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España: La campaña “Libros que unen” repartirá casi 12.000 libros a niños para dar apoyo en su educación

Europa/ España/ 26.05.2020/ Fuente: aragonuniversidad.es.

En los próximos días, se van a distribuir 11.880 ejemplares de literatura universal entre los niños de las familias que reciben beca de material escolar en Aragón. Esta iniciativa, llamada “Libros que unen” -surgida de la plataforma de cooperación ciudadana Frena la Curva durante la pandemia-, pretende servir de apoyo para los pequeños que, debido al estado de confinamiento y al cierre de los colegios, han visto debilitado su hilo emocional con la escuela. En algunos casos, poseen también una conectividad digital limitada, lo que ha dificultado que puedan seguir las clases online. El proyecto incluye un programa de acompañamiento telefónico realizado por voluntarios que les guíen en el proceso de lectura. Por provincias, Zaragoza recibirá un total de 8.481 libros (6.033 de los cuales irán para Zaragoza capital), Huesca 2.007 (669 para la capital) y Teruel 1.392 (260 para la capital).

Esta iniciativa conjunta del Laboratorio de Aragón Gobierno Abierto (Laaab), la Asociación de Equipos Directivos de Infantil y Primaria de Aragón (Aedipa) y la Universidad de Zaragoza pronto adquirió una dimensión mayor con la implicación de más actores. Activistas, voluntarios y empresas, de forma altruista y desinteresada, han hecho posible la adaptación, maquetación, impresión y ensobrado de estos 11.880 libros, su reparto a domicilio y la próxima puesta en marcha del programa de acompañamiento telefónico para los niños a través de tertulias dialógicas.

También el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, a través de la Dirección General de Innovación y FP, ha colaborado en Libros que unen “porque trata una línea metodológica, las tertulias literarias dialógicas, que ya veníamos trabajando desde hacía tiempo”, señala el responsable del área, Toni Martínez. “Hemos intentado que los centros educativos conocieran esta iniciativa y que los profesores se prestasen como voluntarios para estas tertulias que fomentan, no solo lo cultural, sino también lo social y lo emocional”, remarca.

Una tertulia dialógica literaria es un método que persigue la aproximación directa de los alumnos a la cultura clásica universal y al conocimiento científico, compartiendo aquellas ideas y tramos de una obra que les hayan llamado especialmente la atención o les hayan suscitado alguna reflexión. Esto genera un intercambio muy enriquecedor que permite una mayor profundidad en los temas y promueve la construcción de nuevos significados. Aumenta el vocabulario, mejora la expresión oral y la comprensión lectora y es un ejercicio de respeto y escucha igualitaria.

La ventaja de este formato de educación no formal es que se puede realizar de formas diferentes: puede hacerse una llamada única e ir leyendo el libro por teléfono con el niño, o hacer una lectura en familia, o hacer una videollamada conjunta de varios niños y el profesor, puede enriquecerse desde los propios centros educativos o incluso puede usarse en institutos trasladando la propuesta.

“Comenzaremos las tertulias literarias en el mes de junio”, explica la directora del colegio de Herrera de los Navarros (Zaragoza) y representante de Aedipa, Alicia Echevarría. “Hemos hecho ya un micropilotaje en un colegio de Zaragoza con gran éxito y esta fase supondrá un macropilotaje en Aragón para escalar a otras regiones. La idea es que la web esté disponible para que cualquier docente, en cualquier parte del mundo, pueda replicar el proyecto utilizando los libros y los reparta a los niños y niñas de su comunidad, reduciendo así la brecha digital y teniendo la oportunidad de estar en contacto con las familias más vulnerables”, añade.

Los libros estarán disponibles en la web librosqueunen.org en formato PDF para poder ser descargados. En total, 7 libros: 6 organizados por cursos de 1º a 6º de Primaria y un séptimo libro para no lectores de 6 años. Jack y las habichuelas mágicas, Fábulas de Esopo, Don Quijote de la Mancha, Leyendas de Bécquer, El Principito, Lazarillo de Tormes y Don Juan Tenorio son los títulos que se han adaptado a lectura fácil -para lo que se ha contado con la ayuda de Plena Inclusión- ya que mantienen la esencia de los valores universales de la humanidad. “Estos 7 maravillosos libros tienen un gran potencial, se ha hecho con mucha ilusión”, manifiesta la profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, Alejandra Cortés. “Era una necesidad de este colectivo para romper la brecha digital, las familias lo reclamaban y lo más interesante es el trabajo cooperativo que se ha hecho”, continúa.

Actualmente, hay más de 50 personas implicadas en que este proyecto salga adelante, entre maestros, educadores, adaptadores de libros, colectivos como Plena Inclusión, Aedipa, empresas como Línea Diseño, Ormamail, Correos, Docustore, Flat 101 o Canon. Además, famosos ilustradores aragoneses han participado, dando vida a los personajes que recorren las páginas de estos libros: Beatriz Barbero Gil, David Guirao, Javi Hernández, Elisa Arguilé, Pilar Serrano, Alberto Gamón y Moratha han aportado su imaginación y sus trazos mágicos para que la lectura para los niños se haga todavía más amena y accesible.

Por el momento, el proyecto se encuentra en proceso de búsqueda de voluntarios para efectuar las tertulias dialógicas. Se busca a personas voluntarias de educación formal y no formal, docentes en activo o jubilados, profesionales de la Educación – incluidos estudiantes de Magisterio – y profesionales de Trabajo Social. Los voluntarios deberán formarse en 4 píldoras online: qué son las tertulias dialógicas literarias, qué es la lectura fácil, cómo se realiza el acompañamiento emocional y cómo se hace todo esto de manera no presencial. Las personas interesadas en ser voluntarias pueden inscribirse en este enlace: https://gobiernoabierto.aragon.es/agoab/participacion/eventos/112506565000.

Una vez se formen convenientemente, comenzarán a realizarse las llamadas. Las familias son libres de decidir si quieren seguir el programa de acompañamiento o no ya que, junto al ejemplar que recibirán en sus casas, se incluirá una carta donde se les dé a conocer el sistema y se les proporcione un contacto en caso de estar interesados.

Por otro lado, se debe medir el impacto social del proyecto, un trabajo del que se encarga la Universidad de Zaragoza. “Queremos pedir a los voluntarios que cuenten sus motivaciones personales antes y después de la experiencia, que opinen sobre la formación recibida y que pregunten a las familias cuál es su grado de satisfacción con el acompañamiento recibido”, enumera Cortés.

Aunque estas mediciones no concluirán hasta la finalización del programa, constituyen una valiosa herramienta para cuantificar y calificar el potencial que ha tenido la iniciativa, ya que el siguiente paso, como se ha indicado, es que sea escalable y replicable en otros países del mundo donde puedan existir necesidades o carencias a nivel social y educativo. Este es un proyecto inclusivo que fomenta el aprendizaje común, crítico y evolutivo, atiende a los más desfavorecidos y sienta las bases de la ayuda mutua dentro de una misma comunidad, especialmente en un contexto tan complicado como el que se vive actualmente.

Fuente de la noticia: https://aragonuniversidad.es/actualidad/la-campana-libros-que-unen-repartira-casi-12-000-libros-a-ninos-para-dar-apoyo-en-su-educacion/

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Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

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Cómo descargar libros gratis durante la cuarentena del coronavirus

Por: El Español.
Al coronavirus se le frena quedándose en casa para evitar el contagio y la lectura sirve para llevar mejor las horas: así puede descargar libros gratis legalmente.

El coronavirus ha hecho que el Gobierno decrete el estado de alarma. Entre las medidas está el llamamiento a que los españoles no salgan de casa. Durante este periodo muchos teletrabajarán, mientras que otros tendrán más tiempo libre que podrán aprovechar para estar con su familia, ver series y películas o leer. Si te ha pillado con la biblioteca vacía, explicamos cómo descargar libros gratis y de forma completamente legal para que la reclusión en casa sea más llevadera.

Aunque no lo parezca, es posible descargar miles de libros electrónicos gratis en internet, sólo hay que saber de dónde hacer con seguridad, sin recurrir a la piratería ni tampoco invertir parte del presupuesto que este mes puede tener otros sobresaltos.

