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Protestas estudiantiles en Grecia acaban en enfrentamientos con la Policía

Grecia / 4 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: La Vanguardia

Las protestas estudiantiles organizadas hoy en Atenas en contra de la reforma de la educación secundaria derivaron en enfrentamientos violentos con la Policía y el bloqueo de los alrededores de la plaza Syntagma, en el corazón de la capital griega.

A pocos metros del Parlamento heleno, aproximadamente unas cien personas encapuchadas lanzaron piedras y cócteles molotov contra agentes policiales, que respondieron con gases lacrimógenos.

Tras esto, los enfrentamientos se desplazaron hasta el templo de Zeus Olímpico, donde los estudiantes quemaron un contenedor y otros objetos frente al arco de Adriano, una de las zonas más turísticas de la capital griega.

Además, algunos alborotadores dañaron paradas de autobuses y otro mobiliario urbano.

Bajo la proclama «luchamos por una escuela que forme y no mate», alumnos de institutos de varias ciudades griegas protestaron por los cambios que el Gobierno de Alexis Tsipras pretende introducir el próximo curso en los últimos años de educación secundaria y en el acceso a la educación superior.

Según los manifestantes, esta reforma provocará la duplicidad de los exámenes nacionales y favorecerá a las academias privadas que ofrecen cursos para preparar los exámenes de acceso a la universidad.

Además, se quejan de las deficiencias en las infraestructuras educativas, la falta de profesores y la eliminación de especialidades en los colegios técnicos profesionales.

También se han llevado a cabo protestas en otras ciudades del país como Salónica, la segunda más importante de Grecia, o La Canea, en la isla de Creta, donde varios centros educativos fueron ocupados por estudiantes.

La reforma transformará el último curso de educación secundaria en uno exclusivamente preparatorio para los exámenes de admisión a la universidad, durante el cual los alumnos cursarán solo las asignaturas de las cuales se examinarán en el proceso de admisión a la educación superior.

Fuente de la Noticia:

https://www.lavanguardia.com/internacional/20181029/452623829576/protestas-estudiantiles-en-grecia-acaban-en-enfrentamientos-con-la-policia.html

Fuente de la Imagen:

http://www.telemetro.com/internacionales/Protestas-estudiantiles-Grecia-enfrentamientos-Policia_0_1186081582.html

ove/mahv

 

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“Los pobres de Colombia también deben tener acceso a educación de alta calidad”: Gloria Sepúlveda

Colombia / 7 de octubre de 2018 / Autor: Juan Miguel Hernández Bonilla / Fuente: El Espectador

Así se resume la apuesta pedagógica de Gloria Sepúlveda, rectora del colegio Mercedes Ábrego de Cúcuta. En esta entrevista cuenta como la institución que lidera logró resultados sorprendentes en las pruebas PISA for Schools al superar el promedio de países como Chile, Grecia y Rumania.

¿Cuál es el modelo pedagógico del colegio que usted lidera?

El colegio Mercedes Ábrego, de Cúcuta, basa su quehacer educativo en la pedagogía conceptual desarrollada por la Fundación Merani. Nuestro lema es: “Cada día más alegres, más fraternos, más competentes”.

¿Qué es la pedagogía conceptual y cómo empezaron a implementarla?

El sentido de este método es priorizar la lectura crítica y las habilidades de pensamiento lógico por encima de la memorización y de la educación convencional. Llegué a la rectoría en el año 2008. Desde 2002, las directivas habían construido un PEI que incluía la pedagogía conceptual, pero nadie sabía qué era. Ni los profesores ni los alumnos se habían apropiado del modelo. Me contacté con la Fundación Merani y empezamos a trabajar. Esta metodología tiene dos ventajas que identifiqué desde el principio: la primera es que fue creada por colombianos. La segunda, que aterriza la teoría abstracta a las prácticas de las aulas de clase. Eso me enamoró y dije: por aquí es.

Acaban de salir los resultados de las pruebas PISA for Schools. ¿Cómo le fue al colegio Mercedes Ábrego?

Estamos maravillados con los resultados. Ha sido un proceso interesantísimo. El año pasado estábamos en pleno paro del magisterio, en mayo de 2017, luchando para que haya más presupuesto para la educación en Colombia, cuando nos dijeron que habíamos sido seleccionados para presentar las pruebas. Nos tocó convocar a los alumnos de 15 años y lo hicimos por redes sociales, mensajes a los padres de familia, visitas puerta a puerta. Nos reunimos con ellos y les dijimos: tenemos que sacar la cara por Colombia. Y lo logramos. Quedamos al nivel de Israel y Hungría, muy por encima de Chile, Argentina y Brasil, y, por supuesto, muy arriba del promedio de nuestro país. Es más, estuvimos muy cerquita de España y Francia. Todo esto con pedagogía conceptual.

¿Qué ha sido lo más difícil de aplicar esta metodología?

Para nosotros, lo más difícil ha sido convencer a los padres de la compra del libro. Somos un colegio público en una ciudad muy complicada, con 3.500 estudiantes, en su mayoría de estratos 1 y 2, y 120 profesores. En un principio, la pedagogía conceptual es un programa diseñado para colegios privados, con pocos estudiantes. Sin embargo, poco a poco les hemos demostrado que sí funciona. Ahí están los resultados.

¿Usted cree que la pedagogía conceptual es una buena forma de cerrar las brechas en la educación?

Si. Tengo una creencia profunda de que los muchachos pobres y de clase media de Colombia también pueden y deben tener acceso a la educación de alta calidad.

¿Qué otro factor ha influido en los buenos resultados?

El trabajo en equipo entre padres, profesores y estudiantes. El colegio ha sido tradicionalmente un buen colegio. Los padres de familia todavía tienen el interés y la convicción de que la educación puede generar movilidad social para sus hijos. Los alumnos, por su parte, son muy comprometidos, muy formales, muy juiciosos. Los docentes son mediadores y los dirigentes representan una figura de autoridad importante.

Fuente de la Entrevista:

https://www.elespectador.com/noticias/educacion/los-pobres-de-colombia-tambien-deben-tener-acceso-educacion-de-alta-calidad-articulo-803085

 ove/mahv
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Sobre los maestros

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia

Comencé hace unos meses mis clases de la asignatura Fundamentos pedagógicos e historia de la escuela, para primer curso del Grado en Educación Primaria de la Universidad de Granada, con una pregunta que llamaba a cierta introspección autobiográfica en los alumnos. ¿Quién o quiénes han sido tus maestros? Algo que se responde, de manera más o menos consciente, en cualquier intento que se emprenda por parte de una persona de interpretar o comprender la propia vida. Se trata de una cuestión abismal que amenaza con retrotraernos a una suerte de pozo de reflejos, de vagas pinturas de los otros, a menudo sin nombre, que nos constituyen, como algo más semejante al mar en el que se balancea la barquita que somos, y no tanto a la integridad pétrea y rígida del terreno firme. Éste es el de la cadena de causalidades y entidades físicas y palpables que, una tras otra, han devenido en una certidumbre mineral que nos mantiene fijos, establecidos en las moléculas concretas de un aquí. Nuestro viento de la infancia, su sol, su cielo, sus aromas, sus manjares, la mano acartonada de la abuela que evoca el moribundo protagonista de la película American Beauty, una seguridad y una sencillez primordial, un origen del que nos acordaremos, muy probablemente, en el último momento, nos nutren de la ilusión metafísica de ser, de un ser de cristal, de un fundamento que es pilar y raigambre.

Pero para deshacer esta ilusión existen precisamente los maestros. Es curioso, porque tanto la idea de educación como la de maestro se vinculan con la certeza y la construcción de algo, siendo el caso que cuando mejor suceden, ambos, educación y magisterio, son lo contrario, una suerte de agentes de la disolución. Y esto es debido a que nuestra identidad no es un cúmulo positivo de experiencias que se van añadiendo, en la ilusión metafísica tal vez heredada de nuestra naturaleza material, sino un cúmulo de rectificaciones, de matices, de ondulaciones que zarandeando nuestra existencia nos hacen sentir vivos, que de un modo paradójico y titubeante somos y no somos. Así, en algo tan estable, mineral y sólido como es la escuela, la institución que llamamos escuela, pueden mágicamente operar fuerzas de la desintegración que, por fortuna, nos recuerdan que la educación es más que la propia escuela, como si ésta apuntara a un plus que más allá de ella fuera su auténtica y trascendente esencia. Esa tensión que emerge, a veces como huracán, en el aula, emerge en la relación con los maestros y en definitiva con esos gigantes a cuyos hombros, nosotros, enanos caminamos. Ellos nos enseñan, acarreándonos sobre el fango, sobre sus hombros, el secreto enigma de que nos cerca lo fortuito, la gratuidad y la contingencia, acaso soportables gracias a ellos que no ocultan, de hecho, que son eso mismo de lo que nos salvan, y que, aun peor, somos eso mismo de lo que creemos salvarnos.

Éste es el secreto de la cultura escolar, por muy fósil que se nos presente. Con Grecia se abrió un vértigo que en el mito se cantaba y ahora había que organizar, y justo esa misma organización sorda a los abismos primigenios, en apariencia y como se cree en una mirada superficial, era un estruendo y una agitación todavía mayor, la de la desnaturalización del mito que introdujo su nostalgia y que multiplicó el horror y el vacío, como en la vida helada de una vieja muñeca de porcelana que finge que está viva y que en todo su esfuerzo no puede sino clamar que está muerta. Es decir, con la paideia, con la educación que acabaría requiriendo de escuelas y academias, se crea un espacio de mayor resonancia, de un ruido ensordecedor a fuer de reprimido. Esa es la oblicua estela, el mensaje oculto de la escuela. Si hubiera que falsearlo y traducirlo a un mensaje claro, la idea sería que hay una cierta dialéctica en la cultura escolar que aunque quiere hacer un mundo, lo niega, lo pone en evidencia y amenaza con desmontarlo, con mostrar su carácter contingente. Esto, dicho en otras palabras, quiere también expresar que aunque la escuela obedezca a las necesidades prácticas y minerales de lo terrenal, del Estado, pongamos por caso, no es sino una tensión que al alejarnos del misterio, nos resitúa en el mismo y nos obliga, y aquí puede estar la auténtica enseñanza de la misma, a no creer en nada de lo que ella nos cuenta o, para los oídos más lúcidos, puede evocar que estamos en curso. Así, desde las leyes educativas al funcionamiento de un colegio, todo lo escolar nace con el estigma de una nada a la que sirve, por encima de toda función política e histórica (una prueba son las leyes que se dictan para no cumplirlas, como la LOGSE en España, que nació en el cínico escepticismo de decir que se quiere lo que realmente no se quiere), o mejor dicho, la política y la historia reposan sobre esa misma nada que nunca es más obvia que cuando se elude.

Concretando, la verdadera educación de la escuela estriba en situarnos en los puros límites de la existencia, desde la ironía de su forma y de un contenido que revienta esa misma forma. Educarse, pues, es sobre todo percatarse de, en palabras de Borges, la nadería de la identidad, la nadería de toda identidad, que al percibirse en su carácter constructivo deviene artificial y deconstructiva, cuya artificialidad acaba por mostrarnos que somos conducidos por inefables corrientes, poderosas, a las que sólo podemos poner caras de manera precaria y provisional. Por poner un ejemplo de esta misma asignatura que imparto, la verdadera enseñanza de la historia de la escuela, o de la historia, es que somos esa barquita que reposa, o se zarandea, en el océano.

