual o peor peligro para la política exterior de Estados Unidos que el mismo Trump? Y peor aún, tomarla como referente del feminismo e instar a que mujeres jóvenes la sigan. ¿Por qué feministas anti sistema se han volcado a apoyarla y a convertirla en una plataforma anti Trump? Para no ir tan lejos, ¿por qué estas multitudes de mujeres no forman un frente anti deportaciones de indocumentados? Sería una plataforma sólida y con un mensaje claro al mundo.

¿Acaso importan más los derechos de género de ciudadanas o residentes estadounidenses que los derechos humanos de quienes son los más golpeados del sistema por no tener documentos? Cualquier feminista sabe que los derechos de género son derechos humanos, por ende una feminista real jamás iría a manifestar sin exigir derechos para las minorías; donde viéndolo por el lado del género también hay niñas, adolescentes y mujeres indocumentadas. Hay familias que están siendo separadas y no por la administración Trump, esto viene desde la administración Obama.

Porque muchas de estas falsas feministas que abarrotaron las calles de Estados Unidos, tienen mujeres indocumentadas trabajando en sus casas, limpiándolas, cuidando a sus hijos mientras ellas asisten a la universidad o al trabajo, mientras ellas logran desarrollarse profesionalmente. Y no les conviene que tengan derechos laborales que ellas exigen sí para ellas y su manada, porque entonces las perjudica como empleadoras, no podrían aprovecharse más de quienes les trabajan por migajas. Quienes cuidan sus jardines son indocumentados, quienes siembran y cosechan las frutas y verduras que ellas comen todos los días, son indocumentados. Quienes limpian los baños en los centros comerciales, en las escuelas, en las universidades son indocumentados. De los indocumentados se aprovechan todos, porque quién quisiera que tuvieran derechos laborales si tendrían que pagarles conforme a la ley.

¿Por qué estas feministas pro derechos humanos entonces si saben el peligro que sufren familias completas por las deportaciones no hacen un frente y exigen una Reforma Migratoria Integral? Sería un ejemplo claro y humano de querer cambiar el sistema. Sin necesidad de andarse pegando golpes en el pecho o auto proclamándose feministas. El feminismo se demuestra en acción, no en recitales ni en bacanales.

Las violaciones sexuales que sufren niñas, adolescentes y mujeres por parte del ejército estadounidense fuera del país, son tan importantes como las que sufren mujeres nacidas en Estados Unidos, viviendo dentro del país.

¿Por qué estas miles, miles de mujeres no protestaron por la insolencia de Trump ante Palestina? Fácil, porque las mujeres palestinas les importan un carajo y lo que pueda pasarles a otras en cualquier lugar del mundo por parte del gobierno estadounidense.

Así de grande es su doble moral y su falso feminismo.

¿Por qué estas mujeres arrechas que se auto flagelaron en las marchas no pidieron el alto al bloqueo a Cuba? ¿La devolución de Guantánamo? ¿Por qué no pidieron un alto a la invasión de Estados Unidos a otros países? Porque lo que les suceda a las personas de otros países, sean del género que sean, a ellas les importa un carajo. ¿Cuál feminismo entonces?

Existe una confusión bárbara en cuanto al concepto feminismo entre las mujeres jóvenes estadounidenses. Porque ninguna feminista de verdad, apoyaría que una Clinton   dirija una invasión estadounidense en países como Venezuela, como ya lo vimos cuando en Miami prometía sacar al “dictador” Maduro cuando el tiempo de las guarimbas, que ellos mismos armaron. O que una feminista de verdad apoye las deportaciones de niños y adolescentes que llegaron al país sin compañía, como lo hizo Clinton cuando Obama decidió acabar con el programa temporal que ellos mismos armaron para justificar la militarización de México y el triángulo norte de Centroamérica.

O una Clinton que le dio continuidad a la construcción del muro entre México y Estados Unidos, que inició su esposo. Trump es el hombre típico de la sociedad y este falso feminismo también lo es.

Como vemos, ser feminista no es solo de soplar y hacer botellas, el feminismo se vive con las acciones cotidianas, no con pancartas, bacanales y fotos para las redes sociales.

Estamos a años luz de un feminismo consecuente, irreverente y humano. Ante todo humano.  Por ahí alguien dirá: “pero de algo a nada…”  Justificar diciendo  algo nada, son patadas de ahogado. Y disculpen flores si les marchito un pétalo pero a las cosas por su nombre.

