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El 80% de los españoles considera que tener su hogar limpio ayuda a los niños en sus estudios

Por: ABC Sociedad

Otras cualidades como ser más responsables, ser más sociables o traer amigos a casa con mayor frecuencia también aumentan cuando se tiene la casa más limpia y recogida

Tal y como afirmaba el reciente estudio “Limpieza y felicidad” realizado por una consultora independiente para la compañía española Las 3 Brujas, a mayor limpieza en el hogar, mayor felicidad. Sin embargo, este mismo estudio corrobora que la limpieza y el orden en casa benefician de forma específica a los más pequeños en aspectos tan importantes como ser más responsables, ser más sociables e, incluso, a obtener mejores notas en el colegio.

Precisamente, ahora que comienza el curso escolar, es importante destacar que, en los hogares más limpios, los hijos sacan mejores notas. Así, si bien un 38% de los encuestados declara que sus hijos btienen “Muy buenos resultados”, en los hogares “Muy limpios” el porcentaje sube 24 puntos, situándose en un 62%.

De igual manera, mantener la casa más limpia también implica una mayor predisposición a recibir clases de forma telemática. De hecho, casi una cuarta parte de los hijos/as españoles se ha sentido muy a gusto dando clases desde casa, una cantidad que sube hasta el 43% en los hogares “Muy limpios”.

Otras de las cualidades en las que la limpieza en el hogar tiene un efecto positivo son la responsabilidad y la sociabilidad de los más pequeños. De esta manera, un 27% y un 44% declara que sus hijos son “Muy responsables” y “Muy sociables”, respectivamente, pero en los hogares “Muy limpios” el porcentaje se dispara, subiendo hasta el 53% y el 67%, en cada uno de los casos.

Por último, tener un hogar libre de suciedad aumenta la frecuencia con la que los hijos traen amigos a casa. En concreto, casi 4 de cada 10 encuestados declara que a sus hijos “Les gusta mucho traer amigos a casa”, mientras que en aquellas casas “Muy limpias” el porcentaje sube hasta casi el 60%.

Y es que tener el hogar sin suciedad tiene muchos beneficios, entre los que destaca por encima de todos que es un buen ejemplo para los niños (95%). De igual manera, el 90% de los españoles también se enorgullece de tener su casa limpia, al 88% los anima a invitar a sus seres queridos e incluso el 80% considera que ayuda a los niños en sus estudios.

El teletrabajo

El informe también destaca que tener la casa limpia no solo es beneficioso para los estudios de los niños, sino también para aquellas personas que teletrabajan. De esta forma, si bien el 37% se siente “Muy a gusto” teletrabajando en casa, el porcentaje sube hasta el 56% en los hogares que están “Muy limpios” y al 42% en aquellos que limpian más semanalmente (+10h).

Con respecto a la productividad, el teletrabajo se impone. De hecho, hay un empate (37% ambos) entre quienes piensan que se es más productivo en casa y quienes creen que, directamente, no hay diferencia de productividad entre casa y la oficina. El empate se reproduce en los distintos segmentos sociodemográficos, pero sí que varía el peso de quienes creen que en la oficina se es más productivo (25%). En concreto, desciende hasta el 22% entre las mujeres y sube al 29% entre quienes no tienen hijos.

Reflejo del bienestar emocional

Tal y como demuestra el estudio cuando a uno le preguntan qué es lo que le aporta tener la casa limpia y ordenada, la mayoría de los españoles afirma que es más cómodo (71%), seguido de relajante (59%), feliz (37%) y en cuarta posición, seguro (29%). A tenor de estos resultados, no es de extrañar, por tanto, que los españoles se sientan más tristes, más solos y tengan más estrés a medida que disminuye el nivel de limpieza en el hogar.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-80-por-ciento-espanoles-considera-tener-hogar-limpio-ayuda-ninos-estudios-202109030122_noticia.html

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¿Debe mi hijo de 3 años empezar su etapa escolar en un curso tan extraño o mejor evitarlo si tiene posibilidad?

Por: Carlota Fominaya

En un contexto como el actual, hay que sopesar dos aspectos fundamentales, y no necesariamente contrapuestos: de un lado, la incertidumbre en materia de salud derivada de la pandemia que estamos viviendo, y de otro, el impacto que tiene en el niño una ausencia prolongada de su centro educativo, de sus compañeros… Respecto a la primera cuestión, si bien es cierto que los protocolos de actuación marcados por las autoridades educativas todavía tienen mucho margen de mejora, sí ha habido numerosos centros educativos que han ido mucho más allá de las pautas marcadas por los protocolos públicos de actuación, en materia de medidas de higiene tanto para los niños como para el equipo, en materia de integración de las nuevas normas en los alumnos de tan temprana edad, etc.

