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El regalo de las Humanidades

Eduardo Baura García, profesor de Historia Contemporánea del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, explica en este artículo que «a pesar de que los planes de estudios se empeñen en relegar las humanidades a un papel de disciplinas moribundas para frikis, siguen muy vivas»

«No, no os habéis equivocado de aula. Sí, estáis en el grado de Marketing. Y sí, esto es la asignatura de Historia Contemporánea». Estas son las palabras con las que suelo comenzar la primera clase del curso en la Universidad. Posteriormente, pregunto a los alumnos por qué creen que están estudiando Historia, si han elegido un grado que a simple vista no tiene nada que ver con esa materia.

«¿No sería mejor dedicar estas horas a asignaturas que me sirvan más para mi futuro trabajo?», parecen preguntarse muchos de ellos, imbuidos de ese utilitarismo que impregna nuestra sociedad, que tan a menudo nos lleva a confundir lo útil con lo valioso. Sin embargo, siempre hay alumnos que aportan buenas razones de por qué puede ser beneficioso para ellos estudiar Historia, lo cual demuestra el papel crucial de la familia y la escuela a la hora de fomentar en los más pequeños el aprecio y el placer por la cultura.

Al terminar el curso, no son pocos los alumnos que confiesan haber disfrutado la asignatura. Estos testimonios, escuchados por muchos de los profesores que enseñamos este tipo de materias humanísticas, revelan una vez más que, a pesar de que los planes de estudios se empeñen en relegarlas a un papel de disciplinas moribundas para «frikis», las Humanidades siguen muy vivas.

Y es que la Filosofía, la Historia, el Arte o la Literatura siguen –y seguirán siempre– interesando y gustando a nuestros hijos y alumnos porque les hablan de la vida, de su vida, de quiénes son y de por qué el mundo es como es; les ayuda a desarrollar un pensamiento crítico y a expandir sus horizontes culturales y vitales. No se me ocurre un mejor regalo para su crecimiento personal que fomentar en ellos, desde pequeños, el amor por las Humanidades.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es/

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Monografía Estatal 1982

El día de hoy nos pasamos de nostálgicos y compartimos con ustedes la colección completa de “Monografía Estatal” del 1982 pertenecientes al catálogo nacional  de libro de texto gratuito de la Secretaria de Educación Pública.

En lo personal no recuerdo estos materiales que son el antecedente inmediato de los libro de la “Entidad donde vivo” que se publicaron en el año 1993 en le tercer grado de educación primaria. Si bien mucho de la información de cada textos ya no son actuales, estos materiales pueden ser un punto de comparación para analizar el desarrollo económico y social de cada entidad.

Los materiales se encuentran almacenado en la plataforma Google Drive y listos para su descarga en formato PDF. Recuerden que este sitio se mantiene gracias a las visitas de cada uno de ustedes, así que para nosotros es muy valioso que compartan estos materiales en sus redes sociales.

Descarga | Carpeta Google Drive Monografía Estatal

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Una conversación sobre la divulgación histórica

Por:

Los medios digitales y la creación de contenido han cambiado las reglas del juego para la divulgación, la responsabilidad ética no puede quedarse atrás.

El pasado 18 de enero una serie de comunicaciones en Twitter sobre la responsabilidad de mantener un estándar de ética y veracidad en el trabajo de los divulgadores del conocimiento histórico y científico, nos mostraron una vez más que esta red social no es el espacio más idóneo para el intercambio respetuoso de ideas, La situación se salió de control. Por seguridad de los participantes varias publicaciones fueron borradas y cuentas de usuarios tuvieron que cerrarse al acceso público por el volumen de agresiones recibidas, razón por la que no republicaremos lo que transpiró en estas interacciones. Pero sí nos dirigiremos a preguntas serias que la conversación generó.

¿Cómo debe realizarse la labor de divulgación? ¿Cuál es la responsabilidad ética al momento de divulgar o de compartir información producida por divulgadores? ¿El entretenimiento está peleado con la educación? Y si no ¿Cómo hacer la educación entretenida sin faltar al compromiso ético que implica? El programa de Interruptus prestó arena para poner estos cuestionamientos en la mesa con el fin de un aprendizaje conjunto sobre los cómos y porqués de construir y comunicar la historia.

En el debate participaron Alejandra Hernandez Vidal, historiadora y profesora de Historia; el arqueólogo Omar Espinosa (Libreta Negra); Mario E. Fuente Cid, historiador y docente de la ENAH; la historiadora de arte y conductora del programa “El foco”, Veka Ducan y TK generador de contenido para TikTok y creador del canal y podcast “Historia para tontos”.

Si bien tanto los invitados como sus canales y contenidos son de habla hispana, el interés y la necesidad por una divulgación de calidad es universal. Mario Fuente habló de un problema fundamental sobre la construcción histórica de México y de muchos países del continente americano.

Para Fuente, la historia está ligada a la formación de la identidad de los estados, a su vez, la forma en que se enseña Historia hace que las personas liguen su propia identidad cultural a la de estos estados. Por esto la indagación histórica se vuelve un asunto sensible. Cuando el público pregunta al historiador algo sobre el pasado histórico que no puede responder, hay un enojo e inconformidad consecuente, dado que esa pieza faltante de la historia equivale a un hoyo dentro de la identidad cultural del público.

El vínculo entre el pasado histórico y la identidad nacional y cultural, así como el nacionalismo, es un tema que hemos tratado en artículos anteriores, donde se comentó acerca del culto a los monumentos vs. la conciencia histórica crítica o la resignificación de eventos pasados trascendentales. Bajo este contexto, Fuente propuso un postulado atrevido. La verdad histórica no existe, existe la perspectiva histórica. Lo que entendemos como la verdad acerca de nuestro pasado histórico es una serie de recuentos que pueden estar influenciados por diversos factores, como la experiencia de vida, punto de vista o intenciones de quien escribe los registros que los historiadores investigan.

Es por esto que la precisión, y el estudio profundo de las fuentes es indispensable para una divulgación ética y responsable. Como sostuvo Alejandra Vidal: “No hay buena divulgación si detrás no hay buena investigación”, la también creadora del podcast Historia de mujeres mexicanas en el siglo XX, hizo un llamado a la comunidad de divulgadores y comunicadores de la historia a hacerse las preguntas difíciles antes de publicar: ¿Estamos siendo precisos con nuestro contenido? ¿Nosotros como divulgadores estamos haciendo una buena investigación de fondo? 

