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Chile: Editores denuncian al Mineduc por censurar un libro de Tercero Medio con textos de Víctor Jara

Redacción: La Tercera

El Ministerio de Educación rechazó el libro de texto de Educación Ciudadana de tercero medio que bajo licitación había obtenido la editorial Cal y Canto. Ante el argumento del Mineduc en cuanto los contenidos del libro no eran satisfactorios, la editorial denuncia que el rechazo está motivado por motivos ideológicos, lo que corresponde a una abierta censura. Los textos impugnados por el ministerio cuya titular es la abogada pinochetista Marcela Cubillos son de Víctor Jara y del filósofo español Fernando Savater.

A la denuncia pública hecha por la editorial se ha sumado la  Corporación del Libro y la Lectura, entidad gremial que agrupa a los editores que hacen circular la mayor parte de los libros en Chile. El ministerio, acusan, ha alterado gravemente los procedimientos de las licitaciones con el solo propósito de impedir la circulación de determinados contenidos de un libro.

La irregularidad no queda solo en el rechazo por motivos de fundamentalismo ideológico al impugnar a dos autores reconocidos universalmente. También por irregularidades administrativas y gastos innecesarios de los fondos públicos. El Mineduc, posteriormente al rechazo del texto de Cal y Canto adjudicó a dedo el mismo libro a otra editorial.

  1. La Corporación de libreros pide un pronunciamiento fundado o rectificación del error de parte de las máximas autoridades del MINEDUC, “ya que somos proveedores de contenido de los escolares chilenos y la certeza jurídica de su proceder es de vital importancia para el ejercicio de nuestras funciones. Pero, sobre todo, por tratarse de una repartición pública mandatada por la ciudadanía para educar a las futuras generaciones de chilenos”.

En tanto, la sociedad de Derechos de las Letras también ha repudiando esta abierta acción de censura que nos remite a los peores momentos del siglo pasado.

Fuente: https://kaosenlared.net/chile-editores-denuncian-al-mineduc-por-censurar-un-libro-de-tercero-medio-con-textos-de-victor-jara/

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Zizek y el estallido social: sacarse los lentes de la ideología

Por:

“En China”, escribe Slavoj Zizek en su libroMenos que nada, “si realmente odias a alguien, la maldición que le lanzas es: «¡Ojalá vivas en tiempos interesantes!». Porque la bendición, explica el esloveno, consistiría en vivir en una época aburrida, donde cada uno pudiera dedicarse sin interrupciones ni sobresaltos a su vida íntima y familiar, que es la que da satisfacciones. Alguien, al parecer —¿Nicolás Maduro? ¿el fantasma de Fidel? ¿Los alienígenas?— nos escupió a los chilenos este mal de ojo chino, y hace días que vivimos en tiempos quizá demasiado interesantes.

Aunque se repitió muchas veces que el estallido social chileno nadie lo vio venir, el popular Zizek, rascándose la nariz en sus videos de YouTube, lo venía describiendo hace tiempo como un fenómeno inminente en el capitalismo democrático global. Ya hace diez años, en su libro Sobre la violencia, a propósito de los intensos disturbios y protestas en los suburbios de París el 2005, se preguntaba: “¿En qué tipo de mundo habitamos, que puede vanagloriarse de tener una sociedad de la elección, pero donde la única opción disponible para el consenso democrático forzado es un acto ciego y desesperado?”.

En la capital francesa, tal como sucedió en Santiago con la quema de estaciones del metro, los manifestantes destruyeron su propio entorno. “¿Para qué sirve nuestra celebrada libertad de elección cuando la única opción está entre aceptar las prohibiciones y una violencia (auto)destructiva? (…) Los coches incendiados y las escuelas atacadas no fueron las de los barrios ricos, sino que eran parte de las conquistas duramente adquiridas por los estratos sociales de los que provenían los manifestantes”.

La explicación que entrega Zizek es que esta violencia subjetiva, que tiene rostro, forma y destrucción material, es una respuesta, evidentemente no deseada, a la violencia objetiva del sistema, permanente y silenciosa, que carece de autoría pero que es sufrida incluso sin mucha conciencia por las capas populares y medias de la sociedad.

“¿Los manifestantes son violentos?”, reflexionaba en un artículo para The Guardian después de las manifestaciones de Occupy Wall Street el 2011, también espontáneas y sin liderazgo político. “Es cierto que su lenguaje puede parecer violento, pero son violentos sólo en el sentido en que Mahatma Gandhi era violento. Son violentos porque quieren poner fin a la situación actual, pero ¿qué es esta violencia en comparación con la violencia necesaria para mantener el buen funcionamiento del sistema capitalista mundial?”.

“[Los protestantes] son desestimados como soñadores”, continúa, “pero los verdaderos soñadores son aquellos que piensan que las cosas pueden continuar indefinidamente como están, sólo con algunos cambios superficiales. No son soñadores; son el despertar de un sueño que se está convirtiendo en una pesadilla. No están destruyendo nada, sino reaccionando a cómo el sistema se está destruyendo gradualmente a sí mismo. Todos conocemos la escena clásica de los dibujos animados: el gato llega a un precipicio pero sigue caminando; comienza a caer sólo cuando mira hacia abajo y nota el abismo. Los manifestantes sólo están recordando a los que están en el poder que miren hacia abajo”.

Mirar hacia abajo, en ese sentido, también podría ser como quitarse los lentes de la ideología, un concepto que cruza toda la obra de Zizek. Según él, todos y todo el tiempo llevamos anteojos que nos impiden ver el mundo tal como es y que, en cambio, nos lo muestran a través de la lente de la ideología. La mayoría de la gente, por supuesto, no lo cree así y se resistirá con fuerza a ello. El truco es tratar de quitarse los lentes, o al menos saber cómo ellos cambian tu perspectiva.

¿Puede ser que la ciudadanía chilena, en estos siete días, haya al fin podido sacarse los lentes de la ideología y ver la realidad en su verdadera expresión? “Salir de la ideología duele, debes esforzarte mucho para hacerlo”, dice en un conocido extracto de su documental Guía perversa para la ideología. “La ideología no solo es impuesta sino que además la disfrutamos. Solo siguiendo tu espontáneo sentido del bienestar, nunca serás libre. Para serlo, tienes que ser forzado”.

Eso sí, hay que tener cuidado, advierte Zizek, en lo que significa realmente la libertad bajo el capitalismo global. En uno de sus libros más recientes, El coraje de la desesperanza, el esloveno enumera una multitud de ejemplos represivos que aparecen disfrazados de lo opuesto: “cuando se nos priva de asistencia sanitaria universal se nos dice que eso supone una libertad de elegir quién nos proporciona ese servicio; cuando ya no podemos confiar en tener un empleo a largo plazo y nos vemos obligados a buscar un trabajo precario cada dos o tres años, se nos dice que se nos brinda la oportunidad de reinventarnos y descubrir nuevos potenciales creativos; cuando tenemos que pagar por la educación de nuestros hijos, se nos dice que nos hemos convertido en «emprendedores del yo». (…) Bombardeados constantemente por «elecciones libres» impuestas, obligados a tomar decisiones para las que ni siquiera estamos debidamente cualificados, cada vez más experimentamos nuestra libertad como lo que es en realidad: una carga que nos priva de una auténtica posibilidad de cambio”.

Pero ahora en Chile, a pesar de las veinte muertes y gracias al desorientado fervor de las marchas, el ánimo generalizado es que nos podemos librar de ese peso, que podemos provocar, al fin, esa “auténtica posibilidad de cambio”. ¿Cómo hace entonces la protesta chilena, que estalló sin planificación ni propuestas, para materializar políticamente esa modificación sustancial de nuestro pacto social?

“Lo que hay que resistir en esta fase es precisamente un traslado rápido de la energía de la protesta en un conjunto de demandas pragmáticas concretas”, sugiere Zizek en su columna en The Guardian, respondiéndole a los que exigen siempre un petitorio como quien pide una lista de supermercado.

“Sí, las protestas crearon un vacío, un vacío en el campo de la ideología hegemónica, y se necesita tiempo para llenar este vacío de una manera adecuada, ya que es un vacío significativo, una apertura para lo verdaderamente nuevo”, dice.

Y concluye: “lo que siempre hay que tener en cuenta es que cualquier debate aquí y ahora sigue siendo necesariamente un debate sobre el terreno del adversario; se necesita tiempo para desplegar el nuevo contenido. Todo lo que decimos ahora puede sernos arrebatado; todo menos nuestro silencio. Este silencio es nuestro ‘terror’, inquietante y amenazador como debe ser”.

Fuente de articulo: https://paniko.cl/zizek-estallido-social-ideologia/

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Educación Liberal y Educación Conservadora en Panamá: Una Aproximación Crítica (1903-1953)

Por: Samuel Antonio Prado Franco

Resumen: En este artículo se presenta a la consideración de los lectores los antecedentes, justificación, marco teórico y los resultados de una investigación sobre la Educación en Panamá del período comprendido de 1903 a 1953 vista desde una perspectiva política, ideológica e histórica. Para la investigación se eligieron a 10 pensadores y políticos Liberales y 5 Conservadores, los cuales aportaron sustancialmente desde su posición política e ideológica al desarrollo de la Educación y Pedagogía Panameña y al proyecto de Estado-Nación.

Palabras claves: Educación, Instrucción, Política, Ideología, Historia de las Ideas, Historia de Panamá, Liberalismo, Conservadurismo. 

1. ANTECEDENTES.

1.1  El Estado Federal de Panamá (1855-1885).

En los inicios de la segunda mitad del siglo XIX tienen lugar en Panamá dos acontecimientos históricos de suma importancia: la creación del Estado Federal y la inauguración del Ferrocarril, ambos hechos ocurridos en 1855. En su obra La Educación en Panamá, Panorama Histórico y Antología, el Magíster Francisco Céspedes nos señala sobre el contenido laico o religioso de la educación de la época: La exclusión de la enseñanza religiosa no puede tomarse como medida definitiva ya que esta cuestión dependía del color político de la Constitución por la cual se regía Colombia en un momento dado. La enseñanza era laica bajo el imperio de constituciones liberales pero cuando dominaban los conservadores la enseñanza de la religión ocupaba primer lugar en el plan de estudios (Céspedes 1985, p. 37).