A modo de ejemplo, en Alaria Nursery Schools ya abrimos tres de nuestros centros de Madrid durante el mes de julio, y la experiencia fue un éxito. Más allá de no haber tenido ningún caso de Covid-19 durante este primer mes (no exclusivamente, pero sí muy condicionado por ello en base a las numerosas medidas higiénicas adoptadas y a una definición de grupos muy reducidos por profesora), han sido muy positivas todas las medidas orientadas a adaptar el programa curricular, y que tenían como objetivo permitir que alumnos tan pequeños asimilasen de forma natural las nuevas circunstancias: introducción del lenguaje de signos como forma de sustituir algunos gestos físicos en los niños (¿por qué tienen que dejar de abrazarse… aunque no sea físicamente?), adaptación de elementos de gamificación para hacer que perciban las nuevas rutinas (de distancia social e higiene) como un mero juego, una adaptación de nuestro programa de “Filosofía para Niños” como forma de ayudar a nuestros alumnos a comprender el contexto que estamos viviendo… También hay que tener en cuenta que son cada vez más los estudios que evidencian (el último, realizado en Corea del Sur) que los niños de menos de 10 años tienen una tasa de contagio inferior a la mitad que comparativamente con los mayores de esta edad, lo que sin duda ofrece mayores garantías a las familias que asisten a un centro de educación infantil respecto a aquellos que ofrecen toda la gama de edades.

En relación a la segunda cuestión, las ventajas que puede ofrecer el inicio de la escolarización del niño pueden ser muy superiores a las posibles incertidumbres sanitarias que pueda tener la familia, pero siempre y cuando exista el convencimiento por sus padres de que su centro educativo ha actuado de forma efectiva y ágil de cara a adaptarse a este nuevo entorno.

Probablemente los padres ya puedan tener alguna pista acerca de cómo actuará su centro educativo en estos primeros meses, en base a evaluar cómo reaccionaron entre marzo y junio con el confinamiento: si perciben que su centro educativo reaccionó de forma ágil y con soluciones efectivas (metodología online, apoyo psicopedagógico a los padres ante un contexto tan complicado, etc.) en dichos meses, probablemente su centro tenga las capacidades para afrontar este nuevo período con mayores garantías. No obstante, también hay que decir que la respuesta de los centros educativos en dicho período ha sido muy diversa en términos de su respuesta tanto a los alumnos como a sus padres.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-debe-hijo-3-anos-empezar-etapa-escolar-enuncurso-tanextrano-o-mejor-evitarlo-si-tiene-posibilidad-202008260040_noticia.html

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La pandemia aumenta la conciencia medioambiental de las madres

Por: Nacho Meneses

El estudio ‘MalasmadresEco 2020’ revela una mayor preocupación por el entorno y un descontento generalizado sobre la educación medioambiental que los niños reciben en las escuelas

Seis de cada 10 mujeres aseguran que su preocupación por el medioambiente ha aumentado desde que se inició la pandemia, según se desprende de los datos del estudio MalasmadresEco 2020, realizado por el Club de Malasmadres en colaboración con Ecovidrio. Una inquietud que se centra sobre todo en aspectos como la escasez de agua (73%), las enfermedades relacionadas con la contaminación (69%) o la pérdida de ecosistemas y biodiversidad (67%), y que ha llevado en los dos últimos años a un notable aumento en la adopción de hábitos más ecológicos en los hogares, como la separación de residuos o un consumo más responsable. La encuesta, realizada entre el 1 y el 9 de junio, en plena desescalada, fue contestada por 5.200 mujeres, la mayoría de ellas madres (88,5%) de uno o más hijos, o a punto de serlo (1,7%).

La pandemia nos ha ayudado a visibilizar los efectos positivos de los cambios en los hábitos diarios. Hemos tomado una conciencia mucho mayor con la naturaleza, con la biodiversidad y con nuestro entorno”, afirma Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres. Una conciencia que, señala, es fundamental y que se tiene que transmitir por generaciones: “Tenemos que educar a los más pequeños en esos hábitos que nuestra generación va teniendo cada vez más interiorizados”.

El estudio de Malasmadres y Ecovidrio muestra muchos aspectos positivos, pero también identifica debilidades, como la falta de corresponsabilidad en el hogar y una insuficiente educación medioambiental en las escuelas. Como en otros aspectos relacionados con las tareas domésticas, las mujeres asumen mayoritariamente la responsabilidad en todo lo relacionado con el reciclaje y el cuidado del medioambiente (82% de las encuestadas), y lo hacen predicando con el ejemplo: el 98% de las madres cree que la práctica diaria en el hogar es la mejor manera de inculcar esos valores y esos hábitos de vida más sostenibles en los menores. No en vano el respeto al medioambiente es para ellas el segundo gran reto que afronta la sociedad en el futuro (80%), por detrás de la igualdad de oportunidades (84%) y por delante del respeto a la diversidad cultural y social (74%).

