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Los jóvenes de hoy en día no son peores: es sólo una ilusión de nuestra memoria

Por: Agencia SINC

¿Son los millennials y a generación Z un caso perdido? ¿Menos respetuosos o inteligentes comparados con generaciones anteriores? Es todo una ilusión fruto de recuerdos sesgados, tal y como revela una investigación estadounidense.

 

Los millennials corresponden a los nacidos desde principios de los 80 hasta mediados de los 90 y a generación Z son los nacidos desde mediados de los 90 hasta mediados de los 2000.Pixabay

Si leemos las columnas de opinión de cualquier medio al azar, probablemente nos toparemos con alguna crítica más o menos velada sobre la juventud actual. “Menos respetuosos”, “menos inteligentes”, “menos emprendedores” o incluso “más vagos” son ideas que subyacen en determinados artículos y que también están presentes en el imaginario colectivo de parte de la sociedad. Pero no es algo raro, es un pensamiento que se lleva repitiendo durante siglos.

La primera conclusión a la que han llegado es que las personas más autoritarias son las más proclives a pensar que los jóvenes respetan menos a sus mayores. Para ello, midieron el nivel de autoritarismo de 1.824 adultos de Estados Unidos de entre 33 y 51 años y les preguntaron cuánto creían que los chavales de hoy en día respetaban a los adultos en comparación con cuando ellos eran jóvenes.

En una segunda prueba, en la que los científicos midieron la inteligencia de 134 participantes con diferentes cuestionarios de vocabulario, descubrieron que las personas más inteligentes pensaban que los jóvenes de hoy en día eran menos listos, algo que es completamente falso.

En cuanto a la lectura, los investigadores volvieron a encontrar una pauta similar: cuanto más leía el adulto, más creía que los chavales ya no disfrutaban con ese hábito. En este caso, los científicos encuestaron a 1.500 personas a los que se les evaluó su nivel de lectura con un test sobre una lista de autores. En ninguna de las tres pruebas los autores encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres.

¿Por qué las personas que sobresalen en determinados ámbitos tienden a infravalorar a los jóvenes? La culpa es de la memoria, que es caprichosa. “Objetivamente, no tenemos una memoria precisa de los rasgos, cualidades y tendencias de los niños cuando nosotros también lo éramos”, aclara Protzko. “Pensamos como niños y nuestra memoria es imperfecta”, añade.

Para nivelar estas imperfecciones, según el investigador, imponemos nuestro yo actual en los recuerdos y si actualmente somos autoritarios, tendremos un recuerdo sesgado de niños que también respetaban la autoridad cuando éramos pequeños (aunque realmente no fuera así).

Al observar a la juventud actual “estamos comparando el presente con una visión del pasado inflada artificialmente”, subraya el científico, quien atribuye este mismo patrón a las quejas que los mayores llevan haciendo de los jóvenes desde hace más de 2.500 años. De esta forma, hemos mantenido este sesgo en la percepción sobre nosotros mismos siglo tras siglo.

Además, los autores achacan a esta visión sesgada otro responsable: tendemos a apreciar las limitaciones de los demás cuando sobresalimos en algún aspecto de la vida, como serían en este caso la inteligencia, la autoridad o el disfrute con la lectura.

Los sesgos marcan cómo valoramos a los demás

Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto (Bilbao) y autora del libro Nuestra mente nos engaña  (2019), es experta en sesgos. La investigadora califica este estudio –en el que no ha participado– como “muy bien pensado y creativo”. “El resultado puede sorprender inicialmente, pero siguiendo la argumentación de los autores tiene todo el sentido del mundo”, destaca a Sinc.

Matute echa mano de un refrán para explicar por qué cuando destacamos en algún aspecto de la vida tendemos a menospreciar al resto en ese ámbito: es relativamente fácil ver los sesgos en el ojo ajeno y muy difícil verlos en nosotros mismos. Para poder preservar los recuerdos como realmente fueron, Matute aconseja utilizar métodos externos como diarios, cuadernos de notas, vídeos, fotografías o audios.

