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La inocencia interrumpida

Las consecuencias de un embarazo temprano repercuten por el resto de la vida.

Los embarazos en niñas y adolescentes –de entre 9 y 18 años- cuyas cifras alarmantes se mantienen al alza en todos nuestros países, constituyen una de las más graves patologías sociales y la segunda causa de muerte en ese grupo etario. Dada la visión estrecha y patriarcal de quienes establecen la pertinencia de las políticas públicas, así como de sociedades cuyos marcos valóricos manifiestan una fuerte influencia de doctrinas religiosas, este sector de la población es uno de los más desatendidos y, por lo tanto, carente de palancas políticas para hacer valer sus derechos. Una de las principales causas de la vulnerabilidad en la cual se desarrolla la infancia es la preeminencia de la absoluta autoridad de los adultos en su entorno y, consecuentemente, la total indefensión de la niñez.

La inmensa mayoría de mujeres adultas –si no la totalidad- aun cuando muchas intenten negarlo, hemos sufrido el impacto de un sistema cuyas normas marginan a niñas y mujeres como si fuera una ley de la naturaleza. Los acosos y agresiones sexuales, tanto dentro del hogar como en el vecindario, en las calles o en la escuela, han sido una constante de abrumadora incidencia al punto de transformarse en una especie de maldición inevitable para esta mitad de la población. De tales agresiones, una de las más graves consecuencias son los embarazos en una etapa precoz del desarrollo.

Las instituciones encargadas de salvaguardar la seguridad de este importante segmento, sin embargo, han sido incapaces de protegerlas; ya sea por falta de políticas públicas o, simplemente, nulo interés por la integridad de un sector caracterizado por su escaso poder de incidencia política. Cautivas en un sistema que las castiga por su condición de niñas, las condena a embarazos, partos y maternidades para los cuales no están preparadas física ni psicológicamente, con riesgo de muerte y el desafío de afrontar una marginación familiar y social cuyo impacto les causará aislamiento, pobreza, pérdida de autoestima, patologías físicas y emocionales irreversibles y un sinnúmero de amenazas contra su normal desarrollo de vida.

A pesar del trabajo de algunas organizaciones preocupadas por hacer de este sensible tema un motivo de acción, resulta evidente la ausencia de mecanismos de protección para evitar los abusos y las consecuencias devastadoras de tales agresiones. Las sociedades aún son incapaces de captar las dimensiones de su responsabilidad en un problema de tal trascendencia y se hacen a un lado cuando se plantea la urgente necesidad de establecer parámetros legales –como el derecho al aborto y a la oportuna educación sexual y reproductiva- frente a esta terrible pandemia de embarazos tempranos, todos ellos resultado de violaciones.

Una niña no es un juguete sexual ni un objeto a disposición de los hombres de su entorno, pero miles de ellas terminan por perder su inocencia de golpe en una de las formas más crueles imaginables y sus victimarios –la mayoría de veces personas “de confianza”, como padres, hermanos, tíos, pastores y sacerdotes, maestros y vecinos- las transforman en sus esclavas sexuales bajo amenaza, sin la mínima posibilidad de defenderse. Es de preguntarse ¿en dónde están las instancias supuestas a protegerlas? ¿En dónde la justicia, los sistemas de educación y salud, en dónde sus familias? El drama persiste y las cifras aumentan a diario; las niñas desaparecen en redes de trata o sus cadáveres son desechados como basura en cualquier barranco, sin que a la sociedad eso le sea motivo suficiente para reaccionar.

Los derechos de la niñez continúan como tema pendiente.

Fuente: https://rebelion.org/la-inocencia-interrumpida/

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Embarazo infantil, la otra secuela de la pandemia en El Salvador

La pandemia de COVID-19 agravó el inquietante problema de la violencia sexual en El Salvador, donde los embarazos de niñas y adolescentes se dispararon durante los meses en que estuvo prohibido salir a la calle.

Según los registros del Ministerio de Salud, los embarazos inscritos en niñas menores de 14 años aumentaron 79% durante los meses de confinamiento más estricto, entre abril y julio pasado, lo cual activó ciertas alarmas en la sociedad civil.

Para la educadora Roxana Rodríguez, de la gremial Profesionales por la Transformación de El Salvador (Proes), las circunstancias sugieren que dichos embarazos son resultado de abusos sexuales en los hogares, propiciados por la cuarentena total.

«El encierro sin otras medidas complementarias solo vulnera más a las mujeres, niñas y adolescentes, que son obligadas a permanecer con quienes las violentan sin la posibilidad de salir a buscar ayuda», advirtió Rodríguez en diálogo con Sputnik.