Carencias educativas

La preocupación ecológica de las mujeres ha aumentado hasta el punto de que el 96 % de las encuestadas afirma sentir más inquietud por el entorno que hace unos años, lo que naturalmente ha llevado a un mayor nivel de exigencia respecto a la educación medioambiental que los niños reciben en las escuelas. Las conclusiones no dejan lugar a las dudas: dos de cada tres madres la consideran insuficiente, y solo un 23% está satisfecha (un porcentaje que, en 2018, era del 32%). “Ese aumento de la preocupación hace que estemos más informadas, y que nos preocupemos más por la formación que reciben nuestros hijos en el colegio”, sostiene Maite Egoscozabal, socióloga y autora del estudio. El porcentaje de madres que no conocen la formación medioambiental que sus hijos reciben es ahora del 10%, cuando en 2018 era del 22%.

Al analizar los datos de las cuatro comunidades autónomas desde las que se ha recibido un mayor número de encuestas (Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía), es la primera la que muestra un mayor grado de satisfacción con la educación medioambiental de los menores, aunque el grado de satisfacción sigue siendo bajo. El 73% de las madres andaluzas consideran que los colegios no prestan la suficiente atención a este tema, seguidas de las valencianas (67,3%), las madrileñas (67,2%) y las catalanas (59,1%). Beatriz Egido, directora de comunicación de Ecovidrio, reconoce que su implantación no es una tarea fácil: “Los centros educativos tienen cada vez más ganas y están más dispuestos a incorporar el medioambiente en la educación de sus alumnos (…). Pero falta que forme parte del currículo de forma oficial. No quiero decir con esto que sea una cosa fácil; no lo es, porque los currículos ya vienen cargaditos”, apunta. “Pero cuando son valores que pueden determinar el futuro de una sociedad, tenemos que encontrar la manera de que estén presentes en las distintas asignaturas”.

La pandemia aumenta la conciencia medioambiental de las madres

Hábitos sostenibles en casa

El 80% de las mujeres que participaron en el estudio asegura que en los dos últimos años ha incorporado rutinas más sostenibles en el hogar. Así, el 89% de las viviendas españolas separa habitualmente los residuos (principalmente papel, cartón, vidrio y envases ligeros), y la separación de residuos orgánicos se practica ya en seis de cada 10 hogares, siendo las andaluzas quienes más aceite doméstico reciclan (tres de cada cuatro). El 75% se ha propuesto reducir el uso de plásticos y el 71% apuesta por un consumo más responsable que involucre a toda la familia.

“Debemos enseñar a nuestros hijos a pensárselo un par de veces antes de consumir desaforadamente. Hay que tener más cuidado con el gasto energético y el de agua, así como reflexionar sobre el tipo de movilidad que tenemos [y queremos] en nuestras ciudades”, insiste Egido. En este sentido, y después de la separación de residuos, las prácticas más sostenibles en los hogares son, en este orden, el consumo responsable, la reducción de plástico y del consumo de luz.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/21/mamas_papas/1595312149_408600.html

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¿Quién cuida a las madres que más ven morir a sus hijos?

Por: Patricia Peiró

Una investigación calcula por primera vez cuántas mujeres subsaharianas han perdido al menos a un descendiente: entre el 25 y el 50%. Las expertas recalcan que el duelo es un problema de salud pública

La socióloga Jenny Trinitapoli realiza desde 2009 en Malawi una investigación de campo gracias a las judías blancas. A través de ellas, consigue que la comunidad local se exprese sobre temas que para ellos son tabú. Trinitapoli les interroga sobre la posibilidad que ellos creen que existe de que ocurran determinadas cosas: que enfermen de malaria, que puedan ahorrar ese mes o que en su vecindario muera un niño. 10 judías es sí rotundo, y ninguna es que les parece imposible. En 2010 preguntaron a 1.500 mujeres: «¿Cuántas probabilidades hay de que un bebé que ha nacido en tu comunidad este mes fallezca antes de cumplir un año?». De media, introdujeron dos alubias.

«Su previsión es superior a la tasa real de mortalidad infantil en Malawi en estos momentos que es de 60 fallecimientos por cada mil nacimientos. Las percepciones de las madres provienen de sus propias experiencias y de lo que observan a su alrededor, no de las estadísticas oficiales«, explica la socióloga de la Universidad de Chicago. Por eso, junto con su compañera Emily Smith-Greenaway, de la Universidad de California, decidió darle la vuelta a los números y diseñar un nuevo indicador: qué porcentaje de madres de las que viven ahora mismo en África subsahariana han perdido a un niño. El resultado es escalofriante. Entre una cuarta parte y la mitad de las progenitoras han sufrido la muerte de al menos un hijo. «Queríamos mostrar que estas tasas de mortalidad condicionan la forma de afrontar la maternidad de las mujeres», afirma Smith-Greenaway.

