El España: Congreso Mundial de Veterinaria también avala el camino hacia la UNESCO

España / www.el-rincontaurino.com / 5 de Julio de 2017

Connotados y reconocidos participantes pusieron de manifiesto que el reconocimiento de la UNESCO es el camino para la defensa de la Tauromaquia.

El pasado fin de semana, La Asociación Internacional de Tauromaquia tuvo el honor de participar en el IX Congreso Internacional Taurino de Veterinaria, celebrado en Toledo, organizado de manera brillante y ejemplar, con la asistencia de 400 veterinarios llegados de todos los rincones de España y de los diferentes países taurinos, demostrando que en esta disciplina científica la Fiesta de los Toros encuentra muchos adeptos de especial categoría por su capacitación académica.

En el desarrollo del Congreso la AIT tuvo la oportunidad de disertar sobre la Tauromaquia en América, y dentro de dicha intervención, comentar los avances del Proyecto Tauromaquia-UNESCO, impulsado desde hace 15 años por esta Asociación, cuyo objetivo final es el reconocimiento de la Tauromaquia como Patrimonio Cultural de nuestros pueblos, meta que ya hemos alcanzado en España, con tres leyes nacionales que así lo contemplan, respaldadas por las recientes sentencias del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo.

El rumbo señalado por España debería ser abrazado por los pueblos americanos a fin de proteger esta expresión de su Patrimonio Cultural, cuyo carácter y mestizaje exige que las culturas originarias, hispanas y afroamericanas sean protegidas de los ataques de quienes pretenden cambiar los perfiles culturales de
nuestros pueblos.

Para los miembros de la AIT resultó muy grato conocer la opinión favorable de participantes en este evento, y especialmente la adhesión de connotados y reconocidos participantes, que expresaron que el reconocimiento de la UNESCO es el camino más eficaz para la defensa de la Tauromaquia.

Otro punto considerado importante, además de los temas científicos propios de la disciplina, especialmente aquellos referidos a la conservación de la raza del toro bravo, fue la llamada a que los veterinarios den un paso al frente en el tema de estudiar el espinoso asunto de posibles cambios que modernicen la Tauromaquia, especialmente con innovaciones en las suertes de varas y de matar, algo que desde nuestra opinión y si es que en algún momento han de darse, habrá que abordar muy delicadamente, tomando en cuenta la opinión de los profesionales del toreo.

La Clausura estuvo a cargo de uno de los mejores aficionados de este país, D. Pío García Escudero, Presidente del Senado español, quien habló con un aficionado más, para expresar de manera sencilla y a la vez brillante, sus atinadas opiniones en relación al porvenir de la Fiesta.

Fuente:https://el-rincontaurino.com/noticias/2017/07/03/127685.html

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Realizan concentración en rechazo al maltrato animal en Panamá

Panamá/Mayo de 2017/Fuente: CB 24

Un grupo de personas se concentró este miércoles en la estación del Metro de Panamá en San Miguelito para manifestarse en rechazo al maltrato animal, informó Telemetro.

Esta concentración se da luego que hace algunos día se observó como estudiantes de un centro educativo lanzaron al vacío a un gato desde una de las estaciones del Metro de Panamá.

El incidente donde el gato falleció causó mucha molestia por parte de la población quien desde que se conoció la noticia reprochó lo sucedido.

De acuerdo con las autoridades durante el primer trimestre del 2017 se recibieron unas 34 denuncias por maltrato animal a nivel nacional.

Fuente: http://cb24.tv/realizan-concentracion-rechazo-al-maltrato-animal-panama/

 

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Los niños y las corridas de toros

Marillanos Reolid Rodenas

Hace más de 10 años, en respuesta a múltiples demandas de defensores de los animales y/o de la infancia(1.848 quejas en total, de ellas 1.473 procedentes de asociaciones españolas), el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid encargó una serie de estudios a sociólogos y psicólogos con el objetivo de evaluar el impacto de la asistencia a corridas de toros (o la visión de sus retransmisiones televisivas) causaba en los menores.

El informe final[1] fue realizado por un Psicólogo Clínico de la Universidad del País Vasco, E. Echeburua. Sus tibias conclusiones difieren mucho de las expuestas por el trabajo francés que acaba de ser difundido. Entre los trabajos de campo realizados hay uno especialmente interesante realizado por Amalio Blanco y Alberto Becerra, Psicólogos Sociales de la Universidad Autónoma de Madrid. En este trabajo, mediante el análisis de contenido de 344 redacciones realizadas por niños de entre 8 y 14 años a partir de cuestiones abiertas, se intentó conocer las representaciones sociales de las corridas de toros en la infancia.

Según el estudio, los niños son tolerantes con las personas que gustan de ir a las corridas de toros, aunque a ellos no les guste; y en general, las familias no suelen tener una afición muy grande por la fiesta, aunque a veces van a la plaza o ven las retransmisiones por televisión.

Sin embargo, a mi juicio el punto más importante que destaca -también- el estudio, es la relación que establecen los niños entre muerte, sufrimiento y diversión, que a juicio del estudio:

«conforman una estructura que se repite una y otra vez en el discurso bajo un argumento muy común: no resulta lícito que haya gente a la que le gusta divertirse haciendo sufrir hasta la muerte a un animal.» (P. 234)

En las conclusiones, se enfatiza la tendencia a reflejar opiniones negativas hacia la fiesta de parte de los escolares, con argumentos como la muerte, el sufrimiento, la diversión y la sangre, de las que se derivan posturas tajantes y decididas a no apoyar la fiesta. Se critica también el hecho de que las personas lucren con la tortura de un animal, y se apoyan estas posturas con escritos muy decidores:

«He estado en una plaza de toros. Huele mal, tiene gradas muy altas, está muy sucio, no me gusta porque matan al toro» (Niña de 10 años). «Creo que no deberían verla los niños porque aprenden a maltratar a los toros y ellos no les han hecho nada». (Niño de 12 años). «Opino que es un espectáculo sangriento donde se hace sufrir a un animal tan bello como el toro para lucimiento de una persona llamada torero» (Niño, 12 años). «Las corridas de toros no me parecen divertidas porque además de matar al toro se divierten matándole» (Niña de 10 años). «Mi opinión sobre las corridas de toros es que son un atentado hacia el derecho a la vida de un animal. Hay gente que dice que gracias a las corridas de toros sobreviven los toros bravos, pero yo pienso que es irónico decir que sobreviven si nacen para ser matados. También dicen y catalogan la tauromaquia como un arte, pero yo me pregunto, ¿es un arte torturar? ¿es un arte matar?» (Niño de 14 años).

La lucidez de quienes en 1999 tenían esas edades es ejemplar. Estos niños y niñas tienen hoy entre 20 y 25 años. Todo esto nos lleva a explicar lo que muestran múltiples encuestas: las corridas han perdido todo el sentido que algún día pudieron tener en este extraño país que es España…

Si se mantienen contra viento y marea es por la voluntad de una minoría anclada en el pasado.

Entre las estrategias de esa inmensa minoría está acosar a los menores y hacerles objeto de manipulación. El negarnos a secundar esta estrategia y denunciar este acoso de que son objeto los menores y jóvenes debe ser un objetivo prioritario de la lucha antitaurina y una responsabilidad en particular de los enseñantes y educadores.

[1] (http://asanda.org/index.php?module=Pages&func=display&pageid=31)

Fuente del articulo: http://profesoresanimalistas-pda.blogspot.com/2011/04/los-ninos-y-las-corridas-de-toros.html

Fuente de la imagen: http://gq8ne3sd6ka12wvdz3ubnadf.wpengine.netdna-cdn.com/wp-content/uploads/cache/2014/02/538244_NpAdvHover.jpg

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¿De la democracia a la plutocracia?

Por Rosario Herrera Guido

María Carlota Amelia Clementina Leopoldina,
Princesa de la Nada y del Vacío,
Soberana de la Espuma y de los Sueños,
Reina de la Quimera y del Olvido,
Emperatriz de la Mentira:
hoy vino el mensajero a traerme noticias del Imperio
y me dijo que Carlos Lindbergh está cruzando el Atlántico
en un pájaro de acero para llevarme de regreso a México.
Fernando del Paso, Noticias del Imperio, México, Diana, 1987, p. 668.

El pasado 7 de septiembre de 2016, se manifestaron todas las Asociaciones Protectoras de Animales Legalmente Constituidas, la Asociación Michoacana Amigos de los Animales (AMICHAA), A.C., Hermano Animal, AC., Generando Hogares de Amor para Animales Desprotegidos A.C. (GHAPAD) y el Lic. Roberto Alvarado representante de l@s ANIMALISTAS INDEPENDIENTES, excepto Adoptamor (por sinrazones inconfesables), para protestar y entregar un pliego petitorio, la destitución de Annel Nieto Álvarez y Tania Paulina Arellano, con el fin resolver de manera inmediata y urgente los excesos de crueldad y maltrato animal en el Centro de Atención Animal (CAA), los cuentos de terror, denunciados durante meses, de los que se tienen un cúmulo de pruebas, difundidas por todos los medios y las redes, sin ser escuchadas, faltando a todo canon legal y democrático.

A pesar de que las Asociaciones Protectoras de Animales están protegidas legalmente por la Ley de las Asociaciones Civiles de Michoacán, al Presidente Municipal Independiente o No le Importa o No puede Cumplir con su Palabra, Promesas de Campaña y Firma, pues GOBERNARÍA CON LA CIUDADANÍA. Pero no recibe, no dialoga, no puede abrir mesas de trabajo, sobre estas sentidas demandas ciudadanas. Tal vez porque la mayoría de las integrantes de las asociaciones son mujeres; porque su discriminación ya se nota, como su falta de estatura política. Muy grave, sobre todo, porque ahora que en el marco de la 70 Asamblea de la ONU, en los Objetivos para el Desarrollo del Milenio, su Quinto Objetivo mandata la Equidad de Género. Pero todo indica que como en los tiempos de la MONARQUÍA: “El AYUNTAMIENTO SOY YO”.

Poco le importó que una protesta ciudadana, que podría haberse ahorrado si actuara como demócrata y no como soberano, o si respetara la Carta Magna que establece que en este sistema político fundado en la Res- pública (la cosa pública), la Soberanía descansa en el Pueblo, ya que jamás salió a dar la cara, que contradictoriamente está a todo lo largo y ancho del Municipio.

Nada le costaba salir e instalar una mesa de trabajo para Atender los Problemas Estructurales, los Añejos Problemas y los Cruentos sucesos acontecidos en su administración. Pero desestima a las Asociaciones de la Sociedad Civil que tienen el derecho constitucional no sólo coadyuvar con la autoridad en la elaboración de leyes y normas, políticas públicas, programas, presupuestos y evaluación de los resultados en el tema que les compete y para el cual se organizaron y registraron.

¡Sí Presidente! Pero este es un escenario en una DEMOCRACIA MODERNA, REPRESENTATIVA Y PARTICIPATIVA, que tiene como fin primordial la gobernanza y la gobernabilidad, sujetas a la Polity, la Politics y la Policy, sin cuyos ejercicios políticos la Ciudad, los ciudadanos y sus gobiernos van a la deriva. Como el Centro de Atención Animal, por su capricho o de quien, vox populi dixit, es su PROPIETARIA: la Regidora Katia Ortiz. Quien lo primero hizo fue intrigar para dividir a los animalistas, para poder apropiarse de una institución: el CAA. Y ahora, trabajar con una sola Asociación Protectora de Animales: Adoptamor.

Un Centro donde falta de todo, más que nada CEREBRO Y CORAZÓN, además de Infraestructura, Selección Profesional de Personal, Capacitación, ejercicio de espacios y personal, y hasta RECURSOS PARA ALIMENTO Y CAMITAS AUNQUE SEA IMPROVISADAS, No se diga Certificación. ¿A dónde tiró el compromiso firmado de campaña de que convertiría al Centro de Atención Animal en un modelo para México?

Porque el CAA es un lugar abandonado y tétrico, que hay que visitar para constatar lo que aquí se dice, donde un par de mujeres, Annel Nieto Álvarez y Tania Paulina Arellano han cometido delitos que tienen que ser investigados y probados para fincarles responsabilidades en el marco del Código Penal de Michoacán, en sus arts. 309, 310 y 311, que prohíben el maltrato animal. Además de graves faltas a la Ley Federal de Responsabilidad de Servidores Públicos.

Todo ello tolerado y protegido al parecer por un capricho del Soberano y la Princesa Katia Ortiz, esta última, sin que el Presidente Independiente le pueda ponerle un alto, por razones obvias y públicas, a pesar de que tiene el arrojo de darse el lujo de ofender públicamente de miserables y extorsionadores de políticos a los animalistas, por su supina ignorancia en leyes y baja estatura legislativa, o porque ¿imagina que gobierna en una PLUTOCRACIA (EL GOBIERNO DE LOS RICOS)?

Fuente: http://michoacantrespuntocero.com/alfonso-martinez-alcazar-de-la-democracia-a-la-plutocracia/

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De promesas municipales, indolencias, delitos y otros cuentos de terror

Rosario Herrera

La injusticia es humana,
pero más humana es la lucha contra la injusticia.
Bertolt Brecht

Mientras el “Informe Independiente” del Ing. Alfonso Jesús Martínez Alcázar sigue difundiéndose a través de todos los medios, y continúa la falta de recursos en el Municipio de Morelia para cumplir con el Proyecto Prometido en su Campaña a los Animalistas de Construir el Mejor Centro de Bienestar Animal de México, el Centro de Atención Animal (CAA) no sólo sigue abandonado a su suerte sino que está disque a su cargo una mujer que se firma como veterinaria, pero que ¿permite, fomenta o le es indiferente la crueldad y todo tipo de atrocidades, ante las que siempre responde con su disculpa más inteligente: “¿Pues yo qué puedo hacer?”. Mientras la campaña sigue para difundir la pericia e independencia popular del Presidente Municipal, en el Centro de Atención Animal falta todo, sobre todo inteligencia y corazón, pues el maltrato animal llega a nivel de los cuentos de terror, la psicopatía, el horror y el deterioro de la moral pública, paralelamente a la condena animalista y social, que está con justicia indignada y escandalizada por la crueldad contra de los desdichados animales sobrevivientes de las calles: cuyos aullidos y ladridos por tanto estrés y maltrato se escuchan cuadras a la redonda del flamante, innovador y reluciente CAA.

Frente a este indolente y cruel escenario, con fecha 19 de Agosto de este 2016, en su carácter de Presidentas de la Asociación Michoacana Amigos de los Animales (AMICHAA) y Generando Hogares de Amor para Animales Desprotegidos (GHAPAD), las ciudadanas Lourdes Cortés y Esmeralda Cerda se dirigieron por escrito al C. Presidente Municipal, el Ing. Alfonso Jesús Martínez Alcázar, para exponerle todo lo que está ocurriendo en el Centro de Atención Animal, que atenta contra el bienestar animal, otorgando servicios totalmente carentes y faltos de sensibilidad, por lo que le solicitan la DESTITUCIÓN DE LA C. ANNEL NIETO ALVAREZ quien se encuentra a cargo del Centro de Atención Animal y de la MVZ TANIA PAULINA ARELLANO MONTES, por las razones siguientes:

1) La ausencia de la Jefa del Departamento, que nunca se encuentra en el área de trabajo, que no tiene proyectos, ni plan de trabajo y obstaculiza su funcionamiento, actuando con falta de ética y profesionalismo.

