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Lo vernáculo y lo utópico

Por: Boaventura De Sousa Santos

 

Consultar cualquier diccionario moderno de lenguaje escrito nos lleva a concluir que lo vernáculo y lo utópico son conceptos opuestos. Mientras que lo vernáculo (del latín, vernaculus,) significa que es propio de un lugar o una región, lo utópico (de Utopía, título del famoso libro de Thomas More [1516]) significa lo que caracterizaría a un gobierno imaginario en ningún lugar específico.

En sentido figurado, mientras que lo vernáculo es lo correcto, puro, de la tierra; lo utópico es lo fantasioso, imaginario, quimérico. En este texto, trato de demostrar que, contrariamente a esta aparente contradicción y al consenso de los diccionarios al respecto, hay más complicidad entre los dos términos de lo que se puede imaginar, y La utopía paralela | La Virreina Centre de la Imatgeque estas complicidades se han hecho más visibles en los últimos tiempos.

El título de este texto se inspiró en la obra de uno de los teóricos marxistas más notables y olvidados del siglo pasado, Teodor Shanin, quien llevó a cabo trabajos pioneros para rescatar la riqueza, diversidad y carácter dinámico del pensamiento de Karl Marx (contra todas las ortodoxias, marxistas y no marxistas).

Shanin se dedicó, en particular, a mostrar la importancia de la obra inédita de Marx después de la publicación del primer volumen de Das Kapital en 1867 (la última obra importante que publicó en vida) hasta su muerte en 1883, titulado “Marx tardío”, nada más y nada menos que 30.000 páginas de notas.

Hasta la publicación de El Capital, y a pesar de haber leído más que ningún otro teórico europeo contemporáneo sobre la historia de las sociedades no europeas, es decir, las asiáticas, Marx las analizó desde una perspectiva eurocéntrica, evolutiva, centrada en la idea de que tales sociedades representaban etapas anteriores y desesperadamente anticuadas de las sociedades capitalistas desarrolladas de Europa. Incluso en el caso de éstas, la única que analizó con impresionante detalle y lucidez fue Inglaterra, la economía capitalista más desarrollada de su tiempo.

Atento a los movimientos revolucionarios que surgían en el centro de Europa y que no eran compatibles con el modelo de revolución proletaria que había teorizado, Marx comenzó a darles una atención privilegiada en lugar de ignorarlos o encuadrarlos por la fuerza en su teoría.

Carlos Marx y la lucha anticolonial | Revista CrisisSi esto es cierto en el caso de la Comuna de París de 1871, lo es aún más en el caso del movimiento populista revolucionario ruso de base campesina, muy fuerte en las décadas de 1870 y 1880. Para comprender lo que estaba sucediendo en Rusia, Marx comenzó a estudiar ruso de forma obsesiva (como si se tratara de «una cuestión de vida o muerte», como se quejaba su mujer en una carta a Engels, fiel compañero y colaborador de Marx).

Desde entonces hasta su muerte, la heterogeneidad de las historias y transformaciones sociales se convirtió en un hecho central en las reflexiones de Marx. Las consecuencias teóricas fueran inmediatas: no existen leyes monolíticas de desarrollo social; no hay una, pero sí varias vías para llegar al socialismo, y los análisis de El Capital sólo son totalmente válidos para el caso de Inglaterra; el campesino, lejos de ser un obstáculo o un residuo histórico, puede, en determinadas circunstancias, ser un sujeto revolucionario.

Todo esto sonaba extraño, teóricamente impuro y “poco marxista» a los ojos de la mayoría de los marxistas de finales del siglo XIX. Esta evolución del pensamiento de Marx llegó a ser considerada un signo de debilidad mental asociada con la vejez, y una de las cuatro versiones de la carta de Marx a una populista rusa, Vera Zazulich, fue censurada por marxistas rusos y sólo fue publicada en… 1924. Curiosamente, las mismas críticas de impureza teórica fueron dirigidas a Lenin por sus camaradas después de 1905-7.Preguntas frecuentes sobre el marxismo

¿Cuáles eran después de todo los pecados de Marx? Eran dos. Por un lado, habiendo valorado contextos y experiencias locales, vernáculas, a pesar de que se desvían de estándares supuestamente universales. Por otro lado, atribuir valor positivo e incluso utópico a lo antiguo, aparentemente residual (la comuna campesina rusa basada en la propiedad comunitaria y la democracia de base, aunque siempre bajo la vigilancia del estado despótico zarista) y desafiaba, con su voluntarismo y moralismo, las leyes objetivas (y no morales) de la evolución social que él mismo había descubierto.

Todo esto parece historia de un pasado lejano y sin relevancia para nuestro presente y futuro, pero de hecho no lo es. Este tipo de debate, sobre la necesidad de buscar en las tradiciones las energías y pistas para mejorar el futuro y, en general, sobre las dificultades de la teoría pura, sea la que sea, para dar cuenta de la realidad siempre rebelde y siempre en movimiento, ha acompañado todo el siglo pasado, y creo que nos acompañará en el siglo actual.

El movimiento obrero – Causas – Orígenes – Ideologías revolucionarias - DAVID STREAMSPor ejemplo, mencionaría dos contextos muy diferentes en los que el debate estuvo presente (si es que no lo sigue estando). Dejo de lado el hecho de que ninguno de los procesos revolucionarios que se estabilizaron en el siglo pasado fueron dirigidos por la clase obrera en los términos precisos previstos por la teoría marxista, desde las revoluciones rusas de 1905 y 1917 hasta la revolución mexicana de 1910, desde las revoluciones chinas de 1910, 1927-37 y 1949 hasta la revolución vietnamita de 1945 y la revolución cubana de 1959.

En todos ellos, el protagonista era el pueblo trabajador oprimido en el campo y en la ciudad, y en algunos de ellos los campesinos jugaron un papel decisivo.

El primer contexto fue la descolonización en el subcontinente asiático (especialmente en la India) y en África. En todos los procesos de independencia, el dilema entre dificultades u oportunidades estaba presente, el hecho de que las realidades locales estaban tan alejadas de las realidades europeas estudiadas por Marx que solo con muchas adaptaciones podrían imaginarse revoluciones nacionalistas de vocación socialista en versión marxista.

En el caso de India, el debate se calentó dentro de las fuerzas nacionalistas: por un lado, la posición de Nehru, que asociaba el socialismo con la modernización en India, en términos cercanos a los de la modernización europea; por el otro, Gandhi, para quien la riqueza de la cultura india y las experiencias comunitarias ofrecían la mejor garantía de una liberación real.When Jawaharlal Nehru was charged with sedition, not once but twice

En 1947 prevaleció la posición de Nehru, pero la tradición gandhiana se ha mantenido viva y activa hasta el día de hoy. En África, el lapso va desde 1957 (la independencia de Ghana) hasta 1975 (la independencia de las colonias portuguesas). Bajo pena de cometer alguna omisión, creo que los cuatro líderes más notables en la lucha de liberación anticolonial fueron Kwame Nkrumah (Ghana), Julius Nyerere (Tanzania), Leopold Senghor (Senegal) y Amílcar Cabral (Guinea-Bissau).

Todos ellos vivieron intensamente en el debate sobre el valor del vernáculo africano y todos ellos buscaron, incluso de manera diferente, neutralizar el eurocentrismo de Marx e imaginar futuros para sus países que valorizasen la cultura, las tradiciones y las formas de vida africanas.

Cada uno a su manera contribuyó a la idea del socialismo africano que reclamaba la diversidad de los caminos hacia el desarrollo en los que el humanismo africano tomaba el lugar del progreso unilineal y a toda costa, y en el que las experiencias ancestrales de la vida comunitaria tenían más prioridad que la lucha de clases. En todos ellos estaba presente la posibilidad de que lo vernáculo local y ancestral se convirtiera en la idea movilizadora de una utopía de liberación.

Obviamente, como en el difunto Marx, que ninguno de ellos conocía, lo vernáculo tendría que ser adaptado para dar rienda suelta a su potencial utópico.

Cuando, en 1975, las entonces colonias portuguesas ascendieron a la independencia, las condiciones del debate habían cambiado profundamente debido al contexto externo y también al conocimiento de la evolución de las experiencias anteriores de independencia en el continente. Aun así, la tensión entre lo vernáculo y lo utópico se manifestó de múltiples maneras.

Today in history: Mozambique achieves independence in 1975Por poner sólo un ejemplo, en Mozambique, el partido Frelimo (1) comenzó adoptando una posición hostil hacia todo lo que era tradicional porque veía en él un pasado irreparablemente adulterado por la violencia colonial. Por lo tanto, fue hostil a la continuidad de las autoridades tradicionales que administraban justicia informalmente, por parte de miembros de la comunidad y utilizando los sistemas de justicias africanos.

Sin embargo, el desmantelamiento de este sistema de autoridades comunitarias provocó tal perturbación en las formas de convivencia pacífica en las comunidades, donde la justicia oficial no llegó para nada, que el gobierno revirtió y legitimó, ya en 2000, a estas autoridades, que hoy operan en paralelo a los juzgados comunitarios. De manera similar, en Guinea-Bissau y Cabo Verde, los tribunales de tabanca persistieron con el nombre tribunales de zona.

El segundo contexto, muy diferente y mucho más reciente, tuvo lugar en México con el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994, y en Bolivia y Ecuador, con los procesos constituyentes que siguieron a las victorias en las elecciones presidenciales de Evo Morales (2006) y Rafael Correa (2007).

La experiencia zapatista representa una de las combinaciones más complejas entre lo vernáculo y lo utópico, combinando a día de hoy los ideales de liberación social y política con la valorización de la cultura y las experiencias comunitarias de los pueblos indígenas del sur de México. Una comprensión contrahegemónica de los ideales de derechos humanos se articula con una afirmación radical de autogobierno e innovación constante de lo propio y lo ancestral.

A su vez, las dos experiencias democráticas en Bolivia y Ecuador ocurrieron después de décadas de movilización de los pueblos indígenas, de modo que las cosmovisiones ancestrales indígenas imprimieron de forma decisiva su marca en las Constituciones de Ecuador (2008) y Bolivia (2009).

La idea del desarrollo fue sustituida por la idea del buen vivir, la concepción de la naturaleza como recurso natural fue sustituida por la concepción de la naturaleza como Pachamama, la madre-tierra que debe ser cuidada y cuyos derechos están específicamente consagrados en el Artículo 71 de la Constitución Ecuatoriana.

La articulación entre lo vernáculo y lo utópico, entre el pasado y el futuro, reunió el entusiasmo de los movimientos ecologistas urbanos de muchos países que, sin conocer la filosofía indígena, se sintieron atraídos por el respeto que surgió de ella y por los valores del cuidado de la naturaleza y la conciencia ecológica que los movilizó.

