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Rectoría del Estado en Educación

México / 2 de diciembre de 2017 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

En estos tiempos en que se definen las candidaturas a la presidencia de la República y junto con ello se afinan las propuestas de programas de gobierno, en el contexto electoral nacional del 2018, conviene retomar algunas reflexiones críticas en torno a las complejas relaciones entre la política y la educación.

¿Qué significa “recuperar la rectoría del Estado” en materia de Educación? ¿Cuáles son los argumentos que ofrecen las autoridades educativas, algunos miembros de la comunidad académica y los tomadores de decisión que han promovido tan sui generis“reivindicación”?

Desde que se diseñó la estructura jurídica y una vez aprobadas las modificaciones constitucionales, de la actual “Reforma Educativa” (2012-2013), al iniciar el presente sexenio se dijo que: “La reforma educativa permitió al Estado mexicano recuperar su rectoría en la materia, indispensable para dirigir y lograr los cambios necesarios a favor de la niñez y la juventud, pese a que existen intereses de todo género e inercias de todo origen, sostuvo el titular de la SEP, Emilio Chuayffet.” (Excélsior, 29 enero, 2014, con base en información de Notimex)  Ese mismo discurso oficial se ha mantenido hasta la fecha y ha sido reiteradamente esgrimido por el secretario de Educación Pública en funciones, Aurelio Nuño, durante sus comparecencias y entrevistas ante los medios entre 2015 y 2017. ¿Por qué?

Como se puede notar, desde el principio y en su momento tanto Emilio Chuayffet como Enrique Peña Nieto, y ahora Aurelio Nuño, han incluido en el núcleo de sus discursos la necesidad política de “recuperar” la rectoría del Estado en materia educativa. Pero ¿acaso la Constitución Política y la Ley General de Educación no establecían u otorgaban al Estado, antes de 2013, las facultades jurídicas para ejercer dicha rectoría? ¿Qué había de recuperarse, aparte, si las facultades del Estado en la conducción y dirección de la educación nacional ya estaban conferidas?

Al respecto, la Maestra Lucrecia Santibáñez ofrece un interesante análisis: “Se habla mucho en los medios de que esta iniciativa de reforma es una estocada al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) como si esto fuera su principal objetivo. Aquí habría que recordar, que muchos países con buen desempeño educativo (Canadá, Singapur e incluso Finlandia), tienen sindicatos docentes fuertes. Sin argumentar ningún tipo de causalidad, tener un sindicato fuerte, por sí mismo, no excluye el tener buenos resultados. Hay de sindicatos a sindicatos, por supuesto. En el caso de México el SNTE tiene injerencia en todos los principales programas educativos y goza de poder monopólico sobre las relaciones laborales entre autoridad y maestros. Si le añadimos que juega directamente en la cancha gremial y en la cancha electoral la cosa se complica. Por lo tanto, si cambiar las formas significa ampliar el rango de acción de la autoridad educativa y su posibilidad de mejorar la educación en México, el enfoque estaría justificado.” (Nexos, blog de la redacción, 13 dic., 2012)

Por su parte, Gilberto Guevara Niebla, consejero de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), ha expuesto sus ideas y argumentos sobre este tema: “El objetivo de la reforma educativa es devolver el valor a la enseñanza. Lo que ocurrió con la educación en los últimos 70 años fue que se generó una relación perversa entre el Estado y el SNTE, de  tal manera que el primero hizo concesiones desmesuradas en dinero, plazas, direcciones de escuelas… Entonces, señala, el sindicato comenzó a colonizar, como dice Carlos Ornelas, la esfera directiva del Sistema Educativo Nacional hasta llegar  al punto extremo del 2008, cuando se firma la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), y el sindicato participa directamente en la dirección nacional. “El 50% de la comisión mixta nacional estaba formada por miembros del sindicato”.

“Por esto, con la reforma se busca desterrar, como lo dijeron el gobierno y las tres fuerzas políticas de México, el PAN, PRD y PRI, los antiguos poderes que se generaron en el país durante esas siete décadas, además de que el Estado recupere la rectoría de la educación…”, (Guevara Niebla, en entrevista con Adrián Figueroa, Crónica, 5 ago., 2016).

¿Qué es lo lleva a los políticos y funcionarios del sector educativo a hablar de la supuesta “recuperación” de la rectoría del Estado en materia de Educación en México? Para algunos observadores independientes, como es mi caso, queda claro que el discurso oficial sobre la “recuperación” de la rectoría del Estado en la Educación, ha sido “sobre dimensionado” o de plano “exagerado”, puesto que dichas facultades ya se encontraban establecidas en la Constitución y en las leyes secundarias en la materia: Tres elementos, por mencionar sólo algunos, dan cuenta del aseguramiento de la llamada rectoría del Estado en este ámbito: 1) El control de la nómina y de las plazas de trabajo federales del Sistema Educativo Nacional (que desde 2015 se volvió a centralizar en la CDMX por parte de la SEP); 2) La decisión y facultades absolutas sobre los cambios a los Planes y los Programas de la Educación Básica (que impacta e involucra a la mayoría de los mexicanos) y, desde 2013, de la Educación Media Superior; y 3)  La conducción (con financiamiento incluido) de la formación inicial y continua de las maestras y los maestros del país.

Pienso que la supuesta “pérdida” de rectoría del Estado en materia Educativa, tiene otro sentido más específico: Se refiere, más bien, al conjunto de prácticas corporativas y clientelares que impusieron los gobiernos federales, encabezados por priístas y panistas durante los últimos 40 años, con el beneplácito de las cúpulas sindicales dominantes o hegemónicas, de origen priísta, sobre todo desde el periodo 1989-1992, tiempo en el cual Carlos Salinas pactó esa relación con la maestra Elba Esther Gordillo, mediante el llamado “Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica” (firmado por cierto por Ernesto Zedillo, como titular de la SEP y por todos los gobernadores de la entidades federativas).

Entonces no fue “pérdida” de rectoría, sino más bien “cooptación”, “negociación”, “alianza” o “pacto” político que convenía a ambas partes, sobre todo con fines de control y manejo corporativo de los miles de miembros del SNTE. Así era (¿o es?) la ecuación para ejercer el poder político sobre el magisterio.

Justo sobre este controversial núcleo discursivo (“la necesidad política de recuperar la rectoría del Estado en Educación”), la Mtra. Tatiana Coll, de la Universidad Pedagógica Nacional, se refiere a este asunto como: “El fetiche de la rectoría del Estado y la calidad educativa”.

“Los argumentos más visibilizados que sustentan esta reforma son: la recuperación de la rectoría del Estado en materia educativa y la tan llevada y traída calidad de la educación. La llamada “rectoría del Estado” parece haberse convertido en los nuevos tiempos priístas en la palabra clave que permite explicar, justificar, alabar y llevar a cabo un conjunto de políticas reformadoras. Se “recupera la rectoría del Estado” en educación al encarcelar a la señora Gordillo a pesar de que los charros sigan controlando el sindicato; sin embargo, “no se pierde la rectoría del Estado” al abrir el petróleo a la inversión privada nacional y extranjera cuando sólo se podrán cobrar menguados impuestos; y se “consolida la rectoría del Estado” en telecomunicaciones al aceptar el ingreso del monopolio Slim en televisión y, viceversa, del monopolio Azcárraga en telefonía. Una rectoría del Estado cuyos principios se acomodan fácilmente a los intereses dominantes.”

