Resiliencia alimentaria en Guatemala o vivir en peligro

Por: Beatriz Villarreal. 

 

Luego del ataque a las torres gemelas en Estados Unidos los países que eran parte del proyecto político de la modernidad, las instituciones  democráticas  y las políticas públicas comenzaron a vivir en peligro. Antes de esto, la meta era la búsqueda de una vida plena y segura para toda la población. A partir de esa fecha se impuso a nivel global, cada vez más, en cada país “modelos reducidos” que nos condicionan a vivir en peligro. El peligro se convirtió en parte de nuestras vidas, vivir, convivir y remontarlo con planes específicos. Las instituciones sociales han tenido que ubicarse progresivamente en un medio social  que tienen que tomar estas adversidades como una característica  que es parte del proceso a construir por las personas y los pueblos  en todo el mundo, desarrollando nuevas competencias para vivir en este contexto. Lo cual requiere de sujetos capaces y conscientes de este proceso, haciendo responsables a los gobiernos para que enfrenten además de esto problemas sociales, secuelas como  la destrucción y el deterioro del ambiente como es el caso de Guatemala.

De ahí en adelante se definió un nuevo término que es la resiliencia. Se le define como el realismo del peligro planetario, pues ya no hay retorno a la seguridad a la que  aspiraban las sociedades. La inestabilidad y la inseguridad se han convertido en la norma de los sistemas complejos, que hace que la supervivencia sea una responsabilidad individual y dependa de la madurez y de la razón colectiva que podamos alcanzar.

Respecto a la difícil situación alimentaria en Guatemala el Estado es el responsable de proteger a los sectores afectados por el hambre. Los gobiernos deben responder con un  adecuado manejo y coordinación de las  instituciones gubernamentales  como el Ministerio de Desarrollo, El Ministerio de Agricultura, La Secretaría de Salud Alimentaria, La Facultad de Agronomía de la USAC, La Escuela de Alimentos del Centro Universitario de Mazatenango, entre otros, para hacer realidad y asegurar los programas  de producción,  elaboración y distribución de alimentos a la población deficitaria, así como para eliminar los riesgos ocasionados por ejemplo por fenómenos ambientales como es la sequía de este año 2018. Las consecuencias en las pérdidas de cosechas de maíz y frijol de la población de más escasos recursos ya es una realidad. Las demandas de alimentos aumentan ante la imposibilidad de la cuarta parte de la población de obtener una alimentación saludable y nutritiva para todos sus miembros y en especial para los niños. Este problema al no ser resuelto a tiempo y adecuadamente por el gobierno, a pesar de contar con información, multiplicó la  gravedad de esta situación y demostró la incapacidad del gobierno actual para resolver esta grave situación.  Otros ejemplos más generales  para el cambio climático con la escasez de lluvias en lugares como Chiquimula,  afectan desde hace años a la población más desnutrida de ese departamento. El Ministerio de Ambiente no ha dado respuesta alguna ni ha reforestado, sino que más bien la producción de alimentos se ha venido reduciendo significativamente en ese departamento.

Según la definición de resiliencia la capacidad para hacer frente a esta vulnerabilidad tiene que anticipar  adecuadamente los efectos adversos  para  resistirlos, enfrentarlos y poder recuperarlos. Tomar en cuenta las posibilidades de ocurrencia de desastres naturales y sociales como parte del quehacer de la política púbica pública para incrementar la respuesta a esa limitación por las comunidades afectadas para superar, en nuestro caso, problemas tan profundos e históricos como el hambre y la desnutrición, por nosotros mismos y apoyados en la solidaridad internacional de países e instituciones como la FAO. Esto sería desarrollar capacidad para el manejo correctivo y futuro de los riesgos, teniendo como premisa no exponer de manera deliberada  la vida de muchas personas y sobre todo desterrar la desnutrición profunda que no permite un crecimiento saludable y adecuado de gran parte de la población que vive en pobreza extrema en las regiones más alejadas del país. Esto es lo que la hace tan vulnerable a este país.

