¿Cuánta comida puede comprar un maestro en Venezuela con el último bono de Maduro?

La bonificación para los trabajadores del sector educación en Venezuela cubre solo el 6,5 % de la canasta básica alimentaria familiar en ciudades como Maracaibo. Los docentes consideran que esa asignación especial es “una burla” y exigen mejores salarios.

Los educadores venezolanos recibieron en las últimas horas una bonificación especial equivalente a poco menos de 30 dólares del gobierno de Nicolás Maduro, en una medida contra lo que el chavismo llama una “guerra económica” de presuntos agentes extranjeros e internos contra su modelo político.

El oficialismo anunció el domingo pasado el depósito de 580 bolívares a los integrantes de las nóminas del sector educación mediante una plataforma de bonos denominada Patria. El monto es igual a 29,5 dólares según la tasa oficial de cambio del lunes de 19,66 bolívares por dólar estadounidense.

La asignación monetaria a decenas de miles de maestros, empleados y obreros de los diferentes niveles educativos dependientes del poder ejecutivo nacional ocurre en medio de una ola de protestas de ese gremio en los principales estados de Venezuela.

El lunes, un día después de la conmemoración nacional del Día del Educador, proliferaron las críticas de los educadores a la bonificación.

“No quiero bono, no quiero CLAP (una caja de alimentos subsidiados por el gobierno venezolano), yo lo que quiero es un sueldo digno ya”, se escuchó repetir a los manifestantes en regiones como Caracas, Bolívar y Zulia.

Los docentes, obreros, empleados y trabajadores administrativos del sector educativo venezolano demandan que el Estado homologue sus sueldos hasta una cifra que les permita costear, por lo menos, la canasta básica alimentaria.

El gobierno madurista determinó en marzo de 2022 que los salarios de los maestros adscritos a sus nóminas fueran entonces de entre 89 y 106 dólares, si bien serían pagados en bolívares a la tasa oficial de cambio. Esas remuneraciones, sin embargo, se depreciaron desde entonces hasta superar a duras penas los 20 dólares al mes para esos docentes.

Ayuda insuficiente

El salario al que aspira el gremio educativo hoy ronda los 474 dólares, lo que cuesta alimentar a una familia de cinco miembros, de acuerdo con una investigación publicada en noviembre por un organismo dependiente de la Federación Venezolana de Maestros.

Como colofón, ocurre que el costo de la canasta básica alimentaria se incrementa en algunas ciudades como Maracaibo, en el occidente del país, cerca de Colombia. Alimentar a una familia allí costó en diciembre como promedio 8.876 bolívares, es decir, 514 dólares.

Hay un extenso camino por recorrer para lograr que los agentes económicos en nuestro país cuenten con ingresos suficientes”
Gustavo Machado, economista venezolano

El bono depositado desde el domingo a los educadores equivale al 6,5 % del costo de la canasta básica alimentaria familiar en la capital del estado más poblado de Venezuela, Zulia, subraya el economista y docente universitario Gustavo Machado.

“Nos da una idea del extenso camino por recorrer para lograr que los agentes económicos en nuestro país cuenten con ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades, siendo en primera instancia necesario alcanzar un elevado nivel de consenso social para maximizar las posibilidades de avanzar por la ruta más adecuada”, comentó a la Voz de América.

El reciente depósito en las cuentas de los docentes y empleados del gremio educativo se concreta luego de un año en el que Venezuela registró la peor inflación de América y una de las más notorias en todo el mundo, de 305,7 %, de acuerdo con los registros del opositor Observatorio Venezolano de Finanzas, a falta de cifras recientes del Banco Central.

Bonificación insuficiente para maestros venezolanos. 1
Bonificación insuficiente para maestros venezolanos. 1

Bonificación insuficiente para maestros venezolanos. 2
Bonificación insuficiente para maestros venezolanos. 2

¿Cuánto cuesta la comida?

El lunes, un cartón de 30 huevos costaba 6,1 dólares, un precio similar al kilo de carne de res de primera. Apenas 200 gramos de pechuga de pavo rebanada costaban 4,3 dólares en un supermercado de Maracaibo, mientras un litro de aceite reflejaba un precio de 5,69 dólares.

Un kilo de pasta costaba 2,3 dólares a inicios de semana y era necesario invertir entre 1,3 y 1,5 dólares por la misma cantidad de un arroz blanco y una harina de maíz. Un kilo de pollo entero costaba cerca de 4 dólares por kilo, al mismo tiempo que 900 gramos de mayonesa tenía un precio marcado en un mercado del norte marabino de 9,5 dólares.

El queso blanco es uno de los productos más caros. Un solo kilogramo de su versión mozzarella premium costaba 9,6 dólares y el semiduro estaba disponible por 10 dólares.

Con esos precios, según la tasa de cambio de 19,66 bolívares, un docente invertiría su bono de 29,5 dólares en tan solo un kilo de carne, otro de pollo entero, uno más de pasta, harina y arroz, 500 gramos de queso y un poco de jamón rebanado.

“Este bono representa una burla, el desprecio que tiene el gobierno de Venezuela a la educación. Es un absurdo”, expresó a la VOA la profesora de la Universidad del Zulia, Molly González, quien hasta inicios de año era la líder de su gremio en esa institución.

Disponer de poco menos de 30 dólares en un mercado o panadería de Venezuela “no representa absolutamente nada” en beneficio de las alacenas de los docentes, opina. “¿Qué puedes comprar tú con 20 dólares en una Venezuela dolarizada totalmente?”, cuestionó González. Una familia de 4 miembros no puede resolver su problema alimentario con 20 dólares”, aseguró.