Así continúa su análisis la Mtra. Coll: “La pregunta evidente sería: ¿qué entienden por Estado y por rectoría del Estado cuando se utilizan para caracterizar procesos tan aparentemente disimiles? Seguramente el meollo radica en que “la injerencia dañina” del SNTE vulnera al Estado, mientras que la “benéfica injerencia” del capital privado lo fortalece. En realidad me parece que es exactamente al revés: en el caso de la educación nunca se perdió la famosa rectoría, es un pretexto para controlar a los maestros, mientras que con relación al petróleo y su apertura al capital privado el Estado está muy dispuesto a cederla; así,  aunque se trasnacionalice, como los bancos, “seguirá siendo de la nación”, maniobras verbales en las que se especializa el priísmo.” (Coll Lebedeff, Tatiana. La reforma educativa, el poder del Estado y la evaluaciónEl Cotidiano, núm. 179, 2013, pp. 43-54. UAM, Unidad Azcapotzalco. México)

La guerra sobre la idea de “colonización” en el vínculo política-educación

El debate sobre la llamada “Colonización” derivada de la difícil relación entre el SNTE y el Estado mexicano, a la que se ha referido Carlos Ornelas, de la Universidad Autónoma Metropolitana, ha generado un explosivo debate, específicamente con Manuel Gil Antón, del Colegio de México, quien ha señalado, palabras más palabras menos, que “no se puede colonizar a alguien con quien se ha sido cómplice o sujeto de una invitación.” Aquí algunos fragmentos del debate conceptual:

“De vez en cuando, Manuel Gil Antón me critica por cosas que él dice que digo, no por lo que escribo… Hoy repite la dosis, reitera lo que ha argumentado en ponencias y otros artículos. En su pieza del 4 de noviembre, en El Universal, Manuel apunta: “Javier Tello, al coordinar una sesión del seminario que organizó el INEE en torno a la reforma educativa, escuchó a Ornelas y al subsecretario (Otto) Granados hablar de la colonización y, con inteligencia, preguntó: ‘¿No habrá sido una colonización por invitación?’. Ornelas respondió que sí, que la colonización ha sido a petición de parte, o bien por contrato o convenio”.

“Una parte de esa cita es correcta, pero corta. En mi respuesta a la pregunta de Javier expresé de manera sintética lo que he expuesto con fundamento en bibliografía y documentado con investigación empírica en varios textos. Recurro a la taxonomía que estructuró Martin Carnoy (“La educación como imperialismo cultural”. México, Siglo XXI, 1977). Los casos típicos de colonización son: 1) por invitación (que fue como comenzó la cosa entre la Secretaría de Educación Pública y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación desde 1946), 2) por convenio (que es como ha sido la mayor parte de los arreglos entre la SEP y el SNTE) y, 3) por conquista, que fue lo que hicieron Carlos Jonguitud Barrios —contra Fernando Solana y Jesús Reyes Heroles— y Elba Esther Gordillo, cuando algún secretario —o secretaria— de Educación Pública no quería ceder.”

“Además, señalo que la colonización que ejerce el SNTE sobre el gobierno de la educación básica siempre estuvo sujeta a los intereses institucionales del Estado. Cuando Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios o Elba Esther Gordillo rebasaron los límites, el jefe del Estado en turno los defenestró.” (Carlos Ornelas Navarro, Educación Futura, 8 nov., 2017. Ornelas Navarro es autor del libro: “Educación colonización y rebeldía: la herencia del pacto Calderón-Gordillo. Siglo XXI Editores, 2012).

La respuesta de Manuel Gil Antón:

“En mi texto, critico un concepto que ha empleado con frecuencia (para caracterizar la relación entre la SEP y el SNTE) pues me parece equívoco. No hago, como creo que debe ser, ningún juicio a su persona. Más allá de los desacuerdos, vale la pena, siempre, debatir. Le agradezco la lectura de mi artículo y, con base en las dos contribuciones, los lectores podrán reflexionar sobre el tema.  Lo saluda con aprecio, Manuel Gil Antón.”

Como podemos observar, el debate sobre la necesidad política, estratégica y operativa de “recuperar la rectoría del Estado sobre la Educación, así como sobre la llamada “colonización”, está y estará vivo durante las campañas políticas que se avecinan. Por ello, considero conveniente identificar los hilos finos del tejido que forman parte de esta tela, de la cual por cierto hay mucho qué tejer y destejer desde diversos puntos de vista. ¿Por dónde le quisieran entrar: por lo ideológico, lo político o lo conceptual?

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/11/30/rectoria-del-estado-en-educacion

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La Suprema Corte, de nuevo

México / 3 de diciembre de 2017 / Autor: Carlos Ornelas / Fuente: Educación Futura

Ya no es histórico, es parte de la costumbre. La Suprema Corte de Justicia ratificó la tesis de que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación debe ser autónomo de toda influencia política para garantizar su imparcialidad.

Aunque el INEE es un órgano del Estado mexicano, hay la tendencia a pensar que es independiente. No lo es; surge del orden jurídico nacional. Otros observan que la relación de autonomía y dependencia es con respecto a las autoridades. No obstante, el INEE también debe mantener autonomía de organizaciones de la sociedad civil —mas no de la sociedad en su conjunto— y, lo más importante para esta nota, de los sindicatos.

Quizá con ánimo de tantear las posibilidades de entrar por la puerta falsa y debilitar al órgano evaluador antes de que se consolide por completo, la Federación Nacional de Sindicatos de Educación Media Superior impugnó varios artículos de la Ley General del Servicio Profesional Docente y de la ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. La Suprema Corte les cerró esa posibilidad.

El 22 de noviembre, la Corte dejó firme tres preceptos que se derivan de la enmienda constitucional de 2013: 1) excluye a los sindicatos de formar parte de la Junta de Gobierno del INEE; 2) descarta que se autoricen comisiones con goce de sueldo para desarrollar actividades sindicales; y 3) ratifica que la Constitución y la Ley del SPD no violan la libertad sindical ni el principio de negociación colectiva (Reforma, 23/11/2017).

No obstante, deja en claro que exdirigentes de cualquier organización sindical pueden ser miembros de la Junta, pero sólo después de tres años de haber concluido su encargo. Además, tendría que ser por los métodos normales, es decir, que lo proponga el Ejecutivo y lo apruebe el Senado.

Más trascendente, me parece, es que la Corte dejó en claro que usos y costumbres no deben estar por encima de la ley. Es impresionante la cantidad de recursos que los comisionados, aviadores y hasta difuntos (que continuaban en la nómina) le mermaban al gasto en educación. Sobreviven esas formas perversas en algunas secciones estatales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pero cada vez en menor cuantía. La Corte fue contundente: “No existe disposición alguna que otorgue el derecho a una persona a percibir, de ordinario, un salario por una actividad no desempeñada”.

El otro argumento falaz que desmontó la Corte a los demandantes es que si los sindicatos no participan en los procesos de ingreso, promoción y permanencia del personal se violaba el principio de negociación colectiva. Hoy es el mérito de las personas lo que determina su relación con su puesto de trabajo.

