kt´yañ yäk´oty ña´tyañ chol/kaxlañ ilaj tyi pañämil (Mi voz y pensar chol/citadino en el mundo).

Por: Eleazar Jiménez López

Joñon Eleazar ijol jk´aba´jiñäch Jiménez López, ch´oyoloñ tyi Tumbalá, añ ch´ak´al ja´bil. Mi´k esmañ käntyesañ tyi secundaria mi´ kpejkañ chol yi´k´oty español.

Mi jch´ujlel, ¿Baki añ iyejtyal jch´ujlel?. Mik natyañ añ tyik mal. (¿Dónde está mi espíritu?. Entiendo que está en mi interior. Ese tiempo, de mi infancia, cuando los anhelos y deseos de mis abuelos y mis papás, ya pronunciaban mi porvenir y mencionaban mi nombre. Ya era y sigo siendo parte de ellos. Hablar con mi pusik´al (corazón), es manifestarme como chol, es dar sin pensar en el recibir, e intento recuperar eso en mi realidad (ñop sujtyel tyi pañämil).

 

¿Baki añety tatuch Pedro?/¿Dónde estás abuelo Pedro?

Añety tyik pusik´al/ Vives en mi corazón.

Que retrata muy bien, la poeta chol Juan Karen (2013) en su libro de poesía titulado “Ipusik´al Matye´lum” (Corazón de selva).

 

Ñajtyilel.

Jiñi ik´jiñäch mi´tyam-esañ ityi´p tyi´pñäyel ich´ujlel lotyolbä,

Ik´ay jiñi sajk´jiñäch ty´äty´äñäyel ili tyambä jk´iñil.

Cuya traducción es hecha por la misma autora, quedando escrito como sigue:

Eternidad.

El aire es la prórroga de ritmos en el alma de mis secretos,

El canto del grillo es la cadencia perfecta en mis días enteros.

La sinfonía de los sajk´(grillos) en mi día de nacimiento fue el principio de la cadencia perfecta en mis días enteros. Esa cadencia, no separa los días malos o buenos, o los días cortos o largos, días lluviosos o calurosos, días de bloqueo carretero y de libre tránsito, días sin señal de celular y días que lo hay, días con y sin enfermedad, los días donde la realidad se apodera y desafía a lo simbólico con lo imaginario. Lo imaginario, como esa posibilidad de asumirme de otra manera en relación conmigo mismo y las/os otras/os. En ese imaginario, donde están presentes mis utopías, mis anhelos, mis sueños, mi esperanza, lo otro posible, y que se convierte en una búsqueda incansable. ¿No entiende en qué momento despojaron de mi la imaginación? ¿O las condiciones me obligaron a renunciar a ello?. Considero que mis papás, abuelos influyeron de manera inconsciente. Entendiendo que el inconsciente es lenguaje. Se presentaron en mí las opciones que tuve, y las tome con valentía, por ello soy como soy. Es oportuno reembobinar o resetear, para atender mi presente con mayor impulso y sentido, para seguir estando en un pañämil (mundo) menos desalentador. Ciertamente, soy un sujeto maya chol-citadino, que estoy en posibilidad de reivindicarme como ser chol-citadino, atendiendo parte de mí, y lo que lograré es mutar y seguir mutando culturalmente, ya con menos sujeción.

Mis primeras palabras, ña´ (madre), tyaty (padre), chuchu´(abuela) y tatuch (abuelo), a mi llegada al pañämil (mundo) chol. Ña´ como la viva representación de la madre tierra (lakña´lum), como la metáfora viviente dadora de vida en vínculo con la naturaleza, los otros/as como un mundo de coexistencia, respeto y de relaciones sociales que convergen en la palabra y la milpa (cholel), la relación entre el día y la noche; en el transcurrir del día se contempla lakch´ujutyaty (padre santo sol) y en la noche  lakch´ujuña (madre santa, luna) y el pañämil (mundo) como el campo en y para la vida; lakña´lum (madre tierra) donde cohabitan las plantas, los animales y en relación con los sujetos que hacemos historia choles y que comunicamos nuestros sentires y pensares a través de ty´añ (palabra), eso que nos ha constituido desde la imagen de nuestros abuelos/as, madre, padre, tíos/as; la palabra es narración heredados de los abuelos contadores de historias; hoy como cultura viva, que yace en mí, al escribir estas líneas en mi lengua y español.

Chol es milpa, es la sinergia de las plantas de maíz (ixim), frijol (bu´ul), la yerba mora (cha´juk´), la calabaza (ch´um), el chilacayote (mäyäjl), el chile (ich), la yuca (ts´ijm), el camote (ajkum); y los sembradíos de otras milpas; que se comunican entre veredas que transitan en el día a día los milperos. Actualmente, la agricultura moderna ha roto o desinergizado la milpa, al invadir el cholel con su  chämäbil tsa´k (agroquímico), que ha exterminado las bacterias que yacen en el subsuelo cultivable, contaminado las fuentes de agua (jolja´). El chämäbil ts´ak, favorece que los cultivos no sean invadidos por plagas y compensan las vitaminas y minerales que necesitan las plantas de maíz y frijol. Sin embargo, lum (tierra), se ha acostumbrado; ya no produce por sí solo. Necesita de estos químicos, ya que el agua se ha secado y el suelo se ha vuelto inerte, árido y agrietado.  Estos estados, han sido causados, por el wiñik (hombre) y x-ixik (mujer), son pruebas de vida, precisamente porque nos hemos ido olvidando de los seres sagrados que han mantenido el equilibrio del pañämil (mundo).

