A 3 de cada 10 estudiantes que no regresaron a las aulas, no les gustaba la escuela

Por: Sonia del Valle


De los 421 mil estudiantes de bachillerato que ya no se inscribieron este ciclo escolar, de acuerdo con el INEGI, 112 mil, es decir el 26.6 por ciento se fue de la escuela porque las clases a distancia son “poco funcionales para el aprendizaje”, es decir, no les gustan.

Hace 11 años salí de prisión. ¿Ustedes se imaginan lo que significa pasar 11 años en la cárcel? ¿Cuál fue mi crimen? Querer estudiar”, así comienza su plática en Tedx Talk Angie Mishell Moreno, colombiana quien creó a los 15 años la Fundación Juventudes Literarias porque para ella la escuela era “una cárcel de cerebros” que debe cambiar.

A millones de estudiantes que concluyen la secundaria y/o están en el bachillerato no les gusta la escuela.

En el 2010 la Encuesta Nacional de Juventud reveló que a 4 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 18 años que abandonaron sus estudios, la escuela no les gustaba: de ellos al 15 por ciento de plano se aburría, al 13.1 por ciento no les gustó estudiar y el 9.6 por ciento se fue de la escuela porque reprobó materias.

Un año después, en el 2011, la SEP publicó la Encuesta Nacional de Deserción de la Educación y reveló que 3 de cada 10 jóvenes que abandonaron la escuela lo hicieron porque reprobaron materias o tenían dificultades para entenderle a los maestros o los expulsaron por indisciplina o porque los molestaban en la escuela o porque las instalaciones no les gustaban, entre otros motivos.

En el 2018, el entonces INEE alertó también que 4 de cada 10 jóvenes se van del bachillerato porque “reprueban materias, desmotivación o porque no les gusta, le dan poca relevancia a la enseñanza.

En este año de pandemia, de los 421 mil estudiantes de bachillerato que ya no se inscribieron al ciclo escolar que corre, de acuerdo con el INEGI, 112 mil, es decir el 26.6 por ciento, se fue de la escuela porque las clases a distancia son “poco funcionales para el aprendizaje”, es decir, no les gustan.

¿Por qué no les gusta la escuela? ¿Qué es lo que les parece aburrido? ¿Son las y los docentes? ¿Es la forma cómo les enseñan? ¿Es la disciplina escolar? ¿Es la falta de creatividad? ¿Es como dice Angie Mishell que la escuela es una cárcel de cerebros que no les permite ser felices? ¿Por qué tantos jóvenes se van de la escuela porque no les gusta? ¿Qué si les gusta?

Estas son preguntas para las y los jóvenes. Porque si bien la escuela a una gran mayoría de estudiantes no les gusta, eso no significa que no les importe la educación, al contrario, la mayoría (6 de cada 10) pensaba, antes de abandonar la escuela, que querían seguir estudiando hasta la universidad para “llegar a hacer lo que querían en la vida”.

Las y los adultos han escrito múltiples libros, artículos, reportes no solo con las razones por las cuales a las adolescentes y jóvenes no les gusta la escuela ni el sistema educativo, una de las tres causas principales por las que deciden abandonar la escuela, las otras dos son por razones económicas y en el caso de las mujeres por embarazo y labores de cuidado. También se han escrito múltiples propuestas, algunas se han convertido en políticas públicas. La literatura es abundante, cierto, pero he encontrado pocas voces y acciones que impulsen adolescentes y jóvenes para cambiar lo que no les gusta de la escuela.

“Yo me di a la tarea de recolectar mil firmas para quitar las tareas en épocas de (exámenes) bimestrales”, relata Angie Mishell, al tiempo que cuenta que a los 15 años su mamá estaba preocupada porque en lugar de recibir medallas y menciones de su hija, recibía citaciones de la escuela por parte de los maestros. “Me sentía como una criminal, pero me di cuenta, que mi sueño por querer mejorar el sistema educativo no era un crimen.

“Sentirme inexperta y no contar con todas las herramientas para lograr mi sueño, no era un crimen”, expresa.

Angie Mishell, quien ahora tiene 23 años, creó primero el grupo juvenil para mejorar el aprendizaje, y una vez que tuvo la mayoría de edad, el grupo se transformó en la Fundación Juventudes Literarias con el mismo objetivo, “liberar” a los colombianos del sistema educativo y crea experiencias de aprendizajes “emocionantes”, a través del entretenimiento literario y educativo. “Promovemos el pensamiento CCS, pensamiento creativo, crítico y social”, señala.

Está convencida que su método educativo hace felices a las y los estudiantes; y ella sabe que las y los jóvenes pueden cambiar el sistema educativo de sus países y por eso puso manos a la obra.

