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Cómo estimular el pensamiento científico y el razonamiento en los niños

Noticia/17 Septiembre 2020/elpais.com

Cuando los niños crecen en hogares que simpatizan con la ciencia, se les anima a hacer preguntas y que se las hagan también les ayuda a pensar, a experimentar

Cuando un niño nace comienza poco a poco a descubrir todo lo que tiene frente a sus ojos. Todo es nuevo para él y todo lo quiere saber es crucial para su desarrollo cognitivo. Una de las etapas más cruciales es la de los “por qué”, una fase muy importante que comienza a los dos años y que se extiende hasta los cinco. Así, y en medio de un mundo tan confuso y tan incierto, quizás, una de las cosas que pueden hacer los padres sea responder todas las preguntas planteadas por sus hijos con el aval de la investigación –en la medida de lo posible– y con verificación de hipótesis.

Y es que, cuando los niños crecen en hogares que simpatizan con la ciencia, se les anima a hacer preguntas y que se las hagan les ayuda a pensar de manera más crítica, a experimentar, a explicar sus razonamientos. Y da igual, lo pueden hacer de muchas maneras: leyendo, escribiendo, creando modelos e, incluso, viendo programas de ciencias en la tele. Para la psicóloga e investigadora científica Gwen Dewar, autora en ParientingScience, el descubrimiento más importante es que los niños se benefician de lecciones explícitas en el pensamiento crítico. “Los estudios sugieren que los estudiantes que se interesan por la ciencia desde pequeños se convierten en mejores solucionadores de problemas, e incluso, aumentan sus coeficientes intelectuales cuando se les muestran los principios de lógica, pruebas de hipótesis y otros métodos de razonamiento. Los informes también sugieren que los niños aprenden más cuando se les exige que expliquen su propio pensamiento”, explica.

Sin embargo, según un informe reciente realizado por Education Development Center (EDC), nueve de cada 10 padres ayudan a sus hijos pequeños a completar las actividades de aprendizaje a diario, pero solo alrededor de la mitad asegura que estas actividades están basadas en la ciencia. ¿Por qué? Pues bien, el estudio comprobó que, aunque los padres están ansiosos por enseñar a sus hijos temas científicos, muchos admiten que carecen de las herramientas y la confianza suficiente para hacerlo. De la encuesta, se dedujo que casi todos los progenitores, independientemente de su nivel de ingresos o educación, piensan que es importante ayudar a sus hijos pequeños a aprender, y en especial en materia de habilidades sociales, alfabetización y matemáticas. Sin embargo, en temas científicos aseguran sentirse muy vulnerables al no contar con ideas o herramientas cotidianas que les ayude.

La ciencia puede ser simple y divertida, ya que en realidad cualquier escenario es bueno y puede convertirse en una oportunidad de aprendizaje que se puede aprovechar. Así, con la llegada del buen tiempo, una colonia de hormigas, una tormenta de verano, las noches estrelladas… todo puede servir para enseñarle a nuestros hijos a pensar de manera más científica. ¿Cuáles son algunas de las mejores actividades y recursos de ciencia para niños? Algunas apps y webs de ciencias complementan información de una manera muy visual y de fácil acceso, permiten amplificar objetivos y plantear retos mediante propuestas de actividades de fácil ejecución, y fomentan el crecimiento intelectual aportando contenido de gran valor dentro del ámbito cultural científico.

Cinco webs para aprender ciencia con niños

1. Kids CSIC. Un programa, creado por el Colegio Superior de Investigaciones Científicas, que aborda el aprendizaje científico para los niños desde primaria, a partir de vídeos, juegos y recursos para profesores.

2. Mundo Primaria: Esta web proporciona numerosos recursos didácticos gratuitos y de calidad para niños de entre tres y 12 años, con respuestas a todo tipo de preguntas científicas para que se puede responder fácilmente a ¿por qué se forman las nubes? No solo tiene contenido de ciencia, también de plástica, lengua o matemáticas.

3. Science & Fun es una librería de recursos educativos digitales de ciencias, dirigida a niños de entre siete y 13 años. Unos contenidos dinámicos y divertidos que combinan el cartoon o dibujos y el entretenimiento con la enseñanza y la pedagogía a través de infografías, láminas, tests educativos, vídeos y juegos interactivos. Además, contiene experimentos y actividades offline que los padres pueden realizar con los hijos fuera del aula virtual.

4. Arquímedes: El denominado Proyecto Arquímedes es una iniciativa del Ministerio de Educación que contiene recursos para niños de todas las edades, y que consta de quince objetos de aprendizaje estándares dirigidos también a alumnos y profesores de Educación Secundaria Obligatoria de Ciencias de la Naturaleza bien de Física y Química de 3º y 4º bien de Biología.

5. Unawe: ¡explora el Universo! Una web que utiliza la belleza y la grandeza del universo para inspirar a los niños y alentarlos a desarrollar un interés por la ciencia y la tecnología. El programa también tiene como objetivo introducir a los más pequeños la idea de ciudadanía global y tolerancia en una etapa crucial de su desarrollo, para demostrar que forman parte de una comunidad internacional. Unawe es el primer intento a gran escala de usar la astronomía como herramienta para inspirar y educar a los niños pequeños. Fue creada en 2005 por la Unión Astronómica Internacional en colaboración con el CSIC.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/06/21/mamas_papas/1592723011_732438.html

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Coronavirus y educación: la original manera con la que hace 100 años se fomentó el regreso a la escuela en medio de una terrible enfermedad infecciosa

Noticia/17 septiembre 2020/https://www.bbc.com/

Ante la amenaza de una enfermedad transmitida por el aire, potencialmente mortal y aún sin el desarrollo de una vacuna, ¿cómo garantizar el regreso a clase de los niños de forma segura? Este actual dilema también fue enfrentado hace un siglo, cuando la tuberculosis era un mal devastador.

A finales del siglo XIX, esta enfermedad bacteriana mató a uno de cada siete ciudadanos en Europa y Estados Unidos, según datos de los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC). La vacuna se elaboró en 1921, pero pasarían muchos años antes de que fuera ampliamente adoptada en todo el mundo.

Para proteger a los niños en las escuelas, una solución fue utilizar los espacios abiertos como aulas: con pizarras y escritorios portátiles, los estudiantes y maestros ocuparon jardines y utilizaron la observación de la naturaleza para aprender sobre ciencia, arte o geografía, por ejemplo.

Las llamadas «escuelas al aire libre» surgieron en Alemania y Bélgica en 1904, y el movimiento avanzó en las décadas siguientes, hasta el punto de ser el tema, en 1922, del I Congreso Internacional de Escuelas al Aire Libre, en París.

También inspiró acciones en EE.UU., Cuando, en 1907, dos médicos de Rhode Island sugirieron abrir escuelas en áreas abiertas, según el diario The New York Times.

Con el éxito de la iniciativa (ya que allí ningún niño se enfermó de tuberculosis), en los dos años siguientes se crearon en el país 65 escuelas más de este tipo, en predios vacíos, techos de edificios e incluso transbordadores abandonados.

