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[Reseña] La mujer helada

Sinopsis

Annie Ernaux en la obra va recorriendo su papel como mujer desde la infancia a la edad adulta. Con treinta años es profesora, casada con un ejecutivo y madre de dos niños.Tiene un buen entorno familiar, sin embargo se siente como una mujer helada porque no puede progresar a causa del trabajo cotidiano que tiene asignado en la familia (baños, compras, cenas, limpieza…). Siente cómo su futuro se ve condicionado por el solo hecho de ser mujer. La autora cuenta brillantemente esta alteración de lo cotidiano, este empobrecimiento de las sensaciones, esta pérdida de la identidad; esclavitud a la que las mujeres son empujadas como a un desafío.

Annie Ernaux nació en Lillebonne (Normandía) en 1940. Hija de comerciantes, pasó su infancia y adolescencia en la localidad de Yvetot hasta trasladarse a Rouen para cursar estudios universitarios de literatura. Ha dedicado su vida a la enseñanza como profesora de letras modernas. Es autora de una obra esencialmente autobiográfica e intimista, con títulos como La mujer helada (1981), No he salido de mi noche (1997), Perderse (2001), El uso de la foto (2005), Los años (2008), Memoria de chica (2016). Entre los numerosos galardones recibidos destacan el Premio de la Lengua Francesa 2008 y, en España, el Premio Formentor de las Letras 2019, otorgados ambos al conjunto de su obra. Annie Ernaux es hoy una de las escritoras más reconocidas del panorama literario francés y europeo. Actualmente reside en Cergy, cerca de París. En 2022 se le concedió el Premio Nobel de Literatura.

Reseña

Ernaux nos pone en contraposición el estilo de mujer estipulado por la sociedad del momento y el estilo de mujeres que han rodeado su infancia y adolescencia.

Las unas eran… “Mujeres frágiles y vaporosas, hadas de manos suaves, pequeñas auras de sus casas a cuyo paso quedo surgen el orden y la belleza, mujeres sin voz, sumisas, por mucho que busque, no veo tantas así en el paisaje de mi infancia”.
Las otras… “Mis mujeres, las mías, vociferaban todas, tenían el cuerpo descuidado, demasiado pesado o demasiado plano, dedos rasposos, caras sin pintar o, al contrario, maquilladas como puertas, con gruesas manchas rojas en mejillas y labios”.

Es interesante cómo en la narrativa nos va llevando a ver cómo ella sin querer se va convirtiendo en ese tipo de mujeres con las que no está de acuerdo. Esas mujeres que van anteponiendo la crianza y la familia a su desarrollo personal, cómo le cuesta centrarse para preparar estas oposiciones que desea y no encuentra el momento.
Creo que describe en su personaje el tipo de mujer que, aunque no quiera, se ve desembocada a cuidar de los demás y dejar en un segundo plano sus preferencias de desarrollo profesional y personal.

Con gran sutileza describe el machismo y defiende el feminismo, defiende a la mujer que debe desarrollarse sin cortapisas, defiende a la mujer que no debe estar esclavizada por las tareas del hogar, defiende a la mujer que no quiere ser sola la que se dedique a la crianza de los hijos, defiende en general el papel de las personas en la sociedad, sin connotaciones de género.

Las mujeres de su familia eran independientes y de ellas había aprendido. En el libro nos va haciendo un relato de las mujeres de su familia y con ellas hace dichas reivindicaciones. “No recuerdo a una sola haciendo punto o complicándose la vida con las salsas; sacaban del aparador la fuente de fiambre y la pirámide de papel manila manchado de nata. El polvo, el orden, les daba exactamente igual, pedían disculpas, eso sí, para quedar bien, “no os fijéis en cómo está la casa, ¿eh?, decían”.

Mujeres que quieren trabajar fuera de la casa, tener un ambiente profesional y compartir con el marido todo lo relacionado a la familia y los niños. Esas mujeres que reivindica Annie Ernaux aún en este siglo XXI tienen dificultades, por eso hay que seguir alzando la voz contra el machismo de los hombres y contra esa sociedad que no da relevancia al papel de las mujeres y las considera una ciudadanía de segunda clase.

El libro es divertido y encierra un gran mensaje. Un relato íntimo de autoficción con el que las mujeres nos podemos ver reflejadas. Ahora, en estos tiempos, que se dice que la juventud está dando pasos agigantados hacia esas posturas tradicionales y hacia esos comportamientos machistas, creo que debería ser de lectura recomendable al alumnado de Secundaria y Bachillerato.

Es necesario que luchemos por una ciudadanía igualitaria en la que las mujeres ejerzan de pleno derecho cualquier papel en la sociedad que sirva para el desarrollo social y cultural de la humanidad.


Para saber más:

Annie Ernaux: La historia nos enseña que casi no ha habido cambios sin ciertas violencias” Una entrevista en France 24. https://youtu.be/00he1r-xASc
DW Español: Annie Ernaux, la escritora feminista https://youtu.be/Gjlqs87UN0Q
“Cómete la sopa Kafka” nos habla del discurso feminista y provocador de Annie Ernaux https://youtu.be/mwIjG5pGr8M

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México: La fuerza de las mujeres indígenas, sus dolores y desafíos

Por: Gloria Muñoz Ramírez.

Fotos: Gerardo Magallón


Huetosachi, Chihuahua / Desinformémonos. Reunidas en una paraje de Huetosachi, donde los rarámuri defienden su territorio, mujeres de distintos pueblos indígenas hablan de sus dolores, de la defensa de la tierra, de su nuevo rol dentro de las comunidades, de los obstáculos que enfrentan, del racismo, machismo, de las violencias internas y externas, y también de sus esperanzas, su fuerza y sus desafíos.

Las anfitrionas son las mujeres rarámuri que tienen a su cargo el comedor y tienda turística dentro del concepto “Experiencias rarámuri”, en el que el turista se incorpora de manera respetuosa al conocimiento de su y las artesanías de su pueblo. Un proyecto que une a un grupo de diez mujeres entorno a no sólo a la generación de recursos, sino a la puesta en marcha de otro futuro posible, en el que ellas, al menos en ese lúdico espacio de sabores, colores y juegos, son las que ponen las reglas.

Primero defendieron la tierra que les corresponde, y después todo lo demás. Habla la gobernadora de Huetosachi:

En la comunidad soy gobernadora. La gente me eligió para ayudarle. Lo hago por la comunidad, por las personas. Tengo que ir a reuniones, dicen que porque me pagan, pero no.