Innegable, la Suprema Corte apuntala ciertos atributos del Estado evaluador, pero también corrobora que el derecho a la educación, tal y como se configuró en el andamiaje constitucional, tiene prioridad por sobre las reglas informales con las que se gobernaba el ingreso y la trayectoria profesional de los maestros.

Los diferentes veredictos de la Corte, unos a favor de Mexicanos Primero, otros en contra de las facciones sindicales, implican que las relaciones de autonomía y dependencia del INEE se perfilan con mayor claridad. Sin embargo, no implica que disfrute de independencia total ni que esté por encima de otros órganos del Estado. Por ejemplo, la Junta de Gobierno debe rendir cuentas al Congreso y participar con la Secretaría de Educación Pública y otras autoridades en diferentes aspectos de la evaluación de la educación.

Con este veredicto, la Suprema Corte contribuye a fortalecer las aristas de la Reforma Educativa; no la blinda por completo, pero afianza elementos para que superviva más allá del sexenio que se encamina a su final.

Fuente del Artículo:

La Suprema Corte, de nuevo

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De la enseñanza eficaz al aprendizaje autónomo

México / 26 de noviembre de 2017 / Autor: Enrique Medina Vidaña / Fuente: El Sol de Durango

En los últimos meses, casi ya dos años, desde que se publicó la primera versión del nuevo modelo educativo para la educación obligatoria, hablar de aprendizaje y de enseñanza han sido temas habituales que el Secretario de Educación del país y otros funcionarios de distintas instituciones relacionadas con la educación como el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, la Universidad Pedagógica Nacional, el Consejo Nacional de Evaluación, así como gobernadores y secretarios de Educación de los Estados han colocado en los medios de comunicación y las redes sociales, con el ánimo de generar opinión pública favorable a cerca de la necesidad del cambio educativo y de la urgencia de que los maestros adopten nuevas estrategias de trabajo en las escuelas, para alcanzar el propósito de que los estudiantes aprendan a aprender.

De manera paralela se ha venido hablando de la importancia de los procesos de incorporación al Servicio Profesional Docente que implican acciones de evaluación de nuevo ingreso y evaluación del desempeño, así como capacitación, actualización y regularización docente.

Sin embargo, hay poca acción específica en cuanto a la habilitación efectiva de directivos y docentes como agentes educativos capaces de generar condiciones y situaciones en las escuelas, en las aulas y demás espacios o escenarios educativos en los que los estudiantes efectivamente puedan aprender a aprender.

Para tal efecto, se requiere pensar seriamente en procesos que lleven a una enseñanza eficaz que, como decía Vigotsky permita a los maestros partir didácticamente de la zona de desarrollo real del alumno para hacerle progresar en sus procesos de aprendizaje, incidiendo en su zona de desarrollo próximo, a partir de interactuar y de hacer cosas con sus pares, en un ambiente de aprendizaje propicio para la construcción social del conocimiento.

Es decir, haciendo un ajuste en las intervenciones didácticas (capacitación, actualización) dirigidas al enseñante de tal manera que se le prepare para atender las dificultades del alumno, pues está demostrado que diagnosticar los conocimientos previos y las dificultades de aprendizaje del estudiante son elementos decisivos en la adquisición y construcción del nuevo conocimiento, así como en el desarrollo de la habilidad para aprender de manera autónoma.

Queda claro que nadie puede dar lo que no tiene, de tal forma que lo primero que hay que hacer es tener la certeza de que los enseñantes tienen las habilidades necesarias para implementar procesos mediante los cuales puedan ayudar a los alumnos a realizar aquello que ellos no pueden hacer solos al principio, apoyándoles para que poco a poco puedan hacerse cargo de todas las partes del proceso de construcción del conocimiento, a medida que van desarrollando las capacidades y competencias para hacerlo.

Decirlo es cosa fácil, la dificultad estriba en que en muchas escuelas se siguen enseñando aprendizajes declarativos abstractos y descontextualizados, que luego se convierten en conocimientos inertes, poco útiles o prácticos y escasamente motivantes para los estudiantes, e incluso, de relevancia social limitada en el contexto en el que viven los propios estudiantes.

Como artificiales, en las cuales se manifiesta una ruptura entre el saber qué y el saber cómo, y donde el conocimiento se trata como si fuera neutral, ajeno, autosuficiente e independiente de las situaciones de la vida real o de las prácticas sociales de la cultura a la que se pertenece.

Es evidente pues que se necesita una nueva concepción de actuación docente, que tome en cuenta elementos para comprender de qué manera las acciones de enseñanza apuntalan la construcción del saber de los estudiantes. Es decir, se requiere de una enseñanza centrada en prácticas educativas auténticas, que sean a la vez coherentes, significativas, creativas y propositivas.

En una palabra, una enseñanza situada, en la que se resalte la importancia de la influencia del profesor, a la par que se implementan prácticas pedagógicas deliberadas, con mecanismos de mediación y ayuda ajustada a las necesidades del alumno y a las exigencias del contexto, aplicando estrategias didácticas que promuevan un aprendizaje colaborativo y a la vez autorregulado y autónomo.

Así pues, se requiere que las tareas de aprendizaje estén orientadas al razonamiento y a suscitar la reflexión a partir de las experiencias del aprendiz, lo que implica un nuevo rol docente, más permisivo y abierto, pero a la vez más planificado y ordenado, pues tiene que preparar los escenarios de actuación y situaciones didácticas para que los alumnos puedan desenvolverse mejor, pensando en que el aprendizaje se lleva a cabo activamente ayudando a los alumnos a construir nuevas ideas sobre su conocimiento actual y anterior.

La forma en la que los docentes planifiquen su tarea, dispongan los materiales de estudio y diseñen las experiencias educativas en las que participarán los estudiantes determinarán si se logra el aprendizaje significativo, si se trasciende la repetición memorística de contenidos inconexos y si se logra construir nuevos significados, dar sentido a lo aprendido, y entender su ámbito de aplicación y relevancia en situaciones académicas y de la vida cotidiana.

En fin, para que pueda existir el aprender a aprender, se requiere del protagonismo del alumno, particularmente en la significación de los aprendizajes, de manera que éstos denoten una especial relevancia para él. Esto sólo será posible en la medida en que el protagonismo del profesor vaya siendo cada vez menor y que sea el alumno el que dirija sus propios procesos de aprender, de manera autodirigida y autosuficiente.

Sin embargo, para que esto suceda, tendrá que haber un cambio radical en la forma en que el maestro entiende el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues esto implica prácticas de planeación y diseño instruccional de ambientes de aprendizaje cada vez más complejos, lo que implica más tiempo, esfuerzo y recursos, que muchas veces el profesor no está dispuesto a invertir.