Con estos datos en las manos, las autoras aseguran que el duelo debe abordarse desde un punto de vista educativo y de salud. También indican que el número de madres que han vivido esta experiencia es un indicador más de desigualdad. Las expertas señalan que el fallecimiento de un hijo en un país rico tiene un trato totalmente diferente que si se produce en un contexto pobre, ya que hay numerosos estudios sobre cómo abordar la situación en un caso, pero muy poca información sobre cómo lo viven las madres africanas. «El duelo debe priorizarse y abordarse desde la edad escolar, además de formar parte de la agenda política como una verdadera amenaza para la salud pública en el continente», señalan.

Willibald Zeck, consultor jefe de Salud para Unicef, está de acuerdo en que el trauma de las madres normalmente es ignorado. «En muchos países de bajos y medios ingresos, las muertes fetales son muy comunes. Muchas mujeres en esos países experimentan varias a lo largo de su vida, pero no hablarán de ello. Estos casos no aparecen en ningún registro ya que muchos suceden en el hogar», apunta.

Las estadísticas oficiales de mortalidad infantil normalmente suelen dividirse en tres categorías diferentes: los bebés que no han llegado al año, los que alcanzan los cinco, y a partir de esta edad. Estas investigadoras han cruzado todos estos recuentos para obtener el dato de las madres que han experimentado la muerte de un hijo de cualquier edad. Las científicas se han centrado en 20 países de África subsahariana. Han utilizado encuestas demográficas y de salud entre 1986 y 2017 para una muestra de 747.984 progenitoras. La dificultad de conseguir datos precisos a lo largo de toda la serie y la enorme diferencia de condiciones que hay de una región a otra hace que sea imposible aportar un arco más preciso. «Sería muy difícil traducir los porcentajes a número absolutos», advierte Smith-Greenaway, «pero si tenemos en cuenta que la amplia mayoría de las africanas tiene descendencia, se podría afirmar que hablamos literalmente de millones de mujeres».

Han estudiado a las madres dependiendo de su edad, para poder analizar la evolución. El porcentaje de mortalidad infantil experimentado por las mayores, el grupo de 45 a 49 años, es mucho más elevado que entre las jóvenes. En esta franja de edad, más del 50% han visto fallecer a alguno de sus hijos. En los 90, cuando los niveles de mortalidad infantil eran todavía más altos, este porcentaje se elevaba hasta el 75% en países como Mali, Níger o Burkina Faso.

¿Por qué es tan importante el tema de la percepción de las madres? «Según el registro histórico, sabemos que las tasas de fecundidad comienzan a disminuir poco después de que la reducción de la mortalidad infantil se hace evidente para la población», explica Trinitapoli. Por eso, mientras las madres sigan viviendo esta experiencia en sus comunidades, es probable que las tasas de natalidad sigan siendo altas. Las previsiones demográficas indican que África duplicará su población y llegará a los 2.400 millones en 2050.

Con este nuevo punto de vista, las autoras del estudio publicado en la revista especializada PNAS esperan también que las medidas para garantizar la supervivencia se extiendan más allá de la primera infancia. Los adolescentes han sido tradicionalmente los grandes olvidados de las estrategias globales sociales y de salud. «Para nuestro trabajo nos basamos en dos afirmaciones sobre las que no hay duda: todo padre quiere que su hijo sobreviva y hasta ahora no disponíamos de un indicador que muestre la desigualdad cuando hablamos de la pérdida de hijos», explica Smith-Greenaway.

El descenso de decesos de menores de cinco años ha sido uno de los grandes logros de la humanidad. Según datos de la OMS, desde 1990, la mortalidad ha disminuido en un 56%. Sin embargo, alrededor de cinco millones de pequeños siguen muriendo antes de llegar al lustro en el mundo y si naces en África Subsahariana las posibilidades de que esto suceda son 15 veces más que en otra parte del mundo. Willibald Zeck, de Unicef, recuerda un dato aterrador: «Cada 11 segundos muere una mujer o un recién nacido en el mundo».

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/09/planeta_futuro/1581285615_423707.html

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Entrevista a Nuria Labari: “Los referentes femeninos han estado siempre muy maltratados; y las madres, más”

Entrevista/29 Agosto 2019/Autor: Adrián Cordellat/El país

Nuria Labari es consciente de que la tragedia es la única forma de que un tema como la maternidad adquiera un carácter universal

“Para escribir sobre maternidad parece imprescindible traicionarse a una misma o al hijo, puede que a los dos como es mi caso”, afirma la mujer protagonista de La mejor madre del mundo (Literatura Random House). El personaje creado por la escritora Nuria Labari es consciente de que la tragedia es la única forma de que un tema como la maternidad adquiera un carácter universal. O puede que fuese la única forma. Ya no. La prueba es que no hay tragedia en las páginas de La mejor madre del mundo y, sin embargo, sí que hay literatura de muchos quilates. Y un personaje femenino universal cuya historia se despliega ante los ojos del lector a partir de la experiencia (también universal) de la maternidad. Aún así Labari lamenta que le haya pasado lo que nunca le había sucedido antes: que un hombre le preguntara si a él, como hombre, podría interesarle el libro. Y es que, como afirma la escritora santanderina afincada en Madrid, todavía hoy, lamentablemente, “cuando una mujer elige como sujeto literario protagonista a otra mujer, se entiende que estamos ante una historia de mujeres”, mientras que si lo hace un hombre, “estamos ante una historia universal”.