¿Jala mi´pi´k´el jiñi ixim? (¿Cuándo se siembra maíz?). Las fechas de siembra de ixim (maíz),  es de yoralel (temporal). Se siembra entre el 15 de abril al 10 de mayo y se cosecha a finales de julio y los primeros días de agosto. El sijomal (tornamilpa) se siembra a mediados y finales del mes de noviembre y a finales del mes de febrero y primeros días de marzo se está cosechando. La semilla se selecciona a partir de las mazorcas más grandes y se desgranan los granos de en medio. Hay semillas de maíz blanco (sik waj), maíz amarillo (k´añal) y maíz morado (chik cha´b) y que se pueden considerar nativos. Sin embargo, en los campos y parcelas, se ha difundido el uso del maíz híbrido, que consiste en la cruza mediante polinización de dos variedades distintas de maíz, que se han hecho u obtenido de los campos experimentales; lo que provoca, que el germoplasma nativo de las localidades se vaya perdiendo; renunciando a la selección de mazorcas y semillas para una siguiente siembra.

El glifosato, hecho por el hombre, jiñi wiñik yäk´oty x´ixik ta´bä ik´ele juñ weñ leko ipusik´al cha´añ ikajel tya´k´iñ (el hombre y la mujer que se han ilustrado piensan mal  a causa del dinero), y que pasaron por una escuela, se ha convertido en el entrañable enemigo de la milpa. Hay una clara muestra de seres que se asumen en una práctica de ciencia deshumanizante. La milpa ha dejado de ser ese lugar de experiencias de convivencia con la naturaleza al apostarle en elevar la producción de maíz; a mayor producción por superficie, mayor ingreso económico. La apuesta es retornar a la práctica agrícola artesanal e ir adoptando el uso de insecticidas orgánicos para la naturaleza. Este retorno, tiene mucho que ver con nuestro na´tyañ (pensar) y reeducarnos en la milpa ya que la modernidad solamente ha traído desolación y desesperanza por querer alcanzar, eso tan deseado, que es la felicidad; cuando en realidad tomar sa´(pozol) y ul (atol) enaltece nuestro espíritu en agradecimiento a la madre tierra. En mi presente he transmutado,  no olvido mis primeras palabras en chol, las historias de mi abuelo Pedro (albälbä ty´añ) y lo que cuentan los abuelos otros.

¿Bajché mi´k ña´tyañ? (¿Cómo pienso?). Antes y ahora algunos/as, tienen que mirar hacia arriba por las noches para ver las ek´ (estrellas), lach´ujuña (madre santa, luna), y entablar el vínculo con la madre tierra para poder establecer el cultivo en la parcela cuando esta creciente pasel uw (luna creciente); lakch´ujutyaty (padre santo sol) dador de luz para que las plantas crezcan. Además de pedir a la madre tierra perdón por los daños causados a los animales, por hacer sangrar a las plantas durante la tumba-roza-quema y que los animales que habitan la parcela y merodean la siembra como el wax (zorrillo), baj (tuza), ejmech (tlacuache) yik´oty chuch (ardilla), de alguna manera no dañen los cultivos y permitan que florezca.

Es inevitable, que en la mesa, falten las tortillas. Se puede potenciar en el ámbito educativo, parte de lo que en este espacio se ha comentado. Para conservar el germoplasma nativo, es necesario educar desde las escuelas, de conservar las semillas propias de cada región, para evitar la pérdida de la variedad nativa de maíz. Seguir impulsando, la agricultura tradicional, y desplazar paulatinamente el uso de agroquímicos como el glifosato. Es momento de regresar, y preguntar nuevamente a nuestros abuelos acerca de las buenas prácticas agrícolas del cultivo del maíz y revitalizar la cosmovisión de los choles. Es emergente ver la pedagogía desde la milpa, y articularlo desde el estudio de las ciencias, la tecnología, la alimentación; y los actuales problemas de relevancia social que aquejan nuestro presente: el cambio climático, la pandemia y otras enfermedades que aún no tienen cura y que inciden transversalmente en nuestras vidas. Son momentos de virar nuestra mirada en el kuxtyälel (vida), sino nos ocupamos y preocupamos por nosotros nadie más lo hará, ya que también, los otros pocos, que toman decisiones de diseño de nuestra enorme red social.

Retomar la asociación de cultivos. Una vez que las plantas de maíz estén altos, se siembra frijol, con la finalidad de que la caña de maíz permita subir la guía del frijol y a la vez las plantas de maíz puedan beneficiarse del nitrógeno fijado por la planta de frijol. Las variedades de frijol que se siembran son: i´ik´bu´ul (frijol negro), chij´chik´bu´ul (frijol rojo), pech bu´ul yik´oty poj´kom.

Me queda a mí la tarea, ¿Desde dónde plantear la pedagogía de la milpa?, ¿Cuáles son los conceptos que articularían dicha propuesta?. Por lo que me permito, en presentar un primer esquema, desde en donde encaminar la mirada.

Fuente: Elaboración propia.

Es un primer esbozo, que está emergiendo a partir de un anhelo personal de querer recuperar, ese tiempo, que no viví en la milpa; cuando tuve que partir de mi pueblo natal, para continuar con mis estudios profesionales. En mi presente, he visto y vivido como la propiedad privada ha avanzado paulatinamente en la mercantilización de los recursos naturales; como son: el agua, los bosques, los yacimientos de minerales, la tierra y la desapropiación de mi na´tyañ (pensar), ya que de seguir dañando a la madre tierra, eso que aún somos parte, se diluirá y devastará, por anteponer el cumulo de bienes materiales, que al fin de cuentas, fetichizan la felicidad, entendiendo la felicidad como los instantes plenos de nuestra existencia en el pañämil.

Referencia

Peñate Moreno, Juana Karen (2013). Ipusik´al Matye´lum. Corazón de Selva. Pluralia Ediciones.

Fuente e Imagen: El autor escribe para OVE

Comparte este contenido: