México: La escuela rural que da techo, educación y un oficio a indígenas

América del Norte/México/20 Noviembre 2016/Fuente y Autor: El informador

Con edificios de ladrillo y techos color blanco con rojo, mujeres y hombres ataviados en trajes típicos de etnias y hablando distintas lenguas, el Centro Rural de Educación Superior Estipac (CRES Estipac) parece sacado de un Pueblo Mágico.

Enclavado en tres hectáreas, en una delegación del municipio Villa Corona, Jalisco, el CRES cuenta con canchas de futbol y voleibol, seis edificios con salones y oficinas administrativas, un comedor, establos, una panadería, una cisterna y, en cada rincón, un espacio para sembrar.

Entre todo esto, jóvenes indígenas, que representan más de 60% de su población estudiantil, y “mestizos”, es decir que no pertenecen a ninguna etnia, caminan, corren y gritan.

Este centro, creado en 1980 por la religiosa María Dolores Morales Pérez, quien funge como directora, tiene como objetivo empoderar a los jóvenes del campo, por lo que, además de bachillerato y tres licenciaturas (Educación Primaria, Educación e Innovación Tecnológica y Liderazgo y Emprendurismo Social), da a los alumnos capacitación para el trabajo, con oficios que pueden enseñar en su población.

La directora señala que “parte del modelo educativo es el servicio y nos ha servido muchísimo para empoderarlos en su comunidad y que no la dejen, que después de terminar su licenciatura, vuelvan a su comunidad para levantar el medio social, porque ellos son la esperanza”.

Ahí, los alumnos indígenas llevan por uniforme sus trajes típicos. Además, cada cierto tiempo van a comunidades a hacer sus prácticas en las escuelas, para incrementar sus ganas de servir.

Ya que la mayoría de sus alumnos pertenece a etnias, el centro funciona como internado. “Para los alumnos indígenas, como la escuela queda muy lejos de sus comunidades y el ir y venir no es una opción, así que se tienen hospederías y entonces viven aquí durante todo el ciclo escolar”, Montserrat Narro Ibargüengoitia, procuradora de Fondos.

Dentro de la colegiatura los alumnos tienen derecho a artículos de aseo personal, tres comidas, hospedaje y estudios. La cuota es de dos mil pesos mensuales, mientras que los indígenas pagan 600, “pero la tercera parte no puede pagar y de aquí nunca se ha sacado a nadie por no pagar”, comenta la religiosa.

La escuela tiene un ingreso extra con lo poco que produce, por ejemplo, de la venta del pan que los alumnos hacen en el taller de panadería, así como el excedente de la siembra de frutas y verduras.

Instruyen con igualdad y sin violencia

Con la experiencia de 36 años de recibir a indígenas, la religiosa María Dolores Morales Pérez ha aprendido que en la preparatoria debe separar los grupos por género y no porque se les dé un trato distinto o una educación diferente, sino porque se tienen que cambiar el pensamiento de los jóvenes antes de que comiencen a convivir.

“Nos dimos cuenta de que si los juntamos, las mujeres no abren la boca, no preguntan. Tenemos que ir poco a poco, en otras actividades están juntos, pero en el estudio, si queremos que todos crezcan, tenemos que separarlos”.

Sara Edith Cortés Cruz, coordinadora de Licenciaturas, comenta que su cultura es lo que las detiene para participar. “En su comunidad ellas no tienen ni voz ni voto y llegan aquí y se cohíben, porque allá las mujeres siempre quedan fuera, las relegan para muchas actividades. Entonces, llegan aquí y creen que va a ser lo mismo, pero las empezamos a enseñar que tienen derechos humanos, que somos iguales y entonces las muchachas resurgen y se empoderan”.

Cambio de una realidad con derechos humanos

Para cambiar esta realidad en las comunidades, la escuela les da, tanto a hombres como mujeres, pláticas sobre igualdad de género, cómo vivir sin violencia, derechos humanos, entre otras cosas, las cuales son replicadas por los alumnos en sus comunidades.

“Hace dos años tuvimos un taller sobre violencia y algunos alumnos comentaron que después de que hablaron con sus padres sobre lo que les enseñamos aquí, que algunos padres lloraron, los abrazaron y les pidieron perdón. Yo creo que los jóvenes son los que deben hablarles a sus padres para erradicar la violencia”, asegura Morales Pérez.

Es por eso que una de las metas de la escuela, dice, es “formar personas y maestros con vocación, así es cómo estas enseñanzas se van a multiplicar, ya sea a corto o mediano plazo”.

HISTORIA DE VIDA
Dedicada a la enseñanza de otros

Nacida en una familia que se dedica al ganado lechero, la religiosa María Dolores Morales Pérez siempre tuvo contacto con personas del campo, con quienes convivía, jugaba y platicaba. Fue así como nació su inquietud por crear una escuela “del campo, para el campo”.