En Brasil también se incorporó la idea, aunque hay pocos registros sobre el tema, pero el investigador André Dalben encontró historias sobre escuelas de este tipo desde 1916 en Campos de Goytacazes, Angra dos Reis y Manaus y, más tarde, la llamada Escuela Débeis, en Quinta da Boa Vista, en Río de Janeiro, entre 1927 y 1930.

«La tuberculosis era una gran preocupación, junto con otras enfermedades infantiles, como la anemia y la desnutrición. En general, las escuelas atendían a los niños de familias pobres, lo que muestra una tendencia hacia la higiene: ya que se pensaba que sus organismos eran más enfermos», explica Dalben a BBC News Brasil.

La idea, dice, era sacar a estos niños de lugares insalubres, como viviendas superpobladas, y ponerlos en contacto con la naturaleza, con la intención de fortalecer su sistema inmunológico.

Uno de los programas más duraderos fue el de la Escuela de Aplicación al Aire Libre (EAAL), que operó en el Parque da Agua Branca, al oeste de Sao Paulo, entre 1939 y la década de 1950, cuando la escuela se trasladó a un edificio cercano, en Barrio Lapa.

EAAL fue estudiado por Dalben, ahora profesor de la Universidad Federal de Sao Paulo, en su posdoctorado en la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo.

La escuela de Sao Paulo no encajaba en el perfil de las demás: enseñó a estudiantes de familias influyentes de clase media de esa ciudad que vivían cerca del Parque da Agua Branca, en áreas que ahora albergan barrios como Pompeia y Perdizes.

Dalben explica que la escuela, que contaba con un alumnado de 350, fue considerada un modelo por la administración del estado de Sao Paulo y tenía un plan de estudios diferente e incluso una lista de espera para las plazas.

«Pero no sé cómo era el día a día en la escuela. Se me acercaron algunos exalumnos, hoy en sus 80, que dijeron que tenían maestros muy estrictos. Así que quizás en la práctica no sería muy distinta a las demás.»

Contacto con la naturaleza y protagonismo de los alumnos

Además del control de la tuberculosis, el modelo de escuelas al aire libre floreció en el período entre las guerras mundiales, época de auge de nuevos ideales de sociedad y educación, dice a BBC News Brasil Diana Vidal, profesora de Historia de la Educación en la Facultad de Educación en la Universidad de Sao Paulo (USP).

«Hubo un debate entre los educadores contra la experiencia escolar del pasado, con miras a crear una que fuera más amigable, promoviendo la defensa de la democracia, para crear una generación más pacífica y solidaria».

Aunque el ideal no se materializó – poco después llegaría la Segunda Guerra Mundial – Vidal explica que esta fue la semilla para la defensa de una enseñanza más cercana a la naturaleza, con protagonismo juvenil, que comprometiera a los niños en proyectos prácticos, combinando actividades físicas, desarrollo intelectual y emocional y tenía al maestro como mediador, en lugar de solo un proveedor de contenido.

Son ideas que se mantienen vigentes (y no siempre puestas en práctica) en la educación actual.

EAALDerechos de autor de la imagenREVISTA BRASILEIRA DE ED FÍSICA
Image caption«Hubo un debate entre educadores contra la experiencia de la escuela del pasado, con miras a crear una que fuera más amigable, promoviendo la defensa de la democracia, para crear una generación más pacífica y solidaria»; arriba, una clase en el Parque Água Branca, al oeste de São Paulo

André Dalben dice que las escuelas al aire libre de principios del siglo XX ya eran llamadas un «cometa médico-pedagógico», que terminó casi desapareciendo en las décadas de 1950 y 1960.

Primero, porque las enfermedades infecciosas han dejado (al menos hasta este año) de ser tan devastadoras, dice Dalben. Luego, explica Diana Vidal, porque prevaleció el modelo de escuela similar al estilo del régimen de fábrica, que implementa horarios fijos de llegada y salida y trata de acomodar al mayor número posible de alumnos dentro de un espacio físico, con el fin de optimizar recursos y gastos.

Parques, plazas y clubes

Diana Vidal se fijó en las escuelas al aire libre del pasado cuando vio imágenes del regreso a la escuela en Manaus, a principios de agosto, con niños pequeños con mascarillas y sentados en un aula con separadores acrílicos entre ellos.

«Quizás estamos tan apegados a las soluciones empresariales, diseñadas para adultos trabajadores, que no podemos reconocer la insuficiencia de estas medidas para los estudiantes en los primeros años de la educación básica», escribió Vidal en un artículo en el periódico de la USP.

Por otro lado, afirma, «al poner a los niños en mayor contacto con la naturaleza, se crea una discusión sobre las prácticas de enseñanza. (…) Empiezan a explorar otros espacios en la experiencia educativa – con nuevos contenidos y nuevas relaciones «.

Aulas al aire libre en Cachemira
Image captionClases al aire libre en Cachemira: «al poner a los niños en mayor contacto con la naturaleza, se crea una discusión sobre las prácticas de enseñanza».

Además, los estudios hasta el momento indican que la proliferación del nuevo coronavirus es mucho menor en espacios abiertos y ventilados naturalmente.

«El virus termina diluido infinitamente al aire libre», dijo a la BBC en mayo la profesora de epidemiología Erin Bromage de la Universidad de Massachusetts en Dartmouth, EE.UU. «Entonces, cuando una persona enferma exhala, los gérmenes se disipan muy rápidamente».

Pero, en la práctica, ¿cómo trasladar la escuela al espacio exterior, principalmente en las grandes ciudades, con pocas áreas libres disponibles?

En agosto, la organización brasileña de derechos del niño Alana lanzó, con base en las directrices de la Sociedad Brasileña de Pediatría y la Unión de Directores de Educación Municipal (Undime), un documento con sugerencias para el uso de los espacios públicos para reanudar las clases presenciales.

El texto sostiene que, si bien el tiempo para regresar a las escuelas debe ser definido por las autoridades de salud, la forma en que esto ocurrirá también debe ser discutida por las autoridades que administran las instalaciones públicas de la ciudad, como parques y plazas.

EAALDerechos de autor de la imagenREVISTA BRASILEIRA DE ED FÍSICA
Image captionLas escuelas al aire libre de principios del siglo XX alguna vez fueron llamadas un «cometa médico-pedagógico», que terminó casi desapareciendo en las décadas de 1950 y 1960.

Entre las sugerencias se encuentra la creación de salas temporales en parques, plazas y clubes, dirigidas principalmente a los más pequeños, con el fin de liberar más espacio interno de la escuela para programar el regreso a la escuela de niños mayores y adolescentes.

También sugiere el uso de mesas de picnic o poda de árboles para crear bancos de madera, asociados con materiales livianos (como rotafolios y tableros con sujetapapeles) traídos de la escuela.

Un obstáculo importante, dice el documento, es que solo el 40% de los centros preescolares del país tienen áreas de juego y solo el 25% tienen áreas verdes. E incluso antes de la pandemia, el contacto de muchos niños con la naturaleza ya era raro o insuficiente, un contacto que podría ayudar a promover una infancia más rica, más creativa y más saludable.

Una maestra en Nueva York dicta una clase al aire libreDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionHoy en día, en Nueva York, se llevan a cabo demostraciones para fomentar las clases al aire libre.

Para André Dalben, las escuelas al aire libre del pasado son una inspiración para repensar la arquitectura de las escuelas de hoy. «Cuando comencé a investigar esto, estaba enfocado en la educación ambiental infantil, (como solución) para que esta educación no tuviera que ser un contenido único, sino que pasara por todas las disciplinas. Y ahora también está la pandemia», dice.

«Podemos pensar en las escuelas junto con las ciudades en su conjunto, con más uso de parques y espacios públicos. No vamos a seguir las mismas líneas que la escuela al aire libre del pasado, pero las vamos a reinterpretar».

De California a Cachemira

Al mismo tiempo, desde regiones ricas y desarrolladas hasta áreas más pobres y conflictivas, el uso de espacios abiertos se ha discutido en diferentes partes del mundo.

En los EE.UU., La organización Green Schoolyards (escuelas verdes) creó la Iniciativa Nacional de Aprendizaje al Aire Libre, recopilando estrategias que están siendo adoptadas por las escuelas estadounidenses.

Una de ellas, en California, instaló pizarras portátiles, filtros de agua potable y bloques de heno rectangulares en el patio, que sirven tanto de banco para sentarse como de bloques gigantes para jugar o compartir espacios.

Dinamarca también creó un portal con propuestas de «educación fuera del aula» en medio de la pandemia. Una de las estrategias es mantener a los niños en grupos pequeños durante todo el día, evitando el contacto entre ellos y haciendo un mayor uso de los espacios externos de cada escuela.

En la conflictiva y vulnerable región de Cachemira, ubicada en la frontera entre India, China y Pakistán, otra iniciativa ha llamado la atención. Los niños estudian al aire libre, incluso en condiciones climáticas impredecibles, ya que el «nuevo salón de clases» está al pie de la cordillera del Himalaya.

Los estudiantes y maestros usan máscaras protectoras y pueden instalar carpas para cubrirse, pero toman clases incluso bajo la lluvia.

Diana Vidal, de la USP, dice que todavía ve pocas discusiones sobre el tema en Brasil, pero ve las experiencias pasadas como un tubo de ensayo, para fomentar el debate público.

Aulas al aire libre en Cachemira
Image captionEn Cachemira, los niños estudian al aire libre, incluso en condiciones climáticas impredecibles, ya que el «aula nueva» está al pie de la cordillera del Himalaya.

«A medida que se fueron consolidando los modelos de escuela, también se naturalizaron y nos olvidamos de otras posibilidades», dice Vidal.

Incluida la posibilidad de obviar, cuando sea posible, el aula física.

«El exterior no tiene por qué ser solo para las famosas excursiones escolares. Nos veremos obligados a utilizar el exterior, que es mucho mejor que el cerrado. Es una invitación a pensar en cómo aprovechar mejor los espacios que tenemos«.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-54070581

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Escuela y covid-19: llega la hora de los ‘edutubers’

Por: Nacho Meneses

La incertidumbre que rodea la vuelta a clase en medio de la pandemia favorece un perfil de docente más innovador y participativo: el de los profesores ‘youtubers’

Incorporar la tecnología en el aula dejó de ser una opción el pasado mes de marzo, cuando la pandemia de coronavirus provocó el cierre repentino de los centros educativos en España y en muchos otros países. Con más o menos fortuna, y en cuestión de días, los docentes tuvieron que encontrar la mejor manera de seguir dando clase a distancia, echando mano de las herramientas tecnológicas a su alcance: plataformas como Zoom, Google Classroom, Microsoft Teams… y YouTube, un recurso recurrente en el aprendizaje de los internautas. Según datos de Google, siete de cada diez usuarios de la plataforma la utilizan para aprender, y si en enero y febrero se subieron 300 vídeos en todo el mundo con las palabras “enseñanza a distancia” en el título, solo en marzo ese número superó los 23.000. Meses después, y cuando arranca el año académico en medio de fuertes medidas de seguridad para contener el número de contagios, la tecnología es ya una herramienta esencial para los educadores, los alumnos y sus familias.

En este contexto de incertidumbre por cómo se desarrollará el nuevo curso, la figura de los edutubers, o educadores por YouTube, cobra una relevancia especial. Canales educativos con años de experiencia como Unicoos, del profesor David Calle (1,4 millones de seguidores que aprenden con él matemáticas, física, química y tecnología); La cuna de Halicarnaso, del profesor de Historia y Geografía José Antonio Lucero (150 mil) o AntonioProfe, del andaluz Antonio Pérez (26.900 estudiantes de Física y Química), marcan el camino de un estilo de enseñanza interactivo y participativo, basado en un modelo de aula invertida (o flipped classroom) que se adapta sin problemas al tipo de enseñanza que se necesite en cada momento, ya sea cara a cara, semipresencial o a distancia.

“Ahora todo el mundo está preocupado por una vuelta segura a las clases, y eso está genial, pero no se está hablando de qué cambiamos, de qué forma diferente debemos afrontar las lecciones, o de cómo conseguir que los alumnos se impliquen y participen en las videoconferencias”, reflexiona Calle en voz alta. Para este profesor, falta tanto formación como recursos por parte de las administraciones educativas, para que los docentes puedan abordar su docencia digital con todas las garantías.

No se trata solo de mandar vídeos

Todos los docentes consultados coinciden en un punto: dar clase por Internet no es simplemente mandar una lista de 50 o 100 vídeos a tus alumnos, ni conectarse a una videoconferencia para hacer exactamente lo mismo que harías en el aula. “Hay que cambiar el qué se enseña y el cómo se enseña, tratando de introducir dinámicas diferentes para motivarles e implicarles en otras iniciativas que les interesen, porque si no… Si ya en clase se te duermen, imagínate a las nueve de la mañana en su casa”, sostiene Calle. En el modelo de aula invertida, los estudiantes ven el contenido por su cuenta antes de clase, de manera que el tiempo que pasan con el profesor se emplea para contestar preguntas y realizar actividades colaborativas.

“Yo no explico en el aula”, confiesa Antonio Pérez, profesor de Física y Química de ESO y Bachillerato en Los Barrios (Cádiz). “Las clases las dedicamos a resolver dudas, al igual que hicimos durante el confinamiento: ellos veían la teoría en casa y las preguntas las resolvíamos por videoconferencia. Por eso es una metodología tan interesante, porque atiende perfectamente a la diversidad. Como la clase está grabada, el alumno al que le cuesta más puede verla tantas veces como necesite, de manera que cuando volvemos a clase ya estamos todos al mismo nivel”, asegura. Pérez, que es finalista al Gobal Teacher Prize 2020 y que protagoniza el documental Soy EduTuber, que se verá próximamente en el festival de cine documental Alcances, en Cádiz, ha acumulado en su canal casi 500 vídeos que cubren todo el temario de Física y Química desde 2º de la ESO hasta 2º de Bachillerato, con los ejercicios más importantes de cada tema. “A mí me gusta ser innovador, y probar cosas nuevas; y la verdad es que, cuando empiezas a usar metodologías activas como esta, los resultados mejoran, y mucho”.

