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Libro (PDF): Estrategias de enseñanza : investigaciones sobre didáctica en instituciones educativas de la ciudad de Pasto

Reseña: CLACSO

La aparición de investigaciones rigurosas sobre el campo de la didáctica ha sido otra causa posible de su renacimiento. De trabajos anecdóticos y un tanto improvisados, se ha pasado –en los últimos años- a indagaciones que no solo describen, analizan e interpretan el quehacer de los docentes en el aula sino que, además, formulan propuestas para renovar las formas de enseñanza. Tales investigaciones han permitido apreciar la competa urdimbre de relaciones y situaciones en las que está inmerso el acto de enseñar. O si se prefiere, al colocar la lente investigativa sobre el acto educativo, han surgido nuevos interrogantes sobre una realidad que parecía sencilla o sin demasiados cambios en el tiempo. Con los aportes de estas investigaciones lo que parecía una labor saciada de certezas o un oficio ya sabido de antemano se transformó en un verdadero campo minado de preguntas. Precisamente, es en el campo de las investigaciones sobre didáctica en donde se ubica la presente obra. Un texto con múltiples miradas al quehacer de los docentes de la educación básica, media y universitaria. Como se podrá leer, esta obra recoge pesquisas adelantadas durante dos años en las formas de enseñanzas del lenguaje gráfico, la producción escrita del cuento, el proceso de integración escolar de niños y niñas con discapacidad cognitiva, la comprensión lectora de textos narrativos, la enseñanza de los deportes individuales y de conjunto, la producción escrita en la formación de maestros y en el componente metodológico investigativo de estudiantes, y las estrategias didácticas para asignaturas investigativas. Todas las investigaciones se realizaron en instituciones educativas públicas y privadas en la ciudad de Pasto.

 

 

Autor/a:                               Vásquez Rodríguez, Fernando 
Editorial/Editor: Kimpres
Universidad de la Salle
Año de publicación:  2010 
País (es):
Colombia
Idioma: Español
ISBN : 978-958-44-6638-9
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Fuente e imagen:

 

http://biblioteca.clacso.edu.ar/

 

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Entrevista a Maryanna Abdo:“En educación se puede medir casi todo si hacemos las preguntas adecuadas”

Entrevista/Autor: Rodrigo Santodomingo/eldiariolaeducacion.com

Detectar el éxito o fracaso de la acción educativa es el primer paso. Después hay que interpretar los datos y convertirlos en iniciativas que atiendan a cada contexto y sean asímismo evaluables. Hablamos con Maryanna Abdo, managing director del Centre for Evidence and Implementation, sobre este flujo constante que retroalimenta el vínculo entre investigación y práctica educativa.

Con sede en Australia, Singapur y Reino Unido, el Centre for Evidence and Implementation asesora a gobiernos y organizaciones de todo el mundo en la mejora de servicios como la educación o la salud. Su fórmula combina la investigación con pautas precisas para transformar lo que nos dice la ciencia en prácticas de éxito. En ese aterrizaje de los números en el mundo real, la adaptación al contexto emerge como la condición que marca la diferencia.

Hablamos con Maryanna Abdo, su managing director. Nacida y educada en EEUU, Adbo vive en Asia desde hace casi una década. Allí ha desarrollado diversos proyectos en los que su preocupación por los más desfavorecidos aparece como constante. La estadounidense participa en el próximo congreso digital de WISE, que se celebra entre el 23 y el 25 de este mes. En su cuenta de Twitter, Abdo se define como education nerd.

Vemos en los últimos años una especie de fiebre por las evidencias en educación. ¿Existen factores que han desencadenado esta tendencia?

Sin duda hay un interés creciente por saber qué funciona y qué no. Pienso que aquí han cobrado un papel relevante los Objetivos del Milenio en cuanto a acceso universal a la educación. Muchos países lograron grandes avances en la primera década del siglo construyendo escuelas, pero ahora las cifras aumentan levemente o se han estancado. Solo construir más escuelas ya no funciona, especialmente en zonas rurales o entre las niñas. Y ahora las autoridades educativas y los que financian la ayuda internacional quieren tomar decisiones a partir de la investigación, de estudios rigurosos que demuestren la efectividad de sus medidas.