La activista sabe que la situación es peor de lo que reflejan las estadísticas, pues muchas familias no reportan los casos para evitarse complicaciones en una nación donde la mujer que aborta es más perseguida que el violador que la embarazó.

Un revelador cotejo

La Fiscalía General de la República reportó 974 denuncias de violencia contra la niñez en el primer semestre de 2020, la mayoría agresiones sexuales, entre ellas 104 violaciones de menor agravadas, pues fueron cometidas por familiares o personas de confianza.

Al cotejar dichas estadísticas con las publicadas por el Ministerio de Salud en el portal del Hospital de la Mujer, la experta de Proes se preguntó cómo podían darse tantos embarazos en menores, si las restricciones imperantes prohibían salir de casa.

«¿Por qué si las clases fueron suspendidas, si las fuerzas represivas no permitían circular, habían aumentado entonces los embarazos? Solo podemos pensar que los mismos obedecen en gran medida al abuso y las violaciones que las niñas viven en sus hogares», agregó Rodríguez, quien denunció la situación desde diversas plataformas.

Aparejado a ello, las mismas restricciones de movilidad provocaron también un descenso de las denuncias de violencia sexual y de género, lo cual no significa que los casos disminuyeran: hasta finales de julio se reportaban 62 feminicidios en El Salvador.

«La pandemia vino a desnudar más la violencia que sigue vigente en El Salvador, donde no vemos ninguna respuesta de las autoridades ni de las instituciones que deben velar por el desarrollo de la niñez, la juventud y las mujeres», estimó Rodríguez.

Alerta de vulnerabilidad

Proes alertó en un estudio que el supuesto dilema entre salud y economía presentado por el Gobierno desde la irrupción del COVID-19 empeoró determinados males sociales de fondo en esta nación centroamericana, sobre todo en los sectores más desprotegidos.

El informe refiere que con el confinamiento aumentó la violencia intrafamiliar por convivencia con el agresor, muchas veces en condiciones de hacinamiento y exacerbada por la falta de estrategias para canalizar el estrés y la ansiedad.

Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de El Salvador: el Fondo de Población de Naciones Unidas estima que el confinamiento dejará unos 7.000.000 de embarazos no deseados a nivel global, por factores como la violencia sexual.

«La pandemia agrava las desigualdades, y se suman por millones las mujeres y niñas que ahora corren el riesgo de perder su capacidad para planificar sus familias y proteger sus cuerpos y su salud», afirmó Natalia Kanem, directora ejecutiva del Fondo.

En ese contexto, las mujeres que (sobre)viven en condiciones de mayor vulnerabilidad tendrían menos recursos para denunciar una situación de abuso familiar, convirtiéndose en víctimas ocultas del COVID-19.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202008271092567703-embarazo-infantil-la-otra-secuela-de-la-pandemia-en-el-salvador/

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Fallar a la juventud

Por: lahora.com.ec

Años antes de la pandemia, la economía venía mostrando las grietas causadas por años de abuso, despilfarro y falta de previsión. El desempleo que agobia al Ecuador hoy, y que en mayor proporción golpea a los jóvenes, se debe a problemas estructurales tanto como a la crisis causada por la paralización y el confinamiento del Covid-19.

Hasta 2013, el Estado gozaba de los réditos de años de bonanza petrolera, deuda barata y boyantes mercados internacionales. Junto con el despilfarro, el lleve y la política populista, durante el gobierno de Rafael Correa, que se había convertido en el mayor empleador del país, el sector público ocupaba los servicios del 60% de los jóvenes ecuatorianos.

Sin ocuparse de crear industria y producción nacional, de fortalecer al sector privado, o de impulsar el emprendimiento (con costos y tramitología racionales), cuando a partir de 2014 al régimen populista se le empezó a agotar ‘la gasolina’, fueron los jóvenes los primeros en perder sus empleos.

En la pospandemia, una reforma laboral que incentive la absorción de los jóvenes al mercado, o facilidades tributarias para el empresariado podrían ser soluciones reales en el corto plazo. Y sólo el capital político de un flamante gobierno con un apoyo sólido lograría lo más urgente, pero que nadie ha intentado: restructurar el sistema de pensiones del IESS y saldar la cuenta con la institución.

Sin una reforma profunda, los jóvenes entre 18 y 22 años que hoy tendrían que entrar al mercado laboral se quedarán sin pensiones jubilares. Y, así como van las cosas, IESS también les fallará.

«Solo pocos en cada generación entenderán la real envergadura del ser humano, los demás la traicionarán.” Ayn Rand (1905-1982) Filósofa y novelista; Rusia.

«Solo aquel que ha sentido el extremo infortunio es capaz de sentir la máxima felicidad.” Alejandro Dumas (1802-1870) Novelista y dramaturgo; Francia.

