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¿Has oído hablar de la ‘analítica de aprendizaje’?

Autor: Denisse Halm

La revolución del big data en nuestra sociedad actual es una realidad que alcanza a todos los sectores. Los sistemas de análisis de datos se utilizan a diario para la toma de decisiones en ámbitos tan dispares como la banca, la alimentación o incluso la medicina. Los resultados que arrojan estas técnicas no dejan de sorprendernos y la formación también asiste a esta revolución data driven a través del learning analytics, o analíticas de aprendizaje.

A grandes rasgos, el learning analytics contempla la aplicación del big data a la formación y el desarrollo. La idea principal de esta disciplina es, por tanto, analizar los datos que deja tras de sí un estudiante en sus procesos de formación y aprendizaje y utilizar dicha información o patrones para mejorarlos. Hasta hace unos años, al terminar un programa educativo (curso, grado, postgrado, etc.) lo único que se obtenía era un documento con las evaluaciones finales y un diploma o certificado que acredita la superación del mismo. No sabíamos cómo había sido el proceso de aprendizaje de cada estudiante o sus puntos débiles en el programa.

Learning analytics combina el estudio de esos patrones encontrados en grandes conjuntos de datos con la pedagogía. Estos análisis no solo miden el progreso de los estudiantes y les ayuda a optimizar su aprendizaje, sino que ayudan también a los educadores a adaptar y modelar su enseñanza. El beneficio del ‘aprendizaje personalizado’ que se consigue de esta manera es, por tanto, triple.

La importancia y el interés en las técnicas de análisis del aprendizaje tienen su origen en la creciente popularidad de los cursos en línea. La educación online es habitualmente a gran escala, con altas cifras de estudiantes, lo que genera enormes conjuntos de datos de actividad que se pueden utilizar para evaluar y apoyar.

Además, otro de los actores que puede beneficiarse del learning analytics son las empresas que ofrecen formación a sus trabajadores. En la actualidad, a las compañías ya no les sirve con que un empleado domine una cierta habilidad en el momento en que empieza a trabajar. Con la velocidad del avance tecnológico, es necesario que los trabajadores tengan una actitud de constante actualización de sus habilidades y conocimientos. Gracias al análisis del aprendizaje, las empresas pueden contar con información sobre cómo está resultando una determinada formación para sus empleados, su progreso y la probabilidad de que alcancen los objetivos planteados.

A pesar de que se han logrado avances en este campo de investigación, el learning analytics aún debe enfrentar algunos retos en el futuro más próximo. El principal pasa porque deben construirse conexiones más sólidas entre los datos y las ciencias de la enseñanza y el aprendizaje. Por otro lado, siempre es necesario enfocar los esfuerzos al análisis de las necesidades del propio estudiante y al desarrollo de las habilidades y conocimientos que se requieren en la sociedad actual. Por último, y como ya se ha establecido en el marco legal, la recopilación de datos de los estudiantes y su posterior tratamiento deben ser siempre consentidos.

Las preguntas que surgen en torno al learning analyticsen la sociedad educativa son: ¿realmente funciona? ¿estamos ante una nueva era del aprendizaje?

Que el mundo es cada vez más data driven es una realidad innegable y la educación no es una excepción. Sin embargo, hemos de saber que el análisis del aprendizaje sólo es útil si se toman medidas como resultado de su implementación.

Fuente: https://retina.elpais.com/retina/2018/07/26/tendencias/1532610980_945769.html#boton_articulo-comentarios

 

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Perú: Sinfonía digital en Lima: niños usan tecnología para aprender música

Perú / 15 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Andina

Innovador sistema de aprendizaje es apoyado por Fundación Telefónica

Un grupo de personas y entidades privadas ha logrado desarrollar un aula digital dentro en uno de los núcleos de Sinfonía por el Perú, sistema de orquestas juveniles fundada por el tenor peruano Juan Diego Flórez para mejorar mediante la música la vida de niños en situación de riesgo.