Amazon

La popular plataforma de comercio electrónico, además de ser uno de los principales puntos de venta de libros -tanto físicos como digitales- cuenta con un apartado de eBooks Kindle gratuitos que cualquier usuario podrá incluir en su dispositivo Kindle de forma fácil y en apenas un paso. Entre las obras disponibles se encuentran clásicos de la lengua española así como obras de autores extranjeros en castellano, en inglés y en francés.

Libro electrónico

Libro electrónico Pexels Pixabay

Wikisource

La fundación sin ánimo de lucro Wikimedia busca crear una gran biblioteca digital con obras originales. Es posible bucear por cientos de miles de libros de libre descarga de todo tipo de género (de cuentos a ensayos pasando por poesía o teatro), de multitud de épocas (clasicismo, literatura Barroca, neoclasicismo, romanticismo, realismo, simbolismo y Modernismo) así como en diferentes idiomas entre los que se encuentran el castellano.

Biblioteca Nacional

Alejándonos de los ebooks pero igual de interesante en estos días es bucear por la Biblioteca Digital Hispánica, la parte digital de la Biblioteca Nacional de España. En ella podremos tener  acceso libre y gratuito a miles de documentos digitalizados, entre los que se cuentan libros impresos entre los siglos XV y XX, manuscritos, dibujos o grabados.

eBook.

eBook. Aliis Sinisalu Unsplash

Project Gutenberg

Es uno de los portales veteranos en la disposición libre de obras a través de internet, ya que se fundó en la década de los 70. Cuenta con una biblioteca que supera los 60.000 libros, aunque en su mayoría en inglés, ya que se trata de obras de autores cuyos derechos han expirado principalmente en EEUU. No hace falta app, ni registro y se puede tanto descargar como leer directamente online.

Europeana

Este proyecto europeo está considerado como la biblioteca digital europea. Comenzó a funcionar en noviembre de 2008 bajo la idea de reunir contribuciones ya digitalizadas de reconocidas instituciones culturales de los 28 Estados miembros de la Unión Europea. Se puede bucear por más de 58 millones de obras entre las que se incluyen piezas de arte,  libros, vídeos y sonidos de Europea.

Fuente de la reseña: https://www.elespanol.com/omicrono/20200314/descargar-libros-gratis-cuarentena-coronavirus/474454646_0.html

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Cómo conseguir que los más pequeños adquieran una lectura comprensiva

Mundo/09-02-2020/Autor(a) y Fuente: www.abc.es

Es cada vez mayor el número de niños y niñas que pasan a la ESO con este problema de aprendizaje en el que influye la madurez del cerebro del menor.

La Educación Secundaria Obligatoria (ESO) trae muchos cambios para los niños y niñas que comienzan esta etapa. Desde «El Pupitre de Pilu» han analizado una situación que se ha hecho cada vez más habitual: el incremento del número de estudiantes que pasan a la ESO sin una buena lectura compresiva.

Pilu Hernández Dopico, maestra y CEO de «El Pupitre de Pilu», explica que «este escenario suele desembocar en un problema a la hora de estudiar, ya que no consiguen comprender lo que leen y como consecuencia, el resultado es estudiar de manera memorística, algo que en primaria y secundaria te puede sacar del paso, pero una vez llegan a la facultad nos encontramos con la catástrofe». Por ello, asegura que «la mayor parte de los opositores que llegan a nosotros tienes graves carencias en redacción, expresión oral y escrita, vocabulario y graves faltas de orografía y un sinfín de etcéteras».

Por ello, considera primordial educar sobre este tema a los niños desde edades tempranas. «Aunque a veces no es tan sencillo -aclara-, ya que el proceso de aprendizaje de la lectoescritura requiere una madurez en el cerebro del niño ya que la plasticidad a esas edades está en pleno crecimiento y captación, por lo que hemos de tener en cuenta que cada niño tiene su ritmo. Algunos de ellos no están preparados, aunque nos empeñamos en enseñarles a leer cada vez antes».

Para hacer frente a esta problemática, Pilu Hernández Dopico ofrece unas recomendaciones y «tips» para que, tanto familiares, desde sus casas, como educadores, desde los centros, tomemos conciencia de ello y empecemos la casa por los cimientos:

– Textos cortos: los niños han de comenzar con lecturas cortas no más de cinco líneas y si tienen imágenes mucho mejor ya que les ayudarán a su comprensión. Es como si a nosotros, en el primer día de gimnasio, nos pusieran a levantar 50 kg: al día siguiente no volveríamos. Los niños en cambio sí volverían, pero lo que hemos conseguido es quitarles el gusto por algo que les va abrir las puertas al mundo.

– Textos acorde a su edad y gustos: es muy importante tenerlo en cuenta, ya que lo que buscamos es que adquieran el gusto por la lectura, así como enseñarles a sacar el máximo partido a la comprensión de textos y su futuro estudio.

– Involucración: los niños son esponjas y están en edades que lo que ansían es agradar constantemente a sus mayores, por ello leerá lo que adulto lea y entablará conversaciones con él sobre lo leído. ¿Hay algo más enriquecedor que eso?

 Lenguaje dirigido: esta técnica es muy aconsejable y tiene un sinfín de adaptaciones, incluso para niños con necesidades específicas de apoyo educativo. Es ir haciéndoles preguntas sobre lo que han leído. El grado de dificultad irá aumentado cuanto más larga y abierta sea la pregunta. Si vemos que no se acuerdan de algo, podemos volver al texto y hacer un pequeño recordatorio.

– Enseñar a resumir: hoy en día nos encontramos con personas recién licenciadas que tienen graves carencias a la hora de resumir. Piensan que se trata de «quitar» y no, resumir, es decir lo mismo de forma reducida y con tus palabras. Así también evitamos memorizar.

– Esquemas: son la base de estudio. Desde «El Pupitre de Pilu» inculcamos esta técnica desde bien pequeñitos incluso con las lecturas, así van organizando sus ideas visualmente.

– El subrayado: muy importante y aliado de todos, pero deja de tener su efecto cuando lo mayoritario se subraya. Elige dos colores para sacar las ideas principales y las secundarias.

 

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-como-conseguir-mas-pequenos-adquieran-lectura-comprensiva-202002070229_noticia.html

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La inequidad y falta de desarrollo profesional: principales enemigos de la alfabetización

Por: Paulette Delgado

Según la Asociación Internacional de Alfabetización, 781 millones de personas no saben leer. ¿Cómo abordar los desafíos que enfrenta la alfabetización?

Increíblemente, 781 millones de personas aún no sabe leer. Para abordar el problema y buscar soluciones, la Asociación Internacional de Alfabetización (ILA, por sus siglas en inglés) entrevistó a 1443 personas, su mayoría maestros, de 63 países y territorios diferentes. El informe titulado “What’s Hot in Literacy”, tiene como  propósito dar a conocer  lo que está pasando en el mundo de la alfabetización, sus barreras y posibles soluciones.

Este año, el tema central del estudio es cómo mejorar la alfabetización en la nueva década. Los encuestados consideran que los temas más importantes para lograr este objetivo son la equidad y el desarrollo profesional. Uno de los hallazgos de la investigación es que un 58 % de los encuestados reportaron encontrar una desconexión entre lo que los estudiantes realmente necesitan para aprender a leer y el currículo escolar. Otras de las barreras que se detectaron fueron el poco apoyo socioemocional que reciben los estudiantes (52 %) y falta de apoyo extra a aquellos alumnos con un nivel de lectura por debajo de su grado escolar (48 %).

La ILA también se dio a la tarea de investigar el tiempo que los jóvenes dedican a la lectura y su efecto en la equidad. Descubrieron que el 70 % opina que el mayor obstáculo para la alfabetización es que los jóvenes no tienen tiempo para leer de forma independiente. Los investigadores señalan que un 57 % de los encuestados reportó que muchos alumnos no tienen acceso a libros en sus hogares. Por otro lado, el 54 % de los encuestados comentaron que el acceso a oportunidades podría ayudar a nivelar el terreno de juego de los estudiantes y proveer un mejor ambiente para leer fuera de la escuela.

Para lograr incrementar los niveles de alfabetización se necesitan docentes. De esta necesidad está consciente la ILA, ya que  uno de los factores más importantes en la alfabetización de un alumno es el maestro. Pero los docentes necesitan apoyo. Es por eso que la asociación lleva ya 20 años haciendo este reporte, porque los docentes necesitan estrategias basadas en evidencia para su desarrollo profesional y de esta manera poder ayudar a los estudiantes a aprender.