Tanto la bonificación especial de las últimas horas como las protestas constantes de los docentes venezolanos ocurren en momentos en los cuales el poder ejecutivo de Maduro ha anticipado que anunciará en breve medidas económicas relevantes.

Los expertos independientes han interpretado esa previsión gubernamental, hecha por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, como la antesala a un nuevo aumento del salario mínimo en Venezuela, que hoy apenas ronda los 6,6 dólares por mes o 130 bolívares.

Como lo apunta Carmen Teresa Márquez, presidenta electa de la Federación Venezolana de Maestros, los profesores de todos los niveles educativos esperarán tales decisiones en la calle, exigiendo pacíficamente la asignación mensual de un sueldo “digno”.

Fuente: https://www.vozdeamerica.com/a/venezuela-bono-maestros-comida-/6921930.html

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El sendero ascendente de la rebeldía

POR: REINALDO ITURRIZA
El aumento de la movilización popular durante este 2022 parece demostrar que mucho más intolerable que las privaciones materiales y espirituales, resulta un relato oficial que sugiere la existencia de un “milagro económico”

“Pero nadie deberá hacer nunca sus propias paces con la pobreza, si esta, cual gigantesca sombra, se abatiera sobre su pueblo y su casa. Tendrá entonces que mantener sus sentidos muy despiertos frente a cualquier humillación que le toque en suerte, y someterlos a una disciplina hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya el abrupto camino de la aflicción, que lleva cuesta abajo, sino el sendero ascendente de la rebeldía”

Walter Benjamin, Dirección única I

Promediando la década de los 20 del siglo pasado, muy fresco el recuerdo de la hiperinflación que azotara a la República de Weimar entre 1921 y 1923, Walter Benjamin escribía a propósito de cierta percepción de “catástrofe inminente” prevaleciente en el seno de la burguesía alemana. Esta se expresaba a través de una de esas “frases hechas que revelan a diario la forma de vida del burgués alemán”: «esto no puede seguir así».

Esta percepción de profunda “inestabilidad”, apuntaba Benjamin, respondía al hecho de que, a diferencia de lo que había ocurrido durante los años previos a la Primera Guerra Mundial, sus intereses de clase estaban siendo afectados: “Como la relativa estabilización de los años anteriores a la guerra le favorecía, se cree obligado a considerar inestable cualquier situación que lo desposea”.

Pero lo central en Benjamin es el planteo de que, con frecuencia, la “estabilización” económica condena a la desposesión a enormes contingentes humanos: “las situaciones estables no tienen por qué ser, ni ahora ni nunca, situaciones agradables, y ya antes de la guerra había estratos para los que las situaciones de estabilidad no eran sino miseria estabilizada”.

Es preciso recordarlo: rara vez el “humor” burgués coincide con el de las clases populares.

II.

¿Qué sabemos del origen de la frase «Venezuela se arregló», recurrida de manera muy frecuente hoy día, y qué puede revelarnos su uso?

Cualquiera que indague más o menos a fondo se encontrará con dos grandes sorpresas: en primer lugar, que esta comienza a emplearse mayoritariamente no en el propio país, sino en el exterior; y en segundo lugar, que su uso está directamente relacionado con una cierta actitud de distancia crítica respecto de la instrumentalización del tema Venezuela por parte de los medios del establishment en países como España, Colombia, Argentina y Chile, casi siempre en coyunturas electorales y buscando favorecer a fuerzas políticas conservadoras.

Es lo que se desprende de una revisión en la red social Twitter, que sirve aquí como una referencia parcial y aproximada, pero bastante ilustrativa. En efecto, durante el trienio 2016/2018 la frase fue empleada alrededor de cincuenta veces. En casi la mitad de los casos su uso aludió expresamente, con tono irónico, a la súbita desaparición del tema Venezuela en los noticieros de los referidos países, inmediatamente después de celebrarse jornadas electorales, en marcado contraste con la sobreexposición del mismo tema en tiempos de campaña.

Esto cambiará lenta pero progresivamente a partir de 2019: entonces, la frase aparecerá referida tantas veces como durante el trienio anterior, comenzará a ser utilizada principalmente desde cuentas nacionales y, lo más importante, en lugar de reflejar una actitud crítica frente al relato hegemónico sobre la realidad venezolana, su uso irá dando cuenta de una actitud más bien cínica: en la mayoría de los casos se afirmará que «Venezuela se arregló» en tono sarcástico, a sabiendas de que es falso o, dicho correctamente, a partir de la convicción de que lo que se afirma es mentira.

Este filón cínico de la frase tiende a imponerse en coincidencia con, o más bien en respuesta a fenómenos de hondo calado social, como la dolarización de facto de la economía nacional, la liberación de precios, la masiva eliminación de aranceles para las importaciones, entre otros, que pronto se traducen, para parte de la población, en una percepción de mínima “normalización”, en tanto que, eventualmente, desde entonces es posible transar con una moneda fuerte, reaparecen los productos en los anaqueles, el mercado se ve inundado de productos importados y, al menos en teoría, se multiplican las posibilidades para el consumo suntuario. Todo lo cual en un contexto hiperinflacionario.

En principio, la frase «Venezuela se arregló» vendría a significar un desmentido de tal “normalización”. Incluso, en ocasiones puede identificarse la intención de cuestionar el carácter profundamente regresivo de las políticas orientadas a controlar la hiperinflación y “estabilizar” la economía. Pero no es esto lo que predomina. En general vaciado de sentido crítico, su uso tiende a asociarse a una renuncia manifiesta a intentar comprender lo que está ocurriendo.