PREGUNTA. Citas en un fragmento de La mejor madre del mundo la novela El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, y afirmas que “puede que la tragedia sea la única manera de convertir la maternidad en tema universal”. ¿Por qué ha sido tradicionalmente relegada a un tercer, cuando no cuarto, escalón la literatura de maternidad?

RESPUESTA. Me temo que una razón principal es que las mujeres hemos publicado menos que los hombres. La temática de la literatura que se publica la han marcado y la siguen marcando los hombres. Aún en 2018 se publicaron en España el doble de libros escritos por hombres que por mujeres. Esto no afecta a la calidad literaria de las obras de unos y otras, pero sí a que ciertos temas imperen sobre otros. Es normal que la menstruación, por ejemplo, ocupe pocos capítulos de la literatura universal. Y creo que es normal porque hemos entendido durante mucho tiempo que universal era sinónimo de masculino.

P. “Las madres no escriben, están escritas”, decía Helend Deutsch. Eso, por suerte, aunque sea poco a poco, está cambiando. Ahora estamos viviendo un pequeño boom literario de la maternidad. Se están recuperando libros imprescindibles como El nudo materno o Nacemos de mujery se están publicando algunos títulos nuevos, como el tuyo sin ir más lejos. ¿Se ha conseguido poner la maternidad en el centro de la creación literaria y artística, sacarla del arquetipo del “cosas de mujeres”?

R. De momento no. A mí no me había pasado con ningún libro anterior que un hombre me preguntara si podría interesarle o si tendría sentido para él su lectura. Con La mejor madre del mundo me sucede a menudo. Y eso no le sucedió a Richard Ford cuando publicó Una madre. El problema es que cuando una mujer elige como sujeto literario protagonista a otra mujer, se entiende que estamos ante una historia de mujeres. Si lo hace un hombre estamos ante una historia universal.

P. Pese a ello es innegable el crecimiento de este nicho de mercado literario. ¿No te da miedo que esta moda y este boom, el filón que han encontrado las editoriales, acabe lastrando un poco la calidad de lo que se publica?

R. El mercado es muy capaz de convertir la novedad en moda y construir a partir de una tendencia, una churrería. Es decir, se terminan publicando libros iguales a otros solo porque son tendencia y cada vez más iguales e irrelevantes. En el caso de los libros es un hecho que la calidad literaria no es el único factor que se tiene en cuenta a la hora de publicar. Pero esto afecta a todos los libros, a todas las escritoras y a todos los escritores. Con todo, si por alguna moda se estuvieran publicando más mujeres o más historias de mujeres, me parecería una gran noticia. Sería una de las muy pocas veces que el mercado nos tiene en cuenta.

P. Tu libro es una mezcla de autobiografía y ficción. Tú misma dices que ni sabes qué es qué, que todo está mezclado, pero intuyo que cuando una escribe sobre una experiencia como la maternidad, es difícil desligarse por completo de su yomaterno, ¿no?

R. Pues lo cierto es que eso es justo lo que pasó. Sucedió que mi protagonista me excedió por todas partes, me rebosó, cobró vida propia y empezó a pensar y a actuar por su cuenta. Muchos de mis amigos están disgustados porque la protagonista les decepciona… ¡No soy yo! Otra cosa está en cuanta experiencia hay de mí en este libro, que es mucha. Pero también recae sobre el personaje de MiMadre o sobre el de Hombre o toma la voz de algunas amigas. En realidad el yomaterno me ata a la tierra cada día. Aquí pude volar.

P. Tengo que reconocer que se me escapó una gran sonrisa cuando la protagonista de tu novela dice que lo primero que se dijo, mucho antes de parir, es que ella no sería como su madre, que iba a ser una madre diferente. Al final llega a una conclusión demoledora: Ser madre es imitar a otra mujer.

R. Es que siempre lo es. Pero es curioso que muchas mujeres sabemos más de lo que no queremos hacer o parecer como madres que de lo que sí nos gustaría heredar de las que fueron antes. Esto es porque los referentes femeninos han estado siempre muy maltratados. Y las madres más. La idea de madre no se asocia a la de mujer exitosa, libre, independiente y creativa. Más bien las madres nos inspiran sacrificio y abnegación.

P. Sin embargo, en ese mismo fragmento señalas con acierto un drama actual. Las madres os estáis quedando sin referentes, sin mujeres a las que imitar. ¿Qué consecuencias tiene esto?

R. Consecuencias nefastas. Porque a falta de ideas y referentes reales, de carne y hueso, la idea de madre se rellena con clichés y con un “deber ser” de “buena madre ideal” que no tiene nada que ver con la realidad y que amarga la vida de muchas mujeres. El hecho de no estar a la altura de la idea de madre (abnegada, sacrificada, perfecta, siempre entregada, descansada y hermosa y comprensiva y de mentira, por resumir) es algo que puede llegar a causar mucha frustración y grandes desencuentros con la pareja y con los propios hijos.

P. Esa falta de referentes se explica en parte por las tasas cada vez más bajas de natalidad, al retraso sine die de ésta. La protagonista de tu novela es madre por reproducción asistida. Eso te da para hablar largo y tendido sobre la mercantilización de la maternidad. Es el mercado, amigos.

R. Da para largo y debería hablarse larguísimo. El mercado ha penetrado en el cuerpo de las mujeres y en su capacidad de engendrar sin ningún rigor y sin ninguna humanidad. La fecundación in vitro es la punta de un iceberg que ya va por la gestación subrogada. Todo lo que se puede hacer, se podrá comprar. Y si se puede comprar es bueno.

P. Puede que el apogeo de esa mercantilización sea, como dices, la gestación subrogada. ¿Es nuestro particular Gilead?

R. Vivimos en Gilead. Existen granjas de mujeres. Lo que pasa es que tú y yo estamos viviendo en Canadá. O peor. Nosotros vivimos en un lugar donde los dramas humanos sólo nos impactan sin están una pantalla. Es como si la gente de verdad fueran también actores de esa otra parte del mundo, como si no fuera en serio.

P: Hablando de mercantilizaciones es imposible no dar el salto a los cuidados. “Cada vez que se consolida una directiva en España se rompe un techo de cristal. Y, al mismo tiempo, se da de alta en la Seguridad Social a otra mujer (recién llegada de un país o de una barrio más pobre) para realizar las tareas domésticas de las que la profesional se habrá librado para siempre, como yo”, reflexiona la protagonista de tu novela. Eso no pasa con los hombres, añade. Cuando un hombre “trabaja fuera de casa nunca hace falta sumar a otro macho para que complete las labores familiares del padre trabajador”. ¿Estamos aún muy lejos de la igualdad en los cuidados?

R. Lejos, lejísimos. Y lo que es peor, los cuidados se han denostado. Se ha decidido que no valen nada, que los niños y los viejos se aparcarán donde se pueda y con quien sea preciso. Por eso hombres y mujeres debemos reivindicar espacios para cuidar a nuestros niños y a nuestros mayores. Nos merecemos amar y nos merecemos cuidar. Y además es lo más eficaz. La vida será mejor para todos si no existe un abismo entre el más rápido de la carrera y el último del pelotón.

P. Dedicas el libro “al corazón femenino de todos los hombres”. Supongo que es una llamada de atención, hacia nosotros, para recordarnos la importancia de esa igualdad…

R. Sí. Es una llamada y una súplica. Os iría pidiendo a uno a uno que leyerais libros escritos por mujeres sintiendo que os incumben personalmente igual que nosotras hemos leído tantísimos libros escritos por hombres que nos han atravesado. Ya sé que aquí todo el mundo ha leído a las Bronte y a Virgina Woolf. Pero ahora en serio, la igualdad va a llegar, pero la velocidad del proceso dependerá en gran medida de la actitud de los privilegiados. Y en esta historia, vosotros sois los hombres blancos.

fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/22/mamas_papas/1563804958_095015.html

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César Bona: “Los docentes debemos creer que somos agentes de cambio”

Por: César Bona/blog.tiching/28-02-2018

Las personas somos seres sociales, y sin embargo seguimos educando como seres individuales. ¿Por qué?
Yo creo que porque queremos educar de la misma forma en la que nosotros hemos sido educados. Tenemos cierta resistencia al cambio. Es curioso, porque vemos que todo a nuestro alrededor evoluciona: tecnología, medicina, transportes… y sin embargo la educación camina más lenta. Me parece una paradoja: en un momento que está en permanente cambio, nos resistimos a cambiar la educación, tenemos miedo.

¿Cuáles cree que serían las bases de una educación que entienda a los niños y niñas como seres sociales?
Creo que para responder a esta pregunta debemos hacernos otra: ¿qué habilidades creemos que deben tener nuestros pequeños para desenvolverse el día de mañana? ¿Empatía? ¿Tolerancia? ¿Trabajo en equipo? ¿Resolución de problemas? Todas estas herramientas que hacen que nos tomemos la vida de una forma positiva son importantísimas. Es muy necesario en las escuelas porque el ser humano no solo se construye con conocimiento.

¿Cómo afecta a la vida de los pequeños esta falta de herramientas?
Pues como nos afectó a nosotros. Sin estas habilidades, cada uno improvisa delante de la vida como puede. A unos les sale mejor y a otros peor. Entenderse mejor a uno mismo es fundamental, pero también conocer a los demás. Prácticamente todo lo que hacemos durante el día son interacciones con otras personas. Esto no significa perder de vista quienes somos.

¿A qué se refiere?
Debemos distinguir entre individualismo e individualidad. Seguimos educando en el individualismo, pero sin tener en cuenta cómo es cada uno, sin tener en cuenta la individualidad. Hay que educar en la individualidad sabiendo que todos somos diferentes. Somos iguales ante la ley, los derechos, los deberes, pero cada uno es como es y esto también es una riqueza.

¿La individualidad no se tiene en cuenta?
No, pero cada vez se proponen más prácticas en los centros para potenciarlo y es importante que a través de los medios de comunicación esto se explique. Debemos conocer a las personas con las que trabajamos cada día, y esto vale tanto para adultos como para niños. Por eso es tan importante escuchar.

Cada niño es un mundo, igual que cada centro…
La escuela no ha de educar para la escuela, ha de educar para la sociedad. La escuela no es una burbuja. Hay que invitar a los chicos a expresar sus inquietudes para que ellos tomen partido en aquello que les toca de cerca.

¿Qué elementos cree que son esenciales para que produzca un aprendizaje efectivo en el aula?
Yo creo que lo más importante es que los niños sientan que les sirve para algo aquello que les enseñas. Es una obviedad tremenda pero… parece que se nos olvida. Cuando vamos a un conferencia lo hacemos porque esperamos sacar algo de ello, ¿no? Los niños igual. Es curioso que nos esforcemos en darles “herramientas para el futuro”, cuando nosotros queremos las herramientas para ya. Deberíamos ponernos más a menudo en la piel de los niños. Debe ser significativo para ellos, aunque igual no lo sea tanto para ti.

¿Y qué es lo más importante?
Escuchar, no me cansaré de decirlo. Lo decía Sócrates: “habla para que yo te conozca”. ¿Cómo podemos pretender enseñar a chicos y chicas que no conocemos? Creo que es esencial que las familias también participen. Si ellos ven que sus padres se involucran en el colegio, perciben que lo que se hace en el colegio es importante.

¿Sería también una propuesta para que los niños no pierdan la motivación de ir a la escuela?
Sí, pero esto también nos pasa a los adultos. Te puede apasionar tu trabajo, pero cuando llega el viernes quieres descansar y tener tiempo libre. Cuando llega el fin de semana ¿por qué no les dejamos descansar? ¿Por qué les ponemos tareas extra? Si los adultos fuéramos conscientes de que somos sus referentes, podríamos estimular su curiosidad con nuestro propio ejemplo.

¿No somos conscientes de que lo somos?
No siempre. Miramos con nuestros propios ojos, pero no con los de los demás. Es un ejercicio difícil pensarse referente para los niños. Más allá de los adultos cercanos, los niños se fijan en estrellas de música o de deporte, por lo que  también es importante que ellos sean conscientes de la fuerza que tienen sobre los más pequeños.

¿Qué papel tiene el docente hoy en día?
Sigue siendo básico. Tenemos que pensar que solo podemos exigir a los alumnos aquello que nosotros podemos dar. Si queremos que trabajen en equipo, nosotros tenemos que trabajar en equipo. Si queremos que controlen sus emociones, nosotros también debemos hacerlo. El respeto por ejemplo, es importante hablar de respeto pero sobre todo hay que practicarlo. Empezando por uno mismo, que hay personas que se niegan a sí mismas,
Debemos invitar a los niños a que sean agentes de cambio, pero para ello los docentes debemos creernos que nosotros también lo somos. Por ejemplo, en el tema del medio ambiente: no es solo que les demos la clase, sino que les demostremos nuestro compromiso. O con la lectura: no es solo que les recomendemos leer, sino que ellos aprecien que nosotros amamos la lectura.

Si me tuviera que decir tres habilidades de todo docente, ¿cuáles serían?
Lo primero es el rigor. Creo que es fundamental. Lo segundo, aunque sea algo que puede parecer etéreo, la ilusión. Y por último diría “aptitudes sociales”, porque engloba muchas cosas, y como solo puedo decir 3 cosas…

Y saber escuchar… ¿no?
¡Por supuesto!

¿Por qué cree que no les escuchamos?
Porque son niños. Los adultos miramos desde una altura que nos han dado los años, pero que nos impiden ver cosas que ellos sí que ven. Esa mirada fresca, sin prejuicios, rompiendo los límites que impone la lógica, la creatividad… Los niños no son adultos del futuro, son niños del ahora y tienen mucho que aportar, y tienen una visión de la vida muy interesante.

