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Verdades ocultas

Por Carolina Vásquez Araya

El mundo secreto de la impunidad por abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes.


La violencia implícita en el acercamiento de carácter sexual hacia un niño o una niña es algo que la sociedad adulta todavía no alcanza a comprender. Es como si aquellos hombres y mujeres que alguna vez sufrieron el acoso o la violación en carne propia hubieran enterrado la experiencia en un sitio tan remoto de sus memorias, como para haber borrado incluso su capacidad de empatía hacia quienes lo han experimentado después. Durante siglos, la tragedia oculta de esos crímenes ha sido el secreto mejor guardado y sus víctimas, aún cuando pueden contarse a nivel de un buen porcentaje de la población infantil, han debido enfrentar el silencio y la negación, o el castigo por tener el valor de denunciar.

He pasado muchas décadas vinculada a medios de comunicación escrita como para haber visto en primera fila cómo los reportajes y artículos de fondo relacionados con la violencia extrema hacia mujeres, niñas y niños han tenido que entrar a codazos en las salas de redacción. Un acercamiento consciente y con carácter analítico y preventivo parece haber sido considerado marginal frente a la coyuntura política, la economía e incluso el deporte; y, cuando se asume su importancia, rara vez se presenta en las primeras cinco páginas. Cuando comencé a darle prioridad en mis columnas, alguien del medio en donde las publicaba me dijo que esos no eran temas relevantes, eran “temas de mujeres”.

Al revisar estadísticas de agresión y abuso sexual es fácil comprender, entonces, por qué las víctimas deciden no denunciar y cómo desde ese momento comienza a funcionar el mecanismo de la negación. Lo primero que surge en una víctima de violación es la vergüenza -propia y de su entorno cercano- y han pasado siglos antes de que esa puerta se abriera para dejar constancia de este aberrante tipo de violencia. Sin embargo, aun cuando los textos jurídicos han incluido en sus códigos estos crímenes -después de fuertes y prolongadas luchas de quienes han creído en la igualdad de derechos entre personas de distinto sexo- todavía no existe una actitud decidida para atacarlos y castigar con firmeza a sus perpetradores, porque tampoco se ha desarrollado un criterio de justicia a nivel institucional.

De este modo, la niñez nace sin derechos. En términos generales, se encuentra sujeta -sin paliativo alguno- a la decisión y la autoridad de quienes les aventajan en edad. Sus padres, tíos, hermanos, maestros, sacerdotes, pastores, vecinos y quienquiera les puedan imponer su voluntad es un posible ejecutor de uno de los crímenes más impactantes y destructivos contra la niñez. Carente, esta, de la capacidad de defenderse frente a quien le supere en fuerza y credibilidad, se encuentra muchas veces, y en todos los ámbitos sociales y culturales, a merced de sus victimarios.

La huella del abuso sexual en la mente de una niña o un niño en pleno proceso de desarrollo ocasiona un daño severo que se mantiene por el resto de su vida. Esa experiencia traumática, la cual muchas veces se repite durante largo tiempo sin posibilidad de resistencia por parte de quien la sufre, persiste en forma de rechazo, miedo y vergüenza, además de tener un impacto severo en la vida sexual y la visión de sí misma. El daño permea las relaciones humanas a un nivel tan profundo como persistente y solo esa cauda debería ser suficiente motivo para dar a la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, una prioridad absoluta en la prevención, investigación y correcta administración de justicia.

Las verdades ocultas en ese mundo siniestro y extendido en todos los ámbitos -el abuso sexual contra la niñez- son el germen de sociedades incapaces de sostener sus valores, de sociedades trastornadas por un sistema patriarcal fuerte y poderoso que las sume en el dolor y la injusticia y cuyos códigos han sido elaborados en función de un poder adulto cargado de misoginia y desprecio por este sector fundamental de la comunidad humana.

No existirá entorno seguro para la niñez, en tanto no sea objeto del respeto que merece.

Fuente: https://rebelion.org/verdades-ocultas/

 

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Cerca de 1,4 millones de niños llevan más de un año sin ir a la escuela en Etiopía por la pandemia y la guerra en Tigray

Cerca de 1,4 millones de niños llevan más de un año sin ir a la escuela en  Etiopía por la pandemia y la guerra en Tigray

Alrededor de 1,4 millones de niños llevan más de un año sin acudir a la escuela en la región etíope de Tigray (norte) a causa del cierre de centros por la pandemia de coronavirus y el conflicto desencadenado en noviembre tras la ofensiva del Ejército contra el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), según ha denunciado este martes el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

«Esta es una emergencia de protección, de educación y de nutrición», ha señalado el portavoz de UNICEF, James Elder, que ha realizado recientemente una visita a la región, antes de agregar que más de un millón de personas se han visto desplazadas por la violencia, en medio de los enfrentamientos en la zona.