A decir verdad, esta actitud cínica es en buena medida la resultante de tiempos confusos, en los que resulta cada vez más cuesta arriba concluir que siguen en disputa dos proyectos antagónicos de sociedad. Las fronteras programáticas se han difuminado. En la noche de la revolución bolivariana, todos los gatos son pardos. El oficialismo ha adoptado una política económica que, de estar siendo aplicada por un gobierno antichavista, no solo la base social del chavismo, sino también parte importante de su actual dirigencia, denunciarían sin ambages como neoliberal. Mientras tanto, la dirigencia antichavista, fracturada y derrotada política y militarmente, se debate entre celebrar o rechazar públicamente la orientación general de una política económica con la que está fundamentalmente de acuerdo. La desorientación es la norma.

“A decir verdad, esta actitud cínica es en buena medida la resultante de tiempos confusos, en los que resulta cada vez más cuesta arriba concluir que siguen en disputa dos proyectos antagónicos de sociedad. Las fronteras programáticas se han difuminado”

De allí el carácter ambivalente de una frase que perfectamente pudiera formar parte del repertorio del discurso autodenigratorio, característico del antichavismo («Venezuela no tiene arreglo»), pero que también pudiera tributar a un sentido común potencialmente subversivo («Si se arregló para una minoría, Venezuela no se arregló»).

Este carácter ambivalente se reforzará a partir de 2021, con motivo de la viralización de la frase. De apenas seis menciones en abril pasará a casi el centenar durante el mes de mayo. Ese será el punto de inflexión. A partir de entonces el incremento será exponencial: más de quinientas menciones en agosto, más de mil quinientas en septiembre, más de dos mil en diciembre.

¿Qué puede explicar semejante comportamiento? ¿Qué ocurre durante 2021? Me parece que dos cosas, fundamentalmente: en primer lugar, que se afianza la “normalización” todavía en ciernes en 2019. Este afianzamiento trae consigo la percepción de que los fenómenos previamente mencionados, a saber, dolarización, reabastecimiento, productos importados por doquier, la multiplicación de bodegones, la reapertura de bingos y casinos, etc., han llegado para quedarse. En segundo lugar, las medidas de política económica dirigidas a controlar la hiperinflación comienzan a dar resultados: la inflación se mantiene por debajo del 50% durante doce meses consecutivos e incluso llega a ubicarse por debajo del 10% entre septiembre y diciembre.

Ambas circunstancias, una economía que camina a paso seguro hacia la “normalización” y la derrota de la hiperinflación, permiten comprender no solo el optimismo rebosante del oficialismo, sino el hecho de que decidiera disputar el significado de la frase «Venezuela se arregló», a veces de manera explícita, casi siempre de manera implícita, a través de un relato abundante en referencias a la “recuperación económica” y tópicos similares.

Es mi hipótesis que esa decisión del oficialismo de disputar el significado de la frase, sumado a la respuesta que eso generó en un auditorio en buena media propenso al cinismo, y en menor medida inclinado a adoptar posturas más críticas, es lo que explica la viralización de la expresión.

III.

Más allá de la burguesía y sus “frases hechas”, señalaba Walter Benjamin, el detalle está en que esa “estabilización” que le beneficia en tanto clase, suele perjudicar a la clase trabajadora. De nuevo, una economía en vías de “estabilización” bien puede significar “miseria estabilizada” para las mayorías.

Puede ser debatible si la expresión “miseria estabilizada” sirve para describir la actual situación venezolana. Lo que no puede discutirse es que la pobreza, la miseria y la desigualdad han aumentado significativamente a partir de 2014; pero además, y a mi juicio esto es lo más importante, difícilmente pueda argumentarse que la política económica gubernamental apunta en la dirección de revertir esta situación. De hecho, podría afirmarse que sucede todo lo contrario.

El aumento de la movilización popular, y más específicamente de sindicatos, docentes, pensionados, jubilados, trabajadores de la administración pública, etc., durante este 2022, parece demostrar que mucho más intolerable que las mismas privaciones materiales y espirituales, resulta un relato oficial que, ciertamente amparado en cifras oficiales, sugiere la existencia de un “milagro económico”. Evidencia de esto último sería el crecimiento de la economía durante cuatro trimestres consecutivos, a partir del tercer trimestre de 2021, en un promedio superior al 17%.

Pero si lo anterior puede ser traducido por el discurso oficial como la señal de un “milagro”, ¿Cómo habría que nombrar el hecho de que entre el 15 de marzo y el 20 de septiembre de 2022, es decir, en el brevísimo período de seis meses, el salario mínimo integral haya pasado de valer 39,95 dólares a 21,77 dólares? De igual forma, ¿Cómo habría que nombrar la modificación regresiva de las tablas salariales o la detención arbitraria de trabajadores que han denunciado graves casos de corrupción?

La persistente movilización de la clase trabajadora ha sido posible a pesar de los chantajes y las presiones del oficialismo, y de la muy evidente intención de algunos actores vinculados al antichavismo de pescar en río revuelto. Unos y otros han sido mantenidos a raya. Pero quizá lo más significativo de esta movilización es que podría estar anunciando tiempos en los que el cinismo, a la postre funcional a la preservación del estado de cosas, pierda terreno frente a posturas más críticas y beligerantes.

Para decirlo con Walter Benjamin, en lugar de hacer las paces con la pobreza, se trata de aguzar los sentidos, adormilados tras años de humillaciones y privaciones, y retomar el sendero ascendente de la rebeldía. Irónicamente, puede que un relato oficial desmesuradamente optimista, cuando las mayorías populares la están pasando realmente mal, haya contribuido decisivamente a espuelear la dignidad popular. Es sabido que, lo mismo que obra “milagros”, Dios actúa de formas misteriosas.

