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5 grandes beneficios de la lectura antes de dormir

Por:educaciontrespuntocero.com/ José Manuel Rodriguez

Una de las costumbres más extendidas entre padres y madres con sus hijos es la de leerles cuentos justo antes de dormir, de forma que los más pequeños disfruten de una divertida historia en familia mientras se preparan para descansar. Pero últimamente, varios investigadores han concluido que no se trata de un simple ritual cultural, sino que también trae consigo beneficios en el aprendizaje y el desarrollo cerebral de niños y niñas.

Desarrolla las funciones cognitivas

Aquellos que leen regularmente tienden a tener un mejor rendimiento en las pruebas de funcionamiento cognitivo que aquellos que no lo hacen. De hecho, una investigación publicada en Northern Illinois University descubrió que los lectores tienen un nivel de conocimiento generalizado y unas habilidades para el uso de vocabulario más elevadas que los no lectores. De ahí que una lectura rápida a la hora de dormir pueda suponer un desarrollo importante en estas destrezas.

Mejora de la calidad del sueño


Mejora de la calidad del sueño, lectura antes de dormir

Según la ‘National Sleep Foundation’, dedicar un tiempo a una lectura sosegada y relajante puede ayudar al cuerpo a prepararse para dormir y empujar a la mente a separar su tiempo de sueño del estrés y agitación que puede generar la vida diaria. Constatan que puede ayudar a las personas a conciliar el sueño más rápido y disfrutar de una mejor calidad de sueño durante toda la noche, lo que significa una mayor reserva de energía y un mejor estado de ánimo al día siguiente.

Contribuye a aumentar la empatía

La inteligencia emocional es una de las grandes claves para desarrollar una relación saludable con los demás, en especial cuando se habla del sentimiento empático. Una investigaciónpublicada en la revista Science, sin embargo, indica que el desarrollo de la empatía es más fácil para niños y jóvenes que acostumbran a leer ficción literaria antes de acostarse, ya que aumenta drásticamente la probabilidad de que identifiquen y comprendan mejor las emociones y los procesos mentales de los demás, mejorando directamente la calidad de sus relaciones personales.

Desarrolla de la memoria y la lógica

Una de las costumbres más comunes entre los pequeños es la imperante necesidad que sienten por leer varias veces el mismo cuento o la misma historia, y esto tiene su explicación. Según Virginia Walter, profesora asociada en la escuela de posgrado de educación e información de la Universidad de California, la primera vez que un niño o una niña escucha/lee un libro es imposible que comprenda todo. “Pero a medida que lo escuchan una y otra vez comienzan a identificar patrones y secuencias, una habilidad que les ayuda en otras áreas como las matemáticas, las ciencias o la música”.

*Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/lectura-antes-de-dormir/87708.html

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Argentina: Cuando con educación no alcanza

Argentina/20 de marzo de 2018/Por: Silvia Fesquet/Fuente: https://www.clarin.com

Para leer y escribir hace falta tener un cerebro sano, el que ha sido bien alimentado y estimulado, explica el doctor Abel Albino.

Días pasados se conoció una nueva encuesta vinculada con la educación. Esta vez se trató de un relevamiento internacional con padres de veintinueve países que totalizó 27.361 entrevistas, fue llevada adelante por la consultora Ipsos y financiada por la Fundación Varkey. En la Argentina participaron mil personas de todo el país, de 18 a 55 años, entre diciembre y enero últimos.

Del relevamiento surgió que el 56% cree que la educación, en el país, está peor que diez años atrás. No obstante, ocho de cada diez (84%) consideran que la escuela a la que concurren sus hijos tiene un nivel con el que se sienten satisfechos: para 48% la educación que allí se imparte es buena, mientras que un 36% la cataloga como muy buena. No deja de llamar la atención la diferencia de percepción entre el panorama general y el que cada uno aprecia en su caso. Del mismo modo, a pesar de que más de la mitad opina que la situación ha empeorado en la última década, la educación no aparece entre las principales preocupaciones de los argentinos en los rankings que las relevan: en un sondeo privado dado a conocer a fines del pasado enero, se ubicaba en quinto lugar, detrás de la inseguridad, la inflación, la pobreza y la desocupación, registros similares a los obtenidos en investigaciones similares y también en los observados en años previos.