«Vi mucha destrucción de los sistemas de servicios esenciales, de los que dependen muchos niños para sobrevivir. También he escuchado relatos desgarradores de violación y violencia sexual de parte de niños y mujeres», ha señalado Elder.

Según los datos de UNICEF, más de 3.000 niños no acompañados han sido identificados y registrados en las regiones de Tigray, Afar y Amhara, en el norte de Etiopía, y ha empezado a darles cuidados provisionales, además de trabajar para intentar localizar y unificar a las familias separadas por el conflicto.

La ofensiva en Tigray arrancó el 4 de noviembre por orden del primer ministro en respuesta a un ataque del TPLF –que entonces gobernaba en Tigray– contra una base del Ejército en la capital regional, Mekelle, que se saldó con la muerte de un importante número de militares etíopes.
Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-cerca-14-millones-ninos-llevan-mas-ano-ir-escuela-etiopia-pandemia-guerra-tigray-20210420144704.html

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Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan

El encierro de niñas, niños y adolescentes no es la respuesta.

En Guatemala se aplica la estrategia del terror en el cuerpo de niñas, niños y adolescentes.

Guatemala transita por uno de los episodios más negros de su historia reciente. Desamparada e impotente ante el poder de las mafias, la población se paraliza ante la realidad de un Estado secuestrado por organizaciones criminales que operan en connivencia con las más altas autoridades y la condenan al miedo y a la sumisión. Los esfuerzos de estos grupos por apoderarse del último bastión de la justicia –la Corte de Constitucionalidad- lleva un siniestro mensaje: la democracia, que tanta sangre y dolor ha costado desde los tiempos de las dictaduras, está a punto de ser aplastada por un pacto entre políticos, élites empresariales y militares ignorantes, codiciosos, obtusos y sedientos de poder.

El escenario actual parece haber sido planificado en detalle para borrar hasta el último intento de oposición ciudadana y comienza a delinearse como un intento de acabar con cualquier resquicio de respeto por la Constitución y sus mandatos. La ciudadanía –ese conglomerado en donde supuestamente reside el poder- se encuentra sitiada y niñas, niños, adolescentes y mujeres parecen haber sido cuidadosamente escogidos como víctimas propiciatorias de esta escandalosa maniobra, diseñada para acallar toda rebelión, silenciar a las masas y obligarlas a aceptar lo inaceptable.

Los secuestros, desapariciones, violaciones y asesinatos de niñas, niños y adolescentes han alcanzado niveles de terror. Los mensajes de alerta se han convertido en un cuadro cotidiano y, por lo mismo, han dejado de provocar reacciones, creándose un ambiente de acostumbramiento a los peores actos de violencia contra el sector más inofensivo y vulnerable de la sociedad. Guatemala se presenta ante la comunidad internacional como un país de impunidad, como una nación en donde el crimen organizado impera y decide los destinos de la patria. Como un territorio carente de justicia, en donde la ley opera dependiendo del tamaño del soborno.

Esta vergüenza de nivel planetario no afecta el negocio de las mafias, pero constituye un lastre inmenso y una constante amenaza para el futuro del país, cuya población observa impotente cómo se van por el barranco sus escasas oportunidades de alcanzar un desarrollo que, hasta ahora, ha sido sistemáticamente saboteado por sus élites empresariales y los cuadros políticos más retrógrados y corruptos. Cualquier intento por revertir este estado de cosas -perfectamente consolidado para mantener los privilegios de estos sectores- requiere la intervención directa de la ciudadanía. Pero la gente tiene miedo y ese miedo representa el pase libre para los criminales en el poder.

A las niñas, niños y adolescentes les está secuestrando, violando y asesinando el sistema. Para estas vidas inocentes no existe justicia; su destino, depende de instituciones capturadas por individuos nefastos coludidos con los victimarios, cuya indiferencia e inoperancia parecen ser parte del pacto criminal. Las niñas y niños no se violan, no se tocan, no se asesinan. Quienes cometen estas atrocidades al amparo de una justicia apática y corrupta merecen castigos ejemplares y definitivos. Asimismo, quienes pretenden –con actitud paternalista y condescendiente- someter a niñas, niños, adolescentes y mujeres al encierro para no ser víctimas de estas acciones viles, se convierten en cómplices de los criminales. Pretender adjudicarles la culpa por los ataques siniestros que sufren en todos los espacios es una absoluta aberración. Las calles, escuelas, templos y hogares deben ser santuario de protección para lo más valioso de la sociedad y no rincones propicios para el abuso.

Fuente: https://rebelion.org/las-ninas-no-se-tocan-no-se-violan-no-se-matan/

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Investigación BBC | «Levanté la mirada y vi que tenían grilletes»: las escuelas islámicas en las que encadenan a los niños

Cuando conocí a Ahmed, estaba en un cuarto solo y encadenado. Su cuerpo estaba marcado por las palizas que le habían dado. No sabe cuántos años tiene, pero probablemente tiene 10.

La escuela en la que lo encontré es una de las 23 instituciones islámicas en Sudán, conocidas como khalwas, que filmé encubiertamente durante un período de dos años, empezando a comienzos de 2018.

Fui testigo y filmé a muchos niños, algunos de apenas 5 años, que recibían severas golpizas, rutinariamente encadenados y recluidos sin comida o agua por los jeques, u hombres religiosos, encargados de las escuelas.

Algunos de los niños que no aparecieron en nuestro documental me dijeron que habían sido violados o sometidos a otras formas de abuso sexual.

Niños encadenados

Hay unas 30.000 khalwas en todo el país, según datos del gobierno sudanés. Reciben dinero del gobierno y de donantes privados tanto de Sudán como alrededor del mundo.

A los niños se les enseña a memorizar el Corán. Debido a que no cobran nada, las familias las consideran una alternativa a la educación tradicional, especialmente en las aldeas remotas donde no hay escuelas administradas por el gobierno. Los estudiantes son internos y sólo regresan a sus hogares durante las festividades.

Niños sentados en una de las escuelas

Para muchos, estas escuelas que han operado durante generaciones son elementos centrales de la cultura sudanesa y son vistas como parte de la identidad nacional.

Sin embargo, en años recientes, los videos de niños golpeados han sido compartidos ampliamente en las redes sociales y se han publicado historias en los medios locales sobre jeques acusados de violación en las khalwas.

Los medios, el gobierno y hasta las organizaciones de derechos humanos han ignorado las denuncias.

Quise revelar lo generalizado que es el abuso y darles una voz a estos niños que no tienen la oportunidad de compartir sus historias.

Hasta yo tuve mis propias experiencias. Como adolescente, asistí a una khalwa. Cada día era un suplicio para tratar de evitar recibir una golpiza de los maestros.

Sabía que me pelearía con amigos y familia por esta investigación, pero la historia había que contarla. En el camino algunas de las personas que entrevisté me acusaron de ser parte de un «complot occidental para atacar a la educación religiosa».

Fateh Al-Rahman Al-Hamdani
Pie de foto, Fateh Al-Rahman Al-Hamdani

Cuando contacté a la BBC, ya había estado varios meses filmando encubiertamente por mi cuenta. Una de las primeras khalwas que visité se llamaba Haj el-Daly, donde me dijeron que se habían perpetrado abusos.

Entré en la mezquita de la escuela con todos los demás durante las oraciones de mediodía y filmé secretamente con mi teléfono.

Cuando me arrodillaba, escuché un sonido metálico. Mi corazón se detuvo. Levanté la mirada y enfrente vi que los niños tenían grilletes en las piernas. Estaban encadenados como animales.

Concluidas las oraciones, los niños salieron arrastrando los pies. Pero cuando yo salía, escuché gritos violentos y llantos reprimidos.

Niños encadenados caminando en fila

Los sonidos me guiaron a un cuarto de estudio con poca luz, donde encontré a un niño llorando calladamente, con sus piernas juntas encadenadas. Empecé a filmar secretamente lo que veía.

Este era Ahmed. Me dijo que quería regresar a casa. Intenté tranquilizarlo, pero podía escuchar las voces de los jeques acercándose, así que dejé de filmar y me fui de la khalwa.

Pero regresé al día siguiente para poder revelar más de lo que pasaba allí.

Cuando estaba filmando con mi teléfono, me di cuenta de que un estudiante mayor me miraba. Salió súbitamente y regresó un poco más tarde con el jeque encargado de la escuela.

El jeque me gritó, preguntándome por qué estaba filmando a los estudiantes. Logré salir rápidamente por la puerta hasta la calle.

La administración de Haj el-Daly le dijo a la BBC a partir de entonces que hay un nuevo jeque encargado de la escuela y que las golpizas y el encadenamiento han cesado.

Recuerdos de mi propia khalwa

Regresé a casa perturbado. Si el enfrentamiento con el jeque se hubiera agravado, nadie sabría dónde estaría.

Pero también estaba traumatizado por lo que vi. Me trajo recuerdos de mi propio paso por una khalwa cuando era adolescente, donde las golpizas eran cosa común, aunque no encadenaban a nadie.