¿Abundan también los estudios sobre rendimiento en esas nuevas escuelas de países en vías de desarrollo? Entiendo que no es solo un problema de cantidad, sino de calidad.

Sí, se está haciendo un gran esfuerzo por evaluar los resultados. Y en muchos casos, las cifras muestran deficiencias, con porcentajes significativos de alumnos que no alcanzan un nivel mínimo en conocimientos básicos.

Medir el acceso a la educación o el aprendizaje en matemáticas o lectoescritura resulta relativamente fácil. Pero la cosa se complica cuando el objeto de estudio se centra en competencias como el pensamiento crítico, la capacidad de síntesis o la creatividad.

Se puede medir casi todo, siempre y cuando se hagan las preguntas adecuadas. Si queremos saber si una práctica aumenta la creatividad, quizá no sea de gran ayuda fijarnos en las notas de exámenes. Pero sí podemos indagar sobre el interés artístico de los alumnos o el número de vocaciones en esa dirección.

Tu organización destaca la importancia de saber cómo implementar, mediante prácticas concretas, lo que nos dice la ciencia.

Hemos calculado que se necesitan hasta 17 años para transformar una evidencia en una práctica de éxito. Aspiramos a acortar ese tiempo.

Uno de los grandes retos en la implementación pasa por adaptar buenos programas a otros contextos educativos. Algo puede funcionar en un sitio pero no en otro. De hecho, varios organismos [EduCaixa en España] apuestan por sintetizar en meta-análisis los resultados de diferentes estudios sobre un mismo tema.

Varios factores influyen en el proceso: los currículos nacionales, el enfoque pedagógico, la geografía, variables culturales… Por eso es tan importante saber no solo qué queremos hacer, sino también qué condiciones contribuyen a su éxito. Te pondré un ejemplo, en este caso del sector salud. Un país occidental intentó exportar un modelo de mejora sanitaria -basado en la atención domiciliaria- a otro país asiático. No funcionó, en buena medida por las diferentes relaciones paciente-doctor y las reticencias a recibir atención en casa.

¿Ayudaría también acercar a los profesores a los métodos y técnicas de la investigación?

Sin duda. Hemos llevado a cabo recientemente un estudio sobre el uso de las evidencias entre los profesores australianos. Las conclusiones apuntan a un gran margen de mejora en áreas como el acceso a los propios recursos de investigación educativa o la capacidad del docente para identificar evidencias robustas.

¿Existe resistencia entre algunos profesores a la hora de cambiar su metodología a la luz de la ciencia?

Me cuesta pronunciarme porque no tengo un contacto frecuente y directo con la primera línea en las escuelas. Pero percibo un gran entusiasmo. Al final, todos queremos hacer bien nuestro trabajo, y estamos abiertos a recibir información que nos ayude a mejorarlo.

Para evaluar sistemas educativos en su conjunto, primero hemos de tener más o menos claro para qué queremos educar. Y los fines de la educación no siempre se nos presentan tan obvios. ¿Complica este eterno debate el diseño de buenas investigaciones?

Este tipo de tensiones y visiones divergentes se dan en la mayoría de sistemas educativos. Quizá por ello hemos observado que algunas de las evidencias más sólidas proceden de un nivel menor, a escala escolar o red de escuelas.

¿Podrías citar alguna práctica educativa que en principio suena bien pero la ciencia se haya ocupado de desterrar?