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102325367/fallar-a-la-juventud

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La pandemia empuja a la juventud húngara a los brazos del Ejército

Redacción: La Vanguardia

«Desde que comenzó la epidemia, el número de solicitantes ha aumentado un 100%, así como el número de consultas, y, obviamente, estamos contentos. Por supuesto, se han puesto en marcha una serie de medidas para poder gestionarlo. Hemos flexibilizado el procedimiento de admisión, lo que no significa que las condiciones de entrada sean más fáciles, sino que el procedimiento se ha acelerado», afirma Durgó.

«No era capaz de encontrar un trabajo fijo», explica el soldado Tibor Tőkei. «Trabajé en diferentes sitios, aquí y allá, por semanas o meses. Mi principal objetivo al presentarme fue encontrar un empleo estable».

Aunque el paro apenas ronda el 4,1% en Hungría, asusta tras años de bonanza económica en los que era prácticamente inexistente. El subsidio por desempleo se mueve en una horquilla que va de los 200 a los 350 euros mensuales y solo se cobra un máximo de tres meses. Unas perspectivas económicas sombrías (se prevé una caída del PIB nacional del 8% a finales de año en el mejor de los casos) completan un argumentario que refuerza emocionalmente el Gobierno de Viktor Orbán con mensajes patrióticos en los que se promociona al Ejército y sus valores.

 

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The Youth and the Looming Economic Crisis: Prospects for Radical Change (Editado en varios idiomas)

By: Gary Olson

History shows us that economic crises do not become political crises that severely threaten the ruling order until a critical mass of people come to the realization that the system itself is rotten, unbearable and incapable of meaningful reform.

— Glen Ford, Executive Editor, Black Agenda Report

The estimated 73 million Millennials (those born between 1981 and 1996) among others, will painfully endure the severest financial setback from the COVID019 pandemic and they’re already worse off in every major economic indicator than the three preceding generations. The journalist, author and activist Ramir Mazaheri, has a recent succinct piece on the increasing precarity and immiseration that the already beleaguered Millennial cohort will be facing. After enumerating these factors, he asserts that Millennials “will be in no mood to take any risks.”

It’s not hyperbole to suggest that the prospects for radical structural change in the United States turn on whether the coming economic crisis is the tipping point for a political crisis and especially how this intersects with the evolving politics of these former Bernie Sanders’ supporters and others in their age group.

In terms of economic factors, Mazaheri notes first, that in the wake of the crisis, the neoliberals in the U.S. “… will be just as resistant to tax the rich in order to give the poor jobs as they have been for the last four decades.” Second, there will be a vast surplus of workers competing with one another for whatever scarce jobs are available and economic devastation with its “bankruptcies, closures and reduced government tax revenues are sure to result.” Third, the jobs Millennials often occupied in retail, tourism, restaurants, hospitality and creation will be missing. Even for marginally better options, younger Millennials will be the first to be laid off due to lack of experience, skills and seniority. Finally, after a brief respite from emergency Federal funding, there will be even less in the way of “benefits” like unemployment insurance, pension contributions and health care. [1] [Note: As employers attempt to extract ever more wealth from workers, Gig Work will sharply increase. Some 25% of U.S. workers already receive some income from Gig Work, a term derived from “gig,” as in bits and pieces of short-term or freelance work with their low pay, no benefits, or workplace protections.]

Motivations

Keeping the former in mind, what motivated some roughly 10 million Millennials, especially those under 35 and including a sizable number of often overlooked younger Latinos and blacks to embrace Sanders and something vaguely called “Democratic Socialism?” Not to be flip, but the short answer is “Why not?” They rightly sensed they were getting shafted by the Lords of Capital. After the Great Recession of 2008, but long before the COVID-19 pandemic, the vast majority of Millennials were already deeply scarred. They reported feelings of perpetual anxiety (later ridiculed by Biden) and the not implausible conviction that they’d never feel secure. What they saw instead were the countless lost opportunities in their twenties that had set them back indefinitely. Only 36% believed they’d be happier and more successful than their parents and one assumes that number has since plummeted.

Peering into a dismal future, instead of a path to financial security that had there for their parents, grandparents and older siblings they saw a cul-de-sac. With a median net worth of $11,000, 15% living with their parents, fully half still receiving significant financial support from parents and a quarter depending on them to cover all major expenses, the Millennials knew that prior generations, aside from some egregious exceptions which included blacks, female heads of household and others had a far different experience.