En 1872, bajo la presidencia del Estado Federal de Panamá del General Buenaventura Correoso, se establece la primera Escuela Normal del país. Tuvo como Director al Doctor Oswald Wirsing de nacionalidad alemana y Sub-Director a Don Manuel Valentín Bravo pedagogo panameño (1840-1882) padre del Ing. Abel Martiniano del Carmen Bravo Martínez (1861-1934), distinguido educador conservador. Para la dirección de las escuelas normales, el Gobierno de Colombia contrató profesores alemanes quienes preparaban a los maestros según el sistema propuesto por Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827) quien fuera un pedagogo suizo. En los 12 años en que la Normal funcionó, graduó 51 maestros y 3 con Diploma Superior, según el Dr. Méndez Pereira. Entre los egresados destacados cabe mencionar a: Nicolás Victoria Jaén, Melchor Lasso de la Vega, Nicolás Pacheco, Sebastián Sucre, Ángel María Herrera, entre otros. El propulsor de la Escuela Normal fue Don Manuel José Hurtado, quien sufragó, de sus propios fondos económicos, los gastos de funcionamiento, cuando el Gobierno Colombiano, por motivo de las guerras civiles, se vio incapacitado de asumir los gastos.

1.2  El Departamento Nacional (1885-1903).

Con la Constitución Colombiana de 1886 y el Régimen Centralista de la Regeneración, el Istmo pierde su autonomía y pasa a ser un departamento más de Colombia. Se inicia un período de deterioro de la instrucción pública. Don Tomás Arias logró del Congreso Colombiano, se estableciera por Ley N° 83 de 1888, los Liberales.ia fue la Batalla del Puente de Calidonia, que se dio el 24 de julio de 1900, donde los Conservadores vencel Colegio Balboa de segunda enseñanza, que fue inaugurado el 3 de junio de 1889, siendo su Director Don Abel Bravo. Entre 1896 y 1899 las administraciones de los Gobernadores Ricardo Arango y Facundo Mutis Durán, con Abel Bravo y Salomón Ponce Aguilera en la Secretaria de Instrucción Pública y la asesoría de Melchor Lasso de la Vega, hacen esfuerzos por dar nuevos impulsos a la enseñanza en Panamá. De 1897 a 1902 funciona el Colegio del Istmo en la ciudad capital, institución privada, creada por Don José Narciso Recuero, siendo sus directores sucesivamente: el Dr. Facundo Mutis Durán, Don Melchor Lasso de la Vega, Don Ángel María Herrera y Don Nicolás Victoria Jaén.

2. JUSTIFICACIÓN.

La disyuntiva de la existencia  de dos corrientes filosóficas-políticas que a pesar de tener sus raíces en latitudes alejadas a lo que fue la incipiente República de Panamá en 1903, las mismas de una u otra forma contribuyen a la estructuración de la naciente nación. Con aciertos y desaciertos en diferentes componentes del accionar de la gestión pública tanto de Liberales como Conservadores, yacen las bases de la Educación en Panamá. Continuos cambios se presentan en el quehacer nacional; cambios impulsados por las bases populares o en su defecto, por la visión de distintos proyectos de gestión pública que a través de sus gestores; enmarcan el escenario del progreso hacia un futuro más promisorio. Esto último, a pesar de los óbices existentes en distintas temporalidades y escenarios sociales.

La dinámica de cambios institucionales y sobre todo, de los gestores de éstos, hacen surgir la necesidad de inquirir y entrar en un análisis profundo sobre los aportes en torno a la educación que tanto Liberales como Conservadores, dieron a la incipiente nación durante sus primeros cincuenta años de  vida republicana.  Sustentar la necesidad histórica de rescatar del olvido los aportes del Liberalismo y el Conservadurismo Panameño en los inicios de la vida republicana luego de separados de Colombia y; agregado a esto, la carencia de estudios e investigaciones sobre la Educación Liberal y Conservadora Panameña como tales; el requerimiento de crear una línea de investigación  de la Política e Historia Educativa Panameña y aportar al fortalecimiento y la investigación de la Educación en Panamá, son elementos que plantearon la necesidad de llevar a cabo la investigación.

3. METODOLOGÍA.

3.1 Unidades de Análisis.

Los pensadores y políticos Liberales considerados en la investigación son: Dr. Justo Arosemena Quesada (1817-1896); Dr. Carlos Antonio Mendoza Soto (1856-1916); Dr. Belisario Porras Barahona (1856-1942); Dr. Eusebio Antonio Morales Mogollón (1865-1929); Dr. José Dolores Moscote (1879-1956); Don Guillermo Andreve Icaza (1879-1940); Dr. Ricardo Joaquín Alfaro Jované (1882-1971); Lic. Jeptha Brawner Duncan Guillén (1885-1977); Dr. Octavio Méndez Pereira (1887-1954) y el Dr. José Daniel Crespo Peña (1890-1958). Por su parte, los pensadores y políticos Conservadores que se consideraron en la investigación son: Ing. Abel Martiniano del Carmen Bravo Martínez (1861-1934); Don Nicolás Victoria Jaén (1862-1950); Don Melchor Lasso de la Vega (1865-1942); Dr. José de la Cruz Herrera Urriola (1876-1961) y el Dr. Diego Domínguez Caballero (1915).

3.2 Tipo de Investigación.

Esta es una investigación aproximativa y exploratoria. Es aproximativa, ya que se realizó una exhaustiva, profunda y completa revisión bibliográfica y documental de los pensadores y políticos Liberales y Conservadores del período de 1903-1953, con especial atención a sus obras, escritos, artículos y discursos políticos, filosóficos, ideológicos, educativos y pedagógicos y a las historias de la Educación Panameña. Es exploratoria, ya que se intentó plantear un enfoque distinto en la estructuración de la investigación, no tanto por corrientes o tradiciones políticas, ideológicas o educativas, sino por autores dentro del período de 1903-1953. Estos autores expresan, sin lugar a dudas, corrientes o tradiciones políticas, ideológicas y educativas determinadas, pero buscábamos en medio de esto resaltar quiénes eran, sus aportes materiales, sus obras relevantes y en el contexto individual y colectivo en dónde vivieron y ejercieron sus cargos públicos y privados.

3.3 Instrumentos de Análisis.

A través de la revisión bio-bibliográfica, documental y el análisis e interpretación de la vida, pensamiento, obra y legado de los principales pensadores y políticos del Liberalismo y Conservadurismo Panameño y la relación problemática entre educación y política, al igual que los distintos escritos, artículos, discursos, debates e intercambios públicos entre algunos pensadores y políticos de ambos proyectos en torno a la Política Educativa en el marco de los primeros cincuenta años de vida republicana. Los textos se analizaran: primero, las obras, escritos, artículos y discursos principales, luego los secundarios y por último, los que han escrito sobre los pensadores y políticos Liberales y Conservadores Panameños. Se tomó los párrafos relevantes al proyecto de investigación para su análisis e interpretación hermenéutica, ideológica, filosófica, histórica, crítica y analítica.  

4. MARCO TEÓRICO.

En el ensayo El Liberalismo. Las Ideologías Constituyentes. El Conflicto entre Liberales y Conservadores del profesor universitario uruguayo Magíster Yamandú Acosta se alude a dos temas fundamentales sobre la temática Liberalismo y Conservadurismo en Nuestra América. Por un lado, la conservatización del Liberalismo y por otro, el desdibujamiento ideológico entre el Liberalismo y el Conservadurismo. ¿Qué parámetros identifican a ambos temas?  En torno a la conservatización del Liberalismo, dentro del proceso denominado como ruptura revolucionaria, el discurso liberal resulta triunfante ante el pensamiento conservador (Romero 1986, p.158). Conservadores apuntan a mantener sino todos los privilegios o beneficios del antiguo régimen colonial; al menos sí algunos que le permitieran mantener aspectos importantes del otrora régimen. Los Liberales por el contrario, irrumpieron las formas del viejo régimen pero aún así, se apoyaron en prácticas que le permitían tener ciertos privilegios o beneficios. Ello en ese sentido, permite entender que los Liberales aceptaban un cambio parcial y no total. Esto es, a pesar de cierto nivel de apertura a los cambios promovidos en los procesos revolucionarios; fomentaron un nuevo orden y régimen también excluyente (Ibid).

4.1 Concepciones de Liberalismo.

 En las siguientes tres definiciones de Liberalismo que tomamos de cada uno de estos pensadores y políticos Liberales, quienes son: José Dolores Moscote, Guillermo Andreve Icaza y José Daniel Crespo se han encontrado similitudes en cuanto al aspecto de resaltar el Liberalismo como concepción mental, moral o espiritual. La de Moscote es una definición esencialista y moralista: Sostenemos que el liberalismo esencial y psicológicamente debe ser considerado como una actitud de la mente, como una tendencia del espíritu humano hacia lo mejor próximo o remoto que suele manifestarse por la ausencia de trabas y de obstáculos para el desenvolvimiento de la vida civil, política, religiosa o puramente espiritual. (Moscote 1924, p. 115). La que nos proporciona Andreve es una definición abstracta, esencialista y moralista: …Es una recta tirada al infinito. Nada lo asombra ni nada lo detiene. Posee un poder de asimilación para todo lo bueno, que es enorme. (Andreve 1931, p. 13). Por último, la de Crespo es una definición esencialista y moralista, donde destaca lo espiritual como algo que abarca todo, ya sea que se hable de fe del ser humano así como de lo institucional que tiene que ver con los individuos en el plano político o social: El liberalismo en su moderna concepción es, pues, esa actitud mental de selección progresiva, esta tendencia o modalidad espiritual en todos los aspectos de la vida, pero particularmente en materia político-social, amplia, receptiva, plástica, que utiliza en los resultados de la ciencia, apoyada en la técnica de la investigación y aplicación de tales resultados, para la solución de los problemas de la convivencia humana y promover el progreso social, con el bienestar común como única meta. (Crespo 1951, p. 40).