Un 93 % de los encuestados están de acuerdo en que la investigación es clave para garantizar una excelencia en la enseñanza de la lectura, y que mantenerse actualizado es una de sus principales responsabilidades. Aún así, un 44 % admitieron que necesitan más apoyo para mantenerse día de las nuevas metodologías y tendencias en la enseñanza. Pero, ¿quién debe ser responsable de proporcionar este apoyo? La mayoría (85 %) creen que deberían ser los expertos académicos como la ILA y otras asociaciones similares.

Sobre qué tan efectivos son los programas enfocados en apoyar al desarrollo profesional de los profesores, las respuestas varían dependiendo del grupo. Los profesionales de educación superior son los más positivos, pues más de la mitad (54 %) creen que los programas preparan adecuadamente a los docentes. En contraste, de los administradores educativos de nivel básico sólo un 27 % creen que los programas son adecuados, mientras que el 34 % de los maestros y el 36 % de los consultores de alfabetización creen que los programas son eficaces. En general, sólo el 40 % dicen que están equipando a sus maestros con lo que necesitan para instruir la lectura temprana.

Las barreras para la alfabetización

Una de las más grandes barreras para la instrucción equitativa de alfabetización, es la inequidad. El 82 % de los educadores especializados en alfabetización sienten que es su responsabilidad abordar ese tema y que es importante asegurar el derecho a una educación gratuita y laica. Pero el mismo grupo reconoce que queda un largo camino por recorrer antes de poder abordar los prejuicios y errores al enseñar a leer de manera equitativa. Hay una gran deficiencia en la diversidad y sensibilidad cultural y cómo se preparan los docentes para enfrentar esos retos.

El informe identifica las principales barreras que enfrenta la enseñanza de la lectura y la escritura:

  1. Variabilidad del conocimiento del docente y su efectividad al enseñar (71 %)

  2. El acceso limitado a libros en las escuelas y en los hogares de los estudiantes (57 %)

  3. Inestabilidad y falta de  participación de la familia del estudiante en su proceso de aprendizaje (55 %)

  4. Falta de acceso a programas de alfabetización temprana de alta calidad (54 %)

  5. Estrategias inadecuadas para la intervención oportuna (49 %)

  6. Pocos o malos recursos para aquellos que están aprendiendo inglés (46 %)

  7. Mal diagnóstico de dislexia u otras discapacidades de lectura y escritura (45 %)

  8. Falta de conocimiento de los prejuicios de otros docentes (44 %)

  9. Escasez de diversidad cultural en los distintos recursos de lectura (42 %)

  10. Deficiencia de capacidad de respuesta cultural en la instrucción de alfabetización (42 %)

En resumen, la mayoría de las barreras provienen de las siguientes áreas: intervención y apoyo, diversidad, capacidad de respuesta y acceso a recursos, ya sea en la escuela o en el hogar.

¿Cómo abordar los desafíos que enfrenta la alfabetización?

El 50 % de los profesionales de alfabetización encuestados respondieron que, para nivelar el terreno, se necesitan intervenciones académicas para aquellos alumnos que más lo necesiten. Un 31 % creen que la respuesta está en herramientas de evaluación y diagnóstico, pero necesitan aprender a usarlos.

El fortalecimiento de las bibliotecas escolares es una manera de abordar las problemáticas de alfabetización. El 36 % de los encuestados cree que la clave está en mejorar las bibliotecas en el aula, mientras que un 18 % cree que deberían ser las escolares, y sólo un 7 % piensa que lo mejor es fortalecer las bibliotecas comunitarias. Otro punto clave es el acceso a libros en casa, el 15 % de los encuestados piensa que es esencial incrementar el acceso a libros en los hogares.

Además, se debe promover el hábito de la lectura mediante el desarrollo de espacios y momentos para leer. Aunque hay diferentes opiniones sobre dónde leer y con quién. El 40 % de los encuestados opina que la mejor es la lectura independiente, mientras que el 33 % opina que la clave es la lectura guiada y la instrucción en grupos pequeños. Aún así, el 91 % de los maestros creen que debe reservarse tiempo exclusivo para la lectura independiente durante el horario escolar, sin embargo, sólo el 60 % tiene acceso a asignar ese tiempo. El 70 % de los encuestados creen que no hay suficiente tiempo cada día para dedicar exclusivamente a la lectura, esto debido al apretado currículo escolar. Una cifra preocupante es que  el 40 % de los administradores y un 30 % de los docentes no valoran la lectura independiente.

Aunque el estudio habla de muchos aspectos del mundo de la alfabetización desde distintos puntos de vista, no menciona el impacto que tienen las diferentes barreras. Sería interesante ver si en un futuro incluyen las consecuencias de la falta de tiempo o de libros, así como investigar si capacitar más a los maestros cambia el número de personas que no saben leer.

Queremos conocer tu opinión: ¿Cuál crees que es la mayor barrera en el mundo de alfabetización? ¿Estás de acuerdo que los maestros necesitan más apoyo? ¿Crees que el problema es el currículo? ¿Le darías más tiempo al alumno para que se dedique a la lectura independiente?

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/alfabetizacion-reporte-2020

Imagen: StockSnap en Pixabay

 

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Docentes que leen y transforman: La lectura en la escuela y en la universidad

Por: Ana Cristina Chávez

Promover el desarrollo del hábito lector en los estudiantes universitarios es una labor obligatoria de los docentes, que por supuesto, debe constituirse en una tarea permanente desde los primeros años de escuela, alimentada, a su vez, por el calor amoroso del hogar. La premisa en nuestros países debe ser: “padres que leen: hijos que leen; docentes que leen: estudiantes que leen”.

El punto de partida, la formación del hábito (y de la pasión)…

Las letras iniciales con las que nutrimos a nuestros niños por lo general están bañadas de vivos colores, canciones, juegos y divertidos cuentos, pero a medida que los pequeños van creciendo, la escuela y la tarea de leer van asociándose ya no a diversión, a entretenimiento, o a placer, sino a obligación, a aprendizaje forzado, a memorización, ¿y por qué negarlo? a castigo, ¿les resulta conocido eso de si te portas mal te vas a tu cuarto a estudiar? ¿O la letra con sangre entra?

Pero ¿cómo conciliarnos con la experiencia lectora? ¿Cómo convertirla en una mágica aventura, desde los primeros años de formación? ¿Cómo hacer entender que es un auténtico placer y no un estimulo negativo con aires sancionatorios?   Indudablemente, el primer paso es propiciar el hecho lector en el círculo familiar, convertir los libros en parte del entorno hogareño, no como simples objetos decorativos, sino como miembros de la familia, unos con los que nos reímos, lloramos, viajamos, y también les consultamos acerca de nuestras dudas e inquietudes existenciales, porque ellos siempre poseen la respuesta perfecta para nosotros y nos tienen paciencia, como buenos amigos saben esperarnos hasta que estemos preparados para poder disfrutar plenamente de su compañía.

Matute (2014, pág. 33), afirma: “todo lo que deseas saber se encuentra en los libros, todo”, y más adelante agrega:

las palabras escritas hacen magia en tu cabeza y crean a su vez imágenes, sensaciones, recuerdos, otras palabras. Las palabras escritas pueden ser leídas por otros para ti, entonces puedes aprender a disfrutar de su aroma y de su música, (pág. 40).

 

Por esta razón, maestros, padres, tíos, abuelos, hermanos, ¡todos! debemos interactuar con los libros y demostrarles a nuestros niños que la lectura es una magnífica aliada. Debemos leer en familia, transformar ese acto que por lo general es individual, en un acto colectivo. Al respecto, Medina (2014) asegura:

pasar del acto solitario al acto solidario en la actividad de lectura supone un enriquecimiento de la experiencia al leer, puesto que lo subjetivo, lo individual, lo propio, lo diferente del otro, completa el saber de todos y cada uno de los participantes; y simultáneamente, la intersubjetividad, lo común, lo similar, adjudica una visión integral y cohesionada que complementa la mirada particular, la cuestiona o la refuerza (pp 38-39).

