Maturana y un nuevo convivir para Chile

Por: Andrés Kogan Valderrama

El reciente fallecimiento de Humberto Maturana Romesín, el pasado 6 de mayo, no solo es la partida de uno de los científicos más importantes del siglo XX, sino quizás una de las figuras sentipensantes más emblemáticas en lo que refiere a crítica del racionalismo moderno.

Sus investigaciones junto a Francisco Varela, en la década de los 70, lo llevó a construir la teoría de la autopoiesis, la cual lo pudo llevar a ganar el premio nobel, al plantear la idea revolucionaria de que los sistemas vivos se producen a sí mismos, dejando en jaque la idea  de objetividad de la ciencia y la autonomía de la razón.

En lo que respecta a su influencia, ha sido crucial su aporte a distintos campos del saber, como son los casos de la educación, comunicación, cibernética, antropología, sociología, psicología y las ciencias de la vida, en donde autores como Niklass Luhmann, Vittorio Guidano, Gregory Bateson y Fritjof Capra, entre muchos otros, han planteado lo fundamental que han sido sus aportes para el desarrollo de un constructivismo radical, cuestionador de las tradicionales dualidades modernas, como lo son objeto-sujeto, cuerpo-mente, razón-emoción, salud-enfermedad, cultura-naturaleza.

De ahí que su mirada siempre haya sido transdisciplinaria, posracionalista y muy crítica de concepciones del mundo reduccionistas provenientes de la ciencia objetivista y de filosofías antropocéntricas. No por nada, su desarrollo de una biología del conocer y del amor en los últimos años que vivió, en estrecha colaboración con Ximena Dávila en el Instituto de Formación Matríztica, buscaba incesantemente situarse desde un paradigma relacional y amoroso, en donde la empatía, el cuidado, la reflexión desapegada de certezas, la confianza y la convivencia democrática fueron sus horizontes hasta el día de su muerte.

Asimismo, es imposible no nombrar a quizás su máximo referente, su propia madre, Olga Romesín, de formación aymara, con quien aprendería que lo más importante en la vida es el colaborar y el compartir en comunidad. Por eso su fuerte crítica al fundamentalismo de grandes ideologías totalizantes, supuestamente liberadoras, que derivarían en la práctica en meras doctrinas que han imposibilitado la reflexión y a un buen convivir.

Es desde ese lugar, que Maturana manifestó siempre su crítica a modelos políticos centrados en la competencia, en la negación del otro, a través del racismo, machismo, clasismo, y de un desapego completo de la Madre Tierra, como si fuéramos los únicos seres vivos, lo cual nos tiene en una crisis climática que está poniendo en riesgo la condiciones mínimas de vida en el planeta.

No es casualidad por tanto, que durante el estallido social de octubre del 2019 en Chile, que derivaría en una histórica revuelta popular en el país y un inédito proceso constituyente, Maturana haya planteado que “El llamado estallido social fue una queja por no ser visto. Porque el Estado no estaba cumpliendo con el compromiso fundamental de ocuparse por el bienestar de toda la comunidad. Y esto tiene que ver con el trasfondo de esta cultura centrada en la competencia” (1).

Esta fue una de las últimas reflexiones que planteó Maturana sobre lo que estaba ocurriendo en Chile antes de morir, la cual sintoniza y se entrelaza completamente con lo que vienen planteando los distintos movimientos sociales en Chile (feminista, indígena, socioambiental, regional, estudiantil), en tanto no solo una crítica al modelo neoliberal y al fundamentalismo de mercado que se impuso en dictadura y se profundizó en los últimos 30 años, sino también en la búsqueda de un nuevo Estado y sociedad, centrado en la colaboración y en la confianza.

Por lo señalado anteriormente, con la elección de constituyentes el 15 y 16 de mayo en Chile, se abre una nueva posibilidad de construir un país distinto, en donde nos pensemos por primera vez el tipo de convivir que queremos tener, sin exclusiones, donde la interculturalidad, sustentabilidad, la diversidad sexual, la equidad de género, el derecho a la diferencia y los buenos vivires, se concreten en un nuevo marco institucional, que permita vincularnos de otra manera.

Han sido décadas de abusos, maltratos y abandono del Estado a sus ciudadanos y al resto de los seres vivos, por lo que tomar en serio las reflexiones de Humberto Maturana Romesín, puede ser un buen aporte para construir un horizonte más democrático.