“Desde niña me llamaba mucho la atención cómo unos tenían muchas oportunidades y otros no. A mí me tocó convivir mucho con los obreros de la fábrica y de la hacienda de mi papá y yo siempre me preguntaba: ‘¿Por qué yo tengo todo y ellos no tienen nada?’ Y esa idea fue la que me llevó a dedicarme a la educación de los que menos oportunidades tienen”.

Originaria de Puebla, Morales Pérez estudió las licenciaturas en Educación Primaria y en Lengua y Literatura, así como idiomas, y se ordenó religiosa a los 23 años cuando fue enviada a dar clases a la escuela primaria de Estipac, delegación de Villa Corona, Jalisco, en donde reforzó su idea de crear una escuela para personas del campo.

“Le educación es lo que va a empoderar a todos los jóvenes rurales e indígenas, que tienen muchísimas capacidades, los va a empoderar para ser personas útiles, para ser personas que aporten toda la riqueza que poseen”.

Comenta que el camino no ha sido fácil para ella, ya que al principio tuvo el rechazo de la comunidad y aún hay quienes dicen que se enriquecen con la escuela. “En un inicio la primaria nos prestaba un salón y ahí dábamos clases a 100 muchachas. Pero sí era difícil porque hasta me amenazaron de muerte y la verdad es que no sé por qué. Todavía dicen que yo soy rica por lo que cobro, pero el Demonio trabaja por rumores y pues al final va saliendo la verdad”.

Ahora, la religiosa espera que su modelo de educar jóvenes indígenas y de sociedades rurales para que empoderen a su comunidad, sea replicado en todo el país. “Ese es mi sueño ambiciosísimo”.

VOCES
Estudia para volver

Isaías Santiago García, originario de Guerrero, llegó al CRES Estipac por curiosidad. “Yo quería saber ¿qué hay más allá? y se me hizo fácil venir”. A pesar de que al principio se sintió decepcionado porque la escuela no estaba en Guadalajara, comenta que le gustó el ambiente y la educación.

Con su traje típico y la mirada decidida, dice tener grandes metas, una de ellas es volver a su comunidad y “levantar a los que menos tienen”.

“En las comunidades, lo que veo es que les hace falta muchísimo apoyo, que tienen muchas necesidades y los gobiernos no nos ayudan. Nosotros necesitamos más capacitación, más conciencia y más educación”.

Por lo pronto, Isaías quiere terminar su carrera -le falta muy poco- y después le gustaría realizar una maestría y, por último, volver a su comunidad a “trabajar como maestro y ayudar a las personas que más lo necesitan”.

Prefiere el campo que la ciudad

A pesar de tener la posibilidad de ir a Guadalajara para estudiar la licenciatura en Educación Primaria, Joseline Buenrostro Solórzano prefirió quedarse en el CRES Estipac, que se encuentra a 10 minutos de su casa. Dice que esta escuela la “atrapó”.

“No tenía mucha información de la escuela, pero me entró la curiosidad y vine. Lo primero que vi fueron las personas indígenas, yo no sabía que había y se me hizo muy bonito todo: el campo, la naturaleza. Me atrapó, hice mis trámites y me quedé”.

Ella comparte la visión de la escuela de regresar lo que aprende a la población que la vio nacer. “Creo que uno del campo debe trabajar por su propia comunidad”.

Joseline está a un año de terminar su licenciatura y dice que le gustaría quedarse en su población a ejercer, pero no descarta la idea de ir a la sierra a dar clases a los indígenas.

RUTINA
Educación y valores

En el CRES Estipac, las clases comienzan a las 07:00 y terminan a las 19:00 horas, la población estudiantil es de 260 alumnos, 170 de los cuales son indígenas, 120 de ellos huicholes de la Sierra de Jalisco y Nayarit, a quienes se les educa en valores, capacitación para el trabajo y su licenciatura o preparatoria, con el objetivo de que regresen a su comunidad y sean líderes en ella. Los demás alumnos son de distintas de todo el país y mestizos.

COLABORE
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• Más información al teléfono (01 377) 77 402 85/57 y el correo electrónico: contacto@cresestipac.edu.mx.

Fuente de la noticia: http://www.informador.com.mx/jalisco/2016/692942/6/la-escuela-rural-que-da-techo-educacion-y-un-oficio-a-indigenas.htm

Fuente de la imagen: http://img.informador.com.mx/biblioteca/imagen/370×277/1373/1372910.jpg

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Aprendizajes productivos en escenarios rurales: Una mirada desde la formación inicial del docente

 Yamileth Coromoto Torres Jiménez (*)

He despertado el interés por desarrollar una mirada propia

sobre lo rural, desde lo rural y con respecto a lo rural,

y dentro de ella, una visión específica sobre los

escenarios educativos que allí se configuran

Ángel Ignacio Ramírez

Los desafíos producidos por la dinámica acelerada del desarrollo científico- tecnológico ha puesto nuevamente su mirada en el desarrollo humano sostenible. En la actualidad diversos sectores sociales, especialmente vinculados con el sector rural, vienen planteando la necesidad de formar nuevas generaciones en relación con el mundo y a la vida productiva en los escenarios rurales, siendo la educación una pieza fundamental para avanzar en dicho objetivo.