En tanto, otra medición, la del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, determinó que para un 45% de los argentinos la educación era el principal derecho infantil vulnerado, seguido por la alimentación, en opinión de un 36,8 % de los encuestados. No parece casual la cercanía de estas dos apreciaciones. Y lo dejaba muy claro Abel Albino en un reportaje publicado en revista Viva un tiempo atrás. “Un país se hace con miles de niños leyendo. Pero para leer y escribir hace falta tener un cerebro sano. Por buena que sea la semilla de la educación, la pregunta es: ¿dónde siembro? Mejor en un cerebro intacto, que es el que ha sido bien alimentado y bien estimulado”, explicaba el médico pediatra, fundador de CONIN (Cooperadora de la Nutrición Infantil), desde la que, a partir de 1993, lucha contra el flagelo de la desnutrición y sus secuelas. Y agregaba a sus palabras un concepto muy importante: insistir en que lo antedicho sea una política de Estado.

Ni la explicación ni el reclamo son ociosos: como insiste en señalar el especialista, entre los 0 y los 5 años, una criatura está en lo que denomina “la primavera de la vida, el momento crucial en que se forma el cerebro, momento inicial clave para apuntalar el destino de esa persona, de su familia, y del país en el que va a crecer”. Y la nutrición, tanto afectiva como alimenticia (“un traguito de leche y un beso”) son determinantes.

Algunos de los datos que aporta son impactantes: una investigación realizada hace 45 años por el pediatra Fernando Mönckeberg, quien implementó en Chile el modelo que Albino replicó aquí, estableció que, en pobreza extrema, los padres manejan sólo 180 palabras, -frente a las entre 12 mil a 15 mil que maneja a diario una persona promedio– , y que los hijos de esos padres utilizan apenas 40 vocablos.

Si tomamos en cuenta que, más allá de algunas diferencias metodológicas, tanto los sondeos oficiales como los privados calculan en alrededor de un tercio la población del país en situación de pobreza, se podrá tener una idea bastante cabal de la magnitud del problema. La principal riqueza, el recurso más importante con que cuenta una sociedad, es su capital humano. No es difícil imaginar qué pasa cuando ese capital está lesionado.

Fuente de la Noticia:

https://www.clarin.com/opinion/educacion-alcanza_0_SymVDzXYM.html

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Don Quijote pone en su sitio a las “Nuevas Pedagogías»

Por: Pedro Hermosilla Zamora

Uno de los errores imperdonables de muchas de las nuevas pedagogías, a mi modesto entender, es que infravaloran y no le sacan el suficiente rendimiento a lo vivido – y enseñado – en educación a lo largo de la historia de la humanidad. Tienen estas modernidades, paradójicamente, cierto “Complejo de Edipo”. No se han parado a analizar que nuestros mayores, los que tuvieron la suerte de poder estudiar, dominan geografía, historia, uso del idioma, latines, griegos, matemáticas y demás con una eficacia que ya nos gustaría a nosotros, docentes de hoy en día, siquiera asemejar.

Esto viene a colación porque en ciertas instituciones educativas de la Gran Bretaña se está implantando un sistema de valores consistente en la lectura, análisis e interiorización de ideales caballerescos a través de personajes tan dispares como Don Quijote o Ivanhoe. Las leyes de la caballería (adaptadas y quitándoles el heno de la dehesa del machismo, por supuesto) hacen proteger al débil, luchar por unos objetivos, respetar lo propio y, mucho más, lo ajeno; “desfacer entuertos” y “enmendalla y no mantenella”. Curioso cómo recetas del Medievo han conseguido paliar, si no hacer desaparecer, algo tan rabiosamente actual como el tan cacareado”Bullying”.

Si no pensara que esto de las nuevas estrategias docentes – en muchos casos –  no son  más que un sacacuartos para ingenuos, tendría esperanza en la necesaria simbiosis entre métodos exitosos y tiempos modernos.

Fuente: https://www.informavalencia.com/2018/03/03/don-quijote-pone-en-su-sitio-a-las-nuevas-pedagogias/

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¿Cómo leer para escribir desde la hermenéutica, la semiótica y la deconstrucción?