These generations had been the recipients of a host of benefits now seemingly unavailable to them, including long term job security, affordable educations, accessible child-care, Social Security, Medicare, and perhaps above all, the bedrock for owning something concrete and appreciating in value: home ownership. The latter, for many was assisted by government subsidized mortgages and or mortgage-interest deductions. The aggregate of these items was the psychic income of security and relative freedom constant anxiety about the future for others. In addition, they felt resentment toward those who’d led them to believe the American Dream was still available to them. Finally, a majority of those Millennials under 30 expressed a favorable view of socialism and 69% reported they’d vote for a socialist candidate for president.

In Bernie Sanders, they perceived, not “pragmatism” and “electability,” the telltale signs of another bullshit- spewing politician but an honest, truth—teller who could, together with “Us,” liberate them from a forbidding future. The fact that he included the climate crisis, inclusivity and criticism of unconscionable inequality and other issues dear to their hearts reinforced the idealism they brought to the cause but— and here I anticipate some blowback — these were complementary motives.

Further, I would argue there were two reasons that compassion for others, both domestically and internationalist were not always at the forefront. First, Millennials are the legacy of three decades of unrelenting, highly sophisticated, capitalist cultural indoctrination with its emphasis on unfettered greed. This has succeeded in overriding and anesthetizing natural feelings of empathy and solidity and substituted, in Henry Giroux’s apt phrase, “market identities, values and practices.” [2] Second, for whatever reasons, their candidate remained silent about the existence of the vast U.S. empire, the 1000 military bases that sustain it and the need to dismantle them. As such they were not afforded an opportunity to hear moral sound waves that had been muted as they passed through powerful cultural baffles.

Liberals to Radicals

Only a handful of today’s socialists were swaddled in red diapers. Most of us began as liberals who gradually derived lessons from painful but life-transforming experiences. In my own case, as a high school senior I idolized John F. Kennedy, later chaired my college Young Democrats and went door-to-door for Lyndon Johnson in his race against Barry Goldwater in 1964. Only a few years later, radicalized by civil rights and Vietnam, I was identifying with the Black Panthers, Malcolm X and Angela Davis, reading Howard Zinn and hitting the streets to chant, “Hey! Hey! LBJ! How Many Kids Did You Kill Today?”

My sense is that for most of us, moral outrage fueled our involvement more than a close appreciation for capitalism’s institutional racism and the structural roots of U.S. imperialism. Again, this transformation didn’t occur in a linear fashion and vestiges of a liberal past remained. Even after becoming an activist in the Students for Democratic Society (SDS) from 1966-69, I still recall my feelings of despair on the night in 1972 when Sen. George McGovern (a childhood hero and genuinely decent politician) lost 49 states to the execrable Richard Nixon.

During this time, I don’t remember encountering any older, veteran leftists criticizing us for idealistic naïveté while quoting chapter and verse from Marx and Lenin. If they had, we’d probably have ignored them with a dismissive “OK. Silent Gen. Move Over.” There were always a handful of micro sects mostly quarreling with one another but what I recall most were countless mentors, who upon being asked, patiently pointed us toward books, films, plays and other sources. For example, I think of the national Vietnam teach-in I attended at the University of Wisconsin in Madison in 1965 when the speakers and other participants helped is to begin connecting the dots about U.S. policy in SE Asia. Beyond that, we sensed that to act responsibly we needed information that went far beyond what we’d learned from the government, mass media, formal education and our parents. Finally, during the latter part o the 1960s, we felt tremendous optimism, that revolution was just around the corner.

Boomersplainin’

What about today? Do I know of socialists who held out the faint hope that Sanders, upon being denied the nomination and finally realizing the recalcitrant reality of the Democratic establishment and the ruling class, would have a last minute Saul to Paul conversion, exit the convention hall in Milwaukee and lend his support to organizing an authentic left movement? Yes, a few entertained and voiced that fantasy and I believe most of us would have gladly joined up. I certainly would have done so. Most never expected it and of course, none do now.

Whether young Millennial’s support for Bernie also included the Democratic Party is open to debate but it’s an undeniable fact that he was running as a presidential candidate for that party. I once faulted his followers for not doing more due diligence before projecting their hopes and dreams onto Sander’s campaign. Why? Because given what he was up against, he would never have been allowed to deliver on his “Political Revolution.” However, just as we, during an earlier period in history did not possess such perspicacity and prescience, there was little in their lived experience to convince them that democracy in this country now exists only as procedure without substance, as a ritualistic symbol to legitimate an illegitimate system. To wit, entrenched plutocrats rule politics, the MSM, healthcare, the military and the economy. As such, I confess that my earlier opinion was unfair. And I would add that even with our earlier experiences, some of were slower students than others and required attending a four-year remedial course taught Prof. Obama from 2008-2012.