1: https://www.cnnchile.com/pais/humberto-maturana-democracia-frases-estallido-social_20210506/

Fuente: El autor escribe para OVE

Imagen: https://www.flickr.com/photos/arselectronica/6108753288

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Maturana y un nuevo convivir para Chile

Por: Andrés Kogan Valderrama

Maturana manifestó siempre su crítica a modelos políticos centrados en la competencia, en la negación del otro, a través del racismo, machismo, clasismo, y de un desapego completo de la Madre Tierra, como si fuéramos los únicos seres vivos, lo cual nos tiene en una crisis climática que está poniendo en riesgo las condiciones mínimas de vida en el planeta.

El reciente fallecimiento de Humberto Maturana Romesín, el pasado 6 de mayo, no solo es la partida de uno de los científicos más importantes del siglo XX, sino quizás una de las figuras sentipensantes más emblemáticas en lo que refiere a crítica del racionalismo moderno.

Sus investigaciones junto a Francisco Varela, en la década de los 70, lo llevó a construir la teoría de la autopoiesis, la cual lo pudo llevar a ganar el premio nobel, al plantear la idea revolucionaria de que los sistemas vivos se producen a sí mismos, dejando en jaque la idea de objetividad de la ciencia y la autonomía de la razón.

En lo que respecta a su influencia, ha sido crucial su aporte a distintos campos del saber, como son los casos de la educación, comunicación, cibernética, antropología, sociología, psicología y las ciencias de la vida, en donde autores como Niklass Luhmann, Vittorio Guidano, Gregory Bateson y Fritjof Capra, entre muchos otros, han planteado lo fundamental que han sido sus aportes para el desarrollo de un constructivismo radical, cuestionador de las tradicionales dualidades modernas, como lo son objeto-sujeto, cuerpo-mente, razón-emoción, salud-enfermedad, cultura-naturaleza.

De ahí que su mirada siempre haya sido transdisciplinaria, pos-racionalista y muy crítica de concepciones del mundo reduccionistas provenientes de la ciencia objetivista y de filosofías antropocéntricas. No por nada, su desarrollo de una biología del conocer y del amor en los últimos años que vivió, en estrecha colaboración con Ximena Dávila en el Instituto de Formación Matríztica, buscaba incesantemente situarse desde un paradigma relacional y amoroso, en donde la empatía, el cuidado, la reflexión desapegada de certezas, la confianza y la convivencia democrática fueron sus horizontes hasta el día de su muerte.

Asimismo, es imposible no nombrar a quizás su máximo referente, su propia madre, Olga Romesín, de formación aymara, con quien aprendería que lo más importante en la vida es el colaborar y el compartir en comunidad. Por eso su fuerte crítica al fundamentalismo de grandes ideologías totalizantes, supuestamente liberadoras, que derivarían en la práctica en meras doctrinas que han imposibilitado la reflexión y a un buen convivir.

Es desde ese lugar, que Maturana manifestó siempre su crítica a modelos políticos centrados en la competencia, en la negación del otro, a través del racismo, machismo, clasismo, y de un desapego completo de la Madre Tierra, como si fuéramos los únicos seres vivos, lo cual nos tiene en una crisis climática que está poniendo en riesgo las condiciones mínimas de vida en el planeta.

No es casualidad, por tanto, que durante el estallido social de octubre del 2019 en Chile, que derivaría en una histórica revuelta popular en el país y un inédito proceso constituyente, Maturana haya planteado que “El llamado estallido social fue una queja por no ser visto. Porque el Estado no estaba cumpliendo con el compromiso fundamental de ocuparse por el bienestar de toda la comunidad. Y esto tiene que ver con el trasfondo de esta cultura centrada en la competencia” (1).

Esta fue una de las últimas reflexiones que planteó Maturana sobre lo que estaba ocurriendo en Chile antes de morir, la cual sintoniza y se entrelaza completamente con lo que vienen planteando los distintos movimientos sociales en Chile (feminista, indígena, socioambiental, regional, estudiantil), en tanto no solo una crítica al modelo neoliberal y al fundamentalismo de mercado que se impuso en dictadura y se profundizó en los últimos 30 años, sino también en la búsqueda de un nuevo Estado y sociedad, centrado en la colaboración y en la confianza.