Eduardo Arnoletto (2010) aporta características, elementos, avances y retrocesos de naturaleza política e histórica de una índole completa, profunda y abarcadora del concepto Liberalismo. Según Arnoletto (2010), el Liberalismo es un complejo fenómeno cultural, de origen occidental, producto de factores muy heterogéneos. Entre ellos destaca el racionalismo, el positivismo, el pragmatismo, el desarrollo político, económico, social y cultural de la burguesía, el surgimiento del nacionalismo, el desprestigio del absolutismo y el avance de la técnica. Pensadores como Charles Louis Barón de Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau o Adam Smith influyeron notablemente en el pensamiento político, económico y social de su época histórica hasta la actualidad. Nos señala Arnoletto (2010) las características fundamentales del Liberalismo las cuales son: el individualismo (preeminencia de lo individual sobre lo social o comunitario); la libertad (en los más diversos aspectos, garantizada contra intromisiones del Estado); la igualdad (jurídica y política, base del sufragio universal y del régimen parlamentario) y la propiedad privada (respetada casi sin limitaciones y fundamento de la libertad misma).

4.2 Concepciones de Conservadurismo. 

En el pensamiento Conservador se defienden y promueven valores tradicionales, familiares y religiosos, se elogia la naturaleza frente a los cambios y transformaciones industriales. Se asocia al nacionalismo, el patriotismo, el patrioterismo y el chauvinismo o sea el exaltado fervor patriótico y la creencia narcisista próxima a la paranoia y la mitomanía de que lo propio del país o región, al que uno pertenece o lo nacional es superior o mejor a lo extranjero siempre bajo cualquier aspecto. En lo económico, históricamente se posicionaron como proteccionistas —en oposición al librecambismo económico de los Liberales—. Según el filósofo e historiador panameño César Julio González, lo Conservador puede entenderse como: una forma de pensar precapitalista y antinacional o, en cambio, puede interpretarse como una concepción filosófica que teorizaba sobre la protección de la producción nacional. (González, 2003). Esta definición nos acerca a la concepción filosófica, ideológica y económica del Conservadurismo. 

Eduardo Arnoletto (2010) plantea la siguiente definición que consideramos como política e histórica, ya que enfatiza en el Conservadurismo el ser una ideología cuya dualidad de valores “conservación-renovación” se pone el énfasis en el primer término. El mismo no niega el cambio, pero considera que todo cambio que se intente debe ser lento y gradual, llevándose a cabo una vez que se haya demostrado por experiencia que dicho cambio es necesario y viable. Arnoletto (2010) nos señala tres elementos principales del Conservadurismo que son: el intento de asegurar una sobre-representación política a la propiedad, la inmodificabilidad de la naturaleza humana por la acción política, la que nunca puede ser totalmente liberadora y ser el opuesto dialéctico hasta el día de hoy del progresismo.

Teniendo presente el cúmulo conceptual existente del término Conservadurismo; se propone para la presente investigación la siguiente definición: Doctrina filosófica, ideológica, política, económica y social que favorece las tradiciones, las costumbres y es contraria a los cambios radicales y revolucionarios. Se define por su actitud favorable a las estructuras existentes del status quo y que se enfrenta a cualquier intento de modificarlas. Su antecedente histórico moderno más conocido arranca con la reacción que pretende defender las instituciones y valores del Antiguo Régimen (Ancien Régime) frente al nacimiento de las revoluciones liberales-burguesas y socializantes-populares.

4.3 Concepciones de Educación e Instrucción.

La educación se puede ver como la acción o el conjunto de acciones destinadas a desarrollar en la persona su capacidad intelectual y moral, una determinada facultad o facultades y el carácter o como el conocimiento de las costumbres, hábitos y buenos modales conforme a ciertas normas establecidas por la comunidad o el país.

Entre otros conceptos y definiciones de educación tenemos: la educación laica y religiosa: la primera, aplica la enseñanza no religiosa, lo que supone la separación del sistema e institución educativa con los cultos o ritos religiosos en general. Esta no debe ser confundida con el ateismo, porque no se promueve la negación de Dios o las religiones. La segunda se fundamenta y orienta con los dogmas de la fe, libros religiosos revelados por Dios, catequesis y cursos de religión o moral religiosa, muchas veces impartida por un ministro, pastor o sacerdote. La definición etimológica de Educación e Instrucción la aporta el Dr. José Daniel Crespo en su obra Fundamentos de la Nueva Educación, la cual es importante y necesaria en materia educativa para el análisis e interpretación de los pensadores y políticos tanto Liberales como Conservadores: La misma etimología de estas voces lo demuestra. Instrucción viene del latín instruere (in, en o sobre; truere, construir), que significa construir, edificar, es decir, acopiar los materiales de la experiencia para fabricar con ellos un edificio. Educación viene del latín educere (e, fuera; ducere, sacar), que significa sacar fuera, desenvolver, desarrollar la mente; y no tan sólo introducir algo en ella. (Crespo 1942, p. 13).

4.4 Concepciones de Política.
 
 El origen etimológico de Política proviene del griego πολιτικος que puede significar políticos, ciudadano, civil, relativo al ordenamiento de la ciudad. Es la actividad o acción humana de gobernar o dirigir el Estado en beneficio de la comunidad o de la ciudad. El término fue ampliamente utilizado en Atenas a partir del siglo V a.c., en especial gracias a la obra del filósofo griego Aristóteles (384-322 a.c.) titulada, La Política. Aristóteles definía al ser humano como un zoon politikon, un animal político por excelencia y naturaleza. La Política es definida como la comunicación dotada de un poder y de una relación de fuerzas.
El Diccionario Marxista de Filosofía (1972) nos señala la raíz etimológica de política como proveniente del griego politike, arte de la dirección del Estado. Es la esfera de las relaciones entre distintas clases sociales orientadas a la conquista o al mantenimiento del poder estatal. Por consiguiente, la política existe allí donde hay clases sociales y se halla estrechamente vinculada con el Estado y el derecho. En sentido estricto se entiende por política la dirección de los asuntos del Estado (o de los partidos políticos) en una u otra esfera de la vida social. La Política puede ser definida como dominación o sea la subordinación y vasallaje de una persona o grupo por otro; como lucha de clases o sea la contradicción, ruptura o pugna ideológica irreconciliable, radical y violenta entre clases sociales antagónicas y sus respectivos intereses de clase; como la continuación de la guerra por otros medios; como la relación amigo-enemigo o como negociación, con consensos y disensos.

5. RESULTADOS. 

Las influencias en el pensamiento, obra y acción educativa y pedagógica de los pensadores y políticos Liberales Panameños del período de 1903 a 1953 son variadas y ricas. Por ejemplo, desde el Pragmatismo de John Dewey (1859-1952) Filósofo, Psicólogo y Pedagogo Norteamericano y William Heard Kilpatrick (1871-1965) Filósofo y Pedagogo Norteamericano; el Socialismo de Anatoli Vasilievich Lunacharski (1875-1933) Político, Dramaturgo y Crítico Literario Ruso; Alekséi Maksímovich Péshkov cuyo seudónimo era Máximo Gorki (1868-1936) Escritor Ruso y Antón Semiónovich Makarenko (1888-1939) Pedagogo Ucraniano y el Pensamiento Pedagógico de Johann Friedrich Herbart (1776-1841) Filósofo, Psicólogo y Pedagogo Alemán.

Éstos son los Principios Generales Políticos y Educativos que se han extraído de los pensamientos, obras, escritos, artículos y discursos de los principales pensadores y políticos Liberales Panameños del período de 1903 a 1953 y los objetivos y logros que alcanzaron como Secretarios y Sub-Secretarios del Ramo de Instrucción Pública (1903-1940) conocidos actualmente como Ministros de Educación (a partir de 1941):

Cuadro N° 1: Principios Generales Políticos y Educativos Liberales.

  • Educación Libre, Universal, Laica, Pública, Masiva, Gratuita, Obligatoria, Científica, Moderna, Liberadora, Humanista, Socializante, Nacionalista, Cívica, Patriótica y Moral.
  • Educación Primaria Obligatoria.
  • Educación Secundaria Completa (Bachillerato).
  • Educación Profesional de las Mujeres.
  • Educación Industrial, Mecánica y Técnica.
  • Educación Universitaria.
  • Universidad Académica, Cultural, Libre y Liberal (Dr. Octavio Méndez Pereira).
  • Formación Pedagógica de Maestros.
  • Democratización y Socialización de la Educación.
  • Descentralización de la Educación.
  • La Separación de la Iglesia del Estado en Materia Política, Civil y Educativa.
  • Coeducación.
  • Administración Despolitizada del Ramo Educativo.
  • Presupuestos o Rentas Propias para el Ramo Educativo.
  • Meritocracia en el Nombramiento de los Maestros y Profesores.
  • Jardín de Niños (Kindergarten).
  • Respeto a la Personalidad del Niño.
  • Nueva Educación o Escuela Nueva (Pragmatismo de John Dewey).
  • Igualdad entre Hombres y Mujeres.
  • La Defensa y el Respeto de las Libertades y Derechos del Individuo en Materia Política, Social, Cultural y Religiosa contemplada en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Fuente: Elaboración propia.

Por otro lado, éstos son los Principios Generales Políticos y Educativos que se han extraído del pensamiento y la obra de los principales pensadores Conservadores Panameños del período de 1903 a 1953 y los objetivos y logros que alcanzaron como Secretarios y Sub-Secretarios del Ramo de Instrucción Pública conocidos actualmente como Ministros de Educación (a partir de 1941):

Cuadro N° 2: Principios Generales Políticos y Educativos Conservadores.

  • Educación Escolástica (Aristotélica-Tomista), Dogmática, Privada, Sectaria y Elitista.
  • Educación Confesional, Religiosa y Moral Cristiana-Católica.
  • Educación Doméstica de la Mujer según sus Funciones Sociales.
  • No Identificación de las Funciones Sociales de la Mujer con el Hombre.
  • Distinción Natural de los Sexos.
  • Principios y Valores como: la Tradición, la Costumbre, la Autoridad, la Familia, la Religión, la Comunidad, el Status Social y el Orden.
  • Respeto y Obediencia a la Autoridad Política Instituida por los Ciudadanos con la  Voluntad y Gracia Divina y de Acuerdo a la Moral Cristiana-Católica.