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De la enseñanza eficaz al aprendizaje autónomo

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http://www.zonaluz.mx/w/index.php/secciones/cultura/1410-la-cultura-y-educacion-en-mexico

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Evaluación de Maestros y “Calidad” Educativa

México / 19 de noviembre de 2017 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

“Aunque las ideas creativas para la reforma educativa provienen de muchas fuentes, solamente los maestros pueden ofrecer la perspicacia que surge de la experiencia intensa y directa en el salón de clases. Aportan a la tarea de la reforma el conocimiento de los estudiantes, el oficio y una cultura escolar de que otros carecen. Además, la reforma no puede imponerse a los maestros por los mandos superiores o por personas ajenas al gremio. Si los profesores no están convencidos de que los cambios propuestos valen la pena, no van a poder implantarlos de manera enérgica. Si no comprenden del todo qué es lo que se pretende o no están suficientemente preparados para introducir contenidos o formas nuevas de enseñanza, las medidas reformistas fracasarán. En cualquier caso, cuantos más maestros compartan las medidas de la reforma y cuanto más ayuda se les brinde para poner en marcha cambios consensuados, mayor será la probabilidad de que sean capaces de hacer duraderas tales mejoras.” (1)

El fragmento del texto anterior, fue publicado en Estados Unidos en el libro: “Ciencia: conocimiento para todos” (1997). Y lo traigo a colación porque se relaciona íntimamente con el  tema de la evaluación de las maestras y los maestros de la educación obligatoria en México (Preescolar, Primaria, Secundaria y Media Superior), que es un ámbito que ha generado amplia discusión, múltiples reflexiones y polémicas encendidas, no sólo por sus implicaciones de carácter político, sino porque es un asunto que despierta debates técnicos y científicos, los cuales no están exentos de cargas ideológicas.

Además de los docentes, también los directivos escolares y asesores técnicos de la escuela pública son sujetos de las evaluaciones obligatorias que establece la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD) desde 2013. Por cierto, es importante mencionar que, en efecto, los docentes y demás figuras educativas, antes de ese año participaban en diversos programas de evaluación, pero esas evaluaciones no eran obligatorias. Esto lo comento en descargo de la idea generalizada en la sociedad, de que los docentes de la escuela pública “no quieren ser evaluados”. Lo cual es totalmente falso.

Como sabemos, la LGSPD establece evaluaciones para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia de las figuras educativas. También hoy existen evaluaciones internas y externas a las escuelas que cumplen con funciones diferenciadas, y los criterios a las que están sujetas, con sus respectivos matices y especificidades, son establecidos por el INEE, en coordinación con las autoridades educativas federales y estatales.

Una de las evaluaciones más controvertidas de la Ley es la que se refiere al desempeño. En su capítulo VIII “De la permanencia en el servicio”, la LGSPD señala en el Artículo 52 que: “Las Autoridades  Educativas y los Organismos Descentralizados deberán evaluar el desempeño docente y de quienes ejerzan funciones de dirección o de supervisión en la Educación Básica y Media Superior que imparta el Estado.” Así mismo, el último párrafo del Artículo 53, que se refiere a los resultados de la evaluación del desempeño, ha sido el más impugnado por los maestros, por sus causas y efectos, pues indica que: “En caso de que el personal no alcance un resultado  suficiente  en la tercera evaluación  que se le practique,  se darán por terminados los efectos del Nombramiento correspondiente sin responsabilidad para la Autoridad Educativa o el Organismo Descentralizado, según corresponda.”

La lógica, premisa o hipótesis de los legisladores y de quienes impulsaron el diseño de esta Ley, sostiene que la evaluación de los maestros, directivos y asesores técnicos asegura o aumenta la probabilidad de que se eleve la “calidad educativa”. La idea que subyace a esta lógica también aparece en las modificaciones al texto constitucional, (Artículo Tercero), en el cual se habla de la “idoneidad” de los docentes, y de la relación que guarda ésta con la anhelada “calidad” de la educación. Pero ¿en realidad los procesos de evaluación por sí solos aseguran el incremento (medido en forma cuantitativa) de la llamada “calidad educativa”? También me pregunto, inspirado en parte por el libro coordinado por Mario Rueda Beltrán, director del IISUE de la UNAM: Al aplicarse estos procesos, se busca “¿Evaluar para controlar o para mejorar?”

El comentario surge porque recientemente, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), a través del Boletín 56, del 26 de julio de 2017, informó que: “El modelo de Evaluación del Desempeño Docente 2017 diseñado por el INEE… recupera las opiniones de los maestros, toma en cuenta el contexto en el que realizan su práctica docente, respeta el marco de la legislación vigente y permite contar con mejores profesores, directores y supervisores.”

¿Eso significa que las evaluaciones del desempeño docente, que fueron aplicadas anteriormente, (entre 2015 y 2017) no recuperaban las opiniones de los maestros, ni tomaban en cuenta el contexto en el que realizaban su práctica docente? ¿Tampoco respetaban el marco de la legislación vigente y no permitían contar con mejores profesores, directores y supervisores?

Como puede notarse, el debate al respecto de la evaluación, es amplio. Y quizá por ello las preguntas dan como para instalar más de una mesa de análisis y reflexiones. Sin embargo, lo que hay que reconocer, y esto va más allá de los fríos cálculos y actos de la autoridad educativa, es que la evaluación en general evoluciona; esta idea aplica a todos los procesos de evaluación en contextos sociales, y particularmente en los de la evaluación educativa. Me refiero a la evolución y ajuste tanto de los criterios como del diseño técnico específico de los instrumentos y procedimientos de evaluación.

Por lo anterior, es difícil sostener que los procesos de evaluación tengan validez universal y operen sin fecha de caducidad, sino que más bien éstos se ajustan a las necesidades, demandas y condiciones sociales que se identifican a lo largo de los procesos educativos, que de por sí son complejos.

Sirva esta idea para comprender lo que dijo en su momento “…Yolanda Leyva Barajas , Directora General para la Evaluación de Docentes y Directivos de este Instituto (INEE), (quien) informó que este modelo recupera lo que funcionó adecuadamente en el proceso de evaluación efectuado desde 2015 y replantea la evaluación de desempeño docente dentro del marco de la legislación vigente.”… “Destacó que, además, retoma la opinión de los maestros y el contexto en el que desarrollan su práctica docente. Este modelo de evaluación busca contribuir a la mejora de la práctica de los diferentes actores del Sistema Educativo Nacional y a elevar la calidad de la educación obligatoria, enfatizó, luego de resaltar que la evaluación debe mejorar de manera continua…” (Boletín 56 del INEE).

Sabemos que el trayecto de la evaluación de figuras educativas en México, debe ir acompañado de trayectos de formación continua y permanente, a efecto de que éstas no sólo se capaciten después de obtener los resultados de las evaluaciones, sino también para que se actualicen y estén a tono con los hallazgos y los avances de las prácticas innovadoras y de la investigación educativa.

Todo esto me lleva a concluir, al menos parcialmente, que los criterios tanto de evaluación como de “calidad” educativa son susceptibles de modificaciones, ajustes y cambios como productos de su evolución.