Anticipaba con tanto entusiasmo mi primer día en esa khalwa cuando tenía 14 años. Me probaba mi jalabiya -la vestimenta tradicional- y esperaba impacientemente la mañana.

Pero muy pronto me di cuenta de que algo no andaba bien. Noté que los otros niños parecían atemorizados por los jeques y los maestros.

El abuso empezó en las sesiones vespertinas. Si estábamos soñolientos o cerrábamos los ojos, el jeque nos azotaba. Eso sí que te despertaba.

Me quedé en la khalwa como un mes, aguantando muchas golpizas. Cuando regresé a casa, le dije a mis padres que no quería volver, aunque no podía confesarles el abuso que había sufrido. No estaban contentos con que yo interrumpiera mis estudios, pero no me forzaron a regresar.

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Después del altercado con el jeque encargado de Haj el-Daly, tuve dificultades para recuperar mi confianza y seguir filmando en las khalwas.

Llevé mis pruebas al grupo Reporteros Árabes de Periodismo Investigativo (ARIJ, por sus siglas en inglés), quienes me pusieron en contacto con el Servicio Árabe de la BBC. A partir de entonces, todo cambió.

Mi editor en Londres me asignó un productor, Mamdouh Akbik. Él es sirio y yo soy sudanés, y aunque ambos hablamos árabe, nuestros dialectos son muy diferentes. Pero no pasó mucho tiempo antes de que trabajáramos juntos muy bien.

Planeamos qué khalwas investigaríamos, recopilamos evidencia y hablamos sobre seguridad y logística. Pero el momento crucial fue cuando recibí equipos de grabación encubierta. Eso me dio confianza para continuar con mi trabajo.

Sudán es un país extenso, que abarca montañas, el mar Rojo y amplios desiertos. Durante la investigación, debí haber atravesado más de 4.500 kilómetros del territorio, casi todos en autobús.

Conocí familias cuyos hijos habían sido muy maltratados. En algunos casos habían muerto mientras estaban internos y era difícil establecer la causas de sus muertes.

Fatima ha entablado una demanda contra la escuela a la que asisitió su hijo
Pie de foto, Fátima ha entablado una demanda contra la escuela a la que asistió su hijo.Los jeques ostentan tanto poder e influencia en sus comunidades que es raro que las familias los denuncien. Los casos que logran llegar ante los tribunales se dilatan tanto que las familias se dan por vencidas. O terminan aceptando algún tipo de compensación.

La dura batalla legal contra los jeques por las familias que se ve en nuestro documental es la excepción, no la regla. Muchas familias sinceramente creen que los jeques quieren lo mejor para sus estudiantes y si se cometen «errores», es la voluntad de Dios.

Mi propia familia comparte esas creencias y tuve que mantener en secreto mi investigación. Eso resultó ser particularmente difícil cuando visité una khalwa en nuestra localidad, en Dafur del Norte, donde muchos de mis parientes todavía viven.

Después de que se publicó el documental, me expulsaron de un grupo familiar de WhatsApp. Pensé que al menos querrían hacerme preguntas o debatir conmigo; en cambio me trataron como un extraño.

Pero recibí llamadas de mis padres, quienes me dijeron que me apoyarían, aunque estaban preocupados por mi seguridad. Sentí alivio de que mi familia fuera tan comprensiva.

Niño encadenado

La reacción al documental

El documental ha tenido un gran impacto en Sudán. Las familias en el centro de nuestra investigación han estado inundadas de ofertas de apoyo financiero, legal y emocional de parte de gente en sus comunidades locales y alrededor del mundo.

Ha habido clamor en las redes sociales, con llamados para cerrar las khalwas, mientras que otros dicen que nuestro documental es un ataque al islam y acusan a la BBC de propaganda antiislámica.

Pero hay una voz poderosa que ha relucido por su lenta respuesta: el gobierno de transición de Sudán, que en el último año ha estado hablando de reformar las khalwas.

En nuestra cinta, el ministro de Asuntos Religiosos, Nasreddine Mufreh, declaró que no habría más «golpizas, tortura, violación de los derechos humanos o los derechos de los niños de ninguna clase».

Tras el lanzamiento del documental, el gobierno sudanés dijo que abriría procesos contra todas las escuelas en las que la BBC filmó.

También emitieron una ley prohibiendo golpear a los niños en instituciones educacionales y cortaron el financiamiento de las khalwas mientras hacen una revisión de las escuelas.

Algunos de esos procesos son señales de que Sudán está lidiando con los fantasmas de su pasado reciente, pero la presencia de miles de niños encadenados y abusados en khalwas continúa creando problemas para el país.