Como había sucedido antes con los zapatistas, el nuevo e innovador énfasis en lo vernáculo y lo local, creó lenguajes que trascendieron el lugar y se integraron en narrativas emancipadoras cosmopolitas con un registro anticapitalista, anticolonialista y antipatriarcal.

Esta tensión creativa entre lo vernáculo y lo utópico no terminó con las experiencias históricas que acabo de mencionar. Me atrevo a pensar que nos acompañará en este siglo, ciertamente fortalecido por las alternativas que se abren en el período post-pandemia.

Cada vez es más evidente que si las sociedades y las economías no adoptan formas de vida distintas de las basadas en la explotación injusta e ilimitada de los recursos naturales y los recursos humanos, la vida humana en el planeta estará en riesgo de extinción.

 Nota 

1 Frente de Liberación de Mozambique en portugués: Frente de Libertação de Moçambique.

 

*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Traducción de Bryan Vargas Reyes

Fuente e imagen: https://www.surysur.net/boaventura-lo-vernaculo-y-lo-utopico/

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Resistencia vs. emancipación: Foucault, Marcuse, Marx y la actualidad

Por: Kevin B. Anderson

 

MICHAEL FOUCAULT, 1926-25 de junio de 1984. Aniversario (Conversación sobre la Historia)

 

Presentación

Kevin B. Anderson (1948) es un conocido profesor de Sociología, Ciencia política y Estudios feministas de la Universidad de California, Santa Bárbara. Partidario de reinscribir y adoptar la teoría revolucionaria del proletariado de Marx dentro de la nueva configuración social formada por la etnicidad, el género y la identidad (Véase su obra más conocida, «Marx at de Margins: On Natioanlism, Ethnicity and Non-Westwern Societies», 2010), en el artículo seleccionado contrapone dos tradiciones, la de la “resistencia” y la de la “emancipación”. La primera de ellas alcanzó un gran predicamento en la obra de M. Foucault  mientras que la segunda siempre estuvo en el horizonte marxista revolucionario. Sin renunciar al legado del pensador francés, como hace a menudo el marxismo ortodoxo, Anderson defiende subrayar la dimensión emancipadora del pensamiento marxista renovado aprovechando su potencial teórico empujado por el evidente “retorno” a Marx después de décadas de neoliberalismo. En fin, sus tesis, fruto de un discutible sincretismo de fuentes intelectuales harto heterogéneas, son representativas del actual debate interminable, y a menudo estéril, acerca del nuevo sujeto revolucionario de nuestro siglo.

Raimundo Cuesta


Kevin B. Anderson *

[Nota introductoria a la traducción al castellano:

Este artículo apareció en el año 2013, en medio de la ola de movimientos radicales que estallaron a raíz de la Gran Recesión y de las revoluciones árabes del 2011. En los años siguientes estas revoluciones fueron mayormente aplastadas por los viejos regímenes y hemos presenciado la llegada al poder de los populismos de derecha, desde la India a los EEUU, y desde Hungría a Brasil. En 2019, de todas formas, la ola revolucionaria ha retornado al estallar significativos levantamientos en muchos países, primero en Hong Kong y Sudán, y luego en Argelia, Chile y el Líbano.

Durante el mismo período (2013/19), el marxismo ha experimentado un resurgimiento global, al mismo tiempo que las ideas de Foucault han retrocedido. En un mismo nivel, este declive ha sido provocado por las críticas de jóvenes intelectuales sobre la indiferencia –o, lo que es peor, el posible apoyo- con que Foucault recibió el surgimiento del neoliberalismo en los años previos a su muerte en 1984. Dicho retroceso también puede ser relacionado, de modo dialéctico, con el resurgimiento marxista.

Sartre y Foucault en una manifestación contra el racismo en París, 27 de noviembre de 1971 (foto: bloghemia)

De todas formas, el pensamiento de Foucault continúa siendo un importante marco de referencia para muchos críticos y filósofos sociales y activistas de izquierda, entre ellos muchos anarquistas. Algunos anarquistas -y el movimiento antifascista de EE UU, relacionado estrechamente con esta ideología-, al igual que Foucault, hacen hincapié en la resistencia a expensas de la articulación de una alternativa positiva y humanista (aun cuando la mención directa de Foucault ha disminuido). Muchos intelectuales relevantes también admiran –y con razón- las críticas de Foucault a la prisión moderna y al apparatus (dispositivo) de la sexualidad. Además, muchos de sus seguidores continúan ocupando importantes posiciones de dirección en algunas universidades, especialmente en EE UU e Inglaterra, donde en ciertas ocasiones adoptan formas de radicalismo supuestamente a la izquierda de Marx.

Por todas las razones expuestas, mi crítica a Foucault del año 2013 puede ser todavía de algún interés, por lo que me alegra su publicación en español.

Con un cálido agradecimiento hacia José Saraví, el traductor.

Kevin B. Anderson]

I. El cambiante mundo, 2011-12

Vivimos en un mundo muy diferente al de hace solamente unos años atrás. No sólo hemos sufrido la mayor depresión económica desde los años 30, además hemos presenciado la emergencia de nuevas formas de la lucha de clases. Principalmente nos referimos a las revoluciones árabes de 2011-12, aún en desarrollo. Desde 1848 el mundo no experimentaba tal cantidad de situaciones revolucionarias en tan corto período de tiempo. Por otro lado, a diferencia de los otros levantamientos democráticos del nuevo siglo (Irán 2009, Ucrania 2004, Serbia 2000, etc.), las revoluciones árabes lograron articular las demandas económicas con las políticas. La propagación de estas revoluciones a países cuyos gobiernos han hecho gran alarde de su antiimperialismo como Libia y Siria, han puesto a prueba a todos aquellos en la izquierda que ponen la oposición al imperialismo de EE UU por encima de cualquier otra cuestión (1).

Beitut, diciembre de 2019: un manifestante devuelve un bote de gas lacrimógeno a la policía (foto: Nabil Mounzr/Efe)

Algunos otros conflictos estratégicos han emergido junto al despertar de las revoluciones árabes, entre ellos las revueltas de la juventud inglesa del verano del 2011, un serio cuestionamiento al Estado racista y represor y la austeridad económica. Todavía veremos otros fuertes movimientos contra la austeridad y la opresión económica, sobre todo en Grecia (desde antes del 2011), aunque también en España e Israel, así como la de los trabajadores de Wisconsin. En EE UU e Inglaterra, el movimiento Occupy de 2011-12 ha galvanizado una nueva generación de jóvenes radicales, muy notable en Oakland, California, donde han sido capaces de paralizar uno de los mayores puertos del mundo, por momentos conectados con las protestas por el asesinato del joven afronorteamericano Oscar Grant, perpetrado por un policía de tránsito local.

Pueden hacerse algunas críticas a estos movimientos sobre sus prácticas organizativas o sus posiciones políticas. En la exposición que sigue, sin embargo, me gustaría concentrarme en una orientación filosófica que ha influido en los movimientos radicales contemporáneos, centrado en la preocupación por las distintas nociones de resistencia.

II. Foucault y la resistencia

En la última década las corrientes de pensamiento post-estructuralista se han fusionado con los anarquistas o algunos elementos marxistas produciendo nuevas nociones de resistencia. Estas nociones incluyen, entre otras: resistencia al poder, al Estado, a la vigilancia, a la hegemonía cultural y al capital.

Sin duda, esto constituye un avance sobre otras formas de radicalismo intelectual -desde Althusser hasta Adorno- que privilegiaron la hegemonía hasta casi la exclusión del concepto de resistencia. Pero este avance ha tenido su precio, como discutiremos aquí.

Michel Foucault posa en Londres junto al conjunto de Los burgueses de Calais de Rodin (Foto: kaosenlared.org)

Sin embargo, antes de empezar debemos preguntarnos: ¿de dónde proviene el uso actual del término resistencia? No, aparentemente, de los movimientos de resistencia contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. Podemos, en cambio, rastrear el uso corriente del término en un origen más reciente: los escritos de Michel Foucault sobre poder y resistencia. Aunque este término no es muy utilizado por Foucault en sus primeros escritos, en 1976 ubica la resistencia al mismo nivel que el poder. A esa altura, él describe al poder como una “relación”, “no algo que se adquiera, arranque o comparta” (2). Esta noción de poder como relación seguramente fue acuñada teniendo en mente -y probablemente como un sustituto o superación del mismo- el concepto marxista del capital como una relación social, y no como una cosa.

Foucault afirma, además: “donde hay poder hay resistencia, y no obstante (o mejor: por lo mismo), ésta nunca está en posición de exterioridad respecto del poder (…). No pueden existir más que en función de una multiplicidad de puntos de resistencia (…). Respecto del poder no existe, pues, un lugar del Gran Rechazo -alma de la revuelta, foco de todas las rebeliones, ley pura del revolucionario. En cambio encontramos casos específicos de resistencia (…). Constituyen el otro término en las relaciones de poder; en ellas se inscriben como el irreducible elemento de enfrentamiento” (3).

Advirtamos -y volveré sobre esto más adelante- el ataque explícito de Foucault a la noción marcusiana de Gran Rechazo, uno de sus pocas confrontaciones directas con la teoría social de la Escuela de Frankfurt.

III. Crítica del concepto foucaultiano de resistencia

¿Por qué este concepto de resistencia ha reemplazado en gran medida a algunos precedentes como emancipaciónliberaciónsociedad libre de explotación/alienación, y otros similares, y a qué coste?

A nivel del activismo político, un coste obvio de adoptar o eventualmente ajustar este término está relacionado con el hecho de que no todas las formas de resistencia son equivalentes. ¿Es la resistencia al poder desde la derecha lo mismo que desde el marxismo o el anarquismo? ¿Es la resistencia al imperialismo de Occidente desde el fundamentalismo religioso lo mismo que desde los movimientos de liberación nacional? ¿Es la resistencia de la iglesia católica a las campañas oficiales de control de la natalidad en EEUU lo mismo que desde el movimiento obrero? ¿Son las fundamentalistas religiosas que ocuparon la Mezquita Roja en Islambad (Pakistán, 2007), con el fin de aniquilar la libre expresión, equivalentes a las feministas socialistas también de Pakistán como Malala Youzafrai, quien sufrió un intento de asesinato por causas similares? (4).