“Aunque los maestros son claves en la reforma, no pueden ser los únicos responsables de ella. Necesitan aliados. Los profesores solos no pueden cambiar los libros de texto, establecer políticas de exámenes más sensibles que las que ahora existen, crear sistemas de apoyo administrativo, hacer que el público entienda en qué radica la reforma y por qué se lleva tiempo lograrla, y reunir los fondos necesarios para pagarla. Así, los administradores de escuela y quienes formulan las políticas de educación tienen que apoyar a los maestros. Estos también necesitan colegas académicos expertos en materias pertinentes, desarrollo del niño, aprendizaje y el potencial educativo de las tecnologías modernas. Y estos últimos requieren la ayuda y el apoyo de los líderes de la comunidad, los dirigentes laborales y de negocios, y los padres, pues en última instancia la reforma educacional es una responsabilidad compartida. Es tiempo de que los maestros asuman mayor responsabilidad en la reforma de la educación; pero eso de ninguna manera reduce la responsabilidad de otros para hacer también su parte.” (Ciencia: Conocimiento para todos)

Por ello afirmo que la evaluación de las maestras y los maestros, por sí misma, no asegura la “calidad” educativa, ya que ésta depende de muchos otros factores. Ciertamente hay que invertir en la evaluación, pero también hay que apostar aún más a la formación permanente, oportuna y pertinente de las figuras educativas.

(1) American Association for the Advancement of Science. “Ciencia: conocimiento para todos”. Proyecto 2016. SEP. BAM. 1997.

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/11/16/evaluacion-de-maestros-y-calidad-educativa

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Audio: Programa Educación XXI (28/10/2017)

México / 1 de noviembre de 2017 / Autor: @Educacion_XXI  / Fuente: WRadio

Sobre los avances y desafíos de la Reforma Educativa conversamos con y Gilberto Guevara de

Link para descargar el programa en formato mp3:

http://play.wradio.com.mx/download/audio/?audiourl=http%3A%2F%2Fwrmx02.epimg.net%2Fplay%2Faudios%2F2017%2F10%2F28%2Fw_radio_educacionxxi_20171028_090000_100000.mp3&audioname=Educaci%C3%B3n%20XXI%20%2828%2F10%2F2017%29

Fuente: 

http://play.wradio.com.mx/audio/w_radio_educacionxxi_20171028_090000_100000/

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Crítica al INEE: Evaluar a los Evaluadores

México / 29 de octubre de 2017 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), recientemente ha organizado un seminario sobre «La Reforma Educativa: Avances y Desafíos». En una de las sesiones de análisis y reflexión, celebrada el pasado 18 de octubre, se abordó el tema: «El INEE dentro de la Reforma Educativa»; sin duda un título interesante toda vez que se trata de la institución responsable, por ley, de la evaluación en el sector.

En esta ocasión describiré y comentaré, en términos generales, lo que sucedió en esa reunión de análisis y discusión en la cual participaron, por la parte oficial, Eduardo Backhoff, consejero presidente de la Junta de Gobierno del INEE; y como comentaristas invitados: Pedro Flores-Crespo, profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro, y David Calderón, de la asociación civil «Mexicanos Primero». El moderador de esta mesa fue el periodista Javier Solórzano. (Ver enlace del video en la nota anexa)

En su oportunidad, el presidente del INEE, Eduardo Backhoff, se refirió a los avances que ha logrado el Instituto en los distintos ámbitos y responsabilidades de la evaluación educativa durante los últimos 4 años, desde que éste alcanzó legalmente su autonomía, en 2013, con respecto al Gobierno Federal. Cabe recordar que antes de 2013, el INEE era un organismo que dependía jurídica, estructural y presupuestalmente de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Backhoff también abordó algunos de los retos, desafíos y perspectivas del INEE en el marco de la fase actual de la Reforma Educativa en México.  Entre los retos del INEE habló de las nuevas atribuciones y grandes responsabilidades del Instituto no sólo dentro de las tareas de evaluación e información sobre la educación en México, sino también en el trazo de las políticas nacionales en materia de evaluación de la educación, es decir, en los diversos procesos de toma de decisiones y en el seguimiento de las intervenciones u operaciones que en materia educativa deben ponerse en marcha tanto en el conjunto del SEN como de los subsistemas educativos estatales o regionales.

También Backhoff mencionó algunos de los grandes problemas que enfrenta el Sistema Educativo Nacional (SEN), como son los temas de la falta de cobertura en educación preescolar y media superior; y la baja participación de adultos en la educación superior; y señaló otros asuntos importantes como los bajos niveles de logro en aprendizajes de los jóvenes, en Lenguaje y Matemáticas; y la inequidad educativa e intercultural que prevalece en el país, entre otros.

Pedro Flores-Crespo, quien también es miembro del Consejo Técnico del INEE, señalo que, en términos generales, coincide con lo expresado por Backhoff, en torno a los avances logrados por el Instituto a su corta edad, y que, en sí mismo, está de acuerdo en defender al INEE como organismo autónomo en su papel de actor del diseño y promotor del cambio de las políticas educativas nacionales; sin embargo, afirmó que hay que desentrañar la relación entre «evaluación» (como acción técnica) y la «calidad» (como acción y resultados de las políticas públicas educativas); y sugirió algunas rutas a desarrollar o sobre las que habría que reflexionar, como lo es el tema de la emisión de directrices educativas como nueva atribución del INEE y cómo traducirlas en términos de políticas educativas. El gran problema que existe, dijo Flores-Crespo, es la falta de reconocimiento del «poder compartido», expresado en la autonomía, por parte de las autoridades federales, que no admiten la injerencia del INEE en diversas decisiones de política educativa (puso como ejemplo el asunto de las recomendaciones sobre el cambio en el subsistema de educación inicial de docentes). Y propuso algunos mecanismos para elevar el costo (político y jurídico) a las autoridades educativas que no cumplan con las directrices marcadas por el Instituto, en el marco de las atribuciones y facultades legales que éste tiene (en efecto, no todo en el mundo del poder político se resuelve mediante colaboración y cordialidad, o a través de mecanismos o recomendaciones tecnocráticos).

Pero el mensaje más importante de Flores-Crespo, fue la crítica hacia el clima interno de trabajo en el INEE: Ir más allá de las coyunturas políticas y mirarse a sí mismo, como institución, para trabajar en congruencia con sus tareas sustantivas y sin perder de vista las perspectivas del cambio educativo ni las bases sociales que lo sustentan.

David Calderón se refirió de manera analógica a la situación que hoy atraviesa el INEE, en términos de su condición como entidad autónoma: «¿Qué pasa cuando a los ingenieros de la NASA los pones de astronautas?». Y se pronunció a favor de crear una serie de programas que, sin lesionar el marco jurídico y normativo, se requerirían para que los evaluadores cumplan cabalmente con sus funciones (por ejemplo, en materia de difusión, comunicación y de mayor conexión con los beneficiarios del trabajo realizado por el Instituto: los niños y los padres de familia. Crítica que aceptó Backhoff en su oportunidad).

«Hay que decir y hay que saber que la autonomía (del INEE) se ganó a alto precio… y se ganó o se arrancó porque el (Poder) Ejecutivo no es confiable hoy, antes y en el futuro…».  «Que el INEE explique y se arriesgue a exponer qué es lo que está entendiendo por «calidad» educativa»; y que «el INEE se comprometa aún más con un enfoque de derechos (a la educación) a favor de los niños, las niñas y los jóvenes», fueron las afirmaciones sobresalientes de las intervenciones hechas por Calderón.

 Las preguntas del moderador, Javier Solórzano, giraron en torno a las facultades y estrategias generales del organismo público encargado de la evaluación de la educación, así como sobre los mecanismos para lograr que la evaluación se convierta en una herramienta para la mejora educativa.

También se abordaron rápidamente algunas preguntas enviadas por el público asistente al evento sobre las limitaciones y posibilidades del INEE en torno a la transformación efectiva del sistema educativo.

A reserva de comentar en otro momento algunos detalles finos del encuentro, considero que este tipo de reuniones permiten, en efecto, abrir un espacio para «evaluar a los evaluadores»; es decir, para realizar un balance sereno, crítico y analítico sobre el estado que guarda el INEE y su vínculo orgánico con la actual etapa de la Reforma Educativa, así como con su tarea social principal, que es contribuir al «mejoramiento de la calidad educativa, con equidad», en México.

Tarea central que sin duda implica, de manera específica, entre otras finalidades y propósitos, establecer los criterios, indicadores, parámetros, instrumentos, técnicas y estrategias adecuados para realizar los programas y proyectos de evaluación de la educación en todos los niveles y modalidades; además de coordinar los trabajos del Sistema Nacional de Evaluación de la Educación (como «Ecosistema», según Backhoff), mediante el cual se generan las bases para reorientar los programas y acciones de gobierno en materia de políticas educativas.

Un papel importante del INEE es también generar las condiciones para el desarrollo de una cultura sobre la evaluación de la educación en la sociedad. Pero quizá el reto o desafío más importante para el INEE, en el futuro inmediato, será convertirse en un verdadero motor del cambio educativo. ¿Hasta dónde será eso factible? ¿Qué tan autocríticos en ese sentido ha sido el INEE, es decir, su junta de gobierno y funcionarios técnicos?

No hay que olvidar que el INEE, como organismo autónomo, no sólo evalúa al sistema educativo en su conjunto, a través de diversos indicadores e instrumentos, como lo es, por ejemplo, evaluar los aprendizajes de los estudiantes, sino también toma el pulso del país en términos de la evaluación de programas, métodos y materiales educativos, así como sobre las condiciones sociales, económicas y culturales que inciden en la educación de las personas y los grupos. Esto sin dejar de lado el tema más sensible y conflictivo de las funciones del INEE: la evaluación de docentes, directivos, supervisores y asesores técnicos que trabajan en la escuela pública obligatoria.

Mención especial merece la relación del poder político y las facultades atribuidas al INEE en materia de evaluación de la educación. Sobre este punto el consejero presidente del INEE, Eduardo Backhoff, señaló que es un gran reto para el Instituto lograr que las autoridades educativas de los distintos niveles de gobierno, apliquen correcta y oportunamente las recomendaciones y/o directrices que en materia de políticas educativas emite el Instituto; y que hasta la fecha no ha podido producir, en los hechos, los cambios que requiere la educación en México.

Estoy de acuerdo con algunas de las ideas expresadas por los participantes en esta mesa, en particular, al aseverar que aún falta emprender diversas acciones importantes en favor del desarrollo educativo y los aprendizajes escolares, en las instituciones a cargo del Estado mexicano; así como diseñar nuevos programas para evaluar sistemática, adecuada y oportunamente el trabajo de Directivos, Supervisores y Asesores Técnicos. A esto hay que agregar una idea que he sugerido en varias ocasiones en este mismo espacio: Ser congruentes con el espíritu de la cultura «meritocrática», y ello significa que los funcionarios de todos los niveles institucionales, responsables de la educación pública, tanto del gobierno federal como de los gobiernos estatales y organismos desconcentrados, sean sujetos activos de la evaluación con el mismo rigor y en las mismas condiciones con que se evalúa a las demás figuras educativas.

El día en que se logre cumplir con este precepto democrático, estaremos entonces en el terreno no sólo de la equidad y los equilibrios educativos, sino también en el campo de la congruencia y la confianza, que tanto les hacen falta a las autoridades, al sistema educativo y a la nación.

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/10/25/critica-al-inee-evaluar-a-los-evaluadores?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+portal%2Fall+%28SDPNoticias.com%29

 

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El INEE dentro de la Reforma Educativa

Por: Manuel Gil Antón. 

Con este título se llevó a cabo, el 18 de octubre de 2017, la quinta sesión del seminario que el INEE ha organizado sobre los avances y desafíos de la reforma educativa. Ahora, porque el tiempo es tirano – como siempre se dice – y el trabajo abunda, no habrá un relato de la reunión con cierto pormenor, sino una serie de reflexiones derivadas de la presencia de quien esto escribe en ese par de horas.

Moderó la mesa Javier Solórzano, fue el expositor central Eduardo Backhoff, Consejero Presidente del INEE, y los comentaristas: Pedro Flores Crespo, Profesor e Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro, y David Calderón, Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero.

1.- AL INEE LO DISEÑÓ EL ENEMIGO

Manuel Meda Vidal, el querido maestro Meda (que hace poco se fue a hacer matemáticas a otra dimensión a la que alcanza, vivo, el recuerdo) solía decir: “A la UAM la diseñó el enemigo”. Con ello quería decir que, siendo una de las personas que más quiere, así, en presente, a esta universidad, la Autónoma Metropolitana, y a la que dedicó muchos años de su vida académica y compromiso ético, contaba con un diseño institucional tan complejo que, muchas veces, era un suplicio, o hasta imposible, lograr un acuerdo. La frase tiene miga, pues no es una crítica a la institución, sino un reconocimiento de la complejidad de su estructura de gobierno y espacios para procesar temas y llegar a decisiones. Se requería paciencia, habilidad y, sobre todo, un liderazgo que aprovechara sus estructuras de participación, haciendo de la complejidad una virtud para generar consensos. En fin, ese es otro cantar, pero la frase viene a cuento.

No solo en la presentación del Dr. Backhoff, sino en todas las ocasiones que he tenido para entender las funciones, atribuciones, tareas y obligaciones del instituto, me he quedado con la impresión de estar no ante un organigrama, sino frente a una tela de araña, cuantimás si a ese conjunto de labores se le pone en relación con la SEP, la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) y, luego, con el fenómeno fractal que significa que, en cada entidad, haya una entidad homóloga de la SEP, otra al INEE y otra al SPD. Treinta y dos veces… como espejo en el elevador o cuando uno se prueba ropa en tienda con probador.

Para Backhoff, tres son los pilares de la reforma: la creación del SPD, el nuevo modelo educativo y la (re)fundación del INEE, ahora autónomo. Y las atribuciones que tiene, dijo, son:

  1. Fungir como autoridad en materia de evaluación educativa.
  2. Coordinar al SNEE y con ello al PNEE.
  3. Evaluar la calidad, el desempeño y los resultados del SEN.
  4. Difundir los resultados de la evaluación y fomentar una cultura de la evaluación.
  5. Emitir directrices dirigidas a las AE, que contribuyan a mejorar la calidad de la educación y su equidad.
  6. Expedir lineamientos en materia de evaluación educativa, a los que deben sujetarse las AE que tengan dicha función.
  7. Acompañar a la CNSPD en materia de evaluación docente para el ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia.

NOTA: va un glosario indispensable: SNEE: Sistema Nacional de Evaluación Educativa/ PNEE: Política Nacional de Evaluación de la Educación (hay que añadir PEEME: Programa Estatal de Evaluación y Mejora Educativa) /SEN: Sistema Educativo Nacional/AE: Autoridades Educativas/ CNSPD: Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente.