José Antonio Lucero creó La cuna de Halicarnaso en 2015 para ofrecerle a sus alumnos un contenido audiovisual que ellos pudieran usar para estudiar o repasar en casa. Pero, como en el caso de Calle y de Pérez, lo que empezó como un pequeño proyecto adquirió gracias a Internet un alcance inesperado que traspasó fronteras, especialmente el curso pasado. Y, también como ellos, adoptó el mismo modelo de clases invertidas. “Yo les pido que vean un vídeo a la semana, que ellos tienen que trabajar en casa tomando apuntes según un modelo (el de las notas Cornell) que les enseño a principios de curso. Y luego, lo que se genera en clase es tiempo para reflexionar sobre la cuestión histórica que estamos planteando, mediante tareas cooperativas o proyectos. Generar un debate es fundamental no solo para el aprendizaje, sino para desarrollar el espíritu crítico”.

Entre las actividades que emplea tras el visionado de los vídeos, Lucero cita algunas como un análisis de imágenes, la realización de preguntas y respuestas para otros compañeros o investigaciones en el aula, usando recursos informáticos. Pero insiste en un punto: estos recursos son muy válidos, pero no lo son todo: “Para mis alumnos, el vídeo puede significar entre el 10 y el 20 % de lo que aprenden. Debe combinarse con otras actividades y metodologías activas en el aula, que sirven para reflexionar y aprender de muchas maneras”. Y Calle recuerda que “los profesores ya no somos la única fuente de conocimientos. Por eso es imprescindible guiarles, enseñarles qué tipo de cosas deben ver y que puedan discriminar las fuentes fiables de las que no lo son; plantearles preguntas; trabajar en equipo con ellos; debatir; conocerles un poco más…”

Además de cubrir el temario de Historia, La cuna de Halicarnaso aborda también, desde un punto de vista objetivo, cuestiones de actualidad no exentas de polémica para explicárselas a un alumno de Secundaria: ¿por qué me dicen facha si llevo la bandera de España? ¿Por qué tenemos un rey? ¿Por qué no aparecen tantas mujeres como hombres en los libros de texto? Una iniciativa que pretende desmentir la impresión generalizada de que la Historia es solo una materia para memorizar hechos pasados: “Yo creo que la Historia sirve, sobre todo, para comprender y reflexionar sobre nuestro presente”, afirma Lucero.

¿Son entonces los vídeos todo ventajas?

No del todo. Para este docente, presentan el inconveniente de que el profesor no está delante para responder las dudas que puedan surgir en los estudiantes, y por eso intenta que las apunten para luego formularlas en clase; y siempre sin olvidar que puede haber alumnos que no tengan un buen acceso a Internet o que a lo mejor tienen un solo ordenador para varias personas, y para ellos ha de preparar otras estrategias.

“Es muy común que al alumno que estudia en casa le surja una duda, pero que cuando regresa a clase ya se le ha olvidado”, cuenta Pérez. Para evitarlo, él los anima a que dejen sus dudas o preguntas en los comentarios del vídeo o a través de las redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter, en las que el docente mantiene un contacto directo con sus alumnos. “En Instagram, por ejemplo, suelo subir fotos de las prácticas que hacen ellos en sus casas; o me mandan una foto de un problema que no les sale, y si yo en ese momento estoy en casa, trabajando en algo de eso, les resuelvo la duda en el acto. O la tenemos ahí y al día siguiente, en clase, abrimos esa red social y la contestamos”.

Conservar la pasión por aprender

“Tal vez, lo que en muchas ocasiones ha generado este sistema educativo es una desilusión por aprender, y ha hecho que poco a poco pierdan esa curiosidad e ilusión que los niños sienten a los tres, cuatro, cinco años”, reflexiona Lucero. “Al final, de lo que se trata es de generar amor por el conocimiento, sobre todo en Secundaria. Porque cuando a un chaval se le transmite ese amor por aprender, eso nunca se le va. A mí no me importa que mis alumnos salgan de la ESO conociendo un montón de fechas, nombres y hechos históricos; sino que no pierda su amor por mi materia, por seguir aprendiendo historia”. Para este experto, estamos acostumbrados a un sistema conductista en el que el profesor conduce y el alumno va sobre raíles; así que, al final de su etapa educativa, “es como si hubiera estado todo el rato sentado en el tren de la bruja, recibiendo. Eso genera en muchos alumnos la sensación de que ellos no construyen su propio aprendizaje, sino que se les impone, y genera desconexión porque no ven el atractivo al sistema”.

Si se consigue generar esa pasión por aprender, los resultados no solo serán mayores, sino también más duraderos. Los estudiantes se implicarán más y tomarán una mayor responsabilidad sobre su propio aprendizaje. Algo en lo que coincide también Antonio Pérez, que a la hora de hacer prácticas da total libertad a sus alumnos: “Ellos pueden hacer la que quieran. Te pongo un ejemplo de segundo de la ESO. Un día me vino uno de ellos y me dijo: “¡Antonio, yo quiero hacer un cohete!” “¿Un cohete, chiquillo?”. “Sí, sí”. “Pues nada, métete por ahí, busca la información, dime lo que quieres hacer y yo te ayudo”. Ellos hacen todo el proceso completo: buscan la información, los materiales, hacen el experimento, explican lo que ha pasado… Como están siguiendo todo el método científico, desde la observación hasta la obtención de resultados, es válido para cualquier asignatura”. Y añade: “A lo mejor no está relacionado directamente con lo que estás dando en ese momento, pero ese contenido se les queda, es un aprendizaje significativo que además cumple con el propósito de las prácticas, que es que conozcan cómo funciona la ciencia”.

Unicoos, de la crisis a la pandemia

Cuando en 2011, y por la crisis económica, la pequeña academia que David Calle tenía en Velilla de San Antonio (Madrid) se quedó sin la mitad de sus estudiantes, le dio tanta pena que decidió superar su miedo escénico y comenzó a grabar vídeos para ayudar a sus estudiantes. Iba a ser algo para una treintena de estudiantes… Y hoy, nueve años después, Unicoos es ya una comunidad virtual de casi un millón y medio de estudiantes, docentes e incluso padres, tiene su propia web e incluso una app para Android, y ha superado los contenidos de matemáticas, física, química y tecnología para abordar todas las asignaturas, con el proyecto BeUnicoos. Le han comparado con Salman Khan, creador de la web Khan Academy y recipiente del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2019, “con una pequeña diferencia: que él recibe 100 millones de dólares al año en subvenciones y nosotros ni 100 euros… Ojalá pudiera yo tener también 200 empleados, y hacer muchas más cosas con Unicoos. Porque no dejan de pedírnoslas”, confiesa.

