Begoña Ibarrola: “No hay que blindar a los hijos frente a los problemas sino darles recursos”

Por: Educación 3.0. 

Comenta la psicóloga y escritora Begoña Ibarrola que las emociones son un ingrediente de nuestra vida diaria, que dan color a nuestras experiencias y que son el pegamento de nuestros recuerdos. Es por ello que estas reacciones psicofisiológicas del ser humano no hay que dejarlas de lado en un momento como el que estamos viviendo. Los niños deben aprender a gestionar los sentimientos que les produce esta crisis sanitaria y aprender a convivir con ellos.

En su último libro, ‘¡Estoy muy enfadado! Cuentos para gestionar frustraciones’, Ibarrola recopila una serie de relatos en los que los protagonistas sienten frustración, miedo o rabia. Una buena forma para que los más pequeños se sientan identificados y aprendan cómo afrontar las distintas situaciones de la vida de la mejor manera posible.

Pregunta: Inmersos en la crisis sanitaria actual, ¿cómo pueden las familias gestionar las emociones que les genera esta situación?

Respuesta: Es en estos momentos donde se valoran más determinadas habilidades emocionales que no se improvisan, sino que han debido ser desarrolladas antes. Como la educación emocional es un factor de prevención primaria inespecífica, en la situación actual sirve como escudo al miedo, al estrés, a la depresión o a la ansiedad, sin negar las emociones, pero sabiendo cómo enfrentarse y salir de ellas. Las principales lecciones emocionales se dan a través del ejemplo: conciencia de las emociones, autocontrol, optimismo, resiliencia, empatía, solidaridad… se pueden aprender, ahora en familia, y después en la escuela.

Estoy completamente segura de que los niños que han recibido educación emocional y los adultos que se han ocupado de desarrollar su inteligencia emocional se consideran ahora unos privilegiados porque tienen herramientas para hacer frente a las dificultades y los retos actuales. Si no lo han hecho antes, este es un buen momento para desarrollar el autocontrol, aprender a entrar en calma, poner límites y normas que favorezcan una convivencia pacífica durante tanto tiempo y en el mismo espacio, y procurar estrategias para resolver los conflictos que vayan surgiendo.

No podemos blindar a los hijos frente a las dificultades, es preciso darles herramientas como la confianza en sus propios recursos internos, la confianza en las personas que le rodean y que le quieren, y sobre todo, una visión optimista y realista de la situación.

niño enfadado

P: En estos momentos, ¿la lectura puede convertirse en una buena vía de escape?

R: Es un recurso fabuloso en estos momentos tan difíciles porque permite al lector  ‘salir de casa’ o ‘viajar’ a través de la imaginación. De este modo, se convierte en uno de los recursos más terapéuticos y que está al alcance de todo el mundo. Además, dedicar un momento a la lectura todos los días puede convertirse en un medio para aislarse de la realidad de forma consciente, favoreciendo la introspección y el descubrimiento de uno mismo.

“Los niños que han recibido educación emocional tienen herramientas para hacer frente a las dificultades y a los retos actuales”

P: Los cuentos que aparecen en su nuevo libro están indicados para gestionar frustraciones, ¿de qué forma pueden los niños aprender a controlarlas a través de estos relatos?

R: Los cuentos enseñan sin ser lecciones, orientan sin dar consejos y permiten vivir las experiencias de los personajes en primera persona, por lo tanto, favorecen el conocimiento del mundo emocional personal a través de las vivencias de los personajes. Además, el lector hace un puente natural entre lo que viven ellos y lo que está viviendo él, permitiéndole sentir lo mismo, pero desde una distancia de seguridad.

Tras leerlos, los niños comprenden con más claridad diferentes emociones, aprenden que hay diferentes maneras de expresarlas, diferentes causas de frustración y las consecuencias negativas de reprimirla, pero también aprenden que hay recursos internos y externos que les pueden ayudar a gestionar esa frustración sin que peligre demasiado su bienestar emocional.