 

En ese proceso de compartir la experiencia lectora, debemos conversar sobre lo que leemos, qué estamos entendiendo, qué sentimos mientras leemos, qué imágenes recreamos en nuestra mente producto de la lectura. Hay que hablar sobre libros y lo que significan para nosotros. Recientemente, en una de esas interminables colas afuera de una agencia bancaria terminé de leer “Ensayo sobre la lucidez” de José Saramago, y el destino final de los personajes principales me dejó tan conmocionada que permanecí en silencio por varios segundos; no sabía si echarme a llorar o enfurecerme por lo que les ocurrió, pues me pareció un desenlace inesperado y me generó tal sensación de desasosiego que necesitaba compartirla con alguien, pero miré alrededor y solo observé a personas desconocidas hablando de distintos temas, así que esperé a llegar a casa y conversé por teléfono con un amigo acerca del libro, haciendo énfasis en ese capítulo en particular, me sentí más aliviada y además pude recomendar una excelente lectura a alguien que seguro la sabrá apreciar.

Definitivamente, con ese texto de Saramago varias veces sentí el mazazo del que habla Franz Kafka en la carta dirigida a Oscar Pollak en 1904, citada por Gladys Madriz (2010), allí el autor de “La Metamorfosis” expresa:

En general, creo que solo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un mazazo en el cráneo, ¿para qué molestarnos en leerlo? ¿Para que nos haga más felices, como dices tú? Cielo santo, ¡seríamos igualmente felices si no tuviéramos ningún libro! Los libros que nos hacen felices podríamos escribirlos nosotros mismos si no nos quedara otro remedio. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a las junglas más remotas, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo. (pág. 17)

Las líneas de Kafka nos remiten a la pasión por leer, a las sensaciones profundas que este acto es capaz de producir, a experiencias significativas como consecuencia del diálogo entre el lector y el autor, tal vez en un tono dramático pero no por eso menos real. A esto le agrego que a través de la lectura podemos transformarnos, romper paradigmas, comprender la realidad y cambiarla, cuando nos damos cuenta de las incongruencias de la vida, las desigualdades e injusticias sociales, al hacer desde el conocimiento y la reflexión, una lectura crítica del mundo. En torno a esto, Prieto Figueroa (1981), nos recuerda:

Vivir, sin duda, es más importante que leer, pero leer ayuda a vivir en plenitud, contribuye a hacer la vida más hermosa, más amplia, más generosa. Leer es también una forma de vivir, cuando de las lecturas extraemos las ideas que auxilian nuestra acción y que, enriqueciendo nuestra experiencia, la hacen más eficaz y más valiosa. (pág. 57)

¿Y qué mejor manera de vivir que hacerlo en libertad? Gozando de autonomía, de capacidad de acción y reflexión, para relacionarnos con el mundo de manera consciente y responsable, convirtiéndonos en personas “sentipensantes” (en palabras de Orlando Fals Borda y Eduardo Galeano), aptitudes que deben fomentarse y ser desarrolladas desde el ámbito educativo y familiar, mediante el diálogo, la convivencia con otros y la lectura crítica de la realidad. ¿Pero cómo lograrlo cuando de la escuela se expulsan las emociones, los sentimientos, la pasión y las voces propias? Madriz (2010), asevera:

El hecho de haber sacado formalmente y por la puerta a las emociones profundas de nuestros ámbitos educativos puede ser una de las causas de no tener hoy buenos lectores…Nuestra educación se ha basado la más de las veces en acallar los diálogos internos, las voces interiores de los múltiples yoes que pueblan la mismidad que somos, y donde la pasión, execrada por la racionalidad del ¿para qué sirve?, se ha visto sucumbir ante tanta presión. Reivindicar la fuerza y potencia de la pasión y vincularla con la lectura se convierte en una posibilidad de formación que comenzamos a introducir en nuestras aulas. (pp.18-19)

   En el mismo orden de ideas, Prieto Figueroa (1981) considera:

Ha de entenderse que la función de la escuela es más que una mecánica práctica de alfabetización. De nada vale enseñar a leer las palabras si no se enseña a penetrar el hondo significado de ellas, en su espíritu; si no se aprende a desentrañar el pensamiento contenido en los libros, comparando y comprobando. La escuela debe crear una aptitud para el pensamiento y la meditación, y si no lo hace no cumple su función trascendental, y los individuos seguirán tan analfabetos como antes: analfabetas intelectuales, fáciles presas para la mentira y el engaño… (pág. 79)

De allí la importancia de convertir la escuela y la universidad en espacios de libertad, en escenarios de lectura placentera, crítica y voluntaria –nos apunta Rod Medina (2014) -sin cercenar la creatividad con prácticas antipedagógicas de metódica cerrada. Los docentes, como mediadores de lectura debemos promover textos acordes con los intereses y motivaciones de nuestros estudiantes, niños y jóvenes, sin negarles su potencial creativo y creador. Ángel Madriz (2010), explica que las escuelas promueven las siguientes tres acciones que le restan encanto a la lectura: 1. Convertir la práctica lectora en herramienta exclusiva para la enseñanza de la ortografía, mejorar la dicción, corregir la redacción y ejercitar la memoria; 2. Obligar el análisis literario, exigiendo el acercamiento a los textos desde la determinación de los personajes, caracterización del ambiente, explicación del argumento, la fecha de nacimiento del autor o si es un poema, indicando el tipo de verso, disposición de la rima, la métrica o las figuras literarias que presenta; 3. Exigir la interpretación del texto apegándose a determinadas propuestas crítico-metodológicas, sin propiciar previamente el deseo de leer y la sed de conocimiento, hace que el lector se convierta en un ser mudo, pasivo  e indiferente.

Lo antes descrito constituye un craso error que ha fomentado el rechazo a la lectura por parte de nuestros niños y jóvenes, quienes al llegar a la edad adulta continúan reproduciendo esas actitudes negativas. ¿Pero cómo enseñar a leer, a disfrutar del acto lector, si no se siente en carne propia?, por eso me pregunté: ¿Leen nuestros docentes universitarios?, ¿Qué leen?, ¿Con cuánta frecuencia?, ¿Con cuál propósito?, ¿Venezuela es un país de lectores? Veamos qué descubrimos.

La lectura en Venezuela…

Sobre la última interrogante de la sección anterior, ya Prieto Figueroa (1981, pág. 55) lo sentenciaba en su época: “Los profesionales no leen, pero es porque de jóvenes, como dije antes, no se formó en ellos la pasión de la lectura, que es una hermosa y noble pasión sustentada por un hábito y por el refinamiento del espíritu”. Criterio similar comparte diez años después Antillano (1991):

En Venezuela nadie lee… El problema básico es instrumental: no se lee porque no hay deseo lector, pero en la base de ello se asume un elemento más grave: no se lee porque no se sabe leer… No hay comprensión lectora, la dificultad es mecánica, elemental. (pág. 23)

La escritora zuliana añade a esa realidad del momento, una serie de elementos que alejaban a los libros de las personas, y que se resumen en los siguientes: 1. La errática metodología usada en la escuela para la enseñanza de la lengua, donde prevalece el estudio del aspecto gramatical y el uso de textos no acordes con los intereses y motivaciones de los potenciales lectores. 2. La poca efectividad de las políticas de distribución, promoción y venta de libros, tanto en manos de las editoriales privadas como de los órganos responsables del Estado en los ámbitos culturales y educativos. 3. Los altos costos del papel como materia prima y del trabajo de  impresión, y 4. La poca difusión e irrespeto a la producción de los escritores venezolanos.

Más de veinte años después de los planteamientos de Prieto Figueroa y Antillano, el escenario nacional es otro. Con la elección de Hugo Chávez Frías como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, la política  de gobierno en torno a la democratización del libro avanzó significativamente e impulsó el desarrollo de hábitos lectores en la población, gestión que continuó el mandatario Nicolás Maduro Moros, posicionando a la lectura como un auténtico hecho de revolución cultural.

En el año 2003, el presidente Chávez lanzó la Misión Robinson, la cual, a través del programa de alfabetización “Yo sí puedo”, reivindicó a la población que durante décadas fue excluida del sistema escolar, fomentando su reconocimiento como sujetos históricos de cambio y exaltando la importancia de saber leer y escribir como acto de liberación intelectual y espiritual. Reflejo del éxito de tal iniciativa, el 28 de octubre de 2005, la UNESCO declaró a Venezuela territorio libre de analfabetismo; un reconocimiento internacional que celebró los avances del gobierno en materia educativa y cultural.