Fuente del articulo: https://cronicasdeunainquilina.com/2018/01/22/el-falso-feminismo-de-las-marchas-anti-trump/

Fuente de la imagen: https://www.telesurtv.net/__export/1516635197556/site

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Nancy Fraser, intelectual feminista: “Todo movimiento emancipador tiene que adquirir hoy una dimensión populista»

Por Tatiana Llaguno/ctxt.es

A raíz de las manifestaciones convocadas por el movimiento feminista contra la investidura de Donald Trump, Nancy Fraser, actualmente profesora de Filosofía y Política en la New School for Social Research de Nueva York, firmó –junto a muchas otras, como Angela Davis y Rasmea Odeh– un llamamiento a un ¨feminismo del 99%”, transnacional y anticapitalista. Su apuesta trata de construir un feminismo de mayorías, inclusivo, que rehúya la cooptación neoliberal. Con varias décadas de trabajo académico a las espaldas, en las que ha indagado cuestiones como la justicia, el capitalismo y el feminismo, Fraser es a día de hoy una de las más reconocidas intelectuales dentro del pensamiento crítico. Firme defensora de la estrategia emprendida por Bernie Sanders, crítica de Clinton y ferviente opositora a Trump, en esta entrevista analiza en detalle la situación política actual, posicionándose a favor de un “populismo de izquierdas” que se oponga al “neoliberalismo progresista” y al “populismo reaccionario”.

¿Cuál sería su evaluación de los primeros cien días de mandato del Presidente Trump? ¿Qué pueden decirnos estos meses sobre su proyecto, límites y posibles resistencias?

Diría que hay que señalar dos aspectos: por un lado, la facilidad con la que las corrientes más convencionales del Partido Republicano han conseguido recuperarlo y desarmar la dimensión populista de su campaña. Básicamente está dando marcha atrás en varios asuntos, como el NAFTA, que ya no pretende abandonar, sino renegociar. Está siendo arrastrado a una agenda de libre comercio y bajos impuestos. No hay ningún indicio medianamente serio de proyectos de infraestructura, algo que incluía en su campaña como fórmula de creación de empleo. Se dedica a hacer todos esos “gestos” mediáticos espantosos (como el veto a musulmanes, etc), sabiendo perfectamente que serán revocados por el poder judicial. Pero parece ser su forma de alimentar unas bases que, por otro lado, está engañando en cada una de las medidas económicas que toma. De hecho, si hacemos memoria, veremos que ganó a 17 rivales en las primarias del Partido Republicano con un discurso que apelaba a los trabajadores. Puede que el fraude no sea sorprendente, pero sí lo es la rapidez con la que está sucediendo.

Por otro lado, está la cuestión de la oposición, porque cuando haces todos estos gestos de los que hablamos, produces muchísimo miedo y rabia a la vez. Creo que podemos decir que existe de hecho una oposición movilizada contra Trump y que el país está más politizado de lo que lo ha estado en años. No obstante, es una oposición incipiente y diría que ambigua. Probablemente, la mayor y más poderosa parte de la resistencia a Trump está intentando volver a Obama o al clintonismo. Se trata de una oposición que pretende restablecer el statu quo. Desde mi punto de vista, esto es realmente insuficiente e incluso altamente problemático, ya que el statu quo anterior es lo que produjo a alguien como Trump. Así que hay un círculo vicioso: si volvemos a eso, tendremos mayores y peores Trumps. La otra posibilidad es que la resistencia se mueva en la dirección de un populismo de izquierdas, como el que Bernie Sanders efectuó en su campaña. En ese caso, no se trataría de restaurar la normalidad anterior a Trump. Creo que la oposición está rondando estas dos posibilidades y que ha habido una apertura lo suficientemente grande como para que las voces de una alternativa de izquierdas sean escuchadas. Con todo, aún existe una suerte de inercia en nuestras sociedades que empuja hacia lo que yo llamo, el “neoliberalismo progresista”.

Recientemente apoyó la candidatura de Jean-Luc Mélenchon en las elecciones francesas, aunque finalmente la decisión tuvo que tomarse entre Le Pen y Macron. Me gustaría conectar el caso francés con lo que argumenta en un libro publicado hace poco, donde explica que el dilema entre el neoliberalismo progresista y el populismo reaccionario puede ser entendido como una “elección de Hobson”. ¿Podría desarrollar esto un poco más?

Creo que hay paralelismos sorprendentes entre las últimas elecciones francesas y las presidenciales de 2016 en los EE.UU. Aquí tuvimos un aparente colapso de los dos principales partidos, que se tradujo en la pérdida de control de los votos de las bases por parte de las burocracias de los mismos. A partir de ahí tuvimos la espectacular victoria de Trump, que vino casi de ninguna parte, que nunca había ocupado un cargo electo, sin experiencia política previa, pero que finalmente consigue diezmar a los candidatos escogidos a dedo por los jefes del partido, que claramente querían a alguien como Rubio. Trump lo logra articulando un populismo reaccionario, que viene a ser una combinación entre el rechazo a una creciente financiarización de la economía, una defensa de la industria y de sus trabajadores, y una más que desagradable utilización de la población inmigrante, musulmanes, latinos, junto con una retórica misógina y racista. Mientras tanto, en el lado demócrata, teníamos a Sanders enfrentándose a Clinton, la candidata escogida por el aparato del partido, del cual supimos más tarde que aunque su deber era permanecer neutro, favoreció a Clinton en detrimento de Sanders. En este escenario, Clinton encarnaba el neoliberalismo progresista, Trump el populismo reaccionario y Sanders aquello que yo llamaría populismo progresista o de izquierdas. Para Sanders, la idea era mezclar una “política de reconocimiento” antirracista, antisexista y en favor de los inmigrantes junto con una “política distributiva” anti-Wall Street y en favor de la clase trabajadora.