Foucault participa en una manifestación de apoyo a los trabajadores inmigrantes en 1973 (foto: contretemps.eu)

Este tipo de cuestiones subyacen al embarazoso apoyo de Foucault al liderazgo del Ayatollah Khomeini durante la Revolución Iraní de 1978-9, durante la cual desestimó las preocupaciones expresadas por las feministas iraníes. Al asumir el poder Khomeini en 1979, Foucault escribió sobre la resistencia islámica al imperialismo, después de referirse de forma burlona a nociones marxistas-leninistas del tipo “lucha de clases, destacamentos armados” por estar fuera de tiempo y lugar (5): “De tal manera, es cierto que como un movimiento islámico, puede encender la región, haciendo tambalear los regímenes más inestables y alborotar a los más sólidos. El Islam -que no es solamente una religión sino un modo de vida, la adhesión a una historia y a una civilización- tiene buenas posibilidades de convertirse en un barril de pólvora afectando a cientos de millones de personas. Desde ayer, todo Estado musulmán puede ser revolucionado desde su interior, basándose en sus tradiciones consagradas” (6).

Un segundo problema es que el concepto foucaultiano de resistencia carece de la noción de emancipación. Como John Holloway argumenta, “en el análisis de Foucault existe una inmensa multitud de resistencias que son esenciales al poder, pero no existe posibilidad de emancipación. La única posibilidad es una cambiante constelación de poder-y-resistencia sin fin” (7).

En su introducción a una selección de escritos de Marcuse, D. Kellner, C. Pierce y T. Lewis (2011) sostienen un argumento similar, en una vena más filosófica: “con el surgimiento del posmodernismo y el discurso del poder -en particular, Foucault y su crítica del Gran Rechazo-, se puso de moda el reemplazo de la revolución por la resistencia (o micro-resistencia). La resistencia es aquí interna al poder y en última instancia producida por el poder; por lo tanto, desafía al poder desde adentro”. Kellner y sus colegas continúan citando la crítica en la que S. Zizek dice que tal concepto de resistencia “no da lugar a la postura radical de la reestructuración del orden simbólico hegemónico, consumada en su totalidad”(8).

IV. El Gran Rechazo de Marcuse

¿Qué quiso expresar realmente Marcuse con su Gran Rechazo? En su libro El hombre unidimensional (1964), extensamente difundido en Francia durante los años previos a la publicación de Historia de la sexualidad de Foucault (1976), Marcuse ubicó la oposición revolucionaria al capitalismo moderno, no entre los sectores empleados de la clase obrera, sino entre los bohemios, los desempleados, y las minorías raciales, quienes desafiaban “las reglas del juego”:

“Sin embargo, bajo la base popular conservadora se encuentra el sustrato de los proscritos y los extraños, los explotados y los perseguidos de otras razas y de otros colores, los parados y los que no pueden ser empleados…… Así, su oposición es revolucionaria aún si su conciencia no lo es. Su oposición golpea al sistema desde el exterior y por lo tanto no es derrotada por el sistema…… La teoría crítica de la sociedad no posee conceptos que puedan tender un puente sobre el abismo entre el presente y su futuro; sin sostener ninguna promesa, ni tener ningún éxito, sigue siendo negativa. Así, quiere permanecer leal a aquellos que, sin esperanza, han dado y dan su vida al Gran Rechazo”(9).

Herbert Marcuse en la Universidad Libre de Berlín, 1967 (foto: Getty Images)

Por más que mucho de esto fuera expresado en un lenguaje de profundo pesimismo sobre las perspectivas futuras de la humanidad, está claro que la visión revolucionaria de Marcuse incluía la necesidad de una completa abolición de las relaciones capitalistas, de la clase social sobre las que se basan y sus nocivos subproductos, desde el militarismo hasta el embrutecedor conformismo de la sociedad de consumo. En resumen, él veía la necesidad de una revolución total, por más improbable que pudiera parecer su posibilidad histórica.

El principal  desacuerdo entre Marcuse y Foucault fue el siguiente: a menos que esas formas de resistencia se transformasen en formas de emancipación, ligadas a una visión de nuevas relaciones humanas, serían la fundación y el logro de poco o nada más que ese gesto de Gran Rechazo.

En gran parte, el Gran Rechazo marcusiano estuvo basado en la noción hegeliana de negatividad, de absoluta negatividad, donde se construye lo positivo al tiempo que lo viejo está siendo negado. Esto es, desde luego, lo que Marx afirmó en los Manuscritos cuando calificó a la negatividad de “principio motor y generador” de la filosofía de Hegel (10).

Pero el Gran Rechazo marcusiano también nos trae ecos del “deber ser” kantiano, donde lo normativo y lo descriptivo son separados radicalmente. Esto puede verse en la bastante abstracta crítica kantiana de la guerra. Donde los absolutos hegelianos son concretos, en el sentido de ligarse a reales posibilidades en un mundo dado, Kant fue más abstracto, por ejemplo con panaceas como la Paz Perpetua, que aconsejaba a las naciones en guerra desde su pedestal filosófico, sin señalar ninguna fuerza social concreta capaz de llevar a cabo semejante transformación.

El grito generalizado contra la injusticia y la opresión con el que Holloway comienza Cambiar el mundo sin tomar el poder también padece de algunos de estos problemas, como cuando afirma: “La pérdida de la esperanza en la posibilidad de una sociedad más humana no es resultado de que las personas estén ciegas a los horrores del capitalismo, es, simplemente, que parece no haber ningún otro lugar adonde ir, ninguna otredad a la que volverse…… Entonces, quizás no deberíamos abandonar nuestra negatividad sino que, por el contrario, deberíamos intentar teorizar el mundo desde la perspectiva del grito” (11).

V. Dunayevskaya, Marcuse y Foucault

Visto desde la óptica foucaultiana de la interminable constelación de poder-resistencia-poder, el Gran Rechazo de Marcuse guarda ciertas similitudes con la crítica del marxismo del siglo XX articulada por mi mentora, la filósofa marxista-humanista Raya Dunayevskaya:

“Sin dicha visión de nuevas revoluciones, un nuevo individuo, un nuevo universal, una nueva sociedad, ni nuevas relaciones humanas”, y “sin una filosofía de la revolución, el activismo se agota en el mero antiimperialismo y anticapitalismo, sin nunca revelar su razón de ser” (12).

Dunayevskaya además conceptualizó algunos grupos y fuerzas sociales de oposición -el activismo sindical, la juventud, el feminismo radical, los afrodescendientes y otras minorías raciales, y los movimientos tercermundistas -que podrían ser, autoorganizados y en unidad, lo suficientemente poderosos para dar vida a la aspiración por una nueva sociedad. En contraste, la política emancipatoria de Marcuse en la forma del Gran Rechazo continuó representando más bien una actitud existencial, carente de una seria posibilidad de realización a causa de su forma de negación, indeterminada antes que determinada o específica (13).

Raya Dunayevskaya con Natalia Sedova Trotsky en México, 1938 (foto: newsandletters.org)

Por otro lado, al llevar su Gran Rechazo a tan alto nivel de indeterminación, Marcuse -así como el marxismo emancipatorio de los años 60 más generalmente- quedó expuesto a las críticas de Foucault y otras similares. De acuerdo con Foucault, el Gran Rechazo fue un montón de aire caliente mezclado con nobles sentimientos, como se ha visto en muchos pronunciamientos de filósofos radicales como Jean Paul Sartre. Para Foucault, dichos filósofos siempre están dispuestos a asumir una posición, pero no a realizar la labor intelectual necesaria para desarrollar realmente el conocimiento. Recordemos la evocación foucaultiana del intelectual específico antes que el generalista (como Sartre), algo que él practicó durante su trabajo de apoyo a los presos durante los años 70, durante los cuales llevó a cabo la investigación que redundaría en su influyente libro Vigilar y castigar. Desde luego, dicho libro también contenía muchas limitaciones, especialmente la subestimación de las corrientes emancipatorias que atravesaron el sistema penitenciario occidental durante los años 70, como se demostró dramáticamente en el levantamiento de la prisión de Attica del año 1971.

VI. Marx y los concretos universales: La dialéctica de etnia y clase

¿Puede la obra de Marx -y la de Hegel, su mentor filosófico- ayudarnos a resolver el acertijo que nos ha dejado Foucault, así como Marcuse y Halloway? ¿Puede acaso proveernos universales emancipatorios que sean verdaderamente concretos? Y aunque sea éste el caso, ¿sus universales todavía hoy podrían interpelarnos, podrían todavía guiar nuestra práctica?

Como afirmo en mi último libro, Marx at the Margins (14), la crítica marxista del capital era a la vez global y local, universal y particular. Durante cuatro décadas, Marx examinó la relación de la raza, la etnia y el nacionalismo con la revolución, particularmente en Polonia y en la Guerra Civil norteamericana, y en Irlanda. Estos escritos desmienten la idea de que la conceptualización marxista de la modernidad capitalista constituye una gran narrativa totalizante, en la cual son subsumidas las categorías de raza, etnia y nación.

Tomemos, por ejemplo, sus escritos sobre Irlanda de 1869-70, donde se conecta clase con nacionalismo, raza y etnia -un debate que había comenzado con sus escritos sobre Polonia y la Guerra Civil estadounidense. En el seno de la Primera. Internacional, Irlanda fue una de las principales causas de la ruptura con el anarquista Miguel Bakunin, quien no quería que la Internacional se viera envuelta en asuntos no clasistas, como la defensa de los presos políticos irlandeses. Por su parte, Marx pensaba que este asunto estaba íntimamente conectado con la lucha de clases en Gran Bretaña. Todo esto lo condujo a importantes reflexiones teóicas.

Hacia 1870, Marx veía la profunda ligazón de la lucha independentista irlandesa con la lucha de los trabajadores británicos contra el capital. Esto se ve en la “Comunicación confidencial” de marzo de 1870, una réplica a Bakunin que escribió en nombre del Concejo General de la Internacional. La conciencia de la clase trabajadora inglesa, escribió Marx, era atenuada por el prejuicio anti-irlandés, en una dinámica similar al racismo blanco en los EEUU:

“El obrero medio inglés odia al irlandés, al que considera un rival que hace que bajen los salarios y su standard of life (…). Lo mira casi como los blancos pobres de los estados meridionales de Norteamérica miraban a los esclavos negros. La burguesía fomenta y conserva artificialmente este antagonismo entre los proletarios dentro de Inglaterra misma. Sabe que en esta escisión del proletariado reside el auténtico secreto del mantenimiento de su poderío.” (15).

Militares británicos reprimen una manifestación en Irlanda (imagen: irishmetabolicrifts.com)

Además, la lucha independentista irlandesa, escribió en su réplica a Bakunin, podría convertirse en la “palanca” que podría desafiar al capitalismo inglés y, por tanto, global como parte de una lucha revolucionaria internacional:

“La iniciativa revolucionaria partirá, sin duda, de Francia, pero sólo Inglaterra podrá servir de palanca para una revolución económica seria (…). Es el único país en el que la forma capitalista, es decir, la agrupación del trabajo en vasta escala bajo el poder de patronos capitalistas se ha extendido casi a toda la producción…… Los ingleses poseen todas las premisas materiales necesarias para la revolución social. Lo que les falta es espíritu de generalización y fervor revolucionario. Sólo el Consejo General está en condiciones de remediarlo y acelerar de este modo el movimiento auténticamente revolucionario en este país y, por consiguiente, en todas partes…… Si bien Inglaterra es el baluarte de los grandes propietarios de tierra y del capitalismo europeo, el único punto en el que se le puede asestar un duro golpe a la Inglaterra oficial es Irlanda” (16).

