Panamá: La desigualdad y la mala educación paralizan el progreso

Centro América/ Panamá/ 04.02.2020/ Fuente: www.laestrella.com.pa.

 

Panamá está entre los países con menos oportunidades de que su población alcance niveles de prosperidad. En un ‘ranking’ global ocupó la 63 posición entre 82 países

Panamá está entre los países con menores posibilidades de mejorar la calidad de vida de sus habitantes. La tendencia demuestra que los panameños, que vienen al mundo en áreas que no cuentan con recursos y servicios básicos, tienen pocas oportunidades de superación social y económica. El problema estaría asociado con la mala calidad de la educación, la desigualdad de los ingresos y el escaso desarrollo de las áreas rurales, establecen economistas consultados por La Estrella de Panamá.

El Índice de Movilidad Social Global del Foro Económico Mundial, que establece la capacidad de los ciudadanos para alcanzar su mayor potencial, coloca al país en el puesto 63 de 82 países. En América Latina, Panamá está por debajo de Uruguay (35), Costa Rica (44), Chile (47), Ecuador (57), México (58) y Brasil (60).

El estudio evalúa el estado actual de la movilidad social (ascenso en la sociedad) considerando factores como acceso a la educación, a la salud, a la protección social, a la tecnología, los salarios y las oportunidades de empleo.

Pasado y presente

Entre las décadas del sesenta y setenta hubo una gran movilidad social en el istmo producto de la educación. A medida que los panameños concluían sus estudios, encontraban trabajo y su condición social mejoraba. Eso originó un gran movimiento denominado “clase media”. Los pobres subían a clase media, explicó Rolando Gordón, exdecano y docente de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá.

Pero en los años ochenta, se estancó la reforma educativa que pretendía modernizar la educación panameña. A principios del siglo XXI, la educación no estaba a tono con los avances tecnológicos. Los graduandos de la secundaria y de la universidad no dominaban las herramientas tecnológicas del mundo moderno. Los trabajos que conseguían eran mal pagados. El mercado laboral panameño empezó a llenarse de extranjeros especializados en diferentes tecnologías. “La educación dejó de jugar ese papel fundamental que tuvo en el pasado, como instrumento de movilidad social”, reconoció el docente universitario.

Otra parte del problema que ha paralizado los ascensos sociales en el país es la desigualdad de los ingresos y la territorial. Los panameños que viven en áreas de difícil acceso tienen menos oportunidad de tener empleos mejor remunerados, agregó Gordón.

Panamá ha sido uno de los países de mayor crecimiento. En el último quinquenio, el crecimiento estimado es de un 4.6%. Sin embargo, ese crecimiento no se traduce en desarrollo. Adicionalmente, se concentra en pocas actividades económicas (sector servicios) dejando rezagadas las productivas.

Las regiones de Panamá y Colón concentran la mayor parte de las actividades económicas. El resto del país (8 provincias y 5 comarcas) está sumergido en el abandono, que genera exclusión.

En las comarcas es donde la pobreza muestra su peor rostro. Afecta al 82% de la población, mientras que la pobreza extrema alcanza a 6 de cada 10 personas. Pero no hay que llegar hasta las comarcas para observar los rasgos de la pobreza, en la misma ciudad son visibles.

“La mayor desigualdad de este país al resto de América Latina no es solo consecuencia de la elevada pobreza en las comarcas indígenas”, acota Carlos Garcimartín, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el país centroamericano, citado por el diario español El País, en mayo de 2019. “Es una cuestión de desequilibrios territoriales, que van en aumento”, agrega Garcimartín. La diferencia entre la capital y el resto del país es abismal, añadió el experto del BID.

Las riquezas se concentran en pocas manos y en una pequeña franja del territorio, establece la economista Maribel Gordón. Los ingresos del 10% de la población más acaudalada son hasta 35 veces superiores que los del 10% menos agraciado. El país ocupa la sexta posición con la peor distribución de las riquezas.