Por lo señalado anteriormente, con la elección de constituyentes el 15 y 16 de mayo en Chile, se abre una nueva posibilidad de construir un país distinto, en donde nos pensemos por primera vez el tipo de convivir que queremos tener, sin exclusiones, donde la interculturalidad, sustentabilidad, la diversidad sexual, la equidad de género, el derecho a la diferencia y los buenos vivires, se concreten en un nuevo marco institucional, que permita vincularnos de otra manera.

Han sido décadas de abusos, maltratos y abandono del Estado a sus ciudadanos y al resto de los seres vivos, por lo que tomar en serio las reflexiones de Humberto Maturana Romesín, puede ser un buen aporte para construir un horizonte más democrático.

1: https://www.cnnchile.com/pais/humberto-maturana-democracia-frases-estallido-social_20210506/

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/212222

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Amor, ternura y docencia

Por: Fernando García.

“La  vida se disfruta más cuando amas lo que haces”. Con esta frase concluyó una  reflexión mi estimado estudiante Javier Alejandro Morales Silvano en el trabajo final de la materia comunicación y dinámicas de grupo, en la maestría de Ciencias de la Educación y, realmente es así, amar lo que uno hace o hacer lo que uno ama  da sentido a nuestras vidas y no es un hacer por hacer, sino es un hacer por amar, pero también un amar haciendo. “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”, dijo alguna vez Confucio y, en verdad poco se nota el transcurrir del tiempo cuando en lo que hacemos hay pasión, hay entrega, hay un dar buscando un bien en el  destinatario, no es un dar cualquiera, ni un dar que busque beneficiar al dador, es un dar con toda la intención de hacer crecer al que recibe, el beneficio del dador llega en el acto mismo como un efecto colateral, pero no como fin de la acción. “El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito”, alguna vez nos dijo Facundo Cabral y, me gusta más esta relación entre amor y éxito, en vez de la relación que muchas personas encuentran en dinero y éxito, para estos últimos, quien tiene dinero es exitoso, pero es perder el rumbo y entender al éxito, en términos neoliberales, capitalistas, que lo ven sólo en la acumulación de bienes materiales, es decir, en la lógica del consumismo y posesión de objetos, se han ido moldeando las subjetividades de los seres humanos con una idea de éxito que beneficia a la lógica  capitalista. Por el contrario, pensar al éxito en relación con el amor a lo que uno hace, es pensarlo, desde la trasformación y el bienestar que estimula en sus destinatarios y dadores.

Del mismo modo, en la hermosa labor de la docencia, educar con amor está muy lejos de aquellos que entienden al trabajo reducido a un mero compromiso y, es que, en estos últimos  hay  enajenación y una pérdida de sentido de su labor, de tal manera que sus prácticas educativas son pensadas desde un programa y no desde sus destinatarios, las acciones no están pensadas para transformar vidas, sino para cumplir estándares y planes de estudios. Contrario a ello, está educar con amor y, como dice el gran Biólogo Humberto Maturana: “cuando hablamos del amor en el acto educativo […], hablamos de acoger y dejar aparecer  al otro, […] a través de un espacio donde se escucha a  los estudiantes,  sin negar sus voces desde un prejuicio, supuesto, o teoría” (EligeEducar, 2017) .   Sin duda, aquel que ama, tiene oídos abiertos que saben escuchar, porque ¿cómo es posible buscar el bien para los educandos, si desconocemos a los destinatarios y no damos voz a los y las estudiantes? En el hecho educativo de un o una docente que ama lo que hace, el amor va acompañado de algo más, según Maturana: “Para que el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle espacio al otro, para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros mayores” (EligeEducar, 2017). Cuando leo o escucho la palabra ternura, inevitablemente viene a mi pensamiento la imagen de una madre cuidando a su bebé, eso es quizás, porque yo asocio, ternura y cuidado, pero en el blog de reflexiones de un filósofo cotidiano encontré que la ternura, hace surgir dentro nuestro el sentimiento hacia los demás, que hila el delicado tejido de la confianza y la intimidad” (Cyrano, 2007) y, entonces, es ir más allá del cuidado,  es generar confianza, intimidad y yo agregaría, empatía por el otro o la otra.

Al entender el hecho educativo desde la perspectiva de Maturana:

 “Educar es un fenómeno biológico fundamental que envuelve todas las dimensiones del vivir humano, en total integración del cuerpo con el espíritu, recordando que cuando esto no ocurre se produce alienación y pérdida del sentido social e individual en el vivir” (citado en Moraes, 2001).

