Epaña Suspende en PISA: ¿Trampa, Boicot o Dejadez?

ESPAÑA SUSPENDE EN PISA: ¿TRAMPA, BOICOT O DEJADEZ?

El 3 de diciembre no conoceremos los datos, al menos, de Lectura del Informe PISA 2018 de España. Por tramposos, en el mejor de los casos porque al menos existiría una motivación, o por negligentes y pasotas, en el peor. Así, interpreto, España suspende en Pisa con la peor nota posible, porque más negativo que sacar un cuatro en un examen es que el profesor te lo retire, sin evaluarlo. No suspendemos en tal o cual competencia, sino en los valores mismos de la Educación que es, al menos, tomársela en serio. PISA no es gratis y acabamos de tirar la inversión a la basura.

La semana pasada, con el beneplácito del Ministerio de Educación, la OCDE informaba que aplazaba «la publicación de los resultados de Lectura estatales y regionales de PISA 2018 de España», debido a «un comportamiento de respuesta inverosímil por parte de los estudiantes». Este comportamiento se refiere a respuestas excesivamente rápidas «siguiendo ciertos patrones» como que todas las respuestas eran sí o todas no, por ejemplo, «en determinados centros educativos de algunas zonas de España». Algo que «ha tenido lugar solo en España». En 2015 también excluyeron los resultados de Kazajistán. Ésta es nuestra liga.

Este informe sirve de comparativa internacional, de ver cómo nos posicionamos, educativamente, entre los países desarrollados. Ya está claro y no hay que esperar al día 3 de diciembre: como tramposos, fuleros, desganados. El informe de este año no nos dirá si mejoramos en lectura o matemáticas, sino que no somos un país serio, pues si bien los resultados de ciencias y matemáticas sí serán informados, también llevan la sospecha de su relevancia.

¿Qué ha pasado? Solo veo tres opciones, aunque presumiblemente el día 3 se podrá indagar qué ha fallado. La primera es el ansia de alguna Administración educativa -o centro escolar- por salir demasiado bien en la foto. Es una sospecha habitual en esta evaluación: centros que «entrenan» a sus alumnos en este tipo de pruebas, estudiantes con dificultades de aprendizaje que ese día no aparecen en el centro y otros trucos que puedan permitir mejorar artificialmente los resultados. La razón de estas cuestiones está en el peso político que ha alcanzado el Informe PISA que impacta y condiciona en las políticas educativas. Sus clasificaciones no son lo más importante del informe, pero sí lo más mediático y se lanzan o realzan sobre las administraciones autonómicas. La tentación de sonreír en la foto, por tanto, es alta.

Una segunda opción que se barrunta es la del boicot. PISA tiene mala prensa entre el ‘pedagogismo’ y asociacionismo escolar de izquierdas, sea porque la OCDE es acusada de propagandista neoliberal, sea porque da alguna luz donde se pretende oscuridad. Este supuesto boicot sería irregular, concentrado e informal, pues no dependería de la Administración sino de la afiliación extraescolar de quien haya implementado las pruebas en el aula.

La última de las opciones posibles es la dejadez de los estudiantes. El pasotismo, el no tomarse en serio una evaluación que no vale para las calificaciones. Ni se les trasladó la importancia de PISA ni ellos pusieron de su parte. Esta opción es, quizás, la más triste, aunque algunos seguro que la confunden con una actitud juvenil de protesta. La única pista sobre lo sucedido que ha dado la OCDE: «Este comportamiento de respuesta no ha sido uniforme en toda la muestra de España, sino que se ha observado en determinados centros educativos de algunas zonas de España».

La pena de todo esto es que nuestro sistema educativo se queda -o queda bajo sospecha- sin la única evaluación con la que cuenta. La Educación española no rinde cuentas. Apenas el Ministerio hizo un par de evaluaciones diagnósticas a principios de la década, pero las autonomías consiguieron detenerlas. Aquí en la Comunitat, desde el Consell del Botánico no se ha dado a conocer resultado escolar alguno, y la única anunciada, sobre la jornada continua, se atrasa y se atrasa sin ponerle fecha. Cualquier evaluación que se propone cuenta con su excusa por parte de los agentes educativos para obstaculizarla.

El verdadero truco es haber invertido el proceso democrático: ahora son los ciudadanos, las familias, los que están en la picota educativa, y se les exige -por ejemplo en la elección de centro- que rindan cuentas sobre sus motivaciones últimas. Mientras, la escuela convierte PISA en nuestro hazmerreír del mundo.

Fuente de la Información: https://www.lasprovincias.es/comunitat/opinion/espana-suspende-pisa-20191119003210-ntvo.html

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