Tanto ha crecido que ahora, además de casi 900 vídeos gratuitos, incluso tienen una parte premium “con toda la teoría que necesitan, exámenes que se corrigen solos, ejercicios resueltos, un chat y un foro de preguntas y respuestas que, en dos años, ha resuelto ya 600.000 dudas”, explica Calle, e incluso han desarrollado algunas herramientas para profesores, como BeCam, una plataforma de videoconferencias que tiene una pizarra multiusuario en la que profesor y alumno pueden pintar a la vez, o BeQuest, una aplicación para ludificar las clases a través de un juego interactivo de preguntas y respuestas.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/economia/2020/09/16/actualidad/1600249878_557809.html

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Siete claves para la innovación educativa

Noticia/06 Agosto 2020/elpais.com

Muchos de los cambios que necesitan nuestros sistemas educativos no implican el uso de grandes tecnologías

Semanas atrás, una docente me comentó que no podía realizar ninguna innovación en su aula porque no contaba con tecnología. Esto me dejó pensando en cómo muchos discursos sobre educación parecen estar equiparando tecnología e innovación educativa, y planteando la tecnología como la panacea para los grandes cambios educativos que demandan las sociedades actuales.

Sin embargo, ni el uso de la tecnología supone necesariamente una innovación ni toda innovación en educación requiere de ella. Tampoco el uso de la tecnología por sí mismo se traduce en mejora de los aprendizajes. Ejemplo de ello es cuando un dispositivo móvil se utiliza del mismo modo que tradicionalmente se ha utilizado el pizarrón y la tiza. No nos podemos olvidar de que somos los seres humanos quienes interactuamos con la tecnología, y a través de ella, quienes decidimos su uso y utilidad.

Me atrevo a afirmar que muchos de los cambios que necesitan nuestros sistemas educativos no implican el uso de grandes tecnologías sino, más bien, transformaciones sustanciales en las formas de gestión y en las dinámicas de relaciones sobre las que se fundamentan los procesos de enseñanza-aprendizaje. Entonces, ¿qué entendemos por innovación en educación? ¿para qué sirve la innovación educativa?

Innovación es un proceso permanente, original e intencional de búsqueda de mejora de la calidad educativa y de los aprendizajes de los y las estudiantes. Innovar en educación implica tener objetivos claros sobre qué queremos enseñar, cómo queremos enseñarlo y para qué, y luego ponderar los cambios que necesitamos realizar para lograr dichas metas. Innovar en educación es, ante todo, mejorar sustancialmente la calidad de vida de las personas desde el desarrollo pleno de sus capacidades. Como señala Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC): “Es innovación si añade valor al aprendizaje”.

Me pregunto: ¿cómo innovar en el aula? ¿cómo hacer innovación educativa? ¿cómo promoverla e implementarla? Desde mi experiencia como especialista de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación la Ciencia y la Cultura (OEI), como docente y como investigadora, identifico siete claves fundamentales:

1. La calidad del profesorado es crucial para la innovación educativa. Se requiere de docentes con sensibilidad, compromiso, constancia, creatividad, empatía y capacidad para motivar y emocionar a sus estudiantes. Docentes con apertura, autocrítica y flexibilidad para permanentemente reinventarse y transformar sus prácticas de enseñanza acorde a las necesidades específicas de cada grupo de estudiantes. Asimismo, docentes en procesos de autoformación y reflexión sobre su accionar, para lo cual necesitan disponer de horas para el estudio y la investigación.

2. La innovación es posible y se hace sostenible si ocurren cambios en la gestión escolar. Se necesita de un liderazgo pedagógico que sea inclusivo, distribuido y no adultocéntrico, capaz de generar y mantener una cultura de innovación en el centro educativo. Un entorno colaborativo es fundamental para la innovación educativa.

3. En palabras de Mariano Jabonero, Secretario General de la OEI, la innovación es el recurso indispensable para mejorar de forma efectiva la educación y la misma surge de la revisión crítica del interior de la propia escuela. Innovar implica una transformación radical del modelo educativo. Es necesario desaprender el modelo centrado en la información, la memorización y la verticalidad, y construir modelos centrados en metodologías activas, el aprender a aprender, la autorregulación del aprendizaje y el trabajo colaborativo y cooperativo. Recordemos que la construcción del conocimiento es posible mediante el diálogo y la exploración activa. O como decía Paulo Freire, influyente educador de nuestra época, en la “búsqueda inquieta”.

4. La diversidad es otro pilar fundamental para la innovación y una oportunidad para los aprendizajes. “Los grupos diversos son más creativos y capaces de innovar”, ha afirmado Mara Dierssen, neurobióloga e investigadora de Barcelona. Considero que la innovación educativa va siempre de la mano con la atención a la diversidad, la personalización del aprendizaje y la inclusión. El diálogo y el encuentro entre lo diferente encierran una gran fuerza transformadora para la educación. Junto a esto, se necesita también que las aulas sean espacios libres de estereotipos y prejuicios a fin de no etiquetar al estudiantado ni condicionar sus proyectos de vida.

5. En una época donde se valora lo rápido e inmediato, es necesario reivindicar la lentitud como necesidad pedagógica. Todo proceso de aprendizaje requiere tiempo a fin de que sea significativo, profundo y perdurable. La pedagogía de la lentitud reclama la necesidad de dedicar el tiempo justo a cada actividad educativa y de respetar (e incluso potenciar) los diversos ritmos de aprendizaje. Para esto, y siguiendo los planteamientos del experto educativo Joan Domènech, se necesita que en las aulas exista tiempo para la reflexión, para la distracción, para el error, para observar; tiempo para realizar aprendizajes en profundidad, llegar a comprender procesos y aprender a aplicarlos a situaciones nuevas.

6. Innovar es construir ciudadanía. Formar como vía para obtener mejores empleos, desarrollar emprendimientos y, así, mejorar la calidad de vida individual, es importante. Pero la clave de la educación es la formación de ciudadanas y ciudadanos con capacidad de relacionarse desde la valoración mutua y el de respeto a los derechos humanos. Formar seres humanos con inteligencia socioemocional y empatía por su entorno. No se trata solo de preparar a los y las alumnas para los trabajos del futuro, sino —y sobre todo— de formarles para que puedan construir la sociedad en la que desean vivir. Un clima escolar positivo y una convivencia armónica son también imprescindibles para la innovación educativa.

7. Finalmente, la más eficaz innovación educativa es la que inicia ahora y se asume como una práctica sostenida en el tiempo, con el foco siempre puesto en mejorar los aprendizajes de nuestro estudiantado y en formar una ciudadanía crítica y solidaria. Porque solo es posible innovar innovando.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/31/planeta_futuro/1596204508_015285.html

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El profe Lalito y su triciclo escuela en tiempos de coronavirus

Reseñas/06 Agosto 2020/Autor: Asier Vera Santamaria/elpais.com

La suspensión de las clases en Guatemala por la covid-19 aboca a los niños más desfavorecidos al abandono escolar y al trabajo infantil. Un profesor idea una manera ingeniosa de llevar la educación en bicicleta a los alumnos sin acceso a las tecnologías

Las tres ruedas surcan desde primera hora de la mañana un camino sin asfaltar y embarrado por las últimas lluvias. A golpe de pedal, Lalito Gerardo Amílcar Ixcoy, de 27 años, avanza lentamente por las aldeas de Santa Cruz del Quiché, al norte de Guatemala, llevando a cuestas una escuela móvil en busca del encuentro con su próxima alumna. La niña ya se encuentra en la puerta de su casa colocando una pequeña mesa y un banco de plástico, que será su pupitre al aire libre. A lo lejos, ya atisba a su profesor de Primaria, quien pedalea lentamente su triciclo hasta aparcarlo frente a la estudiante.