As for some of the critical comments directed at Millennials, it strikes me as condescending to assume that young, former Sanders’ supporters are now incapable of reflecting on their recent experience and like sheep (also insulting to sheep) will feel the shepherds crook and meekly file into the Democratic Party’s metaphorical abattoir. Likewise, those accusing Sanders of “betraying” his followers by campaigning as a Democratic Revolutionary and then reverting to the opposite virtually overnight, thus implying that his supporters were duped, is disingenuous. The truth is that Sanders’ behavior was entirely consistent with his deepest convictions and entire career in politics. Even though technically not a member and brief flirtation with socialism in the early 70s when he advocated nationalizing the country’s industries, his loyalty now is to the Democratic Party and in my opinion, he sees his legacy as keeping as many of his supporters within it. In short, “Et tu Bernie?” is unhelpful misreading of the facts.

Even more disturbing is a sample of preening, hostility-generating, predominately Boomer comments gleaned from a few left writers and FB sites that disparage Bernie’s younger supporters. All these are quotes: Sanders’ followers are victims of an elaborate prank; I now realize that Bernie was always in on the fix; We have no sympathy for you — we WARNED you and you IGNORED us; Poor, poor Bernie worshippers, you were hoodwinked; I should have saved my $27; and, they were cultists who wasted their time on a fraudulent politician.

The offensive implication that these Millennials need to be “corrected” is unmistakable and reveals an unwillingness to recognize the chasm between two vastly different lived experiences. As such, I’m no longer without sympathy for this generic response: “OK Boomers. Fuck Off. Delete.” For the time being and until proven otherwise, I want to assume these Boomersplainers are extreme outliers. And while I don’t for minute doubt their ultimate commitments, I might suggest they take a brief hiatus to engage in some serious soul-searching and self-criticism.

***

Am I convinced, as many have noted, that the Democratic Party is now where all progressive ideas go to die? Beyond a doubt. Do I fervently hope the bulk of younger Millennials will eventually be known as the “Left Generation” who formed the core of a massive, radical movement operating outside the capitalist duopoly? That they found and practiced imaginative methods for generating the radical structural change we so desperately need? Few things are as important to me.

Finally, we will soon be entering the post-COVID-19 crisis era and conditions with the potential to trigger radical demands from below, including a massive labor resurgence after 40 years of inaction. These are demands that our powerful predator class may find difficult to contain. Whether U.S. Millennials, with their numbers, impressive high-tech and social media skills, and “essential” role in the economy, will conclude — on their own — that it’s in their interest to assist in expediting class conflict and overturning neoliberal capitalism remains an open question.

Notes

[1] Ramir Mazaheri, “Pity post-corona Millennials…if they don’t openly push socialism,” The Greanville Post, April 14, 2020.

[2] Henry Giroux, Against the Terror of Neoliberalism (Boulder,CO: Paradigm Publishers, 2008),p.113. See also, Gary Olson, Empathy Imperiled: Capitalism, Culture and the Brain (New York: Springer Publishing, 2012), especially, Chapter Two on college students, “Retrospective: Moral Outrage or Moral Amnesia,” Pp.13-19.

 

Traducción: La juventud y la inminente crisis económica: perspectivas de cambio radical

La historia nos muestra que las crisis económicas no se convierten en crisis políticas que amenacen gravemente el orden gobernante hasta que una masa crítica de personas se dé cuenta de que el sistema en sí mismo está podrido, insoportable e incapaz de una reforma significativa.

– Glen Ford, editor ejecutivo, Black Agenda Report

Los 73 millones de Millennials estimados (los nacidos entre 1981 y 1996) entre otros, sufrirán dolorosamente el revés financiero más severo de la pandemia de COVID019 y ya están peor en cada indicador económico importante que las tres generaciones anteriores. El periodista, autor y activista Ramir Mazaheri, tiene un artículo sucinto reciente sobre la creciente precariedad e inmiscencia que enfrentará la ya asediada cohorte Millennial. Después de enumerar estos factores, afirma que los Millennials «no estarán de humor para correr riesgos».

No es exagerado sugerir que las perspectivas de un cambio estructural radical en los Estados Unidos dependen de si la próxima crisis económica es el punto de inflexión de una crisis política y, especialmente, de cómo se cruza con la política en evolución de los antiguos partidarios de Bernie Sanders y otros. su grupo de edad.

