No toques, no beses, no abraces…

Por: Esther Ruiz Moya

Día no sé cuantos de este nuevo Estado de Alarma, que si nadie lo remedia puede que dure hasta el 9 de mayo… Y seguimos con cifras más alarmantes que el propio estado de alarma, contagios, fallecidos, ingresos, confinamientos, negocios que cierran, parados que suben, la economía que baja. Un vaivén de números con auténticas tragedias detrás de ellos. Una curva que cuando parece que se estabiliza vuelve a subir desestabilizándolo todo.

Y además la incertidumbre y un miedo que todo lo envuelve. ¡Cómo nos ha cambiado la vida! Nuestras costumbres, nuestra manera de trabajar, de salir, de viajar, o más bien, de no viajar; de relacionarnos, de comprar… ¡Todo! Bebés que nacen sin saber lo que es un beso de sus abuelos. Niños a los que nos da miedo abrazar y que están creciendo sin sentir un achuchón, de esos que te cortan la respiración y que hoy recordamos con auténtica añoranza. Niños que van al colegio y a los parques con la lección aprendida de “no compartas con nadie”. Niños viviendo en un mundo enmascarado y que estamos educando en el “no toques”, “no beses”, “no abraces”… ¡Quién nos lo iba a decir!

Nosotros que somos tan de piel, que necesitamos tanta piel, ahora no nos podemos ni rozar. Qué lejos ha quedado eso tan nuestro de “el roce hace el cariño”. Ahora si quieres de verdad, si quieres demostrarlo de verdad, tienes que mantener la distancia. Cosas no de una nueva normalidad, sino de un nuevo mundo, un mundo que se nos ha vuelto del revés. Ahora no puedes ir a ver a los abuelos ni darles un beso porque les quieres. Ahora te juntas con tus amigos y los tienes que ver por etapas, de 6 en 6, y pensar en cada quedada quién se queda fuera, porque te quieres seguir juntando con ellos por muchos años. Ahora te encuentras con los tuyos y aunque haya pasado tiempo, no les puedes dar un abrazo, precisamente por lo mucho que les quieres. Ahora estás deseando tocar y que te toquen pero lo tienes que evitar y si tocas o te tocan, te vas corriendo a lavarte las manos, como cuando te limpiabas un beso de la cara cuando eras pequeño. Ahora amar no es compartir, sino todo lo contrario.

Ahora intuimos sonrisas, nos damos abrazos virtuales, tiramos besos como cuando éramos niños… Ahora nos miramos a los ojos y lo que realmente queremos es ver por dentro, porque no tenemos piel, pero sí corazón. Porque no poder tocar, no poder besar, no poder abrazar, no poder vernos… no significa no poder sentir. Y por eso, nada ni nadie nos puede quitar la fortuna y el privilegio de sentir y demostrar lo que sentimos, ni siquiera un virus.

Ojalá y llevarnos la mano al corazón no sea solo un gesto. Ojalá y el frío no acabe con nuestro necesario calor.

Fuente: https://www.diariocritico.com/

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