Así, durante la gestión bolivariana, el Estado ha creado casas editoriales como El Perro y la Rana, Biblioteca Ayacucho, Instituto del Patrimonio Cultural, Centro Nacional de Historia, Monte Ávila y Archivo General de la Nación, para fortalecer la producción y reedición de textos. A esto se añade la creación de las Librerías del Sur, en todo el territorio nacional, y la Feria Internacional del Libro de Venezuela, con sus capítulos regionales, lo que año tras año suma actividades de promoción de la lectura, venta de libros y captación de potenciales lectores.

Vinculado a esto, Fagundez (2015), entrevistó para la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) a Christian Valles, presidenta del Centro Nacional del Libro, quien informó:

 

El libro está ubicado dentro de la cotidianidad del venezolano, antes no era un elemento cotidiano ni simbólicamente ni fácticamente. Ahora, es algo de lo que la gente habla. 82% lee cualquier material de lectura, desde periódicos hasta libros, y 52,2% se autocalifica como lectora de libros y cada año se leen unos tres libros al año.

 

De acuerdo a lo referido por Valles, aún el hábito de leer no representa la prioridad del venezolano, pero aclara que antes de 1998, la lectura implicaba un  beneficio para un reducido sector de la población, convirtiéndose casi en un hábito de la élite, mientras que «ahora se lee en todos los sectores, no en los niveles que quisiéramos ni el tipo de lectura o de literatura al que quisiéramos que se llegara, pero se está leyendo muchísimo», acotó la dirigente cultural.

 

A esto se suma que en los últimos tiempos, con el auge de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, las plataformas digitales y los dispositivos electrónicos se presentan como  alternativa al libro impreso, fenómeno en incremento con la distribución gratuita por parte del Estado, de tabletas y minilaptos en escuelas y centros universitarios, democratizando entre los niños y jóvenes, el acceso a la información y la alfabetización tecnológica. ¿Pero entregando computadoras y propiciando el uso activo de las redes sociales el gobierno nacional realmente está contribuyendo a la formación de lectores críticos y responsables? La experiencia personal como docente universitaria me dice que no es así, pues falta trabajar con estrategias dirigidas a los usuarios-lectores, que humanicen la lectura y no solo que la instrumentalicen.

 

Una gran ventaja de internet además de unir a las personas, es que éstas pueden acceder en cuestión de segundos a datos de su interés, abriéndose a un mundo de conocimientos con sólo hacer un “clic” en el teclado del computador o pulsar la pantalla táctil de la tableta, pero en contraposición, esa facilidad para  aproximarse a cualquier tema sin tener que leer mucho, visitar bibliotecas, o comprar libros, convierte a los jóvenes en lectores menos acuciosos y críticos, quienes asumiendo el mínimo esfuerzo mental, no seleccionan ni jerarquizan la información efectivamente, no interpretan ni comprenden lo que leen, por lo cual recurren al plagio intelectual. Tampoco se cercioran de que la información copiada sea la adecuada, y con frecuencia me he topado con textos en los que aseguran “que aquí en Chile, España o Argentina, hacemos esto o aquello”, cuando la investigación se está realizando en tierras falconianas y el autor de la misma es fanático de la arepa pelada.

 

Incluso es decepcionante conseguir varios informes completamente iguales porque fueron copiados íntegramente de internet y no citan la fuente. Peor aún cuando se les pregunta el contenido del trabajo: empiezan a sudar, se ponen nerviosos, y su mente queda en blanco sin poder articular palabra alguna. Es allí cuando empiezo a cuestionar mi labor como docente mediadora de lectura, una tarea que a diario me enfrenta a nuevos retos en materia pedagógica y didáctica, para dar respuesta a las necesidades académicas y profesionales de la nueva era.

 

Sobre esta realidad actual, Medina (2014) diferencia a dos tipos de lectores a partir de un criterio de temporalidad: el lector tradicional y el lector nuevo. Para el escritor caraqueño, el lector tradicional es aquél que lee libros, lo que le ha permitido consolidar sus competencias lectoras y apreciar la literatura, pues ha disfrutado de una cultura rica en experiencias lectoras, fundamentadas principalmente en la oralidad. El lector tradicional es un lector ávido de buenos textos, es más crítico, de gustos literarios más complejos y se adapta  eficientemente al uso de los nuevos formatos electrónicos de lectura. Por el contrario, el lector nuevo es más consumidor que lector, es aficionado a las redes sociales, a la información que circula en el ciberespacio y a establecer contacto virtual antes que personal. No es un lector crítico y se le dificulta distinguir contenidos y comprenderlos. No siente atracción por los libros, profundiza menos en sus experiencias lectoras, definidas generalmente, por la lectura escolar y la lectura de imágenes. Finalmente, su cultura oral es más restringida, proporcionada con mayor frecuencia por la televisión y el cine.

 

Como se evidencia, Medina caracteriza a dos generaciones de lectores con diferencias extremadamente marcadas, que perfectamente pueden estar representadas por padres e hijos o docentes y estudiantes, por lo cual surgen algunas interrogantes: ¿Cómo conciliar esas diferencias? ¿Qué estrategias podemos implementar en los centros educativos y núcleos familiares para desarrollar el potencial de los nuevos lectores? Ya lo sugerí con anterioridad al mencionar la necesidad de humanizar el proceso de lectura, lo cual significa enfocarnos en el lector, sus expectativas, sueños, intereses y formas de aprender y no en los instrumentos y métodos de la lectura. Vinculado a esa idea, el investigador referido plantea:

 

Si se asume la lectura como objeto final, entonces la figura de la persona que lee se difumina, perdiéndose entre los porqués y paraqués de las iniciativas que pretenden formar nuevos lectoras y lectoras. Toda política, pública o particular, que tenga como objetivo principal el estímulo de la lectura y la formación de los lectores, debe colocar como centro de sus acciones a la persona que lee… No los libros, no la lectura (pág. 22)

 

Teniendo en cuenta los planteamientos expuestos, es preciso reconocer que hoy en día los venezolanos leemos más y mejor, gracias al esfuerzo del Estado, pero sigue siendo una tarea pendiente superar los escollos educativos que en materia de enseñanza de la lectura ha enfrentado la escuela desde hace diversas décadas, y que se repiten o incrementan en la universidad.

A continuación conozcamos dos experiencias concretas de estudios de hábitos lectores en el sector universitario, la primera corresponde a una encuesta en línea realizada a estudiantes y docentes de la Universidad Católica Andrés Bello en el año 2018 y la segunda es una consulta realizada el presente año a docentes de distintos centros de estudios de Venezuela, quienes también respondieron en línea a una serie de preguntas abiertas.

Universitarios que leen: La experiencia en la UCAB

El Centro de Investigación y Evaluación Institucional (CIEI) y la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en la ciudad de Caracas, durante el mes de noviembre de 2018 realizaron una investigación titulada ¿Cómo y para qué leemos?”, con el propósito de indagar en los hábitos de lectura de los estudiantes y profesores de la universidad.

Los responsables del estudio fueron Gabriel Wald, María Graciela Fernández y Yolanda Cañoto, quienes a través de una encuesta autoadministrada en línea, como técnica usada para la recolección de la información, recabaron las respuestas de 240 estudiantes de pregrado y 67 docentes de la sede Montalbán de la UCAB.

Las preguntas de investigación fueron dos: ¿Cuáles son los hábitos generales de lectura entre universitarios? y ¿Qué preferimos y qué hacemos realmente? Estas a su vez se dividieron en otras interrogantes que presentaban alternativas de respuestas cerradas. En tal sentido, los resultados expuestos en el informe final son los siguientes:

  • En cuanto a los hábitos de lectura y particularmente la frecuencia con la que leen, el 82% de los docentes manifestó hacerlo diariamente, igual que 42% de los estudiantes, mientras que un 13 % de alumnos lee varias veces a la semana.

 

  • Sobre los motivos que tienen para leer, el 24% de los profesores declaró que lo hace para mantenerse actualizado en su profesión, un 19% respondió que es por estudios académicos y el 17% lo hace para enseñar a otros. En cuanto a las motivaciones estudiantiles, el 39% de los encuestados lee por estudios académicos y el 33% para entretenerse, lo que contrasta notablemente con el 17% de los docentes que lee por recreación.

 

  • Los temas que prefiere leer el 65% de los estudiantes son de entretenimiento y luego los de tipo informativo (16%). En cambio, el 45% de los docentes lee temas de educación y el 23% textos de entretenimiento, mientras que el 17 % lee temas informativos.