Nada más llegar con su correspondiente mascarilla, Lalito se coloca su careta facial, se echa gel hidroalcohólico en sus manos e instala una varilla que mide metro y medio entre el triciclo y la mesa. La varilla finaliza con una mano de cartón en la que se detalla con dibujos en cada uno de los dedos las cinco maneras de saludar sin necesidad de que haya contacto físico: militar, japonés, tailandés, de cejas y apache. Todo ello “para prevenir contagios” de coronavirus, que ya ha provocado más de 1.800 muertes en el país centroamericano desde que se detectara el primer caso el pasado 13 de marzo.

Tres días después, el 16 de marzo, se suspendieron las clases en todos los niveles educativos y, desde entonces, las asignaturas se impartieron virtualmente para la minoría que tiene la posibilidad de conectarse a Internet. Según el último censo realizado en 2018 por el Instituto Nacional de Estadística de Guatemala, en el país solo dos de cada 10 hogares (21,2%) disponen de ordenador, mientras que únicamente el 17,2% cuenta con Internet. Esta situación aún es más precaria en el departamento de Quiché, donde únicamente el 9,3% de los hogares tiene computadora y el 4,1% acceso a redes.

“Como no había posibilidades de impartir clases de manera presencial, y conozco los problemas socioculturales que tienen mis estudiantes, cuyas familias muchas veces no saben leer ni escribir y carecen de recursos tecnológicos, como computadoras, teléfonos e Internet, me di a la tarea de buscar un triciclo para poder ir a impartir las clases a sus casas tomando las medidas necesarias”, explica Lalito. Además, indica que cuando se suspendieron las clases, “ya no había respuestas de la mitad de los estudiantes de las tareas que se estaban enviando”. Así fue como este profesor de una escuela privada de Santa Cruz del Quiché, que está realizando su tesis en la Licenciatura de Pedagogía, inventó una escuela móvil, que le permite continuar su labor docente de las materias de Comunicación y Lenguaje, y Matemáticas a sus diez alumnos de entre 11 y 12 años.

El profesor Lalito saluda en una aldea de Guatemala a una de sus alumnas desde la escuela móvil.
El profesor Lalito saluda en una aldea de Guatemala a una de sus alumnas desde la escuela móvil. A. VERA

Antes de poner en marcha su iniciativa, Lalito fue casa por casa a hablar con los padres y madres de sus estudiantes para que le dijeran si estaban o no de acuerdo en que llegara en triciclo para que los niños y niñas no perdieran sus clases por la pandemia. “Tras conocer que no habría ningún contacto físico y que iba a tomar las medidas necesarias para protegerlos, la respuesta fue afirmativa y eso me alegró mucho”, destaca.

Para ello, trabajó dos semanas con su hermano en una empresa de estructuras mecánicas a cambio de que le diera el material para construir la escuela en un triciclo al que le colocó un techo de plástico, una pizarra y un vidrio de cristal para evitar cualquier posibilidad de contagio. Gracias a un ahorro de 700 quetzales (85 euros) compró una bicicleta de segunda mano que pintó y en la que instaló toda la infraestructura para convertirla en una escuela móvil que debe recorrer hasta tres kilómetros para llegar a las casas de sus alumnos. Cada día, dependiendo de la distancia, atiende a tres o cuatro a quienes imparte clases individuales de hora y media.

Lalito reconoce que sí ha tenido un “poco de miedo” por la reacción que podían tener las autoridades del Ministerio de Educación, que le han llegado a pedir sus datos personales. “No sé si para decirme que pare o darme vía libre para seguir con este proyecto”. No obstante, señala que antes de poner en marcha esta iniciativa, se lo comunicó al director de la escuela privada en la que trabaja, quien le autorizó siempre y cuando las familias lo aceptaran, tal como sucedió.

“Muchos padres me dijeron que sus hijos no podían seguir las clases de manera virtual porque no tenían recursos. Y ahora la prioridad es la comida, de modo que, si la escuela iba a ser por Internet, iban a dejar que perdieran este año”, revela el maestro. En este sentido, recalca que el principal objetivo de su proyecto, que denomina tricieducativo, es que “no exista una deserción escolar”.

Abandono escolar y trabajo infantil

Precisamente, Lucía Verdugo, Oficial Nacional de Educación de la Oficina de la Unesco en Guatemala, advierte de que, de prolongarse la suspensión de clases, puede haber consecuencias negativas que “den como resultado un retroceso en los logros alcanzados por el país en términos de cobertura y calidad educativa”, teniendo en cuenta que al inicio de 2020, ya existían desafíos importantes con solo seis de cada diez niños en edad escolar estudiando, según el anuario estadístico del Ministerio de Educación.

“Es difícil precisar en qué medida puede aumentar la deserción escolar, pero sí es una de las consecuencias que podemos prever, principalmente ante las proyecciones que realizan entidades especializadas como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que estima un decrecimiento del PIB en la región latinoamericana de por lo menos un 5,3%, así como el aumento del desempleo y de la pobreza y la pobreza extrema”, que en Guatemala afectaba antes del coronavirus a seis de cada 10 personas (59,3%), según la última Encuesta de Condiciones de Vida realizada en 2014.

Así, la CEPAL advierte en un informe de que el cierre temporal de las escuelas como consecuencia de la pandemia “tiene el potencial de aumentar el trabajo infantil entre uno y tres puntos porcentuales, lo que implicaría que al menos entre 109.000 y 326.000 niños, niñas y adolescentes podrían ingresar en el mercado laboral”.

Todo ello en un contexto en el que Guatemala va a incumplir su compromiso adquirido en el 2009 a través de una hoja de ruta que buscaba erradicar el trabajo infantil en 2020, que ocupa a casi 800.000 niños, niñas y adolescentes, de los cuales 263.247 tienen entre 7 y 14 años, según la Encuesta Nacional de Empleo de 2018.

La Jefa de la Unidad de Protección a la Adolescencia Trabajadora del Ministerio de Trabajo de Guatemala, Claudia Peneleu recuerda que en 2016, el Gobierno programó una nueva hoja de ruta en la que, al igual que el resto de países de la región, adquirió el compromiso de alcanzar la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que establece “poner fin al trabajo infantil en todas sus formas de aquí a 2025”.

Peneleu afirma que para Latinoamérica y el Caribe se ha hecho una proyección según la cual, se reduciría en dos puntos porcentuales aproximadamente el trabajo infantil para el 2025 respecto a la situación actual.

La OIT prevé erradicar el trabajo infantil

Por su parte, el Director General de Previsión Social del Ministerio de Trabajo de Guatemala, William Godoy, a pesar de que reconoce que la situación “no es muy alentadora”, asegura que hay un informe de tendencias de la OIT que establece que para el 2040 se podría erradicar el trabajo infantil.

Para evitar que la suspensión de las clases aboque a sus estudiantes a trabajar, el profesor Lalito defiende seguir impartiendo clases. «La educación es esencial para que nuestro país salga adelante». La pobreza, añade, es un “flagelo” que se vive en Santa Cruz del Quiché, de mayoría indígena, que ha provocado que “muchos niños y niñas ya no lleguen a estudiar y opten por un trabajo informal como vender frutas en la calle”.