Para Vidal, el fondo de la investigación es algo de importancia crítica que no tiene que estar peleado con la capacidad para hacer un tema ameno o hasta chistoso si es eso lo que  ayuda a conectar con el estudiantado, pero desde de su punto de vista estos son recurso o herramientas para facilitar el aprendizaje de los conceptos. Si el profesor, comunicador o divulgador no tiene un buen manejo de los conceptos, no importa qué tan eficiente sea en hacer llegar el mensaje, el mensaje es un pasado histórico erróneo.

Se entiende así que la intención de llegar mejor a un mayor público sin poner la misma atención y cuidado en el fondo y calidad de los contenidos que se van a comunicar es una acción irresponsable y poco ética, y es, sin duda, un excelente punto a favor de una educación histórica de calidad y una formación sensible de la identidad cultural. Pero, ¿y si eso es lo que despierta el interés? ¿Qué pasa si esta información equivocada provoca que el alumno llegue con las preguntas que generen una conversación en clase? Si bien puede crear una dificultad mayor en corregir datos y contextos históricos incorrectos y hacer más complicado el trabajo de los maestros, ¿no es también una opción para que los alumnos se involucren en el proceso de aprendizaje de la Historia? ¿Sería este un reto que los maestros estarían dispuestos a cubrir tomando en cuenta el peso ya presente en su labor?

TK, creador de Historia para tontos, reconoció la importancia de los procesos no solo para producir conocimiento sino para comunicarlo, pero también habló de las limitaciones de los formatos que maneja para hacer divulgación certera. TikTok solo permite producir videos de 3 minutos, es imposible cubrir todas las implicaciones y mencionar todas las fuentes citadas  con esa limitante de tiempo. Debido a esto, el también estudiante de Relaciones Internacionales, invita constantemente a sus seguidores a investigar y leer más sobre el tema, consultar con expertos y hablar con sus maestros sobre los contenidos que ven en su canal.

“El éxito del divulgador es dejar la semilla de interés a la persona a la que tú les estas ofreciendo esta información”. TK reafirmó que su intención como comunicador no es dar clases de Historia, ni ser educador, sino ser un complemento de lo que se ve en la aulas. Su idea es compartir lo que aprende y generar en sus seguidores un deseo por aprender, lo cual él hace junto con ellos. El éxito de su canal, que tiene hasta hoy 5.9 millones de seguidores, y que recientemente ganó el premio TIkTok en la categoría Fav del conocimiento, pone en evidencia una de las áreas de oportunidad más importante en la comunidad de productores de conocimiento, no solo de Historia, sino de todos los rubros. “No hemos encontrado la manera de comunicar las ideas de manera clara”, declaró Omar Espinoza. El arqueólogo comentó que para los historiadores, las áreas laborales mejor entrenadas son la investigación y la educación, no propiamente la comunicación.

Cualquier historiador en México que quiera ser un divulgador efectivo en la era digital tiene que formarse doblemente, y tras su primera carrera en historiografía, dedicarse a adquirir la habilidades para crear contenido, saberlo colocar y promocionar, esto pone a los productores de conocimiento en una desventaja notoria frente a quienes dominan las herramientas para llegar a las masas; generadores de contenido como “Historia para tontos”, Bully Magnets y Extra Credits, si hablamos de historia, o Hank Green si hablamos de ciencias y otras áreas epistémicas.

El auge de generadores de contenido educativo ha creado una separación innecesaria entre productores de conocimiento y productores de contenido, cuando en su lugar podrían crear alianzas o formar a los productores de conocimiento para generar contenido de alto alcance. Veca Duncan ofrece una perspectiva única en el tema gracias a su formación como historiadora de arte. La curaduría ofrece un conjunto de recursos epistémicos invaluables para la divulgación: “Un curador […] investiga selecciona y exhibe, para hacer eso hace un guión”. Durante este proceso, explica Duncan, deben definirse los estándares de la investigación con rigor, definir porqué el tema escogido es relevante, conectarlo con el público al que se interesará este contenido y crear una narrativa cohesiva alrededor de este. En su caso, el tema son objetos artísticos pero aplica también para el conocimiento histórico, matemático, lingüístico, etc.

Duncan se refiere a los curadores como reductores de complejidad, que es justamente la misión final de todo divulgador, comunicador o maestro, cada uno desde su trinchera, con su formación, recursos y formatos escogidos. No es plausible no equivocarse nunca en la jornada, y la comunidad de historiadores que criticó el trabajo de “Historia para tontos” no pretende que jamás se equivoque y siempre tenga los datos precisos y correctos. Pero sí convocaron a una intención por aprender no solamente sobre historia, sino los procesos que la construyen así como las herramientas para distinguir entre las fuentes, líneas de investigación y calidad de las mismas, sugerencias por las cuales TK se mostró por demás interesado, entendiendo su posición como poseedor de una plataforma enorme para la comunicación de la historia.

De la misma manera, los moderadores de Interruptus Radio, Karla Motte (UNAM), Misael Chavoya, (ENAH) y Emiliano Canseco (Instituto Mora) exhortaron a la comunidad de Twitter a salir de las limitaciones impuestas por 280 caracteres, y hacer conciencia de que hay personas detrás del teclado, haciendo imperativa la necesidad de una conversación civil y libre de violencia. Intención que en el Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación compartimos firmemente.¿Habías escuchado hablar de “Historia para tontos”? ¿Sigues su contenido? ¿Qué piensas de este? ¿Puede ser complementario a la educación formal de la Historia? ¿Qué recursos utilizas en clase para facilitar la educación del pasado histórico? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/debate-divulgacion-historica

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Memoria: La República de las maestras

Por: Soledad Bengoechea

Las maestras de la Segunda República Española, fundada un precioso 14 de abril de 1931, fueron unas mujeres valientes y comprometidas que participaron en la conquista de los derechos de las mujeres y en la modernización de la educación, basada en los principios de la escuela pública y democrática. Sirvan estas páginas para ofrecerles un modesto homenaje póstumo.

