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La sal de la tierra

Por: Daniel Seixo

 

«La política es la consagración del oportunismo de los que tienen medios y recursos. La revolución abre paso al mérito verdadero, a los que tienen valor e ideal sincero, a los que exponen el pecho descubierto y toman en la mano el estandarte. A un partido revolucionario debe corresponder una dirigencia revolucionaria, joven y de origen popular»

Fidel Castro

«Nuestra tarea es la crítica despiadada y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos.«

Karl Marx

Rápido, en corto y al pie: si te molesta todo aquello que se asemeja a un obrero, lo tuyo no es el marxismo. De igual modo que si desde la sólida atalaya de tu masculinidad continuamente pretendes dar lecciones vitales a las compañeras, lo tuyo quizás tampoco sea el feminismo. Puede que creas saber lo que es el marxismo, puede incluso que tu librería esté llena de autores comunistas y que en tu entorno laboral se te identifique como tal entre quienes a su vez consideran a Pedro Sánchez o Manuela Carmena símbolos del rojerio patrio, pero cualquier socialista de puño y no de rosa, sabe perfectamente que en los platós de televisión la autoridad para hablar de estas cosas brilla desde hace mucho tiempo por su ausencia.

Seamos sinceros, ninguna corporación se pelea por contar entre sus colaboradores con un comunista. Y si bien está feo llevar cualquier debate al terreno personal o a las conversaciones privadas para intentar desacreditar a compañeros y compañeras con supuestas peticiones de colaboración y así lograr circunscribirlo todo a una mera batalla de egos, una vez inmersos en esa lógica de pura escalera profesional y baile de favores, bien haríamos todos en preguntarnos como resulta posible que el sujeto revolucionario en la actualidad, nos venga precisamente dado desde el camerino contiguo al de Eduardo Inda, Paco Marhuenda, Juan Ramón Rallo, María Claver y demás fauna del sainete mediático del sistema.

La clase compañeros y compañeras, la clase es lo que nos une, lo que nos representa

El marxismo y el feminismo, van mucho más allá de las puntuales disputas surgidas al albor de una legislatura política en nuestra democracia. Pretender por tanto enmarcar el actual debate acerca de la “Proposición de Ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género» a una mera disputa entre Carmen Calvo y Podemos o analizar la deriva líquida de la pseudoizquierda parlamentaria desde una disputa circunscrita a nuestras fronteras, solo puede ser interpretado como algo digno de una persona muy inocente o que pretende tomarnos a todos por idiotas. Y eso mismo creo que es una duda que nos asalta a muchos desde hace ya bastante tiempo en relación con todo aquel totum revolutum político, periodístico y cultural surgido tras el 15M y los Indignados, ¿son en realidad tan inocentes políticamente hablando o por el contrario pretenden tomarnos por idiotas?

Pasado un tiempo prudencial, yo me decanto poco a poco, pero decididamente, por lo segundo. Entre otras cosas porque el pecado original de la inocencia en la izquierda, en nuestro estado y en mi familia, hace tiempo lo pagamos con Isidoro. No estamos para nuevas aventuras a la desesperada que terminan con yates que sustituyen chaquetas de pana, votos para tapar los crímenes de estado, actitudes «parlamentarias» que escupen en la cara al movimiento obrero y demás parafernalias partidistas que huelen a naftalina hasta que oportunamente cada cuatro años se renuevan para pedirnos de nuevo nuestra confianza. Ese partidismo propio de las democracias burguesas entre los que venimos de familias obreras nos hastía y nos aterra, no en vano en pocas décadas hemos pasado de ver al parlamentarismo como una mera herramienta con la que profundizar en una revolución necesaria y urgente, a verlo como un fin en sí mismo. De Allende a Errejón y toda esa secta de influencers y analistas carroñeros salidos de un maldito despacho a otro, sin que apenas les haya alcanzado la luz del sol.

Todo esto se basa en la desesperada estrategia del Tío Tom del capitalismo por ser aceptado en el sistema pese a sus claras diferencias de cuna con la clase dominante

Pero centrémonos, no hablemos de su libro que han dado sobrada muestra de ser expertos en conseguir publicidad gratuita de nuestra rabia y nuestra razón. Si uno no es capaz de diferencias los pilares neoliberales tras la Teoría queer, perdónenme señores, pero al tonto ya lo tenemos en frente, ahora solo nos falta conocer su utilidad para la izquierda, ya que su labor en las trincheras reaccionarias hace tiempo nos ha quedado clara en la figura del quintacolumnismo. Bien sea decidido por convicción, estilo de vida o mera torpeza intelectual.

El feminismo no podrá nunca compartir sujeto, base teórica, y lo que es más importante, agenda, con todos aquellos que pretenden sustituir su largo historial de lucha política contra la opresión patriarcal por un baile estridente de interpretaciones idealistas de la realidad. Y por tanto, no nos confundamos, ni pretendamos confundir al público que nos conocemos: la tesis de que las feministas críticas con las leyes de identidad caen en la transfobia por negarse a aceptar la imposición de una realidad social basada en la identidad individual y líquida del género, es un auténtico despropósito. Aquellos que pretenden sustituir el sexo biológico por estereotipos patriarcales de género, son tan ajenos a la agenda feminista como lo son al marxismo aquellos que en nuestros días únicamente quieren modular y afinar las dinámicas de explotación capitalista para complacer a un creciente mercado de identidades. Cierto es que compartimos una misma capacidad para identificar ciertas dinámicas de una misma estructura de opresión, pero mientras ustedes pretenden reformar el sufrimiento y la injusticia, otros aspiramos a romper la rueda de un sistema inhumano y cruel. Permítannos por tanto recibir escasas lecciones sobre el sujeto de nuestra lucha por parte de aquellos que si bien pueden compartir cierto recorrido con nosotros, nadie lo niega, ni mucho menos se dirigen al mismo destino.

Y todo esto va mucho más allá de Amelia Valcárcel, Laura Freixas, Alicia Miyares, Irene Montero o el propio equipo de gobierno al completo con su séquito de asesores. Estamos hablando de ideología y de la historia de nuestras sociedades, hablamos por tanto de un conocimiento y una experiencia acumulada por generaciones de trabajadores y trabajadoras que a través de su sudor, pero también sus obras teóricas, nos han legado una guía intelectual y material con la que poder interpretar nuestras sociedades y enfrentarnos así a situaciones que ellos han vivido en su propia piel. Nadie en su sano juicio ha discutido en momento alguno que todo esto se trata de una lucha por el poder, hay que ser un jodido majadero para negar esto, pero si lo que se pretende es centrar esa lucha en un despacho de la Moncloa y no extrapolarla al conflicto de clase y su agudización en una sociedad en la que la precariedad, el paro, el hambre y la extrema pobreza se incrementan en dimensiones solo equiparables al lujo y el despilfarro de una burguesía a cada paso más dominante y concentrada, entonces seré yo mismo el primero en señalar la clara traición a la clase obrera y lo innecesario para ella de un ego tan desproporcionado que se muestra incapaz de ver la realidad de los barrios a los que dice representar, quizás deslumbrado por los focos de las tertulias y las batallas políticas de medio pelo que al común de los proletarios, con perdón, nos importan una mierda.

El marxismo y el feminismo, van mucho más allá de las puntuales disputas surgidas al albor de una legislatura política en nuestra democracia

La clase compañeros y compañeras, la clase es lo que nos une, lo que nos representa. La clase social es lo que llevas a cuestas cuando el primer día de clase tus zapatillas no son como las de tus compañeros, lo que te impide entrar en ese club nuevo en el que se encuentra una chica o un chico que ni repara en tu presencia, es por lo que las noches se hacen eternas el día antes de que se termine el paro, el aire que se respira en tu barrio, literalmente el sabor de las tapas de tu bar de referencia, el trasfondo de las conversaciones con amigos, las dudas y los temores por el futuro, las necesidades y también las alegrías en el estadio o en la calle cuando los antidisturbios no pudieron avanzar hasta la entrada de la fábrica o el jefe se quedó con un palmo de narices ante la unidad de la empresa. La clase lo es todo, pero esto no está reñido con que a la clase social la atraviesen otras discriminaciones y otros componentes sociales como la raza, el sexo o nuestra orientación sexual.  Pero os lo aseguro, no es lo mismo ser homosexual o negro en el palco del Bernabéu que en el bar de la esquina de nuestros barrios. Y esa, la amenaza de capitalizar bajo un mismo mercado identitario esas tan distantes diferencias, es la amenaza que debemos tener en estos momentos presente.

Todo esto se basa en la desesperada estrategia del Tío Tom del capitalismo por ser aceptado en el sistema pese a sus claras diferencias de cuna con la clase dominante. El marxismo no es una idea fija gravada en piedra, cierto, pero tampoco se trata de un Gin tonic en copa de balón que aderezar con cualquier cosa que se nos pase por la cabeza para intentar transformar lo que viene siendo una bebida espirituosa y un momento de esparcimiento en un mero símbolo de nuestras ambiciones y nuestro estatus deseado. La estrategia para transformar el sujeto revolucionario en un mural de Greta Thunberg entrelazando los brazos con una adolescente feminista y una trans de 10 años, no es más que el intento de gentrificación de la clase obrera. Una clara muestra de las miserias y las bajas pulsiones de quienes diciéndose obreros, pareciese que nos tienen alergia. Y ante eso, un marxista jamás se pondría detrás.

Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/la-sal-de-la-tierra-2/

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España: Igualdad indigna al feminismo con su guía sobre diversidad «por consagrar estereotipos sexistas»

Redacción: República.com

La Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, que incluye a varias organizaciones feministas, ha exigido este viernes la retirada de la guía «Somos Diversidad» del Ministerio de Igualdad «por consagrar los estereotipos sexistas».

«Hacemos un llamamiento a los centros educativos para que no se sirvan de materiales pedagógicos contrarios a la igualdad entre mujeres y hombres» ya que «ningún material pedagógico que utilice una terminología del insulto a las lesbianas es aceptable ni apropiado para fomentar el respeto a las opciones sexuales», ha alegado esta entidad en un comunicado.

En la presentación de la guía, ayer jueves, María Teresa Pérez, directora general de Injuve y exdiputada de Unidas Podemos señaló que se trataba de «lo contrario al pin parental», que era «un instrumento para educar en igualdad y respeto a la diversidad» porque «ante el peligro de retroceso, es obligatorio blindar y ampliar derechos LGTBI para un futuro más libre».

La Alianza ha pedido una reunión urgente con el Ministerio de Educación para abordar «el preocupante alejamiento de los principios y prácticas de la coeducación» a la vez que han denunciado «la deriva del Ministerio de Igualdad hacia postulados que no pocas veces son contrarios a la igualdad entre mujeres y hombres».

La guía tiene un total de 44 actividades articuladas en 5 módulos temáticos, en el número 3, titulado Sexualidades, se habla del «armario gay» o de la «sopa lésbica».

La Alianza critica que en uno de los ejercicios de la guía, se ofrece la «posibilidad de construir una identidad masculina o femenina utilizando ropas y prótesis (bigotes, pelucas, pintalabios, faldas, corbatas)».

La guía incluye contenidos ideológicos altamente sexistas, que nada tiene que ver con el respeto a la diversidad y asume postulados de la teoría «queer» (persona que no es heterosexual o cisgénero y rechaza ser clasificada por sus prácticas sexuales o su género para no limitar su experiencia como persona), que «ponen en peligro el normal desarrollo de la personalidad de las y los menores, generando confusión en edades claves para su desarrollo personal».

La Alianza ha denunciado «la deriva del Ministerio de Igualdad hacia postulados que no pocas veces son contrarios a la igualdad entre mujeres y hombres y la utilización del espacio institucional para dinamitar las políticas públicas de igualdad que con tanto éxito, llevaron a España a la vanguardia de la lucha contra la violencia, la representación política de las mujeres, o el impulso de una mayor participación del conjunto de las mujeres en la vida cultural, científica o económica».

Por su parte, el Instituto de Política Social también ha criticado la nueva guía de Irene Montero sobre «diversidad familiar» alegando que es una imposición ideológica y por lo tanto un ataque frontal hacia la familia.

Fuente: https://www.republica.com/2020/07/03/igualdad-indigna-a-las-feministas-con-su-guia-sobre-diversidad-por-consagrar-los-estereotipos-sexistas/#

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Los feminismos y la necesaria unidad de los oprimidos

Por: María del Carmen López Vásquez  y Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo

Resumen

Hablar de feminismo es hacerlo de la lucha enconada de las mujeres por elevar su dignidad robada por sociedades de explotación. Ya los clásicos del marismo reconocieron que la mujer era la más explotada de todos los explotados. El ser que más penurias y calamidades cargaba sobre sus espaldas era precisamente ella. Esto es un hecho que debe movilizarnos a todos.

Es por ello que las divisiones que se dan entre algunos grupos de feminismos como el marxista y el liberal deben erradicarse en aras de la necesaria unidad. No debemos cometer el error de creer que la emancipación llegará de la mano de reformas y concesiones del capitalismo neoliberal. Solo seremos libres si nos unimos y derrocamos a este sistema de muerte. Luego de tomar el poder, entonces comenzará la más difícil de las batallas, la de construir nuevos simbolismos en los que no quede espacio para ninguna forma de discriminación o explotación.

 

Introducción

Cuando una persona se aproxima al tema del feminismo lo primero que impacta son los sufrimientos de vidas de mujeres que aparecieron ocultas a lo largo de la historia humana. Si se trata de esclavismo, es el dolor del negro  el que prevalece y no el de la negra. Si se habla de colonización son los hombres los que se llevan las palmas y no las mujeres. En México, por ejemplo, se utiliza la palabra malinchismo para denostar. Se responsabiliza a la Mujer, la malinche, por un acto de traición que ella no ideo; fue entregada por hombres, que pactaron con hombres, para el placer y la paz entre hombres. Ella solo se limitó a obedecer y habría que imaginar qué les habría ocurrido y a sus familias si hubiesen osado incumplir el mandato.

Es por ello que resulta muy difícil aproximarse a este tema sin generar sospechas. Existen en la actualidad tensiones hacia el interior de la lucha por la emancipación general de los oprimidos; toda vez que, según algunos, una parte del movimiento feminista y la sororidad pretenden unir en un mismo grupo a opresoras, obreras y desempleadas en una aparente unidad de objetivos. Es claro que, para que ello ocurriera esos objetivos deberían estar “desideologizados”.

Otros argumentan que el resultado más visible de las batallas actuales por los derechos de las minorías es que ellas, en su búsqueda necesaria de toda la justicia posible, se han separado peligrosamente de la masa general de desposeídos, elevando a rango de urgencia sus exigencias particulares. (KOHAN, 2007) Resulta muy claro que debemos luchar por los derechos de todes y que, sin justicia y dignidad por igual, toda revolución pierde necesariamente el norte. Sin embargo, y aún a riesgo de ser juzgado por absolutista creo que; si debe escogerse que hacer ahora y que podríamos atender más tarde se impone la lógica de la unidad por sobre todas las micro diferencias.

De antemano dejo claro que me interesan todas las justicias, pero priorizo primero la toma del poder para luego desmenuzar, poco a poco, las dominaciones del capital una por una. Igual podemos tomar el poder mientras nos ocupamos de otras cosas que, en definitiva, somos capaces; pero el gasto de energía y la perdida de la concentración en los objetivos inmediatos pueden hacer que perdamos la batalla. Ya nos ha pasado antes.

Palabras claves: feminismo, machismo, patriarcado, feminismo marxista, unidad.

 

Introduction

When a person approaches the subject of feminism the first thing that impacts is the sufferings of women’s lives that appeared hidden throughout human history. If it is slavery, it is the pain of the black that prevails and not that of the black. When it comes to colonization, it is the men who take the palms and not the women. In Mexico, for example, the word malinchismo is used to denote. Women, the malinche, are held responsible for an act of treason that she did not devise; It was delivered by men, who agreed with men, for the pleasure and peace between men. She only obeyed and one would have to imagine what would have happened to them and their families if they had dared to breach the mandate.

That is why it is very difficult to approach this topic without generating suspicion. There are currently tensions within the struggle for the general emancipation of the oppressed; since, according to some, a part of the feminist movement and sorority try to unite in the same group oppressors, workers and unemployed in an apparent unity of objectives. It is clear that, for this to happen, these objectives should be «de-ideologized».

Others argue that the most visible result of the current battles for minority rights is that they, in their necessary quest for all possible justice, have dangerously separated themselves from the general mass of the dispossessed, raising their particular demands to the level of urgency. . (KOHAN, 2007) It is very clear that we must fight for the rights of everyone and that, without justice and dignity alike, every revolution necessarily loses its north. However, and still at the risk of being tried for absolutism, I think; If we should choose what to do now and what we could attend to later, the logic of unity prevails over all the micro differences.

In advance I make it clear that I am interested in all the justices, but I prioritize first the seizure of power and then gradually crumble the dominance of capital one by one. We can still take power while dealing with other things that we are ultimately capable of; but the expenditure of energy and the loss of concentration in the immediate objectives can make us lose the battle. It has happened to us before.

Key words: feminism, machismo, patriarchy, Marxist feminism, unity.

 

Desarrollo

Haremos referencia a las posturas feministas de importantes pensadoras de izquierda para evidenciar que desde hace ya algún tiempo se venían denunciando por parte de ellas errores respecto a la unidad que se continúan reproduciendo en la actualidad y que debilitan la fuerza de los oprimidos[1] frente al bloque siempre unido de los opresores. Queremos partir de declarar que estamos a favor de la lucha de las mujeres en todos los espacios en los que sea necesario porque consideramos que la justicia a la que aspiramos debe alcanzar a todxs y, en especial, a las compañeras a las que tanto le debemos a lo largo de la historia de las luchas por la emancipación de los oprimidos.

La lucha de las mujeres por su emancipación estuvo presente durante todas las revoluciones proletarias del siglo XX. Cuando los obreros se alzaron contra los opresores las mujeres estaban junto a ellos en Rusia, en China, en Cuba, en Vietnam; en las epopeyas internacionalistas del Che y en las ayudas internacionalistas de la Revolución cubana. En todos estos espacios y momentos de la lucha por la emancipación humana el papel de la mujer ha sido fundamental hasta el punto que podría asegurarse que sin ellas las victorias de esas revoluciones hubiesen sido imposibles. Sin embargo, deberá reconocerse que sino todos los marxistas: “La mayoría de los análisis marxistas de la posición de la mujer parten de la relación de la mujer con el sistema económico, y no de la relación de la mujer con el hombre, suponiendo al parecer que esta última quedara explicada en su análisis de la primera.” (HARTMANN, 2020). No coincidimos con (Hartmann, 2020) porque desde sus inicios Marx y luego Lenin expresaron posturas muy radicales para la época respecto al problema de la mujer.  No obstante, la percepción que se ha construido en una parte de la gente, también gracias a la propaganda de mala fe, es que el marxismo es incongruente con el feminismo, o al menos, distante de sus aspectos más duros. Se le señala, por ejemplo: “El cuestionamiento principal (…) es que aquel analiza la relación de las mujeres con el sistema económico sin mirar la relación de las mujeres con los varones. A partir de tales análisis, los diagnósticos y propuestas a los que se arriba tienen que ver con problemáticas generales, pero no con la “cuestión de las mujeres” en particular. (DI TULLIO ARIAS, 2015, pág. 22)

Dejemos que sea el propio Lenin quien ponga en dudas esta afirmación: Lenin en el año 1921 se expresaba de esta manera respecto a la situación de la mujer:

(…), bajo el capitalismo, la mitad femenina del género humano esta doblemente oprimida. La obrera y la campesina son oprimidas por el capital, y además, incluso en las repúblicas burguesas más democráticas no tienen plenitud de derechos, ya que la ley les niega la igualdad con el hombre. Esto, en primer lugar, y en segundo lugar -lo que es más importante-, permanecen en la «esclavitud casera», son «esclavas del hogar», viven agobiadas por la labor más mezquina, más ingrata, más dura y más embrutecedora: la de la Cocina y, en general, la de la economía doméstica familiar individual. (LENIN, 2020)

Habiendo salido, la revolución bolchevique, de un país zarista y atrasadísimo, con un dominio casi absoluto de la religión, esta postura es extremadamente radical y revolucionaria para ese contexto. Esta cita, se adelanta en el tiempo histórico y alumbra de una manera formidable el porvenir de las luchas de las mujeres a todo lo largo del siglo XX.

Una de las mujeres marxistas que más ha marcado el desarrollo del feminismo de izquierda es la alemana Rosa L. No solo trabajó intensamente por consolidar la unidad de los oprimidos en la práctica y en la teoría, sino que, además, sufrió en carne propia ataques de sus compañeros que hoy bien podrían ser calificados de misóginos. Clara supo mantener su postura teórica a pesar de no contar con el reconocimiento de una parte importante de sus compañeros y de los virulentos ataques que se le hacían. En esa difícil situación pudo reconocer que dentro del movimiento feminista se colaban como prioridad objetivos no siempre congruentes con la lucha general por la emancipación del capital y hacer las alertas necesarias. Su pensamiento cobra hoy mucha relevancia cuando expresa que la mayoría de las mujeres que desde las clases opresoras se enfrentan a sus parejas y al sexo opuesto en general “como leonas” contra los privilegios masculinos se someterían de buena gana solo por obtener el derecho al sufragio. Es claro que para estas mujeres el objetivo no podía ser de modo alguno la eliminación de la explotación económica de las mujeres en general. (LUXEMBURG, 2004, pág. 240)

Resulta significativo que algunas posturas feministas en- la actualidad bogan por la unidad de las mujeres sin tomar en consideración las posiciones respecto a la distribución de las riquezas y la reproducción ampliada del capital.  Debemos estar muy claro en que Las mujeres burguesas y de las clases medias nunca sienten al patriarcado ni con la intensidad ni en la misma dirección que las oprimidas. En no pocas oportunidades, si luchan por el reconocimiento del aborto, solo es con fines electoreros porque en lo personal pueden abortar en el momento que lo deseen sin generar ninguna contradicción con las leyes de su país ya sea porque se desplazan a lugares en los que esta práctica no está sancionada o porque las realizan en clínicas privadas en las que el dinero ata las frágiles manos de la ley capitalista. Las mujeres de las clases pudientes y media, tampoco sufren un sobre trabajo por la carga doméstica, que agobia a las oprimidas luego de agotadoras jornadas laborales, porque ellas pueden pagar a otras mujeres para que desarrollen estas labores.

Incluso, (LUXEMBUG, 2004), cuando hacía referencia al derecho al sufragio universal de las mujeres, lo hacía con miras en logros de largo alcance y no en dadivas que la clase explotadora siempre estará en condiciones de dar a los oprimidos para aletargar su mirada crítica. Estaremos de acuerdo en que el derecho al voto de la mujer fue un gran logro de las luchas feministas que permitió otra mirada social al ejercicio de la decisión política porque los hombres, buscando apoyo, empezaron a pensar en ellas como nunca antes.  Este logro significó un inicio importante para el largo camino de alcanzar la igualdad política al que aún hoy no llegamos en la mayor parte del planeta.

Según Ankica (2020), Luxemburgo reconoce la enorme importancia táctica del voto femenino pues es una manifestación de la madures política de las proletarias y aumenta las posibilidades de llevar la lucha a otros campos de batalla. Sin embargo, recalca que no es la defensa al derecho al voto la mira sobre la que deben ponerse los ojos como una reivindicación aislada: “la cuestión es apoyar el sufragio universal a fin de que el movimiento de mujeres socialistas pueda llevar más allá una estrategia de lucha por la emancipación de las mujeres y de la clase obrera en general.” (ANKICA, 2020). Nótese que no se separa la lucha de la clase obrera de las luchas feministas, sino que se integran en objetivos comunes, aunque a largo plazo debamos comprender que ellas buscarán reivindicaciones más profundas que las de sus compañeros por ser históricamente objetos de la dominación en diferentes grados y espacios. (ENGELS, 2019)

No se trataba, entonces, del sufragio por el sufragio sino de la educación política de las compañeras y de cuanto ellas pueden aportar a la educación de los compañeros para que ese sufragio sea un arma de poder frente a la clase oligarca. Las victorias electorales en Venezuela y la última victoria electoral en México no podría llevarse a cabo sin la esencial participación de las compañeras. Es sabido que el papel desempeñado por la mujer cubana es primordial en la resistencia del pueblo frente a las agresiones permanente del imperialismo norteamericano. En este punto no debemos dejar de valorar que las mujeres de las clases opresoras también alcanzaron el derecho al voto con lo cual se tiene un logro histórico que beneficia al sexo femenino como género sin emanciparlas totalmente de su condición de oprimidas.

En nuestra apreciación, una parte del movimiento feminista actual debe reconsiderar nuevamente sus posicionamientos a favor de la mujer en general y al margen de la situación de explotadas de la enorme mayoría de las mexicanas.  El posicionamiento a favor de la mujer en general abstraídos de las diferencias notables entre oprimidas y opresoras; impide visualizar las vejaciones que la obreras y campesinas sufren bajo el yugo opresor de las mujeres de la oligarquía y las esposas de los magnates que nunca traicionarían su clase por defender a sus expoliadas. En las marchas contra AMLO se da un fenómeno muy singular e ilustrativo de esto que estamos explicando; las trabajadoras domésticas cargan los carteles de sus patronas con discursos contrarios a un gobierno de tendencia izquierdista.

Los feminicidios, por ejemplo; son una clara muestra de que más que un tema de sexos es un problema de pobreza, ya que, sino todas; la enorme mayoría de las mujeres desaparecidas o asesinadas pertenecen a la clase oprimida. Es muy raro que una millonaria sufra de estos eventos, y si ocurriera, es poco común que el caso quede impune. En cuanto a feminicidios la impunidad tiene rostro de oprimida. Ya Rosa había llamado la atención a la hipocresía de los derechos civiles, que incluían los derechos de la mujer, en el seno de la sociedad capitalista:

Para Luxemburgo, la metafísica de los derechos individuales en el marco de un proyecto político liberal sirve sobre todo para proteger la propiedad privada y la acumulación del capital. Los derechos liberales no reflexionan sobre las condiciones sociales materiales reales, se colocan simplemente por encima de ellas, como algo abstracto y nominal, haciendo imposible su puesta en práctica o un uso real de tales derechos. (ANKICA, 2020)

Podemos asegurar que para que los derechos de las mujeres y las minorías sean reconocidos en toda la extensión posible debemos estar dentro de la construcción de una sociedad no explotadora. El socialismo del siglo XXI, que sería un ejemplo,  no es la panacea de los derechos, pero si es una excelente condición histórica para argumentar a favor de ellos, irlos conquistando e implantar políticas congruentes que los protejan. Trabajar por una sociedad justa implica hacerlo paso a paso, y, como ha de entenderse, también cometer errores que a la larga podrían parecer imperdonables dado que la conciencia política no se mueve a la misma velocidad que los hechos de la historia. La solidaridad entre feministas de diferentes posiciones económicas, en lo general, se logra solo bajo la lupa de abstracciones peligrosas para la lucha general por la emancipación femenina que debería ser, en primerísimo lugar, económica.  Se reconoce que; “Las feministas que abogan por los cambios culturales en aras de una nueva contracultura no patriarcal, desdeñan la necesidad de esos cambios cuando adhieren sin cuestionamientos a los regímenes burocráticos que han expropiado la revolución a las masas” (D’Atri). Esto es claro porque la institucionalidad capitalista no cederá por que se desarrollen debates y coloquios porque su base real es objetiva, está en las relaciones de producción de explotación.

Por ejemplo, es conocido que en muchos lugares, incluyendo México la mujer trabaja en condiciones de diferencias respecto a los hombres:

El total de empresas maquiladoras en el país a fines de abril de 2005 era 2,820. Este número de fábricas emplean 1,164,050 empleados, de los cuales el 51% son hombres, y el 49% mujeres. Efectivamente, en México son más hombres que mujeres los que trabajan en maquiladoras.

 

Discriminación de género

Pero más mujeres que hombres están haciendo el trabajo más duro. Del total de obreros, el 54% son mujeres y el 46% hombres. Estos gozan de la ventaja de ser el 74% de los técnicos de producción, y el 64% de los empleados administrativos. En otras palabras, poco más de 5 de cada 10 personas en las líneas de producción son mujeres, pero sólo hay una mujer por cada 4 técnicos, y una por cada 3 administrativos. Las mujeres son menos de una tercera parte de todos los trabajadores técnicos y administrativos. (CFOmaquiladoras.org, 2020)

Estos datos muestran la enorme explotación a la que están siendo sujetas miles de mujeres en México. No obstante, esto no debe llevarnos a creer que la solución a esto estaría en equiparar los derechos de las mujeres a los hombres. Acá la solución solo es posible si se enfrenta el problema de la explotación capitalista y la defensa de todos los trabajadores. El neoliberalismo depauperó las condiciones de trabajo de los obreros, extrayendo al máximo grandes cuotas de plusvalía. Es claro que en estas condiciones las más afectadas son las mujeres. Los informes de la OXFAM denuncian la enorme concentración de riquezas de los últimos años y el retroceso en las condiciones de trabajo de millones de personas en el mundo. (OXFAM., 2018) (OXFAM, 2019)

Por otra parte las desposeídas que se incorporan a las luchas feministas suelen ser presa de ansiedades generadas por la enorme lentitud de los cambios de las violencias que viven hacia el interior de sus intimidades: “(…) son impacientes frente a la experiencia del poder obrero que transforma radicalmente la estructura económica y social y, por primera vez en la historia, permite a las masas lanzarse audazmente a la creación de nuevos valores y una nueva cultura. (D’Atri)

Luego de tomar el poder se abren caminos para la lucha por la defensa de los derechos de la mujer que de no ser así se mantienen cerrados pues el capitalismo solamente concederá aquello que no afecte sus ganancias y entorpezca la reproducción. El feminismo cubano, por ejemplo,  representado por la Federación de Mujeres Cubanas, que no ha estado exento de contradicciones, ha logrado, desde las posiciones del marxismo martiano y fidelista, instalar una consecuente protección de los derechos de la mujer y del niño; porque como se entenderá, uno y otro son inseparables. Aunque no todos los derechos llegaron al unísono ni con la radicalidad necesaria si reconocemos que no habría sido posible para la mujer cubana acceder a esos logros históricos fuera del seno de la Revolución socialista que con las limitaciones de todo proceso histórico las puso en el centro de su tención. Así lo expresa BELLUCI (2019):

La revolución cubana no sólo jugó un papel importante en el debate político de nuestra región sino que también exhibió logros y avances de las mujeres durante el proceso revolucionario: acceso a la educación gratuita y universal sin distinción de raza o clase social, igualdad de salarios, atención a la salud para toda la familia, creación de guarderías infantiles, ingreso de un alto porcentaje de campesinas al mercado laboral, métodos de planificación familiar, aborto legal, seguro y gratuito, programa de educación sexual, cargos directivos en distintas áreas e incluso su presencia institucional en la política; todos estos cambios representaron grandes mejoras e impulsos. (BELLUCI, 2019, pág. 42)

Fueron las condiciones del socialismo, el humanismo del socialismo y los objetivos socialistas los carriles sobre los que se logró poner a la mujer de la isla en el lugar que hoy ocupa. No significa que el machismo como rezago patriarcal esté totalmente aniquilado; la educación de todxs dentro de la sociedad socialista es un objetivo de largo aliento que como vemos se extiende más allá de medio siglo.  El machismo, el patriarcado y la necesidad de un feminismo dentro de la Revolución se desarrollaron, no sin contradicciones, desde sus mismos inicios: “Desde La Habana, a inicios de 1969 los intelectuales Isabel Larguía y John Dumoulin comenzaron a difundir su primer manuscrito titulado «Por un feminismo científico» el cual sería editado hacia 1971 por Casa de Las Américas. El esfuerzo intelectual que pergeñaron estuvo dirigido a comprender las modalidades de explotación que atañen a las mujeres, así como las posibles alternativas emancipatorias.” (BELLUCI, 2019, pág. 15)

La preocupación del compañero Fidel sobre el problema de la mujer estuvo presente desde los mismos comienzos de la lucha en la sierra Maestra en la que la mujer cubana estuvo representada en figuras como Celia Sánchez, Vilma Espín y otras.

Sin la mujer, la obra ingente de la Revolución no habría sido posible. A lo largo de estos años difíciles, no ha habido tarea económica, social y política, no ha habido logro científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a la defensa de nuestro suelo y de la soberanía de la Patria, que no haya contado con la presencia invariablemente entusiasta y patriótica de la mujer cubana. Nadie como ella ha hecho los mayores sacrificios en el periodo especial que estamos aun viviendo, ni se ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano. (GARCÍA, 2020)

La mujer cubana se incorporó a la tarea de la emancipación cultural durando todo este medio siglo de luchas. Su desarrollo social, político, cultural, científico, en todos los órdenes de la vida es innegable. No obstante, puede desatenderse la responsabilidad que los movimientos de izquierda latinoamericanos tienen del distanciamiento que por ratos tienen con los movimientos feministas. Es justo reconocer que el machismo latinoamericano, en la constante búsqueda de protagonismo histórico, pulula entre las grietas de las divisiones que históricamente la izquierda ha alimentado. En todo caso debemos aceptar errores mutuos y el hecho de que debemos encontrar la unidad entre izquierdas y feminismos no solo como una necesidad práctica sino porque, como he  argumentado, no hay razones de peso para distanciarnos ya que: (…) que el feminismo haya tenido que ubicar al marxismo como un interlocutor necesario (…) es un reconocimiento implícito a que la clase obrera, la lucha de clases y el socialismo son categorías que dan cuenta del modo de producción en el que vivimos, basado en la explotación de millones de seres humanos por parte de un puñado de capitalistas. (D’Atri, pág. 1)

En lo tocante a la búsqueda de la unidad, el ejemplo de Cuba resulta aleccionador porque ellos no han permitido, a pesar de las naturales diferencias teóricas internas, que se generen divisiones innecesarias hacia el interior de su unidad nacional. La unidad es la divisa más importante de la Revolución cubana frente a los EUA y debe cuidarla ante el riesgo de perder todo lo ganado.  El feminismo revolucionario marxista de las cubanas debe estar alerta pues no es casual que uno de los grupos pagados por el imperialismo norteamericanos para debilitar la unidad interior del pueblo y de las mujeres lleve el nombre de “Las damas de blanco”. La utilización del género con fines político para agredir a un pueblo que ha hecho muchísimo por proteger a sus mujeres y niños resulta de un cinismo espantoso. La utilización de la palabra “damas” busca granjearse el reconocimiento fuera de la sociedad cubana en la que ese término ha dejado de estar en uso para designar al sexo femenino. Es de suponer que por el hecho de ser “damas” la Revolución debe ser tolerante con todas sus acciones antigubernamentales como si los millones de mujeres que están con la Revolución no contaran. Esa es una vieja estrategia del capitalismo de divide para reinar; utiliza las minorías para desdibujar los objetivos comunes y parcializar las luchas. (KOHAN, 2007)  Algunas pensadoras feministas ya habían denunciado esta situación: “Siempre que el capitalismo está en crisis o necesita “aliados” para su restauración o para la acumulación del capital posterior, integra a los “otros” marginados en su forma política liberal legal, sean las mujeres, los niños, las razas no blancas, o las personas LGBTIQ -quienquiera que esté disponible o sea potencialmente útil para continuar con la mercantilización.” (ANKICA, 2020)

Las esposas de los explotadores nunca apoyarían una lucha que fuera contra sus intereses de clases y que, como es de comprender, limitaran sus ingresos. Creer que existe una hermandad entre mujeres más allá de los intereses de clases pudiera ser una ingenuidad pasmosa.  Un ejemplo de ello es el caso de la convocatoria del colectivo “Brujas de Mar” al paro internacional “Un día sin mujeres”. Los móviles de muchas de las participantes eran válidos y estaba alimentados por el horro vivido por mujeres en las últimas semanas antes de la manifestación.  Pero no puede negarse que se intentó utilizar todo esto como punta de lanza contra el gobierno de tendencia izquierdista de AMLO. Luego se descubrió una foto de la vocera de este colectivo, nada más y nada menos que, con el expresidente panista Felipe Calderón que se señala como uno de los responsables del aumento de los feminicidios en México durante su sexenio.

Debemos considerar con detenimiento que la creación de términos como “sororidad” pudiera ser utilizado para desnutrir la ideología anticapitalista y vender la falsa idea que las contradicciones de las clases es cosa del pasado y de ciertas maneras envejecidas de analizar la sociedad; cuando en realidad, estamos frente a la más drástica acumulación capitalista de toda la historia humana. En definitiva, los datos demuestran que entre mayor es la precarización de la vida de los oprimidos más es la violencia contra la mujer. No olvidemos que “Las mujeres burguesas desde principios del siglo XIX no han tenido la abolición del sistema de clases en mente; al contrario, lo apoyan. Por otra parte, el feminismo burgués defiende el capitalismo y ocupa una posición de clase y desatiende los derechos de las mujeres de la clase obrera.” (ANKICA, 2020) Nadie puede ofrecer pruebas de que esto que está defendiendo ANKICA 2020 no es completamente cierto. Si alguna prueba existiera, sería un caso aislado, una rareza sociológica más que una norma.

Además de todo lo anterior, debemos tener muy claro que una cosa son los derechos políticos y otra los derechos económicos. La lucha por los derechos políticos y sociales a lo largo de la historia, en algunos tipos de feminismos,  terminó distanciada de la lucha por los derechos económicos. El sistema capitalista no puede existir sin expoliar o excluir a una parte importante de la sociedad y en esa tarea cuenta con la solidaridad de las mujeres de las clases altas y medias. Rosa ya había denunciado esta situación para evitar engaño en las feministas de su época:

En un nivel formal, los derechos políticos de las mujeres se constituyen con notable armonía con el estado burgués. Los ejemplos de Finlandia, de los estados americanos, de algunos municipios, todos demuestran que ninguna política de igualdad de derechos para las mujeres ha tumbado el estado; no disputa la dominación del capital. (LUXEMBUG, 2004, pág. 244)

Las últimas seis palabras de la cita anterior resultan muy aleccionadoras; “no disputan la dominación del capital”. Los feminismos que se centran en la lucha de géneros ocultan dos elementos que resultan esenciales; primero no son los hombres en tanto género los que crearon esta situación de explotación, aunque, claro está, la propiedad privada tiene sesgos masculinos (ENGELS, 2019) y en segundo lugar; no es al hombre solamente al que debe cambiarse o someterse a otro tipo de educación; también debe incluirse a la mujer dado que ambas subjetividades emergen subsumidas por la sociedad de clases. Se habla del hombre nuevo, pero se ha utilizado este término en sentido genérico, bajo la lupa actual, habría que hablar del hombre y la mujer nuevos o de los otrxs nuevos. Kollontai, citada por Álvarez (1993) se refiere a esta situación en los términos siguientes: “No basta con la abolición de la propiedad privada y con que la mujer se incorpore a la producción; es necesaria una revolución de la vida cotidiana y de las costumbres, forjar una nueva concepción del mundo y, muy especialmente, una nueva relación entre los sexos.” (ÁLVÁREZ, 1993, pág. 20)

También habría que referirse a la construcción de otras izquierdas sensibles al severo problema por el que atraviesa la mujer, porque como ya dijimos, la lente machista nos asalta en cada recodo de la historia. No es posible luchar por la justicia social que promete el socialismo sin reconocer el derecho de aquellas almas que están a nuestro lado a un trato igualitario.  El eslogan de; “Con la mujer todo y sin la mujer nada” no basta, porque desde posturas patriarcales se las puede defender de la dominación capitalista. No ingenuamente se nos ha dicho que podemos estar comportándonos como marxistas machistas. Debemos visibilizar las combinaciones de sometimiento que junto a la económica laceran a las mujeres convirtiéndolas en las “obreras de los obreros”, en las “oprimidas de los oprimidos”. La izquierda tiene mucha responsabilidad en la situación de divisiones que actualmente nos aqueja porque no hemos encontrado un equilibrio entre los aspectos generales de la lucha y lo específico de la situación de la mujer; el enemigo trabaja incesantemente, eso se sabe, pero frente a esa realidad nos corresponde a nosotrxs evitar que, sus acciones y nuestras acciones, nos debiliten: “En efecto, a las militantes que comprobaban la discriminación que atravesaban dentro de las organizaciones mixtas comprometidas con la justicia social y el anticapitalismo, les urgía crear nuevas colectividades políticas compuestas solo por mujeres, ya que continuaban siendo el “segundo sexo”.” (BELLUCI, 2019, pág. 33)

La educación del otrxs nuevo implica la desconstrucción de la subjetividad capitalista y el desarrollo de la socialista cuya base sería la libertad de creación dentro de nuevas relaciones de producción no capitalistas. Las características de esta construcción subjetiva nueva estarían en una dirección opuesta a la educación cultural del capitalismo. Es necesario entender que el capitalismo vive en nuestras relaciones cotidianas y en las construcciones simbólicas que defendemos como el amor, la felicidad, la amistad, etcétera. En este sentido, y sin pretender agotar tan polémico tema, Kollontai (2000) afirma:

Tal es la mujer nueva. La disciplina, en vez de la afectividad exagerada; la apreciación de la libertad y de la independencia, en vez de la sumisión y de la impersonalidad; la afirmación de su individualidad, en vez de los esfuerzos ingenuos por llenarse de la forma de ser del hombre amado y reflejarlo; la afirmación de sus derechos a las dichas “terrestres”, en vez de la máscara hipócrita de la “pureza”. En suma, la relegación de los episodios amorosos a un lugar subordinado en la vida. Ya no tenemos delante a la hembra que se hace sombra del hombre, sino a la mujer nueva, individualidad en sí misma. (KOLLONTAI A. , 2000, pág. 249)

La Revolución nunca será auténtica sino incluye entre sus cambios fundamentales las demandas de las mujeres; como alguna vez afirmaba Fidel “La mujer es una revolución dentro de la revolución”.  Qué significa esta frase: entre otras cosas, que la Revolución debe ver a la mujer como un motor para su propia transformación, para su permanente mejoramiento. En otras palabras, se llega a la Revolución lleno de las imperfecciones que el capitalismo nos inocula y la mujer es uno de los primeros y principales problemas que alumbraran soluciones diferentes y cambios fundamentales en todos los órdenes y todos los géneros. Es inevitable que la revolución arrastre machismos nocivos para la lucha, es inevitable la confrontación en este campo y la necesidad de la permanente reeducación de todxs. “(…) la revolución feminista era la revolución más importante del siglo XX. Pero, como subrayaba, es también la revolución más larga.” (BELLUCI, 2019, pág. 10)

Educar a todxs es fundamental porque llegamos llenos de nocivas educaciones aburguesadas, de baja autoestima y apegos serviles: “Rechazar la hipocresía del pensamiento burgués, reconocer que el amor no es solo un poderoso factor de la Naturaleza, que no es solo una fuerza biológica sino también un factor social… hasta la burguesía sabe en realidad cómo encadenar el amor a sus normas morales para que sirva al logro y afirmación de sus intereses de clase.” (KOLLONTAI A. , 1922/ 3ra ed. 1978, pág. 126) Las categorías liberales propuestas en el contrato social quedan reducidas a determinaciones de obligatoriedad para una de las partes debido a su fragilidad dentro de la sociedad de mercado: “las profundas desigualdades sociales, ponen en cuestión la igualdad jurídica formal.” (DI TULLIO ARIAS, 2015, pág. 24)

Por otro lado, según Kollontai (2000), los dos ejes de lucha del feminismo en este hemisferio están organizados en el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y el derecho a una vida libre de violencia patriarcal. En ambos casos estamos frente a fenómenos originados por la organización del capital en su contubernio con el dominio de las iglesias denunciados desde hace ya mucho tiempo. (Foucault, 2007).  Estos dos ejes de lucha embonan muy bien en las luchas de las feministas liberales que, como se sabe, nunca serían anticapitalistas. (D’Atri)

En consonancia con lo anteriormente dicho, el primero de esos ejes de demandas podrá ser conquistado en los parlamentos burgueses según las correlaciones de fuerza que sean capaces de generar sin peligro para el sistema. Pero el segundo, el tema de la violencia, es sustancial al capitalismo y no podrá resolverse efectivamente con temas educativos, mediáticos y protestas callejeras; aunque si se ha constituido en bandera de la derecha para ganar adeptos y votos. No se resuelve la violencia contra la mujer con movimientos feministas sino con movimientos anticapitalistas, antiimperialistas, antineoliberales. Para poder dar solución a la violencia del capitalismo hay que destruirlo. Es claro que uno de los retos del feminismo es que acumulan las cifras de las mujeres violentadas según ciertos criterios y esquemas sexistas; dejando fuera de esos análisis otras formas de violencia hacia la mujer, por ejemplo, las madres que pierden sus hijos, las hijas que pierden sus padres, las hermanas que pierden a sus hermanos. Las esposas de hombres sin trabajo, las madres de niños sin recursos para el médico. Si somos consecuentes todas las formas de violencia del capitalismo impactan de manera especial a las mujeres. No se escoge un género para garantizar la reproducción ampliada del capital aunque sobre uno de los dos, en este caso la mujer, recae el mayor peso de la carga por “haberse consagrado” históricamente al cuidado de la familia. “(…) el capitalismo es incompatible con la emancipación de las mujeres, por ello considera que las luchas feministas han de ser luchas anticapitalistas.” (KOLLONTAI A. , 2000, pág. 163)

Estamos defendiendo la unidad sin renunciar a las identidades de los movimientos propios de cada uno. No estamos abogando por la desaparición de los feminismos dado que ellos tienen mucho que aportar al marxismo porque las categorías de este último se desarrollaron, posteriormente al texto de (ENGELS, 2019) de espaldas al sexo. La unidad sin la diversidad es solidaria del fascismo. La unidad para no perder su fuerza y virilidad debe aceptar a todxs con sus especificidades y buscar, en la medida de lo posible para cada momento histórico concreto, la mayor cantidad de justicia posible.

También han existido muchas malas lecturas del marxismo que conllevan a valoraciones incorrectas que luego se convierten en lugar común de la crítica tanto de la derecha como de la izquierda mal informada. En definitiva, devaluar al marxismo como teoría de la clase oprimida es el objetivo fundamental de todo el aparato ideológico al servicio del capital. Por solo citar un ejemplo decir que: “En primer lugar, los primitivos marxistas, incluidos Marx, Engels, Kautsky y Lenin, pensaban que el capitalismo arrastraría a todas las mujeres hacia el trabajo asalariado y que este proceso destruiría la división sexual del trabajo.” Se contradice absolutamente con la postura de Lenin respecto al problema de la mujer.  Dejar de reconocer la postura radical del marxismo respecto al derecho de las mujeres a la igualdad es de una falta total de información o de mala fe.

Aunque la realidad histórica muestra que toda revolución porta fortalezas y limitaciones que deberá atacar en sus momentos y con todas sus energías; la tarea de emancipar a la mujer luego de conquistada su libertad económica, es una de las más difíciles dado que está viva en el hábitus de los hombres y las compañeras que hacen la revolución. Tomar el poder es cosa fácil, lo realmente difícil es cambiar la forma de pensar de las personas, sus tradiciones, por subalternas portan mucha discriminación y sometimiento hacia el sexo femenino. Lenin reconocía la dificultad enorme de esta tarea:

 “La igualdad ante la ley todavía no es igualdad frente a la vida. Nosotros esperamos que la obrera conquiste, no sólo la igualdad ante la ley, sino frente a la vida, frente al obrero. Para ello es necesario que las obreras tomen una participación mayor en la gestión de las empresas públicas y en la administración del Estado. […] El proletariado no podrá llegar a emanciparse completamente sin haber conquistado la libertad completa para las mujeres” (LENIN, 2020)

También León Trotski, enfrentado a las medidas anti feministas de estalinismo, planteó que sin el feminismo el socialismo no sería auténtico. Uno más de los errores graves de la construcción del socialismo en la extinta URSS estuvo precisamente en que retrocedió hacia prejuicios sexistas que ya habían sido superados por la revolución proletaria. El marxismo en su aplicación práctica no está exento de grandes errores respecto a la visión con la que asume el problema de la mujer, pero el feminismo, debe reconocer que el marxismo provee categorías que resultan imprescindibles para entender y vencer la dominación del capital.  “Así pues, una unión más progresiva entre marxismo y feminismo requiere no sólo una mejor comprensión intelectual de las relaciones de clase y sexo, sino también que la alianza reemplace al predominio y la subordinación en la política de la izquierda.” (HARTMANN, 2020)

En las conclusiones del 1er Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, Fidel hablaba de la unidad de todas las mujeres del mundo en la lucha contra el capitalismo con estas palabras:

Por encima de los océanos, de las fronteras y de los idiomas, las representaciones de las mujeres progresistas de todo el mundo se han dado la mano en este Congreso. Y no se adapta uno a la terminología de extranjeras para calificar estas delegaciones, porque en todo instante hemos experimentado la sensación de que somos parte de una misma patria, de un mismo pueblo: la patria universal, la población humana. Lo que demuestra que nada separa a los pueblos sino la explotación y la injusticia, y nada une tanto a los pueblos como la comunidad de ideales y la aspiración de la justicia. (CASTRO, 2020)

Y es que la explotación capitalista, las injusticias que generan los asesinatos y la destrucción son las mejores razones que tenemos para unirnos en una misma lucha. Uno de los más graves errores que se podrían cometer es buscar una alianza en la que se desdibujaran las identidades. El feminismo se ha ganado un lugar importante en las luchas por la emancipación y llena un espacio difícil de asumir por otros grupos.

Conclusiones

Marxismo y feminismo han seguido caminos que en tiempos se unen para luego separarse. Esta ha sido una debilidad de ambas posturas dado que en la búsqueda de la emancipación humana sus visiones más que a excluirse se complementan. Lograr la unidad entre ambas posturas resultará en un fortalecimiento general de la propuesta contrahegemónica que hoy se construye desde las resistencias para alcanzar ese otro mundo posible.

En el contexto de la práctica revolucionaria todo tiene su momento y es tan nocivo adelantarse a los tiempos como llegar con retraso. Sin embargo, en el plano de la teoría, adelantarse es de sabios, el que ve más lejos comete en la práctica menos equivocaciones. Esta es la tarea actual de los feminismos y los marxismos, adelantar la vista para verse en una férrea unidad en la construcción de la emancipación de toda la humanidad. Tal vez, estamos ante la última gran crisis del capitalismo, lo que viene luego será el total exterminio de la vida, ello; si no tomamos antes las medidas para cambiar el rumbo a nuestro destino común en la tierra.

 

Referencias

 

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BELLUCI, M. y. (2019). DESDE LA CUBA REVOLUCIONARIA FEMINISMO Y MARXISMO EN LA OBRA DE ISABEL LARGUÍA Y JOHN DUMOULIN. Beuneos Aires: CLACSO.

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ENGELS, F. (2019). El origen de la familia, la propiedad rpivada y el estado. Proyecto Espartaco. Recuperado el 25 de 7 de 2019, de www.proyctoespartaco.com

Foucault, M. (2007). Historia de la sexualidad: la voluntad de saber. (U. GUIÑAZÚ, Trad.) México, México DF: Siglo XXI editores.

GARCÍA, Y. (02 de 06 de 2020). http://www.fidelcastro.cu/es/Fidel Castro. Sin la mujer la obra ingente de la Revolución no habría sido posible. Obtenido de Fidel Soldado de las ideas: http://www.fidelcastro.cu/es/articulos/fidel-castro-sin-la-mujer-la-obra-ingente-de-la-revolucion-no-habria-sido-posible

HARTMANN, H. (29 de 05 de 2020). Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre marxismo y feminismo. Obtenido de La caja de herramientas: www.archivo.juventudes.org

KOHAN, N. (2007). Con sangre en la venas. Apuntes polémicoa sobre la revolución, los sueños, las pasiones y el marxismo desde América Latina. Bogotá, Colombia: OCEAN SUR.

KOLLONTAI, A. (1922/ 3ra ed. 1978). La juventud y la moral sexual, el comunismo y la familia. la plataforma de la oposición obera. Barcelona: Fontamara.

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OXFAM. (2019). Informe de la Oxfam; enero 2019: ¿Bienestar público o benefício privado? OXFAM. Recuperado el 03 de 10 de 2019, de https://media.noticel.com/o2com-noti-media-us-east-1/document_dev/2019/01/21/Informe%20de%20Desigualdad%20de%20Oxfam%202019_1548076174024_30404199_ver1.0.pdf

OXFAM. (2018). Informe de la Oxfam; enero de 2018: Premiar el trabajo no la riqueza. (T. d. Cavero, Trad.) Oxfam Internacional. Recuperado el 30 de 04 de 2020

 

[1] No utilizaré el concepto de clase porque las opresiones van más allá de las clasificaciones tradicionales a las que estamos acostumbrados. En definitiva, luchar contra las opresiones es hacerlo contra el imperialismo neoliberal.

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África: Voces alternativas al feminismo hegemónico

Redacción: Porfinenafrica

Cuatro escritoras y activistas analizan el feminismo occidental y reclaman espacios para las mujeres menos privilegiadas.

Comparto, con el objetivo de repensar y reflexionar, este vídeo sobre “Feminismo mainstream” en el que cuatro grandes autoras y activistas -Chimamanda Adichie, Angela Davis, Judith Butler y Arundhati Roy- hablan y se posicionan respecto a lo que ha sido el feminismo hegemónico y cómo a través de él se ha representado la lucha de las mujeres por la igualdad sin tener en cuenta las realidades ni las necesidades de las menos privilegiadas: mujeres negras, migrantes, pobres, racializadas…

Un vídeo que nos puede servir para mirar con otros ojos la realidad, abrir nuestra mente y comenzar a deconstruirnos para formar algo más grande aún, que incluya a todas, especialmente a las menos privilegiadas.

Este vídeo recoge parte de las intervenciones de las escritoras con motivo de su presencia en las Conferencias del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona el pasado 2018. Un ciclo en el que se abordó el feminismo dando voz a voces alternativas y dispuestas a la crítica constructiva.

Fuente: https://porfinenafrica.com/2020/06/voces-alternativas-al-feminismo-hegemonico/

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Mi deseo en tu piel

Por:  Daniel Seijo

 

“Empezando por una locución cualquiera, de las más sencillas, corrientes y de mayor empleo…. Las hojas del árbol están verdes; Iván es un hombre; Zhuchka es un perro, etc. Ya aquí (como lo señalaba genialmente Hegel) hay dialéctica : lo particular es lo general [..] Por consiguiente, los contrarios (lo particular es contrario de lo general) son idénticos: lo particular no existe más que en su relación con lo general. Lo general existe únicamente en lo particular, a través de lo particular. Todo lo particular es (de un modo u otro) general. Todo lo general es (partícula o aspecto, o esencia) de lo particular. Todo lo general abarca solo de un modo aproximado, todos los objetos aislados. Todo lo particular forma parte incompleta de lo general, etc., etc. Todo lo particular está ligado, por medio de millares de transiciones, a lo particular de otro género (objetos, fenómenos, procesos), etc. Ya aquí hay elementos, gérmenes, conceptos de la necesidad, de la relación objetiva en la naturaleza, etc. Lo casual y lo necesario, el fenómeno y la esencia están ya aquí, puesto que al decir: Iván es un hombre, Zhuchka es un perro, esto es una hoja de árbol, etc., rechazamos una serie de rasgos como casuales, separamos lo esencial de lo aparente y oponemos lo uno a lo otro. «

V.I. Lenin

«La creación del derecho a la “identidad de género” crea un “choque entre derechos” en el que los derechos exigidos por un grupo de personas (transgénero) pueden poner en peligro los derechos de otro grupo (mujeres)”. Por tanto es inaceptable que “los grupos de mujeres y feministas no estén invitados a consultar sobre tales cambios legales, como si no tuvieran nada relevante que decir a pesar del hecho de que los varones pueden, bajo dicha legislación, obtener el derecho a ser reconocidos en la ley como “mujeres”.«

Sheila Jeffrey

«El feminismo tiene una tradición de más de tres siglos, ha configurado una genealogía propia e, imbricado con los discursos propios de cada momento histórico, ha generado sus propias señas de identidad. Por tanto, aunque la teoría queer tenga indudablemente raíces en el pensamiento feminista contemporáneo sobre el sexo y el género, no puede venir a suplantar esa tradición de pensamiento que se retrotrae mucho más atrás de las «tres últimas décadas».»

Laura Posada Kubissa

La vida feliz de un ama de casa se convirtió para mí en una jaula

Resulta asfixiante enfrascarse una y otra vez en una estéril batalla contra los mismos postulados neoliberales, repeler e intentar contraargumentar con mayor o menor pericia, los insultos, el acoso y las campañas de desprestigio personal y colectivo que el quintacolumnismo individualista y egocéntrico que carcome como un virus el interior de la izquierda política española y occidental, arroja continuamente contra todos aquellos que a lo largo de las últimas décadas se han resistido a sucumbir a la caída del muro, la desesperanza y la sumisión ante el supuesto fin de la historia. Resulta asfixiante, pero vital.

La trampa de la diversidad y su método performativo, ha supuesto en manos del liberalismo una estrategia sumamente efectiva con la que se ha logrado desintegrar y neutralizar todos aquellos rescoldos de resistencia colectiva todavía existentes tras la caída del muro de Berlín y el colapso de gran parte de los sistemas socialistas. El altermundismo, al renunciar a la clase social todavía agazapado y debilitado por la aparente derrota del comunismo, pronto se mostró incapaz de articular una espina dorsal con la que lograr unificar una respuesta global al capitalismo y esto finalmente lo llevó a ser guiado a su fragmentación y progresiva desaparición de la escena política por medio de las más diversas instituciones capitalistas, que únicamente tuvieron que analizar y usar en su propio beneficio los rasgos diferenciales presentes en su seno. Sucedió con el ecologismo, el antirracismo, la lucha en la comunidad LGTBI y sucede hoy también con el feminismo, una teoría política que en los últimos años había logrado estructurar un frente amplio de contestación social con sobrada capacidad para avanzar en la transformación material del sistema.

Debemos entender el movimiento feminista además de como una teoría social y política, como un conjunto heterogéneo de movimientos culturales, sociales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y la eliminación de la dominación y violencia de los varones sobre las mujeres a través del patriarcado, una forma de organización social cuya autoridad se reserva únicamente al sexo masculino. Una vez logramos procesar esta realidad, nos vemos en disposición de comprender el potencial subversivo del feminismo y por ende la preocupación liberal y reaccionaria ante los recientes y notorios avances de dicho movimiento político a nivel global. El feminismo, al igual que el marxismo, logra identificar certeramente los resortes del sistema y estructurar una alternativa viable a las contradicciones materiales del capitalismo y su dominación patriarcal. No es de extrañar por tanto que la violencia, la difamación e incluso el terrorismo, sean moneda de pago habitual por parte de las instituciones del poder contra nuestras compañeras en todo el mundo. A día de hoy, exigir igualdad y respeto al cuerpo de la mujer, sigue siendo una actividad penada y castigada de las más diversas formas en sociedades y culturas de medio mundo. En demasiadas ocasiones, incluso con la muerte.

La opresión de las mujeres no va a desaparecer de un plumazo porque se identifiquen como hombres, ni la ablación de clítoris, ni los matrimonios forzados, la imposición del hiyab, las violaciones, el control reproductivo o el terrorismo machista, van a cesar únicamente por variar la percepción que de sí mismas tienen sus víctimas

A lo largo de los años 60 y 70, el feminismo decide plantear una alianza colectiva con la intención de luchar contra la discriminación de un sistema de sometimiento colectivo estructurado a través del capitalismo y el patriarcado contra las mujeres y la comunidad LGTB, la lucha contra la desigualdad, el acoso sexual, la violencia de género, la discriminación y la brecha salarial, suponen puntos de encuentro que permiten a las mujeres caminar unitariamente durante largo tiempo con otros colectivos afectados por la desigualdad generada por el patriarcado.

Desde finales de la dictadura, el movimiento feminista y las reivindicaciones de la comunidad homosexual y transexual en el estado español, parecen caminar de la mano. El apoyo firme y activo de diversas organizaciones feministas, así como el alto desarrollo teórico y organizativo de sus integrantes, permite que el avance en las conquistas sociales resulte imparable en nuestro estado, otorgando a sendos colectivos además de una mayor visibilidad social y política, fehacientes y materiales conquistas que hacen de España un ejemplo a nivel global en materia de igualdad. La ampliación y articulación del movimiento feminista en torno a la lucha de las mujeres homosexuales, los hombres y mujeres bisexuales y las personas transexuales, no significa en aquel momento tensión o ruptura alguna entre luchas que poco a poco van forjando voces propias que enriquecen el debate y se nutren unas a otras. El discurso de transformación feminista y sus tácticas de acción directa contra la discriminación institucional y estructural, consigue estructurar una unidad de acción que poco a poco amplia el movimiento y abre claramente las puertas a la necesidad de una transformación material con la que lograr poner fin a la dominación patriarcal.

Las calles se llenan, los asesinatos machistas son sistemáticamente contestados y repudiados en las calles, se pone fin a la impunidad de la dialéctica de la cultura machista en los medios, los parlamentos e incluso en las calles. El acoso callejero o laboral, las violaciones, los techos de cristal e incluso la discriminación en las instituciones, emergen repentinamente del oscurantismo en el que se habían embutido para su sibilino funcionamiento y son enfrentadas e incluso en algunos casos superadas por el cada vez mayor poder político del movimiento feminista en alianza con amplias minorías de nuestra sociedad. Incluso el 8 de marzo, Día de la mujer trabajadora, recupera un fuerte sentimiento de clase y un espíritu transformador que lleva a muchos compañeros a un replanteamiento de la masculinidad patriarcal, al tiempo que mano a mano con las compañeras feministas, se avanza en el desafío al sistema global del patriarcado que sustenta al capitalismo.

En esas nos encontrábamos hasta que esa unidad de acción se ve claramente amenazada por la aparición en la política española de la Teoría Queer, una corriente teórica desarrollada principalmente en el entorno universitario a partir de 1990 y que camina paralelamente al triunfo del neoliberalismo y la imposición de una visión idealista del mundo. Asentando su visión de la sociedad como una suma de individuos atravesados por identidades, teóricas como Judith Butler abogan abiertamente por una sociedad y unos métodos de lucha claramente individuales. En pleno proceso de agregación colectiva, hace su puesta en escena una vez más el Mr. Potato neoliberal para aplicar la clasíquisima táctica del divide y vencerás.

Las feministas no solo no tienen nada en contra de las personas transexuales, sino que las mujeres transexuales llevan décadas formando parte del movimiento feminista y avanzando en la conquista de derechos tangibles para ambos colectivos

La articulación identitaria que acostumbra imponer el neoliberalismo en los más diversos escenarios de contestación social, incluye una variedad de categorías ciertamente inabarcable: el sexo, la raza, la religión, la nacionalidad. Todas estas categorías pueden ser usadas como potenciador de lo casual, como negación de lo común y esencial. A ellas se les asigna un valor que atraviese a los individuos y les otorga identidades cambiantes y múltiples en un mundo incierto implementado por la propia estructura capitalista. En una realidad en la que resulta complicado identificarse, uno puede optar por su Dios o incluso su santo particular, su barrio, su género, su raza, su equipo de fútbol o por un partido político para abandonarse a una absurda competición entre oprimidos, en la que sus preferencias sexuales, ser miembro de un grupo yihadista, una pandilla, un grupo supremacista, una hinchada de fútbol o un círculo político, puede propiciarle una efímera sensación de pertenencia y la ilusoria capacidad para pretender modificar la existencia material de las cosas. Todo mientras el sistema patriarcal y capitalista logra oportunamente sacar rentabilidad política y habitualmente económica de la diferencia.

Tal y como se pregunta Daniel Bernabé en su libro «La trampa de la diversidad», ¿estamos diciendo con esto que por la representación de la diversidad es algo perjudicial para la izquierda? No. Lo que decimos es que, mientras estos conflictos de representación estén dentro del mercado de la diversidad, dentro del ámbito y la reglas neoliberales, generalmente resultarán dañinos tanto para la izquierda como para los colectivos interesados y muy beneficiosos para la derecha -y la agenda neoliberal-. La manera de interpretar la sociedad que estamos observando, articula gran parte del movimiento queer en nuestro estado y se aleja completamente de análisis materialista. Se trata únicamente de una categorización idealista que niega las relaciones que estructuran a la sociedad capitalista y se centra únicamente en una suma de miradas individuales atravesadas por diferentes identidades elaboradas a gusto del consumidor. Cada individuo puede desarrollar de esta forma una visión única, pero a todas luces contraproducente para el cuestionamiento de las bases materiales de la opresión que suponen el verdadero camino para la emancipación de la mujer y la clase trabajadora.

La visión social de Butler y de gran parte de los defensores de la Doctrina Queer, niega el materialismo y centra su análisis en la primacía del espíritu y los actos performativos frente a la naturaleza. Para los seguidores de esta versión neoliberal de la existencia, el mundo no es sino una construcción social estructurada por el lenguaje humano y por tanto niegan con ello las relaciones de clase y de producción que estructuran a la sociedad capitalista y al patriarcado. Butler niega de esta forma que la opresión de la mujer tenga una base material sólida y de extraordinaria fuerza. Es ahí en donde surge la divergencia irreconciliable con el feminismo.

Al argumentar que todo parece resultar fruto de una construcción social independiente de la realidad material, se abre de forma directa la puerta a la práctica supresión material del concepto mujer y la creencia queer rompe definitivamente con los postulados materialistas y con el feminismo radical, entendiendo este como aquel que directamente se dirige a la raíz de la opresión patriarcal-capitalista. Tradicionalmente, el feminismo ha atacado al género como un sistema de dominación cultural masculina que a través de las diferencias morfológicas externas, genitales masculinos y genitales femeninos, impone a hombres y mujeres un conjunto de funciones y características que no son naturales, sino que se aprenden e interiorizan mediante una socialización diferenciada por razón de sexo. Bajo esta estructura de dominación patriarcal, los hombres han sido tradicionalmente vistos como guerreros, líderes o empresarios, mientras que las mujeres se han visto a su vez relegadas al papel de amantes y amas de casa, únicamente destinadas a proporcionar cuidados de forma no retribuida en el seno familiar. Es precisamente a través del diagnóstico de la opresión de género que el feminismo ha podido analizar y revertir realidades como la división sexual del trabajo, la explotación sexual o la exclusión de las mujeres en las instituciones públicas. Se trata por tanto de un instrumento de dominación patriarcal que toda feminista busca llegar a suprimir.

El hecho de que la categoría mujer asignada al sexo biológico pueda no representar puntualmente a todas las mujeres, no invalida que la mujer como hembra humana suponga y deba suponer el sujeto político del feminismo

La teoría queer en este punto, niega que sexo y género sean realidades distintas, afirmando que sobre el cuerpo de la mujer únicamente operan prejuicios culturales que pueden y deben ser fácilmente mutables a través de las ideas y el lenguaje. El sexo es por tanto una construcción social y ser mujer pasa a suponer una mera performance, un deseo individual. Se confunde claramente en este punto el «ser» con el «sentir».

Pero desde una visión materialista, la cultura no es un fenómeno arbitrario y accidental, sino que surge de la base material y la interacción de los seres humanos con la naturaleza. La materia es lo primario y nuestras ideas y nuestros sentidos operan como conexión de nuestros cuerpos con el mundo material, nuestra forma social de interpretar el mundo supone la expresión de nuestra interacción con la naturaleza. La clara apuesta por el idealismo de la teoría queer que afirma que el sexo es una mera construcción social, contradice no solo nuestra experiencia, sino hasta la propia biología que afirma claramente que no solo los sexos son reales, sino que su papel en la reproducción humana y en tantos otros aspectos de la realidad, funcionan independientemente de nuestra interpretación de los mismos. Si operamos bajo la premisa de que el sexo supone también un constructo social, argumentamos inseparablemente que el género, la identidad sexual y mismo la orientación sexual, no están marcados por la biología, erradicando con ello la distinción entre género y sexo y abogando claramente por una construcción individual de la identidad. Bajo está premisa claramente líquida, un individuo puede elegir no solo identificarse, sino ser, hombre o mujer, atendiendo únicamente a sus propios sentimientos y su percepción individual de lo que supone ser una u otra cosa. Sin reglas aparentes más allá de la individualidad de cada persona, incluso la fluctuación de pareceres pasaría aparentemente a ser una opción plenamente aceptable. Si el sexo es un mero acto performativo, no existen realidades fijas o verdaderas.

Para los seguidores de esta versión neoliberal de la existencia, el mundo no es sino una construcción social estructurada por el lenguaje humano y por tanto niegan con ello las relaciones de clase y de producción que estructuran a la sociedad capitalista y al patriarcado

Esta acción ilusoria que pretende cerrar en falso las diferencias entre personas bajo tácticas de guerrilla de autoayuda, supone poco menos que una estafa, una trampa, la nada. La opresión de las mujeres no va a desaparecer de un plumazo porque se identifiquen como hombres, ni la ablación de clítoris, ni los matrimonios forzados, la imposición del hiyab, las violaciones, el control reproductivo o el terrorismo machista, van a cesar únicamente por variar la percepción que de sí mismas tienen sus víctimas. Este planteamiento teórico, no hace sino colocar a la mujer oprimida en una situación en la que debe culpabilizarse por no lograr escapar por su propia cuenta de una estructura real de opresión que los defensores del liberalismo queer niegan. El patriarcado construye y constituye tanto a la sociedad como a los individuos, negar esto en aras de meras conquistas estéticas en una sociedad con más de 1000 mujeres asesinadas desde 2010 y en el que se denuncian una media de entre 4 y 5 violaciones diarias, supone sino un acto misógino, sí una clara muestra de la desviación neoliberal e individualista en ciertos sectores sociales, académicos y políticos.

Está desviación cara a la política meramente identitaria y los postulados neoliberales, se construye sobre la base de pequeñas narrativas subjetivas que recuperan el concepto de género y los estereotipos relativos al hombre y a la mujer contra los que tradicionalmente lucha el feminismo, para dotar al individuo de una identidad propia en un mundo cambiante y contradictorio, características que por otra parte se buscan también en el propio individuo, para llegar a ser un ser líquido, fluctuante en sus propias consideraciones. La individualización sustituye a la lucha de masas y bajo la conciencia individual, se produce la ruptura entre la conexión del sexo biológico, la identidad de género y el deseo sexual. En lugar de buscar alcanzar la comprensión de la relación dialéctica entre el individuo y lo universal, se renuncia a lo universal y se eleva lo individual y lo accidental al nivel de principio, así un niño que se maquille, juegue con muñecas y lleve tacones o el pelo largo, puede convertirse en mujer únicamente con desearlo, sin necesidad de acreditar una disforia de género o iniciar proceso alguno de cambio en la apariencia sexual. Con ello, lejos de erradicar la estructura de género, reforzamos sus estereotipos como una herramienta central en la construcción de la realidad y la identidad sexual.

Cada individuo puede desarrollar de esta forma una visión única, pero a todas luces contraproducente para el cuestionamiento de las bases materiales de la opresión que suponen el verdadero camino para la emancipación de la mujer y la clase trabajadora

El feminismo históricamente ha luchado precisamente contra esos supuestos condicionantes intrínsecos e inmutables de la masculinidad y la feminidad que determinarían nuestro comportamiento y nuestro ser, si bien el ser humano nace con un cuerpo sexuado, no pasa nada porque nuestros comportamientos, gustos y actitudes no se correspondan con el rol de género que socialmente hemos construido y otorgado a lo que supuestamente debe ser un hombre o una mujer, no sucede, ni debería suceder nada por salirse de esa norma socialmente pautada y construida y ni el comportamiento, ni mucho menos el cuerpo tiene razón alguna para ser corregido por ello. No existe desajuste alguno entre un comportamiento determinado y el sexo biológico, ni los comportamientos que se salen de los estereotipos de género suponen de forma alguna una identidad de género que deba inscribir a un niño como niña por vestirse de rosa o a una niña como niño por jugar al fútbol con sus amigos. Quienes piensan que el nacer con un determinado sexo debe llevar implícito determinados comportamientos, son quienes realmente comparten con los sectores más reaccionarios de la sociedad la creencia y la fe ciega en la existencia de cerebros rosas y azules, algo totalmente inaceptable en una sociedad mínimamente avanzada.

Por supuesto, existen personas con disforia de género, personas que sienten que ha nacido con el sexo equivocado y deciden transicionar al mismo a través de una terapia hormonal y una operación de reasignación de sexo que supone un proceso duro y complicado que para nada tiene que ver con la orientación sexual o el salir del armario. Las feministas no solo no tienen nada en contra de las personas transexuales, sino que las mujeres transexuales llevan décadas formando parte del movimiento feminista y avanzando en la conquista de derechos tangibles para ambos colectivos, por ello a día de hoy y gracias a la lucha conjunta del feminismo y el colectivo transexual, el tratamiento quirúrgico para la reasignación de sexo es costeado en el estado español por la Seguridad Social y se ha facilitado plenamente el cambio de nombre en el registro civil. Es bajo la etiqueta de lo «trans» que el transgenerismo a través de la doctrina queer, ha intentado apropiarse de la lucha de colectivos como las lesbianas, los gais o los transexuales y ha desarrollado una teoría que afirman que el sexo masculino y femenino es socialmente asignado y no un hecho biológico, por lo que este respondería a una realidad anterior a la social, una realidad interior que lamentablemente no se encarga de analizar en profundidad la doctrina queer.

Asentando su visión de la sociedad como una suma de individuos atravesados por identidades, teóricas como Judith Butler abogan abiertamente por una sociedad y unos métodos de lucha claramente individuales

Cierto es que la identidad de una persona es un asunto muy delicado en el que juegan un papel importante factores biológicos, psicológicos y sociales, resultaría absurdo por tanto acusar a alguien de tener una «conciencia equivocada» porque su identidad no coincide con sus órganos reproductivos, pero una gran mayoría de los humanos si se pueden asignar al nacer al sexo femenino o masculino y esta realidad material nos permite establecer claramente si una persona es hombre o mujer. El hecho de que esto no suceda así en ciertos casos, no supone que esto sea una «ficción cultural» sin conexión material con nuestro cuerpo. El hecho de que la categoría mujer asignada al sexo biológico pueda no representar puntualmente a todas las mujeres, no invalida que la mujer como hembra humana suponga y deba suponer el sujeto político del feminismo. Todavía hoy, quienes nacen con vagina en las más diversas sociedades, son discriminadas por ello mucho antes de que puedan llegar ni siquiera a plantearse cuál es su identidad de género o si esta se ajusta a su sexo. Es la biología y la relación del cuerpo de la mujer con la realidad material lo que la supedita a la dominación masculina y es por ello que las condiciones materiales de millones de mujeres en todo el mundo siguen necesitando articular un sujeto claro que desde el feminismo les permita avanzar en la mejora de sus condiciones de vida y en la emancipación social y personal. El feminismo ha luchado durante largo tiempo por las protecciones legales basadas en el sexo. Los derechos de las mujeres, establecidos en la Convención de 1979 sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, CEDAW, y los acuerdos internacionales posteriores, se basan precisamente en el sexo, definido por la ONU como “las características físicas y biológicas que distinguen a los hombres de las mujeres”para garantizar derechos como el aborto, los derechos maternos y reproductivos o realidades como los espacios solo para mujeres, ámbitos claramente necesarios debido a la amenaza generalizada de las diversas formas de violencia física y sexual del terrorismo machista.

Se olvidan por tanto quienes pretenden legislar a través de la “Proposición de Ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género” que las políticas de reconocimiento sin más, basadas en función de sentimientos o deseos individuales, no solo no muestran disposición alguna de cara a lograr avanzar en las conquistas materiales de las minorías que dicen defender, sino que además, lejos de cuestionar la jerarquía sexual, tienden a favorecer al mejor situado en esa misma jerarquía. Es por ello que expresiones como «personas gestantes» lanzadas desde el entorno queer para referirse a las mujeres, los ataques en redes sociales o posibles situaciones como el libre acceso a los vestuarios femeninos, las casas de acogida o las cuotas reservadas para mujeres en diferentes ámbitos sociales por parte de hombres que según su propia autodeterminación y sin que nadie se lo pueda discutir, se autodefinen como mujeres, hace que el feminismo se encuentre en alerta ante un proyecto de ley que conlleva la clara eliminación de las categorías antropológicas, varón y hembra y supone por tanto una victoria para los enemigos de la igualdad real y efectiva. No se trata de que tengamos nada en contra de las personas transexuales o transgénero, sino de enfrentar una teoría y una posible ley que la respalde, desde la que se analiza el sexo como una mera construcción cultural que desdibuja totalmente los problemas de las mujeres. Una mujer racializada, una mujer con diversidad funcional, una siria, española, afgana o estadounidense, pero también una persona que ha nacido mujer y que se identifica como hombre, tienen como denominador común que han nacido con sexo femenino y por ello se les ha asignado un lugar distinto al sexo masculino en las organización de nuestras sociedades. Todas ellas, en mayor o menor medida, han soportado el peso material de la opresión patriarcal mucho antes de ser consciente de su propia existencia en el seno de sus sociedades.

Debemos entender el movimiento feminista además de como una teoría social y política, como un conjunto heterogéneo de movimientos culturales, sociales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres

La negación de esta realidad por esta «nueva izquierda» amparada en la teoría liberal queer, podría incluso llegar a ser considerada como claramente misógina, pero no solo eso, sino que si los sexos no existen, tampoco lo hace la atracción sexual hacia el mismo sexo, por lo tanto estamos erradicando de un plumazo la heterosexualidad y la homosexualidad, que no pasan sino a suponer una ficción cultural. Quedan por tanto claras las profundas implicaciones de una teoría y una futura ley que basa sus apoyos sociales en la clara confusión que muchas personas desarrollan entre la causa transexual y el transgenerismo.

Si esta ley sale adelante, la idea de la supremacía masculina habrá demostrado ser más duradera que la concepción más tradicional y retrógrada del sistema patriarcal, logrando el sistema de explotación de la mujer adaptarse a la nueva realidad cambiante del neoliberalismo. La separación estricta de los sexos en la realidad material y biológica, habría amenazado recientemente los interés del patriarcado para mantener a la mujer como una fuerza reproductiva, sexual y de trabajo gratuito, además de resultar de todos modos innecesaria como forma de crear distancia o para marcar un estatus menor para las mujeres. Es por ello que las políticas identitarias profundizan en el origen del estereotipo de mujer sumisa, obediente, complaciente y dispuesta, para consolidar a través del lenguaje y la performatividad y no a través de la realidad material y biológica, lo que supone ser mujer. Hoy al poseer el poder de aprobar leyes para dominar a las mujeres y operar con ello a través de un instrumento destinado a mantenerlas apartadas del poder real, se pretende erradicar por completo el sistema de división sexual bajo la falsa promesa de justicia social e igualdad, promesa que no esconde sin embargo otra cosa que la realidad de una diferenciación mayor de los colectivos y sujetos sociales afectados, que refuerzan su identidad a costa de renunciar al poder de transformación colectiva.

Al dirigirse a sujetos oprimidos y con un escaso poder material y económico, quienes desde las instituciones defienden el reconocimiento por encima de la redistribución, facilitan que esas minorías incapacitadas para demandar un trato justo y efectivo en la vida material, se encuentren habitualmente con que aunque las leyes digan proteger la igualdad efectiva, esto se quede poco más que en papel mojado. Al romper un movimiento como el feminista, muchas mujeres y muchas personas del colectivo transexual se verán en un futuro incapacitados para luchar colectivamente, viendo como esos nuevos derechos identitarios se transforman simplemente en algo ilusorio que podrá existir sobre el papel, pero que raramente se materializará en la vida real y que sin duda alguna se encontrará muy alejado de la lucha redistributiva del poder y las condiciones materiales que encaraban unitariamente en el seno del feminismo.