El grupo del Banco Mundial pretende erradicar la pobreza extrema en todo el mundo en el año 2030. En el año 2015 el porcentaje de pobreza extrema a nivel mundial era del 10%. De 1990-2015 -25 años- se logró superar la pobreza en mil millones de personas y actualmente faltan 736 millones que subsisten con $1,90 al día. En los países de ingreso medio, como Guatemala, el 25% de la población subsiste con $3,20 al día. Son aproximadamente 24 quetzales al día por familia para educación, electricidad, agua y saneamiento. Los más afectados son los niños y las mujeres, suman  casi 4 millones de guatemaltecos.

Es una cifra significativa. Esto le genera una incapacidad crónica a importantes grupos de personas de obtener lo mínimo para subsistir al no ser son tomadas en cuenta por las políticas públicas para la formación de capital humano, con inversión en programas alimentarios o de salud. Hay que destacar que por los escasos resultados de los esfuerzos hechos en esta materia por los últimos cuatro gobiernos (20 años), Guatemala no es incluida en el grupo de los 28 países pioneros en proyectos para la formación de capital humano, que son programas requeridos para preparar a la población para el futuro, lo que le genera mayor vulnerabilidad. Es importante señalar que el grupo del Banco Mundial ha logrado establecer la existencia de una relación directa o correlación entre aspectos como la salud y la educación con el crecimiento económico. Lo que para el caso de Guatemala permite obtener una conclusión en el sentido de que esa correlación no existe. O sea que para el sector económico no es prioritario la formación un buen recurso humano sano y educado.

Las resultados del actual gobierno comparados con las cifras anteriores son similares a las de hace veinte años. Se siguen muriendo niños por hambre y por desnutrición grave. Por año las cifras son iguales o van en aumento.  Esto significa que es muy poco lo que se ha hecho. No hay ningún avance en las medidas gubernamentales. Puede decirse que este no es un gobierno que tiene la voluntad, decisión política y vocación de resolver esta catástrofe. Pareciera que vivimos de la caridad de instituciones internacionales y no de las políticas públicas que son responsabilidad de cada gobierno y de sus gobernantes. El balance por las cifras que se muestran es muy negativo. Para este país la educación, la alimentación y la salud de la población no son la prioridad. De continuar así el peligro será nuestra ruta para los próximos años y décadas.

Fuente del  artículo: http://elsiglo.com.gt/2018/11/05/resiliencia-alimentaria-en-guatemala-o-vivir-en-peligro/

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Según Informe de ONU Indígenas, niños y mujeres son los más expuestos hoy a la pobreza y desnutrición crónica en América Latina y el Caribe

América Central/ Panamá, 13 nov (PL)
Indígenas, niños y mujeres son los más expuestos hoy a la pobreza y desnutrición crónica en América Latina y el Caribe, dado el nivel de desigualdad que persiste en estas poblaciones, reveló Naciones Unidas.
Según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, presentado recientemente aquí, la desnutrición crónica afecta al 42 por ciento de los infantes hondureños que viven en hogares de bajos ingresos, cifra que en el caso de Guatemala alcanza el 66 por ciento.
Panorama que en la población indígena y rural de la región tiende hacer mayor, al punto que en Belice, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Surinam superan en más del 50 por ciento las tasas observadas en las zonas urbanas.
‘La desnutrición crónica tiene estrecha relación con las desigualdades y la pobreza, pero también el sobrepeso está afectando de manera creciente a los niños y niñas más pobres’, expresó la directora de Unicef para América Latina y el Caribe, María Cristina Perceval.

Precisó que justamente son los infantes los que más se enfrentan a condiciones de alta vulnerabilidad social y económica, además de sufrir el acceso inequitativo a servicios de salud y a dietas saludables.

De acuerdo con el informe de la ONU, 19 millones de mujeres sufren de inseguridad alimentaria severa, monto que supera en cuatro millones la tasa de los hombres, quienes registran menos incidencia de obesidad en relación con el sexo femenino.

‘La equidad de género es un valioso instrumento de política para reducir desigualdades, lo cual significa promover la igualdad en el acceso y control de los recursos del hogar, así como en las decisiones para empoderar a las mujeres’, afirmó el director del Programa Mundial de Alimentos para América Latina y el Caribe, Miguel Barreto.