Por: Iliana Lo Priore.

Aunque es arriesgado intelectualmente intentar comparar los tres modos de lectura aludidos en el título de este ensayo, sin ser estos tres los únicos, ya que siempre existe la tendencia en cada modelo de lectura de subsumir, en buena medida, a los otros, diferenciándose a la vez, es posible partir de reconocer que estos tres, y seguramente varios de los otros no considerados, parten del  reconocimiento de que la lectura es una práctica de producción de significaciones y que un texto-discurso a leer es un objeto-otredad significativo que desafía en el lector su capacidad de comprensión para atribuirle un sentido que lo trasciende.

Comprensión del sentido que promueve un deseo subyacente de reescritura del texto por parte del lector-escritor ya que el sentido comprendido no emana tan solo de “lo dicho” en/por el  texto al ser interrogado por quien lo lee, sino principalmente de la ”escucha de lo dicho como respuesta” y la interpretación atribuida por el lector-escritor potencial, que no es arbitraria si se posiciona en un punto de vista lector que haga adecuada, por consistente y pertinente, su interpretación hermenéutica, semiótica o deconstructiva, y que atiende a la inquietud de ¿cómo leer?

De allí la relevancia de leer con base en un modo o modelo de lectura que podrá sufrir modificaciones en su actualización como con-texto (otro texto-discurso que significa o sentidiza por medio de un marco interpretante al texto objeto de lectura y reescritura), junto con las precomprensiones o expectativas del lector-cuasiescritor.  Por consiguiente, la lectura-escritura es una práctica o trabajo intelectual que  envuelve la interacción con una alteridad a la que hay que abrirse para negar precomprensiones distorsionantes y aceptar contrasentidos ante los cuales se esta prejuiciado, y que trataran de reducir a la mismidad, la diferencia (la otredad o la alteridad)  que es el texto.

Por otra parte, si bien la lectura significadora-comprensiva es un trabajo laborioso que exige atención y paciencia, es igualmente una actividad placentera por lúdica, ya que se parece a una persecución del sentido en el extravío laberíntico de los signos que conforman una trama.  Asimismo, quisiéramos resaltar que la lectura y la escritura asumidas desde las perspectivas que aquí exponemos, tienen muchos puntos o aspectos coincidentes con el proceso de investigación, o le es imprescindible, a partir de que la investigación, de forma general, también tiene, como re-creación intelectual que es, la finalidad primordial de producir nuevas significaciones y sentidizaciones desde los textos a leer, –desde su textura–, para generar o escribir textos o discursos-otros.

Hay una novela de Humberto Eco, El péndulo de Foucault (2003), que es considerada como ejemplificadora de los tres modos de lectura señalados por Peñalver (2005).  La trama en su lectura semiótica, comienza con  la existencia de un primer texto consistente en un antiguo pergamino de los poderosos Templarios que oculta un mensaje referido a un tesoro que es fuente de energía y poder. El texto está escrito en signos que a su vez son signos de otros signos.  El pergamino significa un sentido al que no tiene acceso cualquiera.  La dificultosa transcripción del pergamino remite para comprenderlo a otras sucesivas transcripciones que son significaciones de anteriores significaciones.

Existe un segundo texto que comprende la interpretación hermenéutica de la transcripción original del pergamino.  Aquí se establece la existencia de un sentido fundamental del que dependen los demás sentidos envueltos en la trama.  Ello es metaforizado en el hallazgo de un punto de enclave fijo en los cielos que permite la oscilación de manera semejante al péndulo de Foucault. Sentidiza la estabilidad necesaria ante todas las contingencias y flujos.

Pero hay un tercer texto final  que revierte todo lo anterior desde la  deconstrucción que derruye las significaciones instituidas.  El manuscrito templario que sugería o anunciaba al parecer desde el siglo XIV, enormes transformaciones mundiales a finales del siglo XX, devino irónicamente en un papel de cuentas de un antiguo mercader.

Entre los modos  de lectura señalados, resaltan sus diferencias respecto a lo que entienden como el sentido y sus formas de aprehensión en los textos. Al respecto indicaremos someramente, simplificando lo que de suyo es complejo, la caracterización del sentido y su tratamiento textual  por cada uno de los modelos indicados.