 

  • En cuanto al tiempo que le dedican a la lectura, el 35% de los estudiantes lee de treinta minutos a una hora, y el 28% de una a dos horas. Por su parte, el 30% de los profesores invierte más de dos horas en leer y un 28% de una a dos horas.

 

  • Acerca del lugar donde prefieren leer, el 70% de los docentes respondió que lo hace en su casa, y solo el 22% lee en la oficina o sitio de trabajo. Igualmente, el 58% de los estudiantes prefiere leer en su lugar de habitación, apenas un 15% en la biblioteca de la universidad y el 12% lo hace en el transporte público.

 

  • Al preguntar cuál es el soporte de lectura que utilizan habitualmente, el 42% de los profesores optó por el papel y el 21% por la laptop, seguido por un 17% que lee en su computadora de mesa. Las cifras relacionadas con los estudiantes reflejan que 43% de los encuestados usa el papel, el 21% el celular y el 11% su tableta electrónica.

 

  • Sobre las fuentes de consulta utilizadas con frecuencia, los participantes del estudio podían seleccionar varias opciones de manera simultánea, por tanto, la preferencia de los docentes se manifestó así: Páginas web especializadas (73%), libros impresos (57%), motores de búsqueda web (57 %) y 54% libros digitales. Por otro lado, los estudiantes, al momento de leer e investigar prefieren recurrir a motores de búsqueda web (62%), libros digitales (60%), páginas web especializadas (58%), libros impresos (52%) y redes sociales como instagram (51%), lo que demuestra que los encuestados prefieren las fuentes digitales antes que las impresas como el libro, las revistas o los periódicos.

 

  • Al parecer, la crisis económica del país ha afectado la adquisición de libros, porque el 60% de los docentes no ha comprado material de lectura en los últimos seis meses y el 65% de los estudiantes tampoco lo ha hecho.

 

  • Para dar respuesta a la segunda pregunta general, el 70 % de los docentes y el 76 % de los estudiantes afirmaron que prefieren leer en papel, pero 58 % de los profesores la última vez que leyó lo hizo en un soporte digital. Igual ocurrió con el 57 % de los estudiantes.

 

  • Al preguntarles si usaron una biblioteca en los últimos seis meses, el 84 % de los estudiantes respondió afirmativamente, al igual que el 64 % de los profesores. Pero en cuanto a la frecuencia de uso, el 62 % de los docentes la visitó de una a dos veces por mes, mientras que el 53 % de los alumnos la usó de una a siete veces en la semana.

 

  • Finalmente, en relación al motivo de visita a la biblioteca, el 70% de los alumnos acudió para estudiar y el 64% de los docentes para consultar libros.

Entre las conclusiones y recomendaciones, destacan las siguientes ideas de los responsables del informe: a) Los estudiantes se entretienen leyendo más que los docentes; b) La sustitución del libro físico, en papel, no es por decisión propia, sino por necesidad, lo cual parece atentar contra la experiencia integradora de los sentidos durante la lectura, desestimulando la imaginación; c) Recurren a la lectura digital pero no les agrada mucho, y aunque visitan la biblioteca es necesario crear nuevos y mejores espacios en donde se retome la lectura del libro.

 

Por último, considero que la investigación realizada por el equipo de la UCAB, brinda información valiosa de tipo cuantitativa, sobre los intereses y hábitos de lectura de los actores educativos de esa casa de estudios, lo que permitirá el desarrollo de estrategias institucionales de promoción de la lectura y uso de las bondades de la biblioteca, no solo como sitio de reunión o de estudio, sino como espacio para la lectura de recreación y reivindicación del libro físico. Sabemos que los datos aportados no representan la totalidad de la población universitaria de nuestro país, pero nos permite aproximarnos a realidades concretas y propiciar mejoras y transformaciones.

 

 

 

 

 

Docentes, universidad y lectura: Una mirada cualitativa

Pero más allá de las frías estadísticas, ¿qué nos dice la vivencia de nuestros profesores universitarios venezolanos, acerca de su relación con la lectura? Para saberlo, ocho docentes de distintas instituciones de los estados Falcón, Mérida y Sucre nos confiaron su voz, y compartieron ideas en torno a sus hábitos lectores, referidos a gustos e intereses acerca de lo que leen y cómo promueven la lectura entre sus estudiantes.

A través de un sondeo en línea realizado entre el 12 y 22 de abril de 2019, que permitía la interacción directa con los informantes, recibimos las respuestas a las siguientes preguntas: 1. ¿Acerca de cuáles temas prefieres leer?, 2. ¿Qué tipo de textos prefieres leer (ensayos, artículos científicos, artículos periodísticos, novelas, cuentos, poesía, entre otros)?, 3. ¿Con cuánta frecuencia acostumbras a leer?, 4. ¿Prefieres leer libros digitales o físicos y por qué?, 5. ¿Cuáles libros leíste en el último mes?, 6. ¿Qué libro estás leyendo en la actualidad?, 7. ¿Cómo promueves la lectura entre tus estudiantes? Una vez interpretada la información, pudimos caracterizar de manera emergente los hábitos de lectura de los profesores universitarios consultados, quedando de la siguiente forma:

  1. Los docentes prefieren leer temas relacionados con su área profesional y las unidades curriculares que facilitan, aunque eso no los exime de leer tópicos de cultura general y literarios como novelas y poesía:

Mariangela P. docente de la Universidad Nacional del Turismo, en Mérida, y coordinadora del Programa Nacional de Formación en Turismo, opta por leer temas relacionados con economía, turismo, política y productividad, también novelas cortas. Por su parte, Jayaline R. docente de la Universidad Politécnica Territorial de Falcón “Alonso Gamero” (UPTAG), en Contaduría Pública,  aprecia la lectura vinculada con el crecimiento personal y organizacional, novelas románticas y religión. Tibisay Ch. economista, y profesora de la UPTAG, se inclina por lo temas políticos, económicos y de actualidad informativa. Alí M. jubilado del Ministerio del Poder Popular para la Educación y Coordinador del Centro Internacional Miranda, en el estado Sucre, nos confiesa: “Prefiero leer temas relacionados con educación, geopolítica del conocimiento y temas variados de interés y de cultura general”.

   Igualmente, Anthony A. poeta, escritor, y profesor en la carrera de Educación en la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB), en el estado Falcón, asegura que lee “diversos temas, sobre todo culturales, literarios y teóricos”.  Por otro lado, Luis D. docente falconiano de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM) y coordinador del PNF en Historia, afirma que disfruta leer “temas de historia, política, petróleo, cultura, sociedad, y educación”. Para mantenerse actualizada en sus labores pedagógicas, Ingry G. periodista y docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela, sede Falcón, acostumbra a leer textos sobre innovación educativa, mientras que Douglas V. licenciado en Ciencias Sociales y profesor de la UPTAG, se inclina por los “temas referentes con la filosofía, origen y evolución del pensamiento filosófico occidental, la historia, los grandes acontecimientos a nivel mundial, economía y principales doctrinas económicas”.

   La información anterior es sustentada mediante los títulos de los libros que los docentes leyeron en el último mes y de los que están leyendo en la actualidad:

Mariangela P: “Alternativas al capitalismo/colonialismo del siglo XXI”,  y “El vato que cayó del cielo”; actualmente leo “Pensamiento lateral” y “Baila, baila, baila.”

Jayaline R: “Chocolate caliente para el alma de quien trabaja”, de Canfield, Hansen, Rogerson, Rutte y Clauss. Tengo más de tres semanas que estoy releyendo “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva.”

Tibisay Ch: “Estoy leyendo Bolívar, de Mijares” (Se refiere al libro “El Libertador”, de Augusto Mijares).

Alí M: “Leí la intoxicación lingüística de Vicente Romano. Estoy leyendo los artículos que integran un libro que escribe el profe Luis Bonilla, relacionado con la educación, la pedagogía crítica y la cuarta revolución industrial”.

Ingy G: La praxeología, como alternativa en la sistematización de experiencias. La praxeología. Teoría práctica, de Vargas y Geran.

Anthony A: “Leí recientemente una selección de obras de Voltaire y Diderot, Holderlin, y estoy leyendo a Mircea Eliade.”

Douglas V: “Dios es una mujer y el Imperio contracultural (relectura). Actualmente leo China, un gigante que despierta”.