Mutatis mutandis, podemos decir que en el caso francés Le Pen era nuestro Trump, Macron nuestra Clinton, y Mélenchon nuestro Sanders. En ambos casos, lo que fue eliminado fue la opción de izquierdas, en parte porque se cerraron filas detrás del neoliberalismo progresista, por miedo y por oposición al populismo de derechas. En ese sentido, las situaciones en Francia y EE.UU. eran bastante parecidas y firmé, junto a muchos otros, una carta instando a los electores franceses a evitar el mismo error que se había cometido aquí. Creo que debemos romper el círculo. Con la elección de Hobson –que es una expresión idiomática del inglés– quería decir que tanto el neoliberalismo progresista como el populismo reaccionario son opciones terribles, que además se refuerzan mutuamente de forma simbiótica. Si bien son por un lado opciones diferentes y opuestas, por otro, cada una crea las condiciones para que la otra se haga más fuerte. Por ello, es necesaria una tercera opción que rompa el esquema. Creo que al menos en los EE.UU. no todo está perdido, Sanders sigue siendo uno de los políticos más populares y mejor valorados, no parece querer irse a ninguna parte y espero que las fuerzas que ha sido capaz de movilizar tampoco desaparezcan.

En un artículo publicado a principios de año en la revista Dissent, defendió, como aquí, que lo que necesitamos es un populismo progresista. ¿Por qué cree que el populismo es la respuesta y cuáles sería para usted los beneficios y las limitaciones del populismo como lógica política?

Para mí, ‘populismo’ no es una palabra negativa. Jan-Werner Müller publicó el año pasado un libro diciendo que el populismo es inherentemente antidemocrático, excluyente, persecutorio, etc. Yo no estoy de acuerdo con esto y creo que es una mala definición del término. Me siento mucho más próxima a alguien como Ernesto Laclau, que veía el populismo como una lógica que podía ser articulada de muchas formas distintas. Es cierto que hay populismos reaccionarios, pero no tiene por qué ser siempre el caso. Por otro lado, para mí, el populismo no es la última palabra, no es una suerte de ideal al que llegar, sino más bien una fase política transicional, casi como aquello que los trotskistas llamaban “programa de transición”. Lo que yo quiero en último término es la emergencia de un socialismo democrático. Dicho esto, el lenguaje que surgió con el movimiento Occupy, y que ahora intento adaptar al feminismo, es el del 99% versus el 1%. Esto es claramente una retórica populista, es un lenguaje distinto del que utilizamos cuando hablamos de capitalismo global, de la clase trabajadora, aunque estos términos sean posiblemente más certeros a la hora de describir cómo funciona nuestra sociedad. Creo que hay una posibilidad de ganar y convencer a más gente ahora utilizando una retórica populista, pero claro, tiene que ser un populismo de izquierdas.

Hubo un punto en el que Sanders y Trump se solaparon un poco y fue en la discusión sobre aquello que Sanders llamó “economía distorsionada o amañada” [“rigged economy”], un término del cual Trump se apropió, porque evidentemente es una expresión que se entiende de forma inmediata. Si empiezas a hablar sobre las dinámicas de explotación y expropiación del capital, se vuelve más complicado. Así que para mí es un gran comienzo para empezar a cambiar la cultura política, para hacer a la gente pensar de forma más estructural sobre aquello que no funciona en nuestra sociedad. El 99% es evocador, y su función principal es sugerir que los trabajadores blancos víctimas de la desindustrialización y los afroamericanos encarcelados y expropiados son parte, potencialmente, de la misma alianza. Y que hay un grupo oligárquico, llamémoslo capital global financiero o lo que sea, que es el enemigo común. Esto es una re-organización del universo político inmensa, y es otra forma de articular un “nosotros” versus“ellos”. El neoliberalismo progresista articula superficialmente a inmigrantes, personas de color, musulmanes, LGTBIQ como el “nosotros” y convierte al hombre blanco en un “ellos”. Esto es una forma horrible de dividirnos, una forma que solo beneficia al capital. Para mí el populismo es una forma de cambiar el juego. Lo que lo hace progresista es que es inclusivo, el 99% es un número muy inclusivo. Por el momento es un discurso estupendo para movilizar y organizar.

En la construcción de esta fuerza populista y progresista contrahegemónica, parece haber una tensión entre la escala nacional y la transnacional. Normalmente, el neoliberalismo progresista se vende como abierto a la diversidad, cosmopolita, en oposición a los valores defendidos por un populismo de tipo reaccionario. ¿Cómo debería un populismo de izquierdas situarse en este debate? ¿Cómo debería habitar la tensión entre su carácter nacional-popular y la escala transnacional?

Creo que esta es una pregunta muy complicada y no estoy segura de tener una respuesta totalmente trabajada, pero es una de las cuestiones más importantes a tratar. Creo que al final lo que se necesita es un mayor internacionalismo en la izquierda, tenemos que volver a la vieja idea de un internacionalismo obrero hasta que consigamos estándares de protección laboral y del medio ambiente que sean transnacionales. No será posible resolver estos problemas de ninguna otra forma. Diría que cualquier forma de populismo progresista tiene que ser internacionalista y trabajar, en ese sentido, en la construcción de coaliciones y fuerzas transnacionales, además de trabajar en la protección de derechos de los territorios tal y como existen actualmente.

También ha dicho que cree que estamos en un momento de interregno, una situación política inestable pero también abierta al cambio. Partiendo de las declaraciones de Jean-Claude Juncker cuando afirmó aquello de “sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos cómo ser reelegidos después de hacerlo”, ¿diría que existe, entre las élites, una carencia de una narrativa sólida y que esto de alguna forma les pone más a la defensiva que a la ofensiva? 

Sí, estoy de acuerdo con este diagnóstico. No sólo la narrativa de Reagan y Thatcher ha desaparecido, sino también su continuación, la de Blair y Clinton. Hubo por un tiempo un intento de “nuevo laborismo”, de una tercera vía, del cual Obama fue también parte. Aquí, Bill Clinton fue el principal fundador y arquitecto del “Democratic Leadership Council”, que se encargó de llevar al Partido Demócrata en una dirección diferente a la tradicional, vinculada al New Deal. Y tenían una narrativa pero, sobre todo, una estrategia: decían que la demografía del país había cambiado hasta tal punto que ya no se necesitaba a la clase blanca trabajadora, que se podían ganar elecciones apelando a las clases altas, las clases medias suburbanas, los sectores tecnológicos y del entretenimiento, las minorías y las mujeres. Su narrativa era el neoliberalismo progresista.

Lo que sucedió en 2016 fue que esa narrativa se desgarró, así que ahora no tienen ni el bloque Reagan-Thatcher ni el bloque Clinton-Obama. ¿Qué tienen? Bueno, no diría que no son capaces de proponer nada nuevo, son gente muy creativa, y estoy segura de que en sus think tanks están intentando prever el próximo movimiento, pero hasta ahora no está del todo claro. Mi intuición es que intentan resucitar el neoliberalismo progresista bajo figuras nuevas, más sexys. Hillary Clinton no funcionó en ese sentido, así que intentarán encontrar a alguien que pueda llevar a cabo esa tarea. Y como dije antes, la oposición a Trump es ambigua y probablemente una parte de la misma podría ser convencida de nuevo, si una narrativa de izquierdas, convincente y amplia no se materializa. Pero hay definitivamente una crisis de legitimidad y de hegemonía y están buscando de qué forma pueden reconstituirse. Es un momento de apertura, para las Le Pen y los Trump, pero también para los Sanders y los Mélenchon. Lo segundo que hace de este tiempo un interregno es ver que alguien como Trump ha sido incapaz de estabilizarse como alternativa. En el caso de Trump, en el que no puede o no quiere ofrecer a la clase trabajadora lo que le ha prometido, la pregunta es durante cuánto tiempo ésta estará satisfecha con sus gestos mediáticos. Probablemente no estarán ahí esperando para siempre, van a buscar algo más y ese algo no será otra forma de neoliberalismo progresista.

Asumiendo que el populismo es una lógica política que puede llevarnos en una dirección emancipadora, ¿diría que debería establecer un diálogo teórico y político con el feminismo? ¿Cómo deberían los movimientos feministas participar en la construcción de esta lógica populista? ¿Su apuesta por el “feminismo del 99%” está yendo en esta dirección?

Sí, esa es justamente la idea. Creo que todo movimiento emancipador hoy, no solo el feminismo, tiene que adquirir una dimensión populista. La mayoría de movimientos sociales han sido cooptados por el neoliberalismo. El feminismo dominante en los EEUU y en muchos otros sitios ha sido el de “romper el techo de cristal”, el conocido como “lean in feminism” [en relación al best-seller publicado en 2013 por la Directora de Operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, llamado Lean In: Women, Work, and the Will to Lead] que, de hecho, es el feminismo del 1%. Así como Sanders habla a las víctimas de la rigged economy, y así como Occupy hablaba en nombre del 99%, el feminismo y el resto de movimientos sociales tienen ahora la oportunidad de decir: “rompamos con el 1%, no queremos ese feminismo, queremos un feminismo para las mujeres migrantes, para las trabajadoras domésticas, para todas aquellas que se encargan de los cuidados en sus trabajos y en sus casas, para las mujeres con trabajos precarios, para todas aquellas que intentan buscar la manera de cuidar de sus hijos, de sus familias y de sus comunidades al mismo tiempo que se ven forzadas a trabajar más y más horas por menos dinero”.