En este sentido, se necesita una educación rural pertinente con su entorno y la preparación de los profesionales con competencias idóneas que intervendrán a través de su trabajo; entonces, la universidad como ente responsable de formar talento humano capaz de transformar con pertinencia social debe contribuir en ese mundo de complejidad que representa lo rural.

Hasta ahora las instituciones de formación docente en Latinoamérica, siguen formando para una educación urbana en el medio rural, ignorando las dinámicas económicas, sociales, políticas, culturales y ambientales que allí emergen. Ante esa realidad, se necesita reflexionar y accionar sobre los diseños curriculares, perfil de formación y prácticas pedagógicas que se desarrollan para formar al docente.

Este es un momento transcendental para mirar y repensar una educación que propicie espacios de encuentros de saberes y actuaciones con todos los actores sociales que hacen vida en el medio rural, llámese campesinos, agricultores, productores, mujeres, niños, jóvenes, profesionales de diversas áreas, con la finalidad de aprender, valorar la nueva ruralidad, y establecer estrategias que propicien aprendizajes dentro de una comunidad comprometida con la solución de problemas de la vida cotidiana.

De allí, la inquietud de estudiar los aprendizajes productivos en la formación docente para los escenarios rurales. El aprendizaje productivo, ha sido implementado desde hace décadas en las escuelas alemanas de nivel secundario, es una forma educativa útil tanto para proyectos educativos escolares o extra-escolares. En el caso, Latinoamericano en Colombia es donde cobra fuerza como propuesta para el mejoramiento de la educación que se implementa en los sectores rurales y urbano-marginales con sentido de pertinencia.

Ramírez (2007) señala que esta alternativa educativa pertinente no pretende correr parte alguna de la frontera teórica del campo de la ciencia pedagógica, lo que intenta es mucho más simple, se trata de buscar puntos fértiles de contacto entre elementos constituyentes y constitutivos de paradigmas potentes, como la Teoría Crítica y el Pensamiento complejo o de la misma pedagogía, con el que hacer relación o cotidiano de la institución educativa que opera en el sector rural o urbano-marginal. Buscando con esto precisar herramientas de compresión y estrategias de acción que impulsen la calidad educativa, de ambos sectores con sentido de pertinencia y en marco de la cultura universal.

Con base en lo anterior, en esta perspectiva del conocimiento hay una invitación para pensar la pedagogía que desarrolle aprendizajes que se constituyen en motor de transformaciones de quien aprende y del mundo en donde éste aplica sus aprendizajes. Los intereses transformados pedagógicamente en necesidades de aprendizaje brindan la posibilidad de organizar una lógica productiva del conocimiento y, su vez, una postura consciente frente a las posibilidades de acción en el mundo de la vida cotidiana.

Por su parte, Ramírez (ob.cit) denomina aprendizajes productivos:

Aquellas capacidades, competencias y formas de pensar, sentir y actuar logradas por el niño, niña y joven, mediante un proceso pedagógico sistemático en ambientes apropiados, que le permite visualizar racional y conscientemente, nuevas vías de sentido, de explicación de aplicación del conocimiento y de construcción de proyectos de vida digna. Capacidades y competencias fundamentadas en el diálogo entre el saber disciplinar y el saber popular y legitimadas en la praxis que transforma conscientemente realidades tanto de ser como de su entorno (p.1).

Desde la perspectiva del citado autor, es evidente pensar en una educación orientada a la formación de aprendizajes productivos en los estudiantes podría ser una alternativa de mejoramiento de la educación, ya que este enfoque promueve la formación con sentido, respeto al mundo de la vida cotidiana; le permite a los y las aprendices comprender realidades intelectuales, económicas, culturales y sociales, situarse en y ante ellas y programar su propia proyección en su medio o fuera de este.

Por su parte, Rinta (2009) nos dice que un individuo aprende a través de un proceso activo, cooperativo, progresivo y auto dirigido, que apunta a encontrar significados y construir conocimientos que surgen, en la medida de lo posible, de las experiencias de los alumnos en auténticas y reales situaciones.

A través del aprendizaje productivo la posición del estudiante cambia, puesto que progresivamente debe asumir la responsabilidad de sus propios procesos de aprendizaje. Cambia la posición del docente, quien deja de ser la única fuente de información y se convierte en un activo participante de la comunidad de aprendizaje, pues define un clima estimulante en el plano intelectual, social, humano que funciona como modelo para la definición y solución de problemas, es uno más del grupo que puede plantear preguntas desafiantes, propicia la retroalimentación y la ayuda necesaria a sus alumnos, que favorezca en ellos, la autoconducción de sus aprendizajes.

Mucho más que un cambio de técnicas, esta nueva visión exige un cambio de mentalidad en todos los involucrados en la enseñanza: docentes, estudiantes, agricultores, actores comunitarios y cualquier otro agente externo que potencialmente puede ser parte del proceso educativo.