Fuente de la información e imagen: https://www.alai.info/

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La ‘Ley César’ o cómo las sanciones de EE.UU. son un castigo colectivo en Siria

Por: Alberto Rodríguez García

 

Con el país destruido, millones de desplazados, gran parte del tejido industrial desmantelado por los rebeldes y enviado a Turquía, con el territorio fragmentado, los recursos saqueados por fuerzas invasoras e inseguridad alimentaria, sanciones asfixiantes y la economía libanesa en la ruina, el futuro de Siria es complicado para los civiles.

Para hacernos una idea de lo dañada que está la economía siria, su PIB pasó de 61.000 millones de dólares antes de la guerra a 10.000 millones en 2019, según la Oficina Central de Estadísticas de Siria. Este año el paro y la pobreza se han disparado hasta superar el 80%. En este escenario, la apuesta de EE.UU. y la Unión Europea pasa por más sanciones contra la república árabe.

Líbano ha sido durante años el patio trasero de Siria para poder seguir saliendo hacia adelante a pesar de las sanciones. Se estima que en 2019 había más de un centenar de rutas de contrabando entre ambos países y unos 50.000 millones de dólares de sirios en bancos libaneses, según el Observatorio Laboral de Estudios e Investigación de Siria (LORS), lo que supone el 28% de todos los depósitos de la banca libanesa. Sin embargo, esta relación de dependencia mutua está arrastrando a Siria a un desastre mayor que el que ya atraviesa. Las sanciones y la corrupción, pero sobre todo la crisis de Líbano, han forzado un colapso económico en Siria que no se dio ni en los peores años de guerra, provocando una hiperinflación y devaluación de la moneda récord en el país. En Siria, otrora uno de los países con futuro más prometedor de la región, los trabajadores cobran de media poco más de 20 dólares al mes.

El paso fronterizo del sur con Jordania es prácticamente la única válvula de escape que le queda a Siria. Y es una vía en peligro de desaparecer porque este 17 de junio EE.UU. empezó aplicar la ‘Ley César’, que representa la más salvaje de las guerras económicas, pudiendo el Departamento del Tesoro de EE.UU. sancionar a cualquier empresa o institución que comercie con el Estado sirio… sin la necesidad de que sean estadounidenses. Se trata de unas sanciones que innegablemente van a impedir la reconstrucción de Siria y el desarrollo de su sector energético, muy dañado por el conflicto. En la práctica, con la Ley César, las empresas y organizaciones de ayuda humanitaria no podrán seguir rehabilitando los edificios residenciales destruidos, ni podrán ayudar a reconstruir las redes de agua potable, ni podrán participar en la reactivación de la red eléctrica, porque todas son obras públicas o semi-públicas en las que participa el Estado sirio. Y eso, si bien en la teoría solo afecta al Estado sirio, en la práctica lo sufren los ciudadanos.

Estas sanciones ponen en una situación muy complicada a la cámara de comercio jordana que, con la amenaza de Israel expandiéndose por el Valle del Jordán, podría entrar «en la lista negra» si permite las relaciones comerciales con Damasco. Que las empresas y las instituciones puedan seguir realizando transacciones con la economía privada siria demuestra que las sanciones no buscan derrocar al gobierno sirio, sino castigar colectivamente a la población por negarse a aceptar una «revolución» importada. Debilitar al Estado y fortalecer las fortunas privadas no acaba con el gobierno sirio, sino que mata de hambre a los ciudadanos de un país en el que la clase media prácticamente ha desaparecido en 9 años de guerra. Si el Estado se debilita, lo que se pierden son los subsidios, las obras públicas de reconstrucción, la estabilidad… pero la élite vive igual o incluso mejor que antes monopolizando la economía.

Aunque las sanciones contra Siria se dirijan al Estado y empresarios ligados al Estado, en la realidad suponen que el país pierda divisas, que los inversores ni se planteen hacer negocios en territorio sirio y que las empresas no quieran abrir sus comercios en el país. Sin divisas, el Estado tiene problemas para entregar subsidios a las farmacias con los que poder importar medicamentos, lo que ahora mismo vemos, hace que las medicinas empiecen a escasear y la gente tenga que organizarse en internet, por ejemplo, para ayudarse con los fármacos que le sobran a cada uno. Y esto sucede en un país que antes de la guerra era autosuficiente y producía más del 90% de sus medicinas.

En estos momentos 9,3 millones de sirios padecen de inseguridad alimentaria. La crisis humanitaria es una realidad, y aunque la FAO, con ayuda de la Embajada Rusa, ha brindado apoyo a 200 agricultores en Alepo, en un momento en el que cientos de hectáreas de cultivo están ardiendo y en el que la Administración Autónoma del Norte de Siria limita el comercio de grano con la parte gubernamental –llevando a cabo una guerra económica, especulando con el precio, mientras acumulan toneladas de trigo–, esta ayuda es insuficiente y mínima frente a lo que le espera a los sirios.