“Es necesario señalar que un modelo económico como el neoliberalismo no funciona para todos los seres humanos. Por el contrario, es excluyente, discriminatorio, marginal, y genera pobreza”, dijo la economista Gordón. A nivel mundial, se habla de que el 1% o 2% de la población concentra la mayor parte de las riquezas. En el caso de Panamá, son 115 ultramillonarios, concluyó.

La ciudad más cara

El economista Felipe Argote coincide con sus colegas. A su juicio, la concentración de las riquezas está estrangulando a la clase media.

Panamá es, además, la ciudad más cara de Latinoamérica, agrega Argote.

Un estudio del banco suizo UBS sitúa a la capital panameña entre las 21 del mundo en donde es más onerosa la vida, por delante de urbes europeas como Francfurt, Viena, Montreal o Madrid, donde el ingreso anual de un trabajador está en $50 mil anuales. Mientras que el mínimo de un panameño está por debajo de los $12 mil anuales, plantea Argote. Además, en la última década se han encarecido los alimentos, los medicamentos y el transporte, lo que ensancha la brecha entre salario y costo de vida.

Estas situaciones han impedido que el istmo centroamericano reúna las condiciones para que su población ascienda en la escala socioeconómica, concluyen los especialistas consultados por este diario.

Fuente de la noticia: https://www.laestrella.com.pa/nacional/200203/desigualdad-mala-educacion-paralizan-progreso

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La mala educación

La Argentina no tiene brújula para orientar su educación. No hay educación. O, en todo caso, es una educación de angustia, entrecortada, pobre de resultados.

Viene a ponernos a la vista -una, otra vez, desde hace no menos de medio siglo- la educación transformada en conflicto incesante. No hay villanos, héroes ni presupuestos mezquinos, sino el paisaje de la educación en el lugar que intenta ser un país, además de sus símbolos y escarapelas en las fechas señaladas, un país. Con buenas instituciones y con una burocracia eficiente -es necesaria una burocracia en cualquier parte, pero lo que importa es que sea eficiente, entrenada y aún vocacional: servir bien al Estado en tantas funciones-. También con generosidad, con visión larga, con entrega y, no lo dudo, con la posibilidad de ser felices como derecho a ser procurado.

En Chubut, se entra en la décima semana sin clases. Algunos líderes de la docencia -en sustancia una actividad política y gremial mucho más que una profesión generosa y con sueños como los que pobló y puso la visión de Sarmiento, del Loco Sarmiento- mantienen que no es asunto de cantidad. Arguyen, dicen, que se puede completar un ciclo con menos días de clase. El dirigente Santiago Goodman agrega que es bueno para los alumnos aprender a luchar antes que raíces cuadradas “y otras cosas”.

Envueltos en su cuffiya, el pañuelo a cuadros tradicional palestino y árabe en general con el que se adornan para pavonearse de revolucionarios, sueltan consignas no sólo absurdas -no se aprende a luchar por adoctrinamiento y crisis: se aprende al paso de la vida-, sino también rancias, viejas . El pensamiento idiota, atrasado y pobre, cuando las naciones del mundo lo encabezan por la capacidad de conocimiento, el mayor valor ahora y lo será cada vez más.

Con gremios tan poderosos y con tanta tan permanente discusión, la educación no existe.

La Argentina -es el nombre- no tiene brújula para orientar su educación. No hay educación. O, en todo caso, es una educación de angustia, entrecortada, pobre de resultados, persistente en la idea de que se conspira contra la educación pública, tesoro a cuidar, por supuesto, pero para hacerlo es necesario asistir, estar en el trabajo, ponerse al día, no salir corriendo frente a la posibilidad de modernizarse y cambiar, como un parto, de siglo: aquí los siglos pasan con lentitud.

No es Chubut, no son los docentes enroscados en una paritaria eterna: es el abandono de la educación. No es importante o, peor, no se sabe qué hacer con ella. Es una deriva creciente, incierta, con pruebas PISA cada vez peores -“son trampas del Imperio”- , con una deserción desoladora antes de pasar por el reino del bullyng y la nada.

De manera darwiniana, chicos, jóvenes y colegios “raros”, lo hacen bien, con planes, se diversifican en posibles despertares y caminos, enseñan, aprenden. Rarezas. Lo cierto es que, con gremios tan poderosos y con tanta tan permanente discusión, la educación no existe. En la región -lo digo por evitar que se pongan como escudo el subdesarrollo y la pobreza- hay países con buena educación: Ecuador, Uruguay, México, Chile a pesar de la dificultad -cara como evolución de una educación completa-, funciona bien. Y hay más. Aquí, perro que quiere morderse la cola, De modo que para ver el futuro hay una dificultad así de grande. Así. Se trata de la mala educación.

Fuente del artículo: https://tn.com.ar/opinion/el-toque-mactas-la-mala-educacion_995866

 

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¿A quién le conviene una educación pública mala?

Por Gerardo Barboza

Con “mala”, no me refiero solamente a las  acepciones encontradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, tales como: “de valor negativo, falto de las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza, función o destino”; “nocivo para la salud”; “que se opone a la lógica o a la moral”, “inhábil, torpe, especialmente en su profesión”.

Me refiero además a la educación pública -y cierta privada- reportada, “recomendada”, justificada en coloridos documentos, con “portada”, “introducción”, “datos y datos y más datos”, “referencias bibliográficas”, etc., cuyos autores son incapaces de responder, por el contrario, a cuestionamientos científicos.

En fin, me refiero a ese tipo de educación pública con apariencia científica, que presenta “la” solución a los problemas nacionales, no contrastada, no comparada, sujeta a “indicadores” plagados con serias falencias, publicitada como “innovadora”, “de vanguardia”, pero que resultó ser más bien, una educación añeja, obsoleta, sin resultados o con resultados diametralmente opuestos a las  “promesas” con que fue impuesta… ¿o más bien con resultados y efectos colaterales planeados para que, en realidad, sean malos ante la opinión pública; enfermar la educación, para luego brindar la “cura”?…

Es ese tipo de educación pública mala que nos han impuesto los últimos “gobiernos” de turno, clasista, segregadora, que expulsa a los estudiantes, denigra y desgasta a los docentes y socava sus derechos, copiada pero presentada como “nacional”, obediente (digamos, “alineada”, ahora que se puso de moda la palabra) a las “recomendaciones” de lo que no sirvió en otros países, “platera”, cara, anunciada sobre la base de “investigación científica” pero inexistente, en artículos de revistas “científicas”, o, peor aún, en artículos o editoriales en ciertos medios de prensa.

¿Y cuáles son ejemplos de esa educación mala, según la miríada de la literatura científica internacional?

– El Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes-PISA… (pagando -no se sabe cuánto- para que nos digan qué hacer);

– El Marco Común Europeo de Referencia (MCER) y pruebas de idiomas estandarizadas;

– “Bilingüismo”, o la mampara 2018 de casi US$48 millones, del nefasto programa “Costa Rica Multilingüe/Plan Nacional de Inglés” 2008;

– Educación dual de marca alemana (¿habráse visto la torpeza de desmantelar el exitoso modelo de educación técnica vocacional costarricense para sustituirlo por uno que garantiza la precariedad que ha producido hasta en la misma Alemania?);

– La “notable” ocurrencia de las infundadas “Pruebas de Bachillerato” -que para eliminarlas, tenía que venir un apóstol de la educación con sede en París a “sugerirlo”, a las “Pruebas FARO” -sin más “lámpara” que la que hacen sus promotores y entrevistadores, y la infundada “evaluación auténtica”.

¿Y cuáles son algunos de los comunes denominadores de lo anterior? Evaluación, evaluación, evaluación y más evaluación aderezada con “certificaciones” igualmente infundadas, evaluación mala que evalúa educación mala, que evalúa la administración educativa, la enseñanza (docentes y sus sindicatos “chivos expiatorios” de los ocurrentes) y el aprendizaje (estudiantes, los que van al aula y sus familias que terminan, en muchos casos, el trabajo asignado como consecuencia de la errónea política educativa, no por responsabilidad exclusiva del docente o la eventual pereza -con razón- del estudiante).