La última afirmación sobre los terratenientes está referida al campesinado revolucionario irlandés. Su oposición al sistema era acrecentada por la cuestión nacional, ya que la clase terrateniente en Irlanda era en su gran mayoría británica, no irlandesa. Irlanda era además donde la aristocracia terrateniente, parte de la clase dirigente inglesa junto al capitalismo industrial, tenía importantes propiedades. Es de destacar que ese período fue además marcado por el surgimiento del fenianismo, un movimiento nacionalista revolucionario con un fuerte componente clasista enfrentado tanto a los terratenientes irlandeses como a los ingleses.

VII. Marx: Fuerzas productivas y tiempo libre

Por supuesto, el núcleo de los trabajos de Marx examinaba las relaciones capitalistas y su superación, no la emancipación nacional. Después de todo, este fue el centro de sus argumentos sobre el trabajo en Irlanda e Inglaterra, sobre la emancipación nacional irlandesa y sobre la revolución de la clase obrera inglesa (ambas potenciales por supuesto). Todo esto se apoya en las conquistas de la era capitalista, sobre todo el monopolio de las fuerzas productivas. Como desarrolló extensamente en los Grundrisse, estas nuevas fuerzas productivas crearon la posibilidad de tiempo libre creativo para todos en lugar del trabajo embrutecedor, siempre y cuando el capitalismo pudiera ser superado:

“La creación de mucho tiempo disponible -aparte del tiempo de trabajo necesario- para la sociedad en general, y para cada miembro de la misma (esto es, margen del desarrollo de todas las fuerzas productivas del individuo y por ende también de la sociedad), esta creación de tiempo de no trabajo, se presenta desde el punto de vista del capital, al igual que en todos los estudios precedentes, como también de no trabajo o tiempo libre (sólo) para algunos. El capital, por añadidura, aumenta el tiempo de plustrabajo de la masa mediante todos los recursos del arte y de la ciencia (…). De esta forma, a pesar de sí mismo, es útil para la creación de los medios de tiempo social disponible, para reducir a un mínimo decreciente el tiempo de trabajo de toda la sociedad y así, volver libre el tiempo de todos para el propio desarrollo de los mismos.” (17).

Eventualmente, sostuvo Marx, este potencial no realizado desafiaría por sí mismo al capitalismo, y los obreros se movilizarían para derribarlo: “Una vez que lo haga……el desarrollo de la fuerza productiva social será tan rápido que…….crecerá el tiempo disponible de todos. Ya que la riqueza real es la fuerza productiva desarrollada de todos los individuos. Ya no es entonces, en modo alguno, el tiempo de trabajo, la medida de la riqueza, sino el tiempo disponible” (18).

Para Marx, no obstante, este doloroso camino a través del modo capitalista de producción no necesariamente tendría que ser transitado por todas las sociedades, ya que sólo algunas entre las más avanzadas habían desarrollado dichas fuerzas productivas, si bien en medio de toda la explotación y alienación del capitalismo.

VIII. Marx: Los múltiples caminos del desarrollo y de la revolución

Al final de su vida, Marx examinó el asunto de si acaso Rusia y las sociedades agrarias de Asia estarían destinadas inevitablemente a modernizarse a la manera capitalista occidental. En su conocida carta a la revolucionaria rusa Vera Zasulich de 1881, concluyó que eran posibles caminos alternativos de desarrollo. Basó su juicio en gran parte en las marcadas diferencias entre la estructura social del campo ruso (y frecuentemente sus contrapartes asiáticos), con su propiedad comunal y relaciones de producción, y el campo bajo el feudalismo en Europa occidental, con sus relaciones sociales algo más individualizadas. También agregó que sus recientes estudios de la sociedad rusa “me han convencido de que la comuna es el punto de apoyo para la regeneración social de Rusia” (19). En el prólogo a la edición rusa de 1882 del Manifiesto Comunista, Marx y Engels sugirieron que un levantamiento provocado por esas formaciones comunales en Rusia podría ser el puntapié inicial de una revolución comunista mundial, si dicho movimiento se conectara con uno similar en territorio del capitalismo occidental.

Vera Zasulich (foto: El Viejo Topo)

Por otro lado, Marx elaboró un aspecto filosófico clave durante una de sus reflexiones, que desafía la acusación posmodernista (de F. Lyotard y otros) de que su trabajo constituyera una gran narrativa más, o una totalidad en la cual quedaran subsumidas todas las particularidades. Esto también es relevante en lo que respecta al planteamiento foucaultiano de casos específicos de resistencia contra un holístico Gran Rechazo. Este es un punto que nos conduce nuevamente, tanto a la diferencia con el abstracto universal a la manera kantiana como al tipo hegeliano del universal concreto.

En una carta de 1877 en respuesta a una crítica a El Capital por unilateral del escritor ruso N. K. Mikhailovsky, Marx se defendió de su acusación, según la cual Rusia debería seguir el mismo camino que Inglaterra, haciendo progresar primero sus fuerzas productivas y sólo después podría contemplar la posibilidad de la verdadera emancipación, de una sociedad socialista. En respuesta a sus críticos, y al torpe intento de su mentor Mikhailovsky de defenderlos, atribuyéndole la autoría de una teoría simplemente formalista, Marx negó explícitamente que hubiera desarrollado “una teoría histórico-filosófica sobre la evolución general, fatalmente impuesta a todos los pueblos…” (20). Esto además modificó su posición en los escritos de 1853 para el New York Tribune sobre India, donde implícitamente apoyaba al colonialismo británico como una etapa necesaria en la modernización de Asia, una posición que él y Engels también tomaron con respecto a China en el Manifiesto Comunista (1848).

Reunión de militantes populistas rusos (óleo de Ilya Efimovich Repin)

De este modo, en la década de 1880 Marx no solamente estaba teorizando de manera muy concreta sobre las posibilidades revolucionarias de Rusia en toda su especificidad, mientras ligaba al mismo tiempo el movimiento revolucionario ruso -basado en el campesinado- con el movimiento radical de los obreros occidentales. Además, lo estaba esbozando filosóficamente al desechar explícitamente la necesidad imperiosa de “una teoría histórico-filosófica sobre la evolución general, fatalmente impuesta a todos los pueblos” (21).

IX. Los universales concretos de Hegel

Todo esto estaba basado en el lado más crítico y revolucionario del legado hegeliano, no en sus textos más conservadores como Filosofía del Derecho o Filosofía de la Historia, sino en los más abstractos como Fenomenología del Espíritu, la Ciencia de la Lógica, y Filosofía del Espíritu. Como observó Raya Dunayevskaya: “Precisamente donde Hegel parece más abstracto, donde parece cerrar totalmente las puertas al movimiento general de la historia, allí deja entrar la savia de la dialéctica: la negatividad absoluta.” (22).

Pero como Marx, Hegel también evitó los universales abstractos de tipo kantiano; de hecho, los criticó severamente. Es famoso su ataque a la universalidad abstracta, ejemplificada por “una noche en la cual, como dice el dicho, todas las ovejas son negras” (23). El dardo hegeliano iba dirigido directamente hacia todas las versiones de la razón iluminista que él consideraba demasiado formalistas, las cuales conceptualizaban la experiencia humana por la vía de categorías que descuidaban las particularidades históricas y culturales. En resumen, lo particular estaría siendo engullido por lo universal.

Hegel con sus alumnos (imagen: litografía de Franz Kugler, wikimedia commons)

Al mismo tiempo, los particulares hegelianos con frecuencia apuntan en dirección a lo universal. Así, el esclavo desarrolla una “opinión sobre sí mismo” en su famosa reflexión sobre el amo y el esclavo en la Fenomenología, lo que significa un gran paso en el desarrollo de la conciencia humana, parte del camino hacia la negatividad absoluta. Al mismo tiempo, el voluntarismo autosatisfecho y el exagerado sentido de importancia del amo constituyen un callejón sin salida en la misma ruta hacia la emancipación de dicha conciencia.

Por otra parte, de acuerdo con Hegel, lo universal puede algunas veces ejercer presión sobre lo particular, empujándolo hacia la emancipación universal. Este no es un proceso fácil, y conlleva marchas y contramarchas. Algunos de ellos son gigantescos fracasos, el Terror bajo la revolución Francesa por ejemplo el cual, según Hegel, devoró dicha revolución a causa de su intento de saltar con rapidez a la libertad absoluta. Aquí, Hegel nos brinda una crítica avant la lettre del totalitarismo moderno con sus juicios espectaculares y purgas, desde la Rusia de Stalin hasta la Alemania nazi y la China de Mao.

C.L.R. James con Raya Dunayevskaya y Grace Lee Boggs en la década de los 40 (foto: Abayomi Azikiwe en flickr)

El influjo de lo universal, de la futura emancipación siempre está ahí, aun si por momentos se encuentra sumergida, oculta bajo la superficie de la sociedad. Por ejemplo, en algún punto -en una declaración que enfurece a empiristas y realistas- Hegel escribe que “el hecho es, antes de que exista” (24). C. L. R. James posteriormente lo expresó con términos marxistas en su famosa expresión: “el futuro está en el presente” (25).

X. Marx y la emancipación humana

El universal concreto de Hegel está indudablemente relacionado con el concepto marxista de la emancipación humana. En 1859 Marx describió al capitalismo, simplemente, como una parte de la “prehistoria de la sociedad humana” (26). Esto claramente se apoya en el concepto de socialismo, y de la emancipación del trabajo. Este tema puede encontrarse a lo largo de toda su obra, y en su obra de juventud La ideología alemana (en coautoría con Engels), con su visión de la vida en el comunismo como aquella donde el individuo podrá desarrollar tanto el trabajo intelectual como el manual, procurando su comida a la vez que filosofando. Esto marca también las teorizaciones maduras de su Crítica al Programa de Gotha (1875) sobre la superación de “la antítesis entre trabajo manual y el trabajo intelectual” (27).

