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La Comisión 8M encara la recta final hacia el 8 de marzo con un doble llamamiento a la movilización

Por: Tercera Información

  • El movimiento feminista de Madrid confirma que el recorrido para la manifestación del 8 de marzo de 2023 en Madrid será de Atocha a Plaza de España, a partir de las 19h.
  • La Comisión 8M hace asimismo un llamamiento a sumarse a las movilizaciones en defensa de la Sanidad Pública convocadas para el próximo domingo, 12 de febrero, para lo que ha organizado un bloque feminista que saldrá de Nuevos Ministerios a las 11.30.

A un mes del próximo 8 de marzo y tras meses de trabajo en asambleas en la Comisión 8 de Marzo, el movimiento feminista de Madrid encara la recta final con una apuesta por volver a llenar las calles.

Por un lado, este espacio de coordinación de las organizaciones y colectivos del movimiento feminista madrileño confirma el recorrido previsto para la manifestación del 8M de 2023. La convocatoria será a las 19h en Atocha, y recorrerá el centro de Madrid, pasando por Cibeles, Gran Vía y Callao hasta finalizar en Plaza de España. Se trata del mismo recorrido de las históricas huelgas feministas de 2018 y 2019, en una nueva llamada al desborde, tras los años marcados por la pandemia.

Por otro lado, la Comisión 8M anuncia que el movimiento feminista se unirá a la marcha en defensa de la sanidad pública y universal convocada por las profesionales de la salud y vecinas de Madrid para el próximo domingo 12 de febrero. Para ello, ha organizado un bloque feminista que parte desde la columna de Nuevos Ministerios a las 11:30de la mañana.

Las mujeres quieren visibilizar así su apoyo a las huelgas, a los encierros y a la lucha de toda la sanidad pública madrileña. Además de la paralización de las negociaciones con la Consejería de Sanidad, denuncian los recortes estructurales que afectan desde los hospitales hasta la Atención Primaria y señalan a la Comunidad de Madrid por ser “la única región que cerró los servicios de urgencia de atención primaria en pandemia y que permite mantener Centros de Salud sin médicas”.

Estas cuestiones coyunturales, se suman a las históricas reivindicaciones feministas en este ámbito: una sanidad que permita disponer a las mujeres de la información necesaria para tomar decisiones sobre sus cuerpos; impulsar la investigación médica desde un enfoque no androcéntrico, que ponga las necesidades de las mujeres entre sus objetivos; y que todas las mujeres puedan acceder a servicios de salud integral, de proximidad, independientemente de su situación administrativa, edad, sexualidad e identidad y/o expresión de género.

La Comisión 8M es el espacio unitario de organización, encuentro, debate y reunión del movimiento feminista autónomo de Madrid que aglutina a diferentes colectivos, activistas feministas y vecinas de los barrios y los pueblos de Madrid y que año tras año, desde hace tres décadas, ha preparado las movilizaciones del 8 de marzo.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/06/02/2023/la-comision-8m-encara-la-recta-%EF%AC%81nal-hacia-el-8-de-marzo-con-un-doble-llamamiento-a-la-movilizacion/

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Libro: Feminismo Urgente. A Despatriarcar. (PDF)

Por: María Galindo

‘Nos pueden robar los términos y las categorías, pero no nos pueden robar las prácticas políticas” me dijo una amiga feminista.

Escribo este libro para reclamar la autoría de la propuesta de despatriarcalización que nació de mi mano y en el contexto del proceso constituyente boliviano, pero aclaro, al mismo tiempo, que no es una cita al pie de la cual figure mi nombre lo que reclamo.

Escribo este libro por el desperdicio, la confusión y la desfiguración que se está haciendo desde los y las burócratas del gobierno de Evo Morales, desde los organismos internacionales y desde las oenegés, del término y de la propuesta. Se han agarrado a la despatriarcalización como bandera, banalizándola y usándola, en realidad, como camuflaje de una política simplemente liberal, continuista y repetitiva

de otorgación retórica de derechos para las mujeres. No me siento orgullosa de que eso se esté haciendo con una propuesta mía, tampoco me siento víctima del abuso de poder y del abuso de propaganda donde la despatriarcalización se ha convertido en un apellido que se le pone a cualquier cosa para sonar novedoso. Entiendo esta rapiña como una prueba de la pobreza de pensamiento dentro del Estado y dentro de las oenegés y de la necesidad, por lo tanto, de apropiarse a como dé lugar de lo que se produce por fuera de sus tramas institucionales.

Sin embargo, no es simplemente “la rapiña” lo preocupante porque no responde únicamente a la necesidad de decorar sus monótonos discursos, no sólo estamos frente a la desesperación fruto de la pobreza de ideas para enfrentar la realidad, sino a la necesidad, al fin de cuentas, de neutralizar la fuerza contestataria de las luchas feministas.

La teoría es un instrumento fundamental de la lucha. El horizonte hacia dónde queremos ir y la capacidad de nombrar ese horizonte es algo precioso e impres- cindible; apropiarse del término es, de alguna mane- ra, apropiarse del horizonte para supuestamente ser los protagonistas de esta lucha. Apropiarse de la teo- ría es apropiarse de la fuerza conceptual y argumen- tativa de un movimiento.