Concluida esta investigación, lo que se han propuesto los autores es analizar por qué solemos tener visiones idealizadas el pasado. “Es una tradición que se remonta a milenios, tender a pensar que la sociedad ideal ocurrió antes que la nuestra”, avanza Protzko. En definitiva, averiguar si es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor o también es una ilusión.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/los-jovenes-de-hoy-en-dia-no-son-peores-es-solo-una-ilusion-de-nuestra-memoria-articulo-886580

 

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Perú: Los millennials reconocen ventajas de la educación

Redacción: Editora Perú

Generación se esfuerza por adquirir conocimientos y capacitarse.

Los millennials representan a aquella generación que engloba a las personas nacidas entre 1980 y 2003.

La gerente de Aptitus.com, Alejandra Fonseca, afirma que los peruanos que forman parte de esta generación consideran la educación como elprincipal factor de crecimiento.

Refiere que un informe de Ipsos señala que alrededor del 80% de millennials considera la educación y el trabajo como actividades prioritarias, incluso por sobre la compra de un inmueble o el desarrollo de una empresa propia.

Sostiene que esta generación se esfuerza por adquirir conocimientos y capacitarse, entendiéndolo como parte del proceso para obtener herramientas que les permitan generar una fuente de ingresos y, a la vez, desarrollarse en ámbitos específicos por los que sientan afinidad. Sea como trabajo dependiente o un emprendimiento.

Por otro lado, un estudio de Datum refiere que en el Perú el 51% de millennials solo trabaja y el 17% trabaja y estudia. Además, precisa que su atención se centra en el acceso y calidad de la educación, ya que para muchos es la única forma de salir de la pobreza.

Entre sus preocupaciones están también, en orden de prioridades, su futuro, el de sus padres, de que algún familiar pueda fallecer y, al final, sus finanzas personales.

Ninis

Los millennials ninis, personas que ni trabajan ni estudian, en muchos casos su situación se explica no porque no quieran participar en una actividad, sino en la falta de las condiciones o la oportunidad para hacerlo, comenta Fonseca.

El 21% de jóvenes de los países en observación son calificados como ninis, refiere un estudio del bid.

Fuente: https://elperuano.pe/noticia-los-millennials-reconocen-ventajas-de-educacion-82584.aspx

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Libro: Millennials. La generación emprendedora

Por: fundaciontelefonica.

¿Quiénes integran la generación Millennial? ¿En qué es distinta de otras? ¿Tienen nuevas habilidades por ser ? ¿Cómo se informan y se entretienen? ¿Cuáles son sus expectativas? ¿Cómo definen el éxito? ¿Tienen problemas para adaptarse a unas empresas jerárquicamente organizadas? ¿Qué esperan las empresas de ellos? ¿Cómo innovan? ¿Son tan colaborativos como se dice?¿Es la flexibilidad su clave? ¿Quiénes son de verdad? Estamos ante un libro que reflexiona sobre estas y otras cuestiones relacionadas. Hay respuestas, más preguntas y, sobre todo, debate. Desde que William Strauss y Neil Howe acuñaron el término “millennial” a finales de los 80, para referirse al grupo de población que entraría en la mayoría de edad alrededor del año 2000, tanto académicos como instituciones de todo tipo han realizado estudios diversos para entenderlos. En este se analizan desde diversas perspectivas, desde sus hábitos de consumo de información, su nivel de formación, su actitud ante el desempleo y la nueva forma de trabajar, su capacidad de adaptación, etc. aunque se presta especial atención a la creciente corriente emprendedora que muestran los miembros de esta generación en nuestro país. Para ello se analizan los factores del entorno, y se determina si este efecto podía ser coyuntural o si viene influido por un cambio estructural, y también aspectos intrínsecos de la propia generación.

Fuente del documento: http://educared.fundaciontelefonica.com.pe/wp-content/uploads/2018/04/Millennials_lageneracionemprendedora.pdf

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Libro: Millennials en Uruguay Valores, actitudes y comportamientos

Nombre autor: Antoni Gutiérrez-RubÍ
Fecha: 04-02-2019

Descripción:

El término «millennial» cada vez se integra más en las conversaciones cotidianas y se utiliza de manera amplia para designar a aquellas personas nacidas entre las décadas de los ochenta y noventa, en un contexto en el que las tecnologías digitales forman parte intrínseca de nuestro día a día.

El presente estudio se propone explorar los rasgos de este grupo en el Uruguay: cómo se caracteriza, qué los identifica, cómo se ven a sí mismos y su relación con diversos ámbitos (el mundo laboral, educativo, su interacción con las nuevas tecnologías, los espacios de participación política y social, entre otros). Todos estos aspectos nos permitirán delinear algunas especificidades de esta generación en el Uruguay, intentando complejizar los estereotipos y pensando esta generación dentro del contexto latinoamericano.

Descargar en: MILLENNIALS_TELEFONICA

Fuente: https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/publicaciones-listado/pagina-item-publicaciones/itempubli/650/

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Millennials africanos buscan que la agricultura sea atractiva

Redacción: El Financiero

Utilizan métodos científicos y aplicaciones de procesamiento de datos para aumentar la producción y demostrar que esta actividad puede ser rentable.

En África, la agricultura es ampliamente considerada como un sinónimo de pobreza, pero los graduados universitarios están luchando contra el estigma buscando profesionalizar esta actividad.

Después de graduarse de la universidad, Vozbeth Kofi Azumah estaba renuente a contarle a alguien —incluso a su madre— la ocupación a la que planeaba dedicarse.

“Soy agricultor”, dijo una tarde hace poco, montado en su motocicleta que zumbaba en los campos recién labrados. “Aquí, esto es una vergüenza”.

En algunas partes del mundo, cultivar la tierra es visto como un oficio honorable y a los agricultores o campesinos se les respeta. Sin embargo, en una región en la que la mayor parte de la agricultura sigue siendo de subsistencia —y donde se tiene que depender de la hoz, el azadón y esperar a que llueva— la agricultura es un sinónimo de pobreza.

No obstante, Azumah se encuentra entre un número creciente de jóvenes africanos con educación universitaria que lucha contra el estigma al buscar profesionalizar la agricultura. Ellos están utilizando métodos científicos y aplicaciones de procesamiento de datos no solo para aumentar la producción, sino para demostrar que la agricultura puede ser rentable.

Se llaman a sí mismos “agroemprendedores”.

Es un gran desafío. Las redes de distribución subdesarrolladas, el mal estado de los caminos y el suministro inconstante de agua son obstáculos incluso para el agricultor más competente, y muchos de estos aspirantes a agricultores tienen muy poca capacitación o experiencia.

Sin embargo, estos emprendedores agrícolas esperan tanto ganar dinero como combatir el desafortunado cálculo de un continente que tiene cerca del 65% de tierra más cultivable del mundo sin trabajar, en tanto que importa más de $35.000 millones en alimentos al año, según un informe del Banco Africano de Desarrollo.

En Ghana han contado con el apoyo del gobierno, que se encuentra en medio del ambicioso lanzamiento nacional de un proyecto para aumentar la capacidad agrícola y persuadir a los jóvenes a que regresen al campo. Como sucede con buena parte del resto del continente, los agricultores de Ghana están envejeciendo, mientras que los jóvenes llegan a las ciudades en busca de empleos a pesar de la tasa de desempleo juvenil cada vez más alta.

Arremangándose la camisa y haciendo oídos sordos de los convencionalismos, algunos jóvenes agricultores han dejado atrás los empleos cómodos. Suelen ser personas con medios suficientes para rentar o comprar enormes porciones de tierra, y que pueden absorber las pérdidas. No suelen tener mucha más capacitación sobre cómo criar pollos y labrar la tierra de la que se puede obtener a través de videos de YouTube. Sin embargo, lo que hace destacar su labor es el sentimiento de que lo que está en juego es el futuro económico de África.

“Tenemos que hacer que la agricultura sea atractiva”, dijo Emmanuel Ansah-Amprofi, mientras los trabajadores en sus tierras en Gomoa Mpota, en la región central, plantaban brotes de yuca en hileras bien definidas.

Hace unos años, Ansah-Amprofi estaba trabajando en temas de derecho migratorio y descubrió en un mercado local que la cebolla que compraba había sido importada de Holanda.