El retrato literario de la maestra zamorana Justa Freire (1896-1965) nos llegó a través de la obra de teatro La colmena científica o el café de Negrín con la que José Ramón Fernández obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática en el año 2011. Dos años después, el libro Historia de una maestra (1990), de Josefina Aldecoa, se convertía en el hilo conductor del documental Las maestras de la República (2013), elaborado por la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT de Zamora. En esta película se reconoce el compromiso de Freire, quien tenía como objetivo hacer de la educación el pilar de la democracia, el desarrollo y el bienestar de esa época. Nacida en Moraleja del Vino, Freire, entre otras cosas, es conocida por sus estudios sobre la renovación pedagógica y por sus cargos en el Gobierno republicano como directora de Escuelas Ambulantes y Colonias. Miembro del Grupo escolar Alfredo Calderón, inaugurado en 1933 en Madrid bajo las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza, vivió, junto con otro puñado de mujeres, la experiencia de ser las primeras profesionales que dirigieron a docentes varones. Pagó bien cara su osadía. Caída la República, fue expedientada y represaliada, y en la cárcel de Ventas, en Madrid, enseñó a leer, escribir y cantar a las tristemente famosas Trece Rosas, nombre colectivo dado a un grupo de trece jóvenes, la mitad de ellas miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), fusiladas por la Dictadura del general Franco en Madrid el 5 de agosto de 1939, cuatro meses después de finalizar la Guerra Civil Española..1/

Según el dossier de prensa disponible en la página web del documental, Las maestras de la República, las maestras republicanas simbolizaron el proyecto de transformación social y cultural de la Segunda República. La educación pública, accesible, de buena calidad y basada en el principio de igualdad fue uno de los propósitos fundamentales de la República, y a los maestros se los consideraba el alma de la escuela y el modelo para los estudiantes.

El 8 de marzo de 1910 la Gaceta de Madrid publicó una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública permitiendo por primera vez la matriculación de alumnas en todos los establecimientos docentes. Ello supuso un paso importante: si a comienzos del siglo XX el analfabetismo femenino en España era altísimo: del 71 %, en 1910, bajó al 65 % en unos años y en 1930 aún se situaba en el 47,5 %. Las provincias donde había más mujeres analfabetas eran Almería, Málaga, Jaén y Albacete. En la República se produjo el gran salto adelante.2/

De todas las reformas que se emprendieron a partir de abril de 1931, sin duda la estrella fue la de la enseñanza. No es una novedad afirmar que la enorme dedicación de la República Española al tema de la educación. Sus soluciones, no obstante, no fueron por lo general originales. De alguna forma aplicó modelos pedagógicos ya conocidos e incluso desarrollados en épocas anteriores. Pero su labor fue de generalización y extensión de lo que años antes habían sido simples experiencias muy particulares, o planteamientos teóricos que difícilmente hubiesen sido realizables en otros contextos.

Dentro de un proyecto más amplio de creación de un estado del bienestar, al considerar la educación como un motor de transformación social, se le otorgó una importancia fundamental. La Institución Libre de Enseñanzafue la doctrina más influyente en el proyecto educativo republicano, un proyecto recogido en los libros de historia. La República tendría la obligación de facilitar el acceso a todos los grados de enseñanza a los españoles sin posibilidades económicas, es decir, por vez primera se establecía que la falta de recursos no podría ser un impedimento para estudiar. ¡Ello, en España era importantísimo! Así, la educación adquiría un componente social del que carecía anteriormente, se perdería y ya no se recuperaría hasta la vuelta de la democracia.

Si hablamos de cultura en la República, el cambio es profundo, pues ésta, la cultura, se convertía en atribución esencial del Estado. La enseñanza primaria devenía gratuita, obligatoria, laica y coeducativa. En aquello momentos se publicaba el libro de Margarita Comas La coeducación de los sexos, y por un decreto del 28 de agosto de 1931 se suprimían los dos institutos femeninos que existían en Madrid y Barcelona y se convertían en centros de asistencia mixta. Otro decreto del 29 de septiembre reformaba las escuelas normales y establecía la coeducación en dichos centros. Dos años después, en 1933, se publicó el primer grado del libro escolar de Leonor Serrano Diana o la educación de una niña.

Además, se abolieron las asignaturas domésticas y religiosas y se crearon escuelas nocturnas para trabajadoras. En resumen, en lo que respecta a la educación, especialmente de las mujeres, la obra legislativa republicana fue un intento de sacar a España de las concepciones decimonónicas que se tenían sobre la escuela y la mujer.

Recién proclamado el nuevo régimen, el gobierno provisional se decidió a llevar a cabo una tarea difícil: solucionar el tema de la enseñanza de religión en la escuela. Por fin, ésta quedó suprimida por decreto de 6 de mayo de 1931. Con uno de sus principales postulados, la libertad religiosa, la República trataba de situar a España en el plano moral y civil de las democracias europeas y americanas. Ahora bien, si bien se suprimió la obligatoriedad de la enseñanza de religión, se mantuvo en aquellos casos en que los padres desearan que fuera impartida. Los republicanos eran conscientes de que había que ir despacio en el tema religioso. Como era esperable, estas medidas fueron duramente criticadas por los sectores de opinión católicos. Nada más instaurada, la República ya tenía a la poderosa Iglesia católica en contra de ella.

Los gobernantes observaron que para realizar todos estos cambios hacía falta un nuevo tipo de maestro y maestra, mejor formado pedagógicamente, muy concienciado de la importancia de su labor, más valorado por la Administración y mejor remunerado. Veamos el caso de Juliana.

La despedida fue triste. Padres y hermanos lloraban inconsolables. Juliana, la hija mediana, se marchaba a Barcelona. Tenía aspiraciones que allí, en un pueblo de Burgos, no podía desarrollar. Ella era una joven de 18 años de carácter decidido, resuelto. Desde muy niña soñó que un día sería maestra. ¡Y lo consiguió! Después se licenció en la Universidad. La formación de los maestros había llegado, por fin, a la universidad, al crearse la sección de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad, en el año 1932. Por un tiempo trabajó en una empresa, pero pronto pudo acceder a los estudios universitarios. Se casó, tuvo dos hijos y se matriculó para realizar una carrera de Letras. Juliana, hija de casa humilde, llegó a ostentar un título universitario en una sociedad que normalmente los otorgaba solo a jóvenes de clase media o alta. Se tornó visible en el espacio público.3/

Poco a poco, al hacerse evidente que en todo sistema educativo la inspección era un elemento clave, en 1932 se aprobó el decreto sobre la Inspección de la Primera Enseñanza. El inspector no solo sería un funcionario que debía controlar la aplicación de la ley, sino, sobre todo, un facilitador del aprendizaje. Debía primar su función orientadora respecto a los profesores, por lo que su formación pedagógica debía ser fundamental, además de la puramente administrativa, claro. La inspección en el nivel secundario llegó con otro decreto de Inspección de Segunda Enseñanza, en el mismo sentido. Gracias al decreto de Inmovilidad de los Inspectores, el inspector educativo en la República se convertía así en un funcionario autónomo, que evitaba su desplazamiento cuando molestaba en algún distrito. Además, al crearse las juntas de inspectores, estos trabajarían de forma coordinada.