Es decir, la entrega del control y el diseño del currículo a las agencias evaluadoras y certificadoras, para satisfacer la meta última de su paupérrima oferta educativa.

¡A enseñar, a estudiar, a evaluar y a pagar caro! para satisfacer a las agencias controladoras a las que ¿el Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Consejo Superior de Educación (CSE) obedecen en nombre de una supuesta “calidad”?…

Eso es (parte de) la educación pública mala que consolida el actual “gobierno”. El combo incluye PISA, MCER y pruebas estandarizadas de idiomas, inglés para “el gasto”, la lámpara de FARO, evaluación estudiantil y docente infundada, eliminación de derechos, privatización y más…

¿A quién conviene la educación pública mala?

¿A los estudiantes? No. Los del sistema público a pesar del millonario gasto, por ejemplo, no se comunican en inglés y otras lenguas.

¿A las madres y padres de familia, encargados en general? No. Sus hijas/os no avanzan de manera proporcional al 8% del PIB destinado para la educación pública, y su gratuidad se esfuma cuando debe pagar por aparte, por ejemplo, lecciones de “recuperación” de lo que sea.

¿A las empresas? No. ¿Cuál beneficio obtiene una empresa si no consigue personal idóneo para su giro de negocio? ¿Qué le puede decir una certificación, por ejemplo en inglés, derivada de una prueba estandarizada obsoleta, cara, caducable, sobre la capacidad comunicativa de quien busca contratar? Nothing…

¿A la sociedad en general? En nada. Pago por inservibles a través de impuestos. Un país a la deriva. Amplíe usted la lista.

¿Le parece desalentador, pesimista? Sencillo, como dirían los “pragmáticos”, ¿dónde están los resultados fundados? ¿Cuáles son los resultados alentadores, optimistas?

¿Y qué podemos hacer? Para empezar, todo lo contrario a la embaucada y burla en la que han colocado al país. Para empezar: ¿es posible intervenir al MEP y CSE? Si lo es, procédase.

¿Qué más podría esperarse cuando el CSE en su estructura incluye “Dos exministros de Educación Pública, designados por el Poder Ejecutivo”, exministros que en muchos de los casos durante su gestión fueron incapaces de sacar a la educación nacional adelante y más bien la han hundido? ¿Cuál empresa privada colocaría a dos de sus ex gerentes generales que la hubieran llevado a la quiebra o desprestigio en su junta directiva?…

A quien(es) convenga la educación pública mala y a quienes se prestan para promoverla e imponerla, mostrémosles la salida y recomendémosles que no experimenten con sus propias hijas/os, como lo hacen con los estudiantes y sus familias, y los docentes y administrativos cuyo único recurso es la educación pública para poder avanzar en la vida… que señalan y ordenan otros.

(*) Gerardo Barboza es Educador

Fuente: http://www.elpais.cr/2019/04/05/a-quien-le-conviene-una-educacion-publica-mala/

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La educación de los argentinos

Por Gladys Seppi Fernández

 

Diagnosticar el mal puede reducirse a dolorosas palabras: educación mediocre o, directamente, mala educación generalizada.

Como sucede con cualquier enfermedad, por el lado menos pensado aparece el síntoma. Los detonantes de la mala educación de los argentinos, el espejo en el que nos reflejamos, aparecen siempre y nos inundan, pero se hicieron más visibles en Rusia, como actos de patoterismo, irracionalidad, falta de respeto.

Entonces nos indignamos; “nosotros no somos” así, protestamos; “ese pequeño grupo no nos representa”, nos defendemos.

Sin embargo, tal vez sea hora de no dejar pasar estas descomposturas que muestran lo rasgado de la educación del argentino. Atender el síntoma para empezar a curar la enfermedad.

Diagnosticar el mal puede reducirse a pocas palabras, ciertamente dolorosas: educación mediocre o, directamente, mala educación generalizada.