Cuando teníamos 18 años, éramos unas niñas, no sabíamos nada ni cómo. María, mi prima hermana, salió a buscar a quién nos asesorara. Ellos nos dieron palabras, porque nosotros no sabíamos hablar ni entendíamos. Fuimos aprendiendo a defender el territorio. Llevamos 15 años peleando. Antes nos cerraban el camino, nos ponían un candado para que no entraran los carros.

Vivíamos muy tristes. Ahora ya ganamos la mitad. Fuimos a varias partes, fuimos a México en caravana. Platicamos con compañeros que viven en otras comunidades. Defendemos la tierra que nos dejaron nuestros abuelos y por los hijos que están creciendo. Si no defendemos, a los hijos les va a tocar sentir ese golpe que nos tocó a nosotros.

Antes aquí era un rancho, vivían 18 personas. Ahorita los jóvenes ya hicieron sus casas y somos 40 personas ya, pero viven muy retirado porque buscan dónde sembrar, dónde hay agua de manantiales. Nos gusta vivir así, escondidos. Muchos de los que visitan dicen que no hay gente, pero más adentro del camino hay muchas casas, porque a los rarámuri nos gusta vivir en los bosques, donde no nos pega el aire.

Cuando ganamos el territorio llegó el proyecto de la cocina. De ahí vino el salón comunitario. Tenemos una escuela y kínder también. Ya tenemos cuatro años trabajando.

Recibimos pocas personas porque a veces andamos ocupadas y salimos. Somos diez mujeres organizadas en una cooperativa. Los que estudiaron salieron a trabajar, pero regresan”.

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Las diferencias con los hombres, sus esposos y padres, no son pocas, como no lo son en ninguna parte. Pero aquí ellas han ido al frente de la defensa de estas tierras. Desde febrero de 2014, de acuerdo a información de Consultoría Técnica Comunitaria AC (CONTEC), que las ha acompañado en el camino legal, “se declaró a los integrantes de la comunidad indígena como legítimos propietarios de 253 hectáreas, identificadas con medidas y colindancias. También se otorgó a la comunidad una servidumbre de paso”.

Del proceso de recuperación y de su organización, habla otra de sus compañeras:

Como los señores de la casa no quieren defender esto, tenemos que hacerlo nosotras las mujeres. Empezamos tres, cuatro mujeres, y después conformamos el grupo de diez. Buscamos capacitaciones para poder capacitar a la comunidad, no solamente a las mujeres, sino también a los jóvenes, a los niños, y a la comunidad en general.

Es mucho arriesgarse cuando tienes que ir a hacer un trámite a Chihuahua o a otro lugar porque es también enfrentarte sola con muchos problemas, como el racismo y la discriminación. En las oficinas vas a encontrar no a mujeres que te atiendan, sino a hombres, y sientes ese peso. Y si va alguna compañera que no conoce el caso y te ve entrando a una oficina con puros hombres va con el chisme a la comunidad y te enfrentas con otros problemas.

Hay veces en las que se pregunta una si le sigue o no le sigue, pero sientes el respaldo de las otras compañeras y de la comunidad y dices «si me van a estar apoyando, tenemos que continuar». Hemos trabajado mucho la violencia de género, porque a algunas compañeras les ha tocado recibir golpes de los hombres porque no llegan a tiempo a casa, porque se tardaron dos o tres días. Tenemos que empezar desde ahí, que entiendan que no es ir a una fiesta, sino a buscar maneras de que se nos reconozca y se nos respete.

También nos han tocado casos de que nos preguntan para qué queremos todos esos pinos si tenemos muchos, si cuando nos muramos no nos los vamos a llevar. No nos los vamos a llevar pero son los que nos ayudan a mantener buenas nuestras tierras, a tener agua, ahí seguirán nuestros hijos y nuestros nietos, no es para nosotros. Nos hemos fijado que muchas veces desde fuera a todo le ponen precio, hasta a una piedra.

Estamos defendiendo el territorio porque nos talaron todo. Llevamos cuatro años en la lucha y estamos recuperando esa parte y haciendo trabajos comunitarios, plantando árboles. No se nos paga el trabajo, pero el trabajo es para la comunidad.

Es complicado y no todas las mujeres nos animamos a esa lucha, muchas veces dicen que es cosa que tienen que hacer los hombres, pero no. Muchas veces somos las mujeres las que tenemos que enfrentar esas cosas. Ellos están apoyándonos, pero no dicen que irán a tomar las capacitaciones. Nosotras lo compartimos.

Muchas veces para el transporte batallamos, las que tenemos hijos los tenemos que dejar solos en las comunidades, a veces hasta una semana. Es la preocupación de saber qué está pasando en la comunidad, y son cosas que también desaniman a otras. Pero ver a las mujeres que hay en otros lugares nos da fuerza, y decimos que si ellas pueden nosotras también. Compartimos conocimientos y las luchas que han seguido muchas mujeres decimos que si ellas pueden nosotras ráramuri por qué no podemos hacerlo también.

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La potente voz de las anfitrionas da paso a una cadena de testimonios sobre la vida de la mujer indígena en otras geografías. El encuentro se convierte en un espejo que las fortalece.

De la tribu yaqui, procedente de la comunidad Loma de Bácum, se escucha esta historia de violencia, amenazas y fortalezas:

Para nosotras como mujeres de la tribu yaqui, cuando decidimos tomar acción en la defensa del territorio implicó compromiso pero también la responsabilidad de no dejar la lucha tirada. Si iniciamos algo no podíamos dejarlo. Hubo violencia, hubo desprestigio, tuvimos amenazas y los hombres nos señalaban. Decían a los medios que éramos cinco mujeres argüenderas y que no pasaba nada, que sólo queríamos llamar la atención. Pero nada de lo que queríamos decir como mujeres en la lucha ni tampoco de nuestra autoridad tradicional salía en los medios.

Decidimos usar toda la información que ellos pusieron en los medios de comunicación contra nosotras, y con las herramientas de Marabunta Filmadora hicimos un pequeño video. Así pudimos parar de alguna manera el desprestigio y lo que estaban diciendo. Hicieron ellos videos en contra nuestra diciendo que teníamos nexos con el narco y que por eso no queríamos que pasaran el gasoducto por ahí.

Teníamos un poco de temor porque algunos hombres nos habían enviado mensajes de que si no salíamos de la lucha nos iban a violar. Pero algunas mujeres empezaron a decir «ah, pero yo quiero que me viole ese», y los hombres dejaron de decirnos eso. Nos querían amedrentar. Había cinco mujeres principales, pero habías más atrás de nosotras y ellas fueron las que dijeron «si las quieren violar, a mí también, y quiero que sea este», y pararon con eso ellos.