Que el gobierno tome medidas será una prueba de su voluntad para desafiar a las poderosas instituciones religiosas en Sudán.

Algunos nombres han sido cambiados.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55508309

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Argelia: «Nuestros niños saharauis viven un ambiente bélico, es angustioso»

Las familias que acogen a pequeños de los campamentos de Tindouf, en Argelia, ven con «angustia» y «preocupación» el actual conflicto en el Sáhara Occidental.

Pilar Guzmán no pudo ayer por la mañana recargar desde Zaragoza  el teléfono móvil de Mahyuba y Sukeina, dos chicas de 15 y 20 años, respectivamente, que viven en los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf, en Argelia, y que han pasado con ella algunos veranos dentro del programa solidario ‘Vacaciones en paz’. Como consecuencia del conflicto que ha estallado en el Sáhara Occidental entre Marruecos y el Frente Polisario al romperse el alto el fuego vigente desde 1991, la tienda Butigon que utilizan para enviar ayuda a las familias ha cerrado su servicio temporalmente «por cuestiones del estado de alarma en los campamentos refugiados saharauis», anuncia en su página web.

«Es una angustia escuchar cómo nuestros niños saharauis viven en un ambiente bélico. Los campamentos están en Argelia, pero nos cuentan que se están quedado sin hombres y que los padres y hermanos se han ido. He estado cuatro veces allí y es como si tu tío o tu primo se fuera a la guerra. La preocupación crece cada día, porque también están cerrando tiendas y negocios», explicó Guzmán, de la asociación Um Draiga-Amigos del Pueblo Saharaui.

Cada semana suele hablar con Mahyuba y Sukeina, «porque aunque la cobertura es mala, siempre hay algún sitio con wifi o utilizan el de un vecino». Según señala, ahora teme que ni siquiera les pueda hacer algún envío de comida a nivel particular como ha venido haciendo desde que el cierre de fronteras por el virus dificultó la llegada de las caravanas humanitarias. «Mahyuba iba a venir a estudiar a España, pero la pandemia truncó su proyecto, que no sé si podremos retomar», lamentó.

La covid-19 obligó al Frente Polisario a suspender el programa solidario ‘Vacaciones en paz’ en España y en el que iban a llegar a Aragón unos 140 menores.

Asimismo, Jesús Maestro, también del colectivo Um Draiga, reconoce su temor a que algunos de los jóvenes con los que ha compartido veranos participen en algún levantamiento. El pasado sábado charló con uno de los primeros niños que acogió y que ya tiene 26 años. «Son jóvenes y están frustrados porque ven que no tienen futuro. Ahora, por un lado, sienten que su causa está centrado el interés internacional y esperan una reacción, pero, por otra parte, ha estallado un conflicto bélico que nadie quería».

Mientras, Elisabeth Ballester, que desde 2013 recibe en su casa a niños saharaui a través de la organización Arapaz-MPDL Aragón , se enteró este pasado lunes de que a Chaia, una chica de 13 años que ha pasado con ella tres veranos, la ha mandado su familia a Mauritania con su abuela. «Le escribí al Whatsapp a ella, como hago todas las semanas, y me contestó su padre que estaba en Mauritania. Supongo que la han querido poner a salvo. También me mandó un audio en español en el que me dice que hay mucha guerra, pero ningún muerto, y que todos están bien», explicó.

Uno de sus hijos, que también colabora en la iniciativa ‘Vacaciones en paz’, recibió hace ya unos días «un vídeo de una reunión en la que exhibían banderas». A la hasta ahora preocupación por las terribles consecuencias del coronavirus en los campamentos, se suma el estado de guerra. Las familias aragonesas confían en volver a encontrarse el próximo verano con sus niños saharauis.

Fuente: https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2020/11/19/nuestros-ninos-saharauis-viven-un-ambiente-prebelico-aragon-1405975.html

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Justicia por las niñas: No se tocan, no se matan. Nicaragua

En estos días Nicaragua se ha visto nuevamente convulsionada por el asesinato. Esta vez dos niñas, una macheteada, la otra, además, violada sexualmente. Un asunto que ha sido denunciado a lo largo y ancho del país durante más de una década, mujeres organizadas, feministas, defensoras, todas, a voz de pulmón han reclamado justicia.

Esta vez los asesinatos sucedieron en una comunidad rural, pero pudieron haber sido en cualquier parte del territorio nacional. Así estamos, lamentablemente. El patriarcado cobrando más vidas.

La madre de las niñas ha declarado que fue muchas horas después de la desaparición, que encontraron a la mayor de niñas. La más pequeña, quien cumpliría próximamente diez años, luego fue localizada, violada sexualmente.