Y es que la Ley César no busca justicia, sino castigo. Las condiciones que pone Washington para levantar estas sanciones antes de 2025 (por lo menos) son, sencillamente, incumplibles. Exige la liberación de todos los prisioneros políticos, aunque a lo largo de la guerra hayamos visto que EE.UU. considera preso político o disidente hasta a miembros de al-Qaeda en Siria, los Hermanos Musulmanes o milicias extremistas como Ahrar al-Sham, ahora integrados en los rebeldes proturcos (en esencia, el FSA original). Hemos visto cómo se ha considerado disidente a Bilal Abdul Kareem; el monigote de al-Qaeda en Siria que se dedica a blanquear a la organización antes en la CNN y ahora en Youtube. O dicho de otro modo, piden lo imposible porque Siria, que está volviendo al legado de Hafez al-Assad, antepondrá la seguridad y el control a la economía.

La guerra económica se torna además especialmente ridícula viendo que ni sus propulsores cumplen con lo que exigen. Donald Trump ha reconocido más de una vez orgulloso que ha hecho suyo el petróleo sirio. No oculta que tanto los EE.UU. como sus títeres, las YPG, comercian con el petróleo sirio. Lo que tiende a omitir es que el petróleo sirio está sancionado por la Unión Europea desde 2012. No sobra tampoco recordar que Francia mantiene relaciones con el brazo político de las YPG, el PYD, a pesar de que recientemente la Unión Europea haya renovado las sanciones contra Siria. A esta poca vergüenza hay que sumarle que mientras el gobierno estadounidense pide más democracia para Siria, no duda en desplegar a la Guardia Nacional contra sus ciudadanos. Sin valorar positiva o negativamente esto, hay que reconocer que es de una hipocresía tremenda.

Y mientras EE.UU. y la UE apuestan por el terrorismo económico en nombre de la libertad, son los rusos los únicos que brindan una ayuda real a los sirios –no libre de intereses, por supuesto, seamos realistas–. El enviado especial de Moscú en Damasco, Alexander Yevimov, ha declarado que «no abandonarán a Siria». Y de hecho estos días ante la debacle de la moneda siria, Rusia ha inyectado divisas a la República Árabe para revalorizar un 20% aunque sea momentáneamente la libra siria. Cómo reaccione Rusia ante este reto determinará en gran medida el futuro de Siria y sus políticas.

El gobierno sirio no está exento de responsabilidad en la situación actual, aunque gran parte de los problemas se deben a factores en los que no pueden mediar: la crisis en Líbano y las sanciones. Ello no impide que en el Consejo Popular varios diputados criticasen la incapacidad de reaccionar rápido. La prohibición de comerciar con dólares dentro de Siria, si bien se hizo con el objetivo de evitar la acumulación de divisas por parte de especuladores, ha sido una torpeza que ha provocado el cierre de pequeños negocios locales frente a la incertidumbre de qué pasará el próximo mes, ya con las sanciones más duras hasta la fecha en vigor.

La guerra económica no derrocó a Saddam Hussein que solo fue depuesto por una invasión militar. Ello no libró a los iraquíes de padecer malnutrición, enfermedades y mortalidad infantil. La guerra económica no ha funcionado contra Cuba. No ha funcionado contra Rusia. No ha funcionado contra China. No ha funcionado contra Irán. No ha funcionado contra Venezuela. No ha funcionado en ningún lado. Y en Siria no funcionará. La guerra económica solo provocará malnutrición, enfermedades, mortalidad infantil y el sufrimiento innecesario en los civiles. Porque la guerra económica es el más inhumano de los castigos colectivos.

Fuente e imagen: https://actualidad.rt.com/opinion/alberto-rodriguez-garcia/356638-ley-cesar-sanciones-eeuu-poblacion-siria

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Sin dinero para motel o condones: la crisis restringe la sexualidad de los jóvenes venezolanos

Redacción: El País

Los anticonceptivos, durante años escasos, resultan demasiado costosos debido a la hiperinflación.

Sin plata para ir a un motel, John y Amanda deben arreglárselas para tener sexo en casa de sus padres. Además, la falta de dinero para anticonceptivos y el miedo a quedarse solos por la migración limitan la sexualidad de los jóvenes venezolanos.

John Álvarez, de 20 años, y Amanda Aquino, de 19, estudian derecho en la Universidad Central de Venezuela, donde es común ver parejas besándose y acariciándose en pasillos y jardines. Pero ellos, más recatados, prefieren refugiarse en el cuarto de John, en el primer piso de su casa en un barrio popular de Caracas, mientras sus padres y su hermana menor duermen en la planta baja. Cuando «en casa no hay nadie (…), es un poquito mejor», confiesa junto a su novia de rizos teñidos de amarillo, incómoda al abordar el tema.

Tener sexo sin familiares rondando es una suerte esquiva para ellos, que en dos años de noviazgo nunca han visitado un motel. Tendrían que pagar 10 dólares por seis horas de privacidad, que saldrían de sus esporádicas y modestas mesadas. Prefieren destinar ese dinero a comida.

Independizarse es «irreal», afirma el joven, en una economía devastada en la que la depreciación de la moneda ha provocado que 50% de las transacciones comerciales se realicen en dólares, según la firma Ecoanalítica.

El éxodo de unos 4,5 millones de personas fuera del país también contribuye a la posibilidad de encontrar pareja

Sin embargo, el acceso al dólar se reserva a una minoría en la que a veces encaja Carlos Rodríguez, el típico soltero en busca de aventuras pero condenado, a los 31 años, a vivir con sus papás en el cuarto de su infancia.

De pelo y barba cuidados, este diseñador gráfico llega a desembolsar 100 dólares en una cita, sumando cena, tragos, taxis y motel. «Si la llevo para un matadero, no gasto mucho», explica, refiriéndose a hoteles «de mala muerte», su última opción. Pero solo se puede dar ese «lujo» en los «buenos meses», cuando reúne unos 400 dólares diseñando a destajo. Si no, espacia sus escapadas hasta por dos meses.

Cuando está de cacería en Tinder, la popular aplicación de citas, Jhoanna pregunta sin rubor a sus potenciales amantes por su «capacidad» económica. No por interés, dice, sino porque está acostumbrada a costear la mitad de los gastos en una sociedad en la que los hombres suelen pagar las cuentas. Así, evita malentendidos. Tiene un principio: nunca paga habitaciones de motel o condones, esta última una condición no negociable. «Sin gorrito no hay fiesta», sentencia.

Tatuajes que cubren brazos y manos y un maquillaje marcado disimulan sus 37 años de edad en Tinder, donde pasa cuatro horas semanales ojeando el «catálogo». En su pequeño cubículo de oficina con vista al acomodado sureste caraqueño, la publicista espera algún match y encontrar pareja.

La tasa de embarazo precoz en Venezuela alcanzó 95 por cada 1.000 jóvenes en 2018

«Lo que tiene que llegar, llega», cree. Prefiere encuentros casuales, pues considera que sus opciones se redujeron por la migración de unos 4,5 millones de venezolanos debido a la crisis. Es consciente del peligro de salir con desconocidos en un país que registró 57 homicidios por 100.000 en habitantes en 2017, nueve veces la tasa mundial, según la ONU. «Sabemos a lo que nos arriesgamos», asegura.

Algunos jóvenes también recurren a Instagram y Grindr para tener sexo casual. Así nació la relación de Daniel Landaeta y Jorge Álvarez, que se conocieron en un portal gay hace casi tres años. Terminaron enamorados y viviendo juntos.

Comparten un apartamento de interés social que les entregó el Gobierno socialista dentro del mayor complejo militar del país, donde se sienten respetados. Aunque, temiendo burlas, evitan agarrarse de manos o besarse en la calle, explica Jorge, un arquitecto de 38 años. «Hay homofobia, pero muy mínima», reconoce despreocupado Daniel, de 28 y contador.

Paradójicamente, la diáspora fue un respiro para Oriana García y Antonio de Muro. Ocuparon el apartamento donde creció el joven de 24 años, después de que su familia emigró a España. «Vivimos como casados», afirma risueña Oriana, de 21 años, en la habitación principal de paredes verdes, adornada con retratos familiares.

Anidaron, pero el problema son los anticonceptivos, durante años escasos y ahora demasiado costosos por la hiperinflación. Estudiante universitaria, Oriana compra tratamientos cubanos cada tres meses en el mercado negro por cuatro dólares. Hoy, las farmacias ofrecen cajas de tres condones por dos dólares y anticonceptivos importados de cinco a ocho dólares para un mes.

Franyercis Reyes no puede cubrir estos montos con un ingreso mínimo de 6,7 dólares mensuales. En octubre pasado se colocó un implante, cuyo costo multiplicaba por siete su sueldo. «Es más efectivo hacer un solo gasto», estima esta cajera de supermercado de 18 años en un centro de planificación familiar de Caracas, donde incluso menores hacen fila desde la madrugada para adquirir anticonceptivos económicos. La tasa de embarazo precoz en Venezuela alcanzó 95 por cada 1.000 jóvenes en 2018, según la ONU.

El aborto, que está penalizado en el país, se practica clandestinamente. Para Amanda, tener una sexualidad activa o una simple cita está fuera de toda normalidad en la otrora potencia petrolera. «Es muy complicado ir al cine, pasear, comerse un helado», se lamenta. Para ella y John, un «noviazgo normal» es simple fantasía.

Fuente: https://elpais.com/internacional/2020/02/14/mundo_global/1581672778_589984.html
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Depreciación de moneda e hiperinflación, materias pendientes en la vuelta a clases en Venezuela

América del Sur/ Venezuela/ 17.06.2019/ Fuente: www.panorama.com.ve.

Un salario mínimo es insuficiente para comprar una caja de 12 lápices. El nuevo año escolar arrancará  en Venezuela este lunes 16 de septiembre entre la acelerada depreciación de la moneda y la hiperinflación, asignaturas pendientes en la crisis del país.

«Todo está carísimo», lamenta Asiscla Velásquez mientras anota en una hoja los precios de cuadernos, lápices y otros materiales escolares que necesita su nieta de 13 años, estudiante de bachillerato, para el inicio de clases el lunes.

Es una carrera contrarreloj, con precios que aumentan rápidamente mientras el valor de sus ingresos en bolívares se diluye. Solo adquirir cuadernos para su nieta, cuenta a la AFP esta mujer de 57 años, sobrepasa el dinero que recibe como pensionada y profesora jubilada.

La moneda local sufrió una enorme depreciación entre julio y septiembre, saltando de una cotización oficial de 6.721,56 por dólar a 21.555,41 bolívares.

Y la inflación galopa, estimada en 1.000.000% por el FMI para 2019.

Estos fenómenos seguirán profundizándose en un entorno «volátil», considera el economista Jesús Casique, director de la firma Capital Market Finance. Por ello, «el salario real está pulverizado», dijo a la AFP.

El salario mínimo en Venezuela equivale a unos 1,40 dólares mensuales, bajo el límite de ingresos diarios establecido por la ONU como umbral de pobreza. Al sueldo se agrega un bono de alimentación de 1,2 dólares.

El martes 10-S, el presidente Nicolás Maduro aprobó fondos por unos 130 millones de dólares para equipar centros educativos públicos y unos tres millones adicionales para comprar útiles escolares que el gobierno distribuye en planes sociales.