Fuente: Elaboración propia.

Cuadro N° 3: Posición Política e Ideológica en el Espectro Izquierda-Derecha de los Pensadores y Políticos Liberales y Conservadores (1903 a 1953).

Izquierda Liberal Derecha Liberal Izquierda Conservadora Derecha Conservadora
Grupo A: Socializantes y Progresistas: Carlos Antonio Mendoza Soto; Belisario Porras Barahona; José Dolores Moscote y José Daniel Crespo Peña. Conservadores: Ricardo Joaquín Alfaro Jované; Jeptha Brawner Duncan Guillén y Octavio Méndez Pereira. Centristas y Moderados: Abel Martiniano del Carmen  Bravo Martínez; Melchor Lasso de la Vega y Diego Domínguez Caballero. Religiosos: Nicolás Victoria Jaén y José de la Cruz Herrera Urriola.
Grupo B: Centristas y Moderados: Justo Arosemena Quesada; Eusebio Antonio Morales  Mogollón y Guillermo Andreve Icaza.      

Fuente: Elaboración propia.

Está clasificación por posición política e ideológica en el espectro izquierda-derecha de los pensadores y políticos Liberales y Conservadores del período de 1903 a 1953 está basada en el análisis e interpretación de las obras, escritos, artículos y discursos de los mismos. Los agrupados en la Izquierda Liberal, se han subdivido en dos Grupos A y B. En el Grupo A están quienes por su pensamiento y acción eran Socializantes y Progresistas. Son los casos de Carlos A. Mendoza y Belisario Porras quienes tuvieron un fuerte arraigo popular en las masas arrabaleras (Mendoza) y campesinas (Porras) a lo largo de su vida pública y privada y bajo sus respectivas administraciones presidenciales a través del desarrollo de importantes y profundas obras e instituciones públicas de cambio y transformación nacionales y colectivas. En el caso de José Dolores Moscote quien participó como Administrador y responsable de la Sección Notas Panameñas de la Revista de izquierda Cuasimodo (1919-1920) donde estuvo en contacto con las ideas socialistas y anarquistas, que lo influenciaron, junto al anarquista español José María Blázquez de Pedro, Nemesio Canales, Director y principal gestor de la revista, Julio R. Barcos Redactor y responsable de la Sección Profesores de Idealismo en América y con el profesor y pedagogo costarricense Federico Calvo quien fuera colaborador con artículos de ciencias naturales. En el caso de José Daniel Crespo fue influenciado por el pensamiento pedagógico socialista soviético en su pensamiento, obra y acción política, educativa y pedagógica.

En el Grupo B, se encuentran quienes son los Centristas y Moderados. Entre los que están: Justo Arosemena, Eusebio A. Morales y Guillermo Andreve. Eran los que asumían una posición intermedia que sin llegar a ser socializantes, progresistas o cercanos a posiciones más a la izquierda (socialismo o anarquismo, por ejemplo) tenían una fuerte sensibilidad y sentido popular. La Derecha Liberal o Conservadora conformada por Ricardo J. Alfaro, Jeptha B. Duncan y Octavio Méndez Pereira eran abiertos opositores al socialismo o el anarquismo, pero que tampoco creían en una posición reaccionaria furibunda. La Izquierda Conservadora o los Centristas y Moderados quienes eran Abel Bravo, Melchor Lasso de la Vega y Diego Domínguez Caballero eran en su pensamiento y acción más abiertos al contacto, relación o influencia de otras posiciones o corrientes filosóficas, ideológicas, políticas, educativas y pedagógicas, aunque sin dejar de ser cristianos católicos creyentes y practicantes. Por último, la Derecha Conservadora o Religiosa, entre los cuales contamos con Nicolás Victoria Jaén y José de la Cruz Herrera. Se caracterizaban por ser menos abiertos al contacto, relación o influencia de otras posiciones o corrientes filosóficas, ideológicas, políticas, educativas y pedagógicas. Fueron fervientes y radicales católicos en su vida pública y privada y abiertos opositores al socialismo.

6. CONCLUSIONES.

Estos son los aportes fundamentales en materia política, filosófica, ideológica, educativa y pedagógica de los principales pensadores y políticos Liberales y Conservadores Panameños del período de 1903 a 1953 y las consideraciones relevantes que se desprenden de la investigación:

  • El Liberalismo aportó a la Educación Panameña, la educación libre, universal, laica, pública, masiva, gratuita y obligatoria y el Conservadurismo, la educación confesional, religiosa, dogmática, privada, sectaria y elitista.
  • El Liberalismo promovió la defensa y el respeto de las libertades y derechos del individuo en materia política, social, cultural y religiosa contemplada en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y los principios clásicos de Igualdad, Libertad y Fraternidad de la Revolución Francesa de 1789. Impulsaron en gran medida la separación de la Iglesia del Estado, sobre todo en materia política, educativa y del registro civil.
  • Los Liberales y Conservadores coadyuvaron en la creación, organización, crecimiento, desarrollo, consolidación, renovación y modernización de las instituciones políticas y estatales en materia de salud, educación, bienestar social, obras públicas, infraestructura, estructura, entre otras. Contribuyeron enormemente tanto Liberales como Conservadores en el crecimiento, desarrollo y consolidación de la institucionalización no sólo material, sino moral e intelectual del Estado y la comunidad panameña.
  • El Liberalismo Panameño como concepción y corriente filosófica, ideológica, política, económica y social, gracias a la visión de estos pensadores y políticos que señalamos a lo largo de la investigación, entra en una fase de renovación y reforma, producto en alguna medida de la consolidación y expansión en el mundo del socialismo como una opción ideológica, política, económica y social a partir principalmente del triunfo de la Revolución Bolchevique Rusa de 1917 que era atrayente a los trabajadores, campesinos, artesanos, profesionales, intelectuales, pobres y oprimidos de la comunidad internacional y nacional, por sus ideas y acciones en el establecimiento de un sistema político más justo, igualitario, libertario, solidario y fraterno.
  • El Liberalismo Panameño tuvo que incluir y asumir en su teoría y praxis, las reclamaciones y necesidades de los trabajadores y campesinos en lo que respecta a la igualdad económica y social, al bienestar y al progreso material.
  • El Liberalismo Panameño pasó de ser eminentemente individualista a más colectivista. Esto lo planteamos a nivel de las ideas y acciones de los pensadores y políticos Liberales abordados, ya que las cúpulas de los partidos que se denominaron o consideraron “Liberales” condujeron en la práctica política y las contiendas electorales a los partidos a ser reaccionarios, elitistas y anti-populares dejando de ser partidos socializantes, progresistas y populares.
  • A pesar de los esfuerzos intelectuales, académicos y prácticos políticos de los Liberales para renovar y poner a la altura de los tiempos históricos que se estaban viviendo al Liberalismo, la división, la fragmentación, la desideologización, el desdibujamiento ideológico y la degeneración se estaba dando. Pasando de ser el protagonista y actor principal de la vida política, comunitaria y cultural del país quedó siendo un factor de no avance y obstáculo para el desarrollo del país. La corrupción, la inmoralidad, el caudillismo, el personalismo, el autoritarismo y el clientelismo político hicieron mucho daño a la imagen del Liberalismo. La gran cantidad de partidos políticos y candidatos que se denominaban “Liberales” y que participan en las elecciones era impresionante. La unidad y la coherencia política e ideológica del Liberalismo se perdían rápidamente, hasta perderse por completo.
  • Para concluir este artículo citamos las palabras finales del Maestro Dr. Ricaurte Soler Batista (1932-1994) filósofo, historiador y profesor universitario panameño de su ensayo Cuasimodo: Alba de la UtopíaVolver al pasado, conociéndolo, es una de las varias maneras racionales de enfrentar mejor los retos del futuro. Y también una de las mejores vías para armarnos frente a los mismos (Soler 1996, p. 35).

7. REFERENCIAS.

  1. Andreve, G. (1931) Consideraciones sobre el Liberalismo. Panamá: Casa Editorial El Tiempo.
  2. Céspedes, F. (1985) La Educación en Panamá. Panorama Histórico y Antología. Tomo 4 de la Biblioteca de la Cultura Panameña. Panamá: Imprenta de la Universidad de Panamá.
  3. Crespo, J. (1942) Fundamentos de la Nueva Educación. Chile: Editora Zig-Zag.
  4. Crespo, J. (1951) Manifiesto Liberal. Panamá: Editora La Nación.
  5. González, C. J. (2003) Aproximación Historiográfica al Pensamiento Ideológico-Político del Conservadurismo en Panamá. Panamá: Imprenta de la Nación.
  6. Moscote, J. D. (1924) MotivosPanamá: Editorial Minerva.
  7. Soler, R. (1996) Cuasimodo: Alba de la Utopía en Revista Tareas N° 94 Septiembre-Diciembre. Panamá: Alfa Omega Impresores.
  8. Varios Autores. (1972) Diccionario Marxista de Filosofía. México: Ediciones de Cultura Popular.

Fuente: https://ellibrepensador.com/2010/12/16/educacion-liberal-y-educacion-conservadora-en-panama-una-aproximacion-critica-1903-1953/

 

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Libro(PDF): «Educación y construcción de ciudadanía. Estudio de caso : en una escuela de nivel medio de la ciudad de Córdoba – 2007-2008»

Reseña: CLACSO

Al interrogarnos cómo se aprende a ser ciudadano, seguramente estamos abriendo un espacio en el que se nos aparecen múltiples voces y múltiples argumentos. Y esto es así en tanto la ciudadanía es una construcción que se desarrolla durante toda la vida de un sujeto. No es menos cierto reconocer que existen en la sociedad un conjunto de instituciones y actores que, con propósito manifiesto o latente, promueven o coadyuvan a la construcción de la ciudadanía. Frente a este abanico de posibilidades, optamos por focalizarnos en la Escuela Secundaria porque, a pesar de las dificultades por las que atraviesa la escuela pública argentina, confiamos en que la educación constituye el principal camino a través del cual se puede contribuir en la sociedad a la construcción de ciudadanía, entendida en términos de libertad y autonomía individual. De ejercicio real y no de modo formal, es decir, contando con los medios para conseguirlo.

Autores (as):  Blanas, Georgina E.

Editorial/Editor: Centro de Estudios Avanzados

Año de publicación: 2014

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-1751-19-8

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Efemerides escolares, planos de historicidad y políticas de la memoria

Por: Federico Mare

Las efemérides escolares, tal como hoy se las suele celebrar o conmemorar en Argentina (y sospecho que en otros países el panorama no debe ser muy diferente), tienen muchos bemoles ideológicos susceptibles de crítica: la verborrea patriotera, la visión esencialista y fosilizada de la historia, la folclorización del pasado, las exhortaciones nacionalistas a la concordia de clases, los anacronismos, etc. Ya me he referido a esos bemoles en diversos escritos. Hoy quisiera centrar mi reflexión en otro aspecto problemático: la bidimensionalidad de las efemérides escolares, su contextualización incompleta, su historicidad trunca o mutilada.

La costumbre, la usanza arraigada, es la siguiente: cada 25 de mayo, cada 20 de junio, cada 9 de julio, cada 17 de agosto, etc., las escuelas evocan y homenajean a los próceres o acontecimientos estipulados en el calendario educativo (la Revolución de Mayo, Belgrano, la Declaración de Independencia, San Martín), y establecen alguna relación comparativa, genealógica y moralizadora con el presente: el ayer como espejo, origen y ejemplo del hoy, en la vena del clásico precepto ciceroniano Historia est magistra vitae, «la Historia es maestra de la vida».

Hay solo dos temporalidades, solo dos dimensiones, en esta práctica cultural: el pasado conmemorado y el presente que conmemora. La tercera temporalidad, la tercera dimensión, no menos importante y significativa que las otras, queda casi siempre omitida, marginada en un cono de sombras. ¿Cuál es esa tercera temporalidad o dimensión? Las distintas coyunturas históricas en las cuales se instituyeron las efemérides escolares: cuándo, cómo, por qué y para qué se inventaron determinadas tradiciones conmemorativas, quiénes lo hicieron, para quiénes –o contra quiénes– lo hicieron, desde qué premisas, y otros entresijos del pasado nacional no menos relevantes. Este otro plano de historicidad, sin cuyo develamiento no es posible comprender y sopesar, en toda su complejidad ideológica, lo que se está conmemorando, es objeto de una contumaz elusión en las escuelas de Argentina.

Así, saltamos de 2019 a 1492 pasando por alto, de manera despreocupada, el año clave de 1916, cuando Yrigoyen decretó con bombos y platillos la celebración del hispanista y clerical Día de la Raza en tributo a la conquista y evangelización de América, verdadera ofensa a la memoria e identidad de los pueblos originarios. Festejamos el Día de la Tradición evocando el natalicio de José Hernández, pero soslayando olímpicamente aquel 1939 de la Década Infame en que la derecha nacionalista católica logró la sanción de la inquietante ley 4.756 en el Congreso, con el objeto de inculcar en las nuevas generaciones los valores de la argentinidad; valores asociados a una mitología gauchesca autoritaria y esencialista que poco y nada tenía que ver con los gauchos de carne y hueso del siglo XIX, y mucho con las modas ideológicas de la Europa de Entreguerras, como el movimiento völkisch de la Alemania nazi y otros telurismos chovinistas no menos siniestros. Podríamos enumerar muchos ejemplos, pero resultaría tedioso e innecesario hacerlo aquí.

Más productivo sería analizar en profundidad, con fines didácticos o ilustrativos, un caso particular: el llamado Día del Profesor, una efeméride de origen bastante reciente, dudosamente compatible con los valores democráticos. Se trata, parafraseando al historiador Eric Hobsbawm, de una tradición inventada por la última dictadura militar, a los efectos de contrapesar, en el imaginario escolar, la figura de Sarmiento y la conmemoración del Día del Maestro, demasiado laicas para el paladar clerical de Videla y sus burócratas. El 17 de septiembre se conmemora la muerte del intelectual y docente católico José Manuel Estrada (1842-1894), uno de los principales adalides de la cruzada ultramontana de la Iglesia contra el art. 8 de la Ley 1420 de Educación Común (1884), que sabiamente excluía del currículum de las escuelas públicas la enseñanza religiosa. Estrada, igual que Goyena, defendió a capa y espada la perpetuación de la catequesis en la escolaridad estatal. Igualmente enconada fue su oposición a las otras leyes laicas de aquella época: ley de registro civil, ley de matrimonio civil, etc.

La reivindicación de Estrada hecha por el régimen procesista a fines de los 70 –con el inefable Juan Rafael Llerena Amadeo, un ex funcionario del Onganiato, al frente del Ministerio de Educación– fue premeditadamente polémica, abiertamente revisionista de derecha. Fue una verdadera provocación ideológica, una bofetada al magisterio progresista de la Argentina. Se canonizó a Estrada ex professo como contrafigura de Sarmiento, a quien no se le perdonaba su militancia laicista, su veta anticlerical. Que se trató de una política de la memoria cuidadosamente pergeñada, queda demostrado, entre otras cosas, por el empeño puesto en buscar una fecha dentro del rango de septiembre, bien cercana al tradicional Día del Maestro. Llerena Amadeo se propuso, pues, recatolizar el mes sarmientino. No hay dudas al respecto.

Aunque como profesor valoro y agradezco, en lo personal, las salutaciones del 17/9, me resulta difícil olvidar, como militante del laicismo de izquierda, la genealogía reaccionaria de dicha efeméride. Decía Hobsbawm que la tarea de lxs historiadores es siempre recordar lo que la sociedad olvida. Pienso que tenía razón.

Es de suma importancia, por consiguiente, que hagamos el ejercicio genealógico-crítico de recuperar la tridimensionalidad de las efemérides escolares, sus tres umbrales de historicidad. No basta con evocar el pasado remoto que está explícito como tópico histórico de referencia (el combate de la Vuelta de Obligado, por ej.), ni con anclar la retrospectiva en el aquí y ahora para evitar que quede reducida a una abstracción anticuaria. Es preciso, además, traer a colación –y problematizar– el pasado más cercano que está implícito en el origen mismo de las tradiciones conmemorativas, en el contexto de su formación, en las circunstancias de su génesis (siguiendo con nuestro último ejemplo, aquel 1974 en que el segundo peronismo instituyó el revisionista Día de la Soberanía Nacional). Una memoria lúcida, desnaturalizada, deconstruida, consciente de sus propios artificios axiológicos y avatares en el tiempo, será siempre mejor –menos nociva– que una memoria rutinaria, indiferente a su historicidad intrínseca.

En su ensayo Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida (1874), Nietzsche alertó sobre los peligros de la historia monumental y la historia anticuaria, y elogió las bondades de la historia crítica que no cae en sobreactuaciones. Casi un siglo y medio después, muchas de esas reflexiones conservan intactas su frescura teórica y fecundidad práctica.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=260854

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¿Por qué a ninguna sociedad le «conviene» que el hombre sea libre?

Por: Zarko Pinkas

Ninguna sociedad quiere que seamos inteligentes. Esto va en contra de los fundamentos oscuros de su misma conformación del poder. Si las personas son inteligentes y críticos de sus entornos, no pueden ser explotadas, manipuladas, no pueden ser forzadas a vivir mecánicamente sin un espíritu reflexivo.

En el momento que se comienza a pensar y usar su propia inteligencia en busca del libre albedrío, te vuelves peligroso para el sistema; peligroso para esas personas que están en el poder

Ellos buscarán -los que salgan de la oscuridad impuesta-, primero crecer en su individualidad y después desarrollarse es su aspecto humano solidario. Estos hombres y mujeres libres llevarán el germen de la rebelión humanista. Amarán vivir en libertad y se convertirán en el verdadero recambio para estas sociedades sumidas en la ignorancia masificada y la falta de libertad amarrada por las cadenas de un sistema global injusto y deshumanizado.

Ninguna sociedad quiere que seas libre. Las sociedades comunistas, capitalistas y fascistas buscan amarrar al hombre, tras los barrotes de la manipulación y buscan que su inteligencia sea copiada como un clon, donde su propia visión sea destruida y sustituida por las órdenes de los poderosos; quienes están atrás de los gobiernos títeres y corporaciones que destruyen el planeta.

En el momento que se comienza a pensar y usar su propia inteligencia en busca del libre albedrío, te vuelves peligroso para el sistema; peligroso para esas personas que están en el poder; peligroso para aquellos que nos ven solo como un número estadístico y un voto para llenar sus urnas para legitimar su control humano.

Te vuelve peligroso para aquellos eruditos de quinta categoría, periodistas vendidos, profesores ideologizados y filósofos comprometidos con una visión parcializada de la realidad. Estos desean monopolizar el conocimiento y las posturas críticas, buscando encadenar nuestra vida a visiones obtusas y no evolutivas.

Al usar y desarrollar nuestra inteligencia, el individuo se convierte en una amenaza para todo tipo de opresión, explotación y manipulación social, política, cultural y económica. Y será perseguido y buscarán encasillarlo como una oveja negra o un ser extraño antisocial. El gran precio a pagar será la soledad hasta que otros vayan rompiendo las cadenas.

El punto es como no caer en la oscuridad de la ignorancia masiva que afecta a estas «sociedades líquidas» (Zygmunt Bauman). La constante búsqueda del conocimiento es vital para mantenernos apartados de las masas y de los involucionados sociales.

La inteligencia y el conocimiento son las armas de una nueva revolución, que debe frenar la ignorancia y la maldad que invade nuestro planeta. Los líderes de las grandes potencias solo quieren manipularnos para ser parte de la carne de cañón en sus luchas por el poder económico y migajas para sus aliados, que son los primeros en buscar encasillar la inteligencia crítica como un delito al mismo nivel del terrorismo.

Un hombre libre lee y vuelve a leer sabiendo que esto le ayudará a ver la luz y, de esa forma, abrazar la libertad única de convertirse en una persona inteligente, no perfecta.