2) La Jefa del Departamento, ANNEL NIETO ALVAREZ, ha impuesto como encargada del trato medico-veterinario a la m.v.z. Tania Paulina Arellano Montes, quien atenta contra la vida de los perros, dejando a las perras preñadas en una jaula con más perros y al dar a luz los otros perros se han comido sus crías delante de ellas, mientras la “directora” argumenta que “Ella qué puede hacer”. Cuando por todo lo que puede hacer y no hace puede ser sujeta al arbitrio del Código Penal del Estado de Michoacán por maltrato animal, pues no sólo no sabe y no le interesa el Bienestar Animal, sino que ordena sacrificios de perros que no deben o no son candidatos a sacrificio, para no trabajar y no gastar.

3) Por maltrato animal, en agravio del Ayuntamiento y de la Sociedad, ya que como no tiene la capacidad o no le interesa organizar y dirigir a los empleados del Centro, el personal encargado de atender a los perros no los trata correctamente, pues se encuentran en mal estado de salud, húmedos siempre, comen en el suelo alimento mojado de su propia orina y excremento, porque les avientan la comida en el piso. Agregado a que las jaulas son lavadas estando los animales dentro. Además de que no tiene control de los animales, pues nunca sabe cuántos hay, cuantos están en el programa de adopción, ni datos concretos y eficientes, además de que se la pasa delegando responsabilidades y se retira de vacaciones y fines de semana sin importarle el Centro y las actividades o compromisos que haya en el mismo.

4) En todas las reuniones o mesas de trabajo a las que asiste nunca aporta nada, por el contrario su actitud es soberbia, prepotente y descarada.

5) Nunca contesta los fines de semana porque ella se niega a trabajar fuera de lo que considera su horario laboral, ya que no sabe o simula no saber que su empleo es de confianza y operativo.

6) Sin dictamen etológico y profesional decide el sacrificio de perros que considera agresivos para restar trabajo y recursos al CAA.

7) Contando con esa clase de personas al frente del Departamento no es posible que avance dicho Centro, pues la m.v.z. Tania se la pasa en el teléfono en horario de trabajo, porque no hay presupuesto, por lo que no se está cumpliendo con lo estipulado en el Reglamento, ya que siguen las ventas de animales que están prohibidas en “EL AUDITORIO” y en “SERVICENTRO”.

8) Estas impresentables empleadas públicas, pagadas con recursos públicos, por sus perfiles y actitudes inhumanas no son capaces de tener un trato digno con los animales, y como en los bárbaros tiempos pasados, han vuelto a convertir este lugar en un “MATADERO MUNICIPAL”.

9) Porque es vox populi que una Regidora “Independiente”, Katia Ortiz, no sólo se metió en un área ajena a su competencia en el Cabildo, sino que desde el principio de esta administración viene intrigando y dividiendo a los animalistas con bajezas y actitudes antirrepublicanas y antidemocráticas, además de promover este tipo de personal para el CAA y tras las bambalinas de su teatro municipal protege estas arbitrariedades al defender que sigan esta clase de personas en la cabeza del Centro, de cuyas irregularidades tienen evidencias listas para darlas a conocer al Presidente Municipal y al Gobernador (a quien envían una copia de esta solicitud) y hasta públicamente de ser necesario.

10) Porque este llamado de alerta y auxilio de lo que está sucediendo en el CAA, debe ser atendido con criterio republicano, pues tanto los Convenios Internacionales con ONU, UNESCO y nuestras leyes y normas nacionales, estatales y municipales, estás siendo violentadas, pues se trata de seres vivos sintientes, no de plantas que estas irresponsables empleadas municipales puedan dejar abandonadas e irse de vacaciones o de fin de semana tranquilamente, dado que se trata de UNA ÁREA OPERATIVA QUE REQUIERE ATENCIÓN URGENTE, y cuyo abandono no sólo anuncia tormenta sino que amenaza con pervertir todo orden de gobierno y gobernanza.

Con este sintético recuento de daños y cuentos de terror, denuncia y clamor, las Presidentas de las Asociaciones AMICHAA Y GHAPAD, con el derecho y las atribuciones que la Carta Magna les concede como asociaciones civiles, terminan la atenta solicitud de pronta intervención al Gobierno Independiente y Ciudadano del Ing. Alfonso Martínez, Presidente Municipal de Morelia, concluyendo que no se puede priorizar ninguna dilación ante estos cuentos de terror, pues le hace un flaco favor a su administración, atentan grave y delictivamente contra el bienestar animal y provocan la protesta ciudadana.

Fuente del articulo: http://michoacantrespuntocero.com/de-promesas-municipales-indolencias-delitos-y-otros-cuentos-de-terror/

Fuente de la imagen: http://michoacantrespuntocero.com/wp-content/uploads/2015/11/Alfonso-Mart%C3%ADnez.jpg

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Prevención educativa de violencia y criminalidad. Maltrato animal mediático y menores

Por: Marillanos Reolid Rodenas

 

En el año 1.999, el entonces Defensor del Menor, Javier Urra, encargó un estudio acerca de la repercusión psicológica de la exposición a las corridas de toros en los niños, ya que llegaron a la institución 1.848 quejas al respecto. En él participaron doce expertos, psiquiatras, sociólogos, psicólogos, realizando el informe final el Dr. Echeburúa.

De este informe se puede extraer por ejemplo, que ver corridas de toros puede aumentar la agresividad, la ansiedad y el impacto emocional de los niños. Si son niños menores de 13 años quienes las ven, llevará a niños y jóvenes a una insensibilización que les producirá indefensión al valorar las corridas de mayores y buscarán en ellas la violencia.

Se aprecian además, alteraciones de conducta y estrés conductual y psicosomático en los niños tras la experiencia reciente y general, con probabilidad de desarrollo de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Los niños mostraban un mayor rechazo hacia la muerte del toro, así como a que durante la corrida se realizaran actividades como la pica y las banderillas que suponen el sufrimiento del animal.

En un estudio más reciente, el psicólogo clínico francés Joel Lequesne, pone de manifiesto cuatro puntos acerca de las consecuencias negativas de las corridas de toros en el psiquismo de niños y jóvenes. Está ratificado por otro psiquiatra y médico, así como por otros profesionales.

De él podemos resumir que un niño expuesto a la tortura de un animal, le genera rechazo, apuro y miedo. Le puede provocar efectos traumáticos y una fractura psíquica; una proporción significativa de niños, desarrollará problemas posteriores, entre ellos, la desensibilización y la ocultación de deseo de compasión hacia una víctima animal.

 

Además, se debilita gravemente el sentido moral, cuando se produce el aprendizaje y justificación de la violencia, normalizándola. Se enseña al niño a que los actos de crueldad son aceptados socialmente, siendo rituales y espectáculo para disfrute y fiesta. Aprende a no conmoverse ante el castigo de una víctima, atentando contra el sentido de justicia, y de no defensa del débil, la llamada zona de “no-ley”. Contradicción educativa defendida y alentada por el modelo a seguir del niño: los padres, la familia.

Se perturba gravemente el sentido de los valores y se anula la sensibilidad, además de la capacidad de sentir empatía.

 

Incitación a la violencia.

Del informe Brisset (2002), el informe Kiregel (2002) o el informe del Inserm (2005) se extraen advertencias sobre el impacto de la violencia en los medios y la incitación a la violencia, ya que se ha encontrado una relación significativa entre comportamientos agresivos en niños y adolescentes y la exposición a escenas de violencia, lo que provoca insensibilización, habituación a la violencia, pasividad y apatía frente a actitudes y gestos violentos.

Debemos tener en cuenta que la violencia se aprende a través de los modelos socioculturales en los que se desenvuelve el niño. La familia es el núcleo primario de socialización, donde los niños realizan sus primeros aprendizajes, y tiene una especial importancia y responsabilidad en el desarrollo de niños y adolescentes.

Por eso los padres y la familia en general, tienen un peso específico en la supervisión de los contenidos televisivos y de los medios de comunicación, así como las actividades de ocio y tiempo libre a las que asisten y presencian los niños, que deben estar en todo caso, libres de violencia.

 

En contra de la educación.

La educación es un derecho recogido en el artículo 27 de la Constitución española, como también lo es el de protección a la infancia. Lo incluyen además numerosos tratados internacionales de derechos humanos, aunque figura extensamente en el artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, ratificado por la mayoría de países del mundo.

El artículo 29 de la Convención de los Derechos del Niño, establece que la educación estará encaminada a desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño, inculcar el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales (…) para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y respeto del medio ambiente natural.

En 1980, la UNESCO, máxima autoridad mundial en materia de cultura, emitió su opinión al respecto: “La tauromaquia es el malhadado y venal arte de torturar y matar animales en público y según unas reglas. Traumatiza a los niños y a los adultos sensibles. Agrava el estado de los neurópatas atraídos por estos espectáculos. Desnaturaliza la relación entre el hombre y el animal. En ello, constituye un desafío mayor a la moral, la educación, la ciencia y la cultura”.

 

Protección a los menores.

Según la Organización Mundial de la Salud, el maltrato infantil “se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil”.

El maltrato infantil es una problemática compleja y está condicionada por definiciones, conceptualizaciones, así como factores culturales y otras variables. En cualquier caso, es responsabilidad y obligación de padres o tutores, además del resto de la sociedad (incluídos los medios de comunicación), conocer causas y circunstancias que pueden poner en peligro la salud, el bienestar y la protección de los niños.

Además debemos establecer un control parental, supervisando su educación, su desarrollo en los diferentes aspectos y etapas, enfatizando la educación en valores y la promoción de la no violencia.

La Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas en su artículo 19, establece la protección del niño contra todo perjuicio o abuso físico o mental.

Dada la revisión de los estudios anteriores, la emisión de corridas de toros a través de los medios de comunicación, así como la asistencia de los niños menores a la plaza, contraviene los preceptos establecidos en la Convención, ya que ocasiona daños psicológicos en los niños. Además de vulnerar los derechos de los menores, amenaza su salud mental.

El neurobiólogo Jean Decety, explica que la percepción del dolor de otro activa los mismos mecanismos neurológicos, que está en el origen del dolor propio, por lo que podemos decir que el dolor de otros, es nuestro dolor. Activamos mecanismos neurológicos a través de la empatía, de sufrir con el otro. Cuando obviamos ésto y afirmamos que la víctima “solo es un animal” para justificar su tortura y minimizar sus implicaciones, estamos ignorando que el niño lo considera un igual. No podemos olvidar que el niño está sufriendo cuando sufre el otro. La especie es irrelevante.

 

Maltrato animal.

El maltrato animal es el tratamiento que causa sufrimiento o daño a los animales. Comprende una amplia variedad de comportamientos crueles y violentos que provocan dolor innecesario, sufrimiento o estrés al animal, que van desde la negligencia en los cuidados básicos hasta la tortura o el asesinato intencional. La crueldad hacia los animales es absolutamente reprobable desde toda perspectiva.

La Declaración Universal de los Derechos de los Animales, aprobada por la Unesco y la ONU en 1.978, establece en su artículo 3 que ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad.

Legalmente, el maltrato animal está tipificado en el Código Penal español; como delito en el artículo 337, y como falta en los artículos 631 y 632, aunque existen graves lagunas legislativas y su cumplimiento en España deja mucho que desear. Además, no existe una ley marco a nivel nacional, sino que las competencias están atribuídas a nivel autonómico y local, con grandes diferencias entre Comunidades.

Respecto al trato que se da a los animales en las corridas de toros, durante la lidia se pica al toro con una lanza, provocando heridas profundas y graves lesiones internas en músculos, vasos sanguíneos y nervios para que se desangre y pierda fuerza; se clavan banderillas, con arpones que desgarran la carne del animal; se atraviesa con una espada para provocarle la muerte, lo que le ocasiona graves hemorragias.

Si no muere tras la agonía, después es descabellado, profundizando un arma corto-punzante en la nuca del animal para seccionarle la médula espinal. Previo a ésto, el animal ha sido torturado con otros métodos como sacos de arena en los riñones, mutilación de sus astas, golpes, etc.

Con todo ésto, podemos afirmar, que en sentido estricto, lógico y moral, el trato dado al animal antes y durante una corrida de toros se debe considerar grave maltrato animal. El sufrimiento al que se le somete es absolutamente innecesario e injustificado, y no debe producirse por ninguna razón. Además, debe ser circunstancia de obligada inclusión como maltrato animal en el Código Penal.

 

Relación entre el maltrato animal y la violencia.

No podemos olvidar hacer una breve referencia a la vinculación que existe entre el maltrato animal, la delincuencia y la criminalidad.

Estudiada desde los años 70 por el F.B.I estadounidense, el maltrato animal se presenta como un indicador o factor de riesgo del desorden de conducta o trastorno disocial en la infancia que puede derivar en trastorno antisocial de la personalidad (TAP) en la edad adulta.

El comportamiento antisocial y criminal, está vinculado a la existencia de trastornos de la personalidad, como la psicopatía, incluídos en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM IV-TR) de la American Psychiatric Association y en la International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems (ICD), en español CIE-10, de la World Health Organization.

El maltrato animal, dado que está relacionado con las conductas propias de las personalidades violentas, se puede producir en la infancia y ser antecedente delictivo de asesinos en serie y psicópatas, agresores sexuales, maltratadores en la violencia familiar, así como en otros ámbitos en los que la violencia y la delincuencia están presentes.

En algunos ejércitos se incluye la tortura y asesinato de animales en el entrenamiento previo para fomentar la desensibilización.

La violencia audiovisual, así como la aprobación cultural y social de la violencia, también son variables socioambientales que figuran como factores de riesgo relevantes a tener en cuenta en el comienzo de la conducta delictiva.

Debemos recordar además, que algunos trastornos de conducta, se caracterizan por una ausencia total de empatía y sentimiento de culpa o remordimiento, siendo frecuente la justificación de la violencia por parte del agresor o asesino.

Estableciendo un paralelismo con las corridas de toros, la tortura y muerte del animal también se intenta justificar por motivos socioculturales, de ocio, arte, espectáculo o tradición. Proponer al niño este modelo educativo de disfrute con el sufrimiento a un ser vivo, fomenta la adquisición de valores psicopáticos que pueden tener graves consecuencias en la edad adulta.

Según lo expuesto, recordemos que debemos trabajar por una sociedad más justa, igualitaria, educada en valores y en la no violencia, promoviendo la relación positiva entre los niños y los animales, en coherencia con las sociedades avanzadas.

Las familias, la comunidad, los colectivos profesionales de todos los ámbitos de la sociedad, las organizaciones, así como los medios de comunicación, tenemos una tremenda responsabilidad en el desarrollo integral y la educación de los niños que debemos ejercer de manera coordinada. Estamos obligados a velar por los derechos de los niños, de los animales, de la seguridad general, y la prevención de la violencia, la delincuencia y la criminalidad.

Asímismo, realizamos un llamamiento a toda la sociedad, a las Administraciones, padres, maestros, educadores, servicios sociales, juristas, policías, criminólogos, como de cualquier otro ámbito profesional, a tener en cuenta estos planteamientos. A decidir con pensamiento crítico y ejercer de manera activa la responsabilidad de evitar la exposición de los niños y jóvenes a la violencia.