El mal se viene gestando desde hace muchas décadas. ¿Ocho? ¿Siete? Es tiempo suficiente para que demasiados –personas mayores, adultos, jóvenes, adolescentes y niños– tengamos impresas las marcas que nos distinguen: productos de la demagogia familiar y luego escolar, que todo lo hace a medias y califica de acuerdo con la propia medida de los educadores: un 10 aunque se merezca un 4. Un resultado mediocre.

Tal vez nos dejamos engañar por el aprobado fácil, el pase y el certificado de estudios ganado a medias, que nos autoriza a ejercer un oficio o una profesión.

Un aviso que circula en las redes advierte de que en nuestro país, y por lo que venimos analizando, “los pacientes mueren a manos de médicos recibidos en nuestras universidades, las obras bajo tierra estallan porque los responsables no se hacen responsables… y la justicia se pierde en manos de malos jueces”. “El colapso de la educación es el colapso de la nación”, concluye.

Lo triste es que los argentinos no terminamos de concientizarnos de semejante enfermedad, aunque suframos las consecuencias.

Sufrimos cuando llevamos a un hijo al hospital y, en medio de pasillos mal o nada preparados, tenemos que esperar por horas la atención de una enfermera malhumorada que no nos trata bien y de un médico demasiado apurado para creer en la bondad de su diagnóstico y en la posibilidad de la curación.

Sufrimos en toda repartición pública, un banco, oficinas municipales, gubernamentales, educativas, cuando las esperas son insoportables y, llegado el turno, no se satisface nuestra necesidad.

Todos padecemos nuestra argentina enfermedad, porque a todos alguna vez nos toca ser los clientes, el público, el paciente. Nada decimos cuando somos el hijo o el alumno de nuestros poco exigentes maestros que facilitan el camino con una nula prevención del futuro, todo para hoy, lo que produce un escaso desarrollo neuronal y pobre desempeño.

Nuestros músculos intelectuales son débiles, mal preparados para el crecimiento y la superación.

¿Será porque la escuela argentina no ha encontrado aún sus para qué, sus fines, y como consecuencia no tiene conductores idóneos ni directivas claras? Lo cierto es que entrega a la sociedad bocanadas de productos a medio terminar.

La imaginamos, entonces, como un carro empantanado en el mismo terreno cenagoso que ella crea, sin saber cómo salir del fango y qué camino seguir, porque no hay camino. No se lo ve.

Ella misma ha formado –¿debemos decir mal formado?– a los que la conducen. Ella permitió las trampas en los exámenes, las copias, no exigió nada, o sólo el menor esfuerzo.

De ella, los conductores que hoy tenemos. Ministros de Educación, directivos, profesores, maestros… ¿dónde se formaron? ¿Qué fines persiguieron? ¿Qué principios los guían? ¿Qué valores los sostienen, dan fuerza a su trabajo, los apasionan?

Los mismísimos ministerios y las secretarías educativas, las asesorías que abundan, las direcciones escolares y hasta los docentes, son mayoritariamente cargos ocupados por personas no idóneas, ausentes o cumple-horarios, incapaces de dar soluciones y, mucho menos, de innovar y aceptar buenas propuestas. Buena memoria, repeticiones, escasa participación, nula creatividad.

¿Cómo pretender, entonces, que los que nos representan dentro y fuera del país sepan adaptarse a las circunstancias y a los modelos propuestos por países organizados, si se han nutrido en el todo vale argentino, placentero y cómodo, tan a resultas del amiguismo, escaso de méritos e incapaz de castigar o de premiar sus acciones?

Un desperdicio, porque hay importantes talentos, gente que actúa en forma aislada hasta perder el aliento, y sin aliento alguno.

Una pena, porque si no advertimos de una buena vez la situación de peligro en que nos encontramos, al carro empantanado que nos lleva a todos se lo va a llevar la correntada de nuestra historia hueca.

Fuente del artículo: http://www.lavoz.com.ar/opinion/la-educacion-de-los-argentinos

 

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Mastuerzos.

Por: Pilar Galán Rodríguez.