¿Qué recomendaría a padres, madres y tutores para potenciar la escucha activa?
Que se pongan en su lugar. Debemos aprender también a escuchar sin juzgar. Cuando juzgas a un niño estás poniendo una losa sobre lo que el niño percibe. No se trata de evitar educarlos o de aportarles valoraciones, sino de que se sientan libres a la hora de hablar y opinar sin temor a que caiga el juicio desde las alturas.

¿Cómo podemos enseñarles a ellos a escuchar?
Se supone que desde el primer minuto que entras en una aula hasta el final, tienes que tener material para darles. Tenemos un currículum cargado de temario, y así es muy difícil educar en la escucha. Educar en la escucha supone plantear temas y darles margen para la reflexión. Para escuchar hay que estar cerca de las personas: esto también es importante.

Para finalizar, ¿qué papel cree que tiene la tecnología en las aulas?
Son una herramienta más que podemos usar para conseguir información, para crearla, etc. Es tremendamente útil si sabemos sacar el partido de sus cosas buenas, pero también puede ser tremendamente peligrosa si caemos en sus inconvenientes. Hay que educar en un uso responsable de la tecnología, no podemos dejarla fuera del aula porque forma parte de la vida. El autoconocimiento ahora mismo es muy importante, y más en la era de las redes sociales: parece que nos socializan, y en realidad lo que hacen es esclavizarnos a los ojos y los likes de los demás.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/cesar-bona-los-docentes-debemos-creer-somos-agentes-cambio/

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Projected number of severely malnourished Somali children up 50 percent

Geneva/Nairobi / 03 de mayo de 2017 / Fuente: https://www.unicef.org

Somali children face triple threat of drought, disease and displacement

The projected number of children who are or will be acutely malnourished has shot up by 50 per cent since the beginning of the year to 1.4 million, including over 275,000 who have or will suffer life-threatening severe acute malnutrition in 2017.

Severely malnourished children are nine times more likely to die of killer diseases like cholera / acute watery diarrhea and measles, which are spreading. During the 2011 famine in Somalia that killed an estimated 260,000 – over half of them young children – the main causes of death among children were diarrhea and measles.

“UNICEF and partners have treated over 56,000 severely malnourished children so far this year – almost 90 per cent more than the same period in 2016,” said Steven Lauwerier, UNICEF Somalia Representative. “But the combination of drought, disease and displacement are deadly for children, and we need to do far more, and faster, to save lives.”

Around 615,000 people, the vast majority of them women and children, have been displaced by drought since November 2016.

The Gu (April-June) rains are slowly unfolding, bringing much needed relief to parts of the country. But the rains also spell danger for children. If they come in full they will inflict further misery on children living in flimsy, makeshift shelters made of twigs and cloth or tarps. If the Gu rains fail, and if assistance doesn’t reach families, more people will be forced off their land into displacement camps. Outbreaks of malaria are already imminent, as is an upsurge of cholera.

“New population movements will further aggravate the situation. Those who remain at home need urgent assistance so that they do not need to flee; and those who have already fled, and are now in camps, are extremely vulnerable – children most of all,” Lauwerier said.

The women and children who make the trek, generally on foot, to places where they hope to find assistance, are often robbed or worse, both on the way to, and in camps. While there have been some reports of sexual abuse, including rape, most women do not come forward due to the stigma associated with rape and fear that their husbands will learn of it. Perpetrators of sexual violence are seldom punished.

The drought has also forced some 40,000 children to stop attending classes, as the most vulnerable families enlist children to search for water, or as they migrate in search of food and water. There is anecdotal evidence of more children living on the street, and of displaced children being recruited into armed groups.

Early planning and funding has made a huge scale up in assistance possible. UNICEF and partners:

• Support 64 cholera treatment facilities that have treated more than 28,400 cases as of 23 April, compared with some 15,600 cases treated during all of 2016.
• Have set up and support 330 new nutrition centres, bringing the total to 837 across the country. These sites have made it possible to treat 56,054 children suffering from SAM since the beginning of the year, almost double the number of admissions over the same period in 2016, with a 92 per cent recovery rate.
• Provide more than 1 million people affected by drought with temporary access to safe water, up from some 300,000 in January.
• Reached over 380,000 children and women with life-saving health services including emergency vaccinations, through support to over 100 health centres and 60 mobile and outreach services.
• Provided 190 schools reaching almost 20,000 children with safe drinking water; set up temporary learning spaces enabling 43,000 children to learn; and provided emergency cash grants to almost 10,000 children at highest risk of dropping out.
• Provided 840 unaccompanied and separated children, and 1,184 survivors of gender-based violence with critical services.

Fuente noticia: https://www.unicef.org/media/media_95918.html

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