No pertenece exactamente al ámbito escolar, pero sí a la educación en sentido amplio. Hay un programa que utilizan en EEUU para disuadir a adolescentes con delitos menores de que sigan por el mal camino. Se llama Scared straight [algo así como Asustado de golpe] y consiste en visitas a prisiones de adultos donde los presos les explican lo que allí les espera si finalmente acaban ingresando. Se trata básicamente de meterles miedo para encauzarles. Parece una excelente idea, ¿no? Pues las evidencias demuestran no solo que no tiene un impacto positivo, sino que puede aumentar la probabilidad de terminar en la cárcel. No sabemos exactamente por qué ocurre esto. Puede ser porque algunos chavales de entornos deprimidos ven la vida en la cárcel como una opción atractiva, con tres comidas al día y un techo. O por la mala influencia que ejercen sobre ellos los presos con quienes tratan durante las visitas. No lo sabemos. Pero la moraleja del cuento se antoja clara: lo que suena bien no siempre está bien.

Lo verdaderamente innovador en educación es hacer cosas que sabemos que funcionan y hacerlas bien

¿Es la educación un campo especialmente fértil para lanzar propuestas con un bonito envoltorio y escaso fundamento?

Creo firmemente que la innovación tiene un enorme potencial transformador, y para innovar hay que arriesgar. Pero te diré algo que mi jefe asegura con frecuencia: lo verdaderamente innovador en educación es hacer cosas que sabemos que funcionan y hacerlas bien. Sean estas innovadoras o tradicionales. ¿Por qué distraernos con el brillo de la última novedad cuando a veces ni siquiera hemos intentado lo que ya sabemos con certeza que funciona?

A veces el debate tradición/innovación se plantea como si fueran opciones incompatibles. Hay estudios que reconcilian ambas posturas y concluyen que innovar es bueno, pero solo cuando el alumno ha asimilado una buena base de conocimiento, que quizá haya que enseñarle mediante metodologías clásicas.

Algo similar ocurre con la relación entre competencias digitales y socioemocionales. Cada vez hay un mayor consenso en cuanto a que el potencial de las primeras solo se puede desarrollar plenamente cuando el alumno confía en su capacidad para pensar críticamente y se siente cómodo colaborando y trabajando en equipo.

¿Qué podemos esperar en el futuro próximo de la investigación educativa? ¿Habrá campos de análisis predilectos?

Por razones obvias, la educación a distancia será uno de ellos. O la falta de medios tecnológicos para acceder a ella y cómo estas carencias influyen a la hora de que muchísimos alumnos se alejen, puede que definitivamente, de la escuela. El otro día escuché en una conferencia virtual que, durante el confinamiento, solo el 25 % de alumnos en India han dispuesto de tecnología para continuar aprendiendo. También se dijo que, durante la crisis del ébola, en Liberia se triplicó el porcentaje de alumnos sin escolarizar. Son datos terribles que requieren respuestas, y la investigación puede contribuir a dar las más efectivas.

En tu cuenta de Twitter te defines como education nerd [de difícil traducción, en castellano nerd sería una mezcla de empollona, pringada y obsesa]. ¿Qué implica ser una education nerd?

[Risas] Pienso que el sector educativo es el más interesante, con tantas variables, tan complejo y apasionante. Vivimos además un momento de cambio que lo hace aún más fascinante. Flujos de estudiantes internacionales, nuevas competencias para un futuro incierto… Podría hablar horas y horas sobre mi pasión por la educación, pero no creo que proceda. [Risas]

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/24/en-educacion-se-puede-medir-casi-todo-si-hacemos-las-preguntas-adecuadas/

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España: ‘Quererla es crearla’, una campaña por la educación inclusiva

Europa/España/Octubre 2020/eldiariodelaeducacion.com

  • En la víspera del comienzo de la tramitación parlamentaria de la Lomloe, un colectivo anónimo ha comenzado una campaña para reivindicar la necesaria apuesta por la inclusión en la futura ley.

nte el próximo trámite parlamentario de la LOMLOE el jueves 15 de este mismo mes, el surgimiento de esta campaña quiere ser un recordatorio público de que, pese a la necesidad de inversión y el enorme esfuerzo que va a
requerir por parte de todos los sectores implicados, la nueva ley no puede desaprovechar la oportunidad de iniciar un proceso irrevocable que garantice la presencia, participación y aprendizaje de todo el alumnado sin segregación de ningún tipo».