“Me enojé mucho con nuestro país”, afirmó Ansah-Amprofi, de 39 años. “¿Cómo podemos estar importando tantas verduras y tener a tantos jóvenes en las calles? ¿Cómo podemos tener toda esta tierra fértil, buen clima, tantos mantos acuíferos, y seguir importando cebollas?”

Dos años después, en 2016, puso una granja donde cultiva una variedad de frutas y verduras, y también ayudó a fundar Trotro Tractor, una aplicación que permite a los agricultores que antes araban a mano ubicar y rentar tractores compartidos.

Caracoles gigantes

Para Azumah, de 27 años, el futuro son las ratas gigantes. Y los caracoles gigantes.

Ambos son una rara exquisitez en esta parte del mundo, y por lo general se recolectan de manera silvestre. Azumah, quien tiene una licenciatura en ciencias sociales, identificó una oportunidad desaprovechada: la crianza en cautiverio. Cuando le contó a su madre, Martha Amuzu, ella lloró.

“Ay, lloré”, dijo, sentada en la casa de campo de la familia en la región de Volta, a unas dos horas de Acra, la capital de Ghana. “Mis expectativas para él eran que continuara con su educación, que trabajara en una oficina y vistiera de traje y corbata”.

Azumah ahora imparte talleres en línea para hacer que otros se interesen en criar caracoles. “Veo un grado universitario como algo que nos permite pensar de una manera poco convencional para encontrar soluciones” a problemas como la pobreza y la inseguridad alimentaria, afirmó.

Aunque alrededor del 60% de la población de África tiene menos de 24 años, la edad promedio de los campesinos o agricultores es de 60 años, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Sin intervención, dicen los expertos, África corre el riesgo de que nadie sustituya a los agricultores a medida que estos mueran.

Aún con el apoyo del gobierno de Ghana, sigue pesando un estigma sobre la agricultura, a tal grado que los maestros regañan a los estudiantes diciéndoles que, si no se esfuerzan, acabarán cultivando yuca.

Al mismo tiempo, el poco uso de fertilizante y la dependencia de factores como la irrigación con agua de lluvias han ocasionado que los cultivos en África solo produzcan entre un 20% y un 30% de lo que deberían, según investigaciones. Aunque hay campos agrícolas enormes y exitosos en el continente, la mayoría de los agricultores en el África subsahariana son minifundistas, ya que cultivan menos de media hectárea. Dado que muchos agricultores apenas pueden alimentar a sus familias, no pueden arriesgarse con proyectos empresariales.

Desde que el presidente Nana Akufo-Addo llegó al poder en 2017, Ghana definió como iniciativa clave aumentar la productividad de su sector agrícola.

Augustine Collins Ntim, subsecretario de gobierno local y desarrollo rural, mencionó que se sorprendió al enterarse en sus viajes a Estados Unidos y Europa de que algunos agricultores eran adinerados.

“Uno regresa a casa a Ghana, y nuestros agricultores viven en una pobreza abyecta”, mencionó. “La diferencia se debe al liderazgo y el compromiso político”.

El gobierno ha desplegado por todo el país a más de 2.700 funcionarios agrícolas, provistos de una motocicleta, con la finalidad de capacitar a los agricultores sobre las mejores prácticas, tales como qué cultivos se adaptan mejor al cambio climático.

Aun con el apoyo gubernamental, sigue pesando un estigma sobre la agricultura, a tal grado que los maestros regañan a los estudiantes diciéndoles que, si no se esfuerzan, acabarán cultivando yuca.

“Tenemos que demostrarle a la gente que la agricultura reditúa”, dijo Emmanuella Pi-Bansah, estudiante de posgrado a cargo de desconchar caracoles en West African Snail Masters.

Para algunos agricultores jóvenes, no es suficiente atraer solo a la gente de su edad al sector. Nana Adjoa A. Sifa, de 31 años, quien es licenciada en Psicología, quiere cambiar de raíz la manera en que se cultiva la tierra.