Lo que en esta rapiña juega a nuestro favor es la ta- radez de “la institución” en sí misma. La incapacidad institucional, ya sea que hablemos del Estado o de las oenegés de poner realmente en circulación ideas y discusiones ideológicas. Ni el Estado, ni las oene- gés han sido, en ninguna etapa histórica, lugares de pensamiento; en todo caso podríamos decir que han tenido la virtud de ser una especie de lápidas del pen- samiento. Ninguna idea ha crecido dentro del Estado ni de las oenegés; las ideas, los debates y las meto- dologías han nacido siempre por fuera de las tramas institucionales. Para quienes nos leen desde fuera de Bolivia y creen que Evo Morales es un redentor por- que es indígena, cabe decir que a este gobierno le pasa en cuestión de propuestas, discusión ideológica y teoría, exactamente lo mismo que a cualquier otro, porque la estructura estatal ya se ha devorado, en poco tiempo, todo el afán transformador con el que sedujeron al mundo.

Muchos y muchas, ingenuamente, consideran que el momento en el que un Estado, un gobierno, un orga- nismo internacional o una institucionalidad empiezan a utilizar esas ideas y ese léxico, es cuando el proceso de florecimiento e influencia se ha activado. Yo consi- dero que más bien se trata, y específicamente de cara a la propuesta de despatriarcalización, de un intento por neutralizar y secuestrar su fuerza subversiva. So- mos protagonistas de una transformación social en la que no necesitamos del Estado, ni como legitimador, ni como intermediario de nuestras propuestas. Es eso lo que nos hace más peligrosas, más libres y menos controlables.

Pongo en este ensayo, a consideración de ustedes, la tesis de la despatriarcalización en el contexto de la descolonización, para ello la ubico en el contexto de los feminismos a nivel internacional y en el contexto de sus posibilidades y alcances transformadores. Advierto que el texto es contradictorio, he decidido dejarlo así porque es la contradicción lo que estamos habitando. Aunque es la despatriarcalización el objeto de este texto, el lugar que ocupamos hoy es el de la contradicción entre la asimilación al patriarcado o la despatriarcalización.

Descargar el libro completo aquí: http://mujerescreando.org/wp-content/uploads/2021/04/000-208-Despatriarcalizacion-Lavaca-INTERIOR.pdf

*http://mujerescreando.org

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Colombia: Yohely impulsa la educación de género, más allá de los genitales

Autor: Diana Vidal

LA PATRIA | MANIZALES

La Universidad de Manizales está haciendo eco en Zaragoza (Antioquia). Y esto es gracias a Yohely Patricia Mosquera, la docente que se acaba de ganar el Premio Maestros y Maestras para la Vida, en la categoría Perspectiva de Género.

Yohely imparte clases de Inglés en la Institución Educativa Luis Fernando Restrepo Restrepo, del Bajo Cauca antioqueño y es estudiante de la maestría en Educación en modalidad virtual en la U. de Manizales.

«En la maestría tuve electivas sobre Género y Diversidad, que con la educación, son los temas que atraviesan mi vida, son mi pilar. Los enfoques de género y raza que abarco en el aula los he podido articular con el posgrado, entonces ha llenado todas mis expectativas», comenta la docente sobre su experiencia en la institución.

Formación

Mosquera tiene 33 años, se reconoce como una mujer afrodescendiente, feminista y docente. Estudió Pedagogía en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y se especializó en Desarrollo Integral de Infancia y Adolescencia.

Confiesa que su pasión por la educación se la trasmite una tía con la que vivía. Y añade: «Esa tía me enseñó el valor de ser maestra y sobre todo, de ser una maestra que incide positivamente en la vida de sus estudiantes».

La secundaría la adelantó en la Institución Educativa Técnico Comercial, de Condoto (Chocó). Allí, con unos profesores interesados en la educación diferencial, adquirió las primeras herramientas para cambiar vidas.

Relata: «Todo lo que tenía que ver con el discurso, con el análisis crítico, con la literatura y con las ciencias humanas llamó mucho mi atención, y pues terminé siendo maestra».

Dejando huella

Hace siete años, por medio de un concurso de méritos, Yohely llegó a ocupar una plaza docente en Zaragoza. Cuenta que en su proceso como educadora, lo primero que le llamó la atención fueron las uniones tempranas de las adolescentes entre 10 y 13 años. «Yo llamaba a lista, y ante la ausencia de alguna estudiante, los otros respondían: profe, se casó. Haciendo referencia a que se había ido a vivir con su pareja. Era una adolescente que terminaría viviendo la vida de una mujer adulta, y era normal que eso ocurriera».

Ante dicha inquietud, la condoteña decidió capacitarse en temas de género para atacar la problemática y transformar la vida de sus estudiantes.

«Las jóvenes generalmente no tenían liderazgo, no opinaban mucho en las clases; les daba miedo, pena lanzarse o poner su nombre como personeras y deportistas. Entonces yo dije: Aquí hay un problema y este problema es de género. Ocurre algo que no está dejando que las estudiantes hagan todo lo que como mujeres tenemos derecho a hacer», relata Mosquera.

Fue en este momento en el que la docente decide transversalizar sus clases y empezar a enseñar sobre liderazgo y feminismo.