Publicación original: http://cj-worldnews.com/spain/index.php/es/criminologia-30/animales-y-violencia/item/2885-prevencion-educativa-de-violencia-y-criminalidad-maltrato-animal-mediatico-y-menores

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Zoológico criminal. (A manera de manifiesto)

Por: Iván Darío Ávila Gaitán

“[… ] los límites que los poderes […] —de todo tipo, político, policial, económico, psiquiátrico, etcétera— pretenden asignar a los desplazamientos tanto de los animales en el jardín zoológico como de los enfermos en el hospital psiquiátrico, son límites supuestamente asignados a seres vivos irresponsables, a simples máquinas reaccionales”.

Jacques Derrida

Los hechos y las víctimas

Durante el mes de mayo fuimos testigos de dos hechos que movilizaron diferentes tipos de sensibilidades, particularmente las animalistas y ecologistas. De un lado, un empleado del Zoológico Nacional de Chile le dio muerte a dos leones nacidos y criados allí, de aproximadamente 22 años cada uno, después de que un hombre ingresara a la jaula y los instigara con el fin de suicidarse. Por otra parte, Harambe, un gorila de 17 años de edad, fue sacrificado tras la caída de un pequeño niño en la fosa donde aquel animal se encontraba. Harambe, al igual que los leones, había nacido en cautiverio y hacía parte de un programa de reproducción de especies en peligro de extinción del Zoológico de Cincinnati, ubicado en Estados Unidos. Ambos hechos suscitaron preguntas fuertemente amplificadas por varios medios de comunicación alrededor del mundo: ¿resulta ético y legítimo mantener a ciertos animales en cautiverio, aun cuando el objetivo sea salvar una especie de su extinción?, ¿cuentan los zoológicos con protocolos de seguridad efectivos que impidan al máximo la muerte innecesaria de los animales?, ¿deben ser juzgados los padres del niño y el hombre suicida por negligencia e/o irresponsabilidad?

A nuestro parecer, dichas preguntas, reproducidas, reiteradas una y otra vez, por diferentes medios de comunicación, son eminentemente conservadoras y no meramente descriptivas u orientadas a comunicar un “sentir general”. Tales interrogantes, así formuladas, se encuentran íntegramente enunciadas desde un punto de vista antropocéntrico, por lo que obliteran y apuntalan lo que en otros lugares he llamado un antropo-poder, a saber, un poder que es ejercido por, y que confiere privilegios a, aquellos seres históricamente categorizados como humanos, siempre en detrimento de lo animal, los animales y, en general, de lo no humano. Existen un conjunto de preguntas mucho más fructíferas para quienes nos hallamos del lado de un pensamiento y una política animales o animalistas: ¿cuáles son las diferencias históricamente producidas entre un animal y un ser humano, entre un animal doméstico y uno salvaje, o entre un animal y un vegetal, como para que en los casos señalados: 1) los seres humanos sean privilegiados inmediatamente; 2) nos duela más la muerte de un animal salvaje que de uno doméstico, especialmente si es “de consumo” (como las vacas o los cerdos); 3) parezca demasiado radical pedir la abolición de los zoológicos y se opte por criticar sus protocolos de seguridad; 4) el problema sea, en buena parte, reducido a uno de irresponsabilidad o irracionalidad de ciertos individuos aislados? Además, ¿fueron los leones y el gorila asesinados, o simplemente, como dijo un trabajador de uno de los zoológicos mencionados, “era necesario aplicar la eutanasia”?

Los culpables: una máquina y muchos dispositivos

¿Qué es el zoológico? A menudo se cree que la respuesta a esta pregunta resulta sencilla, tan sencilla que tanto los activistas como los defensores de los zoológicos la suelen presuponer. Para los primeros el zoológico es una cárcel donde se encuentran animales salvajes internados injustamente; en su opinión, el animal salvaje, libre por naturaleza, se convierte en un reo triste y despotenciado, condenado a cadena perpetua sin haber cometido crimen alguno. Para los segundos, en cambio, el zoológico es un espacio educativo y que promueve el entendimiento y la conservación de un conjunto de especies (sobre todo de las especies difíciles de percibir en los contextos urbanos), además de ser un lugar de paso, reproducción y cuidado para animales salvajes arrancados de sus hábitats y/o en peligro de extinción. Personalmente me parece que ambas definiciones contienen elementos valiosos, y no por estar afincadas en el llamado “sentido común” son poco acertadas. Sin embargo, quisiera insertar al zoológico en un escenario más amplio y dar una definición que, quizá, tenga la capacidad de radicalizar las reivindicaciones animalistas y conectarlas con las reivindicaciones a menudo denominadas “ecológicas” y “sociales”. Con miras a lograr dicho propósito, me gustaría ofrecer un par de características, brevemente comentadas, que amplíen nuestra comprensión y actividad política en torno a los zoológicos:

1. El zoológico no puede ser disociado de una historia de la vista: A menudo se piensa que la vista carece de historia, que ver es una cuestión meramente natural, que la vista nos da acceso a la realidad de un modo transparente. Si, por ejemplo, hay un medio para dirimir disputas sobre la existencia de algo, este consiste en mirar por sí mismo el hecho, en “ver para creer”, como decimos coloquialmente. No obstante, la vista es más inestable, limitada y dispersa de lo que se suele pensar. En primer lugar, nunca vemos de una manera absolutamente transparente ya que siempre lo hacemos desde un medio, organismo o artefacto de observación específico; un perro, en su singularidad, no ve de la misma manera que un humano, o, de otro lado, no es lo mismo ver con anteojos que sin ellos o con un microscopio que sin él. La imagen perfecta y objetiva no existe, las imágenes dependen siempre de unas condiciones materiales de visualización bastante concretas, algo que ha puesto de manifiesto la tradición filosófico-sociológica crítica, de corte materialista, fenomenológico y hermenéutico, la tradición de la epistemología feminista (con autoras como la filósofa y bióloga Donna Haraway) e incluso ciertas vertientes de la Biología contemporánea misma (por ejemplo, con Humberto Maturana).

El zoológico es inseparable del énfasis en la vista que ha perdurado a lo largo de la historia de Occidente. Occidente, con el peso cultural griego y monoteísta, particularmente cristiano, siempre ha elogiado la luz, la claridad, y ha desdeñado la obscuridad y las sombras. Pensar claramente es pensar bien, es tener acceso a la verdad (por ello el énfasis visual no se limita al hecho de “ver con los ojos”, aunque “ver con los ojos” sea importante, no por nada la fe resulta inseparable de ver a Jesús resucitado nuevamente caminando sobre la tierra, en un cuerpo material, y con las vivas heridas de su crucifixión). Pero la claridad, lo blanco, es también sinónimo de lo puro, ¡y qué decir de la conocida frase según la cual “los ojos son el espejo del alma”! Autores críticos de las experiencias coloniales, como Frantz Fanon y Aimé Césaire, o más recientemente Aníbal Quijano y Silvia Rivera en Latinoamérica, no han dudado en mostrar la conexión entre el elogio de lo blanco/bueno/puro y un conjunto de clasificaciones raciales donde lo “negro” y lo “indio”, en cercanía con lo “femenino” y lo “animal-natural-irracional”, ha sido subordinado y sometido a diferentes tipos de explotación, incluida la de sus conocimientos, frecuentemente considerados falsos, meramente míticos, dóxicos, “alejados de la luz”. Finalmente, como acertadamente señala Luce Irigaray, el énfasis en la visión ha conllevado privilegiar un sentido que permite establecer una distancia con lo otro y los otros, ha posibilitado, en esa medida, crear la ilusión de un alejamiento, de una exterioridad descorporizada con relación al resto del mundo; un alejamiento, además, bastante conveniente para la fiscalización, el gobierno y la explotación.

Quien ve entra en una relación jerárquica, de dominio, respecto a quien es visto, y no revelo ninguna verdad si recuerdo aquí que el sujeto vidente por antonomasia es y ha sido, históricamente hablando, el Hombre blanco, cristiano y educado, “buen ciudadano” diríamos hoy, mientras que las personas históricamente racializadas como “negras”, “indias”, y en general no blancas, en compañía de los animales y la naturaleza, han sido reducidos a objetos de estudio, visión y materiales para el espectáculo y beneplácito del Occidente supuestamente moderno y civilizado. Los zoológicos, inscritos en esta tradición occidental específica de la visión, son espacios donde, por un lado, se ve, se observa, a un Otro exótico, salvaje, en un espectáculo que genera cierta satisfacción de la morbosidad y diversión, y donde, por el otro, se satisface una necesidad de saber, de conocimiento de un Otro animal convertido en objeto de estudio e inspección. Sobra añadir, finalmente, que objetivar es sinónimo de convertir lo vivo en inerte, de desvitalizar, de simplificar la complejidad y variabilidad del ente definido. En compañía de Spinoza, nosotras las bestias “salvajes” y “exóticas” gritamos: “¡Nadie sabe ni sabrá lo que pueden nuestros cuerpos!”.

2. El zoológico es un dispositivo moderno y colonial entre otros: Queda dicho, con lo anterior, por qué el zoológico constituye una realidad colonial, o, en otras palabras, de qué manera el zoológico se vende como un lugar neutro, universal, cuando, sin cesar, es un producto cultural del Hombre blanco occidental y sus específicos modos de visualización. Debido a la misma razón, el exotismo de los animales llamados salvajes está íntimamente unido a la observación-histerización de las mujeres y de sus cuerpos, de los intersexuales y homosexuales, a la tematización de ciertas poblaciones africanas como eslabones evolutivos en los procesos de hominización, y unido igualmente a fenómenos mucho más populares como los circos (fuertemente cuestionados por los animalistas), los freak shows (espectáculos que aglutinaban animales salvajes con rarezas étnicas, travestis, sujetos con extrañas mutaciones genéticas y enfermedades, etc.) o el blackface (donde un sujeto de piel clara se tiñe la piel de negro para ofrecer un espectáculo grotesco, al estilo del Soldado Micolta colombiano). Todos objetos para el conocimiento y la diversión del sujeto blanco y racional, pretendidamente moderno, civilizado.

Ahora bien, pese a que el énfasis en la visión ha sido consustancial a la historia de Occidente, a partir del siglo XVI —con el advenimiento y posterior auge de la modernidad y de sus lógicas coloniales intrínsecas— la organización de la vida en su conjunto se comienza a racionalizar y objetivar de una forma inédita. Aparecen los conocidos “recursos humanos” y “recursos naturales”. Los Estados, paulatinamente, empiezan a preocuparse por el entendimiento y modelamiento creciente de las poblaciones animales, de la naturaleza y el territorio en general, modelo que llega a un punto álgido en el siglo XIX y se intenta imponer a lo largo y ancho del globo hasta nuestros días. La construcción de los hospitales, las cárceles, las escuelas y los cuarteles son indisociables de una racionalidad científica (blanca, occidental) que pasa a ser parte del ejercicio gubernamental de poder, pues dichos espacios, así como su estructuración física concreta, son impensables hoy sin los discursos científicos médicos, psicológicos, biológicos, jurídicos, etc., que los acompañan. A su vez, esos espacios son lo que Michel Foucault ha llamado “dispositivos”, es decir, articulaciones de discursos y (otras) materialidades que dan lugar a realidades específicas. A manera de ejemplo, el loco, como moderno “enfermo mental”, solo existe en la medida en que se vuelve un objeto visible en el espacio que es el hospital mental y un objeto de enunciación para ciertos discursos médico-psicológicos. Todo dispositivo da lugar a “sujetos”, que son más bien “objetos” concretos, y se compone de elementos discursivos y no discursivos, o como Foucault los llamaba, de enunciados y visibilidades.

Siendo así, ¿por qué aislar al zoológico de esta corriente general? El zoológico es un dispositivo entre muchos otros, se compone de enunciados y visibilidades. Es decir, resulta impensable sin los discursos biológicos, zoológicos, etológicos, veterinarios, zootécnicos, etc., y sin espacios físicos puntuales donde están recluidos los animales. Pero lo más interesante aquí es que el zoológico no alberga meramente a los animales salvajes, sino que los produce. Los animales salvajes deben su existencia al zoológico, así como los domésticos a las granjas (industriales o tradicionales, estas últimas no exentas de racionalización) y los de laboratorio a los bioterios. En otros términos, atacar la existencia de los zoológicos, pelear por su abolición, implica también cuestionar lo que se entiende comúnmente por “animal salvaje”, así como sus diferencias con los animales domésticos y de laboratorio. En síntesis, atacar los zoológicos, las granjas y los bioterios, como solemos hacer los animalistas abolicionistas, es atacar la definición científica misma de animal salvaje, doméstico y de laboratorio, y, por ende, la diferencia entre humanos y animales, y entre lo humano y lo no humano en general. Pero cuestionar los zoológicos, las granjas y los bioterios implica también cuestionar los hospitales, las cárceles, las escuelas, los manicomios, e incluso los dispositivos que insisten en generar una “naturaleza desnuda” como las reservas naturales. Por supuesto, una escuela no equivale a una prisión, ni un zoológico a un hospital y mucho menos a una reserva natural, pero responden a un mismo diagrama de fuerzas que los comunica.

Pregunta inmediata: ¿cómo se ha definido, entonces, al animal salvaje? En primer lugar, el animal salvaje, como bien apunta el epígrafe de Jacques Derrida, se ha definido como meramente reaccional, a saber, como uno que reacciona irracionalmente antes que responde racionalmente. En otros términos, el animal salvaje no crea, simplemente reproduce, y esto es verdad tanto para los animales domésticos como para los salvajes en general, en el escenario moderno-colonial. La diferencia entre un animal salvaje y uno doméstico, de acuerdo con el orden discursivo científico, radica en que el animal doméstico constituye una elaboración del ser humano. El animal doméstico es moldeado por el ser humano y está atado a las funciones prescritas con relación a él. El animal doméstico es un esclavo ontológico, pues si el ser humano no necesitara de sus funciones vitales este se extinguiría. En esa medida, cada animal es racializado según su relación con los seres humanos (racialización adelantada sobre todo por la Veterinaria y la Zootecnia), por ello hay animales domésticos “de carne”, “de lidia”, “de compañía”, etc. Los animales domésticos no son menos reaccionales o irracionales que los salvajes, pero sus reacciones no entran en contradicción con la seguridad de los seres humanos, todo lo contrario, están a su servicio. Por este motivo es sorpresivo que un animal “de compañía”, como supuestamente lo es el perro, muerda a su amo; o que, de nuevo, siendo un animal “de compañía”, algunos pueblos (bárbaros, incivilizados o inhumanos, se les dice) osen sacrificarlo para consumo. Es más, un pueblo se concibe como más desarrollado entre más y mejor domestique a los animales y especifique sus funciones; de hecho se repite una y otra vez que la domesticación constituyó un gran progreso en el marco de la historia universal de la humanidad. Los biólogos suelen llamar a esta relación jerárquica “simbiosis”, produciendo de paso su naturalización y deshistorización.