Veo la lucha por una sanidad pública universal, una que cubra por supuesto permisos de maternidad y aborto libre, como parte del feminismo del 99%. Veo al “feminismo del 99%” como un feminismo que se aleja del neoliberalismo y como parte de un movimiento populista de izquierdas más amplio. Y creo que todo movimiento social, desde el movimiento LGTBIQ al ecologista, debe re-pensarse en términos del 99%, y abandonar las versiones cooptadas, como el “capitalismo verde” o la defensa del matrimonio homosexual poco o nada interesada en los derechos sociales. Todo movimiento es potencialmente aliado en la construcción de un bloque contrahegemónico, pero solo si abandonan la retórica neoliberal y se mueven en una nueva dirección. Y por supuesto los movimientos por los derechos laborales tienen que participar, los sindicatos no son muy fuertes en EE.UU., pero hay otras luchas como la Fight for 15 que sí lo son.

El año pasado publicó en la New Left Review un artículo titulado Las contradicciones del capital y los cuidados, donde defendía que estábamos pasando por una nueva mutación de la sociedad capitalista, y que habría una posibilidad de reinventar la división reproducción-producción y el modelo de “familia con dos proveedores”. ¿Podría hacer algunas conjeturas sobre cuáles deberían ser las demandas concretas del movimiento feminista en relación a la cuestión de los cuidados y la reproducción social?

Sí, creo que ésta es una de las principales tareas del feminismo del 99%. Estoy convencida de que un feminismo que concentre toda su atención en la producción, en conseguir que más mujeres entren en el mercado laboral, y que descuide lo que sucede en el ámbito de la reproducción va por mal camino. Ambas esferas se encuentran separadas y sin embargo están también entrelazadas, lo cual es parte de la dificultad. Necesitamos una nueva forma de pensar su relación.

Un buen punto de partida sería no ponerlas en absoluta contradicción, algo que sucede ahora mismo y que se puede ver en fenómenos como la congelación de óvulos o las bombas mecánicas de alta tecnología para extraer leche materna. Se pone a las mujeres en situaciones en donde les es imposible tener una carrera y a la vez tener hijos antes de los 45. Implicaría también medidas como la reducción de las horas de trabajo, salarios dignos y suficientes para no tener que buscar más de un empleo, que permitan sustentar un hogar y no una persona, ya que no todos los hogares cuentan con o quieren tener más de un proveedor. La idea sería formular políticas de empleo y de bienestar bajo el supuesto de que todos somos sujetos sustentadores y cuidadores. Si hacemos de ello el ideal de ciudadanía, entonces tendremos un conjunto de políticas completamente diferentes.

Fuente: http://ctxt.es/es/20170823/Politica/14519/ctxt-fraser-trump-populismo-neoliberalismo-feminismo.htm#.WZ9Mcz79GwQ.twitter

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Libro: Somos tierra, semilla, rebeldía: mujeres, tierra y territorios en América Latina

Somos tierra, semilla, rebeldía: mujeres, tierra y territorios en América Latina

  • Autor: Claudia Korol
  • Coedición de GRAIN, Acción por la Biodiversidad y América Libre.

Resumen: Presentamos el libro Somos tierra, semilla, rebeldía: mujeres, tierra y territorio en América Latina, que realiza un recuento de las luchas de las mujeres en América Latina desde sus comunidades y organizaciones, partiendo del cuestionamiento al capitalismo patriarcal, que agrega a la expropiación de las tierras que sufren el campesinado pobre y los pueblos originarios la división sexual del trabajo por la cual se invisibiliza el trabajo de las mujeres, tanto el trabajo en la casa como en las pequeñas unidades agrícolas.

El acceso a la tierra es uno de los problemas más graves que enfrentan las mujeres rurales en América Latina y en el mundo, y está en la base de muchos otros problemas “invisibles” para la sociedad. Sus consecuencias e impacto abarcan a todas las mujeres y en general, a la humanidad entera y a la naturaleza.

A partir de allí recorre el camino del movimiento de mujeres por el reconocimiento de su trabajo, por la valorización de la agricultura campesina y por la búsqueda de garantizar el acceso de las mujeres campesinas a la tierra y la lucha por una reforma agraria integral, la soberanía alimentaria y la agroecología.

 

Link para descargar : https://www.grain.org/attachments/4092/download

Fuente de la reseña: http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/12/08/somos-tierra-semilla-rebeldia-mujeres-tierra-y-territorios-en-america-latina-por-claudia-korol/

Fuente de la imagen: http://www.resumenlatinoamericano.org/wp-content/uploads/2016/12/Somos20tierra20libro20tapa-300×400.jpg

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Ayer y hoy, mujeres silenciadas

Por: Enric Llopis

Retales de biografía, contenidos poéticos, declaraciones aisladas, pedazos de texto… Con estos materiales “mínimos”, la artista Carmela García (Lanzarote, 1964) compone la muestra “Imágenes de(l) poder. Cartografía de lo invisible”, que permanece abierta al público hasta el 17 de septiembre en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Con trece fotografías de grandes dimensiones y un vídeo, la autora pone en cuestión el discurso dominante desde una perspectiva de género. En la muestra hay paisajes convertidos en invisibles por el patriarcado; encuentros internacionales de mujeres relevantes en la cultura y la política en los años 1936 y 1937, hoy olvidadas; y otras que conquistaron un ámbito de libertad, pero a las que se dejó sin espacio en el imaginario compartido. El punto de partida de la exposición es la feminista, sindicalista y poeta Lucía Sánchez Saornil (1895-1970). Fue una proletaria madrileña, anarcosindicalista, mujer libre y lesbiana, que trascendió el obrerismo para trabajar (de telefonista) en Telefónica; asimismo componía poemas y colaboraba con la prensa de vanguardia.

En la muestra de Carmela García ocupan un lugar relevante las militantes de “Mujeres Libres”, organización anarcosindicalista que desplegó su actividad durante la guerra española de 1936 y llegó a contar con 20.000 afiliadas. Así, la abogada y pedagoga Mercedes Comaposada Guillén, la médica Amparo Poch y Gascón o Lucía Sánchez Saornil, entre otras, promovieron un feminismo anarquista “que no subordinaba la autonomía de las mujeres a las aspiraciones de la revolución social”, destaca la profesora de Historia de la Educación en la Universitat de València y militante del movimiento feminista, Llum Sanfeliu. Fue Lucía Sánchez Saornil la gran impulsora de la revista “Mujeres Libres”, quien se hizo cargo de la línea editorial y ha inspirado a Carmela García para la presente exposición. Pero tan importantes como las personas son los espacios de la memoria. De ahí la fotografía del Conservatorio de Valencia, donde se celebró en octubre de 1937 la Segunda Conferencia de Mujeres Antifascistas. O, en el siglo XXI las “Mujeres de Negro”, que manifiestan su luto contra la guerra y a quien la artista fotografía bajo un imponente ficus. También las “Lesbian Band”, que en una de las imágenes de la muestra ensayan el son de las “batukadas” debajo de un puente. El arte, lo lúdico y lo festivo como vía de autoafirmación.

El visitante puede acercarse a la pintora, escritora comunista y miembro de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, Manuela Ballester. También al recuerdo de la militante del PCE (desde 1934 hasta su muerte) y maestra de la Universidad Popular de Valencia Alejandra Soler, recientemente fallecida a los 103 años y desconocida para muchos, pese a que fue una mujer licenciada en Filosofía y Letras, que logró escapar de un campo de internamiento en Francia terminada la guerra civil y sobrevivió a la batalla de Stalingrado durante la segunda contienda mundial. Incluso se acercó al 15-M. La de Alejandra Soler fue la primera fotografía realizada para la exposición del IVAM.

Carmela García incluye asimismo en la muestra a Sara Berenguer, quien fue maestra en el barcelonés Ateneu Cultural de les Corts y en las Juventudes Libertarias. También ocupó la secretaría de Propaganda del Comité Regional de “Mujeres Libres”. Con las delegaciones de la organización anarcofeminista, visitó el Frente de Aragón y los Hospitales de Sangre, además de integrarse en Solidaridad Internacional Antifascista” (SIA). Es otra de las “olvidadas”, pese a los 37 años que vivió en el exilio. En junio de 1988 Seuba Ediciones publicó la primera edición de las memorias de Sara Berenguer: “Entre el sol y la tormenta. Revolución, guerra y exilio de una mujer libre”. Y no se trata de arqueología; de hecho, la obra de Carmela García ata cabos. Hoy “Mujeres Libres” es un programa de Radio Klara, emisora comunitaria de la ciudad de Valencia; las mujeres del equipo aparecen retratadas en la exposición.