Así termina el comunicado de prensa enviado esta mañana desde la campaña ‘Quererla es crearla’, organizada por un grupo anónimo que intenta influir en la concienciación de que la inclusión de personas con discapacidad en el sistema educativo es un imperativo con el que la sociedad debe comprometerse.

Para ejemplificarlo, han realizado un vídeo en el que el grupo repasa algunas de las injusticias y luchas por la consecución de diferentes derechos de colectivos a lo largo de la historia. Desde los generados para terminar con la esclavitud y la segregación racial, los relativos a la igualdad entre hombres y mujeres, los derechos laborales de la clase trabajadora o los referidos a la infancia.

En el caso de las personas con discapacidad y la lucha contra la segregación educativa y social, el colectivo asegura que «no surge de un idealismo infundado, sino que se asienta en el derecho internacional, y particularmente en el artículo 24 de la Convención de los Derechos de Personas con Discapacidad».

Un texto que fue suscrito por España en 2008 y cuya primera década como parte del ordenamiento jurídico se celebró con la «condena» por el incumplimiento sistemático del mandato a la educación inclusiva. Algo que, hace pocas semanas, volvió a ocurrir con el caso concreto de Rubén, un joven que tras 10 años de litigio con las administraciones ha visto reconocidos sus derechos.

Más allá del vídeo, se ha puesto en marcha una web en la que el colectivo recoge información y documentación útiles para, según fuentes de la organización, «ser una herramienta útil para aquellas personas o colectivos que estén en lugares en los que se pueda disputar el derecho a la educación inclusiva».

En sus secciones puede encontrarse bibliografía en relación a la inclusión de personas con discapacidad en los entornos educativos, así como referencias a la legislación, nacional e internacional, vinculada a este asunto.

En la creación del colectivo y la campaña han participado «familias, profesionales de la educación y de la investigación educativa de toda España» que han preferido mantenerse en el anonimato para «evitar los prejuicios o conflictos más relacionados con organismos que con ideas».

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/14/quererla-es-crearla-una-campana-por-la-educacion-inclusiva/
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“Repensar las pedagogías y la educación pública” (vídeo)

Los días 13 y 14 de agosto se realizó de manera virtual la Conferencia Internacional “Desafíos para la investigación educativa a partir de la pandemia”, organizada por el Ministerio de Educación de Argentina, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, el Grupo de Trabajo CLACSO “Políticas educativas y derecho a la educación” y el IEAL, Internacional de la Educación para América Latina.

Participaron importantes referentes del sistema educativo de varios países de la región, entre ellos el escritor y académico Gary Anderson, profesor en la Universidad de Nueva York en los Estados Unidos.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=lz1I4_0pXt4

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La investigación educativa y la importancia de producir y circular nuevos conocimientos

Por:  Miguel Ángel Pérez

El efecto Covid se ha convertido en un verdadero parteaguas social y educativo en nuestra sociedad, de tal manera que hoy estamos ante una serie de cambios en el sistema que van desde modificaciones a la agenda pública y de gobierno, a las nuevas condiciones de operación del propio sistema hasta llegar a esta forma inédita de vincular al sistema bajo un formato virtual con la sociedad.

En educación el funcionamiento del sistema se integra de tres grandes componentes (hay más, pero se pueden distinguir a esos tres de manera esquemática). Un componente operativo que es el que da lugar a todo el despliegue funcional, penado en atender educativamente a todos los niños, niñas, jóvenes y personas que demanden atención educativa; un componente investigativo que tiene que ver con las tareas de conocer lo que se hace y las necesidades de conocimiento que se desprenden de ello y un componente de gestión, que tiene que ver con la adquisición y manejo de recursos, con la optimización de los mismos con presupuestar y abaratar costos y en síntesis con adquirir todo lo que se requiere para que el sistema siga funcionando. Algunos otros componentes están relacionados con la vinculación de los distintos subsistemas, para que dicha relación sea cordial y armoniosa y con la conformación de nuevo cuadros para que se hagan cargo de hacer funcionar el propio sistema, en cuanto a formar a docentes, directivos, asesores técnicos, gestores, etc.

En todo ello, el sistema por tradición solo se había preocupado en atender la parte operativa, es decir lo que tenía que ver con su funcionamiento. De esta manera se construían escuelas en cierto lugar, se habilitaba mobiliario, se enviaban docentes y un directivo, y se ponía a trabajar; hoy las nuevas condiciones de operación se han traducido en nuevas condiciones de conocimiento.

La investigación educativa es una tarea de cierto compromiso académico riguroso, pensada en responder a las preguntas que se generan con el funcionamiento del propio sistema y que están relacionadas con el conocimiento del mismo: explicar, describir, valorar, entender, proponer, mejorar, etc. son algunos verbos vinculados con la generación de conocimientos. Tradicionalmente las tareas operativas y de investigación, estaban distanciadas, escindidas, y la vinculación entre ambas era prácticamente inexistente.

Hoy más que nunca se hace especialmente necesario la tarea de investigación, con la finalidad de poder plantear y ordenar las preguntas del presente (en la era de la pandemia y del coronavirus) para darles respuesta de manera ordenada y sistemática.

La investigación está relacionada con la generación y producción de conocimientos, dichos conocimientos pasan por una agenda en la cual se conjuga una racionalidad colaborativa entre los intereses de los investigadores, las necesidades de las agencias de gobierno en cuanto a la confección y diseño de políticas públicas y las necesidades de la sociedad.

En todo ello, hoy en día reconocemos que hay necesidades emergentes de atención y de conocimiento producto de los cambios profundos y complejos que ha generado la pandemia por el coronavirus. El sistema educativo deberá modificar las estructuras y su funcionamiento de todos los días, hoy se requiere conocer más acerca de lo que ignoramos, para funcionar mejor, ¿Cómo hacerlo? Lo primero es que se requiere disposición de los órganos de gobierno, pero también disposición de los grupos académicos encargados de la tarea de generar nuevos conocimientos.

Es importante que cada escuela, cada centro de trabajo ligado con el componente educativo se conozca mejor desde su interior, es por ello que los colectivos docentes concebidos como comunidades de práctica, se hagan preguntas no sólo pensadas para operar mejor o para mejorar sus indicadores sobre los cuales están obligados a actuar, sino también preguntas vinculadas con la investigación es decir con el conocimiento. Y aquí se vincula todo el saber, para generar preguntas que nos lleven a cumplir con los tres componentes del sistema:

  • Mejorar las condiciones de operación, ser más eficientes, más efectivos y realizar el servicio de la mejor calidad.
  • Tener un mayor y mejor conocimiento de las condiciones de atención en las que se realiza la tarea educativa. Y
  • Conseguir todos los recursos necesarios para cumplir con las dos tareas anteriores.

De esta manera y a partir de la racionalidad anterior, la tarea de la investigación ya no sería de iluminados, sino de todo sujeto o agente que este verdaderamente preocupado o preocupada por entender de la mejor manera lo que nos está pasando y cómo, todo ello está íntimamente vinculado con los cambios que se están generando en la esfera gobierno, y en una sociedad que paradójicamente aún en la parálisis social se sigue moviendo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-investigacion-educativa-y-la-importancia-de-producir-y-circular-nuevos-conocimientos/

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Entrevista a Octavio Falconi: Una secundaria que valore la producción colectiva del saber

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La privatización de las ideas sobre la educación pública

Por: Linda Castañeda

Hay muchas reflexiones, análisis, estudios, etc. que evidencian que la privatización progresiva ha sido no solo una tendencia en el panorama del sistema educativo español, sino que no parece tener una frontera final, un límite al que no estemos dispuestos a llegar.

Dicen de los conversos que son los peores. Yo presumo de ser una conversa de lo público. Mi historia me llevó a entender el poder transformador de lo público tardíamente y esa misma historia me ha ayudado a ver muy de cerca las consecuencias de no creer en el poder de lo público para la gente, de dejar que los intereses de unos cuantos gobiernen el presente y el futuro de todos.