Marx hace alusión a esta noción de una emancipación completa de la existencia humana no sólo en varios textos cortos, sino además a lo largo de sus trabajos principales de crítica de la economía política, desde los Grundrisse hasta El Capital, como Peter Hudis ha expuesto en su Marx’s Concept of the Alternative to Capitalism. En los Grundisse, Marx escribió:

“…si se despoja a la riqueza de su limitada forma burguesa, ¿qué es la riqueza sino la universalidad de las necesidades, capacidades, goces, fuerzas productivas, etc., de los individuos, creada en el intercambio universal? ¿(Qué, sino) el desarrollo pleno del dominio humano sobre las fuerzas naturales, tanto las de la así llamada naturaleza como sobre su propia naturaleza? ¿(Qué, sino) la elaboración absoluta de sus disposiciones creadoras sin otro presupuesto que el desarrollo histórico previo, que convierte en objetivo a esta plenitud total del desarrollo de todas las fuerzas humanas, que en cuanto tales, no medidas con un patrón preestablecido? ¿(Qué, sino una elaboración como resultado de la cual el hombre no se reproduce en su carácter determinado sino que produce su plenitud total? ¿(Como resultado de) la cual no busca permanecer como algo devenido sino que está en el movimiento absoluto del devenir?” (28)

Combatientes de la Commune (imagen; humanite.fr)

Una década después, en El Capital, Marx elaboró su concepto del fetichismo de la mercancía, según el cual las relaciones humanas son equivalentes a las relaciones entre las cosas, totalmente objetivadas e instrumentalizadas. Para ser exactos, es una óptica distorsionada, pero también es en parte una realidad que, bajo el capitalismo, eso es “lo que son realmente” las relaciones humanas. Un pasaje escalofriante… Y mientras Marx contrapone el sutil, encubierto fetichismo de la mercancía con la brutal dominación del feudalismo sobre el campesinado, mayormente la comparación es con la aún no nacida sociedad, que está en todo caso preñada con el capitalismo en su interior. Aquí es donde el velo del fetiche que oculta la realidad de las relaciones sociales es barrido por la auto-organización de la clase trabajadora: “La figura del proceso social de vida…… solo perderá su místico velo neblinoso cuando, como producto de hombres libremente asociados, estos la hayan sometido a su control planificado y consciente” (29). Esto requiere un “fundamento material” que se ha desarrollado a través de un largo y doloroso proceso, durante muchos siglos (p.173).

Trabajo libre y asociado es también el término que utilizó Marx para describir la Comuna de París (1871) en La guerra civil en Francia. Allí afirmó que la Comuna constituyó “la forma política más avanzada descubierta bajo la cual conseguir la emancipación económica del trabajo” (30). Del mismo modo, tan pronto como en 1843, escribió sobre la diferencia entre la emancipación meramente política y la completa emancipación humana: “la emancipación política representa un gran progreso y, aunque no sea la forma última de la emancipación humana en general, sí es la forma última de la emancipación humana dentro del orden del mundo actual” (31); (32); (33).

Les hommes de la imagen:Commune L’Illustration, journal universel, 15 de julio de 1871)

Este dialéctico y prefigurativo punto de vista está muy lejos del concepto foucaultiano de pluralidad de resistencias, un concepto que impide plantear la visión de un futuro en el cual dichas resistencias podrían ya no ser necesarias.

Para ser exactos, Marx mencionó el término resistencia de vez en cuando, por ejemplo, en su descripción de la lucha de los trabajadores contra las voraces pretensiones del capital, por la disminución de las horas de trabajo: “No bien la clase obrera, aturdida por el estruendo de la producción, recobró el conocimiento, comenzó su resistencia, y en primer lugar en el país natal de la gran industria, Inglaterra” (34). Pero él lo ligaba a un más amplio concepto de la emancipación humana.

Incluso Holloway, uno de los críticos más incisivos desde la izquierda a Foucault, falló en el momento de desarrollar completamente dicho futuro de emancipación a un nivel filosófico, basado como está en una forma de negatividad dialéctica, la de T. Adorno, en la cual lo positivo al interior de lo negativo es dejado de lado, si no abiertamente rechazado. Como escribieron Arvind Gosh y Peter Hudis:

Lo que Holloway falla en discriminar, de todos modos, es que para Marx la mera negatividad no supera por sí misma el fetichismo de la mercancía. En el primer capítulo de El Capital no dice que el embrujo del fetichismo de la mercancía pueda ser roto simplemente a través de la ´resistencia cotidiana´ o la pura negatividad. En cambio, dice que dicho embrujo es roto cuando tenemos ´a cambio, la mancomunidad de individuos libremente asociados´”(35). Esto señala la limitación de la noción del grito de Holloway, como se ha mencionado más arriba.

John Holloway en 2014 (foto: eldiario.es)
XI. Conclusiones

1. Las teorías de la resistencia basadas en Foucault, además de otras discusiones contemporáneas, exhiben serios problemas, entre ellos nociones de resistencia que fallan en distinguir entre diferentes tipos de resistencia al poder, ya sean reaccionarios o emancipatorios.

2. Otro problema es que la noción de resistencia a menudo implica una serie de circularidad o permanencia de resistencia -y de poder- que obstruye la posibilidad de una trascendencia del capital y del Estado de una manera positiva, emancipatoria.

3. El Gran Rechazo de Marcuse, que Foucault atacó injustamente, es un ejemplo clave de política verdaderamente emancipatoria. Al mismo tiempo, sin embargo, el Gran Rechazo es demasiado abstracto, con vestigios del formalismo kantiano, proporcionando así una brecha para el tipo de críticas formuladas por Foucault.

4. Un regreso a Marx posteriormente a estos debates entre resistencia y emancipación demuestra que su dialéctica general -arraigada en Hegel- no es la de un universalismo abstracto, sino que contiene espacio suficiente para abarcar las especificidades de nación, etnia y raza, asuntos sobre los cuales él hizo contribuciones importantes y originales. La teorización de Marx sobre raza, etnicidad y nacionalismo en relación con clase y revolución permanece muy relevante en la actualidad, como puede verse por ejemplo en las revueltas de la juventud británica de 2011.

5. Especialmente en sus últimos escritos, Marx teorizó sobre modos autóctonos de oposición al capital y su necesidad de conectarse con las clases trabajadoras de los sectores más desarrollados tecnológicamente (y viceversa). La persistencia de estos asuntos puede ser observada principalmente hoy en algunas partes de América Latina, como Bolivia.

6. Por último, el proyecto intelectual de Marx en conjunto es guiado por la visión futura de una sociedad emancipada. Este es el punto de vista desde el cual evaluaba, criticaba, y basó sus intentos de trascender la sociedad capitalista.

Michel Foucault (foto: milestonesjournal.com)

  • Kevin B. Anderson es profesor en la Universidad de California, Santa Bárbara, y autor de varias obras, entre ellas Marx at the margins: On Nationalism, Ethbicity and Non-Western Societies.

Traducción para viento sur: José Saraví

Notas
  1. Anderson, K. (2012) “Year Two of the Arab Revolutions”, Logos Journal11:4.
  2. Foucault, M. (2014), Historia de la sexualidad vol.1. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p. 116.
  3. Op. cit., pp 116/17.
  4. Weinberg, B. (2012). “Will American Left Betray Heroine Malala Yousafzay?”, World War 4 Report, 12710/2012 http://www.ww4report.com/node/11487.
  5. AfaryJ. y Anderson K.(2005) Foucault and the Iranian Revolution, Chicago: University of Chicago Press, p. 239.
  6. Op. cit., p. 241.
  7. Holloway, J. (2002) Cambiar el mundo sin tomar el poder, Chile-Argentina: Editorial Herramienta, p. 45.
  8. Introducción a Marcuse, Psychoanalysis and Emancipation, Nueva York: Routledge, 2011, p. 63.
  9. Marcuse, H. El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta – Agostini, 1985, pp 285/6.
  10. Marx, K. (1978) En Fromm (comp.) Marx y su concepto del hombre. México: Fondo de Cultura Económica, p. 183.
  11. Holloway, J. Op. cit., p 13.
  12. Dunayevskaya, R. .http://rosalux.org.mx/sites/default/files/node_gallery/rosa_luxemburgo_por_dunayevskaya.pdf, p. 397.
  13. Sobre la ausencia de un concepto de negación determinada en el pensamiento de Marcuse, ver Kellner, H. Herbert Marcuse and the Crisis of Marxism, Berkeley: University of California Press, 1984.
  14. Anderson, K. (2010) Marx at the Margins: On Nationalism, Ethnicity and Non-Western Societies. Chicago: University of Chicago Press. (Disponible en Internet).
  15. Marx, K. Extracto de una comunicación confidencial,http://www.marxists.org/espanol/m-e/i870s/educ70s.htm.
  16. Marx, K. y Engels, F.Op.cit.
  17. Marx, K. Grundrisse. México, Siglo XXI Editorial, pp 231/2.
  18. Marx, K. Op. cit., pp 231/2
  19. Marx, K. (1990), “Borradores de una respuesta”. En T. Shanin (ed.), El Marx tardío y la vía rusa, Madrid: Editorial Revolución, p.160.
  20. Marx, K. Op. cit., p. 174.
  21. Marx, K. Op. cit., p. 174.
  22. Dunayevskaya, R. https://desarmandolacultura.files.wordpress.com/2018/04/dunayevskaya-raya-filosofia-y-revolucion-de-hegel-a-marx-y-de-sartre-a-mao.pdf., p. 44.
  23. Hegel, G. (1992) Fenomenología del Espíritu, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, p. 15.
  24. Hegel, G., Ciencia de la Lógica vol. 2.
  25. James, C. L. R. (1980), “Dialectical Materialism and the Fate of Humanity”. Spheres of Existence: Selected Writings, Londres: Alison & Busby, p. 79.
  26. Marx, K. (2014),“Crítica del Programa de Gotha”, Antología. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, p. 346.
  27. Hudis, P. Marx´s Concept of the Alternative to Capitalism (Leiden: Brill, 2012).
  28. Marx, K. Grundrisse vol. I, pp 447/448.
  29. Marx, K. (2012)El Capital, vol. I, Buenos Aires: Siglo XXI Editores, p. 97.
  30. Marx, K. La Guerra civil en Francia. Disponible en:marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/guer.htm.
  31. Marx, K. (2014) “Sobre la cuestión judía”. Antología, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p. 36.
  32. Comninel, G. “Emancipation in Marx´s Early Work”, en Marx for Today, ed.:Musto, M, Nueva York: Routledge, 2012, pp 73-91
  33. En mi libro Marx at themargins he reflexionado sobre las limitaciones en la caracterización de los judíos y el judaísmo contenidos en el ensayo de Marx.
  34. Marx, K. (2017) El Capital, vol. I, p. 345.
  35. «Can We Change the World without Taking Power?» Open Space Forum (India), 19 de octubre de 2005. http://www.openspaceforum.net/twiki/tiki-read_article.php?articleId:49). Gosh, A. y Hudis, P.