Imágenes de gran formato, un mapa “subjetivo” con documentos, acotaciones, fotografías sobre asociaciones de mujeres de los años en que Valencia fue capital de la II República… ¿Qué queda de todo ello en la actualidad? Tal vez sea la pregunta que haya motivado el trabajo de la fotógrafa. Y la artista canaria quizá responda captando las imágenes de una ristra de colectivos (actuales) de mujeres: “Las Heidis”, “Joves Desobedients”, “Mujeres Libres”, “Dones de Frontera”, “Dones Progressistes” o la “Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas del País Valenciano”. “Ellas necesitan asociarse para tener más fuerza en el espacio público, como forma de resistencia y para sobrevivir; por esta razón hago las fotografías en la ciudad”, explica la autora en un recorrido guiado por la exposición. Llama la atención a los visitantes sobre un muro, que no es urbano. Se trata de una réplica de la pared de su estudio, donde cuelga anotaciones, ideas, dibujos y fotografías, como la de un cuadro que pintó Lucía Sánchez Saornil; pero no el paisaje entero, sino –ampliada- la parte que aloja la firma. Hay también en el muro simples hojas, con una leyenda a bolígrafo y subrayado en rotulador: “Lo que no se ve no se nombra, y lo que no se nombra no existe”.

La autora de “Imágenes de(l) poder. Cartografía de lo invisible” no entiende el arte como una expresión cerrada y dogmática, ni tampoco dirigida exclusivamente al intelecto. “No se trata sólo de entender, el espectador puede extraer sus conclusiones e ir construyendo su propio mapa de la ciudad”, afirma. Una de las imágenes que Carmela García pretende es la de una mujer que transite por la calle, vista como espacio no masculinizado que les pertenece a ellas. Fotografías de mujeres que caminen solas, y sin posado previo. Le costó encontrar estas fotos antiguas en los archivos. A continuación, al pasar junto a la fotografía de las “Mujeres de Negro”, advierte contra el eurocentrismo y las apologías de la democracia occidental. Porque el feminismo ha sido siempre internacionalista, recuerda, y “la cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”.

De la docena de fotografías sólo hay dos retratos individuales. Uno es la de Mariló Rodríguez, del colectivo “Joves Desobedients”, que en los años 90 del siglo pasado realizaban acciones como salir de noche con antorchas para reclamar seguridad frente a las agresiones sexuales. Tomada en el centro histórico de Valencia, la fuerza de la imagen hace que vaya a figurar en la portada de una próxima publicación, según informa Carmela García a los visitantes. El segundo retrato es el de Heide Braun, una librera especializada en temática feminista. Con la biblioteca de la universidad al fondo, su figura cuestiona los tradicionales espacios de poder y la manera en que históricamente se ha negado a las mujeres el acceso al conocimiento. Se produce, así pues, un choque entre espacios, que también se da en la fotografía de tres jóvenes activistas en el tradicional barrio del Cabanyal, en Valencia, amenazado desde hace décadas por los procesos especulativos y de “gentrificación”. Las muchachas forman parte del colectivo “Brúfol”, que trabaja en la formación no reglada, con mujeres y en el ocio con niñas y niños en situación precaria. La imagen pone de manifiesto la degradación de esta barriada marinera.

El recorrido termina en una sala ubicada en una planta superior. Allí Carmela García proyecta un vídeo con un equipo de fútbol integrado por mujeres lesbianas, “Las Heidis”. Se pasan un balón de color en una sala de juntas, metáfora del poder masculino y hegemónico. En cierto modo la composición se inspira en la película “El Padrino”. Podría interpretarse que el grupo de mujeres trata de perder el miedo y reforzar su identidad. “Las Heidis” son el equipo femenino del colectivo “Lambda” de lesbianas, gays, “trans” y bisexuales, surgido hace 14 años. ¿Por qué un mapa de lo invisible, que se articule en torno a las mujeres, tal como propone la exposición? “Muchas de sus acciones, creaciones y luchas han sido olvidadas, excluidas de los discursos y la memoria”, remata la artista canaria.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226863

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Lo que el feminismo ha dado al mundo

Por: Elena Simón

El feminismo sigue siendo muy necesario, un feminismo emancipatorio porque ¿hemos cambiado tanto la forma de educar a las niñas? ¿o solo hmos.

El feminismo ha humanizado al mundo o está en vías de hacerlo. El mundo sin feminismo se torna rudo y violento con las mujeres, misógino y machista oficialmente. Preconiza la superioridad de los varones y su potestad para gobernar y controlar a sus mujeres y a las que no son “suyas” también.

Y así lo vemos en sociedades patriarcales duras y también lo vemos en las sociedades patriarcales blandas, como la nuestra. En nuestro diccionario permanecen aún conceptos como: autoridad marital, patria potestad, débito conyugal, siempre referido al dominio masculino sobre las mujeres.

Sin feminismo las mujeres han de quedar sujetas a normas, principios, valores, prohibiciones y obligaciones indiscutibles, por su condición femenina, por su desigualdad institucional, por su inferioridad de hecho y de derecho. Para evitar que desvíen su interés hacia asuntos distintos al de la sexualidad complaciente, la domesticidad 24 horas y la maternidad como destino. Sin feminismo no hay condición de sujetos y agentes para las mujeres. Sólo sujeción paciente e interiorizada.