Pongamos algunos ejemplos. En la misma clase a la que aludía al principio de este escrito, nos salieron al paso algunos maestros, fueron visualizados, verbalizados, desde un recuerdo a menudo grato y agradecido, y otras veces, pocas, con ira y despecho, en un sentido que los propios alumnos calificaron de negativo. Tanto en un sentido positivo, como negativo, los maestros marcaron un camino al joven. Se reconoce una cierta vida de otro en uno mismo, cuya enseñanza ha consistido en arrastrarnos o contagiarnos hacia un modo de vida que, cual asidero en el mar de la existencia, se afirma, de un modo previo a toda razón, para conducirse en un camino incierto. El joven entusiasta apuesta por el entrenador de su equipo de fútbol favorito que ha sabido, decía, iniciar la senda humana de un modo de vida, que ha infundido las ganas y el impulso para emerger, para salir de lo que uno era pero, al tiempo que se asume un modo de ser, se abandona algo, como en un nacimiento o en una metamorfosis. Así obran los maestros, nos ponen en camino, en el intermedio entre un final y un nuevo origen. Es responsabilidad y habilidad del caminante hacerse consciente de lo gratuito e injustificable de ese camino, pero esto requerirá acaso, nuevos magisterios, es decir, encuentros y desafíos, nuevas muertes y resurrecciones, porque en definitiva, la educación es un desafío que impulsa, que instaura en nosotros la conciencia de que las cosas pueden ser de muchas maneras. El pensamiento crítico, que tanto alabo en mis clases, tiene como último objeto, en un plano existencial, esa importante función, la de educar una mirada cabal que sea capaz de comprender el mundo como perspectiva, es decir, en su carácter incompleto. Y para esto, también, debe, creo, servir la escuela y la universidad. Me decía alguno de ellos, precisamente, que la razón de que esto deba ser así es que no hay vida plena hasta que se reconoce nuestra vida como vida no plena, como vida incompleta, que, acaso por eso mismo, es sensible al carácter agónico de cuanto nos rodea, a la tensión hacia un indefinido trascender.

Todo esto que sugiero no quiere decir que haya que estudiar, siempre, filosofía, y entrañarse, más que encarnarse, la tradición horadante y ácida del filosofar. En realidad, como antes he señalado, la escuela en sí y, en especial, su contenido, su currículum, aun lleno de sesgos y peligros al que deberían aplicarse miradas y metodologías diversas, como la genealógica, para captarlos, apunta a algo mayor que esos propios sesgos (el propio procedimiento genealógico es ya un revulsivo de toda ilusión identitaria en las cosas y en los propios métodos). Es una desgracia que se hayan perdido viejas sabidurías y que sólo nos quede Grecia, pero Grecia, como cualquiera de esas otras sabidurías, basta para poblar de sombras la ilusión de la clarividencia. Grecia y la filosofía, pero también, evocando otras rutas, la literatura.

En la literatura encuentro uno de esos gigantes que puedo llamar maestro, en mi biografía particular. Se trata de Borges. Si en un autor luce con todo esplendor la tensión entre la inanidad del ser y su intensa belleza, como única evidencia que nos resta, la belleza del mismo, lo único cierto, su eco o halo que irradia la callada melodía de los místicos o la platónica música de las esferas, es Borges. Borges me puso en el camino infundiéndome, como un fuego, una perspectiva estética que de tan autoconsciente es ironía, una lucidez que consiste en no creerse demasiado ni a uno mismo ni al resto, y, en ese modo de vida que es risa de todos los modos de vida y de todos los magisterios, me enseñó, sobre todo, que aunque fallido y seguramente falso, el universo es bello, más bello por incierto e inestable. Es como si de la nada que somos, sólo perdurara, vagamente, la sonrisa, como en el gato de Chesire del libro de Carrol. Eso es, en efecto, dar un pase o truco para soportar la existencia, o sea, para existir, que es al mismo tiempo lúcida asunción de que no es más que eso, un pase o truco. Borges me ha dado el alivio de que al menos, aunque yo no exista, haya existido Borges, de que pueda existir esa raza de inmortales que siéndolo todo, son ninguno, de que, por fortuna, ha habido un hombre que ha podido ser todos los hombres y convertirse en el más irreverente y fluido de todos los centros, en el Aleph donde adquirir un cierto sentimiento oceánico, como decía bellamente Freud, que busca su risa.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2017/06/sobre-los-maestros.html

Fuente de la Imagen:

SEP y SNTE acuerdan aumento salarial de 6.1% para maestros

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En tierra de nadie, la odisea de los menores no acompañados en Grecia

Grecia / 14 de enero de 2018 / Autor: Lola López Mondéjar / Fuente: El Diario

El 28 de julio de 1951, los Estados del mundo ratificaron la convención relativa al estatuto de los refugiados, llamada Convención de Ginebra, con la que se creó un nuevo derecho humano universal: el derecho de asilo. Quienquiera que esté perseguido en su país de origen por razones políticas, religiosas o raciales tiene el derecho inalienable de atravesar las fronteras y de presentar una demanda de protección y de asilo en un Estado extranjero. Pero, en estos momentos la Unión Europea está liquidando ese derecho. Se erigen muros, se impide que hombres, mujeres y niños que huyen de la tortura, la mutilación y la muerte puedan presentar una demanda de asilo.

Jean Ziegler, miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Según nos informa Boris Cherkirkov, representante de comunicación de Acnur en Atenas, en estos momentos hay tres mil trescientos menores no acompañados en Grecia. Dos mil de ellos están en lista de espera para obtener un refugio, pero el Gobierno griego, a quien ahora corresponde la gestión íntegra de los refugiados en el país, solo dispone de mil doscientas plazas en el continente. Algunos de estos menores permanecen, sin embargo, en las islas sin protección alguna, asegura. En Moira (Lesbos), el campo más problemático y superpoblado, donde la violencia es habitual, y cinco mil refugiados se hacinan donde solo hay capacidad para dos mil, siguen sobreviviendo trescientos menores no acompañados.

El vacío asistencial que afecta a estos jóvenes ha movilizado a Gaz Kishere, fundador junto a Victoria, su pareja, de una iniciativa todavía en pañales, CrossBorder, que pretende cubrir el hueco que la asistencia gubernamental deja en este pantanoso terreno. Kishere nos explica que las violaciones a menores, tanto en los campos como durante el trayecto desde sus países hasta Europa, han existido siempre, pero el tabú impedía hablar de un tema que ahora ha saltado a la prensa. Las violaciones de hombres, mujeres y menores son ya una noticia frecuente. En el caso de los menores no acompañados, a esas posibles violaciones se añade el  llamado survival sex, sexo de supervivencia, síntoma de la extrema vulnerabilidad de estos refugiados adolescentes que deambulan sin registrarse por el puerto de Patras y por los parques y plazas de Atenas, especialmente las de Omonia y Victoria. Allí son presa fácil de pederastas sin escrúpulos que, primero, consiguen su confianza ofreciéndoles lo que necesitan: comida, ropa, una ducha caliente, un techo, compañía; para abusar finalmente de los jóvenes. Según Kishere, mil ochocientos menores  han quedado atrapados en Grecia en una especie de limbo legal, pues temen buscar protección gubernamental registrándose como solicitantes de asilo, y que su deseo de viajar al norte de Europa se vea eventualmente truncado si esta solicitud es denegada por las autoridades griegas y pasan a disposición del fiscal, acabando retenidos en las cárceles o en los centros de detención.

Estos jóvenes se quedan pronto sin recursos económicos. La eventual aportación que reciben de sus familias no dura demasiado, por lo que algunos se entregan a la pequeña delincuencia, a la venta de drogas al menudeo o, directamente, a su consumo (sobre todo shisa, una potente droga sintética cuyo precio roza los dos euros, apodada “la cocaína de los pobres”), y se ven forzados a prestar servicios sexuales para sobrevivir.

Los servicios sociales griegos están poniendo en marcha los primeros recursos contra el tráfico humano, un requerimiento exigido por la UE, pero con las primeras medidas solo habrá un sistema que reconozca la existencia de ese tráfico, sin poder prestar aún el apoyo eficaz que precisan estos jóvenes.

Menores que viven en la calle

El problema es muy complejo, reconoce Clara Irvine, inglesa como su socio Jonny Willis, representante de Velos Youth,  una conocida asociación, registrada como ONG en Grecia, que ambos fundaron. Según Velos, el 70% de los menores y jóvenes no acompañados entre los dieciséis y los veintiún años, se encuentra viviendo en la calle sin protección. Una proporción alarmante en la que coinciden todas nuestras fuentes. Velos es una de las pocas asociaciones que se ocupa de ayudar a estos menores. Con la asociación colabora un equipo de diez jóvenes, cinco de ellos de la comunidad de refugiados, que reciben dinero para sus gastos, alojamiento y capacitación, a cambio de labores de traducción y de apoyo social.
 Cuentan también con tres trabajadores juveniles, dos de los cuales son psicólogos, que apoyan a los jóvenes y derivan los casos que así lo requieren hacia otras agencias donde puedan recibir un tratamiento psicoterapéutico continuado. En el piso que la ONG abrió hace unos meses en Atenas se ofrecen de lunes a viernes talleres de identidad y sesiones privadas de tratamiento, según las necesidades de los adolescentes. Algunos de ellos tienen problemas de alcohol y drogas, o sufren de síndrome de estrés postraumático; la mayoría requiere apoyo psicosocial y busca educación y un alojamiento seguro. Un grupo de cincuenta se ha vinculado a estos recursos de forma regular, mientras que otros ciento cincuenta al mes reciben ayuda esporádica en la ong, que efectúa también labores de guía para que conozcan y se dirijan a otros recursos. El almuerzo se prepara conjuntamente y se ofrece a las dos y media; de doce a seis de la tarde se realizan talleres de educación sexual, información sobre cómo conseguir asilo, sobre los squats (edificios generalmente públicos ocupados por voluntarios, donde pueden dormir y comer sin ser registrados), o sobre cómo hacerse con una red de amigos, entre otros asuntos necesarios para su supervivencia.

Como muchas de las organizaciones no gubernamentales que trabajan con refugiados en Grecia, la financiación de Velos Yough procede de entidades privadas, así como de particulares y de ONG de otros países, manteniendo estrictamente su independencia de los organismos oficiales.

La procedencia de estos jóvenes es muy variada. Según Clara, los afganos envían primero a Europa a sus adolescentes, los sirios vienen en familia, y es de Pakistán (sobre todo de la conflictiva región de Baluchistán) de donde proceden los más jóvenes: niños de entre doce o trece años, edad en la que allí ya comienzan a trabajar. Los menores suelen viajar hasta Grecia en grupos de iguales, a veces acompañados por un familiar adulto pero, muy frecuentemente, acaban separándose unos de otros durante el viaje y quedan en condiciones de extremada vulnerabilidad.

ONG Velos Youth en Atenas
ONG Velos Youth en Atenas

– Muchos vienen sin ninguna información sobre lo que significa ser refugiado. Son jóvenes y, simplemente, embarcarse hacia Europa les parece una buena idea – afirma Clara. Lo que nos lleva a pensar en el paralelismo con los jóvenes españoles que, tras al crisis, buscan trabajo en Europa.

La media de estancia en Grecia suele ser de un año.

No hay mujeres entre los menores no acompañados; las autoridades consideran a los jóvenes varones menos vulnerables que a las chicas, abocándoles a la calle, donde han de buscarse la vida. Por motivos culturales, además, las chicas rara vez viajan solas.

Acnur financia a una ong griega,  Arsis, que acude a los centros de detención para ayudar a los menores retenidos en las cárceles, ofreciéndoles apoyo legal y orientación. Praksis, y Metadrasi, nos informa Boris Cheskirkov, son otras dos ONG que trabajan con ellos. Desde primeros de agosto el proceso de financiación se modificó y el dinero de la UE no se le proporciona directamente a las ONG, sino al estado griego, que distribuye después la ayuda entre ellas.

La situación extremadamente vulnerable de estos menores se incrementa cuando se le añaden circunstancias como la pertenencia al colectivo LGTB, lo que les pone en un peligro aún mayor, tanto en la calle como en los mismos centros de detención. Opinión que también comparte C.S, una voluntaria española que pertenece a ese colectivo y que colaboró esporádicamente con Single Men, asociación que se ocupa de atender a estos chicos.

Recursos insignificantes

A pesar de las distintas iniciativas, los recursos son casi insignificantes dada la magnitud de un problema que crece a razón de cien nuevos menores no acompañados al mes. Por eso Laila Ben Chaouat El Fassi, activista hispano-marroquí, ha fundado junto a una médico española y otras activistas, todas mujeres jóvenes, Holes in the borders, con sede en Madrid y Atenas, donde han abierto un piso en el que ocho jóvenes en riesgo de exclusión pueden residir y organizar su vida en Grecia o, con suerte, su marcha hacia el país deseado si consiguen el permiso de reubicación o de reunificación.

