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Enseñando en la era Trump

Por los editores de Rethinking Schools | Traducido por Floralba Vivas

Repensando las escuelas nació en la era de Reagan. Celebramos nuestro décimo tercer aniversario en la era de Trump.

Sabemos algo acerca de mantenernos esperanzados durante los tiempos difíciles. Hace tres décadas, en nuestro primer editorial, escribimos “No nos lamentemos, organicémonos”, tomando prestado el consejo del gran trovador de los trabajadores Joe Hill.

Si ha existido algún tiempo en el que necesitábamos acatar este consejo, éste es ese tiempo. Sin embargo, no es tan claro cómo seguir exactamente estas palabras en este momento histórico.

Necesitamos apoyarnos en todo
lo que hemos aprendido acerca de la resistencia y la enseñanza para la justicia social a lo largo de los años aunque, como educadores, sabemos que siempre tenemos algo que aprender. Esta es
una razón por la cual continuamos publicando Repensando las Escuelas y para invitar a nuestros lectores a proponer historias acerca de sus propias experiencias en la enseñanza y en sus escuelas –como una manera en la que los educadores y activistas puedan informarse e inspirarse los unos a los otros y para alinear nuestro trabajo con los jóvenes que comparten nuestras mismas aspiraciones a una sociedad mejor y más justa.

Al ser una comunidad multi-generacional, los editores
y contribuidores de Repensando
las Escuelas construimos nuestro entendimiento compartido del mundo y compromiso con la justicia social en los movimientos de los Derechos Civiles,
en contra de la Guerra estadounidense en Vietnam, y por la liberación de la mujer en los 1960 y 1970. Continuamos aprendiendo de las luchas en contra de la intervención de Estados Unidos en Centroamérica; y de los movimientos anti-segregación, LGBT, anti guerra
de Iraq y anti globalización. Más recientemente, los movimientos de Black Lives Matter, justicia climática, derechos de los inmigrantes y la Lucha por $15 han inspirado a un mayor número de educadores a intercalar asuntos de justicia social en sus salones de clase y a identificarse con Repensando las Escuelas.

Ahora estamos frente a Trump
– y la galería de corruptos racistas, billonarios, islamófobos, misóginos, y privatizadores quienes lo aconsejan y le sirven. Para hacer la situación aún peor, a nivel federal y en docenas de estados, los republicanos de la extrema derecha controlan los poderes legislativo, ejecutivo y algunas veces, el judicial. Aún más, la historia y contradicciones del Partido Democrático solamente enfatizan lo mucho que los movimientos sociales independientes necesitarán liderar la resistencia.

En su discurso inaugural, Trump dejó claro lo que él pensaba de las escuelas públicas. Él se quejó de las “matanzas” que han plagado la nación y dio como ejemplo “un sistema educativo inyectado con dinero
pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos estudiantes privados de todo conocimiento”. Y ahora tiene a Betsy DeVos como su secretaria de educación, una persona enteramente privilegiada quien ha pasado su carrera socavando y privatizando las escuelas públicas – y promoviendo charlatanerías educativas como su Neurocore “centros de rendimiento del cerebro”.

Bajo estas circunstancias, no solamente tenemos que ser educadores de la justicia social más eficientes sino también guardianes de la seguridad
de nuestros estudiantes y de la salud fundamental de la educación pública. Aún más, tenemos que encontrar el tiempo de organizarnos con otros y participar en los crecientes movimientos de resistencia a Trump y a todos los aspectos de su agenda.

A medida que reflexionamos sobre nuestros 30 años de publicación de Repensando las Escuelas y de nuestro trabajo por la justicia social, nos gustaría compartir algunas lecciones cosechadas de este trabajo.

Construyamos salones de justicia
 social. Hemos abogado por la belleza
y fortaleza de aquellos salones de
clase que prefiguran aspectos del tipo
de sociedad en la que nos gustaría
vivir. Hemos promovido prácticas motivadoras basadas en la teoría liberadora de Paulo Freire y otros. Las características de un salón de clases
de justicia social que describimos
en Repensando nuestros salones de
clase todavía animan nuestro trabajo
y publicaciones. Nuestra enseñanza debe alentar a los estudiantes a hacer preguntas críticas sobre nuestro
mundo. Debe apreciar el activismo y las luchas; y también la bondad, alegría y cooperación – un currículo de empatía que construye destrezas académicas esenciales y un entendimiento poderoso. Es hora de tener audacia en nuestro trabajo, no timidez. Puede que Trump sea el presidente pero no es el presidente de nuestros salones de clase.

Hagamos de nuestras escuelas invernaderos de la democracia. La enseñanza de la justicia social en un salón de clases aislado es difícil de sostener. La enseñanza más exitosa tiene lugar donde las escuelas enteras están comprometidas con esta pedagogía crítica y participativa. En contraste con las declaraciones fortachonas de Trump, “yo solo puedo arreglarlo”, nuestras escuelas deben promulgar
la democracia al ser gobernadas de
una manera colaborativa con una participación significativa de los estudiantes, personal, familias y padres. Dadas las incertidumbres políticas que se están desarrollando, la creación de las escuelas de la comunidad como centros de renacimiento y resistencia –anclas de la esperanza de nuestras comunidades – será una manera importante de luchar contra la agenda de Trump.

Promovamos la solidaridad para enfrentar el racismo y la xenofobia. El asalto de Trump a los inmigrantes y refugiados y la deshumanización de
las personas de color, están basadas en patrones históricos de la supremacía blanca, hostilidad hacia los inmigrantes y la demonización del “otro”, diseñadas para provocar el miedo. El primer 
libro que publicamos fue Repensando a Colón, el cual ofreció a los educadores
y activistas las herramientas para poner de cabeza al mito de El Descubrimiento de América de Colón, y mirar a estos eventos desde el punto de vista de las personas que estaban aquí primero. La publicación inicial de Repensando a Colón, en 1991, fue de 30.000 copias, las cuales se vendieron en tres semanas; y la publicación ha vendido ya más de un cuarto de millón de copias. Esta respuesta nos demostró que hay muchos educadores que, como nosotros, estaban hartos y cansados de un currículo que alababa la supremacía blanca.

El movimiento Black Lives Matter y otras luchas de larga duración por
la justicia establecen el contexto para la resistencia a estos ataques anti- refugiados y anti-inmigrantes de esta administración. En este momento los educadores y las escuelas tienen la gran responsabilidad de asegurarse de que, no solamente los estudiantes estén protegidos del acoso y hostigamiento, sino de que también actuemos solidariamente con aquellos estudiantes y familias quienes se enfrentan a la deportación.