Pero, con la inteligencia para darse cuenta que nos quieren convertir en esclavos y buscará el momento exacto, para crear una nueva oportunidad de una sociedad realmente justa y libre de las ideologías de odio, la lucha de clases eternas, la explotación, la desigualdad, la pobreza humana. Y, también, será consiente que esa lucha no será fácil y puede costar muchos años para la meta de una evolución humana, donde la solidaridad sea el pilar fundamental de una nueva «polis» y no el egoísmo privado de unos pocos.

Un hombre inteligente es fuego viviente, es luz para guiarse el mismo de la oscuridad que nos atrapa en noches que duran vidas completas y que solo se es libre al final de nuestros días. Ese hombre libre no puede vender su vida. Él no será un sirviente que pone la silla a un amo pues prefiere morir a convertirse en un esclavo de la estupidez global.

Fuente: https://www.visionliberal.com.ar/nota/6552-por-que-a-ninguna-sociedad-le-conviene-que-el-hombre-sea-libre/

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Algunos delirios de la izquierda sobre la escuela

Por: Dayron Roque

A propósito del artículo “Educación y autoritarismo”, de Miguel Alejandro Hayes.

No parece tener que preocuparse la derecha por hacer labor de convencimiento ideológico, cuando cierto sector de la izquierda se dedica casi con mayor ahínco a embelesar a la gente mientras dice que la combate. Ese parece ser el caso del artículo Educación y autoritarismo, publicado de manera reciente en algunos medios digitales. El asunto se enmarca en la inexistencia de un debate público acerca de la filosofía de la educación en nuestro país —en tanto es enmascarado en «debates» sobre algunas de sus manifestaciones más prácticas y puntuales—.

Lo que parece ser el tema central del texto en cuestión es cómo la educación tiene determinada influencia en la política —¿o la política en la educación?—. El carácter político de la educación es incuestionable: la escuela es una zona política compleja y contradictoria; esto es que, es un espacio donde viven mecanismos de reproducción de la dominación y, a la vez, un campo donde se construyen estrategias y alternativas de oposición, contestación y resistencia. Toda escuela tiene su «contraescuela», y ello es un asunto que interesa a la política.

Como cabe suponer, en el análisis de tal realidad, existe un abanico muy amplio de posiciones desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. Cada una, incluso, ha tenido la oportunidad de «ensayar» su tipo de escuela en determinados momentos y condiciones concretas. Mientras unos ven a la escuela bajo un manto de santidad y neutralidad, otros la observan «vigilantes» como «cómplice del adoctrinamiento» estatal y/o privado.

No creo que la razón esté en el «medio» de ambos posicionamientos: sería una solución salomónica muy fácil, pero errada; sobre todo si se toma en cuenta que en un extremo y otro del panorama político se repiten iniciativas, concepciones y prácticas educativas.

La derecha —que incluye, de paso, a la disfrazada de «centroizquierda»— ha logrado popularizar determinados discursos sobre la escuela que han sido «comprados» con mucho entusiasmo por la izquierda: entre ellos, la escuela como un «aparato ideológico del Estado», o que la autoridad deviene, «naturalmente» en autoritarismo en la escuela. Lo grave no es que haya personas que tengan el criterio —incluso demostrado con hechos de infelices ejemplos, que pretenden hacer pasar por la «regla»— de que la escuela solo sirve para «vigilar y castigar»; lo grave es que esas personas se hagan llamar de izquierda —y «marxista»— y que, además, que presenten su discurso como «progresista».

No es reciente la idea de ciertos sectores de la izquierda ejercer la crítica de la educación escolarizada, en el entendido de que reproduce estructuras de dominación, inherentes a toda sociedad organizada, incluyendo —dicho sea, con humildad— las que se han llamado «socialistas», a lo largo de la historia universal —la tradición anarquista, con tesis de indudable valor, ha estado en el «borde delantero» de tales esfuerzos—. El asunto en sí no es menor, pues se ubica en el centro de una de aquellas famosas tesis marxianas —sobre el tal Feuerbach— de que «el educador necesita ser educado», quizás dejada inconclusa al faltarle —por lo menos— una pregunta: ¿y cómo?

El artículo de referencia da pie para profundizar en varios aspectos de la vida en las escuelas y de la necesidad de profundizar en la misma, como parte de la necesidad de reflexionar sobre toda la vida en nuestro país. Con independencia de que trataré de profundizar en los nudos más conflictivos del mismo, en principio me permito señalar algunas cuestiones puntuales que son, cuando menos, inexactitudes de «forma»:

  • dice el autor que la «educación en Cuba no pudo zafarse de los tipos decimonónicos que llegaban de la metrópoli española». Sobre el particular cabe apuntar que la educación que persiste en Cuba tiene sin dudas, origen hispano; pero agotarlo ahí es, cuando menos, insuficiente. En realidad, le debe, y no poco, a la influencia estadounidense — a partir de finales del siglo xix y durante la primera mitad y poco más del xx; quienes fueron los primeros en convertir cuarteles en escuelas en 1899 y además de traernos tazas sanitarias para las escuelas, nos legaron una organización del sistema escolar más moderna y que, en esencia subsiste hasta el día de hoy — y; con posterioridad, a la influencia proveniente del extinto campo socialista — en especial la antigua URSS y la desaparecida RDA, quienes nos legaron una muy desarrollada psicología y didáctica de la matemática, por poner un ejemplo — . En la base de todo ello hay una versión muy criolla de lo que es la educación y la escuela que se vino fermentando desde inicios del siglo xix, se consolidó en la primera mitad del xx y tuvo su esplendor en la época revolucionaria — lo que permitió hacer una campaña de alfabetización en 1961, con un programa y manual hechos, en su totalidad, por educadores cubanos, que sin sonrojo ninguno ubicaba como las primeras letras a aprender «A», «E» y la «O», para formar una frase bien retumbante como «Con OEA, o sin OEA ganaremos la pelea», experiencia que estaría en el germen de lo que años después sería el movimiento de la educación popular latinoamericana, según Paulo Freire; de los logros de la educación revolucionaria un organismo tan poco sospechoso de simpatizar con la Revolución Cubana, como el Banco Mundial no tuvo más remedio que reconocerlo en los años ¡ochenta! — . El carácter repetitivo y memorístico de la escuela cubana no es responsabilidad exclusiva de ninguna de las raíces educativas de nuestro sistema: esos males se pueden apreciar en cualquiera de ellos, desde el siglo xviii hasta la actualidad, en Cuba se «acriollaron».
  • «la repetición es la madre de la enseñanza», y es cierto; lo que no es «madre absoluta» o «madre despótica». No hay — a riesgo de ser totalizador — ningún aprendizaje que no se produzca sobre la base de determinadas dosis de repetición que varían en dependencia del objeto de estudio y los sujetos cognoscentes. Ahora bien, ni toda enseñanza es, solo, repetición; ni toda repetición, determina, per se, aprendizaje. Lo perverso no es que haya repetición en la enseñanza, lo perverso es que la enseñanza se reduzca a la simple repetición.
  • lo que se entiende por «escuela tradicional» es un complejo cada muy amplio de experiencias y prácticas educativas, que no se reducen — ni con mucho — a las catequesis, ni al aprendizaje de los productos básicos en la educación primaria. Hay, al día de hoy, escuela «contemporánea» donde se memoriza, y escuela tradicional donde la memorización ocupa un papel menor. En cualquier caso, no son las prácticas memorísticas las que determinan el carácter tradicional de la escuela. La falsa dicotomía entre memorizar y aprender, o entre memorizar y aprehender; soslaya el hecho de que la memoria es un nivel del conocimiento, ni mejor ni peor que los otros niveles del conocimiento — la sensopercepción, la imaginación, y el pensamiento mismo — ; sino que solo eso: un nivel por el que se transita en el conocimiento. Sobre la «escuela tradicional» comentaré en detalles más adelante.
  • el autoritarismo no se reproduce porque el profesorado intente «trasmitir» un «paquete de información». Hay «paquetes de información» que son imprescindibles «trasmitir» a otras personas; a lo que hay que poner atención, es cómo se determina el contenido del «paquete» — porque lo que es innegable es que en no pocos casos la enseñanza se ha llenado de respuestas a preguntas que los estudiantes no se han hecho; lo cual no sería grave si fueran respuestas a preguntas que nunca se harán a no ser por una buena educación, por ejemplo, «¿gira el sol alrededor de la Tierra?» o «¿es natural que existan personas ricas y pobres?»; sino que lo es porque le enseñan cosas de la que jamás tendrán conexión o explicación con su vida, o que, en el peor de las casos los entretiene en cuestiones colaterales — y cómo se comparte. Autoridad y autoritarismo no es lo mismo; ni dirección del aprendizaje es autoritarismo.
  • un descubrimiento notable del marxismo — y más que del marxismo, de las prácticas revolucionarias en los últimos doscientos cincuenta años, de lo que lo mejor de la tradición marxista ha bebido — , en materia de liberación, es que nadie libera a nadie, las personas se liberan en comunión: el educador autoritario se libera por la acción mancomunada de los educandos, que al liberarse, lo liberan.
  • el sentido común — en la concepción gramsciana, que lo comprende como la «filosofía de los no filósofos», y que suele ser el peor de los sentidos, por oposición al «buen sentido» — es cierto que se forma en la escuela, pero no solo ahí — lo cual es señalado por el propio Gramsci y luego por Althusser — ; de hecho, en los tiempos que vivimos, ya mucho menos de lo que se formaba hace un siglo o hace incluso cincuenta años — y el asunto de cómo la escuela pública ha sido puesta bajo ataque, ha sido deslegitimada y su influencia disminuida frente a otros «productores de sentido común», excede los propósitos de estas líneas y es un tema a investigar con profundidad — . Y ello ha sucedido, en un entorno en el que, de manera paradójica, ha crecido la población escolarizada en el mundo — el «ejército de reserva» mundial no está formado, en su mayoría, por analfabetos sino por graduados universitarios de carreras que no logran encontrar trabajo — . Sin embargo, ya, cada vez menos, se cumple la idea aquella — de inspiración althusseriana — de que ninguna institución «dispone durante tantos años de la audiencia obligatoria, cinco a seis días a la semana, a razón de ocho horas», y no solo en términos cuantitativos de horas en un aula docente, sino por la influencia real que ejerce.

