Loris Malaguzzi, 100 años

Se cumplen, el pasado 23 de febrero, 100 años del nacimiento de Loris Malaguzzi (1920-1994). En Correggio (localidad natal del pedagogo italiano) y en Reggio Emilia hemos tenido la ocasión emocionante de soplar las 100 velas y de participar en las diversas iniciativas educativas, sociales y culturales que se han organizado para recordar la extraordinaria actualidad de su pensamiento y obra.

Malaguzzi es el iniciador e inspirador de la aventura educativa reggiana (un enfoque educativo todavía vital en esta ciudad, Reggio Emilia, del norte de Italia). Un maestro y pedagogo que dedicó toda su vida a la construcción de una experiencia de calidad educativa que, a partir de una enorme escucha, respeto y consideración de las potencialidades de los niños y niñas, pudiese reconocer el derecho de estos a ser educados en contextos dignos, exigentes y acordes con dichas capacidades, que las personas adultas no debemos traicionar.

Podemos hablar de Loris como una persona incómoda, eternamente insatisfecha e infinitamente creativa por su capacidad intencional de ampliar y transgredir estéticamente los límites que la cultura y la tradición pedagógica proponen. Lo importante, para él, era dudar de las verdades más aferradas que cierran el poder pensar y actuar diferente.

Dotado de gran carisma, infundía, a la vez, un gran halo de ternura, severidad y confianza. Conformismo y resignación eran dos palabras que no pertenecían ni a su vocabulario, ni a sus actitudes, ni a su concepto de trabajo y de amistad. La renuncia, para él, era símbolo de mediocridad. En sus ojos, palabras y rostro se podía revelar la imagen de un guerrillero, de un luchador, de un partisano antifascista.

Era un hombre eternamente insatisfecho, actitud que no sólo era personal, sino que tenía que ver con la convicción profunda de que a los niños y niñas había que darles rigurosamente lo que se merecen: lo mejor para no traicionar las potencialidades (cognitivas, neurológicas, emocionales, lógicas e imaginativas) de toda la especie humana.
No olvidó nunca que educar significa, sobre todo, optimismo, risa, humor y una alegría desbordante. Un optimismo no gratuito, sino surgido de una convicción profunda en las potencialidades y creatividades del ser humano. No soportaba ni el aburrimiento ni las rutinas mutiladoras (fichas, libros de texto, programaciones, estimulaciones precoces, exámenes, materiales pobres, espacios no cuidados, filas, batas, uniformes, pupitres, niños y niñas domesticados y obligados a estar sentados sin moverse, en silencio, lecciones, notas, tareas…). Creía en una “escuela otra” que no oliese a esa escuela que no amamos.

No es posible entender la pedagogía de Malaguzzi sin comprender el placer que, para él, significaba educar, aprender, hablar, pensar y trabajar juntos. Esta idea es el aglutinante que une a familias, niños, niñas y profesionales. Para Loris, la educación nace y se desenvuelve cuando existe un proyecto común y compartido, lo que quiere decir debatido entre todos los protagonistas de la actuación educativa.

Malaguzzi nos enseñó que las escuelas deben estar en continuo movimiento, en perpetua evolución, con la capacidad de transgredirse a sí mismas sin nunca traicionarse, sabiendo recoger los retos contemporáneos de la sociedad y de cada niño o niña, nuevos en cada momento. Aprender a investigar y experimentar sin dar nada por sabido o por descontado.

La ética de Malaguzzi está basada en la firme convicción de que la indeterminación del ser humano revela la incertidumbre de su propio desarrollo. Es, por tanto, injusto acorralarlo con definiciones y prácticas reductivas, con profecías o etiquetas mesiánicas, o con expectativas unidireccionales. No admitía —amante de la incertidumbre y del paradigma de la complejidad— ni la linealidad “estadial” psicológica, ni la definición de la infancia -de ningún niño o niña- por parámetros negativos o por incapacidades.

Demostró toda su vida ser más amante de las escuelas de calidad, que de la escolarización indiscriminada de la cantidad de los niños y niñas. Confirmó que de la calidad puede surgir la cantidad, pero no al revés. Defensor absoluto de una educación pública y universal, equitativa para todos los niños y niñas, pero en la que la calidad fuese el punto existencial de toda la experiencia. En su proyecto nunca quiso renunciar a unos mínimos identificatorios de su proyecto que fueron innegociables: la cocina y los cocineros y cocineras en las escuelas, la pareja educativa (dos maestras trabajando cotutorialmente con el mismo grupo de niños y niñas toda la jornada), el taller y el atelierista, el valor de la estética y de la belleza, la participación social real de las familias en la escuela, la formación transdisciplinar permanente del profesorado, la investigación o la documentación narrativa, entre otros.
Su pedagogía es política por su compromiso social y cultural con los derechos, todavía traicionados cada día, de la infancia. Un compromiso que se hace patente en su pragmatismo actuante y en la creencia de que la escuela y la educación son aspectos fundamentales de transformación, a través de la participación y de la gestión social como formas de intervención de la escuela en la ciudad y de la ciudad en la escuela.