«Inicié enseñándoles Historia, pero sobre todo el papel de la mujer en la historia de la humanidad, y cómo a través del movimiento feminista se han dado todas estas luchas que han permitido que hoy ellas puedan ser estudiantes y que yo hoy pueda ser su maestra».

Feminismo interseccional

Al ser Zaragoza una comunidad mayoritariamente afrodescendiente, el género, la educación y la raza se articularon. Yohely Patricia anota: «Este es un tema de género, pero también es un tema interseccional, porque atraviesa la raza y la clase socioeconómica de los estudiantes».

Es así como el liderazgo y empoderamiento de las alumnas empezó a repercutir en las actividades del colegio. Por ejemplo, en la del Día de la mujer, donde anteriormente se izaba una bandera y se regalaban flores, ahora se realizan charlas, capacitaciones o performances en donde se enuncian las víctimas de feminicidio en la región.

La docente comenta que gracias a esto las adolescentes tienen conciencia de lo que significa ser mujer, y «que ser mujer implica estar en constante lucha por reclamar nuestros derechos».

Motivación

Yohely asegura que su primer filtro fue una entrevista con una docente de la Universidad de Antioquia. «Ella nos decía que el proyecto era muy bueno, que nos felicitaba, pero que los resultados se daban el día de la premiación. Cuando nos llamaron yo no me las creía, y me alegró mucho que mis compañeras y compañeros creyeran en lo que yo hacía».

Para la profesora del Bajo Cauca ganar este premio es una invitación para creer en su trabajo y continuar con él. «Todos han conocido el trabajo del Colegio y les parece que es algo que mejora la vida de los estudiantes y su forma de expresarse al mundo. Eso quiere decir que algo bueno está ocurriendo y que se debe seguir haciendo. Concluye Mosquera.

El premio

El Premio Maestro y Maestras Para La Vida es un premio de la Gobernación de Antioquia que busca exaltar los proyectos de aula que transforman la vida de los estudiantes. El premio se divide en varias categorías, y cada una de ellas encuentra esas iniciativas que están trayendo a los jóvenes un conocimiento de la vida real, pero también que incentivan el respeto hacia el otro, hacia el diferente.

«Los maestros para la vida son esos maestros y maestras que dejan huella y no cicatrices en los estudiantes», expresa Yohely Patricia Mosquera.

https://www.lapatria.com/educacion/yohely-impulsa-la-educacion-de-genero-mas-alla-de-los-genitales

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Feministas latinoamericanas prometen redoblar esfuerzos por el derecho al aborto en 2023

Por: Angelina de los Santos                             

Activistas por los derechos sexuales y reproductivos de la región avisan que ‘la lucha continúa’ para sostener los avances conseguidos.

En 2022, mientras los conservadores estadounidenses condujeron a la Suprema Corte de Justicia a eliminar la protección constitucional del aborto, las feministas de América Latina y el Caribe hicieron avanzar a varios países en la dirección contraria.

Sin embargo, el poderoso movimiento que sostiene este cambio progresista todavía enfrenta retos difíciles en 2023, como salvaguardar los derechos que tanto costó conseguir y superar la disparidad de políticas de aborto entre los países.

Las feministas defienden derechos «en permanente disputa», dijo a openDemocracy Giselle Carino, directora general de Fós Feminista, una alianza internacional de grupos de derechos sexuales y reproductivos.

«La clave es apoyar a los movimientos feministas, que son los que siempre están al frente de la lucha y los que sostienen los cambios logrados», explicó.

El derecho al aborto ganó…

En Argentina el aborto se legalizó en 2020 – una victoria de la ‘Ola Verde’, el movimiento nacido dos años antes. que debe su nombre a los pañuelos de ese color que usan las manifestantes y que se transformó en un fenómeno de masas, con capacidad para infundir nueva energía a los movimientos feministas de todo el mundo.

Tras los pasos de Argentina, activistas mexicanas lograron en los últimos dos años que ocho estados reconocieran el derecho legal de las mujeres y las niñas a ejercer su capacidad de elegir si quieren o no gestar.

Tres de esas victorias se produjeron en 2022, y un total de 10 de los 32 estados del país ahora permiten el aborto, en general entre la semana 12 y la 14. Las activistas también consiguieron una sentencia histórica en 2021, cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional la penalización del aborto.

«El futuro que esperamos es que nuestra lucha siga avanzando tanto en lo jurídico como en lo social», dijo a openDemocracy la fundadora de la organización Aborto Legal México, Fanny González.

En Colombia, defensoras del derecho al aborto encabezaron la campaña que concluyó con la sentencia de la Corte Constitucional de febrero de 2022 que despenalizó el aborto hasta las 24 semanas. Causa Justa, un movimiento que aglutina a más de 100 grupos y miles de activistas de todo el país, presentó ante el tribunal argumentos basados en evidencias y contribuyó a cambiar la situación jurídica y social del aborto en el país.

En Puerto Rico, las activistas por el derecho a decidir lograron que en noviembre el Congreso rechazara cuatro proyectos de ley que pretendían restringir el acceso al aborto y castigar a quienes se habían sometido a interrupciones del embarazo.

… pero persisten prohibiciones y restricciones

Pero no fue pan comido para las feministas de América Latina y el Caribe.

Todavía persisten sistemas opresivos que siguen considerando a las mujeres incapaces de tomar decisiones sobre su cuerpo. Alrededor de 83% de las mujeres latinoamericanas y caribeñas en edad reproductiva viven en países con algún tipo de restricción al aborto..

En República Dominicana, El Salvador, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Surinam, el aborto está totalmente prohibido. En El Salvador, las mujeres pueden recibir hasta 50 años de prisión si tienen un aborto espontáneo o un mortinato. En Honduras, cada día tres niñas menores de 14 años se convierten en madres como resultado de una violación. No se les permite abortar.

Pero, como explica Indiana Jiménez, directora de comunicación de la organización dominicana Profamilia que ofrece servicios de salud sexual y reproductiva, en muchos de estos países el derecho al aborto «no es necesariamente la principal prioridad para las mujeres». Muchas de ellas tienen que lidiar con problemas diarios de «acceso al agua, a la comida, al trabajo y hacer frente a la brutal violencia doméstica dentro de sus familias», dijo a openDemocracy.

En estas circunstancias, «lo primero y lo que cubre todo es la enseñanza de la educación sexual integral», aseguró.

En Belice, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago y Venezuela, el aborto está permitido en solo bajo ciertas circunstancias, sobre todo cuando la salud o la vida de la persona gestante está en peligro.

Argentina es uno de los países que deben salvaguardar derechos duramente conquistados

«Los embarazos no deseados contribuyen a la deserción escolar, al abuso doméstico, al abuso financiero y al abuso emocional perpetrado por hombres, niños y otros miembros de la familia”, dijo a openDemocracy Chanelle Beatrice, feminista de Trinidad y Tobago e integrante de la organización no gubernamental Feminitt Caribbean.

“La falta de acceso a abortos legales también contribuye a la infertilidad, el desempleo, el maltrato infantil, las enfermedades mentales y la muerte», agregó.

No basta con las leyes

Incluso en países que avanzaron hacia una legislación sexual y reproductiva progresista en la última década, las feministas se mantienen alerta en la protección de la autonomía corporal y la igualdad de género. Las políticas no son suficientes para garantizar la aceptación, el acceso y la calidad de la atención al aborto.

Argentina es uno de los países que deben salvaguardar derechos duramente conquistados. Tras décadas de lucha, las feministas consiguieron, en diciembre de 2020, legalizar el aborto hasta la semana 14.

Fue un gran logro en ese momento, pero ahora, a la luz de nuevas reglas más inclusivas en Colombia, parece haberse quedado corto. Dos años después, la aplicación de la ley es desigual y varía mucho según el ámbito social, cultural, económico e incluso geográfico.

«Sabemos que aunque a veces ganemos, aunque haya políticas públicas, el principal desafío que tenemos y seguiremos teniendo en Argentina y en el resto de los países del mundo, es sostener los avances que hemos logrado con las políticas públicas», dijo Carino de Fós Feminista.

Ana Cristina González, médica, activista feminista y portavoz de Causa Justa de Colombia, coincide. «Necesitamos crear un ambiente de legitimidad para las decisiones de las mujeres… el futuro posible [para la lucha por el aborto] es sostener esta decisión, lograr que se arraigue entre más y más personas en los servicios de salud, y entre los ciudadanos», dijo a openDemocracy.

«Nos enfrentamos a una gran batalla cultural. Hoy nosotras vamos mostrando con sensatez que hay argumentos [por el aborto legal] y que es un debate en el que la gente puede transformarse», añadió.

Las defensoras de los derechos sexuales y reproductivos de Uruguay – el primer país sudamericano en legalizar el aborto, hasta la semana 12, en 2012 – también destacan la importancia de proteger los derechos de las mujeres.

A lo largo de la última década, estas defensoras monitorearon la aplicación de la ley y denunciaron los obstáculos de acceso. Como explicaron recientemente, el acceso es un problema sobre todo en las zonas rurales, donde los centros de salud son escasos y el personal médico se niega a realizar abortos alegando objeción de conciencia.

La calidad de la atención también varía, y la información y la evaluación son inadecuadas, dicen las activistas.

En 2020, Uruguay eligió su primer gobierno conservador en 15 años. Poco después de asumir el cargo, el presidente Luis Lacalle Pou aseguró que su gobierno tenía una «agenda provida». Desde entonces, «resistir se ha convertido en un acto heroico» para quienes defienden el derecho al aborto, aseguró Lilián Abracinskas, fundadora de la iniciativa de salud femenina Mujer y Salud en Uruguay.

Abracinskas dijo que el gobierno «relativiza el concepto de derechos humanos, de violencia de género [y considera] a las feministas y a la diversidad sexual como agentes desestabilizadores externos influenciados por fuerzas extranjeras».

«Estamos resistiendo en condiciones absolutamente adversas, y fuera del radar de las organizaciones e intereses regionales e internacionales», subrayó.

¿Demasiado lejos, demasiado rápido?

En 2022, mientras Colombia despenalizaba el aborto, Chile redactaba una nueva constitución que consagraba los derechos sexuales y reproductivos, incluido el aborto, como fundamentales y garantizados por el Estado.

Pero en septiembre el país rechazó la nueva constitución. Y así quedó en vigor la ley promulgada en 2017, que solo permite la interrupción del embarazo en casos de violación, inviabilidad fetal o riesgo para la vida de la persona gestante.

Mientras tanto, Brasil vivía en octubre una de las elecciones más dramáticas de su historia, entre el entonces presidente ultraderechista Jair Bolsonaro y el expresidente de izquierdas Luiz Inácio Lula da Silva. En la campaña, Lula decidió recordar a sus simpatizantes conservadores su postura antiabortista. Ganó, y fue investido presidente el 1 de enero.

«El mayor desafío para los movimientos feministas es unir fuerzas y tener una estrategia clara para evitar que se reviertan los avances logrados en nuestros países», dijo a openDemocracy la directora del grupo Católicas por el Derecho a Decidir Bolivia, Ana María Kudelka Zalles. «Pero también necesitamos ganar y cautivar a través de acciones de comunicación mucho más innovadoras que realmente lleguen a toda la población».

https://www.opendemocracy.net/es/5050-es/america-latina-caribe-aborto-derechos-feministas/

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Reflexión sobre desafíos que enfrentan los feminismos en América Latina

Por: Leonardo Frías Cienfuegos

 

Si algo nos han enseñado los movimientos feministas, es que los temas sobre los que se debate son siempre los más actuales en el sentido de la demanda por la igualdad y la equidad, la erradicación de la violencia contra las mujeres o la no discriminación por asuntos de género.

Así lo manifestó Guadalupe Valencia García, coordinadora de Humanidades de la UNAM, al poner en marcha la Tercera Conferencia Anual Latin American Interdisciplinary Gender Network (LAIGN), “Irrupciones Feministas Anti-Sistema en América Latina”, realizada en conjunto entre el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), la Universidad de Yale y UNAM-Boston.

En realidad, destacó, siempre se está hablando de derechos humanos, de libertad, de justicia, de ética, de política, y para tratar cada uno de estos temas no hay mejor manera que el trabajo interdisciplinario. Esto asegura, continuó, que a través de los diversos discursos disciplinarios, de las discusiones, del debate, y desde las narrativas de los activismos feministas, se puedan construir microcomunidades enredadas que desemboquen en una reflexión colectiva, una visión de conjunto, y así veamos cuáles han sido nuestros alcances y cuáles son los desafíos.

La Conferencia Anual LAIGN, agregó Valencia García, llega a su tercera edición en la búsqueda de su consolidación como parte de las actividades interinstitucionales de la UNAM, en la que intervinieron 120 integrantes de la red, provenientes de 35 instituciones de América Latina.

Las calles latinoamericanas se inundan con pañuelos verdes y morados, y pancartas demandando justicia. Las feministas provocan a través de la escritura, las artes y la reflexión colectiva; se hacen escuchar en calles, aulas, mercados, parlamentos y redes sociales; se apropian de espacios y de sus cuerpos; resignifican la memoria; intervienen el lenguaje y los símbolos patrios; proponen antimanuales y antimonumentas, así se lee en la introducción y bienvenida del CIEG a dicho cónclave.

Y continuó: “cada movilización es única, pero todas forman parte de un proceso más amplio de luchas antisistema. La tercera conferencia abre un espacio para discutir los desafíos que enfrentan los feminismos y analizar posibles antídotos para estos tiempos de conservadurismo”.

Al respecto, Marisa Belausteguigoitia, titular del CIEG, enfatizó: “estos movimientos son críticos, y la crítica se hace con lo que se deja fuera y desordena el centro, es ese orden de lo que quedó fuera: reflexión desde lo anti, que produce efectos críticos”.

En su oportunidad, Benjamín Juárez Echenique, exdirector del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) de la UNAM en Boston, Estados Unidos, dijo que nadie se resiste a la convocatoria de la red que cuenta con una marca irresistible: UNAM-Yale.

Ante esto, añadió que el feminismo no es algo que compete sólo a las mujeres, sino a todos, y tampoco únicamente a la interdisciplina, pues además a los estudios intersección en los que vemos género, junto con situaciones de clase, geografía, economía e ideas políticas.

“Porque no se trata de hablar para quienes tienen las mismas ideas, sino dirigirnos a aquellos que no las tienen, y llegar a construir consensos y acciones; es por eso que el primer motor para la creación de esto fue romper geografías, porque estamos en uno de los centros más importantes del mundo de pensamiento y de acción”.

Finalmente Claudia Valeggia, directora del Council on Latin American & Iberian Studies (CLAIS) de la Universidad de Yale, manifestó que la unión de la mencionada red, así como de la universidad que representa y la UNAM, se dio para generar conocimiento a través de contenidos académicos, culturales y activistas que faciliten un diálogo y ofrezcan posibles soluciones a temas respecto al género.

Se realizaron, detalló, labores en siete grupos de trabajo: Género y educación; Teoría del género y feminismo; Género, economía, pobreza y salud; Género en las artes y las humanidades; Género en la ciencia, la tecnología y la innovación; Género y derechos humanos; y Foro de género y políticas.