El rechazo frontal contra los avances de las mujeres y feminismo político, ha sido rápido y severo, a medida que las mujeres obtenían poder político y avanzaban cara a la igualdad material, el patriarcado ha reaccionado con indignación y rabia, lanzando un ataque a su unidad. El feminismo burgués, que busca revertir el sujeto político del feminismo y su estructura más básica, ha lanzado a lo largo de los últimos años diversos ataques frontales a la línea del feminismo a través de la explotación sexual o reproductiva, la política de cuotas o el más reciente, la propia teoría queer. En el fondo un postulado tan reaccionario en sus planteamientos como el conservadurismo patriarcal que simplemente esconde sus cerebros rosas y azules bajo una falsa capa de modernidad y respeto a las minorías. Bajo ese encubrimiento, se esconde una acción política que lleva directamente al cese de las políticas de igualdad para las mujeres, el fin de las leyes de paridad, las listas cremallera o la igualdad real en diversos ámbitos de nuestra sociedad. Nos encontramos por tanto ante un sistema hipócrita que dice proteger la igualdad y la libertad, pero que penaliza a las mujeres por su sexo biológico, aunque reniegue del mismo.

La trampa de la diversidad y su método performativo, ha supuesto en manos del liberalismo una estrategia sumamente efectiva con la que se ha logrado desintegrar y neutralizar todos aquellos rescoldos de resistencia colectiva

Es el populismo político atendiendo a los continuos ataques del fascismo y la derecha reaccionaria contra el feminismo, el que parece haber decidido salirse por la tangente con un relato que abandona las posiciones más radicales de las compañeras, esas que se sitúan claramente en una posición materialista y redistributiva, para adoptar posiciones directamente liberales y otorgar de este modo «el permiso» a amplias bases sociales para odiar y combatir al feminismo más radical que decide oponerse a tales concesiones. Usando a las compañeras como chivo expiatorio para profundizar en la supuesta transversalidad electoral, hoy diferentes partidos presentes en el arco parlamentario parecen renunciar a la base social y política situada más a la izquierda, para curiosamente abrazar dogmas neoliberales que tan bien han encajado en partidos como Ciudadanos. Se pretende desde amplios sectores imponer un feminismo burgués e identitario como la salida natural a las reivindicaciones de las mujeres, olvidando con ello que existe ya en nuestro estado una salida diametralmente opuesta radical y material para la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres.

Las políticas identitarias se oponen a la lucha por la justicia social y promueven la vuelta a lo más profundo de la alegoría de la caverna, la elección de la píldora azul, la ensoñación y la búsqueda de un mundo feliz a través de la pseudorevolución, frente a la unidad colectiva y la transformación material de la realidad. Tras los numerosos insultos, las amenazas e incluso las agresiones físicas, se esconde una clara campaña articulada para desde la latente misoginia derrocar no solo al feminismo radical y a la concepción materialista del mundo, sino a cualquier opción transformadora que puede contestar al dominio capitalista-patriarcal. Por ello, el posicionamiento claro y sin ambigüedad y el apoyo mutuo con las compañeras feministas, no se trata solo de un acto de solidaridad, sino de una clara postura antiliberal. Un movimiento a todas luces revolucionario y contestatario, frente a un nuevo contraataque del neoliberalismo.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/mi-deseo-en-tu-piel/

Imagen: https://pixabay.com/

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Entrevista a Marcela Lagarde: “Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial”

Entrevista/11 Junio 2020/Autora: Meritxell Freixas Martorell/eldiariolaeducacion.com

  • La antropóloga feminista Marcela Lagarde y de los Ríos (1948) habla desde su confinamiento en México, donde el coronavirus ya se ha cobrado más de 12.500 vidas y también donde cada día diez mujeres son asesinadas por hombres. Referente del feminismo latinoamericano, Lagarde fue militante del Partido Comunista y luego diputada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Desde el Congreso mexicano impulsó la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007) y, a raíz de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, acuñó el concepto de feminicidio, utilizado hoy en las legislaciones de distintos países.

La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental”, escribía Lagarde en Soledad y Desolación hace dos años, cuando cuarentenas y confinamientos estaban lejos de ser una realidad. Hoy, desde su casa, al otro lado del teléfono, hace balance de lo que la crisis sanitaria global ha supuesto para miles de mujeres del mundo, sobre todo, para las más vulnerables. Convencida de que la humanidad atraviesa un cambio de civilización, apunta los principales ejes del nuevo paradigma que cree que regirá el mundo.

¿Qué ha desvelado la crisis del Covid-19 sobre la realidad que viven las mujeres?

Ha desvelado muchas cosas que se habían vuelto invisibles por el tratamiento que la sociedad les ha dado. La pandemia ha tocado múltiples factores y relaciones vinculadas a la manera de ordenar el espacio privado. La crisis se ha agudizado porque mujeres y hombres estaban organizados por espacios, horarios y calendarios que ahora se han modificado. El mundo privado, la vida cotidiana, de repente ha sido ocupado por los hombres. Estamos en una campaña mundial de confinamiento. Es la fórmula que han encontrado para que no nos contagiemos porque no hay vacuna y no hay cura. Hay que aislar y el mundo adoptó esta forma, pero los gobiernos e instituciones internacionales de salud han dejado a mujeres y hombres que sean ellos mismos quienes gestionen la crisis que se ocasiona con esta presencia renovada de los hombres en el espacio privado.

¿En qué se ha traducido eso?

En lugares como México, India, Brasil y en países donde hay una dominación patriarcal de género intensa, la presencia de los hombres en el espacio privado ha significado un incremento de las llamadas telefónicas de las mujeres en búsqueda de protección. Hay muchas fricciones por el espacio, las normas, quién hace qué. Eso ha evidenciado la crisis del sistema reproductivo, que deja a las mujeres a cargo de la casa, el hogar, el cuidado de niños, niñas, adolescentes, ancianos, enfermos o personas con una discapacidad. Ahora que estamos pasando por la estrechez de la vida cotidiana, se ha comprobado lo que hemos dicho siempre las mujeres: que este es un trabajo fundamental que ha sido invisibilizado siempre, pero que permite el desarrollo y la reproducción misma de la sociedad, la cultura y del poder. Se ha señalado muchísimo esta injusticia y la falta de apoyo de las instancias públicas. Muchas mujeres trabajamos por nuestra cuenta, como emprendedoras o asalariadas por el trabajo del hogar. Además, nos hacemos cargo de la casa y la familia como podemos. En México, por ejemplo, una gran cantidad de mujeres se constituyen en familias monoparentales. Si ellas no trabajan, nadie lleva ingreso y ahí se produce una crisis enorme. En la frontera norte vemos que una gran cantidad de migrantes mexicanas van a Estados Unidos a hacer el trabajo del hogar y regresan a México después de su jornada. Pero ahora, todos estos trabajos se suspendieron y también se suspendieron las industrias en las que trabajan las mujeres, sin entregarles salarios sustitutivos. Tampoco hay una renta básica.

¿Cómo podremos revertir esos efectos del confinamiento en las mujeres?

Tendríamos que tener la claridad de aprovechar esta ola enorme de confinamiento y trastocamiento de las normas de convivencia, sobre todo en el espacio privado, para evitar volver a relaciones que ya conocemos porque las tuvimos en el pasado. Reforzar esta conciencia social nueva sobre el papel de las mujeres en la vida social privada y pública, incluso en la gobernanza. Los 10 mejores gobiernos de esta pandemia son liderados por primeras ministras y presidentas mujeres. Fuera del esencialismo, el análisis es que ellas han estado menos tocadas por esquemas patriarcales y han luchado por los derechos, por la participación, con una sensibilidad distinta y una visión feminista. Gobiernan diferente por eso, no porque sean naturalmente así. No podemos desechar la oportunidad que tenemos: estamos viviendo un gran cambio civilizatorio y para salir de esta crisis hay que sintonizar con todos los sujetos sociales, todas las alternativas progresistas, como la Internacional Progresista que se ha formado tras el llamado de varios intelectuales. Hay que construir una opción de desarrollo humano sustentable, verde y feminista. Tenemos que lograr que la desescalada tenga un sentido humano, que tenga eso que el feminismo siempre ha criticado al humanismo androcéntrico que coloca en el centro al hombre y a los hombres, pero no a la humanidad y a las personas.

La extrema derecha en España ha acusado a las organizaciones feministas, periodistas y convocantes de las manifestaciones del 8M de provocar la propagación de la pandemia. ¿Qué opina?

Las redes que convocaron el 8M no pueden ser acusadas de nada, al contrario. La convocatoria fue para avanzar en la construcción de los derechos humanos y la democracia desde una perspectiva de género. Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial. Me parece desproporcionado, con falta de perspectiva y no científico. No es posible probar eso. No sólo hubo manifestaciones feministas, hubo partidos de fútbol con mucho público, ceremonias religiosas, bodas, misas, gente en las calles y en el transporte público. Necesitamos un esfuerzo de resiliencia y no aceptar las acusaciones gratuitas contra las feministas. Es central discutir cómo hacer que en esta crisis la sociedad sea coadyuvante y no solo víctima. En vez de culpar y acusar a las mujeres de expandir la pandemia, cosa que es falsa, tendríamos que aprovechar la sabiduría del movimiento feminista para integrar el feminismo en la gobernanza democrática, en la participación de la sociedad civil, en la construcción de un planeta verde. Tenemos que enfrentar lo que viene de manera compleja, sostenida, profesional y velando por el interés de las personas, de las comunidades y del pueblo en general. Hay que tratar de que prevalezca la ética. El fin de la pandemia está lejos, pero tenemos el espacio para colocar en el centro del desconfinamiento un debate ético sobre el nuevo paradigma que queremos impulsar.

¿Cómo hacer que los partidos de ultraderecha de todo el mundo no interfieran en la construcción de este nuevo paradigma?

Lo primero es observar que la derecha en el mundo tiene sus centros, su potencia, sus millones en juego, como está sucediendo en Estados Unidos con el neofascista presidente Trump. La gente progresista, las feministas, los ecologistas tenemos que ser conscientes de que ahora es el momento. En marzo se produjo un auge en la ola actual del feminismo en la que participan millones de mujeres y hombres de distintas generaciones que ya se están apropiando de la cultura feminista. Tenemos que difundir esta cultura. Convocar a la resiliencia, a lograr capacidades de restauración, de conservación y de innovación para empoderar el proceso de erradicación de la pandemia. Tenemos que escuchar a los científicos que muestran cómo estamos destruyendo la tierra, los territorios y que eso nos va a llevar a tragedias impensables. La desigualdad enorme que hay en el mundo se cobra vidas con la epidemia con las personas en mayor riesgo, las comunidades más frágiles. Debemos impulsar un sistema internacional, nacional y local del cuidado para tener una orientación de cuidados permanente y no solo para emergencias y que lleve a cuidar, a reparar y a innovar con lenguajes nuevos y acercamientos diversos. […] Las feministas hace tiempo estamos proponiendo como alternativa una economía solidaria, la economía feminista, que pone en el centro a las personas y que busca la calidad de vida, la salud, la educación, y tener mejores condiciones de vida, de trabajo y de convivencia con los hombres sin violencia.

¿Qué nos dejará esta crisis?

De esta crisis tiene que salir algo mejor. Al principio fue resistir, como la canción –“Resistiré”–, pero ahora, además de resistir, nos hemos propuesto transformar el mundo para privilegiar el ecosistema, el patrimonio histórico y cultural y los derechos humanos. Estamos incursionando en un cambio cultural civilizatorio porque por primera vez podemos hablar de una crisis que afecta a todos los territorios del mundo y a todas las personas a la vez, hablar de humanidad. Eso es un cambio paradigmático y exige que seamos capaces de llevar ese nuevo modelo a todos los espacios y que la política se ponga al servicio de construir esa nueva cultura del cuidado propio y de los otros, del medio ambiente, del patrimonio y de todo lo que tiene un valor para nosotros.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/10/es-misogino-acusar-a-las-feministas-de-una-pandemia-mundial/
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