En afinidad con lo anterior, los aprendizajes productivos poseen unos postulados, los cuales según Ramírez (ob.cit) son: 1) La formación y los aprendizajes que desarrollan los estudiantes, deben orientarse a la producción de crítica de la existencia humana tanto en las dinámicas de sus propios contextos como dinámica universal. 2) En consecuencia con lo anterior, los aprendizajes deben permitirle a los y las estudiantes producir: sentido de su trabajo mental en razón con la vida cotidiana, pensamiento investigativo, elementos para el desarrollo de autonomía, responsabilidad y compromiso, competencias laborales generales y específicas, capacidad de iniciativa, creatividad, valoración por la ética y convivencia, respeto hacia los saberes del otro y del contexto.

Por lo antes planteado, los aprendizajes productivos propician un nuevo accionar al momento de organizar las prácticas y el trabajo pedagógico en las nuevas circunstancias de vida y del contexto donde se desenvuelven, deben desarrollarse metodologías distintas que posibiliten al estudiante a trabajar adecuadamente en la búsqueda de sentidos de sus pensamientos, sentimientos, significados, percepciones, emociones y actuaciones frente al escenario rural; implica repensar una práctica evaluativa que considere el proceso y no sólo el trabajo intelectual, como producto.

Más adelante Ramírez (ob.cit) describe las características que orientan los aprendizajes con sentido productivo y, por tanto, una educación pertinente con el medio rural, las cuales se destacan: Orienta a fortalecer el diálogo de la escuela con el mundo de la vida cotidiana y de forma particular, con el mundo productivo. Centra buena parte de su atención en la estrategia de construir escenarios en donde los y las estudiantes produzcan sus propias necesidades e intereses de aprendizajes. Es constructor entre los conocimientos técnicos y los saberes campesinos buscando sentido de pertinencia en su selección y aplicación. Propicia diferentes tipos de aprendizajes: aprendizaje significativo, vivencial y situado o contextualizado. Permite el intercambio de saberes universales y saberes locales. Está pensado y desarrollado para construir saberes pedagógicos en los docentes.

Atendiendo a las características y los postulados del aprendizaje productivo, el presente planteamiento pretende fortalecer desde la formación docente una visión emergente, flexible y contextual al poner en situaciones diversas a los actores involucrados, considerando las ideas de compresión y propuestas más convenientes en los desafíos que implica la formación inicial del docente para un acercamiento a los escenarios rurales.

Es un hecho contundente que el espacio rural en los países latinoamericanos ha venido evolucionando, enfrentándonos hoy a un nuevo escenario rural, basado en un carácter territorial, que permite visualizar los asentamientos humanos y sus relaciones en un continuo rural-urbano expresado, entre otros aspectos, en el desarrollo progresivo de actividades agrícolas tradicionales y actividades no agrícolas en el medio rural.

La aproximación a la ruralidad desde una perspectiva del territorio, de las interrelaciones rural-urbana y de las múltiples opciones que ofrece, tanto en el ámbito agrícola como en el no agrícola, nos proporciona múltiples oportunidades para contribuir en su desarrollo sostenible. El término rural tiene muchas acepciones. En diferentes países hay percepciones heterogéneas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, 2000), lo rural ahora es visto bajo la postura de la nueva ruralidad.

Toda esta nueva concepción de lo rural se vincula con: a) Aumento de la producción, la productividad y la seguridad alimentaria; b) Combate a la pobreza para buscar equidad; c) Preservación del territorio y el rescate de los valores culturales para fortalecer la identidad nacional; d) Desarrollo de una nueva cultura agrícola y rural que permita la conservación de la biodiversidad y los recursos naturales; e) Aumento de los niveles de participación para fortalecer el desarrollo democrático y la ciudadanía rural; f) Desarrollo de acciones afirmativas para visibilizar y apoyar la participación de las mujeres y e) El fomento de la educación.

Lo expresado representa las profundas innovaciones que han ocurrido en este campo a nivel mundial, observándose nuevas orientaciones productivas como el cultivo de bioenergéticos, plantas medicinales, artesanías, agroturismo, bioconstrucciones, agricultura familiar sostenible, empresas de servicios rurales y una mayor integración de la cadena agroproductiva y comercial con expresiones organizativas en el campo, la ciudad y en el extranjero.

Según la FAO (Ob.cit) esto está produciendo cambios sociales, económicos, políticos y ecológicos que afectan a la agricultura y al medio rural y que definen también, nuevas demandas de la sociedad y el surgimiento de una nueva estructura de oportunidades, la cual es percibida de manera distinta por cada uno de los países, en especial, atendiendo a las diferencias que marcan los distintos niveles y paradigmas sobre desarrollo.