Esta combinación de tecnología y música beneficia desde hace más de un año a más de 900 niños y niñas de 5 a 15 años que acuden diariamente al Parque Cahuide, en la urbanización Valdiviezo, en el distrito de Ate, para aprender a leer y tocar instrumentos.
Este es el único núcleo digital, de los 21 que existen en Sinfonía por el Perúrefiere Eliezer Anteliz Rodríguez, su director. Señala que el uso de tecnologías de la información y comunicación está ayudando a que el aprendizaje sea lúdico.
Sinfonía Digital
Fundación Telefónica es aliada en esta iniciativa. Gracias al Aula Digital que ha creado en el núcleo, profesores y alumnos usan laptos, tablets, equipos multimedia e Internet para acceder a una plataforma web de formación musical.
“Los contenidos digitales que tienen les permite aprender en dos semanas teoría musical, lectura de partituras, solfeo de las notas musicales. Yo demoraba meses hace dos décadas”, recuerda este músico formado en las Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela.
Sinfonía Digital
El profesor venezolano agrega que, además de utilizar apps, juegos interactivos que los estimula a leer pentagramas, diferenciar entre sonido, ruido y música, realizan video conferencias con estudiantes y docentes de otros países para monitorear sus avances.
“Tienen una partitura al alcance de un solo click. Antes para obtener una, teníamos que bajar el escore completo, recortarlo y pegarlo en una hoja para leerlo”, recuerda.

Ciudadanos y músicos 

Pero la finalidad de Sinfonía por el Perú es construir ciudadanía en niños, niñas y adolescentes a partir de la enseñanza de la música. El aprendizaje de melodías se acompaña con mensajes de valores positivos como ser una persona puntual, responsable, buen compañero, alegre y con deseos de superación.
Cada uno de estos mensajes se perenniza sobre afiches colocados en las aulas de Kinder, en donde los pequeños de 5 a 7 años inician su contacto con instrumentos; también en la de coros pre infantiles, donde niños de 8 a 11 años aprenden a cantar, y en loscoros infantiles, entre los 12 y 15 años.
Sinfonía por el Perú
Los mensajes se comunican de forma permanente, cuenta la profesora de Kinder, Laura Cisnero Aldana, quien comenta que los más chiquitos desarrollan actitudes musicales: oído, ritmo, motricidad y disociación, pero también personales y sociales.
Esta visión educativa es para compartirla con los menores que viven en situación de riesgo, y que necesitan de oportunidades para protegerse de amenazas y malos hábitos”
Sinfonía por el Perú
Un núcleo es la unidad de formación en donde se desarrolla la propuesta para una localidad del Perú. Atiende entre 300 y 600 niños, niñas y adolescentes que aprenden a trabajar en equipo para formar parte de los coros y orquestas que se van formando.
Sinfonía por el Perú
Actualmente se están capacitando los profesores y directores de los diferentes núcleos deSinfonía por el Perú para manejar la plataforma digital y formar a 5 mil niños y niñas en el uso de esta herramienta durante este año.
Un estudio de Sinfonía por el Perú revela que aprender música reduce hasta el 46% la violencia familiar, 29% la agresividad y aumenta en 34% la eficacia escolar y 20% su creatividad.
Sinfonía por el Perú
Fuente de la Noticia:
https://andina.pe/agencia/noticia-sinfonia-digital-lima-ninos-usan-tecnologia-para-aprender-musica-715762.aspx
ove/mahv
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Los desafíos del pensamiento crítico en la educación del siglo XXI

 Por: Elena Heredero Rodríguez 

Hace poco Vince Cerf, uno de los creadores de Internet, estuvo en el BID conversando con los empleados y expertos invitados. Fue una charla muy estimulante donde Vince dijo algo que me gustó: “si sólo educáramos a los jóvenes para que tengan pensamiento crítico, ya habríamos logrado mucho”.                

El pensamiento crítico consiste en analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos, en especial aquellas afirmaciones que la sociedad acepta como verdaderas en el contexto de la vida cotidiana. Es decir, es cuestionarse las cosas. Para conseguir esta habilidad es fundamental desarrollar muchas otras como la capacidad de interpretar ideas y situaciones, de análisis y evaluación, sin olvidar la capacidad de autoanalizarse para reconocer y evitar prejuicios.

El pensamiento crítico también forma parte de un selecto grupo de habilidades que se conoce por diversos nombres -habilidades blandas, socioemocionales o del siglo XXI- y que han cobrado una gran relevancia en la última década. El Youth Employment Funders Group las define como el conjunto de habilidades, actitudes, comportamientos y cualidades personales que permite a las personas relacionarse en su contexto, trabajar bien con otras personas y lograr sus metas. Y las agrupan en cinco grupos de habilidades: 1) autoestima o concepto positivo de uno mismo, 2) el autocontrol, 3) la comunicación, 4) las habilidades sociales, y 5) el pensamiento complejo que incluye la resolución de problemas, pensamiento crítico y toma de decisiones.

En principio tenemos muchas oportunidades para desarrollar este tipo de habilidades sea en la familia, escuela o trabajo. Por ejemplo, hablando con los más pequeños en familia sobre algún tema importante, como por qué no podemos alimentarnos sólo de dulces; o en la escuela, cuando el profesor manda trabajar alguna tarea específica en pequeños grupos. El problema es cuando estamos en contextos desfavorecidos, con familias donde los niños están malnutridos o viven en condiciones de violencia e inestabilidad afectando seriamente su desarrollo cerebral, o donde los colegios son de baja calidad con profesores desmotivados y poco preparados, o con familias donde los adultos están desempleados o lo hacen en empleos precarios y poco estimulantes. Es en estos contextos donde hay que intervenir y mucho.

Para implementar este tipo de habilidades socioemocionales, la iniciativa NEO se concentró en dos sectores poblacionales desfavorecidos: 1) los jóvenes que ni estudian ni trabajan y 2) los jóvenes que atienden bachilleratos técnicos, y que por lo general provienen de familias de bajos ingresos. Para ello se están formando a más de 300 facilitadores en más de 200 centros educativos y de capacitación en 12 países de América Latina y el Caribe. La experiencia hasta la fecha está teniendo un gran impacto tanto en los jóvenes como en los mismos docentes.

México es uno de los pocos países de la región que desde la Reforma Integral de la Educación Media Superior y con el Marco Curricular Común, incluye el desarrollo de habilidades socioemocionales y dispone de dos instrumentos para ello. Sin embargo, se observan retos en la aplicación de estas políticas a nivel de los estados, centros educativos, con directores y profesores. Un problema habitual es que los profesores no están preparados para impartir esas habilidades de la mejor manera posible y lograr su aprendizaje efectivo por parte de los jóvenes. Como ejemplo, para inculcar la habilidad de colaboración y de trabajo en equipo, en vez de hacer alguna actividad grupal en la cual se pusiera en práctica la colaboración, se recitaba una charla y se apuntaban conceptos en el pizarrón.

Urabá, Colombia, es una región muy golpeada por el conflicto armado, donde se implementa Pasaporte al Éxito, un programa con metodología de aprendizaje activo que fomenta las habilidades socioemocionales, en colegios, centros de capacitación para el trabajo y centros de empleo. Allí,Qualificar encontró que los retos para su implementación, se referían a la selección y retención de los facilitadores, la conectividad -dado que hay un coaching virtual- y la permanencia de Pasaporte al Éxito en los planes de estudio y por ende, en la política educativa del departamento de Antioquia. Y aunque los retos son importantes, el impacto generado por esta experiencia fue significativo. El Coordinador de la Alianza NEO Colombia, resumía el impacto de la siguiente manera “la capacitación en Pasaporte al Éxito, incluso le ha cambiado la forma de ver la vida a los docentes”.

Estos hallazgos de México y Colombia iluminan un poco más el camino que se debe recorrer para hacer posible que todos los jóvenes de la región puedan desarrollar el pensamiento crítico y otras habilidades socioemocionales esenciales para el siglo XXI.

NEO es una iniciativa liderada por el FOMIN, la División de Mercados Laborales y la International Youth Foundation donde más de 140 socios entre empresas, gobiernos y sociedad civil de 12 países de América Latina y el Caribe se han comprometido a trabajar juntos de forma coordinada para buscar soluciones conjuntas a problemas sociales complejos, como el empleo juvenil.

Fuente del Artículo:

Los desafíos del pensamiento crítico en la educación del siglo XXI

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Argelia apaga Internet en todo el país para evitar que los estudiantes hagan trampa en los exámenes

Autora: Melanie Ehrenkranz/Gizmodo

Como cabía esperar, el arte de hacer trampa en los exámenes se ha ido sofisticando con el tiempo. Estudiantes de distintas partes del mundo han conseguido piratear servidores, realizar ataques DDoS contra sus escuelas y comprar trabajos escolares en la dark web. En una medida extrema para evitar que los alumnos filtraran los exámenes finales de la secundaria, Argelia ordenó apagar Internet en todo el país.

El país norafricano apagará el servicio de Internet terrestre y móvil en todo su territorio durante una hora diaria en el periodo de exámenes, que comenzó el miércoles y finalizará el 25 de junio. Los 11 apagones están programados para la hora siguiente al comienzo de cada examen. En 2016, las preguntas de los exámenes supuestamente se filtraron en Internet y las autoridades no quedaron satisfechas con un intento menos estricto de limitar las redes sociales durante los exámenes de 2017.

El cierre radical incluye también el bloqueo de Facebook durante la totalidad del periodo de exámenes, según dijo la ministra de Educación, Nouria Benghabrit, al periódico argelino Annahar. De acuerdo con la BBC, Benghabrit dijo que no estaban “cómodos” con su decisión de cerrar todo el servicio de Internet, pero que “no debían mantenerse pasivos frente a una posible filtración”.

Las escuelas que supervisan los exámenes también han sido equipadas con detectores de metales para asegurarse de que nadie, incluido el personal, ponga dispositivos con conexión a Internet en las salas de exámenes. Es más, Benghabrit dijo que han instalado cámaras de vigilancia e inhibidores de teléfonos en los lugares donde se imprimen los exámenes.

“Las autoridades toman estas medidas argumentando que el año pasado hubo un ‘fraude generalizado’ o alguna variación de esa frase, pero nunca proporcionan datos y nunca mencionan cuán efectivos fueron estos apagones de Internet”, dijo Grant Baker de SMEX a Al Jazeera. SMEX es una organización que aboga por una Internet libre y abierta en el mundo árabe. La organización no gubernamental libanesa está buscando historias de individuos afectados negativamente por el cierre de un examen de internet.

Queda por ver si un apagón de Internet y de las redes sociales resolverá el presunto problema de las filtraciones de exámenes en Argelia. Si bien ciertamente lo hará más difícil, los niños son creativos y se han dedicado a elaborar medidas impresionantes para engañar al sistema. Hace más de una década, una escuela prohibió los iPods en un intento de evitar las trampas. Esa estrategia resulta risible en retrospectiva.

Fuente: https://es.gizmodo.com/argelia-apaga-internet-en-todo-el-pais-para-evitar-que-1827050426

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La tecnología y la educación: una dosis de realismo

Europa/España/05.06.2018/Por: Francesc Pedró/ Fuente: https://elpais.com.

Una visión más pragmática se impone en la aplicación al aula de medios digitales

En educación existen dos puntos de vista extremos con respecto al uso de la tecnología. Por una parte, están sus defensores a ultranza, a quienes se ha dado en llamar evangelistas, y que recuerdan que una integración óptima de la tecnología permitiría cambiar el paradigma de la educación escolar, centrándolo mucho más en la actividad del alumno. Por otra parte, también hay voces que sostienen que la tecnología no es ni más ni menos que una fuente de entretenimiento que no hace más que distraer a los alumnos, y a sus docentes, de lo sustancial: aprender cosas serias.