Suelo estar de acuerdo con los artículos que Marías publica cada domingo, y espero algunos de sus temas recurrentes con la sonrisa cómplice de una lectora rendida. Entiendo su enfado ante la mala educación reinante, su crítica a ciertas tradiciones, a la incultura, al ruido, a los descabellados planes educativos o las modas que avasallan cualquier lengua. Pero este domingo ni puedo ni quiero estar de acuerdo con lo que escribe.

Cualquier tiempo pasado fue pasado, no mejor. No me gusta esa mirada de abuelo Cebolleta sobre el mundo actual. Y no me apetece compartirla. Me parece un síntoma de impaciencia más que una descripción de lo que de verdad sucede.

No vivimos en una sociedad de mastuerzos ni de jóvenes educados en la molicie sin autoridad alguna. Sí es cierto que la relación entre padres e hijos ha cambiado mucho pero tampoco defiendo la relación antigua. Puede que los padres nos hayamos vuelto más permisivos, pero no querría volver al autoritarismo de hace años.

Ni en casa ni en las aulas. No creo en el porque lo digo yo como medida educativa. Además, no funciona. Puede que se nos haya ido la mano en muchas cosas, en esa creencia estúpida por ejemplo de que todos son capaces de cualquier cosa que se propongan. O en no frustrar a los niños a pesar de que sabemos que un fracaso a tiempo enseña mucho más que cualquier triunfo. Pero no educamos mastuerzos. Haberlos, los ha habido siempre. O Marías tiene mala memoria o su infancia fue diferente a la mía. También entonces decían que los jóvenes eran maleducados, sin respeto por los mayores, sin ideales. Y ahora, lo mismo.

Solo que las redes sociales amplifican cualquier defecto y muestran qué es capaz de conseguir un descerebrado a poco que se lo proponga. Pero al lado de los youtubers más estúpidos conviven jóvenes magníficos.

No todo es negro. Ni siquiera gris. Nuestros jóvenes hablan idiomas, se relacionan, tienen cultura. Y luego, están los mastuerzos, sí, pero como siempre.

Por edad, muchos de los acusados por corrupción han debido de recibir una educación más severa que la de ahora. Y el resultado ya se ve. Menudo ejemplo. No es tanto cuestión de edad sino de ética. Y yo confío en que en ese sentido cualquier tiempo pasado haya sido peor, y en que estos jóvenes de ahora puedan lavar la inmundicia heredada.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/mastuerzos_1014337.html

Imagen: http://zetaestaticos.com/extremadura/img/noticias/0/981/981272_1.jpg

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‘L’ignoranza è contagiosa’: los italianos se quejan del analfabetismo de los más jóvenes

Europa/Italia/12 Febrero 2017/Fuente y Autor: sputniknews

Un heterogéneo grupo de profesores, científicos y periodistas italianos han enviado una carta abierta a su Gobierno, en la que le instan a tomar medidas urgentes para aumentar el nivel de alfabetismo entre los colegiales y los estudiantes universitarios.

Los expertos señalan que los niños y jóvenes en Italia «escriben mal en italiano, leen poco y se expresan con dificultad». Los errores gramaticales, que podrían ser aceptables en alguien que cursa tercero de primaria, son cometidos por alumnos universitarios, se lee en la misiva.

Entre las posibles soluciones a este problema, los expertos proponen una revisión del programa escolar y la aplicación de pruebas de conocimiento durante todo el proceso de estudio. Esto implicaría la realización de dictados ortográficos, la narración de textos y su análisis gramatical, así como pruebas para el entendimiento del léxico e incluso la escritura de textos a mano.

Sin embargo, el problema del bajo nivel de dominio de la lengua nativa entre los jóvenes de la generación ‘digital’ no es exclusivo de Italia, es un fenómeno a nivel mundial.

Por su parte, la ministra de Educación rusa ha impulsado recientemente un proyecto piloto parecido para que los alumnos de noveno grado presenten un examen de ruso oral obligatorio antes de ingresar al décimo grado.

Fuente de la noticia: https://mundo.sputniknews.com/europa/201702061066720686-educacion-italiana-juventud/

Fuente de la imagen:https://cdnmundo2.img.sputniknews.com/images/106672/30/1066723039.jpg

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¿El fin de la larga noche?