Como algunos de los puntos anteriores merecen una explicación más detallada que un párrafo, voy a exceder el límite del análisis y desarrollar algunas ideas enunciadas como titulares.

Sobre la «escuela tradicional»

En época de indudables avances tecnológicos que llegan a las escuelas, y, sobre todo, de proliferación de teorías de toda laya sobre la educación puede ser difícil discernir entre lo que es escuela «tradicional», y lo que no lo es.

Aunque existe educación desde que el ser humano se alzó sobre sus pies y tuvo necesidad de trasmitir a las nuevas generaciones determinados saberes ordenados, de forma sistemática — lo que explica la idea de la educación como «categoría eterna» — ; la escuela, en su concepción moderna y occidental — la que nos llega a nosotros en Cuba, pero que, dicho sea con pena, deja por fuera la experiencia educativa de las culturas organizadas orientales, en especial, la china que, sin embargo, legó a la educación occidental un instrumento «imprescindible»: los exámenes — ; es una construcción nacida entre el fin de la Edad Media y el inicio de la Modernidad capitalista — su origen aparece en las órdenes religiosas que se dedicaron al asunto de la educación: jesuitas, claretianos, salesianos — . Cuando muchos hacen referencia a la «educación tradicional» — o, con más exactitud a la «escuela tradicional» — , en realidad señalan a esa institución que nació como parte del movimiento de la Ilustración europea, en sus diversas variantes — hace rato quedó claro que no es lo mismo el modelo educativo inglés, la escuela prusiana, o la escuela francesa, por pensar en una comparación rápida — .

A la escuela tradicional se le endilgan, por igual, muchos aciertos y perversiones; en dependencia de quien lo apunte. También, cabe decir, hay diversas gradaciones en cuanto a la «tradición» de que se trate y el papel asignado al profesorado, el estudiantado, el contenido de la educación, y el papel del Estado y la sociedad, entre otros. No obstante, hay un número de características que, de manera común, la tipifican, entre otras:

  • la escuela es el lugar por excelencia en el que las «viejas» generaciones educan a las «nuevas» generaciones y le trasmiten su corpus de valores morales, habilidades sociales y conocimientos esenciales.
  • la educación es función del Estado, porque la sociedad «educa» a través del Estado; pero es, a la vez, ¡neutral! [Hay que reconocer, que, en rigor, desde la educación tradicional, o, con más exactitud, desde la pedagogía que la sustenta, es donde menos se reconoce el papel del Estado como un instrumento de represión y legitimación ideológica, con probabilidad, como veremos más adelante, porque no se propone «desmontar» — en términos analíticos, no de acción política — tal Estado, ni distingue entre un Estado tiránico, uno monárquico, y uno demorrepublicano.]
  • la confianza y el respeto son la base de la educación, aunque para ello haya que apelar al terror y el autoritarismo. Aquí lo curioso es que, en teoría, no se trata de una escuela autoritaria, el autoritarismo sería una «desviación», un «exceso», en determinadas condiciones. En cualquier caso, se trata de un «delicioso despotismo» que sería agradecido por el estudiantado, como parte de su educación para la vida: una versión del «no muerdas la mano que te da de comer».
  • las diferencias sociales existen de manera «natural», y son «asimiladas» por la escuela, ya sea vía diferenciación entre estudiantes «aventajados» y «desaventajados», vía expulsión escolar directa — llamada, con gentileza, «deserción escolar» — , o vía diferenciación en los tipos de escuelas, en atención a diversos criterios — escuelas técnicas o de oficios, escuelas religiosas, escuelas privadas de pago, escuelas para niños pobres, entre otras — .
  • la escuela es un mecanismo de ascenso social, de movilidad, que, al preparar «para la vida», realiza una «inversión» en ¡capital humano! [Para que no nos llamemos a engaño, en el año 2000, un documento de la ¡Unesco!, conocido como Informe Delors, se llama, en realidad, La educación encierra un tesoro. Y bien que sí, ya lo saben en la OMC y el Banco Mundial que vigilan los índices de escolaridad con la misma atención que el PIB.] En esta versión de la escuela como inversión, o como bien de consumo — que hay para todos los gustos y posibilidades… económicas — ; la educación es una mercancía, susceptible de ser privatizada, sino en todo, por partes. Lo curioso es que ciertos sectores de la izquierda han «comprado» este discurso de la educación como un «tesoro», una «inversión», que produce «capital humano». En rigor, se ha de apuntar, que ha sido vendida — y no ha tenido poca aceptación en el «mercado» — esta idea a países empobrecidos como un «boleto» para salir del subdesarrollo estructural, sobre la base de la presunta posibilidad del mismo para «capacitar la mano de obra» que necesita la economía trasnacional. [En este punto, como otra aparente digresión, he de anotar que esta concepción de escuela y de educación, no es, ni con mucho, «memorística», ni «mecanicista» ni, en apariencia pasa por «autoritaria», ni produce «dolor emocional»; antes bien, impulsa la «creatividad», las «competencias», las «destrezas», las «habilidades» técnicas y «emocionales», busca… ¡la «educación integral»!]

Un análisis detallado de las anteriores características y, sobre todo, de sus reales gradaciones en la práctica; permiten, en principio, apuntar que:

  • no hay «una» escuela tradicional, sino múltiples
  • cualidades de la escuela tradicional pueden ser la memorización y el autoritarismo; pero solo eso, pueden ser. De hecho, en las «versiones» más contemporáneas de la escuela, hay poco de memorística, y el autoritarismo ha sido sustituido por formas más sutiles de dominación — en el mejor de los casos se ha intentado crear una «burbuja» que deja el autoritarismo «fuera» de la escuela; y en el peor, se ha llegado a confundir autoridad con autoritarismo, llamando a «experimentos» de supresión de toda organización — . Cierto sector de la izquierda ha asumido que la autoridad es per se algo perverso, germen de la tiranía. Confundir autoridad con autoritarismo es como confundir el fondue de queso con el queso fundido.

La reacción frente al autoritarismo es lógica, pero no basta para llenar un proyecto educativo distinto, diferente, no solo opuesto al del capitalismo.

Aquí sucede algo parecido con la cuestión de la consideración de la escuela como «aparato ideológico del Estado»: el origen de la confusión está en la concepción que se tenga de la organización de la sociedad y el papel de los dirigentes. Se ha puesto muy de moda la concepción de «movimientos» que pretenden ser más «horizontales» que un ángulo de 180º, y tal idea se ha pretendido llevar a la educación — ¿o fue de ciertas corrientes educativas que salió esa concepción? — . Pero la práctica ya ha demostrado dónde terminan esas ideas.

La crítica a la «escuela tradicional» desde la izquierda: algunos equívocos

La escuela tradicional ha sido criticada desde su propio nacimiento, y a la misma se le han opuesto numerosos movimientos que han tenido mayor o menor éxito, en dependencia de determinadas condiciones. En algunos casos, las «contraescuelas» — por ejemplo, las «Montessori» — han sido «absorbidas» por el movimiento revolucionario del turbocapital y la han hecho parte del sistema dominante. En otros casos, «nuevas escuelas» y «nuevas pedagogías» — por ejemplo, la soviética y las de su inspiración — que ocuparon un espacio hegemónico importante desaparecieron bajo oprobiosas acusaciones — con razón en algunos asuntos, dígase con pena — . En no pocos ejemplos, se han mantenido, de manera «marginal», algunas experiencias «contraescolares» — «escuelas» de inspiración anarquistas, por poner un caso — .

Una de las cuestiones más comunes en la crítica, desde la izquierda, a la escuela — y que ya veremos, ha sido, en los últimos decenios, un discurso muy afín a las pretensiones de la derecha — es el de su conflictiva relación con el Estado. Ello pudiera explicar que, no pocas de las posiciones se han ubicado en un ámbito antinstitucional, como expresión de un posicionamiento antiestatalista.

Con probabilidad, uno de los asuntos más censurables de la crítica que se hace desde cierta zona de la izquierda es aquella que reduce la Ilustración como el movimiento que fundamenta, en términos ideológicos, la educación o los «mitos educativos», a partir de dos argumentos esenciales: la escuela como camino hacia una sociedad de «iguales» — por oposición a la sociedad estamental, típica de las formaciones precapitalistas — y la escuela como espacio de igualdad de oportunidades. Aquí solo cabe decir que ambos argumentos no son incorrectos, a lo sumo, son incompletos — y, de paso, que el proyecto educativo de la Ilustración no se reduce, ni con mucho a lo anterior, pero eso es asunto de otro momento — . Lo que no alcanzó la educación de la Ilustración no ha sido por exceso de aquella, sino, en rigor, por su falta; de la misma manera que lo que tuvo de burguesa la revolución francesa fue su ¡contrarrevolución! [Dicho sea de paso, las recordadas críticas que los «padres fundadores» de la nación cubana hicieron a la educación decimonónica se basaba, en rigor, en los términos y fundamentos de la Ilustración.]

En esta visión, la escuela misma es un límite a la capacidad de crecimiento y mejoramiento humanos, al convertirse en un sistema-monstruo, atado a intereses estatales o privados — otro ¡Leviatán! indomable — . Considerar, a la altura del siglo xxi, que, los indudables logros que la clase trabajadora ha arrancado a la burguesía durante los últimos doscientos cincuenta años en materia de educación masiva, pública y con ciertos mínimos de calidad, es parte de una perversa conspiración para darle más poder y afianzar al Estado, es, cuando menos, un desvarío.

Lo que sucede es que no pocos quieren pedirle «peras al olmo», y que la escuela resuelva lo que no ha podido resolver, por sí misma, la sociedad. [Por eso, entre otras razones, no bastaba con el «tengamos el magisterio y Cuba será nuestra», de don Pepe de la Luz y Caballero; hacía falta una revolución de sacrificio masivo para hacer «Cuba nuestra», y aun así no alcanzaron los primeros treinta años.]

En relación con la concepción presente en las críticas, desde la izquierda, al Estado como un instrumento de dominación, como un medio institucionalizado con el cual se impone, se inculca y se legitima los intereses de la clase dominante comentaremos en el epígrafe siguiente, dada su centralidad en el asunto.