Pero algunas de las mejoras conseguidas durante el llamado primer bienio republicano (1931-1933) no tardaron mucho en ser abolidas. La llegada de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) al poder a finales de 1933 planteó importantes cambios del proyecto progresista educativo en la línea de lo que se ha denominado «contrarreforma», en un sentido conservador. De entrada, la coeducación fue suprimida en primaria, aunque se pretendió que esta medida se fuera aplicando al resto de etapas educativas. Se procuró entrometerse en el campo de los inspectores, eliminando la Inspección Central de Educación con el argumento de que no había presupuesto, y se suprimió su decreto de inamovilidad. Algo no se tocó: se siguió con la creación de escuelas.

A pesar de que el Frente Popular salido de las urnas en febrero de 1936 deseaba establecer reformas educativas en el mismo sentido que en el primer bienio, el estallido de la guerra en el mes de julio de ese mismo año paralizó cualquier actuación importante. Es destacable, eso sí, el esfuerzo formador que se dio en las milicias y en el Ejército Popular, que aún luchaba en el frente republicano para combatir el analfabetismo y aportar conocimientos culturales a los milicianos y soldados.

Puede afirmarse que la educación de las mujeres en la República acabó con algunos de los moldes que venía arrastrando el sistema político de la Restauración monárquica implantada en 1876. El modelo republicano hizo descender el analfabetismo femenino de una forma hasta entonces desconocida. Ello fue debido, sobre todo, al elevado número de escuelas que se fundaron. Una de las primeras decisiones tomadas por el nuevo sistema de gobierno había sido la elaboración de un ambicioso plan quinquenal de construcción de escuelas: ¡hasta 27.000 centros escolares estaban previstos! Mientras, los ayuntamientos adecentaron salas donde educar a los niños, y algunas maestras enseñaban en sus casas con subvenciones municipales. Las penurias presupuestarias (no debe obviarse que la implantación de la República siguió de cerca al crac de 1929) impidieron alcanzar ese objetivo, pero se hizo un verdadero esfuerzo para que hubiera escuelas en todos los rincones del país.

En estos años, aunque muy lentamente, aumentó el número de mujeres universitarias con vocación profesional e independientes por su trabajo. Algunas de ellas, de clase media y alta, estaban emparentadas con hombres destacados en política, economía o cultura en general; habían tenido acceso a una buena educación, próxima a la Institución Libre de Enseñanza. En algún caso, entre las mujeres que más destacaron, no era raro que al menos uno de sus progenitores fuera extranjero, sirvan de ejemplo Victoria Kent, Margarita Nelken, María de Maeztu o Zenobia Camprubí; ello les facilitaba hablar lenguas extranjeras y estudiar en otros países. Y todas ellas se caracterizaban por su preocupación por la mujer española, algunas dentro de una línea claramente feminista y con militancia en diferentes asociaciones.

Corrían los mismos años republicanos cuando se dio a conocer otra mujer innovadora: la segoviana María de Pablos Cerezo. Esta vez no hablamos de una maestra, sino de una compositora y de la primera directora de orquesta en España. Mariano Gómez de Caso, su biógrafo, la considera «un genio malogrado». Este investigador acaba de publicar un libro, María de Pablos Cerezo. Compositora musical segoviana, en el que recoge la vida y la obra de una mujer adelantada a su tiempo.¿Quién fue María de Pablos? Desgraciadamente, Pablos vio su carrera truncada debido a una enfermedad. Pero fue un auténtico genio para la interpretación, la composición y la dirección musical. Un genio que tuvo que luchar para abrirse camino, más si cabe por el simple hecho de ser mujer…4/

Perfil de una maestra rural

Las maestras republicanas, formadas en aulas mixtas por primera vez, hablaron de igualdad en remotas y atrasadas aldeas. Abrieron una ventana a la libertad y cambiaron el negro de la mujer rural por los colores de la libertad y de la esperanza”5/.

En esos años republicanos, el analfabetismo era muy alto el ámbito rural, principalmente entre las mujeres. A estas zonas olvidadas, mayoritarias en una sociedad eminentemente campesina, se desplazaron un gran número de maestras, la mayoría recién salidas de las facultades. Las maestras rurales eran en general mujeres jóvenes que, después de estudiar en una facultad de Magisterio, obtenían su título universitario y opositaban o se formaban para lograr un puesto de trabajo. De esta forma, estas maestras conseguían una independencia económica que les permitía desvincularse del núcleo familiar para iniciar una nueva vida. En esta nueva vida se incluía un apasionado y ambicioso proyecto didáctico, avalado por la ideología de las corrientes de la escuela nueva y de la metodología activa. El concepto de maestra rural se afianzó en la Segunda República como ente dinamizador de conversión social, de agente de cambio y de defensa de las clases menos pudientes. Una vez separadas del valor moral religioso, las maestras de zonas rurales eran ciudadanas, trabajadoras únicas capaces de sociabilizar a los niños y niñas de sus escuelas. Y en la medida que las circunstancias lo permitieron, intentaron convertir a familias de los pueblos, siempre a través de la educación de sus hijos e hijas, en seres sociales democráticos que vivieran para el conocimiento.6/

Las misiones pedagógicas

Los apóstoles de la nueva era fueron los intelectuales de las Misiones Pedagógicas —Lorca, Cernuda, Casona— que salieron a los caminos a predicar la buena nueva”.7/

El 17 de diciembre de 1931, unos vecinos de Ayllón, Segovia, que sentados en la plaza del pueblo hablaban del tiempo, no daban crédito a sus ojos: por aquellas calles, a medio empedrar, un grupo de jóvenes llegaban subidos en un camión. Dentro del vehículo llevaban un teatro de títeres, libros, un proyector de cine… ¿De dónde han salido?, ¿qué querrán?, se preguntaban atónitos los aldeanos. Los recién llegados disipaban sus dudas, les explicaban quiénes eran –maestros- y qué los llevaba a aquella recóndita aldea. Ilusionados, les decían que constituían la primera misión pedagógica que ponía en marcha la Segunda República y que ésta acababa de llegar a su destino, Ayllón. Y los invitaban a asistir, aquella misma tarde al único salón de baile de la localidad.

A ese lugar, carente de ventilación y amueblado con escasos asientos, cerca de quinientos habitantes del pequeño pueblo segoviano acudieron a esta primera cita. Gran parte de los asistentes eran hombres, viejos y mozos, con bufanda y boina puesta. La mayoría llegó fumando. El número de mujeres era escaso, a ellas la costumbre y las tradiciones les barraban las diversiones. No obstante, con los días la presencia femenina fue en aumento. Al principio estaban todas de pie, juntas, como atemorizadas. El rumor en la sala era enorme. Un grupo de personas conseguía sentarse gracias a unos bancos traídos de la iglesia. El ambiente no parecía el idóneo para el aprendizaje. Plantados frente al público asistente, los jóvenes visitantes comenzaron a recitar el texto que pronunciarían cada día antes de empezar:

Es natural que queráis saber, antes de empezar, quiénes somos y a qué venimos. No tengáis miedo. No venimos a pediros nada. Al contrario, venimos a daros de balde algunas cosas. Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rodillas, donde no se necesita hacer novillos. Porque el Gobierno de la República, que nos envía, nos ha dicho que vengamos ante todo a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas, a las más abandonadas, y que vengamos a enseñaros algo, algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos”.8/  

¿Quiénes eran estos jóvenes? En los primeros meses de mandato, el gobierno provisional de la República, consciente del problema que suponían las carencias culturales de buena parte de la población española, especialmente en el mundo rural, impulsó un sistema de instrucción para atenuar esta situación, con un propósito principal de justicia social. Y también con la finalidad de llevar los valores republicanos a la España tradicionalista y rural que en general era esquiva a la República. Estos jóvenes tenían mucho que contar. Unas de estas jóvenes, imaginada, se llamaba Victoria,

Antes de nacer, su madre ya la llamaba Victoria. Porque para ella aquella niña era un sueño convertido en realidad. Victoria contaba dieciocho abriles cuando por vez primera alguien le habló de las Misiones Pedagógicas. ¡Ya no consiguió pensar en nada más! ¡Ella también sería misionera pedagógica, iría de voluntaria! Victoria era una joven que formaba parte de aquellas muchachas que vieron en la República el sueño de la igualdad, de la justicia social, del feminismo y de la libertad. Le resultaba duro hablar del proyecto con sus padres y hermana mayor ¡tan queridos! Sabía que les supondría un enorme disgusto. ¡Estaban en medio de una terrible guerra fraticida! Pasaron unos días, pero al fin se decidió. ¡Sabía que lo conseguiría, que la entenderían! Un buen día, el camión de las misiones paró delante de su casa. Era una fría mañana de invierno. Helaba. Victoria cerró la puerta y salió a la calle. Las ráfagas cargadas de lluvia del nordeste le dieron en la cara. Abrigada con un oscuro mantón que le había tejido su madre, calzada con unas botas fuertes, de montaña, con un gorro que le cubría el moño con el que sujetaba su hermoso cabello y unos rudos guantes cubriendo los dichosos sabañones subió ayudada por un compañero. Pararon en un pueblo pobre, pequeño. Hasta ella llegó el delicado aroma de los jazmines que las mujeres cuidaban en sus balcones. Los niños vinieron corriendo a acogerlos, contentos, alborozados porque habían visto que, en el fondo del camión, había juguetes, películas, cuentos. Victoria sintió que sus ojos se inundaban de lágrimas. Pensó en sus padres y en su hermana, pero se dijo ¡Creo que ha valido la pena!

El Patronato de Misiones Pedagógicas se creó a propuesta del Ministerio de Instrucción Pública. Tenía la finalidad de llevar la cultura a todos los rincones de España. Las misiones tenían el encargo de «difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural». Estos jóvenes que se iniciaron en Ayllón, formaban parte de esas misiones. En 1932 habría inscritos 75 misioneros culturales de los que diez eran mujeres, entre las que se encontraban féminas tan relevantes como Matilde Moliner, Carmen Conde y María Zambrano. Pero llegaron a ser cientos de voluntarios y voluntarias, unos seiscientos, los que llevaron a una España con una alta tasa de analfabetismo bibliotecas, museos ambulantes, teatro clásico y contemporáneo, música, cursos de formación en un esfuerzo original y sin precedentes en la historia de España. Tras la misión en Ayllón, los misioneros acudirían a Navalcán (Toledo), Valdepeñas de la Sierra y Puebla de Beleña (Guadalajara), Navas del Madroño (Cáceres), Puebla de la Mujer Muerta (Madrid)… así hasta 1.200 localidades.9/

El proyecto, que se extendió hasta el final de la guerra civil, trataba de fomentar la cultura general poniendo a disposición de los ciudadanos bibliotecas populares, organización de lecturas, sesiones cinematográficas para conocer otros pueblos, sesiones musicales de coros y orquestas, audiciones radiofónicas, exposiciones de arte con museos itinerantes, teatro del pueblo (con una sección de títeres bautizada como retablo de fantoches). El teatro del pueblo estaba dirigido por Alejandro Casona y formado por jóvenes estudiantes universitarios. El proyecto fue contemporáneo al de la compañía de teatro universitario La Barraca, del malogrado Federico García Lorca y Eduardo Ugarte. También se realizaban cursillos para maestros y voluntarios, en los cuales se les enseñaba cómo podían mejorar las clases de los niños.

El 18 de julio de 1936, el golpe militar desencadenó la guerra civil. La infraestructura del sistema bibliotecario de las misiones pedagógicas continuó activa en la medida de lo posible hasta el final de la guerra, Estuvo coordinada desde Valencia, donde se había instalado el gobierno republicano. Los casi seiscientos españoles que habían colaborado directamente con las misiones pedagógicas sufrieron toda clase de destinos. Algunos «misioneros» murieron asesinados nada más estallar la guerra; otros se enrolaron en las Milicias de la Cultura o en las Brigadas Volantes; y muchos de ellos fueron encarcelados, expedientados o exiliados. También se dio el caso de algunos que se integraron en las filas franquistas.

Soledad Bengoechea, doctora en historia, miembro del Grupo de Investigación Consolidado “Treball, Institucions i Gènere” (TIG), de la UB y miembro de Tot Història, Associació Cultural.

Notas

1/ María del Mar del Pozo Andrés, «Mujer, autoridad y educación: el caso singular de la maestra Justa Freire», en Henar Gallego Franco y M.ª del Carmen García Herrero (eds.), Autoridad, poder e influencia. Mujeres que hacen historia, Icaria, Barcelona, 2017, pp. 159-184.

María del Mar del Pozo Andrés, Justa Freire o la pasión de educar. Biografía de una maestra atrapada en la historia de España (18961965), Octaedro, Barcelona, 2013.

2/ Los años de la incorporación de la mujer a la educación. http://www.ub.edu/ciudadania/hipertexto/evolucion/introduccion/Edu4.htm

3/ Entrevista oral realizada por la autora.

4/ Carlos Álvaro, «María de Pablos Cerezo fue un genio malogrado» 25/6/2016, https://www.elnortedecastilla.es/segovia/201606/25/maria-pablos-cerezo-genio-20160625124735.html

5/ Josefina Aldecoa https://agustinaperez.wordpress.com/2013/05/04/ii-republica-mujer-escuela-y-democracia/

6/ Carmen M.ª Sánchez Morillas, «La maestra rural en la Segunda República», Revista de Antropología Experimental, n.º 10, 2010.

7/ Agustina Pérez, «II República: democracia, cultura y enseñanza», 2012, https://agustinaperez.wordpress.com/2012/04/20/ii-republica-democracia-cultura-y-ensenanza/

8/ https://www.facebook.com/memoriahistoricagranada/posts/1187869597940475/
*https://vientosur.info/la-republica-de-las-maestras/
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Erich Fromm: » El hombre ha perdido su capacidad de desobedecer»

Publicado en:  Bloghemia

«Amar con inteligencia y de forma plena es el resultado de un acto deliberado, un propósito que requiere y al mismo tiempo demanda buscar la excelencia.» – Erich Fromm 

Texto de Erich Fromm, publicado bajo el título «La desobediencia como problema psicológico y moral»

Por: Erich Fromm
Reyes, sacerdotes, señores feudales, patrones de industrias y padres han insistido durante siglos en que la obediencia es una virtud y la desobediencia es un vicio. Para presentar otro punto de vista enfrentamos esta posición con la formulación siguiente: la historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y es probable que termine por un acto de obediencia.
Según los mitos hebreos y griegos, la historia humana se inauguró con un acto de desobediencia. Adán  y Eva, cuando vivían en el Jardín del Edén, eran parte de la naturaleza; estaban en armonía con ella, pero no la trascendían. Estaban en la naturaleza como el feto en el útero de la madre. Todo esto cambió cuando desobedecieron una orden. Al romper vínculos con la tierra y madre, al cortar el cordón umbilical, el hombre emergió y fue capaz de dar el primer paso hacia la independencia y la libertad. El acto de desobediencia  liberó a Adán y Eva y les abrió los ojos. Se reconocieron uno a otro como extraños y al mundo exterior como extraño e incluso hostil. El “pecado original” lejos de corromper al hombre, lo liberó; fue el comienzo de la historia humana. El hombre tuvo que abandonar el Jardín del Edén para aprende fiar en sus propias fuerzas y llegar a ser plenamente humano.
Para los profetas la historia es el lugar en que el hombre se vuelve humano, desarrollando sus capacidades de razón y amor, hasta que crear una nueva armonía entre él, sus congéneres y la naturaleza. Esta nueva armonía se describe como “el fin de los días”, ese periodo de la historia en que hay paz entre el hombre y el hombre, y entre el hombre y la naturaleza. Es un “nuevo” paraíso creado por el hombre mismo.
También para el mito griego de Prometeo, toda la civilización humana se basa en un acto de desobediencia. Prometeo, al robar el fuego de los dioses, echó los fundamentos de la evolución del hombre. No habría historia humana si no fuera por el “crimen” de Prometeo. Él, como Adán y Eva, es castigado por su desobediencia. Pero no se arrepiente ni pide perdón. Por el contrario, dice orgullosamente, : “Prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser el siervo obediente de los dioses”.
El hombre continuó evolucionando mediante actos de desobediencia. Su desarrollo espiritual solo fue posible porque hubo hombres que se atrevieron a decir no. Pero además su evolución intelectual dependió de su capacidad de desobediencia – desobediencia a las autoridades que trataban de amordazar los pensamientos nuevos, y a la autoridad de acendradas opiniones según las cuales el cambio no tenía sentido-.
Si la capacidad de desobediencia constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia podría muy bien, provocar el fin de la historia humana. No estoy hablando en términos simbólicos o poéticos. Existe la probabilidad de que la raza humana destruya la civilización y también toda la vida sobre la tierra. Estamos viviendo técnicamente en la era atómica, pero la mayoría de los hombres -incluida la mayoría de los que están en el poder-  viven aún emocionalmente  en la Edad de Piedra. Si la humanidad se suicida, será porque la gente obedecerá a quienes le ordenan apretar los botones de la muerte; porque obedecerá a las pasiones arcaicas de temor, odio, codicia; porque obedecerá a los clisés obsoletos de soberanía estatal y honor nacional.
Pero no quiero significar que toda la desobediencia sea una virtud y toda obediencia un vicio. Tal punto de vista ignoraría la relación dialéctica que existe entre obediencia y desobediencia. Un acto de obediencia a un principio es necesariamente un acto de desobediencia a su contra parte, y viceversa. Antígona constituye el ejemplo clásico de esta dicotomía. Si obedece a las leyes inhumanas del Estado, Antígona debe desobedecer necesariamente las leyes de la humanidad. Si obedece a estas últimas, debe desobedecer a las primeras. Todos los mártires de la fe religiosa, de la libertad y de la ciencia han tenido que desobedecer a quienes deseaban amordazarlos, para obedecer a su propia conciencia, a las leyes de la humanidad y la razón. Si un hombre solo puede obedecer y no desobedecer, es un esclavo; si solo puede desobedecer y no obedecer, es un rebelde (no un revolucionario); actúa por cólera, despecho, resentimiento, pero no en nombre de una convicción o de un principio.
Sin embargo, para prevenir una confusión entre términos, debemos establecer un importante distingo. La obediencia a una persona, institución o poder (obediencia heterónoma) es sometimiento; implica la abdicación de mi autonomía y la aceptación de una voluntad o juicio ajenos en lugar del mío. La obediencia a mi propia razón o convicción (obediencia autónoma) no es un acto de sumisión sino de afirmación. Mi convicción y mi juicio, si son  auténticamente míos, forman parte de mí. Si los sigo, estoy siendo yo mismo.
Es preciso dos precisiones más. La palabra conciencia se utiliza para expresar dos fenómenos que son muy distintos entre sí. Uno es la “conciencia autoritaria”, que es la voz internalizada de una autoridad a la que estamos ansiosos de complacer y temerosos de desagradar. La conciencia autoritaria es la conciencia de la que habla Freud, y a la que llamó superyó. Este superyó representa las órdenes y prohibiciones del padre internalizadas y aceptadas por el hijo debido al temor.
Distinta de la conciencia autoritaria es la “conciencia humanística”; ésta es la voz presente en todo ser humano e independiente de sanciones y recompensas externas. La conciencia humanística se basa en el hecho de que como seres humanos tenemos un conocimiento intuitivo de lo que es humano e inhumano, de lo que contribuye a la vida y de lo que la destruye. Es la voz que nos reconduce a nosotros mismos, a nuestra humanidad.
La conciencia autoritaria (superyó) es también obediencia a un poder exterior a mí, aunque este poder haya sido internalizado. Conscientemente creo que estoy siguiendo a mi conciencia; en realidad, sin embargo, he absorbido los principios del poder. La obediencia a la “conciencia autoritaria”, tiende a debilitar la “conciencia humanística”, la capacidad de ser uno mismo y de juzgarse a sí mismo.
También debe precisarse, por otra parte, la afirmación de que la obediencia a otra persona es ipso facto sumisión, distinguiendo la autoridad “irracional” de la autoridad racional. Un ejemplo de autoridad racional es la relación que existe entre alumno y maestro; uno de autoridad irracional es la relación entre esclavo y dueño. En ambas relaciones se acepta la autoridad de la persona que ejerce el mando, pero los intereses del alumno y del maestro, en el caso ideal,  se orientan en la misma dirección, es decir, el maestro se siente satisfecho si logra hacer progresar al alumno; si fracasa, ese fracaso es suyo y del alumno. El dueño del esclavo, en cambio, desea explotarlo en la mayor medida posible. Al mismo tiempo, el esclavo trata de defender lo mejor que puede sus reclamos a un mínimo de felicidad. Los interese del esclavo y del dueño son antagónicos.
Hay otra distinción paralela a ésta: la autoridad racional lo es porque la autoridad, sea la que posee un maestro o un capitán de barco que da órdenes en una emergencia, actúa en nombre de la razón que, por ser universal, podemos aceptar sin someternos. La autoridad irracional tiene que usar la fuerza o la sugestión, pues nadie se prestaría a la explotación si dependiera de su arbitrio evitarlo.
¿Por qué se inclina tanto el hombre a obedecer y por qué le es tan difícil desobedecer? Mientras obedezco al poder del Estado, de la Iglesia o de la opinión pública, me siento seguro y protegido. En verdad, poco importa cuál es el poder al que obedezco. Es siempre una institución, u hombres, que utilizan de una u otra manera la fuerza y que pretenden fraudulentamente poseer la omnisciencia y la omnipotencia. Mi obediencia me hace participar del poder que reverencio, y por ello me siento fuerte. No puedo cometer errores, pues ese poder decide por mí; no puedo estar solo, porque él me vigila; no puedo cometer pecados, porque él no me permite hacerlo, y aunque los corneta, el castigo es sólo el modo de volver al poder omnímodo.
Para desobedecer debemos tener el coraje de estar solos, errar y pecar. Pero el coraje no basta. La capacidad de coraje depende del estado de desarrollo de una persona.
Sólo si una persona ha emergido del regazo materno y de los mandatos de su padre, sólo si ha emergido como individuo plenamente desarrollado y ha adquirido así la capacidad de pensar y sentir por sí mismo, puede tener el coraje de decir “no” al poder, de desobedecer. Una persona puede llegar a ser libre mediante actos de desobediencia, aprendiendo a decir no al poder. Pero no sólo la capacidad de desobediencia es la condición de la libertad; la libertad es también la condición de la desobediencia. Si temo a la libertad no puedo atreverme a decir “no”, no puedo tener el coraje de ser desobediente. En verdad, la libertad y la capacidad de desobediencia son inseparables; de ahí que cualquier sistema social, político y religioso que proclame la libertad pero reprima la desobediencia, no puede ser sincero. Hay otra razón por la que es tan difícil atreverse a desobedecer, a decir “no” a la autoridad. Durante la mayor parte de la historia humana la obediencia se identificó con la virtud y la desobediencia con el pecado. La razón es simple: hasta ahora, a lo largo de la mayor parte de la historia, una minoría ha gobernado a la mayoría. Este dominio fue necesario por el hecho de que las cosas buenas que existían sólo bastaban para unos pocos, y los más debían conformarse con las migajas.
El hombre ha perdido su capacidad de desobedecer, ni siquiera se da cuenta del hecho de que obedece. En este punto de la historia, la capacidad de dudar, de criticar y de desobedecer puede ser todo lo que media entre la posibilidad de un futuro para la humanidad, y el fin de la civilización.
Fuente e Imagen: https://www.bloghemia.com/2021/10/erich-fromm-el-hombre-ha-perdido-su.html?m=1
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Opinión | Historia Latinoamericana: ¿Celebrar, conmemorar o reflexionar?