“Es estratégicamente correcto que el cambio en la educación policial se dé en el marco de una reforma mayor”.

Por: Cesar Bazan Seminario.

Una mala educación en cualquier ámbito profesional es una pérdida de tiempo y recursos, además de un engaño a la sociedad. Por ejemplo, un gerente que no sabe dirigir, una abogada que defiende con tinterilladas, un psicólogo que manipula a sus pacientes. Este también es el caso de los efectivos policiales. La crisis del sistema educativo y el deterioro de la institución han dado como resultado que tengamos en las calles a cientos de policías a los que las escuelas de formación nunca les enseñaron cómo hacer su trabajo correctamente.

Hace cuatro años, en medio de una delegación de facultades, el gobierno de turno dictó el Decreto Legislativo 1151, Ley del Régimen Educativo de la Policía Nacional del Perú (PNP), que cambió algunos aspectos de la formación policial. Pero en la realidad no transformó el sistema. Teníamos una mejor ley, pero no policías mejor preparados, porque las mismas viejas prácticas educativas se mantuvieron.

En el marco de la actual delegación de facultades, el gobierno ha emitido el Decreto Legislativo 1318, que regula la formación profesional de la PNP y trae algunos elementos que se deben resaltar.

La principal novedad es la creación de la Escuela Nacional de Formación Profesional Policial como órgano rector de la política de orden interno y seguridad. Aunque suene amplio y difuso, el perfil de la escuela busca aclararse con poco éxito en el artículo 7, al definirla como un órgano de gestión educativa encargado de organizar, impartir, evaluar y certificar la formación profesional de los estudiantes y el personal policial. Ella dependerá de la policía y tendrá control propio de sus recursos, al ser unidad ejecutora.

¿Quiénes conforman su consejo directivo?, ¿cómo ejercerá sus funciones?, son algunas de las preguntas que la ley deja al reglamento. Al igual que otras preguntas importantes: ¿cuál es su relación con la Dirección Ejecutiva de Educación y Doctrina de la PNP?, ¿deberá –como sería recomendable– ser un civil quien esté a cargo de esta escuela?

La ley es corta y deja mucho a los reglamentos. El principal de ellos deberá emitirse a más tardar a inicios de marzo y su aprobación condiciona la entrada en vigencia de la misma ley. Es decir, si no sale el reglamento, no hay ley vigente. Peligrosa condición.

Finalmente, resalto tres temas positivos. El primero es que el artículo 16 pone énfasis en la necesidad de que los policías produzcan conocimiento científico, lo cual es una de las tareas básicas de los espacios académicos. El segundo es que está en la ley que no se sancionará a estudiantes por gestación, maternidad, paternidad. Y, tercero, en el largo listado de infracciones disciplinarias, además de las evidentes (asesinato, agredir u ofender física o verbalmente, acoso, etc.), el plagio será duramente sancionado. Hay muchos otros puntos para comentar, pero el espacio es limitado.

¿Será este el fin de la larga noche de la educación policial? No lo sabemos. Las prácticas institucionales que corroyeron el proceso de reforma iniciado en el 2002 y que convirtieron en papel mojado el Decreto Legislativo 1151 están fuertemente asentadas en la cultura policial (y en la sociedad peruana, en general). Por eso, es estratégicamente correcto que el cambio en la educación policial se dé como parte de una reforma mayor, que promueve una cultura institucional distinta. Para el bien de los ciudadanos y en detrimento de los delincuentes, nos conviene que este cambio tenga éxito.

PD. Conozco muchos efectivos policiales, varones y mujeres, en actividad y en retiro, que han logrado superponerse a la deficiente educación que recibieron. Ellos han conseguido, por sus propios méritos, lo que el sistema educativo les negó. Lograr una formación policial de calidad es una reivindicación al esfuerzo extra que ellos debieron hacer para honrar el uniforme.

Fuente: http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/fin-larga-noche-cesar-bazan-seminario-noticia-1959924

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