La indignación se ha hecho sentir en las calles, los buses, los mercados y por supuesto, en las redes sociales. La gente dice ¡Basta! La policía ha dicho en un comunicado que tiene detenido al hechor, un hombre de XX años. La indignación ha subido de tono y no es para menos.

Pero lastimosamente, personas insensibles han comenzado a responsabilizar a la madre, sin reflexionar que muchas niñas quedan solas o al amparo de alguna vecina, ya que las madres salen del hogar a resolver el bocado del día, pues los padres responsables brillan por su ausencia.

Que los hombres asuman lo que les toca, ha sido una demanda de antaño. Se ha vuelto “natural” la irresponsabilidad paterna o intrínseca de la forma de ser hombres, probablemente no sólo en Nicaragua. Responsabilidad paterna no sólo con la pensión alimenticia, que hasta llevado a algunos a renunciar de sus empleos con tal de dar lo que mínimamente les toca sus hijas o hijos, o ha llevado a acumular demandas en el parlamento nicaragüense.  ¿Dónde las leyes?

Asesinato de niñas en medio de la crisis socioeconómica

Este hecho se inscribe en una Nicaragua en crisis sociopolítica desde hace más de dos años. En una Nicaragua donde más de 300 personas han sido asesinadas, miles desaparecidas y casi un centenar aún guarda prisión, según informes de la Comisión de Derechos Humanos, CIDH, de la Organización de Estados Americanos.

Por ello no extraña la repulsa que ha causado el anuncio hecho por la vicepresidenta Rosario Murillo en su “acostumbrada” alocución del mediodía, por el único canal público del país, Canal 6 de TV, quien afirmó la iniciativa gubernamental de establecer cadena perpetua por “crímenes de odio”, sin especificar el concepto, en este contexto.

Equivocadamente “se asigna” la responsabilidad de la mencionada propuesta al Poder Judicial, cuando quien legisla en Nicaragua es la Asamblea Nacional, salvo que se quiera dejar bien claro que el Ejecutivo es quien manda a los demás Poderes, en detrimento de su independencia, establecida en la Constitución Política de la República.

Tarde se quiere “brindar justicia”, cuando el mismo Ejecutivo cambió por medio de un Decreto Presidencial, el Objetivo de la Ley 779, Ley de Violencia hacia las Mujeres, cambió el femicidio, al decir que sólo se reconoce cuando ocurre en relaciones de pareja… ¿acaso lo que ha ocurrido con las niñas no es terrible femicidio?

¿Acaso no se da cuenta el gobierno que Nicaragua no ha olvidado la violación de Zoilamérica?

Justicia para las niñas no es hablar de “crímenes de odio”, es impulsar un verdadero enfoque de género en todos los niveles educativos, que reconozca que a las niñas no les viola, no se les mata, por el contrario, se les quiere y respeta como personas humanas que son.

Justicia para las niñas es promover la paternidad responsable entre hombres que laboran en el sector formal y el informal de la economía, incluso entre quienes en este momento no tienen un empleo.

Justicia para las niñas es promocionar una campaña educativa desde los medios de educación promoviendo su respeto, incluyendo sus intereses y sus sueños. Que respete su humanidad y su integridad

Justicia para las niñas es democratizar Nicaragua. Es hacer respetar la ley. Es que la policía se dedique a lo que su ley creadora establece y no a asediar y matar nicaragüenses.

Justicia para las niñas es no continuar debilitando el sistema democrático del país, no seguir profundizando la crisis de gobernabilidad existente, que vulnera sus derechos, aumenta la misoginia e instrumentaliza la vida y los derechos humanos.

¡Exigimos justicia! Basta de violencia contra las niñas

Fuente: https://ondalocal.com.ni/opinion/157-justicia-violencia-asesinatos-ninas-mujeres-/

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Afganistán, la zona más letal para ser niño

Redacción: El País

Solo en los nueve primeros meses de 2019, nueve menores de edad murieron o fueron mutilados cada día por un conflicto que dura ya 40 años.

Además del impacto directo de la violencia causada por el conflicto que vive Afganistán desde hace 40 años, las vidas de los niños también se ven afectadas por los efectos combinados de los desastres naturales, la pobreza y el bajo desarrollo del país. Uno de los principales problemas es la desnutrición aguda severa. En la imagen, Agha Naaz, de 40 años, está sentada junto a Ali Zafar, su hijo de tres, en el hospital pediátrico Ata Turk en Kabul, donde está siendo tratado de esta enfermedad.

