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México: Tec y UNAM crean consorcio de emprendimiento, tecnología y ciencia

Artículo publicado originalmente en CONECTA.

Por: Ricardo Treviño

El objetivo del Consorcio es fortalecer la colaboración y la suma de capacidades para el desarrollo de proyectos, iniciativas, programas o investigaciones de alto valor que impulsen el desarrollo educativo, social y económico del país.

El Tecnológico de Monterrey y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las dos universidades mejor rankeadas de México, firmaron un convenio de colaboración para impulsar el ecosistema científico y tecnológico del país.

David Garza, rector y presidente ejecutivo del Tec de Monterrey; y Enrique Graue, rector de la UNAM, encabezaron la ceremonia del lanzamiento del Consorcio UNAM – TEC de Investigación, Transferencia Tecnológica y Emprendimiento.

Cada institución educativa se comprometió a aportar un fondo semilla de $10 millones de pesos para impulsar proyectos iniciales; además, el Consorcio contará con la participación de empresas. La ceremonia se llevó a cabo el 18 de agosto del 2021 en la Biblioteca del Tec campus Ciudad de México, en la que participaron directivos de las dos universidades y representantes de FEMSA y CEMEX que se sumaron como aliados al acuerdo.

Refrendan compromiso por la ciencia, innovación y tecnología

El objetivo del Consorcio es fortalecer la colaboración a través de la suma de experiencias y capacidades para el desarrollo de proyectos, iniciativas, programas o investigaciones de alto valor que impulsen el desarrollo educativo, social y económico del país.

Además se acordó fortalecer los vínculos entre el Tec de Monterrey y la UNAM para crear nuevos y mejores esquemas de trabajo. El acuerdo promueve que equipos de investigación y estudiantes de las dos universidades puedan trabajar en conjunto y crear sinergias para el desarrollo de los proyectos tecnológicos.

De esta manera, los estudiantes podrán desarrollar competencias que les servirán en los entornos profesionales. Incluso la cercanía que tendrán con las empresas a partir de estos proyectos podría significar oportunidades laborales en el futuro. A través del convenio, las universidades también harán sinergia con empresas para el desarrollo de tecnologías que permitan soluciones de innovación para las necesidades de las diferentes industrias.

Colaboran Tec y UNAM para el desarrollo de México

David Garza, rector y presidente del Tecnológico de Monterrey, destacó la colaboración que han tenido ambas instituciones a lo largo de los años en servicio de la sociedad. “El lanzamiento de este Consorcio de Investigación, Transferencia Tecnológica y Emprendimiento es, sin duda, un paso adelante que pone nuestra creatividad y talento al servicio de la sociedad”, señaló Garza. “Es nuestro deber sumar nuestras capacidades en todos los ámbitos, y que más actores de la investigación, la educación, la economía y el gobierno, se sumen, para hacer posible la evolución positiva de nuestro país hacia la economía del conocimiento”, agregó.

Por su parte, Enrique Graue, rector de la UNAM, reconoció el esfuerzo de ambas universidades para innovar y junto a instituciones de la iniciativa privada trabajar por un México con mayor desarrollo social y económico. “Hoy nos reúne un hito sin precedentes, que es la reunión y fusión de intereses con las empresas nacionales. Estamos conscientes que necesitamos crear innovación y darle valor agregado a los productos de la industria nacional”, señaló el rector de la UNAM.

Abren puertas a la innovación con empresas

En la firma del acuerdo también se realizó la firma de memorandos de entendimiento con las empresas FEMSA y CEMEX para sumarse al consorcio. Estas serán las primeras instituciones de la iniciativa privada que planteen retos a los binomios de investigación del Tecnológico de Monterrey y la UNAM. “Este convenio es una parte fundamental para acercar a la academia y la iniciativa privada para abordar los grandes retos que estamos tratando de desarrollar”, señaló Ricardo Naya, presidente de CEMEX. “Es una sinergia única entre CEMEX, la UNAM y el Tec para sumar los mejores talentos en Investigación y Desarrollo de las tres instituciones”, agregó.

“Al colaborar con la UNAM y el Tecnológico de Monterrey estamos abriendo la puerta al flujo de retos, necesidades, conocimiento y oportunidades que nos llevarán a vivir en una verdadera comunidad de innovación”, declaró Víctor Treviño, director de Energía y Sostenibilidad de FEMSA.

Por su parte, Juan Pablo Murra, rector de profesional y posgrado del Tec, destacó que este convenio ha facilitado durante varios años la colaboración de las universidades en diferentes programas en materia de salud, manufactura aditiva, emprendimiento, entre otros. “Desde la colaboración científica en publicaciones conjuntas de nuestros investigadores, con más de 500 artículos indexados, hasta la creación de la Red de Innovación Educativa RIE 360, donde universidades impulsan el aprendizaje a través de innovaciones educativas”, señaló.

El lanzamiento del Consorcio también significó la renovación de Convenio Marco de Colaboración firmado por ambas instituciones en 2016, y que tuvo vigencia de 5 años. El evento contó también con Jorge Vázquez Ramos, coordinador de Vinculación y Transferencia Tecnológica de la UNAM; y Hugo Garza Medina, vicepresidente de Proyectos Estratégicos del Tec de Monterrey.

Proyectos de colaboración Tec-UNAM

En mayo de 2016, Salvador Alva, entonces presidente del Tecnológico de Monterrey, y Enrique Graue, rector de la UNAM, hicieron el compromiso de colaborar en la apuesta por la ciencia, la innovación y la tecnología en busca de un impacto en el desarrollo de México.

Estos son algunos de los proyectos en conjunto:

– Red de innovación educativa (RIE 360)

A través de esta red en la que participan 12 universidades mexicanas, públicas y privadas se busca mejorar y hacer más accesible la educación.

– Centro de toma de decisiones para el sector de hidrocarburos

Es una plataforma analítica basada en ciencia de datos que permite generar escenarios que permitan la toma de mejores decisiones.

– Laboratorio Nacional de Manufactura Aditiva, Digitalización 3D y Tomografía Computarizada (MADIT)

Estudia la relación propiedad de materiales, proceso y geometría, orientado a industrias como la de la salud.

– Iniciativa Juntos por la Salud

Ambas instituciones se sumaron a la iniciativa y brindaron apoyo al sector salud de manera conjunta frente a la pandemia.

Ambas instituciones son las dos universidades mejor rankeadas de México: en el QS World University Rankings 2022, la UNAM ocupa el lugar 105, mientras que el Tec se posiciona en el sitio 161. El Times Higher Education Latin American Rankings coloca al Tec como la cuarta mejor universidad de América Latina.

Artículo publicado originalmente en CONECTA.

Fuente de la información:    https://observatorio.tec.mx

Imágen:  DAVID A. LEÓN

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Uruguay: Escuela Rural de Canelones fue elegida como ejemplo mundial en investigación científica

América del Sur/Uruguay/Autor(a) y Fuente: www.republica.com.uy

La distinción le fue otorgada por el programa GLOBE de la NASA al centro de estudios de Las Violetas.