Por: Sofía García-Bullé

La conversación sobre el aspecto crítico de la historia es crucial en el aula para la formación de una identidad cultural más completa y madura del estudiantado.

Bajo el marco del Día de la Raza, se abre de nuevo una conversación siempre presente cada 12 de octubre desde que el revisionismo histórico nos llevó a reevaluar la manera en que recordamos el descubrimiento y colonización de América. La pregunta principal en este tema, la que abre el debate es, ¿debemos seguir celebrando esta efeméride?

Nuevas perspectivas y revisiones históricas han llevado al centro de la conversación lo complicado del legado de los europeos tras descubrir y conquistar el nuevo mundo. Si bien los primeros registros favorecieron a personajes históricos como Cristóbal Colón y Hernán Cortés como héroes y exploradores que hicieron avanzar la historia y trajeron invaluables contribuciones a la cartografía, el comercio y la formación del continente americano, estos recuentos dejaron en un segundo plano la experiencias de quienes pagaron un precio enorme durante la colonización de América: las razas originarias.

Simplemente el título Descubrimiento de América, conlleva un gran número de implicaciones, como el que el continente y sus habitantes no existían como tal hasta que las potencias europeas los “descubrieron” o que se trató de un proceso inocuo o sin violencia, cuando el paso inmediato tras el descubrimiento fue una campaña bélica de conquista. Quizás a este proceso sería más adecuado llamarlo: la invasión de América, pero hacerlo también conlleva una serie de riesgos epistémicos, filosóficos y culturales bastante serios. ¿Cómo la recordaríamos entonces? ¿Cómo una guerra perdida y no como el inicio histórico del continente como lo conocemos? ¿Qué identidad cultural tendríamos entonces? ¿Mayas? ¿Tlaxcaltecas? ¿Yaquis? Entenderíamos México de una forma totalmente diferente, quizás ni siquiera como país, porque no lo éramos antes de la llegada de los españoles y la consecuente liberación tras la independencia. ¿Qué reparaciones pensaríamos que deberían otorgarse desde esta identidad cultural que denuncia el descubrimiento de América como invasión? ¿Cómo complicaría esta situación el panorama geopolítico actual y las relaciones internacionales con Europa? Si creen que estas preguntas son un dolor de cabeza, hay otra más complicada, ¿cómo entenderíamos entonces el concepto y consecuencias culturales del mestizaje? La resignificación total de un evento histórico puede tener aristas muy filosas cuando se realiza desde un pensamiento radical, aún dentro de un contexto de buenas intenciones y búsqueda de justicia.