Para la lectura semiótica el sentido del texto, su semiosis, es algo oculto en él que hay que revelar o hacer emerger a través de la formalización de su nivel significante por medio del cuadro semiótico, que representa las estructuras relacionales de significación básicas como las semánticas y las sintácticas. El sentido del texto debe ser buscado en su estructura más profunda por cuanto es la más significativa.  Es un mensaje inconsciente que no está disfrazado bajo las palabras superficiales o insignificantes y no obedece a alguna voluntad enmascaradora, sino que subyace a la literalidad del texto como discurso regulador, una semiosis encerrada dentro de los límites discursivos del texto mismo. Una estructura sentidizadora que no tan solo dice, sino que hace, debido a la performatividad que porta su discurso en sus enunciados (“los actos de habla o de hacer-diciendo”) y que atraviesa o impacta en la subjetividad  del lector provocando acciones por vía de la recepción del sentido por el intérprete.  Agregando esto a la lectura semiótica, la estructura de la pragmática junto a la semántica y la sintáctica, esto es, las acciones de sentido o de poder significante que produce en los sujetos.

La lectura hermenéutica asume el sentido como disperso y equívoco, frente a lo cual hay que buscar y construir su congruencia para hacerlo comprensible. Su perspectiva interpretativa se asienta en el diálogo con el texto, no en el análisis y la explicación, un dialogo que está envuelto en una circularidad totalizadora (el círculo hermenéutico), mediante la cual progresivamente se va dando desde las significaciones parciales y las aproximaciones globalizadoras sucesivas, la significación-sentidización de los textos, sin formalización alguna, con la aprehensión dialógica de la unidad significante del texto en sus mensajes sentidizadores múltiples. En su alteridad, el texto es tuteado o tratado dialógicamente en segunda persona como “tú”. Diálogo en el que se intercambian preguntas y respuestas entre el texto y el lector, –texto que se mantiene abierto a otras posibles interrogaciones–, sobre algo que puede ser compartido para convenir en torno a los significados y sentidos textuales, y se manifieste así  el horizonte de sentido o discursivo como contexto a distancia condicionante y expectante para comprender la alteridad que es el texto, un horizonte-de-sentido-otro que resulta de la fusión del horizonte del texto con el horizonte del lector-intérprete.

En la lectura deconstructiva, el sentido  es ilusorio o ficticio y se cuestiona la integridad del texto al rechazar las interpretaciones tradicionales y establecidas, buscando evidenciar la asociación arbitraria y manipuladora entre significantes y significados que ha hecho el logocentrismo dominante y reproductor de poderes para imponer verdades, hoy día insustentables a raíz de la crisis de paradigmas o de matrices epistemológicas de las “ideas-fuerza” fundamentadoras de la Modernidad agotada en consecuencia; y que ha conllevado también a la crisis del texto, en tanto garantía  de tales “verdades”. Al disolver  toda autoridad o poder interpretante, se libera la lectura y el pensar, así como al sentido. Se hace posible retejer o retrenzar al texto previamente configurado o tejido convirtiéndolo en otros textos o textos-otros al interpretarlo deconstructivamente con base en sus aporías y reescribirlo desde la intertextualidad o transtextualidad, proceso este que remite a la denominada “confrontación de fuerzas opuestas de significación”.

Intertextualidad o transtextualidad desplegada a partir del “juego de las diferencias”, o de los diferimientos del sentido, en el que un elemento o grafema que funciona como signo diferenciado respecto de otros, remite encadenadamente a otro elemento ausente en el texto, o distante en su proximidad, pero con el que se puede establecer una relación diferenciada significativa de “distancia-ausencia-presente”, y de coherencia pertinente. Esto es, multiplicar polifónicamente sus significaciones y sentidos.

A través de esa fragmentación, descomposición-recomposición, del texto en textos-otros se produce la diseminación o multiplicidad de su aparente único sentido y de la presunta subjetividad originadora de la significación del texto.  Así, el lector-intérprete mismo se desdobla en productor de escritura o reescritura, –resignificador y resentidizador–,  dejando de ser simple receptor o consumidor de los contenidos y sentidos impuestos a los lectores por medio del texto cerrado en su significación instituida y reproductora.