Tras años de trabajar para involucrar a los jóvenes y a las mujeres en la agricultura, se convirtió en campesina. No usa pesticidas en su hacienda, Guzakuza, donde siembra verduras que se benefician unas a otras en una sola parcela.

“Quiero transformar la mentalidad, y a África”, dijo Sifa, sosteniendo una plántula orgánica de zanahoria. “Si fracasamos, significará que la industria habrá fallado. Significará que le habremos fallado a mucha gente joven”

Fuente: https://www.elfinancierocr.com/desde-nueva-york/millennials-africanos-buscan-que-la-agricultura/5V5Z6P5BSBBRTBDVCC7ZOJ2KXE/story/

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The Fleecing of Millennials

By: David Leonhardt.

Their incomes are flat. Their wealth is down. And Washington is aggravating future threats.

For Americans under the age of 40, the 21st century has resembled one long recession.

I realize that may sound like an exaggeration, given that the economy has now been growing for almost a decade. But the truth is that younger Americans have not benefited much.

Look at incomes, for starters. People between the ages of 25 and 34 were earning slightly less in 2017 than people in that same age group had been in 2000:

Why is this happening? The main reason is a lack of economic dynamism. Not as many new companies have been forming since 2000 — for reasons that experts don’t totally understand — and existing companies have been expanding at a slower rate. (The pace of job cuts has also fallen, which is why the unemployment rate has stayed low.) Rather than starting new projects, companies are sitting on big piles of cash or distributing it to their shareholders.

This loss of dynamism hurts millennials and the younger Generation Z, even as baby boomers are often doing O.K. Because the layoff rate has declined since 2000, most older workers have been able to hold on to their jobs. For those who are retired, their income — through a combination of Social Security and 401(k)’s — still outpaces inflation on average.

But many younger workers are struggling to launch themselves into good-paying careers. They then lack the money to buy a first home or begin investing in the stock market. Yes, older workers face their own challenges, like age discrimination. Over all, though, the generational gap in both income and wealth is growing.

Given these trends, you’d think the government would be trying to help the young. But it’s not. If anything, federal and state policy is going in the other direction. Medicare and Social Security have been spared from cuts. Programs that benefit younger workers and families have not.

The biggest example is higher education. Over the past decade, states have cut college funding by an average of 16 percent per student. It’s a shocking form of economic myopia. In response, tuition has risen, and students have taken on more debt. Worst of all, many students attend colleges with high dropout rates and end up with debt but no degree.

And as badly as the government is treating the young today, the future looks even more ominous.

First, the national debt, while manageable now, is on pace to soar. The primary cause is the cost of health care: Most Americans receive far more in Medicare benefits than they paid in Medicare taxes. The Trump tax cut also plays a role. It is increasing the debt — and it mostly benefits older, affluent households.

Second, the warming planet is likely to cause terrible damage and bring huge costs.

Young Americans favor aggressive action, now, to slow climate change. But the Republican Party — which wins elections with strong support from older voters — has vetoed any such action. As a result, greenhouse gases keep spewing into the atmosphere, and the climate crisis is likely to be far worse than it needs to be. Today’s young Americans will be left to suffer the consequences and bear the costs.

Last week, one of those young Americans — somebody who qualifiesas an older millennial — announced that he was running for president: the 37-year-old mayor of South Bend, Ind., Pete Buttigieg. A Navy veteran and Rhodes scholar who’s been praised by Barack Obama, Buttigieg (“BOOT-edge-edge”) is a rising star in Democratic politics. But of course he is a long shot to win the nomination. He is the mayor of a moderate-size city, after all.

And yet I think his candidacy is important, because it has the potential to influence the entire campaign. Buttigieg kicked off his run by talking about “intergenerational justice” and made clear that he would focus sharply on the future. After we spoke on Friday, I looked at my notes and discovered he hadn’t said “Trump” once.

During our conversation, I asked him how he hoped to win over older Americans — who, to their credit, vote at much higher rates than the young — and he told me an intriguing story. When he first ran for mayor of South Bend in 2011, he had the money to conduct only one poll. In it, his team asked voters how they would feel about having such a young mayor. The group most likely to see it as an advantage were the oldest voters.