En ese sentido, es pensar al ser humano de manera holística, que integra emociones, espíritu y mente (senti-pensante). Por tanto, alguien que ama lo que hace, trasmite ese amor a través de la expresión de sus emociones, no solo en lo que dice, sino en cómo lo dice. Un maestro o una maestra que ama a su trabajo, no solo enseña lo que libros y programas de estudios le indican, también enseña a vivir en armonía con lo que hace. En relación a esto, Moraes (2001, pág. 1) menciona que “es a partir de la convivencia que las dimensiones del SER y del HACER se van moldeando mutuamente, junto con el emocionar y, a cada momento, influyen en las acciones, los comportamientos y las conductas de los aprendices”. Por ello, amar la docencia, significa una búsqueda constante del bienestar de los y las estudiantes y eso, sólo se logra, conociéndolos, escuchándolos y permitiéndoles ser y estar de manera auténtica.

Referencias

Cyrano. (10 de enero de 2007). Filosofía Contracorriente. Recuperado el 22 de diciembre de 2019, de Reflexiones de un filósofo cotidiano: https://blog.nueva-acropolis.es

EligeEducar. (27 de Julio de 2017). EligeEducar. Recuperado el 22 de Diciembre de 2019, de https://eligeeducar.cl/

Moraes, M. C. (2001). Educar y aprender en la biología del amor. PUC/SP/BRASIL, 5.

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Alejandro Cussiánovich: La Pedagogía de la Ternura

Por: Victoria Avila Tramarria.

 

La  pedagogía de la ternura nace en un contexto de Conflicto Armado Interno en nuestro país; este fue un periodo que trajo consigo mucha muerte y dolor para los peruanos.  Es en este contexto que nace el “Ensayo sobre Pedagogía de la ternura” , el cual nos invita a reflexionar, actuar y a formar al ser humano en una nueva ética y en una nueva comprensión de la política como ética pública.

Alejandro Cussiánovich mencionó en un discurso que la pedagogía de la ternura está siendo tomada como un título lindo y dulzón pero que el sentido de la palabra ternura va más allá de eso, ya que tiene de fondo un contexto social y político. Lo que este ensayo busca, es hacer un ejercicio de reflexión a partir de nuestras prácticas y experiencias. El capítulo tercero de este ensayo intenta acercarnos a aquellas experiencias de amor que ha tenido y tiene todo ser humano a lo largo de su vida, y a la ternura como expresión difusa y paradójica. En primer lugar, menciona que el amor es parte de la condición humana; y como dice la cita de Maturana que “la emoción fundamental, que  hace posible la historia de hominización, es el amor” (p.89). El término desarrollo está bastante desgastado, ya que su uso ha hecho que se tengan distintos significados, pero algo que no se debe desligar de este término es que el desarrollo es crecer como seres humanos. Para lograr este desarrollo es necesario el haber experimentado el amor, siendo uno de los lugares privilegiados para recibirlo dentro del seno familiar, sin ignorar que es ahí también donde se cometen las peores aberraciones. Al respecto, señala que solo aquellos que han experimentado y recibido de distintas fuentes ese “sentirse querido(a)” tendrá la posibilidad de construir una mejor autoestima, una identidad, mayor capacidad para relacionarse, y podrá encontrarle sentido a la propia vida. Plantea una interrogante que me parece importante mencionar “¿acaso, no se transforma la vida de uno, cuando siente que se le dice o se le comunica que alguien lo quiere?” (p.90). Definitivamente esta experiencia enriquece y enaltece, ya que da la posibilidad de sentirse persona, es por ello que esta pedagogía de la ternura tendría que motivar a que se exprese con la mayor energía y espontaneidad esa admiración por el otro.