De alí que sea conjeturable que el “no saber leer” sea consecuencia de “no escribir”, y no al contrario, como se ha establecido.  Leer para escribir implica previamente saber lo que se desea escribir para saber qué leer y cómo leerlo.  La premeditación  de escribir, y el hacerlo, propician el interés,  el escrutinio, la selección y la forma  de la lectura a acometer.

Referencias

Eco, H.  (2003)  El péndulo de Foucault.  Barcelona: Ediciones Debolsillo

Peñalver, M.  (2005)  Las perplejidades de la comprensión.  Madrid: Editorial Síntesis

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La Reforma Educativa; ni cuentan ni leen

Por: Gino Raúl de Gasperín

En primer lugar o, como advertencia, esto no se escribe para quienes poco o nada interesa la educación en México, así como para los optimistas feroces que ensalzan sin más lo que ha hecho este gobierno en relación con la llamada reforma educativa.

Entre estos últimos, debemos mencionar, no al presidente, que él sigue autoalabándose porque eso es parte de su oficio, sino al recién encumbrado secretario de Educación, Otto Granados, quien se ha encargado en todo el sexenio de ese proyecto (los secretarios solo han sido meros políticos).

Vayamos por partes. El Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INNE) ha dado un avance de los resultados de la “Prueba Planea” que se aplicó para evaluar algunos resultados del sistema educativo nacional. Los datos, muy escuetos, son estos: “Los jóvenes en México no dominan los conocimientos básicos de matemáticas ni del lenguaje… Los resultados de la prueba Planea 2017, que se aplicó a más de 131.000 alumnos de tercer grado de secundaria del país, muestran que, en promedio, seis de cada 10 estudiantes no saben resolver problemas con fracciones, con decimales, ni solucionar ecuaciones”. Exactamente, los estudiantes que aparecen en el Nivel I de matemáticas, de los cuatro que contempla la prueba, son el 64.5 %, en tanto alcanzaron el nivel IV solo un 5.1 %. Desglosados estos números por tipo de escuela, tenemos ubicados en el Nivel I (digamos, con simplismo, los que apenas saben contar del uno al diez), al 37 % de alumnos de escuelas privadas, al 66.2 % de alumnos de las secundarias generales públicas, al 66.8 % de alumnos de secundarias técnicas, al 69.9 % de alumnos de telesecundarias, y al 86.7 % de los estudiantes de las escuelas comunitarias. En cuanto a lenguaje, “el nivel sobresaliente en el que el adolescente tenga la capacidad de evaluar información implícita y explícita de distintas partes de textos literarios complejos solo ha sido acreditado por un 8,3% de los evaluados” (https://elpais.com/internacional/2018/01/27).

Sorprenden y no estos resultados. Sí, porque nos han llenado los oídos (afortunadamente, no el cerebro) con declaraciones triunfalistas sobre el “incuestionable” éxito de la reforma educativa. El secretario de Educación, en artículo publicado motu proprio, menciona las cinco “fortalezas” de este éxito: La primera, “sin duda, es haber tenido a su favor el consenso de los partidos políticos más grandes de México” (énfasis del autor); la segunda la presenta condicionalmente: “Si se asegura una educación de calidad a mediano plazo, la lucha por la equidad registrará una de sus mayores victorias pues, sin importar el origen social del que procedan, los estudiantes mexicanos tendrán mejores condiciones para alcanzar el éxito profesional y la movilidad social y económica”. La tercera es “profundizar un ambiente de apropiación y pertenencia del espacio por donde circula el espíritu de la educación”, es decir, la escuela; la cuarta, “haber dado origen al Servicio Profesional Docente, con el objetivo principal de establecer un sistema orgánico que promueva la formación, selección, actualización y evaluación del personal docente, en el que hasta ahora han participado poco más de 1,2 millones de profesores”. La quinta, “haber sentado las bases de un nuevo sistema de gobernanza en la educación mexicana. Es claro que el mayor soporte es el andamiaje constitucional (el énfasis es del autor) y legal de la propia reforma, lo que le da no sólo un robusto sostén jurídico sino también un evidente peso institucional” (https://elpais.com/internacional/2018/01/20).