Cuando paseamos por la plaza de Omonia al atardecer de los días previos a Nochevieja, varios furgones de la policía vigilan el entorno. Las calles de Atenas están repletas de turistas y de nacionales que realizan sus compras para celebrar el fin de año. En el centro del enorme espacio irregular que es Omonia, algunos jóvenes inmigrantes permanecen reunidos en pequeños grupos.

Con el apoyo de las ONG habíamos previsto entrevistar a uno de ellos, pero decidimos no hacerlo. Nos parece una injerencia innecesaria, quizás humillante, una revictimización que ahondaría en su sufrimiento. Como bien señala Slavoj Zizek, la violencia subjetiva, aquella que es más visible, en este caso la de los pederasta contra estos adolescentes, esconde otra violencia mayor que la genera. Una forma sistémica de violencia que es producida por las consecuencias, a menudo catastróficas, del funcionamiento de nuestros sistemas económicos y políticos. Se trata de la violencia sistémica del capitalismo financiero, de los estados que excluyen y marginan, que expulsan y desatienden a los más necesitados de ayuda. El horror de la violencia que el filósofo llama subjetiva, la que sufren, insisto, estos adolescentes, “funciona como un señuelo que nos impide pensar”.

La noticia es oficial y no es necesario ponerle rostro: en diciembre de 2017 había tres mil trescientos menores no acompañados en Atenas, la mayoría deambula por las calles y las plazas buscando cómo sobrevivir. Cada día que pase se sumarán cien más. Todos empatizamos necesariamente con las víctimas, pero lo verdaderamente obsceno de esta realidad es la impunidad del sistema que las produce.

Fuente de la Noticia:

http://www.eldiario.es/murcia/murcia_y_aparte/tierra-odisea-menores-acompanados-Grecia_6_727287272.html

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Educación y filosofía: dos caras de la misma moneda en el corazón de nuestra civilización

España / 10 de diciembre de 2017 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia. Educación y Filosofía

La mayoría de los grandes autores tanto de la tradición específicamente filosófica (por ejemplo Sócrates, Platón, etc.) como de la pedagógica (Paulo Freire) o incluso quienes se sitúan expresamente en ambas (John Dewey) muestran el inextricable vínculo entre lo que, además de ser consideradas disciplinas o materias, yo denomino a menudo “dimensiones” de nuestra civilización: la educación (y la pedagogía o la didáctica), la filosofía y la política. Las tres dimensiones han de presuponer, cada una en particular, la existencia de lo que abren las dos restantes. Este aparente embrollo puede demostrarse con apenas tomar a uno cualquiera de los grandes autores mencionados y estudiarlo a fondo, comprendiendo su alcance. Ellos demuestran en su producción o actividad intelectual la honda relación de los vértices de este triángulo. Aunque también, como se ha hecho en ocasiones, adoptamos la tesis tanto expresada en la historia de las ideas y que hemos captado en el voluminoso libro Paideia de Jaeger, de que en el origen griego de lo que somos, emergen y se “inventan” estas dimensiones, como campos donde se piensa y “produce” mundo, consciente y “creativamente”, con un lenguaje que trata de emanciparse de la emotiva amalgama del mito, alma mater de Occidente.

Es esto lo que vine a esbozar en mi comunicación presentada al reciente Congreso Internacional de Teoría de la Educación (CITE 2017) celebrado en Murcia. Algo que hay que recordar y explicar. En realidad ya lo he ido ampliando en algún escrito en prensa que espera su pronta publicación. El desarrollo de la tesis, en gran parte extraída, como digo, del gran libro de Jaeger es el siguiente:

En el mundo de campesinos y de una élite distinguida de aristócratas, en el siglo VIII a VII a. C. en Grecia, la explicación de la realidad se entendía como dar realce a la realidad y, en términos más humanos y concretos, a la propia sociedad y al modo de vida de aquella época homérica. Se trataba de señalar de un modo apofántico, mostrando antes que explicando, que lo que hay “es obvio”, de sentido común, su valor intrínseco. Es decir, que el mito, modo de conocimiento en estas culturas, muestra y persuade mediante seductoras imágenes antes que demostrar (aunque ya se den en él largas cadenas causales que secularizadas constituirán el pensamiento jonio, según Jaeger). Una mezcla, pues, de lo que hoy son la razón y el arte, lo racional y lo estético; en gran medida, una forma de razón, acaso, pero todavía inconsciente, anónima, colectiva. Un vibrante nervio que aún hoy opera soterrado en la civilización, aunque ahora no matizaremos sobre este asunto.

Este “pre-logos” (ya preñado de logos, anticipándolo) se presentaba como una actividad que teñía de gloria y dolor al mundo, como algo conmovedor y excelso, al modo de un súper-mundo ideal que justificaba el que hay a nuestro alrededor acoplándose al mismo y que por tanto salvaba este alrededor por la fuerza de un encanto (igual que el fatal atractivo de las sirenas). Y justamente era ese “encanto” implantado en el mundo el que impedía otra noción de lo educativo que no fuera la transmisión sobrecogedora de dicho universo mitológico tal cual, en su grandeza, por acción de una potente osmosis seductora, que, sin embargo, también impedía la distancia necesaria para pensar en el sentido actual. Estamos ante esa forma mítica de  adscripción a lo que hay desde el corazón, la muda admiración por lo que uno es y ante lo que es en su irradiante sobreabundancia, en su valor no explicado. Una admiración mucho más propia de lo artístico, de la sensibilidad y la genialidad artística, que muestra y ensalza precisamente dicha sobreabundancia, que de la razón en un sentido analítico y objetivo.