Sobre la escuela como Aparato Ideológico del Estado

Como ya he apuntado al inicio, al parecer los enemigos del marxismo no tienen que dedicarse mucho a combatirlo cuando, en nombre del propio marxismo — y con más ahínco que aquellos — , una parte no despreciable de los marxistas se dedican a defender lo mismo que defienden sus enemigos. Hay múltiples ejemplos, pero, el relacionado con la escuela — como institución pública — es paradigmático.

Y esta confusión parte de una confusión mayor: la concepción del Estado. En relación con el Estado moderno — entendiendo como tal el de la época del capitalismo — , no poco de la tradición marxista ha fallado en delimitar varias cosas: desde qué es, de verdad, el Estado, hasta cuál es la diferencia entre Estado, como sociedad política y la sociedad civil, y cuáles son las diferencias entre el poder del Estado y el aparato del Estado, por hablar de algunos casos; Marx dejó esbozadas algunas ideas, Lenin, en lo que pudo las continuó, pero más allá de Gramsci no ha habido un desarrollo, esencialmente nuevo. Uno de esos fallos ha sido al delimitar dónde comienza la Ilustración y dónde el capitalismo — sí, porque aunque algunas personas les cueste trabajo creerlo, el derecho de las masas populares a participar, incluso donde ha sido apenas a nivel representativo, de la vida política de la nación, no fue un dócil regalo de la burguesía empoderada, ha sido, como otros tantos derechos, arrancado con no pocas luchas; y en algunos lugares, todavía hoy, ni eso — ; en el entendido perverso de que Ilustración y capitalismo son dos caras de la misma moneda. La cuestión no es menor porque las confusiones entre el proyecto de uno y otro y la presunción de que el Estado moderno era consustancial del capitalismo económico — su «superestructura» — regaló a los enemigos del marxismo un caudal teórico — sin contar realizaciones prácticas — del que aun adolecen todos los que se ubican en un «antiestatalismo», que presume de izquierdas — y en rigor histórico hay que reconocer que no mejor les fue a los que intentaron ir «más allá del Estado y del derecho», yendo justo a más Estado y más a la derecha — .

Dentro de los regalos que aceptó cierta zona de la izquierda está el concepto de «aparatos ideológicos del Estado» — en su versión althusseriana — , como una explicación que, aplicada a la escuela, permitiera desmontar una de las más grandes conquistas de las revoluciones de los siglos xviiiy xix: la educación pública. [Y quizás en 1968, en medio del mayo francés, parecía el asunto muy pertinente; pero en 2019 ya no «cuaja» la historia.]

En resumen, el concepto de «aparato ideológico del Estado» entiende que la escuela es, en los sistemas modernos capitalistas, lo que la Iglesia fue al feudalismo: es decir, un lugar donde se enseñan siempre ciertas «habilidades» — «competencias» pudieran decirse, para estar a tono con las circunstancias — , pero mediante formas que aseguran el sometimiento a la ideología dominante. No pocos podrán suscribir con entusiasmo esta afirmación superficial que, sin embargo, deja por fuera la cuestión del carácter público-estatal de la escuela moderna republicana, básico en su origen. En la modernidad — en la capitalista, pero también en la de la transición socialista — , los «aparatos» público-estatales están imaginados, como «aparatos» republicanos, quiere esto decir, antimonárquicos, anticlericales — no, en rigor, «antirreligiosos» — y antidespóticos. Ahora bien, entender que la sustitución, sin más, de los «aparatos ideológicos» feudales por los burgueses fue el resultado «natural» en el proceso de consolidación de la modernidad es pasar por alto que si ello sucedió así no fue a causa del éxito de la Ilustración, sino por su derrota.

En rigor, no es posible hablar, en abstracto, de «aparato ideológico del Estado», sin caracterizar, como mínimo, qué Estado es al que hace referencia. En un Estado republicano, la escuela pública es, justo, la vacuna necesaria, la «cura en salud» frente al «control ideológico» — y aquí se abriría otro debate sobre qué entender por «control ideológico» y por qué no refiere lo mismo que «hegemonía», pero, igual, es una deuda para saldar en otro momento — . Lo público-estatal es, hasta el día de hoy, el único antídoto que se ha encontrado contra el «control ideológico» privado, incluyendo el de los padres y las sectas religiosas, políticas y gremiales. Cualquier solución que no sea enseñanza estatal-pública, será enseñanza privada y privatizada para determinados estratos — sean estos determinados por su poder adquisitivo, su pertenencia ideopolítica, su origen territorial, étnico, racial, y otras de las agrupaciones posibles — ; cualquiera de ellos, incluso, muy disfrazados de métodos educativos «contemporáneos», «integrales», «democráticos», «horizontales» y «libertarios». Los experimentos, en uno y en otro sentido, a lo único que conducen son a formas de «privatizar» la educación — que no significa, en rigor, que sea «no-gratuita»; puede haber educación gratuita «privatizada» — . Si un grupo ultraizquierdista — o izquierdista a secas — decide desertar de la enseñanza estatal para tener su experimento de enseñanza «diferente», «libertaria», no es menos «control ideológico», ni menos nocivo que si los testigos de Jehová, los miembros de la Iglesia Católica Romana, el Talibán, los de la Alianza Evangélica, o los «nuevos ricos» decidieran hacer su propio experimento de enseñanza «distinta» — y no es que estos grupos no hayan hecho ya sus «experimentos» educativos; o que, ahora mismo no reclamen tal oportunidad — . [Como un paréntesis en este punto, se puede añadir que han existido ejemplos notables de experiencias educativas progresistas que procuraron y lograron en lo posible evitar tales defectos y alimentan nuestro caudal de la pedagogía crítica; y que, ante el panorama actual de la educación escolarizada, engrampada por acción u omisión en una crisis tremenda, no es que falten ganas de crear una «nueva escuela», pero eso es «harina de otro costal».]

Cada vez que se lanza un dardo contra la enseñanza estatal se hace en nombre de la «libertad de escoger» el «tipo de educación» y en el entendido — por algunos — de que la escuela estatal es un «germen de dictadura». Como ha apuntado alguien: «Lo malo no es que la escuela sea estatal, lo malo es que el Estado no sea un Estado de derecho». [Y en una pequeña digresión sobre la «libertad de escoger», no es ocioso apuntar que el abuso de la misma, en materias de interés público como la salud ha conducido, entre otros desvaríos, a los «movimientos» antivacunación y de ahí, en conjunto con otros factores, a la reemergencia de enfermedades que se pensaban erradicadas; y no fue en lugares de «atraso cultural».]

Ahora bien, ¿cómo impedir, en las condiciones de una sociedad en transición como la cubana, que las escuelas público-estatales devengan en «aparatos ideológicos»? Es un desafío tremendo, porque los caminos recorridos no han hecho, en no pocos casos, el mejor favor a ese propósito y porque más allá de determinadas certezas de principio, no todo está claro en términos de organización práctica.

Dos ideas básicas pudieran ser:

  • la existencia — real y no formal — de un Estado de derecho socialista: y esto quiere decir cosas que no se agotan en el «Estado de derecho burgués», incluso, quizás, ni siquiera en el «Estado de derecho» y punto. Quiere decir, imperio de ley, y que nadie — ni una persona, ni un grupo de personas — , puedan ocupar el lugar de las leyes. Para ello hace falta concebir una teoría de la dominación en el socialismo — porque está claro que existe dominación en el socialismo, pero sería, en términos teóricos y, sobre todo en términos de política real práctica muy necesario entender cuáles son sus manifestaciones y límites reales, posibles y necesarios — . La escuela es como un pequeño Estado, y como tal funciona: puede ir desde la más abierta dictadura a la más perfectible democracia republicana; en el espectro entre ambos puntos y en ellos mismos, muchas personas se encuentran cómodas por lo que habrá quienes no se inmuten con que la escuela funcione de manera despótica, pero una sociedad que busca una ciudadanía responsable que participa del poder del Estado — mientras exista el Estado, para cuando este no exista, habrá que ver — , la escuela debería ser el «reflejo adelantado» de la sociedad.
  • la consideración del magisterio y el profesorado como una clase de propietarios especiales: de propietarios de sus puestos de trabajo, en asociación libre y organizada en las instituciones público-estatales llamadas escuelas, sujetas a control popular. A esta clase de «propiedad» no se accede por privilegios de estrato, sino por oposición pública que garantice la presencia de los más capaces para ocupar ese cargo. El corolario de esta idea es la llevada y traída «libertad de cátedra», que tiene un «mapa» claro de los «límites» de la libertad y es el que establece la Constitución de la República. [Y habrá siempre una relación conflictiva entre los grados de libertad que impone la Constitución — o la práctica misma de la política en Cuba — y la libertad que se pueda experimentar en una escuela; lo que es poco probable que haya es una relación en forma de función lineal que empareje los límites de la libertad en uno y otro espacio.]

Estaba tentado a terminar con un decálogo — en realidad mucho menos de diez — ideas sobre cómo superar una educación autoritaria en las condiciones de Cuba, como país en transición socialista. Luego recordé que tales pretensiones — las de condensar un listado, unos requerimientos mínimos — pueden ser tan peligrosas y autoritarias como justo dicen no ser. Por eso, se me ocurrió que, con probabilidad, serían más útiles algunas interrogantes, para seguir el debate y, quizás, contribuir al propósito de educar en y para la libertad:

¿cuál debe ser la naturaleza de la relación entre el Estado socialista de derecho y la escuela cubana? ¿dónde se regulará tal relación? ¿quiénes controlarán su cumplimiento exitoso, cómo?

¿cuáles son los contenidos — en el sentido más amplio posible — de una educación en y para la libertad? ¿cuáles sus métodos?

¿cómo se forma el magisterio y profesorado para tales propósitos? ¿qué papel desempeña la «sociedad» — la civil y la política — en ese empeño?

¿qué papel se le reserva al estudiantado en su proceso de formación? ¿cómo lo ejerce?

¿cómo se mide el impacto de la educación en la sociedad?

¿cómo ensayar, desde la escuela, el alcance de una sociedad con la mayor suma de felicidad posible?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259961

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