En América Latina, el 8,4 por ciento de las mujeres padecen de inseguridad alimentaria severa con respecto al 6,9 por ciento de los hombres; mientras que, en 10 países de la región, el 20 por ciento de los niños y niñas más pobres sufren tres veces más la desnutrición crónica que igual porcentaje de la población infantil más rica.

A juicio del estudio, una de las principales causas del alza de la malnutrición en las poblaciones vulnerables son los cambios que sufren los sistemas alimentarios de la región, desde su producción hasta el consumo.

Resaltó que, si bien los sectores más excluidos de la sociedad aumentaron el consumo de alimentos saludables como leche y carne, muchas veces deben optar por productos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, debido a su menor costo.

Por ello, las organizaciones Panamericana de la Salud y la de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Programa Mundial de Alimentos, llamaron a los países a aplicar políticas públicas que combatan la desigualdad y promuevan sistemas alimentarios saludables y sostenibles.
agp/npg/cvl

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=228382&SEO=desigualdad-genera-pobreza-y-desnutricion-asegura-onu
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FAO: 6 formas en que los pueblos indígenas ayudan al mundo a lograr el #HambreCero

Agosto de 2017/Fuente: FAO

Constituyen sólo el 5 por ciento de la población mundial, sin embargo los pueblos indígenas son los guardianes esenciales del medio ambiente. Los territorios indígenas tradicionales abarcan el 22 por ciento de la superficie terrestre del mundo, pero el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta.

Un tercio de los bosques del mundo, cruciales para reducir las emisiones de carbono, son gestionados principalmente por pueblos indígenas, familias, comunidades y agricultores. Los alimentos cultivados por los indígenas son particularmente nutritivos. Además, son resilientes al clima y se adaptan muy bien al ambiente, lo que los convierte en una buena fuente de nutrientes en zonas con climas difíciles.

Sus formas y medios de vida pueden enseñarnos mucho sobre la conservación de los recursos naturales, el cultivo sostenible de alimentos y la vida en armonía con la naturaleza. Reavivar estos conocimientos que tienen su origen en un patrimonio y legado histórico es esencial para hacer frente a los retos a los que se enfrentan la alimentación y la agricultura hoy en día y en el futuro.

He aquí seis de las muchas maneras en que los pueblos indígenas ayudan a luchar contra el cambio climático:

1. Sus prácticas agrícolas son resilientes al cambio climático

A lo largo de los siglos, los pueblos indígenas han desarrollado técnicas agrícolas que se adaptan a entornos extremos, como las grandes alturas de los Andes, las praderas secas de Kenya o el frío extremo del norte de Canadá. Estas técnicas puestas a la prueba del tiempo, como la creación de terrazas, que detiene la erosión del suelo, o los jardines flotantes, que hacen uso de campos inundados, significa que los pueblos indígenas han construido sistemas que son apropiados para los cada vez más intensos fenómenos meteorológicos y cambios de temperatura que conlleva el cambio climático.

2. Conservan y restauran los bosques y los recursos naturales

Los pueblos indígenas se sienten conectados con la naturaleza y se sienten parte del sistema en el que viven. Los recursos naturales son considerados como una propiedad compartida y son respetados como tal. Mediante la protección de los recursos naturales, como los bosques y ríos, muchas comunidades indígenas ayudan a mitigar los efectos del cambio climático.

3. Los alimentos autóctonos amplian y diversifican las dietas

Actualmente, el mundo depende en gran medida de un pequeño conjunto de cultivos básicos. El trigo, el arroz, las patatas y el maíz representan el 50 por ciento de las calorías que consumimos diariamente. Con cultivos nativos con alto contenido de nutrientes, como la quinua, la oca y la moringa, los sistemas alimentarios de los pueblos indígenas pueden ayudar al resto de la humanidad a ampliar su limitada base alimentaria.

4. Los alimentos autóctonos son resistentes al cambio climático

Muchos pueblos indígenas viven en entornos extremos y por ello han optado por cultivos que se adaptan a dichas condiciones. Los pueblos indígenas a menudo cultivan especies nativas que se adecúan mejor a los contextos locales y son más resistentes a las sequías, a la altitud, a las inundaciones o a otras condiciones extremas. Más ampliamente extendidos en la agricultura, estos cultivos pueden contribuir a aumentar la resiliencia de las producciones agrícolas, haciendo frente a un clima cada vez más cambiante en estos tiempos.