La presentación del Consejero Presidente continuó especificando cada una de estas 7 atribuciones. Puede ver la ponencia y toda la reunión en ( https://www.youtube.com/watch?v=-DrM9zlwBA4 ) pero le comparto algunos, solo algunos, de los elementos que me llevan a pensar que la estructura y las funciones del INEE en la reforma educativa “las diseñó el enemigo”: son muchas, complejas, enmarañadas, confusas, se empalman…

  1. Si coordina al SNEE, tiene que evaluar si se cumple con lo que manda la CPEUM. Estas siglas refieren a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos/ Formular políticas integrales, programas y estrategias de evaluación/ Analizar y difundir información/ “Promover la congruencia de los planes, programas y acciones que emprendan las autoridades educativas con las directrices que emita el Instituto”.
  2. La coordinación del SNEE tiene una Conferencia, integrada por la Junta de Gobierno del INEE, representantes de la SEP y los titulares de las AEL (Autoridades Educativas Locales). En este espacio se decide la PNEE, y el PMP del SNEE (PMP: Programa de Mediano Plazo del SNEE) que, solo en 2017, consta de 170 proyectos/ y edita la Gaceta de la PNEE (hasta hoy, 8 números publicados).

En la imagen que sigue, se aprecian los 170 proyectos del PEEME, por regiones:

inee

Como evalúa al SEN: informar al congreso, cada año, el estado de la educación en el país/ realizar evaluaciones del logro de aprendizaje (PLANEA/SEN (INEE)) y PLANEA/ESCUELAS (SEP)/ hacer más y diversas evaluaciones, entre ellas coordinar PISA/SERCE/ICSS/ diseñar y mantener el sistema de indicadores cada año/ evaluar programas y políticas educativas del SEN…

Difunde resultados y fomenta la cultura de la evaluación/ Impulsar la investigación e innovación de la evaluación educativa (aspecto que ha suscitado críticas, a mi juicio entendibles, pues el INEE no es, en sentido estricto, una institución que haga investigación a la manera de una universidad: de 499 proyectos de investigación, ha aprobado 40.

Un asunto crucial es la emisión de Directrices: para mejorar la formación inicial de los docentes de la Educación Básica (lo cual lo hace agente de los cambios en las normales: fortalecer la organización académica de esas escuelas, desarrollar el marco común de educación superior para la formación de docentes, crear un sistema nacional de información docente y organizar un sistema de evaluación de la oferta de formación inicial de docentes. Nada más en este rubro.

¿Qué es una Directriz? No crea usted que es una cosa sencilla: implica, cada una:

  1. Marco Jurídico
  2. Diagnóstico de la problemática
  3. Objetivos generales
  4. Prioridades estratégicas
  5. Alcances
  6. Directrices específicas:
    1. Propósito
    2. Problemas y debilidades
  • Aspectos claves de mejora
  1. Imagen objetivo

Por si esto fuera poco, el INEE tiene atribuciones que derivan de la Ley del SPD: define procesos de evaluación, definir al nivel local, con la AE, el programa anual y de mediano plazo de las evaluaciones en cada entidad. Expedir lineamientos para: evaluación de ingreso, la de desempeño, y preparar a los evaluadores. Selección de docentes temporales en funciones técnico pedagógicas. Difusión de resultados. Participación de observadores y dar insumos individuales, a cada evaluado para que mejore…

Autoriza parámetros (OJO: hace Directrices, Lineamientos y Parámetros) y etapas. Asesora a las AE. Supervisa los procesos. Valida indicadores y define – al aprobar – los componentes de la evaluación que tiene incentivos. Lineamientos y criterios técnicos para infinidad de cosas. Valida y autoriza. Conforma parámetros: etapas, niveles de desempeño, procesos e instrumentos de evaluación y prepara evaluadores.

Veamos lo que implica: de 2013 a 2017 ha generado 40 lineamientos, 25 criterios técnicos, 422 PPI (Perfiles, parámetros e indicadores), 783 instrumentos autorizados y 20 rechazados.

Y todo esto para generar, dice el presidente, un ecosistema de evaluación, que tiene como fin:

“Fungir como contrapeso de las autoridades educativas y servir a la sociedad a través con su juicio independiente y crítico” (la redacción no es del escribano)

“Ser conciencia crítica e informada del SEN, capaz de detonar cambios de mejora”

“Evaluar todos los componentes del SEN (¿Incluirá la evaluación de las condiciones contractuales del magisterio? Recuerdo que esta función, en la inauguración de estos seminarios, el Consejero Presidente la omitió, verbalmente, aunque en su discurso escrito sí constaba) y con base en los resultados proponer rutas de mejora”

No sé, para concluir, si lo diseñó el enemigo, como decía Meda de la UAM, pero sí parece que lo concibió un Pacto que, al darle autonomía, le dio, además, una carretada de funciones y encomiendas que, para poderlas atender… pues tiene que generar una estructura burocrática enorme que se materializa en el tamaño de su edificio, su nómina, la cantidad de Direcciones Generales, y la expansión, como franquicia, a todas las entidades.

El costo del INEE, más el costo de las evaluaciones, más el tiempo/persona invertido, más los comerciales hace que, en una de esas, el SEN gaste más en evaluar y decir que evalúa, que en formar a los profesores… Usted dirá qué es lo que, en apretada síntesis, he presentado.

¿Por qué mejorar la evaluación que realiza el Servicio Profesional Docente SPD?

Otro de los puntos más importantes, a mi juicio, fue cuando el Consejero Presidente, al desarrollar el tema de cómo mejorar lo que hace el SPD con su participación, señaló las debilidades y deficiencias de la evaluación de los docentes. A mi entender, ni el más agudo crítico pudría hacer tan filosas observaciones que, si no entiendo mal, ponen en jaque la validez y confiabilidad de las evaluaciones realizadas durante estos 5 años.

Para que no se crea que interpreto, copio de su presentación sus afirmaciones:

  1. “La evaluación de los docentes (ED) es una tarea muy compleja y altamente politizada, tanto por el tamaño y diversidad del SEN como por sus consecuencias laborales.
  2. El SPD se implementó en menos de un año, tiempo insuficiente para desarrollar los instrumentos, preparar la logística de aplicación y la devolución de resultados con la calidad deseada.
  3. Adicionalmente, México no contaba con especialistas en el tema, ni con experiencias similares que minimizaran la curva de aprendizaje.
  4. El SPD implicó el desarrollo e implementación de una cantidad de procesos e instrumentos de evaluación de competencias docentes para el ingreso, promoción y desempeño de una gran diversidad de figuras escolares.
  5. Por la magnitud de la EED, es prácticamente imposible evaluar a los docentes in situ. Con observación en el aula.
  6. Por ello el DD (Desempeño docente) se evalúa de manera indirecta con el apoyo de instrumentos que dan cuenta de:
    1. El cumplimiento de la normalidad mínima (encuestas)
    2. La planeación, implementación, evaluación y reflexión de prácticas pedagógicas pertinentes a las necesidades de los alumnos de cada profesor (proyecto pedagógico)
    3. Las competencias profesionales y disciplinarias de los docentes (exámenes)
  7. Evaluaciones equivalentes se realizan para el caso de directores, supervisores y ATP:
  8. El primer modelo de evaluación del DD, tuvo que replantearse en 2017 para superar sus limitaciones.
  9. Aún estamos lejos de desarrollar un modelo que satisfaga las expectativas de los docentes.
  10. El modelo actual depende en gran parte de la capacidad de los evaluadores para analizar y calificar confiablemente los proyectos pedagógicos.
  11. La capacitación para estos docentes/evaluadores es un tema en el que hay que mejorar sustancialmente.
  12. El mejoramiento de los instrumentos, en general, es un tema que nos ocupará permanentemente.