En segundo lugar, nos habla sobre la paz y la justicia, como expresiones necesarias e insuficientes de una sociedad, mientras que la solidaridad es la expresión de la valoración y reconocimiento del otro, por eso hace énfasis en que solo si tenemos impregnada y desarrollada esta competencia podemos hablar de “desarrollo” en el término amplio de su significado. El concepto que le da Cussiánovich a la solidaridad va desde la mirada de que pertenecemos a una misma y única especie, de que somos el uno para el otro, no algo exterior; es el otro el que me da la oportunidad de ser… Bajo esta mirada considera que la ternura es un factor de protección y resiliencia. Sin embargo, para que así sea, es importante tener en cuenta la alteridad,  la relacionalidad y el hecho de que hay culturas de infancia que no han sido formuladas. En nuestros días hay acciones que van siendo vistas como normales, por ejemplo las sociedades modernas van dejando fuera a la infancia, siendo estos prescindibles sólo como objeto de consumo, esto es algo que todos ven, y que no les sorprende. El adulto al parecer no requiere de los niños y de las niñas para aportar y repensar la vida. Aquí el autor plantea la siguiente interrogante: “¿Cómo podemos hablar en ese contexto de cariño, de afecto, de una sociedad amorosa, de una escuela acogedora, de una familia abierta a la sensibilidad, al afecto y la amorosidad?” (p.93)

Por ello cita el planteamiento que hace Erich Fromm de que “El amor es un poder que produce amor”. Solo si se acoge al otro, a los otros, valorando sus diferencias e individualidades, si aprendemos a amar a esos otros por el sencillo hecho de que son seres humanos como nosotros, seremos productores de la mejor fórmula de crear sociedad.

En tercer lugar, la ética como horizonte del discurso de la pedagogía de la ternura nos habla de cómo la ética tiene un fundamento emocional que trasciende lo racional o cognitivo es decir lo ético abarca la capacidad de analizar y cuestionar nuestros proyectos de relaciones humanas, los cuales son una expresión de racionalidad, pero fundamentalmente de sentimientos y afecto. Según Cussianovich este paradigma ético nos hace conscientes, ya que va descubriendo nuestro actuar, este que expresamos en los distintos entornos donde nos desenvolvemos (familia, escuela, barrio, parroquia, comunidad, país), y mirar a través de ella si estamos siendo productores de fraternidad o estamos quebrando con aquellas relaciones que nos permiten mirarnos a los ojos como hermanos y hermanas que somos. La ética está centrada en el valor o implicancia que tiene la persona para el todo que abarca tanto a la comunidad como al individuo es en este sentido que se diferencia del paradigma moralista que se estructura basándose en normas o criterios dualistas, pero decir que la ética no está basada en la norma no significa que no posea una estructura en sí, ya que  su estructura está en la esencia del ser humano y su condición. Es así como nos va dando un centro lógico y afectivo en las relaciones humanas, que promueve el uso de nuestra consciencia y sensibilidad. Esta ética que promueve Cussianovich tiene dos finalidades la primera, es que ser humano se ame a sí mismo para que pueda amar a otros; y la segunda, es impulsar movimientos sociales que defienden la dignidad frente la injusticia y la valorización de la condición humana. También tenemos la convicción en la educabilidad de cada ser humano. Un educador no puede abandonar o menguar en sus esfuerzos ante los obstáculos y cuitas que presenta el hacer realidad los arquetipos del bien social.

Finalmente, la ternura como discurso se va expresando y presentando como ambiguo, difuso y paradójico. Por medio de la pedagogía de la ternura se busca exigir a la sociedad el cumplimiento del derecho a la ternura, que es planteado por el psiquiatra colombiano Luis Carlo Restrepo en 1994. Ya que hoy en día su aplicación se ve limitada debido que hay una estigmatización de su concepto. Con esto me referiero que en la actualidad mayormente los portadores de actos con ternura son las mujeres y los niños. Generando una exclusión a las personas que no pertenecen a esas categorías. Por eso es importante que la humanidad se involucre a conocer cómo y qué es la ternura, para que tenga en claro que con ternura se hace referencia a un sentimiento que todos deberíamos experimentar y aplicar.  Está claro que el contexto que rodea nuestra sociedad aún hay rezagos de violencia y competencia que fueron promovidos por dictaduras pasadas. Pero no hay que desvalorizar que en la actualidad hay un mayor interés el respetar los derechos humanos Estamos en una época en la que existen cambios de paradigmas que van a influir en nuestra forma de pensamiento y en nuestras prácticas sociales.

El amor debe revestirse de ternura, de cercanía, de firmeza y fidelidad si quiere simultáneamente expresar su fuerza política y su significación transformadora.

Bibliografía

Cussiánovich, A. (2007). Capítulo Tercero: Vida cotidiana, sentidos comunes, modo de vida y pedagogía de la ternura. En Aprender la condición humana: Ensayo sobre Pedagogía de la ternura (p. 89-102) Lima: Ifejant.

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