Una lectura atenta de cada uno de los cuentos, que son muy diferentes entre sí, ofrece pautas, tanto a los niños como a sus familias, para aprender a gestionar las frustraciones y a salir de la rabia o el enfado. Con este objetivo se han añadido varios ‘tips’ para educadores y familias al final de cada cuento.

familia leyendo un cuento

P: ¿Hay alguna manera especial de leer estos cuentos a los niños?

Ninguna. Solo es necesario crear un estado de relax que potencie la escucha, un momento de calma, que permita al niño atender durante un tiempo si es que alguien se lo lee, o leer hasta el final el cuento si lo está leyendo él. Después de su lectura se puede comentar o no, no siempre es necesario. Muchas veces el cuento es como un caramelo que se deshace en la boca y solo transforma al lector cuando lo ha ‘degustado’, cuando se ha ‘disuelto’ en su mente. Hay cuentos que obran la magia del cambio solo después de un tiempo, no al momento de haberlo escuchado o leído, por eso no hay que forzarle a encontrar una moraleja, ya aparecerá en su mente en el momento oportuno.

“Aprender a manejar la frustración ayuda a los niños a enfrentarse de forma positiva a diferentes situaciones de la vida”

P: ¿Cuáles son los aspectos fundamentales que los niños aprenden tras leerlos?

R: Pueden aprender a conocer mejor sus emociones y a conocerse mejor a ellos mismos a través de los personajes; también van a ver, de forma a veces exagerada, que todo tiene consecuencias. El humor para mí es un recurso fabuloso pues al exagerar las situaciones y las respuestas de los personajes el niño puede verse reflejado, aunque no sea con la misma intensidad. Aprender a reírse de uno mismo, aceptar que no somos perfectos, que podemos cometer errores y a pesar de todo somos personas maravillosas, es un buen aprendizaje también.

Pero, sobre todo, el niño se da cuenta de que hay otros muchos niños que experimentan lo mismo que ellos y eso da mucha tranquilidad. Comprenden que, de toda situación se puede salir, incluso de una rabieta, de una frustración, pero los aprendizajes que conllevan son importantes como por ejemplo, comprender que todo en la vida no lo pueden elegir, no lo pueden controlar, y eso les va a servir de enseñanza para toda su vida. Aprender a vivir implica aceptar lo que no podemos cambiar y centrar nuestra energía en aquellos cambios que sí están en nuestra mano.

“Las emociones son un ingrediente de la vida diaria y el pegamento de nuestros recuerdos”

P: En uno de los cuentos se reflejan algunos de los problemas que surgen cuando hay un exceso de protección a los niños, ¿en qué puede derivar una sobreprotección en los menores por parte de los adultos o los docentes?

R: Por supuesto la misión de la familia y de cualquier educador es proteger al niño y no poner en riesgo su seguridad, pero también lo es ayudarle a que crezca y a que se desarrolle como una persona feliz. Para ello, no se debe confundir protección con sobreprotección. Cuando un niño no aprende a enfrentarse a las dificultades, porque los adultos que le rodean se las quitan del paso, puede surgir en él un sentimiento de incapacidad, y pueden aparecer miedos irracionales, ansiedad ante los cambios o una tensión casi continua provocada por la propia ansiedad y por los miedos de los adultos.

Aprender a manejar la frustración y a convivir con este sentimiento molesto ayuda a los niños a enfrentarse de forma positiva a diferentes situaciones de la vida y a superar los obstáculos con buen ánimo. Ello mejora su autoestima y resiliencia, favoreciendo su bienestar emocional.

emociones

P: ¿Qué le sugieren estas tres palabras? Emociones, control y frustración

R: Emociones: reacciones que nos permiten dar respuestas flexibles, adaptadas a la situación. Es un ingrediente de la vida diaria, dan color a nuestras experiencias y son como el pegamento de nuestros recuerdos. Son polivalentes, todas ellas legítimas, cada una nos aporta una información valiosa, pero debemos aprender a expresarlas de forma adecuada.