En contraste, los animales salvajes, esos que tienen existencia gracias a dispositivos como los zoológicos (los cuales simplemente dicen desear conservarlos y reproducirlos, y que probablemente tienen su versión más sofisticada y sutil en las grandes reservas naturales –donde aparentemente existen en libertad–), en contraste estos animales singulares son entendidos como máquinas reaccionales, irracionales, cuyas acciones sí que pueden atentar contra la seguridad de los seres humanos. No es casual, por ende, como muestra Derrida en nuestro epígrafe, la cercanía entre los animales del zoológico, salvajes, irracionales, y los enfermos del hospital psiquiátrico. Los diversos dispositivos de nuestro mundo moderno-colonial, conectados entre sí, cumplen funciones diferenciadas según la racionalidad/irracionalidad de los seres/objetos/sujetos que albergan/producen: existen dispositivos que moldean la irracionalidad con el fin de convertirla en racionalidad, aquí el dispositivo protagonista es la escuela, donde el niño, ser profundamente irracional e irresponsable, se pretende transformar —con el paso del tiempo de manera cada vez más precoz, incluso desde el vientre mismo con la llamada estimulación temprana— en un ser racional y responsable (responsable, que puede responder por sus actos y no meramente reaccionar irracionalmente); pero también, y este es un punto inexplorado en el trabajo de Foucault, existen dispositivos que producen y albergan la irracionalidad, el salvajismo mismo, sin pretender moldearla ni extinguirla, y aquí uno de los grandes modelos es, por supuesto, el zoológico. Dejémoslo claro una vez más: este salvajismo, que simplemente se dice estudiar y describir, el pensamiento científico moderno lo produce activamente sin cesar.

En ese sentido, respecto a los ataques al zoológico, no es una opción segura el modelo de la reserva natural (aunque quizá sea más aceptable en muchas coyunturas políticas), que no es otra cosa que una sofisticación del prístino, salvaje, Jardín del Edén, subordinado a Dios y el ser humano (quien en la modernidad, se dice, ha ocupado el lugar de Dios). A propósito del Edén, vale recordar que el moderno zoológico en parte constituye una evolución de las Casas de Fieras poseídas por reyes-patriarcas (ungidos divinamente) como signo de su poderío y expresión de su control. Casas de Fieras que, con el ánimo democratizador de la modernidad, dejan de reflejar el poder particular de un rey para pasar a reflejar el gobierno racional, científico, del Estado sobre la naturaleza y la población. No es casual que la construcción de los zoológicos haya sido subvencionada por los Estados, ni que las grandes ciudades modernas tengan uno representativo: Berlín, París, Londres, Ámsterdam, Buenos Aires, Santiago de Chile, etc. De hecho, el primer gran zoológico moderno (genealógicamente hablando), el de París, fue inicialmente la mismísima Casa de Fieras del rey Luis XIV, en Versalles. Y hablamos de Luis XIV, no de cualquier rey, sino de un rey famoso por la frase “el Estado soy yo”, que, más allá de que la hubiera pronunciado o no, da cuenta del Estado absolutista que este encarnaba, de una soberanía supuestamente absoluta proveniente de un modelo teológico (la soberanía de Dios sobre sus criaturas) y reeditada en la soberanía nacional del Estado moderno, compuesto por los diversos dispositivos que acá hemos mencionado someramente.

En otros lugares he intentado, como contribución teórico-política colectiva al Movimiento Abolicionista de Liberación Animal y como práctica vegana, caracterizar al especismo antropocéntrico en tanto máquina de jerarquización, es decir, no meramente como una forma de discriminación basada en la especie y en beneficio de los seres humanos, sino como un orden que involucra un extenso conjunto de relaciones naturo-culturales interespecíficas, dispositivos simbólicos y tecnológicos, distribuciones espaciales, afectaciones de los cuerpos, entre otros elementos. Orden que re/produce la sistemática subordinación, sujeción y explotación animal y que se basa en la dicotomía humano/animal. Tenemos, pues, una máquina, el especismo antropocéntrico, y muchos dispositivos que la componen, entre ellos el zoológico. Sin embargo, reitero, no basta luchar por la abolición del zoológico, es necesario subvertir lo que se suele entender por animal doméstico y salvaje, así como la diferencia entre un animal y un humano y, en el límite, entre lo humano y lo no humano. La máquina de jerarquización especista antropocéntrica funciona incrustada en esa gran formación tecno-bio-físico-social que es el mundo moderno-colonial, la cual ha afirmado al Hombre blanco, que es el ideal de ciudadano moderno-colonial, en detrimento de todo lo considerado salvaje y natural (mujeres, niños, dementes, indios, homosexuales, negros, enfermos, animales, plantas, ríos, etc.), para lo cual existen técnicas y dispositivos que es inaplazable cuestionar y atrofiar, sea desde dentro, desde fuera o en los bordes. Lo que está en juego acá es una redefinición de la vida misma, allende las dicotomías cultura/naturaleza, civilizado/bárbaro, doméstico/salvaje, masculino/femenino, etc.; lo que está en juego es aquello que Matthew Calarco denomina un espacio de indistinción, aunque, provisionalmente, sea productivo ponernos del lado subordinado de las dicotomías y reiterarlas creativamente con el fin de “reapropiarnos” de nuestros objetivados cuerpos y vidas. Y, por supuesto, no debemos olvidar que nuestra lucha antiespecista es también anticapitalista, pues es el capitalismo —uno de los ejes del mundo moderno-colonial— el que incentiva y requiere convertir la naturaleza entera en recurso modificable, usable, intercambiable.

Volviendo a Harambe y los dos leones asesinados

Los casos de Harambe y de los dos leones asesinados son, ciertamente, bastante ilustrativos de lo que hemos venido comentando. Aquí sobra decir que Harambe y los leones no son meras excusas para nuestras especulaciones teóricas, todo lo contrario, es con y por Harambe y los leones que pensamos y escribimos; escribimos como manada, como cardumen o virus incontrolable. Nosotras no tenemos la razón, ni pretendemos tenerla, simplemente escribimos para vivir, con el ánimo no solo de continuar respirando, sino de vivir mejor y de vivir siempre mejor-con. Es debido a esto que si nuestro escrito trasluce algún tono imperativo, prescriptivo o normativo, en absoluto tiene dicho carácter, lo aparentemente imperativo no es más que la expresión de nuestra fuerza vital, de lo politizadas de cabo a rabo que nos encontramos nosotras, nosotras las bestias. Odiaríamos que nuestro trabajo reprodujera la subordinación de la práctica a la teoría, del cuerpo a la mente, de la naturaleza a la cultura. Nosotras pensamos viviendo y vivimos pensando. Así, pues, ¿qué nos enseñan Harambe y los leones?

En primer lugar, nos enseñan a salir del círculo vicioso de atribución de responsabilidades e irresponsabilidades. Ya hemos visto que comparar el zoológico con la prisión tiene bastante sentido, pues ambos dispositivos pertenecen a un mismo diagrama de fuerzas; de la misma manera, no resulta desacertado comparar la escuela con la prisión o el hospital. Pero el zoológico, en tanto dispositivo, como lo hemos visto, posee su singularidad, y allí los animales no son presos sino, justamente, animales salvajes, reaccionales, irresponsables y potencialmente peligrosos para los seres humanos. A los animales del zoológico no hay que “liberarlos” de su condición de presos, sino de su condición de animales salvajes, y por tanto de animales. Afirmar que los leones o el gorila estaban condenados a cadena perpetua por un crimen que no cometieron equivale a confundir demasiado el zoológico con la prisión, pues la prisión está diseñada para sujetos supuestamente responsables de sus actos que cometieron irracionales irresponsabilidades, crímenes, mientras que el zoológico está diseñado, de entrada, para sujetos a los cuales no se les puede atribuir ningún tipo de responsabilidad. Caracterizar a los animales salvajes de “inocentes” es, de una u otra manera, reafirmarlos en tanto salvajes, ya que los salvajes no pueden ser más que infinitamente inocentes o culpables, es decir, sus actos no son actos volitivos, de decisión, sino reaccionales, irracionales. De hecho los indígenas han pasado por caracterizaciones coloniales muy cercanas, han sido vistos inevitablemente como buenos o malos salvajes (totalmente “inocentes” o “culpables”), pero nunca como complejos seres racionales que deciden sobre sus actos en cada circunstancia.