Luchemos contra el sexismo, heterosexismo y transfobia. El sexismo y la misoginia desplegada por nuestro cuadragésimo quinto presidente nos 
ha dejado sin aliento. El que millones de personas puedan haber votado por
él – no obstante, no una mayoría – enfatiza la importancia del trabajo de la educación sobre la discriminación de género. Especialmente comenzando con el trabajo para nuestro libro reciente, Repensando el sexismo, género y la sexualidad, en el cual hemos buscado proveer una visión de lo que los educadores están haciendo – y pueden hacer – para luchar por la igualdad
de género y de la mujer. Las enormes marchas organizadas por las mujeres 
el día después de la inauguración
de Trump demostraron el poder del liderazgo de las mujeres e impulsaron la resistencia que será necesaria para desafiar la agenda de Trump.

Coloquemos a los niños primero, no 
los datos. Las políticas manejadas por las pruebas de las administraciones de Bush y Obama estrecharon el currículo y le colocaron una camisa de fuerza a la pedagogía. La amenaza ahora es que una administración que es profundamente hostil a todas las cosas públicas duplicará las políticas de prueba-y- castigo que comenzaron seriamente con el programa «Que Ningún Niño Se Quede Atrás (No Child Left Behind)», pero continuaron aún con mayor entusiasmo con Obama y Duncan. Siempre hemos sostenido que la mejor defensa para las escuelas públicas es transformarlas – repensar nuestros salones y nuestras escuelas, de manera que genuinamente satisfagan 
las necesidades de las comunidades a quienes sirven. Sin embargo, a medida que trabajamos para mejorar las escuelas públicas, necesitamos continuar oponiéndonos al uso de pruebas estandarizadas para desacreditar y desfinanciar a las escuelas. Las escuelas públicas necesitan más fondos, no menos, y necesitamos continuar luchando por ellos.

Luchemos en contra de la privatización de los bienes comunes. En 1988,
 solo dos años después de comenzar Repensando las Escuelas, hicimos una advertencia acerca de los peligros de la privatización de las escuelas. Milwaukee, donde comenzó Repensando las Escuelas, es el hogar del primer programa de voucher en la nación, con la mayor cantidad de fondos públicos para un programa de escuelas religiosas privadas, el cual ha recibido cerca
de dos billones de dólares en fondos públicos. Esto es un robo, simple y sencillo. A lo largo del planeta, este ataque a los “bienes comunes” – todo
lo que se necesita para el bien público, especialmente las escuelas – está esparcido. El nombramiento de Betsy DeVos como secretaria de educación
y la promesa de Trump de verter 20 billones de dólares en el programa privado de voucher indica el aumento 
de ataques a medida que los fanáticos religiosos y charlatanes a favor de la privatización a nivel local y estatal están envalentonados. Debemos continuar defendiendo la promesa de las escuelas públicas, a medida que trabajamos para asegurarnos de que éstas satisfacen las necesidades de los estudiantes.

Construyamos una solidaridad internacional. Más que nunca, los educadores necesitan pensar de manera internacional. La toma de poder de Trump es paralela a los movimientos de discriminación racial, neofascistas que están aumentando su poder en Europa – incluida Marine Le Pen en Francia, Golden Dawn en Grecia y Geert Wilders en Holanda. Este fenómeno internacional es el chivo expiatorio del “otro” para continuar los siglos de privilegio del norte “blanco” sobre el sur en general.

La gran demostración que hubo alrededor del mundo después de la inauguración de Trump fue una señal alentadora de que más y más personas fuera de Estados Unidos reconocen la necesidad de oponerse a las crecientes tendencias de híper-nacionalismo y un capitalismo sin restricciones.

A través de nuestros libros y revistas hemos alentado a los maestros a incluir una perspectiva global en su enseñanza – a enseñar de manera crítica sobre 
la “guerra contra el terror”, maquilas 
y la labor infantil, las intervenciones militares de Estados Unidos a lo largo del mundo, la ocupación de Palestina 
y la crisis climática. Más que nunca, necesitamos aprender de las luchas 
de los maestros y estudiantes en
México, Quebec, Chile y a lo largo del mundo, y vernos a nosotros mismos 
en solidaridad con las personas en cualquier lugar del mundo, que luchan por una mayor democracia y por un planeta en el que se pueda vivir.

Construyamos un sindicalismo
 de justicia social. Por más de 20
años hemos promovido una visión afirmativa del sindicalismo de justicia social, caracterizado por una mayor democracia y participación por parte
de los miembros, asociaciones con grupos comunitarios y la atención a asuntos de justicia social y pedagogía. El número creciente de sindicatos locales y estatales – en la Asociación Nacional de Educación y la Federación Americana de Maestros – que están poniendo 
en práctica aspectos de este tipo de sindicalismo es alentador y esperamos que inspire a muchos educadores más a llevar a sus sindicatos en esta dirección. Continuaremos publicando artículos que describan esfuerzos ejemplares para incluir a los sindicatos en el amplio movimiento de justicia social.

Apoyemos el activismo estudiantil. Los niños y jóvenes son nuestra mayor esperanza para crear un mundo decente. Como educadores, tenemos la responsabilidad moral y cívica de ser modelos para nuestros estudiantes. Nuestros salones deben ser lugares donde los estudiantes están motivados a pensar críticamente, a ver las cosas desde múltiples puntos de vista – especialmente aquellas que han sido silenciadas – y evaluar a quién sirven estos puntos de vista. Debemos animar a los estudiantes a informarse y tomar acción dentro y fuera del salón de clases. En los meses posteriores a la elección de Trump, miles de estudiantes salieron a la calle a lo largo del país. Creemos que el activismo estudiantil crecerá y debemos promoverlo y apoyarlo. Cuando los estudiantes siguen sus creencias y valores sobre lo que es justo, aprenden que la democracia sucede todos los días, no solamente durante el día de elecciones.
Todos estamos juntos en esto

Nos sentimos esperanzados en 
el crecimiento constante de la organización para la educación de justicia social durante los años recientes, incluyendo el aumento de las reuniones para la enseñanza de la justicia social a lo largo del país. Una de las reuniones más antigua y significativa es la que organiza todos los años Maestros para la Justicia Social (Teachers 4 Social Justice) en San Francisco; otras han surgido
en Nueva York, Boston, Chicago, Milwaukee, Filadelfia, el Noroeste, San Luis y otros lugares. Algunos grupos de educación para la justicia social como Educación para la Liberación y Paso Hacia la Justicia reúnen a maestros, estudiantes, padres y activistas para compartir sus experiencias y conversar sobre estrategias. Nuestro movimiento de rápido crecimiento, tiene un gran potencial de transformar los sindicatos de maestros, escuelas y distritos enteros.

Hace treinta años comenzamos Repensando las Escuelas como un periódico de formato pequeño gratis para los educadores de las Escuelas Públicas de Milwaukee. A medida que hemos crecido, alcanzando una audiencia a lo largo del país, esperábamos que lo que publicáramos ayudara a los educadores a convertirse en maestros y organizadores mejores. Treinta años más tarde, ésta sigue siendo nuestra meta.