Ante las realidades mencionadas, los retos y desafíos que debe asumir la educación rural se han incrementado; sin embargo, en Venezuela aún falta mucho por hacer, es necesario transitar hacia un desarrollo sostenible que implica cambios de actitud y desarrollo de nuevas capacidades. La educación formal y no formal con miras al desarrollo sostenible, especialmente referida a comunidades rurales, debería estar presente en los subsistemas y niveles del sistema educativo venezolano, es un medio esencial en el logro de los propósitos de este desarrollo, que permite a los seres humanos y a las sociedades rurales el conocimiento de la realidad y el desenvolvimiento de sus capacidades latentes.

Es necesario entonces, reorientar la formación docente en relación con los nuevos alcances del desarrollo sostenible en el medio rural, con especial énfasis en la formación integral contextualizada de los líderes, docentes, técnicos y profesionales que tienen en el medio rural su escenario para el trabajo y relacionamiento económico, social, cultural y político. En el caso particular, de la formación inicial docente en las universidades del país, debe considerar todo lo que implica trabajar ahora en lo rural.

Dicho profesional rural debe poseer ciertas características y capacidades personales y de su profesión que le permita aprovechar todas y cada una de las posibilidades que le brinde el medio, incluidas cada una de las instituciones, personas indistintamente de su ámbito de acción, ya sea que desarrollen o no alguna actividad productiva en su comunidad.

Lo antes mencionado, obliga a la universidad a reflexionar profundamente sobre el diseño y desarrollo curricular, el perfil del egresado, la selección de los aspirantes, las competencias teórico-prácticas a enseñar, la calidad y experticia de los profesores y los recursos de apoyo. Considerando como estrategias, la enseñanza contextualizada y la forma de propiciar aprendizajes, una didáctica complejizadora; esto no se logra sino se aproxima al docente en formación a estar relacionado con todos los actores y espacios que hacen vida en los escenarios rurales.

El anterior planteamiento tiene constituye un fabuloso argumento para las universidades formadoras de educadores, responsables éstas de mantener relaciones de exterioridad con el saber pedagógico que da significado y sentido al enseñar; sin embargo, existen instituciones formadoras que reproducen los enfoques y modelos pedagógicos-didácticos con que los profesores, en su condición de estudiantes fueron preparados, de lo que se infiere que el cambio de sus modos de actuación requiere de nuevos aprendizajes y una visión pedagógica distinta para accionar en un mundo de complejidad y de diversidad multicultural.

Al respecto Imbernón (ob.cit) expresa que:

las instituciones de formación inicial deberían tener un papel decisivo en la promoción de la profesión docente. En este sentido, es importante que la institución de formación inicial se reemplantee tanto los contenidos de la formación como la metodología con qué estos se transmiten, ya que el modelo de formación actúa siempre como currículo oculto en la enseñanza. También es necesario que los futuros docentes estén preparados para entender las transformaciones que vayan surgiendo en los distintos campos, para ser receptivos y abiertos a concepciones pluralistas, capaces de adecuarse a las necesidades de los alumnos, época y contexto. (p.51,53).

Para ello, el proceso formativo inicial del docente constituye el vínculo con la práctica, el acercamiento a sus futuros desempeños en los escenarios reales implica una actitud reflexiva y participativa de su parte. Pero, sí estas habilidades no son propiciadas desde su formación posiblemente seguirá divorciado de la realidad.

Aunado a todo lo anterior, Mendoza (2000), ha identificado los principales indicadores socioeconómicos que impiden el desarrollo de la educación rural. Estos, según la citada autora son los siguientes: Crisis de la identidad de la educación rural, escasa pertinencia curricular, desintegración entre el tiempo escolar y calendario productivo de la comunidad, desvinculación escuela- comunidad, limitada cobertura de la educación rural, escasa disponibilidad de recursos y baja compenetración del docente.

A estos factores es necesario adicionar un nuevo componente: las deficiencias en la formación docente para trabajar en el medio rural. La mayoría de los docentes, son formados para desempeñarse sólo en el área urbana. De allí, que cuando llegan a las comunidades rurales no logran compenetrarse y comprender la compleja realidad social de las poblaciones campesinas y mucho menos contribuye a influir desde lo educativo, en su desarrollo.

Entonces, se necesita una formación inicial docente que responda a esos cuestionamientos, que ofrezca entornos de enseñanza- aprendizajes para atender a esa realidad compleja de la ruralidad, donde convergen muchas otras aristas, donde coinciden las dimensiones sociales, políticas, culturales, económicas y ambientales. Se necesita formar personas capaces de responder a las necesidades de una escuela rural que demanda grandes desafíos actuales e invita a profundizar y repensar las prácticas pedagógicas hasta ahora empleadas.

Bajo esa premisa Nuñez (ob.cit), coincide que la formación del docente rural se hace difícil, por la interacción y compresión entre dos mundos supremamente diferentes: mundos urbanos de formación disciplinaria y realidades atomizadas en los docentes y mundos campesinos integrados a las esferas espirituales, sociales y materiales, con otras racionalidades distintas de los habitantes de las zonas rurales.

Estas consideraciones revelan aún en la actualidad un desafío en la formación inicial del docente para el ejercicio de los ámbitos rurales, tal como lo expresa Ramírez (ob.cit):

Generalmente, las escuelas normales superiores y facultades de educación, en las últimas décadas no habían tenido en cuenta la formación de maestros y maestras, orientada de manera específica a un desempeño con sentido de pertinencia en la diversidad y complejidad del sector rural; esto ha significado que los profesores, a pesar de sus esfuerzos, no han logrado procesos educativos diferenciales y significativos para proyectar una educación consecuente con las expectativas que se generan dentro y fuera del sector. Se deduce, entonces, que quienes hoy se desempeñan en la docencia fueron formados en paradigmas y teorías que no consideraban relevante en los discursos y prácticas pedagógicas, una formación para la diversidad económica, social, multiétnica y pluricultural (p.38).

Frente a esa realidad se hace necesario seguir insistiendo en la revisión de los discursos y prácticas pedagógicas de las instituciones formadoras de docentes en función de la diversidad étnica, cultural, económica de los actores que participan de la escuela; además es necesario propiciar espacios de formación permanente y continua para el docente que está en su ejercicio.

Hechas las consideraciones anteriores, refleja que se debe repensar, reflexionar y accionar en la formación inicial del docente, se requiere propiciar espacios con mayor vinculación de la teoría-práctica, desarrollar una práctica pedagógica distinta con pertinencia, una integración temprana a los procesos pedagógicos-productivos, que forme para la vida y propicie aprendizajes productivos.

Por consiguiente, es necesaria la concreción de un currículo flexible centrado en la formación del talento humano, el cual sea ajustado a las políticas nacionales e internacionales, enriquecido por la práctica y las nuevas tendencias y demandas, pertinente al contexto.

Más allá de lo administrativo, se necesita formar un docente en lo humano, crítico, participativo, reflexivo, transformador desde su saber y accionar pedagógico-productivo, respetuoso con el otro y su contexto, capaz de solucionar desde los problemas cotidianos hasta los más complejos, ese es un imaginario, es un escenario del cual es importante participar.

 

Referencias

Imbernón, F. (1999). La Formación y el desarrollo profesional del profesorado. Hacia una cultura profesional. España: Editorial Graó.

Mendoza C. (2000). ¿Educación Rural?. Ideas para debatir. Ponencia presentada en las III Jornadas de acción Pedagógica Rural. Instituto Pedagógico Rural Gervasio Rubio, Venezuela. Pp.1-10.

Morin, E. (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del Futuro.Caracas:UNESCO

Núñez, J. (2007). Saberes campesinos y Educación Rural. Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Vicerrectorado de Investigación y Postgrado: Caracas.

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO (2000). La Nueva Ruralidad. Panamá: IICA.

Ramírez, A. (2007). Pedagogía para aprendizajes productivos. Textos universitarios: Educación y Pedagogía: Bogotá, Colombia.

Rinta A. (2009). Aprendizaje productivo para formar seres humanos. [Documento en línea] Disponible: http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-210072.html.

(*) Yamileth Coromoto Torres Jiménez

contacto: yamilethtorres21@gmail.com

 Participante del Doctorado Latinoamericano en Educación: Políticas Públicas y Profesión Docente.

Fuente de la imagen:http://www.uma.es/media/cache/d3/d5/d3d50f73ce9a0ad2f4da1bd430d7d348.jpg

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Escollos y desafíos de la educación ciudadana en escuelas rurales del caribe colombiano. Una etnografía de escuela

América del Sur/Colombia/Julio del 2016/Álvaro Andrés Rivera Sepúlveda/ rieoei.org/rie

Resumen

En este trabajo se presentan resultados preliminares de una investigación centrada en interpretar y comprender los sentidos ético-políticos y pedagógicos de la educación ciudadana en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano. Dentro del enfoque cualitativo, se desarrolla una etnografía de escuela en la que se combinan diversas técnicas de recolección de información tales como la observación participante, la entrevista individual semiestructurada, el grupo focal, la cartografía social y pedagógica, el grupo de discusión y la revisión de documentos institucionales. Los hallazgos del estudio demuestran que: a. el modelo de democracia liberal que ha alcanzado hegemonía en occidente, presenta una profunda crisis en el medio rural, b. se requiere insistir desde la escuela en la formación de una ciudadanía rural participativa como mecanismo de empoderamiento de las comunidades campesinas en la intervención sobre lo público y resignificación del sistema democrático, c. las desigualdades de poder evidentes en la administración totalitaria que ejercen los rectores y en las prácticas pedagógicas autoritarias que aún siguen desarrollando algunos profesores rurales, desestimulan la construcción de una cultura democrática escolar y d. los estudiantes campesinos presentan serias dificultades en el ejercicio de su autonomía moral y política, lo que les impide comportare como auténticos actores sociales y políticos. Palabras clave: educación ciudadana; escuela rural; estudiantes campesinos; comunidades rurales y etnografía de escuela.