Luis D: “En abril, que aún no termina, releí Chávez nuestro, de Rosa Elizalde y Luis Báez (siempre lo releo en abril); ¿Coro o Santa Ana de Coro? de Luis Alfonso Bueno; Boves, El urogallo, de Herrera Luque, y actualmente estoy leyendo La luna de Fausto, también de Herrera Luque. Hay un texto muy interesante en el área universitaria, específicamente en lo referente a la transformación universitaria que siempre lo tengo de cabecera, transformación universitaria como compendio que se editó cuando Yadira Córdova y Luis Bonilla, y uno muy bueno de Boaventura de Sousa Santos sobre la universidad del siglo XXI”

  1. Los profesores no discriminan en la lectura de los distintos géneros textuales, aprecian cualquier género, siempre que exponga temas de su interés de forma atractiva:

   Al respecto, Jayaline R. confirma: “Leo de todo un poco; me voy por lo atractivo del título y el vínculo donde me desenvuelvo en lo personal y laboral”, otro buen lector es el profesor Douglas V. quien recurre a los ensayos y textos científicos, para su actualización formativa, y a la literatura y poesía, como entretenimiento. Igualmente Alí M. gusta de leer “ensayos, artículos científicos, una buena poesía y un buen libro”. Sin embargo, nos conseguimos docentes que optan preferiblemente por los géneros académicos, tal es el caso de Ingry G. o aquellos que declaran su aversión al género poético, ejemplo de ello es Luis D. quien manifiesta que lee diversos textos “excepto poesía, lamentablemente no me gusta”.

  1. Nuestros profesores universitarios son asiduos lectores, leen con frecuencia, como hábito personal y por exigencia profesional:

Unos lo hacen a diario, como Douglas V: “leo todos los días, mínimo una hora, solo libros físicos”, Mariangela P. quien confiesa que lee diariamente y no se enfoca en un solo libro, sino que lee varios, o Luis D. para quien la lectura es un hábito arraigado,  y asegura. “Leo diariamente, cotidianamente.”

Otros lo hacen dependiendo de las responsabilidades que tengan y el tiempo con el que cuenten, o incluso, según la densidad de la lectura que estén realizando, como Ingry G. quien lee semanalmente o cada quince días, Tibisay Ch. quien todos los meses trata de leer nuevos libros “dependiendo de lo digeribles que sean”, o como Jayaline R. para quien su frecuencia de lectura “en realidad depende del tiempo disponible, pero cuando no lo hago con un libro formalmente, leo cualquier artículo que consiga”.

  1. El soporte o formato preferido de lectura es el libro físico, pero los soportes digitales son de gran utilidad, por la variedad de títulos disponibles en la web y su fácil accesibilidad:

   Los docentes consultados coincidieron en su preferencia por leer libros físicos, destacando sus cualidades en cuanto a los niveles de practicidad, aprovechamiento en el uso de las técnicas de lectura, cuidado de la salud visual e incluso resguardo de la seguridad frente a los altos niveles delictivos en el país.

   Con relación a esto, Anthony A. declaró: “Me gusta leer en físico, pero la ventaja de los digitales es que a veces consigues cosas que no has hallado en físico. Pero leo los dos formatos a la par, aunque los prefiero en físico. Algunas de sus ventajas tienen que ver con la situación venezolana, por ejemplo, un ladrón no te robará jamás un libro, pero sí una tableta o un teléfono. Otra ventaja es que no necesita electricidad, si el servicio eléctrico falla puedes leer hasta bajo la luz de una vela. Tengo por manía subrayar y hacer notas en lo que leo, por eso prefiero el libro para poder rayarlo”.

   En la misma tónica, Alí M. asevera: “Prefiero el libro físico, pero hoy leer un libro digital es igual de provechoso que leerse uno físico, si en ambos puedo hacer notas al margen, mejor”. Tibisay Ch. declaró que lee en ambos formatos “aunque los digitales me agotan la vista y afectan la cervical”, Jayaline R. destaca el aspecto práctico y enfatiza: “prefiero los físicos porque los puedo llevar a cualquier lado y aprovechar cualquier momento para leer”. Hablando en cifras, Luis D. aclara que los formatos que usa para la lectura, son en “un 60% en físico, digitalmente también, pero los prefiero tradicionalmente. Excepto las colecciones, que son más accesibles en digital producto de los costos y el acceso a la web”.

Por último, Douglas V. nos recuerda la aventura sensorial que puede representar la lectura de un buen libro y expresa: “Prefiero los físicos, por la dilatada costumbre, me place sentirlos en mis manos”.

  1. En sus sesiones de clase, los docentes promueven la lectura mediante la asignación de trabajos escritos con el propósito de desarrollar las habilidades investigativas, generan discusiones grupales de textos asignados, e implementan técnicas de interacción dialógica y socialización de conocimientos, apoyándose también en el uso de recursos audiovisuales:

   Al consultarle a los docentes cómo motivan a sus estudiantes para que desarrollen el hábito de la lectura, respondieron que asignan la lectura de diversos textos en clases, estimulan la redacción de ensayos y la discusión grupal de los tópicos abordados. Específicamente, Tibisay Ch. hace que los estudiantes de Contaduría Pública de la UPTAG lean, “asignando ensayos a partir de lecturas de la especialidad”, igual ocurre con Douglas V, profesor del eje sociocrítico en la misma institución, quien estimula la lectura “A través de la asignación de actividades de investigación sobre un tema determinado”. Por su parte, Ingry G. profesora de Comunicación Social en la UBV, dice que los estudiantes, “en clase, leen materiales y analizan los temas en trabajo grupal”

Pero otros indagan más en las preferencias y hábitos lectores de los alumnos, como Mariangela P. a quien el frío clima de las tierras merideñas no le resta calidez en su rol de educadora, pues afirma: “Suelo preguntar quién lee y por qué lee, varias veces en el semestre, también hay unidades que desarrollamos sobre una lectura conjunta de un libro o extracto”. Asimismo, la pasión por la lectura puede contagiarse, tal como lo procura Alí M. en el estado Sucre, quien asegura: “La promuevo predicando con el ejemplo y recomendando  lecturas cortas y largas relacionadas con el interés de los estudiantes, que por lo general son docentes en ejercicio”.

   Jayaline R. profesora de la UPTAG, apela a sus habilidades comunicativas para orientar a los estudiantes y recurre a la interdisciplinariedad, apoyándose en expertos en el área de lectoescritura. En tal sentido, busca que los estudiantes lean “indicándoles la importancia que tiene para una persona expresarse correctamente de manera oral y escrita, y que eso se logra solo con la lectura.  Adicionalmente, como doy clase en Contaduría Pública, les hago ver que ellos, como profesionales, se comunican con sus clientes y jefes e interpretarán y elaborarán informes de gestión donde la comunicación es importante para el logro de sus objetivos. También hacemos ejercicios de lectura, apoyados con nuestro querido profesor Federico Colina.”

  Por otro lado, Anthony A. profesor de la asignatura Taller de lectura y comentario de textos, en la carrera de Educación en la UNERMB, asevera: “Les leo y les cuento, les explico o trato de explicar desde diversos puntos de vista la lectura que hagamos, sobre todo relacionando con la realidad o su realidad inmediata. Aparte les sugiero nombres de autores o de libros, y a veces vemos documentales o películas sobre el tema literario o cultural.”

Finalmente, una estrategia de gran utilidad en el sector universitario, es la organización de  eventos de investigación, como congresos, seminarios, foros, conversatorios, en los que se hable de libros, autores, estudios innovadores y se muestre la producción editorial más reciente, para estimular la acuciosidad de los participantes y el deseo de recrear nuevos conocimientos. Como profesores, debemos estar actualizados de lo que ocurre en el ámbito académico y en nuestra área profesional específica, y eso debemos fomentarlo en los estudiantes. Al respecto, Luis D. comenta: “Les envío material por la web, soy docente de la UNEFM de Ciencias Económicas y Sociales y dirijo la cátedra de Sociedad y cultura, anteriormente discutíamos artículos, ensayos, materiales hemerográficos y otros, para los cinco grandes temas que contenía la unidad curricular y al final discutíamos con exposiciones los materiales que más le llamasen la atención. Por otro lado, al dirigir a su vez el PNF en Historia, la diversidad de temas históricos son la columna cotidiana de la discusión que se resalta en foros, conversatorios y congresos desarrollados a través de las investigaciones de los compañeros, y a los cuales asistimos consecutivamente desde ya hace una década”.