5. Los territorios indígenas poseen el 80 por ciento de la biodiversidad del mundo

La conservación de la biodiversidad es esencial para la seguridad alimentaria y la nutrición. El patrimonio fitogenético y de especies animales se encuentra en bosques, ríos, lagos y pastos. Al vivir una vida natural sostenible, los pueblos indígenas preservan estos ambientes, lo que ayuda a mantener la biodiversidad de las plantas y los animales en la naturaleza.

6. Los estilos de vida de los pueblos indígenas se adaptan a los espacios que habitan y son respetuosos con los recursos naturales

Los pueblos indígenas han adaptado sus formas de vida para adaptarse y respetar su medio ambiente. En las montañas, los sistemas creados por los pueblos indígenas conservan el suelo, reducen la erosión, conservan el agua y logran reducir el riesgo de desastres. En los pastizales, las comunidades de pastores indígenas gestionan el pastoreo de ganado y el cultivo de forma sostenible para que las praderas preserven su biodiversidad. En la Amazonia, los ecosistemas mejoran cuando los indígenas los habitan.

La FAO considera a los pueblos indígenas socios valiosísimos en la lucha por la erradicación del hambre y en la búsqueda de soluciones al cambio climático. Nunca vamos a lograr soluciones a largo plazo para el cambio climático ni lograremos la seguridad alimentaria y una mejor nutrición sin su ayuda; tampoco lo lograremos si no garantizamos sus derechos como pueblos.

Fuente: http://www.fao.org/zhc/detail-events/es/c/1028079/

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La ONU advierte de muertes masivas por hambre en África

África/17 abril 2017/Fuente: Kienyke

Centenas de miles de ciudadanos de Yemen, Nigeria y los países del Cuerno de África pueden morir de hambre este año, advirtió este martes el portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Ginebra, Adrian Edwards.

El portavoz de ACNUR indicó que a causa de la sequía y la financiación insuficiente pronto la región se enfrentará a “una crisis humanitaria inevitable, que podrá ser aún peor que la de 2011”, cuando más de 260.000 personas fallecieron de hambre, la mayoría de las cuales fueron los niños menores de cinco años, según el comunicado publicado en la página web del organismo.

Edwards precisó que unos 20 millones de personas en estos países se encuentran en los territorios afectados por la sequía, entre ellas 4,2 millones de refugiados, lo que junto con los conflictos locales provoca desplazamientos masivos.

El portavoz de ACNUR agregó que la mayoría de los refugiados (el 62 por ciento, en el caso de los que huyen del Sudán del Sur) corresponde a niños que dependen de la ayuda alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA).

En el comunicado se subraya también que a muchos refugiados les falta el acceso a los medios de subsistencia o la producción agrícola, por lo tanto tienen oportunidades limitadas para ayudarse a sí mismos.

Así, casi 100.000 personas en Sudán del Sur hacen frente a la hambruna y otro millón de ciudadanos están actualmente al borde de hambre, según informó la ONU en febrero. Además, unos 19 millones de yemeníes necesitan la asistencia humanitaria, mientras que 17 millones sufren de inseguridad alimentaria.

En el norte de Nigeria el número de personas que padecen de hambre ascendió a siete millones.

El portavoz de ACNUR señaló también que hasta el momento el organismo recibió entre el 3 y el 11 por ciento de la financiación necesaria para continuar la actividad humanitaria en estos países.

Fuente: https://www.kienyke.com/noticias/la-onu-advierte-de-muertes-masivas-por-hambre-en-africa

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El Banco Mundial aprueba US$100 millones para combatir la desnutrición en Guatemala

Guatemala/Abril de 2017/Fuente: Banco Mundial

El Directorio Ejecutivo del Banco Mundial (BM) aprobó el pasado viernes 24 de marzo un préstamo de US$100 millones destinado a mejorar las prácticas, los servicios y los comportamientos claves para reducir la desnutrición crónica en Guatemala, con un énfasis en los primeros 1,000 días de vida.