La necesidad de indagar por los sentidos ético-políticos y pedagógicos de la educación ciudadana en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano surgió de conformidad con dos niveles de análisis complementarios, uno epistemológico y otro empírico. En cuanto al primero, la revisión de antecedentes teóricos e investigativos, tanto en el campo de la educación ciudadana como en el de la escuela rural, demostró que si bien existen avances importantes y significativos en la ampliación y profundización del saber educativo en las dos líneas –sobre todo en la primera-, lo cierto es que son muy pocos los estudios que han abordado de manera articulada la pregunta por los sentidos de la educación ciudadana desde instituciones educativa pertenecientes al mundo campesino. Según lo reportan las fuentes consultadas, las tendencias y énfasis epistemológicos en los dos campos han transitado por temas diversos y paralelos de muy poco contacto, unido al hecho de que la escuela rural se ha convertido en un tema subsidiario dentro del amplio campo de la investigación educativa.

En lo relativo al nivel de análisis empírico, especialmente a partir de las percepciones de organizaciones eclesiales y civiles, las inquietudes expresadas por algunos líderes educativos del sector y las observaciones personales, se pudo percibir que las instituciones educativas rurales del caribe colombiano presentaban serias deficiencias en la formación de auténticos actores sociales y políticos y poco contribuían al empoderamiento político de las comunidades campesinas. Según lo reportaron los diferentes agentes, la escuela estimula en escasa medida la participación de los ciudadanos rurales en la resolución de los problemas públicos presentes en su ambiente inmediato, impulsa débilmente la construcción de organizaciones locales para exigir la restitución de derechos frente a las instituciones del Estado y poco concientiza al campesinado sobre la necesidad de ejercer posiciones más críticas frente a las prácticas de subordinación que promueven los conjuntos políticos y económicos dominantes.

Esta situación problemática y los dos niveles de análisis desde los cuales se justificó, evidenciaron la necesidad de realizar una investigación cualitativa de corte etnográfico, cuyo principal objetivo radicara en interpretar y comprender, desde la percepción de los diferentes actores educativos y las dinámicas de lo cotidiano en la escuela, los sentidos ético-políticos y pedagógicos relacionados con la educación ciudadana para la construcción de comunidades democráticas en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano. En parte, se buscaba que los resultados pudieran contribuir de manera significativa en la fundamentación y diseño de una propuesta pedagógica alternativa orientada a la educación ciudadana de estudiantes campesinos.

ETNOGRAFÍA DE ESCUELA

Específicamente el planteamiento metodológico de la investigación corresponde a una etnografía de escuela que como tal ha requerido la presencia permanente y prolongada del investigador en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano con el fin de interpretar y comprender el mundo material y simbólico por medio del cual los diferentes actores educativos rurales (estudiantes, maestros, directivos y padres de familia) perciben, valoran y significan las prácticas, los discursos y la instituciones relacionadas con la democracia, el ejercicio ciudadano y la educación para la ciudadanía desde una perspectiva ético-política y pedagógica.

De acuerdo con Hammersley y Atkinson (1994) y Guber (2001), en contextos exóticos y apartados, donde los sujetos poseen cosmovisiones alejadas de la sociedad convencional, el único medio para acceder a los significados que ellos negocian e intercambian, es el contacto vivencial y profundo del investigador con la realidad objeto de indagación. Si bien las etnografías de escuela se diferencian de otras prácticas etnográficas únicamente por la selección del contexto escolar como campo particular de investigación, lo cierto es que su metodología ofrece aportes significativos para interpretar y comprender realidades educativas poco conocidas tal como ocurren naturalmente y recuperando las visiones internas de los sujetos que las constituyen (Velazco y Díaz, 1997). Debido a sus intenciones epistemoló- gicas, es un procedimiento especialmente útil para aportar nuevas lecturas e interpretaciones sobre la problemática educativa priorizando las voces de sujetos y comunidades que demasiado a menudo están ausentes (Celigueta y Solé, 2013).

En parte, uno de sus principales objetivos es comunicar y hacer inteligible al mundo profesional las visiones internas y las estructuras mentales de los actores educativos en contextos específicos y los marcos socio-culturales dentro de los cuales ellos se desenvuelven, a fin de establecer límites viables para cualquier tipo de intervención y de orientar el diseño de propuestas que contribuyan a mejorar las prácticas educativas (Goetz y LeCompte, 1988).

CRISIS DE LA DEMOCRACIA LIBERAL EN EL MEDIO RURAL

De acuerdo con las observaciones realizadas, se detectó en las comunidades campesinas un alto grado de desilusión frente al desarrollo y los resultados de la democracia liberal en la región, en tanto no ha favorecido la construcción de un orden social más justo ni ha estimulado el mejoramiento de las condiciones de vida en los planos colectivo ni individual. En consecuencia, ha tomado fuerza la idea de que lo que significa vivir bien y mejor corresponde más a un tema de lo privado-doméstico que de lo público-colectivo, premisa sobre la cual se ha profundizado la cultura de la venta del voto, los favores políticos y los acuerdos amañados. Al respecto, uno de los padres de familia entrevistados subraya:

Hoy en día ningún político tiene programa para estas comunidades, el programa de ellos es traer la mochila con quince o veinte millones de pesos y dárselo a la gente para que comercien ese día, porque ese día es un comercio aquí […] entonces ya los políticos no vienen como antes que se montaban en una tarima y se ponían a hablar de sus programas, de sus programas que tenían para las comunidades, hoy en día no se ve eso, hoy en día el político se encierra, por ejemplo, conmigo: te voy a dejar esto para que tú me negocies los votos, se encierra conmigo en la casa y el pueblo está esperando que yo le lleve la plata (IET-GDPF).

Debido a que el trabajo de campo coincidió con el tiempo de campaña y elecciones para la conformación de juntas administradoras locales en Colombia, se pudo detectar entre la población campesina un conjunto de prácticas electorales fraudulentas dentro de las que se destaca la tradicional venta del voto por una suma de dinero que regularmente se establece en el mercado, el intercambio del voto por materiales de construcción y la promesa de cierto número de votos a cambio de una vacante o un contrato de trabajo en el sector oficial.

En lo referente a esta última práctica, se halló con preocupación que la institución educativa rural es una de las entidades públicas que más se presta para el intercambio de votos por oportunidades de trabajo: los contratos del restaurante, de la limpieza, de la vigilancia, de la tienda y del transporte escolar, así como los cargos administrativos y el nombramiento provisional de profesores, son las figuras más apetecidas en este tipo de intercambios.

Debido a que las instituciones educativas rurales observadas se encontraron profundamente sumergidas en la cultura del fraude electoral y del comercio político, tanto por las acciones individuales de sus miembros como por favorecer la asignación amañada de contratos y cargos públicos, se cuestionó reiteradamente a los diferentes actores escolares sobre la pertinencia de continuar desarrollando prácticas pedagógicas tendientes a la transformación de dichas inconsistencias en la sociedad más amplia, frente a lo cual la gran mayoría confirmó, sin mucho convencimiento, la necesidad de la intervención educativa para atender esta problemática. Pero insistieron que se trataría de un proyecto bastante largo y tedioso que tendría que iniciarse con los estudiantes más pequeños acompañado de un profundo compromiso de todos los profesores y la realización de sistemáticas estrategias de concientización tanto en la comunidad como en la familia. De no ser así, toda práctica o discurso aislado no sería más que un esfuerzo infructuoso.

No obstante, el hallazgo más significativo en este punto, fue la posición de algunos actores educativos rurales para quienes toma fuerza la idea acerca de que se requiere trabajar desde la escuela en la construcción de una ciudadanía más activa y participativa por medio de la cual las comunidades campesinas puedan incidir directamente en la toma de decisiones institucionales y por esta vía purificar el sistema democrático vigente. En este sentido una de las profesoras entrevistas señala:

Nosotros como docentes estamos fallando desde la institución: mira nosotros estamos educando niños, con ellos podemos cambiar haciendo grupos juveniles, gestionar con jóvenes proyectos, donde la comunidad vea en los muchachos algo diferente. ¿Por qué en los pueblos la gente vende la conciencia? Porque no hay grupos que lideren ideas, que lideren proyectos, entonces como no hay nadie que venda nada nuevo, pues es muy fácil tú decir: prefiero recoger los ochenta mil pesos y en esos cuatro años veremos qué es lo que pasa. Nosotros estamos fallando porque no estamos cambiando desde la escuela la forma de pensar, a través del estudio de la democracia, a través de liderar proyectos de interés comunitario… cuando eso se dé, esas personas van a cambiar, porque ya los jóvenes van a estar despiertos y van a cambiar la mentalidad de los papás. Esos muchachos con sus ideas buenas puedan cambiar la corrupción que hay en el país (IET-P-02).

A MODO DE CONCLUSIÓN

De conformidad con los resultados preliminares de la investigación sobre la cual se soporta este trabajo, se puede subrayar que debido a la crisis que presenta la democracia liberal en el medio rural analizado, como consecuencia del fraude electoral generalizado, la ausencia de representación política, el abandono por parte del Estado y la constante violación a los derechos de la población, se evidencia la necesidad de estimular desde la escuela la formación de una ciudadanía rural activa y participativa que favorezca el empoderamiento de las comunidades campesinas en la autogestión sobre lo público y que contribuya a resignificar el sistema democrático. No obstante, al observar la estructura y forma de funcionamiento de la escuela rural, se puede deducir que las desigualdades de poder evidentes en la administración totalitaria que ejercen los rectores y en las prácticas pedagógicas autoritarias que aún siguen desarrollando algunos profesores, no estimulan el ejercicio cotidiano de la ciudadanía, así como tampoco contribuyen a la construcción de una cultura democrática escolar. Esto, sumado a la atmósfera de inferioridad y sumisión todavía presente en el mundo rural, ha frustrado el desarrollo de la autonomía moral y política de los estudiantes campesinos.

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