Control: debemos diferenciar control de represión, que a veces se confunde. Si regulamos la expresión de las emociones no nos iremos a los dos extremos peligrosos: la explosión emocional, que hace daño a los demás, y la implosión emocional, fruto de la represión, que hace daño a uno mismo.

Frustración: no se puede evitar, está y estará presente a lo largo de la vida. El malestar emocional que produce es natural y debemos aceptarlo, pero no abonarlo ni hacerlo más grande con nuestra atención. La clave está en cómo salir de ella y cómo proyectar en nosotros emociones positivas, que nos ayuden a transmutar las negativas, sabiendo que ambas son necesarias y cumplen funciones diferentes.

Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/entrevista-begona-ibarrola/

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Los beneficios de crecer, aprender y jugar en familia

Por: Educación 3.0.

Adriana Dern, responsable de proyectos educativos de ROBOTIX, reflexiona sobre la necesidad de que las madres y los padres hagan crecer a sus hijas e hijos en un entorno de crianza lúdico. Gracias a esta acción se favorece la creación de vínculos más estrechos, al tiempo que los más jóvenes se sienten más queridos, fomentan sus habilidades cognitivas, expresan sus emociones…

beneficios de crecer, aprender y jugar en familia

La forma en que criamos a nuestras hijas e hijos es importante. No sólo por el tipo de personas que son en ese momento, sino porque también determina en lo que se convertirán. Dentro de este contexto, crecer en un entono lúdico alienta a los progenitores a jugar en familia con sus hijas e hijos. Esto implica involucrarse en su educación y hacerlo en un ambiente más alegre y creativo. Además, fomentando esta forma de enseñanza las familias crean vínculos estrechos.

Aunque es bastante tentador dejar que jueguen solos, el juego en familia tiene más beneficios. El juego es una herramienta poderosa que las niñas y los niños usan para descubrir el mundo y aprender. También es posible utilizar, por otra parte, esta misma herramienta para ver el mundo a través de sus ojos y comprender su forma de entenderlo. Entonces, ¿qué beneficios tiene la crianza lúdica en el crecimiento de los pequeños?

jugar en familia

Criar y educar en un entorno lúdico, ventajas principales

Se pueden resumir en estos cinco puntos:

Expresar y comprender emociones complejas

Según la LEGO Foundation: “Los juegos de rol entre padres e hijos son un espacio ideal para el análisis de sentimientos y la ejecución del razonamiento”. Los niños y las niñas no entienden sus emociones y, por eso, combaten para expresarlas. Por lo tanto, jugar con ellos les ayuda a expresarse mejor de lo que lo harían en circunstancias normales.

Sentirse seguros y queridos

Pasar tiempo lúdico con nuestras hijas e hijos es una forma de comunicarles que nos gusta estar con ellos. Esto hace que se sientan queridos y les ayuda a ganar confianza. Un niño que está seguro del cariño de sus padres puede asumir cualquier cosa. Sentirse querido no solo es un sentimiento que los adultos anhelan, los niños también necesitan sentirse seguros y queridos.

Ayuda a conectar

¿Qué mejor manera de conectar con nuestro hijo que descender a su nivel y ver el mundo como él lo hace? Esto significa que estamos participando genuina y decididamente en su mundo y que nos interesamos por entenderlo. Así se crean fuertes lazos y les ayuda a desarrollar habilidades emocionales y sociales. Una relación sana con los padres es una base muy importante para su crecimiento. Esta relación sienta las bases de la personalidad y el comportamiento general del infante.

jugar en familia

Fomenta importantes habilidades cognitivas

Los niños aprenden la relación causa y efecto jugando con sus padres, una habilidad cognitiva muy importante. Por ejemplo, aprenden lo que hacen ciertos instrumentos musicales o juguetes al observar a sus padres jugar con ellos. Esto favorece su cognición y puede suceder de una forma muy temprana si las familias son partícipes de su tiempo lúdico.