Hasta aquí, el balance del Presidente Consejero del INEE.

Unamos las partes que escribí en cursivas:

La evaluación de los profesores:

  1. Es delicada por sus consecuencias laborales.
  2. El tiempo (fue) insuficiente (para desarrollar los instrumentos, preparar la logística de aplicación y la devolución de resultados) con la calidad deseada.
  3. No se pudo minimizaran la curva de aprendizaje.
  4. En estas condiciones, se improvisaron criterios, lineamientos, directrices, procesos, condiciones… para el ingreso, promoción y desempeño de una gran diversidad de figuras escolares.
  5. Y esto porque, dadas las prisas y la improvisación de todo (creo yo que, por la necesidad de la premura política, y no por el ritmo normal de la política educativa) es prácticamente imposible evaluar a los docentes in situ.
  6. Por eso, el DD (Desempeño docente) se evalúa de manera indirecta.
  7. El modelo de evaluación original, tuvo que replantearse en 2017 para superar sus limitaciones
  8. Aún estamos lejos de desarrollar un modelo (confiable y válido, afirmo yo).
  9. El modelo actual depende en gran parte de la capacidad de los evaluadores.
  10. La capacitación para estos docentes/evaluadores es un tema en el que hay que mejorar sustancialmente.

En síntesis: La evaluación tiene dientes en las condiciones laborales, incluso el despido como horizonte factible; se organizó apresuradamente (sin tiempo suficiente) y sin la calidad deseada; no se pudo minimizar la curva de aprendizaje – ergo, la curva fue larga; se improvisa mucho para cuestiones (nada triviales) como el ingreso, promoción y desempeño de los docentes y otros funcionarios educativos; como no se puede evaluar in situ, se evalúa de manera indirecta; se está lejos de desarrollar un modelo confiable y válido, pues depende de docentes/evaluadores que no han sido preparados de manera suficiente, dado que deben mejorar de manera sustancial.

Entonces: si todo esto es así, y lo reconoce el Consejero Presidente del INEE, y ninguno de sus cuatro colegas en la Junta de Gobierno lo desmiente: ¿hemos estado ante un proceso de evaluación confiable y válido? A confesión de parte, relevo de pruebas…

Resulta que, como el Canciller de este gobierno, ¿el INEE autónomo llegó a aprender? Sería muy desacertado, pues más de un millón de evaluaciones han tenido estas características: todos los resultados son poco confiables, pero han tenido consecuencias, hartos dientes, efectos en la estratificación de docentes en cada escuela…

Si todo ha sido así, ¿no era función de la entidad autónoma, autoridad educativa en la evaluación del sistema, decir que no había condiciones para evaluar? ¿No era lo que correspondía a la verdad? ¿Se vale el pretexto que, si no fuéramos nosotros, llegarían “peores” (me lo han dicho)?

Estas reflexiones, sin duda, creo, ponen en crisis y muestran las fracturas estructurales de esta reforma, y el papel del INEE en esta aventura que, en los comerciales y propaganda gubernamental – cara y pueril – sí ha resultado, pero en la práctica – y dicho por el presidente de la autoridad evaluadora de la educación (sé que repito) ha tenido tantas fallas. Es una conjetura, tiene asidero… ¿tendrá consecuencias, dientes, sanciones o algo parecido? ¿Echando a perder se aprende, a pesar de las consecuencias?

Para rematar

La sesión termina con dos ejes centrales.

Pedro Crespo: más allá de las cortesías y reconocimiento, a su juicio de avances, lanza una pregunta muy incómoda: ¿Hay evidencia del vínculo entre evaluación y calidad? Ni el Banco Mundial – agencia muy lejana de ser radical – lo acepta: “es el uso de los resultados de la evaluación lo que puede, (en una de esas, quizá, a lo mejor, tal vez…) mejorar la calidad.”

David Calderón: más allá de las cortesías y reconocimiento de los avances, además de atribuirlos no al Estado sino a la presión social, sobre todo de las Organizaciones de la Sociedad Civil, le dice al Consejero Presidente: “Ya no son espectadores, desde la tribuna, del partido, que hacen una reseña, sino que ahora son árbitros… ¿Por qué no sacan tarjeta roja? ¿Por qué no ejercen su autoridad?” Da un ejemplo: “se evalúa a un grupo de profesores un año después. En ese lapso debieron tener tutores. La SEP no los proporcionó: ¿era válido evaluarles dada esta carencia?” A su juicio, no. Y, sin embargo, el INEE se queda callado. Para sorpresa de quien esto escribe, Calderón dice que el INEE es el garante de ¡”la reforma de la reforma”! Cosas veredes, Sancho…

Responde Backhoff:  La autonomía se construye… es mejor convencer que vencer, se están haciendo alianzas reales con las AEL… Propone un dilema: ¿INEE bronco, o INEE firme?

Lo que anoto en mi cuaderno es: INEE autónomo que hable con sinceridad a la sociedad, y tome el riesgo de enfrentar a la autoridad en público, no en las oficinas. El día anterior, un subsecretario fue al INEE a protestar por su informe sobre la educación media. ¿Por qué no se dio difusión al encontronazo, para legitimar al INEE y poner en su sitio a la soberbia de la autoridad?

Ahí, en la publicidad de las acciones autónomas y firmes, se podría generar la legitimidad del INEE como contrapeso y conciencia crítica, y en el reconocimiento de los límites impuestos por la reforma, sobre todo en tiempo y pertinencia de meterse a lo laboral, punitivo, se podría generar la idea que el INEE es aliado de los maestros cuando se les somete a la evaluación, en lugar de proponerles mejoras a partir de los resultados de la evaluación.

Coda

David Calderón dice que hay pocos “amigos de los niños” y muchos “amigos de los profesores”, y que se necesitan más amigos de los niños, como ellos – su organización. Hago una pregunta franca, derivada de mi desacuerdo: ¿No está en el máximo interés de los niños, que la evaluación de sus maestros sea confiable y válida? Porque si ser amigo de los niños es, simplemente, que se evalúe a la trompa talega a las maestras y profesores, ¿para qué quieren amigos? En su caso, la crítica a la evaluación es la mejor manera de ser, no amigos de los niños – eso es muy paternalista – sino responsables con la educación mexicana que tiene, en ellos, a seres con voz, desde el prescolar.

Hoy, cuando entrego estos apuntes, será la última sesión del seminario. Prometo, si no se atraviesan líos de salud, ser más expedito en comentarles mi mirada. Ojalá.

*Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-inee-dentro-de-la-reforma-educativa/

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