Fuente:  https://conversacionsobrehistoria.info/2020/06/25/resistencia-vs-emancipacion-foucault-marcuse-marx-y-la-actualidad/

Fuente original: Viento Sur 30/05/2020

Portada: marxandphilosophy.org.uk

Imágenes: Conversación sobre la Historia
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La sal de la tierra

Por: Daniel Seixo

 

«La política es la consagración del oportunismo de los que tienen medios y recursos. La revolución abre paso al mérito verdadero, a los que tienen valor e ideal sincero, a los que exponen el pecho descubierto y toman en la mano el estandarte. A un partido revolucionario debe corresponder una dirigencia revolucionaria, joven y de origen popular»

Fidel Castro

«Nuestra tarea es la crítica despiadada y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos.«

Karl Marx

Rápido, en corto y al pie: si te molesta todo aquello que se asemeja a un obrero, lo tuyo no es el marxismo. De igual modo que si desde la sólida atalaya de tu masculinidad continuamente pretendes dar lecciones vitales a las compañeras, lo tuyo quizás tampoco sea el feminismo. Puede que creas saber lo que es el marxismo, puede incluso que tu librería esté llena de autores comunistas y que en tu entorno laboral se te identifique como tal entre quienes a su vez consideran a Pedro Sánchez o Manuela Carmena símbolos del rojerio patrio, pero cualquier socialista de puño y no de rosa, sabe perfectamente que en los platós de televisión la autoridad para hablar de estas cosas brilla desde hace mucho tiempo por su ausencia.

Seamos sinceros, ninguna corporación se pelea por contar entre sus colaboradores con un comunista. Y si bien está feo llevar cualquier debate al terreno personal o a las conversaciones privadas para intentar desacreditar a compañeros y compañeras con supuestas peticiones de colaboración y así lograr circunscribirlo todo a una mera batalla de egos, una vez inmersos en esa lógica de pura escalera profesional y baile de favores, bien haríamos todos en preguntarnos como resulta posible que el sujeto revolucionario en la actualidad, nos venga precisamente dado desde el camerino contiguo al de Eduardo Inda, Paco Marhuenda, Juan Ramón Rallo, María Claver y demás fauna del sainete mediático del sistema.

La clase compañeros y compañeras, la clase es lo que nos une, lo que nos representa

El marxismo y el feminismo, van mucho más allá de las puntuales disputas surgidas al albor de una legislatura política en nuestra democracia. Pretender por tanto enmarcar el actual debate acerca de la “Proposición de Ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género» a una mera disputa entre Carmen Calvo y Podemos o analizar la deriva líquida de la pseudoizquierda parlamentaria desde una disputa circunscrita a nuestras fronteras, solo puede ser interpretado como algo digno de una persona muy inocente o que pretende tomarnos a todos por idiotas. Y eso mismo creo que es una duda que nos asalta a muchos desde hace ya bastante tiempo en relación con todo aquel totum revolutum político, periodístico y cultural surgido tras el 15M y los Indignados, ¿son en realidad tan inocentes políticamente hablando o por el contrario pretenden tomarnos por idiotas?

Pasado un tiempo prudencial, yo me decanto poco a poco, pero decididamente, por lo segundo. Entre otras cosas porque el pecado original de la inocencia en la izquierda, en nuestro estado y en mi familia, hace tiempo lo pagamos con Isidoro. No estamos para nuevas aventuras a la desesperada que terminan con yates que sustituyen chaquetas de pana, votos para tapar los crímenes de estado, actitudes «parlamentarias» que escupen en la cara al movimiento obrero y demás parafernalias partidistas que huelen a naftalina hasta que oportunamente cada cuatro años se renuevan para pedirnos de nuevo nuestra confianza. Ese partidismo propio de las democracias burguesas entre los que venimos de familias obreras nos hastía y nos aterra, no en vano en pocas décadas hemos pasado de ver al parlamentarismo como una mera herramienta con la que profundizar en una revolución necesaria y urgente, a verlo como un fin en sí mismo. De Allende a Errejón y toda esa secta de influencers y analistas carroñeros salidos de un maldito despacho a otro, sin que apenas les haya alcanzado la luz del sol.

Todo esto se basa en la desesperada estrategia del Tío Tom del capitalismo por ser aceptado en el sistema pese a sus claras diferencias de cuna con la clase dominante

Pero centrémonos, no hablemos de su libro que han dado sobrada muestra de ser expertos en conseguir publicidad gratuita de nuestra rabia y nuestra razón. Si uno no es capaz de diferencias los pilares neoliberales tras la Teoría queer, perdónenme señores, pero al tonto ya lo tenemos en frente, ahora solo nos falta conocer su utilidad para la izquierda, ya que su labor en las trincheras reaccionarias hace tiempo nos ha quedado clara en la figura del quintacolumnismo. Bien sea decidido por convicción, estilo de vida o mera torpeza intelectual.

El feminismo no podrá nunca compartir sujeto, base teórica, y lo que es más importante, agenda, con todos aquellos que pretenden sustituir su largo historial de lucha política contra la opresión patriarcal por un baile estridente de interpretaciones idealistas de la realidad. Y por tanto, no nos confundamos, ni pretendamos confundir al público que nos conocemos: la tesis de que las feministas críticas con las leyes de identidad caen en la transfobia por negarse a aceptar la imposición de una realidad social basada en la identidad individual y líquida del género, es un auténtico despropósito. Aquellos que pretenden sustituir el sexo biológico por estereotipos patriarcales de género, son tan ajenos a la agenda feminista como lo son al marxismo aquellos que en nuestros días únicamente quieren modular y afinar las dinámicas de explotación capitalista para complacer a un creciente mercado de identidades. Cierto es que compartimos una misma capacidad para identificar ciertas dinámicas de una misma estructura de opresión, pero mientras ustedes pretenden reformar el sufrimiento y la injusticia, otros aspiramos a romper la rueda de un sistema inhumano y cruel. Permítannos por tanto recibir escasas lecciones sobre el sujeto de nuestra lucha por parte de aquellos que si bien pueden compartir cierto recorrido con nosotros, nadie lo niega, ni mucho menos se dirigen al mismo destino.

Y todo esto va mucho más allá de Amelia Valcárcel, Laura Freixas, Alicia Miyares, Irene Montero o el propio equipo de gobierno al completo con su séquito de asesores. Estamos hablando de ideología y de la historia de nuestras sociedades, hablamos por tanto de un conocimiento y una experiencia acumulada por generaciones de trabajadores y trabajadoras que a través de su sudor, pero también sus obras teóricas, nos han legado una guía intelectual y material con la que poder interpretar nuestras sociedades y enfrentarnos así a situaciones que ellos han vivido en su propia piel. Nadie en su sano juicio ha discutido en momento alguno que todo esto se trata de una lucha por el poder, hay que ser un jodido majadero para negar esto, pero si lo que se pretende es centrar esa lucha en un despacho de la Moncloa y no extrapolarla al conflicto de clase y su agudización en una sociedad en la que la precariedad, el paro, el hambre y la extrema pobreza se incrementan en dimensiones solo equiparables al lujo y el despilfarro de una burguesía a cada paso más dominante y concentrada, entonces seré yo mismo el primero en señalar la clara traición a la clase obrera y lo innecesario para ella de un ego tan desproporcionado que se muestra incapaz de ver la realidad de los barrios a los que dice representar, quizás deslumbrado por los focos de las tertulias y las batallas políticas de medio pelo que al común de los proletarios, con perdón, nos importan una mierda.

El marxismo y el feminismo, van mucho más allá de las puntuales disputas surgidas al albor de una legislatura política en nuestra democracia

La clase compañeros y compañeras, la clase es lo que nos une, lo que nos representa. La clase social es lo que llevas a cuestas cuando el primer día de clase tus zapatillas no son como las de tus compañeros, lo que te impide entrar en ese club nuevo en el que se encuentra una chica o un chico que ni repara en tu presencia, es por lo que las noches se hacen eternas el día antes de que se termine el paro, el aire que se respira en tu barrio, literalmente el sabor de las tapas de tu bar de referencia, el trasfondo de las conversaciones con amigos, las dudas y los temores por el futuro, las necesidades y también las alegrías en el estadio o en la calle cuando los antidisturbios no pudieron avanzar hasta la entrada de la fábrica o el jefe se quedó con un palmo de narices ante la unidad de la empresa. La clase lo es todo, pero esto no está reñido con que a la clase social la atraviesen otras discriminaciones y otros componentes sociales como la raza, el sexo o nuestra orientación sexual.  Pero os lo aseguro, no es lo mismo ser homosexual o negro en el palco del Bernabéu que en el bar de la esquina de nuestros barrios. Y esa, la amenaza de capitalizar bajo un mismo mercado identitario esas tan distantes diferencias, es la amenaza que debemos tener en estos momentos presente.

Todo esto se basa en la desesperada estrategia del Tío Tom del capitalismo por ser aceptado en el sistema pese a sus claras diferencias de cuna con la clase dominante. El marxismo no es una idea fija gravada en piedra, cierto, pero tampoco se trata de un Gin tonic en copa de balón que aderezar con cualquier cosa que se nos pase por la cabeza para intentar transformar lo que viene siendo una bebida espirituosa y un momento de esparcimiento en un mero símbolo de nuestras ambiciones y nuestro estatus deseado. La estrategia para transformar el sujeto revolucionario en un mural de Greta Thunberg entrelazando los brazos con una adolescente feminista y una trans de 10 años, no es más que el intento de gentrificación de la clase obrera. Una clara muestra de las miserias y las bajas pulsiones de quienes diciéndose obreros, pareciese que nos tienen alergia. Y ante eso, un marxista jamás se pondría detrás.

Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/la-sal-de-la-tierra-2/

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Libro(PDF): «Marx, 200 años. Presente, pasado y futuro»

Reseña: CLACSO

Este libro colectivo recoge los trabajos presentados en el Foro Marx 200, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en el marco de la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales y del Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico, en noviembre de 2018. La enorme acogida que tuvo esta iniciativa, desarrollada en ese marco multitudinario, hizo que el Foro se convirtiera en un evento valioso y relevante, a partir de haber logrado conducir el peso retrospectivo que trae consigo la celebración de los 200 años del nacimiento de Marx hacia un debate colectivo de alto nivel en torno al presente y al futuro de su praxis en el mundo.

Autor (a): Esteban Torres. Elvira Concheiro Bórquez. Félix Valdés García. Matías Bosch Carcuro. Pablo A. Vommaro. Rodolfo Gómez. [Coordinadores/as]

Enrique Dussel. Álvaro García Linera. Atilio A. Boron. Marcello Musto. Göran Therborn. Esteban Torres. Bob Jessop. Guilherme Leite Gonçalves. Enrique de la Garza Toledo. Orlando Caputo. Robert Boyer. Anwar Shaikh. Elvira Concheiro Bórquez. Beatriz Rajland. Klaus Dörre. [Autores/Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-612-6

Descarga: Marx, 200 años. Presente, pasado y futuro

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2207&orden=&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1401

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Libro (PDF): Historia de la filosofía latinoamericana y filosofía de la liberación

Reseña: CLACSO

 

Habiendo advertido el tema desde fines de 1969, ya en 1970 comenzamos a tratar funciones de filosofía de la liberación. En este volumen, entonces, reunimos trabajos de estos últimos 19 años (1971-1990) hasta recientes trabajos ante acusaciones concretas que nos han exigido aclaraciones no sin utilidad.

 

Autor/a:                                 Dussel, Enrique D.

Editorial/Editor:                    Nueva América

Año de publicación:           1994

País (es):                                Colombia

Idioma:                                  Español.

ISBN :                                     ISBN : 958-9039-30-8

 

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Entrevista a Peter McLaren: «La pedagogía crítica no es una metodología, es una filosofía de vida y una manera de vivir”

El Doctor en Pedagogía Crítica y Educación Popular, Fernando David García Culebro, comparte para Otras Voces en Educación una entrevista que le hizo al Doctor Peter McLaren.

Por: Fernando David García Culebro

«La pedagogía crítica no es una metodología, es una filosofía de vida y una manera de vivir».

El profesor, filósofo y escritor Peter McLaren es considerado como uno de los principales propulsores de la pedagogía crítica. Sus obras poseen un potencial crítico hacia el capitalismo en todas sus expresiones. Los aportes teóricos de McLaren han trascendido las fronteras norteamericanas llevando su pensamiento a diversas regiones alrededor del mundo. Sus aportes permiten el descubrimiento de nuevas formas de abordar el proceso educativo. McLaren, es autor y co-autor de varios libros y monografías, su libro “La vida en las escuelas” ha sido nombrado como uno de los 12 escritos más significativos a nivel mundial en el campo de la Teoría Educativa, la Política y la Práctica, por un panel de expertos reunidos por la Escuela de Ciencias Económicas y Sociales de Moscú. Dialogamos con él, en el marco del conversatorio internacional del Instituto McLaren de Pedagogía Crítica, en la ciudad de Ensenada, Baja California, México.

En la charla nos contó acerca de lo que para él significó el encuentro con  su mentor Paulo Freire, el Dr. Peter, considera que actualmente existen muchas interpretaciones del trabajo del pensador brasileño, y nos dio algunos ejemplos:

 “Unos enfatizan la crítica que Freire hace al capitalismo,  otros en la cuestión de identidad, cuestionando quién es el oprimido y quién es el más oprimido, preguntándose si la liberación es lo que realmente nos lleva a dar con nuestra identidad; sin embargo, muchos profesores parece ser que prefieren la postura liberadora de Freire en un círculo, discutiendo eventos cotidianos de liberación, de libertad, un tiempo para compartir historias”. Todo ello es algo bueno, pero Peter piensa que “la parte fundamental de la pedagogía crítica se ha perdido” y en las lecturas que él hizo de Freire y otros pensadores críticos, observó la lucha de clases de la sociedad socialista.

En ese sentido, cuando le preguntamos ¿por qué replanteo  la pedagogía crítica y propuso una pedagogía crítica revolucionaria?,  nos respondió: – “En el año  1995, mis colegas estaban escribiendo sobre posmodernidad y en ese año reconocí que tenía que enfocar mi énfasis en un análisis marxista de las clases sociales y una comprensión profunda del racismo y la lucha contra el racismo, porque el capitalismo estuvo fundamentado y construido en el racismo”.

Acerca de ello, agregó: “Frantz Fanon, es el autor  que mejor explica la relación que existe en la construcción del capitalismo y el racismo”. Dicha respuesta nos da un hito del legado de Karl Marx y Freire en el pensamiento de McLaren, porque además agregó que “todo ello influyó a que su trabajo  se centrara en los antiguos y primeros fundamentos de la lucha marxista, para comprender los fenómenos que ocurren en la actualidad y, al estar haciendo ese análisis constructivo descubrió que se sentía mejor llamándole no solo pedagogía crítica, sino pedagogía crítica revolucionaria”. Además, en ese tiempo fue invitado por el gobierno de Venezuela, donde conoció a Hugo Chávez y Luis Bonilla-Molina y, dice Peter: “quedé impresionado en la revolución bolivariana, por lo que decidí participar en ella”. Para ese entonces, ya  lo acompañaban las enseñanzas de su mentor Paulo Freire (como él lo llama) y, comenta que siempre recuerda las palabras de su maestro: “Peter, tú no puedes trasplantar mis ideas en otra cultura y en otro país”.

Aunque Freire se refería en esos momentos a Estados Unidos y Canadá, Peter, lo recuerda en todas partes, junto a otro comentario del pensador brasileño: “reinvéntame en un contexto donde las especificaciones históricas sean las luchas de clases las que tomen lugar”.  Por lo tanto, todo ese legado del gran educador popular está presente en la vida del doctor McLaren, y durante su llegada a Venezuela comenta que “llegué ahí como un aprendiz más que como un enseñante,  a compartir y aprender, con la idea de Paulo Freire y Simón Rodríguez el maestro de Simón Bolívar”.

Durante la conversación, también nos compartió la difícil situación que él vive en los Estados Unidos a raíz de la elección del presidente Donald Trump y al respecto nos dijo: “Considero que soy identificado en ese país como un marxista, socialista, comunista y he tenido represalias en contra de mi persona, ataques de la supremacía blanca porque mi esposa es China y, entonces, el país se ha vuelto cada vez más polarizado, por lo tanto, la pedagogía crítica la han tipificado  como para odiar a los Estados Unidos y, yo les digo que no, que no se vayan con la finta, esa es una forma crítica de patriotismo, tenemos que entender y comprender las consecuencias políticas extranjeras de los Estados Unidos, especialmente después de la segunda guerra mundial, después de la depresión.  Además, es muy chistoso cómo ahorita el tema principal en los Estados Unidos es la intromisión de los Rusos para la manipulación de las elecciones, la pregunta aquí es ¿cómo es posible que los Estados Unidos van a ser tan vulnerables  para que otros países los manipulen?, si los que han hecho intromisiones han sido ellos, en Chile y Venezuela y, no olvidemos el apoyo al régimen de Somoza en Nicaragua. Entonces,  la gente requiere que se le recuerden todos esos factores, todos esos hechos. A mí me gustaría, un Museo de las Victimas del imperialismo norteamericano, con Vietnam y Corea, pero no para que los odien más, sino para hacer un país mejor; lo que más me está frustrando es ver la actitud en cuanto se ha comenzado a criticar  en los Estados Unidos, porque quien lo hace, es acusado de antiamericano”.

En tono amigable, el Dr. Peter, nos contó además, sobre su afinidad por la teología de la liberación, y agregó lo siguiente: «Paulo Freire era católico, era un hombre espiritual y yo me volví un hombre católico, muy crítico de la iglesia, encontré un refugio en la teología de la liberación, que con el aporte marxista están muy cercanos. Hay un brillante mexicano, teólogo, José Porfirio Miranda, él escribió muy importantes libros: “Marx y la biblia”, “comunismo en la biblia” y, a muchos de  sus trabajos los considero muy trascendentales».

En ese sentido, el Dr. McLaren, nos compartió que ha estado escribiendo acerca de las enseñanzas de Jesús, muy comparativas con las enseñanzas de Marx, un capítulo que denominó “Camarada Jesús” y nos explicó sobre ello: “la razón por la que hice eso, es porque el evangelismo cristiano de Estados Unidos lo han llevado para hacerse ricos y, los evangélicos, tienen muchas interpretaciones de la biblia y tienen una agenda política muy conservadora, muy apoyados por Donald Trump y acorde a su agenda política, en contra de todo feminismo, en contra de las construcciones políticas que le quieran proponer, están en contra del multiculturalismo y, entonces, hay un grupo muy fuerte en crecimiento y ante ello, quiero desafiar a esa teología con la teología de la liberación, porque en el Salvador el cura Oscar Romero fue asesinado al igual que un número de Jesuitas en la Universidad Central  y, quienes les dieron alojamiento e incluso la hija del que les rentaba la casa, también fue asesinada. Estos intelectuales Jesuitas de la teología de la liberación, estaban a favor de los pobres. El gobierno los vio como que estaban apoyando al comunismo y con la cooperación de los Estados Unidos fueron asesinados, fue preparado todo. La teología de la liberación  tiene dos fuertes oponentes: el presidente Donald Reagan y Juan Pablo Segundo. Éste último, porque fue muy anticomunista,  muy en contra de la teología de la liberación, incluía a todos aquellos que leían a Marx. Por su parte Ronald Reagan, muy en contra de la teología de la liberación por el marxismo, entonces básicamente ellos se infiltraron, mandaron gente y apoyaron a programas televisivos en América Latina con pastores predicando sobre la prosperidad, alabanzas de la prosperidad, querían imponer entonces, más la visión conservadora que la cristiana”.

Del mismo modo, acerca de su nuevo libro “Pedagogía de la Insurrección”, Peter McLaren nos compartió lo sucesivo: “he escrito capítulos dedicados a Hugo Chávez,  Paulo Freire y a mi camarada Jesús, además de reflexiones sobre el primer ministro de Canadá y Fidel, porque cuando el primer ministro  falleció, tenía 6 cargadores de su féretro, uno era Jimmy Carter y el otro era Fidel y, es muy difícil encontrar fotografías de ese escenario, pero el más interesante capítulo de ese libro es el último, porque trata del rasgo de la pedagogía crítica, lo recio de la pedagogía crítica, su bravura. Este capítulo final es para ser desarrollado, ejecutado y,  junto a mi editora estamos creando un escenario para ello. Esto es algo que todavía puede pasar, pero básicamente en él,  arremeto mi enojo esencialmente en Estados Unidos y en las dificultades, en el dolor y el sufrimiento, para que de alguna manera, Estados Unidos tenga la oportunidad de redimirse a sí mismo, la redención no puede venir sin el reconocimiento de los crímenes hechos a la humanidad”. Con estas palabras el Dr. McLaren, nos transmite su indignación contra las injusticias del imperialismo, pero también la posibilidad que la pedagogía crítica ofrece  para reconsiderar el camino por el bien del mundo.

Del mismo modo, a la pregunta ¿cómo debe ser el pedagogo crítico con los retos actuales?, el doctor Peter respondió amablemente lo siguiente:   «Actualmente hay muchos desafíos  y, no obstante,  hay muchos libros publicados sobre pedagogía crítica, incluso podemos asistir a clases a la universidad y puede que siendo suertudos llevemos unas tres lecturas de pedagogía crítica durante todo el curso de universitario, pero no lo vemos sistemáticamente, no hay una introducción sistematizada, presentada con la intención que sea realmente comprendida, si realmente queremos comprenderla tenemos que asumir los desafíos y las consecuencias de lo que ello significa, los desafíos por ejemplo de las privatizaciones de las escuelas. Nuestro secretario de educación quiere privatizar toda la educación y, dicha privatización, excluye todos los sindicatos, por ejemplo, solo el 12 por ciento de los maestros contratados en Estados Unidos son sindicalizados y, claro, son estudiantes conservadores, muchos de ellos blancos,  quienes objetan a la pedagogía crítica, porque habla de los privilegios de los blancos y no los hace sentir a gusto. Por ejemplo cuando tenemos los noticieros de los FOX, que es el noticiero que tiene más números de audiencias en Estados Unidos, lo que hay en ellos es corrupción política, entonces ellos en pocas palabras, apoyan la postura de la etnia blanca y los estudiantes asumen una postura muy resistente ante  la pedagogía crítica. Lo paradójico, es que los estudiantes blancos son los más deprimidos de los estudiantes en Estados Unidos. Muchos de mis amigos latinoamericanos, africanos y asiáticos, siempre me están contando historias donde los norteamericanos les dicen a ellos que se regresen a su país y ellos dicen: “pero si yo fui nacido aquí o yo vine cuando tenía 5 años, no tengo culpa de estar aquí, yo soy un ciudadano norteamericano” y, ellos les contestan, “pues entonces pruébalo”». En ese sentido, el Dr. Peter, plantea un desafío mayor para la pedagogía crítica “en las entrañas de la bestia” (como él nombra a los Estados Unidos), pero a su vez, hace notar la necesidad de ella en un contexto tan excluyente.

Acerca del mismo tema, el doctor Peter, agregó: “incluso en China, donde trabajé, al noreste del país y donde además, tengo un maestro becado y han traducido mis libros al mandarín,  los comerciantes más poderosos todavía tienen temores contra mis libros, entonces pienso, que esto de la pedagogía crítica puede ser muy riesgosa para quienes pretenden usarla”. 

Posteriormente, el doctor McLaren envió el siguiente mensaje a los compañeros y compañeras que luchan, resisten y construyen las alternativas educativas en el mundo:

«Si bien es cierto, que la mayoría de los jóvenes apoyan al socialismo y ven al capitalismo de manera crítica, el problema está que el lenguaje del socialismo es mucho más difícil de articular, es más difícil hablar el lenguaje del socialismo que el del capitalismo y una de las razones es porque no hay país que haya sido creado realmente en sus relaciones como un estado socialista. En la Unión Soviética, centralizaron todo cuando la economía estaba controlada por el gobierno, ellos entonces imitaron el modo del capitalismo y eso básicamente ha sido la historia. El caso China, muestra la peor manera de cómo se forma el capitalismo, (tal cual,  en los términos hegelianos-marxistas) la producción de todos los agricultores y ganaderos fue recabada por el estado, fue la primera negación, es decir, a la negación de la negación y cuestionar la idea del patrimonio, la idea de propiedad, esa es la única manera de negar, la negación de la negación, para crear algo opuesto a ello, Spinoza dijo que “toda determinación es una negación”, tú tienes lo positivo en lo negativo, lo cual ocurre cuando tú niegas la negación. Entonces lo que necesitamos preguntarnos aquí es lo siguiente ¿por qué muchos revolucionarios se han vuelto sus opositores?, ¿tenemos diferentes opiniones?, ¿no tenemos la idea correcta?, ¿el liderazgo correcto? y, entonces se abre el debate; Pero fíjense, que para la gente joven, hoy día, lo importante es empezar por ver y crear una idea sobre lo que pasa una vez que tomamos el poder del estado, ¿qué pasaría después de la revolución? Preguntarnos eso antes de que pase. Muchos revolucionarios tienen unas cuestiones complejas para comprender pero nunca han escapado de la lógica del capitalismo planteada por Marx y,  Marx no nos ofreció ningún programa, ninguna metodología, ni un seguimiento, ni una ruta,  sin embargo, nos dio las ideas para sacar hebra, pero el marxismo no es algo para aplicar en una situación, sino una forma de leer la realidad. De igual modo entonces, la pedagogía crítica no es una metodología, es una filosofía de vida y una manera de vivir».

Para finalizar y considerando los comentarios del Dr. McLaren, en la construcción de los Proyectos de Educación Alternativa no existen programas que puedan ser replicados tal cual en lugares y momentos distintos, al contrario, dicha construcción debe partir desde lo propio, reinventándose  en cada contexto, cultura, sociedad y tiempo histórico. Por lo tanto, la Pedagogía Crítica Revolucionaria, en el sentido de manera de vivir, nos ayuda a la lectura entre líneas y tras las líneas de las realidades que se nos presentan, imponen y normalizamos en nuestra cotidianidad, con el hito de construir entre todos y todas alternativas educativas que nos lleven al proceso de conciencia y transformación para un mundo mejor, más justo, más humano y humanizante.

Colaboración: Luis Miguel Alvarado Dorry

Imagen: http://fundacionmclaren.com/fundacionmclaren/peter-mclaren/303/

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Investigación para una educación descolonizada

Por: Oswaldo Espinoza

La investigación en Latinoamérica y en Venezuela en particular ha estado dominada por el paradigma positivista eurocéntrico y su método hipotético deductivo, proceso que se ha impuesto oficial y extraoficialmente por el sistema educativo en general y las universidades nacionales siendo más específicos; el problema que aborda David Mora en culturas científicas críticas de 2009 es que esta investigación, si bien hace un aporte al desarrollo de la ciencia, no permite impulsar procesos de transformación real a través de la generación de un conocimiento pertinente, por cuanto básicamente reproduce el modelo colonial “la investigación en forma convencional de lo que nosotros llamamos colonización en el campo de la educación depende mucho de lo que hacen los países industrializados, sus problemas, sus métodos, etcétera, inclusive sus contenidos” (Mora, 2.009. pág. 124)

Para el autor no se trata de continuar asumiendo un modelo que no responde a la realidad contextual de América Latina y que por lo tanto resulta en investigaciones sin pertinencia social, política y económica. El objetivo debe ser avanzar hacia una investigación que permita a nuestros sistemas educativos tener como propósito la descolonización de la educación, en este sentido Mora coincide con todos los autores del pensamiento decolonial latinoamericano, especialmente con quienes, como Catherine Walsh insisten en la necesidad de desmontar o deconstruir el discurso de la colonialidad que el aparato educativo se encarga de reproducir.

Es importante advertir que optar por un modelo propio adaptado al contexto nuestroamericano no implica desechar o dar la espalda a las formas de conocer, investigar y hacer ciencia de otras latitudes, por el contrario el autor hace un llamado al encuentro y el dialogo respetuoso y en equidad entre los modelos de otros y los propios, acercándose de esta forma a lo que Boaventura De Souza llama la Ecología de los saberes. En este sentido considera que la investigación acción participativa resulta en un aporte significativo de Latinoamérica para el necesario dialogo de saberes con los modelos de investigación de los países industrializados.

La investigación acción participativa y protagónica, puede considerarse como un aporte de America Latina, pues si bien, tiene elementos en común con la investigación acción del pragmatismo de Lewin, se diferencia y distancia del mismo en su propósito claramente socio-político de la búsqueda de la transformación de la realidad, más vinculada con el pragmatismo sociológico maoísta pero también con profundas bases históricas nuestroamericanas en el pensamiento de Simón Rodríguez, muchos años antes de la Escuela de Frankfurt de la cual por supuesto también toma elementos fundamentales; en todo caso la investigación acción participativa (IAP)  se estructura y desarrolla en américa latina con el aporte y la experiencia de intelectuales, movimientos sociales y organizaciones comunitarias, destacando en esta labor el colombiano Fals Borda.

El propósito de la posición de Mora podría perfectamente resumirse en uno de sus párrafos:

Pertinencia e independencia conceptual, filosófica sobre la ciencia y sobre los medios y las formas de construir conocimiento científico, siempre con significado y pertinencia social, política y cognitiva. Esta es la búsqueda. Porque si nosotros seguimos adorando a los dioses del Olimpo, no vamos a salir de la situación en la cual estamos o no vamos a profundizar en los procesos de cambio, necesarios para la descolonización científica y tecnológica. Mora, 2.009. pág. 126.

Si bien el texto del artículo considera necesario el dialogo con los modelos de investigación exógenos, también un claro llamado a reivindicar esas formas otras de conocer e investigar para la transformación que se gestan y practican en el contexto latinoamericano, aproximación que recuerda a la sociología de los rescates de ese otro tejido social y cognitivo de cara hacia la construcción de una teoría de las retaguardias, categorías ambas inscritas en la corriente de las epistemologías del sur. Al referirse a esas formas otras, Mora afirma existen por lo menos cuatro tipos de saberes: los saberes populares, los originarios, los universales y los saberes propios de una sociedad determinada.

Al abordar el asunto de los paradigmas, como “una concepción epistemológica, filosófica que determine la investigación o las líneas de investigación en una determinada sociedad” (Mora, 2.009. pág. 127) , el autor establece que desde su posición solo existen tres: El positivista, el naturalista y el socio crítico, todos con diferencias sustanciales entre ellos, que se hacen patentes en sus propósitos, siendo para el primero la explicación desde la neutralidad, la interpretación desde la práctica para el segundo y la transformación a partir de la concienciación y compromiso político para el socio crítico; además  advierte  al mismo tiempo sobre el riesgo de reducir los paradigmas a dos, olvidando los aportes del marxismo, y desde el punto de vista de quien escribe, los aportes de los intelectuales y los movimientos sociales latinoamericanos.

Finalmente el Dr. David Mora identifica las corrientes de la investigación acción que podrían resumirse de la siguiente manera: la investigación acción técnica de Lewin; la investigación acción práctica, reflexiva, deliberativa de Stenhouse;  La investigación acción crítica de Carr, Kemmis y Habermas; y por supuesto la investigación acción participativa de Fals Borda, Freire, Bigott y Lanz.

El autor consultado demuestra un conocimiento amplio sobre el tema, pero también una clara posición paradigmática y política a favor de una educación e investigación para la descolonización como única vía para la construcción de un conocimiento verdaderamente pertinente de cara a la transformación de la realidad latinoamericana.

 

Bibliografía.

 Mora David (2009). Perspectivas epistemológicas, paradigmáticas y metodológicas de la investigación en Ciencias Sociales y Educación. En Mora D y Oberliesen R (Comp). Culturas Científicas Críticas, en el contexto del dialogo internacional (pp 124-129).La Paz. Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello.

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