En absoluto desacuerdo con estas afirmaciones, los datos duros de la Evaluación indican que “A pesar de la implementación de la Reforma Educativa hace cinco años en México, el desempeño de los adolescentes en estas áreas de conocimiento no ha mejorado desde 2015, por el contrario, las brechas entre los grupos socioeconómicos se ha agudizado en los últimos dos años, reconoce el INEE”. “La pobreza se relaciona de manera importante con los aprendizajes: las poblaciones más pobres alcanzan menores aprendizajes. La educación no está alcanzando su cometido de romper la transmisión intergeneracional de la pobreza”. Y más: Jorge Hernández Uralde, titular de la Unidad de Evaluación del INEEE, sentenció: “Dos terceras partes de la población que está terminando su secundaria no tienen los conocimientos mínimos indispensables. Poder resolver sumas, restas, multiplicaciones, divisiones con números decimales y fracciones es parte del currículo de la educación primaria” (Ibid).

Sin embargo, el secretario insiste en que “La reforma (educativa) constituye el paso más importante en la historia de la política educativa mexicana de las últimas cinco décadas y el tiempo permitirá dimensionar con precisión y objetividad la profundidad de la transformación emprendida en estos años”…

En lo que sí tiene razón el secretario es en lo que afirma en el primer párrafo de su enjundioso artículo: “como decía Bismarck, ‘nunca se miente tanto como antes de las elecciones‘”.

Sin duda, estos son esos tiempos…

Fuente: https://www.elmundodecordoba.com/index.php/opinion/opinion-conten-ini/68114-La-Reforma-Educativa;-ni-cuentan-ni-leen

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Educación Pública y Aprendizajes Básicos

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

La semana pasada Blanca Heredia, investigadora del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE), publicó un interesante artículo en el diario El Financiero (14 de febrero, 2018, luego reproducido en Educación Futura), en el cual describe un estudio sobre las dificultades de los estudiantes de Primaria para resolver planteamientos o contestar preguntas simples (de Lectura y Aritmética); así mismo, en su texto Heredia aborda la necesidad de revalorar y discutir un tema esencial de políticas educativas públicas: «cómo asegurar que las escuelas mexicanas les ofrezcan capacidades habilitantes mínimas a todos los estudiantes del país.» (se refiere a cómo garantizar el dominio de los aprendizajes básicos en Lectura y Matemáticas, en el sentido de aprender «habilidades clave» o «key skills» que permiten, después, resolver situaciones más complejas)

En una parte de su exposición, la Dra. Heredia afirma lo siguiente: «Resulta, sin embargo, de elemental honradez y sentido común reconocer que sin habilidades de comprensión lectora aritmética mínimas no habrá progreso educativo posible. No lo habrá, pues una proporción excesivamente alta del estudiantado y de la población toda carece de los saberes y destrezas indispensables para poder aprender cosas progresivamente más complejas. En esas condiciones, promesas educativas muy ambiciosas se parecen a ofrecerle a alguien que no sabe caminar la posibilidad de ganar una competencia de salto de altura.»

El estudio de los estilos, métodos, técnicas y procedimientos de aprendizaje, es una de las cuestiones sobre las que se ha debatido ampliamente durante los últimos tiempos, en los círculos académicos y de la investigación educativa en México y en el mundo. En las últimas dos décadas, en particular, diferentes autores se han expresado así en diversas publicaciones de corte psicopedagógico, donde se ha compartido la tesis de que los niños, niñas y jóvenes son inteligentes y capaces de aprender, sin embargo, no resuelven situaciones sencillas en un examen escolar debido, sobre todo, a la elección y los usos «deficientes» que éstos hacen de los métodos, técnicas o procedimientos para resolver dichos planteamientos y para usar creativamente la información.

De tal manera es grave el problema de los métodos o procedimientos para resolver planteamientos en los alumnos de la Educación Básica pública (y no en pocos casos en la escuela privada), más allá de las dificultades que tienen para dominar los contenidos educativos, que se podría establecer prácticamente como una causa, en correlación directa, de los descalabros que arrojan las evaluaciones de los aprendizajes escolares (nacionales e internacionales: ENLACE, EXCALE, PLANEA, PISA). Pero es «una» causa, no «la» causa del «fracaso educativo» que la evaluación educativa ha mostrado en nuestro país durante los últimos años.