Una vez más, la Escuela Rural N° 88 “Alfred Nobel” de la localidad de Las Violetas (Canelones), vuelve a ser noticia en el mundo entero. Este centro educativo, que se ha caracterizado por poner un fuerte acento en los proyectos colectivos, le ha permitido cosechar reconocimientos nacionales e internacionales y dejar una huella imborrable en sus alumnos, informaron a LA REPÚBLICA desde el CEIP.

Dirigida por el maestro director Darío Greni Olivieri, quien fuera uno de los 50 nominados al premio Mejor Maestro del Mundo (Global Teacher Prize) que entrega la Fundación Varkey, la escuela ha sido elegida el pasado 11 de marzo por la NASA con su programa GLOBE, como ejemplo mundial en investigación científica. Sus trabajos sobre los macrosinvertebrados como bioindicadores en el río Santa Lucía y la majestuosa presentación de los alumnos canarios en Detroit, en 2019, les valió que hayan sido elegidos como referentes a la hora de estudiar y desarrollar un programa científico.

«Para nosotros fue una grata sorpresa y un orgullo que el trabajo proveniente de una escuela rural de la zona de Las Violetas, sea ejemplo mundial de cómo escribir un informe de este tipo. No sólo fue un reconocimiento a todos los que en años anteriores participaron de esta investigación, sino que la comunidad educativa de la que formamos parte, se siente feliz por los logros de sus estudiantes», concluyó orgulloso el director.

Un poco de historia

El maestro Darío Greni está al frente de la dirección de la escuela desde 2012, y desde esa fecha, forjó decenas de alianzas con organismos de la zona y empresas que apoyan al centro educativo y permiten su visibilización extramuros. Asimismo, muchos de sus proyectos son presentados en las instancias nacionales de los Clubes de Ciencia, obteniendo muy buenos resultados.

«Desde que ingresé a esta institución, escuela que me recibió como estudiante en mi niñez, he tenido la oportunidad de conocer la realidad de cada estudiante y, a su vez, buscar aquellas oportunidades que les permita proyectarse más allá de su realidad. En ese año conocí GLOBE, y desde ese momento y de manera creciente, hemos ido desarrollando diferentes acciones en torno al trabajo en Ciencias de la Naturaleza. Cada una de las investigaciones que hemos desarrollado, ha utilizado en mayor o menor medida, los lineamientos, protocolos de observación y guías que estuvieron siempre a nuestro alcance», asegura Greni.

En el año 2016, conjuntamente con la maestra Mónica, y los niños de 5° y 6° año, comenzaron a estudiar la calidad del agua del arroyo Canelón Chico a través de la colecta de macroinvertebrados como indicadores biológicos. Dicho monitoreo de esta corriente de agua se dio cada año, enriqueciendo el trabajo de los estudiantes que, previamente, registraron toda la información obtenida. Fue a principios de 2019 cuando decidieron presentar este trabajo de investigación en el Simposio Virtual de Ciencias organizado por GLOBE.

«Para cubrir los requerimientos establecidos en las bases del simposio, se creó un informe en inglés, que contenía datos específicos registrados en los sitios de muestreo, tales como mediciones de temperatura, pH, transparencia y macroinvertebrados colectados. No fue tarea fácil pero sí fue hecho con la certeza de que se estaban mostrando todos datos recabados, así como las observaciones y las conclusiones que determinaban cuál era la calidad de esa agua. Fue así que, en ese año, fuimos seleccionados como la investigación que representaría la región de Latinoamérica y El Caribe en el encuentro GLOBE organizado en la ciudad de Detroit, EEUU. Ese año viajamos y allí, nuestros pequeños representantes, demostraron, una vez más, que su trabajo era algo que los comprometía y fue presentado de manera excepcional, no sólo a un grupo de expertos, sino a jóvenes de todo el mundo que coincidieron en tan maravilloso evento», contó el director.

Fuente e Imagen: https://www.republica.com.uy/escuela-rural-de-canelones-fue-elegida-como-ejemplo-mundial-en-investigacion-cientifica-id817932/

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Investigadores están abandonando la academia

Por:

Mucho antes del Coronavirus, científicos y académicos alrededor del mundo ya consideraban dejar sus áreas, pero la pandemia ha hecho la situación mucho peor.

La deserción en la academia no es nueva ni resultado de la pandemia. Desde hace unos años, los científicos están abandonando el trabajo en la academia a un ritmo sin precedentes. La incertidumbre laboral debido al creciente número de graduados y los pocos puestos de planta en universidades, la cultura del “publicar o morir”, el burnout y una crisis de salud mental en la academia, son solo algunos de los factores que han llevado a que cada vez más científicos dejen la ciencia.

En el 2018 se publicó una investigación sobre el cambio demográfico de las carreras científicas, específicamente en los campos de astronomía, ecología y robótica. Según sus descubrimientos, en la década de los sesenta, la vida laboral de un científico duraba 35 años, en comparación, para el 2010 la carrera científica promedio era de cinco años.

Para Staša Milojević, profesora asociada de la Escuela de Informática, Computación e Ingeniería de la Universidad de Indiana y autora del estudio, el cambio se debe en parte a la creación de puestos postdoctorales o “permadocs” ya que son trabajos supuestamente temporales de los que depende cada vez más la investigación académica. Muchos de estos puestos de apoyo eran pensados para estudiantes graduados y duraban de tres a cinco años; ahora se ha vuelto una especie de prerrequisito para puestos permanentes que muchas veces ni siquiera se les da. «La existencia del puesto de posdoctorado definitivamente ha cambiado la dinámica del laboratorio […] Ha permitido que las personas permanezcan más tiempo en el campo con la esperanza de conseguir un puesto más permanente. Creo que la existencia de tantos puestos de posdoctorado está conduciendo al cuadro de deserción que estamos viendo», dijo Milojević.

Además, Milojević y sus compañeros señalan en el estudio que la producción científica actual se ha caracterizado por un crecimiento exponencial de profesionales y publicaciones, el trabajo en equipo, lo cual ha sido impulsado por distintos factores como la necesidad de más técnicos y científicos de planta.

“La existencia de tantos puestos de posdoctorado está conduciendo al cuadro de deserción que estamos viendo”.

Ellos consideran que este trabajo en conjunto ha provocado que cada vez sean menos el número de científicos que son primeros autores en publicaciones. También han aumentado los títulos de doctorado pero el número de puestos no ha crecido a la par, generando falta de oportunidades. Por si fuera poco, aquellos académicos con experiencia tienen mayor posibilidad de encontrar trabajos más lucrativos en el sector privado. Por ejemplo, debido a la gran cantidad de aplicaciones de consumo, el área de científicos expertos en robótica tuvo una de las tasas de deserción más altas. Lo opuesto sucedió con los astrónomos, que son más propensos a quedarse en el mundo académico, según el estudio.