Fue usar todo lo que decían ellos y convertirlo de alguna manera en positivo. Tuvimos que demostrar con pruebas y videos a los que apoyaban que pasara el gasoducto por nuestro territorio, que eran la mayoría, lo que ellos nomás rechazaban con palabras. Lo hicimos en apoyo a nuestra autoridad. Antes ya estábamos en las asambleas, pero no nos preguntaban nuestra opinión. Eso lo logramos.

Y aquí la voz de la mujer nahua de Tlaola, Puebla, defensora de sus derechos y constructora de alternativas. El racismo y el machismo versus el trabajo comunitario.

A mí me daba muchísima vergüenza asumirme indígena, yo decía que no lo era. Sufrí violencia por mi color de piel, por mi tamaño, por la manera en la que hablaba. Pero tuve el privilegio de que gracias a todo lo que hizo mi mamá pude estudiar una carrera universitaria y me fui a la ciudad, y ahí me sentí perdida, porque no sabía quién era. En ese momento dignifiqué a mi mamá y su lucha, abracé todo ese dolor.

Hemos trabajado a nivel familiar todos esos dolores que nos tocó vivir como mujeres indígenas y como mujeres que hacen cosas diferentes y a que al pueblo le enoja muchísimo. Los hace sentir mucha furia que unas mujeres indígenas, una «indias ignorantes», estén trabajando un montón de cosas en la comunidad. Es una violencia para la que muchas veces las mujeres indígenas no estamos preparadas. Por eso tenemos que sanar, porque esa violencia es avasalladora y por eso muchas mujeres abandonan la lucha.

Entendí que el hecho de que yo estuviera en la universidad era gracias a que mi mamá me dejó unos días para irse a su taller y a sus pláticas sobre derechos. Ella siempre decía que estaba abriendo camino para las que venían atrás de ella, y yo iba atrás de ella. Ella tiene claro que hay muchas cosas de las que ha soñado que ya no va a ver ni a disfrutar, pero siente mucha paz consigo misma de que lo que hizo en la comunidad en el futuro valdrá la pena.

Para todas las mujeres que defendemos y trabajamos de manera comunitaria esto no es algo que hagamos para nosotras mismas. Aprendimos que es nuestra responsabilidad el cuidado, y llevamos ese cuidado no sólo a la familia, sino también a la comunidad. Es un cuidado colectivo. Hemos creado muchos procesos que van liderados por mujeres, pero no es que ahora queramos ser las nuevas caciques de Tlaola o ser las nuevas ricas o las que decimos «muerte a los machos». No queremos mandar, sólo queremos un poco de justicia y que ellos tengan un poco de conciencia.

Las mujeres mayas de la Península de Yucatán hablan de la vida y su defensa, de la discriminación, del autocuidado y de la identidad

Para nosotras es importante reforzar los derechos porque da a paso a entender por qué necesitamos defender el territorio. En el caso de nosotras, somos puras mujeres indígenas, algunas somos neurodivergentes y hemos sufrido algún tipo de violencia, discriminación, abuso y violación. Todo esto nos une y nos hace discutir si el feminismo o la sororidad va con nuestro contexto y nuestra forma de ver la vida.

Foto: Colectivo Maya de los Chenes

Nos dimos cuenta de que teníamos reconocer que nos faltaba muchísimo por sanar para defender a otras mujeres. Porque si vamos a defender a otras mujeres y no hemos sanado ni analizado lo nuestro, terminamos muchísimo peor emocional y físicamente. No podemos maternar a todas las mujeres ni salvarlas. Es importante poner límites en nuestro trabajo y en el autocuidado en el sentido político. Hemos tenido reuniones con el gobierno y a veces tardan un montón de horas, y comprendimos que nos quieren cansadas para que ya no sigamos luchan ni participando en espacios políticos.

Nosotras también usamos nuestra vestimenta, que es el hipil, y lo hacemos en el sentido político, porque eso nos visibiliza en una forma en la que reconocemos nuestra identidad y la herencia de nuestras ancestras. Eso hace que las niñas y las juventudes nos vean como un referente de que también se puede ser profesional, indígena y luchar por algo vistiendo tu vestimenta, reforzando tu identidad y tu lengua.

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Del pueblo maya quiché, se escucha la voz de la mujer que lucha, no sin dolores, y que asume que hay que cambiar, aprender y transformar.

Defender el territorio como mujer implica muchas emociones y necesidades. Ser una mujer maya quiché, asumir espacios de organización o de esto que le dicen liderazgo, ser cabeza a veces para abrir brechas y empezar procesos, implica de nosotras mucha energía y mucha tenacidad.

Ha implicado bastante violencia, en la casa para empezar. Los primeros espacios donde limitan tu quehacer están en la propia familia, en las comunidades, diciendo que estas cosas no son para que las hagan las mujeres. A mí me han dicho que debería estar mejor aprendiendo a cocinar y no estar molestando con mis preguntas.

Ha sido un proceso de fortalecernos entre otras mujeres que estamos avanzando y nos preguntamos muchas cosas sobre los roles impuestos en nuestras casas y en la comunidad. Ha sido revelarnos de ciertas formas y marcar límites en espacios de organización comunitaria, invitar a la reflexión a los compañeros y compañeras sobre las formas en las que nos tratamos y reproducimos violencias.

En los últimos años ha sido un proceso de sanación política, por ser una mujer maya que ha decidido y optado por un proceso de justicia con sus propias manos, en medio de vivir en un estado capturado por mafias y grupos violentos. Es encontrarnos con las abuelas, con la sanación, con el fuego, con la espiritualidad, como un sostén político importante de nuestro quehacer.

En este tiempo de violencia patriarcal, de este momento de despojo del territorio, sanarnos es hacernos justicia. Es poder ayudarnos a levantarnos y tomar energía de la tierra para caminar y abrazarnos con otras mujeres. No existimos en la individualidad, somos posibles y somos resultado de las luchas de otras que avanzaron un montón antes que nosotras para abrir brechas que nosotras tenemos que ensanchar, para que más vengan, para que las más niñas participen y tengan oportunidad de hacer preguntas.

Para mí ha sido una alegre rebeldía ser una mujer maya quiché, pero esto ha venido acompañado de una serie de aprendizajes que varias veces han tenido que pasar por situaciones duras para poder cambiar, aprender, transformar.

Y desde la Sierra Sur de Oaxaca, llegó la voz chontal que habla de autonomía, libre determinación, derechos y, también, de la doble lucha que tienen que enfrentar como mujeres.

Para las mujeres chontales en la Sierra Sur de Oaxaca, defender el territorio tiene que ser por el sentido de pertenencia que se tiene con la tierra, con la montaña, con ser parte de esa comunidad. Partiendo de ahí, de la relación que tenemos las mujeres con nuestra comunidad y la raíz de donde nacemos, el territorio es algo que nadie nos puede quitar ni negar, ni los hombres tienen derecho a decirnos que no podemos sentir eso con la Madre Tierra, con los ríos, con la montaña, con el aire o con los animales.