 

Más del impacto directo de la violencia causada por el conflicto que vive Afganistán desde hace 40 años, las vidas de los niños también se ven afectadas por los efectos combinados de los desastres naturales, la pobreza y el bajo desarrollo del país. Uno de los principales problemas es la desnutrición aguda severa. En la imagen, Agha Naaz, de 40 años, está sentada junto a Ali Zafar, su hijo de tres, en el hospital pediátrico Ata Turk en Kabul, donde está siendo tratado de esta enfermedad. BOUVET UNICEF
    • En Afganistán viven unos 600.000 niños menores de cinco años que están severamente desnutridos, según el informe 'Manteniendo la esperanza en Afganistán: proteger a los niños del conflicto más letal del mundo', de Unicef. En la foto Sana, de 30 años, sentada junto a su hijo Khalid, de dos años, tratado de desnutrición severa en el hospital pediátrico Ata Turk, en Kabul.
      2. En Afganistán viven unos 600.000 niños menores de cinco años que están severamente desnutridos, según el informe ‘Manteniendo la esperanza en Afganistán: proteger a los niños del conflicto más letal del mundo’, de Unicef. En la foto Sana, de 30 años, sentada junto a su hijo Khalid, de dos años, tratado de desnutrición severa en el hospital pediátrico Ata Turk, en Kabul. BOUVET UNICEF
    • Entre 2009 y 2018, cerca de 6.500 niños fueron asesinados y otros 15.000 resultaron heridos, haciendo de Afganistán una de las zonas de guerra más letales del mundo en 2018. Un grupo de niños en un dormitorio del orfanato Shaheed Abdul Ahad Khan Karzai, en la ciudad de Kandahar. Hay al menos 180 niños de entre seis y 18 años que viven allí.
      3. Entre 2009 y 2018, cerca de 6.500 niños fueron asesinados y otros 15.000 resultaron heridos, haciendo de Afganistán una de las zonas de guerra más letales del mundo en 2018. Un grupo de niños en un dormitorio del orfanato Shaheed Abdul Ahad Khan Karzai, en la ciudad de Kandahar. Hay al menos 180 niños de entre seis y 18 años que viven allí. BOUVET UNICEF
    • “Los jóvenes afganos necesitan saber que hay perspectivas laborales más allá de unirse a un grupo armado o de escapar del país para tratar de encontrar un trabajo en el extranjero”, explica Aboubacar Kampo, representante de Unicef en Afganistán. Un grupo de niños desayuna en el orfanato Shaheed Abdul Ahad Khan Karzai, en Kandahar.
      4. “Los jóvenes afganos necesitan saber que hay perspectivas laborales más allá de unirse a un grupo armado o de escapar del país para tratar de encontrar un trabajo en el extranjero”, explica Aboubacar Kampo, representante de Unicef en Afganistán. Un grupo de niños desayuna en el orfanato Shaheed Abdul Ahad Khan Karzai, en Kandahar. BOUVET UNICEF
    • “Los niños, sus familias y las comunidades sufren las terribles consecuencias del conflicto todos los días. Esos mismos niños están desesperados por crecer, ir a la escuela, aprender y construirse un futuro. Podemos, y debemos, hacer mucho más para fortalecer su extraordinaria valentía y resiliencia”, asegura la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. En la foto uno de los huérfanos que vive en el orfanato Shaheed Abdul Ahad Khan Karzai, en Kandahar.
      5. “Los niños, sus familias y las comunidades sufren las terribles consecuencias del conflicto todos los días. Esos mismos niños están desesperados por crecer, ir a la escuela, aprender y construirse un futuro. Podemos, y debemos, hacer mucho más para fortalecer su extraordinaria valentía y resiliencia”, asegura la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. En la foto uno de los huérfanos que vive en el orfanato Shaheed Abdul Ahad Khan Karzai, en Kandahar. BOUVET UNICEF
    • .Unicef está aumentando el uso de sistemas de agua abastecidos por gravedad y por energía solar para apoyar a parte de los 2,8 millones de afganos afectados por la grave sequía del año pasado. Aun así, solo el 64% de la población tiene acceso a agua potable y libre de contaminación externa. En la imagen, una familia de desplazados internos en el campo de Shayadee, en Herat.
      6. Unicef está aumentando el uso de sistemas de agua abastecidos por gravedad y por energía solar para apoyar a parte de los 2,8 millones de afganos afectados por la grave sequía del año pasado. Aun así, solo el 64% de la población tiene acceso a agua potable y libre de contaminación externa. En la imagen, una familia de desplazados internos en el campo de Shayadee, en Herat. BOUVET / UNICEF
  • El conflicto eternizado en Afganistán ha provocado que 3,7 millones de niños no estén yendo a la escuela, una circunstancia que afecta especialmente a los menores de edad que viven en las zonas rurales. El Gobierno afgano declaró 2018 el año de la educación para subrayar la importancia de reestablecer la educación como motor para reconstruir el país.