La academia y la pandemia

Aunque es muy temprano para conocer el impacto del COVID-19 en la academia, muchos investigadores están buscando un plan de salida. Este éxodo se debe a que la pandemia los ha hecho reevaluar sus oportunidades de obtener un empleo permanente en una institución. A medida que las universidades alrededor del mundo buscan adaptarse a los retos que ha traído el coronavirus, muchas instituciones han optado por congelar contrataciones o dan poca esperanza de ofrecer una carrera estable en la academia. Esto ha orillado a muchas científicas y académicos a buscar trabajo en el gobierno o el sector privado, enfrentándose a una dura competencia.

Además, muchos de los estudiantes de posgrado tienen un futuro incierto. Según el estudio, The Quiet Crisis of PhDs and COVID-19: Reaching the financial tipping point, se espera que cerca de un 45 % de estudiantes de posgrado desistan de sus investigaciones. Parte del problema es que han sido excluidos de laboratorios y bibliotecas por seguridad durante la pandemia, esto causó que ya no recibieron su pago ya que no tienen donde trabajar, a diferencia de aquellos que cuentan con un contrato permanente en las instituciones.

Debido al coronavirus, estos estudiantes se enfrentan a la necesidad de parar sus estudios ya que no tienen acceso a sus lugares de trabajo o, si su universidad lo permite, arriesgarse a contagiarse al ir al campus. Ante esta disyuntiva, muchas científicas y académicos han intentado seguir adelante con sus estudios y experimentos desde casa. Este último punto es viable para muy pocos ya que no cuentan con los medios ni para llevar a cabo las investigaciones ni para sobrevivir, ya que el sueldo de muchos se ve limitado por recortes de la universidad o porque no son empleados permanentes de las instituciones así que no cuentan con apoyos de emergencia para enfrentar esta situación.

Por otro lado, ante las cancelaciones de conferencias, eventos presenciales y los cierres de fronteras, se han perdido pasantías, colaboraciones internacionales, posibilidades de hacer networking y presentaciones, lo que ha complicado los medios de financiación.

Factores como la falta de apoyo económico, opciones laborales, motivación y problemas personales por la pandemia resultan en la deserción de la academia, correr el riesgo de presentar una tesis de menor calidad o no publicar nada durante estos meses de pandemia. Con cada vez más graduados y menos oportunidades laborales, esto perjudica sus posibilidades de tener un buen futuro en el área. Cada vez es menor el número de científicos que encuentran un empleo permanente y bien remunerado.

Preocupaciones globales: el caso de Australia

Un informe titulado “Impacto de la pandemia en la fuerza laboral investigadora de Australia”, reportó que cerca de 21 mil empleados universitarios están en riesgo de perder su trabajo debido a la pandemia. Esto ha dejado preocupados a aquellos investigadores con contratos a corto plazo o que están iniciando su carrera. Por otro lado, en una encuesta realizada por el “Foro Investigador de Carrera Temprana y Media de Australia” (EMCR por sus siglas en inglés), se preguntó a 333 investigadores australianos en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la medicina (STEM por sus siglas en inglés). En el reporte se descubrió que el impacto de la pandemia ha sido terrible, especialmente en su productividad y salud mental. Esto ha resultado en que consideren renunciar a la academia.

Los encuestados compartieron que su ansiedad ha aumentado y no sólo debido a la pandemia, sino también debido a la incertidumbre en su situación laboral. También temen por la pérdida de ingresos universitarios, además de recortes de empleos y salarios. Al igual que con los estudiantes de posgrado, muchos científicos han tenido que poner sus investigaciones en pausa o pasarlo a un segundo plano, ya que enfrentan mayor carga en sus trabajos de docencia y labores administrativas, además de cumplir con tareas personales como apoyar en la educación de sus hijos.

En el caso de la investigación científica, muchas veces el éxito profesional va acompañado de la acumulación constante de indicadores de desempeño como publicaciones, premios, ponencias o citas. Esto se ha convertido en un reto para los nuevos investigadores o los menos establecidos en el área, limitando sus medios de obtener financiación en el futuro o estabilidad laboral.

Cada investigador es el producto de más de diez años de educación y capacitación continua. Es una lástima que cada vez más investigadores no puedan asegurar un futuro estable en la academia, sea a corto o largo plazo. El apoyo a científicas y académicos y la creación de oportunidades es fundamental ya que podría llevar generaciones recuperar la fuga de talento que ha habido en los últimos años.

El estatus de «postdoc» debería de durar solo unos 3-5 años pero ahora se extienden cada vez más. Esto, en parte, es porque las universidades buscan producir un mayor número de artículos científicos y es más barato hacerlo a través de contrataciones temporales. Además, como se ve desde el 2018 con el estudio de Staša Milojević, cada vez se promueve más la producción científica en equipo, reduciendo la posibilidad de que académicos jóvenes puedan ser primeros autores, destacar, y avanzar en su carrera.

Para combatir esta problemática mundial se requiere una cooperación entre el gobierno, las universidades, los organismos de financiación y los propios investigadores para crear más empleos permanentes, dar más apoyo a los estudiantes de posgrado. Se necesita apoyar no sólo de manera económica pero dando el material para seguir con las investigaciones incluso en cuarentena, dar claridad sobre el futuro de aquellos que interrumpieron sus investigaciones, ya sea en fecha de presentaciones, financiamiento, solicitudes o evaluaciones. Después de todo, fue gracias al esfuerzo de un sinfín de científicos e investigadores alrededor del mundo que se logró desarrollar la vacuna contra el COVID-19 en tiempo récord.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/exodo-investigadores-academia

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La crisis mexicana de la inversión en el conocimiento científico

Por: Sofía García-Bullé

Uno de cada cuatro investigadores miembros del SNI han quedado fuera del sistema de apoyo constituido por la CONACYT.

Recientemente en la prensa han tomado revuelo noticias sobre los desvíos de fondos del CONACYT, la desaparición de fideicomisos para la ciencia y la investigación y la decisión del gobierno federal de retirar los apoyos económicos a investigadores y profesores del Tec de Monterrey. Esto último ha generado una seria protesta por parte de docentes y académicos afiliados a la institución privada regiomontana.

La falta de recursos para la investigación y el desarrollo a nivel nacional o global es un asunto serio, también la mala administración de los mismos. Pero es crucial tener un entendimiento amplio del tema para saber exáctamente qué está pasando y cómo se están tomando estas medidas. Solo de esta forma podemos iniciar una conversación que lleve a soluciones reales en el tema de herramientas para investigación y desarrollo. Necesitamos saber primero quiénes son los principales afectados: el Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

¿Qué es el Sistema Nacional de Investigadores y cómo funciona?

El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) fue creado por un Acuerdo Presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación en 1984, para reconocer la labor de las personas dedicadas a producir conocimiento científico y tecnología. El objetivo del SNI es promover y fortalecer la calidad de la innovación que se produce en México, así como de la investigación científica y tecnológica nacional. Esto se logra a través de la evaluación dentro de la misma comunidad científica.

Organismos similares existen alrededor de todo el mundo. Estados Unidos tiene la American Association for the Advancement of Science (AAAS por sus siglas en inglés), Reino Unido cuenta con The Royal Society. Chile es casa de varios organismos de esta clase, como la Sociedad Chilena de Física y la Sociedad Chilena de Educación Científica. Las organizaciones que promueven y estimulan el trabajo científico son una necesidad básica para la continuidad de la educación y desarrollo en cualquier país. Por lo que hay organismos gubernamentales cuyo propósito es incentivar, financiar y habilitar la labor científica.

Evolución del gasto en ciencia y tecnología del gobierno federal (como porcentaje del PIB y como porcentaje del gasto total).   Fuente:  Gasto público en ciencia y tecnología en México, ¿por qué, cómo y para qué?  (Nexos) .

Evolución del gasto en ciencia y tecnología del gobierno federal (como porcentaje del PIB y como porcentaje del gasto total).

Fuente: Gasto público en ciencia y tecnología en México, ¿por qué, cómo y para qué? (Nexos).

En el caso de México, este organismo sería el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), su trabajo está estipulado en la Ley General de Educación. De acuerdo al artículo 25 de esta ley, el Estado debe invertir como mínimo un 8 % del PIB en materia de Educación, del cual el 1 % debe dirigirse a la investigación científica y el desarrollo tecnológico realizado por instituciones de educación superior públicas. El CONACYT, en teoría, administra y distribuye los fondos para la producción de conocimiento científico.

Pero esta meta no ha sido alcanzada en más de una década. La inversión en el conocimiento sufre de un déficit nacional que la pone en desventaja en comparación con los recursos asignados a las comunidades científicas de otros países.

 ¿Cómo funciona la inversión en el conocimiento a nivel mundial?

La inversión federal en ciencia y tecnología no ha sido consistente en alcanzar ese 1 % estipulado en la Ley General de Educación en más de una década. Los fondos invertidos oscilaron entre el 0.2 %  y el 0.3 % del PIB antes del 2014. Se registró un repunte entre 2014 y 2015, en el que la cifra ascendió a 1.5 %,  pero posteriormente se inició un marcado descenso en el presupuesto de aprobados en 2019 y en el proyecto presentado por el Ejecutivo en 2020, en que se registró un 0.8 %  del presupuesto federal (0.4 % del PIB) destinado a la producción académica y científica. Esta cantidad se traduce a 49,390 millones de pesos mexicanos.

Una idea más amplia de cómo funciona la inversión en conocimiento, investigación y desarrollo a nivel mundial, la podemos ver en las estadísticas de la UNESCO. Medidos en Dólares de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA por sus siglas en inglés) para mejor vigencia y transparencia. Los datos de la UNESCO indican certeramente, cuánto de su PIB invierte cada país en investigación y desarrollo, así como también cuánto sería esto en términos monetarios.

Lo anterior es crucial para discernir qué significa esto para cada país en términos de dirección de recursos y los avances científicos que estos activos hacen posibles. El PIB no es suficiente indicador para conocer qué tanto invierte un país en su comunidad científica. Por ejemplo, Japón, que ostenta el primer lugar de porcentaje de PIB invertido, gasta 3.4 %, que serían $169,554.1 millones de dólares PPA. Mientras que Estados Unidos invierte sólo el 2.7 %, pero este se traduce en $476,459 millones de dólares PPA.

Fuente: ¿Cuánto invierte su país en I + D?  (UNESCO).

Fuente: ¿Cuánto invierte su país en I + D? (UNESCO).

¿Cuánto invierte México y por qué el gobierno federal consideró necesario reformular la manera en que se administran los recursos para investigación y desarrollo? De acuerdo a los datos de la UNESCO, México invierte 0.4 % de su PIB, lo cual asciende a $9,458.5 millones de dólares PPA.

El desglose de los responsables de esta inversión a nivel nacional es encabezada por las universidades, que aportan $4,617.5 millones de dólares PPA, les sigue de cerca el gobierno con $3,058.3 millones, en tercera instancia el sector privado empresarial invierte $1,688.1 millones, y el rubro privado sin fines de lucro colabora con $94,576.5. Según estos números, tanto las instituciones de educación superior como el gobierno federal han sido los más grandes benefactores de la producción de conocimiento y ciencia. Pero si este es el caso, ¿entonces porque estamos entrando a un momento histórico en el que no se comportan como aliados?

Política y corrupción en la distribución de incentivos

Las medidas terminantes y rápidas tomadas por el gobierno federal para atacar la corrupción en los mecanismos de distribución de fondos para la producción científica han generado preocupaciones serias y protestas importantes, especialmente en el sector de educación superior privada. Entre las instituciones afectadas por el retiro de apoyo se encuentran el Tec de Monterrey, la Universidad Iberoamericana y el ITAM

¿Por qué el gobierno federal está tomando estas decisiones? La intención de estas acciones es responder directamente a una descontrolada corrupción debido a la cual desvíos masivos de fondos dirigen recursos hacia las empresas privadas, en vez de la comunidad científica.

El Horizonte reportó el pasado 22 de octubre sobre cómo el gobierno federal reveló que el CONACYT otorgó sumas millonarias a empresas privadas. De acuerdo con información gubernamental, el CONACYT entregó injustificadamente $15,000 millones de pesos a empresas privadas entre 2013 y 2018.

Existe una base sobre la que el gobierno federal actuó para detener este desvío de recursos, el problema mayor no es este; no se discute que la corrupción en los mecanismos de distribución de recursos hizo necesaria una respuesta por parte del gobierno federal. Sin embargo, la eliminación de 109 fideicomisos aprobada por el senado recientemente vino de golpe, sin un análisis previo que sustentara este curso de acción, sin una estrategia de comunicación y sin ninguna propuesta alternativa que calmara las inquietudes de las instituciones educativas, de la comunidad científica y del público general con respecto a cuál será la nueva forma de distribución de recursos

Como resultado de este tropezado proceso, nos hemos quedado con uno de cada cuatro investigadores del SNI fuera de la red de apoyo. Esto representa el 23.8 % de la comunidad dedicada a la investigación y desarrollo a nivel nacional.

Tomando en cuenta que, en México, las universidades son las que más invierten en capital para la investigación y el desarrollo, cortar de tajo los convenios con las universidades privadas argumentando que se busca cerrar los canales de desvíos de recursos hacia las empresas, se proyecta como una medida de carácter más performativo que eficiente. Las consecuencias de esta performatividad pueden ser desastrosas para el desarrollo de la ciencia mexicana.

Si este protocolo persiste, el retiro de apoyos podría extenderse hasta a 50 universidades, potencialmente dejando a la producción nacional de conocimiento científico sin motor. Es crítico que los poderes ejecutivos y legislativos elaboren y presenten una estrategia clara de administración y distribución de recursos que proteja los activos para la producción epistémica y científica, sin cortar los lazos ni los convenios con las instituciones de educación superior privada.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/crisis-investigacion-conacyt

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Colombia: Profesor de la Universidad de Manizales busca crear celulares más baratos y 100 veces mejores

América del sur/Colombia/Octubre 2020/semana.com

El científico de datos Jorge Mario Salazar adelanta una investigación para reemplazar el silicio, material fundamental en la elaboración de celulares y portátiles, con el fin de reducir el costo de los dispositivos y mejorar su rendimiento exponencialmente.

La compra de un móvil es quizás una de las acciones más contaminantes que tenemos los humanos. Aproximadamente el 80 por ciento de la huella de carbono de cada dispositivo se produce solo en su fase de fabricación. Esto se debe a la minería, al refinado, el transporte y el ensamblaje de las decenas de elementos químicos que forman la tecnología: hierro para los altavoces y micrófonos, aluminio y magnesio para los marcos, y silicio para el procesador y muchos elementos internos.

Buscando cambiar el panorama de la industria de teléfonos inteligentes, Jorge Mario Salazar, profesor de la Facultad de Ciencias Contables, Económicas y Administrativas, inició un proyecto con el cual busca reemplazar el silicio de los celulares, con lo que no solo se disminuiría el impacto ambiental, sino que también mejoraría el rendimiento de los dispositivos

El docente precisó que su investigación se centra en la fabricación de dispositivos electrónicos para celulares y computadores con nanotubos de carbono, “un material con capacidad para reemplazar el silicio, que es el corazón de la electrónica moderna”, señaló el experto.

El investigador Salazar inició el diseño experimental de su proyecto en la Universidad de Groningen, en el norte de Holanda, y lo concluyó en la Universidad de Manizales durante su estancia posdoctoral en la Facultad de Ciencias e Ingeniería, entre junio de 2019 y junio de 2020.

¿Qué son los nanotubos de carbono? El profesor lo explica en términos sencillos: “Imaginemos una hoja de plástico encima de una mesa plana. Esta hoja presenta un patrón de hexágonos dibujados, como si fuera un panal de abejas. Si tomamos esa hoja de plástico y formamos un tubo, nos podemos imaginar que esa estructura es similar a un nanotubo en el que todos los hexágonos están hechos de carbono. Ahora imaginemos que el grosor del tubo es igual a un cabello humano y su largo sería como una cancha de fútbol. Los nanotubos de carbono son estructuras extremadamente delgadas y muy largas».

Los nanotubos no se pueden identificar a simple vista y por ahora su uso no es masivo ni comercial, pero ya forman parte de elementos cotidianos como vestimentas con recubrimiento de nanotubos para hacerlas más resistentes y chalecos antibalas más livianos. Además, los profesionales del ciclismo ya tienen en sus bicicletas un cierto porcentaje para aumentar su dureza y la cantidad de tensión que resisten.

En cuanto a las grandes industrias, IBM y Samsung han presentado prototipos de procesadores y dispositivos pequeños con esta tecnología, “que permite bajar los precios e incrementa hasta en 100 veces el rendimiento de los mismos”, agrega el investigador.

La investigación del profesor Salazar fue reconocida en los Premios Nacionales Alejandro Ángel Escobar, el más alto galardón científico que se entrega en Colombia, no solo por los niveles de excelencia de los galardonados, sino también por la rigurosidad evaluativa de los jurados encargados de adjudicarlos.

Se premian tres categorías en ciencias que son: Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (premio recibido por Salazar), Ciencias Sociales y Humanas y Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible; además, hay una cuarta categoría de solidaridad y se otorgan menciones de honor en todas las áreas, si el jurado así lo decide.

https://www.semana.com/educacion/articulo/profesor-de-la-universidad-de-manizales-busca-crear-celulares-mas-baratos-y-100-veces-mejores/202046/

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Infodemia: exceso de publicaciones de investigación supone un riesgo para la credibilidad científica

Por: Paola Villafuerte

La pandemia está generando cambios significativos en los procesos de publicación científica y exacerbando aún más la brecha de género.

Es innegable el papel que la investigación científica ha ejercido en la toma de decisiones políticas durante esta pandemia. Gracias al trabajo colaborativo que las y los profesionales de la salud han estado llevando a cabo, hemos dado pasos agigantados hacia el entendimiento del nuevo patógeno en cuestión de meses. Ahora más que nunca, las expectativas del público general se han dirigido a la ciencia con ojos críticos en espera de respuestas.

Esta misma necesidad, ha generado un aumento récord en el volumen de investigaciones realizadas durante esta pandemia. La diseminación de información es un factor crucial en periodos de crisis públicas, y la comunidad científica ha respondido con reformas inéditas en sus procesos de publicación. Estudios afirman que el tiempo entre la presentación y la publicación de un manuscrito ha reducido de manera significativa. El proceso que un artículo de revista científica tenía que completar –desde la aceptación hasta la publicación– ha ido de un promedio de 100 días a sólo 6 si está relacionado con el coronavirus. Un artículo publicado en Nature explica además que, en comparación con la crisis del Ébola, se publicaron por semana cuatro artículos, mientras esta cifra es de 367 para aquellos concernientes al COVID-19.

Una producción de artículos científicos de esta dimensión no habría sido posible sin recursos que financiaran este proceso extraordinario. En un análisis para el Times Higher Education, Jack Grove estima que la comunidad global ha recaudado, hasta ahora, cerca de 8 billones de dólares en investigación de vacunas, tratamiento y diagnósticos. No sólo la pandemia ha sido un propulsor en materia de producción, sino también de accesibilidad científica. Numerosas revistas académicas y repositorios como Springer Nature, New England Journal of Medicine y la Academy of Medical Sciences, se han comprometido a hacer de las investigaciones sobre el coronavirus gratuitas y de acceso abierto. También hacen un llamado para la participación global de todas aquellas instituciones que estén recabando información relevante para trabajar en conjunto en la efectividad de la ‘Declaración sobre el intercambio de datos en emergencias de salud pública’, hecha en el 2016.

Esta propuesta al open resource de la ciencia va desde luego de la mano con el disparo que los sitios de preprint han tenido durante este periodo. Recordemos que los preprints son versiones de manuscritos previas a la revisión por pares y a su publicación en una revista científica. Suelen ser compartidas en sitios web, como medRxiv o bioRxiv, que comúnmente acompañan el artículo con una sección abierta al público para comentarios. Pretenden ser una vía asequible para aquellos investigadores que buscan divulgar con mayor facilidad sus resultados y tener una retroalimentación pronta para poder, posteriormente, adherirse al proceso de publicación formal.

“Sería una oportunidad perdida si los científicos no tuvieran conocimiento inmediato del trabajo de los demás y no pudieran mejorar, validar y aprender más rápidamente”.

Ciertamente este modelo no es nuevo, durante los últimos cinco años el número de servidores que divulgan estos artículos había estado en aumento, aunque en un ritmo pausado. Pero en un contexto como el de ahora, donde la rapidez y el acceso gratuito a recursos de información es trascendental, el proceso de publicación científica formal no era la opción más eficiente. Entre una diversidad de fuentes estrecha, tiempos de revisión que superarían los periodos más críticos de la pandemia y un acceso limitado, se ha resaltado cómo la ciencia convencional ha batallado para mantenerse a pie con la necesidad de entender este virus.

Ahora, investigadores en el área de medicina han estado compartiendo resultados en sitios de preprint a un ritmo sin precedentes. Se cree que esto podría ser un factor útil a la hora de evitar duplicaciones y podría brindar nuevas oportunidades en la investigación. Un estudio reporta que, de la cantidad total de artículos relacionados al COVID-19, cerca del 40 % ha sido publicada en estos servidores.

El sitio mencionado anteriormente, medRxiv, fundado por investigadores de Yale, debe prácticamente su crecimiento exponencial a los más de 3,700 manuscritos sobre COVID-19 que se encuentran en su página. Expertos esperan que este se vuelva también líder en otras áreas médicas una vez termine la pandemia.

“Miles de científicos están trabajando en el mismo problema al mismo tiempo. Sería una oportunidad perdida si los científicos no tuvieran conocimiento inmediato del trabajo de los demás y no pudieran mejorar, validar y aprender más rápidamente”, menciona el Dr. Joseph Ross, profesor y cofundador del sitio. Sin embargo, esta avalancha de información también podría traer consigo serias consecuencias. Los preprints tiene ventajas sobre los procesos de publicación tradicionales, pero también son “abiertos, rápidos y gratuitos, lo que crea un conjunto diferente de problemas”, explica un artículo publicado en Science Direct.

Mientras que el trabajo que han hecho las y los científicos para llevar a cabo tal número de manuscritos en tan corto tiempo es admirable, también se debe hablar de los riesgos que implicaría si estas investigaciones no se estuvieran llevando a cabo bajo el más alto rigor de calidad. “El primer problema inmediato al que ha debido enfrentarse el universo de la publicación es la avalancha de artículos y la necesidad de que estos sean accesibles”, comenta el investigador Torres-Salinas.

El artículo Proliferation of Papers and Preprints During the Coronavirus Disease 2019 Pandemic: Progress or Problems With Peer Review? explica que, previo a la pandemia por el coronavirus, la comunidad de preprints se encontraba en un ascenso lento, con pocas agrupaciones científicas que habían adaptado esta alternativa. Por lo tanto, las preocupaciones dirigidas a la calidad de información o ritmo de divulgación no eran un tema sobre la mesa. Sin embargo, “dada la avalancha de datos, el interés en las preocupaciones de COVID-19 sobre la desinformación médica es válido y crítico. Esto debe ser abordado por la comunidad científica en general”. 

El problema con los preprints

Esta alternativa ha sido funcional durante este periodo a causa del estado de emergencia en el que nos encontramos, sin embargo, expertos se preguntan si la financiación de estos proyectos, como se ha llevado a cabo hasta ahora, realmente es sostenible. Muy probablemente, la cantidad de recursos invertidos hasta ahora tendrán su consecuencia en el recorte de presupuesto para la investigación en universidades posterior a la pandemia.

Además, las diferencias en los estándares editoriales para los sitios de preimpresión son llamativos. Aquí, las investigaciones son publicadas sin un filtro previo, y aunque la retroalimentación de otros profesionales resulta eficiente, el que estos textos estén disponibles para el público abierto representa un riesgo potencial. No todos estos cuentan con hallazgos fundamentados y el exceso de publicaciones hace más difícil navegar entre información relevante.

“No solo luchamos contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”.

Muchos de los trabajos son informes preliminares que no han tenido las revisiones habituales. La escasa validez externa, el factor carente de una revisión por pares apropiada y fuentes inciertas, añaden desventajas a esta creciente comunidad médica. Nature menciona como ejemplo una revisión de calidad reciente llevada a cabo en 51 manuscritos, la mayoría siendo preprints sin revisar, que encontró que “los modelos identificados estaban mal informados y todos tenían un alto riesgo de sesgo, con un rendimiento probablemente demasiado optimista”.

Sin las medidas de una revisión por pares formal, la responsabilidad de divulgar información pertinente recae sobre las y los investigadores. Además, se cree que la previa publicación de artículos en estos sitios podría generar una contabilización doble en posteriores manuscritos cuantitativos.

La inconsistencia en distintos preprints ha llegado hasta las retracciones formales de sitios de investigación de alto perfil. Estas retracciones son originadas por el uso de bibliografía no fidedigna. El escenario de una práctica inapropiada en la investigación ha llegado hasta extremos como el de los paper mills (fábricas de manuscritos) en China. Estos involucran casos de plagio, datos y revisiones por pares falsificados. Un organismo de este tipo se encarga de producir artículos científicos y preprints bajo demanda, para después venderlos a científicos que, por ejemplo, tienen como requerimiento para su titulación un manuscrito publicado y no tienen tiempo para llevar a cabo una investigación formal. Nature afirma que, en febrero de este año, “se dieron a conocer más de 450 artículos con imágenes problemáticas de autores afiliados a hospitales chinos, que según los investigadores probablemente provenían de una fábrica de manuscritos”.

Se teme que la publicación de manuscritos a esta escala termine por comprometer los rigores habituales que las evidencias científicas suelen tener y potencialice las olas de desinformación. “No solo luchamos contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”, afirma el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

“Además de las implicaciones de la desinformación, la credibilidad de la academia científica podría también terminar con secuelas”.

“Sabemos que todo brote irá acompañado de una especie de tsunami de información, pero además dentro de esta información siempre hay desinformación, rumores, etc. Sabemos que incluso en la Edad Media existía este fenómeno. Pero la diferencia ahora con las redes sociales es que este fenómeno se amplifica, va más rápido y más lejos, como los virus que viajan con las personas y van más rápido y más lejos”, comenta Sylvie Brand.

El problema reside en que estos recursos, al estar completamente abiertos al público general, pueden llegar a considerarse como evidencias científicas cuando aún no han sido aprobados. Si la comunidad global llegara a considerar concluyentes hallazgos que carecen de soporte, podría generar graves consecuencias. Sobre todo, en aquellas investigaciones que contribuyen a la desinformación con respecto a tratamientos e índices de mortalidad del virus.

Jeffrey Lazarus, profesor de investigación asociado del Instituto de Salud Global de Barcelona, explicó para el Times Higher Education: “Puede ser increíblemente peligroso si un artículo no revisado sobre, digamos, un posible tratamiento de COVID-19 aparece en una preimpresión y es recogido por alguien sin que los hallazgos sean debidamente revisado”, dice Lazarus. “Hemos visto a personas acaparar medicamentos contra la malaria porque podrían tener algunos beneficios [en el tratamiento de COVID-19] sin darse cuenta del riesgo de tomar estos medicamentos”.

A consecuencia de la atención pública que se le está brindando a hallazgos aún no concluyentes, sitios como bioRxiv, en un intento por detener los peligros de la automedicación, ya han decidido no publicar más estudios computacionales sobre potenciales tratamientos para el coronavirus.

Además de las implicaciones de la desinformación ya mencionadas, la credibilidad de la academia científica podría también terminar con secuelas. “Los revisores y editores requieren vigilancia para evitar que dichos manuscritos se conviertan en evidencia publicada defectuosa, lo que tiene el potencial de influir desfavorablemente en el discurso científico y público, lo que resulta en confusión, malas decisiones políticas y desconfianza del público en la ciencia”, afirma el artículo de Nature.

El impacto de los preprints a largo plazo

Por otro lado, los preprints podrían generar cambios permanentes en la cultura de la publicación académico-científica. El acceso abierto ha estrechado la relación entre usuarios comunes y la investigación. Las transformaciones significativas en el consumo de la literatura especializada, definitivamente abrirá una puerta para la discusión general de la ciencia.

Estas reformas se replican en los procesos burocráticos que anteriormente inundaban la difusión académica. En vista del factor faltante de la revisión por pares en los servidores de preprints, surgen sitios como Rapid Reviews: COVID-19, fundado apenas este año por MIT press y la Universidad de California, Berkeley. Este utiliza la inteligencia artificial para democratizar el sistema de revisión y fortalecer la calidad científica aún en las versiones preliminares.

“La pandemia ha exacerbado aún más la brecha de género ya existente en el área de investigación”.

Las ‘revisiones rápidas’ se proponen como ventajosas ante las sistemáticas, cuyo método requiere de mayores recursos y rango de tiempo. Además, en este último, los procesos de corrección y comunicación entre colegas es mucho más complejo. Recursos como los que ofrece RR:C19, permanecerán en la comunidad científica como una opción mucho más asequible para aquellos autores en necesidad de revisiones más transparentes.

Esta popularización de recursos abiertos y sitios de preprint, también representan una gran oportunidad para comunidades académicas muchas veces relegada. La mediatización de información global está comenzando a reducir barreras entre científicos que pertenecen a universidades no occidentales.

La brecha de género en la investigación científica

Sin embargo, este escenario no se replica para las mujeres en la ciencia. Ciertamente, la pandemia ha exacerbado aún más la brecha de género ya existente en el área de investigación. Diversos análisis sugieren que las mujeres están publicando menos manuscritos e iniciando menos proyectos de investigación que sus colegas hombres durante la pandemia.

Encima de las implicaciones que el coronavirus tuvo sobre proyectos ya avanzados, la productividad en las mujeres enfrenta otros retos. La división en las responsabilidades del hogar y el cuidado de los hijos es constantemente dispar, y esto ha tenido su efecto en la representación femenina dentro de la ciencia.

La disparidad de género quizá generaría también serios problemas con relación a la investigación objetiva: en una escasez de investigaciones producidas por mujeres, muchos hallazgos fundamentales en términos de diversidad quedarían relegados, y los sesgos en la academia podrían agudizarse.

Aquellos que no están sufriendo con esta carga extra, están apoderándose de las ventajas que el confinamiento ofrece sólo a unos pocos privilegiados. Olga Shurchkov, economista de Wellesley College en Massachusetts, menciona para Nature que, “desafortunadamente, estos hallazgos no son sorprendentes”, y si esta problemática se ignorara, “potencialmente puede tener graves consecuencias para la diversidad en el mundo académico».

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/

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Descolonizar la ciencia: ¿qué es “parachute science”?

Por: Paola Estrada Villafuerte

 

Siglos después del dominio imperial, la academia no occidental continúa en la construcción de mecanismos para afianzar la investigación y el talento científico local. 

Durante el siglo XVII, tras las constantes invasiones occidentales a su territorio, los indígenas del Amazonas cayeron enfermos por padecimientos hasta entonces desconocidos por los médicos locales. Sus tratamientos ancestrales no resultaron eficaces y tuvieron que recurrir a la ciencia y hospitales de aquellos que introdujeron la enfermedad.

Las acciones realizadas por parte de los imperios europeos para el control de los contagios en estas comunidades llevaron al control de dietas, rutinas y movimientos de sus habitantes. David Arnold denominó este proceso político como la “Colonización del Cuerpo”, donde la medicina occidental se convirtió en un arma para asegurar el dominio imperial.

En estas circunstancias, la ciencia se utilizó para establecer una jerarquía definitiva en función del poder europeo, donde el pensamiento hegemónico se posicionó como verdad absoluta e indiscutible y terminó por monopolizar el conocimiento. Según Jorge Molero-Mesa, profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la estrategia tras su “infalibilidad” residía en un menosprecio y descrédito constante de los métodos indígenas. Este discurso se diferenciaba de otros mecanismos de colonización, ya que, a diferencia de conceptos religiosos, de orden social y económicos, la medicina no admitía ninguna discusión de su validez universal.

Desde el punto de vista imperialista, el pueblo indígena, al desconocer las metodologías occidentales, se encontraba en un “atraso secular” significativo, por lo que colocaban al proceso colonizador como un medio moralmente justificado. Sophie Bessis lo explica de la siguiente manera: “La paradoja de la ciencia occidental reside en su facultad de producir universales, elevarlos al rango de lo absoluto, violar con un fascinante espíritu sistemático los principios que de ellos derivan y elaborar las justificaciones teóricas de estas violaciones”.

La subordinación epistemológica entonces generada, pretendió alargar la dependencia científica y tecnológica de los países colonizados el mayor tiempo posible. Estos conocimientos eran ofrecidos como un regalo divino de lo que significaba para las autoridades europeas, “el fin de la barbarie y el comienzo de la civilización”, relegando así la medicina nativa a un papel secundario en el desarrollo de investigaciones científicas.

El éxito científico europeo en este periodo se basó en el saqueo de pueblos colonizados, ya que los mismos procesos violentos que le otorgaron al imperialismo su poder, fueron utilizados para generar el conocimiento científico de la época. “La ciencia moderna se construyó efectivamente sobre un sistema que explotaba a millones de personas. Al mismo tiempo, ayudó a justificar y sostener esa explotación, en formas que influyeron enormemente en cómo los europeos veían a otras razas y países”, menciona Rohan Deb Roy para Smithsonian Magazine.

La medicina occidental es considerada como una de las herramientas más poderosas y penetrantes de todo el proceso de colonización, y este último, como uno de los legados más duraderos que prevalecen aún en las tendencias de la ciencia actual.

“Colonial Science” o “Parachute Science” en la academia moderna 

Asha de Vos, fundadora de Oceanswell, la primera organización de investigación y educación sobre conservación marina de Sri Lanka, explica para Scientific American, el término parachute science como “el modelo de conservación donde los investigadores del mundo desarrollado llegan a países subdesarrollados, investigan y se van sin ninguna inversión en capacidad humana o infraestructura.” Consecuentemente, esto “crea una dependencia de la experiencia externa y paraliza los esfuerzos locales de conservación. El trabajo es impulsado por motivos y necesidades personales, lo que lleva a un desequilibrio de poder desfavorable.”

Este método implica que distintas instituciones educativas poderosas y corporaciones privadas se benefician de investigaciones y cuerpos académicos que se encuentran bajo la dependencia financiera y disciplinaria de sus países originarios. E igualmente, da prioridad a las experiencias y descubrimientos de las primeras mencionadas.

A raíz, se ha tenido como resultado diversos llamados a “descolonizar la ciencia”. La revista científica Nature define esto último como un movimiento para eliminar, o al menos mitigar, el legado desproporcionado del pensamiento y la cultura europea en la educación; teniendo como objetivo principal la generación de fuentes de investigación equitativas, a la par de inversiones continuas en talento e infraestructuras científicas locales.

En distintos escenarios, la huella de la jerarquía científica puede observarse aún muy presente. La mayoría de las revistas, investigaciones académicas y rankings pertenecen a las instituciones de Estados Unidos y Europa Occidental. “La colaboración científica entre países puede ser una forma fructífera de compartir habilidades y conocimientos, y aprender de las ideas intelectuales de los demás. Pero cuando una parte económicamente más débil del mundo colabora casi exclusivamente con socios científicos muy fuertes, puede tomar la forma de dependencia, si no de subordinación”, menciona Deb Roy.

Un estudio de la Academia Húngara de Ciencias elaborado en el 2003, analizó las publicaciones revisadas por pares de más de 7000 revistas en todas las ciencias y encontró que las publicaciones de investigación realizadas en los países menos desarrollados, no tienen coautoría de institutos de investigación locales en el 70 % de los casos, y que la mayoría de los trabajos son publicados por institutos de investigación de los países más industrializados del mundo.

En el mismo estudio, se examinaron las posibles causas de estas tendencias entre las opiniones de los autores antes mencionados y muchas de ellas definen las tácticas utilizadas por investigadores de países desarrollados que avalan la importancia del reconocimiento en la contribución, pero excluyen deliberada y sistemáticamente la coautoría de instituciones más pequeñas, como una forma de neocolonialismo científico.

“Descolonizar y no solo diversificar los planes de estudio es reconocer que el conocimiento está inevitablemente marcado por las relaciones de poder”.

También se encontró que, en la mayoría de los estudios elaborados, los científicos locales eran mucho más propensos a realizar trabajo de campo en su propio país para investigadores extranjeros. Igualmente, la poca representación y discriminación hacia investigadores que pertenecen a minorías étnicas –aún más si son mujeres–, habla mucho acerca de los obstáculos que la ciencia todavía aloja para todos aquellos que no forman parte del prototipo científico occidental.

Pew Research Center encontró que las personas de etnias racializadas trabajando en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés) son cuatro veces más propensas que las personas caucásicas a decir que su lugar de trabajo no presta suficiente atención al aumento de la diversidad racial y étnica. Cerca de la mitad de ellos menciona que han llegado a experimentar discriminación laboral, y “aproximadamente uno de cada ocho (12 %) de este grupo dice que se han enfrentado a barreras específicas en la contratación, promociones y salarios en forma de salarios más bajos o menos oportunidades de promoción que sus compañeros blancos”. “El lugar de trabajo todavía está orientado a la promoción de los blancos sobre las minorías, independientemente de las leyes vigentes para promover la igualdad en la fuerza laboral”, explica uno de los encuestados.

En casos donde la subordinación sistémica racial se une con el sexismo, el escenario se torna menos alentador. La UNESCO afirma que en Sub Sahara, solo el 30 % de los investigadores en todas las ramas son mujeres. Muchas de las que se encuentran en los campos STEM, tienden a abandonar carreras de investigación científica en su segundo año, ya que el sistema en el que se encuentran no fue creado ni se ha adaptado para su protección e impulsión académica. Y para aquellas que ya se encuentran trabajando profesionalmente, las responsabilidades y el poder para tomar decisiones se encuentran bastante minimizadas.

Consecuencias en esta problemática tras la pandemia

Asha de Vos también explica cómo en áreas de conservación ambiental, las investigaciones en países extranjeros se vieron afectadas tras el confinamiento por el coronavirus. Muchos de los investigadores que no trabajaron en la capacitación continua de socios locales para el trabajo de campo, tendrían que afrontar un agujero de datos en recolecciones científicas que ya llevaban años trabajando.

Mientras las fronteras permanecen cerradas y el mundo en práctico aislamiento, Asha afirma que “este período resalta la necesidad de asociaciones sólidas en el terreno si queremos tener éxito en nuestros esfuerzos de conservación”.

Pasos en el proceso de descolonización científica

Rohan Deb Roy sugiere que se debe alentar a las instituciones, organizaciones y museos que cuentan con colecciones imperiales a reflexionar los procesos políticos violentos en los que estos objetos de conocimiento global fueron adquiridos. Esto con el propósito de proporcionar investigaciones mucho más éticas y democráticas.

En el mismo rubro, las colaboraciones científicas mencionadas con anterioridad deben sufrir cambios transversales en los métodos de reconocimiento para coautorías e investigaciones científicas fuera del mundo hegemónico. Comenzar la conversación sobre los limitantes que la academia no convencional ha tenido que sufrir también generaría un cambio significativo en la participación de estas dentro de la creación científica.

“Un currículum descolonizado traería al diálogo cuestiones de clase, casta, raza, género, habilidad y sexualidad, en lugar de pretender que existe algún tipo de identidad genérica que todos compartimos”.

La difusión de un aprendizaje con fuentes equitativas es crucial para la reflexión y memoria colectiva consciente acerca del camino no siempre ético que el descubrimiento científico recorrió durante la historia. Los alumnos deben tener la oportunidad de conocer el uso que la medicina occidental tuvo en el proceso colonizador y en la creación de prejuicios raciales y sexistas que aún persisten en el mundo moderno. Deb Roy también afirma que una reconstrucción en el conocimiento dominado por el hombre blanco europeo es necesaria, y aún más, que esta historia descolonizada del desarrollo de la ciencia llegue a las escuelas.

Priyamvada Gopal, profesora de la universidad de Cambridge señala que “descolonizar y no solo diversificar los planes de estudio es reconocer que el conocimiento está inevitablemente marcado por las relaciones de poder. Un currículum descolonizado traería al diálogo entre sí cuestiones de clase, casta, raza, género, habilidad y sexualidad, en lugar de pretender que existe algún tipo de identidad genérica que todos compartimos”. También apunta que aquellas minorías no acostumbradas a verse reflejadas en el desarrollo científico del mundo moderno tienen el mismo derecho que “los hombres blancos de élite para comprender cuál ha sido su propio papel en la forja de logros artísticos e intelectuales”.

Aunque la mayoría de las universidades que ha decidido realizar acciones al respecto, ha empezado por incrementar el número de investigadores provenientes de estos grupos, distintas fuentes aseveran que una evolución del conocimiento únicamente occidental deberá empezar a destacar la contribución histórica de comunidades marginalizadas en la historia y enfrentar ciertos aspectos desagradables de la historia en la ciencia.

El llamado hacia la eliminación del parachute science, es un tanto más complejo que sólo un aumento en el número de autorías de investigadores minoritarios en papeles científicos (aunque también muy necesario). Principalmente, es transformar la manera en la que se leen los textos convencionales y hacer preguntas incómodas acerca de los procesos científicos que se llevaron a cabo en siglos anteriores. “La descolonización va a suceder en la mente”, dice Siyanda Makaula para Nature.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/ciencia-colonialismo

 

 

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