La tradición, entremezclada con sus mitos, lo era todo en aquel mundo homérico y acaso siga siéndolo todo, en el cuasi infinito juego de interpretaciones, relatos o cosmovisiones que nos constituyen y atrapan en la cárcel de oro de una civilización y sus cambiantes culturas. Quiero decir que en asuntos como la búsqueda de un sentido global y un proyecto colectivo cultural-existencial todavía se pueden detectar numerosos elementos propios del mito, cuando se intenta justificar lo que en gran medida resulta injustificable e inexplicable, como son las formas de vida, las naciones, los estamentos sociales, lo heroico, lo valioso en definitiva. Cuando aquel mundo homérico se miró a sí mismo, se topó con la potente pregnancia del mito en su corazón.

Esto se quebró a partir del siglo VII a. C. y sobre todo el VI a. C. Esos siglos fundan nuestro espacio civilizatorio, que se ubica, como decía Jaspers, entre dos enormes inmensidades ignotas, la del hombre de antes (el amplísimo tiempo de la Prehistoria, de unos casi trescientos mil años, según la reciente datación del Homo Sapiens) y el de después de nuestra civilización o la eternidad hueca que nos sucederá. Este hombre ancestral del que no hay apenas rastros vivió acaso inmerso en su propio magma, en fértil caldo de vivas emociones, sensaciones, intensidades y comuniones que son lo propio del existir humano, en un todo sin fisuras. La cristalización de este magma es lo que llamamos cultura. Ésta, en ese tiempo ignoto, se adhería al naciente en un proceso mudo, constante, que la naturalizaba. Así, el ser humano es animal que lo es en el modo de un tener cultura, pero esta era, en definitiva, en aquel tiempo como una segunda naturaleza que replicaba los rasgos de la primera. Lo que estamos diciendo es que en esta untuosa amalgama no podía haber, ni hubo, educación. Porque tampoco hubo  la distancia y brecha que son precisas para que la palabra capte su mundo en la distancia salvadora del concepto, del logos, como razón desnuda. El proceso por lo menos formal de la educación, su entificación en un saber académico, curricular, institucional, no existía, y menos aún, por supuesto, la pedagogía o la didáctica. Había, seguramente, transmisión chamánica y el aprendizaje de ciertas técnicas, pero lo crucial es que se daban sin la mediación racional que hoy se da explícita e implícitamente en los procesos propiamente educativos, sobre todo, por supuesto, en la enseñanza institucionalizada.

Dicho de otro modo, la educación como elección progresivamente consciente, libre, analítica, del propio modo de ser, en la perspectiva de una libertad fundamental, ontológica, era una posibilidad del hombre, pero solo eso. Una posibilidad que para actualizarse requería de lo que llegó en los albores de la civilización y, concretamente, en la Grecia de los inicios de la filosofía. Sólo entonces, mediando el pensamiento, pudo mostrarse, se verbalizara o no, nuestra educabilidad (en términos de la actual pedagogía y teoría de la educación) que es una manera de nombrar el carácter abierto e inacabado de nuestra esencia, o mejor dicho, que nuestra esencia es no tener esencia y ser constitutivamente históricos. Somos antes historicidad que naturaleza. Pero, como digo, solo pudimos comprenderlo y actuar en consecuencia tras el amanecer griego sobre todo o con los albores de la civilización con escritura algo antes, en Oriente Medio, Egipto y quizás ciertas regiones de India, China y tal vez, al parecer, África, algunas ya casi tan olvidadas y perdidas como el inmenso páramo de la Prehistoria anterior.

Hay que puntualizar que aunque nos empeñamos en que pensar y el pensamiento deben definir, bajo el paraguas de la identidad, las cosas no fueron ni son así. El mundo es infinitamente más rico, matizado y rizomático que el corto espacio y tiempo de un momento histórico, una “nación” o incluso una época. En el esfuerzo griego por captar esta cuasi inabarcable diversidad filosóficamente se fundaron varios caminos y ya en ellos se entrevieron las miserias del pensamiento de la identidad o la metafísica del ente y sus fundamentos, que algunos de sus más originales exponentes perfilaron. Como muchas otras civilizaciones, quizás intuyeron los peligros que esto inauguraba (baste todavía hoy explorar desde la antropología etnológica lo que distintas lenguas y pueblos, en sus auto-explicaciones culturales o cosmovisiones, han forjado, en cuanto a modos más próximos a lo diferencial en el ser que a lo idéntico, en el abordaje pre-conceptual o imaginativo de la realidad que llevan a cabo).

La propia realidad cultural, en su sustrato vital, es antes tensiones y vínculos, que aglomeración de “pequeñas identidades”. Lo que resulta en una dinámica continuidad entre espacios y tiempos diversos, civilizaciones que eran en la medida que se perfilaban otras y que devenían en otra cosa, en una explosión de posibilidades culturales (nunca ha habido, realmente, pueblos aislados, señalan los antropólogos y leíamos este verano en el gran filósofo Jaspers, como escribimos en el presente blog). De hecho, una civilización se da básicamente en la grieta que la tensión del propio hombre, la tensión que es ya, en el mundo, el propio hombre, abre en el manso ritmo de la vida mineral, vegetal o incluso animal que están también en él. El hombre está en un suelo, al modo de las piedras y las plantas; se mueve en ese suelo al modo de los animales; y desborda y supera dicho suelo, como sólo él puede hacer, al modo de la cultura, como hacedor de su propio modo de ser, como lo que consiste en trascenderse.

Así que nuestro sustrato cultural es antes escape y extensión que cimento, como contrariamente suele imaginarse. Abona su propia fuga, o sea, es alimento para la aventura. Resulta un oxímoron por tanto (y aquí solo puedo apuntar a este tema que no puedo desarrollar en estas breves líneas) hablar de “identidad” nacional, porque eso o no existe o si existe a la fuerza nos sitúa por debajo de aquello que podemos ser, privándonos del carácter trascendente del ser humano. Por eso los discursos que apelan a “identidades nacionales o culturales” constituyen no ya mitologías, sino todavía menos, un mero sustrato inorgánico donde nos anclamos para, si persistimos en dicho anclaje, acabar muriendo tornándonos no ya simples animales, sino plantas o minerales.