    7. El conflicto eternizado en Afganistán ha provocado que 3,7 millones de niños no estén yendo a la escuela, una circunstancia que afecta especialmente a los menores de edad que viven en las zonas rurales. El Gobierno afgano declaró 2018 el año de la educación para subrayar la importancia de reestablecer la educación como motor para reconstruir el país. UNICEF BOUVET
  • Una media de nueve niños fueron asesinados o mutilados cada día entre enero y septiembre de 2019, según el informe de Unicef 'Manteniendo la esperanza en Afganistán: proteger a los niños del conflicto más letal del mundo'. En la imagen, Rahimullah, de 15 años, camina gracias a unas muletas. Perdió sus dos piernas en un accidente con una mina hace seis años.
    8. Una media de nueve niños fueron asesinados o mutilados cada día entre enero y septiembre de 2019, según el informe de Unicef ‘Manteniendo la esperanza en Afganistán: proteger a los niños del conflicto más letal del mundo’. En la imagen, Rahimullah, de 15 años, camina gracias a unas muletas. Perdió sus dos piernas en un accidente con una mina hace seis años. UNICEF BOUVET
  • Unos 400.000 jóvenes afganos acceden al mercado laboral cada año, pero muchos carecen de la formación profesional necesaria para encontrar un empleo. Rahimullah, además de haber sufrido la pérdida de sus piernas por una mina, no enfoca bien ni escucha adecuadamente desde la explosión. Recibe educación diaria en el orfanato donde vive.
    9. Unos 400.000 jóvenes afganos acceden al mercado laboral cada año, pero muchos carecen de la formación profesional necesaria para encontrar un empleo. Rahimullah, además de haber sufrido la pérdida de sus piernas por una mina, no enfoca bien ni escucha adecuadamente desde la explosión. Recibe educación diaria en el orfanato donde vive. BOUVET UNICEF
  • “El año 2019 ha sido especialmente mortífero para los niños, incluso para los macabros estándares de Afganistán”, asegura la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. Rahimullah y su hermano Hafeezullah perdieron a sus padres hace dos años: su madre murió a causa del conflicto y a su padre por un cáncer. Los dos viven en el orfanato Abdul Ahad Karzai, en Kandahar.
    10. “El año 2019 ha sido especialmente mortífero para los niños, incluso para los macabros estándares de Afganistán”, asegura la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. Rahimullah y su hermano Hafeezullah perdieron a sus padres hace dos años: su madre murió a causa del conflicto y a su padre por un cáncer. Los dos viven en el orfanato Abdul Ahad Karzai, en Kandahar. BOUVET UNICEF
  • En 2017, el 42% de los jóvenes estaban desempleados. El acceso al mercado laboral es un paso fundamental para su supervivencia, de ahí la importancia de que reciban una educación adecuada, pues solo así podrán romper el ciclo de violencia y subdesarrollo del país en el que están inmersos. En la imagen, Rahimullah asiste a una clase en el orfanato donde vive, en Kandahar.
    11. En 2017, el 42% de los jóvenes estaban desempleados. El acceso al mercado laboral es un paso fundamental para su supervivencia, de ahí la importancia de que reciban una educación adecuada, pues solo así podrán romper el ciclo de violencia y subdesarrollo del país en el que están inmersos. En la imagen, Rahimullah asiste a una clase en el orfanato donde vive, en Kandahar. BOUVET UNICEF
  • Unicef ha estimado que necesita 290 millones de euros para seguir con sus operaciones en Afganistán en 2020. “Con el apoyo adecuado, pueden empezar a romper el ciclo de la violencia y el subdesarrollo, y crear un futuro mejor para sí mismos y para el país”, explica Aboubacar Kampo, representante de esta agencia de la ONU en el país.
    12. Unicef ha estimado que necesita 290 millones de euros para seguir con sus operaciones en Afganistán en 2020. “Con el apoyo adecuado, pueden empezar a romper el ciclo de la violencia y el subdesarrollo, y crear un futuro mejor para sí mismos y para el país”, explica Aboubacar Kampo, representante de esta agencia de la ONU en el país. BOUVET UNICEF
  • Solo en los nueve primeros meses de 2019, nueve menores de edad murieron o fueron mutilados cada día por un conflicto que dura ya 40 años
    13. Solo en los nueve primeros meses de 2019, nueve menores de edad murieron o fueron mutilados cada día por un conflicto que dura ya 40 años

    Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/12/18/album/1576660078_320560.html#foto_gal_13

 

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