Curiosamente, ninguna de estas dos perspectivas parece responder a las preguntas que un profesional de la docencia generalmente se hace y que básicamente tienen que ver con la mejora de las prácticas de enseñanza y aprendizaje, y de los resultados educativos. Por esta razón, comienza a cobrar fuerza una nueva visión centrada en el realismo: ¿Servirán estas soluciones a «docentes como yo», es decir, a profesionales que ni pretenden ser paladines de la tecnología ni tampoco acérrimos protectores de la pizarra, sino sencillamente buenos docentes?

A estas alturas no debería ser necesario recordar las razones por las que cabría esperar que la tecnología tuviera ya una mayor presencia en las aulas. Para empezar, las hay relacionadas con los cambios en las demandas de los mercados laborales; de hecho, sabemos a ciencia cierta que la mayor parte de los alumnos que hoy están en las aulas de la ESO tendrán trabajos en los que la tecnología y el conocimiento tecnológico serán capitales. En segundo lugar, está la cuestión de la brecha digital. Ahí la escuela sigue siendo un bastión muy importante. En tercer lugar hay que recordar una vez más el flaco favor que conceptos como el de nativos digitales hacen a la educación al presuponer, erróneamente como se ha demostrado de forma empírica en multitud de ocasiones, que por el mero hecho de ser diestros en el manejo de determinados dispositivos, aplicaciones o servicios son automáticamente maduros en términos de competencias requeridas y de valores y usos responsables de la tecnología. ¿Dónde, si no es en la escuela, se puede aprender a manejar responsablemente la información y a transformarla en conocimiento? ¿Dónde se puede aprender a cooperar y a no plagiar?

En todo caso, es innegable que las tecnologías digitales forman parte indisociable del paisaje escolar: el 93% de los alumnos de 15 años de la OCDE asisten a una escuela en la que cuentan con acceso a un ordenador y prácticamente el mismo porcentaje (92,6%) dispone igualmente de acceso a Internet. España se encuentra, en este sentido, ligeramente por debajo de la media (90%), pero ciertamente con una cifra nada despreciable.

Pese a todo, cuando se examinan con detalle los datos acerca de los usos escolares de la tecnología emerge una imagen extremadamente compleja. Por una parte, el porcentaje de alumnos de 15 años de edad en los países de la OCDE que usa como mínimo 60 minutos a la semana el ordenador en el aula es siempre inferior al 4% en todos ellos y apenas alcanza el 1,7% en el caso del área de matemáticas. Y son estos mismos alumnos los que, en un 50%, utilizan prácticamente a diario la tecnología para realizar sus tareas escolares… en casa. Por otra parte, más del 75% de los docentes utiliza casi diariamente el ordenador para la preparación de sus clases o para la realización de tareas administrativas, por no hablar de los usos privados, cuando apenas se sirve de él en el aula.

De esta realidad tan compleja hay quien hace lecturas extremadamente simplistas, ya sea para denigrar las inversiones realizadas o, lisa y llanamente, para enviar un mensaje de desconfianza hacia la escuela y los docentes, a quienes se les exige un esfuerzo titánico de cambio de paradigma. Sin embargo, la complejidad de los datos exige una buena dosis de realismo: lo que funciona en tecnología y educación son aquellas soluciones que permiten llevar a cabo el trabajo escolar de forma más eficiente. Esto explica por qué, por ejemplo, los alumnos utilizan masivamente la tecnología para sus trabajos escolares, aunque siendo, como muchos son, huérfanos digitales de cualquier tipo de influencia educativa sobre esta materia, confundan eficiencia con plagio o prescindan de cualquier esfuerzo de procesamiento crítico de la información -razón de más para insistir de nuevo en la importancia de la escuela en este ámbito-.