Con lo anterior no pretendo afirmar que los animales salvajes merezcan ser tenidos en cuenta como seres responsables de sus actos, sino conmover la dicotomía responsabilidad/irresponsabilidad, o como Derrida la denomina: respuesta/reacción, que no es otra cosa que una traducción de la dicotomía racional/irracional, humano/no humano. La tarea es sumamente urgente puesto que, al definir al animal salvaje como tal, se está delimitando de antemano lo que su potente cuerpo viviente puede, de lo que es capaz, una delimitación que, aunque en sentido estricto es siempre imposible, hace mella en la carne, y es por esto mismo que un animal que ha vivido demasiado tiempo en un zoológico probablemente no pueda vivir en otro sitio. Algunos animales son tan salvajes que solo existen en el lugar que los produce como salvajes para la satisfacción (científica/espectacular) de los seres humanos: el zoológico. El zoológico, al tener animales tan sujetos a su control, demuestra la artificialidad de lo salvaje que desde su creación ha querido negar. Podríamos decir, jugando, que si existe algún criminal en los recientes hechos, algún culpable, es el impersonal dispositivo que es el zoológico, el cual, de entrada, con la objetivación de una miríada de singularidades vivientes, las mata lentamente al pretender conservarlas para el espectáculo y el conocimiento humano. Probablemente, en otro nivel, tanto Harambe como los dos leones ya estaban muertos, el darles muerte no fue más que una expresión radical de lo que el zoológico venía haciendo desde siempre, desde que los consideró salvajes.

Otras dos formas bajo las cuales se ha reproducido el círculo vicioso de asignación de responsabilidades y salvajismo, es con relación al hombre que ingresó a la jaula de los leones y los padres y el niño involucrados en el caso de la muerte de Harambe. El hombre, quien, recordemos, instigó a los leones porque deseaba suicidarse, fue despreciado ampliamente en la medida en que, como ser responsable, humano, tomó una decisión que le costó la vida a seres “inocentes”, siempre inocentes pues nunca podían haber sido responsables de sus actos, en este caso de atacar al hombre. Pero, por otro lado, se ha excusado a ese mismo hombre, pues para haber hecho tal “barbaridad” debió haber estado demente, y un demente no puede responder por sus actos. Como vemos, las explicaciones no cesan de moverse en el espacio de lo pensable que requiere la existencia misma del zoológico y, a medida que la indignación crece, a medida que los animalistas lloran las muertes de los animales, parece más apremiante la necesidad de encontrar victimarios para su judicialización. No estoy seguro de que la asignación de culpas solucione lo ya acontecido, tampoco me parece que prevenga futuros actos como estos; por el contrario, me inclino a pensar que, si lo que deseamos es frenar lo que de mortífero tiene el zoológico, resulta imprescindible reconocerlo como dispositivo y cuestionar radicalmente sus componentes, cuestión que abarca interrogar la noción tradicional de culpa y responsabilidad. Asimismo, la tendencia a considerar a los padres del niño que cayó en la fosa de Harambe como adultos irresponsables, negligentes, tampoco solucionará nada. Seguramente los padres le ofrecen un buen cuidado cotidiano a su hijo y no desearon nunca que sucediera lo acontecido; es más, quienes han sido padres saben que los accidentes ocurren muy seguido y que hacen parte del devenir de la vida, incluso cuando muchos pueden llegar a poner en riesgo esa vida.

De otro lado, existió una deriva profundamente patriarcal en la que cayeron muchos animalistas y ecologistas, ya que, inmediatamente, concentraron el juicio en la madre del niño como si ella fuera la única responsable de prestarle los debidos cuidados a su hijo. ¡Cómo si la seguridad en un espacio de estos dependiera solo o mayoritariamente de las madres! Yo me preguntaría, primero que todo, en qué tipo de configuración social visitar un zoológico (donde viven supuestos animales salvajes, peligrosos) hace parte de un plan familiar o escolar típico. ¿Qué función tienen dichas visitas y por qué son tan importantes para los menores? Fuera de la satisfacción de la curiosidad, de cierta glotonería de la visión que ya hemos abordado aquí, la visita al zoológico produce sujetos que se afirman a sí mismos en contraposición a los animales salvajes, a unos animales que, se les dice, deben ser protegidos y conservados. De hecho no es casual que, en los entornos urbanos, los niños sean llevados a las granjas con el objetivo similar de que aprendan qué es un animal doméstico y qué funciones desempeñan con relación a los seres humanos. Si realmente nos importa el problema del cuidado, lo primero que es preciso reflexionar, antes que juzgar a la madre, es cómo se encuentra distribuido el cuidado actualmente. Aquí salen a relucir preguntas como las siguientes: ¿Por qué, inmediatamente, se privilegia la vida del niño frente a la del gorila? (pregunta, como dijimos, a la que le precede: ¿por qué el gorila termina en el mismo espacio que el niño?), o ¿por qué se lamenta tanto la muerte del gorila y los leones mientras, al tiempo, se sacrifican millones de animales para su consumo (en condiciones cada vez más desafortunadas)?

Así Frans de Waal, conocido primatólogo, haya dicho que el gorila mostró un comportamiento que combinaba protección frente al niño y confusión, la reacción inmediata fue la de darle muerte, pues en espacios como el zoológico siempre primará la visibilidad de la supuesta naturaleza salvaje, irracional, reaccional, de todo animal; es justamente la producción de esa naturaleza la función que tiene. Con los leones, grandes felinos carnívoros, habrá incluso menos titubeos al momento de disparar. Y es que, efectivamente, en configuraciones sociales donde se jerarquiza, confina y separa a los seres según una escala de racionalidad, interactuar con otras “especies” de otros modos es un arte desconocido. La producción de humanos y de animales domésticos y salvajes es, concomitantemente, la producción de las debidas relaciones entre estos, y dichos esquemas no son simplemente “ideológicos”, sino que los corporizamos, nos constituyen. Cualquier ser humano promedio pretendidamente moderno que se imagine en un mismo espacio con un león, no puede concebir otra relación que una relación bélica, violenta, de lucha. Pese a esto, es bien sabido que muchos pueblos han convivido (no diré “armónicamente”, pero sí de otros modos) con todo tipo de “animales salvajes”, desde serpientes hasta elefantes y grandes felinos. En cualquier caso, fraguar relaciones significa fraguar mundos, construir otro tipo de formas-de-vida entrelazadas que minen la hegemonía de dispositivos especistas como el zoológico. Igualmente significa redistribuir y repensar el cuidado radicalmente, así como a quienes consideramos que deben encargarse de cuidar y los objetivos de los cuidados. Cuidar a un animal doméstico a la par que se lo considera ontológicamente sujeto al ser humano, o a un animal salvaje al tiempo que se lo concibe como meramente reaccional —sin que, incluso, los desarrollos en la etología contemporánea ayuden mucho a este respecto— es, en términos generales, igual de nocivo que cuidar a un niño para que se convierta en un supuesto adulto responsable; no porque el niño y los animales domésticos o salvajes sientan las mismas consecuencias tras ser categorizados cada uno en su forma respectiva, sino porque los dispositivos se encuentran interconectados: el sujeto responsable solo se hace responsable a costa de despreciar su “irracionalidad”, su “salvajismo”, y el “salvajismo” de los mismos “animales salvajes” y la “naturaleza”.

En memoria de Harambe y los dos leones asesinados

¡Por la abolición de los zoológicos!

  • Tomado de: http://www.desdeabajo.info/sociedad/item/29006-zoologico-criminal-a-manera-de-manifiesto.html
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