Esto podemos traducirlo al otro derecho reconocido de la libre determinación, y que esto se lleva a la autonomía de cómo cada comunidad, no sólo cada pueblo, ejerce su autonomía a través de las instancias e instituciones. Es cómo se vive y cómo se hace que las mujeres podamos decir que esto es nuestro, de aquí somos y lo vamos a defender.

Desde la chontal estamos convencidas de que somos parte desde dos luchas, la lucha que se libra al interior de la comunidad como mujeres, y la lucha que libramos allá afuera frente al Estado y las instituciones. Librar esta lucha al interior de las comunidades en un contexto en el que las mujeres tenemos una condición desigual trae muchas implicaciones, como la violencia en todas sus modalidades, la ausencia del derecho a tener una titularidad sobre la tierra comunal y a ser parte de ella, a heredar en la práctica comunitaria la tierra, a tener voz y voto en las asambleas comunitarias tanto municipales como agrarias.

En ese contexto también a las mujeres nos toca la mayor parte del cuidado y de la crianza, de todo lo que hay en la vida comunitaria. En las comunidades chontales, cuando se habla del proceso ya más regional de defensa del territorio frente a un proyecto minero, a las mujeres les atraviesa la pregunta «¿qué es eso de la minería?, ¿por qué hablan de extractivismo?, ¿por qué hablan de despojo?».

Hablan de que tenemos derecho a la libre autodeterminación, a la autonomía, que tenemos derechos como pueblos. Preguntan qué va a pasar, si nos vamos a quedar sin agua, qué significa eso, que tenemos que defendernos e interponer un amparo. Eso para las mujeres implica hacer frente a todas esas violencias pero también a aprender otros conceptos, otra información.

Es aprender qué significa extractivismo, qué dicen las legislaciones en relación con los derechos de los pueblos indígenas, dónde se interpone un amparo, tomar el micrófono para dar una palabra y exigir, pararse frente a un juez, estar en una audiencia. Todo esto forma parte de la defensa del territorio para las compañeras, aprender estas herramientas y echar mano de todo lo que hay.

También es librar la lucha interiormente como mujeres, nuestras inseguridades y miedos, cómo vamos a negociar con nuestros compañeros y la asamblea para salir de la comunidad, de nuestras casas, cómo le haremos con los nenes. Implica muchas tareas. Recuerdo que cuando interpusimos el juicio de amparo hubo compañeras que tuvieron que ir con sus bebés a las audiencias, porque también estaban librando otras luchas para el reconocimiento de sus derechos agrarios y que pudieran ser comuneras, tener voz y voto en la asamblea y ocupar cargos comunitarios.

Se han creado algunas instancias al interior de la comunidad, donde las mujeres tienen un papel de coordinar y convocar a otras compañeras desde la comunidad, y construir los derechos propios, más que sólo tomar los que ya están colocados en las legislaciones nacionales e internacionales. Desde las mujeres se empiezan a crear estos derechos propios basados en cómo queremos que se nos reconozca, que se nos respete en la comunidad.

Esto ha implicado abrir un costalito en el que se han dejado ver muchas cosas. Cada compañera se ha ido descubriendo en la capacidad y en la potencialidad que tiene con relación a cómo coordinar una asamblea, tomar fotografías, hacer videos, presentarse ante una instancia para exigir sus derechos.

*Encuentro convocado por el Fondo Christensen, en la Sierra Tarahumara, junio de 2023.

 

Fuente de la información e imágenes:  https://desinformemonos.org
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Las escuelas y la violencia

Por: Elisabeth De Puig 

Los juegos sexuales, masturbaciones, exhibicionismo, posible mangueos, embarazos adolescentes, consumo de pornografía y violencia cibernética ya eran realidades entre los entrevistados y entrevistadas en 2019.

Las escuelas no son burbujas independientes de la sociedad y a medida que los problemas sociales cambian y evolucionan, cambian y evolucionan los problemas dentro de las mismas escuelas. Sobre todo, los casos se hacen más mediáticos por la irrupción desenfrenada de las redes sociales en la vida de escolares y maestros.

Durante los tres primeros meses del año, el Listín Diario señala que se han reseñado diversos hechos escandalosos que tienen que ver con planteles escolares en toda la geografía nacional. Para mí estos visibilizarían lo que está pasando desde hace mucho tiempo en algunas escuelas del país. No son siempre fenómenos nuevos y su control depende en gran medida del tamaño del plantel, de la calidad de su dirección y de la implementación o no de una política de prevención de la violencia.

Todos los hechos mencionados en la prensa giran alrededor de una forma u otra de violencia que atañe a escolares. Nuestros muchachos y muchachas de sectores desfavorecidos se enfrentan a todo tipo de violencia en su vida cotidiana: verbal, intrafamiliar, barrial, policial, escolar, cibernética, sónica o sencillamente violencia de la pobreza, para citar algunos ejemplos.

La investigación Estar, ser y convivir en la Escuela. Una mirada profunda a la violencia escolar en la República Dominicana, de Berenice Pacheco-Salazar, publicado en el 2019, nos orienta sobre el componente escolar de la violencia a la cual están sometidos los NNA, sus formas de reaccionar frente a la violencia en función de su cosmovisión, la violencia del cuerpo docente y del mismo plantel.

Sin embargo, es bueno señalar que, a pesar de la violencia que puede existir en las escuelas, los estudiantes la consideran muchas veces como un lugar de menos riesgos que la calle o la misma familia.

Tanto docentes como alumnado provienen en muchas ocasiones de los mismos sectores regidos por la violencia, están inmersos en una cultura popular del presente, forman parte de un mundo y de una ciudad poco conocido pero real. El libro habla de esta dinámica de la violencia, de la violencia sexual y del acoso a dentro de los planteles.

Para la investigadora los estudiantes han interiorizado un modo de relacionarse violento como parte de la identidad masculina que ejercen hacia sus compañeras; el cuerpo femenino construido como objeto sexual, las redes sociales como escenario para las ciber violencias. Para los estudiantes el no quedarse dao,o la intolerancia, es la principal estratégica de afrontamiento.

Los juegos sexuales, masturbaciones, exhibicionismo, posible mangueos, embarazos adolescentes, consumo de pornografía y violencia cibernética ya eran realidades entre los entrevistados y entrevistadas en 2019.

No hay nada nuevo bajo el sol, sino remangarse las mangas y trabajar en el diseño impostergable de planes integrales para la convivencia escolar y por el abordaje y prevención de la violencia escolar. Estos planes deben girar alrededor de la prevención, el diálogo, la confianza, la participación, la coeducación y la empatía.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/las-escuelas-y-la-violencia-9177706.html

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8 de marzo: ¡hasta aquí hemos resistido, ahora hay que seguir adelante! Brasil

América del Sur/Brasil/10-03-2023/Autor(a) y Fuente: sinasefe.org.br

Este 8 de marzo, SINASEFE reafirma su postura feminista, invitando a las sindicalistas y sindicalistas a reflexionar sobre la urgencia de combatir la opresión (machista, racista, LGBTQIA+fóbica, capacitista y discriminatoria) que enfrentan a diario las mujeres. Además de la reflexión, que es urgente y necesaria, el llamado de la entidad es a avanzar concretamente en estas luchas, tanto en sus propias filas como en la sociedad en general.

La lucha de las mujeres y la derrota de Bolsonaro y el fascismo

Para SINASEFE, el 8 de marzo es un momento oportuno para resaltar el papel que jugó la lucha feminista en la defensa de la democracia y en la derrota de Bolsonaro. Esta es una tarea política que las mujeres seguimos cumpliendo en la denuncia permanente del fascismo que aún insiste en extenderse por todo el país. “Entendemos que las mujeres jugaron un papel fundamental en la consecución de la derrota electoral de Bolsonaro. Salimos a la calle ya las urnas con fuerza para derrotar este proyecto machista y misógino de país. Momentos como los ‘toalhaços’ que realizamos, justo al inicio de la campaña electoral, son ejemplos de esa participación feminista en la definición de los rumbos de la política brasileña”, destaca la secretaria de política de la mujer del SINASEFE, Maíra Martins.

Hacer frente al acoso y la violencia en el lugar de trabajo

Además de la lucha política, es ostensible la acción del sindicato contra el acoso (moral y sexual) y la violencia machista en el ámbito laboral.

Durante el 3er Encuentro Nacional de Mujeres del SINASEFE (3ra ENMS) los temas estuvieron en la agenda del segundo (Condiciones de trabajo, carreras, maternidad y acoso como política de gestión) y tercer día (Violencia contra la Mujer – del Duelo a la Lucha) del evento . Además de los debates en mesas redondas, el evento también abordó el tema en un grupo de trabajo, impulsando la defensa de diversas acciones tanto a nivel interno como en el ámbito laboral y de vivienda de las mujeres.

Fomentar la formación de grupos de estudio sobre acoso y violencia en las secciones sindicales, como medida preventiva; la defensa de la renta básica para las mujeres víctimas de violencia doméstica; y la lucha por que las comisarías de la mujer operen las 24 horas del día, con profesionales preparados para acoger y asistir, son algunas de las propuestas del SINASEFE sistematizadas en la Carta de la 3ª ENMS .

Valorando a las mujeres que construyeron y construyen el sindicato

Entendiendo la desafiante tarea de la militancia sindical en el contexto sexista que enfrentan las mujeres (tanto ayer como hoy), la actual dirección de la Dirección Nacional saluda a todas las compañeras que ya se han mostrado dispuestas a sumarse a la lucha sindical.

Se prepara una revista especial del SINASEFE, en formato virtual, para recibir la presencia de más de siete decenas de mujeres combativas que ya integraron el Patronato Nacional a lo largo de estos 34 años de historia.

“Pero sabemos que la memoria y el reconocimiento por sí solos no son suficientes. El ámbito sindical y su política siguen siendo espacios de reproducción de la estructura patriarcal y el machismo. Nuestra lucha, en el ámbito del SINASEFE, se ha encaminado a la construcción de otros paradigmas del sindicalismo: más solidario, diverso, incluyente, acogedor y dialógico. Es un gran desafío romper con la práctica patriarcal (y neoliberal) de comunicación violenta, punitivismo, eliminación y borrado del otro. Queremos una unión que reúna a todos y dialoge, que no elimine a las mujeres, negros y negras, LGBTI+ y personas con discapacidad. Un sindicato con nuestro rostro, el de la clase obrera. ¡Por eso decimos que el SINASEFE será feminista o no será!”. , destaca el coordinador general del SINASEFE, Artemis Martis.

Igualdad de salario y condiciones de trabajo

Una de las directrices históricas del movimiento feminista, igual salario por igual trabajo, puede estar cerca de convertirse en realidad en Brasil. El miércoles pasado (03/01), la ministra de Planificación, Simone Tebet, confirmó que el gobierno presentará un proyecto de ley para garantizar la igualdad de remuneración entre hombres y mujeres. El proyecto aún está en construcción, pero debe cambiar la Consolidación de las Leyes Laborales (CLT) y, una vez aprobada, la ley entrará en vigencia de inmediato.

Este miércoles (03/08), en el Palacio del Planalto, será el lanzamiento de acciones gubernamentales para garantizar los derechos de las mujeres, entre las acciones está el proyecto mencionado por la ministra Simone Tebet. El evento contará con la presencia del Presidente de la República, la Primera Dama Janja Silva y la Ministra de la Mujer Cida Gonçalves. Las mujeres del SINASEFE estarán presentes llevando las exigencias de la categoría.

En el servicio público federal, las mujeres son mayoría solo en carreras y cargos con salarios más bajos, e incluso dentro de la Red Federal de Educación, enfrentan desigualdad salarial en cuanto al acceso a la progresión, cargos directivos, calificación, guarderías. La invisibilización de nuestro trabajo, los numerosos casos de hostigamiento y persecución, las dobles y triples jornadas son algunos de los retos de las sirvientas para alcanzar el mismo nivel salarial que los sirvientes.

A pesar de las condiciones desfavorables para el ejercicio profesional y la participación femenina en la política, es necesario recordar que las mujeres de la Red Federal juegan un papel fundamental en las luchas históricas por la igualdad, la justicia y los derechos en Brasil, especialmente en la defensa de los servicios públicos y la educación. .

“Recientemente, en el momento más crítico de la pandemia del COVID-19 y el auge de la extrema derecha, salimos a las calles a denunciar la política genocida de manejo de la pandemia, reclamando ayuda de emergencia para los pobres, condiciones para la enseñanza a distancia de emergencia y una vacuna para todos y cada uno. Ante los duros ataques y la destrucción de las políticas públicas en nuestro país, las mujeres del servicio civil federal cargaron al Estado brasileño sobre sus espaldas. Aún con salarios congelados, enfermedades y sobrecarga de trabajo, apoyamos la atención de la población más vulnerable brindando servicios esenciales y básicos, como salud y educación. Mantuvimos la ‘primavera en los dientes’, dejamos nuestros hogares, nuestros asuntos profesionales y domésticos para valientementeTermina Artemisa.

Fuente e Imagen: https://sinasefe.org.br/site/8-de-marco-resistimos-ate-aqui-agora-e-preciso-avancar/

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El lenguaje inclusivo como posicionamiento contrahegemónico en materia educativa

Por: Karen Campos Rodríguez

“La educación neoliberal dicta las reglas por las cuales se forman los discursos, las reglas que gobiernan, lo que puede ser dicho y lo que debe de permanecer callado, quien puede hablar con autoridad, y quien debe de escuchar”.  (Foucault, 2005)

De acuerdo al informe de la Real Academia Española de 2020 titulado: “El lenguaje inclusivo y cuestiones conexas”, menciona en el punto 2, “Interpretaciones de la expresión lenguaje inclusivo”, la importancia de exponer las dos interpretaciones acerca del lenguaje inclusivo:

  1. «Se entiende a veces por lenguaje inclusivo aquel en el que las referencias expresas a las mujeres se llevan a cabo únicamente a través de palabras de género femenino, como sucede en los grupos nominales coordinados con sustantivos de uno y otro género
  2. En la segunda interpretación, la expresión lenguaje inclusivo se aplica también a los términos en masculino que incluyen claramente en su referencia a hombres y mujeres cuando el contexto deja suficientemente claro que ello es así, de acuerdo con la conciencia lingüística de los hispanohablantes y con la estructura gramatical y léxica 6 de las lenguas románicas.» [RAE, 5-6]

De lo anteriormente citado, se puede observar que la institución española se resiste a implementar adecuaciones en el lenguaje ante un mundo cambiante, ello por considerar que lo correcto lingüísticamente solo corresponde al género binario y a las estructuras cronológicas de los poderes fácticos.

Históricamente el lenguaje inclusivo se remonta a la ola feminista de la década de los setentas, cuyo objetivo fue visibilizar una alternativa progresista para contrarrestar el uso del masculino genérico para referirse a la sociedad en general.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas [ONU] conceptualiza al lenguaje inclusivo en cuanto al género como: “la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género. Dado que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales, emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género es una forma sumamente importante de promover la igualdad de género y combatir los prejuicios de género” (https://www.un.org/es/gender-inclusive-language/)

El lenguaje inclusivo debe de entenderse como un mecanismo de denuncia oral y escrito para evitar la exclusión, marginación e invisibilidad de grupos sociales, mediante la eliminación de palabras y expresiones que pueden ser denigrantes, ofensivas y que nos conduzcan a la subordinación, es decir, es un posicionamiento contrahegemónico al heterosexismo como única forma de aceptación de expresión social.

De acuerdo a Kalinowsky (2019) “el lenguaje inclusivo es una intervención en el discurso público que busca crear en el auditorio consciencia acerca de la persistencia de una injusticia social”

El uso del lenguaje inclusivo es de suma importancia, ya que las palabras y las formas en las que las usamos pueden tener un impacto significativo en las personas con relación a su identidad, por lo que es necesario concebirla como una herramienta valiosa y un posicionamiento político para construir imaginarios otros con base en la igualdad y la inclusión en la sociedad, ya que los temas de inclusión no deben de limitarse a una condición física, sino que su percepción debe de ser analizada en un sentido más amplio, ya que al elegir las palabras que usamos podemos crear escenarios en el que todas las personas se sientan visibilizadas valoradas y respetadas. Se trata de un lenguaje desafiante contra la discriminación en donde se busca que se visibilicen y se escuchen las voces de las necesidades, diversidades, diferencias y realidades de la sociedad actual. Sin embargo, en los últimos años, hemos atestiguado el antagonismo mediático internacional debido a las distintas posturas acerca del tema, que van desde autoridades educativas, opinión pública, hasta personas de la sociedad civil que se rehúsan a formar parte de la reconstrucción social, a través de la sensibilización en temas de diversidad, tolerancia, respeto y lo que nos hace diferente.

Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, menciona en el documento de nombre: “Recomendaciones para el uso de un lenguaje inclusivo de género” que:

«El uso del lenguaje es un reflejo de las prácticas culturales y sociales del contexto social. Como parte de la comunidad, la persona desarrolla las conductas aprendidas. Correlativamente, el lenguaje condiciona las actitudes, prácticas y cosmovisiones de los pueblos. Por ende, los productos lingüísticos heredados de prácticas sociales arcaicas tienen la capacidad de limitar las concepciones humanas en determinados temas. Estas limitaciones se aplican al lenguaje usado sobre género, que históricamente ha condicionado el papel de la mujer y anteponen una visión heteropatriarcal y heterosexista de la vida en sociedad. Aun con los avances en igualdad de género alcanzados en la época contemporánea, persisten numerosos retos por superar. A su vez, persiste el uso habitual del lenguaje sexista en la vida cotidiana de las personas. Sin embargo, un cambio en la lógica del rol tradicional de la mujer es posible a través del uso del lenguaje de género inclusivo. El cambio en el uso del lenguaje se puede lograr de una manera progresiva en distintos escenarios y contextos». [ACNUR, pág. 3]

En este marco, es de suma importancia retomar el debate más allá de las entrañas patriarcales de la lingüística sexista, con el único objetivo de construir sociedades conscientes de que la igualdad no se condiciona o limita a partir del deber ser, asimismo, asumir el compromiso de construir propuestas que den solución a las problemáticas sociales que han adquirido contrapesos importantes a las prácticas oligárquicas que ha minimizado las luchas encarnadas para la transformación social.

En materia educativa, la discusión debe de conducirse en promover y disputar la inclusión en toda su diversidad, porque pareciera que existe un abismo entre la retórica de los discursos desgastados y la praxis para contrarrestar el impacto de las exclusiones hacia los grupos sociales excluidos, violentados y con mayor vulnerabilidad. El debate acerca del uso de la “e”, “x” o “@” en las expresiones escritas y orales debe de ganar espacios en las agendas educativas globales, ya que de acuerdo a McLaren (2005), la práctica pedagógica se define como “el movimiento dialéctico entre la conversión de acciones transformadoras en conocimiento, y la conversión del conocimiento en acciones transformadoras” (pág. 15). De ahí la importancia de redirigir los esfuerzos en temas de inclusión verbal y escrita en los planes y programas de estudio, ya que el proceso dialéctico de enseñanza-aprendizaje de acuerdo a McLaren, es el espacio donde se gestan las bases de transformación social, y desde hace décadas no se apuesta por transformar vidas.

El lenguaje inclusivo cerca de ser moda, imitación o para demostrar intelectualidad, es inherente la transformación de nuestros lenguajes porque se considera que, éste, tiene asimismo lenguaje, poder, historia y contexto, en tanto poder que invisibiliza o visibiliza. Si no se menciona, no existe.

En este sentido, se considera que es un acto ético-político con base en las luchas que se han venido gestando de las, les y los invisibilizados (feminismos, otras masculinidades, comunidades LGBTIIQ+, pueblos originarios, entre otros no menos importantes).

La RAE es construida por la sociedad del conocimiento desde su propia filosofía positivista, neoconservadora, neocolonialista, neoliberal y patriarcal. En este marco, han venido asesinando epistemes (epistemicidios), lenguajes (lengüicidios), medio ambiente (ecocidio), etc.

El lenguaje inclusivo es pues un posicionamiento político contrahegemónico que lucha por visibilizar a todas, todos y todes, es un proceso de transformación de conciencias que permite transformar nuestra praxis y esto se realiza hablando, escribiendo y pensando, no solo en el discurso, sino en las acciones en nuestra vida cotidiana.

En conclusión, realizar una reflexión y disputar al lenguaje inclusivo en materia educativa en el mes de la conmemoración de las luchas encarnadas por mujeres, es un acto de sororidad contra el sexismo en la comunicación y el respeto hacia la diversidad sexual y de género, pero también es una postura política frente a los nuevos retos del mundo actual en temas de inclusión, mismos que han tenido pocos avances debido a la falta de investigación y divulgación acerca de la importancia de temas que deberían de ser prioridad para la Sociedad Internacional.

Referencias:

ACNUR.  Recomendaciones para el uso de un lenguaje inclusivo de género. https://www.acnur.org/5fa998834.pdf

Cuesta, L. (2022). Lenguaje inclusivo, ¿Un nuevo lenguaje para una nueva realidad? La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/vida/junior-report/20220706/8387022/lenguaje-inclusivo-nuevo-lenguaje-nueva-realidad.html}

Kalinowski, S (2023). No se trata de cambiar la gramática, sino de cambiar a la sociedad. Página|12. https://www.pagina12.com.ar/421901-santiago-kalinowski-sobre-el-lenguaje-inclusivo-no-se-trata-

McLaren, P. (2005). La vida en las escuelas. Traducción al español. https://www.uaeh.edu.mx/profesorado_honorario_visitante/peter_mclaren/presentaciones/LA%20VIDA%20EN%20LAS%20ESCUELAS.pdf.

Naciones Unidas. Lenguaje inclusivo en cuanto al género. https://www.un.org/es/gender-inclusive-language/

RAE (2020). Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas. https://www.rae.es/sites/default/files/Informe_lenguaje_inclusivo.pdf

Fuente: La autora escribe para OVE

Fuente de la imagen: https://images.app.goo.gl/Cm3p95BSLqifXRjJ9

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El feminismo sale a la calle en Madrid para repudiar los asesinatos machistas tras un mes negro

Centenares de personas se solidarizan frente al Ministerio de Justicia en Madrid con las víctimas de la violencia de género.

Varios centenares de personas han salido a la calle en Madrid este jueves para protestar contra la violencia machista, que ha causado cuatro muertes en las últimas horas en España y que ha convertido a diciembre de 2022 en el peor diciembre de la historia en asesinatos de mujeres desde que existen registros de la criminalidad por razón de género.

Bajo el lema «Estado cómplice, las feministas respondemos«, más de dos centenares de personas se concentraron desde las 19.30 horas de ayer frente al Ministerio de Justicia convocadas por la Comisión 8M del Movimiento Feminista de Madrid-Asamblea Barrios y Pueblos del 8M, informa Alfredo Langa.

Coreaban «No son muertes, son asesinatos«, y portaban un pancarta que decía: «Fin de año, nada que celebrar: 18 mujeres asesinadas».

Varias de las concentradas advirtieron de la influencia que tienen los discursos  de odio en la incitación a la violencia machista y en el amparo que proporcionan a quienes pretenden ocultar sus consecuencias.

«Hasta que no erradiquemos el discurso del odio de la derecha cristiano fraquista esto va a continuar», aseguraba una de las mujeres que acudió a la manifestación.

Se refería a las víctimas más recientes: Una joven precipitada al vacío en Benidorm tras una discusión con su pareja esta misma madrugada; una embarazada acuchillada en un pueblo de Toledo por su expareja en la noche del miércoles; otra de veinte años apuñalada por el excompañero de su madre el mismo día en Vallecas (Madrid); otra hallada muerta por la mañana de esa jornada en Bilbao en el bar que regentaba con su compañero, que se ha confesado autor del crimen…

Dos de esos crímenes ya están oficialmente declarados como violencia machista. Si los otros dos se confirman en el mismo sentido, en diciembre se habría cometido un asesinato de ese tipo cada 2,4 días. Son más de 1.180 mujeres muertas desde 2003 sólo por el hecho de serlo.

«¿Qué le está pasando a este país, que asesinan a diez mujeres y la gente mira para otro lado?», se preguntaba Pilar Díaz Contreras, una de las personas que sostenían la pancarta en la cabecera de la concetnración. Pilar fue la encargada de leer los nombres de las más de cincuenta mujeres muertas por violencia machista esta mes. Tras cada uno, las concentradas respondían en voz alta: «Asesinada».

«El 3 de diciembre en Granada, Maria José; el 4 de diciembre en Mazarrón, Murcia, mujer de 56 años; el 4 de de diciembre en Madrid, Puente de Vallecas, mujer de 67 años; el 6 de diciembre en Estepona, Málaga, mujer de 61 años; el 10 de diciembre en Albacete, Ángela, 48 años; el 10 de diciembre, Irina, 34 años; el 19 de diciembre en Zaragoza, María del Carmen, 84 años; el 17 de diciembre en Guadalmar, Alicante, Isa, de 77 años; 22 de diciembre, en Avilés, Soraya, de 32 años; el 22 de diciembre, Plasencia, mujer de 45 años; el 24 de diciembre en Bilbao, mujer de 44 años; el 25 de diciembre, en Matamala de Almazán, Cristina, de 45 años; el 27 de diciembre, en Santa Perpétua de Mogoda, Carmen, de 88 años; el 28 de diciembre, en Madrid, Puente de Vallecas, mujer de 20 años; el 28 de diciembre en Escalona, Toledo, mujer de 30 años; 29 de diciembre, Bilbao, Rebeca,  de 45 años; el 29 de diciembre, Benidorm, mujer de 29 años»…

Todas ¡asesinadas!, entre gritos. Ángela concluyó así su discurso: «Me pregunto qué está pasando para que ante el asesinato de estas mujeres este país sea tan insensible. ¿Qué estaría pasando si hubieran asesinado a diez futbolistas, a diez jueces, a diez curas o a a diez políticos?»

Fuente. https://www.publico.es/mujer/feminismo-expresa-madrid-repulsa-asesinatos-machistas-ano-celebrar.html

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Siempre fue sobre nosotras», el libro en el que las líderes de Brasil denuncian la violencia política

Por: Cristina Bazán

«¿Hasta dónde podría llegar la violencia política de género?», se preguntó una noche la exdiputada y excandidata a la Vicepresidencia de Brasil Manuela D’Ávila tras un debate para las elecciones de 2020 en el que los ataques personales por parte de otros políticos lograron que sienta «vergüenza, miedo e ira» y la llevaron «al límite».

«Apenas reconocí en mí a la mujer fuerte que había disputado siete elecciones, obtenido votaciones extraordinarias y enfrentado el machismo desde el comienzo, especialmente en los últimos años tras el ascenso de la extrema derecha en el país», recuerda D’Ávila en «Siempre fue sobre nosotras», un libro sobre violencia política de género que decidió escribir esa misma noche.

«El dolor que sentía debía convertirse en un debate para que más mujeres no vivieran, en el futuro, lo que yo estaba viviendo», pensó, por lo que decidió convocar a otras mujeres con las mismas experiencias.

Así nació «Siempre fue sobre nosotras» (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2022), un conjunto de relatos en el que 14 mujeres de Brasil, como la expresidenta, Dilma Rousseff; las diputadas Isa Penna y Tabata Amaral o la primera presidenta de la Unión Brasileña de Mujeres, Jô Moraes, narran los episodios de violencia que han sufrido durante su paso por la política.

Agresiones psicológicas, verbales y hasta sexuales que fueron escalando con el pasar de los años y cuya expresión de violencia más extrema llegó en 2018 con el asesinato de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco.

«El asesinato de Marielle y Anderson expuso al mundo las grietas estructurales presentes en la frágil democracia de Brasil. Esta violencia brutal evidenció la importancia de identificar la violencia política de género como un problema con raíces estructurales en la sociedad brasileña», afirma en el prólogo del libro su hermana Anielle Franco.

La violencia política en Brasil

La ONG Justiça Global asegura en un informe sobre violencia política en Brasil que lejos de ser situaciones episódicas o aisladas, «el contexto de polarización política brasileña y la realidad de los conflictos de interés a nivel federal, estatal y municipal han hecho que la violencia sea un hecho relativamente regular».

«El control del poder por parte de actores masculinos pertenecientes al grupo cultural, étnico, religioso y económico dominante implica que la violencia es parte fundamental para lograr que el poder político no sea ejercido por grupos e individuos no hegemónicos (mujeres, personas de identidad LGBTQIA+, indígenas, afrodescendientes, quilombolas, pueblos tradicionales, trabajadores, especialmente los más pobres, etc.)», asegura la organización.

Según cifras recopiladas en ese informe, entre 2016 y 2020 del total de ofensas emitidas en el contexto político, el 76 % fueron dirigidas a mujeres. Ellas también recibieron el 31 % de las amenazas.

«Los actos ofensivos y discriminatorios mapeados se basan principalmente en temas relacionados con la misoginia, el racismo, la intolerancia religiosa y la fobia LGBTQIA+», reza el informe. Y recomienda poner atención a los ataques hacia las mujeres negras.

Eso lo saben bien la exgobernadora de Río de Janeiro y diputada federal Benedita Da Silva, la primera legisladora transexual electa en Belo Horizonte, Duda Salabert, o la primera indígena en postularse a una candidatura presidencial en Brasil, Sônia Guajajara, quienes han sido blanco de odio ajeno por su trabajo en defensa de las personas pobres, indígenas y la comunidad LGBTI.

Esta violencia de género también se ha exacerbado con el auge de las redes sociales y las «fake news», especialmente durante el período presidencial de Jair Bolsonaro, quien este 30 de octubre disputó la Presidencia frente al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, denuncian las políticas. Sin embargo, los ataques digitales iniciaron años atrás.

La ambientalista Marina Silva asegura que durante las elecciones de 2014 el aumento de las noticias falsas sobre ella fue «exponencial».

«Estuvieron acompañadas por una producción industrial de memes, montajes fotográficos y todo tipo de efectos visuales», cuenta.

La diputada Jandira Feghali también relata que fue víctima de la desinformación cuando en la campaña  electoral por el Senado en 2006 se difundieron una serie de noticias falsas y la acusaron de ser «asesina de niños inocentes» por su apoyo a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Una violencia normalizada

La diputada Áurea Carolina relata que nunca había reflexionado en profundidad sobre la violencia que ha sufrido hasta que llegó a cargos políticos. Ahí se dio cuenta que las agresiones sexuales, que en este caso se utilizaban para silenciar a las políticas, estaban normalizadas y legitimadas.

«Estaba sentada en el fondo de la sala durante la sesión plenaria de un comité cuando un colega se sentó a mi lado, me sacó charla y, de la nada, puso la mano en mi muslo. Siguió hablando como si no pasara nada, con esa repugnante mano sobre mi cuerpo. Me quedé paralizada por unos segundos, incrédula, reaccioné y aparté su mano», afirma.

«Solo logré decir que él no podía hacer eso. «¿Qué cosa?», fingió. Me molesté, lo dije en voz alta y respondió que yo no entendía, que estaba loca, que él no había hecho nada. Volví a prestar atención a la reunión, nerviosa, y quedó ahí», agrega.

Durante mucho tiempo soportó bromas machistas y racistas, comentarios sobre su físico e incluso insinuaciones que le hicieron dudar «si valía la pena resistir».

Los ataques misóginos también llegaron por parte de los medios, asegura la expresidenta Dilma Rousseff. «Hubo una fuerte producción de notas, reportajes, titulares, fotos y portadas descaradamente misóginas con el fin de imponer las cadenas del patriarcado a la primera mujer presidenta de Brasil», denuncia.

Rousseff, a quien destituyeron del cargo en un juicio político en 2016, afirma que la misoginia en la sociedad, en las instituciones y en los medios «se volvió una poderosa arma de control y disuasión de la actividad política de las mujeres».

La diputada Maria do Rosario cree que la violencia está «en el corazón de la política» en Brasil. «La violencia política funciona como una especie de aval cultural a la autoridad, lo que permite reforzar jerarquías que nunca debieron ser instituidas y que deben considerarse inaceptables, como la de género».

En el caso de las mujeres, dice, la violencia marca sus vidas a través de mecanismos que se han vuelto tan comunes que, muchas veces, pasan desapercibidos. Sin embargo, dice, hay que enfrentar esa violencia y entender que por más difícil que sea hay que «ejercer la resistencia y la transformación política y cultural con apoyo mutuo como mujeres».

Fuente de la información e imagen:  https://efeminista.com

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