Y esta misma búsqueda de la eficiencia explica también por qué los docentes encuentran óptimas las soluciones que la tecnología les ofrece para preparar sus clases o presentar mejor los contenidos en el aula, pero no todavía para cambiar sus formas de enseñanza. Muy probablemente las soluciones tecnológicas que se proponen no son suficientemente convincentes para la gran mayoría de «docentes como yo», probablemente porque el esfuerzo que exige su adopción no parece suficientemente recompensado, ni por el sistema en forma de incentivos para la carrera profesional, ni por los resultados obtenidos, ya que la forma y los contenidos de lo que hoy se evalúa no se corresponden todavía con las expectativas y las necesidades de la sociedad y de la economía del conocimiento.

Los datos sobre la intensidad y la variedad de los usos de la tecnología en el aula no transmiten la imagen que tal vez cabría esperar de la escuela de la sociedad del conocimiento. El análisis de las buenas prácticas en materia de tecnología y escuela muestra que uno de los factores más importantes es el maridaje entre el compromiso profesional docente, con un marco institucional favorable y un liderazgo escolar que le apoye. Si realmente se desea que las buenas prácticas se generalicen, el sistema escolar en su conjunto debe ser permeable a la innovación sistémica; es decir, debe contar con herramientas que permitan examinar con realismo en qué tareas o para qué problemas docentes pueden existir soluciones tecnológicas apropiadas, que mejoren la eficiencia del trabajo escolar o, sencillamente, que lo hagan aún más interesante.

Puede que la tan deseable revolución en el paradigma de la educación escolar todavía tarde en llegar, pero la escuela y muchos docentes, lo mismo que los alumnos, se están moviendo: han depositado su confianza en unas soluciones tecnológicas que les permiten trabajar de forma más eficiente. Y, en el caso docente, este trabajo consiste hoy en buscar fórmulas que permitan que los alumnos aprendan más, mejor y, probablemente, distinto.

 

Fuente del artículo: https://elpais.com/diario/2011/11/21/educacion/1321830001_850215.html

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Un manifiesto para diseñar el mundo digital que queremos

Queremos que se hable, se debata y reflexione pero, sobre todo, queremos apropiarnos de nuestro presente para construir el futuro de la sociedad digital.

Por Liliana Arroyo y Jordi Jubany

Un manifiesto digital, pero no el primero

Somos conscientes de que no somos los primeros que sueñan el futuro digital en forma de manifiesto y por eso hemos procurado reunir los manifiestos de educación para inspirarnos. En una búsqueda amplia, hemos revisado propuestas de diversos ámbitos. Explicar todas necesitaría otro artículo entero, así que, destacamos las propuestas que más nos han inspirado para crear este Manifiesto por una Cultura Digital.

Nos han gustado el tono inclusivo y transformador de Colectic(antes conocidos como TEB Raval). Sobre todo la capacidad de crear espacios de aprendizaje de las tecnologías vinculadas a un propósito, combinándolas como herramientas de transformación social. En este sentido, es inspirador revisar la Guía de Alfabetización Digital Crítica (Colectivo ondulado) y compartimos la llamada a crear una cultura digital crítica y comprensiva con el contexto que nos rodea. Esto significa aprender a utilizar las nuevas herramientas más allá de su parte instrumental. La tecnología nunca es neutra, y aquí nos encontramos con la gran pregunta: “para qué” o “para qué lo queremos”. Porque como dice el manifiesto digital de Die Spektrum y su manifiesto Contra los Ciudadanos programados, incluso las sociedades pluralistas pueden llegar a ser leviatanes digitales.

De la mano de TricLab hemos visto la importancia de disponer de metodologías para educarnos sobre cómo comunicar en entornos digitales. Y en este sentido, como que la red está inundada de trolls y discursos odio, recuperamos también elManifiesto por la Comunicación no Hostil, donde nos recuerdan que lo virtual también es real, que las discusiones deben ser desde el respeto o que a veces el silencio también es una opción. Y a veces, la mejor forma de comunicar.