Sin feminismo las mujeres no son, no existen, no están. Todas son como la misma, no diversificadas, no electoras de sus pautas de vida y de sus intereses, no gestoras libres de sus talentos, eternas dependientes y menores de edad no emancipadas.

¿Quién quisiera para una hija semejante destino de sujeción?

¿Quién no le desearía una vida como libre e igual?

Sin feminismo sólo existe un pensamiento único: el de la inferioridad natural de las mujeres. Así es que agradezcamos y reconozcamos al feminismo toda su influencia en el cambio de mentalidad y de vida que se ha efectuado en los últimos cien años, al menos.

Pero, aún así, quedan secuelas de misoginia, sexismo y androcentrismo, secuelas de la visión del mundo que muchos muchos varones con influencia han puesto a disposición de la sociedad, acallando e invisibilizando a quienes no tenían un lugar dominante, como hombres, como propietarios del conocimiento, como jueces, como legisladores, como moralistas, como mandatarios. Por eso el feminismo sigue siendo muy necesario como voz crítica y de alerta ante los restos y secuelas de esa enorme y aceptada epidemia planetaria de patriarcado y de machismo.

Sin feminismo, muchas mujeres seguirían secuestradas en la ignorancia, en el encierro, en la desposesión de sus bienes, de sus tiempos y espacios, de sus capacidades, de sus deseos y hasta de sus necesidades. Y, para que esto deje de ocurrir necesitamos mucho más feminismo emancipatorio y no complaciente con la voluntad del amo. Y, necesitamos espacios de voz y voto, de presencia e influencia, de cultura, de representación y comunicación. Para que siga la dificultosa senda que ha hecho mejorar la vida de muchos seres humanos en este mundo.

Sin feminismo hay barbarie de género. Por eso, en vez de hablar tanto de lacra social cuando hay algún feminicidio, en vez de fijarnos tanto en nuestras congéneres de países de patriarcado duro, fijemos nuestro interés y nuestros sentidos en valorar el feminismo y a las feministas como agentes del cambio de creencias y de mentalidad hacia cotas de mayor justicia social, mayor bienestar y más derechos de ciudadanía.

A no ser que la mayoría se adscriba al sistema de dominación masculina y firme todos sus manifiestos. No creo que sea así, pero hay que aprender a correlacionar los nefastos resultados de la violencia contra las mujeres, las jóvenes y las niñas con la actitud contraria al feminismo, como posible perturbador del orden social establecido y como temible por lo que propone de cambio en la vida de los hombres y en la vida de las mujeres.

¿Es que tanto miedo da la idea de Igualdad y de libertad radical en estos tiempos?

Pues hay que conocer también lo que en otros tiempos se llegó a pensar y a proponer desde un pensamiento feminista, como radical y transformador.

Por eso, me gustaría acabar con algún fragmento de la obra La sujeción de la Mujer, publicada en la Inglaterra de 1869, firmada por John Stuart Mill, pero hecha por el pensamiento de su compañera de vida Harriet Taylor y la hija de ésta: Helen Taylor

…“Así, todas las mujeres son educadas desde su niñez en la creencia de que el ideal de su carácter es absolutamente opuesto al del hombre: se les enseña a no tener iniciativa y a no conducirse según su voluntad consciente, sino a someterse y a consentir en la voluntad de los demás. Todos los principios del buen comportamiento les dicen que el deber de la mujer es vivir para los demás; y el sentimentalismo corriente, que su naturaleza así lo requiere: debe negarse completamente a sí misma y no vivir más que para sus afectos”…

Salvando muchas distancias, haré una pregunta inquietante:

¿Hemos cambiado tanto la forma de educar a las niñas? O ¿sólo hemos dejado de usar el discurso de la abnegación, abogando por el de la sumisión encubierta a través del amor, el cuidado y la belleza, como base fundamental de un proyecto de vida “femenino”?

Miremos modelos, productos culturales, mensajes e imágenes dirigidas a las niñas.

Sin feminismo estamos en un círculo vicioso: cambiar los discursos para que sean aceptables y mantener las formas inaceptables, justo lo contrario, que sería una conjunción de discursos, imágenes y prácticas que llevaran al ejercicio no condicionado de la libertad y al acceso sin obstáculos a la Igualdad.

Fuente noticia : http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/24/lo-que-el-feminismo-ha-dado-al-mundo/

Fuente imagen:  https://3.bp.blogspot.com/-fOUwo9yrwxo/VwKXTbKyOaI/AAAAAAAAY5s/m1uc_vub54IOpCwZrJS9ggsobWppziLMQ/s400/Feminismo%2B-%2BS%25C3%25ADmbolo.jpg

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