Pues bien, en el “nutriente” que hemos escogido, sin los debidos matices y revisiones de otras civilizaciones, en el “centro” que todavía late en nosotros, en la maravillosa civilización griega, se tornó consciente lo inconsciente, por emplear la analogía con el psicoanálisis. Es decir, sus fuerzas, comenzaron a operar como tensiones creadas, sobre todo, en el giro sobre sí, en el pliegue interrogativo sobre uno mismo.

Se abordó la totalidad de la naranja por medio de su piel desgajada como clave. Esto quiere decir que tanto el lenguaje como la realidad a la que hacían referencia estas incipientes operaciones del intelecto cultural eran “mundos” resecos, una suerte de esqueletos o estructuras lógicas que pretendían sustituir a la realidad, para matematizarla o tornarla conceptos o ideas. Desde estas lógicas y estructuras “ajenas”, en un pensamiento que se esfuerza por erradicar sus imágenes, se podía disponer del mundo con calma. Es un proceso en el que yo no puedo precisar mucho, por mi carencia del necesario conocimiento filológico de la lengua griega. Solo puedo hasta cierto punto apoyarme en argumentos de quienes sí la han conocido bien, como fue Jaeger, señalando su progresiva “filosofización”, en el cuerpo filosófico, en el esquema, que fue emanando de los poderosos vocablos e imágenes impresionantes, terribles, sobrecogedoras, del mito.

Por supuesto el mito nunca desapareció. De hecho, el prestigio de la filosofía entre los griegos, la seductora presencia de la retórica en su cultura (palabra tornada “útil” por su belleza y capacidad persuasiva), el amor por la belleza y la poesía, fueron fantasmas del mito que aún hoy nos acompañan. Están presentes siempre que se requiera de un plus de irradiante magnetismo en los conceptos y teorías, en el mismo halo y admiración que podamos sentir ante la ciencia, en su evidente fuerza estética. Porque nos movemos a fuerza de mito. Los mitos proporcionan un horizonte que añadimos los seres humanos a nuestra existencia, como si tuviéramos la innata necesidad de proyectar o de poner frente a nosotros algo. Es lo que explica que el hombre tienda a crear religiones, pero también arte y, por supuesto, ciencia, lo que le hace dinámico, moviente, aventurero. Su innata voluntad de trascendencia que parece contradecir la otra cara de los mitos como pegamento social, como lo que da cohesión e impermeabilidad a un pueblo. De nuevo, carezco aquí de conocimientos, pero sería interesante discernir ambos elementos, en su aparente contradicción, conservador y trascendente, en distintas mitologías.

Esta cultura griega que de manera insólita pretendió escapar de sus mitos, se giró sobre sí misma, para “mirarse”. Postuló una suerte de distancia entre el pensamiento y quien piensa, que sin adquirir todavía en muchos casos el tinte de dos polos bien diferenciados, como en la Modernidad, trata de alzarse sobre lo propio, sobre lo que uno es, de generar una separación para mirar mejor, sin escindirse todavía como haría siglos después la filosofía cartesiana. El efecto de este movimiento que, propiamente, ya es “pensamiento”, fue, si seguimos el relato de Jaeger, la cosificación, la objetivación de tres dimensiones ónticas que otrora permanecían en profunda ligazón. Estas dimensiones, que ahora obran lúcidamente, es decir, conscientes de su propio obrar y de sus fines, son las que señalábamos al principio: logos/razón/pensamiento o filosofía, por un lado, educación/pedagogía/didáctica, por otro, y política, finalmente. Esto ocurre cuando pensar resulta, en los albores de la filosofía, una tarea que aspira a despojarse de los viejos caldos y hervores del conocimiento chamánico, que se presupone “fría”, palabra que tiende a ir enfriándose, aun cuando en los hombres que la producen no desaparecen las más viejas razones del corazón, o formas más intuitivas, a-lógicas o emocionales de conocimiento. El hombre se despoja de lo que le da miedo, de lo que parece superarle, de las poderosísimas inercias del mito, y solo en alguna medida lo logra, o funda esta ilusión de haberse emancipado de sus mitos.

Pero primero, esta desnaturalización del pensamiento había creado una nueva dimensión existencial y ontológica: la historia. El hombre “crea” la historia y se sabe, desde esa recién nacida capacidad de mirarse postulándose en un punto externo a sí mismo, temporal, cambiante hasta lo más íntimo de sí, como ser ligado al tiempo. Descubre su historicidad. Vimos este pasado verano que así lo señalaba Jaspers. Emerge como animal racional a la vez que histórico. Pero la historia significa mucho más. Su presencia, la historicidad una vez es asumida cuando van “aclarándose” los mitos, opera una desnaturalización de los pregnantes procesos por los que los niños iban encarnando los valores “eternos” de su cultura, su apasionado heroísmo, sus lances, su épica.

Por esta necesidad de tenerse que creer y naturalizar “a la fuerza” unos contenidos culturales alejados, ajenos y humillados en su historicidad, desnaturalizados en su incorporación a los hombres y mujeres, tornados históricos, relativos, la pulsión de re-naturalizarlos que pende sobre nosotros creó en el mundo otra esfera existencial: la educación. Pensar fue la condición para que pudiera darse la educaciónUna dimensión otrora natural, también es ahora histórica, es decir, tornada un “algo” aparte y ya relativo, no eterno, y en esa historización, emerge, nace. El proceso automático, inconsciente, natural, se ha convertido en esfuerzo, planificación, vinculación consciente con los contenidos y el conocimiento guardado por la propia cultura.

Nace el hombre educable que es el que ha “fabricado” su libertad al tomar distancia del (su) mundo cultural, adquiriendo conciencia de su relatividad. Ahora se sabe necesitado de valores y mitos y de que, en su indigencia, ha de absorberlos. La paideia es el producto de esta cosificación de la cultura, que al desnaturalizarse, obliga a un proceso racional educativo para su re-naturalización o encarnación en el sujeto. La educación se torna “racional” y manifiesta una cualidad deliberadamente formativa. Nos hemos de dar forma “racionalmente”, a posta.