Sé de cierto que hay muchos adolescentes y jóvenes como Angie Mishell en México y Latinoamérica y es esta la conversación que lanzamos en septiembre del año pasado desde la Red de Mujeres Unidas por la Educación (MUxED) a través de la Campaña #YoTambiénMeQuedo en la Escuela. En estos meses han aflorado las dificultades que enfrentan para seguir estudiando y el enorme poder y potencial que tienen para tomar sus aprendizajes en sus manos. Hoy conocen los límites de los sistemas educativos, de sus propias escuelas y maestros.

Las y los adultos casi siempre hablamos de las deficiencias de los sistemas educativos. Estoy clara que la pandemia puso en blanco y negro esas deficiencias y dificultades. ¿Pero cuántas veces provocamos o promovemos que sean las y los jóvenes quienes se atrevan a innovar, modificar o crear la escuela en la que puedan sentirse felices, puedan aprender y reconocer sus talentos y capacidades?

Por eso estamos convencidas que esta segunda fase de la campaña que ahora se extiende por Iberoamérica, debe no solo transmitir a las jóvenes cuáles son sus derechos y qué beneficios aporta la educación a sus vidas, sino promover una conversación entre ellas porque estoy segura, que hay muchas jóvenes como Angie Mishell que tienen ideas y propuestas para transformar la educación que ahora reciben y que a millones no les gusta.

Hoy, Angie Mishell forma parte también de la Campaña #YoTambienMeQuedo en la Escuela Iberoamérica, estudia sicología, porque quiere ser una neuro-psicopedagoga y aunque estuvo a punto de abandonar la escuela a los 15 años porque no le gustaba, siempre supo que “estudiar nunca fue una obligación” y por eso quiere cambiar el sistema educativo de Colombia su país natal.

Por MUxED.

A ella la “salvaron” las ganas de cambiar lo que no le gustaba. Hubo una maestra que la impulsó (https://youtu.be/oOHVb9jhIl8 vean su video) ¿Cuántos más pueden aprender de su experiencia y comenzar a transformar la escuela? ¿Cuántas más pueden ser apoyadas también? Este es un esfuerzo colectivo que requiere de todos los apoyos posibles, no solo para convencer a las jóvenes que tiene sentido seguir estudiando, que el derecho a la educación no se quita y pone un día sí y otro no, sino también para convencerlas que el conocimiento abre puertas para transformar lo que no les gusta y que es posible si se lo proponen y lo eligen.

Por ello te invitamos a que te unas a la Campaña #YoTambiénMeQuedo en la Escuela para que contribuyas con tu donativo de 300 pesos, deducible de impuestos, a convencer a las adolescentes y jóvenes. Lo haremos a través del Concurso Actívate por la Educación ¿Qué le pides a la escuela hoy? Tu donativo ayudará a premiar los mejores videos en TikTok. Si crees que vale la pena apoyar este esfuerzo, dale click a esta liga www.bit.ly/33ahm4m queremos encontrar a las adolescentes y jóvenes que estén dispuestas no solo a defender su derecho a la educación, sino a transformar su realidad.

La autora es integrante de la Red MUxED, periodista especializada en política educativa, maestra en periodismo político y comunicación educativa. Es una de las coordinadoras de la campaña #YoTambiénMeQuedo en la Escuela.Tw: @lamalaeducacion

Fuente e imagen: piedepagina

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México: No deben estudiar, dicen a 2.6 millones de mujeres

México / 12 de noviembre de 2017 / Autor: Teresa Moreno / Fuente: El Universal

A 2 millones 562 mil estudiantes de 15 años o más les han dicho que ellas no tendrían por qué ir a la escuela

En el país, 2 millones 562 mil estudiantes de 15 años o más, a lo largo de su trayectoria escolar, han tenido que escuchar que sus compañeros o maestros les digan que las mujeres no deberían estudiar, revela la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016.

En los últimos 12 meses fueron 288 mil 577 las jóvenes que dijeron haber recibido ese insulto en el ámbito escolar, lo que quiere decir que en todo el país, una vez cada 1.8 minutos un maestro, maestra o compañero de clase le dijo a una alumna que las mujeres no deberían estudiar.

Según la encuesta que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 4 millones 469 mil 129 jóvenes en ese rango de edad reportaron que han pasado por incidentes de violencia emocional en el ámbito escolar a lo largo de su vida, que el instituto define como degradación o acoso emocional e intimidación y acecho que sufren por el hecho de ser mujeres.

Dentro de estas categorías se encuentran las ofensas o humillaciones que reciben las mujeres por el hecho de serlo, que han sufrido 1 millón 617 mil alumnas a lo largo de su trayectoria académica.

Dijeron haber sido ignoradas o no haber sido tomadas en cuenta por ser mujeres un millón 375 mil alumnas en toda su vida, mientras que 2 millones 562 mil han escuchado que las mujeres no deberían estudiar. Aunado a eso, un millón 175 mil alumnas dijeron haber sido vigiladas o seguidas al salir de la escuela en algún momento de sus vidas.