Aun cuando los modelos curriculares reconocen que el dominio de los contenidos es tan importante como el dominio de los métodos (aprendizajes básicos o habilidades clave, habilidades «llave»), los resultados, en términos de aprendizajes escolares, muestran que esa conexión no se ha dado en las aulas. En este sentido, pienso que los docentes deben reconocer que, en muchos procesos curriculares y extracurriculares, los conceptos no pueden divorciarse de los métodos. Me explico: Los maestros y las maestras saben que una cosa es, por ejemplo, comprender el concepto de «igualdad» en Aritmética, y otra cosa diferente es «saber cómo» despejar una «ecuación», que al final de cuentas significa procesar una «igualdad»; pero sobre todo saben que ambos ámbitos de comprensión de conceptos y manejo de procedimientos, están orgánicamente vinculados.

¿Por qué los estudiantes de Educación Secundaria y de Media Superior no son capaces de organizar argumentos e identificar significados en torno a un texto? ¿Por qué la mayoría presentan dificultades para comprender y seguir procedimientos, del tipo paso a paso, para resolver planteamientos sencillos de multiplicación y división? ¿Por qué hay dificultades para transferir dichas «habilidades llave» de una situación de aprendizaje abordada en la escuela a otra que se da en un contexto real fuera de ella?

Las causas de estos desequilibrios en la comprensión de conceptos (saber qué) y en el uso de métodos o procedimientos (saber cómo), son diversas y están presentes en diferentes etapas de los procesos de enseñanza y aprendizaje: Desde las condiciones específicas, cognitivas y emocionales de los estudiantes hasta las inconsistencias en las estrategias y en la no creación de ambientes adecuados para desarrollar los aprendizajes, por parte de los docentes. Pero también, estos desequilibrios pasan por la responsabilidad de los directivos escolares o equipos de gestión educativa, al desestimar las tareas de capacitación y actualización pertinentes y oportunas que requieren los docentes; y pasan también por la responsabilidad de funcionarios educativos de los niveles medio y alto (federales y estatales), como tomadores de decisiones en el ámbito administrativo y de las políticas públicas: Eso tiene que ver con los procedimientos específicos para asignar o no docentes a las escuelas, y en los procedimientos burocráticos que afectan el trabajo académico cotidiano; con el descuido y abandono de las condiciones físicas de las escuelas; o con la indiferencia a los asuntos que tienen que ver con el clima escolar. A nivel de políticas públicas, con la marginación de las instituciones formadoras de docentes o la inexistencia de programas serios para la profesionalización de directivos escolares; y pasa también por el descuido en el diseño, edición, publicación y distribución de los libros de texto de la SEP, entre otros problemas.

Las dificultades que presentan los estudiantes para comprender conceptos y para usar métodos adecuados y «eficientes» en la escuela para resolver planteamientos simples, es entonces un asunto que supera por mucho el ámbito de responsabilidad individual o única, exclusiva, de los alumnos; más bien, y por el contrario, es un proceso estructural e institucional (no solamente cultural) en donde se ven involucrados distintos tramos de decisión burocráticos, actores educativos y diferentes niveles de responsabilidades en lo educativo y lo social.

El debate en torno a las diferentes responsabilidades de los resultados desastrosos en la educación pública en México, en términos de aprendizajes escolares (lo que para algunos autores es un «fracaso escolar»), sobre el que, por cierto, se ha discutido tanto en los medios de comunicación y en los círculos pedagógicos y de la educación en general, es una cuestión que nos lleva a pensar y repensar qué entendemos por el «derecho pleno» a la educación para los ciudadanos y sus familias. Y dicho debate se extiende hasta los ámbitos que tienen que ver con la elección de un proyecto u otro de nación, y con la selección de uno u otro proyecto educativo nacional… de ahí la importancia de recuperar este tipo de reflexiones específicas sobre lo educativo, que toca fibras finas, y que se encuentran en textos como el de la Dra. Blanca Heredia.

Fuente: https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/02/19/educacion-publica-y-aprendizajes-basicos

 

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