Todo lo que antes se daba de un modo no consciente, implícito, automático o inercial, ahora debe pasar el tamiz del logos, debe pronunciarse ese proceso, debe mirarse, y por ello pensar crea la necesidad de ser educados. Se presupone, en el caso griego, un orden que nos ordena, que debe ordenarnos, y educarse consiste en ordenarse según dicho orden cósmico. Dewey va a desarrollar certeramente esta relación por la que este modo de existir como persona libre, o sea, educable, equivale al modo en que se piensa distanciada y libremente el mundo. Educar es ir incorporando este orden y la aspiración al mismo en el niño, un orden que desde el pragmatismo del norteamericano, lo es porque funciona, porque ayuda a mejorar la existencia en todas sus dimensiones, no solo las materiales, porque mejora la vida en definitiva. 

Paulo Freire vinculará también educación y pensamiento, pero de un modo mucho más pormenorizado, con nuevos matices que el pensador norteamericano, que hoy deberíamos recuperar en la pedagogía. Pero en realidad, esta conexión entre pensar/conocer y educar-se (ponerse en disposición de pensar/conocer, realizar y actualizar al ser pensante en una especie de inversión del cogito cartesiano por el que la existencia es lo primero y desde lo que se llega a lo que llamamos conocer o pensar), es algo implícito muchos filósofos, el hecho de que pensar ya nos modula y forma en su actividad, dispone las condiciones (existenciales y metódicas, ambas) para educarse o incluso forja un carácter equilibrado y racional. Pensar será una forma de ser (la de toda una civilización), una forma de ser que hay que conseguir a conciencia y que en el caso de Freire vendrá dada primero por la pura existencia de los hombres, por su vida, y en su momento epistemológico, por la puesta en común mediante el diálogo de los puntos de vista hasta adquirir un lenguaje común (científico) capaz de explicar (conciencia crítica, concientización) la propia forma de vida.

Es decir, Freire, entre otros, nos enseña que hay una conexión entre pensar y modificar la propia existencia, que necesariamente ha de darse dialógicamente, porque si permanecemos en el sujeto individual no podemos superar las estrechas fronteras de un pseudopensamiento subjetivista. Pensar es hacer mundo, conocer el mundo (“leerlo” primero y verbalizar, tornar consciente lo cultural; tomar distancia dialógicamente con la ayuda del “otro” que nos aporta su lenguaje; y explicarlo desde la esforzadamente lograda “objetividad” de la ciencia ahora ya vivenciada). Frente a esto, el pensamiento desconectado de su mundo crea la ilusión de una falsa objetividad ante cuyas inercias el sujeto no se muestra consciente. Aunque al sujeto las “verdades” le parezcan inmutables (en una fatal vuelta de lo histórico a lo natural pero sin la mediación del pensamiento o la educación en un sentido liberador que forme al hombre de un modo lúcido y cabal), eso no pasa de ser una mera ilusión, porque en realidad lo que sufre es la ceguera por la que no puede ver las realidades subyacentes u ocultas bajo la máscara de una falsa objetividad. La pedagogía de Freire es, de hecho, el arduo esfuerzo que al educarse hacen los hombres por “conquistar” el/su mundo y vincularse a la realidad conscientemente, por ser dueños y hacedores de su conocimiento, por ir pensando lo que se va haciendo; el sujeto y su mundo en consciente interrelación. O, dicho de otro modo que nos evoca la base también existencialista y fenomenológica de Freire, al educarse/pensar la conciencia ilumina su dirección, hace visibles los intereses que la movilizan, por qué “mira” y “comprende” de tal manera el mundo.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2017/12/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html

Fuente de la Imagen:

https://sites.google.com/site/profangelecheverria/filosofia-de-la-educacion-1

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España: El futuro de la educación musical se debate en Berklee Valencia

España / 29 de octubre de 2017 / Autor: César Campoy / Fuente: Las Provincias

Escuelas de todo el mundo se dan cita en la capital del Turia para marcar las líneas docentes de la próxima década

«Por primera vez se va a celebrar en Valencia un encuentro de esta dimensión tan internacional. Escuelas asociadas a Berklee, presentes en todos los continentes, todas ellas punteras en temas de formación musical van a debatir sobre el futuro de la educación a nivel global», así de contundente se muestra María Martínez, directora de Berklee College Music en su campus de Valencia, el mismo que, desde hoy y hasta el 26 de octubre, acogerá una cumbre mundial en la que debatirán, sobre el futuro de la educación del sector, miembros, presidentes y representantes de medio centenar de instituciones, universidades y escuelas de artes escénicas de países como Hong Kong, India, Malasia, Australia, Japón, Corea, Países Bajos, Irlanda, Alemania, Francia, Reino Unido, Grecia, Israel, Ecuador, Colombia, Argentina, Estados Unidos o España.

Durante tres días, y en sesiones maratonianas, diversos profesionales compartirán conocimientos y experiencias, y asistirán a numerosas conferencias magistrales. Entre los nombres más destacados, el de Roger Brown, el director de Berklee a nivel mundial, o el de Manolo Díaz, figura histórica de la industria discográfica iberoamericana y, en la actualidad, peso pesado de los Grammy Latinos. «Berklee se encuentra, en la actualidad, en pleno proceso de materialización de la nueva visión para 2025, en la cual la importancia de la presencia global está en su visión de futuro. Nuestro objetivo es el de desarrollar un foro de debate para plantear novedades en el mundo de la educación. Berklee siempre ha sido líder de opinión, en tecnología musical… tenemos la escuela de formación online más importante del mundo, y no paramos de innovar. Queremos que el resultado de estas conversaciones sirvan, también, de guía o modelo de ejemplo para cualquier docente del mundo», añade Martínez.

Este Global Summit se convertirá, así, en el primer y único campus realizado fuera de los Estados Unidos, según la organización, y forma parte del plan de expansión en Europa de la institución, como confirma su directiva: «Valencia se ha posicionado como una escuela de referencia en el continente. Estamos muy activos en la relación con conservatorios y con la industria musical. Además, estamos convencidos de que este evento servirá para darle a la ciudad una mayor dimensión internacional». La cita se clausurará, el día 26, con un concierto abierto al público a cargo de alumnos del centro.

Fuente de la Noticia:

http://www.lasprovincias.es/culturas/futuro-educacion-musical-20171024001433-ntvo.html

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