Sin duda, se avecinan tiempos increíblemente difíciles pero sabemos que no hay mejor guía que las palabras de Joe Hill, con las que comenzamos hace 30 años: “No nos lamentemos, organicémonos”. ■

Fuente: https://www.rethinkingschools.org/articles/ensenando-en-la-era-de-trump

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Discapacidad. El CERMI llama a “remover conciencias” en España para seguir el ejemplo de Portugal en la inclusión educativa

España/26 de Junio de 2017/La Información

El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) realizó este jueves un llamamiento para “remover conciencias” en España, siguiendo el ejemplo de Portugal, en lo que se refiere a la implantación de un único modelo de educación inclusiva para el alumnado con discapacidad.Así lo manifestó el presidente del Cermi, Luis Cayo Pérez Bueno, durante la conferencia ‘La educación inclusiva en Portugal. Un caso de éxito’, impartida por la secretaria de Estado para la Inclusión de las Personas con Discapacidad del Ministerio de Trabajo, Solidaridad y Seguridad Social de la República Portuguesa, Ana Sofía Antunes.

El acto se celebró en la sede de Fundación ONCE y contó con la participación, además, de Ana Peláez, vicepresidenta del Foro Europeo de la Discapacidad (EDF); Pilar Villarino, directora ejecutiva del Cermi Estatal, y Ana Sofía Carvalosa, consejera de la Embajada portuguesa en España.El presidente del Cermi celebró que en Portugal, pese al modelo implantado, “no se sientan complacidos por los resultados y que estén pensando en mejorar, diagnosticando previamente los déficits. Hay ambición de mejora casi rozando la perfección”. Ana Peláez, por su parte, puso en valor el “compromiso” de la secretaria de Estado portuguesa, “con el que nos ha venido demostrando cómo entendía ella la política social”, y apuntó que la ONCE y su Fundación están al servicio de Portugal para seguir colaborando en el futuro.

Asimismo, Peláez explicó que durante sus ocho años de trabajo en Naciones Unidas “no se dudó en considerar el ejemplo de Portugal para ofrecer una guía a otros muchos Estados que no llegaban a ese nivel de compromiso”.En esta línea, la consejera de la Embajada de Portugal en España declaró que “una de las características que puede diferenciar a Portugal de muchos países es que tenemos una Secretaría de Estado específica sobre discapacidad”.Mientras, la directora ejecutiva del Cermi, además de trasladar las condolencias del movimiento de la discapacidad español por las víctimas del incendio que ha tenido lugar en el país vecino, señaló que el sistema de educación inclusiva en Portugal “supone, para nosotros, un buen modelo exportable para la defensa de los derechos fundamentales de las personas con discapacidad”. MODELO PORTUGUÉS.

En el transcurso de su ponencia, la secretaria de Estado de Inclusión del Ejecutivo portugués enumeró las claves del modelo implantado en su país, apuntando que “la preocupación por la inclusión de las personas con discapacidad en los centros de enseñanza ordinarios no es para nosotros algo nuevo, sino que ha sido un asunto asumido durante las últimas décadas en el seno de los diferentes gobiernos. Hemos querido recorrer un camino con pasos pequeños pero seguros”.En todo caso, Ana Sofía Antunes explicó que hasta 1974, para las instituciones la educación en general y la de las personas con discapacidad “no era ni mucho menos una prioridad”, sino que fue a partir de la instauración de la democracia cuando empezó a abordarse.

Así, recordó que la primera ley que afrontaba la necesidad de escolarizar a todos los menores con discapacidad e ir trasladándolos a la educación ordinaria se aprobó en 1977, “aunque seguía centrada en un modelo médico, basado en el etiquetado del alumnado, haciendo diferenciación entre los que eran escolarizables y los que no».Las dos leyes posteriores fueron la de 1991, “avanzada para su época pero con muchas carencias”, y la de 2008, que fue precedida de la creación de un grupo de trabajo con profesionales de diferentes ámbitos que pusieron las bases para el texto legal que vio la luz tres años después.Según detalló, en la segunda mitad de los 90 todavía había un 20% del alumnado con discapacidad que estaba escolarizado en colegios segregados, proporción que en 2009 era del 2%. En la actualidad, estimó que el dato ronda el 1,2%. “Se trata, en general, de casos con menores que tienen graves problemas de salud. Si bien no renunciamos a seguir reduciendo esta cifra, la prioridad es seguir mejorando la calidad de la atención que reciben los alumnos con discapacidad que ya son escolarizados en las escuelas ordinarias”,  agregó Ana Sofía Antunes.

Agrupar recursos y personal para atender a personas con diferentes discapacidades en algunos centros educativos de cada zona geográfica para que haya cerca de cada familia un colegio adecuado; reclutar profesores expertos en diferentes discapacidades; ir derivando alumnos con adaptación curricular al conjunto de asignaturas que siguen el resto de sus compañeros, o haber reconvertido al personal y los recursos existentes en los centros segregados que se han cerrado para que sigan siendo útiles en los colegios e institutos ordinarios son algunas de las características del sistema educativo portugués enumeradas por Antunes durante su discurso.

Por último, hizo hincapié en los puntos que quedan por mejorar, como el hecho de que en ocasiones haya alumnos que permanecen más tiempo del necesario en las unidades de currículos alternativos, o que si bien se puede hablar de verdadera inclusión de alumnos con discapacidad sensorial o física, “tengo dudas” al hacerlo de quienes tienen discapacidad intelectual y del desarrollo.“Portugal tiene una escuela inclusiva para muchos e integradora para algunos, por lo que es un modelo bueno que presenta lagunas”, enfatizó Antunes, al tiempo que explicó que actualmente se está trabajando en una nueva ley de educación inclusiva que corrija los errores del modelo de 2008.

Fuente: http://www.lainformacion.com/educacion/escuelas/DISCAPACIDAD-CONCIENCIAS-PORTUGAL-INCLUSION-EDUCATIVA_0_1037898115.html

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La educación, un debate ya.

La educación puede producir, a nivel de sociedad y de los individuos, adición a la justicia para contrarrestar la capacidad de generar desigualdades.

Por: Cecilia López Montaño.

A raíz de la muerte de un gran amigo y uno de los profesionales latinoamericanos más sobre salientes en el campo de la investigación en educación, Juan Carlos Tedesco, tuve la oportunidad de conocer su última conferencia, meses antes de su desaparición.
Después de escucharla repetidamente, creo que da los mensajes que hoy se requieren en Colombia. Adicionalmente, estas reflexiones vienen en el momento preciso, en medio de este larguísimo paro de maestros, porque dejan en evidencia la pobreza de nuestro debate sobre la educación. No se trata de desestimar las razones del paro, pero sí es una invitación para abrir una discusión más profunda sobre lo que hoy significa ser educador y frente a los reales objetivos del sistema educativo colombiano.

Pocas veces los economistas tenemos la oportunidad de escuchar una visión histórica, que relacione, de manera clara y contundente, la evolución del sistema educativo de la región con las formas de producción vigentes, y menos aún, con las consecuencias que se desprenden de esta realidad. Por ello, incluyo el link de la conferencia de Juan Carlos Tedesco, porque aporta numerosas luces, en este y otros temas, que no estamos considerando.

http://www.redposgrados.org.mx/red_de_posgrados_en_educacion/.

Precisamente, para los economistas, esos análisis aclararían, en parte, la pregunta de por qué seguimos siendo la región más desigual del planeta y nuestro país uno de los más injustos. Al hacer un recuento histórico sobre la forma como ha evolucionado la educación en el mundo y en América Latina, dos de las reflexiones de Tedesco son particularmente pertinentes. La primera se refiere a que entre nosotros, en algún grado, se dieron los cambios en la educación que buscaban fortalecer la ciudadanía, sin embargo, nadie se ocupó de reconocer que el sistema productivo seguía siendo el mismo, excluyente, concentrador e injusto. Tratando de interpretar a Tedesco, en nuestra región en particular muchas cosas han cambiado, como él afirma, “vivimos transformaciones muy profundas”, pero la forma como se produce sigue siendo intocable. Además, afirma que con esta sociedad del conocimiento, se genera innovación, se exige mayor estudio en las actividades productivas y sociales, pero, al mismo tiempo, se genera exclusión, fragmentación, xenofobia y todos esos males que hoy caracterizan al mundo.

La segunda observación plantea que, a mediados del siglo XX, cuando la educación pierde el sentido de crear ciudadanía, de desarrollar la educación pública para apoyar la nación, la educación entra al campo de la economía. Es decir, deja su sentido de construir ciudadanos para producir recursos humanos para el desarrollo. Se vive un déficit de sentido de la educación, que se acentúa a partir de los años noventa. Ya no se trata de un gasto sino de una inversión, se impone lo privado sobre lo público, que genera cohesión, prima la individualidad y la discusión educativa se centra en lo administrativo. ¿Alguna vez los economistas nos hemos preguntado las consecuencias de este cambio que aplaudimos? Pero resulta que los verdaderos educadores si lo han hecho, y de su preocupación nacen las dos preguntas vitales que de acuerdo a Tedesco, son el desafío actual de la educación: ¿para qué? y ¿para dónde?

Sin embargo, se reconoce que hay una preocupación mundial sobre la necesidad de generar justicia social, y en ese punto, según Tedesco, se debe centrar el debate educativo. La educación es la que puede generar. a nivel de la sociedad y de los individuos, “adición a la justicia” para contrarrestar “la profunda capacidad que tiene el nuevo capitalismo de generar desigualdades”. Se trata de una educación que contribuya a acabar con la hipocresía individual que aprueba la equidad general, pero practica la desigualdad cuando de sus intereses personales se trata. Frente a esta tarea transformadora a nivel individual y social, los docentes dejan de ser empleados públicos para convertirse en actores del profundo cambio que nuestra región exige.

Al mirar el contenido de las demandas de los maestros es evidente que se concentra en temas administrativos, particularmente en la remuneración, los servicios de salud, la dotación de infraestructura, entre otros. Claro que debe reconocerse que en Colombia, ni los maestros ni los policías, han recibido jamás el reconocimiento que se merecen por las imprescindibles tareas que realizan para bien de los individuos y de la sociedad. Estos temas deberían haberse resuelto hace rato, pero como todavía figuran en los pendientes, en la movilización de los maestros no es la política educativa del país la que está en juego. Como afirma Tedesco, mejores insumos materiales no mejoran los resultados, pero, además, la política educativa no se puede limitar a la discusión de los salarios.

Por eso, una vez resuelto el paro en Colombia, se tiene que entrar a discutir para qué estamos educando a nuestros jóvenes y para dónde debe ir el sistema educativo. Tedesco nos deja insumos para esta discusión:

* Colombia, desde ya, debe pensar en el largo plazo y reconocer que la educación anticipa el futuro.

* La educación no tiene plazos gubernamentales, debe ser una política de estado.

* Sin educación, la reducción en pobreza y marginalidad es una tarea imposible.

* La educación no es una política sectorial, sino el pilar de una sociedad más justa.

* Los educadores son actores sociales y no simples funcionarios públicos, porque deben lograr transformaciones en los individuos y en la sociedad.

Fuente: http://www.portafolio.co/opinion/cecilia-lopez-montano/la-educacion-un-debate-ya-analisis-506669

Imagen: https://www.grupopiquer.com/wp-content/uploads/2016/07/ni%C3%B1os-en-el-instituto.jpeg

 

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La paz neoliberal santista, la paz de los sepulcros uribista y la paz como justicia social

Por Oto Higuita
El régimen del narco-presidente Santos busca principalmente desarmar y desmovilizar a las FARC y al ELN al menor costo social y político para su clase

Hacer una campaña nacional para recolectar firmas y presionar la disminución del salario de 300 congresistas es una jugada política que deja titulares de prensa, gana adeptos, desata la rabia e indignación contenida en cada colombiano que está asqueado con la corrupción, la política y la mala gestión, pero no asusta ni preocupa a los funcionarios de salarios “desproporcionados”; y lo más grave es que genera la idea de que si se le baja el salario a los miembros del Congreso, lo cual es dudoso que se logre con firmas, avanzamos hacia la justicia salarial y dado el paso hacia la conquista del poder político en Colombia. Nada más astuto pero falso vender esta idea a la gente.

¿Por qué no emprender una campaña y movilización nacional, no solo de firmas, donde exijamos en las calles el aumento del salario mínimo un 100%, del que viven millones de trabajadores y familias en Colombia? Porque es una estrategia y acción política que requiere no solo compromiso, sino tiempo y sistematicidad, y las elecciones están encima y hay que apresurarse a recoger del momento propicio que otros han creado.

Hay varias agendas políticas a la presidencia que compiten y se disputan el terreno de las simpatías y apoyos en el país. Agendas que se podrían ordenar de la siguiente manera: la paz neoliberal santista con todo su aparato burocrático-estatal sostenida desde la Unidad Nacional, que busca principalmente desarmar y desmovilizar a las FARC y al ELN al menor costo social y político para su clase, con cambios mínimos en la estructura de poder; es la llamada paz barata y sin muchos espavientos que busca esta fracción burguesa.

Luego está la paz de los sepulcros, de la extrema derecha encabezada por el Centro Democrático y sus aliados (terratenientes, “nuevos” propietarios de tierras expropiadas, narco-paramilitares, las iglesias reaccionarias, los falsos moralistas como el ex procurador del OPUS DEI), gemela de la paz neoliberal santista, que busca desconocer los acuerdos y retomar el poder en el 2018 para completar la tarea de “liquidar” el enemigo interno y dejar inmodificable la estructura de poder, sin cambios ni siquiera mínimos.

Finalmente, está la paz con justicia social que pasa por la implementación y cumplimiento de los acuerdos, si lo que buscamos es el fin del conflicto armado y cambios profundos en las estructuras socio-económicas, política y culturales, a lo que aspira la mayoría del pueblo colombiano, pero que va tomar años de lucha, movilización, lágrimas y sangre, tal y como se avizora el panorama con los asesinatos y amenazas a los líderes y lideresas de los movimientos sociales.

¿Es la lucha anticorrupción una agenda en sí misma? Así la usen como bandera principal y única para un programa de gobierno, por el enorme atractivo que produce en millones de ciudadanos, no deja de ser una consigna que servirá para despertar la indignación, apatía y abstención que hay incubada en una inmensa franja de la población. Pero como bandera de gobierno no sería la ruta para llevar a cabo los cambios profundos, estructurales y democráticos que requiere la sociedad, el régimen político, las instituciones y sobre todo el modelo económico vigente, el neoliberalismo. En ese sentido, la lucha anticorrupción será una meta a alcanzar en la medida en que produzcamos los cambios profundos y estructurales que se plantean los acuerdos en sus 6 puntos. Porque como reza la consigna, El sistema no puede combatir la corrupción, porque la corrupción es el sistema.

Por otro lado, se acabó la gran mentira que la corrupción era un mal endémico del sector público. ¿No fue esa una de las razones y argumento con que la mayoría de economistas, ideólogos, creadores de opinión y tanto intelectual funcional al sistema desacreditaron y denigraron del sector público para poder entregarlo a los brazos de la privatización? Hoy con evidencias contundentes, se demuestra la estafa en que estaba montada la llegada de la democracia liberal perfecta. Por supuesto, hubo economistas y analistas que no se dejaron arrastrar de la avalancha de la “apertura económica”, la “globalización”, el “libre mercado”, la privatización de lo público y la “novedad” del neoliberalismo con que alimentaron la campaña publicitaria e ideológica global que anunció el “fin de la historia”, y hasta del “último hombre”.

La historia de la corrupción es tan antigua como la civilización misma, con la diferencia de que adquiere mayor complejidad y sofisticación cuando las sociedades pasaron de sociedades triviales, nómadas y recolectoras, a formas sedentarias más organizadas que desarrollaron y crearon estructuras políticas, militares y burocráticas que hizo al mismo tiempo más difícil descubrirla y controlarla.

En Egipto hubo un monarca, Horemheb, que gobernó entre 1343 y 1315 A.C. y estableció un código que decía: “Se castigará con implacable rigor a los funcionarios que, abusando de su poder, roben cosechas o ganado a los campesinos bajo el pretexto de cobrar impuestos. El castigo será de cien bastonazos. Si el involucrado fuera un juez, la pena será de muerte”. Esto se decía ya hace más de 3 mil años. (http://bit.ly/2j7xSsh) (http://bit.ly/2kbOTWj)

Uno de los historiadores más importantes de nuestro tiempo, el profesor emérito de historia de la Universidad de Princeton, Arno J. Mayer, analizando cómo han sido recurrente los escándalos de corrupción en los EEUU, en un artículo publicado en el 2009 sostenía que la ´“Corrupción”, en realidad, es una palabra-concepto muy polémica, sobre todo cuando su uso retórico intenta aplicarse a la guerra política. Su carga negativa –que incluye el soborno, la extorsión o el nepotismo- se utiliza para movilizar el apoyo popular y partidista contra los competidores o rivales.” Si la venalidad, condición del corruptible o quien puede ser sobornado, es innata a la condición humana, afirma, se entiende entonces que quienes han sido electos a cargos públicos, son administradores o gobiernan lo público, tiendan a ser corruptos o los corrompe el poder, como tantas veces se ha dicho. (http://bit.ly/2jnVmtq)

En la antigua Roma, sostenía el historiador Paul Veyne, la corrupción se institucionalizó hasta el punto que el problema no era que esta fuese una práctica usual, sino que fuera demasiado evidente. Y donde el clientelismo, el favoritismo y el tráfico de influencias eran prácticas comunes en la metrópoli.

Sin duda la Revolución francesa generó un optimismo desmesurado en muchos, a partir del advenimiento de la sociedad burguesa y el capitalismo, en la creencia de que el triunfo de la burguesía sobre el feudalismo, el despotismo, la nobleza, la monarquía y la iglesia supondrían el fin de los abusos de éstos estamentos. Pero una vez ascendieron industriales, banqueros y políticos al poder del Estado, las prácticas corruptas aparecieron de nuevo, sofisticadas y acordes a las exigencias y condiciones de la nueva clase que acababa de ascender al poder.

Los casos más recientes de corrupción en Colombia, o los que estallan a diario por los grandes medios de comunicación, son apenas la confirmación del carácter global e histórico del fenómeno que apropia los bienes públicos en beneficio del interés privado e individual.

Un repaso a los más sonados casos de corrupción, soborno, coimas y otras formas de apropiarse y saquear los bienes públicos en Colombia demuestra que es una tendencia presente en todos los gobiernos desde la época colonial, pasando por las primeras repúblicas, hasta las modernas. De hecho Simón Bolívar hizo decretos declarando la pena de muerte a funcionarios que robaran, usaran o apropiaran bienes o dineros públicos para su propio enriquecimiento o beneficio individual. Estaba en primer orden la guerra de liberación e independencia, y ésta requería no tanto de caudillos corruptos, como de funcionarios para los nuevos cambios y exigencias de las nuevas repúblicas.

De la corrupción no se salva ni la empresa “nacional” como tampoco las extranjeras. ¿O qué otra cosa hicieron las empresas nacionales que crearon carteles de precios, aumentando éstos y restringiendo la competencia, para aumentar sus ganancias y afectar el bolsillo de los consumidores con productos como el arroz, el azúcar, el cemento, el ganado, el papel higiénico, los cuadernos, los pañales? ¿Y cuál ha sido la sanción? ¿Han resarcido a la sociedad por el daño que causaron? ¿Han sido expulsadas de la ANDI?

Ni el futbol ni el periodismo escaparon a la “causa” del enriquecimiento ilícito, como es el caso del expresidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Luis Bedoya, quien según la justicia norteamericana, recibió cerca de 7,5 millones de dólares con el fin de aprobar un contrato de patrocinio comercial para que una empresa española se quedara con estos derechos. ¿O qué otra cosa son los Panamá Papers, donde están comprometidos 1.245 colombianos, entre ellos editores de medios de comunicación como Darío Arismendi, de Caracol radio?

De los escándalos en las esferas del poder se conoce más, no obstante también ha sido desfalcada la salud (SaludCoop), el agro (Ingreso Seguro), la educación (Córdoba), la infraestructura, la nutrición de niños/as (La Guajira y Chocó). Tal vez sea cierto que el escandalo económico del siglo sea Reficar (Refinería de Cartagena), que según la revista Semana tuvo un sobre costo de más de 4.000 millones de dólares. Superando con creces la escándalo de Odebrecht, que según el departamento de Justicia de los Estado Unidos, sobornó funcionarios y políticos colombianos con 11 millones de dólares. Entre otras cosas, ¿cuál es el interés real del Departamento de Justicia de los EEUU con sus investigaciones e inteligencia apoyada por la CIA y el FBI, combatir la corrupción como un mal que puede acabar con el sistema capitalista, o posicionar las trasnacionales gringas en los grandes negociados a costa de las latinoamericanas?

Sin embargo y a pesar de la avalancha de escándalos, hiere más la consciencia humana el despojo de tierras a cientos de miles de familias campesinas pobres y medianos productores en Colombia, durante la guerra. Así como el asesinato de miles de trabajadores y pequeños propietarios del campo, y el desplazamiento forzado de millones de sus territorios. Un asunto nodal y central de los acuerdos, que está en la raíz misma del conflicto armado, que incluso significó que se haya abordado como un puto específico. Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral. Que “sienta las bases para la transformación estructural del campo, crea condiciones de bienestar para la población rural (…) y de esa manera contribuye a la construcción de una paz estable y duradera.” Que sus principios son la transformación estructural; igualdad y enfoque de género; participación; etc. Que crea un fondo de 3 millones de hectáreas de tierra en los próximos 10 años, que se busca formalizar masivamente la pequeña y mediana propiedad rural con 7 millones de hectáreas.

En “LA VERDAD EN EL ABANDONO FORZADO Y EL DESPOJO DE TIERRAS”, Camilo Gonzales Posso, en el Panel, Diálogo de la memoria: Territorio y despojos, que se realizó en Bogotá el 8 de abril de 2013, se preguntaba: ¿Cuántas hectáreas han sido abandonadas forzadamente en Colombia? La cifra más mencionada esta alrededor de 6,5 millones de hectáreas. A la luz de esos datos que se basan en registros realizados por entidades estatales, puede afirmarse que el abandono forzado de tierras registrado entre 1994 y 2102, no es inferior a 400.000 predios, 500.000 familias, ni a 10 millones de hectáreas…500.000 familias expulsadas de sus predios en el desplazamiento forzado (http://bit.ly/1dZxkCv)

En un contexto donde los acuerdos no han empezado a implementarse en firme y cada vez aparecen más trabas y amenazas, donde la implementación es incluso más importante que la firma de estos, por supuesto que es fundamental un gobierno hacia el 2018 que se comprometa por medio de un programa a llevarlos a cabo, lo que quiere decir que los puntos de los acuerdos serían la cuota inicial de ese programa. Pero, ¿se puede realizar dicho programa de gobierno con quienes afirman que la corrupción es el primer problema del país, cuando no hemos ni siquiera empezado la implementación que debe poner fin a un conflicto armado y una guerra que sigue viva? Simplemente no.

Colombia es de lejos el país más corrupto del continente, porque no es una estructura burocrática-gubernamental aislada del contexto internacional y del sistema económico que lleva implícita el virus de la corrupción que saquea la riqueza pública en beneficio del interés privado, individual y de las grandes empresas.

Sostener que la corrupción es el principal mal del país, cuando ni siquiera el respeto a la vida lo es, es sin duda una hábil maniobra política que genera simpatía y posiblemente votos, pero es también una irresponsabilidad histórica y ética. No es bien visto que, a nombre de un discurso desde la oposición democrática, se critique el régimen corrupto y oligárquico que ha gobernado por décadas Colombia, y al mismo tiempo apelar a los viejos estilos y formas para conquistar simpatías políticas y votos.

Más aún, cuando el crimen político sigue vigente e impune y los enemigos de los acuerdos los atacan con la firme intención de destruirlos y devolvernos al pasado de la guerra, y ninguno de los que han propuesto su nombre como candidato a la presidencia y que prometen sacar a Colombia del «terrible» mal de la corrupción, han manifestado públicamente su compromiso con la principal tarea del momento que es construir una alianza política amplia, hacer una consulta sobre candidaturas, y construir un programa de gobierno desde abajo para implementar unos acuerdos que conllevan un cambio estructural, histórico, de profundas reformas que no solo cierren el conflicto armado de más de 50 años, sino que reconcilie la sociedad, que amplíe, profundice y radicalice la democracia: ¿de qué otra manera se puede hablar de acabar con el cáncer de la corrupción y otros males de la nación?

Ponerse de espaldas a los acuerdos de paz y la importancia cardinal de la implementación porque sus posiciones políticas, su anticomunismo, su odio y rencor contra las FARC no se les permite, es una cosa, pero otra muy distinta es tratar de desconocer con la bandera anticorrupción el potencial de cambio y transformación estructural que encierran.

Texto completo en: http://www.lahaine.org/la-paz-neoliberal-santista-la

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Pacto Universitario por la Paz y llamado a su recuperación intelectual

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez

El 10 de septiembre de 2016, representantes de 18 universidades publicas con presencia en las regiones de Colombia y 4 institutos universitarios se reunieron a pensar y formular una ruta de trabajo común hacia la implementación de los acuerdos y consolidación de una paz estable y duradera. El Centro de Pensamiento para la Paz y el Ministerio de Educación Nacional, abrieron el espacio que culminó con una agenda regional. El primer acuerdo fue un documento llamado Manifiesto Publico Universitario de Girardot sobre Regiones y Paz, mediante el cual la Educación Superior Publica es ratificada como parte vital y necesaria para promover la humanización que exige la paz en sus localidades y regiones. Las universidades comprometieron sus esfuerzos para trabajar con el mas hondo sentido ético, político, científico y cultural, en aras de impedir que uno solo de recursos genere mas victimas o sea arrebatado por agentes de poder para sus fines particulares.

El 9 de febrero de 2017, siguiendo el trazado del Manifiesto de Girardot, los Rectores de esas mismas universidades y 5 mas, asumieron el compromiso público de apoyar Institucionalmente las tareas de construcción de paz, mediante la firma del Pacto Publico por una Educación Superior Para la Paz, que avance como una Red de Educación Superior por la Paz, en la implementación de los acuerdos de paz firmados con las FARC y en curso con el ELN. Con este pacto quedan vinculados el Ministerio de Educación Nacional y las Universidades Nacional (Bogotá, Arauca), Choco, Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), Cauca, Nariño, Amazonia (Leticia), Popular del Cesar, Cauca, Cundinamarca, Guajira, La Paz (Barranca), De Pamplona, Francisco de Paula Santander, Sur-Colombiana, Magdalena, De los Llanos, e Instituciones como Educación Rural (Pamplona), Tecnológica del Putumayo, Instituto del Deporte entre otros.

La iniciativa del Manifiesto quedó disuelta en el Pacto y se espera del Gobierno la ratificación efectiva de compromisos y búsqueda de conversión de los acuerdos a políticas publicas, que ofrezcan un comportamiento Institucional articulado y atiendan aspectos urgentes como la financiación de las universidades publicas, respeto por la autonomía, garantías laborales al profesorado y trabajadores, y sobre todo, el cese de hostilidades ejercidas a través de la política educativa actual que asfixia con presiones de ampliación de cobertura y formalidades de acreditación y otras gestiones inconexas que bloquean las ideas y responsabilidades sociales de las universidades en cada región.