Por este motivo, decidió llevar la escuela a la puerta de las casas de sus alumnos, a pesar de que el colegio privado en el que trabaja solo le paga una mínima cantidad económica tras cancelarse las clases por la pandemia. E incluso le invitaron a buscarse otro empleo: “Yo no quería dejar a mis niños; quería seguir enseñándoles”. Tras impartir las clases desde su triciclo en el que se lee «Profe Lalito 10», en honor a su número favorito en el fútbol, este maestro sigue trabajando en la empresa de estructuras mecánicas de su hermano para poder sufragar los gastos de su casa, donde vive junto a su esposa e hijo de tres años. “Él es mi motivo de lucha”.

La original iniciativa de Lalito cuenta con el respaldo de su comunidad: “Es increíble el cariño que me tienen. A veces, desde las casas me piden que siga adelante y que me cuide, lo que me anima a seguir”. Lalito se muestra sorprendido por la repercusión en la prensa nacional e internacional que ha tenido su escuela a pedales. “Jamás me imaginé que fuera así, únicamente quería hacer felices a mis diez niños y niñas”, añade. Por ello, siempre comienza las clases con ejercicios de estiramientos y calentamientos, y cantando temas infantiles para que «se motiven un poco», teniendo en cuenta que sus estudiantes “se sienten un poco aburridos y estresados”, debido a que no van al colegio.

“Me preguntan cuándo va a acabar esto y si van a regresar a clases”, revela. Durante sus ocho años como docente, dice, sus estudiantes han marcado su vida. “Por su inocencia, su honestidad, su solidaridad y lo buenas personas que son”. Por eso considera que Guatemala “sí tiene futuro, pero hay que motivar mucho a los niños para que sean optimistas. Hay que creer en ellos”. Y arranca de nuevo a pedalear su triciclo educativo en dirección a la casa del siguiente alumno.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/27/planeta_futuro/1595847149_271344.html

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Ana María Farré da voz a 22 mujeres líderes en educación para reflexionar sobre cómo educar tras la pandemia

Noticia/20minutos.es

  • La pandemia ha acelerado la necesidad de repensar un modelo educativo que profundice en la innovación.
  • La experta Ana María Farré recoge las fórmulas de 22 educadoras en ‘Mujeres líderes en la educación del siglo XXI’.

La mujer ha sido y es «la gran educadora». Con ese hilo conductor, Ana María Farré, experta y apasionada de la educación y del liderazgo compartido, ha dado voz a 22 mujeres acreditadas en innovación educativa. Son visionarias, inspiradoras de un cambio de modelo que la Covid-19 acelera. La primera de ellas, Alejandra Vallejo-Nágera, introduce una forma lúdica del aprendizaje: «Educar es abrirse al juego cuyo premio es poder vivir una mejor vida».

Al frente de la orientación pedagógica de Fundación Coas, Ana Pérez Saitua subraya que formar a las nuevas generaciones exige «estar a la altura de sus necesidades». Requiere un cambio en mayúsculas, sin que signifique «banalizar el conocimiento y desechar la cultura del esfuerzo».

Se necesita un «liderazgo transformacional», dice Montserrat del Pozo, referente en el mundo de la educación. El liderazgo es un ‘arte’ que «se aprende y se entrena» en un contexto de «dinamismo de cambio». «Educamos para un mañana desconocido«, hay que «volar mientras se construye el avión». El docente es un sherpa.

Pasión, compromiso y sabiduría guían el funcionamiento de la Fundación Trilema que preside Carmen Pellicer. «No es ‘¿qué tenemos que enseñar?’, sino ‘¿qué necesitan aprender?». Destaca «seis aspectos básicos de la vida escolar: currículum, las metodologías, la evaluación, la organización, la personalización y el liderazgo».

Para Ana Juliá, presidenta de la Asociación Montessori Española, «educar es capacitar al alumno para autoconstruirse a través de los aprendizajes y prepararlo para afrontar retos honestos consigo mismo y su entorno«. «Solo desde la implantación rigurosa de los métodos, analizando datos y planteando mejoras, tendremos los pilares de los nuevos estilos educativos».

Ser mujer y madre de familia marca la vocación docente de Arancha Cendoya. Cree, por experiencia, que «las mujeres tienen más desarrolladas capacidades esenciales para esta área, como la asistencia, acogida, intuición, sensibilidad y escucha activa». El docente debe ser «facilitador de situaciones de aprendizaje», el mejor influencer.

Que una escuela «es algo más que la suma de sus profesores», un proyecto y no un castillo fortificado, lo tiene claro Mar Martín, directora del Colegio Compañía de María en Zaragoza y experta en aprendizaje por proyectos. Apuesta por «aprender, desaprender y reaprender«, lanzar nuevos currículums, nuevas estrategias de enseñanza y nuevas estructuras.

Rosa Casafont aporta a la innovación educativa su pasión por la neurociencia. «La educación», concluye, «es la savia que nutre al ser humano, cuyo cerebro cambia con cada experiencia». Y ese proceso continuo debe estar bien nutrido. «Tenemos una cierta determinación genética, pero las influencias del entorno en nuestro desarrollo, sumadas a las que ejercemos con nuestra actitud, nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos, son determinantes».

Alicia Bastos dirige el Método Johansen, que estimula el oído para promover cambios neuronales que se traducirán en madurez emocional y atención social e intelectual. La educación se ‘revolucionará’ a través de «la buena conciencia del profesor». Nunca «volcando sus frustraciones sobre los estudiantes», sino viéndolos como «seres humanos de grandes capacidades, que un día volarán más lejos de lo que nunca imaginamos».

«Estamos educando para un mundo que no podemos imaginar», afirma Nuria Sánchez Povedano, experta en neurociencia. «El mundo volátil e incierto es complejo y ambiguo», requiere «una profunda transformación de nuestro modelo de escuela que permita desarrollar y entrenar las competencias que requiere el nuevo siglo XXI». El objetivo es «caminar hacia una escuela inteligente para desarrollar las inteligencias múltiples» del alumnado.

La joven arquitecta Miriam Reyes convierte la inclusión en su proyecto de vida: «Me gustaría vivir en una sociedad creativa, resolutiva, que valore la diversidad, que cuide nuestro planeta y que saque lo mejor de cada uno de nosotros«. Ha creado Aprendices Visuales para facilitar el aprendizaje de niños diagnosticados con autismo y ayuda a colegios a «transformarse en escuelas inclusivas».

Luz Rello, investigadora y emprendedora social con dislexia, fundadora de Change Dyslexia, lanza un mensaje positivo: «Destacar en otras áreas, como en creatividad o pensamiento visual», pero esa información no llega a las familias. Busca «un algoritmo capaz de detectar tus fortalezas cognitivas para poder dar buenas noticias a los niños con dificultades específicas de aprendizaje».

María Jesús Frigols, especialista en educación bilingüe y plurilingüismo, propone centrarse en «las necesidades de los jóvenes y dotarles de las herramientas para desenvolverse en un futuro que se convierte en presente cada vez más deprisa». De aquí a 2030, los robots podrían reemplazar a 800 millones de puestos de trabajo. «Necesitaremos múltiples destrezas integradas», concluye.

Responder al entorno cambiante pasa, señala Tania Santiago, por enseñar «a los alumnos a pensar y a no rendirse», y a ayudarles «a desarrollar el pensamiento crítico y creativo de una forma mucho más efectiva». Ante el acelerón tecnológico, es esencial enseñar a gestionar la información de una forma efectiva.

La pintora y docente Susana García Mangas subraya que nos «movemos en un mundo visual», caracterizado más específicamente por la existencia de «emociones instantáneas, avalancha de estímulos y, al mismo tiempo, pensamiento superficial». En ese contexto se antoja necesario el hecho de «pensar y ver modos de llegar a ese mundo interior tan rico y poderoso donde la persona se encuentra a sí misma».

Garbiñe Larralde, experta en pensamiento visual, destaca que «la velocidad de nuestro mundo apenas ha tenido incidencia en un sistema educativo rígido». Sueña con «un profesorado diseñador de aprendizajes, guía, coach…» y con la educación como «espacio generador, laboratorio de experiencias compartidas que fomenten el diálogo para formar la mirada crítica».

«Los cambios no vienen solos, hay que impulsarlos y liderarlos», dice Charo Fernández, ingeniera experta en tecnologías de la información y comunicación. «Las nuevas tecnologías han dejado de ser nuevas y están inmersas en todo lo que nos rodea y somos». «Son un medio y no un fin. La formación online debe reflejar la propuesta educativa que queremos para nuestras aulas«, con el foco en «la personalización, el acompañamiento, la reflexión, el aprendizaje entre iguales y creación de redes docentes».

«Aprender y desaprender será una forma de vivir en una sociedad tecnificada«, dice Rocío Lara, experta en robótica. Frente a quienes creen que con la educación no se debe experimentar, cree que «el modo de acceder a la información y al conocimiento es un experimento constante».

«El mundo es un aula de aprendizaje real y virtual», anticipa «, que puso en marcha un proceso de innovación educativa, haciendo de la escuela San Gabriel el primer Flipped School de nuestro país. El ‘aula invertida’ potencia la anticipación de lo que se va a trabajar en clase, ganando así tiempo de calidad entre el alumno y el profesor. El alumno es el centro del aprendizaje.

Ante el abuso de convivencia en entornos cerrados resultado del confinamiento por la pandemia, Heike Freire defiende la importancia de «acompañar el desarrollo humano con el contacto con la naturaleza», y afirma: «Necesitamos los espacios abiertos y naturales desde todos los puntos de vista: la salud, el desarrollo físico y sensorial o la madurez del sistema nervioso».

Para la arquitecta danesa Rosan Bosch, «diseñar un mundo mejor empieza en la escuela». No podemos olvidar el para qué de esa innovación. Roser Batlle, fundadora de la Red Española de Aprendizaje-Servicio, da la clave: «El verdadero éxito de la educación consiste en formar personas buenas, capaces de transformar el mundo y no solo mejorar su currículum». Para ello, lanza una súplica a la sociedad: «Que no se divorcie la sabiduría de la generosidad».

Fuente: https://www.20minutos.es/noticia/4338493/0/ana-maria-farre-libro-mujeres-lideres-en-la-educacion-del-siglo-xxi/?autoref=true

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¿Cómo desarrollar el pensamiento crítico en alumnos de la Generación Z?

Por: Rubí Román Salgado

“El pensamiento crítico no es una actividad espontánea. Primero se deben construir las ideas y ese es el mayor desafío”.

Los reportes especializados más recientes en innovación educativa resaltan la necesidad de desarrollar en mayor medida las competencias transversales de los estudiantes con el fin de lograr su eficiente incorporación laboral en un mundo cambiante y volátil. Así lo explicó la Dra. Patricia Caratozzolo en nuestro webinar del mes de marzo 2020.

En este webinar, Patricia nos compartió algunas sugerencias para desarrollar la creatividad y el pensamiento crítico en grupos mayoritariamente de la Generación Z (individuos menores de 24 años que se encuentran iniciando su preparación universitaria). También presentó los resultados de su trabajo de investigación que realizó en el Tec de Monterrey para atacar los siguientes problemas en los estudiantes de esta institución:

  1. La reducción del vocabulario activo de los estudiantes

  2. La inseguridad en la comunicación oral y escrita

  3. La dificultad para el desarrollo del pensamiento crítico

Para hacer frente a estas problemáticas, se identificaron las mejores actividades y dinámicas para promover la lectoescritura en los jóvenes, los mecanismos que permiten el desarrollo de la riqueza léxica, así como también se hizo una selección y evaluación de un plan de mejora de la competencia del pensamiento crítico.

El pensamiento está hecho de palabras. Si los estudiantes manejan en su día a día tan solo 300 palabras, ese pensamiento será pobre y débil; si les pides una argumentación no podrán sostenerla”.

La mayoría de los docentes limita su enseñanza en el desarrollo de las competencias disciplinares de su materia, mientras que las competencias transversales como la flexibilidad cognitiva, la creatividad y el pensamiento crítico, suelen quedarse relegadas al criterio de cada escuela y de cada profesor. Esto representa un enorme riesgo, porque son muy pocos los docentes que tienen una preparación continua en técnicas didácticas de enseñanza-aprendizaje adaptadas a las generaciones actuales.

A continuación, les compartimos algunas características de los jóvenes de la generación Z de acuerdo con la investigadora Patricia Caratozzolo. Para conocer los resultados completos del estudio consulta el video de la sesión en cualquier momento.

Características de la Gen Z

  • Se entretienen con plataformas visuales pasivas (YouTube, Instagram)

  • Leen solo breves textos pre-digeridos

  • No ejercitan la concentración por periodos largos

  • Prefieren no realizar esfuerzos cognitivos

  • Las redes sociales estimulan solo relaciones virtuales

  • Escriben mensajes de texto cortos en WhatsApp

  • Expresan opiniones a través de memes y emojis

El desarrollo de las competencias transversales para los jóvenes de entre 15 y 25 años representa una dificultad especial debido a que, es el período en el cual se están preparando fuertemente en sus competencias disciplinares: primero, decidiendo qué carrera elegir durante la preparatoria, luego, descubriendo sus propias áreas de interés entre las materias de la currícula universitaria y finalmente, especializándose en diplomados y cursos de posgrado.

La doctora Caratozzolo considera que cada generación de estudiantes tiene sus características y sus diferencias en los procesos de aprendizaje, por lo cual los profesores deben estar preparados para utilizar diferentes enfoques dependiendo si estamos frente a un grupo perteneciente a la Generación Y (Millennials), Generación Z (post-millennials) o incluso a la nueva Generación T (táctil). Revive el webinar completo aquí.

La Dra. Patricia Caratozzolo (pcaratozzolo@tec.mx) es profesora e investigadora del Departamento de Mecatrónica de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey campus Santa Fe. Es Líder de proyectos en Innovación Educativa y Senior Member de la IEEE (la mayor organización de ingenieros del mundo). Es miembro de IAS, PES, Women in Engineering Association y de la International Association for Continuing Engineering Education.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/pensamiento-critico-generacion-z

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