“Many of the people who respond most positively to a moral message about the future are older people,” he said. “The American story is one of making sure that each generation is better off than the last. I don’t want my generation to be the first not to enjoy that. But I also think older generations don’t want to be the ones to cause that.”

There are some unavoidable trade-offs between the young and the old: A dollar spent on Medicare is unavailable for universal pre-K. But the country’s biggest economic problems aren’t about hordes of greedy old people profiting off the young. They’re about an economy that showers much of its bounty on the already affluent, at the expense of most Americans — and of our future. The young pay the biggest price for these inequities.

That’s a vital subject for the 2020 campaign, whoever the leading candidates end up being.

Source of article: https://www.nytimes.com/2019/01/27/opinion/buttigieg-2020-millennials.html?rref=collection%2Ftimestopic%2FEducation&action=click&contentCollection=opinion&region=stream&module=stream_unit&version=latest&contentPlacement=7&pgtype=collection

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Investigación sobre «millennials» derriba mitos sobre su disposición al trabajo y la educación

América del Sur/Chile/ladiaria,com

Más de 15.000 jóvenes participaron en un estudio que caracteriza a la población.

Los millennials son jóvenes vagos que viven de los padres; son la generación peor preparada para insertarse en el campo laboral; son personas sin aspiraciones sobre su futuro. Esos son algunos de los mitos sobre los jóvenes de entre 15 y 24 años que el estudio Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar? tira abajo luego de trabajar con más de 15.000 jóvenes de nueve países de la región y de relevar datos cuantitativos y cualitativos para comprender mejor su relación con el estudio y el trabajo. El informe, elaborado por el centro de estudios chileno Espacio Público, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el gobierno de Canadá, se presentó la semana pasada en la Facultad de Ciencias Económicas y de la Administración de la Universidad de la República, que fue la encargada de elaborar el capítulo sobre Uruguay.

En el libro, la evidencia para Uruguay proviene de datos longitudinales; diferencias metodológicas entre esta encuesta y la hecha en otros países dificultan la comparación directa de los resultados. Los datos muestran que los jóvenes uruguayos tienen más probabilidades de estar sólo estudiando (48%) y de no estudiar ni trabajar (27%), y menos probabilidades de sólo trabajar (16%) o de trabajar y estudiar (10%) que los jóvenes del resto de los países. Al igual que en el resto de Latinoamérica, la probabilidad de caer en la categoría “ni ni” es mayor entre las mujeres que entre los hombres.

Proactivos

En la presentación, uno de los editores del libro, Rafael Novella, explicó los principales resultados a los que llegaron, que permitieron derribar los clásicos estereotipos sobre los jóvenes. “El primer mito sobre los millennials es que son vagos, no estudian ni trabajan, los conocidos ‘ni ni’, y nuestros datos permiten derribar esa creencia”, dijo. Según el estudio, en la región 41% de los jóvenes están estudiando, 21% sólo trabaja, 17% combina trabajo y estudio, mientras que 20% de los jóvenes no trabajan ni estudian.

Sobre este último grupo, Novella comentó: “Los ‘ni ni’ tienen una imagen muy negativa, se piensa que son jóvenes inactivos. Sin embargo, la definición es muy restrictiva, porque si bien son jóvenes que no trabajan ni se capacitan, no son jóvenes vagos”. La investigación demuestra que un tercio de ellos está buscando activamente trabajo, mientras que los dos tercios restantes se dedican a tareas del hogar, a colaborar en negocios familiares o al cuidado de niños pequeños y adultos mayores, y se destaca que la mayoría de este grupo son mujeres. El investigador resaltó que “solamente 3% de los ‘ni ni’, menos de 1% de toda la generación millennial, no hace ninguna de esas actividades; es un porcentaje ínfimo de jóvenes que no están haciendo ninguna actividad productiva”.

Hay una mención particular a los jóvenes “ni ni” que son padres. Según Novella, “tener un hijo antes de los 20 años tiene una relación muy fuerte con el abandono de la educación y con no insertarse en el mercado de trabajo. De hecho, en el caso de las mujeres encontramos como factor principal del abandono escolar la maternidad temprana”.