Aunque en las últimas semanas ha vuelto a saltar a la opinión pública la discusión sobre la privatización de la educación pública en España, no se trata de un debate nuevo. Mucho se ha hablado y mucho se ha estudiado sobre la perversidad de los procesos de privatización de la educación pública.

La mayoría de esos análisis se centran particularmente en una mirada que diferencia entre las instituciones educativas que responden a iniciativas y objetivos privados y que, reciban o no fondos públicos, se deben a tales objetivos y a la visión de la educación que les da sentido, y las instituciones educativas públicas que, como tales, están al servicio de los derechos de los pueblos a los que sirven. Es una distinción tremendamente intensa y que, precisamente en estos días, nos ha ocupado especialmente.

Sin embargo, quisiera detenerme en un aspecto de la privatización de la educación pública que va más allá del inaudito crecimiento de la oferta de escuela privada sostenida con fondos públicos (con la problemática de tremenda desigualdad y exclusión que se ha revelado como consecuencia) y un poco más allá de cómo las lógicas de las instituciones privadas (entendidas como empresas) han penetrado paulatinamente en las estructuras y culturas de las escuelas públicas. Quisiera detenerme en un aspecto del que hablamos con menos frecuencia pero que creo que debería vivirse de forma igualmente alarmante: la paulatina colonización del espacio de la educación pública con ideas que responden a intereses estrictamente privados.

La aparente necesidad/exigencia incesante y acelerada de innovación en el aula (especialmente con tecnología), la progresiva conversión de los profesionales de la educación a todos los niveles en meros operarios al servicio de estándares externos (desprofesionalización), la inmensa desconexión entre el mundo de la investigación educativa y la práctica de las escuelas, el abandono y la desafección de los poderes públicos -incluso aquellos que se consideran a sí mismos “progresistas”- por la educación pública, la generalización de la lógica del mercado como lógica válida para todos los aspectos de la vida -incluida la educación- y, finalmente, la consciencia de las empresas del potencial económico de convertir un derecho en un servicio y, más aún, en un producto con un mercado parcialmente virgen, ha generado las condiciones idóneas para un proceso de privatización de las ideas sobre educación -y en la educación pública- que resulta, como hemos dicho más arriba, particularmente preocupante.

Existe una masa potencial de sujetos y entidades con intereses privados que ejercen una influencia inédita en el sistema educativo a todos los niveles. Las ideas de la industria y muchas de las iniciativas empresariales privadas han generado discursos que operan sobre la base epistemológica de la educación y que impactan de forma evidente en los procesos de innovación educativa, en la generación de políticas para la educación e, incluso, en la investigación educativa.

La opinión pública suele estar muy preocupada por los asuntos relacionados con la educación que se derivan de otras cuestiones más mediatizadas y que a veces no están siquiera relacionadas con la educación. Sin ir más lejos, y por poner solo un ejemplo, mucho se ha discutido sobre las supuestas decisiones de los CEO de las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley sobre llevar a sus hijos a escuelas sin tecnología. Como si ser CEO de una tecnológica, o ingeniero desarrollador de software, te convirtieran en una suerte de especialista en educación o como si las decisiones sobre la escolarización de los hijos no tuvieran que ver, como ya se ha discutido en diversos estudios contrastados, con un complejo entramado de factores personales, sociales, familiares y contextuales referidos a esas familias en concreto, sino con una especie de flujo de información secreta al que acceden solo las cúpulas de determinadas élites económicas/tecnológicas (nótese que a nadie se le ocurre preguntar a dónde llevan a sus hijos los catedráticos de Didáctica del mundo, para elucubrar una teoría sobre la naturaleza de esas instituciones). Y lo malo es que son esas conversaciones pseudo-educativas, que responden a cuestiones e intereses privados, las que ocupan la mayor parte de los espacios de discusión pública y mediática sobre educación.