Las Universidades a la vez aceptan el llamado a asumir responsablemente su participación en la construcción de paz con justicia social y reconocimiento de derechos. Estos compromisos crean un marco de condiciones para que las universidades demuestren ser los referentes éticos reales a las que las victimas puedan acoger sin recelo y las nuevas formaciones políticas sin desconfianza. Hacia adentro tienen el encargo de revisar sus concepciones de poder, eliminar prejuicios, estigmas y maneras autoritarias de comportamiento excluyentes. Es un buen momento para que sus órganos de gobierno promuevan la recuperación de la función intelectual de la universidad y del pensar y actuar en colectivo e impulsen la función del conocimiento como herramienta de transformación de las relaciones de desigualdad y discriminación que padecen las amplias mayorías de población.

Es momento también para que el intelectual universitario, el sujeto académico, se haga oír, suscite debate y controversia, se exponga en el debate publico con sus escritos, con su verbo, con sus logros científicos y culturales, recupere la dialéctica y el argumento y abandone el aislamiento provocado por la muerte que rastrillaba al país eliminado oposiciones. Los intelectuales constituyen la base que da solidez a las universidades, que entiendan que su grandeza no esta en sus métodos de medición, ni sus capacidades técnicas, ni sus edificios inteligentes y menos en los maquillados informes de pacificación y buen vivir fabricado por expertos. La grandeza esta en su capacidad para decir y hacer en la ciencia, la cultura, el humanismo y la técnica con la verdad y con convicción ética.

Los lugares de la función intelectual están atrapados por las estrictas técnicas de aula empeñadas en sacar adelante el saber por fragmentos y resultados llamados hoy productos académicos, que aunque no impacten la realidad, ni refuten o complementen teorías endurecen mitos mercantiles como la indexación, citación, acreditación y certificación, que por su reputación intimidan e invalidan la potencia de las universidades de menores recursos y capacidades, que son en esencia las que pueden prestar su mejor concurso en la construcción de paz real. Estas formas que impregnaron la cultura universitaria anteponen a la sustancia de las cosas y las acciones la formalidad útil al interés particular de autopromoción académica y no del cambio social, que alienta el intelectual cuyo rasgo principal es poder ejercer su libertad de escribir, hablar, actuar, ser soberano para intervenir en el debate publico sin condicionamientos, ni ataduras dogmaticas y cumplir una función social orientada a transformar la realidad representando a otros que no son necesariamente su comunidad política ni académica.

 La universidad y con ella sus intelectuales están sometidos a las exigencias de la sociedad, no las del gobierno, ni las de grupos de poder económico o político y para ser un actor principal de paz tiene el compromiso de mantener autoridad ética y resistir los embates del poder estatal o paraestatal, sin sucumbir a las trampas de premios, apoyo a proyectos, recursos adicionales o compensaciones por su tarea vital. La razón de ser intelectual colectiva de la universidad es contribuir con las herramientas adecuadas a mirar la realidad tal como es y describirla, evidenciarla y poner toda su potencia al servicio de la sociedad para transformarla, además de aprender a ponerse de pie cuando intuya o perciba un solo ataque o agresión contra la dignidad humana. La paz exige palabras, voces múltiples, explicaciones a lo que la gente lucha, hace y dice y el intelectual es ante todo un traductor no un guía, ni un consejero. La universidad y sus intelectuales tienen en sus manos este momento histórico de fin del conflicto armado, para recuperar su misión, mirar con detenimiento las partes de la realidad fragmentada y contribuir a armar el rompecabezas de la memoria colectiva y del proyecto de nación a construir, y aprender y enseñar a imaginar, soñar, construir otros mundos negados y a vivir sin autoritarismos, astucias, ni temor, y si con tranquilidad, fraternidad, con dignidad.

 

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Las universidades en América Latina: ¿reformadas o alteradas?. La cosmética del poder financiero

Autora: Mollis, Marcela

Año: 2003

Editorial: CLACSO

Ciudad/País: Buenos Aires, Argentina

ISBN: 950-9231-84-3

Sinopsis: En la llamada década perdida para el desarrollo económico, para la equidad y para la justicia social, las universidades han perdido su razón d’être. Al quebrarse el contrato social con el Estado y ser arrojadas a las fuerzas del “todopoderoso mercado”, las universidades públicas y privadas de América Latina comenzaron a transitar la “mercadotecnia” 1 como una alternativa para recuperar su debilitado financiamiento y buscar una nueva identidad.

En estos capítulos intentaremos brindar respuestas a una pregunta clave para la identidad universitaria latinoamericana del tercer milenio, raras veces orientadora de los debates acerca de las reformas y sus impactos: ¿cuál es el sentido sustantivo de la gran transformación de la universidad en el mundo global?

Descargar aquí: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20101109010429/mollis.pdf

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Ser Anticapitalista hoy: Una cuestión de sentido común

Por: Mateo Aguado.

Hace poco más de un año tres reputados científicos de la NASA publicaron un impactante estudio en el que, basándose en complejos modelos matemáticos, pronosticaban el posible colapso de la civilización humana para dentro de pocas décadas. Las causas que se aludían como determinantes para llegar a tales conclusiones eran principalmente dos: la insostenible sobreexplotación humana de los recursos del planeta y la cada vez mayor desigualdad social existentes entre ricos y pobres (1).

Más allá de analizar la gravedad de esta predicción, me gustaría hacer notar que los dos motivos que –según estos investigadores– podrían acabar provocando el derrumbe de nuestra civilización son precisamente dos de las más claras características que posee el sistema capitalista: una insensibilidad total hacia la sostenibilidad ecológica del planeta y una abrumadora despreocupación hacia la (des)igualdad y la (in)justicia social.

En consecuencia –y como se verá en mayor profundidad en las líneas que siguen– no resultaría demasiado descabellado afirmar que el capitalismo es, a día de hoy, una de las mayores amenazas que se ciernen sobre la continuidad de la cultura humana en el planeta Tierra.

Evidencias de un sistema insensato

En las sociedades modernas de hoy en día nos hemos acostumbrado a asociar el poder adquisitivo con la capacidad de alcanzar una vida feliz. Es decir, se asume que –más que menos– nuestro nivel de renta determina la felicidad que podemos llegar a alcanzar en nuestra vida (o, como se suele decir, que el dinero da la felicidad).

Esta engañosa forma de concebir la vida (basada en los aspectos materiales y monetarios como medida a través de la cual lograr una vida buena) representa, probablemente, la mayor herramienta moral que posee el capitalismo en la actualidad. Sin embargo, y como veremos a continuación, esta concepción ofrece al menos dos evidencias que la hacen insostenible.

I) La evidencia social

Desde el punto de vista social el capitalismo es insostenible en tanto en cuanto promociona una sociedad global de poseedores y desposeídos en donde el sobre-consumo innecesario de unos pocos se produce a costa de las carencias vitales de la mayoría. Y es que una de las características que ha demostrado tener el capitalismo moderno es la construcción de sociedades en las que tienden a crecer las desigualdades sociales (lo cual sucede tanto si pensamos a una escala planetaria, a nivel de países, como si lo hacemos dentro de un mismo país bajo el prisma, cada vez más simplificado, de clases).