En términos de factores económicos, Mazaheri señala primero que, a raíz de la crisis, los neoliberales en los Estados Unidos «… serán tan resistentes a gravar a los ricos para darles a los pobres empleos como lo han sido durante las últimas cuatro décadas». . » En segundo lugar, habrá un gran excedente de trabajadores que competirán entre sí por los escasos trabajos disponibles y la devastación económica con sus «quiebras, cierres y reducidos ingresos fiscales gubernamentales seguramente resultará». Tercero, faltarán los empleos que los Millennials a menudo ocupaban en comercio minorista, turismo, restaurantes, hospitalidad y creación. Incluso para opciones marginalmente mejores, los Millennials más jóvenes serán los primeros en ser despedidos debido a la falta de experiencia, habilidades y antigüedad. Finalmente, después de un breve respiro de los fondos federales de emergencia, habrá aún menos “beneficios” como el seguro de desempleo, cotizaciones de pensiones y asistencia sanitaria. [1] [Nota: A medida que los empleadores intenten extraer cada vez más riqueza de los trabajadores, Gig Work aumentará considerablemente. Alrededor del 25% de los trabajadores estadounidenses ya reciben algunos ingresos de Gig Work, un término derivado de «concierto», como en partes del trabajo a corto plazo o por cuenta propia con su salario bajo, sin beneficios o protecciones en el lugar de trabajo.]

Motivations

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿qué motivó a unos 10 millones de Millennials, especialmente a los menores de 35 años, e incluyó un número considerable de latinos y negros más jóvenes a menudo ignorados para abrazar a Sanders y algo vagamente llamado «Socialismo Democrático»? No es para voltear, pero la respuesta corta es «¿Por qué no?» Con razón percibieron que los Señores del Capital los estaban atacando. Después de la Gran Recesión de 2008, pero mucho antes de la pandemia de COVID-19, la gran mayoría de los Millennials ya estaban profundamente marcados. Informaron sentimientos de ansiedad perpetua (luego ridiculizada por Biden) y la convicción no inverosímil de que nunca se sentirían seguros. Lo que vieron en cambio fueron las innumerables oportunidades perdidas en sus veintes que los habían retrasado indefinidamente.

Mirando hacia un futuro sombrío, en lugar de un camino hacia la seguridad financiera que tenían allí para sus padres, abuelos y hermanos mayores, vieron un callejón sin salida. Con un patrimonio neto medio de $ 11,000, el 15% vive con sus padres, la mitad aún recibe un apoyo financiero significativo de los padres y una cuarta parte, dependiendo de ellos para cubrir todos los gastos principales, los Millennials sabían que las generaciones anteriores, aparte de algunas excepciones atroces que incluían los negros, las jefas de hogar y otros tenían una experiencia muy diferente.

Estas generaciones habían recibido una serie de beneficios que ahora aparentemente no estaban disponibles para ellos, incluida seguridad laboral a largo plazo, educación asequible, cuidado infantil accesible, Seguridad Social, Medicare y, sobre todo, la base para poseer algo concreto y apreciarlo. valor: propiedad de la vivienda. El último, para muchos, fue asistido por hipotecas subsidiadas por el gobierno y / o deducciones de intereses hipotecarios. El conjunto de estos elementos era el ingreso psíquico de la seguridad y la relativa libertad de ansiedad constante sobre el futuro para los demás. Además, sentían resentimiento hacia aquellos que los habían llevado a creer que el sueño americano todavía estaba disponible para ellos. Finalmente, la mayoría de los Millennials menores de 30 años expresaron una opinión favorable del socialismo y el 69% informó que votaría por un candidato socialista a la presidencia.

En Bernie Sanders, percibieron, no el «pragmatismo» y la «elegibilidad», los signos reveladores de otro político que arrojaba tonterías, sino un honesto y verdadero cajero de la verdad que podría, junto con «Nosotros», liberarlos de un futuro prohibitivo. El hecho de que él incluyera la crisis climática, la inclusión y la crítica de la desigualdad desmesurada y otros temas que sus corazones querían reforzaron el idealismo que trajeron a la causa pero, y aquí anticipo algunos retrocesos, estos fueron motivos complementarios.

Además, diría que hubo dos razones por las cuales la compasión por los demás, tanto a nivel nacional como internacional, no siempre estuvo a la vanguardia. Primero, los Millennials son el legado de tres décadas de adoctrinamiento cultural capitalista implacable, altamente sofisticado, con su énfasis en la codicia sin trabas. Esto ha logrado anular y anestesiar los sentimientos naturales de empatía y solidez y ha sustituido, en la frase adecuada de Henry Giroux, «identidades de mercado, valores y prácticas». [2] En segundo lugar, por cualquier motivo, su candidato permaneció en silencio sobre la existencia del vasto imperio estadounidense, las 1000 bases militares que lo sostienen y la necesidad de desmantelarlos. Como tales, no tuvieron la oportunidad de escuchar ondas de sonido morales que se habían silenciado al pasar por poderosos bafles culturales.

Liberales a radicales

Solo un puñado de los socialistas de hoy estaban envueltos en pañales rojos. La mayoría de nosotros comenzamos como liberales que gradualmente derivaron lecciones de experiencias dolorosas pero que transformaron la vida. En mi propio caso, cuando estaba en el último año de secundaria, idolatraba a John F. Kennedy, luego presidí la universidad Young Democrats y fui de puerta en puerta por Lyndon Johnson en su carrera contra Barry Goldwater en 1964. Solo unos años más tarde, radicalizado por derechos civiles y Vietnam, me estaba identificando con las Panteras Negras, Malcolm X y Angela Davis, leyendo a Howard Zinn y saliendo a la calle a cantar: “¡Hey! ¡Oye! LBJ! ¿Cuántos niños mataste hoy?

Mi sensación es que para la mayoría de nosotros, la indignación moral alimentó nuestra participación más que un aprecio cercano por el racismo institucional del capitalismo y las raíces estructurales del imperialismo estadounidense. Nuevamente, esta transformación no ocurrió de manera lineal y quedaron vestigios de un pasado liberal. Incluso después de convertirme en activista en la Students for Democratic Society (SDS) de 1966-69, aún recuerdo mis sentimientos de desesperación en la noche de 1972 cuando el senador George McGovern (un héroe de la infancia y un político genuinamente decente) perdió 49 estados ante el execrable Richard Nixon.

Durante este tiempo, no recuerdo haber encontrado a izquierdistas veteranos mayores que nos criticaran por su ingenuidad idealista mientras citaban capítulos y versos de Marx y Lenin. Si lo hubieran hecho, probablemente los hubiéramos ignorado con un despectivo «OK». General silencioso. Muévete. Siempre hubo un puñado de micro sectas que en su mayoría se peleaban entre sí, pero lo que más recuerdo son innumerables mentores, quienes al ser preguntados, nos señalaron pacientemente hacia libros, películas, obras de teatro y otras fuentes. Por ejemplo, pienso en la enseñanza nacional de Vietnam a la que asistí en la Universidad de Wisconsin en Madison en 1965 cuando los oradores y otros participantes me ayudaron a comenzar a conectar los puntos sobre la política estadounidense en el sudeste asiático. Más allá de eso, sentimos que para actuar de manera responsable necesitábamos información que fuera mucho más allá de lo que habíamos aprendido del gobierno, los medios de comunicación, La educación formal y nuestros padres. Finalmente, durante la última parte de la década de 1960, sentimos un tremendo optimismo, esa revolución estaba a la vuelta de la esquina.

Boomersplainin ‘

¿Qué tal hoy? ¿Conozco a los socialistas que mantuvieron la leve esperanza de que Sanders, al ser negado el nombramiento y finalmente darse cuenta de la realidad recalcitrante del establecimiento demócrata y la clase dominante, tendría una conversión de Saúl a Paul de último minuto, salir de la sala de convenciones en Milwaukee? y presta su apoyo para organizar un auténtico movimiento de izquierda? Sí, algunos entretuvieron y expresaron esa fantasía y creo que la mayoría de nosotros nos habríamos unido con mucho gusto. Ciertamente lo habría hecho. La mayoría nunca lo esperó y, por supuesto, ninguno lo hace ahora.

Si el apoyo del joven Millennial a Bernie también incluyó al Partido Demócrata está abierto a debate, pero es un hecho innegable que se postulaba como candidato presidencial para ese partido. Una vez culpé a sus seguidores por no hacer más diligencia debida antes de proyectar sus esperanzas y sueños en la campaña de Sander. ¿Por qué? Debido a lo que estaba enfrentando, nunca se le habría permitido cumplir su «Revolución política». Sin embargo, así como nosotros, durante un período anterior en la historia, no poseíamos tanta perspicacia y presciencia, había poca experiencia en su vida para convencerlos de que la democracia en este país ahora existe solo como un procedimiento sin sustancia, como un símbolo ritualista para legitimar un sistema ilegítimo A saber, los plutócratas arraigados gobiernan la política, los HSH, la atención médica, los militares y la economía. Como tal, Confieso que mi opinión anterior fue injusta. Y agregaría que incluso con nuestras experiencias anteriores, algunos de ellos eran estudiantes más lentos que otros y requerían asistir a un curso de recuperación de cuatro años enseñado por el profesor Obama de 2008 a 2012.

En cuanto a algunos de los comentarios críticos dirigidos a los Millennials, me parece condescendiente asumir que los jóvenes y ex partidarios de Sanders ahora son incapaces de reflexionar sobre su experiencia reciente y que, como las ovejas (también insultantes a las ovejas) sentirán a los pastores torcidos y mansos presentar en el matadero metafórico del Partido Demócrata. Del mismo modo, quienes acusan a Sanders de «traicionar» a sus seguidores haciendo campaña como un revolucionario demócrata y luego volviendo a lo contrario prácticamente de la noche a la mañana, lo que implica que sus partidarios fueron engañados, es falso. La verdad es que el comportamiento de Sanders fue completamente consistente con sus convicciones más profundas y toda su carrera en política. Aunque técnicamente no es miembro y un breve coqueteo con el socialismo a principios de los años 70 cuando abogó por nacionalizar las industrias del país, Su lealtad ahora es hacia el Partido Demócrata y, en mi opinión, él ve su legado como mantener a tantos de sus partidarios dentro de él. En resumen, «Et tu Bernie?» es inútil leer mal los hechos.

Aún más inquietante es una muestra de comentarios preening, generadores de hostilidad, predominantemente Boomer, obtenidos de algunos escritores de izquierda y sitios de Facebook que menosprecian a los más jóvenes partidarios de Bernie. Todas estas son citas: los seguidores de Sanders son víctimas de una broma elaborada; Ahora me doy cuenta de que Bernie siempre estaba en la solución; No tenemos simpatía por usted: le advertimos y usted nos IGNORÓ; Pobres, pobres adoradores de Bernie, fueron engañados; Debería haber ahorrado mis $ 27; y eran cultistas que malgastaron su tiempo con un político fraudulento.

La implicación ofensiva de que estos Millennials necesitan ser «corregidos» es inconfundible y revela una falta de voluntad para reconocer el abismo entre dos experiencias vividas muy diferentes. Como tal, ya no tengo simpatía por esta respuesta genérica: “OK Boomers. Vete a la mierda. Eliminar.» Por el momento y hasta que se demuestre lo contrario, quiero asumir que estos Boomersplainers son casos extremos. Y aunque no dudo ni por un momento de sus compromisos finales, podría sugerirles que tomen un breve descanso para emprender una seria búsqueda del alma y autocrítica.

***

¿Estoy convencido, como muchos han notado, de que el Partido Demócrata es ahora donde todas las ideas progresistas van a morir? Más alla de una duda. ¿Espero fervientemente que la mayor parte de los Millennials más jóvenes sean finalmente conocidos como la «Generación de Izquierda» que formaron el núcleo de un movimiento masivo y radical que opera fuera del duopolio capitalista? ¿Que encontraron y practicaron métodos imaginativos para generar el cambio estructural radical que tanto necesitamos? Pocas cosas son tan importantes para mí.

Finalmente, pronto entraremos en la era de crisis posterior a COVID-19 y las condiciones con el potencial de desencadenar demandas radicales desde abajo, incluido un resurgimiento laboral masivo después de 40 años de inacción. Estas son demandas que nuestra poderosa clase de depredador puede encontrar difícil de contener. Ya sea que los Millennials de EE. UU., Con sus números, sus impresionantes habilidades de alta tecnología y redes sociales, y su papel «esencial» en la economía, concluyan, por su cuenta, que les interesa ayudar a acelerar el conflicto de clases y derrocar el capitalismo neoliberal sigue siendo un problema pregunta abierta.

Notas

[1] Ramir Mazaheri, «Lástima los Millennials posteriores a la corona … si no impulsan abiertamente el socialismo», The Greanville Post, 14 de abril de 2020.

[2] Henry Giroux, Contra el terror del neoliberalismo (Boulder, CO: Paradigm Publishers, 2008), p.113. Véase también, Gary Olson, Empathy Imperiled: Capitalism, Culture and the Brain (Nueva York: Springer Publishing, 2012), especialmente, Capítulo Dos sobre estudiantes universitarios, «Retrospectiva: Moral Outrage o Moral Amnesia», págs. 13-19.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2020/05/01/millennials-and-the-looming-economic-crisis-prospects-for-radical-change/

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Libro: Representaciones sociales y participación juvenil

Main Authors: Parra Estrella, Gabriela Elizabeth, Soria Erazo, Karla Sofía
Format: Libros
Published: Abya-Yala/UPS2014
Subjects:
Online Access: http://dspace.ups.edu.ec/handle/123456789/6128

Reseña: Este trabajo pretende revalorizar las representaciones sociales y la participación juvenil en una sociedad que promulga la igualdad. Pretende hace un diagnóstico real de esta situación, y a partir de eso, construirlas desde los mismos actores, con y para ellos. Justamente el objeto de este libro es convertirse en un precursor de esa tarea

Descargar en:https://dspace.ups.edu.ec/bitstream/123456789/6128/1/Representaciones%20sociales%20y%20participacion%20juvenil.pdf

Fuente: https://www.bibliotecasdelecuador.com/Record/oai-:123456789-6128#description

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