Como se evidencia en esta consulta con enfoque cualitativo, la data aportada por los informantes posee una gran riqueza, pues a través de sus discursos francos y sencillos, pudimos  realizar una aproximación más cálida, amena y cercana a la realidad de nuestros docentes universitarios, en lo concerniente a sus hábitos lectores y a las estrategias que desarrollan en sus aulas de clase para propiciar la lectura en los estudiantes, ya que si hablamos de humanizar la lectura en las instituciones educativas del país, esto pasa primero por darle voz a los actores involucrados, tanto a los estudiantes como a los profesores, pues ambos, en un proceso de interacción dialógica permanente, comparten sus experiencias, vivencias y formas de ver el mundo, pero también de leerlo críticamente, para entenderlo y transformarlo.

Como consideración final, es necesario retomar la idea de Paulo Freire (2008, pág. 53) acerca del estudio y la lectura, quien afirma: “El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. De allí la importancia de fomentar la lectura crítica y amorosa tanto en la escuela como en la universidad, para formar seres creativos, generadores de nuevos conocimientos e innovadores, capaces de la acción-reflexión necesarias que permitirá transformar realidades. Leamos, pues.

 

* Licenciada en Comunicación Social, Magíster en Gerencia de Recursos Humanos, docente ordinaria con la categoría de Agregada en la Universidad Politécnica Territorial de Falcón Alonso Gamero.

 

Referencias bibliográficas

Antillano, L. (1991). “¡Ay! qué aburrido es leer. El hábito lector y el cuento de la infancia.”  Ars Gráfica S.A. Maracaibo, Venezuela.

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Fuente: La autora escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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Por qué el futuro de las librerías está en manos de las libreras (y de las lectoras)

Reseñas/30 Enero 2020/elpais.com

Las tiendas de libros se han convertido en espacios de resistencia y encuentro. Las mujeres impulsan la capacidad transformadora de la lectura enero

Cuando la escritora y librera Petra Hartlieb (Múnich, 1967) escribió estas líneas, ya era consciente de lo difícil que le resultada discernir entre su vida y su librería, entre ella y uno de los libros que vendía: “Una obsesión que solo se puede entender cuando una misma está poseída por ella”. En su libro Mi maravillosa librería, publicado por Periférica hace tres años, hay una librera que, cuando descansa, lee; que, cuando pasea, piensa en sus lecturas; que, con sus amigos, habla de libros. Es decir, una librera también es su librería. Y una librería es un desafío, como lo es pasar de los sueños a la realidad: entusiasmo, confianza, sacrificio, dedicación y tormento. “Trabajo, trabajo y más trabajo”, cuenta Hartlieb, escritora, lectora, librera, madre y pareja sobre su experiencia en “una librería [la suya, bautizada con su propio apellido, Hartlieb] pequeña, tradicional y de barrio que se convirtió en el núcleo indispensable de la vida en comunidad de una ciudad europea en el siglo XXI”.

El futuro de las librerías está en manos de las libreras, ¿por qué? Las mujeres representan casi el 60% de los empleados fijos del sector de las librerías. Así lo descubre por primera vez el estudio de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que ahonda sobre la salud de estos comercios. Este dato es llamativo comparado con los de empleo cultural en España, donde los porcentajes son inversos a los arrojados ahora: en 2018, el 39,1% de los trabajadores culturales fueron mujeres (casi 270.000 personas), y hombres, el 60,9% (420.000 personas).

Hay más libreras que libreros, porque hay más lectoras que lectores. El 67,2% de la población femenina española lee, frente al 56,2% de la población masculina. En total, hay once puntos porcentuales de diferencia entre ambos géneros. La diferencia se acentúa en el tramo de edad comprendido entre los 25 y 34 años, con 16 puntos de distancia: en esas edades ellas se reconocen lectoras en un 69,5% y ellos en un 53,6%. Y la distancia perdura hasta los 44 años. “Ellas no abandonan nunca la lectura. No es un dato anecdótico, es un problema grave. Que los hombres no lean en pleno avance de la misoginia es un problema”, asegura Miren Elorduy, dueña de la librería Mujeres y Compañía (Madrid).

La brecha lectora entre los hombres y las mujeres es muy profunda en la adolescencia y siguientes años. ¿Alguna razón para ello? “Vivir en un sistema patriarcal te hace darte cuenta de las injusticias antes que los hombres”, apunta Elorduy. Las mujeres, dice, se piensan y se leen más que los hombres porque buscan su propia historia.

La lectura es “una actividad emocionante y estimulante”. Te hace “ser más feliz”. Eso es lo que piensan las lectoras y así lo refleja el último barómetro de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). “Para tener cultura no hace falta leer libros”, esto es lo que piensan la mayoría de los hombres encuestados en el mismo estudio. “Hay otras actividades de ocio más entretenidas que leer”, insisten ellos en este informe.

Lo que no cuenta el estudio es que las mujeres han hecho de las librerías lugares de resistencia. Ahora son espacios de encuentro y conversación, de reflexión: “Estamos convencidas de que la lectura puede transformar”, cuenta la escritora Marta Sanz.

Durante años se ha considerado un territorio sin importancia, pero han sido las mujeres las que han hecho de estos espacios lugares dedicados al debate. Tanto Lola Larumbe (en Alberti, Madrid) como Alejandra de Diego (en Berbiriana, A Coruña) indican que han encontrado en los clubes de lectura un gusto por la conversación y el diálogo entre mujeres. Ellas son mayoría absoluta en estas actividades.

Un 67,2% de la población femenina española lee, frente a un 56,2% de ellos.

La nueva librería es un terreno colectivo abierto a las lógicas comunitarias propias de las mujeres. “Los hombres deberían aprender a crear estas redes de encuentro y solidaridad”, apunta Clara Ramas, filósofa y política —es integrante de la formación política Más Madrid—. Para ella es normal que haya más libreras, porque las mujeres son las que se han encargado del cuidado y de la transmisión del conocimiento a lo largo de la historia. Además, cree que en las librerías se trasciende el acto de compraventa. Un libro detiene el curso natural de los acontecimientos mercantiles.

“Estamos acostumbradas a inventarnos el mundo”, mantiene Pilar Eusamio. Esta facultad femenina de la que habla esta librera en Los Editores (Madrid) casa a la perfección con la habilidad de gestión de economías exiguas. En el estudio de CEGAL se especifica que la mitad de las librerías no alcanzan a facturar más de 90.000 euros anuales, lo cual las deja al límite de la supervivencia. En Madrid —segundo mercado nacional del libro tras Cataluña—, cada año cierran el doble de las que abren, según el recuento del Gremio de Libreros de la comunidad. El “sexo débil” tampoco existe en las librerías. Son espacios en los que toca mover cajas, escaparates, imaginar talleres, adaptarse a todas las labores… Y conciliar con la vida personal.

La de Petra Hartlieb es una vida de librera y escritora como las de Helene Hanff y Penelope Fitzgerald, que contaron en sus novelas 84 Charing Cross Road (Anagrama) y La librería (Impedimenta), respectivamente. Las tres escritoras retratan a mujeres soberanas, obsesionadas y apasionadas, protagonistas de historias con más esperanza que melancolía. Conchita Quirós, dueña del establecimiento Cervantes, en Oviedo, también lleva una librería dentro: “No me casé, pero la librería es mi novio, es mi amante y mi marido. Aquí he conocido a gente interesantísima”, asegura. Dice, orgullosa, que si volviera a nacer sería librera otra vez.

Las mujeres no solo leen más, sino que se forman más en lengua y literatura. Es el argumento que Consuelo Fociños, del equipo comercial de Planeta, exlibrera, aporta para explicar el gran número de mujeres en el sector. Las licenciadas en Filología son mayoría, “casi un 70%”. Una formación que puede culminar en una librería o en una carrera como autora.

Con todo, los datos que el ISBN ha mostrado por primera vez este año desvelan que las editoriales publican el doble de obras de hombres que de mujeres. En 2018 hubo 34.183 títulos de ellos frente a 17.801 de ellas. En la categoría de “creación literaria” (desde novela a poesía), ellos publicaron 9.370, y ellas, 5.227. Más lectoras y libreras que autoras.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/01/24/ideas/1579860727_343702.html

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