Paralelamente a esta estratificación económica de la sociedad en dos claros grupos (unas élites muy ricas y unas masas pobres), el capitalismo no ha logrado tan siquiera cumplir su clásica promesa de traer la felicidad a un creciente número de personas. Son cuantiosos los estudios que en este sentido han cuestionado rotundamente el axioma tan fuertemente instaurado en el ADN capitalista (y en el imaginario colectivo) de que el dinero da la felicidad. Estos estudios vendrían a mostrarnos cómo la correlación entre los ingresos y la satisfacción con la vida sólo se mantiene en etapas tempranas, cuando el dinero es usado para cubrir las necesidades más básicas. A partir de este punto entraríamos en una situación de “comodidad” en donde más dinero ya no significa necesariamente más felicidad. Es más, una vez ha sido alcanzada esta situación, seguir buscando obstinadamente el crecimiento económico (en el plano macro) y el aumento de la renta y el consumo (en el plano micro) puede resultar incluso contraproducente, pues tiende a hacernos descuidar otros aspectos de nuestra vida –intangibles pero igualmente esenciales para la felicidad– como las relaciones sociales o el buen uso del tiempo (2).

Así pues, parece claro que el capitalismo es un sistema que chirría tanto con la justicia social como con la felicidad humana. Como pusieron de manifiesto hace unos años Richard Wilkinson y Kate Pickett –en su magnífica obra Desigualdad: Un análisis de la (in)felicidad colectiva– estas dos cuestiones (justicia social y felicidad humana) son dos asuntos íntimamente relacionados. Parece ser que las desigualdades sociales tienden a hacernos más infelices: en aquellas sociedades en donde son mayores los niveles de desigualdad, mayores son también los niveles de infelicidad (3).

De todo esto se puede extraer la acertada conclusión de que una sociedad preocupada por maximizar sus niveles de felicidad debería ser una sociedad centrada en rebajar al mínimo sus niveles de desigualdad (lo cual, dicho sea de paso, parece una tarea incompatible con las actuales políticas de desarrollo occidental). Por ello, como sostiene Jorge Riechmann en su libro ¿Cómo vivir? Acerca de la vida buena, el capitalismo es “un enemigo declarado de la felicidad”. Y por esta misma razón “los partidarios de la felicidad humana no pueden ser sino anticapitalistas”.

II) La evidencia ecológica

Por otro lado, el axioma del crecimiento indefinido que el capitalismo defiende, a la vez que (como hemos visto) un sinsentido social, es una inviable biofísica. La constante demanda de materiales y energía que conlleva una economía como la que tenemos no puede mantenerse de forma indefinida en el tiempo sin acabar chocando con los límites biofísicos de nuestro planeta (un lugar éste, no lo olvidemos, finito y acotado). Este hecho, a pesar de ser firmemente ignorado por los economistas convencionales (y por la inmensa mayoría de los políticos), constituye una realidad absolutamente incontestable, tal y como nos enseña la segunda ley de la termodinámica. Se podría afirmar, por lo tanto, que el capitalismo es, desde el punto de vista ecológico, biofísico y termodinámico (desde el punto de vista científico al fin y al cabo) un sistema imposible abocado al desastre.

Es por razones como ésta que [como ya se apuntó en la primera entrada de este blog] en política y en economía, al igual que sucede con el resto de aspectos de la vida, se hace imprescindible poseer un mínimo de cultura científica para poder ejercer como ciudadanos responsables y comprometidos (o lo que es lo mismo a efectos termodinámicos, para acomodar nuestro comportamiento a los límites biofísicos del planeta).

Me resultan muy interesantes en este sentido las sabias palabras de Wolfgang Sachs, quien sostiene que, en el futuro, el planeta ya no se dividirá en ideologías de izquierdas o de derechas, sino entre aquellos que aceptan los límites ecológicos del planeta y aquellos que no. O dicho de otro modo, entre aquellos que entiendan y acepten las leyes de la termodinámica y aquellos que no. No se trata por lo tanto de arreglar o refundar el capitalismo (como algún político sostuvo hace no mucho) sino de entender que nuestro futuro como especie en este planeta será un futuro no-capitalista o, sencillamente, no será (4).

Hacer comprender al común de los mortales que la esfera económica no puede crecer por encima de la esfera ecológica (al menos no sin comportarse antes como un cáncer) es, por sencillo que pueda parecer de entender, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la ciencia y la educación del nuevo milenio.Esferas concéntricas

Sin embargo, esta cuestión de las esferas concéntricas –cual muñecas rusas– y de los límites del planeta es (pese a los reiterados mensajes ilusorios en pro del gasterío insensato que el capitalismo se empeña en difundir) un asunto sencillo de concebir para todas las personas. Y aquí reside –precisamente– nuestra esperanza: la esperanza de un cambio social en aras de poder alcanzar otro mundo posible, más justo y sostenible.

Como argumentaba recientemente Juan Carlos Monedero, es mucho más factible hacerse anticapitalista a día de hoy desde posiciones ecologistas que desde posiciones marxistas. La inviabilidad de un sistema que aboga por el crecimiento constante en un mundo que es limitado es algo mucho más fácil de comprender para la gente normal que la tendencia descendente de la tasa de ganancia o el fetichismo de la mercancía de la que nos hablaba Marx.

Por lo tanto, y a modo de corolario, urge entender que ser anticapitalista a día de hoy no es ya una cuestión de ecologistas o de marxistas aislados, sino que es algo de sentido común; algo directamente relacionado con la lógica de supervivencia. Esperemos que este asunto sea entendido –más temprano que tarde– por la inmensa mayoría de individuos que pueblan la Tierra hasta convertirse en una evidencia popular. Nuestra continuidad sobre el planeta y nuestra felicidad de ello dependerán.

Notas

(1) Motesharrei, S., Rivas, J., & Kalnay, E. (2012). A Minimal Model for Human and Nature Interaction.

(2) Para profundizar algo más sobre este tema se recomienda leer este artículo.

(3) La obra de Wilkinson y Pickett (2009) muestra minuciosamente como el incremento en las desigualdades tiene significativas repercusiones negativas sobre otros aspectos de la vida que afectan directamente al bienestar y a la felicidad. Tal sería el caso de la educación, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la incidencia de enfermedades mentales, el consumo de drogas, las tasas de obesidad y sobrepeso o el número de homicidios; variables todas ellas que presentan peores valores en aquellos lugares en donde mayor es la desigualdad.

(4) Defender desde la argumentación socio-ecológica el “suicidio” social que supone seguir enfrascados en la lógica del capitalismo es un imperativo vital a la vez que uno de los grandes objetivos de este blog: crear conciencia anticapitalista a través de las Ciencias de la Sostenibilidad.

(5) EME: Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de España (2011). Síntesis de resultados. Fundación Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.

Fuente: http://iberoamericasocial.com/ser-anticapitalista-hoy-una-cuestion-de-sentido-comun/

Fotografía: mundolibertario

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