Precios que asustan

Pegamento o sacapuntas eran «cositas», hasta hace no mucho, «tan fáciles de comprar», rememora Asiscla.

Ahora da clases particulares a compañeros de su nieta para lograr ingresos extra y ayudar a su hijo con los gastos escolares de la chica.

«Hay gente que se asusta» con los precios, reconoce Royner Vásquez, de 20 años, vendedor en una feria callejera de artículos escolares en Caracas. Las ventas, cuenta, han bajado.

Según proyecta la consultora Ecoanalítica, el consumo retrocederá un 40% en Venezuela en 2019.

El gobierno aumentó en febrero los fondos que la banca debe respaldar en el Banco Central  —restringiéndose el crédito— y flexibilizó condiciones para acceder a divisas en el control de cambio vigente en Venezuela desde 2003.

Ello desaceleró en principio la inflación y la depreciación del bolívar, pero estas vuelven a ganar velocidad.

Fue «coyuntural», expresa Casique, quien considera improbable que la economía venezolana, encaminada a su sexto año de recesión (lo que califica de «depresión»), apruebe sus materias pendientes.

El economista identifica como raíz del problema la emisión de dinero para financiar un déficit fiscal que proyecta entre 12 y 14% del PIB este año, en medio de un abrupto retroceso de la producción de crudo -fuente de 97% de los ingresos del país- y sanciones de Washington contra Venezuela y su petrolera PDVSA.

La destrucción del salario mínimo es tal que perdió peso como referencia en el sector privado.

Royner gana tres salarios mínimos semanales. Aún así eso «no alcanza» para cubrir las necesidades de su hogar en la barriada popular de Petare.

Remesas, un salvavidas

«No soy pichirre (tacaña)», bromea Elba Seijas, quien compra el uniforme del niño de nueve años que cría.

Es hijo de una amiga que emigró, quien envía dinero para costear gastos. Unos 3,6 millones de venezolanos han dejado su país desde 2016 huyendo de la crisis, según la ONU.

Sin esas remesas, pagar los implementos escolares «sería imposible», se sincera Elba, trabajadora social de 47 años.

A consecuencia del éxodo migratorio, más de 3.000 millones de dólares anuales entran a Venezuela por remesas, según estimaciones independientes.

A la vez, ante la violenta depreciación del bolívar, es habitual que los venezolanos compren dólares en un mercado negro formado a la par del control cambiario para resguardarse, una demanda que empuja al alza las cotizaciones.

Pero la inflación es más agresiva que la depreciación del bolívar. Así, el poder de compra del dólar en Venezuela, según Ecoanalítica, cayó más de 10 veces en 2018.

Fuente de la noticia: https://www.panorama.com.ve/ciudad/Vuelta-a-clases-marcada-por-hiperinflacion-Un-salario-minimo-no-alcanza-para-una-caja-de-lapices–20190914-0004.html

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Más de 8 millones de estudiantes regresan a clases

América del Sur/ Venezuela/ 07.01.2018/ Fuente: www.eluniversal.com.

En el retorno a las aulas persistirá malestar de docentes por tablas salariales

Autoridades estiman que más de ocho millones de estudiantes regresen hoy a clases en las escuelas y los liceos del territorio nacional tras el asueto de Navidad y Año Nuevo.

De este total, 6 millones 442.269 están inscritos en planteles públicos, de los cuales 1 millón 575.714 están registrados en educación inicial; 2 millones 869.310 en primaria; 1 millón 651.001 pertenecen al nivel de educación media; 135 mil 512 a educación técnica; 171 mil 643 en educación de adultos, y 39 mil 117 están en el nivel de educación especial, reseñó AVN.
En su cuenta de Twitter el Ministerio para la Educación informó que el personal docente, administrativo y obrero participó en jornadas de mantenimiento escolar, para la vuelta a los planteles educativos.
El pasado jueves 3 de enero, el ministro para la Educación, Aristóbulo Istúriz, sostuvo el primer gabinete ministerial de esta cartera de 2019, con la finalidad de apoyar las políticas impulsadas por el presidente Nicolás Maduro «que buscan fortalecer el Sistema Educativo Bolivariano».
El titular de Educación informó sobre la primera videoconferencia del año que lideró la semana pasada, junto a los viceministros, presidentes de entes adscritos, jefes de Zonas Educativas y de División; y jefes de las misiones a escala nacional, desde la sede del Ministerio del Poder Popular para la Educación.
Desde la zona educativa del estado Anzoátegui, Istúriz aprovechó la oportunidad para anunciar el regreso a clases e invitó a toda la comunidad educativa a participar activamente en diversas actividades.
Aristóbulo Istúriz aseguró la semana pasada que en 2018 se firmaron 140 contratos colectivos, de los cuales 20 fueron en el sector público, lo que beneficia a 5.894.510 trabajadores.
Cuadrillas de la gobernación del estado Miranda y distintos equipos de trabajo voluntario atendieron 1.500 escuelas de la entidad a las que hoy, están llamados cerca de 400.000 alumnos a retomar las clases.
En Nueva Esparta docentes, representantes y personal de ministerio de Educación llevarán a cabo jornadas de trabajo voluntario en las escuelas y demás planteles. Asimismo, las diversas zonas educativas del país preparan actividades deportivas, a propósito de la Celebración del Día Nacional del Deporte celebrado ayer, así como para conmemorar el día del Educador el 15 de enero.
Por otra parte, la investigadora Olga Ramos, miembro de la asociación civil Asamblea de Educación, alertó que los estudiantes y miembros de la comunidad educativa enfrentarán los mismos problemas que empañaron el primer trimestre del año escolar 2018-2019, muchos de los que se agudizarán debido, en parte, a la hiperinflación.
La también presidenta del Observatorio Educativo de Venezuela estima que en aquellas escuelas donde no se realizaron reparaciones en su infraestructura durante las vacaciones se acelerarán las averías. Algo asimilar vaticinó para aquellos planteles que reportaron fallas de agua o electricidad que entorpecen el desarrollo de las actividades. La profesora considera que en este regreso a clases persistirá el malestar del personal docente que desató distintas protestas en los últimos meses del año pasado para exigir reivindicaciones salariales y otras exigencias.
Fuente de la noticia: http://www.eluniversal.com/politica/29879/mas-de-8-millones-de-estudiantes-regresan-a-clases
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Venezuela: “Este año voy a reciclar los cuadernos”