Aprendizaje de habilidades sociales

De acuerdo con LEGO Foundation señala que los intercambios e interacciones mutuas durante el tiempo de juego les ayudan a construir conexiones neuronales. De esta forma, desarrollan habilidades sólidas de comunicación y de tipo social. Por otro lado, serán capaces de captar las señales sociales y les será útil incluso en su vida adulta.

Aunque el mundo es un lugar bullicioso y siempre estamos ocupados, se puede sacar tiempo para lo importante. La paternidad lúdica no significa necesariamente que se renuncie al trabajo para jugar con nuestros hijos todo el día. Se trata de ser conscientes de su necesidad de atención y corresponderles. ¡Feliz juego!

Cómo fomentar la crianza lúdica en casa

Desde ROBOTIX, fomentamos las soluciones LEGO Education. Son ideales para para aprender y jugar en familia. Basadas en los conocidos bricks LEGO, fomentan el aprendizaje y la diversión en todas las edades: Infantil (de 1 a 6 años), Primaria (de 6 a 12 años) y Secundaria (a partir de 12 años). Entre ellas, destacan los kits de robótica: mediante la construcción y la programación se divierten al tiempo que trabajan de forma interactiva las habilidades básicas necesarias en su futuro laboral.

Fuente del articulo: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/beneficios-jugar-en-familia/120915.html

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Educación emocional en las escuelas: ¿sí o no?

Por: Mariana Otero. 

Es la estrategia pedagógica del momento, que busca mejorar el desempeño a través del desarrollo de habilidades emocionales. Se utiliza cada vez más en el mundo, pero no todos están de acuerdo: algunos afirman que persigue el disciplinamiento del sujeto.

os promotores de la educación emocional aseguran que más del 70 por ciento del “éxito” en la vida adulta depende de las habilidades emocionales desarrolladas en la niñez. Es decir que el aprendizaje estaría ligado indefectiblemente a las emociones.

La fundación Educación Emocional, que dirige el psicólogo Lucas Malaisi, promueve en la Argentina una ley de educación emocional (Corrientes y Misiones ya tienen la suya) para que todas las escuelas públicas desarrollen el conocimiento personal, la automotivación y la empatía, entre otras cosas.

El proyecto plantea la creación de un espacio, transversal y curricular para los alumnos, pero también espacios para que aprendan los padres y los docentes (fundacioneducacionemocional.org).

La educación emocional, que comenzó a difundirse en ámbitos educativos en los últimos años en la Argentina y en el mundo, busca educar las emociones, a las que se considera habilidades que permiten mejorar el desenvolvimiento social y los aprendizajes. Se basa en el autoconocimiento y en la autorregulación.

Diversos países la aplican en las aulas y hasta la incluyen en los lineamientos de sus políticas públicas. Pero, además, organismos internacionales como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) promocionan esta práctica como eficaz.

Quienes adscriben a esta idea argumentan que en los tiempos que corren es preciso promover las “inteligencias emocionales” y dejar atrás los esquemas de la escuela tradicional que pone el foco en el raciocinio.

Sin embargo, y pesar de que cada vez hay más evidencia científica del papel que juegan las emociones en la vida de las personas, no todos están de acuerdo en que es beneficioso implementar políticas y prácticas de educación emocional en los colegios.

Consultamos a dos especialistas para debatir por qué sí o por que no introducir la educación emocional en las escuelas.

Sí: una vida más plena

Iliana Bustos, abogada y coach profesional, explica que el mundo de las emociones de los seres humanos ha sido soslayado en la educación tradicional, anclada en el paradigma cartesiano de que lo privativo y distintivo del ser humano es la razón.

“En la actualidad, y en especial a partir de la difusión del concepto de inteligencia emocional planteado por Daniel Goleman, la temática vinculada al emocionar humano ha cobrado particular relevancia. De manera especial, y enfocada a obtener mejores resultados, se la considera seriamente en los ámbitos educativos, laborales, y en general en cualquier organización en la cual las personas interactúen”, plantea.

El concepto de inteligencia emocional, explica Bustos, hace referencia a la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos.

“Para Goleman, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales”, sostiene la especialista, quien asegura que estas teorías tienen jerarquía científica. “La clínica médica ha reconocido la directa incidencia del factor emocional, no sólo en la aparición y desarrollo de numerosas patologías, sino también en las posibilidades y alternativas de recuperación de enfermedades y mantenimiento de la buena salud. En cuanto a las capacidades y destrezas incluidas en el concepto de inteligencia emocional, estas revisten una influencia dirimente no sólo en el aprendizaje, sino también en todos los ámbitos del quehacer humano”, remarca. Y sostiene que las emociones predisponen a la acción.

En este sentido, puntualiza, el alumno que se asombra, se interesa y confía en sus capacidades aprende con rapidez y es capaz de retener nuevos conceptos y relacionarlos con otros ya conocidos. Es decir que puede gestionar de manera autónoma su propio aprendizaje.

“De igual manera, logrará relaciones sanas y productivas con sus congéneres y con sus maestros desarrollando un sentido de integración y participación no sólo en la escuela, sino en su vida en general”, plantea Bustos.

Y agrega: “Los beneficios de la inteligencia emocional en los niños y adolescentes son múltiples: la mejora de la conducta, la creación de una autoestima sana, hace a los niños y adolescentes más responsables, seguros y autónomos, ayuda en el bienestar personal y a desarrollar las habilidades sociales básicas para cualquier tipo de relación”.

Bustos remarca que, cuando las personas se conectan con sus propias emociones y aprenden a reconocerlas y gestionarlas de manera eficaz, “sus vidas adquieren una dimensión más plena, se potencian sus naturales aptitudes, obtienen logros más significativos en todas sus iniciativas y se convierten en personas más activas, felices y satisfechas con su vida”.

Para la especialista, el aprendizaje emocional debe iniciarse en los docentes. “Sólo quien puede reconocer y conectarse con su propio mundo emocional puede propiciar a que otro lo haga. El docente tiene que ser capaz de generar contextos emocionales propicios al aprendizaje, generar climas emocionales que despierten interés, atención y entusiasmo por aprender”, opina.

No: es disciplinamiento

Ana Abramowski, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, Argentina), explica que la “educación emocional” propicia que los individuos deban autoexaminarse con detenimiento para apaciguar y aplacar (regular) aquellas emociones que se encuentren confusas o se consideren negativas y, por lo tanto, dañinas.

Otro pilar de esta educación, dice, es el énfasis en lo positivo: tener actitudes y conductas positivas, construir relaciones positivas, crear climas positivos.

“Mi posición es contraria a las políticas y prácticas de educación emocional”, sostiene Abramowski, quien explica que discutir este tipo de educación no significa negar que la práctica educativa, el trabajo docente, la enseñanza y el aprendizaje estén atravesados por afectos y emociones.

“Discutir con la educación emocional implica poner sobre la mesa que no hay una única manera de concebir las emociones en su vínculo con la educación. Es imperioso considerar las emociones en su ambigüedad, atravesadas por relaciones de poder, contradicciones, ideologías, políticas y disensos”, remarca. Y agrega: “En lugar de aislar e intentar regular y acallar las emociones que circulan en las escuelas, en lugar de enfatizar el carácter adaptativo de la educación, considero preciso comprender por qué se producen unas emociones y no otras, cuánto pueden estar hablando de desigualdades e injusticias como así también de experiencias movilizantes y enriquecedoras”.

Estos son algunos de los argumentos de la investigadora de Flacso:

Esta clase de educación se centra en el disciplinamiento de los individuos. Lo emocional, lejos de explorarse, comprenderse y, por qué no, amplificarse, es sometido a la autorregulación. En este sentido, se trata de una educación con una fuerte impronta adaptativa.

El énfasis en las emociones positivas niega y obtura las emociones difíciles y poco clasificables (que se califican con el simple rótulo de “negativas”), emociones que forman parte de lo humano y cuyo destino no debería ser la simple regulación.

Para la educación emocional, las emociones son simples, transparentes, auténticas y están ubicadas en el yo. No tienen historia ni están atravesadas por relaciones de poder, condiciones materiales, ideologías ni políticas.

El énfasis de la educación emocional en el trabajo de autoexamen y autorregulación de los individuos deposita en cada persona la responsabilidad de su éxito o de su fracaso, de su alegría o de su sufrimiento. Por estos motivos, la educación emocional psicologiza, individualiza, descontextualiza y emocionaliza los problemas educativos.

Fuente del artículo: https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/educacion-emocional-en-escuelas-si-o-no

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Anna Carpena: “La regulación de las emociones influye en el rendimiento de los estudios”

Por Educación 3.0

Maestra especializada en el desarrollo de la inteligencia emocional y asesora en contenidos de educación emocional, Anna Carpena nos desvela en la siguiente entrevista las claves para desarrollar una adecuada educación emocional y cómo el profesorado puede ayudar a que los estudiantes gestionen sus emociones y descubran sus sentimientos. También nos explica las consecuencias que puede tener en el alumnado si esta gestión no se lleva a la práctica.

¿Cómo desarrollar una adecuada educación emocional?
Anna CarpenaPara desarrollar las competencias emocionales en los niños es necesario que la persona que educa esté educada. La educación emocional implica vivencias de interioridad para encontrarse consigo mismo, para conectar con las propias emociones y comprender la información que nos proporcionan, a la vez que también se conecta con el pensamiento y con los estados corporales que acompañan las emociones (éstas se manifiestan a través del cuerpo). Haber vivido experiencias de introspección es la base para orientar a semejantes. Aprender a gestionar lo que hallamos en nuestro interior es el siguiente paso, y todo ello nos prepara para el desarrollo de la inteligencia social.

La comprensión y gestión de uno mismo favorecerá el encuentro armónico con el otro, con los múltiples ‘otros’. Podríamos resumir el proceso de la siguiente manera: “Porque yo me conozco y me siento estoy en disposición de conocerte y de sentirte. Porque yo puedo regular lo que pienso y siento puedo acercarme a ti creando relaciones positivas”.

¿Cuáles son los pilares que la fundamentan?
Desde la psicología, hoy se reconoce la presencia permanente de las emociones en todo ser humano y la neurociencia nos aporta importante información sobre la posibilidad de tener acceso a la gestión del sentir. Por medio de investigaciones se ha comprobado que la regulación de las emociones influye directamente en el rendimiento de los estudios y en el trabajo, y ello favorece una sociabilidad éticamente comprometida.

La mirada humanista es el tercer pilar, necesario para mantener actitudes éticas. Ser competente en la autogestión de los estados emocionales y competentes en el conocimiento de las otras personas no debería nunca facilitar acciones de injusticia o de manipulación.

Según su experiencia, ¿cómo puede el profesorado ayudar a que los estudiantes gestionen sus emociones y descubran sus sentimientos?
La conexión y toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad emocional fundamental

Los requisitos indispensables son; un marco adecuado, sistematización de objetivos y contenidos y una práctica real organizada a partir de actividades programadas (a la vez que una permanente práctica educativa en la vida escolar). Sin embargo el proceso que se ponga en marcha no tendrá sentido si queda cerrado en un aprendizaje de técnicas sin ir acompañadas de una reflexión y orientación que contribuyan a un compromiso con el bienestar colectivo y no solo el bienestar y plenitud individual.

La conexión y toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad emocional fundamental. Para que sea posible integrar emoción y conciencia hay que orientar al alumnado en la adquisición de la habilidad de sentir de manera consciente y en la capacitación para ponerle nombre. Con la práctica, se puede desarrollar una habilidad automática que identifique constantemente qué se está sintiendo y tener automatizadas acciones de autogestión, o control interno, permitiendo autoajustar el comportamiento.

El clima emocional favorecerá, o no, el desarrollo de la educación emocional. Un clima adecuado es aquel en el que todos los alumnos saben y sienten que importan, donde cada uno es reconocido y escuchado y existen fuertes vínculos afectivos entre todos los miembros del grupo. En este marco el profesorado ofrece modelos sólidos de inteligencia emocional y tiene autoridad moral.

¿Y en el caso de las familias?
La familia que acepta las emociones de sus hijos, les ayudan a hablar de ellas y les ofrecen apoyo afectivo está poniendo las bases para su competencia emocional. Para ello han de interesarse realmente por cómo se sienten, sin juzgar, ni negar, ni prohibir ningún sentimiento. Niños y niñas necesitan que se les reconozca y valide su sentir. Solo con la aceptación se contribuye a la gestión emocional.

La familia que acepta las emociones de sus hijos, les ayudan a hablar de ellas y les ofrecen apoyo afectivo está poniendo las bases para su competencia emocional

Mamás y papás han de tomar conciencia de que son modelos emocionales y que los hijos reciben directamente el tono emocional que se vive en casa. Por ejemplo, si los padres son optimistas o pesimistas, o si muestran agresividad en su trato con amenazas y gritos, los niños tendrán el mismo estilo emocional como base de su actuación. Dado que muchos adultos todavía no han conseguido personalmente la capacidad de autorregularse, sería conveniente plantearse poner en marcha este aprendizaje. Las escuelas de padres pueden ser un buen espacio para este propósito.

Echa en falta una mayor presencia de los programas de educación emocional en las escuelas, o quizás ahora se es más consciente de su importancia?
En los últimos años hay un interés generalizado por la inteligencia emocional, sin embargo el desarrollo de este potencial humano, en su totalidad y de manera sistemática, se está asumiendo muy lentamente en el sistema educativo. En algunos sectores, con el temor de contribuir a crear debilidades, todavía se opina que la educación de esta vertiente humana es una forma “blanda” de educar aunque la realidad ha demostrado que este trabajo, riguroso y sistematizado, conducido por profesorado emocionalmente inteligente, aumenta las fortalezas personales, emocionales, cognitivas y ejecutivas.

¿Qué peligros corremos si no logramos que los estudiantes aprendan a gestionar sus emociones?
No trabajar la competencia emocional significa no desarrollar aquellas capacidades que contribuyen a que las emociones vayan a favor y no en contra de uno mismo, lo que tiene repercusiones no solo a corto plazo, en el ámbito escolar, sino que repercute en la edad adulta. A la vez, no tener capacidad de autogestión compromete la capacidad de tener y sostener relaciones satisfactorias. La educación emocional puede prevenir, entre otras, situaciones de adición, ansiedad, depresión, agresividad, bullying y conductas de riesgo.

Por último, un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
– Emoción: estado orgánico que conduce a la acción como respuesta a estímulos ambientales o internos. Su función es la supervivencia.

– Empatía: capacidad para comprender a otra persona y sentir sus sentimientos. Conduce a la compasión y a la conducta prosocial.

– Escuela: debería ser un espacio para realizarse satisfactoriamente como persona.

– Inteligencia: facultad de percibir y comprender el medio y las habilidades de interacción e intervención en él de manera adaptativa y constructiva. Implica múltiples factores, uno de ellos es el autoconocimiento y la capacidad de autogestión.

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/anna-carpena-regulacion-emociones/74707.html

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