Masculinidad y violencia

Por: Miguel Lorente Acosta

Sobre propuesta formativa y sensibilizadora hacia los hombres sobre masculinidad y violencia


El 95% de los homicidios del planeta son cometidos por hombres (ONU, 2013), el 93’2% de las personas en prisión son hombres (WPL, Universidad de Londres, 2018), el 75% de los suicidios son llevados a cabo por hombres (600.000 cada año)… Son ejemplos que reflejan una realidad objetiva que indica que “la violencia es cosa de hombres”.

Sin embargo, a pesar de esa evidencia, la respuesta de una sociedad androcéntrica ha ido dirigida a desviar la mirada de la realidad para ocultar ese protagonismo de los hombres en la violencia. Y lo ha hecho con dos argumentos contrapuestos, por un lado, afirmar que la violencia es multicausal, y por otro, reduciendo la violencia al peso de la biología bajo la influencia de la testosterona.

Y resulta llamativo, porque cuando se habla del protagonismo de los hombres en la creación literaria o en las grandes obras de arte, nadie dice que la creatividad, escribir o pintar son conductas multicausales. Todo lo contrario, se entiende que la amplia y variada “condición masculina” da para eso y para mucho más, y se rechaza que haya habido un sesgo en la crítica literaria, ni discriminación alguna de las mujeres para que no aparezcan en los grandes museos y catálogos. Todo obedece, según se dice, a esa mayor capacidad masculina.

Con ese tipo de argumentos y razonamientos lo que pretende el machismo es hacer desaparecer la voluntad de los hombres en el uso de la violencia, y en la creación de las circunstancias adecuadas para su utilización. De ese modo, dejan a los hombres como si fueran hojas flotando en el vendaval de los acontecimientos, para que luego se posen en la violencia como consecuencia de los elementos de esa multicausalidad, no de su voluntad. Sería como decir que la decisión de una persona al acudir a un restaurante con una estrella Michelin y pedir su plato favorito, en lugar de ser producto de la voluntad y decisión de quien lo hace, es la consecuencia del proceso de deglución, digestión, absorción y metabolismo. Nadie niega que todos esos procesos intervengan cuando alguien ingiere alimentos, sea en un restaurante de lujo o en uno de comida rápida, pero la decisión de ir a uno u otro lugar y pedir un plato u otro, depende de la voluntad.

Con la violencia que ejercen y protagonizan los hombres se actúa de modo similar; por una parte, se fragmenta entre los diferentes elementos que intervienen en la conducta (biológicos, psicológicos, ambientales…) y por otra, se esconde entre los procesos que forman parte de la neurofisiología o del contexto, para que desaparezca voluntad y todo quede como una especie de determinismo en algunos hombres, o como consecuencia de un escenario que esconde la intencionalidad.

Pero los datos son claros y la realidad muy nítida: los hombres protagonizan la violencia en cualquiera de sus formas y a lo largo y ancho de todo el planeta, y la ejercen contra otros hombres y contra las mujeres. El análisis debe partir de este hecho objetivo para avanzar en el estudio del resto de elementos que influyen en una conducta multicausal, como es la violencia, no perderse en las circunstancias teóricas.

La Universidad de Granada inicia un MOOC (Massive Open Online Course) gratuito, donde se analiza esta realidad de la violencia y el protagonismo de los hombres, y lo hace integrando las teorías biologicistas sobre la violencia en sus diferentes planos (genético, humoral, neurológico, psicológico, psiquiátrico…), y las teorías ambientalistas centradas en los elementos sociales y culturales que influyen en los contextos donde se desenvuelven las personas que recurren a la violencia.

Pero también se analiza la violencia como conducta, no sólo como resultado, y todos los elementos que le dan sentido como parte de una decisión elaborada desde una posición determinada y dirigida a lograr unos objetivos concretos, no como una especie de pérdida de control o accidente, como con tanta frecuencia se presenta.

En este sentido, el concepto de “violencia racional” desarrollado por Maxim y Whitehead, refleja esa construcción voluntaria e interesada de las conductas violentas, las cuales pueden verse facilitadas por diferentes factores y elementos de cualquiera de los dos grandes grupos comentados, el biologicista y el ambientalista. En el curso también se analiza esa instrumentalidad y “utilidad” de la violencia, y cómo su resultado encaja en un sistema social que integra los “beneficios de la violencia” en los propios circuitos de la sociedad. No hay una economía, ni un mercado, ni unas finanzas propias para canalizar las grandes sumas de dinero que se obtienen a través de la violencia criminal, todo se integra en mismo sistema androcéntrico liderado por hombres a nivel formal, y en el que son principalmente hombres quienes entienden que la violencia es un recurso válido para resolver problemas y conflictos, y con ello obtener beneficios de diferente tipo.

Esa congruencia entre el modelo de sociedad androcéntrico y la conducta individual de los hombres que recurren a la violencia para obtener beneficios y solucionar sus problemas, está relacionada con las referencias que establece la cultura para organizar la convivencia y articular las relaciones dentro de ella, así como con la definición de una identidad masculina en la que violencia se presenta como un recurso que refuerza la idea de hombre y virilidad.

En este sentido, el MOOC incide en esa construcción de la identidad masculina, y cómo esa doble referencia, violencia e identidad, es la responsable de una forma específica de violencia, como es la que se dirige contra las mujeres y las niñas a través de múltiples expresiones.

El curso finaliza con un estudio sobre los elementos capaces de cambiar esta realidad a través de la transformación de la masculinidad, es decir, de esa idea de hombre que ve en la violencia una opción válida para resolver los problemas y, al mismo tiempo, sentirse más hombre, tanto por la sensación personal como la percepción de reconocimiento por el resto de las personas, especialmente otros hombres, que forman parte de la misma sociedad y cultura. La transformación debe ser cultural, pero han de hacerla las personas que forman parte de la sociedad, de ahí la importancia del posicionamiento individual.

El MOOC ha sido muy bien acogido a nivel nacional e internacional, y en el momento de escribir este artículo ya se habían matriculado más de 3400 personas.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/masculinidad-y-violencia/

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