Del total de agredidas, 91.3% no denunció ni pidió ayuda porque no se sintieron afectadas (49%), se sintieron avergonzadas (9.8%) o tuvieron miedo (11%), mientras que 9.7% pensó que las iban a culpar o porque “son las costumbres” (10.3%).

Sin cambios

Para Ana Lau Jaiven, investigadora del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Xochimilco, los resultados de esta encuesta demuestran que a pesar del trabajo que se ha venido realizando por la igualdad de género, la mentalidad de los mexicanos no ha cambiado. Al igual que los feminicidios, el hecho de que a las mujeres les digan que no deben estudiar, demuestra que en el país no valen “nada”, puesto que se limita su derecho a la educación.

“No ha cambiado la mentalidad, por lo visto seguimos igual. Me tiene impactada. Si te fijas que por cuestiones de género matan a siete mujeres todos los días, esto quiere decir que las mujeres seguimos sin valer nada, que no tenemos derecho a la educación, mejor que nos quedemos barriendo en la casa. Es muy grave que en el siglo XXI siga ocurriendo esto, cuando desde la década de 1960 ha aumentado el número de mujeres en las universidades”, dijo.

Los agresores

Según la Endireh los que más violentan a las mujeres en el entorno escolar son los compañeros varones, con 38.5%; le siguen los maestros varones, con 19.4% de reportes por haber ejercido violencia emocional; después personas desconocidas de la escuela, con 16.3%; siguen las compañeras mujeres, con 8.4%; “otras” personas de la escuela, 7.4% de los casos; las maestras, con 4.6%; trabajadores de la escuela, 2.7%, y el director, en 2% de los reportes.

Mientras que los lugares donde se cometieron estas agresiones son, por orden: la escuela, algún lugar público cerca del plantel escolar, un lugar público lejos del mismo, el transporte, casas particulares y otros.

Son cinco las entidades que reúnen el mayor número de reportes en la materia, por orden en cuanto a la proporción de alumnas que sufrieron un episodio de violencia emocional con respecto a la cantidad de alumnas en su sistema educativo: Querétaro, Jalisco, Aguascalientes, Ciudad de México y Oaxaca.

Machismo inadvertido

La coordinadora del programa de Asuntos de Género en la Universidad Iberoamericana, Elvia González del Pliego, consideró que esta clase de violencia revela un “machismo muy fuerte” que ha pasado inadvertido por las personas que lo ejercen. La violencia se ha generalizado, asegura.

Una respuesta podría ser que las autoridades educativas creen protocolos de atención a la violencia de género e implementen sistemas eficaces de denuncia para las estudiantes.

“En este sistema, la violencia machista está justificada, la misoginia se ve como algo común y, al mismo tiempo, se ve como algo que ‘así es’. Tiene que haber acciones con el profesorado, el alumnado y el personal administrativo. Tiene que haber acciones, un protocolo de atención en las escuelas a la violencia contra las mujeres, y un lugar donde se denuncie”, señaló.

La violencia ejercida en el entorno escolar es especialmente dañina, porque las alumnas pueden llegar a pensar que no tienen la capacidad para estudiar o pueden llegar a dudar de sí mismas.

“Que alguien te humille o te diga que no puedes estudiar, si lo vas escuchando desde la infancia, te hace creer que es cierto, te hace dudar de tus capacidades y genera muchísima confusión e incertidumbre. Es violencia sicológica y emocional porque atenta contra tus emociones, tus sentimientos y tus capacidades, contra tu autoestima”, señaló.

En el tema de violencia física, el Inegi encontró que 7 millones 160 mil jóvenes y adolescentes han sufrido cuando menos un episodio a lo largo de su vida.

Para Verónica Pérez García, investigadora especializada en temas de educación y género de la organización Commenta Diálogos de Saberes, existe un doble discurso en la sociedad, puesto que por un lado se promueve públicamente que las mujeres participen y se inserten cada vez más en la actividad económica y académica del país, mientras que, por el otro lado, se normaliza la violencia de manera que ser mujer en el espacio público se convierte en una acción “crítica y cruda”.

“Hay una doble conducta: la institucional y una realidad que se sigue acentuando e implica la violencia en contra de cualquier mujer que quiera participar o se quiera involucrar y se siente señalada. Hay un traslado de lo que pasa en la sociedad con lo que pasa en la escuela. En gran medida somos esa transferencia y hay niveles de violencia que se ejercen cotidianamente con frases como ‘calladita te ves más bonita’ o el ‘estás en tus días’”, comentó Pérez García.

Fuente:

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/no-deben-estudiar-dicen-26-millones-de-mujeres

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