El “Proyecto de Nutrición y Salud para Guatemala Crecer Sano”, busca apoyar la Estrategia Nacional para la Prevención de la Desnutrición Crónica 2016-2020, que lanzó el Presidente Jimmy Morales en marzo de 2016. Los beneficiarios principales serán los niños menores de 24 meses, así como las mujeres embarazadas y sus familias en siete departamentos con elevado porcentaje de desnutrición crónica: Alta Verapaz, Chiquimula, Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Sololá y Totonicapán. Casi todos estos departamentos tienen población predominantemente indígena.

El proyecto aprobado será financiado por el BM y el Mecanismo Mundial de Financiación en Apoyo a la iniciativa Todas las Mujeres, Todos los Niños (GFF por sus siglas en inglés). Este nuevo fondo multidonante fue creado para financiar esfuerzos destinados a mejorar la salud reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente (RMNCAH por sus siglas en inglés) y cuenta con el apoyo de un amplio conjunto de socios para el desarrollo, incluidos los gobiernos de Noruega, Canadá y la Fundación Bill & Melinda Gates. El GFF ayuda a financiar planes nacionales de ampliación de RMNCAH enfocándose en los resultados, apoya a los países a lograr una sostenibilidad en sus esfuerzos de movilización de recursos domésticos de RMNCAH y contribuye a una mejor coordinación entre los actores que financian actividades de RMNCAH.

Este préstamo es de suma importancia para Guatemala. Al reducir la desnutrición aumentaremos la productividad de nuestra futura fuerza laboral. Estamos agradecidos por la donación del GFF que nos permitirá beneficiarnos de mejores condiciones de préstamo y así canalizar más recursos para las poblaciones vulnerables de Guatemala”, señaló Julio Héctor Estrada, Ministro de Finanzas de Guatemala.

Entre las acciones previstas en el proyecto se incluye el apoyo a la prestación de servicios de nutrición y salud a las madres y los niños, destinado entre otros a los cuidados prenatales, y la mejora del acceso a agua potable y saneamiento. Asimismo, se busca promover intervenciones destinadas a cambiar comportamientos, como asegurar la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida.

Guatemala es el primer país que se beneficia de un aporte del GFF para reducir el pago de intereses de un préstamo del BM en US$9 millones. Esta disminución está asociada al logro de unas metas predefinidas y permite a Guatemala gozar de unos términos más concesionales que los préstamos estándar del BM. El gobierno se ha comprometido a utilizar la contribución del GFF y a agregar una cantidad equivalente. La suma final de US$18 millones se destinará a un programa de trasferencias condicionadas que busca mejorar el estado de salud y de nutrición de las familias. “A través de este instrumento financiero innovador, estamos orgullosos de apoyar a Guatemala a ampliar los recursos que benefician a madres y niños«, dijo la Dra. Mariam Claeson, Directora del GFF.

Si bien la desnutrición en Guatemala ha disminuido del 55% en 1995 al 46.5% en 2014/2015, sigue siendo la más alta de América Latina y El Caribe y una de las más elevadas del mundo, superando a la de países con un ingreso per cápita mucho más bajo, como Bangladesh, Etiopía o Vietnam. Los índices de desnutrición son particularmente elevados entre las poblaciones indígenas guatemaltecas (61%). Ello afecta la calidad del desarrollo humano de su población, y en consecuencia, su potencial de desarrollo y crecimiento.

Cuando miramos al país, vemos a dos Guatemalas: la rural y la urbana,  la formal y la informal, la que tiene acceso a servicios básicos y la que no. Este proyecto y todo nuestro trabajo busca contribuir a cerrar esta brecha entre las dos Guatemalas y garantizar que las poblaciones vulnerables tengan acceso a un mejor futuro”, señaló Homa-Zahra Fotouhi, representante del Banco Mundial en Guatemala.

El préstamo tiene un plazo de amortización de 33 años incluyendo un período de gracia de seis años.

Fuente: http://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2017/03/27/the-world-bank-approves-us100-million-to-combat-malnutrition-in-guatemala

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