En el 2019 el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, nos mostró un vistazo de cómo se ve un gobierno mexicano que gestiona relaciones con España a través de la perspectiva de invasión en vez de descubrimiento. El mandatario solicitó del Rey de España y del papa Francisco, una carta de disculpa por los abusos cometidos a los pueblos originarios de México durante la conquista hace 500 años. El gobierno español rechazó con firmeza el contenido de la carta de López Obrador y contestó lo siguiente:

«La llegada, hace 500 años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. Nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro pasado compartido sin ira y con una perspectiva constructiva, como pueblos libres con una herencia común y una proyección extraordinaria».

Reiteraron también su disposición para trabajar conjuntamente con México para construir un marco apropiado que magnifique la amistad y cooperación entre los países para retos futuros. Este año, el papa Francisco, jefe de Estado del Vaticano, emitió recientemente una carta de disculpa. La comunicación oficial fue leída públicamente por Rogelio Cabrera, cardenal y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Este mensaje de reconocimiento y reivindicación tardó más de dos años en producirse. Si bien el proceso con el Estado Vaticano fue lento pero favorable, las relaciones con España abrieron un inciso sin duda complicado. Todo este intercambio es un excelente ejemplo de cómo una perspectiva histórica sin memoria de los oprimidos puede ser tan incompleta y peligrosa que una visión que use la historia como herramienta exclusiva de retribución o rendición de cuentas.

El escritor Leopoldo Mendívil ofrece un punto de vista revelador y crítico acerca de la historia en el primer capítulo del libro “México a tres bandas”, escrito en colaboración con sus colegas Pedro J. Fernández y Juan Miguel Zunzunegu Mendívil habla de dos bandos que se aproximan a la historia de México de maneras opuestas: los antiespañoles, quienes detestan a Cortés y todo lo que vino con la conquista, y los antiaztecas, que aborrecen a este imperio prehispánico por su sistema de tributo y afiliación a los sacrificios humanos. Ambas opiniones son reduccionistas y pasan de largo aspectos importantes de los cómos y porqués del México prehispánico y de la Nueva España. Como el hecho de que la conquista fue concretada por los mismos pueblos originarios. Durante la batalla en la que cayó Tenochtitlán, el registro de españoles presentes varía de 400 a 850. De acuerdo a Zunzunegi, los pueblos originarios pelearon con 150,000 soldados.

“Toda nación existente hoy es el resultado de muchos conquistadores en el pasado”. En su corta pero contundente máxima, Mendívil aboga por una perspectiva de la historia analítica que no simplifique el pasado colectivo a una cuestión de “héroes y villanos”. Reconocer el papel de los indígenas americanos en la conquista de México no tiene porqué borrar las atrocidades cometidas por exploradores, soldados y evangelizadores españoles. El entender que la cultura mexicana es la base de una identidad nacional y es digna de celebrarse, igual que la de todos los demás países en América (latinos o no) no está peleado con reconocer que las circunstancias en las que estas culturas nacieron no fueron la epítome del respeto a los derechos humanos. Pero en una época en la que los países eran creados y establecidos por el poder de las potencias militares, ¿qué conquista está libre de crímenes contra la humanidad?

Entonces, ¿dónde encaja toda esta extensa lección de historia en el cuestionamiento de cómo es correcto significar fechas históricas importantes como el Día de la Raza? Este problema se puede resolver desde el aula. Si hablamos de enseñar historia, es necesario enseñarla como una herramienta de aprendizaje social, el repositorio de una memoria colectiva, el entendimiento de las circunstancias que constituyen el presente, ya sean buenas o malas, no como la base de un culto a eventos y personajes del pasado.

En una fecha como esta podemos tanto celebrar como conmemorar. Celebrar el legado de la cultura de los pueblos originarios, conmemorar la tragedia de las injusticias sobre las cuales se erigieron las colonias en América, quizás tengamos el espacio para hacer ambas cosas, pero lo que no podemos dejar de hacer bajo ninguna circunstancia es reflexionar sobre lo complejos y multidimensionales que son los eventos históricos de esta naturaleza.

La conversación en clase sobre la historia como el recuento de las vivencias de personas, así como el desarrollo de eventos internacionales del pasado que responden a una agenda de intereses, algunos de estos todavía vigentes, es crucial para crear una conciencia histórica capaz de ver los grises y que no esté limitada a celebrar ciegamente eventos a los que está ligado un gran costo humano, pero tampoco invisibilizar los procesos que dieron lugar a los aspectos positivos de las culturas e identidades que tenemos hoy.

¿Cómo hablas de la historia detrás del Día de La Raza en el aula? ¿Abres conversación sobre la complejidad de los eventos que formaron el continente? ¿Te centras en la parte de la celebración? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Reseña del libro: Historia de la pedagogía. PDF

Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

El texto Historia de la pedagogía fue escrito por Nicola Abbagnano y A. Visalberghi, mismo que fue editado por el Fondo de Cultura Económica. Cuenta con 709 páginas. ISBN 84-375-0005-2. Editado por primera vez en español en 1964 y ha sido reimpreso más de nueve veces.

En este sentido, en la Historia de la pedagogía los autores plasmaron su interés por abordar el problema educativo de manera coincidente con el planteamiento del problema histórico de la génesis del pensamiento occidental, esto, con el fin de articular relaciones entre lo cultural y lo social, las teorías filosóficas y pedagógicas y la praxis educativa de los diversos períodos considerados, mismos que dan estructura y cronología a los capítulos del texto.

De tal manera, el trabajo realizado por Nicola Abbagnano y A. Visalberghi se divide en cuatro partes, I) La cultura y la educación en la antigüedad; II) Del triunfo del cristianismo a la crisis de la escolástica; III) Del Renacimiento a Kant; y, IV) La época contemporánea. A su vez, cada uno de estos apartados presenta la historia de educación y la pedagogía a través de momentos históricos y de numerosos pensadores que se dedicaron a problematizar, cuestionar e innovar la cuestión pedagógica.

Así pues, los autores expresan que entre la filosofía y la pedagogía existe una conexión muy estrecha, y a primera vista parecerá que la diferencia que pudiera existir entre ellas es sólo cuestión de acento. Sin embargo, refieren que toda filosofía es necesaria e íntimamente, una filosofía de la educación, porque tiende a promover modalidades y formas de cultura de cierto tipo; asimismo, contempla un cierto ideal de formación humana, aunque no se le considera definitivo ni perfecto (N. Abbagnano y A. Visalberghi).

Siendo así, un texto que a traviesa pedagogía, filosofía e historia de la educación. Resultando un basto recorrido para adentrase en diversas concepciones pedagógicas.

Enlace para descargar el texto: https://drive.google.com/file/d/1uUp3W54TqpQHTQrcIPvNk9CTB_2KcAXN/view?usp=sharing

 

 

 

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