América del Sur/Venezuela/02.07.18/Fuente: www.panorama.com.ve.

Cristina Salas salió ayer a las papelerías y tiendas de ropa, a ver si podía comprarle —al menos— algunos de los artículos escolares a su hijo, quien cursa el sexto grado de educación primaria. Ella regresó a su casa asombrada y con las manos vacías por los altísimos precios que encontró.

La hiperinflación galopa y con ella la compra de los uniformes y útiles del año escolar 2018-2019, tanto así que si usted lleva una lista muy básica que contenga una caja de lápices, un sacapuntas, un silicón líquido, cuatro cuadernos, una resma de papel, un libro Girasol, una caja de 24 colores, unas temperas, dos chemises, dos jumpers (si es niña) o un pantalón (si es niño) y un par de zapatos, costará Bs.  194.000.000 aproximadamente, hasta ahora. Algunos padres compraron sus artículos y uniformes escolares desde el año pasado, para evitar esta alza que previeron.

El sueldo mínimo actual se ubica en Bs. 3 millones, mientras que un sacapuntas con depósito puede costar un millón de bolívares.

“¿Cómo vamos a hacer? Esto es una locura porque, incluso trabajando dignamente, no puedes comprarles algo a los hijos tuyos. Yo no gano lo suficiente para comprar los útiles a mis hijos” comentó Lourdes Rincón, mientras recorría el casco central de Maracaibo.

El precio de una caja de lápices puede alcanzar los Bs. 2.900.000, pero en septiembre del año pasado costaba 15 mil bolívares: su precio subió 19.233 %.

 

Muchos padres están buscando libros usados o prestados; otros no compran nada. Es posible conseguir el libro Mi Jardín, de primer grado de educación primaria, en 2 millones.

Un cuaderno tesis, cuadriculado o mixto puede costar Bs. 3.500.000. Vendedoras de algunas papelerías y librerías de Maracaibo afirman que los padres solo buscan “dos o tres cuadernos cuando mucho” por los altos precios; antes compraban ocho.

Si usted quiere forrar esos cuadernos con papel contacto, dos metros que costaban Bs. 28 mil el año pasado, ahora cuestan  Bs 4.900.000.

 

Otros padres ‘surfean la ola’ a través del reciclaje. Grisel Ortega, representante de una niña de quinto grado afirmó: “Yo este año voy a reciclar los cuadernos. Ya mi hija arrancó todas las hojas sobrantes de otro cuaderno, las grapó y le puso portada con cartón”.

Las denominadas ‘unidades’ o cuadernos de 6 materias cuestan entre 8 y 20 millones, si el cliente lo quiere de una portada más resistente.

Los creyones que el año pasado, compraban los padres en 8 mil bolívares, este año cuestan entre Bs. 3.300.000  y 21.500.000.

El muy solicitado en las listas escolares libro Girasol cuesta cerca de los 30 millones de bolívares en las librerías. Vendedoras aseguraron que ese precio subirá en los próximos días.

La resma de papel que el año pasado valía 70 mil bolívares, ahora vale 15 millones, es decir, tuvo un importante aumento de 21.329 %.

Si su niño se encuentra en educación inicial y en la lista le solicitan pintadedos, artículo escolar cuesta 900 mil bolívares; mientras que las pegas en barra pueden llegar a 1.200.000 bolívares. Si lo que le pidieron a su hijo fue silicón líquido, pagará Bs. 3.600.000.

Un contexto similar sucede si de uniformes escolares se trata. “Este año no voy a comprar uniformes. El hijo mío va a ir ‘enchivao’ al colegio, con ropa usada;  no podría comprarla  este año y a ver si consigo porque ya nada se consigue” aseguró Raiza Torres.

Unos “zapatos que después de dos meses van a dejar la suela en el piso porque no son muy buenos” comentó una compradora, se consiguen en 20 millones. Unos de marca “que uno sabe que les durarán a nuestros hijos”, llegan a los 50 millones; calzados que el año pasado costaban 250 mil bolívares.

El precio de los jumpers varía notablemente, por las tallas: algunos valen Bs. 8 millones, otros más grandes, 24.700.000 bolívares. Esas mismas prendas escolares se podían conseguir en Bs. 45 mil, el año pasado.

Una chemise blanca, azul o beige cuesta Bs. 15 millones aproximadamente. Los precios varían según la marca y el establecimiento. Los vendedores informales mantienen precios similares, en ocasiones uno o dos millones encima de los que marcan los locales comerciales.

Los pantalones azules para educación primaria y secundaria cuestan, al menos, 18 millones. En algunos colegios las niñas utilizan pantalones también, en lugar de jumpers o faldas.

 

Fuente de la noticia: https://www.panorama.com.ve/ciudad/Este-ano-voy-a-reciclar-los-cuadernos-20180630-0001.html

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