Fuente de la información e imagen:  Gaceta UNAM

 

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Eduquémonos para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas (Libros en PDF)

Por eso compartimos 6 libros escritos por mujeres feministas que pueden descargar gratuitamente

✔️Una habitación propia de Virginia Woolf

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/wilde/habitacion.pdf

✔️ El segundo sexo de Simone de Beauvoir

https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Simone%20de%20Beauvoir%20-%20El%20segundo%20sexo.pdf

✔️Emma Goldman La Mujer Libre

https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Emma%20Goldman%20-%20Textos%20feministas.pdf

✔️ Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución Raya Dunayevskaya

http://rosalux.org.mx/sites/default/files/node_gallery/rosa_luxemburgo_por_dunayevskaya.pdf

✔️ Feminismo, género e igualdad Autor: Marcela Lagarde y Amelia Valcárcel

https://drive.google.com/file/d/1n5wSq7Yu5JNcG5TxeR_eSRU8VYf309qg/view?usp=drivesdk

✔️ Feminismo para principiantes de Nuria Varela y Antonia Santolaya.

https://planetafacil.plenainclusion.org/wp-content/uploads/2019/03/Feminismo-para-principiantes.-Lectura-fácil.pdf

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Entrevista a Silvia Federici «El tratamiento a los mayores nos da una imagen de la lógica deshumana del capitalismo»

Fuentes: Naiz [Foto: la escritora Silvia Federici (Jagoba MANTEROLA, FOKU)]

Es marxista con muchos ‘peros’ y feminista sin duda alguna. Dice que le gusta «explicar» y son muchas y muchos quienes la escuchan. Con ‘Calibán y la bruja’ como su obra clave, Silvia Federici es una referente del feminismo.

Silvia Federici (Parma, Italia, 1942) llega a Iruñea invitada por Katakrak. Pende de sus ojos el peso de una mirada prospectora desviada de lo común –vuelta hacia los comunes– y hojea los títulos que llevan su firma y que Katakrak ha colocado en una mesa aparte. «¿Puedo llevarme una copia de este?» pregunta a la responsable del espacio cultural, y esta le responde con un «claro» tan evidente que parece que piensa: «¡Si es suyo!»

Ochenta años atraviesan sus palabras y su cuerpo y no puede dejar de mirar a la historia para leer el mundo actual: lo piensa, mastica y devuelve comprensible a sus lectoras. Recurre y regresa a menudo a las luchas feministas de la década de 1970 en Estados Unidos, como si intuyera que si hace cincuenta años no hubiera estado allí, no estaría en Iruñea un día de octubre del 2022 presentando ‘Ir más allá de la piel’.

Viene a Katakrak a presentar ‘Ir más allá de la piel’. En esta obra aterriza su pensamiento al mundo actual, al capitalismo contemporáneo. Teniendo en cuenta que vivimos una época de constantes cambios, a usted, como escritora, ¿le supone alguna dificultad pensar e interpretar la época actual?

¡Al contrario! Todos mis libros llegan hasta la experiencia contemporánea, a pesar de que siempre tengo una perspectiva histórica, porque el pasado para mí no es pasado, no es algo que ha muerto: vive en el presente. Nunca podría analizar el presente olvidándome del pasado. La clave es comprender el cambio social, comprender cómo las estructuras que son históricas todavía se transforman. El capitalismo tiene una historia de más de cinco siglos y en cada fase histórica se cambia, se vuelve en respuesta a las luchas, a los cambios económicos, a las crisis… pero la experiencia actual es fundamental.

En sus trabajos sostiene que las mujeres son el principal motor para la producción capitalista; antes de los 70 porque se dedicaban de manera gratuita a los trabajos reproductivos y, después, con su entrada en el mercado laboral, porque son ellas las que soportan las peores condiciones laborales, además de que siguen con el trabajo reproductivo gratuito.

Sí, cualquier tipo de trabajo, las mujeres lo hacen. Hacen el trabajo de reproducción, que incluye el trabajo del campo, de la agricultura o de la sanidad. También el trabajo extradoméstico, en las oficinas, en las fábricas, el trabajo industrial. En Bangladesh, en México a la frontera con Estados Unidos, en las llamadas zonas de libre comercio, hay formas de explotación del trabajo de la mujer similares a la esclavitud. Por eso, hoy las mujeres son las protagonistas del desarrollo. Y creo que siempre ha sido así.

¿No le parece que esta situación de vulnerabilidad les ofrece al mismo tiempo un gran poder, en cuanto las necesita el capital?

Claro, el trabajo de la mujer ha sido la fuerza que ha permitido relanzar una nueva fase del desarrollo. Por eso mismo las mujeres son las protagonistas de muchísimas luchas sociales, empezando por la lucha sobre la reproducción y la lucha contra la destrucción de la naturaleza. En muchos lugares de África y América Latina vemos que las mujeres están en primera línea contra la deforestación, contra la política del extractivismo, la minería, la extracción petrolera… porque se dan cuenta de que la destrucción de la naturaleza es la destrucción de la vida, de la comunidad. Y saben que aunque estas empresas pueden traer salarios para los jóvenes, destruyen a la comunidad la posibilidad de reproducirse.

Participó en la campaña ‘Salario para el trabajo doméstico’ en los años 70. La falta de salario convierte a las mujeres en dependientes y domésticas, sin embargo, el salario es uno de los mayores mecanismos de control del capital. ¿Cuál debe ser el punto de encuentro entre el trabajo de hogar y de cuidados y el salario para que no suponga una dependencia esclava de los hombres ni del capital?

Sí, pero voy a agregar: solamente se dice que el salario es una medida de control cuando se habla de las mujeres y del trabajo de hogar. No se dice que es una medida de control cuando se habla de los salarios de los profesores o de los salarios de los obreros industriales. Si es verdad que luchar por un salario reproduce el capital, ¿porqué no creamos los mismos discursos en relación a todos los trabajadores asalariados? ¿Qué vamos a proponer? ¿Que todos trabajen sin salarios?

El discurso por el salario en el trabajo doméstico era una estrategia de un momento concreto para liberar las mujeres de la dependencia de los hombres, para visibilizar que lo doméstico es un trabajo, un trabajo que produce capital y sustenta cualquier actividad productiva. Porque aunque no produce coches, produce trabajadores para generaciones futuras. Por ello, pedir un salario era una forma de abrir una vía de contacto y negociación entre mujeres y capital. En los años 70, la relación mujeres-capital era mediada por los hombres. Entonces, el salario no era el fin, nunca lo propusimos como tal, sino una estrategia para cambiar la relación de poder entre mujeres-hombres, mujeres-estado y mujeres-capital. Y a partir de esta posición empezar un nuevo ciclo de lucha.

En ‘Calibán y la bruja’ determinó que el capitalismo ha transformado los cuerpos en máquinas de trabajo y sostiene que las mujeres sufren una doble mecanización, productiva y reproductiva. ¿La implicación de los hombres en el trabajo de hogar y de los cuidados ayudaría a resolver esta situación?

¡Claro! Pero dos cosas: lo primero, esto no cambiaría la condición de este trabajo. El problema sigue siendo que este trabajo está desvalorizado, no está remunerado y no da acceso a beneficios como pensiones o un seguro de salud. Compartir el trabajo con los hombres es un paso. Pero lo más importante de todo es responsabilizar al Estado. Hemos visto en las luchas en torno al trabajo doméstico que la dificultad de compartir el trabajo con los hombres no es solamente la falta de voluntad de los varones, que es tanta, es también que la organización actual del trabajo y de los salarios provoque que sea mejor que el varón trabaje fuera de casa, porque su salario es mayor. Entonces, además de compartir, se necesita un cambio de la organización del trabajo asalariado.

En Euskal Herria, algunos sindicatos y partidos llevan tiempo reivindicando un sistema público de cuidados. ¿Cree que esto podría ser efectivo contra la crisis de los cuidados?

Claro que el Estado se debe responsabilizar. Aunque yo soy crítica con lo que dicen, porque el Estado debe responsabilizarse sin establecer un sistema de control y la comunidad debe decidir qué servicios nos va a dar el Estado. Soy contraria a que el Estado organice, debemos ser partícipes. Siempre he dicho que estos discursos de los comunes, los entramados comunitarios, las asambleas vecinales, son necesarios para cambiar nuestra relación con lo público. Porque hoy el Estado es neoliberal y no tiene ningún interés en reproducir nuestra vida. Nos ofrecen la sanidad para que volvamos a trabajar lo antes posible, nos ofrecen servicios, lo más baratos que pueden. Entonces, necesitamos una lucha desde abajo y esto significa que la comunidad debe organizarse y relacionarse con quienes trabajan en los servicios públicos. No es suficiente abrir las ventanas y aplaudir a las enfermeras, tenemos que encontrarnos con ellas y decidir qué necesitamos, qué podemos hacer.

«Cuando hablamos de trabajadores es necesario tener en cuenta la diversidad y saber que aún así podemos pensar en formas de lucha conjuntas. Se trata de pensar cómo juntarnos de manera que los que tienen más privilegios no sean los que dominen la lucha. Es una cuestión de organización»

El cuerpo cambia, envejece, se vuelve inservible en la lógica capitalista y se deshecha. ¿Cómo debemos resignificar, recuperar, ‘reciclar’ estos cuerpos?

Cuando pensamos en la condición de los mayores hoy, vemos verdaderamente la violencia de esta sociedad capitalista y cómo destruye a las personas. En muchas sociedades precapitalistas, y pienso sobre todo en las comunidades indígenas de Norte América, los mayores eran los guías, también las mujeres mayores. Tenían la sabiduría y la experiencia, la memoria colectiva del pueblo. Tomaban las decisiones. Ahora los mayores son los tontos, no son productivos, pesan, dan problemas a las familias, son una carga. Vivimos una desvalorización de los mayores y se desvaloriza la reproducción. Y todavía el capitalismo privilegia, en el contexto de esta desvalorización general, la infancia, porque de ahí vienen los futuros trabajadores. Así que los mayores se pueden desechar como basura.

Hemos visto con el covid-19 en Estados Unidos que muchos de los mayores que murieron estaban en los centros públicos financiados por el Estado. Pero la crisis de estos centros era precedente al covid-19, porque en estos centros se han cortado los fondos, el personal, así que dejan a los mayores durante horas en sus camas. El tratamiento a los mayores nos da una imagen de la lógica deshumana de esta sociedad capitalista.

Algunas voces que se declaran feministas defienden el sentido más biologicista del cuerpo y reprochan tanto al movimiento queer como al transfeminismo que vacían de contenido la categoría mujer, que «borran» a las mujeres. ¿Qué opinión le merece esto?

Creo que hay problemas en ambos lados. Yo vengo de una lucha que surgió en los años 70, cuando el feminismo criticó la concepción del capitalismo sobre la mujer. Siempre hemos subrayado que mujer no es un concepto biológico. Pero la mujer es importante como sujeto político, porque mujer, en la historia de la sociedad capitalista, ha significado toda una organización particular de la explotación y del trabajo. Y todo un tipo de lucha contra la discriminación.

Es cierto que el feminismo siempre ha tenido más conciencia de las diversidades. Pero lo mismo pasa con los trabajadores, ¿no? ¿Vamos a desechar la condición del trabajador explotado porque un trabajador no es lo mismo en el País Vasco o en España, o en África? Claro que la categoría del trabajador explotado es importante para comprender la lucha en la historia del capitalismo. Y, a pesar de ello, la categoría del trabajador explotado incluye una gran variedad. ¿Porqué se responsabiliza de la diversidad solamente al movimiento feminista? ¿Porqué no se le pide lo mismo al movimiento de los trabajadores?

Cuando hablamos de trabajadores es necesario tener en cuenta la diversidad y saber que aún así podemos pensar en formas de lucha conjuntas. Se trata de pensar cómo juntarnos de manera que los que tienen más privilegios no sean los que dominen la lucha. Es una cuestión de organización.

Pero, como defiende la teoría interseccional, la relación entre opresor y oprimido es coyuntural y esto puede general tensiones.

Verás, en los años 70, a partir del movimiento del Poder Negro, hubo una discusión muy interesante. Trataba de la diferencia entre autonomía y separatismo, porque había una parte del movimiento negro a favor del separatismo, de una forma de organización sin blancos. La autonomía, sin embargo, significa poder decidir, tener espacios sin personas blancas, pero a pesar de ello poder juntarnos en las luchas donde tenemos intereses comunes decidiendo cuándo, dónde y de qué forma.

Este discurso también se ha tratado en el movimiento feminista. Las separatistas decían ‘nada de trabajo con los hombres. Vamos a crear comunidades de mujeres, vamos a crear una cultura exclusivamente de mujeres, porque la relaciones con los hombres son siempre de dominación’. Por otro lado, y yo me posiciono en este lado, hay mujeres que dicen que no, porque los hombres también son explotados.

En ‘Calibán y la bruja’ hablo de acumulación de diferencias, acumulación de jerarquías: el capitalismo, cada vez, en cada fase de desarrollo, no deconstruye estas divisiones. Es así, dividiéndonos, haciendo que peleemos unos con otros, como ha podido perpetuarse. El discurso no debe ser que nunca nos podemos encontrar con los hombres, sino que tenemos nuestra autonomía y capacidad de decidir, que nos organizamos como mujeres y no incluimos hombres en nuestra organización. Y vamos a decidir en qué espacios y cómo participarán los hombres.

Defiende en ‘Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes’ la vida comunal libre de relaciones productivas. ¿Cómo podemos imaginar los comunes?

Yo hablo de la necesidad de las relaciones comunales hoy, en una sociedad donde en cualquier parte estamos circundados, circundadas, por la relación capitalista. Entonces, la concepción de los comunes hoy no es una concepción final. Pero podemos pensar en lo comunal, sea en el marco de las relaciones sociales, de compartir los bienes, pero sobre todo como un principio de organización social que se puede y se debe aplicar a cualquier aspecto de nuestras vidas. Por ejemplo, compartiendo la riqueza natural y la riqueza que se produce o colaborando en la reproducción de la vida, etcétera. También en la justicia. Decir no a las cárceles, no a la Policía y pensar en la justicia de forma comunal. Hay varios ejemplos en el seno de las comunidades indígenas, porque ellos tienen otros sistemas, como el sistema restaurativo, y podemos valorar si pueden inspirarnos.

Esto, por ello, es un principio de organización social para crear una sociedad que no esté fundada en la explotación ni en la competencia, sino en la colaboración. Y, sobre todo, bajo el principio de responsabilizarnos; de todo, no solamente de nuestras vidas individuales, también de la vida de la comunidad. Responsabilizarnos también de la reproducción de la riqueza que usamos.

Las comunidades indígenas nos dan una lección, pues ellos decían: ‘Debemos dar a la naturaleza para que las próximas generaciones la puedan usar’. Así, no solamente hay que consumir, buscar y traer, también se debe reproducir. Eso es lo que te hace miembro de una comunidad. Porque el miembro de una comunidad no es la persona que llega y toma, es alguien que se responsabiliza de los otros, de las otras, y de la medida de reproducción.

Para mí, lo comunitario es una forma de crear más resistencia, de fortalecer nuestra resistencia hacia el Estado y al capital. Es, también, un terreno para la experimentación. Necesitamos experimentar, la sociedad que queremos construir no se va a construir en un momento. Se va a construir a través de un largo proceso de lucha, que debe ser también un proceso de experimentación para lograr nuevas formas de autogobierno. Ahora no somos capaces de gobernarnos sin el Estado, porque hemos interiorizado esta dependencia. Por ello, necesitamos un proceso de liberación y, para mí, el común es eso.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/especial/20221114/el-tratamiento-a-los-mayores-nos-da-una-imagen-de-la-logica-deshumana-del-capitalismo

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