Y como no, nos encanta el aprendizaje dinámico y transmedia y que entendemos que debería reflejarse en las escuelas y los sistemas educativos al completo. Así de claro lo ven los firmantes del Manifiesto 15, muy enfocados al aprendizaje en evolución. También queremos destacar la experiencia deWyred, un proyecto con financiación europea en la que los propios niños y jóvenes participan en la redacción de los propios derechos digitales, invitándoles a sentarse en la mesa de los expertos. Nos ha llamado la atención tambiénHeutagogia, presente sobre todo en el APRENDIZAJE online, donde el aprendizaje es el centro y el propio ritmo y la curiosidad son el motor. Combinado con las herramientas para generar contenidos por parte de los propios alumnos permite formar en la adaptabilidad a un futuro incierto más que en los contenidos caducos.

Y por último, queríamos incorporar una mirada más filosófica. Entre el desarrollo tecnológico hemos encontrado buenas trazas de reflexión humanista y de debates éticos. Por ejemplo, de la mano del Instituto ITED nos confirma que ser digitales es pensar más que nunca en las personas y en su potencial. O los amigos de Time Well Spent, donde en lugar de hablar de adicción, lo que quieren es que recuperamos la autonomía y la decisión sobre qué tiempo dedicamos a qué y dónde ponemos nuestra atención. En cierto modo, una vez sabemos que las pantallas están diseñadas para llamarnos la atención constantemente. Como antídoto a esta “crisis de atención” crean un movimiento para alinear la capacidad tecnológica con los intereses y las necesidades humanas.

Con todo esto y siguiendo de cerca la actualidad digital en la prensa, hemos puesto las primeras piedras (ni las únicas ni las mejores) para este debate que encontramos tan urgente como necesario en torno al humanismo digital. Y estamos dispuestos a deconstruir en cualquier momento, al igual que hicieron los de ConventMaker en buena compañía con el Manifiesto Maker. Porque no queremos presentar una solución mágica, lo que queremos es plantar semillas para el debate.

Un manifiesto a tu medida

El manifiesto por una cultura digital es una declaración hecha desde la fascinación por lo que las tecnologías pueden ser, desde una mirada integral, crítica, positiva y propositiva. La perspectiva es ampliamente social, más allá de los entornos estrictamente educativos. Así, presentamos 10 principios o ejes que nos han parecido importantes, abordando temas desde derechos humanos a cultura digital, pasando por datos abiertas y la responsabilidad de las empresas tecnológicas. La voluntad es aportar otra mirada, más amplia, más interrelacionada sobre el fenómeno digital, y los efectos sobre nuestras vidas individuales y colectivas. Por eso, cada punto es en realidad un eje, una preocupación o un tema que creemos importante dentro de este universo de la digitalidad.

Nuestro sueño es que este manifiesto esté vivo, sea dinámico y adaptable. Al igual que internet. Porque este no es el “nuestro” manifiesto. Es la versión 0, una propuesta beta que queremos ofrecerle para que hablemos, porque la debatimos, porque la mejoramos y la refinamos entre todos. Que el hacemos evolucionar según aparecen nuevos retos y necesidades. También nos encantaría ver cómo se lo apropiado y la discuta en sus centros, sus hogares, sus familias o sus clubes deportivos. Insistimos: lo que queremos es que se hable, se debata, se reflexione, pero sobre todo, que nos apropiemos de nuestro presente para construir el futuro.

Aquí está la cuestión: quedarnos como consumidores pasivos o reivindicar la ciudadanía digital, con el derecho a participar y transformar la sociedad, aprovechando las herramientas que tenemos al alcance para aprender y construir juntos un futuro más digital, inclusivo, responsable y donde las oportunidades superen los riesgos. ¿Empezamos?

http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/05/14/un-manifiesto-para-disenar-el-mundo-digital-que-queremos/Fuente:

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