Talentosos

Otro mito es que “son la generación peor preparada y que tendrían problemas para insertarse en un mercado laboral cambiante, en el que la automatización amenaza a las ocupaciones”, señaló Novella. En este caso, la investigación mostró que los jóvenes tienen habilidades emocionales como buena autoestima, alta perseverancia y autoeficacia: “Una vez que los jóvenes se ponen una meta, van por ella. Esto es muy importante, y hay mucha literatura que indica que tener perseverancia permite lograr las metas educativas y laborales, así como otros indicadores del bienestar”.

Los millennials tienen a su favor que son nativos tecnológicos, lo que los deja mejor parados de cara al mundo del trabajo. Otra de las características que los diferencian de la generación de sus padres es su visión de género: son personas que entienden necesaria la igualdad de roles entre el hombre y la mujer, afirmó el investigador.

Sin embargo, los resultados mostraron “luces y sombras” sobre su formación. A pesar de tener desarrolladas algunas habilidades emocionales, los empleadores encuentran que les faltan otras, como liderazgo, trabajo en equipo y responsabilidad. Por otra parte, la investigación se alinea con los resultados de pruebas estandarizadas que muestran rezagos importantes en habilidades cognitivas, particularmente las relacionadas con la matemática. Además, indica que solamente uno de cada cinco jóvenes puede hablar fluidamente inglés. “Eso, sumado a otros rezagos, permite suponer que presentarán problemas para insertarse adecuadamente en el mercado de trabajo”, afirmó.

Optimistas

Entre los jóvenes de la región hay un fuerte optimismo. Los millennials tienen grandes aspiraciones sobre su futuro y se preocupan mucho por los próximos pasos que seguirán para alcanzar sus objetivos. De hecho, 88% de los encuestados está seguro de que en el futuro lograrán tener el trabajo que quieren. “85% de los jóvenes aspira a alcanzar por lo menos la educación superior; este valor es altísimo si lo comparamos con que la cobertura de educación superior en la región sólo alcanza a 40%”, subrayó Novella.

Sin embargo, los millennials están muy desinformados sobre las condiciones del trabajo actuales y tienen una percepción distorsionada de los resultados que se puede esperar de cada nivel educativo. Por ejemplo, la mayoría entiende que es más fácil conseguir trabajo estudiando en la universidad que en la formación técnica, y en general no tienen suficiente información sobre la remuneración que pueden alcanzar por cada nivel de educación, lo que deriva en malas decisiones sobre qué estudiar.

Investigar y accionar

El informe plantea tres líneas de políticas públicas. Por un lado, el acceso para el desarrollo de habilidades, al igual que reducir las limitaciones a la formación de los jóvenes, para eso se recomiendan los programas de transferencias condicionadas y becas a la educación, así como subsidios para transporte y una mayor oferta de centros de cuidado infantil. También proponen contar con sistemas de desarrollo de habilidades que se ajusten a las necesidades de los jóvenes y que sean de calidad y pertinentes, para que los jóvenes puedan aprovechar sus recursos. La última recomendación se relaciona con aportar mayor información a los jóvenes para que puedan tomar decisiones de manera eficiente e informada.

Los de acá

El capítulo uruguayo de la investigación concluye, entre otras cosas, que los determinantes de la inserción laboral y la desvinculación educativa varían según el momento en que esta última se concreta. Cuando se deja la educación entre los 12 y los 14 años, esto se debe a fuertes privaciones en la niñez, como problemas nutricionales o falta de estímulos. Cuando se abandona más adelante, las razones se vinculan con eventos de repetición previos, el inicio de la maternidad o la paternidad, los cuidados familiares y la inserción laboral. El estudio sugiere que las políticas orientadas a la retención escolar tienen que empezar en los primeros años de vida, y advierte que se identificaron carencias del sistema de protección social orientado a poblaciones vulnerables; en particular, destaca que debería revisarse el límite de los 18 años para acceder a programas de transferencias monetarias.

Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/12/investigacion-sobre-millennials-derriba-mitos-sobre-su-disposicion-al-trabajo-y-la-educacion/

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