En otro plano, una gran cantidad de profesores llevamos a nuestro día a día como docentes, ideas de “innovación” (mucha tecnológica) detrás de las cuales casi siempre hay una inmensa nebulosa en la que no se llega a distinguir del todo qué viene de dónde, a qué órdenes obedece y/o a quién beneficia. En muchos casos tales innovaciones han sido “influidas” por el deseo personal de aprender a usar una determinada herramienta, o por una exhibición en la última feria educativa a la que hemos asistido (a veces “gratis” invitados por una fundación o editorial), o por una información/propaganda que hemos visto en los medios, o ha sido enunciada como la próxima gran revolución que seguir por parte de “alguien” con los suficientes seguidores en las redes sociales como para obviar su evidente falta de credenciales y la total opacidad sobre quién define sus intereses. Eso también es privatización.

Algunas políticas educativas usan como base y justificación los informes de las empresas tecnológicas o la publicidad, o asumen como propias las definiciones de cuestiones importantes hechas por intereses privados u organismos internacionales claramente dedicados a asuntos económicos o empresariales (el caso del concepto de calidad educativa, de competencia, de evaluación educativa o, incluso, de personalización), como si fuesen ideas trasplantables o como si usarlas no tuviera consecuencias más o menos directas en los desarrollos que pretenden.

Otras políticas responden a la implementación de una idea concreta, impulsada por un único grupo de influencia (a veces incluso soportado con fondos públicos) cuyos intereses han dejado de ser públicos en el momento mismo en que su mayor preocupación es la propia supervivencia, el prestigio o la influencia misma. Eso también privatiza.

Los temas abordados por los grupos de investigación en educación, los paradigmas a los que responden, las metodologías que usan, incluso los mecanismos de difusión de los resultados, responden a veces -quisiera pensar que pocas- a las tendencias enunciadas por corporaciones de publicaciones (antiguos grupos editoriales y hoy reconvertidos en grupos multimedia o compañías de servicios y contenidos educativos, que producen libros, revistas, y otros sistemas de divulgación), por grupos de presión, por lobbies creados por fundaciones con intereses privados, o directamente por un grupo de personas cuya única finalidad es mantener y mejorar su status quo en la estructura cada vez más performativa y “cuantofrénica” de la investigación. Lejos pues de los objetivos de la educación pública.

No se trata de un problema sin salida, al menos no se trata de un problema en el que todos y cada uno no tengamos algo que podamos hacer. Es insostenible que las políticas sigan ignorando sistemáticamente a la investigación educativa y sigan recogiendo como “mandatorios” los enfoques de las instituciones/empresas/fundaciones privadas.

Es crucial que desde las instancias públicas de investigación y de investigación en la acción educativa se genere discurso, un discurso relevante para la educación pública, comprometido y con las finalidades de esa educación, un discurso que se divulgue y se haga llegar a los profesionales de la práctica.

De la misma manera, es pertinente que exista un compromiso con la crítica de los discursos. No solo con hacerla, sino con fomentarla, con ampliar las visiones de la formación de nuestros profesionales de la educación –y de sus formadores– para que incluyan un deber permanente relacionado con el análisis de qué discurso ideológico (sí, sobre las ideas) subyace a las propuestas más o menos felices que oímos y hasta qué punto es compatible con el carácter público de lo que hacemos, y cómo no, con la crítica al discurso.

Nos jugamos el carácter público de la educación pública. Y se trata de algo mucho más grande e importante que la gratuidad de un servicio… se trata de la garantía de un derecho de todas las personas, un derecho que conforma la base de nuestra sociedad: la ciudadanía.

Hay muchas reflexiones, análisis, estudios, etc. que evidencian que la privatización progresiva ha sido no solo una tendencia en el panorama del sistema educativo español, sino que no parece tener una frontera final, un límite al que no estemos dispuestos a llegar y que, además, parece que aquellos que debieran ser los garantes de la educación como derecho público de las personas (no de sus padres) no parecen muy convencidos siquiera de que sea un problema. Todo ello ante la mirada atónita, descorazonada y, a veces, inactiva de los que sí lo creemos.
Tendríamos que hacérnoslo mirar, o mejor, empezar a actuar en consecuencia.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/27/la-privatizacion-de-las-ideas-sobre-la-educacion-publica/

Imagen: Mari Smith en Pixabay

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