Cien años de su cumpleaños me recuerdan ahora a su sugerente poesía sobre los 100 lenguajes de la infancia: El niño está hecho de cien. El niño posee cien lenguas, cien manos, cien pensamientos, cien formas de pensar, de jugar y de hablar. Cien siempre cien, maneras de escuchar, de sorprender y de amar, cien alegrías para cantar y entender cien mundos para descubrir, cien mundos para inventar, cien mundos para soñar. El niño tiene cien lenguajes (y más de cien, cien, cien), pero le roban noventa y nueve. (…) De hecho, le dicen que el cien no existe. En cambio, el niño dice: el cien existe.

The post Loris Malaguzzi, 100 años appeared first on El Diario de la Educación.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/03/03/loris-malaguzzi-100-anos/

Comparte este contenido:

5 métodos de educación alternativa para mejorar el rendimiento de los estudiantes

Por: Universia

A menudo la rutina y la monotonía nos lleva a seguir los mismos hábitos, tanto a nivel académico como a nivel laboral, y ello a veces conlleva caer en determinados problemas, como obtener un mal rendimiento. Por esta razón, complementar la educación de los estudiantes con diversos métodos pedagógicos es algo muy recomendable para mejorar el rendimiento y motivar más en las aulas. ¿Qué métodos de educación alternativa conoces?

Presta atención al siguiente artículo y ponte a prueba.

Por qué incorporar la educación alternativa en las aulas

La educación alternativa comprende diversas definiciones en función de la interpretación de quienes la ponen en práctica. También denominada educación comunitaria, popular, libre o autogestionaria, fue impulsada tras la influencia ejercida por el educador teórico Paulo Freire con su obra Pedagogía del Oprimido, escrita en 1968.

Esta forma educativa se basa en formar al estudiante en un ciudadano autónomo con la esperanza de aprender la realidad y pensar cómo transformarla para mejorar, todo ello desde la perspectiva comunitaria. Una perspectiva comunitaria que está vinculada a un encuentro permanente con “el otro”, con los grupos sociales que son distintos a nosotros, para aprender a resolver con capacidad crítica la diversidad de dificultades que surgen en el día a día.

El motivo por el que puede ser beneficioso introducir métodos de educación alternativa o comunitaria en las escuelas o en cualquiera de los procesos de aprendizaje reside, precisamente, en la propia definición de esta forma educativa. Esto es debido a que esta “intervención alternativa” persigue romper con los estándares del sistema educativo convencional en la manera en la que conectamos con el pensamiento, la conciencia y la manera de actuar.

5 métodos de educación alternativa que puedes aplicar

Además de la escuela popular de Paulo Freire, hay muchos otros métodos de educación alternativa que se pueden aplicar fácilmente. Montessori, Kumon, Doman o Waldorf, son algunos métodos de educación alternativa que sirven para ser más autodidactas y para mejorar las capacidades del alumno.

Te indicamos algunos de ellos.

1. Método Montessori

Desarrollado por María Montessori, este método defiende el juego como principal actividad para incentivar el aprendizaje. Su filosofía reside en la importancia de fomentar el desarrollo de la autonomía del estudiante, entendiendo que cada uno tiene su propio ritmo para adquirir conocimientos.

El método Montessori trata de que los alumnos relacionen los conocimientos ya adquiridos con otros nuevos para obtener un mayor resultado. La base de esta teoría es que los niños, en sus primeros años de vida observan e investigan todo lo relacionado con su entorno de manera espontánea, lo cual es fundamental para su desarrollo y crecimiento.

2. Método Walforf

Desarrollado por Rudof Steiner, este método se basa en el desarrollo completo de los niños en busca de la renovación de la sociedad.

Su método se centra en actividades prácticas y juegos imaginativos e interactivos para fomentar las habilidades de cada uno. De este modo, se educan individuos como personas libres, moralmente responsables y con la suficiente capacidad como para integrarse en la sociedad, con empatía y razonamiento crítico.

3. Método constructivista

Este método de aprendizaje consiste en priorizar los conocimientos y herramientas educativas necesarias para que el estudiante pueda enfrentarse a la vida. Una técnica alternativa al tradicional método de aprendizaje por memoria que persigue la adquisición de las habilidades más prácticas.

4. Método Reggio Emilia

Este modelo educativo nació en 1945, en el norte de Italia, con Loris Malaguzzi. En la actualidad es valorado en todo el mundo, puesto que otorga al estudiante el rol protagonista. En este método de educación alternativa, el educador es solo un guía, un mero acompañante del camino del aprendizaje, encargado de estimular la curiosidad y las ganas de descubrir el entorno en el que vive el estudiante. En este caso, se debe respetar el ritmo de aprendizaje, teniendo en cuenta la importancia de la participación activa de las familias.

5. Método Sudbury

Por último, este modelo de educación alternativa desarrollado en Estados Unidos en 1968 se basa en la idea de la individualidad y la democracia en el aprendizaje. Con este sistema, los niños deciden qué método de evaluación seguir mediante votación y tienen un completo dominio sobre los contenidos sobre los que son evaluados.

De este modo se estimula un aprendizaje colaborativo y se mejora la capacidad de asumir responsabilidades y de tomar decisiones.

Los diferentes métodos de educación alternativa pueden ser aplicados en el aula o en actividades extraescolares para ofrecer al estudiante las herramientas clave para potenciar su autonomía y su rendimiento académico.

Fuente: https://noticias.universia.es/educacion/noticia/2019/07/28/1165788/5-metodos-educacion-alternativa-mejorar-rendimiento-estudiantes.html

Comparte este contenido: